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HISTORIA SOCIAL DE LAS INSTITUCIONES DE

SEGURIDAD

Profesora: Haydée Scomparin

TRABAJO PRÁCTICO Nº 1:
“Final”

Alumnos:
TERRAZA, ALBERTO
RODRÍGUEZ, MARIANO
MONZÓN, FERNANDO
LUNA, Jonathan
AGUILERA, Hector

Fecha:
01 de Julio de 2016

Instituto Superior de Seguridad Pública


Tecnicatura en Seguridad Pública

1
Skrik (El Grito) – Edvard Munch

2
“Un autor que se propone introducir alguna
rama de conocimientos -o para decirlo más
modestamente, alguna rama de la investigación- a
un público no instruido debe hacer claramente su
elección entre dos métodos o técnicas.
Es posible partir de lo que cualquier lector sabe
(o piensa que sabe) y considera como evidente en sí
mismo sin contradecirlo ya desde el comienzo.
Pronto se presentará una oportunidad para llamar su
atención sobre algunos hechos en el mismo campo,

que, aunque le son conocidos, ha descuidado o


ha apreciado imperfectamente. Empezando con
ellos, uno puede introducir más hechos ante él de los
que no tiene conocimiento y prepararlo así para ir
más allá de sus primeros juicios, para buscar nuevos
puntos de vista y tomar en consideración nuevas
hipótesis. Por este camino se le puede llevar a tomar
parte en la edificación de una nueva teoría acerca
del sujeto y se pueden conocer sus objeciones a ella
durante el curso del trabajo en común. Un método
de esta clase podría llamarse genético. Sigue el
camino que el propio investigador ha seguido antes.
A despecho de todas sus ventajas, tiene el defecto
de no hacer una impresión demasiado contundente
sobre el que aprende. No quedará tan impresionado
por algo que ha visto surgir a la existencia y pasar
por un difícil período de crecimiento como lo sería
por algo que se le presentara ya hecho como un total
aparentemente cerrado.
Es precisamente este efecto último el que
produce el método alternativo de presentación. Este
otro método, el dogmático, empieza por plantear sus
conclusiones. Sus premisas exigen la atención y la fe

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de la audiencia y en apoyo de ellos se aduce muy
poco.
Y entonces existe el peligro de que un oyente
crítico sacuda su cabeza y diga: «Todo esto suena de
un modo muy peculiar; ¿de dónde lo ha sacado este
tipo?»
En lo que sigue no me limitaré a ninguno de los
dos métodos de presentación. Usaré unas veces uno,
otras otro. No me hago ilusiones acerca de la
dificultad de mi tarea. EI psicoanálisis tiene pocas
probabilidades de hacerse querido o popular. No es
sólo que mucho de lo que tiene que decir ofenda los
sentimientos de la gente. Casi una similar dificultad
es creada por el hecho de que nuestra ciencia
abarca un cierto número de hipótesis -es difícil decir
si deberían ser consideradas como postulados o
como producto de nuestras investigaciones- que
están expuestas a parecer muy extrañas a los modos
ordinarios de pensamiento y que fundamentalmente
contradicen los puntos de vista corrientes. Pero no se
puede evitar esto. Hemos de empezar nuestro breve
estudio con dos de esas arriesgadas hipótesis.”

Algunas lecciones elementales de psicoanálisis


Sigmund Freud, 1938

El crimen es una forma


inapropiada de resolver
4
conflictos y ciertas
necesidades primarias,
problemas culturales,
carencias sociales, etc. Es
un mecanismo de
protección frente a la
amenaza de la
desorganización, pues es
una conducta reguladora
de tensiones; una
conducta simbólica, una
forma de comunicación; el
criminal siempre quiere
decir “algo”.

Rodríguez Manzanera,
criminólogo mejicano
5
PRÓLOGO

¿Qué crea a un asesino? ¿A qué se debe su


proliferación en sociedades modernas? No han faltado
explicaciones de este fenómeno que crea pánico y se vive
como amenaza: se ha hablado de deficiencias biológicas,
de peculiaridades genéticas, de coeficientes de inteligencia;
se han rastreado malos tratos en la infancia, familias
disfuncionales y condicionamientos para la agresividad; los
psiquiatras han trazado cuadros psicopatológicos y los
detectives, perfiles; y la literatura y los medios han
añadido un equívoco elemento inhumano, monstruoso,
pero seductor.
Todos los estudiosos del tema coinciden en este punto:
la mente de un asesino no se desarrolla de golpe, sino que
es el producto de un proceso que invariablemente
comienza en la niñez.

En todo caso la tan mentada “mente criminal” es una


actitud antisocial fundamentada en los prejuicios de una
sociedad incapaz de trazar unas normas equilibradas de
convivencia. Donde se fuerza a los individuos socialmente
despreciados a vivir juntos, lo que desencadena en una
visión colectiva de apatía y desquite contra quienes ellos
entienden los marginan.

El fenómeno de los asesinos ha tenido desde antaño,


numerosas repercusiones sociológicas, psicológicas, médico
forenses, policiales, biológicas, antropológicas o
criminológicas entre otras.
Nosotros intentaremos rasgar ese universo criminal,
desde el punto de vista psicológico, tomando como punto
de partida diez preguntas efectuadas por la cátedra
tendientes a conocer el accionar de los elementos que
intervienen en la formación de la personalidad,
estructurada mediante la perversión, la psicosis y la
neurosis.
De esta manera intentaremos conocer cómo se
conforma la personalidad, que es y que características
tiene el “Pasaje al Acto” y la estructura temporal que lo
sostiene; qué es el Kakon cuál es su significado e
implicancias en las teorías psicológicas; porqué alguien se
declara culpable en la consulta clínica, cuál es su identidad
y responsabilidad; conoceremos el concepto de culpa según
el punto de vista del psicoanálisis, cómo se funda ese
sentimiento y qué es lo que marca el origen de la ley;
sabremos, estudiando las diferentes escuelas, qué es el
goce para la neurosis, la psicosis y la perversión;
contestaremos una gran duda: el asesinato serial tiene
fases?, cuales son?, estudiaremos y confrontaremos
diferentes casos reales; consideraremos las relaciones
existentes entre vergüenza, culpa y deseo para,
finalmente, arribar a un concepto de la culpabilidad en el
psicoanálisis.
Mas allá de lo estructurado de las preguntas y que la
cátedra no lo solicita, a pesar de lo complicado y profundo
que puedan presentarse las diferentes visiones de Freud,
Lacan, Jung, Klein o Adler, intentaremos dar una conclusión
que muestre nuestro punto de vista en relación a la
importancia del estudio de la mente criminal, o enferma, en
la seguridad pública.

7
INTRODUCCIÓN

Neurosis, psicosis, perversión


Como se estructura la personalidad

Genio y figura hasta la sepultura. Hijo e’ tigre. Al que


nace barrigón es al ñudo que lo fajen. Árbol que nace
torcido, jamás su tronco endereza. ¿Qué tienen en común
estos refranes? Tienen un común denominador: la
personalidad del ser humano siempre estará presente a lo
largo de su existencia. No en balde nuestros ancestros
recopilaron siglos de sabiduría en pequeñas oraciones
postuladas como aforismos para designar las experiencias
que da el paso por esta tierra.
El ser humano está constituido bajo una “estructura de
personalidad” que se entiende como aquello que nos
constituye, que nos hace “ser” en relación a nosotros
mismos y al mundo, una manera de ser y estar en el
mundo.
Desde la lectura del psicoanálisis existen tres
estructuras básicas: neurosis, psicosis y en medio de ellas
la perversión.
¿Cómo se estructura el sujeto? ¿en base a qué
experiencias se formará? ¿de qué depende que un
individuo sea perverso, psicótico o neurótico?
La personalidad del ser humano se estructura en base
a las primeras experiencias vividas en la más tierna
infancia; experiencias de amor, pero también experiencias
de muerte. Experiencias de amor como el apego, el cariño,
afecto, y la posterior separación-individuación.
Experiencias de muerte manifestadas a través del rechazo,
el descuido, la falta de reconocimiento, la destrucción,
aniquilación, el niño como prolongación de su madre, etc. Y
todo esto en conjunto es lo que va a estructurar al ser
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humano, esas primeras vivencias quedarán troqueladas en
lo más recóndito de su inconsciente y desde allí fraguará su
existencia.
Las experiencias en la primera infancia y cómo se
hayan éstas percibido van a quedar de alguna manera
“fijadas” en la psique del infante, sobre todo las
experiencias vividas como excesos: exceso de frustración y
exceso de satisfacción. Amor y abandono. La falla que se
instaura tendrá mucho que ver en esa estructura psíquica
que se forma.
Todo se juega en el primer año de vida. ¿Cómo es que
una persona tiene un “quiebre psicótico” y anda por la vida
ensimismado en su propia realidad, en un yo (solipsismo) a
perpetuidad? La persona que está estructurada bajo el
designio de la psicosis (esquizofrenia, paranoia y
bipolaridad) lo es por lo que vivió en ese primer año de
vida, cuando su “Yo” se estaba formando, no hubo algún
referente, hubo en cambio una madre psicotóxica, ajena a
su función de madre, enajenada con otros menesteres,
abandonando al infante a su propia suerte; no hubo una
madre que llenara de amor al infante y por lo tanto el “Yo”
no logró estructurarse. Un Yo débil que a la postre, ante
algún evento traumático regresará al allá y el entonces y al
no haber la estructura básica necesaria tendrá el quiebre
psicótico. De adulto tenderá a la psicosis ante un medio
adverso y una formación síquica que ya trae desde la
infancia. En el neurótico opera otra cosa, el neurótico
(fóbico o histérico u obsesivo) libró ese primer año; su “yo”
logró estructurarse a través de introyecciones, pasa a un
segundo momento, a una segunda estructura, la estructura
neurótica en donde su yo estará en constante conflicto con
la realidad, con las demandas del Ello y con las exigencias
del Superyó. Como se dice coloquialmente en las aulas del
Instituto Superior de Seguridad Pública: “Todos somos
neuróticos gracias a Freud”.

9
La característica principal del neurótico es ese
constante conflicto con la realidad; realidad que le frustra,
realidad con la que siempre está en constante conflicto. El
neurótico por un lado está bajo las demandas del principio
del placer, pero por otro lado está también bajo el yugo de
las demandas del principio del deber. En cambio, en la
estructura psicótica sucede otra cosa, la persona que se ha
estructurado bajo la denominación de la “psicosis” tiende a
evadir la realidad, no le gusta; por lo tanto “crea” una
realidad alterna: “No soy yo el malo, son ellos los que me
persiguen”; su síntoma como un intento de re-equilibrio.
¿Cómo se relaciona el neurótico, el psicótico y el
perverso con el “Otro”? ¿cuál es su posición existencial
como ser-en-el-mundo? Tomemos como ejemplo la figura
arquetípica “demonio”. Para el neurótico los “demonios”
con los que tiene que luchar son sus padres, su jefe, los
compañeros de trabajo, la falta de dinero, la insatisfacción
sexual, la obsesión; es decir, son demonios “simbolizados”,
demonios que tienen que ver precisamente con eso que
ocurrió en su infancia y retornan a su existencia
representados en personas de carne y hueso en los que
deposita las frustraciones que vivió en el allá y el
entonces. Siguiendo con la misma alegoría, los demonios
para el psicótico son demonios reales, demonios que lo
persiguen. Demonios que existen y que atraviesan paredes,
que se le aparece en su cuarto, nadie más lo ve, demonios
que se esconden en sus botas, demonios que le susurran
cosas al oído.
Tenemos pues, como dijimos, que la figura
denominada “demonio” es experimentada para el neurótico
a través del simbolismo, en cambio el demonio para el
psicótico existe realmente. Sólo nos queda la estructura
perversa: en el perverso el “demonio” es él mismo. El
perverso como el demonio encarnado. El perverso es un
“niño grandote” que no le pusieron reglas, normas, límites,
no hubo un padre que lo castrara; ausencia de la figura

10
paterna que le pusiera límites, que le castrara su deseo, el
perverso goza por ese medio. Su goce es un goce infantil,
goza como lo hiciera un infante sádico, mortificando la
existencia del otro, saciando sus pulsiones perversas
importándole solo él.
¿Cómo se relaciona cada persona dependiendo de su
estructura con los fenómenos oníricos (el sueño)? El
neurótico tiene una pesadilla y al despertar sabe que solo
fue un mal sueño, o un sueño erótico que solo queda en
eso, en sueño. El perverso lleva a cabo lo que el neurótico
sueña. El psicótico vive en un sueño eterno en donde
ángeles y demonios existen en su vida real.
O también podremos comprender la relación que tiene
cada estructura de personalidad con el “Otro”, por ejemplo:
se dice que el neurótico tropieza siempre con la misma
piedra, de hecho, el neurótico no solo tropieza con la
misma piedra, él mismo la pone para tropezar con ella
(compulsión a la repetición). La relación del perverso con la
piedra sería una relación de fetiche; tomaría a la piedra no
para tropezar con ella sino para fetichizarla, sodomizarla,
erotizarla, o buscar hasta por debajo de las piedras para
ver con qué más gozar. El psicótico se pondría a platicar
con la piedra.
Infancia es destino y allí se jugará gran parte de lo que
el ser humano será en su vida adulta. Será desde allí como
tomará decisiones, cómo se enfrentará a las situaciones
cotidianas de la vida. Todo esto ha quedado troquelado en
el inconsciente del ser humano y desde allí estará
demandando ser reconocido. Intentará salir a la luz y por lo
regular lo logra, pero ese “salir a la luz” lo hace a través de
una máscara que denominamos síntoma y es precisamente
ese síntoma lo que no permite al ser humano andar por la
vida ligero de equipaje. El síntoma (depresión, ansiedad,
estrés, trastorno alimenticio, obsesiones, relaciones
amorosas no sanas etc.) como manifestación de eso que
incomoda, de eso de lo que se quiere hablar pero que la
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sociedad insiste en que se debe callar. El síntoma existe
por algo, no se trata de simplemente modificarlo o callarlo,
al contrario, hay que escucharlo, interpretarlo, traducirlo.
El síntoma está allí por algo y, fundamentalmente para
nosotros, es una pista, el detalle que puede llevarnos a
sospechar, a crear hipótesis, a desentrañarlas, en
definitiva, a desatar el nudo primigenio denominado
crimen.

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¿CÓMO ES LA CARACTERÍSTICA DEL PASAJE AL ACTO EN LA
PERVERSIÓN, EN LA PSICOSIS Y EN LA NEUROSIS?

