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Arquitectura

Luis Fernando González Escobar


Fotografías del autor
T
eniendo como fondo el 7º Foro Urbano
Mundial, realizado en abril de 2014 en la
ciudad de Medellín, el Ministerio de la
Vivienda de Colombia presentó un libro donde
se hace un balance de los Cien años de políticas
habitacionales en el país. Según lo planteado en
los trabajos realizados por los arquitectos e in-
vestigadores Alberto Saldarriaga Roa y Olga
Lucía Ceballos, se establece la Ley 46 de 1918
como punto de partida del Estado colombiano
para solucionar los problemas habitacionales de de tantos años de aprendizajes, conocimientos
la población rural y urbana de los municipios co- y reconocimientos de la diversidad social, etno-
lombianos. Es apenas obvio que en tantos años cultural y regional del país, con aproximaciones
de atender la problemática de la población de un investigativas cada vez más precisas y refinadas,
país que pasó en ese mismo lapso de cinco mi- estas no sirvan para mucho, pues las respuestas
llones y medio de habitantes a más de cuarenta son lejanas a esa realidad y se centran en gene-
y tres millones, es decir, se multiplicó por diez, ralizaciones y abstracciones que se corresponden
algunos gobiernos mostraran mayor interés que con la idea de rentabilidad y maximización de
otros, en los cuales se produjo la institucionali- ganancias de esa mercancía. Haciendo propias
zación del problema de la vivienda, con el fin de las palabras de Anselm Jappe, y trasladadas a la
implementar alternativas viables y afortunadas, vivienda, entendiéndola aquí como otro produc-
que tuvieron importantes logros en sus propósi- to de lo que el autor denomina la sociedad de la
tos, pero también otras con resultados más que mercancía, “hay una indiferencia hacia cualquier
mediocres o lamentables. En cien años se pasó contenido, subordinado a la mera cantidad de
de una concepción higienista y paternalista a un valor —y, por tanto, de dinero—”, a partir de lo
modelo de mercado, el cual comenzó a partir de cual se deriva la devastación de la naturaleza y
1991 con la Ley de Vivienda e impera actualmen- del mismo hombre, “arrojándolo todo a la gran
te. Desde entonces hasta ahora, el Estado es ape- hoguera de la valorización”.
nas un facilitador para que sea el sector privado el No existe en la historia de la vivienda en
que, con su supuesta eficiencia, haya asumido la Colombia un momento más eufórico y de pleni-
responsabilidad de la producción de la vivienda tud económica que el de los últimos años. Algo
hasta convertirla en una verdadera mercancía. tan anhelado y perseguido por el gremio de los
Estos cien años de desarrollo institucional constructores como ser la clave de la economía del
fueron centrando el tema de la vivienda en la con- país, por lo que han apostado desde que se convir-
cepción de desarrollo económico, cada vez más tieron en una agremiación a finales de la década
alejado de las condiciones locales y regionales, de los cincuenta, por lo que han presionado, han
desde el orden geográfico, ambiental y cultural, hecho lobby y han tenido un poder de decisión
en los que la arquitectura y el urbanismo vienen incuestionable. Cuando la economía mundial se
cumpliendo con los años un papel cada vez más desaceleró, cuando el precio del petróleo descua-
secundario y, muchas veces, marginal o irrelevan- dró las cuentas de los gobiernos, a lo que se sumó
te, si nos alejamos de los principales centros urba- el declive de la demanda y los precios de las ma-
nos del país. Es una terrible paradoja que después terias primas (commodities), apareció triunfante

