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psicología desde
El enfoque filosófico:
Empirismo, fenomenología, positivismo, constructivismo y postpositivismo. Relación
dialéctica Esencia-Apariencia, mente- pensamiento. Principios básicos de toda búsqueda
de conocimiento de lo real. Objetividad y subjetividad.
Hay todavía una razón mas para atacar explícitamente la conexión entre psicología. La
filosofía se introduce en la psicología por dos caminos: a través de las hipótesis relativas a
la naturaleza de la mente y las maneras adecuadas de estudiarla, a través de los principios
generales subyacentes a la investigación científica en cualquier campo.
Todos los estudiosos de la conducta y la mente humana o animal, normal o anormal, sea
su interés principal básico o aplicado, teórico o empírico, presuponen más o menos
tácitamente una gran cantidad de principios generales filosóficos y metodológicos. Por
ejemplo, presuponen que la mente es algo distinto (o no) de la función cerebral; que la
comprensión del sistema nervioso es necesaria (o no) para explicar la conducta y la mente;
que la investigación animal es necesaria (o no) para avanzar en la comprensión de la
conducta y la mente humanas; que las estadísticas son indispensables (o no) para evaluar
la eficacia terapéutica de los trastornos conductuales o mentales; que la psicología es (o
no) una disciplina autónoma; que la psicología tiene mucho (o poco) que aprender de la
inteligencia artificial, etc.
Un objetivo de este breve estudio es indagar y examinar algunas de las hipótesis filosóficas
y de las normas metodológicas aprobadas y usadas más o menos tácitamente por los
psicólogos contemporáneos.
Empirismo.
Del término griego "empeiría" (experiencia). En un sentido amplio, es empirista toda
teoría para la cual la experiencia, entendida como percepción, es el origen y límite del
conocimiento: conocemos a partir de lo que percibimos y nada que no sea perceptible
puede ser conocido.
A lo largo de la historia se han dado muchas teorías empiristas, más o menos radicales;
así, se puede hablar de la filosofía aristotélica como más empirista que la de Platón, o la de
los filósofos atomistas más empirista que la de los pitagóricos. También en psicología
encontramos corrientes con una clara vocación empirista, siendo seguramente
el conductismo la más destacada de todas. En efecto, este paradigma de psicología
muestra la huella del empirismo en, al menos, las siguientes tesis: la psicología como
ciencia debe apoyarse por completo en la experiencia, y más exactamente en la
percepción, lo que trae consigo, primero, la reivindicación del llamado "conductismo
metodológico" y la crítica a la introspección, y, segundo, la consideración de que el objeto
de la psicología debe ser algo dado también a la experiencia (ni la mente, ni mucho menos
el alma): la conducta; lo que el sujeto es depende más de la influencia de algo exterior a él
que de estructuras y de un dinamismo interno de carácter innato, tesis que le llevará al
conductismo a subrayar la importancia de la experiencia, del aprendizaje y de la influencia
del medio en la aparición de las habilidades, rasgos y comportamientos de los organismos,
incluido el ser humano.
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y Berkeley (1685-1753, filósofo irlandés). Este empirismo rechaza las tesis apriorísticas del
racionalismo (las ideas innatas) al considerar que la mente es como un papel en blanco en
el que va escribiendo la experiencia, rechaza la intuición intelectual de algo que no sea la
propia mente, y acepta sólo la percepción como fundamento del conocimiento. A
diferencia del empirismo del siglo XX, el empirismo clásico considera legítima tanto la
percepción interna como la percepción externa. Frente al método deductivo propuesto
por los racionalistas, los empiristas prefieren el método inductivo, y frente a la admiración
racionalista por la matemática, los empiristas van a preferir las ciencias empíricas o
ciencias naturales. En su versión más radical, la de Hume, defiende el fenomenismo:
únicamente podemos conocer los fenómenos (fenómeno: la realidad en tanto que se
presenta a los sentidos), pero no la realidad tal y como pueda ser en sí misma e
independiente de nuestro psiquismo. Locke, uno de los iniciadores del empirismo
moderno, es el primero en poner en cuestión el concepto de sustancia (la supuesta
realidad que subyace o en la que descansan los fenómenos); no niega las sustancias, pero
considera que de ellas no cabe tener una experiencia directa; las sustancias (incluso Dios)
pueden conocerse por inferencias racionales. Por su parte, Hume establece como criterio
para decidir la legitimidad de una idea que tenga como soporte la impresión (o sensación):
el único ámbito del que cabe el conocimiento y la ciencia es el que se ofrece a la
percepción, considerando que todo lo que podemos conocer se limita a la aparición de
fenómenos, o la sucesión de un fenómeno tras otro, y nada más: ni la supuesta realidad
que subyace en los fenómenos, ni las supuestas realidades trascendentes como el alma o
Dios, ni tampoco los vínculos causales reales existentes entre las cosas. La filosofía de
Hume tiene también gran relevancia en el estudio del psiquismo pues considerará este
filósofo que la ciencia de la naturaleza humana es la ciencia más importante y debe
desarrollarse antes que cualquier otra, por ser en cierto sentido la ciencia de las ciencias.
