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Día de la independencia de Venezuela - 19 de abril

El 19 de abril de 1810 se celebra el Día de la Independencia de Venezuela. Este


fue un proceso emancipador desarrollado entre 1810 y 1823 con el fin de romper
los lazos coloniales que existían entre la entonces Capitanía General de Venezuela
y el Imperio Español. Los factores primordiales para lograr la independencia de
Venezuela, fueron los ideales libertarios de nuestros próceres, los intereses de los
blancos criollos, las ideas del Enciclopedismo, la Ilustración, la independencia de
los Estados Unidos, y la Revolución Francesa. Ese mismo año (1810), el pueblo
rechaza el mandato de Vicente Emparan, renunciando este a su cargo; luego de
esto se instalan las primeras autoridades de gobierno venezolanas en la historia o
la Junta suprema de Caracas. El 2 de marzo de 1811, se instala el primer
Congreso de Venezuela, oficializando la Primera República.

El ideario independentista toma forma y alcanza su punto más álgido con la redacción y firma del Acta de la Declara
el 5 de julio de 1811, esta escritura fue creada por Juan Germán Roscio y explica los motivos para declarar la inde
provincias españolas pertenecientes a la entonces Capitanía General de Venezuela. Con ésta declaración se inicia Ofi
Independencia de Venezuela, la cual duró aproximadamente 13 años, librada entre la república de Venezuela y
suceso sello definitivamente nuestra independencia venezolana, teniendo gran repercusión en

El 24 de junio de 1821 se libra la más importante batalla terrestre por la independencia del País, la batalla de
proceso emancipador venezolano, la última batalla se da el 24 de julio de 1823 en las aguas del Lago de Maracaibo,
definitiva de los españoles de nuestra tier

La independencia de Venezuela se logra por el sueño de Bolívar, Miranda y Rodriguez. Ellos buscaron crear un go
todos los derechos de los venezolanos, sin distinción de raza, etnia, o clase social, el sueño de los grandes, de los l
Patria, en la búsqueda de la felicidad, estabilidad y seguridad social del país. Grandes pensadores ilustrados que m
ideario

El instituto Nacional de Estadísticas (INE) celebra este día reafirmando la proclamación de nuestra independencia com
libres con derecho a una patria digna y soberana!.

¡Feliz Día de la Independencia!

La Conspiración de los
Mantuanos de 1808
Con este nombre se conoce la conjura que se produjo en
Caracas en 1808 y que se cuenta como uno de los
antecedentes más cercanos a los sucesos del 19 de abril de
1810. Encabezado por los mantuanos, el sector
económico-social más poderoso de la ciudad, dicho
movimiento pretendía constituir una Junta de Gobierno
que rigiese los destinos de la capitanía general de
Venezuela a raíz de la invasión de España por Napoleón.
En este sentido, a partir de los años comprendidos entre
1804 y 1805 se comenzó a experimentar un profundo
malestar económico en Venezuela debido a que las guerras
internacionales dificultaban el comercio exterior y hacían
disminuir el flujo de la plata que solía llegar de México.
Situación que se veía agravada ya que la corona española
tenía prohibido a sus colonias el comercio con los países
neutrales, como por ejemplo Estados Unidos. Otro motivo
de irritación para la clase mantuana venezolana, era la
exclusividad para el comercio de harinas que el ministro
español Manuel Godoy le había concedido a su cuñado el
marqués de Branciforte (ex virrey de México) y que éste
ejercía en Venezuela a través de su agente Francisco
Caballero Sarmiento. Por las razones antes expuestas,
cuando a Caracas llegaron desde la metrópoli las noticias
de la crisis política que supuso el despojo que sufrieron
Carlos IV y Fernando VI de la Corona España y de su
imperio por parte de Napoleón Bonaparte, quien se la
ofreció a su hermano José; los mantuanos siguiendo el
ejemplo de las juntas provinciales formadas en España
contra las fuerzas de ocupación francesas y de la Junta
Central instalada en Sevilla, que gobernó en nombre de
Fernando VII, decidieron hacer los mismo en Venezuela.
Los Acontecimientos
El 14 de julio de 1808 el bergantín de guerra francés
Serpent llegó al puerto de La Guaira; su capitán, Paul de
Lamanon, subió a Caracas el 15 y al mediodía se
entrevistó con el gobernador y capitán general Juan de las
Casas, a quien entregó uno documentos en los que el
Consejo de Indias, le anunciaba el ascenso de José I al
trono de España y de las Indias, ordenándole por tanto
reconocerlo como tal; lo que Casas no hizo de inmediato.
Al poco tiempo de difundirse la noticia en Caracas, estalló
una manifestación que recorrió la calles aclamando a
Fernando VII como único rey de España y gritando contra
Napoleón y los franceses. Entre las principales figuras que
participaron en este rechazo a la usurpación de la corona
española por parte de las fuerzas francesas se encontraban
Diego Jalón, José Félix Ribas, así como los criollos
Manuel de Matos Monserrate, Diego Melo Muñoz, y José
Martín Tovar Ponte, hijo de unos de los mantuanos más
importantes, el conde de Tovar. Ante estas circunstancias,
Casas que no había tomado ninguna determinación acerca
de las ordenes provenientes de la metrópoli, decidió
rehusar cumplir las órdenes traídas por Lamanon, teniendo
éste que regresar a La Guaira, donde se encontró con la
presencia de un buque inglés, la fragata Acasta, cuyo
capitán Beaver subió de inmediato a Caracas, anunciando
el levantamiento de los españoles contra los franceses y la
formación de las juntas en territorio español. La presencia
del capitán Beaver reforzó la decisión de reconocer como
única autoridad a Fernando VII, ante lo cual el Cabildo de
Caracas optó por apoyar a los manifestantes. Mientras
tanto, en La Guaira, la fragata inglesa, apresó al bergantín
inglés.
En los días siguientes creció la tensión entre el Cabildo de
Caracas, reducto de los mantuanos y el capitán general de
Las Casas, ya que los primeros abogaban por la formación
de juntas similares a las de España y a una mayor
liberalización del comercio exterior, lo cual rechazaba el
segundo, apoyado por la Real Audiencia y en especial por
su regente-visitador Joaquín de Mosquera y Figueroa.
Finalmente, ante las presiones y para calmar los ánimos, el
27 de julio de 1808, Casas le consultó al Ayuntamiento de
la ciudad sobre la posibilidad de crear en Caracas "una
Junta a ejemplo de la de Sevilla". Dos días después, el
cuerpo municipal dio su aprobación y señaló que podrían
firmarla 18 miembros en total, incluyendo al propio Casas
y a un representante "del pueblo". No obstante, la medida
no se llevó a cabo ya que al poco tiempo llegaron noticias
oficiales de España, según las cuales la Junta Suprema de
Sevilla ratificaba a Juan de las Casas y a las demás
autoridades en sus cargos. Por tanto, no hubo junta de
Caracas, siendo reconocida la de Sevilla, hecho que calmó
la agitación pero no hizo desaparecer el descontento de los
mantuanos. En este sentido, uno de los más ricos e
influyentes hacendados de Maracay, Antonio Fernández
de León manifestaba que al arrestar a Matos Monserrate y
a sus compañeros las autoridades habían cometido un acto
despótico. Por su parte, con el objeto de contrarrestar los
rumores, a veces bien fundados, que circulaban en Caracas
y otras poblaciones acerca de la crítica situación que
reinaba en España, Casas y el intendente Juan Vicente
Arce enviaron a buscar una imprenta a la isla de Trinidad,
que llegó a Venezuela en septiembre de 1808, y en la que
se publicó el 24 de octubre del mismo año, el primer
número de la Gaceta de Caracas.
El 24 de octubre de 1808, el marqués del Toro le entregó
al capitán general Casas una carta que desde Londres le
había escrito Francisco de Miranda el 20 de julio, en la
cual le incitaba a promover la instalación en Caracas a
través del Cabildo Municipal y a ponerse luego de acuerdo
con los cabildos de Santa Fe de Bogotá y de Quito para
lograr, según decía Miranda, "nuestra salvación e
independencia". Este acto de rechazo del marqués del
Toro a los planes de Miranda, era la expresión de la
expresión de dos grupos generacionales opuestos en el
seno de los mantuanos. En el primero se hallaban personas
de cierta edad (al cual pertenecía el marqués del Toro) a
las cuales no les interesaba sino una autonomía que a
través de la Junta de Sevilla les permitiera dirigir la
política venezolana dentro del imperio, y mantenerse
libres del dominio francés. En cuanto al segundo grupo, el
mismo estaba formado por jóvenes que se reunían en la
Cuadra Bolívar, y que parecían estar más inclinados a la
independencia. A pesar de la notable diferencia de
objetivos entre los mantuanos más viejos y los jóvenes, el
movimiento conspirativo recobró fuerzas a principios de
1808, cuando Antonio Fernández de León se trasladó a
Caracas y propuso al marqués del Toro y a José Félix
Ribas que se reanudasen las gestiones para formar una
junta, las cuales habían quedado suspendidas a comienzos
de agosto del mismo año a pesar haberse pronunciado el
Cabildo de Caracas afirmativamente a este respecto.
Producto de las reuniones efectuadas por los mantuanos,
se recogieron 45 firmas y en la noche del 24 de noviembre
de 1808, hallándose Juan de las Casas reunidos con
miembros del gobierno, le fue entregado a éste un oficio
de remisión suscrito por el conde de Tovar, el marqués del
Toro y Antonio Fernández de León. En este documento se
le pedía formalmente a Casas la formación de una Junta
Suprema en Caracas (aunque se decía, por pura fórmula,
que quedaría subordinada a la Junta Central de España) y
se autorizaba a 7 personas, para que unidas con el
gobernador capitán general y con el Cabildo de Caracas
organizasen la Junta, incorporando a ésta a los
representantes de otros gremios e instituciones de la
provincia.
Al poco tiempo de presentada el documento en el que se
solicitaba la formación de una Junta Central en Caracas,
comparecieron a la reunión con Casas representantes de
los cuerpos de milicias de pardos de Caracas, los valles de
Aragua y Valencia, capitaneados por Carlos Sánchez,
Pedro Arévalo, Muncio Colón y Juan Antonio Ponte,
quienes manifestaron su lealtad al Gobierno, protestando
contra el proyecto de establecer una Junta, que según ellos
podía estar orientada hacia la independencia, la cual
rechazaban al tiempo que ofrecían sus vidas en defensa de
"Fernando VII y su sabio Gobierno de Caracas". Tras la
llegada de los cuerpos de milicias de pardos, empezaron a
efectuarse en esa misma noche los arrestos de los
firmantes de la petición de la Junta, algunos de los cuales
quedaron en prisión, mientras otros eran confinados a en
sus haciendas u otros lugares fuera de la capital y otros
eran liberados tiempo después. De esta manera culminó la
conspiración. A los 8 conjurados que se les siguió causa
fueron el marqués del Toro, José Félix Ribas, José Tovar
Ponte, Pedro Palacios Blanco, Mariano Montilla, Juan
Nepomuceno Ribas, Nicolás Anzola y Luis López
Méndez. No obstante, el 4 de mayo de 1809 la causa les
fue sobreseída por parte de los fiscales Francisco Espejo y
Francisco Berrío, quedando finalmente en libertad.
El carácter religioso del 19 de abril
de 1810
AGOSTO 5, 2010 ENRIQUE VILORIA VERA
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Imbuida de religiosidad en sus antecedentes y ejecutorias estuvo la Revolución


