Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El ideario independentista toma forma y alcanza su punto más álgido con la redacción y firma del Acta de la Declara
el 5 de julio de 1811, esta escritura fue creada por Juan Germán Roscio y explica los motivos para declarar la inde
provincias españolas pertenecientes a la entonces Capitanía General de Venezuela. Con ésta declaración se inicia Ofi
Independencia de Venezuela, la cual duró aproximadamente 13 años, librada entre la república de Venezuela y
suceso sello definitivamente nuestra independencia venezolana, teniendo gran repercusión en
El 24 de junio de 1821 se libra la más importante batalla terrestre por la independencia del País, la batalla de
proceso emancipador venezolano, la última batalla se da el 24 de julio de 1823 en las aguas del Lago de Maracaibo,
definitiva de los españoles de nuestra tier
La independencia de Venezuela se logra por el sueño de Bolívar, Miranda y Rodriguez. Ellos buscaron crear un go
todos los derechos de los venezolanos, sin distinción de raza, etnia, o clase social, el sueño de los grandes, de los l
Patria, en la búsqueda de la felicidad, estabilidad y seguridad social del país. Grandes pensadores ilustrados que m
ideario
El instituto Nacional de Estadísticas (INE) celebra este día reafirmando la proclamación de nuestra independencia com
libres con derecho a una patria digna y soberana!.
La Conspiración de los
Mantuanos de 1808
Con este nombre se conoce la conjura que se produjo en
Caracas en 1808 y que se cuenta como uno de los
antecedentes más cercanos a los sucesos del 19 de abril de
1810. Encabezado por los mantuanos, el sector
económico-social más poderoso de la ciudad, dicho
movimiento pretendía constituir una Junta de Gobierno
que rigiese los destinos de la capitanía general de
Venezuela a raíz de la invasión de España por Napoleón.
En este sentido, a partir de los años comprendidos entre
1804 y 1805 se comenzó a experimentar un profundo
malestar económico en Venezuela debido a que las guerras
internacionales dificultaban el comercio exterior y hacían
disminuir el flujo de la plata que solía llegar de México.
Situación que se veía agravada ya que la corona española
tenía prohibido a sus colonias el comercio con los países
neutrales, como por ejemplo Estados Unidos. Otro motivo
de irritación para la clase mantuana venezolana, era la
exclusividad para el comercio de harinas que el ministro
español Manuel Godoy le había concedido a su cuñado el
marqués de Branciforte (ex virrey de México) y que éste
ejercía en Venezuela a través de su agente Francisco
Caballero Sarmiento. Por las razones antes expuestas,
cuando a Caracas llegaron desde la metrópoli las noticias
de la crisis política que supuso el despojo que sufrieron
Carlos IV y Fernando VI de la Corona España y de su
imperio por parte de Napoleón Bonaparte, quien se la
ofreció a su hermano José; los mantuanos siguiendo el
ejemplo de las juntas provinciales formadas en España
contra las fuerzas de ocupación francesas y de la Junta
Central instalada en Sevilla, que gobernó en nombre de
Fernando VII, decidieron hacer los mismo en Venezuela.
Los Acontecimientos
El 14 de julio de 1808 el bergantín de guerra francés
Serpent llegó al puerto de La Guaira; su capitán, Paul de
Lamanon, subió a Caracas el 15 y al mediodía se
entrevistó con el gobernador y capitán general Juan de las
Casas, a quien entregó uno documentos en los que el
Consejo de Indias, le anunciaba el ascenso de José I al
trono de España y de las Indias, ordenándole por tanto
reconocerlo como tal; lo que Casas no hizo de inmediato.
Al poco tiempo de difundirse la noticia en Caracas, estalló
una manifestación que recorrió la calles aclamando a
Fernando VII como único rey de España y gritando contra
Napoleón y los franceses. Entre las principales figuras que
participaron en este rechazo a la usurpación de la corona
española por parte de las fuerzas francesas se encontraban
Diego Jalón, José Félix Ribas, así como los criollos
Manuel de Matos Monserrate, Diego Melo Muñoz, y José
Martín Tovar Ponte, hijo de unos de los mantuanos más
importantes, el conde de Tovar. Ante estas circunstancias,
Casas que no había tomado ninguna determinación acerca
de las ordenes provenientes de la metrópoli, decidió
rehusar cumplir las órdenes traídas por Lamanon, teniendo
éste que regresar a La Guaira, donde se encontró con la
presencia de un buque inglés, la fragata Acasta, cuyo
capitán Beaver subió de inmediato a Caracas, anunciando
el levantamiento de los españoles contra los franceses y la
formación de las juntas en territorio español. La presencia
del capitán Beaver reforzó la decisión de reconocer como
única autoridad a Fernando VII, ante lo cual el Cabildo de
Caracas optó por apoyar a los manifestantes. Mientras
tanto, en La Guaira, la fragata inglesa, apresó al bergantín
inglés.
En los días siguientes creció la tensión entre el Cabildo de
Caracas, reducto de los mantuanos y el capitán general de
Las Casas, ya que los primeros abogaban por la formación
de juntas similares a las de España y a una mayor
liberalización del comercio exterior, lo cual rechazaba el
segundo, apoyado por la Real Audiencia y en especial por
su regente-visitador Joaquín de Mosquera y Figueroa.