El concepto de “pasaje al acto” viene de la psiquiatría


francesa. Se refiere a los actos impulsivos, de naturaleza
generalmente violenta o criminal, que a veces señalan el
comienzo de un brote psicótico.
Como lo indican las palabras mismas, se supone que
estos actos marcan el punto en que el sujeto pasa de una
idea o una intención violenta al acto correspondiente. Como
estos actos pueden ser atribuidos a la psicosis, algunos
regímenes jurídicos (como el francés) absuelven de
responsabilidad a los sujetos que los cometen.
En la primera mitad del siglo XX, cuando las teorías
psicoanalíticas comenzaron a difundirse en Francia, se
volvió corriente emplear la expresión “pasaje al acto” para
traducir el término freudiano “Agieren”; es decir, como
sinónimo del “acting out” inglés.
Pero Lacan, a principios de los sesenta, propuso una
diferenciación entre estos dos conceptos y expresiones.
Aunque ambos resultan ser últimos recursos contra la
angustia, el sujeto que realiza un acting out aún
permanece en la escena, mientras que el pasaje al acto
implica su salida total de la escena. El acting out es un
mensaje simbólico dirigido al gran Otro; el pasaje al acto
es una huida respecto del Otro, un escape hacia lo real.
El pasaje. por ende, al acto es una salida de la red
simbólica, lo que también implica una disolución de los
lazos sociales. Según Lacan, sin embargo, no hay en él,
necesariamente, una psicosis subyacente; pero conlleva,
de cualquier manera, la disolución del sujeto, que, por un
momento, se convierte en un puro objeto.

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La expresión “pasaje al acto” fue introducida en la
Psiquiatría francesa de la primera parte del siglo XX para
referirse a algunas formas impulsivas de la acción, a
conductas violentas y repentinas que superaban al
individuo que las ejecutaba y le resultaban indomeñables.
Se incluía dentro de ellas a un conjunto de fenómenos
heterogéneos que abarcaba desde el comportamiento
suicida, hasta el homicidio, la agresión y los atentados
sexuales. En el marco del modelo psiquiátrico dominante
en la época, organizado en función de la observación
morfológica de manifestaciones que se alejaban de la
“norma”, el pasaje al acto era considerado desde una
perspectiva eminentemente descriptiva, como una
“conducta desviada”, teñida aún de connotaciones morales
y criminológicas. Se abría entonces un capítulo apasionante
dentro de la patología mental, cuya naturaleza y cuyas
incidencias sociales y médico-legales no dejarían de
suscitar un sinnúmero de interrogantes. Las limitaciones
impuestas por los criterios mismos que vertebraban la
mirada psiquiátrica, dejarían, no obstante, en un impasse
al discurso imperante para responder a ellos. Fue gracias a
Jacques Lacan, quien abrevó tanto en las fuentes
psiquiátricas como en el psicoanálisis desarrollado por
Freud, que la noción de pasaje al acto se despojó de su
carácter meramente descriptivo y psicopatológico para
convertirse en un concepto clínico. Para ello, le fue
necesario un largo derrotero, en el cual se asiste
gradualmente a una torsión de las conceptualizaciones
clásicas, de la que surge una elaboración teórico-clínica
nueva. La misma se inscribe en un sistema en el que
dialoga con otras nociones, como la de repetición, superyó,
pulsión, a la luz de las cuales adquiere una consistencia sin
precedentes. En esa lógica, y en el marco de la original
distinción lacaniana de los tres registros y la invención del
concepto de goce y del objeto a, el pasaje al acto es puesto
en función de la estructura subjetiva, en relación a la cual
alcanza un valor transestructural. Lo anteriormente

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señalado invita entonces a examinar, en cada caso, la
estructura y la función del pasaje al acto, así como las
variaciones con las que esta última se cumple en las
distintas formas de las psicosis, en la neurosis y en la
perversión. Del mismo modo, incita a precisar su distinción
con otros conceptos, como el de acting out, con el que a
veces se lo confunde, y con el cual Lacan establece una
relación de oposición.
¿Cómo podemos pensar el pasaje al acto en
relación con las estructuras clínicas?, ¿difieren ellas entre
si, o guardan esencialmente la misma correspondencia?, se
pregunta Tendlarz.
El pasaje al acto no es un concepto analítico surgido de
la práctica y enseñanza de Lacan, sino una noción
procedente de la clínica psiquiátrica clásica, introducida en
el siglo XIX por la criminología. En ese momento de su
conceptualización denotaba impulsividad de conductas auto
o heteroagresivas, criminales, violentas o delincuentes.
Conllevaba en ese ámbito una connotación patológica en
términos de locura, demencia, o perversión. Dicho término
sufre posteriormente una transformación conceptual , por
la cual comienza a incluir y abarcar fenómenos muy
variados entre sí, dando lugar a que se diluya la distinción
entre lo normal y lo patológico.
Gracias a Lacan, a partir de la teoría del significante, el
pasaje al acto concebido por la psiquiatría, pasa a
convertirse en un concepto de fundamental importancia.
Tanto en el acting out como en el pasaje al acto podemos
en contra una estructura significante que permite leer al
sujeto en relación al acto, ací como también, una
dimensión libidinal o de satisfacción, que contempla la
inclusión de objeto.
Dentro del pasaje al acto se puede distinguir una
dimensión de necesidad de la estructura y otra, de
contingencia. Ambos datos tienen que estar
permanentemente presentes en el examen de lo
acontecido.
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Tanto el acting out como el pasaje al acto son nociones
propias del psicoanálisis y no son específicas de ninguna
estructura en particular.
No obstante, existen distintas particularidades del
pasaje al acto homicida que diferencian la posición del
sujeto perverso, neurótico y psicótico. Esto concierne no
solo a la relación del acto con la fantasía, sino también a la
satisfacción involucrada y a los rasgos distintivos de las
víctimas.
El pasaje al acto en la Perversión: involucra la puesta
en juego de un fantasma en la escena, por lo que la
elección de las víctimas obedece y responde a una
condición erótica particular.
El pasaje al acto en la psicosis: se encuentra presente
la fuerza, el empuje desarticulado, imposible de
contornear, del fantasma.
El pasaje al acto en la neurosis: el neurótico es un
criminal inconsciente, dice Freud, no obstante, el crimen
fantaseado puede volverse real bajo determinadas
circunstancias.
En todos los casos se trata de puntuar la implicación
subjetiva relativa al crímen, antes y después del acto, y si
acaso ella verdaderamente cambia. Se trata de analizar ,
de acuerdo al psicoanálisis, el grado de responsabilidad del
sujeto, de modo tal que pueda evaluarse la adecuación de
su respuesta al acto.

¿Por qué interrogarnos sobre la especificidad del


concepto Pasaje al Acto en la Psicosis?

Principalmente para diferenciar:

1. La función que cumple el pasaje al acto en la


psicosis de otras estructuras clínicas.

2. La posición del sujeto frente a su acto: ‘el pasaje al


acto revela la estructura del acto’.

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3. El desencadenamiento: El pasaje al acto no es
generado en el sentido de una causa o motivo psicológico
ni es ocasionado por un hecho exterior. Cuando puede ser
reconstruido, se comprueba que es desencadenado por
palabras frases. o Comprender esto es fundamental, ya que
así como se desencadena una psicosis por determinadas
coordenadas subjetivas coyunturales, y se constituye un
síntoma neurótico a partir de ciertas palabras escuchadas,
lo mismo ocurre con el pasaje al acto, este también tiene
su coyuntura dramática y coordenada significantes.

4. ¿Todos los pasajes al acto son estabilizadores? Hay


casos en los que resulta estabilizador, pero no siempre
hay resolución del delirio. No en todos los casos resultan
exitosos, si por éxito se entiende un cambio en la relación
del sujeto con la fuente de goce.

5. El pasaje al acto en las diversas formas de


psicosis: Cuando el objeto real (kakon), se presentifica en
la relación especular con el otro, el sujeto psicótico queda
confrontado en lo imaginario, sin ningún soporte en lo
simbólico, y solo teniendo dos posibilidades: golpear al
otro, que sería el homicidio psicótico. O salir al encuentro
de ‘eso’, del lado del propio cuerpo, siendo el pasaje al acto
suicida y las automutilaciones su consecuencia.

Louis Althusser. El 16 de noviembre de 1890 el


filósofo, estrangula a su mujer, Helene, asesinato por el
cual es declarado inimputable. Cinco años después de esa
muerte, escribe dentro del psiquiátrico su autobiografía,
donde pide ser enjuiciado conforme a la Ley. En su libro
relata su crimen: “Arrodillado muy cerca de ella, inclinado
sobre su cuerpo, estoy dándole un masaje en el cuello… Y
de repente, me sacude el terror: sus ojos están
interminablemente fijos y, sobre todo, la punta de la
lengua reposa, insólita y apacible entre sus dientes y

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labios. Ciertamente yo había visto muertos, pero en mi
vida había visto el rostro de una estrangulada. Pero
¿Cómo? Me levanto y grito: ¡He matado a Helene!”
Althusser reclama ser responsable de su accionar, esto
le permite no quedar encerrado en la enfermedad mental y
retomar de alguna manera el curso de su vida.

Un alumno de 15 años, hasta entonces retraído,


tímido, que se mantenía a distancia de los otros jóvenes,
entra lúcido en su aula y dispara con un arma robada de su
casa contra sus compañeros. Cinco de ellos caen heridos,
otros tres mueren. Cuando intenta utilizar el segundo
cargador, se traba, y Dante, su mejor amigo, también un
"Dark" como se autodenominan, se abalanza sobre él
preguntándole qué hizo. Junior, en silencio, se sienta en el
pórtico a la espera que vengan a buscarlo.
Interrogado más tarde por la policía, sólo logra decir
"No me di cuenta, se me nubló la vista" y se sorprende al
enterarse de la muerte de sus compañeros.
Esto ocurrió no ocurrió en la metrópolis sino en una
pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, Argentina,
llamada Carmen de Patagones.
¿Qué decir de un acto asesino como el de Junior que
carece de una motivación aparente, sin delirio ni
reivindicación? ¿Qué estatuto darle a este homicidio?
La prensa internacional rápidamente se hizo eco de
este episodio que evoca al ocurrido en Elephant o
en Bowling for Columbine, ambos plasmados en películas,
todos ellos incluidos en la rúbrica de "violencia escolar". El
film sobre Columbine enfatiza el efecto de las armas al
alcance de los jóvenes y la incidencia de los medios de
comunicación. La película Elephant se interesa más bien
por dar vida a las personas involucradas, tanto a las
víctimas como a los protagonistas del crimen. De esta
manera, una multiplicidad de subjetividades se entrecruza
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recordando que no se trata solo de cifras de muertos o de
la fascinación por el crimen, sino de seres humanos cuya
vida se interrumpe por un acto aterrador.
A través de una multiplicidad de interpretaciones se
intentó aprehender lo sucedido con Junior. Carlos García,
en una clase del ICBA, evocó algunas de ellas: se planteó
de que se trata de una paranoia no diagnosticada que
transcurrió en forma larvada; otros vieron en este joven
una melancolía por frases escritas en su pupitre en las que
elogia el suicidio por el sin-sentido de la vida; las bromas
de los compañeros y la falta de recepción por parte de los
maestros de las quejas de los alumnos también fueron
evocadas; y, finalmente, la incidencia de los medios de
comunicación y el alcance de las armas por parte de los
niños completa la serie.
En todo caso, la angustia no lo afectó a Junior sino que
quedó del lado del Otro: alumnos y padres en duelo,
psicólogos y periodistas esforzándose por entender lo
ocurrido, y la opinión pública nuevamente conmocionada
por el acontecimiento imprevisto de muertes injustificadas.
Vemos en este caso, como en otros, un pasaje al acto
vaciado de significación. Después de su acto el sujeto nada
puede decir acerca de lo ocurrido, más bien queda perplejo
ante a lo acontecido, abriéndose así el interrogante si acaso
se trata de un delirio en acto que se cierra sobre sí mismo
una vez llevado a cabo.
El pasaje al acto homicida se encuentra tanto en la
neurosis, en la psicosis como en la perversión, y en cada
cuadro clínico su estatuto se modifica.
Lacan se interesó tempranamente por el crimen
psicótico y centró el examen de su tesis en psiquiatría en el
pasaje al acto de Aimée—su intento de matar a una actriz
conocida de la época—y lo que denomina la “paranoia de
autopunición”. Su punto central de interés es no privar al
enfermo criminal de la posibilidad de subjetivar su crimen
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para que no pierda lo que en los años 50 denomina su
"humanidad". Vale decir, permitir al paciente la
subjetivación de su acto al reintegrarlo dentro de una
trama discursiva, para que no quede por fuera, ajeno,
alienado, de lo acontecido.
La psiquiatría de su época se ocupó de distinguir los
criminales pasionales, los que padecen un delirio de
reivindicación (paranoia), y finalmente los llevados a cabo
en la esquizofrenia que carecen de un delirio y que
aparentemente resultan inmotivados. En este último caso
el acto violento parece intentar matar a la enfermedad: el
enfermo experimenta un kakon (palabra griega que
significa "mal") insoportable del que se desembaraza a
través de su pasaje al acto liberador y que, en definitiva,
nombra su esfuerzo por producir una extracción de goce.

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¿CUÁL ES LA ESTRUCTURA TEMPORAL QUE SE PONE EN
JUEGO EN EL PASAJE AL ACTO EN LA PSICOSIS Y EN LA
PERVERSIÓN?