caraqueña de 1810. La fidelidad a la religión católica fue una constante significativa
del proceso de conquista, colonización y administración de las Indias. Diversos
analistas de lo acontecido en Caracas en abril de 1810 señalan, en consecuencia, la
importancia que la doctrina teológica escolástica tuvo sobre la soberanía en los
procesos independentistas latinoamericanos. En efecto, se señala que junto a los
postulados de la Revolución Americana o de la Revolución Francesa, la reacción
contra el Regalismo que en materia religiosa sustentaba la Corona española, debe ser
muy tenida en cuenta al momento de analizar las motivaciones de la gesta
emancipadora americana. En este orden de ideas Rodrigo Conde sostiene:
“La palabra regalismo, significa en la historia de la Iglesia la intromisión ilegitima
de los gobernantes en materia religiosa. Si los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II,
tendían a un cierto centralismo y regalismo, con la llegada de los Borbones se
acrecentó la intervención real. Esta dinastía, entendió el Patronato como una parte
inherente de su soberanía que como una serie de concesiones papales (…) Con los
Borbones, a comienzo del siglo XVIII, el rey tenía en sus manos la regalía del
Patronato con el derecho de representación, el uso del exequátur (pase) regio, el del
recurso de fuerza, el vicario regio de Indias y una escuela de leguleyos que sostenían
tales derechos (…) Contrastando con la complacencia de esos juristas estaban los
que apoyaban el origen popular del poder, el derecho a la rebelión contra el soberano
que se había precipitado en la tiranía y la necesidad de preservar los derechos de la
libertad de la Iglesia (…) Esta mentalidad imperante influyó ciertamente en la mente
de los hombres de la primera hora republicana (…) Por esta razón avalarán el
derecho de rebelión contra España y justificarán la Independencia.” (Febres, 2010,
72 y 73).

María Eugenia Talavera, por su parte, sustenta lo siguiente:

“Es de tomar en cuenta que, la religión y la defensa de la patria estuvieron unidas en


el proceso de levantamiento contra el imperio español. En el conflicto bélico la
Iglesia y sus ministros tuvieron un papel preponderante como protagonistas del
proceso, pues muchos de ellos estuvieron adscritos a favor del régimen republicano,
bien participando como soldados directamente en la guerra, bien a través de prédicas
públicas (sermones), conversaciones privadas a favor de la causa patriota, asimismo,
participaron activamente en la reunión y adoctrinamiento de los feligreses para
tomar las armas, proveyendo apoyo logístico a las tropas, donando dinero a la causa
entre muchas otras actividades. Igualmente, no dejaron de tener una participación
política activa como integrantes del Cabildo de Caracas durante los sucesos del 19
de abril de 1810 y la Junta de defensa de los Derechos del Rey Fernando VII frente a
la invasión de Napoleón Bonaparte en España en 1808.” (Febres, 2010, 149).

Así, como si la religión católica hubiese ejercido una influencia más allá de las
ideas: sobre el tiempo, el Jueves Santo de 1810 tiene lugar la Revolución de
Caracas, en la que desempeña un papel fundamental, de manera individual, un
conjunto de sacerdotes. En efecto, es harto conocida la intervención del canónigo
José Cortés de Madariaga en los hechos y de otros clérigos que también firmarán
luego la célebre acta. Castillo Lara, en el ya mencionado discurso, narra:
“Una inspiración sacude a Roscio, quien manda a buscar al Canónigo José Cortez de
Madariaga con el Padre José Félix Blanco. O quizás fue éste el de la idea. No falta
quien afirme que fue obra de la casualidad al encontrarse Blanco con el Canónigo, y
a las preguntas de éste, le dio la información. Sin embargo, Dios debía tener su
mano metida allí, inspirando a los hombres. Una versión indica que el Padre Blanco,
corriendo apresurado con la sotana al hombro, se dirigió calle arriba a la Iglesia de la
Merced, donde estaba el Canónigo confesando. Interrumpió el Sacramento y a toda
prisa voló a las Casas del Ayuntamiento. Atraviesa la compacta multitud y junto con
el Padre José Francisco Ribas y Herrera se incorporan como Diputados del Clero”.

A las deliberaciones del Cabildo caraqueño son llamados a participar los pronuncios
de los 3 principales conventos de hombres establecidos en Caracas: agustinos,
franciscanos y mercedarios, al igual que el Padre Juan Antonio Rodríguez Queipo,
Rector del Seminario Arquidiocesano. Sin embargo, la invitación no se hizo
extensiva a los representantes del Cabildo Eclesiástico y del Arzobispado.

Por otra parte, es de subrayar que la jerarquía eclesiástica que regía el Arzobispado –
en condición de sede vacante desde la muerte del arzobispo Francisco de Ibarra – no
estuvo nunca comprometida con la gesta de abril. A su arribo al país, el 31 de julio
de 1810, el nuevo Arzobispo designado, Narciso Coll y Prat, antes de subir a
Caracas, fue obligado a prestar juramento ante el comandante de la plaza de La
Guaira, en el que expresó:

“… no reconocer otra soberanía que la del expresado Señor Fernando VII,


representada en la suprema junta erigida en la capital de esta provincia con el título
de conservadora de los derechos de S.M. mientras dure el cautiverio de su real
persona, ó por el voto espontáneo y libre de sus dominios se establezca otra forma
de gobierno capaz de ejercer la soberanía en todas ellas…”.

Este reconocimiento de la soberanía de la Junta fue ratificado por el nuevo


Arzobispo en Pastoral emitida el 15 de agosto de 1810.

La influencia de la religión sobre la concepción de la nueva República no se hace


esperar, son variadas las posiciones que se esgrimen con el fin de conciliar la fe con
la ideología. Uno de los más conspicuos revolucionarios de abril, Juan Germán
Roscio, católico confeso y liberal a toda prueba, sustenta la posibilidad de establecer
un “Republicanismo Cristiano”. Sobre esta alianza entre la religión y la política,
María Eugenia Talavera señala:
“Según Roscio es posible conjugar el ser cristiano en una sociedad defensora de las
libertades individuales, para ello es necesario enlazar la razón y la fe para consumar
el matrimonio entre el cristianismo y el liberalismo. Para fundamentar esta idea se
apoyó en el Antiguo Testamento para tratar de demostrar que no existía ninguna
contradicción entre ser católico y tener una postura política liberal. Considera que es
necesario depurar la religión, liberarla de la política para demostrar que es posible
hacer una lectura republicana del catolicismo, basándose en el principio necesario
para “desmonarquizar” las nuevas sociedades”. (Febres, 2010, 151 y 152).

Esta influencia de la religión Católica sobre el proceso emancipador que se gesta el


19 de abril se hace más manifiesta al momento de declararse la Independencia
Venezolana y de aprobarse la Constitución de 1811. En efecto, recordemos que el
Acta de Independencia comienza invocando a la Divinidad: “en nombre de Dios
Todopoderoso”.

Por su parte, la primera Constitución venezolana de 1811 declaraba:

“La religión Católica, Apostólica, Romana, es también la del estado, y la única, y


exclusiva de los habitantes de Venezuela. Su protección, conservación, pureza e
inviolabilidad será uno de los primeros deberes de la Representación nacional ; que
no permitirá jamás en todo el territorio de la Confederación ningún otro culto
público, ni privado, ni doctrina contraria a la de Jesu – Christo”.

Todo ello pues dentro del espíritu expresado en 1810 cuando en su Alocución a los
habitantes de Venezuela, la Junta Suprema de Caracas expresó:

“Que la religión santa que hemos heredado de nuestros padres sea siempre para
nosotros y para nuestros descendientes el primer objeto de nuestro aprecio y el lazo
que más eficazmente pueda acercar a nuestras voluntades”.

Cabildo abierto
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"Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810", cuadro de Pedro Subercaseaux, que representa el inicio
de la Revolución de Mayo en Argentina.

El cabildo abierto era una modalidad extraordinaria de reunión de los vecinos de las
ciudades hispanoamericanas, durante la colonización española, en caso de
emergencias o desastres. Usualmente, las ciudades coloniales estaban gobernadas
por cabildos coloniales, instituciones de tipo municipal integradas por funcionarios
designados por las autoridades coloniales, pero en casos de emergencia, el cabildo
podía convocar a cabildos abiertos integrados por los vecinos.
En el inicio de las Guerras de Independencia Hispanoamericana los cabildos abiertos
jugaron un papel decisivo, actuando como órganos de participación popular con
capacidad para destituir a las autoridades y establecer gobiernos autónomos.
Modernamente, algunos países hispanoamericanos denominan cabildos abiertos a las
asambleas populares convocadas por los gobiernos municipales con el fin de tratar y
decidir asuntos de importancia pública local.
El término se ha trasladado al lenguaje moderno para referirse a la realización de
reuniones populares abiertas con el fin de tomar decisiones.

Juan Germán Roscio


Político, abogado e ideólogo del movimiento independentista de
Venezuela (San José de Tiznados, Guárico, 1763 - Cúcuta, Colombia,
1821). Obtuvo con honores el doctorado en Derecho Canónico en
1794 y en Derecho Civil en 1800 en la Universidad de Caracas.
Desempeñó algunos cargos públicos en la administración colonial,
después de un largo litigio para ser admitido en el Colegio de
Abogados.
Juan Germán Roscio

Fue uno de los principales promotores del movimiento del 19 de abril


de 1810; intervino como «diputado del pueblo» en el Cabildo
celebrado ese día, que no reconoció la autoridad del gobernador y
capitán general de Venezuela, Vicente de Emparan. Asistió como
diputado por Calabozo al Congreso Constituyente en 1811 y fue el
principal redactor del Acta de Independencia y de la Constitución de
Venezuela.

Hecho prisionero por los realistas en 1812, junto a otros siete


republicanos tildados de «monstruos», fue enviado a un presidio
español en Ceuta, al norte de África. Roscio y otros prisioneros
lograron fugarse en 1814 y llegaron a Gibraltar, donde el gobernador
inglés los entregó a las autoridades españolas, lo cual suscitó un gran
escándalo en Inglaterra, siendo liberados a continuación.