Finalmente, ante las presiones y para calmar los ánimos, el
27 de julio de 1808, Casas le consultó al Ayuntamiento de
la ciudad sobre la posibilidad de crear en Caracas "una
Junta a ejemplo de la de Sevilla". Dos días después, el
cuerpo municipal dio su aprobación y señaló que podrían
firmarla 18 miembros en total, incluyendo al propio Casas
y a un representante "del pueblo". No obstante, la medida
no se llevó a cabo ya que al poco tiempo llegaron noticias
oficiales de España, según las cuales la Junta Suprema de
Sevilla ratificaba a Juan de las Casas y a las demás
autoridades en sus cargos. Por tanto, no hubo junta de
Caracas, siendo reconocida la de Sevilla, hecho que calmó
la agitación pero no hizo desaparecer el descontento de los
mantuanos. En este sentido, uno de los más ricos e
influyentes hacendados de Maracay, Antonio Fernández
de León manifestaba que al arrestar a Matos Monserrate y
a sus compañeros las autoridades habían cometido un acto
despótico. Por su parte, con el objeto de contrarrestar los
rumores, a veces bien fundados, que circulaban en Caracas
y otras poblaciones acerca de la crítica situación que
reinaba en España, Casas y el intendente Juan Vicente
Arce enviaron a buscar una imprenta a la isla de Trinidad,
que llegó a Venezuela en septiembre de 1808, y en la que
se publicó el 24 de octubre del mismo año, el primer
número de la Gaceta de Caracas.
El 24 de octubre de 1808, el marqués del Toro le entregó
al capitán general Casas una carta que desde Londres le
había escrito Francisco de Miranda el 20 de julio, en la
cual le incitaba a promover la instalación en Caracas a
través del Cabildo Municipal y a ponerse luego de acuerdo
con los cabildos de Santa Fe de Bogotá y de Quito para
lograr, según decía Miranda, "nuestra salvación e
independencia". Este acto de rechazo del marqués del
Toro a los planes de Miranda, era la expresión de la
expresión de dos grupos generacionales opuestos en el
seno de los mantuanos. En el primero se hallaban personas
de cierta edad (al cual pertenecía el marqués del Toro) a
las cuales no les interesaba sino una autonomía que a
través de la Junta de Sevilla les permitiera dirigir la
política venezolana dentro del imperio, y mantenerse
libres del dominio francés. En cuanto al segundo grupo, el
mismo estaba formado por jóvenes que se reunían en la
Cuadra Bolívar, y que parecían estar más inclinados a la
independencia. A pesar de la notable diferencia de
objetivos entre los mantuanos más viejos y los jóvenes, el
movimiento conspirativo recobró fuerzas a principios de
1808, cuando Antonio Fernández de León se trasladó a
Caracas y propuso al marqués del Toro y a José Félix
Ribas que se reanudasen las gestiones para formar una
junta, las cuales habían quedado suspendidas a comienzos
de agosto del mismo año a pesar haberse pronunciado el
Cabildo de Caracas afirmativamente a este respecto.
Producto de las reuniones efectuadas por los mantuanos,
se recogieron 45 firmas y en la noche del 24 de noviembre
de 1808, hallándose Juan de las Casas reunidos con
miembros del gobierno, le fue entregado a éste un oficio
de remisión suscrito por el conde de Tovar, el marqués del
Toro y Antonio Fernández de León. En este documento se
le pedía formalmente a Casas la formación de una Junta
Suprema en Caracas (aunque se decía, por pura fórmula,
que quedaría subordinada a la Junta Central de España) y
se autorizaba a 7 personas, para que unidas con el
gobernador capitán general y con el Cabildo de Caracas
organizasen la Junta, incorporando a ésta a los
representantes de otros gremios e instituciones de la
provincia.
Al poco tiempo de presentada el documento en el que se
solicitaba la formación de una Junta Central en Caracas,
comparecieron a la reunión con Casas representantes de
los cuerpos de milicias de pardos de Caracas, los valles de
Aragua y Valencia, capitaneados por Carlos Sánchez,
Pedro Arévalo, Muncio Colón y Juan Antonio Ponte,
quienes manifestaron su lealtad al Gobierno, protestando
contra el proyecto de establecer una Junta, que según ellos
podía estar orientada hacia la independencia, la cual
rechazaban al tiempo que ofrecían sus vidas en defensa de
"Fernando VII y su sabio Gobierno de Caracas". Tras la
llegada de los cuerpos de milicias de pardos, empezaron a
efectuarse en esa misma noche los arrestos de los
firmantes de la petición de la Junta, algunos de los cuales
quedaron en prisión, mientras otros eran confinados a en
sus haciendas u otros lugares fuera de la capital y otros
eran liberados tiempo después. De esta manera culminó la
conspiración. A los 8 conjurados que se les siguió causa
fueron el marqués del Toro, José Félix Ribas, José Tovar
Ponte, Pedro Palacios Blanco, Mariano Montilla, Juan
Nepomuceno Ribas, Nicolás Anzola y Luis López
Méndez. No obstante, el 4 de mayo de 1809 la causa les
fue sobreseída por parte de los fiscales Francisco Espejo y
Francisco Berrío, quedando finalmente en libertad.