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para el caso colombiano de la construcción en lo sociocultural. Hace algún tiempo hizo carrera
general y de la vivienda en particular. Si bien de una máxima que parafraseó un dirigente indus-
tiempo atrás tenía un buen comportamiento, de trial: “La economía va bien, pero el país va mal”;
2013 a 2015 ha liderado el crecimiento de la eco- ahora es necesario volverla a hacer: “la economía
nomía colombiana, en primer lugar con las obras va bien, pero la arquitectura de la vivienda va muy
civiles y en segundo lugar con las edificaciones. mal”. Todo ello es producto de aquello que Jappe
De ahí que el gobierno, echando mano de ese llamó la “indiferencia constitutiva”, que va desde
salvavidas para mantener a flote la economía, con las dimensiones espaciales y territoriales, hasta
un crecimiento modesto pero destacable en un las simbólicas, estéticas y culturales en general. A
contexto internacional, intensificó los programas quién le interesa, ¡es la economía, estúpido!
de vivienda. A las Viviendas de Interés Social No se trata ya de vivienda para atender la
(VIS), las Viviendas de Interés Prioritario (VIP) pobreza sino del empobrecimiento de la vivienda,
y los subsidios a las tasas de interés, se les suma- lo cual se inició con la reducción de las áreas de
ron las 100 mil Viviendas Gratis, las Viviendas los proyectos de vivienda. Si en 1972 se planteaba
de Interés Prioritario para Ahorradores (VIPA) un área mínima de 60 a 82 metros cuadrados, en
y el programa Mi Casa Ya, enfocado a la clase un poco más de cuarenta años, esto es, en 2004,
media; este último caso, al igual que los subsidios pasaron a ser 35 metros cuadrados, de los cuales
de las tasas de interés, hicieron parte del denomi- solo 26 eran efectivos. Como una piel de zapa, la
nado Programa de Impulso a la Productividad y vivienda se redujo a un ritmo de casi un metro por
el Empleo (PIPE 2.0). año. Aun con ese mínimo infame, se llegó a casos
La máxima es construir, construir, cons- aberrantes como los 18 metros cuadrados en las
truir… para generar empleo, incentivar la econo- viviendas de una urbanización en la localidad de
mía y atender el déficit de vivienda en Colombia. Bosa (Bogotá), o los 25 metros cuadrados en otra
No cabe duda del éxito económico de los cons- urbanización en el barrio Robledo de Medellín,
tructores, los promotores inmobiliarios y el sec- con apenas 2,50 metros de fachada. Aunque en
tor financiero, y, por tanto, de los indicadores que este caso se habla de viviendas que pueden cre-
puede mostrar el gobierno, pero ¿qué pasa con la cer, pues con grandes esfuerzos económicos y la
gente, con las condiciones de vida y habitabilidad, capacidad de ahorro de sus habitantes, estos po-
con las características de las viviendas y de los drían agregar varios pisos para obtener siquiera
proyectos, de su inserción y cualificación en las es- 36 o 50 metros, o incluso un poco más. Esto no
tructuras urbanas? Aquí es donde el éxito relativo ocurre con las nuevas tipologías de vivienda en
de lo económico es un verdadero interrogante en altura, con edificios cuyos diseños y estructuras

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La máxima es construir, construir, construir […] pero ¿qué pasa con la gente,
con las condiciones de vida y habitabilidad, con las características de las
viviendas y de los proyectos, de su inserción y cualificación en las estructuras
urbanas? Aquí es donde el éxito relativo de lo económico es un verdadero
interrogante en lo sociocultural.

