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Principios básicos de la

psicología desde
El enfoque filosófico:
Empirismo, fenomenología, positivismo, constructivismo y postpositivismo. Relación
dialéctica Esencia-Apariencia, mente- pensamiento. Principios básicos de toda búsqueda
de conocimiento de lo real. Objetividad y subjetividad.

Autora: Dra. Iraima V. Martínez M

Principios básicos de la psicología desde el enfoque filosófico


Originariamente, la filosofía abarcaba la totalidad del conocimiento y los filósofos eran
polimatías. Por ejemplo, Aristóteles trabajo en problemas de física, biología, psicología y
ciencia política, así como en problemas de lógica y ética; y Descartes se intereso en la
matemática, la física, la biología y la psicología tanto como en la filosofía propiamente
dicha. Hoy en día, la filosofía es una rama de las humanidades, y los filósofos limitan su
atención a problemas conceptuales de un cierto tipo. No formulan juicios sobre cuestiones
de hecho especiales, que gustosamente dejan en manos de científicos y tecnólogos. La
psicología era una rama de la filosofía, de la cual se dice que se independizo alrededor de
1850, con el nacimiento de la psicofísica. Por qué los psicólogos contemporáneos habrían
de preocuparse por la filosofía. Porque, lo sepan o no, les guste o no, los psicólogos se
basan en y utilizan una cantidad de ideas filosóficas, sobre todo ideas acerca de la
naturaleza de la mente y la ciencia. Todo psicólogo, por tanto, no solo es un científico o un
terapeuta, sino un filósofo aficionado, en general malgré lui. Esto no tendría por que
preocupar a nadie, si no fuera porque el conocimiento tácito está a medio elaborar, es
incoherente, a menudo obsoleto, y nunca expuesto al examen crítico.

Hay todavía una razón mas para atacar explícitamente la conexión entre psicología. La
filosofía se introduce en la psicología por dos caminos: a través de las hipótesis relativas a
la naturaleza de la mente y las maneras adecuadas de estudiarla, a través de los principios
generales subyacentes a la investigación científica en cualquier campo.

Comencemos por el primero.

Todos los estudiosos de la conducta y la mente humana o animal, normal o anormal, sea
su interés principal básico o aplicado, teórico o empírico, presuponen más o menos
tácitamente una gran cantidad de principios generales filosóficos y metodológicos. Por
ejemplo, presuponen que la mente es algo distinto (o no) de la función cerebral; que la
comprensión del sistema nervioso es necesaria (o no) para explicar la conducta y la mente;
que la investigación animal es necesaria (o no) para avanzar en la comprensión de la
conducta y la mente humanas; que las estadísticas son indispensables (o no) para evaluar
la eficacia terapéutica de los trastornos conductuales o mentales; que la psicología es (o
no) una disciplina autónoma; que la psicología tiene mucho (o poco) que aprender de la
inteligencia artificial, etc.

Un objetivo de este breve estudio es indagar y examinar algunas de las hipótesis filosóficas
y de las normas metodológicas aprobadas y usadas más o menos tácitamente por los
psicólogos contemporáneos.

Empirismo.
Del término griego "empeiría" (experiencia). En un sentido amplio, es empirista toda
teoría para la cual la experiencia, entendida como percepción, es el origen y límite del
conocimiento: conocemos a partir de lo que percibimos y nada que no sea perceptible
puede ser conocido.

A lo largo de la historia se han dado muchas teorías empiristas, más o menos radicales;
así, se puede hablar de la filosofía aristotélica como más empirista que la de Platón, o la de
los filósofos atomistas más empirista que la de los pitagóricos. También en psicología
encontramos corrientes con una clara vocación empirista, siendo seguramente
el conductismo la más destacada de todas. En efecto, este paradigma de psicología
muestra la huella del empirismo en, al menos, las siguientes tesis: la psicología como
ciencia debe apoyarse por completo en la experiencia, y más exactamente en la
percepción, lo que trae consigo, primero, la reivindicación del llamado "conductismo
metodológico" y la crítica a la introspección, y, segundo, la consideración de que el objeto
de la psicología debe ser algo dado también a la experiencia (ni la mente, ni mucho menos
el alma): la conducta; lo que el sujeto es depende más de la influencia de algo exterior a él
que de estructuras y de un dinamismo interno de carácter innato, tesis que le llevará al
conductismo a subrayar la importancia de la experiencia, del aprendizaje y de la influencia
del medio en la aparición de las habilidades, rasgos y comportamientos de los organismos,
incluido el ser humano.

En un sentido estricto llamamos "Empirismo" o "empirismo clásico", al que se desarrolla


en las Islas Británicas en la Edad Moderna (fundamentalmente en el siglo XVIII), que se
opone al racionalismo continental o racionalismo clásico, y que tiene como representantes
más importantes a Locke (1632-1704, filósofo inglés), Hume (1711-1776, filósofo escocés)

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y Berkeley (1685-1753, filósofo irlandés). Este empirismo rechaza las tesis apriorísticas del
racionalismo (las ideas innatas) al considerar que la mente es como un papel en blanco en
el que va escribiendo la experiencia, rechaza la intuición intelectual de algo que no sea la
propia mente, y acepta sólo la percepción como fundamento del conocimiento. A
diferencia del empirismo del siglo XX, el empirismo clásico considera legítima tanto la
percepción interna como la percepción externa. Frente al método deductivo propuesto
por los racionalistas, los empiristas prefieren el método inductivo, y frente a la admiración
racionalista por la matemática, los empiristas van a preferir las ciencias empíricas o
ciencias naturales. En su versión más radical, la de Hume, defiende el fenomenismo:
únicamente podemos conocer los fenómenos (fenómeno: la realidad en tanto que se
presenta a los sentidos), pero no la realidad tal y como pueda ser en sí misma e
independiente de nuestro psiquismo. Locke, uno de los iniciadores del empirismo
moderno, es el primero en poner en cuestión el concepto de sustancia (la supuesta
realidad que subyace o en la que descansan los fenómenos); no niega las sustancias, pero
considera que de ellas no cabe tener una experiencia directa; las sustancias (incluso Dios)
pueden conocerse por inferencias racionales. Por su parte, Hume establece como criterio
para decidir la legitimidad de una idea que tenga como soporte la impresión (o sensación):
el único ámbito del que cabe el conocimiento y la ciencia es el que se ofrece a la
percepción, considerando que todo lo que podemos conocer se limita a la aparición de
fenómenos, o la sucesión de un fenómeno tras otro, y nada más: ni la supuesta realidad
que subyace en los fenómenos, ni las supuestas realidades trascendentes como el alma o
Dios, ni tampoco los vínculos causales reales existentes entre las cosas. La filosofía de
Hume tiene también gran relevancia en el estudio del psiquismo pues considerará este
filósofo que la ciencia de la naturaleza humana es la ciencia más importante y debe
desarrollarse antes que cualquier otra, por ser en cierto sentido la ciencia de las ciencias.
Esta ciencia de la naturaleza humana no debe partir de principios a priori sino de la
experiencia y la observación.

En breve resumen, y por su importancia para el desarrollo de la psicología científica,


vamos a destacar las siguientes tesis empiristas:

La cuestión fundamental en la polémica racionalismo/empirismo se concentra en la


pregunta ¿cómo se origina el conocimiento? El racionalismo considerará que gracias a las
ideas innatas y a la intuición, siendo, por tanto, lo importante lo que la conciencia pone o
incorpora. Por su parte, para el empirismo todo el conocimiento proviene de los sentidos,
puesto que la mente es como "un papel en blanco" y no existen las ideas innatas, siendo lo
más importante lo que la conciencia recibe.

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Asociacionismo. Los empiristas entenderán que los procesos mentales son consecuencia
de la asociación de vivencias: creerán que en el mundo de la mente encontramos fuerzas
semejantes a las presentes en el mundo físico, trasladando el mecanicismo y
determinismo que Descartes propuso únicamente para el mundo físico al mundo de la
mente. Los sentidos nos ofrecen sensaciones y éstas se transforman en ideas; por su parte
las ideas se combinan y suceden siguiendo los llamados principios de la
asociación (similitud, contigüidad y contraste); por ejemplo, por el principio o ley de la
contigüidad, si varias ocurren frecuentemente juntas, una sola puede producir el recuerdo
de las restantes. El asociacionismo estará presente después en varios modelos o
movimientos psicológicos, como la primeras psicologías científicas (Wundt), Freud, Pavlov
y principalmente en el conductismo, en éste caso en términos fiscalistas puesto que para
este modelo lo que se asocia no son contenidos mentales sino estímulos y respuestas.

Mecanicismo. Los empiristas tienden a dar explicaciones mecanicistas del ser humano,
explicaciones que incluyen las siguientes tesis fundamentales: la mente y la conducta del
hombre son un fenómeno natural más, por lo que pueden ser explicadas según las leyes
naturales;

-. Determinismo: no existe el libre albedrío, por lo que la mente y la conducta se someten


a leyes deterministas, ocurriendo de este modo que la conducta podrá predecirse por
completo cuando se descubran las leyes que la rigen (como en el siglo XX afirmará de
forma rotunda el conductismo);

-.materialismo: toda la realidad es material, por lo que, de nuevo, la conducta humana es


un fenómeno natural, y está determinada por las mismas fuerzas y leyes físicas que valen
para el resto de la naturaleza.

El representante más destacado del mecanicismo materialista fue Hobbes (1588-1679,


filósofo inglés). Para este autor, los contenidos de la mente se rigen por las mismas leyes
físicas que los movimientos físicos.

Finalmente, cabe destacar también lo que algunos autores han llamado


llamado hedonismo psicológico: de todas las acciones que puede realizar, el hombre
escoge aquellas que tengan consecuencias más placenteras o menos dolorosas; esta tesis
viene a ser expresión del característico sensualismo que recorre toda la filosofía empirista
y expresa una visión ciertamente pesimista de la naturaleza humana al señalar que, en
último término, toda acción humana busca el provecho propio (entendido como placer o
satisfacción) siendo el hombre, por lo tanto, consustancialmente egoísta. Estas mismas
ideas se pueden encontrar también en gran parte de la psicología científica en sus

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explicaciones de la motivación (el psicoanálisis con la referencia al principio del placer, el
conductismo y las tesis de Skinner sobre los refuerzos y castigos como principios rectores
del aprendizaje).

Fenomenología.
La fenomenología (del griego antiguo φαινόμενoν, 'aparición', 'manifestación' y λογος,
'estudio, tratado') es una forma de filosofía que estudia el mundo respecto a la
manifestación.