Roscio se trasladó a Filadelfia, donde publicó su obra más


conocida: Triunfo de la libertad sobre el despotismo. Viajó a Angostura en
1818 para participar activamente en la reconstrucción de la
República, incorporándose como diputado por Caracas al Congreso de
Angostura. Simón Bolívar lo designó vocal del Consejo de Estado,
desempeñando además los cargos de director general de Rentas,
vicepresidente del Departamento de Venezuela y vicepresidente
interino de la República de Colombia.
Juan Germán Roscio
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Juan Germán Roscio Nieves

Diputado del Congreso de Angostura

15 de febrero de 1819-31 de julio de 1821

1.º Ministro de Relaciones Exteriores

25 de abril de 1810-2 de marzo de 1811

Presidente Cristóbal Mendoza

Predecesor Cargo Creado

Sucesor Pedro Gual

Información personal
Nacimiento 27 de mayo de 1763
San José de Tiznados, Provincia de
Venezuela , Imperio Español

Fallecimiento 10 de marzo de 1821 (57 años)


Cúcuta, Gran Colombia

Nacionalidad Venezolana

Religión Cristianismo

Familia

Padres José Cristóbal Roscio y Paula María


Nieves

Educación

Educado en Universidad Central de Venezuela

Información profesional

Ocupación Abogado, periodista, escritor y político

Obras Acta de la Declaración de Independencia


notables de Venezuela y Constitución de los
Estados de Venezuela

Firma

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Juan Germán Roscio Nieves (San Francisco de Tiznados, Estado Guárico, 27 de


mayo de 1763-Cúcuta, Colombia, 10 de marzode 1821) fue un abogado, periodista,
escritor y político venezolano, fue redactor de La Gazeta de Caracas y director
del Correo del Orinoco, primer canciller, jefe del ejecutivo durante la Primera República
de Venezuela, inspirador y redactor del Acta de Proclamación de la Independencia (19
de abril de 1810), del Acta de la Independencia (5 de julio de 1811), del Reglamento
Electoral para la elección del Primer Congreso; de la Primera Constitución de
Venezuela y Nuestra América, Presidente del Congreso de Angostura de 1819 y
vicepresidente de la Gran Colombia.
19 de Abril de 1810: Proclamación de la Independencia
Un jueves santo de 1810, específicamente el 19 de abril se inició en Caracas el comienzo de una e
de importantes sectores de las fuerzas armadas, tanto de los batallones de veteranos como de milic
y capitán general Vicente Emparan y a los demás altos funcionarios españoles, enviándolos al exil
impacto en los campos político, económico, social y cultural no sólo de Venezuela sino de toda Su
La revolución del 19 de abril de 1810 marcó el inicio de la lucha por la independencia del dom
Cabildo de Caracas, dando paso a la formación de la

El 2 de marzo de 1811 se instala el Primer Congreso Nacional, poniendo fin a la Junta y además se
de julio de 1811, se procede finalmente a firmar la Declaración de la Independencia, conformándo
El Acta del 19 de abril de 1810 es el documento que redactó el Cabildo de Caracas tras la sesi
emancipación de Venezuela. La sesión se realizó en el Ayuntamiento de Caracas (hoy Casa Amar
en rechazo a la ocupación napoleónica de España. Esto fue en vano y terminó con el establecimien

El acta está firmada por los asistentes al Cabildo de ese día, y actu
Municipal de Caracas. A veces es confundida con el Acta de la Declar
julio de 1811 y está en exhibición en el Palacio Federal Legislativo, sed

Protagonistas del 19 de Abril de


1810
BY ALBERTO MORATTI · PUBLISHED MAY 16, 2010 · UPDATED MAY 21, 2010
En esta emisión Ipostel quiere conmemorar a los protagonistas de los
acontecimientos del 19 de abril de 1810, preludio de la independencia
de nuestro país. Estos son los hechos:

El 19 de abril de 1810 surgió un movimiento popular ocurrido en la


ciudad de Caracas el Jueves Santo del 19 de abril de 1810, iniciando
con ello la lucha por la independencia de Venezuela. El movimiento se
originó por el rechazo de los caraqueños al nuevo gobernador Vicente
Emparan, quien había sido nombrado por el hermano de Napoleón
Bonaparte, José I de España, que se desempeñaba como rey de turno
debido al derrocamiento del rey Español, Fernando VII, tras la invasión
napoleónica en España. El Jueves Santo del 19 de abril, mientras el
capitán general Emparan se dirigía a misa, un grupo perteneciente a la
aristocracia y burguesía criolla, miembros del Cabildo de Caracas,
desconocen entonces al Capitán General de Venezuela. Él no estuvo
de acuerdo con esto, y cuando desde la ventana del ayuntamiento le
preguntó al pueblo que se había reunido en la plaza mayor (hoy Plaza
Bolívar) si quería que el siguiera mandando, el presbítero José Cortés
de Madariaga, le hizo signos a la multitud para que contestaran que
“NO”. Y eso fue lo que ocurrió. Emparan dijo que entonces él tampoco
quería el mando, renunció y se fue a España. Se firma también el Acta
del 19 de abril de 1810, se aduce que actuaban en nombre de
Fernando VII, rey depuesto de España, y en desobediencia a José I.
Se establece una Junta de Gobierno que toma las siguientes
iniciativas: establecer juntas similares en las provincias de Cumaná,
Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida; además de liberar el
comercio exterior, prohibir el comercio de esclavos negros, crear la
Sociedad Patriótica (para fomentar la agricultura y la industria), así
como la Academia de Matemáticas. Se envían delegaciones
diplomáticas a los países que podían apoyar la insurrección:
Inglaterra, Estados Unidos y Nueva Granada. Tres provincias
permanecen leales al gobierno establecido en España: Maracaibo,
Coro y Guayana.

Este desconocimiento a la autoridad del Capitán General de


Venezuela es un paso hacia el 5 de julio de 1811, fecha de la firma del
Acta de la Declaración de Independencia, en la que nuestro país
declara formalmente su independencia.
19 de abril de 1810: El inicio de la lucha por la independencia del
dominio español

Foto:El Impulso

(Caracas, 19 de abril. Noticias24) – Hace 204 años se inició en Caracas una gesta
emancipadora que rompió definitivamente con el yugo español y abrió paso
al progreso político y social que se tradujo, un año más tarde, en la declaración
definitiva de la independencia de Venezuela y el inicio de la primera república.

Desde Caracas se dijo “no” a la intención de mantener sometido al pueblo


venezolano a un sistema de gobierno de monarquía absoluta, sin derechos ni
autonomía. Desde Caracas se inició la gesta emancipadora.

La instauración de una Capitanía General, comandada por Vicente Emparan,


significaba una subordinación plena al imperio español que impediría ser en
algún momento una república independiente, pero unos valientes recordados
como “criollos” se negaron y dieron paso a un proceso de liberación nacional
registrado en la historia como el Día de la Proclamación de la Independencia de
Venezuela.
El 19 de abril de 1810 un pequeño grupo de caraqueños alzó su voz en
rechazo a seguir siendo colonia de España.

El 19 de abril de 1810 un pequeño grupo de caraqueños alzó su voz en


rechazo a seguir siendo colonia de España y en oposición a que su única
forma de gobierno fuese la monarquía. Hubo una rebelión popular, concentrada
en la plaza mayor (hoy plaza Bolívar), para rechazar a Vicente Emparan como
gobernador, con la excusa de que éste había sido puesto a dedo por un francés
que había tomado el trono español por la vía de la fuerza y la invasión.

Este movimiento se multiplicaría en varias regiones, llamadas provincias, como


Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida donde se siguió “el
ejemplo que Caracas dio” para instalar Juntas de Gobierno desde donde se
tomarían las primeras decisiones con vestigios de democracia: se liberó el
comercio exterior, se prohibió el comercio de esclavos negros, se creó la
Sociedad Patriótica (para fomentar la agricultura y la industria) y la Academia de
Matemáticas.

Además, se enviaron delegaciones internacionales para buscar apoyo y


reconocimiento a la insurrección criolla entre los delegados figuraba Simón
Bolívar. A Curazao se enviaron a Mariano Montilla y Vicente Salias; a Londres se
comisionaron al coronel Simón Bolívar a Luis López Méndez y a Andrés Bello y a
los Estados Unidos enviaron a Juan Vicente de Bolívar (Hermano mayor de
Simón), Don Telésforo Orea y Don José Rafael Revenga.

En Venezuela todavía habían provincias que permanecían leales al gobierno


establecido en españa: Maracaibo, Coro y Guayana.

Este desconocimiento a la autoridad del Capitán General de Venezuela es un


paso al 5 de julio de 1811, con la firma del Acta de la Declaración de
Independencia de Venezuela, en la que se declara formalmente su
independencia.

Lo que cuenta la historia


En 1810 el centro de poder que los criollos conocían estaba establecido en
España. El Rey era Carlos IV y más tarde su hijo Fernando VII, quienes fueron
obligados a renunciar al trono tras la presión invasora de los franceses, bajo el
mando de Napoleón Bonaparte.

Para mantener su apellido en la monarquía, Napoleón nombró rey a su


hermano, José I. Esto disolvió la Junta Suprema de España y entonces
asumieron los franceses,situación que fue rechazada por sus subordinadas
colonias en el sur.
En Caracas, la rebelión fue comandada por el presbítero José Cortés de
Madariaga. El Jueves Santo de 1810, mientras el capitán general Emparan se
dirigía a misa, un grupo perteneciente a la aristocracia y burguesía criolla,
miembros del Cabildo de Caracas, lo desconocieron públicamente.

Él no estuvo de acuerdo con esto, y desde la ventana del ayuntamiento consultó


al pueblo si querían seguir bajo su mandato, ante lo que respondieron con un
contundente “No”, el cual estuvo inducido por el presbítero Madariaga.

Emparan asumió su rechazo, renunció y regresó a España. Fue entonces que


se estableció la primera Junta de Gobierno en Caracas, con la excusa de
ser “conservadora de los derechos de Fernando VII” y se inicia la gesta
independentista.

Los siguientes pasos independentistas


Este desconocimiento a la autoridad del Capitán General de Venezuela es un
paso al 5 de julio de 1811, fecha en la que se concreta la firma del Acta de la
Declaración de Independencia de Venezuela.

La historia cuenta que el 2 de marzo de 1811 se instaló el Primer Congreso


Nacional, poniendo fin a la Junta de Gobierno. Ese año se nombró también al
que sería considerado como el primer gobernante de Venezuela. Era Cristóbal
Mendoza y fue él quien presidió el triunvirato del poder ejecutivo establecido
por el congreso de 1811, por lo que fue el primer presidente de
Venezuela. Los otros dos integrantes del triunvirato fueron Juan Escalona y
Baltasar Padrón, quienes se rotaban el poder.

Luego el 5 de julio de 1811, se procede finalmente a firmar la Declaración de


Independencia, conformándose así la Primera República de Venezuela. La
República es una forma de gobierno en la que todas las autoridades están
sujetas a periódica elección y en la que el ejercicio de los poderes públicos se
encuentra limitado a la responsabilidad ante los ciudadanos, al Derecho y la
Razón. Sin embargo, esta primera colapsó posteriormente por la reacción de los
realistas.

El 19 de abril de 1810 se conmemora como el Día de la Proclamación de la


Independencia de Venezuela. El Libro de Actas original del primer Cabildo de
Caracas se encuentra en la Capilla Santa Rosa de Lima, en el Palacio Municipal
de Caracas, donde cada año se realiza un acto oficial y se realizan los actos
protocolares correspondientes.

Los 203 años coincidieron con juramentación de Maduro


Hasta el año pasado era prácticamente una tradición histórica que los concejos
municipales de las jurisdicciones de Caracas realizaran sesiones especiales para
conmemorar el 19 de abril de 1810. Además, los mismos concejos o demás
entes gubernamentales como las alcaldías organizaban actividades culturales en
remembranza de la escena histórica, por ejemplo, dramatizaciones y actos
teatrales alusivos a la fecha.

Sin embargo, el 19 de abril de 2013 la prioridad fue otra. La fecha histórica


coincidió con la juramentación del presidente Nicolás Maduro, luego de
haber ganado las elecciones presidenciales del 14 de abril.

El día en el que la república cumplió 203 años de su primer paso hacia la


independencia, se realizaron actos de alto gobierno en la Asamblea Nacional
para la juramentación del Presidente y luego, en horas de la tarde, se
conmemoró la fecha con el acostumbrado desfile cívico-militar en el paseo
Los Próceres.