delimitan, definen e imposibilitan agregar algo cuales irrumpían; pero aun así, con el devenir del
más a las ya exiguas áreas de los apartamentos, tiempo, los habitantes de esas mismas viviendas
que oscilan entre los 30 y los 45 metros cuadra- de uno o dos pisos lograron mimetizarlas y ade-
dos, si mucho. Siempre se argumentará el costo cuarlas en el proceso de transformación, hasta
del suelo urbano y lo escaso del mismo, lo que ha lograr una hibridez que buscaba establecer un
obligado a la minimización de los estándares de diálogo con lo preexistente. Basta observar en la
las viviendas y los apartamentos. actualidad las viviendas sociales construidas en el
Pero lo que puede ser válido para Medellín, municipio antioqueño de Jericó, fuera del períme-
Bogotá o Cali, no necesariamente lo es para tro del centro histórico de este pueblo patrimonial
Montería, Floridablanca, Villavicencio u otras colombiano, provistas de maneras y exterioridades
ciudades intermedias y con pequeñas poblacio- estéticas de un neocolonial que busca y pretende
nes, donde no hay escasez de suelo ni faltan áreas emparentarse con ese imaginario urbano históri-
hacia donde expandirse y aun así se impone esa co. Equivocado o no, con los excesos de colorido
minimización, sumado a que cada vez se cons- y escenografía de la generalidad urbana, este es el
truyen menos viviendas de uno o dos pisos, y se modo de integrarse y articularse de manera más
imponen las genéricas torres de apartamentos de orgánica a ese proceso expansivo urbano, lo mis-
cinco o más pisos. mo que al orden histórico y cultural.
La vivienda fue un elemento clave de identi- Pero ¿qué se puede hacer con torres inanes
dad en la configuración de las regiones culturales brotando de manera agresiva y sin pudor en los
colombianas, cuando se instauró una relación con perfiles históricos de las poblaciones o perdidas
los grupos sociales establecidos, con capacidad de en el territorio, en la nada urbana? En el oriente
proveerse de los recursos materiales de sus ecosis- de Antioquia, de Guarne a Santuario, pasando
temas, con aportes o apropiaciones de importan- por Marinilla, Rionegro, La Ceja o El Retiro, la
tes logros técnicos aplicados a sus construcciones, oferta inmobiliaria en los propios centros urba-
con propuestas espaciales para acomodarse a las nos los ha desfigurado sin ninguna sensibilidad
condiciones bioclimáticas particulares, y con y se imponen desde allí hasta los espacios rurales
propuestas estéticas acordes tanto con las técni- suburbanizados, con sus torres de 5 a 16 pisos,
cas como los fundamentos culturales. Son varias con apartamentos de 48 a 80 metros cuadrados.
décadas en las que pareciera perderse la impor- Obviamente, allí no hay contemplaciones, ni lu-
tante relación simbiótica vivienda-cultura. Desde gar para la historia ni el romanticismo, ni para el
los tiempos en los que se propusieron modelos bucolismo por el paisaje natural, a pesar de la ob-
de vivienda mediante la antigua institucionali- via invocación al mismo por los publicistas tanto
dad gubernamental —el desaparecido Instituto en el nombre como en las cualidades de las que
de Crédito Territorial—, ya se había planteado supuestamente gozará cada proyecto, ya sea en
el error de repetir modelos estandarizados, poco Luna Verde, Altos del Lago, Torres del Campo,
acordes con esas condiciones particulares en las Forest, Rioverde, Manzanillos, Los Pinos, Los

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Cerezos… Una vieja y cínica estrategia publi-
citaria, ya probada hasta la saciedad en el Valle
de Aburrá, que se expande a estas latitudes al-
toandinas con los mismos males intrínsecos de la
urbanización y suburbanización sin control o, al
menos, de manera tímida y demasiado generosa
con los constructores, pero con poca considera-
ción por los pobladores y los entornos urbanos
de acogida.
Obviamente, en la lógica económica y de la
supuesta atención al déficit habitacional de las
regiones colombianas se impone el traslado de para ubicar 1.500 apartamentos, cada uno de 57
tecnologías constructivas, materialidades, técni- metros cuadrados, donde caben “buenamente”
cas y técnicos, de la mano de poderosas empresas tres alcobas, sala comedor y cocina integral, más
constructoras y, por ende, con sus ya probadas las consabidas zonas comunes con su piscina para
tipologías y modelos de apartamentos y torres adultos, piscina para niños, barbecue, salón de
para implantarlos donde sea necesario. Sea en las juegos y senderos peatonales, que le dan el good
afueras de Neiva, Sincelejo o Quibdó, en solita- will ilusorio de ascenso social de clase media.
rias torres o en grandes conjuntos. Del clima extremadamente cálido y seco de
En las tierras planas y calientes, entre el valle Neiva, a 500 metros sobre el nivel del mar, al ex-
del Magdalena y el cañón del Combeima, donde tremo húmedo tropical de la selva donde se im-
se asienta la ciudad de Ibagué, se yerguen unas planta Quibdó, la ciudad del “país de las lluvias”:
torres grises, aisladas de todo y lejos del centro allí también se construyen torres de apartamen-
urbano, donde la simpleza de la forma y lo gri- tos; en este caso se trata de 75 torres, cada una
sáceo de su color no exigen demasiado esfuerzo de 5 pisos, 4 apartamentos por piso, 20 aparta-
para imaginar las condiciones climáticas y la mentos por torre, para sumar otro conglomera-
dureza de sus condiciones de habitabilidad. Y do de 1.500 apartamentos, construidos por otra
en tierras cercanas, a orillas del río Magdalena, experimentada empresa constructora que sabe de
también planas y con altísimas temperaturas, rendimientos, rentabilidad y procesos técnicos
una reconocida empresa constructora viene pro- en serie, como lo ha comprobado la ciudad de
moviendo de tiempo atrás, dentro del programa Medellín en su Ciudadela Nueva Occidente. No
oficial Mi Casa Ya, un complejo habitacional de- importa cuál sea el clima, las condiciones ambien-
nominado La Primavera (Bosque de la Primavera tales, el contexto, o si son torres de 5, 10 o más
y Camino de la Primavera); es al norte de Neiva, pisos, la tipología de los apartamentos es idéntica,
en un lote de 8 hectáreas, en torres de 14 pisos, y la distribución en cada planta es similar a pesar