La fenomenología es una corriente filosófica, muy amplia y diversa, por lo que difícilmente
valdrá una sola definición para todas sus vertientes. Sin embargo, es posible caracterizarla
como un movimiento filosófico que llama a resolver todos los problemas filosóficos
apelando a la experiencia intuitiva o evidente, que es aquella en la que las cosas se
muestran de la manera más originaria o patente. Por eso las diferentes vertientes de la
fenomenología suelen discutir constantemente sobre qué tipo de experiencia es relevante
para la filosofía y sobre cómo acceder a ella. De ahí también que todas ellas se suelan
apropiar del lema "¡A las cosas mismas!", que aplica en realidad para todo conocimiento
científico en tanto que conocimiento que apela a la experiencia evidente.

En el diccionario de psicología aparece referida esta corriente filosófica como una


corriente epistemológica nacida dentro del ámbito filosófico del cambio de siglo, la
fenomenología de Husserl planteo la posibilidad de acceder a la conciencia mediante la
investigación directa y la descripción fiel libre de teorías. La descripción de los objetos de
la experiencia, su reducción a componentes y su aplicación a la esfera de la acción por los
existencialistas fueron importantes legados de esta corriente.

El termino fenomenología trascendió escuelas para identificarse simplemente como la


descripción sistemática de la experiencia y, en el transcurso del siglo, su método fue
retomado por varios sistemas de filosofía, psicología y psiquiatría, con lo que se constituyo
un cuerpo de postulados sobre la conciencia que son del mayor interés para formular
modelos

La Fenomenología es definida por el Diccionario de la Real Academia Española como:

1. Teoría de los fenómenos o de lo que aparece.

2. En Friedrich Hegel, filósofo alemán de comienzos del siglo XIX, dialéctica interna del
espíritu que presenta las formas de la conciencia hasta llegar al saber absoluto.

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3. Método filosófico desarrollado por Edmund Husserl que, partiendo de la descripción de
las entidades y cosas presentes a la intuición intelectual, logra captar la esencia pura de
dichas entidades, trascendente a la misma conciencia.

La Enciclopedia Encarta la define de la siguiente manera:

Fenomenología, movimiento filosófico del siglo XX que describe las estructuras de la


experiencia tal y como se presentan en la conciencia, sin recurrir a teoría, deducción o
suposiciones procedentes de otras disciplinas tales como las ciencias naturales.

La Fenomenología es la doctrina filosófica que estudia lo que aparece, es decir, los


fenómenos. Algunos sostienen que fue iniciada por el filósofo J.H. Lambert (1728-1777), al
investigar sobre el tema de las apariencias, pero la amplia bibliografía coincide que su
verdadero inicio se encuentra en el siglo XX en Alemania con Edmund Husserl. "La
fenomenología es el estudio de la ciencia del fenómeno, puesto que todo aquello que
aparece es fenómeno".

La Fenomenología es una ciencia de objetos ideales, por tanto a priori y universal, porque
es ciencia de las vivencias. "Es una ciencia esencialmente nueva, alejada del pensar
natural, por lo que tiene de peculiar y por desarrollarse sólo en nuestros días se llama a sí
misma ciencia de fenómenos".

Edmund Husserl nació en 1859 en Prossnitz (Moravia), de familia judía. Fue discípulo de
Brentano, estudió matemáticas y filosofía y fue profesor en Gottinga y Friburgo donde
finalmente murió en 1938.

Se dice que su principal discípulo fue Martin Heidegger, quien lo sucedió en su cátedra de
Friburgo cuando el régimen nazi lo obligó a abandonar la docencia. Otro discípulo suyo, el
padre franciscano belga P. Van Breda, temiendo el antisemitismo hitleriano, transportó
clandestino a Lovaina la biblioteca y los escritos inéditos de Husserl".

La fenomenología como método: Husserl quiere darle a la filosofía un método absoluto


sobre el cual basa su sistema de verdades. Esta fenomenología consiste en remontarse por
intuición hasta las esencias que posibilitan las captaciones ordinarias; así por ejemplo,
hacer la fenomenología del amor no consistirá en describir experiencias concretas y
realistas del amor, sino las vivencias necesarias para experimentar el amor como un valor.

"La fenomenología echa mano de la descripción de lo que aparece, pero de aquello que
surge con evidencia apodíctica. Deja entonces de lado la explicación de las cosas por los
primeros principios y por las causas, y establece que es la intuición intelectual el
procedimiento propio de la filosofía, pues no se puede aceptar nada con evidencia
apodíctica si no se capta directamente en su manifestación donde el objeto aparece".

El objeto principal de la fenomenología: Son las esencias, dejando de lado que es


simplemente fáctico o contingente o singular, interesándose sólo por ese centro o unidad
de características que se entrelazan. Pero estas esencias no son de cualquier tipo sino que
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son aquellas que caracterizan las vivencias o sea, a los modos de captar por la conciencia
algún objeto.

Positivismo.
Definición de positivismo

Buscando el origen etimológico del término positivismo hallaremos que el mismo se


encuentra en el latín y que está formado por la unión de varias partes, en concreto de tres:
la palabra positus que equivale a “puesto”, el sufijo –tivus que puede traducirse como
“relación activa” y el sufijo –ismo que es sinónimo de “teoría o doctrina”.

Se conoce con el nombre de positivismo a una estructura o sistema de carácter


filosófico que está basado en el método experimental y que se caracteriza por rechazar las
creencias universales y las nociones a priori. Desde la perspectiva de los positivistas, la
única clase de conocimientos que resulta válida es el de carácter científico, el cual surge de
respaldar las teorías tras la aplicación del método científico.

Cabe resaltar que el desarrollo del positivismo está vinculado a las consecuencias de la
Revolución Francesa, que transformó al ser humano y a la sociedad en objetos de estudio
científico. Esta novedad requería de una nueva epistemología para legitimar los saberes
obtenidos.

El francés Augusto Comte y el británico Jhon Stuart Mill suelen ser señalados como los
padres de esta epistemología y del positivismo en general. Ambos sostuvieron que
cualquier actividad filosófica o científica debe llevarse a cabo mediante el análisis de los
hechos reales que fueron verificados por la experiencia.

No obstante, es importante subrayar que la primera persona que hace uso del término
positivismo, a principios del siglo XIX, es el francés Henri de Saint-Simon. Un filósofo este
que está considerado como precursor de la filosofía social y que tenía máxima profesional
el lograr la reorganización de la sociedad de aquel momento para evitar que hubiera
clases. En concreto quiso acometer esta tarea haciendo uso de lo que eran los pilares de la
industria y también de la ciencia.

Resulta interesante mencionar también que la epistemología positivista recibió diversas


críticas por parte de quienes creían que sus objetos de estudio (como el hombre y
la cultura) no podían ser evaluados con el mismo método que se emplea en las ciencias
naturales. La creación de significado y la intencionalidad, por ejemplo, son exclusivas de
los seres humanos.

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Asimismo, y para terminar el análisis del término positivismo, no podemos pasar por alto
la existencia del llamado neopositivismo o positivismo lógico. Este puede definirse como
aquel movimiento filosófico que nació en la época contemporánea y que sustenta en el
hecho de que considera que la filosofía tiene que tener como otros de sus pilares
fundamentales lo que es tanto la metodología científica como el análisis del lenguaje.

Entre las principales figuras que defendieron y ejercieron como representantes de dicho
movimiento se encuentran el alemán Rodolfo Carnap que realizó obras tan importantes
como “La estructura lógica del mundo” (1928), el filósofo austríaco Otto Neurah que
escribió “Sociología empírica” (1931) y el catedrático Mauricio Schlick.

Positivismo también es, por último, la actitud práctica, la afición extrema al goce de tipo
material y la tendencia a priorizar los aspectos materiales de la realidad por sobre todas
las cosas.

El positivismo como un pensamiento filosófico afirma que el conocimiento auténtico es el


conocimiento científico y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de
las hipótesis a través del método científico. El positivismo se deriva de
la epistemología que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador
francés Saint-Simon, de Auguste Comte, y del británico John Stuart Mill y se extiende y
desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Uno de sus principales
precursores en los siglos XVI y XVII fue el filósofo, político, abogado, escritor y canciller de
Inglaterra Francis Bacon.

Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser
humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de
estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue
la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y
al individuo como objetos de estudio científico.

Características

Estas corrientes tienen como características diferenciadoras la defensa de


un monismo metodológico (teoría que afirma que hay un solo método aplicable en todas
las ciencias). La explicación científica ha de tener la misma forma en cualquier ciencia si se
aspira a ser ciencia, específicamente el método de estudio de las ciencias físico-naturales.
A su vez, el objetivo del conocimiento para el positivismo es explicar causalmente los
fenómenos por medio de leyes generales y universales, lo que le lleva a considerar a
la razón como medio para otros fines (razón instrumental). La forma que tiene de conocer
es inductiva, despreciando la creación de teorías a partir de principios que no han sido
percibidos objetivamente. En metodología histórica, el positivismo prima
fundamentalmente las pruebas documentadas, minusvalorando las interpretaciones

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generales, por lo que los trabajos de esta naturaleza suelen tener excesiva acumulación
documental y escasa síntesis interpretativa.

Auguste Comte formuló a mediados del siglo XIX la idea de la creación de la


sociología como ciencia que tiene a la sociedad como su objeto de estudio. La sociología
sería un conocimiento libre de todas las relaciones con la filosofía y basada en datos
empíricos en igual medida que las ciencias naturales Una de sus propuestas más
destacadas es la de la investigación empírica para la comprensión de los fenómenos
sociales, de la estructura y el cambio social (razón por la que se le considera padre de
la sociología como disciplina científica). Comte presenta a la historia humana en tres fases:

Fase teológica o mágica: corresponde a la infancia de la humanidad; en esta época las


personas dan explicaciones mágicas de los fenómenos naturales, utilizan categorías
antropológicas para comprender el mundo y técnicas mágicas para dominarlo. También
creen que ciertos fenómenos son causados por seres sobrenaturales o dioses.

Fase metafísica o filosófica: en este estadio el hombre deja de creer en seres


sobrenaturales y ahora comienza a creer en ideas. Por lo que las explicaciones son
racionales, se busca el porqué de las cosas, y se sustituye a los dioses por entidades
abstractas y términos metafísicos.

Fase científica o positiva: es la definitiva. En esta etapa, según Comte la mente humana
renuncia a la búsqueda de ideas absolutas y en vez de esto, ahora se dedica a estudiar las
leyes de los fenómenos. El conocimiento se basa en la observación y la experimentación, y
se expresa con el recurso de la matemática. Se busca el conocimiento de las Leyes de la
Naturaleza para su dominio técnico.

Constructivismo.
El término constructivismo en la psicología se refiere a todas aquellas teorías que no
consideran a los seres humanos como receptores pasivos de experiencias y aprendizajes,
sino como constructores activos de su realidad y experiencias. En la psicología
constructivista, teorías y prácticas se enfocan en el modo en que los individuos crean
sistemas de significado para así dar sentido a su mundo y experiencias, se centran por lo
tanto en la estructura significativa donde se construye la personalidad del ser humano.