El acting out, dentro del dispositivo analítico, es un


llamado al analista, a su interpretación. Consiste en el
montaje de un escenario que queda en relación al lugar
simbólico del otro. En el pasaje al acto, por el contrario, no
hay otro. En el primer caso, el acto puede ser incluido en
una trama discursiva, en el segundo, se produce una
discontinuidad que afecta la posición del sujeto.
Lacan caracteriza el pasaje al acto con dos rasgos:
salida de la escena y una reducción o inclinación hacia el
objeto a. El sujeto sale del otro dirigiéndose hacia el
objeto: estructura y movimiento direccional del pasaje al
acto.
La estructura temporal que se pone en juego en el
pasaje al acto en la psicosis es la de la anticipación. No
obstante, puede ser diferente, según los distintos tipos de
psicosis: esquizofrenia, paranoia, delirio pasional o
melancolía. Esta dimensión temporal puede apreciarse con
justeza si se la compara con la estructura temporal de la
decisión. Una decisión resulta de un proceso subjetivo,
caracterizado por Lacan, por la presencia de tres tiempos
llamados lógicos: El instante de ver, el tiempo re
comprender y el momento de concluir. El primero y el
último funcionan en la instantaneidad. En cambio, el
segundo, el tiempo de comprender, en la continuidad. La
decisión que conduce al acto respeta la secuencia de estos
tres tiempos, puesto que es tomada luego de haber
agotado y pasado por el impasse que supone el tiempo de
comprender.
El pasaje al acto presente la característica de empujar
al sujeto desde el instante de ver al momento de concluir,
produciendo un cortocircuito en el tiempo de comprender.
En ese sentido se produce una anticipación. Así, la ausencia

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del tiempo de comprender es correlativa de una certeza
que dirige las acciones.
No todo el pasaje al acto presenta la característica
temporal de la estructura de la psicosis.
En la serie de asesinatos llevados adelante por
asesinos seriales existe un efecto metonímico, porque ·-a
diferencia de otros tipos de crímenes, no hay ninguna
sustitución, ni extracción de goce que produzca algún alivio
o suplencia. Se plantea más bien como "uno más, uno más,
y todavía uno más". En los otros casos se trata de "uno
menos", como en el caso de Barreda o el de Aimée, que se
asemejan a un punto de capitón.
Es un símil de la operación lógica llamada por Lacan
"separación", propia de la constitución del sujeto. Es como
si tuviéramos un símil de sujeto. La serie de asesinatos los
hace aparecer como todos iguales como la repetición de lo
mismo: nuevamente, la escena del crimen con su trazo
específico. Eso lo diferencia de la repetición en la neurosis
en donde el fracaso de la repetición introduce siempre algo
nuevo.
En el caso de la perversión la repetición muestra que la
estructura del acto perverso es exactamente la misma,
porque goza de eso, sabe de qué goza e intenta
reencontrar el mismo goce.
Ahora bien, en algunos homicidas no resulta claro si el
pasaje al acto se sitúa dentro del marco de una psicosis o
el de una perversión. Faltan los fenómenos positivos de la
psicosis, no hay alucinaciones ni delirios y a veces, hasta se
busca producir la división subjetiva del otro, como en la
perversión. La manera en que se presenta el sujeto pone
en suspenso el diagnóstico. Se trata, entonces, de situar en
cada caso el estatuto del homicidio.
Desde la perspectiva psicoanalítica no es posible
construir un universal del crimen como tampoco de la
clínica. Los crímenes son unos fenómenos en. los que se
manifiesta en extremo un alejamiento de los signos
naturales de la enfermedad y del saber establecido.

22
Toda una serie de composiciones sociales y de
subjetividades quedan involucradas en un homicidio, y
estos matices deben ser interrogados uno por uno para no
eclipsar las singularidades.

23
¿QUÉ SIGNIFICA EL KAKON?

En la tesis de Lacan podemos encontrar una extraña


referencia. Al introducir la categoría de los crímenes del
superyo entre los crímenes del yo y los del ello –según la
terminología de Guiraud-, Lacan hace un comentario sobre
los asesinos inmotivados. Dice: "...lo que el sujeto quiere
matar aquí no es su yo o su superyo, sino su enfermedad,
o, de manera mas general, "el mal", el kakon de Von
Monakow y Mourgue..." (p. 275).
En La agresividad en psicoanálisis encontramos
nuevamente este concepto. El kakon es aproximado al
"objeto malo" de Melanie Klein.
También el kakon aparece en el articulo Acerca de la
causalidad psíquica. Al oponer Guiraud a Henri Ey Lacan
escribe: "Y aun más lejos va Guiraud, mecanicista, cuando
en su articulo acerca de los homicidios inmotivados se
afana en reconocer que lo que el alienado trata de alcanzar
en el objeto al que golpea no es otra cosa que el kakon de
su propio ser" (Suplemento de Escritos, p. 86-87).
Intentaré pues a continuación desarrollar este extraño
concepto al que recurre Lacan.
Tanto Lacan como Guiraud se refieren a Monakow y
Mourgue para la comprehensión del kakon. En 1928 estos
autores escriben la Introducción biológica al estudio de la
neurología y de la psicopatología. Esta obra, como lo indica
el titulo, intenta explicar la psicopatología a través de la
biología.
Las "crisis de kakon" (palabra griega que significa
desgracia, dolor, mal, con raíces compartidas con otra de
origen escandinavo “krake” la cual designa a un animal
enfermizo o algo retorcido, de ahí proviene el “Kraken”,
animal mitológico parecido a un pulpo gigante que
atemorizaba a los marinos en alta mar), representan las
crisis o complejos neurovegetativos que se producen en la
24
psiconeurosis, condicionadas por traumatismos de orden
sexual. La crisis se desarrolla de la siguiente manera:
súbitamente el paciente empalidece y comienza a
transpirar, lo invade un sentimiento doloroso de peligro
inminente (como por ejemplo el riesgo de un ataque
cardiaco), y luego padece una violenta agitación motriz. El
episodio dura apenas algunos minutos, pero el sujeto
queda aterrorizado frente a la eventualidad de la
reaparición de estos fenómenos. El individuo siente que se
enfrenta a un gran peligro e intenta defenderse a través de
su aparato reflejo. Lo que predomina en el momento de la
crisis –más allá de la motivación- es el esfuerzo por
desembarazarse del estado doloroso a través de sus
fuerzas psíquicas (que resultan insuficientes). Para estos
autores la crisis de kakon es pues la liberación de un
complejo de naturaleza automática, al que solo el aparato
reflejo logra brindarle una salida.
Llamativamente, Monakow y Mourgue comparan los
trastornos cardiacos (palpitaciones) y respiratorios que se
producen durante la crisis, a aquellos que acompañan
generalmente el orgasmo sexual. Comparan el ataque
histérico a las modificaciones que se producen en el
organismo durante el coito. Es decir que estos autores
afirman –a través de su terminología medica- que algo del
orden del goce está ligado al kakon.
También utilizan este concepto para el estudio de las
psicosis. Afirman que el kakon es el origen del sentimiento
de persecución por proyección. La fuente de los
sentimientos corporales dolorosos esta ubicada en el
exterior. Este sentimiento desagradable atormenta al
paciente y lo empuja continuamente a liberarse de el. Es
por ello que puede producirse una reacción inadaptada de
defensa del organismo contra el kakon, llevando al enfermo
a una nueva producción delirante o al suicidio.
Cuando Lacan retoma el término de kakon en su tesis,
como así también en Acerca de la causalidad psíquica, este
25
concepto queda asociado a Guiraud. Pero si bien Guiraud
fue en esa época una referencia importante para Lacan, a
partir de Acerca de la causalidad psíquica este autor ya no
será más citado. También el termino dekakon desaparece
de la obra de Lacan. Podemos pues preguntarnos por qué
Lacan lo utiliza. Pensamos que Lacan necesita nombrar de
alguna manera lo que en esa época quedaba fuera de su
teorización (que integraba sobre lo simbólico y lo
imaginario) es decir, lo real del goce.
Lacan evoca el mecanismo liberador del kakon en el
análisis que hace del pasaje al acto de Aimée. Subraya
como el objeto que ella golpea deviene el símbolo de su
enemigo interior, de su propia enfermedad.
Como lo señala Serge Cottet, es diferente el empleo
del término de kakon por Guiraud y por Lacan. El punto de
unión entre ambos se sitúa en la conceptualización del goce
del que los pacientes intentan liberarse. Guiraud pone de
relieve el mecanismo liberador de los esquizofrénicos que
intentan desembarazarse de la sensación dolorosa que los
invade a través del pasaje al acto homicida. Pero mientras
que él resulta un poco vago en cuanto a la lógica interna
que conduce al pasaje al acto, Lacan indica con claridad
que el "enemigo interior" en Aimée es puramente especular
y permanece en el dominio de lo imaginario, interviniendo
simultáneamente tendencias auto-punitivas.
Pero no debemos olvidar que Lacan en esos años no
incluía la categoría de lo real. Es por esa razón que
permanece en el campo de lo imaginario.
Jacques-Alain Miller nos aporta una precisión
importante al indicar que el kakon es uno de los nombres
del objeto como éxtimo. El ser golpeado en el exterior es el
ser más íntimo del sujeto. No se trata pues de una
proyección ya que el kakon es el ser del sujeto identificado
al objeto a como plus de goce.

26
Es la estructura de la extimidad, a c A, que da cuenta
de la misteriosa liberación asesina por el kakon, aislado en
la obra de Monakow y Mourgue.

Existe en Lacan una teoría del mal no desarrollada que


consta de tres momentos.
El primer tiempo corresponde a un mal interior
representado por el kakon. En distintos lugares Lacan
retoma este objeto particular. En "La agresividad en
psicoanálisis" se refiere al kakon que produce las
reacciones agresivas en la psicosis. Por otra parte, al
comentar la primordialidad de la posición depresiva en
Melanie Klein subraya que la subjetivación
del kakon corresponde a la constitución del superyó. En
"Acerca de la causalidad psíquica" retoma este concepto a
la manera de sus tesis: el enfermo golpea en el otro
el kakon de su propio ser. En definitiva, este objeto es más
que el objeto a, plus de goce, objeto éxtimo al decir de J.-
A. Miller, que el psicótico se libera a través de su pasaje al
acto.
Ahora bien, el uso por parte de Lacan de este término
sitúa a un enemigo interior en el ámbito especular que
afecta a otro, a la víctima. En el terreno imaginario, el
sujeto, por acción de tendencias autopunitivas en el caso
Aimée, se agrede a sí mismo a través de la persona a la
que dirige su acto agresivo y homicida. Pero dentro de este
ámbito imaginario se trata de producir la extracción de un
mal real. El mal es un objeto real, el kakon, que se
presentifica en la relación imaginaria con el otro.
La segunda teoría del mal por parte de Lacan presenta
un goce masivo al que se accede a través de una
trasgresión. El das Ding, la Cosa, objeto primordial es
velado por la acción del ideal. A partir del examen por
parte de Freud del amor al prójimo, Lacan concluye que el
goce es un mal puesto que entraña el mal del otro y, en
definitiva, el llamado del precepto bíblico de amar al
27
prójimo hace oídos sordos a la tendencia del hombre a la
maldad, a la agresión, a la destrucción y a la crueldad. Esta
teoría del mal no tiene el recurso de lo imaginario para
acceder a lo real, sino que el real queda ya incluido en
el das Ding. En la medida en que el goce como mal se
enlaza al semejante nos encontramos con la "maldad".
Esta perspectiva se aclara en la tercera escansión que
se puede llevar a cabo en relación al mal, el objeto a se
vuelve el plus de goce y resignifica así los dos tiempos
anteriores. La pérdida de goce que se produce por la acción
de lo simbólico conlleva una recuperación de goce a través
del objeto plus de goce. Al mismo tiempo, la inclusión del
sujeto en un discurso determina un lazo social en el que se
aloja el objeto plus de goce en su relación al otro. Si el
objeto plus de goce, autoerótico, encarna el goce como
mal, sólo a través del lazo social, en su acción sobre el
otro, toma la forma de la maldad o de la crueldad.
El concepto de maldad fue examinado recientemente
por el psicoanalista inglés Christopher Bollas en su
conferencia "La estructura de la maldad". Plantea distintos
pasos en la constitución de la maldad.
En un primer momento se presenta la bondad como
sugestión, como seducción. A continuación, se crea un
espacio potencial falso que permite que se le ofrezca a la
víctima algo que carece. Esto produce una dependencia
maligna puesto que el sujeto espera recibir
verdaderamente aquello que le fuera ofrecido. Pero
inevitablemente emerge la "escandalosa traición" que hace
que la víctima se de cuenta de que el seductor no es como
aparentaba ser. De allí se desprende la "muerte psíquica"
de la víctima por la experiencia de la muerte del asesinato
de su propio ser. Vivencia que antecede al homicidio. Se
trata de obtener la división subjetiva, hacerle experimentar
el dolor de existir y hacer emerger así la angustia. Esta
secuencia concluye con el "dolor interminable" que hace

28
que eventualmente la víctima o sus familiares nunca logren
sobreponerse al fatal desenlace.
La falta de pasión del lado del asesino es lo que
produce el horror del lado de la víctima, que queda ante el
shock de lo que parece increíble. A su entender, la
estructura de la maldad se basa en una violación de la fe
del niño en la bondad de sus padres. El self de este niño
fue asesinado siendo muy pequeño por una experiencia de
abandono por parte de los padres o por un maltrato
extremo. Hace experimentar entonces a sus víctimas la
muerte del self que experimentó en su infancia,
identificándose finalmente con el self asesinado de sus
víctimas.
Esta perspectiva identificatoria se diferencia de una
aprehensión del problema del lado del goce puesto que
involucra un elemento real. Los pasos que involucra en su
descripción de la estructura de la maldad más bien dan
cuenta de la estructura de la maldad, en donde tiene
cabida el “acto malvado”: voluntad de goce con la que se
intenta producir la división subjetiva y su consecuente
angustia. Del lado del neurótico podemos contar con
fantasmas perversos o con la existencia de un pasaje al
acto homicida pasional, pero la angustia, en definitiva,
queda del lado del sujeto.
El sinvergüenza que ejecuta el acto malvado logra,
paradójicamente, producir la vergüenza del lado de la
víctima puesto que la asume subjetivamente ante la
ausencia de vergüenza de su verdugo.
A partir de estos desarrollos podemos preguntarnos
con Lacan sobre cuál es el "enemigo interior", el kakon,
que Junior eliminó a través de su acto homicida y qué
destino tendrá sobre él la subjetivación de su crimen.
Las interpretaciones sociales o exportadas del saber
comunitario no alcanzan para medir la magnitud de un
crimen ni las consecuencias sobre el sujeto. El silencio de
29
Junior nos interpela y nos deja a la espera de una
respuesta imposible.

30
¿QUIÉN ES, EN LA CONSULTA ANALÍTICA EL SUJETO QUE SE
DECLARA CULPABLE?