DEFINICIÓN DE REVOLUCIÓN
FRANCESA
La revolución francesa fue un proceso social y político que tuvo
lugar entre 1789 y 1799 en Francia y que, con el tiempo, se extendió
a otros países. Entre sus principales consecuencias, aparece el
derrocamiento del rey Luis XVI, lo que supuso el fin del Antiguo
Régimen (un sistemadonde el poder recaía en una única persona y
donde no existía la movilidad social).

Es importante dar a conocer que existen varias causas que fueron las
que motivaron que se pusiera en marcha la citada Revolución
Francesa. En concreto, entre las mismas se encuentran el que en ese
momento existiera una burguesía que había ido ganando poder
económico y demandaba también un papel a nivel político, que la
monarquía fuera una institución cerrada y rígida, que existiera una
importante crisis económica, que las clases populares estuvieran muy
descontentas con la situación y que se hubieran ido extendiendo
nuevas ideas llamadas ilustradas.

En este último sentido, hay que subrayar que las mismas se


enmarcaban dentro del movimiento conocido como Ilustración que
básicamente se sustentaba en tres valores e ideas principales: la
libertad, la razón y la igualdad. Entre los personajes más relevantes que
abogaron y defendieron aquella se encuentran Rousseau, Montesquieu,
Voltaire o Diderot.

Con la abolición de la monarquía francesa, se proclamó la Primera


República. El periodo revolucionario tuvo contradicciones internas y
divisiones entre sus mismos impulsores, hasta que,
en 1799, Napoleón Bonaparte concretó un golpe de estado,
dando por finalizada la revolución y sus medidas.
La revolución francesa supuso el final del absolutismo y el
surgimiento de la burguesía (pequeños capitalistas) como clase social
dominante. El poder dejó de ser hereditario o divino, sino que, en
teoría, cualquier persona podía ser elegida para acceder al gobierno.
Muchos fueron los episodios que se desarrollaron dentro de la
Revolución Francesa, no obstante, entre todos ellos hay uno que pasó a
ser el símbolo y el culmen de la misma. Nos estamos refiriendo a la
conocida Toma de la Bastilla, que tuvo lugar el 14 de julio de 1789.
Un acto aquel que consistió en el asalto de dicha fortaleza y prisión por
parte de la ciudadanía francesa. Con él no sólo se consiguió liberar a
algunos encarcelados sino también defender a los representantes
populares y, sobre todo, acabar con un símbolo del absolutismo
monárquico. Y es que la Bastilla se había convertido además en el
mayor peligro para el pueblo pues el rey había ordenado que los
cañones de aquella apuntaran a los barrios obreros.

Cabe destacar que, en 1789, la Asamblea Nacional Constituyente


de Francia publicó la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano y estableció el principio de libertad, igualdad y
fraternidadcomo base del sistema.
Otra circunstancia nacida con la revolución francesa que se mantuvo
en el tiempo fue la división política entre izquierda y derecha,
originada por las agrupaciones que se daban dentro de la Asamblea.
Los conservadores y aristócratas se sentaban del lado derecho; los más
radicales, en cambio, ocupaban el sector izquierdo. Allí se creó la
concepción de políticas de derecha o de izquierda, de acuerdo al sitio
ocupado por los asambleístas.
https://www.youtube.com/watch?v=egau-
57yGcw&list=PLjmKPptGF3Cxo86qqtQCYrLMCZXFR1GQR

El día internacional de los trabajadores y sus orígenes


anarquistas

Primera modificación : 02/05/2018 - 07:48Última modificación : 23/05/2018 - 23:40


Manifestantes anarquistas en París, el 1 de mayo de 1972. STF / AFP

Texto por :Tristan Ustyanowski

La historia del Primero de Mayo se diluyó en el transcurso de las décadas. Hace


132 años en Estados Unidos, en la ciudad de Chicago, un drama marcó el comienzo
de este día como una jornada de conmemoración que terminó teniendo resonancia
mundial.

ANUNCIOS

Los finales del siglo XIX corresponden al inicio de la segunda revolución industrial. En Europa,
Estados Unidos y Japón, las sociedades se desarrollaron a través de la electricidad, y del
petróleo. Las fábricas se volvieron más sofisticadas y eficaces. Los carros, por ejemplo,
empezaron a salir por miles de las cadenas de producción.
En medio de este crecimiento económico y tecnológico, estaban los obreros. Las empresas
requerían siempre más mano de obra para ampliar sus capacidades, y ciudades enteras se
formaron en torno a esta necesidad.

No obstante, no había todavía un marco legal fuerte para proteger a los trabajadores que
acompañara este desarrollo. Ni siquiera para los menores. Francia y Reino Unido fueron
entonces los países que usaron a más niños para sus diferentes industrias.

En el otro lado del Atlántico, Chicago se impuso como una de las cuñas de la industria
estadounidense. Al igual que en otras partes, los obreros se organizaron para exigir nuevos
derechos. El anarquismo estaba en plena expansión y bajo esta corriente ideológica se
manifiestaron las figuras del movimiento de los trabajadores de esta ciudad.

El 1 de mayo de 1886, se convocó a una huelga general por parte de varios sectores políticos
con el fin de exigir la implementación de la jornada laboral de ocho horas. Chicago respondió
masivamente y los anarquistas fueron unos de los pilares de este éxito. Sin embargo, la jornada
se vio ensombrecida por la muerte de un manifestante tras una carga de la policía. Tres días más
tarde, los líderes llamaron a una marcha para denunciar la violencia que se transformó en una
tragedia dejando varios fallecidos y una gran cantidad de lesionados.

Este evento, conocido como la masacre de Haymarket, fue un elemento constitutivo del Día
Internacional de los Trabajadores ya que su violencia llamó la atención en el mundo
industrializado más allá de las fronteras de Estados Unidos, particularmente dentro de los
movimientos obreros que se apropiaron rápidamente del 1 de mayo como un día de
conmemoración.

La Chicago anarquista y su conversión en símbolo

En 1886, en Chicago, el movimiento anarquista era muy activo. Sus publicaciones se difundían
en decenas de miles de ejemplares y en diferentes lenguas para que los trabajadores inmigrantes
pudieran interactuar con ellas. Los anarquistas apoyaron la demanda del resto del movimiento
obrero, pero siguieron teniendo objetivos más amplios.

Así lo resumió el profesor y activista Normand Baillargeon, en su libro “El orden sin el poder:
ayer y hoy del anarquismo”, “los anarquistas se comprometen –a la lucha por la jornada de ocho
horas– pero no pierden de vista su verdadero objetivo, que es la abolición del trabajo
asalariado”.

August Spies, una de las figuras del anarquismo en Estados Unidos, tomó la palabra ese 1 de
mayo de 1886 frente a una multitud de personas que siguieron esta huelga general. El evento se
desarrolló de manera pacífica hasta que 200 policías entraron en la multitud para reprimir el
movimiento.

Hay que resaltar que en todos los países en vías de industrialización, la represión marcó la
forma de proceder de las autoridades en ese entonces frente a los movimientos de trabajadores
que crecían. En Estados Unidos, los sindicatos fueron prohibidos hasta el año 1914.
Junto a algunos partidarios, August Spies difundió por escrito un llamado a la protesta en contra
de la violencia de la policía. La concentración tuvo lugar el 4 de mayo en el Haymarket Square
de Chicago. Una multitud de personas asistió al evento, incluso el alcalde de la ciudad, que
pretendía supervisar personalmente la seguridad.

Llovía. Los últimos discursos se pronunciaron y parecía que la manifestación estaba por
terminar. “De repente 80 policías aparecieron y se lanzaron hacia los marchantes”, relató
Baillargeon, “luego, saliendo de quien sabe dónde, se tira una bomba sobre los policías. Deja un
muerto y una decena de lesionados”.

La respuesta de las fuerzas de seguridad fue inmediata y contundente. Dispararon sobre los
obreros que seguían presentes, matando a varios y lesionando a muchos. “Una caza de brujas se
dio en toda la ciudad. Las autoridades querían culpables”, explicó Normand Baillargeon.
Aunque solamente tres de ellos estuvieron presentes durante esa noche, la policía arrestó a siete
líderes anarquistas, incluyendo a August Spies.

Una lucha de largo aliento para la jornada laboral de ocho horas

El juicio se abrió el 21 de junio de 1886. Según Baillargeon, fueron más símbolos que hechos.
“Es menos el juicio de estos hombres que el del movimiento obrero en general y
particularmente del anarquismo”. El 19 de agosto, seis de los siete acusados estuvieron
condenados a muerte. Las autoridades ahorcaron a Spies junto a dos de sus compañeros el 11 de
noviembre de 1887. Más de 1 millón de personas asistieron a los funerales de los “martirios de
Haymarket”.

Posteriormente fueron liberados los demás acusados y las autoridades reconocieron la inocencia
del grupo en los hechos ocurridos el 4 de mayo de 1886. Más como una herramienta política
que judicial, el lunes siguiente a la ejecución de los cuatro anarquistas, se informó a los obreros
que tenían que trabajar diez horas diarias.

El caso no se quedó en Estados Unidos y llegó hasta Europa. Las primicias de la globalización
económica estaban acompañadas de una creciente comunicación de los sectores obreros que
vivían bajo condiciones similares.

En 1889, aprovechando el centenario de la Revolución francesa, la Segunda Internacional se


conforma en París bajo los auspicios de los partidos socialistas y laboristas de números países.
En esta ocasión, se decretó el 1 de mayo como una jornada de protesta a favor de la instauración
de la jornada de ocho horas. Tan solo 2 años después, el 1 de mayo de 1891, la marcha
correspondiente en Fourmies, en el norte de Francia, fue duramente reprimida, dejando nueve
muertos y agregando simbolismo a la fecha.

No fue sino hasta el 23 de abril de 1919 que el Senado francés ratificó la jornada laboral de
ocho horas y convirtió el 1 de mayo en día festivo. Por su parte, la Rusia bolchevique convirtió
a su vez esa fecha en feriado en 1920. Paradójicamente, en Estados Unidos (y en Canadá), la
fiesta del trabajo se celebra en septiembre.

Día del Trabajador - 1 de mayo


El Día del Trabajador se celebra cada 1 de mayo en todo el mundo, para
conmemorar la reivindicación de los derechos laborales de hombres y mujeres
por igual. Este día sirve como motivo para denunciar abusos, solicitar
reformas y buscar el reconocimiento de beneficios sociales y laborales.

Los orígenes del Día del Trabajador datan del siglo XIX. Con la llegada de la
Revolución Industrial y las producciones masivas, la explotación de millones
de personas en las fábricas alrededor del mundo provocó descontento y un
sentimiento de injusticia debido a que las jornadas laborales eran extenuantes
y los salarios, mínimos. Esto comenzó a generar movimientos sociales que
fueron organizándose para revelarse ante el modelo económico que estaba
oprimiéndoles.

El 1 de mayo fue señalado internacionalmente como Día del Trabajador en homenaje a los
huelguistas estadounidenses conocidos posteriormente como "Mártires de Chicago", quienes
participaron en la paralización de miles de fábricas durante las protestas de 1886, en varias
ciudades del país, las cuales exigían que se adaptara la jornada laboral a 8 horas diarias.
Dichas manifestaciones tuvieron consecuencias violentas, dejando víctimas mortales tanto en
el ataque a la Plaza Haymarket (4 de mayo de 1886), como un año después, el 11 de
noviembre de 1887, con la ejecución en la horca de cuatro dirigentes socialistas vinculados a
las protestas: Georg Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons y August Spies.