En la psicoterapia, por ejemplo, este enfoque puede expresarse en que el terapeuta


proponga a su consultante preguntas que vuelvan su atención hacia los procesos de
significado y desenvolvimiento en su mundo relacional, a la vez que se le alienta a
expandir y flexibilizar esos procesos. Proponentes pioneros de este enfoque son Michael
Mahoney, Kelly, Vittorio, Jean Piaget, Frederic Bartlett y Max Wertheimer.

Aunque sus raíces pueden remontarse a filósofos como Giambattista puede considerarse
como iniciadores del constructivismo a los psicólogos George Kelly en clínica (con
su Psicología de los Constructos Personales de 1955) y Jean Piaget en psicología del
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desarrollo (con su "epistemología genética" es decir, el estudio de los orígenes psicológicos
de la teoría del conocimiento individual).

Además de los mencionados, puede considerarse asimismo como padres del


constructivismo a Humberto Maturana, Ernst von Glassersfeld, Francisco Varela, Heinz von
Foerster, Niklas Luhmann, Paul Watzlawick, Gregory Bateson, Lev Vygotski, Kurt Lewin.

Generalidades

Desde una postura psicológica y filosófica argumenta que el individuo forma o construye
gran parte de lo que aprende y comprende. Destaca la situación en la adquisición y
perfeccionamiento de las habilidades y los conocimientos. Desde el punto de vista del
constructivismo, el maestro no enseña en el sentido tradicional de pararse frente a la clase
e impartir los conocimientos, sino que acuden a materiales con lo que los alumnos se
comprometen activamente mediante manipulación e interacción social.

Un supuesto básico del constructivismo es que los individuos son participantes activos y
deben redescubrir los procesos básicos. El constructivismo exógeno recalca la fuerte
influencia del exterior en la construcción del conocimiento.

Otros autores coinciden con el planteamiento anterior en afirmar que el constructivismo


es una corriente posmoderna, personalizada en Bateson, Gergen, Watzlawick, Maturana,
White y otros.

Uno de sus presupuestos básicos es que cuanto sabemos y creemos es fruto del lenguaje
con que comprendemos y transmitimos nuestras percepciones y que, sobre una misma
realidad, pueden darse diferentes puntos de vista, todos ellos igualmente válidos.

Al hablar, vamos creando la realidad junto con nuestros interlocutores. Así es como, sobre
la base de nuestra biografía, creamos y modificamos nuestra identidad, que retocamos
permanentemente en virtud del contexto, de las circunstancias de nuestra interacción y de
las características y expectativas de nuestro interlocutor.

Los americanos cuentan que un día se reunieron tres árbitros de béisbol y empezaron a
hablar sobre su trabajo. Uno de ellos decía: "Hay jugadas de éxito y jugadas fallidas, y yo
determino lo que es cada cual ".Otro decía: " Hay, efectivamente, jugadas de triunfo y de
fracaso, y yo sanciono lo que veo que son". Mientras el tercero apuntó: "No existen
jugadas de éxito o fracaso, en tanto que yo no las haya sancionado como tales".
Evidentemente, el primero que habló pretendía ser objetivo, creía que hay una realidad
independiente de su proceso psicológico perceptivo y anterior al mismo. Los otros dos
eran constructivistas, el segundo más radical que el primero.

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Un antecedente filosófico del constructivismo puede enraizarse en Kant, cuyas ideas a
priori, juicios sintéticos a priori, analítica y dialéctica trascendentales reflejan el carácter
sistematizador y unificador del espíritu humano.

El constructivismo posmoderno considera que el cerebro no es un mero recipiente donde


se depositan las informaciones, sino una entidad que construye la experiencia y el
conocimiento, los ordena y da forma. Este es un planteamiento netamente kantiano.

El constructivismo tiene dos vertientes:

a. La teorética, que pretende la integración de los múltiples enfoque teóricos, que


aspiran a explicar qué es el hombre en su conjunto, la universalidad del ser
humano.
b. La personalista, relativa a cada persona concreta, que sólo pretende una versión
específica, individualizada de quién y cómo es cada quien, en su caso particular,
único e irrepetible.

Según Bruner (1), hay dos formas de conocer la realidad:

A. Paradigmática: Su objetivo es la verdad consensuada por la comunidad científica,


que trabaja con sus métodos tradicionales.
B. Narrativa: Sólo pretende la credibilidad; es el mundo de las historias y de las
intenciones que transforman el tiempo.

CARACTERÍSTICAS DEL CONSTRUCTIVISMO:

1.- NARRATIVO:

Cada uno de nosotros tiene para sí un relato de su propia vida y además cuenta historias,
todas verídicas, que extrae de su biografía. Al trasladar estas narraciones, fijamos
recuerdos, eliminamos ciertos desgarros internos, creamos nuestra identidad, la
retocamos de forma sucesiva, vamos dando consistencia al sentimiento de nuestra
existencia, nos otorgamos significación, porque justificamos y cargamos de congruencia
nuestras actuaciones pasadas y vamos perfilando nuestro sentido teleológico, lo que nos
da razón de ser.

Nuestra representación del mundo, y aun nuestra propia identidad, no se corresponden


con una descripción estática y fija, sino que son una historia viva o dos versiones de la
misma historia, que se desplazan evolutivamente al ritmo y compás con que el propio
narrador se desplaza por el tiempo.

2.- PLURAL:

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Los discursos, tanto los como los relativos al individuo, son múltiples, diferentes, y todos
válidos, ya que parten de puntos de vista, prácticas e historias distintas.

En el plano teorético, este sentido plural quiere decir que ningún cuerpo teórico abarca en
sí mismo todos los puntos de vista que son pertinentes respecto a un conjunto de
fenómenos concreto. Son saberes acumulativos, complementarios. Así pues, en el plano
teorético, el constructivismo se sitúa en un plano interdisciplinar. Los diferentes enfoques
sobre el ser humano, las teorías psicológicas, biológicas, sociológicas, antropológicas, etc.,
aun siendo irreductibles entre sí, son complementarias. Y, dentro de cada uno de los
encuadres posibles, ha de mantenerse este mismo respeto mutuo entre las diferentes
aportaciones de cada escuela, porque cualquier conocimiento sobre el hombre sigue
siendo una construcción mental, individual o colectiva, realizada desde una perspectiva
peculiar.

En el plano individual, las historias acerca de nosotros mismos que fabricamos con nuestra
familia son muy diferentes entre sí, no es el mismo relato el que mantenemos con nuestra
madre que el que mantenemos con nuestros hijos, y, a su vez, estas historias familiares
son distintas de las que fabricamos con nuestros jefes sucesivos o cono nuestros vecinos.

3.- RADICAL:

El movimiento constructivista defiende que, puesto que no hay un criterio válido para
discernir si una teoría es mejor que otra, hay que refrendar aquellos planteamientos que
sean útiles, coherentes con su contexto, no excluyentes y facilitadores del cambio. Esto
no tiene nada que ver ni con el relativismo, que consagra cualquier punto de vista como
equivalente a cualquier otro, ni con el mero pragmatismo que se desinteresa por el valor
de la verdad para centrarse en lo que funciona..., sin más pretensiones.

Ortega y Gasset llegó a afirmar que toda realidad es perspectiva, porque las cosas sólo son
reales en tanto que "son para mí", un punto de vista para el yo. El ser definitivo del mundo
no es la materia, ni el alma, ni cosa alguna determinada, sino una perspectiva que organiza
la realidad. El perspectivismo de Ortega no sólo pretendió superar el sustancialismo
eleático (Parménides), sino que es también un importante antecedente constructivista.

Este perspectivismo quizá permita adunar la pluralidad de enfoques que convergen en las
ciencias humanas y el carácter protéico de cada uno de ellos. Hay muchas teorías, quizás
demasiadas; pero, además, cada una de ellas muta constantemente y prolifera generando
nuevos aportes, porque el hombre viene debatiéndose, hasta ahora, entre la búsqueda de
la verdad y la imposibilidad de encontrar certezas absolutas. Es como una condena
tantálica: siempre la verdad ahí, al alcance de la mente; pero, antes hemos de luchar con
los espejismos de la inmediatez, el escepticismo de la incertidumbre, el relativismo de la
subjetividad y la inconsistencia del saber contingente.

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4.- POSMODERNO:

El enfoque constructivista no pretende conseguir una descripción única de la realidad, que


sea a la vez objetiva, independiente del observador y que contenga toda la verdad y sólo la
verdad.

El hombre se ha visto arrastrado con fuerza por la esperanza, o la utopía, de conseguir un


conocimiento objetivo, incontestable, radicalmente independiente tanto del observador
como del teórico, y no contaminado por los instrumentos lógicos y metodológicos de la
investigación. Pero, después del principio de indeterminación de Heissenberg, hasta los
físicos y matemáticos se han visto obligados, no siempre de buena gana, a renunciar al
sueño de conseguir verdades absolutas.

5.- SOCIAL:

El constructivismo explica el carácter diferencial de los planteamientos teóricos en la


diversidad de sus orígenes, en las múltiples situaciones, prácticas y contextos
situacionales de donde arranca cada uno de ellos.

Todos los sistemas filosóficos, al igual que las creencias religiosas y las teorías científicas
son hijos de su tiempo; nacen como una respuesta creativa del hombre ante las
necesidades que le acucian en esa circunstancia histórica donde surge el constructo. El
constructivismo especialmente, enfatiza la creación evolutiva e interactiva de las
virtualidades lingüísticas, tanto para expresar las vivencias, como para articular las
posibilidades de cambio.

El lenguaje adscribe significado a toda conducta, y no digamos, a la enfermedad o al


síntoma. Un mismo acto es polisémico por sí mismo, pero, además, es conceptualizado y
catalogado de forma muy distinta, según sea el talante del perceptor. Por ejemplo, "dar un
beso" puede significar:

 una muestra de afecto y simpatía


 ritual de saludo, vacío de contenido

 norma de cortesía obligada

 manifestación erótica

 provocación y aun acoso (beso robado)

 señal de traición (beso de Judas)

 signo de paz

 signo de respeto (beso en la mano)


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 bendición (beso en la frente)

 señal de acatamiento y subordinación (beso en los pies, o en el anillo episcopal)

 muestra de veneración religiosa

 ternura

 compasión

Pero un beso cruzado en público, entre personas de diferente sexo, que sea observado por
un creyente taliban, puede ser considerado pecado y, por tanto, delito, con las
consecuencias pertinentes. El mismo hecho es "norma social", en casi todo Occidente... En
cambio, la cultura occidental no admite el beso entre personas de sexo masculino, que es
la norma en ciertas culturas eslavas y musulmanas.

 PERCEPCIÓN:

Hoy día, dentro del mundo de la Psicología, nadie discute el carácter constructivista que
tiene toda percepción; casi nadie pretende tener la verdadera interpretación de nada,
después que la Teoría de la Forma haya demostrado la contundencia de las leyes de
proximidad, semejanza, figura-fondo, pregnancia y completamiento.