Con relación al texto leído y analizado se observa e


interpreta que no se trata solo de preguntar a quien mata,
sino de averiguar qué es lo que mata al asesino.
En algunos casos es la necesidad de castigo experimentada
por el sujeto la que provoca el acto criminal, y este a
diferencia de la creencia popular, es el efecto de una culpa
que lo antecede.
Para el psicoanálisis el sentimiento de culpa no surge como
consecuencia de una experiencia o de un hecho que
acontece en la vida de algunos sujetos este es un efecto
estructural que se encuentra en la base de la constitución
del sujeto del inconsciente, afecto con el cual se intenta
cubrir la falta que da cuenta tanto de la castración, en el
sentido freudiano como de la inclusión del sujeto en la
estructura.
La falta del otro es subjetiva por el sujeto como culpa y por
esto el recurso al crimen le permite a quien lo comete un
cierto alivio subjetivo, en tanto le ofrece una vía para
nombrar la culpa inconsciente que lo habita.
Para que el castigo modifique el acto criminal es preciso
que surja la responsabilidad como acto subjetivo. En la
neurosis se mata en el otro la parte prohibida u odiada e la
propia vida PULSIONAL; MANERA que muchos de los
homicidios neuróticos son suicidios camuflados. Con
frecuencia el paso al acto homicida neurótico es pasional y
se caracteriza por fantasmas PERVERSOS, aunque la
angustia y la culpa, en definitiva quedan del lado del
sujeto. El obsesivo se sabe culpable pues sus escrúpulos y
reproches son de carácter consciente y la histérica si bien
se conduce como si nada supiera del sentimiento de culpa
los padece como enfermedad o como necesidad de castigo
a través de sus frecuentes accidentes.

31
¿QUÉ ES LA CULPA DESDE EL PSICOANÁLISIS?

Sentimiento de culpabilidad es un término utilizado en


psicoanálisis con una acepción muy amplia, Puede
designar un estado afectivo consecutivo a un acto que el
sujeto considera reprensible, pudiendo ser la razón que
para ello se Invoca más o menos adecuada
(remordimientos del criminal o autor reproches de
apariencia absurda), o también un sentimiento difuso de
indignidad personal sin relación con un acto Preciso del que
el sujeto pudiera acusarse.
Por lo demás, el sentimiento de culpabilidad se postula en
psicoanálisis como sistema de motivaciones inconscientes
que explican comportamientos de fracaso, conductas
delictivas, sufrimientos que se Inflige el sujeto, etc.
En este último sentido, la palabra sentimiento sólo puede
utilizarse con reservas, ya que el sujeto puede no sentirse
culpable a nivel de la experiencia consciente.
El sentimiento de culpabilidad fue encontrado al principio,
sobre todo, en la neurosis obsesiva, en forma de auto
reproches, de ideas obsesivas contra las que el sujeto lucha
porque le parecen reprensibles, y Por último en forma de
vergüenza provocada por las mismas medidas de
protección.
Ya a este nivel se puede observar que el sentimiento de
culpabilidad es, en parte, inconsciente, en la medida en
que la naturaleza real de los deseos que intervienen
(especialmente agresivos) es ignorada por el sujeto.
El estudio psicoanalítico de la melancolía debía conducir a
una teoría más elaborada del sentimiento de culpabilidad.
Ya es sabido que esta afección se caracteriza
especialmente por autoacusaciones, autodesprecio y
tendencia al autocastigo, que puede conducir al suicidio.
Freud muestra que existe aquí una verdadera escisión del
yo entre acusador (Superyo) y acusado, escisión que es el
resultado, por un proceso de interiorización, de una
relación ínter subjetiva: los autorreproches son reproches
32
contra un objeto de amor, que se invierten desde éste
hacia el propio yo las quejas [del melancólico] son quejas
dirigidas contra".
Este descubrimiento de la noción de Superyo* había de
conducir a Freud a atribuir al sentimiento de culpabilidad
un papel más general en el conflicto defensivo. Ya en Duelo
y melancolía (Trauer und Melancholie, 1917), reconoce que
la instancia crítica que aquí se ha separado del yo por
escisión podría demostrar su autonomía también en otras
circunstancias; el capítulo V de El yo y el ello (Das Ich und
das Es, 1923), dedicado a las «relaciones de dependencia
del yo», distingue las diversas modalidades del sentimiento
de culpabilidad desde su forma normal hasta sus
expresiones en el conjunto de las estructuras
psicopatológicas.
En efecto, la diferenciación del Superyó, como instancia
crítica y punitiva, con respecto al yo, introduce la
culpabilidad como relación intersistémica dentro del
aparato psíquico: "El sentimiento de culpabilidad es la
percepción que, en el yo, corresponde a esta crítica del
Superyó.
Desde este punto de vista, la expresión de "sentimiento de
culpabilidad inconsciente" adquiere un sentido más radical
que cuando designaba un sentimiento inconscientemente
motivado: ahora es la relación entre el superyó y el yo la
que puede ser inconsciente y traducirse por efectos
subjetivos en los cuales, en el caso límite, puede faltar toda
culpabilidad sentida. Así, en algunos delincuentes, puede
mostrarse que existe un poderoso sentimiento de
culpabilidad, ya antes del delito, y que, por consiguiente,
no es la consecuencia de éste, sino el motivo, como si el
sujeto experimentara un alivio al poder atribuir este
sentimiento inconsciente de culpabilidad a algo real y
actual”.

33
No escapó a Freud la paradoja que representa el hablar de
sentimiento de culpabilidad inconsciente. En este sentido,
admitió que podía parecer más adecuado el término de
"necesidad de castigo". Pero se observará que este último
término, tomado en su sentido más radical, designa una
fuerza que tiende a la aniquilación del sujeto, y puede no
ser reductible a una tensión intersistémica, mientras que el
sentimiento de culpabilidad, sea consciente o inconsciente,
se reduce siempre a una misma relación tópica: la del yo
con el Superyó, la cual a su vez es un residuo del complejo
de Edipo: "Podemos adelantar la hipótesis de que gran
parte del sentimiento de culpabilidad debe ser
normalmente inconsciente, porque la aparición de la
conciencia moral se halla íntimamente ligada al complejo
de Edipo, que forma parte del inconsciente".

Los problemas:

La capacidad para sentir culpa, dada por sentada.- Esto


tiene que ver con el sentimiento de culpa en personas que
han desarrollado y establecido capacidad para
experimentarlo, lo cual fue especialmente estudiado por
Freud como hemos visto.
Para Freud la culpa reside en una intención inconsciente,
no en un acto real cometido, y puede entenderse como una
angustia provocada por el conflicto de ambivalencia amor-
odio (amar y odiar al padre produce culpa), e implica poder
tolerar esta ambivalencia.
La culpa surge así del choque del amor y el odio, que es
inevitable si el amor incluye el elemento instintivo propio
de él. Este prototipo es real en la edad del deambulador. La
culpa es bastante ilógica: se puede sentir culpa por hechos
casuales que nada tienen que ver con uno.
En la idea de superyó puede verse que el origen de la culpa
está en la realidad interna, o sea, que reside en la
intención, no en la acción. El sentimiento de culpa, aun

34
cuando es inconsciente o irracional, implica un cierto grado
de desarrollo emocional, de salud del yo y de esperanza.

La psicopatología del sentimiento de culpa aparece cuando


la culpa es agobiante y los hace fracasar en lo que
emprenden, e implica un Superyó severo. Esto se ve en la
melancolía y en la neurosis obsesiva. En la neurosis
obsesiva el sujeto trata siempre, sin éxito, de recomponer
algo, por ejemplo, anulando una idea con otra, con el fin de
ocultarse a sí mismo que el odio es más poderoso que el
amor. En la melancolía la culpa se expresa como
autorreproche, se hace cargo de todos los males, pero al
hacerlo evita tomar contacto con su propia destructividad
personal (temor a que el odio sea mayor que el amor).
En suma, el sentimiento de culpa es una forma especial de
angustia asociada con la ambivalencia (amor y odio
coexistentes). Pero la ambivalencia y la tolerancia a ella
implican en el individuo un grado considerable de
crecimiento y salud.
El sentimiento de culpa notable por su ausencia. Ciertas
personas no sienten culpa, remordimiento ni preocupación
por el otro. Desde el psicoanálisis, esto se explica por la
falta de un escenario emocional y físico para desarrollar la
capacidad de sentir culpa.
Al principio, el yo no es lo suficientemente fuerte como
para aceptar la responsabilidad por los impulsos del ello.
Conforme se desarrolla el yo, puede hacerlo. Si no hay un
desarrollo satisfactorio, no se desarrolla la capacidad para
preocuparse por el otro ni la culpa.
Los artistas no desarrollan el sentimiento de culpa, pero
pueden socializarse gracias a su excepcional talento.
Pérdida y recuperación del sentimiento de culpa. Estos
efectos se producen por la variabilidad de la confiabilidad
del ambiente. Freud decía que el delincuente sentía culpa,
y luego cometía un delito porque estaba prohibido, y así
aliviaba su culpa pues por lo menos ésta quedaba ligada a
algo.

35
La clínica nos habla de dos tipos de conducta antisocial: la
picardía de los niños, donde vemos un intento inconsciente
de dar sentido a un sentimiento de culpa. Aquí, lo
reprimido no es tanto la culpa como la fantasía que la
explica.
El otro tipo es más raro y más grave, como por ejemplo
cuando se cometen crímenes horrendos. El criminal se
esfuerza mucho por sentir culpa, pero sin éxito, y por eso
para ayudarlo a sentir culpa debemos darle un ambiente
infantil. Es difícil la curación, por lo que debe ponerse el
énfasis en la prevención, dando al niño pequeño un
ambiente facilitador para que pueda desarrollar un sano
sentimiento de culpa.

PSICOANALISTA ARGENTINO

El médico psicoanalista Luis Chiozza, expreso que el


psicoanálisis revela que todos sienten culpa, que la culpa
nos puede amargar la vida y que el sentimiento de culpa es
el que nos impulsa a intentar reparar nuestros errores.
Afirma que es importante distinguir entre
responsabilidad y culpa. Responsabilidad es la capacidad de
responder por las consecuencias de nuestras acciones y
también por otros hechos que no se relacionan con
nosotros. En tanto que la culpa es la que se atribuye a
alguien como causante de un daño o delito,
independientemente de la responsabilidad que asuma.
La culpa que sentimos es el resultado del propio juicio,
entre lo que hemos hecho y lo que creemos que
deberíamos haber hecho.
Los sentimientos propios de culpa llevan a la idea de
castigo y la culpa ajena, a la venganza.

36
El psicoanálisis ha revelado que cargamos con la culpa
para no sentirnos impotentes. Porque la omnipotencia
consiste en creer que podemos evitar todos los hechos.
Las cosas son como son y no como queremos que
sean, o nuestro ideal, que se rige por nuestros valores y
nuestra moral que es el conjunto de normas éticas con las
cuales nos identificamos.
Los ideales se obtienen de las experiencias sufridas de
fracaso (esto no se debe hacer, lo otro tampoco).
Los valores son principios que orientan la conducta y
sin ellos la vida no es posible, pero si los aplicamos
rígidamente, sin la suficiente flexibilidad, nos pueden hacer
la vida imposible.
El Superyó, es una instancia de la personalidad que
representa la conciencia moral, es el heredero del complejo
de Edipo, cuando ya se han producido la correspondiente
identificación y los progenitores han sido incorporado.
El Superyó es el encargado de comparar nuestros
actos con nuestros ideales y de esa comparación surge la
autoestima.
La autoestima se relaciona con la culpa, y es
inversamente proporcional a ella, porque cuanta más culpa
se sienta menor será la autoestima.
El ideal ha incorporado las tradiciones y costumbres de
la sociedad, las pautas de la clase social, las figuras de
autoridad, la gente que se respeta y admira, y representa
una influencia inconsciente que nos exige su cumplimiento
y es con respecto a ese ideal que experimentamos culpa o
autoestima.
Freud dice que es la culpa la que precede al delito,
porque son impulsados por sentimientos de culpa que
atormentan y que cuestan admitir.
La culpa original o la necesidad de castigo, según el
Psicoanálisis provienen del instinto de vida y de muerte.
En la culpa inconsciente predominan las pulsiones de
muerte, cuando triunfan la rivalidad, los celos y la envidia
en las primeras experiencias con los progenitores.

37
La conciencia moral nace del sentimiento de asco y de
vergüenza que son los motivos que llevan a la represión.
El asco surge de la mezcla entre el miedo y el odio; y
la vergüenza, como la culpa, entre el amor y el miedo.
La culpa inconsciente es la tendencia natural de
carencia y la culpa consciente pertenece a la biografía del
sujeto.
La culpa se alivia proyectándolas sobre las personas
más allegadas que son las que nos reprochan.
Los sentimientos del deber que producen culpa son
aquellos que no han sido satisfechos en su tiempo y forma,
pues la esencia de todo ser humano es cumplir sus ideales.
Pero con respecto a las culpas por lo que hemos hecho que
ya no se puede reparar, hay que aprender a vivir con ellas,
dejarlas atrás y hacer el duelo.
La única salida de esta situación es el perdón, y
siempre se puede si se quiere, lo que vale es el intento

38
¿QUÉ MARACA EL ORIGEN DE LA LEY Y FUNDA EL
SENTIMIENTO DE CULPA?