El carácter religioso del 19 de abril
de 1810
AGOSTO 5, 2010 ENRIQUE VILORIA VERA
Si te gustó, ¡comparte!
Pinterest
Así, como si la religión católica hubiese ejercido una influencia más allá de las
ideas: sobre el tiempo, el Jueves Santo de 1810 tiene lugar la Revolución de
Caracas, en la que desempeña un papel fundamental, de manera individual, un
conjunto de sacerdotes. En efecto, es harto conocida la intervención del canónigo
José Cortés de Madariaga en los hechos y de otros clérigos que también firmarán
luego la célebre acta. Castillo Lara, en el ya mencionado discurso, narra:
“Una inspiración sacude a Roscio, quien manda a buscar al Canónigo José Cortez de
Madariaga con el Padre José Félix Blanco. O quizás fue éste el de la idea. No falta
quien afirme que fue obra de la casualidad al encontrarse Blanco con el Canónigo, y
a las preguntas de éste, le dio la información. Sin embargo, Dios debía tener su
mano metida allí, inspirando a los hombres. Una versión indica que el Padre Blanco,
corriendo apresurado con la sotana al hombro, se dirigió calle arriba a la Iglesia de la
Merced, donde estaba el Canónigo confesando. Interrumpió el Sacramento y a toda
prisa voló a las Casas del Ayuntamiento. Atraviesa la compacta multitud y junto con
el Padre José Francisco Ribas y Herrera se incorporan como Diputados del Clero”.
A las deliberaciones del Cabildo caraqueño son llamados a participar los pronuncios
de los 3 principales conventos de hombres establecidos en Caracas: agustinos,
franciscanos y mercedarios, al igual que el Padre Juan Antonio Rodríguez Queipo,
Rector del Seminario Arquidiocesano. Sin embargo, la invitación no se hizo
extensiva a los representantes del Cabildo Eclesiástico y del Arzobispado.
Por otra parte, es de subrayar que la jerarquía eclesiástica que regía el Arzobispado –
en condición de sede vacante desde la muerte del arzobispo Francisco de Ibarra – no
estuvo nunca comprometida con la gesta de abril. A su arribo al país, el 31 de julio
de 1810, el nuevo Arzobispo designado, Narciso Coll y Prat, antes de subir a
Caracas, fue obligado a prestar juramento ante el comandante de la plaza de La
Guaira, en el que expresó:
Todo ello pues dentro del espíritu expresado en 1810 cuando en su Alocución a los
habitantes de Venezuela, la Junta Suprema de Caracas expresó:
“Que la religión santa que hemos heredado de nuestros padres sea siempre para
nosotros y para nuestros descendientes el primer objeto de nuestro aprecio y el lazo
que más eficazmente pueda acercar a nuestras voluntades”.
Cabildo abierto
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
"Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810", cuadro de Pedro Subercaseaux, que representa el inicio
de la Revolución de Mayo en Argentina.
El cabildo abierto era una modalidad extraordinaria de reunión de los vecinos de las
ciudades hispanoamericanas, durante la colonización española, en caso de
emergencias o desastres. Usualmente, las ciudades coloniales estaban gobernadas
por cabildos coloniales, instituciones de tipo municipal integradas por funcionarios
designados por las autoridades coloniales, pero en casos de emergencia, el cabildo
podía convocar a cabildos abiertos integrados por los vecinos.
En el inicio de las Guerras de Independencia Hispanoamericana los cabildos abiertos
jugaron un papel decisivo, actuando como órganos de participación popular con
capacidad para destituir a las autoridades y establecer gobiernos autónomos.
Modernamente, algunos países hispanoamericanos denominan cabildos abiertos a las
asambleas populares convocadas por los gobiernos municipales con el fin de tratar y
decidir asuntos de importancia pública local.
El término se ha trasladado al lenguaje moderno para referirse a la realización de
reuniones populares abiertas con el fin de tomar decisiones.
Información personal
Nacimiento 27 de mayo de 1763
San José de Tiznados, Provincia de
Venezuela , Imperio Español
Nacionalidad Venezolana
Religión Cristianismo
Familia
Educación
Información profesional
Firma
El 2 de marzo de 1811 se instala el Primer Congreso Nacional, poniendo fin a la Junta y además se
de julio de 1811, se procede finalmente a firmar la Declaración de la Independencia, conformándo
El Acta del 19 de abril de 1810 es el documento que redactó el Cabildo de Caracas tras la sesi
emancipación de Venezuela. La sesión se realizó en el Ayuntamiento de Caracas (hoy Casa Amar
en rechazo a la ocupación napoleónica de España. Esto fue en vano y terminó con el establecimien
El acta está firmada por los asistentes al Cabildo de ese día, y actu
Municipal de Caracas. A veces es confundida con el Acta de la Declar
julio de 1811 y está en exhibición en el Palacio Federal Legislativo, sed
Foto:El Impulso
(Caracas, 19 de abril. Noticias24) – Hace 204 años se inició en Caracas una gesta
emancipadora que rompió definitivamente con el yugo español y abrió paso
al progreso político y social que se tradujo, un año más tarde, en la declaración
definitiva de la independencia de Venezuela y el inicio de la primera república.