Esta ciencia de la naturaleza humana no debe partir de principios a priori sino de la
experiencia y la observación.
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Asociacionismo. Los empiristas entenderán que los procesos mentales son consecuencia
de la asociación de vivencias: creerán que en el mundo de la mente encontramos fuerzas
semejantes a las presentes en el mundo físico, trasladando el mecanicismo y
determinismo que Descartes propuso únicamente para el mundo físico al mundo de la
mente. Los sentidos nos ofrecen sensaciones y éstas se transforman en ideas; por su parte
las ideas se combinan y suceden siguiendo los llamados principios de la
asociación (similitud, contigüidad y contraste); por ejemplo, por el principio o ley de la
contigüidad, si varias ocurren frecuentemente juntas, una sola puede producir el recuerdo
de las restantes. El asociacionismo estará presente después en varios modelos o
movimientos psicológicos, como la primeras psicologías científicas (Wundt), Freud, Pavlov
y principalmente en el conductismo, en éste caso en términos fiscalistas puesto que para
este modelo lo que se asocia no son contenidos mentales sino estímulos y respuestas.
Mecanicismo. Los empiristas tienden a dar explicaciones mecanicistas del ser humano,
explicaciones que incluyen las siguientes tesis fundamentales: la mente y la conducta del
hombre son un fenómeno natural más, por lo que pueden ser explicadas según las leyes
naturales;
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explicaciones de la motivación (el psicoanálisis con la referencia al principio del placer, el
conductismo y las tesis de Skinner sobre los refuerzos y castigos como principios rectores
del aprendizaje).
Fenomenología.
La fenomenología (del griego antiguo φαινόμενoν, 'aparición', 'manifestación' y λογος,
'estudio, tratado') es una forma de filosofía que estudia el mundo respecto a la
manifestación.
La fenomenología es una corriente filosófica, muy amplia y diversa, por lo que difícilmente
valdrá una sola definición para todas sus vertientes. Sin embargo, es posible caracterizarla
como un movimiento filosófico que llama a resolver todos los problemas filosóficos
apelando a la experiencia intuitiva o evidente, que es aquella en la que las cosas se
muestran de la manera más originaria o patente. Por eso las diferentes vertientes de la
fenomenología suelen discutir constantemente sobre qué tipo de experiencia es relevante
para la filosofía y sobre cómo acceder a ella. De ahí también que todas ellas se suelan
apropiar del lema "¡A las cosas mismas!", que aplica en realidad para todo conocimiento
científico en tanto que conocimiento que apela a la experiencia evidente.
2. En Friedrich Hegel, filósofo alemán de comienzos del siglo XIX, dialéctica interna del
espíritu que presenta las formas de la conciencia hasta llegar al saber absoluto.
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3. Método filosófico desarrollado por Edmund Husserl que, partiendo de la descripción de
las entidades y cosas presentes a la intuición intelectual, logra captar la esencia pura de
dichas entidades, trascendente a la misma conciencia.
La Fenomenología es una ciencia de objetos ideales, por tanto a priori y universal, porque
es ciencia de las vivencias. "Es una ciencia esencialmente nueva, alejada del pensar
natural, por lo que tiene de peculiar y por desarrollarse sólo en nuestros días se llama a sí
misma ciencia de fenómenos".
Edmund Husserl nació en 1859 en Prossnitz (Moravia), de familia judía. Fue discípulo de
Brentano, estudió matemáticas y filosofía y fue profesor en Gottinga y Friburgo donde
finalmente murió en 1938.
Se dice que su principal discípulo fue Martin Heidegger, quien lo sucedió en su cátedra de
Friburgo cuando el régimen nazi lo obligó a abandonar la docencia. Otro discípulo suyo, el
padre franciscano belga P. Van Breda, temiendo el antisemitismo hitleriano, transportó
clandestino a Lovaina la biblioteca y los escritos inéditos de Husserl".
"La fenomenología echa mano de la descripción de lo que aparece, pero de aquello que
surge con evidencia apodíctica. Deja entonces de lado la explicación de las cosas por los
primeros principios y por las causas, y establece que es la intuición intelectual el
procedimiento propio de la filosofía, pues no se puede aceptar nada con evidencia
apodíctica si no se capta directamente en su manifestación donde el objeto aparece".
Positivismo.
Definición de positivismo
Cabe resaltar que el desarrollo del positivismo está vinculado a las consecuencias de la
Revolución Francesa, que transformó al ser humano y a la sociedad en objetos de estudio
científico. Esta novedad requería de una nueva epistemología para legitimar los saberes
obtenidos.