Postpositivismo
Creencia filosófica que sostiene que el conocimiento humano no está basado en
fundamentos sólidos e inmodificables; sino que es conjetural. Pero creen que tenemos
razones para evaluar esas creencias o conjeturas, aunque esas razones pueden ser
modificadas o eliminadas a luz de investigaciones posteriores.

El postpositivismo actual, heredero de la tradición positivista, pero sin las mismas


insuficiencias que su antecesor, revalúa los conceptos de realismo, objetividad e
investigación, flexibilizándolos. La realidad no es absoluta sino socialmente construida, el
logro de la objetividad es progresivo a través de sucesivos contactos con los hechos
estudiados, y existen modos de conocimiento no estrictamente experimentales.

El postpositivismo es también llamado paradigma cualitativo, interpretativo,


fenomenológico o etnometodologico se propone el estudio de los significados de las
acciones humanas y de la vida social. Esta concepción intenta sustituir las nociones
científicas de explicación, predicción y control del paradigma positivista por las de
comprensión, significado y acción.

Los investigadores cualitativos se concentran en la descripción y comprensión de lo


particular del sujeto, más que en lo generalizable. Se preocupan por comprender la
14
realidad social desde los significados de las personas implicadas. Se estudian creencias,
intenciones, motivaciones y otras características de los hechos sociales no observables
directamente, ni susceptibles de experimentación.
Supuestos Básicos del Paradigma Post-positivista o Cualitativo
A continuación se presentan una serie de supuestos descritos por Sandín
(2003):
• Considera los hechos sociales desde una óptica interpretativa, holística, dinámica y
simbólica.
• Asume el contexto o entorno como un elemento constitutivo de los significados
sociales.
• El objeto de investigación es la acción humana (en oposición al término conducta
humana) y las causas de tales acciones, las cuales se atribuyen al significado que tienen
para las personas que las realizan.
• El objeto de la construcción teórica es la comprensión teleológica (relativa a los
fines), antes que la explicación causal.
• La pretendida objetividad se consigue conociendo el significado subjetivo que tiene
la acción para su protagonista o ejecutor.

Se gesta después del positivismo hacia fines del siglo XIX y se desarrolla plenamente
décadas de 1950 /1960. Lo inician autores como: – Dilthey (historia y psicología) – Wundt,
Brentano, Ehrenfels, William James (Psicología). – Husserl (fenomenología). – Max Weber
(sociología). Su desarrollo en el siglo XX contribuyen autores como: – Los físicos de las
primeras tres décadas. – Filosofía de la Ciencia de Wittgenstein. – Biología de Von
Bertalanffy (1930-1940). – 1950-1960: obras de autores como Toulmin, Hanson, Kuhn,
Feyerabend, Lakatos, Polanyi, y Popper. – Psicología de la Gestalt, estructuralismo francés,
enfoque sistémico, teoría crítica de Frankfurt.

Relación dialéctica Esencia-Apariencia


La palabra esencia proviene del latín essentia que a su vez proviene del infinitivo del verbo
latino esse 'ser' (= existir), cuyo participio ens es el ente como ser que existe.

Essentia en la filosofía tradicional se ha interpretado como sustancia, con un doble


sentido:

 Sustancia primera es el individuo que muestra que es: que existe y muestra
su existencia.

 Sustancia segunda es la clase lógica que enuncia mediante un discurso lo que es:
el atributo de la sustancia primera que muestra su identidad permanente.

15
Platón consideró la "esencia" según el segundo sentido señalado en la introducción, como
ίδέα (idea) o forma eterna e inmutable de las cosas materiales y sensibles con un
sentido metafísico, realista y trascendente. Considera las ideas como esencias
separadas, verdadera realidad que es. Las ideas son modelos de las cosas materiales y
éstas únicamente son por participación y no constituyen verdadero ser. El verdadero
introductor de la esencia en la doble dimensión señalada anteriormente es Aristóteles.

Actualmente, no se considera la metafísica dentro del ámbito de la ciencia. Lo real de las


esencias deviene solamente objeto de especulación, como tendencia al esencialismo. Así
pues definimos: La esencia es la propiedad, o conjunto de propiedades, que constituyen a
una clase natural o a un individuo.

Por su parte, la apariencia manifiesta a la esencia pero a la vez la oculta, parece cómo que
a la esencia le gusta ocultarse. Pero la apariencia engaña al presentarse como la verdadera
esencia. Para Heidegger el primer esfuerzo que realizó el pensamiento metafísico
occidental en sus orígenes fue el intentar distinguir entre la esencia y la apariencia, ya que
ésta no se presenta como un mero no-ser, sino que pretende ser el ser verdadero y
suplantar por tanto a la esencia. El filósofo debe mantenerse en el ser y tiene por otra
parte que distinguir entre el ser y las apariencias, y tiene que preservar tanto a la
apariencia como al ser, del abismo del no ser. La vía del ser es la única practicable que nos
lleva a la verdad, a lo permanente, a lo esencial; la vía de la opinión nos mantiene en el
error porque nos hace confundir la esencia con las apariencias; pero hay una vía
imposible, la del no-ser que se muestra como un abismo lógico y ontológico; es
impensable e impracticable.

Los filósofos griegos mantuvieron una tensión entre esencia y apariencia, concebidas
ambas como dos fuerzas trabadas y opuestas a la vez. Esta tensión se rompió a partir de la
sofística y de Platón, que introdujo un abismo enorme entre esencia y apariencia,
quedando ésta en el mundo de aquí abajo y marchando aquélla a un mundo separado, el
mundo verdadero de las ideas. Esta separación será mantenida y aumentada por el
pensamiento cristiano, que identificó la esencia con Dios y la apariencia con las criaturas.

El pensamiento aristotélico, cuyo principal problema consistía en explicar el movimiento


de los seres en el mundo sublunar, reinterpretó las ideas platónicas como las esencias
intrínsecas a las propias cosas, la naturaleza propia de cada cosa, aquello que la hace ser lo
que es volviendo al sentido originario de fisis en los presocráticos. Esta noción aristotélica
de esencia ha dominado todo el pensamiento medieval que complicó el problema de
relación entre esencia y apariencia con el problema de la relación entre la esencia y la
existencia de las cosas, entre el qué sea una cosa y el hecho mismo de que sea. Las
16
connotaciones teológicas de esta problemática son claras, ya que al contrario de Dios, para
el que su esencia consiste en existir, para los seres creados hay una distinción entre su
esencia y su existencia.

La relación de esencia y apariencia recibe un enfoque completamente distinto en la


filosofía trascendental de Kant, el cual interpreta la apariencia como fenómeno. El enfoque
trascendental privilegia el momento de la apariencia del fenómeno y reduce la esencia a
una mera cosa en sí cognoscible. Kant considera las cosas que se nos presentan en el
mundo como fenómenos, cosas en el aparecer, y su unidad de conexión en un mundo
fenoménico viene determinada por el sistema de conocimientos sintéticos a priori. La
realidad de los fenómenos, su esencia, no puede ser captada en una intuición sensible,
sino que sólo es accesible mediante una representación que Kant denomina idea y que es
trascendente. La complejidad sistemática de los fenómenos sólo es posible por la razón y
no por el entendimiento, y sobrepasa por tanto la experiencia. El mundo como idea es
trascendente, sobrepasa los fenómenos, de los que constituye su totalidad completa y
sistemática.

El mundo verdadero, el mundo de las esencias, que en Grecia estaba al alcance del sabio
virtuoso, y que con el cristianismo aparece sólo ya como prometido, en el enfoque
trascendental pierde hasta su característica de constituir una promesa y queda sólo como
un anhelo, como una ilusión.

Esta escisión radical entre esencia y apariencia, entre realidad y fenómeno, fue suturada
por el idealismo absoluto hegeliano, para el cual la esencia se da necesariamente a través
de la apariencia, y ésta agota sin residuo la esencia. La esencia interior consiste en hacerse
externa y esta revelación da lugar a la apariencia: de manera que esta esencia consiste
precisamente sólo en ser lo que se revela. La unidad de lo interno y lo externo, de la
esencia y la apariencia es la realidad.

El polo hegeliano (la necesidad) y el polo kantiano (el ideal moral), se equilibran en el
marxismo, distinguiéndolo de todo optimismo histórico y de todo deontologismo
abstracto. La concepción dinámica de la realidad histórica permite un cierto optimismo
limitado, al afirmar radical y hegelianamente, que cada episodio histórico, es eso, y que
por tanto no es eterno. Marcuse reconoce en Marx tres significados de la dualidad
esencia-apariencia:

 la esencia será la totalidad del proceso social tal como está organizado en una
época histórica determinada

17
 la economía es el nivel esencial y los otros niveles se han transformado en sus
manifestaciones

 la oposición ideología-ciencia que constituye nuestra segunda acepción, en lugar


de una relación epistemológica estática entre esencia y hecho surge una relación
crítica y dinámica entre esencia y apariencia como parte de un proceso histórico.

También Freud y Nietzsche desarrollaron una hermenéutica de la sospecha que no se


limita a aceptar las apariencias, sino que se esfuerza en construir una esencia. Freud
descubre a través de los indicios que son los síntomas, una realidad inconsciente,
fundamental, que determina la apariencia de lo consciente, aunque no se libera de la
concepción racionalista típica de la metafísica occidental y emprende un proceso de
transformación del ello por el yo, que llevaría de realizarse al dominio de la apariencia
consciente sobre la esencia inconsciente.

Nietzsche rechaza la oposición entre el mundo verdadero y el mundo aparente, y su


materialismo radical entendido como retorno a la tierra e inversión del platonismo supone
la supresión de los dos mundos, el esencial y el aparente, pero en su análisis de la
metafísica y de la moral occidental, su hermenéutica de la sospecha ha descubierto que
detrás de la voluntad de saber hay una voluntad de poder de tipo vitalista, que es su
verdadero fundamento. La voluntad de poder sería, según la interpretación de Heidegger,
la esencia cuya existencia correlativa sería el eterno retorno, de esta manera, Nietzsche
replantearía a su modo la dualidad esencial de la metafísica occidental. El dualismo queda
volatilizado en la relación entre univocismo radical del ser y un pluralismo igualmente
radical de los entes. El ser es uno y unívoco, pero produce lo diferente, o mejor dicho, es la
diferenciación misma de lo diferente lo que se dice siempre de la misma manera, aunque
no de las mismas cosas.

Nietzsche hace un elogio de la superficialidad, de la apariencia frente al mundo de las


esencias platónicas, pero esto sólo lo hace para destacar que este mundo es el único real,
ya que las propiedades atribuidas al mundo verdadero son los atributos de la nada;
defender un reino ultramundano opuesto a este de aquí abajo es un producto del odio y el
rencor contra la vida, es un signo de decadencia.