Reivindicaciones laborales en Venezuela

En Venezuela, si bien el Presidente Isaías Medina Angarita fue el primero en decretar la


conmemoración del Día del Trabajador, no fue hasta el gobierno de Rómulo Betancourt que
esta fecha sería establecida como feriada y con derecho a remuneración por parte de los
trabajadores. Desde entonces, las organizaciones sindicales han tenido un papel protagónico
en la exigencia de mejoras laborales para los trabajadores, adaptadas a las necesidades y
realidades de nuestro tiempo.
La lucha por la justicia y la dignidad de los trabajadores ha continuado a lo largo de décadas.
Durante los 14 años de gobierno del Presidente Hugo Chávez, uno de los objetivos
principales fue el reconocimiento de los derechos laborales y el entendimiento de que el
trabajo nos dignifica y hace libres. Como producto de esta reivindicación, se obtuvo la Ley
Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras LOTTT, que fue publicada en la
Gaceta Oficial N°6.076 d el 7 de mayo de 2012, y cuenta con 554 artículos y 7 Disposiciones
Transitorias. Asimismo algunas de las novedades de esta ley son "la reducción de la jornada
laboral de 44 a 40 horas semanales diurnas, el pago doble de prestaciones en caso de
despido injustificado, la eliminación del cobro de comisiones bancarias por servicios de
cuenta nómina y el regreso de la retroactividad de las prestaciones para los trabajadores
activos desde 1997" .

El Instituto Nacional de Estadística, identificado con la defensa y reconocimiento de los


derechos sociales, y la dignificación de los hombres y mujeres a través de sus actividades
laborales, se une a la celebración mundial del Día del Trabajador resaltando la importancia
de esta fecha para los movimientos sindicales y de justicia social de nuestro país.
Hace 5 años el presidente Chávez promulga la
revolucionaria Ley del Trabajo
Apr 29, 2017 - 12:40:08 | Publicado por: Jorge Rivas | 2

Con la firma de la LOTTT, el Comandante Chávez reivindicó a las trabajadoras y trabajadores


venezolanos/ Foto: Archivo

Yvke Mundial/ Jorge Rivas

Fue el 30 de abril del 2012, hace exactamente hoy 5 años, cuando el Comandante
Hugo Chávez Fríasfirma una de las leyes más debatidas de nuestra historia
contemporánea. De hecho tras estampar su rúbrica hizo referencia a lo extenso que fue
la discusión de la novedosa legislación. “Tenemos una ley para la historia, producto de
un largo proceso de lucha”, dijo en ese entonces.
La Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y Trabajadoras(LOTTT) de
Venezuela surge en un contexto bien complejo en el mundo, porque se producía en
Estados Unidos(EE.UU.) y Europa(aglutinada en la Unión Europea), una crisis
laboral intensa, producto del derrumbe del capitalismo.
En contraposición a ese recorte de puestos de trabajo y a esa merma de los derechos de
los trabajadores en los grandes polos capitalistas; el Gobierno Bolivariano promueve, a
través de la LOTTT, la construcción de un nuevo modelo basado en la igualdad,
solidaridad y justicia social que beneficie al trabajador y a su familia.
Sin embargo, comoera de esperarse, la nueva ley fue criticada por empresarios privados
que argumentaron que no fueron consultados y por la oposición de derecha que la tildó
de “instrumento de campaña”.

Pero el texto legal fue elaborado con base a casi 20 mil propuestas recibidas por la
comisión presidencial para la discusión de la Ley, siendo el 90% proveniente de las
clases trabajadoras del país.

Conquistas y beneficios sociales recuperados


A diferencia de la ley derogada -la cual fue promovida por el neoliberalismo en los años
90 para proteger al patrón y en menoscabo de los derechos de los trabajadores-; la
LOTTT sí se inscribe en el espíritu humanista y socialista que el articulado de la
Constitución Bolivariana establece desde el año 1999 en materia laboral y derechos
sociales, en armonía con el pensamiento bolivariano y robinsoniano y el conjunto de
leyes, misiones y programas sociales que adelanta la Revolución.

Cabe destacar que nuestra Carta Magna contiene el cuerpo de derechos laborales de
mayor vanguardia a nivel mundial, porque se le ha dado rango constitucional a la
intangibilidad y progresividad de los derechos laborales y, asimismo, garantiza
(Artículo 93) la estabilidad en el trabajo, refiere el abogado Antonio Espinoza Prieto en
su libro “Contribuciones a la reforma laboral”.

Regresa la retroactividad de las prestaciones sociales


Uno de los más grandes triunfos de la Revolución Bolivariana en materia laboral está
contenida, precisamente, en el retorno de la retroactividad de las prestaciones sociales,
promesa hecha por el Presidente de la República durante su campaña electoral de 1998
para reivindicar un derecho histórico que fue aniquilado por la burguesía durante la
Cuarta República.

Las prestaciones sociales se definen como una compensación que obtiene el trabajador
por sus años de servicio en la empresa. Son un fondo de ahorros que le pertenece al
trabajador y que le sirve de respaldo o ayuda una vez que pasa a la condición de cesante
o jubilado. Este beneficio es depositado en entidades bancarias, con su respectiva
generación de intereses. En caso de ser trabajador activo, está en su derecho de
disponer, anticipadamente, de sus prestaciones para necesidades de vivienda, salud o
educación.

Con la LOTTT se les restituye a los trabajadores y trabajadoras el derecho de que sus
prestaciones sociales sean calculadas a partir del tiempo de servicio en la empresa y con
base al último salario devengado. Cabe recordar que durante la reforma parcial de la
LOT del año 1997, considerado como el acto legislativo más nefasto que se ha cometido
contra los trabajadores venezolanos, este derecho fue eliminado.

Las prestaciones sociales son consideradas por la familia venezolana como un


patrimonio que ha sido honrado por la Revolución junto al pueblo obrero legislador y el
cual ahora pasará a ser regulado a través de la aplicación del Artículo 141, Capítulo 3,
de la nueva LOTTT.
Se crea el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales
Por su parte, en el Artículo 142 se señala que el patrón deberá realizar un depósito
trimestral correspondiente de cinco días del último salario integral devengado que, a
diferencia de la ley derogada, su cálculo aplicará a partir del primer día laboral del
trabajador.

Se indica, asimismo, que adicionalmente y después del primer año de servicio, el


patrono o patrona depositará a cada trabajador o trabajadora dos días de salario, por
cada año, acumulativos hasta treinta días de salario (Artículo 142, parágrafo b).

Como se señalaba anteriormente, hasta ahora el depósito de este beneficio se realizaba


en un fideicomiso individual en una cuenta que se abría en alguna entidad bancaria. La
LOTTT establece que este mecanismo continuará si así lo decide el trabajador y
trabajadora, pero el nuevo instrumento presenta una alternativa.

Es así como se incorpora en la nueva legislación la creación de un Fondo Nacional de


Prestaciones Sociales en donde el trabajador y trabajadora tendrá la oportunidad de
depositar sus prestaciones, con el respaldo del sistema bancario público nacional, que le
retribuirá intereses de acuerdo a la tasa pasiva determinada por el Banco Central de
Venezuela (Artículo 147).

Protección a la familia del trabajador


Uno de los principales rasgos humanistas y revolucionarios de la LOTTT, es posible
observarlo en su Capítulo VI. En este articulado se prevé la protección de la familia en
el proceso social del trabajo, objetivo que, según se indica, será alcanzado a través de la
creación de condiciones materiales, sociales y culturales requeridas para el desarrollo
integral de la familia y su comunidad (Artículo 330).

Al respecto, en el Artículo 331 se establece que en el proceso social de trabajo y desde


cada entidad de trabajo, se protegerá la maternidad y se apoyará a los padres y las
madres en el cumplimiento de criar, formar, educar, mantener y asistir a sus hijos e
hijas.

Por tanto, la trabajadora en estado de gravidez tendrá derecho a un descanso durante


seis semanas antes del parto y 20 semanas después, el cual puede ser mayor si así lo
considera el médico (Artículo 336). En estos casos, se conservará su derecho al trabajo
y al pago de su salario, de acuerdo con lo establecido en la normativa que rige la
Seguridad Social.

Este mismo principio será aplicado para los padres y, de igual manera, para el
matrimonio que adopte.

Para cumplir ese fin, se incluyeron los Artículos: 339 y 340.

Se reduce la jornada laboral


En cumplimiento con la Cuarta Disposición Transitoria de la Constitución Bolivariana,
que ordena la disminución progresiva de la jornada laboral, la LOTTT (en su Capítulo
VI, De la Jornada de Trabajo) establece una faena de 40 horas semanales, es decir, cinco
días para laborar y dos para el descanso (Artículo 173). En tal sentido, la jornada de
trabajo se realizará dentro de los siguientes límites, según el Artículo 173:

- Diurna, comprendida entre las 5:00 a.m. y las 7:00 p.m., la cual no podrá exceder de
ocho horas diarias ni de 40 horas semanales.

- Nocturna, comprendida entre las 7:00 p.m. y las 5:00 a.m., no podrá exceder de siete
horas diarias ni de 35 horas semanales.

El día sábado, por tanto, pasa a ser un día de descanso al igual que el domingo, y si es
laborado por el trabajador, el patrón deberá pagarle un recargo y otorgarle un día de
descanso durante la semana. Al respecto, las empresas tienen un año para adaptarse a
este nuevo esquema.

La tercerización laboral está prohibida


La tercerización laboral se define como un mecanismo perverso puesto en práctica por
el capitalismo, bajo la excusa del trabajo temporal, para evadir responsabilidades en
materia laboral y desconocer derechos, conquistas y beneficios de los trabajadores, con
el propósito de contratar mano de obra a bajo costo. Se considera como la máxima
expresión del capitalismo en el ámbito laboral, porque se sobre-explota al trabajador y
trabajadora para obtener la mayor ganancia o plusvalía.

Derrotar la tercerización ha sido una de las batallas más arduas que ha llevado adelante
el gobierno del Presidente Chávez y, así, se ha consagrado en la LOTTT en los artículos
47 y 48.

Cabe resaltar que durante la promulgación de la LOTTT el Presidente Chávez demostró


nuevamente la lucha de su gobierno para derrotar la tercerización, al anunciar la
aprobación de mil millones de bolívares que permitirán el ingreso de cuatro mil
trabajadores y trabajadoras de Corpoelec que se encontraban bajo esa condición laboral.

Bonificación especial de vacaciones


Por su parte, una vez que el trabajador cumple un año de trabajo ininterrumpido, podrá
disfrutar de un período de vacaciones remuneradas que constará de 15 días hábiles,
según se establece en el Artículo 190. Los años sucesivos tendrá derecho además a un
día adicional remunerado por cada año de servicio, hasta un máximo de quince días
hábiles.

Defensa de la vida y salud en el trabajo


Durante el proceso de debates y consultas, los colectivos organizados de todo el país
que abanderan la lucha en materia de seguridad y salud en el trabajo, presentaron
propuestas fundamentales que fueron analizadas y consideradas por la Comisión
Presidencial para ser incluidas en la nueva legislación. Y, en efecto, se incluyeron en la
LOTTT.

En el Artículo 43, por ejemplo, se establece que todo patrono o patrona garantizará a sus
trabajadores o trabajadoras condiciones de seguridad, higiene y ambiente de trabajo
adecuados, y son responsables por los accidentes laborales ocurridos y enfermedades
ocupacionales acontecidas a los trabajadores y las trabajadoras.