La culpa no es un concepto de fácil explicación, ni


para todos los medios significa lo mismo, según se lo
estudie desde un punto de vista jurídico, psiquiátrico o
psicoanalítico nos va a querer implicar diferentes
elementos. Desde el psicoanálisis la culpa puede ser
concebida como aquello que incita al individuo a que
cometa por ejemplo un asesinato, sin que el yo o la
personas que lo lleva a cabo sea consciente de ello antes,
durante o después de su acción. Se va a tratar entonces
de una culpa sin reconocimiento subjetivo, sino que va a
ser ignorada e inconsciente, no va a tener ninguna razón.
El psicoanálisis trastorna la concepción cotidiana y
normalmente entendida de la culpabilidad cuando
introduce la noción de sentimiento inconsciente de
culpabilidad. Estas formulaciones van a conducir a Freud
a que se pueda investigar de otro modo el crimen, y de
esta manera cómo será el crimen en relación a su
castigo.
Para el padre del Psicoanálisis, Sigmund Freud, el
punto de partida de la sociedad se encuentra en el crimen
totémico, allí cuenta que los hermanos se frustran, se
indignan y se revelan frente al padre primordial, que es el
que va a conservar todas las mujeres para si mismo, es
por eso que lo matan, y al hacerlo, sorpresivamente, en
lugar de acceder al lugar de las mujeres deseadas, caen
bajo el impacto de una obediencia retroactiva, esto a
causa del retorno del amor que estaba oculto bajo el
odio. Entonces, ese crimen primordial tiene la
responsabilidad de marcar el origen de la ley y funda el
sentimiento de culpa. Para Freud la culpa es anterior a la
falla ya que a la acción criminal la precede una conciencia
de culpa. Los sentimientos de culpa inconsciente que
emergen a causa de los deseos edípicos de poseer a la

39
madre como objeto de amor y de matar al padre por ser
una amenaza para ese deseo de amor, hacen de todo
neurótico un criminal.
Friedrich Nietzsche también se ocupó de la
genealogía del concepto de culpa. La culpa, ese
concepto que podemos situar tanto en los procesos
de justicia entre las comunidades como en el ámbito de
lo psíquico, tiene una relación con el concepto de deuda.
Relación que supone un tercer elemento, éste es el de la
crueldad. En el texto "La Genealogía de la Moral",
Nietzsche propone que el concepto de culpa procede del
concepto "tener deuda", para explicarlo hace un recorrido
por el desarrollo del sentimiento de justicia en la
humanidad. Recorrido en el que ilustra como la sociedad
trata aquel que haya infringido la ley.
En principio quien causa una perjuicio merece una
pena, un castigo. La severidad de esta pena estaba
determinada, por el grado de cólera que padecía el
afectado. Era la cólera, y no la gravedad del perjuicio, la
que determinaba la medida de la sanción. Esto quiere
decir que la sanción era una forma de venganza en la
cual no había otra regulación que el monto de afecto
causado.
Esta concepción en el ejercicio de la justicia se ve
sustituida por la búsqueda de una equivalencia entre
perjuicio y castigo. La medida del castigo estaba
determinada entonces por la gravedad del perjuicio.
Se nota en este desarrollo del ejercicio de la
justicia, un intento en la humanidad por poner un
tercer término que eliminara el afecto como
determinador de la sanción. Lo llamativo de esta
equivalencia es que el castigo puede ser el dolor físico del
culpable y no precisamente la restitución del daño con
bienes materiales. El dolor se ofrece como
compensación, como algo que se entrega para pagar o
restituir un daño causado.
40
Posteriormente se trató de cobrar el perjuicio, ya no
con el dolor, sino con la privación de la libertad,
eliminando la posibilidad de involucrar el cuerpo en el
ejercicio de la justicia. Se observa entonces un esfuerzo
en la humanidad por regular algo que circula y que está
con relación al dolor del otro.
En términos generales, se puede observar que en
la base de la justicia opera la idea de intercambiar
una cosa por otra, aunque la naturaleza de los objetos no
sea la misma. Es este tipo de intercambio lo que le hace
afirmar a Nietzsche que el origen de la ley, que imparte
justicia, se funda en la relación entre acreedor y deudor.
El Psicoanalista Juan Pablo Mollo tiene la premisa de
que “Ni la exclusión social ni la desigualdad justifican la
opción por el delito” ¿Cuáles son las razones que llevan a
alguien a delinquir? Como dijimos anteriormente, Freud
hablaba del peso de la culpa. Una infancia desamparada y
un contexto social adverso son decisivos, pero nada
exime de responsabilidades. “MÁS ALLA DEL
PSICOANALISIS HOY HAY FORMAS DE DELINCUENCIA
INDIFERENTES A LA CULPA”, Dice Mollo. Con ligereza, en
vez de atenderse la complejidad del fenómeno, se suele
caer en formas de determinismo y estigmatización. Con
esa experiencia, cree que cuando se evalúa a una
persona que infringe la ley se deben tener en cuenta
ciertas transformaciones culturales que le restan eficacia
al sentimiento de culpabilidad, sin subestimar la
responsabilidad de cada sujeto por sus acciones. Mollo
recalca que ni la mayor desgracia, por sí sola, hace que
las personas se vuelvan transgresoras de las normas.

41
¿CÓMO SE DA EL GOCE EN LA NEUROSIS, EN LA PSICOSIS Y
EN LA PERVERSIÓN?

El ser humano está constituido bajo una “estructura de


personalidad”, que se entiende como aquello que nos
constituye, que nos hace “ser “en relación a nosotros
mismos y al mundo.
La personalidad del ser humano se estructura en base
a las primeras experiencias vividas en la niñez, experiencia
de amor, pero así también en experiencias de muerte,
experiencias de amor como el apego, el cariño, el afecto, y
la posterior separación –individual.
Experiencias de muerte manifestadas a través del
rechazo, el descuido, la falta de reconocimiento, la
destrucción, el niño como prolongación de la madre etc.
con todo ese comprendió que va a estructurar a estructurar
al ser humano, bajo el designio de la psicosis(esquizofrenia
y bipolaridad)lo es por lo que vivió en su primer año de
vida. Cuando su “yo “ se estaba formando, no hubo algún
referente, hubo en cambio una madre psicotoxica, ajena a
su función de madre, manejando otros menesteres,
abandonando al frente de su propia suerte; no hubo una
madre que caracterizara al infante(llenarlo de amor) y por
lo tanto el “yo” no logra estructurarse, haciéndose asi un
“yo” débil que ante un evento traumático regresa al alla y
el entonces y al no haber una estructura básica necesaria
tendrá el quiebre psicótico.
En el neurótico encontramos otras cuestiones, el
neurótico(fóbico o histérico u obsesivo)
Libro en ese primer año; su “yo” logro estructurarse a
través de proyecciones, paso a un segundo momento a una
segunda estructura, en ella es donde es donde su “yo”
estará en constante conflicto con la realidad, con las
demandas del “ello” y con las exigencias del “súper yo”.La
característica principal del neurótico es el constante
42
conflicto con la realidad, realidad que le frustra, realidad
con la que siempre esta con constante conflicto. El
neurótico esta bajo las demandas del principio del deber.
En la estructura perversa, el proceso es un “niño
grandote “que no le pusieron las reglas, normas, limites,no
hubo un padre que admirara, ausencia de la figura paterna
que pusiese limites, que le castrara su deseo, el perverso
goza por ese medio.
Su goce es un goce infantil, goza como lo hiciese un
infante sádico, mortificando la existencia del otro, saciando
sus pulsiones perversas importándole solo a el.
En “Mas allá del principio del placer” 1920(meto
psicología freudiana) junto con” lo siniestro” y “ pegan un
niño” hallamos 3 maneras claramente alejadas de la
satisfacción. Aparece lo real en forma de miedos, fantasías,
lo siniestro, la presencia de la “pulsión de muerte” como
impases.
Recordemos ,Eros pulsión de vida, Thanatos pulsión
destructiva, enfrentadas a la hora de defender la unidad del
individuo en esa lucha contra su destrucción y camino hacia
lo inorgánico. Su libido (Eros) procura inhibir esa fuerza
interna la que la hace sufrir.
Algunas características del goce se hacen latentes en
su elaboración ;por ejemplo en la neurosis obsesiva, y el
tema de la satisfacción en la histeria (teoría freudiana) en
ambos se aprecia el exceso de placer es displacentero.
En la histeria se encuentra mas placer que en su
propio acto, satisfacción y palabra.
El obsesivo se pone a resguardo de su goce, gozar
para el es perderse, por ello optara por la inhibición, la
parálisis, el asco presente en sus síntomas a histeria tiene
otra problemática con el goce, no quiere ofrecerse como
objeto. El neurótico rehúsa mientras que el perverso imita
el goce.
43
Con Lacan encontramos que su enseñanza pone acento
en la simbólico, diferenciado de lo imaginario. El goce
lacaniano se distingue de la noción freudiana de placer, el
lust, que se rige por el llamado principio de placer.
Descubrió que los seres humanos se satisfacen con la
insatisfacción, en el displacer. Aquello en que Freud había
planteado como dualismo.

44
¿CUÁLES SON LAS FASES EN EL CICLO DEL ASESINATO
SERIAL? CITE Y RECORTE CASOS CÉLEBRES

Cuales son las fases en el ciclo del asesino serial serial,cite


y recorte casos
Antes de ingresar a las fases es necesario comprener y
tener en cuenta los siguientes tipos de asesinos en serie
Visionario ,Misionero,Hedonista y lujurioso.
Dentro de las variadas formas de clasificar criminales esta
aquella que analiza la razon por a cual matan es decir;La
que atiende los moviles que guian su conducta
homicida,estos homicidas seriales pueden catalogarce
dentro de 4 perfiles o tipos a saber.

El asesino visionario

Resulta tal aquel homicida que llega al crimen luego de


creer oir escuchar voces n su interior oimagina visiones que
le implran cometer sus fatidicos actos.En algunos casos
estos fenomenos que experimentan se deben a graves
cuadros de esquizofrenia,esta clae de peturbado es
capaz,no obstante de separar su vida habitual de sus
creencias,dado que no se siente en absoluto responsable
de ellos.
Un ejemplo de tal psicopatia la representa David Berkowtz
bajo el alias de "El hijo de Sam",durante la decada del 70
del milenio pasado,ultimaba a parejas de enamoradosque
se abrazaban en sus coches a la salida de cineso de
reuniones bailables.Los homicidios los levaba a cabo
cumpliend,segun adujo los dictados impartidos por un
demonio milenario que habia llegado a gobernar su mente
a quien reconcio como "sam",el cual le trasmitia por
intermedio del perro de un vecino,las ordenes de salir a la
calle a matar.
El asesino visionario perpetrua sus atrocidades poseido por
un estado de trance.pero una vez atravesado esa morbida

45
etapa literalmente"despierta"y puede luego atender sus
ocupaciones habituales.

El "hijo se Sam".Declaro que oia la voz de un demonio de


6000 años de antiguedad reencarnado en Sam ,el perro
labrador de un vecino.

El asesino misionero

En esta hipotesis,el criminal secuencial se siente


embargado por la creencia de que debe hacer algo a favor
de la sociedad.Se considera un elegido y esta persuadido
de que sus victimas merecen la muerte. Aunue es
discutible,el casi mitico Jack el destripador podria ser
catalogado de asesino misionero.,Al menos esto fue una de
las primeras conjeturasque se elaboraron para explicar las
motivaciones de sus crueles asesinatos sobre prostitutas a
quienes tal vez consideraba lacras sociales que debian
desaparecer bajo su mano vengadora.
Se puede incluir dentro de este elenco a los
llamados"asesinos satánicos, que se ven embuidos por la
obligaccion de asesinar para, de tal suerte, obtener una
recompensa por cuenta de las entidades demomiacas o de
46
caracter supra natural. Estos psicópatas generalmente
presentan también razgos inherentes a otras categorias.Por
caso ,Richard Ramirez.Este perturbado fue un asesino en
cadena que se proclamo sudbito de Satan.,Aun durante su
comportamiento sadico de recreacion,gozaba en el
tormento inflijido a sus victimas.

"Jack the Ripper", tal vez fue un asesino misionero

El asesino hedonista

Este tipo de homicida serial innova con cada asesinato


puesto que le excitan los desafíos. El homicidio representa
para el una fuente de goce que se torna adictiva, en tanto
necesita repetir la satisfacción alcanzada, viéndose
compelido a buscar nuevas personas a quien agredir.
Se recrea percibiendo la agonia que hace al hacer sufrir al
objeto de su crimen ,y alarga el momento del deceso de
este con el fin de regodearce en su tortura.

47
Richard Ramirez puede ser conceptuado de asesino
hedonista o de asesino satánico -subespecie dentro de los
asesinos misioneros-, pues exhibió rasgos inherentes a
ambos tipos.

El asesino lujurioso

Este elenco criminal abarca a los asesinos sexuales.Estos


acostumbran vejar y violar a sus victimas mientras
permanecen con viday tanbien tras el fallecimiento de
estas,practican sobre los cadaveres lugubres actos de
necrofilia y de profanacion.
El arquetipo de asesino sexual en tiempos modernos lo
haya constituido el norteamericano Theodore "Ted" Bundy
quien fue ejecutado tras serle impuesta la pena maxima
por la autoria de 14 homicidios precedidos por violacion. Al
matador serial lujurioso tambien se lo conoce como
"controlador", en tanto su disfrute loobtiene de su malsana
sensacion de dominio sobre sus victima,cuya sumision y
sojuzgamiento absoluto procura ejercer.

48
Theodore "Ted" Bundy, prototípico asesino sexual
clasificable dentro del grupo de los asesinos lujuriosos.

Las fases psicologicas que atraviesa la mente


criminal.

Los psicologos y los psiquiatras forenses a travez de


estudios complejosanalizaro el desviado comportamiento
mental que exhiben los asesinos en serie. Aunque no
predomina una opinion uniforme acerca de como funciona
el mecanismo psiquiatrico que conduce a un individuo
comun a a transformarse en un asesino en cadena.
El psicologo e investigador policial norteamericano DR. Joel
Norris quien despues de entrevistar y estudiar,una gran
cantidad de asesinos seriales, desarrollo una teoria, en que
durante un proceso cerebral por el cual atraviesa esta clase
de delincuentes necesariamente se presentan siete fases o
etapas.
La inicial se la tilda de "Fase del Aura" y en la misma se
visualiza un pasmoso grado de confusion en el
pensamiento exteriorizado por el individuo,quien va
dejando entreveer signos delatores de un psicopata,esos
signos llegaran a convertirse en una autentica obsesion.