El francés Augusto Comte y el británico Jhon Stuart Mill suelen ser señalados como los
padres de esta epistemología y del positivismo en general. Ambos sostuvieron que
cualquier actividad filosófica o científica debe llevarse a cabo mediante el análisis de los
hechos reales que fueron verificados por la experiencia.
No obstante, es importante subrayar que la primera persona que hace uso del término
positivismo, a principios del siglo XIX, es el francés Henri de Saint-Simon. Un filósofo este
que está considerado como precursor de la filosofía social y que tenía máxima profesional
el lograr la reorganización de la sociedad de aquel momento para evitar que hubiera
clases. En concreto quiso acometer esta tarea haciendo uso de lo que eran los pilares de la
industria y también de la ciencia.
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Asimismo, y para terminar el análisis del término positivismo, no podemos pasar por alto
la existencia del llamado neopositivismo o positivismo lógico. Este puede definirse como
aquel movimiento filosófico que nació en la época contemporánea y que sustenta en el
hecho de que considera que la filosofía tiene que tener como otros de sus pilares
fundamentales lo que es tanto la metodología científica como el análisis del lenguaje.
Entre las principales figuras que defendieron y ejercieron como representantes de dicho
movimiento se encuentran el alemán Rodolfo Carnap que realizó obras tan importantes
como “La estructura lógica del mundo” (1928), el filósofo austríaco Otto Neurah que
escribió “Sociología empírica” (1931) y el catedrático Mauricio Schlick.
Positivismo también es, por último, la actitud práctica, la afición extrema al goce de tipo
material y la tendencia a priorizar los aspectos materiales de la realidad por sobre todas
las cosas.
Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser
humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de
estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue
la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y
al individuo como objetos de estudio científico.
Características
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generales, por lo que los trabajos de esta naturaleza suelen tener excesiva acumulación
documental y escasa síntesis interpretativa.
Fase científica o positiva: es la definitiva. En esta etapa, según Comte la mente humana
renuncia a la búsqueda de ideas absolutas y en vez de esto, ahora se dedica a estudiar las
leyes de los fenómenos. El conocimiento se basa en la observación y la experimentación, y
se expresa con el recurso de la matemática. Se busca el conocimiento de las Leyes de la
Naturaleza para su dominio técnico.
Constructivismo.
El término constructivismo en la psicología se refiere a todas aquellas teorías que no
consideran a los seres humanos como receptores pasivos de experiencias y aprendizajes,
sino como constructores activos de su realidad y experiencias. En la psicología
constructivista, teorías y prácticas se enfocan en el modo en que los individuos crean
sistemas de significado para así dar sentido a su mundo y experiencias, se centran por lo
tanto en la estructura significativa donde se construye la personalidad del ser humano.
Aunque sus raíces pueden remontarse a filósofos como Giambattista puede considerarse
como iniciadores del constructivismo a los psicólogos George Kelly en clínica (con
su Psicología de los Constructos Personales de 1955) y Jean Piaget en psicología del
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desarrollo (con su "epistemología genética" es decir, el estudio de los orígenes psicológicos
de la teoría del conocimiento individual).
Generalidades
Desde una postura psicológica y filosófica argumenta que el individuo forma o construye
gran parte de lo que aprende y comprende. Destaca la situación en la adquisición y
perfeccionamiento de las habilidades y los conocimientos. Desde el punto de vista del
constructivismo, el maestro no enseña en el sentido tradicional de pararse frente a la clase
e impartir los conocimientos, sino que acuden a materiales con lo que los alumnos se
comprometen activamente mediante manipulación e interacción social.
Un supuesto básico del constructivismo es que los individuos son participantes activos y
deben redescubrir los procesos básicos. El constructivismo exógeno recalca la fuerte
influencia del exterior en la construcción del conocimiento.
Uno de sus presupuestos básicos es que cuanto sabemos y creemos es fruto del lenguaje
con que comprendemos y transmitimos nuestras percepciones y que, sobre una misma
realidad, pueden darse diferentes puntos de vista, todos ellos igualmente válidos.
Al hablar, vamos creando la realidad junto con nuestros interlocutores. Así es como, sobre
la base de nuestra biografía, creamos y modificamos nuestra identidad, que retocamos
permanentemente en virtud del contexto, de las circunstancias de nuestra interacción y de
las características y expectativas de nuestro interlocutor.
Los americanos cuentan que un día se reunieron tres árbitros de béisbol y empezaron a
hablar sobre su trabajo. Uno de ellos decía: "Hay jugadas de éxito y jugadas fallidas, y yo
determino lo que es cada cual ".Otro decía: " Hay, efectivamente, jugadas de triunfo y de
fracaso, y yo sanciono lo que veo que son". Mientras el tercero apuntó: "No existen
jugadas de éxito o fracaso, en tanto que yo no las haya sancionado como tales".