Asimismo, en su Artículo 44 se indica que los patronos o patronas deben garantizar que
los Delegados y Delegadas de Prevención dispongan de facilidades para el
cumplimiento de sus funciones.

¡Justicia Social!
De esta manera, la LOTTT reivindica a la clase trabajadora, con su lucha emprendida
por años por los colectivos organizados, luchadores sociales, hombres y mujeres, para
garantizar condiciones dignas y seguras a los trabajadores en los procesos de trabajo.

Es importante comprender que la Ley está dirigida a profundizar la construcción del


socialismo del Siglo XXI, a través de la gestión directa y democrática del proceso social
del trabajo.

De hecho, al momento de rubricar usando tinta roja la LOTTT el Comandante y líder de


la Revolución Bolivariana escribió “¡Justicia social!”, dos palabras que engloban el
espíritu mismo de la Ley que actualmente rige en la Patria de Bolívar.

El 4 de mayo la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia(TSJ) declaró la


constitucionalidad del carácter orgánico del referido instrumento jurídico.

La LOTTT entró en vigencia el martes 8 de mayo del 2012, tras su publicación en la


Gaceta Oficial N° 39.916 de fecha 7 de mayo.

La Ley más avanzada del mundo


El presidente de la República Nicolás Maduro Moros dijo de la LOTTT que se trata de
la Ley más avanzada del mundo, que le devolvió las Prestaciones Sociales a los
trabajadores venezolanos.
Asimismo afirmó que la entrada en vigencia de esta legislación es el paso más
importante que ha dado el Gobierno Bolivariano, después de la Constitución de 1999,
en la cual se reivindican los años de resistencia de la clase obrera, para continuar
avanzando en Revolución.
Es necesario recordar, que 1 de mayo del 2013 el presidente Maduro firmó
el Reglamento de la LOTTTen un acto con las trabajadoras y trabajadores en la Plaza
O’Leary en pleno centro de Caracas.
Acta de la Declaración de Independencia de
Venezuela
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Acta de la Declaración de la
Independencia de Venezuela

El 5 de julio de 1811 por el pintor Juan Lovera (1838).

Función Declarar la independencia absoluta de


la Corona de España

Autor(es) Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi

Creación 5 de julio de 1811 (207 años)

Ratificación 7 de julio de 1811

Signatario(s) 40 diputados del Primer Congreso


Nacional de Venezuela

Ubicación Palacio Federal Legislativo

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El Acta de la Independencia de Venezuela es un documento redactado y firmado


desde el 5 de julio de 1811, en el que representantes de siete de las diez provincias
pertenecientes a la Capitanía General de Venezuela en Sudamérica, reunidas en la
capilla Santa Rosa de Lima de la ciudad de Caracas, declararon el 5 de julio
su independencia de la Corona de España, estableciendo una nueva nación basada
en principios republicanos y federales, aboliendo para siempre la Monarquía bajo los
valores de la igualdad de los individuos, la prohibición de la censura y la libertad de
expresión. Consagra el principio constitucional y se opone radicalmente a las prácticas
políticas, culturales y sociales que habían existido durante trescientos años en la
América española. La Declaración es notable por ser el primer caso de una Colonia
española de América que declara su independencia absoluta.1
Las siete provincias explicaron sus razones para esta acción, entre ellas, que era
funesto que una pequeña nación de Europa gobernara las grandes extensiones del
Nuevo Mundo, y que Venezuela había recuperado el derecho a la autonomía después
de las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII en Bayonalos que condujo a la
ocupación del trono español por la dinastía francesa Bonaparte. Esta inestabilidad
política en España dictó que los venezolanos debían gobernarse por sí mismos, a
pesar de la hermandad que compartían con los españoles.
Las tres provincias restantes no participaron en dicho Congreso Constituyente debido
a su decisión de permanecer bajo la autoridad de la Corona Española representada
por el Consejo de Regencia de España e Indias.
La nueva nación que esta declaración proclamó sería la Confederación Americana de
Venezuela, posteriormente con la promulgación de la Constitución Federal de 1811
oficializaría el nombre de la nación como Estados de Venezuela. Fue elaborada
por Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi, ratificada por el Congreso el 7 de julio de
1811, y pasada al libro de Actas el 17 de agosto de 1811, en Caracas.
Cada 5 de julio se celebra como el Día de la Independencia de Venezuela. El Libro de
Actas original del primer Congreso de Venezuela que contiene la Declaración se
encuentra en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo, en Caracas.

Índice

 1Antecedentes
 2Declaración de Independencia
o 2.1Elaboración y aprobación por el Congreso
 3Juramento de la Independencia
 4Hallazgo del Acta de Independencia
 5Firmantes
 6Contenido
 7Decreto relacionado con el Acta de Independencia
 8Referencias
 9Enlaces externos

Antecedentes[editar]
Artículo principal: Revolución del 19 de abril de 1810
Juan Germán Roscio, el autor principal y firmante de la Declaración de Independencia.

Francisco de Miranda, Precursor de la Independencia y firmante de la declaración.

El 19 de abril de 1810 se convoca un Cabildo extraordinario en la ciudad de Caracas


como respuesta inmediata a la disolución de la Junta Suprema de España, la renuncia
del Rey Fernando VII, iniciando inadvertidamente con ello la lucha por la
independencia de Venezuela. El movimiento se originó por el rechazo de los
caraqueños al nuevo gobernador de la Provincia de Venezuela y Capitán General de
Venezuela Vicente Emparan, quien había sido nombrado por el hermano de Napoleón
Bonaparte, José I de España, que se desempeñaba como rey de turno debido al
derrocamiento del Rey Español, tras la invasión napoleónica en España.
La Junta Suprema fue un gobierno provisional, surgido de los sucesos del 19 de abril.
Actuó hasta el 2 de marzo de 1811, y fue eventualmente un gobierno de transición, no
independiente, partidario de la Corona española. Sin embargo, esta Junta llevó a cabo
reformas en el orden interno, trató de unificar las provincias y reforzar su autonomía, e
hizo gestiones en el exterior para obtener la solidaridad de otras colonias y el
reconocimiento y la ayuda de las naciones extranjeras. El carácter de este gobierno
«conservador de los derechos de Fernando VII» no le permitía ir más allá de la
autonomía que se había proclamado el 19 de abril. Por esa razón, la Junta resolvió
convocar a elecciones e instalar un Congreso General ante el cual declinar sus
poderes y que decidiera la suerte futura de las provincias venezolanas.
La convocatoria fue hecha en junio, y fue acatada por las provincias de Caracas,
Barquisimeto, Cumaná, Barcelona, Mérida, Margarita y Trujillo, mas no por las
provincias de Maracaibo, Coro y Guayana, pues aunque todas estaban igualmente
contrariadas por la presencia de un rey usurpador francés en la Corona española,
estas tres provincias manifestaron su desacuerdo con el desconocimiento de la
autoridad del Consejo de Regencia de España e Indias reunido en Cádiz. No obstante,
la convocatoria a elecciones fue la medida de mayor trascendencia política de la
Junta, pues aseguró la transformación del gobierno de facto en un régimen
constitucional independiente.
Las elecciones se practicaron entre octubre y noviembre de 1810. El reglamento
electoral era censitario pues daba el voto a los hombres libres, mayores de 25 años y
propietarios de bienes raíces, y no hubo voto para las mujeres, ni los esclavos, ni la
gran mayoría de la población carentes de bienes de fortuna. De esta manera, vino a
resultar un Congreso formado en su totalidad por representantes de la oligarquía
criolla. Por eso, aquel cuerpo no pudo llevar a cabo transformaciones radicales en el
orden social o económico, y sólo realizó el cambio político que le resultase adecuado a
sus integrantes.
El reglamento dispuso, además, que las elecciones se hicieran en dos grados:
primero, los votantes nombraban a los electores de la parroquia; y luego, estos
electores, reunidos en asamblea electoral en la capital de la provincia, designaban los
representantes al Congreso, a razón de un diputado por cada 20.000 habitantes.
Practicadas las elecciones, resultaron electos 44 diputados, los cuales se instalaron y
sesionaron en Congreso por primera vez el 2 de marzo de 19 en la casa del Conde de
San Javier (actual esquina El Conde en Caracas). Las provincias estuvieron
representadas así: Caracas 24 diputados; Barinas 9; Cumaná 4; Barcelona 3; Mérida
2; Trujillo 1; Margarita 1.
A medida que se fueron desarrollando las sesiones del Congreso, la idea de la
Independencia fue ganando adeptos en el seno del mismo. Muchos diputados la
apoyaron con apasionados alegatos, otros con argumentos históricos. Entre los
diputados que se oponían a la ruptura definitiva con la corona española, se encontraba
el sacerdote de La Grita, Fernando Vicente Maya, quien pronto se vio abrumado por
los discursos de Fernando Peñalver, Juan Germán Roscio, Francisco de Miranda,
Francisco Javier Zuarez y muchos más, favorables a la idea de la Independencia
absoluta. Mientras tanto, los ánimos de los jóvenes radicales se caldeaban en las
reuniones de la Sociedad Patriótica, incluido el del joven Simón Bolívar, quien lanzó
ante las dudas sobre la Independencia la famosa pregunta: «¿Trescientos años de
calma, no bastan?».

Declaración de Independencia[editar]
Elaboración y aprobación por el Congreso [editar]

Firma del Acta de la Independencia en 1811 por Martín Tovar y Tovar (1883).

El 3 de julio en la Capilla Santa Rosa de Lima se inició el debate del Congreso, y el día
5 a comienzos de la tarde se procede a la votación que terminó hacia las 2:30 de la
tarde, resultando aprobada la Independencia con cuarenta votos a favor. De
inmediato, el Presidente del Congreso, diputado Juan Antonio Rodríguez, anunció que
estaba «Declarada solemnemente la Independencia absoluta de Venezuela».
En la misma tarde del 5 de julio el Congreso celebró otra sesión, en la que se acordó
redactar un documento, cuya elaboración fue encomendada al diputado Juan Germán
Roscio y al secretario del Congreso, Francisco Isnardi. En este documento debían
aparecer los motivos y causas que produjeron la Declaración de la Independencia,
para que sometido a la revisión del Congreso, sirviese de Acta y pasara al Poder
Ejecutivo.
El Acta fue aprobada el día 7 de julio por todos los diputados, con la sola excepción
del padre Fernando Vicente Maya, diputado por La Grita. Poco a poco la fueron
firmando los representantes, pasada al libro de Actas del Congreso el 17 de agosto,
hasta que el 18 de ese mes estamparon las últimas firmas.

Juramento de la Independencia[editar]
A consecuencia del decreto del ejecutivo publicado el 8 de julio de 1811, fue publicada
solemnemente el Acta de la Independencia el domingo 14 de julio en Caracas. Al
frente de la multitud que presenció los actos se hallaban los jóvenes hijos de José
María España, uno de los precursores y mártires de la Conspiración independentista
de 1797, quienes llevaban en alto la bandera tricolor diseñada por Miranda y aprobada
por el Congreso, siendo izada ese día en el Cuartel San Carlos y la Plaza Mayor.
El secretario de decretos del Poder Ejecutivo, José Tomás Santana, leyó en voz alta,
en las principales esquinas de Caracas, el Acta de Independencia. Ese mismo día
prestó juramento la Tropa congregada en la Plaza Mayor, actualmente la Plaza Bolívar
de Caracas.
El lunes 15 de julio se procedió en la sede del Congreso a la solemne jura de la
Independencia por parte de las principales autoridades: lo hicieron primero los
Diputados, luego el Poder Ejecutivo, después la Alta Corte de Justicia, el Gobernador
Militar de Caracas y el Arzobispo.