49
La segunda etapa es "Fase de Busqueda",aqui el maniaco
toma la irrevocable desicion de perpetrar el crimen y
comprende que para ello debe hallar una victima
adecuada.Hay psicopatas que al arribar a ese grado se dan
por satisfechos con reafirmar sus fantasias.
La tercer "Fase de Seduccion" es aquella en la cual el
futuro asesino establece contacto con posibles objetos de
agresion desplegando su magnetismo individual y
dialectica. Comienza a disfrutar su "actuacion"y busca
hacer bajar la guardia a su oponente.La mayoria no son
capaces de reprimirse ni detenerse y ascienden al siguiente
escalon dentro de la neurosis conocido como "Fase de
Caza".El victimario ya ha escojido la presa que considera
"apropiada" y se apresta a entrar en contacto desicivo con
ella.
Dependiendo de la personalidad del agresor pasa a "Fase
de Captura" el tiempo que le lleve, dependiendo de su
proceso mental, la conducta psicótica del criminal. Es aqui
cuando se despoja de su mascara y hace uso de la fuerza a
fin de retener a su presa o conducirlo donde el quiere.
Posteriormente se instala la "Fase del Asesinato", la cual
cristaliza y da culminacion a los precedentes imaginarios
sadicos o de dominacion,pierde cualquier resto de
percepcion de la realidad y se embarca de lleno a la
realizacion a cualquier precio de sus planes y deseos, la
fase que justifica su existencia.
Al patologico impulso final, criminal, se le denomina "Fase
de Depresion" a ella se ingresa una vez consumada la
exitacion despertada por el acto de asesinar,
posteriormente el maniaco queda abrumado bajo una
intensa depresion.
Sin embargo,esta fase no le dura mucho y tiempo mas
tarde,vuelve a transitar nuevamente el proceso y por
desgracia, la respuesta más frecuente es un deseo
inimaginable de volver a matar.
De todos modos, en caso de que se dé esta 7ª etapa, es
por qué el asesino en serie es bastante joven, novato, ya

50
que si sienten esta depresión es porqué se arrepienten de
lo que han hecho, algo que a un asesino en serie
experimentado no le pasa. Cuando son así de jóvenes
pueden llegar hasta un año o dos a ser reincidentes, pero
lo cierto es que el margen entre asesinato y asesinato cada
vez es más estrecho. Lo podríamos comparar con las
drogas, como la heroína en concreto, que una vez has
tomado la primera dosis de arrepientes, pero seguramente
volverás, y el hecho de volver te enganchará, y cada vez
necesitarás más y más, hasta el punto de no poder más y
morirás. El paso de la muerte a la heroína es equivalente al
momento en que el asesino se da cuenta que lo que ha
hecho no está del todo bien, y quiere que la policía le
capture, aunque de todos modos no se dejará y seguirá
matando

Los más aterradores asesinos seriales de la ficción, ya


sea Freddy Krueger, JasonVoorhees, Hannibal Lecter o el
psicópata de Saw, tienen también un cierto encanto y
despiertan cierta fascinación, probablemente por la única
cosa que tienen en común: que nunca existieron fuera de
la pantalla.
Sin dudas que los que hicieron esas películas, y las otras
miles que hay centradas en asesinos seriales, tenían
elementos de sobra en la realidad misma para tomar
inspiración. La realidad no supera a la ficción, sino que la
moldea.

Rodney Alcala
Este es un asesino serial que actualmente está condenado
a pena de muerte en la prisión de San Quentin por el
homicidio de 5 mujeres durante la década de 1970, aunque
después confesó 30 asesinatos más. También enfrenta
ciertos cargos en Nueva York por otros asesinatos y se cree
que es responsable en total de 130 asesinatos.
Pero lo más curioso de este asesino serial no es solo el
número de víctimas, sino que, antes de dedicarse de lleno
51
a su hobby asesino, se hizo un tiempo para participar del
show televisivo de citas The Dating Game. Y ganó.
Este era un programa emitido por ABC en los Estados
Unidos en los 70, que consistía en una mujer soltera que le
realizaba distintas preguntas a tres hombres invitados que
no podía ver, y elegía un ganador basándose en sus
respuestas. Rodney Alcala de alguna manera logró
participar de este programa a pesar de que en el momento
ya había sido condenado por violación y era un delincuente
sexual registrado.
Las cosas siguen empeorando, si tenemos en cuenta que el
conductor del programa presentó a Alcala como “un
fotógrafo”, fachada que después utilizaría el hombre para
engañar a sus víctimas. Luego fueron recuperadas miles de
fotografías explícitas de sus víctimas de su residencia,
durante la investigación policial. Por suerte para la chica
que lo eligió como el soltero ganador, después del
programa se arrepintió y nunca tuvo una cita con él.

52
Jack Unterweger

Jack Unterweger nació en Austria en 1950 y pasó gran parte


de su adolescencia y juventud en prisión por varios delitos
menores. A los 24 años, sin embargo, cometió un brutal y
violento asesinato, estrangulando a una prostituta con su
propio sostén.
Debido a esto fue condenado a cadena perpetua en Austria,
pero cuando estaba en prisión sacó a relucir un talento oculto:
el de escribir. Publicó varios libros de cuentos y de poemas que
llamaron la atención del ambiente cultural austríaco, e incluso
escribió su autobiografía, que fue adaptada en una película
para la televisión.
Muchos austríacos, seducidos por su talento para la escritura,
comenzaron una campaña para que Unterweger sea liberado,
creyendo que ya estaba rehabilitado y que era un gran artista.
La campaña fue un éxito, fue liberado luego de apenas 15 años
en prisión por homicidio y fue exhibido como un ejemplo de la
rehabilitación en la cárcel.
Tras su salida, su presencia mediática siguió creciendo y pasó a
oficiar como anfritrión de programas de televisión y discutir la
rehabilitación públicamente, como si fuera un intelectual más,
pero sus impulsos homicidas no se habían extinguido.
En el primer año de su salida asesinó a otras 6 prostitutas
utilizando el mismo método de estrangulación con sostén.
Antes de que esto saliera a la luz, Unterweger viajó a Los
Angeles para escribir un artículo sobre la prostitución para una
revista austríaca y asesinó a 3 más de ellas.
Finalmente, en Austria se conocieron sus últimos crímenes y se
lanzó una orden de captura internacional, por lo que el
delincuente se convirtió en fugitivo (período que aprovechó
para tratar de convencer a los medios austríacos de su
inocencia) y fue perseguido por la policía a través de Europa,
Canadá y EE. UU., donde fue arrestado finalmente en 1992.
En 1994, Unterweger fue sentenciado a cadena perpetua, y la
misma noche de su sentencia, se colgó en su celda, utilizando

53
cordones anudados de la misma manera que utilizaba para
asesinar prostitutas.

Grady Stiles

Grady Stiles padecía una extraña enfermedad


llamada ectrodactilia, que ocasionó una malformación de sus
pies y manos, con sus dedos pegados entre sí formando
extremidades en forma de pinzas, lo que no sólo le valió el
apodo de “chico langosta” (Lobster Boy), sino también el ser
exhibido en un espectáculo de fenómenos desde pequeño
(inspiró a uno de los personajes de la serie American Horror
Story: Freak Show).
Su aspecto ya era lo suficientemente espeluznante, pero
además Grady era alcohólico y violento, y sometía a un abuso
constante a su familia (se casó con una compañera del
espectáculo de fenómenos, con la que tuvo 4 hijos, dos de ellos

54
con la misma enfermedad, que también puso desde pequeños
a trabajar como “freaks”).
u enfermedad le impedía caminar normalmente, por lo que
utilizaba sus brazos y manos para moverse, lo que lo dotaron
de una gran fortaleza de la cintura para arriba, lo que
combinado con su temperamento y su alcoholismo lo volvían
muy peligroso, sobre todo para su familia. En 1978 asesinó al
prometido de su hija en la noche previa de su boda. Como no
había ninguna prisión equipada para ocuparse de su
enfermedad, Grady no fue preso, sino que quedó en libertad
condicional.
Si bien después de este incidente dejó de beber por un
período, pronto retomó este hábito y se volvió más abusivo y
violento que nunca. Temiendo por su vida, su esposa y su hijo
contrataron a un hombre para que lo asesinara por $1500
dólares

55
Mary Mallon (alias María Tifoidea)

Mallon nació en 1869 en Irlanda, pero como muchísimos de


sus compatriotas en esa época, poco después emigró a los
Estados Unidos. Tras descubrir que tenía un gran talento
para la cocina, se convirtió en sirviente doméstica, lo que le
permitió tener una placentera vida trabajando en varios
hogares de la clase alta neoyorkina a comienzos del siglo
XX.
En 1900, todos los residentes de una casa en la que llevaba
trabajando sólo dos semanas, se enfermaron gravemente.
Entonces Mary se mudó a Manhattan y comenzó a trabajar
con otra familia adinerada. Pronto, también todos los
miembros de su nueva familia empleadora comenzaron a
manifestar síntomas como fiebre y diarrea, mientras que
uno de sus compañeros murió. Mary tomó otro trabajo más
56
en la casa de un rico abogado, pero no mucho después 7
de los 8 miembros de la familia estaban gravemente
enfermos.
Este alarmante patrón que se repite fue notado por las
autoridades sanitarias de Nueva York, que se propusieron
investigar a Mary. Ella sin embargo, se negó a aceptar que
podía tener algo que ver con esas enfermedades y
muertes, a pesar de la notoria evidencia que iba dejando a
su paso. Finalmente, por la fuerza, Mary fue sometida a
exámenes y se descubrió que era portadora de los agentes
patógenos asociados a la fiebre tifoidea, pero para sorpresa
de los médicos, ella misma no sufría los síntomas ni las
complicaciones de la enfermedad.
Mary, que era la más necia de las cocineras de Nueva York,
seguía negando su involucramiento en la propagación de
esta epidemia, de modo que tuvo que ser puesta en
cuarentena por la fuerza. Estuvo tres años aislada en una
clínica, hasta que un hombre del departamento de salud de
Nueva York consideró que era inhumano tener a la mujer
en estas condiciones, y la liberó, bajo la promesa de que
debería abandonar su trabajo como cocinera y hacer todo
lo posible para evitar contagiar a otras personas de fiebre
tifoidea. ¿Creen que Mary le hizo caso al doctor?
Evidentemente no.
Se cambió de nombre y no sólo volvió a trabajar como
cocinera en varios lugares, provocando una epidemia en
cada uno de ellos, sino que terminó trabajando en un
hospital, donde 25 enfermos fueron contagiados y dos de
ellos murieron. Tras esto, pasó el resto de su vida en
cuarentena, muriendo en 1938.

57
Primer asesino serial que tuvo nuestro pais : El petiso
orejudo

Comenzó a matar siendo un adolescente. Sus


víctimas eran niños indefensos. El de Cayetano
Santos Godino es el caso más escalofriante de los
que registran los anales policiales del país.
Un día de 1906, el empleado municipal Fiore Godino
entró en la comisaría décima, en la calle Urquiza 550,
y a los gritos clamó ayuda para controlar a su propio
hijo, Cayetano Santos Godino, de sólo 9 años:
–¡Señor comisario, yo no puedo con él! Es imposible
dominarlo. Rompe a pedradas los vidrios de los
vecinos, les pega a los chicos del barrio… Y si lo
encierro en casa es peor. Se pone como loco. El otro
día encontré una caja de zapatos. Había matado a los
canarios del patio, les había arrancado los ojos y las
plumas y me los dejó en la caja, al lado de mi cama…
El comisario fue a buscar a Cayetano al conventillo de
la calle 24 de Noviembre 623, donde vivían entonces
los Godino, y se lo envió al juez. Tras una
reprimenda, fue devuelto a sus padres. Como no
mejoraba, en 1908 lo encerraron en un reformatorio
de Marcos Paz. Iba a pasar allí tres años, pero no
sirvió de nada.
Fiore Godino y Lucia Ruffo, dos campesinos sardos,
habían llegado en 1884 a Buenos Aires. Eran
analfabetos y huían de la pobreza, pero también de
una tragedia personal: el hijo primogénito, también
Cayetano, había muerto de una afección cardíaca a
los diez meses de edad. Después, los Godino tuvieron
una hija, Josefa, con la que emprendieron la travesía,
y en Buenos Aires les nacieron nueve hijos más. Al
último, que vio la luz en 1896 en el conventillo de
Deán Funes 1158, lo bautizaron Cayetano, como al
muertito.
El padre de Cayetano era sifilítico y alcohólico,

58
aunque se las arreglaba para ir tirando, hasta que
finalmente consiguió un trabajo de farolero
(encendía el fuego en los faroles de alumbrado).
Cayetano era un chico frágil: enfermó de enteritis a
los pocos años y creció raquítico. Peor les fue a
algunos de sus hermanos, como Antonio, que era
epiléptico. Cuando Fiore llegaba a casa –las dos
piezas del conventillo donde la familia habitaba– les
propinaba feroces palizas a Lucía y a sus hijos.
Cayetano fue a varias escuelas, pero duraba poco: lo
expulsaron seis veces y nadie le enseñó a leer.
Cuando fue revisado por los médicos, éstos contaron
27 cicatrices en la cabeza provocadas por las palizas
del padre y de su hermano Antonio.
A los siete años, Cayetano era tan bajo y menudo que
parecía de cuatro. Lo llamaban "El Oreja" o "El Petiso
Orejudo" porque sus apéndices auditivos eran
grandes y apantallados. A los 8 cometió su primera
fechoría. Tomó de la mano a un niño de 21 meses y lo
llevó a un baldío donde comenzó a pegarle en la
cabeza con una piedra. Al pequeño Miguel de Paoli lo
salvó el vigilante de la esquina, que llevó al agresor a
la comisaría. El padre tuvo que ir a buscarlo y todo
quedó como una pelea de chicos. ¿Quién podía
pensar que en ese incidente comenzaba su carrera el
mayor asesino serial y pirómano nunca conocido en
el sur de América?
El año siguiente, 1912, iba a ser un año lleno de
acontecimientos, en la Argentina y en el mundo. Se
hundió el Titanic en el Atlántico norte y en algunos
cabarets de Buenos Aires comenzó a actuar un dúo
de tangueros: el cantor Carlos Gardel y su guitarrista
José Razzano. Pero para muchos porteños aquel
1912 quedó en la memoria como un año atroz,
porque fue cuando un fantasma recorrió Buenos
Aires dejando una huella de sangre…
El 25 de enero de 1912 se encontró, en una casa

59
vacía de Pavón 1541, el cadáver de Arturo Laurora,
de 13 años, golpeado y estrangulado.
A las seis de la tarde del 7 de marzo de 1912, una
niña de 5 años llamada Reina Bonita Vainicoff, hija
de inmigrantes judíos que vivían en la avenida Entre
Ríos 522, miraba la vidriera de una zapatería. De
pronto, sin que nadie atinara a darse cuenta cómo, el
vestido blanco de Reina Bonita, lleno de volados y
puntillas, comenzó a arder. Alguien le había tirado un
fósforo. A pesar de los gritos desgarradores de la
niña en llamas, y de que un policía se tiró sobre ella
para apagar el fuego con el cuerpo, no pudo ser
salvada. Reina Bonita, con quemaduras múltiples,
murió 16 días más tarde. La tragedia se ensañó con
la familia Vainicoff: el abuelo, al ver que su nieta
ardía, cruzó la avenida Entre Ríos sin mirar y lo mató
un auto.
El 16 de julio de ese mismo año, Cayetano incendió
un corralón en Garay al 3100. En septiembre,
mientras trabajaba como mandadero en unos
almacenes del barrio, acuchilló a un caballo en los
establos de Chiclana al 3300. Dos días después
prendió fuego a la estación de tranvías de la
Compañía Anglo, que tenía entrada por Estados
Unidos y por Carlos Calvo. El 8 de noviembre de
1912, y en un descuido de sus padres, desapareció el
niño Roberto Carmelo Russo, de dos años y medio,
quien jugaba con su hermanito mayor en la vereda
de Carlos Calvo al 3800. Minutos más tarde, un
vigilante rescató a Roberto Carmelo en un baldío. Lo
habían maniatado con un piolín. Junto a él estaba un
muchacho menudo y de orejas apantalladas: alegó
que acababa de descubrir a Robertito y estaba
desatándolo.
Durante ese mes de noviembre, otros extraños
sucesos conmovieron al barrio: alguien incendió un
galpón de azulejos en la calle Carlos Calvo y Carmen