La apariencia es un indicio de lo real. Nietzsche volvería a los presocráticos, al defender un


único mundo en el que la apariencia y la realidad están unidas en una tensión fecunda más
que opuesta en una escisión irremediable como en el platonismo. La inversión platónica
instaura un mundo de simulacros que sustituye a la dualidad de un mundo original y
esencial y un mundo de copias, apariencial.

18
La consideración del mundo de aquí abajo como el único real existente exige replantear la
cuestión del fundamento de lo real que en lugar de ser trascendente se hace inmanente,
lo que supone en cierta manera su secularización y devaluación de la jerarquía ontológica
estableciendo relaciones horizontales entre cosas todas al mismo nivel entre sí. Los
simulacros al ser unos indicios de los otros, restablecen una cierta jerarquía ontológica
aunque sea provisional y transitoria, nómada.

El simulacro de Klossowski se opone a la noción de fenómeno de Heidegger, donde


distingue entre el fenómeno, lo que se muestra en sí miso, el aparecer, lo que tiene el
aspecto de lago con lo que no coincide realmente, y las puras apariencias que constituye
ya el anunciarse de algo que no se muestra a través de lo que muestra, como el anuncia de
algo que permanece no revelable. Como nos dice Perniola, mientras que en Heidegger lo
que se muestra absorbe en sí mismo la mera apariencia, en Klossowski la mera apariencia
deja de ser tal porque absorbe todo en sí mismo. El movimiento hacia lo que es propio,
presente en Heidegger (y Vattimo) está completamente ausente en Klossowski (y Deleuze)
que privilegia el momento de lo extraño y lo ajeno frente al de lo propio y lo auténtico. La
autenticidad se disuelve en el movimiento del eterno retorno de la diferencia y la
repetición. No hay engaño en el simulacro que no oculta lo que es y que se da como tal,
como el producto del juego de fuerzas moleculares del deseo.
Muy opuesta es la visión de los que como Baudrillard, hablan de los efectos de
hiperrealidad desarrollado por los simulacros, que intentan rellenar el desierto de lo real
mismo, en un mundo como el nuestro definido como la era de la simulación y de la
liquidación de todos los referentes. La simulación alude a un cierto engaño, a una cierta
sustitución de lo real por lo aparente que se da como real, pero esto no sucede
actualmente ya que los simulacros no sustituyen a lo real, sino que lo constituyen.
Baudrillard privilegia lo imaginario sobre lo real, con lo que recae en el idealismo.

El pensamiento postmoderno contemporáneo ha desarrollado un ataque profundo contra


la distinción entre esencia y apariencia, pero este ataque si no quiere confundirse con la
visión unidimensional del positivismo que también elimina esta distinción, debe ser muy
cauto en este punto.

Schlick afirma que no hay ningún hecho que obligue a establecer un contraste entre dos
realidades ineductibles: la apariencia y la esencia. Defiende la conciliación de todo lo real
en un único tipo de realidad con el mismo grado de esencialidad; todas las cosas son a la
vez autosubsistentes e interdependientes. Como Marcuse denuncia muy justamente, el
positivismo concede la realidad absoluta a los meros hechos y de esta manera concibe un
mundo unidimensional en el que no cabe un recurso crítico a la categoría de esencia, que
ha sido aplanada y estampada en los propios hechos que quedan privados así de cualquier
19
posible trascendencia. Si un pensamiento postmoderno quiere mantener un aspecto
crítico debe tener cuidado para no caer en un mero positivismo que acepta los hechos de
la realidad tal cual son y se limita a recibirlos en una hermenéutica respetuosa que se
pone a la escucha y renuncia a la transformación. El rechazar que sea posible acabar
completamente con la opacidad tanto en el aspecto individual como en el social, el no
aceptar que una vez desveladas todas las ideologías se muestre en sí misma la verdad
radiante, la realidad en persona, no tiene por qué implicar la renuncia a disminuir
activamente la opacidad en lo posible y a desvelar el mayor número de velos ideológicos,
aunque no estemos seguros nunca de haber rasgado el último y de poder contemplar la
realidad en sí misma.

Decía Derrida que si la forma de la oposición, la estructura oposicional es metafísica, la


relación de la metafísica a un otro no puede ser de oposición, lo que aplicado a nuestro
caso implicaría que en lugar de oponernos a la estructura esencia-apariencia de forma
frontal anulándola de forma positiva e idealista, quizás lo mejor sea jugar irónicamente
con ella, aceptando que a las apariencias actualmente existentes se puede oponer una
esencia construida, provisional, que nos sirva para obtener otras apariencias a las cuales
someter otra vez al mismo proceso y así sucesivamente. No hay una esencia que desvelar
de una vez por todas, pero sí que hay muchas apariencias que transformar, y esto no es
posible si se renuncia a esta distinción, aunque sea provisional e históricamente
establecida.

Relación dialéctica mente- pensamiento


La mente es el conjunto de facultades cognitivas ( mentales) que engloban procesos como
la percepción, el pensamiento, la conciencia, la memoria, etc., algunas de las cuales son
características del humano y otras son compartidas con otras formas de vida. Este
conjunto de procesos debe ser diferenciado de los estados mentales, tales como
los deseos, la sensación de dolor o las creencias, que son instancias, tipos o ejemplos de
dichos procesos.

A lo largo de la historia la mente ha sido concebida ontológicamente en diferentes


categorías (como una sustancia distinta del cuerpo, una parte, un proceso, o una
propiedad).2 3 . Sin embargo, las concepciones dominantes actuales, ambas materialistas,
se engloban en la teoría de la identidad mente-cerebro y el funcionalismo.

La mente es concebida o tratada como tres tipos de procesos: los conscientes, los
inconscientes y los procedimentales. Algunos científicos sugieren la idea de que la mente
es un resultado de la actividad del cerebro, por poder localizar ciertos procesos del
individuo en regiones concretas, tales como el hipocampo, cuyos daños implican un daño
20
en el proceso de la memoria. Sin embargo, la cuestión no ha sido zanjada, en parte debido
al hecho de que la mente como categoría engloba distintos procesos y estados, y
corroborar la naturaleza de uno de ellos no implica a la de todos.

Como objeto de estudio, la mente ha sido tratada por la psicología desde sus inicios, y su
conceptualización está presente en casi todas las teorías psicológicas.

En términos generales, se puede decir que la mente nace en el momento que hay una
parte asignada en el cerebro que tiene el potencial de evaluar el desgaste general de las
distintas regiones (lóbulo occipital), otorgar una prioridad con base en el menor coste
emocional (lóbulo temporal) o ser capaz de razonar el proceso o por lo menos tener el
potencial de hacerlo (lóbulo frontal).[cita requerida]

Para Howard Gardner la mente consiste en un conjunto de mecanismos de computación


específicos e independientes. La inteligencia emerge de la supraestructura conformada
por las estructuras mentales. Las estructuras mentales serían acciones cumplidas o en
potencia exteriorizadas en movimiento o interiorizadas en pensamiento. Para Piaget la
estructura elemental del conocimiento es el esquema. Diferenciaba las operaciones
concretas de las formales, lo que permitiría diferenciar tres componentes de la mente:

 La mente concreta realiza los procesos básicos del pensamiento: Observación,


comparación, relación, clasificación, que son la base del análisis-síntesis.

 La mente práctica realiza procesos directivos y ejecutivos de pensamiento,


relaciona las causas con los efectos y los medios con los fines. Es la base de la
inteligencia y los metacomponentes de la misma tal y como los denomina Robert J.
Sternberg en su teoría triárquica de la inteligencia.

 La mente abstracta realiza procesos de reflexión consciente, accede a sus propias


representaciones y las modifica. La razón es la facultad superior de conocimiento
ya que hace abstracción de todo su contenido. Así lo planteaba Kant en su Crítica
de la razón pura.

La mente induce comportamientos emocionales sujetos a la línea de menor sufrimiento o


a la de libido (amígdala cerebral).[cita requerida] Por lo tanto, la naturaleza del cerebro y la
prioridad de la mente, será encontrar una solución que aporte el mayor beneficio con el
menor sufrimiento. El inconsciente marca el patrón conductual de todo ser que posea una
mente y define la psiquis basándose en el desgaste emocional, que guarda relación con el
desgaste energético. La parte consciente depende de la energía disponible, cuando nos
evaluamos, hacemos una consulta inconsciente al subconsciente, rescatamos parte de esa
21
información y damos una estimación sobre si podremos o no abordar una tarea.
La pulsión o impulso aparece cuando existe un objetivo que estimamos bueno. El
inconsciente y el consciente son diferentes niveles de influencias en los recursos
emocionales-energéticos: El entorno y el cuerpo somete a la mente a constantes
influencias, dependiendo del peso que tenga la influencia en el proceso de integración de
la información en la mente, esta lo tratará como información de proceso y
almacenamiento automático (inconsciente), como información de importancia relativa,
dependiente de otros factores (preconsciente) o como información absolutamente
relevante en función de la tarea que estemos realizando en ese momento (consciente).

La existencia de neuronas espejo, da la capacidad de realimentar la información que


procesan otras regiones metabólicas cerebrales, otorgando el poder de proyectar en el
tiempo estos datos. Esto dota al humano de la capacidad de imaginar y especular posibles
futuros o cómo mejorar pasados desagradables. Sólo el humano tendría la capacidad de
realimentar sus pensamientos según datos especulativos sobre cómo se podría sentir su
semejante, tomando como base cómo él mismo se siente y si ese sentimiento es
generalizado o personal. Sin embargo, la capacidad de predecir la conducta de otros
organismos y actuar en consecuencia, es fundamental para la supervivencia de todo
organismo que tenga capacidad de movimiento voluntario, tanto para el ataque como para
la fuga.

El "yo" humano, va más allá de los aspectos puramente de bienestar físico. Este es el
fundamento de la teoría de la mente, postulado por Roger Penrose, y que junto a Stuart
Hameroff trabajan conjuntamente en cómo emerge la conciencia a través de procesos
cuánticos que interaccionan con el elemento más fino de la microbiología cuántica:
el microtúbulo´.

Por su parte el pensamiento es la actividad y creación de la mente; dícese de todo aquello


que es traído a existencia mediante la actividad del intelecto. El término es comúnmente
utilizado como forma genérica que define todos los productos que la mente puede generar
incluyendo las actividades racionales del intelecto o las abstracciones de la imaginación;
todo aquello que sea de naturaleza mental es considerado pensamiento, bien sean estos
abstractos, racionales, creativos, artísticos, etc. Se considera pensamiento también la
coordinación del trabajo creativo de múltiples individuos con una perspectiva unificada en
el contexto de una institución.

Pensar: Formarse ideas en la mente. Reflexionar.

22
Imagen: son las representaciones virtuales, desde su concepción acerca del proceso
psicológico racional, subjetivo e interno de conocer, comprender, juzgar y razonar los
procesos, objetivos y hechos.

Lenguaje: es la función de expresión del pensamiento en forma oral o escrita para la


comunicación y el entendimiento. Nos plantea dos definiciones de pensamiento, una de
las cuales se relaciona directamente con la resolución de problemas.