Evidentemente, el primero que habló pretendía ser objetivo, creía que hay una realidad
independiente de su proceso psicológico perceptivo y anterior al mismo. Los otros dos
eran constructivistas, el segundo más radical que el primero.
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Un antecedente filosófico del constructivismo puede enraizarse en Kant, cuyas ideas a
priori, juicios sintéticos a priori, analítica y dialéctica trascendentales reflejan el carácter
sistematizador y unificador del espíritu humano.
1.- NARRATIVO:
Cada uno de nosotros tiene para sí un relato de su propia vida y además cuenta historias,
todas verídicas, que extrae de su biografía. Al trasladar estas narraciones, fijamos
recuerdos, eliminamos ciertos desgarros internos, creamos nuestra identidad, la
retocamos de forma sucesiva, vamos dando consistencia al sentimiento de nuestra
existencia, nos otorgamos significación, porque justificamos y cargamos de congruencia
nuestras actuaciones pasadas y vamos perfilando nuestro sentido teleológico, lo que nos
da razón de ser.
2.- PLURAL:
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Los discursos, tanto los como los relativos al individuo, son múltiples, diferentes, y todos
válidos, ya que parten de puntos de vista, prácticas e historias distintas.
En el plano teorético, este sentido plural quiere decir que ningún cuerpo teórico abarca en
sí mismo todos los puntos de vista que son pertinentes respecto a un conjunto de
fenómenos concreto. Son saberes acumulativos, complementarios. Así pues, en el plano
teorético, el constructivismo se sitúa en un plano interdisciplinar. Los diferentes enfoques
sobre el ser humano, las teorías psicológicas, biológicas, sociológicas, antropológicas, etc.,
aun siendo irreductibles entre sí, son complementarias. Y, dentro de cada uno de los
encuadres posibles, ha de mantenerse este mismo respeto mutuo entre las diferentes
aportaciones de cada escuela, porque cualquier conocimiento sobre el hombre sigue
siendo una construcción mental, individual o colectiva, realizada desde una perspectiva
peculiar.
En el plano individual, las historias acerca de nosotros mismos que fabricamos con nuestra
familia son muy diferentes entre sí, no es el mismo relato el que mantenemos con nuestra
madre que el que mantenemos con nuestros hijos, y, a su vez, estas historias familiares
son distintas de las que fabricamos con nuestros jefes sucesivos o cono nuestros vecinos.
3.- RADICAL:
El movimiento constructivista defiende que, puesto que no hay un criterio válido para
discernir si una teoría es mejor que otra, hay que refrendar aquellos planteamientos que
sean útiles, coherentes con su contexto, no excluyentes y facilitadores del cambio. Esto
no tiene nada que ver ni con el relativismo, que consagra cualquier punto de vista como
equivalente a cualquier otro, ni con el mero pragmatismo que se desinteresa por el valor
de la verdad para centrarse en lo que funciona..., sin más pretensiones.
Ortega y Gasset llegó a afirmar que toda realidad es perspectiva, porque las cosas sólo son
reales en tanto que "son para mí", un punto de vista para el yo. El ser definitivo del mundo
no es la materia, ni el alma, ni cosa alguna determinada, sino una perspectiva que organiza
la realidad. El perspectivismo de Ortega no sólo pretendió superar el sustancialismo
eleático (Parménides), sino que es también un importante antecedente constructivista.
Este perspectivismo quizá permita adunar la pluralidad de enfoques que convergen en las
ciencias humanas y el carácter protéico de cada uno de ellos. Hay muchas teorías, quizás
demasiadas; pero, además, cada una de ellas muta constantemente y prolifera generando
nuevos aportes, porque el hombre viene debatiéndose, hasta ahora, entre la búsqueda de
la verdad y la imposibilidad de encontrar certezas absolutas. Es como una condena
tantálica: siempre la verdad ahí, al alcance de la mente; pero, antes hemos de luchar con
los espejismos de la inmediatez, el escepticismo de la incertidumbre, el relativismo de la
subjetividad y la inconsistencia del saber contingente.
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4.- POSMODERNO:
5.- SOCIAL:
Todos los sistemas filosóficos, al igual que las creencias religiosas y las teorías científicas
son hijos de su tiempo; nacen como una respuesta creativa del hombre ante las
necesidades que le acucian en esa circunstancia histórica donde surge el constructo. El
constructivismo especialmente, enfatiza la creación evolutiva e interactiva de las
virtualidades lingüísticas, tanto para expresar las vivencias, como para articular las
posibilidades de cambio.
manifestación erótica
signo de paz
ternura
compasión
Pero un beso cruzado en público, entre personas de diferente sexo, que sea observado por
un creyente taliban, puede ser considerado pecado y, por tanto, delito, con las
consecuencias pertinentes. El mismo hecho es "norma social", en casi todo Occidente... En
cambio, la cultura occidental no admite el beso entre personas de sexo masculino, que es
la norma en ciertas culturas eslavas y musulmanas.