DEFINICIÓN DE REVOLUCIÓN
FRANCESA
La revolución francesa fue un proceso social y político que tuvo
lugar entre 1789 y 1799 en Francia y que, con el tiempo, se extendió
a otros países. Entre sus principales consecuencias, aparece el
derrocamiento del rey Luis XVI, lo que supuso el fin del Antiguo
Régimen (un sistemadonde el poder recaía en una única persona y
donde no existía la movilidad social).
Es importante dar a conocer que existen varias causas que fueron las
que motivaron que se pusiera en marcha la citada Revolución
Francesa. En concreto, entre las mismas se encuentran el que en ese
momento existiera una burguesía que había ido ganando poder
económico y demandaba también un papel a nivel político, que la
monarquía fuera una institución cerrada y rígida, que existiera una
importante crisis económica, que las clases populares estuvieran muy
descontentas con la situación y que se hubieran ido extendiendo
nuevas ideas llamadas ilustradas.
ANUNCIOS
Los finales del siglo XIX corresponden al inicio de la segunda revolución industrial. En Europa,
Estados Unidos y Japón, las sociedades se desarrollaron a través de la electricidad, y del
petróleo. Las fábricas se volvieron más sofisticadas y eficaces. Los carros, por ejemplo,
empezaron a salir por miles de las cadenas de producción.
En medio de este crecimiento económico y tecnológico, estaban los obreros. Las empresas
requerían siempre más mano de obra para ampliar sus capacidades, y ciudades enteras se
formaron en torno a esta necesidad.
No obstante, no había todavía un marco legal fuerte para proteger a los trabajadores que
acompañara este desarrollo. Ni siquiera para los menores. Francia y Reino Unido fueron
entonces los países que usaron a más niños para sus diferentes industrias.
En el otro lado del Atlántico, Chicago se impuso como una de las cuñas de la industria
estadounidense. Al igual que en otras partes, los obreros se organizaron para exigir nuevos
derechos. El anarquismo estaba en plena expansión y bajo esta corriente ideológica se
manifiestaron las figuras del movimiento de los trabajadores de esta ciudad.
El 1 de mayo de 1886, se convocó a una huelga general por parte de varios sectores políticos
con el fin de exigir la implementación de la jornada laboral de ocho horas. Chicago respondió
masivamente y los anarquistas fueron unos de los pilares de este éxito. Sin embargo, la jornada
se vio ensombrecida por la muerte de un manifestante tras una carga de la policía. Tres días más
tarde, los líderes llamaron a una marcha para denunciar la violencia que se transformó en una
tragedia dejando varios fallecidos y una gran cantidad de lesionados.
Este evento, conocido como la masacre de Haymarket, fue un elemento constitutivo del Día
Internacional de los Trabajadores ya que su violencia llamó la atención en el mundo
industrializado más allá de las fronteras de Estados Unidos, particularmente dentro de los
movimientos obreros que se apropiaron rápidamente del 1 de mayo como un día de
conmemoración.
En 1886, en Chicago, el movimiento anarquista era muy activo. Sus publicaciones se difundían
en decenas de miles de ejemplares y en diferentes lenguas para que los trabajadores inmigrantes
pudieran interactuar con ellas. Los anarquistas apoyaron la demanda del resto del movimiento
obrero, pero siguieron teniendo objetivos más amplios.
Así lo resumió el profesor y activista Normand Baillargeon, en su libro “El orden sin el poder:
ayer y hoy del anarquismo”, “los anarquistas se comprometen –a la lucha por la jornada de ocho
horas– pero no pierden de vista su verdadero objetivo, que es la abolición del trabajo
asalariado”.
August Spies, una de las figuras del anarquismo en Estados Unidos, tomó la palabra ese 1 de
mayo de 1886 frente a una multitud de personas que siguieron esta huelga general. El evento se
desarrolló de manera pacífica hasta que 200 policías entraron en la multitud para reprimir el
movimiento.
Hay que resaltar que en todos los países en vías de industrialización, la represión marcó la
forma de proceder de las autoridades en ese entonces frente a los movimientos de trabajadores
que crecían. En Estados Unidos, los sindicatos fueron prohibidos hasta el año 1914.
Junto a algunos partidarios, August Spies difundió por escrito un llamado a la protesta en contra
de la violencia de la policía. La concentración tuvo lugar el 4 de mayo en el Haymarket Square
de Chicago. Una multitud de personas asistió al evento, incluso el alcalde de la ciudad, que
pretendía supervisar personalmente la seguridad.
Llovía. Los últimos discursos se pronunciaron y parecía que la manifestación estaba por
terminar. “De repente 80 policías aparecieron y se lanzaron hacia los marchantes”, relató
Baillargeon, “luego, saliendo de quien sabe dónde, se tira una bomba sobre los policías. Deja un
muerto y una decena de lesionados”.
La respuesta de las fuerzas de seguridad fue inmediata y contundente. Dispararon sobre los
obreros que seguían presentes, matando a varios y lesionando a muchos. “Una caza de brujas se
dio en toda la ciudad. Las autoridades querían culpables”, explicó Normand Baillargeon.