Pensamiento: fenómeno psicológico racional, objetivo y externo derivado del pensar para
la solución de problemas que nos aquejan día tras día.

"El proceso de pensamiento es un medio de planificar la acción y de superar los obstáculos


entre lo que hay y lo que se proyecta".

Según la definición teórica, el pensamiento es aquello que se trae a la realidad por medio
de la actividad intelectual. Por eso, puede decirse que los pensamientos son productos
elaborados por la mente, que pueden aparecer por procesos racionales del intelecto o
bien por abstracciones de la imaginación.

"El pensamiento se podría definir como imágenes, ensoñaciones o esa voz interior que nos
acompaña durante el día y en la noche en forma de sueños". La estructura del
pensamiento o los patrones cognitivos son el andamiaje mental sobre el que se
conceptualiza la experiencia o la realidad.

Características

 El pensamiento es lo que cada día un individuo posee y lo va desarrollando


conforme va aprendiendo.

 El pensar lógico se caracteriza porque opera mediante conceptos y razonamientos.

Existen patrones que tienen un comienzo en el pensamiento y hace que el pensamiento


tenga un final, esto sucede en milésimas de segundos, a su vez miles de comienzos y
finales hacen de esto un pensamiento lógico; esto depende del medio de afuera y para
estar en contacto con ello dependemos de los cinco sentidos.

 El pensar siempre responde a una motivación, que puede estar originada en el


ambiente natural, social o cultural, o en el sujeto pensante.

 El pensar es una resolución de problemas. La necesidad exige satisfacción.

23
El proceso del pensar lógico siempre sigue una determinada dirección. Esta dirección va en
busca de una conclusión o de la solución de un problema, no sigue propiamente una línea
recta sino más bien zigzagueante con avances, paradas, rodeos y hasta retrocesos.

 El proceso de pensar se presenta como una totalidad coherente y organizada, en lo


que respecta a sus diversos aspectos, modalidades, elementos y etapas.

 El pensamiento es simplemente el arte de ordenar las matemáticas, y expresarlas a


través del sistema lingüístico.

 Las personas poseen una tendencia al equilibrio, una especie de impulso hacia el
crecimiento, la salud y el ajuste. Existen una serie de condiciones que impiden y
bloquean esta tendencia, el aprendizaje de un concepto negativo de sí mismo, es
quizás una de las condiciones bloqueadoras más importantes. Un concepto
equivocado o negativo de sí mismo deriva de experiencias de desaprobación o
ambivalencia hacia el sujeto en las etapas tempranas de su vida cotidiana.

Clasificación del pensamiento.

Deductivo: va de lo general a lo particular. Es una forma de razonamiento de la que se


desprende una conclusión a partir de una o varias premisas.

Inductivo: es el proceso inverso del pensamiento deductivo, es el que va de lo particular a


lo general. La base es, la figuración de que si algo es cierto en algunas ocasiones, lo será en
otras similares.

Analítico: realiza la separación del todo en partes que son identificadas o categorizadas.

Creativo: aquel que se utiliza en la creación o modificación de algo, introduciendo


novedades, es decir, la producción de nuevas ideas para desarrollar o modificar algo
existente.

Instintivo: es aquel que poseen la mayoría de los seres vivos, el cual genera acciones.

Sistémico: es una visión compleja de múltiples elementos con sus diversas interrelaciones.
Sistémico deriva de la palabra sistema, lo que nos indica que debemos ver las cosas de
forma interrelacionada.

Crítico: examina la estructura de los razonamientos sobre cuestiones de la vida diaria, y


tiene una doble vertiente analítica y evaluativa. Intenta superar el aspecto mecánico del
estudio de la lógica. Es evaluar el conocimiento, decidiendo lo que uno realmente cree y

24
por qué. Se esfuerza por tener consistencia en los conocimientos que acepta y entre el
conocimiento y la acción.

Interrogativo: es el pensamiento con el que se hacen preguntas, identificando lo que a uno


le interesa saber sobre un tema determinado.

Pensamiento social: se basa en el análisis de elementos en el ámbito social, en este se


plantean interrogantes y se hacen críticas que ayuden en la búsqueda de soluciones a las
mismas. Además puede considerarse como el pensamiento que tiene cada persona dentro
de la sociedad.

Cuadro resumen: Relación dialéctica Esencia-Apariencia, mente-


pensamiento.

TÉRMINOS DEFINICIÓN
Se conoce como dialéctica a la técnica que intenta descubrir la verdad mediante la
DIALÉCTICA confrontación de argumentos contrarios entre sí. La palabra dialéctica es de
origen griego “dialektiké”. La dialéctica es el arte de persuadir, debatir, y razonar
ideas diferentes. La dialéctica en un discurso consiste en la contraposición de una
idea, entendida como tesis, y las contradicciones de las ideas debatidas son
conocidas como antítesis, y de la unión de ambas surge la síntesis como una
nueva resolución del tema.

La esencia es aquello invariable y permanente que constituye la naturaleza de las


ESENCIA cosas. El término proviene del latín essentia, que a su vez deriva de un concepto
griego. Se trata de una noción que hace referencia a lo característico y más
importante de una cosa. La esencia es lo que hace que un ser o un objeto sea lo
que es.
Manifestación de la esencia de los objetos, de los fenómenos a través de sus
APARIENCIA caracteres directamente perceptibles por los sentidos. El materialismo dialéctico
enseña que el conocimiento debe ir de la apariencia a la esencia, debe
desprender lo esencial de lo aparente
Los filósofos antiguos la identificaban con la parte intelectual del alma. En la
MENTE actualidad, y por carecer de connotación religiosa, se prefiere el término mente al
de alma para designar la sede de la vida psíquica.

En la actualidad, designa aquello que nos faculta para tener pensamientos,


recuerdos, vida psíquica en general, no estando resuelta aún la cuestión de si es
algo distinto del cuerpo o una de sus manifestaciones.

25
Objetividad y subjetividad.
La objetividad es la cualidad de lo objetivo, de tal forma que es perteneciente o relativo al
objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir (o de las
condiciones de observación) que pueda tener cualquier sujeto que lo observe o considere.

Por la definición antes dicha, la objetividad es un desiderátum (latín para cosa deseada),
en cuanto es tratada siempre por sujetos. Sin embargo, existen claros criterios que hacen
en mayor grado objetivo o no el discurso sobre algo o alguien. Por ejemplo los criterios de
verdad en gnoseología, el principio de realidad en psicología y las tablas de verdad en
lógica, o las formulaciones correctas de explicaciones matemáticas dan pautas objetivas.

En el sentido filosófico de la palabra, sirve para caracterizar: un objeto en cuanto objeto, el


conocimiento o la representación de un objeto, el sujeto de ese conocimiento o autor de
esa representación.

En el sentido ontológico la objetividad en sentido ontológico caracteriza a aquello que es


propio de un objeto o, con mayor generalidad, aquello que constituye un objeto. Sea
en voz pasiva, como mera constatación de algo ya constituido, o en el sentido activo de
una objetivación, esto es, el proceso de constitución de un objeto no preexistente.
Se entiende habitualmente por objetividad de un objeto aquello en lo que consiste
su realidad. Uno de los criterios más comunes de la objetividad es la independencia
respecto de un sujeto cognitivo cualquiera. Tomada en el sentido metafísico de "realidad
del objeto", la objetividad es opuesta por un lado a lo que es mera apariencia, ilusión,
ficción, y por el otro a lo que es sólo mental o espiritual, por contraposición con lo que es
físico o material. Pero esa concepción no es necesaria ni del todo evidente.

En efecto, en su mayor generalidad, la objetividad ontológica solamente descansa en la


noción de invarianza. Aquello que consideramos real es, antes que nada, algo invariante.
Los objetos llamados empíricos o materiales se distinguen por su continuidad espacio-
temporal, la intermodalidad (convergencia de los sentidos: vista, oído, etc.), así como otras
propiedades físicas que los científicos expresan mediante leyes.

En el sentido epistémico el concepto de objetividad depende, por un lado, del concepto


de objeto que manejamos y, por otro, de las reglas normativas propias del área en
cuestión. En ciencia, dichas reglas constituyen la metodología científica propia de cada
disciplina.

26
La objetividad en sentido epistémico no es sinónimo de verdad, aunque a menudo
solemos confundir los dos conceptos. Es más bien un "índice de confianza" o de "calidad"
de los conocimientos y representaciones.

Tampoco es sinónimo de fidelidad al objeto ("fiel a la realidad"), a pesar de que éste sea
uno de sus criterios más frecuentemente mencionados, porque los criterios normativos
que permiten distinguir lo objetivo de lo que no es, son fijados en cada ámbito por la
comunidad de los miembros o expertos del mismo.

Desde Kant la objetividad es definida como validez universal, esto es, validez para todos los
hombres, con independencia de su religión, cultura, época o lugar, por contraposición con
aquello que vale sólo para unos pocos. De modo que la objetividad se opone
al relativismo. A partir de los años sesenta, sin embargo, la exigencia de universalidad
empieza a ser sustituida por la exigencia de consenso en el seno de la comunidad
(científica, cultural,...), separando de este modo diferentes esferas de uso del concepto.
Lejos de la concepción estrictamente formal o metodológica que marcó el
llamado positivismo lógico, nos aproximamos hoy en día a una concepción mucho
más intersubjetiva.

En cuanto a su fundamento normativo, podemos decir que la objetividad epistémica


descansa en última instancia en la alteridad del objeto respecto del sujeto, así como en la
racionalidad de éste. Una racionalidad y una alteridad (la cual se manifiesta en términos de
resistencia o de independencia respecto de la voluntad) que tal vez haya que buscar en el
ámbito de la acción.

En el sentido ético la objetividad de un sujeto está relacionada con planteamientos tan


epistémicos como morales. La encontramos habitualmente formulada en términos
de neutralidad, imparcialidad, o impersonalidad. Se trata de un distanciamiento del sujeto
respecto de él mismo en aras de acercarse al objeto, desde una concepción en la que
objetividad y subjetividad se excluyen mutuamente.

Se supone que para ser objetivo, a la hora de expresar un juicio, el sujeto debe abandonar
todo aquello que le es propio (ideas, creencias o preferencias personales) para alcanzar la
universalidad, esto es, aquello que Thomas Nagel llamó el "punto de vista de ninguna
parte".

La concepción utópica ("de ninguna parte") de objetividad fue cuestionada, sobre todo a
partir de los años 60 y 70 por motivos tanto prácticos como teóricos. Desde ese momento,
se considera que objetividad, como lo contrario a lo subjetivo, es dar opiniones o ver las
cosas desde un punto de vista general, que considere balanceadamente los
27
factores cuantitativos y cualitativos de un tema. Esto es, que evalúe
balanceadamente todos los puntos de vista importantes sobre un asunto, sin importar el
gusto o aversión personal a cualquiera de ellos.