PERCEPCIÓN:
Hoy día, dentro del mundo de la Psicología, nadie discute el carácter constructivista que
tiene toda percepción; casi nadie pretende tener la verdadera interpretación de nada,
después que la Teoría de la Forma haya demostrado la contundencia de las leyes de
proximidad, semejanza, figura-fondo, pregnancia y completamiento.
Postpositivismo
Creencia filosófica que sostiene que el conocimiento humano no está basado en
fundamentos sólidos e inmodificables; sino que es conjetural. Pero creen que tenemos
razones para evaluar esas creencias o conjeturas, aunque esas razones pueden ser
modificadas o eliminadas a luz de investigaciones posteriores.
Se gesta después del positivismo hacia fines del siglo XIX y se desarrolla plenamente
décadas de 1950 /1960. Lo inician autores como: – Dilthey (historia y psicología) – Wundt,
Brentano, Ehrenfels, William James (Psicología). – Husserl (fenomenología). – Max Weber
(sociología). Su desarrollo en el siglo XX contribuyen autores como: – Los físicos de las
primeras tres décadas. – Filosofía de la Ciencia de Wittgenstein. – Biología de Von
Bertalanffy (1930-1940). – 1950-1960: obras de autores como Toulmin, Hanson, Kuhn,
Feyerabend, Lakatos, Polanyi, y Popper. – Psicología de la Gestalt, estructuralismo francés,
enfoque sistémico, teoría crítica de Frankfurt.
Sustancia primera es el individuo que muestra que es: que existe y muestra
su existencia.
Sustancia segunda es la clase lógica que enuncia mediante un discurso lo que es:
el atributo de la sustancia primera que muestra su identidad permanente.
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Platón consideró la "esencia" según el segundo sentido señalado en la introducción, como
ίδέα (idea) o forma eterna e inmutable de las cosas materiales y sensibles con un
sentido metafísico, realista y trascendente. Considera las ideas como esencias
separadas, verdadera realidad que es. Las ideas son modelos de las cosas materiales y
éstas únicamente son por participación y no constituyen verdadero ser. El verdadero
introductor de la esencia en la doble dimensión señalada anteriormente es Aristóteles.
Por su parte, la apariencia manifiesta a la esencia pero a la vez la oculta, parece cómo que
a la esencia le gusta ocultarse. Pero la apariencia engaña al presentarse como la verdadera
esencia. Para Heidegger el primer esfuerzo que realizó el pensamiento metafísico
occidental en sus orígenes fue el intentar distinguir entre la esencia y la apariencia, ya que
ésta no se presenta como un mero no-ser, sino que pretende ser el ser verdadero y
suplantar por tanto a la esencia. El filósofo debe mantenerse en el ser y tiene por otra
parte que distinguir entre el ser y las apariencias, y tiene que preservar tanto a la
apariencia como al ser, del abismo del no ser. La vía del ser es la única practicable que nos
lleva a la verdad, a lo permanente, a lo esencial; la vía de la opinión nos mantiene en el
error porque nos hace confundir la esencia con las apariencias; pero hay una vía
imposible, la del no-ser que se muestra como un abismo lógico y ontológico; es
impensable e impracticable.
Los filósofos griegos mantuvieron una tensión entre esencia y apariencia, concebidas
ambas como dos fuerzas trabadas y opuestas a la vez. Esta tensión se rompió a partir de la
sofística y de Platón, que introdujo un abismo enorme entre esencia y apariencia,
quedando ésta en el mundo de aquí abajo y marchando aquélla a un mundo separado, el
mundo verdadero de las ideas. Esta separación será mantenida y aumentada por el
pensamiento cristiano, que identificó la esencia con Dios y la apariencia con las criaturas.
El mundo verdadero, el mundo de las esencias, que en Grecia estaba al alcance del sabio
virtuoso, y que con el cristianismo aparece sólo ya como prometido, en el enfoque
trascendental pierde hasta su característica de constituir una promesa y queda sólo como
un anhelo, como una ilusión.
Esta escisión radical entre esencia y apariencia, entre realidad y fenómeno, fue suturada
por el idealismo absoluto hegeliano, para el cual la esencia se da necesariamente a través
de la apariencia, y ésta agota sin residuo la esencia. La esencia interior consiste en hacerse
externa y esta revelación da lugar a la apariencia: de manera que esta esencia consiste
precisamente sólo en ser lo que se revela. La unidad de lo interno y lo externo, de la
esencia y la apariencia es la realidad.