Aunque solamente tres de ellos estuvieron presentes durante esa noche, la policía arrestó a siete
líderes anarquistas, incluyendo a August Spies.
El juicio se abrió el 21 de junio de 1886. Según Baillargeon, fueron más símbolos que hechos.
“Es menos el juicio de estos hombres que el del movimiento obrero en general y
particularmente del anarquismo”. El 19 de agosto, seis de los siete acusados estuvieron
condenados a muerte. Las autoridades ahorcaron a Spies junto a dos de sus compañeros el 11 de
noviembre de 1887. Más de 1 millón de personas asistieron a los funerales de los “martirios de
Haymarket”.
Posteriormente fueron liberados los demás acusados y las autoridades reconocieron la inocencia
del grupo en los hechos ocurridos el 4 de mayo de 1886. Más como una herramienta política
que judicial, el lunes siguiente a la ejecución de los cuatro anarquistas, se informó a los obreros
que tenían que trabajar diez horas diarias.
El caso no se quedó en Estados Unidos y llegó hasta Europa. Las primicias de la globalización
económica estaban acompañadas de una creciente comunicación de los sectores obreros que
vivían bajo condiciones similares.
No fue sino hasta el 23 de abril de 1919 que el Senado francés ratificó la jornada laboral de
ocho horas y convirtió el 1 de mayo en día festivo. Por su parte, la Rusia bolchevique convirtió
a su vez esa fecha en feriado en 1920. Paradójicamente, en Estados Unidos (y en Canadá), la
fiesta del trabajo se celebra en septiembre.
Los orígenes del Día del Trabajador datan del siglo XIX. Con la llegada de la
Revolución Industrial y las producciones masivas, la explotación de millones
de personas en las fábricas alrededor del mundo provocó descontento y un
sentimiento de injusticia debido a que las jornadas laborales eran extenuantes
y los salarios, mínimos. Esto comenzó a generar movimientos sociales que
fueron organizándose para revelarse ante el modelo económico que estaba
oprimiéndoles.
El 1 de mayo fue señalado internacionalmente como Día del Trabajador en homenaje a los
huelguistas estadounidenses conocidos posteriormente como "Mártires de Chicago", quienes
participaron en la paralización de miles de fábricas durante las protestas de 1886, en varias
ciudades del país, las cuales exigían que se adaptara la jornada laboral a 8 horas diarias.
Dichas manifestaciones tuvieron consecuencias violentas, dejando víctimas mortales tanto en
el ataque a la Plaza Haymarket (4 de mayo de 1886), como un año después, el 11 de
noviembre de 1887, con la ejecución en la horca de cuatro dirigentes socialistas vinculados a
las protestas: Georg Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons y August Spies.
Fue el 30 de abril del 2012, hace exactamente hoy 5 años, cuando el Comandante
Hugo Chávez Fríasfirma una de las leyes más debatidas de nuestra historia
contemporánea. De hecho tras estampar su rúbrica hizo referencia a lo extenso que fue
la discusión de la novedosa legislación. “Tenemos una ley para la historia, producto de
un largo proceso de lucha”, dijo en ese entonces.
La Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y Trabajadoras(LOTTT) de
Venezuela surge en un contexto bien complejo en el mundo, porque se producía en
Estados Unidos(EE.UU.) y Europa(aglutinada en la Unión Europea), una crisis
laboral intensa, producto del derrumbe del capitalismo.
En contraposición a ese recorte de puestos de trabajo y a esa merma de los derechos de
los trabajadores en los grandes polos capitalistas; el Gobierno Bolivariano promueve, a
través de la LOTTT, la construcción de un nuevo modelo basado en la igualdad,
solidaridad y justicia social que beneficie al trabajador y a su familia.
Sin embargo, comoera de esperarse, la nueva ley fue criticada por empresarios privados
que argumentaron que no fueron consultados y por la oposición de derecha que la tildó
de “instrumento de campaña”.
Pero el texto legal fue elaborado con base a casi 20 mil propuestas recibidas por la
comisión presidencial para la discusión de la Ley, siendo el 90% proveniente de las
clases trabajadoras del país.
Cabe destacar que nuestra Carta Magna contiene el cuerpo de derechos laborales de
mayor vanguardia a nivel mundial, porque se le ha dado rango constitucional a la
intangibilidad y progresividad de los derechos laborales y, asimismo, garantiza
(Artículo 93) la estabilidad en el trabajo, refiere el abogado Antonio Espinoza Prieto en
su libro “Contribuciones a la reforma laboral”.
Las prestaciones sociales se definen como una compensación que obtiene el trabajador
por sus años de servicio en la empresa. Son un fondo de ahorros que le pertenece al
trabajador y que le sirve de respaldo o ayuda una vez que pasa a la condición de cesante
o jubilado. Este beneficio es depositado en entidades bancarias, con su respectiva
generación de intereses. En caso de ser trabajador activo, está en su derecho de
disponer, anticipadamente, de sus prestaciones para necesidades de vivienda, salud o
educación.
Con la LOTTT se les restituye a los trabajadores y trabajadoras el derecho de que sus
prestaciones sociales sean calculadas a partir del tiempo de servicio en la empresa y con
base al último salario devengado. Cabe recordar que durante la reforma parcial de la
LOT del año 1997, considerado como el acto legislativo más nefasto que se ha cometido
contra los trabajadores venezolanos, este derecho fue eliminado.