Un gran error de las ciencias sociales y humanas ha sido querer descubrir las leyes de la
sociedad, así como se descubrían las leyes de la naturaleza, lo cual les dio a los científicos
sociales una cierta confianza y optimismo que los hundieron en un profundo sueño
epistémico y cayeron en un letargo científico, en el sentido de que no se ha avanzado
mucho en la configuración de una epistemología y una metodología propias, sino que aún
se continúan aplicando métodos experimentales y técnicas cuantitativas (propias de las
ciencias físicas y naturales), que ignoran la ontología de los procesos sociales y humanos,
cuya esencia y naturaleza es compleja, dinámica, sistémica, holística y configuracional, y
por lo tanto, requieren de métodos propios de investigación, que den cuenta de la
verdadera complejidad de sus objetos de estudio, por cuanto la discusión actual no debe
centrarse sólo en el problema de la objetividad sino además de los métodos que se utilizan
para alcanzar dicha objetividad en las distintas áreas científicas.

Principios básicos de toda búsqueda de conocimiento de lo real


Los problemas en torno al conocimiento son centrales en la filosofía y su consideración se
inicia con la filosofía misma, especialmente con Platón, en especial en su diálogo
titulado Teeteto. Prácticamente todos los grandes filósofos han contribuido a la
gnoseología.

Es obvio que otras disciplinas también se ocupan del conocimiento, pero desde otros
puntos de vista. La psicología lo hace encarando los aspectos de la vida mental que en el
conocer están implícitos. La lógica también se ocupa del tema, pero sus miras están
puestas en la corrección o incorrección de las proposiciones y de los razonamientos o
argumentaciones, y no en la relación entre el conocimiento y el objeto del mismo.
La ontología, a su vez, también se ocupa de gnoseología, pero atendiendo al objeto, a la
naturaleza de los objetos del conocer, a su clasificación en reales o ideales (matemática y
lógica).

Vías de acceso al conocimiento. Existen tres formas de adquirir el conocimiento:

Revelación: Es la información que se adquiere por el testimonio. Por ejemplo: conocer lo


que hizo una persona cuando estaba sola. Sólo se podrá saber si esta persona lo revela.
Ante esta declaración se puede tomar dos actitudes: aceptación o rechazo de lo revelado.
Pero en ningún caso, la realidad de lo que hizo la persona podrá cambiar. Aunque no sea
demostrable, es y seguirá siendo un hecho histórico.
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Razón: Elabora la información e infiere (por inducción o por deducción) una conclusión.
Por ejemplo: si se pone todas las piezas de un juego de ajedrez (16) en una bolsa oscura y
se van retirando una por una, cuando quede una sola pieza se podrá saber cuál es esta
pieza sin necesidad de sacarla. Las matemáticas y en general la ciencia usan esta vía de
conocimiento. Aunque bajo esta vía, el conocimiento sólo puede ser reconocido es más
limitado porque se reduce a lo que es demostrable.

Sentidos: Es la información que se adquiere por contacto, visión, olfato, audición o gusto.

La naturaleza del conocimiento

En la gnoseología contemporánea, es frecuente distinguir entre tres tipos de


conocimiento:

El conocimiento proposicional es un tipo de conocimiento intelectual que se tiene cuando


un sujeto sabe lo que es "X”: 1."X" es verdadero. 2. Si cree en la verdad de "X". 3. Si hay
fundamento para creer. Se lo asocia a la expresión del lenguaje ordinario "saber qué". Por
ejemplo, decimos que sabemos que la Luna órbita alrededor de la Tierra, que el texto que
tenemos delante de los ojos está en español, que padecemos de dolor de muelas, o que 2
+ 2 = 4. Todos estos conocimientos son muy diversos entre sí, pero tienen en común que
todos son conocimiento de una proposición. La verdad que busca se divide en diferentes
ramas como la adecuación a la realidad (Referido esencialmente por Aristóteles), a los
relativistas (No hay verdad absoluta), a la coherencia interna (Sist. Solar), verificabilidad
(Exacto), pragmática (en tanto útiles) y Nietzsche (Súper Hombre).

El conocimiento práctico, también llamado conocimiento operacional o procedimental, es


el conocimiento que se tiene cuando se poseen las destrezas necesarias para llevar a cabo
una acción. Se lo asocia a la expresión "saber cómo" (en inglés, know how). Por ejemplo,
decimos que sabemos cómo ir en bicicleta, cómo redactar una carta comercial o cómo
amamantar un niño.

Es frecuente la suposición de que la mayor parte de la teoría del conocimiento "clásica" —


es decir, aquella anterior al siglo XX— se ocupa principalmente del conocimiento
proposicional. Sin embargo, los problemas del conocimiento operacional gozan de una
extensa historia en la filosofía occidental. En la gnoseología contemporánea, sin embargo,
la mayoría de los esfuerzos se centran en el conocimiento proposicional (enunciado que
afirma o niega algo).

Conocimiento directo, u objetivo (de objeto), es el conocimiento que se puede tener de


las entidades. En español, el conocimiento directo se asocia a la expresión "conocer". Por

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ejemplo, decimos que conocemos a Juan Pérez, que conocemos tal canción, que
conocemos París.

Bertrand Russell trazó una distinción influyente entre conocimiento por familiaridad y
conocimiento por descripción. El conocimiento por familiaridad es el conocimiento de un
objeto al que se tiene acceso directo, especialmente a través de la percepción. El
conocimiento por descripción, en cambio, es el conocimiento de un objeto al que no se
tiene acceso directo, sino que sólo es accesible mediante una descripción definida que
busca referirse unívocamente al mismo. Por ejemplo, nuestro conocimiento del agua es un
caso conocimiento por familiaridad, mientras que nuestro conocimiento del centro del Sol
es un caso de conocimiento por descripción.

Teoría de la justificación

Uno de los problemas centrales de la teoría del conocimiento es el problema de la


justificación, la determinación de en qué circunstancias una creencia —es decir, un
determinado juicio o proposición a la que asentimos— puede llamarse realmente
conocimiento. El planteamiento clásico de esta cuestión se encuentra en un diálogo
platónico, el Teeteto, donde Sócrates defiende que el término "conocimiento" debe
restringirse a las creencias verdaderas y justificadas, al mismo tiempo que rechaza que la
sensación pura y simple pueda ser identificada con el conocimiento. De acuerdo a esta
definición, no basta con afirmar algo verdadero para considerar que eso constituye
conocimiento; las razones por las cuales se afirma deben ser fundadas y suficientes.
Cuando no se dispone de una justificación semejante, se habla de fe, opinión o convicción,
pero no de conocimiento en sentido estricto.

Por su parte, la exigencia de que sólo puede considerarse que es conocimiento un


conjunto de proposiciones estrictamente verdaderas (demostrables), ha sido cuestionado.
En su Lógica de la investigación científica, Karl Popper propuso el falibilismo, según el cual
incluso la mejor clase de ciencia empírica es falible. Una posición semejante puede
rastrearse ya en René Descartes.

Si partiendo de la llamada "definición platónica" se acepta el punto de vista falibilidad, se


llega a la idea de que el concepto que designa la característica central del conocimiento (y
la ciencia), es el de la (adecuada) justificación o prueba.

Justificación a priori y a posteriori: Otra distinción importante entre tipos de conocimiento


es entre conocimiento a priori y conocimiento a posteriori. El conocimiento a priori es
aquel cuya justificación, en algún sentido relevante, es independiente de la

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experiencia. Inversamente, el conocimiento a posteriori es aquel cuya justificación, en
algún sentido relevante, depende de la experiencia.

Considérese la proposición "ningún soltero es casado". Parece razonable afirmar que todo
el mundo sabe que eso es cierto. Incluso diríamos que es obvio. ¿De dónde proviene la
justificación para ese conocimiento? Está claro que no viene de haber preguntado a cada
soltero si es casado. Más bien, parece que basta con comprender el significado de los
términos involucrados, para convencerse de que la proposición es verdadera. Esta
proposición es un ejemplo de lo que se llama una proposición analítica, es decir una
proposición cuya verdad descansa sobre el significado de los términos involucrados, y no
sobre cómo sea el mundo. Otros ejemplos de proposiciones analíticas podrían ser: "todas
las nubes son nubes", "si llueve, entonces llueve" y "esta manzana es roja o no lo es". Al
parecer, cuando se trata de proposiciones analíticas, nuestra justificación para creer en
ellas es a priori. Esto no quiere decir, por supuesto, que nuestro conocimiento de su
verdad sea completamente independiente de la experiencia, pues el significado de cada
término se aprende empíricamente. Pero una vez entendidos los términos,
la justificación de la verdad de las proposiciones, al parecer, no depende de la experiencia
(es decir, de cómo sea el mundo).

Considérese en cambio la proposición "no todos los cisnes son blancos". Si alguien afirma
que sabe que esa proposición es cierta, entonces para justificarla, tendrá que recurrir a la
experiencia. Es decir, tendrá que mostrar algún cisne que no sea blanco, pues con el
significado de los términos mismos parece que no basta para decidir si es verdadera o
falsa.

Existen otros candidatos a conocimiento a priori, cuya justificación a priori no estriba en


que la proposición sea analítica. Por ejemplo, la famosa frase de Descartes, pienso, luego
existo, pretende mostrar que para que alguien sepa que existe, no necesita recurrir a la
experiencia, sino que basta con pensar acerca de ello para convencerse. Otro candidato
importante es el conocimiento de Dios. Los argumentos ontológicos pretenden mostrar,
sin recurrir a la experiencia, que Dios existe.

El problema de la inducción. Uno de los problemas más clásicos e importantes de la


justificación a posteriori es el problema de la inducción. Se trata de un problema muy
amplio y con muchas ramificaciones. Sin embargo, el siguiente argumento puede servir
para ilustrar el nudo de la cuestión:

Todos los cuervos observados hasta el presente han sido negros. Luego, todos los cuervos
son negros.

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Este es un caso de un razonamiento inductivo. Existen otros varios tipos de razonamientos
inductivos, pero quizás este sea uno de los más clásicos. Un razonamiento inductivo se
distingue de un razonamiento deductivo en que la verdad de las premisas no garantiza la
verdad de la conclusión. En principio, podría ser que el próximo cuervo que se observe no
sea negro. Por otra parte, los razonamientos inductivos tienen la ventaja de
ser ampliativos, es decir que la conclusión contiene más información de la que hay
contenida en las premisas. Dada su naturaleza ampliativa, los razonamientos inductivos
son muy útiles y frecuentes en la ciencia y en la vida cotidiana. Sin embargo, dada su
naturaleza falible, su justificación resulta problemática. ¿Cuándo estamos justificados en
realizar una inferencia inductiva, y concluir, por ejemplo, que todos los cuervos son negros
a partir de una muestra limitada de ellos? ¿Qué distingue a un buen argumento inductivo
de uno malo? Estos y otros problemas relacionados dan lugar al problema de la inducción,
cuya vigencia e importancia continúa desde hace siglos.