60
Ghittoni, de tres años, fue golpeada en un baldío de
Chiclana y Deán Funes. El vigilante llegó corriendo y
sólo avistó de lejos al agresor, que huía. Cuatro días
después, Catalina Neolener, de cinco años, sufrió un
ataque similar en el umbral de su casa, en Directorio
78. Pero todo se iba a precipitar el día de la tragedia,
el martes 3 de diciembre de 1912.
La señora María Giordano abrió la puerta de calle y
miró al cielo. Estaba nublado y bochornoso, pero no
parecía que fuera a llover. Dirigiéndose a su hijo
Jesualdo, un gordito de tres años y medio que
llevaba una pelota colorada bajo el brazo, le
recomendó:
–Quedate jugando en la vereda, Jesualdito, pero no
crucés.
Fue lo último que le dijo. Cuando volvió a verlo, su
hijo estaba muerto. La tarde del 3 de diciembre
Jesualdo fue encontrado en un basural conocido
como la quinta Moreno, donde funcionaba antes el
horno de ladrillos de la fábrica La Americana. Lo
habían estrangulado con trece vueltas de un piolín
que se le hundió en el cuello. Como no terminaba de
morir, el homicida le perforó la sien derecha con un
clavo de cuatro pulgadas, al que golpeó con una
piedra hasta que la punta salió por el otro parietal.
Luego tapó el cuerpito con chapas de cinc y se fue
tranquilamente a su casa.
"El Oreja", con inconsciencia, parecía provocar al
mundo. Durante la reconstrucción del crimen de
Jesualdo, Godino fue visto entre el gentío que llenaba
la quinta Moreno. También fue al velorio, y hasta
algunos dijeron que se mostró compungido al
acercarse al féretro blanco y tocar la cabecita con
mano trémula. Se sabe que compró un ejemplar del
diario y se hizo leer la crónica de los hechos (era
analfabeto). Luego recortó la noticia y se la guardó.

61
El proceso a Cayetano Santos Godino se prolongó por
dos años, durante los cuales "El Petiso" fue recluido
en el Hospicio de las Mercedes. Las más importantes
figuras de la psiquiatría criminal concurrían para
examinar al reo y comprobar cómo era aquel ser al
que la prensa calificaba de fiera humana. Muchas
voces reclamaron que se lo condenara a la pena
capital, que entonces estaba en vigencia para delitos
como el homicidio, aunque no podía aplicarse a
menores. ¿Pero podía llamársele niño al "Petiso",
aunque su partida de nacimiento dijera que sólo
tenía 15 años?
Godino era examinado como un cobayo; en el
diagnóstico, se destacaban sus características
físicas: la escasa talla (1,51 metros), la cabeza
pequeña (microsomía); la extensión de sus brazos,
que abiertos alcanzaban una envergadura de 1,85
metros; sus orejas desmesuradas y en asa, su
miseria física y la desmesura de su órgano sexual.
Todo conducía a una conclusión: Godino estaba
predestinado al crimen. Por esa época estaban de
moda las teorías de Cesare Lombrosso, que describía
a los asesinos según su aspecto físico. Los médicos
decidieron entonces operarle las orejas y coserlas al
costado de la cabeza, suponiendo que de esta

62
manera concluiría su afección al homicidio. Luego de
una larga recuperación, dejaron en libertad al Petiso,
quien cometió otro horrendo asesinato dos días
después del alta médica. Fue capturado nuevamente
y esta vez para siempre.
Godino fue condenado en 1914 a la pena de
penitenciaría perpetua, que era irredimible. El juez lo
envió a la Penitenciaría Nacional de la calle Las
Heras, donde podía ser aislado en una celda. Allí
pasó varios años. Aprendió a leer y escribir, a sumar
y restar.
En 1923 se inauguró en Ushuaia un presidio de
máxima seguridad. Se la llamó "la cárcel del fin del
mundo". Godino, severamente custodiado y
engrillado, fue trasladado a ella en el transporte
Chaco.
Cayetano Santos Godino nunca recuperó su libertad.
Según el certificado de defunción, "El Petiso
Orejudo" falleció el 15 de noviembre de 1944 por una
hemorragia interna causada por gastritis avanzada,
aparentemente provocada por una paliza dada por
los presos cuando este mató a los dos gatos
mascotas de la penitenciaría. Cuenta la leyenda que,
cuando el penal fue clausurado, en 1947, los huesos
de nuestro primer asesino serial no pudieron ser
hallados en el camposanto del lugar. En cambio, la
esposa del último director tenía un pisapapeles con
el fémur de Cayetano Santos Godino.

Carlos Eduardo Robledo Puch


El Angel Negro

El 9 de mayo de 1971, a las cuatro de la mañana,


Robledo Puch e Ibáñez ingresan en un negocio de
respuestos de automóviles Mercedes-Benz en Vicente
López. Al ingresar en una de las habitaciones,
encuentran a una pareja y a su hijo recién nacido.

63
Robledo Puch asesina al hombre de un disparo y
hiere a la mujer de la misma forma. Ibáñez intenta
violar a la mujer herida -quien sobrevive y testifica
en el juicio-. Antes de huir con 400.000 pesos,
Robledo Puch dispara a la cuna donde llora un bebé
de pocos meses, quien salva su vida de milagro.
El siguiente 24 de mayo asesinan al sereno de un
supermercado en Olivos. Por lo menos en dos
ocasiones, a mediados de junio de ese mismo año,
Robledo Puch ejecutó en la ruta a dos jovenes
mujeres que habían sido abusadas sexualmente (una
de ellas pudo evitar ser violada) por Ibáñez en el
asiento trasero del automóvil de turno.
El día 5 de agosto, en circunstancias bastante
dudosas, Ibáñez falleció luego de un accidente
automovilístico. Robledo Puch, quien conducía el
vehículo, huyó ileso de la escena luego del accidente.
Hay quienes sospechan que en realidad se trató de
un ajuste de cuentas.
Con la muerte de Ibáñez hubo un receso en la
actividad delictiva de Robledo Puch, la cual retomó
en noviembre de 1971 junto con su nuevo cómplice,
Héctor Somoza. El 15 de ese mismo mes asaltaron un
supermercado en Boulogne, acribillando al sereno
con una pistola Astra Cádiz calibre 32 que obtuvieron
pocos días antes en el robo a una armería. Dos días
después, el 17 de noviembre, ingresaron a una
concesionaria de autos y asesinaron al cuidador. Una
semana después, ingresaron en una concesionaria en
Martínez, redujeron al sereno, le quitaron las llaves y
robaron un millón de pesos. Robledo Puch lo remató
de un disparo en la zona occipital del cráneo.
Fue juzgado y condenado en 1980. Sus últimas
palabras ante el tribunal de la Sala 1ra de la Cámara
de Apelaciones de San Isidro fueron "Esto fue un
circo romano. Algún día voy a salir y los voy a matar
a todos".

64
Llama la atención lo expuesto en la pericia
psiquiátrica adjunta en el expediente del juicio a
Robledo Puch.
* "Procede de un hogar legítimo y completo, ausente
de circunstancias higiénicas y morales
desfavorables".
* "Tampoco hubo apremios económicos de
importancia, reveses de fortuna, abandono del hogar,
falta de trabajo, desgracias personales,
enfermedades, conflictos afectivos, hacinamiento o
promiscuidad".
En la actualidad, Robledo Puch continúa privado de
su libertad en un pabellón para homosexuales del
penal de Sierra Chica. Desde julio de 2000 puede
solicitar su libertad condicional, pero no lo hace.

Es correcta la afirmación, “La vergüenza es algo que


lo que la culpa es el deseo”

Para poder definir estos términos debemos diferenciar,


estos estados: vergüenza es la sensación interna de n
saber quienes somos. No hay un punto de referencia
interno.
-La culpa es la sensación ed lo que hacemos esta mal
hecho. Es el resultado de juzgarse, la culpa por lo que se
hace y va de la mano de la vergüenza.

65
Con la culpa hay un deseo de reparar algo, de corregir los
errores cometidos, de sanar las heridas infringidas. Con la
vergüenza hay sentimientos dolorosos de depresión, de
aislamiento, de duda, soledad, separación, paranoia,
desorden compulsivos, sentimientos de inferioridad, la
vergüenza es la enfermedad del alma. Freud le da un valor
considerable en la acción psicoanalica ,ya que, sentir
vergüenza es una forma de tratar a la culpa.
La vergüenza generada por el levantamiento del velo de la
represión del inconsciente, constituye un índice en la
teorización freudiana.
La experiencia psicoanalítica, so pena con el dominio de la
moral y no de la ética, no se trata de desvergonzar, es
decir de desculpalizar dado que todo sujeto es responsable
de su propio goce. Lacan llama “rectificación subjetiva de lo
real”.
Lacan en un capitulo de El Seminario XVll, Los cuatro
Discursos del psicoanálisis titulado el Analytion concluía
diciendo que unos jóvenes revolucionarios en Vincennes
que el régimen de Pompidou los exponía diciendo:”mírelos
como gozan”. El amo Roui al descubierto a quien no se
hace responsable por su goce. El sujeto goza y por eso se
siente culpable y se avergüenza.
En la experiencia psicoanalítica es necesario que el sujeto
se haga responsable de su deseo aunque ello implique
avergonzarse.

Un verdadero comienzo

La culpa y la vergüenza son fenómenos culturales fundados


en el patriarcado y el paradigma de la “verdad
trascendente”, es decir, en la noción de que existe una
verdad con independencia del observador que somos cada
uno de nosotros. Cuando estamos viviendo en el
entendimiento de que hay una verdad objetiva, y por lo
tanto una forma correcta de ser y hacer, rechazamos

66
nuestros propios deseos, y preferencias, poniendo en el
centro de nuestro hacer lo que debería ser.
Tradicionalmente la culpa surge cuando juzgo que lo que
hago o hice, dañó a otro. Y la vergüenza surge cuando por
mi hacer, o mi posible hacer, siento que puedo dañar mi
autoimagen.

Inocencia apropiada

De niños, por no cumplir con expectativas ajenas, nos


castigan con acciones que lejos de legitimarnos, son
acciones de desamor, donde no somos “vistos” o tenidos en
cuenta por aquellas personas en las que confiamos
(padres, hermanos, maestros, etc.). Nos administran el
amor de acuerdo a nuestros resultados, en la creencia de
que eso es “lo correcto”.Te regalaré la bicicleta si te
comportas bien en la escuela. No puedes jugar con
tus amiguitos por una semana por que has traído
calificaciones muy bajas en matemáticas.
Cuando hablo de amor, no estoy haciendo referencia a un
sentimiento que tengo por el otro. Hablo del amor en
términos de las acciones que lo definen. Detrás de la
palabra amor (sustantivo), se esconde el fundamento del
mismo, que es el amar (verbo). No hay amor sin amar. En
el decir de Humberto Maturana, “el amor es la
emocionalidad que fundamenta lo humano (…), es la
emoción que constituye las acciones de aceptan al
otro como un legitimo otro en la convivencia.(…) El
amor no es un fenómeno biológico raro, ni especial,
es un fenómeno biológico cotidiano” (*)
Al diferenciar al amor como un dominio que define las
acciones donde el otro surge legítimo, hago referencia a
una interrelación donde el otro no tiene, ni siente que
quiere ser cambiado. Toda transformación se da en la
espontaneidad de la convivencia, no como un intento de
alguien por someter al otro en nombre de lo que debería
ser.

67
Por ejemplo: 1er caso: Puede pasar que un papá sea
medico y en la convivencia de una familia donde la
medicina es parte de la cotidianidad, el niño aprenda en
esa espontaneidad cotidiana a preferir la medicina como
profesión a seguir. Allí no hay sometimiento, no hay
expectativas. Tanto si el niño siguiese medicina, como si
siguiese otro camino está siendo legitimado. Están en el
amar.
2do caso: Puede ser que un papá sea medico y por
tradición familiar o por lo que los padres creen que es
conveniente para el futuro del niño, lo hostiguen (premios
y/o castigos) para que siga medicina (y no otra carrera).
Aquí hay expectativas, presión, exigencia, y sometimiento.
Aún cuando los padres quieren a su niño, están en el
desamor.

Cuando en la niñez convivimos en la repetición de


interrelaciones de desamor, comenzamos a armar una
apariencia para ser aceptados y respetados por un mundo
que nos niega, y nos exige resultados. Claro que padres,
hermanos, maestros, etc. nos pueden querer muchísimo,
pero no son concientes de esta negación. Y porque hemos
vivido y vivimos en el amor, es que nos duele y lastima el
desamor.
¿Cómo se siente una niñita cuando su abuela le exige hacer
el bailecito que aprendió en el preescolar, a cambio de
chocolate? ¿Qué siente el niñito que ensucio su
pantaloncito nuevo, y el adulto ofendido le pone distancia
corporal? ¿Qué ocurre con los niños cuando a causa del
nacimiento de un hermanito, los padres le dicen “ahora ya
eres grandecito, tenemos que ocuparnos de tu
hermanito”?
No nacemos con apariencia, ni con culpa, ni con vergüenza,
ocurren como fenómenos culturales, fundados en el
desamor.

Cuando crecemos en la coexistencia con desamor, surge la

68
necesidad de fabricar una apariencia, sustentada en la
emocional de la exigencia y del control, en el rendimiento
de examen constante.