Hallazgo del Acta de Independencia[editar]


Al iniciarse las guerras de independencia, en 1812 el Congreso se trasladó a la ciudad
de Valencia ya que el oficial español Domigo de Monteverde, designado por su
gobierno para enfrentarse al Generalísimo Francisco de Miranda y recuperar a
Venezuela, invadió a Caracas con sus tropas, el 12 de marzo de 1812. El archivo del
Congreso, junto con los dos libros de actas, uno original y otro una copia o Libro
Segundo, fue abandonado por los diputados. Los libros manuscritos fueron escondidos
en su vivienda por algún partidario de la causa patriota, por lo que se dio a conocer
solo parte del texto del Acta reseñado en el Libro Segundo, publicado en "El Publicista
Venezolano", órgano periodístico oficial del Congreso, en su segundo número el 11 de
julio de 1811. 234
En un artículo publicado en un periódico de Caracas en el año 1884 el historiador y
escritor venezolano Arístides Rojas hizo notar que, aunque el texto que se dió a
conocer por "El Publicista Venezolano" coincidía con los textos publicados por otros
medios impresos posteriormente, no ocurría igual con el número de firmantes del Acta
de Independencia. Seis años después, los integrantes de la Academia Nacional de la
Historia de Venezuela, a instancias del académico Julián Viso, el 28 de mayo de 1890
decidieron asumir la labor de investigar cual de las actas impresas hasta el momento
se consideraba auténtica, por suponerse que estaba perdido el tomo con el acta
original. A tal efecto, el presidente de la Academia designó una comisión compuesta
por el general Pedro Arismendi Brito, y los historiadores Julián Viso y Martín José
Sanavria, para que estudiara el asunto y presentase un informe a la mayor brevedad
posible. 5
Sin embargo, después de varias investigaciones, en informe presentado a la Academia
el día 10 de junio de 1891, la comisión de investigadores dictaminó que el acta original
era la que se hallaba en un folleto impreso en Londres en el año 1812, titulado
"Documentos oficiales interesantes de Venezuela", cuyo texto era idéntico al
presentado por "El Publicista Venezolano". A este informe, fue añadido el voto salvado
del académico Julián Viso. El 19 de abril de 1900, el entonces entonces presidente de
Venezuela, Cipriano Castro dictó un decreto considerando como texto oficial del Acta
de independencia el que apareció en el citado folleto. Por disposición del presidente
Castro y resolución de su ministro de instrucción pública, se ordenó la publicación de
todos los documentos relacionados con la Independencia de Venezuela en el libro
"Prólogo a los Anales de Venezuela", el cual fue editado por la Academia Nacional de
la Historia en 1903. 56
Uno de los dos libros de actas que fuera escondido en 1812, pasó de mano en mano,
permaneciendo oculto a la luz pública durante 96 años, hasta dar a las manos de la
señora María Josefa Gutiérrez, por entonces ya viuda del ingeniero Carlos Navas
Spínola quien poseía originalmente el tomo que había recibido como un depóstio que
en 1895 le había hecho la señora Isabel La Hoz de Austria. 6En octubre de 1907 a un
amigo de la familia, Roberto Smith, le fue mostrado el documento que permanecía
oculto en una banqueta de un piano. Smith, sorprendido de encontrar tal documento,
solicitó a la posedora del tomo que se lo prestara para que de él tomara notas para su
texto de Historia de Venezuela, su amigo el historiador y político venezolano Francisco
González Guinán, a lo cual accedió. González Guinán examinó el tomo y escribió al
Presidente Cipriano Castro, notificandole del descubrimiento del libro y lo entregó al
entonces Presidente del Poder Ejecutivo, Samuel Niño. Castro solicitó entonces a la
Academia Nacional de la Historia de Venezuela que examinara el documento, por lo
cual sus integrantes, confirmaron su veracidad, lo que hizo que el manuscrito fuera
adquirido por el Estado Venezolano. En carta privada para González Guinán del 19 de
noviembre de 1907, el presidente Cipriano Castro le comunicó que este libro sería
exhibido el 5 de julio de 1908 y que el Ejecutivo Nacional le destinara un lugar para su
resguardo definitivo7 el cual es, desde entonces, el Salón Elíptico del Palacio
Legislativo en Caracas, lugar donde el histórico tomo es preservado en un arca
especial cuya llave es entregada a los mandatarios en ejercicio. 2

Firmantes[editar]
Arca que contiene el libro de actas del 5 de julio de 1811 en el Salón Elíptico del Palacio Federal
Legislativo.

Firmaron el acta los diputados presentes:

 Por la Provincia de Caracas:


o Juan Antonio Rodríguez Domínguez (presidente)
o Luis Ignacio Mendoza (vicepresidente)
o Isidro Antonio López Méndez
o Juan Germán Roscio
o Felipe Fermín Paúl
o Francisco Xavier Ustariz
o Nicolás de Castro
o Fernando de Peñalver, Gabriel Pérez de Pagola
o Salvador Delgado
o Marqués del Toro
o Juan Antonio Días Argote
o Gabriel de Ponte
o Francisco Isnardi (secretario)
o Juan José Maya
o José Luis de Carzola
o José Vicente de Unda
o Francisco Javier Yanes
o Fernando Toro
o Martín Tovar Ponte
o José Ángel de Álamo - Jesus Dugarte
o Francisco Hernández
o Lino de Clemente
o Juan Toro.

 Por la Provincia de Cumaná:


o Francisco Xavier de Mayz
o José Gabriel de Alcalá
o Juan Bermúdez
o Mariano de la Cova.
o José Valerio III

 Por la Provincia de Barinas:


o Juan Nepomuceno de Quintana
o Ignacio Fernández
o Ignacio Ramón Briceño
o José de Sata y Bussy
o José Luis Cabrera
o Ramón Ignacio Méndez
o Manuel Palacio

 Por la Provincia de Barcelona:


o Francisco de Miranda
o Francisco Policarpo Ortiz
o José María Ramírez
 Por la Provincia de Margarita:
o Manuel Plácido Maneiro

 Por la Provincia de Mérida:


o Antonio Nicolás Briceño
o Manuel Vicente de Maya

 Por la Provincia de Trujillo:


o Juan Pablo Pacheco

Contenido[editar]
En el nombre de Dios Todopoderoso, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de
Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la
Confederación Americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y
considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y
legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la
ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin
nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la
fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos
humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos
acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía.
No queremos, sin embargo, empezar alegando los derechos que tiene todo país conquistado,
para recuperar su estado de propiedad e independencia; olvidamos generosamente la larga
serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado
indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores
de estos países, hechos de peor condición, por la misma razón que debía favorecerlos; y
corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América, sólo
presentaremos los hechos auténticos y notorios que han debido desprender y han desprendido
de derecho a un mundo de otro, en el trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta la
nación española.
Este desorden ha aumentado los males de la América, inutilizándole los recursos y
reclamaciones, y autorizando la impunidad de los gobernantes de España para insultar y
oprimir esta parte de la nación, dejándola sin el amparo y garantía de las leyes.
Es contrario al orden, imposible al gobierno de España, y funesto a la América, el que, teniendo
ésta un territorio infinitamente más extenso, y una población incomparablemente más
numerosa, dependa y esté sujeta a un ángulo peninsular del continente europeo.
Las sesiones y abdicaciones de Bayona, las jornadas del Escorial y de Aranjuez, y las órdenes
del lugarteniente duque de Berg, a la América, debieron poner en uso los derechos que hasta
entonces habían sacrificado los americanos a la unidad e integridad de la nación española.
Venezuela, antes que nadie, reconoció y conservó generosamente esta integridad por no
abandonar la causa de sus hermanos, mientras tuvo la menor apariencia de salvación.
América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y
conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado
más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba.
Cuantos Borbones concurrieron a las inválidas estipulaciones de Bayona, abandonando el
territorio español, contra la voluntad de los pueblos, faltaron, despreciaron y hollaron el deber
sagrado que contrajeron con los españoles de ambos mundos, cuando, con su sangre y sus
tesoros, los colocaron en el bono a despecho de la Casa de Austria; por esta conducta
quedaron inhábiles e incapaces de gobernar a un pueblo libre, a quien entregaron como un
rebaño de esclavos.
Los intrusos gobiernos que se abrogaron la representación nacional aprovecharon
pérfidamente las disposiciones que la buena fe, la distancia, la opresión y la ignorancia daban a
los americanos contra la nueva dinastía que se introdujo en España por la fuerza; y contra sus
mismos principios, sostuvieron entre nosotros la ilusión a favor de Fernando, para devorarnos y
vejarnos impunemente cuando más nos prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad, en
discursos pomposos y frases estudiadas, para encubrir el lazo de una representación
amañada, inútil y degradante.
Luego que se disolvieron, sustituyeron y destruyeron entre sí las varias formas de gobierno de
España, y que la ley imperiosa de la necesidad dictó a Venezuela el conservarse a sí misma
para ventilar y conservar los derechos de su rey y ofrecer un asilo a sus hermanos de Europa
contra los males que les amenazaban, se desconoció toda su anterior conducta, se variaron los
principios, y se llamó insurrección, perfidia e ingratitud, a lo mismo que sirvió de norma a los
gobiernos de España, porque ya se les cerraba la puerta al monopolio de administración que
querían perpetuar a nombre de un rey imaginario.
A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la
inviolabilidad de nuestros principios, contra la voluntad de nuestros hermanos de Europa, se
nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a
amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones de Europa
implorando sus auxilios para oprimirnos.
Sin hacer el menor aprecio de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo,
y sin otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa incomunicación con
nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados,
contra nuestra expresa voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de
nuestros intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos.
Para sofocar y anonadar los efectos de nuestra representación, cuando se vieron obligados a
concedérnosla, nos sometieron a una tarifa mezquina y diminuta y sujetaron a la voz pasiva de
los ayuntamientos, degradados por el despotismo de los gobernadores, la forma de la elección;
lo que era un insulto a nuestra sencillez y buena fe, más bien que una consideración a nuestra
incontestable importancia política.
Sordos siempre a los gritos de nuestra justicia, han procurado los gobiernos de España
desacreditar todos nuestros esfuerzos declarando criminales y sellando con la infamia, el
cadalso y la confiscación, todas las tentativas que, en diversas épocas, han hecho algunos
americanos para la felicidad de su país, como lo fue la que últimamente nos dictó la propia
seguridad, para no ser envueltos en el desorden que presentíamos, y conducidos a la
horrorosa suerte que vamos ya a apartar de nosotros para siempre; con esta atroz política, han
logrado hacer a nuestros hermanos insensibles a nuestras desgracias, armarlos contra
nosotros, borrar de ellos las dulces impresiones de la amistad y de la consanguinidad, y
convertir en enemigos una parte de nuestra gran familia.
Cuando nosotros, fieles a nuestras promesas, sacrificábamos nuestra seguridad y dignidad civil
por no abandonar los derechos que generosamente conservamos a Fernando de Borbón,
hemos visto que a las relaciones de la fuerza que le ligaban con el Emperador de los franceses
ha añadido los vínculos de sangre y amistad, por lo que hasta los gobiernos de España han
declarado ya su resolución de no reconocerle sino condicionalmente.
En esta dolorosa alternativa hemos permanecido tres años en una indecisión y ambigüedad
política, tan funesta y peligrosa, que ella sola bastaría a autorizar la resolución que la fe de
nuestras promesas y los vínculos de la fraternidad nos habían hecho diferir; hasta que la
necesidad nos ha obligado a ir más allá de lo que nos propusimos, impelidos por la conducta
hostil y desnaturalizada de los gobiernos de España, que nos ha relevado del juramento
condicional con que hemos sido llamados a la augusta representación que ejercemos.
Mas nosotros, que nos gloriamos de fundar nuestro proceder en mejores principios, y que no
queremos establecer nuestra felicidad sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y
declaramos como amigos nuestros, compañeros de nuestra suerte, y participes de nuestra
felicidad, a los que, unidos con nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la religión,
han sufrido los mismos males en el anterior orden; siempre que, reconociendo nuestra absoluta
independencia de él y de toda otra dominación extraña, nos ayuden a sostenerla con su vida,
su fortuna y su opinión, declarándolos y reconociéndolos (como a todas las demás naciones)
en guerra enemigos, y en paz amigos, hermanos y compatriotas.
En atención a todas estas sólidas, públicas e incontestables razones de política, que tanto
persuaden la necesidad de recobrar la dignidad natural, que el orden de los sucesos nos ha
restituido, en uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo
pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos,
creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de
España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no
depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencies de la tierra, el puesto
igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los
acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad.
Sin embargo de que conocemos las dificultades que trae consigo y las obligaciones que nos
impone el rango que vamos a ocupar en el orden político del mundo, y la influencia poderosa
de las formas y habitudes a que hemos estado, a nuestro pesar, acostumbrados, también
conocemos que la vergonzosa sumisión a ellas, cuando podemos sacudirlas, sería más
ignominiosa para nosotros, y más funesta para nuestra posteridad, que nuestra larga y penosa
servidumbre, y que es ya de nuestro indispensable deber proveer a nuestra conservación,
seguridad y felicidad, variando esencialmente todas las formas de nuestra anterior constitución.
Por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el respeto que debemos a las
opiniones del género humano y a la dignidad de las demás naciones, en cuyo número vamos a
entrar, y con cuya comunicación y amistad contamos, nosotros, los representantes de las
Provincias Unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro
proceder y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios,
y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su providencia nos restituye
el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión
de Jesucristo. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso
pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y
deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y
que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se
dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente
tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general
de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio,
límite y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones
libres e independientes.
Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, demos y
empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el
sagrado de nuestro honor nacional.
Dada en el Palacio Federal y de Caracas, firmada de nuestra mano, sellada con el gran sello
provisional de la Confederación, refrendada por el Secretario del Congreso, a cinco días del
mes de julio del año de mil ochocientos once, el primero de nuestra independencia.
Por la provincia de Caracas, Isidoro Antonio López Méndez, diputado de la ciudad de Caracas;
Juan Germán Roscio, por el partido de la villa de Calabazo; Felipe Fermín Paul, por el partido
de San Sebastián; Francisco Javier Ustáriz, por el partido de San Sebastián; Nicolás de Castro,
diputado de Caracas; Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Presidente, diputado de Nutrias, en
Barinas; Luis Ignacio Mendoza, Vicepresidente, diputado de Obispos, en Barinas; Fernando de
Peñalver, diputado de Valencia; Gabriel Pérez de Pagola, diputado de Ospino; Salvador
Delgado, diputado de Nirgua; el Marqués del Toro, diputado de la ciudad de El Tocuyo; Juan
Antonio Díaz Argote, diputado de la Villa de Cura; Gabriel de Ponte, diputado de Caracas; Juan
José Maya, diputado de San Felipe; Luis José de Cazorla, diputado de Valencia; doctor José
Vicente Unda, diputado de Guanare; Francisco Javier Yanes, diputado de Araure; Fernando
Rodríguez del Toro, diputado de Caracas; Martín Tovar Ponte, diputado de San Sebastián;
Juan Toro, diputado de Valencia; José Ángel de Álamo, diputado de Barquisimeto; Francisco
Hernández, diputado de San Carlos; Lino de Clemente, diputado de Caracas.
Por la provincia de Cumaná, Francisco Javier de Mayz, diputado de la capital; José Gabriel de
Alcalá, diputado de ídem; Juan Bermúdez, diputado del Sur; Mariano de la Cova, diputado del
Norte.
Por la de Barcelona, Francisco Miranda, diputado del Pao; Francisco Policarpo Ortiz, diputado
de San Diego.
Por la de Barinas, Juan Nepomuceno de Quintana, diputado de Achaguas; Ignacio Fernández,
diputado de la capital de Barinas; Ignacio Ramón Briceño, representante de Pedraza; José de
Sata y Bussy, diputado de San Fernando de Apure; José Luis Cabrera, diputado de Guanarito;
Ramón Ignacio Méndez, diputado de Guasdualito; Manuel Palacio, diputado de Mijagual.
Por la de Margarita, Manuel Plácido Maneyro.
Por la de Mérida, Antonio Nicolás Briceño, diputado de Mérida; Manuel Vicente de Maya,
diputado de La Grita.
Por la de Trujillo, Juan Pablo Pacheco.
Por la villa de Aragua, provincia de Barcelona, José María Ramírez.
Refrendado: Hay un sello. Francisco Isnardy, Secretario. 8

Decreto relacionado con el Acta de Independencia[editar]


El Poder Supremo Ejecutivo, el 8 de julio de 1811 presidido por Cristóbal de Mendoza,
ordenó la publicación, ejecución y autorización del Acta de Declaración de
Independencia. Seguidamente, se transcribe ese Decreto:
Palacio Federal de Caracas, 8 de julio de 1811.
Por la Confederación de Venezuela, el Poder Ejecutivo ordena que el Acta antecedente sea
publicada, ejecutada y autorizada con el sello del Estado y Confederación.
Cristóbal de Mendoza, Presidente en turno; Juan de Escalona; Baltasar Padrón; Miguel José
Sanz, Secretario de Estado; Carlos Machado, Canciller Mayor; José Tomas Santana,
Secretario de Decretos.
En consecuencia, el Supremo Poder Ejecutivo ordena y manda que se pase oficio de ruego y
encargo al muy reverendo Arzobispo de esta Diócesis, para que disponga que el día de la
solemne publicación de nuestra Independencia, que debe ser el domingo 14, se dé, como
voluntariamente ha ofrecido y corresponde, un repique de campanas en todas las iglesias de
esta capital, que manifieste el júbilo y alegría del virtuoso pueblo caraqueño y su prelado
apostólico. Y que en acción de gracias al Todopoderoso por sus beneficios, auxilios y suma
bondad en restituirnos al estado en que su providencia y sabiduría infinita creo al hombre, se
cante el 16 misa solemne con Te deum en la Santa Iglesia Metropolitana, asistiendo a la
función todos los cuerpos y comunidades en la forma acostumbrada.
Que se haga salve general por las tropas al acto de dicha publicación y se enarbole la bandera
y pabellón nacional en el cuartel de San Carlos, pasándose al efecto la orden al Gobernador
militar por la Secretaria de Guerra; y desde hoy en adelante se use por todos los ciudadanos,
sin distinción, la escarapela y divisa de la Confederación venezolana, compuesta de los colores
azul celeste al centro, amarillo y encarnado a las circunferencias, guardando en ella
uniformidad.
Que se ilumine por tres noches la ciudad, de un modo noble y sencillo, sin profusión ni gastos
importunos, empezando desde el propio día domingo.
Que inmediatamente se reciba a la tropa el juramento de reconocimiento y fidelidad, prescrito
por el Supremo Congreso, cuyo acto solemne se hará públicamente, y a presencia del referido
gobernador militar y demás jefes de la guarnición.
Que en los días subsecuentes al de esta publicación, comparezcan ante S. A. el Supremo
Poder Ejecutivo todos los cuerpos de esta ciudad, políticos, eclesiásticos y militares, a prestar
el propio juramento, y que por lo embarazoso y dispendioso que se haría este acto, si hubiesen
de prestarlo también todos los individuos ante S. A., se comisiona a los alcaldes de cuartel,
para que con la escrupulosidad, circunspección y exactitud que corresponde en materia tan
delicada, procedan a tomarle, y recibirle por la fórmula que se les comunicará, conforme a lo
prescrito por el Supremo Congreso, concurriendo a sus casas, o donde señalaren los de cada
cuartel, desde el miércoles 17 del corriente, a las nueve de la mañana hasta la una; y por la
tarde, desde las cuatro hasta las siete de la noche; prevenidos de que este juramento será el
acto característico de su naturalización y calidad de ciudadano, como también de la obligación
en que quedará el Estado a proteger su honor, persona y bienes; sentando en un libro esta
operación que deben firmar los juramentados, si supieren, o en su defecto otro a su ruego,
cuyo libro deberán remitir dentro de veinte días, que se asignan de término para esto, a la
Secretaria de Estado para archivarse.
Que se pase por las respectivas secretarias aviso a los comandantes militares y políticos de los
puertos de La Guaira y Cabello, y a las demás justicias y regimientos de las ciudades, villas y
lugares de esta provincia, con copia del acta, y decreto del Supremo Congreso, relativo a ella,
para que dispongan su ejecución, publicación y cumplimiento, y se haga el juramento, según
queda ordenado.
Que se comunique también a las provincias confederadas para su inteligencia y observancia,
como lo ordena el Supremo Congreso. Y finalmente, que en el concepto de que por la
declaratoria de Independencia han obtenido los habitantes de estas provincias y sus
confederadas, la dignidad y honrosa vestidura de ciudadanos libres, que es lo más apreciable
de la sociedad, el verdadero título del hombre racional, el terror de los ambiciosos y tiranos, y el
respeto y consideración de las naciones cultas, deben por lo mismo sostener a toda costa esta
dignidad, sacrificando sus pasiones a la razón y a la justicia, uniéndose afectuosa y
recíprocamente; y procurando conservar entre sí la paz, fraternidad y confianza que hacen
respetables, firmes y estables los estados, cuyos miembros proscriben las preocupaciones
insensatas, odios y personalidades, que tanto detestan las sabias máximas naturales, políticas
y religiosas; en el concepto de que el Supremo Gobierno sabe muy bien que no hay para los
ciudadanos nada más sagrado que la patria, ni más digno de castigo que lo contrario a sus
intereses; y que por lo mismo sabrá imponer con la mayor severidad las penas a que se hagan
acreedores los que de cualquier modo perturben la sociedad y se hagan indignos de los
derechos que han recuperado por esta absoluta independencia ya declarada, y sancionada
legítimamente con tanta razón, justicia, conveniencia y necesidad.
El Supremo Poder Ejecutivo, finalmente, exhorta y requiere, ordena y manda a todos, y a cada
uno de los habitantes, que uniéndose de corazón y resueltos de veras, firmes, fuertes y
constantes, sostengan con sus facultades corporales y espirituales la gloria que con tan
sublime empresa adquieren en el mundo, y conservarán en la historia con inmortal renombre.
Dado en el Palacio Federal de Caracas, firmado de los ministros que componen el Supremo
Poder Ejecutivo, sellado con el provisional de la Confederación, y refrendado del infrascrito
secretario, con ejercicio de decretos.
Cristóbal de Mendoza, Presidente en turno.
Juan de Escalona. Baltazar Padrón.
José Tomás Santana, Secretario. 8

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