El polo hegeliano (la necesidad) y el polo kantiano (el ideal moral), se equilibran en el
marxismo, distinguiéndolo de todo optimismo histórico y de todo deontologismo
abstracto. La concepción dinámica de la realidad histórica permite un cierto optimismo
limitado, al afirmar radical y hegelianamente, que cada episodio histórico, es eso, y que
por tanto no es eterno. Marcuse reconoce en Marx tres significados de la dualidad
esencia-apariencia:
la esencia será la totalidad del proceso social tal como está organizado en una
época histórica determinada
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la economía es el nivel esencial y los otros niveles se han transformado en sus
manifestaciones
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La consideración del mundo de aquí abajo como el único real existente exige replantear la
cuestión del fundamento de lo real que en lugar de ser trascendente se hace inmanente,
lo que supone en cierta manera su secularización y devaluación de la jerarquía ontológica
estableciendo relaciones horizontales entre cosas todas al mismo nivel entre sí. Los
simulacros al ser unos indicios de los otros, restablecen una cierta jerarquía ontológica
aunque sea provisional y transitoria, nómada.
Schlick afirma que no hay ningún hecho que obligue a establecer un contraste entre dos
realidades ineductibles: la apariencia y la esencia. Defiende la conciliación de todo lo real
en un único tipo de realidad con el mismo grado de esencialidad; todas las cosas son a la
vez autosubsistentes e interdependientes. Como Marcuse denuncia muy justamente, el
positivismo concede la realidad absoluta a los meros hechos y de esta manera concibe un
mundo unidimensional en el que no cabe un recurso crítico a la categoría de esencia, que
ha sido aplanada y estampada en los propios hechos que quedan privados así de cualquier
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posible trascendencia. Si un pensamiento postmoderno quiere mantener un aspecto
crítico debe tener cuidado para no caer en un mero positivismo que acepta los hechos de
la realidad tal cual son y se limita a recibirlos en una hermenéutica respetuosa que se
pone a la escucha y renuncia a la transformación. El rechazar que sea posible acabar
completamente con la opacidad tanto en el aspecto individual como en el social, el no
aceptar que una vez desveladas todas las ideologías se muestre en sí misma la verdad
radiante, la realidad en persona, no tiene por qué implicar la renuncia a disminuir
activamente la opacidad en lo posible y a desvelar el mayor número de velos ideológicos,
aunque no estemos seguros nunca de haber rasgado el último y de poder contemplar la
realidad en sí misma.
La mente es concebida o tratada como tres tipos de procesos: los conscientes, los
inconscientes y los procedimentales. Algunos científicos sugieren la idea de que la mente
es un resultado de la actividad del cerebro, por poder localizar ciertos procesos del
individuo en regiones concretas, tales como el hipocampo, cuyos daños implican un daño
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en el proceso de la memoria. Sin embargo, la cuestión no ha sido zanjada, en parte debido
al hecho de que la mente como categoría engloba distintos procesos y estados, y
corroborar la naturaleza de uno de ellos no implica a la de todos.
Como objeto de estudio, la mente ha sido tratada por la psicología desde sus inicios, y su
conceptualización está presente en casi todas las teorías psicológicas.
En términos generales, se puede decir que la mente nace en el momento que hay una
parte asignada en el cerebro que tiene el potencial de evaluar el desgaste general de las
distintas regiones (lóbulo occipital), otorgar una prioridad con base en el menor coste
emocional (lóbulo temporal) o ser capaz de razonar el proceso o por lo menos tener el
potencial de hacerlo (lóbulo frontal).[cita requerida]
El "yo" humano, va más allá de los aspectos puramente de bienestar físico. Este es el
fundamento de la teoría de la mente, postulado por Roger Penrose, y que junto a Stuart
Hameroff trabajan conjuntamente en cómo emerge la conciencia a través de procesos
cuánticos que interaccionan con el elemento más fino de la microbiología cuántica:
el microtúbulo´.
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Imagen: son las representaciones virtuales, desde su concepción acerca del proceso
psicológico racional, subjetivo e interno de conocer, comprender, juzgar y razonar los
procesos, objetivos y hechos.
Pensamiento: fenómeno psicológico racional, objetivo y externo derivado del pensar para
la solución de problemas que nos aquejan día tras día.
Según la definición teórica, el pensamiento es aquello que se trae a la realidad por medio
de la actividad intelectual. Por eso, puede decirse que los pensamientos son productos
elaborados por la mente, que pueden aparecer por procesos racionales del intelecto o
bien por abstracciones de la imaginación.
"El pensamiento se podría definir como imágenes, ensoñaciones o esa voz interior que nos
acompaña durante el día y en la noche en forma de sueños". La estructura del
pensamiento o los patrones cognitivos son el andamiaje mental sobre el que se
conceptualiza la experiencia o la realidad.
Características
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El proceso del pensar lógico siempre sigue una determinada dirección. Esta dirección va en
busca de una conclusión o de la solución de un problema, no sigue propiamente una línea
recta sino más bien zigzagueante con avances, paradas, rodeos y hasta retrocesos.