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de las áreas de 45 (Quibdó) a 57 (Neiva) metros los numerosos bloques de apartamentos de Altos
cuadrados, con pequeñas variaciones sin mayor de la Sabana son apenas corredores de cemento
trascendencia en la concepción de estos parale- con algún mustio rectángulo de pasto, donde el
lepípedos. Son volúmenes elaborados en muros habitante de primer piso quiere ejercer su domi-
vaciados, cuya técnica constructiva impide cual- nio territorial con una pequeña cerca de madera,
quier acondicionamiento interior y exterior. En como para ilusionarse con el dominio de la calle
todo momento, sus fachadas son sometidas a la bulliciosa y sociable que alguna vez habitó.
radiación solar, la lluvia y la humedad, por lo cual En el caso de Quibdó, es casi lujurioso y
tienen condiciones climáticas interiores bastante dramático el contraste. Visto a vuelo de pájaro, se
adversas, por las dificultades de circulación del ve a lo lejos el centro urbano, al menos lo que se
aire. Pronto el paisaje cambiará y al color exterior, alcanza a destacar desde esta lejanía del sector de
que maquilla y diferencia, se le sumará la nueva El Piñal-El Caraño donde se asienta la nueva ciu-
decoración de los aires acondicionados para po- dadela, mientras que la que fuera selva frondosa es
der atenuar esa condición ambiental. ahora rala, con algunos elementos arbustivos, en
En esa uniformidad del paisaje urbano y proceso de urbanización, siguiendo la ruta de los
suburbano impera una lógica de la sociedad de caminos en la parte alta de las colinas, por donde
la mercancía aplicada a la vivienda. Máxima pro- se pasean los equipos y maquinarias que horadan
ductividad, mayor rentabilidad y, por ende, más el suelo y levantan los bloques hasta configurar la
rapidez en la rotación de capital. La supremacía nueva forma urbana lineal y sinuosa, siguiendo
del valor que ya se ha mencionado. De ahí que ese camino que pronto será avenida. Pero lejos de
la técnica adoptada tiene que ver con procesos la ciudad. Así es también en las fronteras urbanas
productivos óptimos según la técnica adecuada; de Cartagena, Barranquilla o Sincelejo en la costa
esto es, muros vaciados con un sistema de forma- Caribe, en Cali en el occidente, en Neiva al sur, o
letas que permiten construir cada apartamento en Girón (Santander) en el oriente colombiano;
en un mínimo tiempo. De pronto, en el paisaje un mapa de lejanías, de exclusiones y de guetos.
irrumpen las torres airosas como una alegoría No solo se trata de la ubicación lejana y de
victoriosa del capital y una derrota de la cultu- las grandes dificultades para que los habitantes
ra local, de las relaciones de vecindario y de los puedan movilizarse, dada la carencia de infraes-
elementos de cotidianidad en el suelo del primer tructura y de medios de transporte, sino también
piso, del zócalo urbano, que a partir de este mo- de que aquellos quedan confinados a un entorno
mento pasan a ser en vertical, en los estrechos empobrecido, con pocos servicios cualificados y
corredores, en los escalones y descansos de las sin poderse incorporar a las dinámicas econó-
escaleras o, simplificados, en las piscinas —donde micas y culturales urbanas. Son escenarios que
las hay— o en las llamadas zonas comunes. La hacen sentir todo el peso de la marginalidad y la
simpleza y la polivalencia de aquello que el arqui- periferización urbana, en términos reales y sim-
tecto Christopher Alexander llamara un “patrón bólicos. Pobladores que han sido condicionados y
de acontecimiento”, expresado por ejemplo en un sometidos a ver la política convertida en dádiva, el
frondoso árbol al frente de la casa, que da sombra derecho en generosidad de los dirigentes de tur-
y mitiga el calor, y permite el fresco, el encuentro no; que ante la ausencia del Estado con políticas
cotidiano, el juego de mesa, el control social, el adecuadas, por centurias en muchos casos, tienen
chisme o la sociabilidad, deja de ser importante y que valorar lo que llegue y como se lo planteen,
es reducido a jardinería, o de pronto a un equívo- pues de lo contrario serán unos desagradecidos.
co ejercicio de silvicultura urbana, cuando lo hay. Es comprensible entonces que algún habitante de
Así ocurre en Quibdó, donde el porche ha des- Quibdó, frente a las críticas planteadas a los apar-
aparecido de la arquitectura y el sucedáneo es un tamentos de la ciudadela MIA, algo nunca visto
balcón que, como en la ciudadela MIA, es apenas en la ciudad, expresara que “A caballo regalado no
una minimización funcional en altura, alejado de se le mira el colmillo”.
todas las posibilidades rituales que aquel brin- En esas condiciones de urbanización, se
daba; o en Sincelejo, donde los callejones entre plantea un limbo para sus habitantes en una