Este mismo principio será aplicado para los padres y, de igual manera, para el
matrimonio que adopte.
- Diurna, comprendida entre las 5:00 a.m. y las 7:00 p.m., la cual no podrá exceder de
ocho horas diarias ni de 40 horas semanales.
- Nocturna, comprendida entre las 7:00 p.m. y las 5:00 a.m., no podrá exceder de siete
horas diarias ni de 35 horas semanales.
El día sábado, por tanto, pasa a ser un día de descanso al igual que el domingo, y si es
laborado por el trabajador, el patrón deberá pagarle un recargo y otorgarle un día de
descanso durante la semana. Al respecto, las empresas tienen un año para adaptarse a
este nuevo esquema.
Derrotar la tercerización ha sido una de las batallas más arduas que ha llevado adelante
el gobierno del Presidente Chávez y, así, se ha consagrado en la LOTTT en los artículos
47 y 48.
En el Artículo 43, por ejemplo, se establece que todo patrono o patrona garantizará a sus
trabajadores o trabajadoras condiciones de seguridad, higiene y ambiente de trabajo
adecuados, y son responsables por los accidentes laborales ocurridos y enfermedades
ocupacionales acontecidas a los trabajadores y las trabajadoras.
Asimismo, en su Artículo 44 se indica que los patronos o patronas deben garantizar que
los Delegados y Delegadas de Prevención dispongan de facilidades para el
cumplimiento de sus funciones.
¡Justicia Social!
De esta manera, la LOTTT reivindica a la clase trabajadora, con su lucha emprendida
por años por los colectivos organizados, luchadores sociales, hombres y mujeres, para
garantizar condiciones dignas y seguras a los trabajadores en los procesos de trabajo.
Acta de la Declaración de la
Independencia de Venezuela
Índice
1Antecedentes
2Declaración de Independencia
o 2.1Elaboración y aprobación por el Congreso
3Juramento de la Independencia
4Hallazgo del Acta de Independencia
5Firmantes
6Contenido
7Decreto relacionado con el Acta de Independencia
8Referencias
9Enlaces externos
Antecedentes[editar]
Artículo principal: Revolución del 19 de abril de 1810
Juan Germán Roscio, el autor principal y firmante de la Declaración de Independencia.
Declaración de Independencia[editar]
Elaboración y aprobación por el Congreso [editar]
Firma del Acta de la Independencia en 1811 por Martín Tovar y Tovar (1883).
El 3 de julio en la Capilla Santa Rosa de Lima se inició el debate del Congreso, y el día
5 a comienzos de la tarde se procede a la votación que terminó hacia las 2:30 de la
tarde, resultando aprobada la Independencia con cuarenta votos a favor. De
inmediato, el Presidente del Congreso, diputado Juan Antonio Rodríguez, anunció que
estaba «Declarada solemnemente la Independencia absoluta de Venezuela».
En la misma tarde del 5 de julio el Congreso celebró otra sesión, en la que se acordó
redactar un documento, cuya elaboración fue encomendada al diputado Juan Germán
Roscio y al secretario del Congreso, Francisco Isnardi. En este documento debían
aparecer los motivos y causas que produjeron la Declaración de la Independencia,
para que sometido a la revisión del Congreso, sirviese de Acta y pasara al Poder
Ejecutivo.
El Acta fue aprobada el día 7 de julio por todos los diputados, con la sola excepción
del padre Fernando Vicente Maya, diputado por La Grita. Poco a poco la fueron
firmando los representantes, pasada al libro de Actas del Congreso el 17 de agosto,
hasta que el 18 de ese mes estamparon las últimas firmas.
Juramento de la Independencia[editar]
A consecuencia del decreto del ejecutivo publicado el 8 de julio de 1811, fue publicada
solemnemente el Acta de la Independencia el domingo 14 de julio en Caracas. Al
frente de la multitud que presenció los actos se hallaban los jóvenes hijos de José
María España, uno de los precursores y mártires de la Conspiración independentista
de 1797, quienes llevaban en alto la bandera tricolor diseñada por Miranda y aprobada
por el Congreso, siendo izada ese día en el Cuartel San Carlos y la Plaza Mayor.
El secretario de decretos del Poder Ejecutivo, José Tomás Santana, leyó en voz alta,
en las principales esquinas de Caracas, el Acta de Independencia. Ese mismo día
prestó juramento la Tropa congregada en la Plaza Mayor, actualmente la Plaza Bolívar
de Caracas.
El lunes 15 de julio se procedió en la sede del Congreso a la solemne jura de la
Independencia por parte de las principales autoridades: lo hicieron primero los
Diputados, luego el Poder Ejecutivo, después la Alta Corte de Justicia, el Gobernador
Militar de Caracas y el Arzobispo.
Firmantes[editar]
Arca que contiene el libro de actas del 5 de julio de 1811 en el Salón Elíptico del Palacio Federal
Legislativo.
Contenido[editar]
En el nombre de Dios Todopoderoso, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de
Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la
Confederación Americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y
considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y
legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la
ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin
nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la
fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos
humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos
acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía.