Cuando el reflejo es mas importante que el reflejado

En este contexto relacional, ya como adultos, cuando no


cumplimos nuestras expectativas surge la culpa, como el
castigo aprendido. Nuestra corporalidad se estrecha y
restringimos nuestro mundo de posibilidades. Sufrimos
para compensan la supuesta falta cometida.
Caminamos por la calle y golpeamos a alguien sin
intención… aparece la culpa. Le gritamos a alguien que
queremos y luego… sentimos culpa. No logramos los
objetivos propuestos y… sentimos culpa.
Ahora ¿A qué me comprometo con la culpa? La falacia es
justificar la culpa, como una preocupación por el otro. No
es un compromiso con el otro, en el sentido de
responsabilizarme por lo que hice (o no hice). El
compromiso en la culpa está con preservar la apariencia
que creo tienen de mí. El compromiso de la culpa está
basado en el miedo… el miedo a perder la imagen y no ser
querido. La culpa es un culto al ego. Así vivimos en la
creencia de que hacerme daño, equilibra el daño que hice.
La culpa es un auto flagelo, para manipular las emociones
del otro, y proteger mi imagen.

En está manera de convivir, emerge el arquetipo de la


“victima” o el mártir. La victima o mártir en última
instancia busca la aprobación, el reconocimiento, el amor
que no sabe generar. Y nunca lo va a poder generar
mientras opere desde la apariencia, porque la
emocionalidad reinante es la de la inautenticidad, donde él
mismo se está negando.
La victima se ingenia métodos de “mea culpa” para que los
otros la consuelen por tanto sufrimiento. El otro termina
diciendo: “hey no es para tanto”, “está todo bien”,

69
“todos cometemos errores” “sabes que igual que te
quiero”.

Cada vez que identifico culpa en mí, no estoy


auténticamente preocupándome por el otro, ni
respetándome, sino que estoy preocupándome por la
apariencia.
Cada cultura tiene cánones de comportamiento morales
sujetos a una realidad objetiva, que nos dice que está bien,
que está mal. Por eso hasta sentimos culpa (sufrimiento),
por tener éxito, por fracasar, por tener dinero, por no tener
dinero, o inclusive sentimos culpa por amar. Tanto si soy el
que siente la culpa, como si culpo a otro, nos basamos en
la expectativa de una conducta que se adecue a como
tienen que ser las cosas, según una verdad metafísica, que
existe con independencia de nuestro vivir.

¿Por qué un molino de viento gira?

En este punto considero relevante traer la distinción sobre


el observador. Cada uno de nosotros es un observador que
observa, escucha y siente desde si mismo. No hay un saber
que este fuera de la experiencia. Conocemos lo que
conocemos desde nosotros mismos. Ante un mismo hecho,
ocurren diferentes observaciones, de diferentes
observadores.
La experiencia de cada uno le pertenece a cada uno. Es
desde la cultura centrada en la verdad objetiva, que nos
arrogamos ser causa de lo que le sucede a los otros. Las
otras personas tienen su propia dinámica cerrada y
determinada en su propia estructura. Aún cuando
compartimos una misma organización biológica, cada
observador es una estructura diferente, que se configura
así mismo en la historia de cada uno, es decir en las
experiencias del vivir y el convivir. Dicho en otras palabras,
lo que yo haga, gatilla en el otro un proceso que es propio
del otro, y no de mi hacer. Mi hacer no determina lo que

70
ocurre con el otro, es la estructura del otro lo que
determina su propio suceder. Lo que me ocurre a mí no es
consecuencia del mundo (los otros, lo otro), sino que yo
traigo un mundo a la mano, desde mi propio observar y
hacer.
¿Por qué un molino de viento gira?...¿Por el viento? Si
fuese por el viento, también un silo (contenedor de granos)
giraría. El molino de viento se mueve porque su estructura
se acopla con el viento de tal manera que surge el girar. No
es el viento el culpable de que el molino se mueva. El
molino es responsable de su girar. Como cada ser humano
es responsable de su vivir y el entorno que crea con ese
vivir. Esto nada tiene que ver con la culpa.

Girar la mirada

Sin embargo un molino puede girar en si mismo, pero al no


ser un ser vivo, no puede autogenerarse. Y al no ser
humano, no puede reflexionar, porque no puede vivir en la
emoción del amar, ni en el lenguaje. Ambos, el amar y el
lenguaje, constituyen lo humano y nos permite
preguntarnos por nosotros mismos, y preguntarnos por
nuestro hacer. Somos el único animal que se pregunta por
su “ser” y su “hacer”, girando la mirada hacia como
vivimos, y como convivimos.

Cuando como observador, reflexiono sobre mí observar


como un vivir que me pertenece a mí, sin verdades
objetivas, entonces la culpa no tiene lugar. Surge la
responsabilidad como un hacerme cargo de: 1) lo que
quiero, 2) mis acciones 3) las consecuencias de mis
acciones. Así podemos tomar acción reparadora si mi error
daño a otro, en la confianza de reflexionar juntos acerca de
lo sucedido.

En este modo de vivir y cohabitar en la reflexión, no hay


compromiso con la apariencia, no hay emocionalidad de

71
exigencia, control, evaluación. No hay corporalidad
estrecha. Aquí configuramos un mundo centrado en el
respeto por las preferencias y deseos de cada uno. Nos
comprometemos con la relación y los proyectos conjuntos,
soltando el apego a la imagen, en la confianza de ser vistos
y respetados por nuestra singularidad, aún cuando muchas
veces implique transitar el dolor. El respeto fundamentado
en el amar, no es ser condescendiente, ni reverente, el
respeto es mantenerme en el centro de uno mismo, en la
autenticidad, legitimando el vivir del otro, aún cuando no
sea un vivir deseable.

¡Trágame tierra!

La vergüenza tiene la misma fuente que la culpa. Su


origen, desarrollo y conservación, está sustentada en el
desamor. La vergüenza la distingo como una dinámica
corporal que establece el limite de mi accionar. La
vergüenza la puedo observar como una evidente
contracción corporal que me limita para expresarme desde
el respeto por mis deseos, preferencias e inquietudes.
Cuando digo estar en la vergüenza, no puedo decir todo lo
pienso, no puedo hacer todo lo que deseo, no puedo elegir
libremente desde lo que prefiero, no me permito conversar
sobre todo lo que me inquieta
Si nos observamos en la vergüenza, veremos que nuestra
corporalidad cambia. Quizás nos sonrojamos, se contraen
algunos músculos, la respiración se acelera, se irriga más
sangre a las extremidades, el cerebro recibe menos
oxigeno, aparece una transpiración extraordinaria, etc.
Cuando estamos en la vergüenza, hay una “sensación” de
“trágame tierra”, como si no quisiese estar en el presente
que estoy. Es rehusar la experiencia que estoy
experimentando, es negar la legitimidad de mi vivir en ese
momento. La vergüenza la distingo como la disposición
corporal que ocurre en la auto-negación, y la negación de
reconocer cada experiencia como legitima. Limita la

72
espontaneidad, y la posibilidad de vivir en el placer de
hacer lo que se haga.

El vivir mágico

En el decir de Humberto Maturana, no podemos


distinguir entre percepción e ilusión. (*) Por ejemplo:
si recibo un llamado telefónico de una cliente y la confundo
con mi pareja, le hablaré como si fuese ella. Cuando me
doy cuenta del error, aparece la vergüenza. Tuve una
experiencia (la de hablar con mi pareja) y luego la
experiencia se quiebra con otra experiencia, que me hace
caer en la cuenta de mi error. La descripción de ese error,
y darme cuenta que estaba viviendo una ilusión, ocurre
“siempre” luego de la experiencia que describiré como
ilusoria.
Pero mientras hablaba por teléfono, yo le estaba hablando
a mi pareja. Mi emocionalidad era la de hablar con ella, la
corporalidad adoptada era la coherente con esa ocasión.
Sólo al rato, en la comparación de esa experiencia con otra
que me revela mi error, puedo decir que hubo un error. El
error o equivocación no puede ser reconocido como tal en
la experiencia. Error es una explicación a posteriori de la
experiencia. No sabemos cuando nos estamos
equivocando. Si lo supiéremos no sería una equivocación,
sería mentir. Por eso cada experiencia es legítima en sí. No
sabemos cuando algo es una ilusión, sino no sería una
ilusión. Lo sabemos en el contraste de una experiencia con
otra, en presentes diferentes.
Los magos son profesionales del ilusionismo. Esos son
eventos extraordinarios de ilusión diseñada. Pero la ilusión
espontanea es parte de nuestro vivir ordinario, es parte del
fenómeno del conocer. El vivir es mágico, y los errores son
parte de esa mágia.

La culpa es una experiencia que surge luego del acontecer.


Por ejemplo, le grito a mi hijo, y luego siento culpa. En el

73
gritar no hay error, el error surge en la explicación que
hago luego. De esta distinción surge la liviandad, como la
emocionalidad contraria a la pesadez. Darme permiso a
equivocarme, es hacerme cargo de vivir la vida en la
responsabilidad, sin quedarme en las explicación
limitadoras de la culpa o vergüenza.

Con la vergüenza también pasa este fenómeno como en el


ejemplo del llamado telefónico: hablo por teléfono, me doy
cuenta de la equivocación y siento vergüenza. Sin embargo
la vergüenza surge también como una pre-disposición
corporal, viviendo la experiencia de predecir la posibilidad
de perder nuestra apariencia si hago (o no hago) tal o cual
acción. Es decir, vivimos una experiencia que aún no
ocurrió, centrándonos en la posibilidad del rechazo, como
por ejemplo el miedo al ridículo y el miedo al fracaso. ¿Qué
hay de malo en mostrarme diferente a lo que creo se
espera de mí? o ¿Qué hay de malo en no lograr lo que
esperan de mí? En rigor, no hay nada de malo. Lo que hay
es la amenaza de no ser visto, no ser escuchado, no ser
tenido en cuenta, o no ser reconocido, en fin… no ser
amado.

En la vergüenza como una experiencia antes del acontecer,


tampoco podemos distinguir entre ilusión y percepción.
Sólo puedo distinguir si era o no una ilusión, en la
comparación de lo que creía iba a pasar si accionaba, y lo
que finalmente experimente mientras lo hacia. Por ejemplo,
puedo creer que voy a hacer el ridículo invitando a salir a la
mujer que me gusta. ¿Cómo saber si era una ilusión o una
percepción? Sólo podemos saberlo al hacerlo: Invitando a
salir a la mujer que tanto me gusta.

El inconveniente radica en que la vergüenza es la


disposición corporal que limita la acción de aquello que
puede perjurar mi apariencia, por eso mismo, no acciono, y
nunca podré saber si era o no una ilusión. En el paradigma

74
de la verdad objetiva, no nos preguntamos por la “ilusión y
la percepción” dado que el presupuesto básico es que
percibimos la realidad, y encontramos la verdad en el buen
razonar, en el sentido común. Por eso no cuestionamos
nuestra manera de observar, y la reflexión no es posible.

Siguiendo el ejemplo de cortejar a la mujer que me gusta,


simplemente, no lo haré. Desde la emocionalidad de la
vergüenza, fundada en el rechazo, no la invito a salir. Los
argumentos racionales siempre están fundados en
premisas emocionales. Por lo tanto argumentaremos
racionalmente que no es para mí, que en realidad no me
gusta tanto, que mejor no poner en riesgo la amistad que
tenemos, mutilando mis deseos y negándome a mi mismo.
Nunca sabré que hubiese pasado si la invitaba a salir,
aunque me convenceré a mi mismo de hacer lo correcto,
sosteniendo limpia mi apariencia, y salvaguardando el ego.

¿En que consiste el concepto de Culpabilidad en el


psicoanálisis?

Isabel es una mujer de 50 años que se divorció hace dos


años. Poco después de cumplir los 40 empezó a sentirse
mal en su relación de pareja. Al llegar la adolescencia de
sus hijos, empezó a pasar más tiempo a solas con su
75
marido y la relación que hasta entonces había funcionado
rutinariamente empezó a flaquear: dice que se sentía
aburrida con él y poco valorada. Decidió empezar
actividades por su cuenta y en clase de salsa conoció a otro
hombre con quién tuvo una aventura. Al poco tiempo de
empezar a verse con este hombre le planteó a su marido la
separación. Durante unos meses mantuvo esa relación
hasta que se separaron hace cuatro años. Explica que
entonces tuvo una primera crisis depresiva: “no podía
parar de llorar, al quedarme sola me di cuenta de cuánto
me había equivocado dejándole” Unos meses después de
retomar el contacto con su marido, éste terminó
perdonándola y reiniciaron la convivencia. Al verse de
nuevo en casa, Isabel se dio cuenta de que tampoco se
sentía cómoda y se mostraba emocionalmente distante con
él, afirma que a menudo provocaba discusiones y lo trataba
agriamente. Finalmente hace un año terminaron
divorciándose y al cabo de unos meses él inicio una
relación con otra mujer. Desde entonces Isabel no puede
parar de llorar y ha dejado de hacer actividades fuera de
casa, en la consulta expresa pensamientos recurrentes de
culpa con respecto a su marido: “le he hecho mucho daño”,
“me he destrozado la vida”, “merezco terminar sola”
La culpa junto con la vergüenza es uno de los sentimientos
que genera más angustia y malestar, tanto es así que a
menudo las personas que padecen depresión se sienten
atormentadas por grandes sentimientos de culpa. Muchos
de éstos pacientes pueden sentirse aliviados cuando en
terapia aprenden a manejarse desde la responsabilidad y
no desde la culpa. En el lenguaje común asociamos la culpa
con la responsabilidad. Sin embargo, bajo nuestro punto de
vista culpabilidad y responsabilidad no sólo no son lo
mismo si no que prácticamente podemos decir que son
incompatibles la una con la otra.
Nos sentimos culpables por algo que hicimos: a menudo es
por algo que obedece a nuestro deseo más genuino o por
algo que simplemente no pudimos o no supimos hacer

76
mejor. En la culpa existe inevitablemente una lucha interna
entre aquello que hicimos y aquello que creemos que
deberíamos haber hecho en esa lucha hay aspectos de los
que no nos estamos haciendo responsables. Siguiendo el
caso del ejemplo: sintiéndose culpable Isabel evita
reconocer como legítimo su deseo de sentirse más
estimulada y valorada en una relación de pareja, o el temor
que sintió al quedarse sola y decidir volver con su marido.
La culpa es el precio que pagamos para no tener que
asumir aspectos de nosotros mismos que nos son
incómodos. Podemos actuar en desacuerdo con nuestra
conciencia pero entonces para poder seguir siendo
“buenos” debemos sentirnos culpables.
El problema es que debemos cargar con el malestar y con
la carga de auto denigración que genera la culpa para
siempre, porque la culpa nunca se refiere a nada que
pueda ser reparado en el presente si no a algo que en el
pasado fue dañado de forma irremediable.

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