El problema de la deducción. Este problema presenta un desafío a varios tipos de


justificación a priori. Supóngase que la proposición "la vida extraterrestre existe o no
existe" está justificada a priori. No se necesita recorrer el universo para saber que esa
proposición es verdadera. Sin embargo, según las técnicas estándar de
la lógica contemporánea, si se quiere demostrar la verdad de esa proposición, se debe
demostrar que bajo cualquier interpretación de las partes de la proposición, la proposición
completa resulta verdadera. Sin embargo, este proceso de demostración supone,
necesariamente, la validez de al menos una regla de inferencia, generalmente el modus
ponens. Pero para demostrar la validez del modus ponens, es necesario recurrir al modus
ponens, o a reglas de inferencia cuya validez se demuestra por medio del modus ponens,
luego parece imposible dar una justificación última de la verdad de la proposición. Este
mismo problema se extiende a varios tipos de proposiciones supuestamente justificadas a
priori, y constituye un desafío para los proponentes de dicha justificación.

Relación entre la objetividad y la subjetividad


La enseñanza del siglo XX, que no descarta naturalmente toda la herencia de los cinco
siglos anteriores, es mostrarnos que hay espacios de la realidad, muy importantes, muy
significativos, en los que estas leyes no cuentan, y donde lo que cuenta es la capacidad de
configuración conceptual del sujeto, su capacidad de configurar teorías, de hacer ciencia.
Entonces, esto lleva a una primera gran conclusión, que es la importancia de replantearnos
los problemas onto-episte-metodológicos a la luz del rescate del sujeto configurador de
realidades. Sin embargo, tampoco se trata de caer en ciertos discursos postmodernos
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donde se viene a rescatar el problema del sujeto en plena efervescencia de las
subjetividades y donde se llega en algunos casos, no digo en todos, a una suerte de
dilución del concepto mismo de racionalidad. Esas son formulaciones extremas
sintomáticas de la complejidad de la cuestión y también indicativas que hay un proceso de
discusión que no se ha agotado (Zemelman, 2009).

Las exigencias epistémicas a que he venido aludiendo nos plantean un dilema que resumo
de esta manera: es necesario investigar científicamente, es decir, configurar conocimiento
científico que refleje la situación contextual, o sea, “un conocimiento producido desde el
contexto, pero que no se agote en ser sólo un espejo del contexto, lo que implica saber
colocarse no sólo en él, sino ante el contexto” (Zemelman, 2009), o sea, cómo configurar
conocimiento objetivo desde nuestra subjetividad y que no nos califiquen de subjetivistas
o doxáticos. Como muy bien dice Maturana (2002): “Subjetividad es una de las palabras
que usamos para desvalorizar una afirmación sobre la base de la objetividad sin
paréntesis. Un supuesto que no se basa en una correspondencia con la realidad externa es
tildado de meramente subjetivo” (Maturana, 2002).

Maturana introduce la noción de objetividad entre paréntesis tomada de Husserl (2010,


2011), con el fin de advertir que no es posible encontrar una referencia fáctica sobre
nuestras creencias, al margen del observador. Y al mismo tiempo Maturana con est e
concepto da cuenta de que existen objetos independientes del sujeto. La objetividad puesta entre
paréntesis nos está indicando que esa realidad objetiva es también subjetiva porque a pesar de
que experimentamos los objetos separados de nosotros, todo lo dicho es dicho por un observador,
y lo dicho no puede ser separado del sujeto. (Maturana & Pörksen, 2010). Por otro lado, la
distinción que corrientemente hacemos entre ilusión y percepción, en el criterio de Maturana
(2003), se funda en el entendido que la percepción es la experiencia de la captación de una
realidad independiente del observador, mientras que la ilusión es una experiencia que se vive
“como si” fuese una percepción, pero que ocurre en una conexión inadecuada con la realidad
externa. [89] Ortiz Ocaña, Alexander [90] Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 13.27 (2013
julio-diciembre): 85-106

Lo que ha dicho Maturana muestra que tal distinción no es posible, puesto que desde una
mirada configurativa no hay captación de un objeto externo en el fenómeno perceptual.
Esto se ve corroborado en la vida cotidiana por el hecho que la distinción entre ilusión y
percepción se hace únicamente por referencia a otra experiencia distinta de la que se
califica con esa distinción. Esto es también aparente en la vida cotidiana en la cual
sabemos que el mundo en común sólo surge en la comunidad del vivir. El hecho que en el
lenguaje nombremos objetos, como entidades determinadas configuracionalmente
independientes del observador, con las que configuramos descripciones, reflexiones,

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explicaciones y argumentaciones del mundo que vivimos, no es una contradicción a la
explicación del fenómeno perceptual.

En trabajos anteriores, Maturana (1993) y Varela (1998, 2002) muestran que los objetos
surgen con el lenguaje, y que como tales consisten en coordinaciones de acción en una
comunidad de observadores, configurando, en último término, explicaciones de la
espontaneidad del fluir de la experiencia con las coherencias operacionales de la
experiencia. Por lo mismo, los objetos perceptuales de que habla Maturana (2003) son los
objetos que surgen en el lenguaje, y pueden ser usados recursivamente en la explicación
del fenómeno perceptual.

Lo objetivo es lo que se supone que el observador hace, y, por lo tanto, en criterio de


Maturana y Bloch (1985), ocurre fuera de éste. Lo subjetivo, en cambio, es aquello que se
supone ocurre en la interioridad del observador, en el entendido implícito de que la
interioridad del observador es de alguna manera parangonable con su exterioridad.
Maturana considera que lo objetivo no existe en esos términos, ya que todo lo que
identificamos lo identificamos en nuestra biopraxis como un aspecto de la realización de
nuestra biopraxis. Somos sistemas complejos determinados en nuestra configuración y
nada externo a nosotros puede determinar qué sucede en nosotros. En otras palabras,
nada es subjetivo u objetivo, sino que todo es observador dependiente, incluso el
observador y el observar.

Maturana dice que nunca ha entendido por qué la gente dice peyorativamente: “¡pero si
ese es un juicio muy subjetivo!” ¿Existe acaso el juicio objetivo? Todo lo que un ser
humano opina es necesariamente elaborado consciente o inconscientemente por su ser,
desde su interior, pasando por los elementos que escucha, percibe y siente, por el tamiz
de su voz, de sus gestos, y eso siempre es personal, el reflejo de su historia, de su
configuración biogenética, neuropsicológica y sociocultural, de su estado interior en ese
momento.

Para Maturana, lo subjetivo es el espacio psíquico que tenemos dentro de nosotros y que
sólo podemos exteriorizar por el lenguaje, verbal o no verbal. Y ese espacio es
estrictamente personal, al decir de Maturana y Bloch (1985), y por definición tiñe de
subjetividad, siempre, todo lo que digamos o hagamos. “Los seres humanos no creen que
creen, sino que creen saber, porque no saben que creen” (Maturana & Pörksen). Sin
embargo, Morín (1984) considera que el espíritu-cerebro produce las ideas, nociones y
representaciones, y que éstas son traducciones de lo real, no sólo reflejos de lo real, por
cuanto el espíritu humano no refleja el mundo sino que lo traduce mediante el sistema

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neuronal, a partir de los códigos y mensajes generados por los estímulos que captan los
sentidos.

Pensamos diferente a Morín en esta idea. Si bien es cierto que el espíritu humano no
refleja el mundo, tampoco lo traduce, sino que lo configura en la interacción comunicativa
del ser humano. La comunicación del ser humano con las demás personas y con él mismo
configura la realidad que observamos, que sólo existe en el lenguaje humano. La palabra le
da vida a la realidad, el observador configura, es decir crea, lo observado.

En este punto es importante señalar que el descubrimiento más célebre de Platón fue el
tocante a la “realidad” de las ideas. Comúnmente suponemos que el plato de la cena es
“real” pero su circularidad es “solo una idea”. Sin embargo, Platón observó, primero, que el
plato no es verdaderamente circular, y segundo, que tal como se lo percibe, el mundo
contiene gran número de objetos que simulan la “circularidad”, se aproximan a ella o se
afanan por alcanzarla. Por consiguiente, sostuvo que la “circularidad” es ideal (adjetivo
derivado de idea) y que esos componentes ideales del universo son el auténtico
fundamento de su configuración.

Tanto para Platón, como para William Blake y muchos otros, ese “universo corpóreo” que
nuestros periódicos consideran real era una suerte de creación imaginaria, y lo
auténticamente real eran las formas y las ideas. En el principio fue la idea (Bateson, 2011).
En efecto, no es lo mismo la palabra que el objeto que designa la palabra. Por ejemplo, la
neurociencia plantea que la sensación es amorfa, por lo tanto el cerebro no es un reflejo,
espejo ni representación de la realidad, el nervio óptico no es una línea telefónica ni un
fax, sino que sus miles de millones de canales configuracionales, a toda velocidad,
identifica el objeto y lo hacemos real (al objeto) mediante el lenguaje. De ahí que sea
necesaria una nueva forma de pensar, un pensamiento más holístico, sistémico y
configuracional, un pensamiento de las interconexiones, que sea capaz de comprender la
compleja red de redes y la dinámica oscilántica de los eventos que configuran nuestro
mundo cotidiano.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ardila, M y Bunge, M. (2002) Filosofía De La Psicología México. Siglo XXI Editores, S.A.

Bunge, M. (2011). Ciencias Sociales En Discusión. Penguin Random House Grupo Editorial
Argentina.

Consuegra Anaya, N. (2010). Diccionario de psicología / Natalia Consuegra Anaya. -- 2a. ed.
Bogotá: Ecoe Ediciones.

Vargas B., Juan A. (2006). Brevísima historia de la psicología: la psicología interconductual.


Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala.
Revista Electrónica de Psicología Iztacala. Vol. 9 No. 3. Diciembre de 2006

León I. Octavio J. 2004. Bases teóricas de la Gestalt: fenomenología. Instituto venezolano


de Gestalt. Caracas, noviembre.

Sandín Esteban, Mª Paz (2003) "Investigación Cualitativa en Educación. Fundamentos y


Tradiciones". Madrid: Mc Graw and Hill Interamericana de España

Martínez, M. (2009). La nueva ciencia. Su desafío, lógica y método. México: Trillas,


Maturana, H. & Bloch, S. (1985). Biología del emocionar y Alba Emoting. Santiago: Dolmen.
Maturana, H. & Pörksen, B. (2010). Del ser al hacer. Los orígenes de la biología del conocer.
Buenos Aires: Granica.
Maturana, H. (2002). La objetividad. Un argumento para obligar. Santiago: Dolmen
Morín, E. (1984). Ciencia con conciencia. Barcelona: Anthropos.

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Zemelman, Hugo. (2009). Reflexiones en torno a la relación entre epistemología y método.
México: Cerezo.

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