Las personas poseen una tendencia al equilibrio, una especie de impulso hacia el
crecimiento, la salud y el ajuste. Existen una serie de condiciones que impiden y
bloquean esta tendencia, el aprendizaje de un concepto negativo de sí mismo, es
quizás una de las condiciones bloqueadoras más importantes. Un concepto
equivocado o negativo de sí mismo deriva de experiencias de desaprobación o
ambivalencia hacia el sujeto en las etapas tempranas de su vida cotidiana.
Analítico: realiza la separación del todo en partes que son identificadas o categorizadas.
Instintivo: es aquel que poseen la mayoría de los seres vivos, el cual genera acciones.
Sistémico: es una visión compleja de múltiples elementos con sus diversas interrelaciones.
Sistémico deriva de la palabra sistema, lo que nos indica que debemos ver las cosas de
forma interrelacionada.
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por qué. Se esfuerza por tener consistencia en los conocimientos que acepta y entre el
conocimiento y la acción.
TÉRMINOS DEFINICIÓN
Se conoce como dialéctica a la técnica que intenta descubrir la verdad mediante la
DIALÉCTICA confrontación de argumentos contrarios entre sí. La palabra dialéctica es de
origen griego “dialektiké”. La dialéctica es el arte de persuadir, debatir, y razonar
ideas diferentes. La dialéctica en un discurso consiste en la contraposición de una
idea, entendida como tesis, y las contradicciones de las ideas debatidas son
conocidas como antítesis, y de la unión de ambas surge la síntesis como una
nueva resolución del tema.
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Objetividad y subjetividad.
La objetividad es la cualidad de lo objetivo, de tal forma que es perteneciente o relativo al
objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir (o de las
condiciones de observación) que pueda tener cualquier sujeto que lo observe o considere.
Por la definición antes dicha, la objetividad es un desiderátum (latín para cosa deseada),
en cuanto es tratada siempre por sujetos. Sin embargo, existen claros criterios que hacen
en mayor grado objetivo o no el discurso sobre algo o alguien. Por ejemplo los criterios de
verdad en gnoseología, el principio de realidad en psicología y las tablas de verdad en
lógica, o las formulaciones correctas de explicaciones matemáticas dan pautas objetivas.
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La objetividad en sentido epistémico no es sinónimo de verdad, aunque a menudo
solemos confundir los dos conceptos. Es más bien un "índice de confianza" o de "calidad"
de los conocimientos y representaciones.
Tampoco es sinónimo de fidelidad al objeto ("fiel a la realidad"), a pesar de que éste sea
uno de sus criterios más frecuentemente mencionados, porque los criterios normativos
que permiten distinguir lo objetivo de lo que no es, son fijados en cada ámbito por la
comunidad de los miembros o expertos del mismo.
Desde Kant la objetividad es definida como validez universal, esto es, validez para todos los
hombres, con independencia de su religión, cultura, época o lugar, por contraposición con
aquello que vale sólo para unos pocos. De modo que la objetividad se opone
al relativismo. A partir de los años sesenta, sin embargo, la exigencia de universalidad
empieza a ser sustituida por la exigencia de consenso en el seno de la comunidad
(científica, cultural,...), separando de este modo diferentes esferas de uso del concepto.
Lejos de la concepción estrictamente formal o metodológica que marcó el
llamado positivismo lógico, nos aproximamos hoy en día a una concepción mucho
más intersubjetiva.
Se supone que para ser objetivo, a la hora de expresar un juicio, el sujeto debe abandonar
todo aquello que le es propio (ideas, creencias o preferencias personales) para alcanzar la
universalidad, esto es, aquello que Thomas Nagel llamó el "punto de vista de ninguna
parte".
La concepción utópica ("de ninguna parte") de objetividad fue cuestionada, sobre todo a
partir de los años 60 y 70 por motivos tanto prácticos como teóricos. Desde ese momento,
se considera que objetividad, como lo contrario a lo subjetivo, es dar opiniones o ver las
cosas desde un punto de vista general, que considere balanceadamente los
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factores cuantitativos y cualitativos de un tema. Esto es, que evalúe
balanceadamente todos los puntos de vista importantes sobre un asunto, sin importar el
gusto o aversión personal a cualquiera de ellos.
Un gran error de las ciencias sociales y humanas ha sido querer descubrir las leyes de la
sociedad, así como se descubrían las leyes de la naturaleza, lo cual les dio a los científicos
sociales una cierta confianza y optimismo que los hundieron en un profundo sueño
epistémico y cayeron en un letargo científico, en el sentido de que no se ha avanzado
mucho en la configuración de una epistemología y una metodología propias, sino que aún
se continúan aplicando métodos experimentales y técnicas cuantitativas (propias de las
ciencias físicas y naturales), que ignoran la ontología de los procesos sociales y humanos,
cuya esencia y naturaleza es compleja, dinámica, sistémica, holística y configuracional, y
por lo tanto, requieren de métodos propios de investigación, que den cuenta de la
verdadera complejidad de sus objetos de estudio, por cuanto la discusión actual no debe
centrarse sólo en el problema de la objetividad sino además de los métodos que se utilizan
para alcanzar dicha objetividad en las distintas áreas científicas.