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cultura en la cual han estado inmersos pero que Es cierto, son cien años de política habita-
necesariamente se ve transformada por el nuevo cional en Colombia. La experiencia acumulada se
escenario arquitectónico y urbanístico, pero sin ha decantado por una política económica donde
poderse establecer en el nuevo orden que se les la vivienda es apenas una consecuencia dentro de
plantea, al cual no reconocen y en el cual mu- los indicadores macroeconómicos. Donde la ha-
chas veces no son aceptados. Un limbo cultural bitabilidad, entendida como esa compleja trama
que incluso se plantea para habitantes con expe- de elementos ambientales, sociales, históricos, es-
riencia urbana, como es el caso de muchos de los téticos y culturales, es despreciada y sometida a la
habitantes de la Ciudadela Nuevo Occidente de hoguera de la valorización económica. Pero aun
Medellín —de ahí sus grandes problemáticas en así, vista la vivienda desde la racionalidad econó-
el habitar, en las transformaciones y adaptaciones mica y entregada a la sociedad de mercado, no ha
de los apartamentos, incomprensibles para mu- podido quebrarle el espinazo al déficit cuantitati-
chos—. Todavía más cuando se trata de pobla- vo, mientras que el déficit cualitativo, relacionado
ciones rurales, o de grupos desplazados y de orí- con esa habitabilidad, crece de manera dramática.
genes étnicos diversos. Cuando desde las colinas Sí, es un drama social aunque no lo creamos, ni
circundantes se observa esa especie de campo de lo intuyamos, ni lo veamos, tapados como esta-
concentración que es Nueva Girón en Santander, mos por el balcón del apartamento de la torre de
surge la pregunta sobre qué les puede importar enfrente.
a estos habitantes la Girón antigua, colonial y
patrimonial del país, cómo se identifican y rela-
cionan con ella, así como se debe cuestionar la Luis Fernando González Escobar (Colombia)
manera como los antiguos habitantes presienten Profesor asociado, Escuela del Hábitat, Facultad de Arquitectura,
esa ciudadela surgida de manera abrupta. Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.

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