No queremos, sin embargo, empezar alegando los derechos que tiene todo país conquistado,
para recuperar su estado de propiedad e independencia; olvidamos generosamente la larga
serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado
indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores
de estos países, hechos de peor condición, por la misma razón que debía favorecerlos; y
corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América, sólo
presentaremos los hechos auténticos y notorios que han debido desprender y han desprendido
de derecho a un mundo de otro, en el trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta la
nación española.
Este desorden ha aumentado los males de la América, inutilizándole los recursos y
reclamaciones, y autorizando la impunidad de los gobernantes de España para insultar y
oprimir esta parte de la nación, dejándola sin el amparo y garantía de las leyes.
Es contrario al orden, imposible al gobierno de España, y funesto a la América, el que, teniendo
ésta un territorio infinitamente más extenso, y una población incomparablemente más
numerosa, dependa y esté sujeta a un ángulo peninsular del continente europeo.
Las sesiones y abdicaciones de Bayona, las jornadas del Escorial y de Aranjuez, y las órdenes
del lugarteniente duque de Berg, a la América, debieron poner en uso los derechos que hasta
entonces habían sacrificado los americanos a la unidad e integridad de la nación española.
Venezuela, antes que nadie, reconoció y conservó generosamente esta integridad por no
abandonar la causa de sus hermanos, mientras tuvo la menor apariencia de salvación.
América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y
conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado
más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba.
Cuantos Borbones concurrieron a las inválidas estipulaciones de Bayona, abandonando el
territorio español, contra la voluntad de los pueblos, faltaron, despreciaron y hollaron el deber
sagrado que contrajeron con los españoles de ambos mundos, cuando, con su sangre y sus
tesoros, los colocaron en el bono a despecho de la Casa de Austria; por esta conducta
quedaron inhábiles e incapaces de gobernar a un pueblo libre, a quien entregaron como un
rebaño de esclavos.
Los intrusos gobiernos que se abrogaron la representación nacional aprovecharon
pérfidamente las disposiciones que la buena fe, la distancia, la opresión y la ignorancia daban a
los americanos contra la nueva dinastía que se introdujo en España por la fuerza; y contra sus
mismos principios, sostuvieron entre nosotros la ilusión a favor de Fernando, para devorarnos y
vejarnos impunemente cuando más nos prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad, en
discursos pomposos y frases estudiadas, para encubrir el lazo de una representación
amañada, inútil y degradante.
Luego que se disolvieron, sustituyeron y destruyeron entre sí las varias formas de gobierno de
España, y que la ley imperiosa de la necesidad dictó a Venezuela el conservarse a sí misma
para ventilar y conservar los derechos de su rey y ofrecer un asilo a sus hermanos de Europa
contra los males que les amenazaban, se desconoció toda su anterior conducta, se variaron los
principios, y se llamó insurrección, perfidia e ingratitud, a lo mismo que sirvió de norma a los
gobiernos de España, porque ya se les cerraba la puerta al monopolio de administración que
querían perpetuar a nombre de un rey imaginario.
A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la
inviolabilidad de nuestros principios, contra la voluntad de nuestros hermanos de Europa, se
nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a
amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones de Europa
implorando sus auxilios para oprimirnos.
Sin hacer el menor aprecio de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo,
y sin otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa incomunicación con
nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados,
contra nuestra expresa voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de
nuestros intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos.
Para sofocar y anonadar los efectos de nuestra representación, cuando se vieron obligados a
concedérnosla, nos sometieron a una tarifa mezquina y diminuta y sujetaron a la voz pasiva de
los ayuntamientos, degradados por el despotismo de los gobernadores, la forma de la elección;
lo que era un insulto a nuestra sencillez y buena fe, más bien que una consideración a nuestra
incontestable importancia política.
Sordos siempre a los gritos de nuestra justicia, han procurado los gobiernos de España
desacreditar todos nuestros esfuerzos declarando criminales y sellando con la infamia, el
cadalso y la confiscación, todas las tentativas que, en diversas épocas, han hecho algunos
americanos para la felicidad de su país, como lo fue la que últimamente nos dictó la propia
seguridad, para no ser envueltos en el desorden que presentíamos, y conducidos a la
horrorosa suerte que vamos ya a apartar de nosotros para siempre; con esta atroz política, han
logrado hacer a nuestros hermanos insensibles a nuestras desgracias, armarlos contra
nosotros, borrar de ellos las dulces impresiones de la amistad y de la consanguinidad, y
convertir en enemigos una parte de nuestra gran familia.
Cuando nosotros, fieles a nuestras promesas, sacrificábamos nuestra seguridad y dignidad civil
por no abandonar los derechos que generosamente conservamos a Fernando de Borbón,
hemos visto que a las relaciones de la fuerza que le ligaban con el Emperador de los franceses
ha añadido los vínculos de sangre y amistad, por lo que hasta los gobiernos de España han
declarado ya su resolución de no reconocerle sino condicionalmente.
En esta dolorosa alternativa hemos permanecido tres años en una indecisión y ambigüedad
política, tan funesta y peligrosa, que ella sola bastaría a autorizar la resolución que la fe de
nuestras promesas y los vínculos de la fraternidad nos habían hecho diferir; hasta que la
necesidad nos ha obligado a ir más allá de lo que nos propusimos, impelidos por la conducta
hostil y desnaturalizada de los gobiernos de España, que nos ha relevado del juramento
condicional con que hemos sido llamados a la augusta representación que ejercemos.
Mas nosotros, que nos gloriamos de fundar nuestro proceder en mejores principios, y que no
queremos establecer nuestra felicidad sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y
declaramos como amigos nuestros, compañeros de nuestra suerte, y participes de nuestra
felicidad, a los que, unidos con nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la religión,
han sufrido los mismos males en el anterior orden; siempre que, reconociendo nuestra absoluta
independencia de él y de toda otra dominación extraña, nos ayuden a sostenerla con su vida,
su fortuna y su opinión, declarándolos y reconociéndolos (como a todas las demás naciones)
en guerra enemigos, y en paz amigos, hermanos y compatriotas.
En atención a todas estas sólidas, públicas e incontestables razones de política, que tanto
persuaden la necesidad de recobrar la dignidad natural, que el orden de los sucesos nos ha
restituido, en uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo
pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos,
creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de
España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no
depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencies de la tierra, el puesto
igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los
acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad.
Sin embargo de que conocemos las dificultades que trae consigo y las obligaciones que nos
impone el rango que vamos a ocupar en el orden político del mundo, y la influencia poderosa
de las formas y habitudes a que hemos estado, a nuestro pesar, acostumbrados, también
conocemos que la vergonzosa sumisión a ellas, cuando podemos sacudirlas, sería más
ignominiosa para nosotros, y más funesta para nuestra posteridad, que nuestra larga y penosa
servidumbre, y que es ya de nuestro indispensable deber proveer a nuestra conservación,
seguridad y felicidad, variando esencialmente todas las formas de nuestra anterior constitución.
Por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el respeto que debemos a las
opiniones del género humano y a la dignidad de las demás naciones, en cuyo número vamos a
entrar, y con cuya comunicación y amistad contamos, nosotros, los representantes de las
Provincias Unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro
proceder y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios,
y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su providencia nos restituye
el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión
de Jesucristo. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso
pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y
deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y
que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se
dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente
tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general
de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio,
límite y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones
libres e independientes.
Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, demos y
empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el
sagrado de nuestro honor nacional.
Dada en el Palacio Federal y de Caracas, firmada de nuestra mano, sellada con el gran sello
provisional de la Confederación, refrendada por el Secretario del Congreso, a cinco días del
mes de julio del año de mil ochocientos once, el primero de nuestra independencia.
Por la provincia de Caracas, Isidoro Antonio López Méndez, diputado de la ciudad de Caracas;
Juan Germán Roscio, por el partido de la villa de Calabazo; Felipe Fermín Paul, por el partido
de San Sebastián; Francisco Javier Ustáriz, por el partido de San Sebastián; Nicolás de Castro,
diputado de Caracas; Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Presidente, diputado de Nutrias, en
Barinas; Luis Ignacio Mendoza, Vicepresidente, diputado de Obispos, en Barinas; Fernando de
Peñalver, diputado de Valencia; Gabriel Pérez de Pagola, diputado de Ospino; Salvador
Delgado, diputado de Nirgua; el Marqués del Toro, diputado de la ciudad de El Tocuyo; Juan
Antonio Díaz Argote, diputado de la Villa de Cura; Gabriel de Ponte, diputado de Caracas; Juan
José Maya, diputado de San Felipe; Luis José de Cazorla, diputado de Valencia; doctor José
Vicente Unda, diputado de Guanare; Francisco Javier Yanes, diputado de Araure; Fernando
Rodríguez del Toro, diputado de Caracas; Martín Tovar Ponte, diputado de San Sebastián;
Juan Toro, diputado de Valencia; José Ángel de Álamo, diputado de Barquisimeto; Francisco
Hernández, diputado de San Carlos; Lino de Clemente, diputado de Caracas.
Por la provincia de Cumaná, Francisco Javier de Mayz, diputado de la capital; José Gabriel de
Alcalá, diputado de ídem; Juan Bermúdez, diputado del Sur; Mariano de la Cova, diputado del
Norte.
Por la de Barcelona, Francisco Miranda, diputado del Pao; Francisco Policarpo Ortiz, diputado
de San Diego.
Por la de Barinas, Juan Nepomuceno de Quintana, diputado de Achaguas; Ignacio Fernández,
diputado de la capital de Barinas; Ignacio Ramón Briceño, representante de Pedraza; José de
Sata y Bussy, diputado de San Fernando de Apure; José Luis Cabrera, diputado de Guanarito;
Ramón Ignacio Méndez, diputado de Guasdualito; Manuel Palacio, diputado de Mijagual.
Por la de Margarita, Manuel Plácido Maneyro.
Por la de Mérida, Antonio Nicolás Briceño, diputado de Mérida; Manuel Vicente de Maya,
diputado de La Grita.
Por la de Trujillo, Juan Pablo Pacheco.
Por la villa de Aragua, provincia de Barcelona, José María Ramírez.
Refrendado: Hay un sello. Francisco Isnardy, Secretario. 8