Es obvio que otras disciplinas también se ocupan del conocimiento, pero desde otros
puntos de vista. La psicología lo hace encarando los aspectos de la vida mental que en el
conocer están implícitos. La lógica también se ocupa del tema, pero sus miras están
puestas en la corrección o incorrección de las proposiciones y de los razonamientos o
argumentaciones, y no en la relación entre el conocimiento y el objeto del mismo.
La ontología, a su vez, también se ocupa de gnoseología, pero atendiendo al objeto, a la
naturaleza de los objetos del conocer, a su clasificación en reales o ideales (matemática y
lógica).
Sentidos: Es la información que se adquiere por contacto, visión, olfato, audición o gusto.
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ejemplo, decimos que conocemos a Juan Pérez, que conocemos tal canción, que
conocemos París.
Bertrand Russell trazó una distinción influyente entre conocimiento por familiaridad y
conocimiento por descripción. El conocimiento por familiaridad es el conocimiento de un
objeto al que se tiene acceso directo, especialmente a través de la percepción. El
conocimiento por descripción, en cambio, es el conocimiento de un objeto al que no se
tiene acceso directo, sino que sólo es accesible mediante una descripción definida que
busca referirse unívocamente al mismo. Por ejemplo, nuestro conocimiento del agua es un
caso conocimiento por familiaridad, mientras que nuestro conocimiento del centro del Sol
es un caso de conocimiento por descripción.
Teoría de la justificación
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experiencia. Inversamente, el conocimiento a posteriori es aquel cuya justificación, en
algún sentido relevante, depende de la experiencia.
Considérese la proposición "ningún soltero es casado". Parece razonable afirmar que todo
el mundo sabe que eso es cierto. Incluso diríamos que es obvio. ¿De dónde proviene la
justificación para ese conocimiento? Está claro que no viene de haber preguntado a cada
soltero si es casado. Más bien, parece que basta con comprender el significado de los
términos involucrados, para convencerse de que la proposición es verdadera. Esta
proposición es un ejemplo de lo que se llama una proposición analítica, es decir una
proposición cuya verdad descansa sobre el significado de los términos involucrados, y no
sobre cómo sea el mundo. Otros ejemplos de proposiciones analíticas podrían ser: "todas
las nubes son nubes", "si llueve, entonces llueve" y "esta manzana es roja o no lo es". Al
parecer, cuando se trata de proposiciones analíticas, nuestra justificación para creer en
ellas es a priori. Esto no quiere decir, por supuesto, que nuestro conocimiento de su
verdad sea completamente independiente de la experiencia, pues el significado de cada
término se aprende empíricamente. Pero una vez entendidos los términos,
la justificación de la verdad de las proposiciones, al parecer, no depende de la experiencia
(es decir, de cómo sea el mundo).
Considérese en cambio la proposición "no todos los cisnes son blancos". Si alguien afirma
que sabe que esa proposición es cierta, entonces para justificarla, tendrá que recurrir a la
experiencia. Es decir, tendrá que mostrar algún cisne que no sea blanco, pues con el
significado de los términos mismos parece que no basta para decidir si es verdadera o
falsa.
Todos los cuervos observados hasta el presente han sido negros. Luego, todos los cuervos
son negros.
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Este es un caso de un razonamiento inductivo. Existen otros varios tipos de razonamientos
inductivos, pero quizás este sea uno de los más clásicos. Un razonamiento inductivo se
distingue de un razonamiento deductivo en que la verdad de las premisas no garantiza la
verdad de la conclusión. En principio, podría ser que el próximo cuervo que se observe no
sea negro. Por otra parte, los razonamientos inductivos tienen la ventaja de
ser ampliativos, es decir que la conclusión contiene más información de la que hay
contenida en las premisas. Dada su naturaleza ampliativa, los razonamientos inductivos
son muy útiles y frecuentes en la ciencia y en la vida cotidiana. Sin embargo, dada su
naturaleza falible, su justificación resulta problemática. ¿Cuándo estamos justificados en
realizar una inferencia inductiva, y concluir, por ejemplo, que todos los cuervos son negros
a partir de una muestra limitada de ellos? ¿Qué distingue a un buen argumento inductivo
de uno malo? Estos y otros problemas relacionados dan lugar al problema de la inducción,
cuya vigencia e importancia continúa desde hace siglos.
Las exigencias epistémicas a que he venido aludiendo nos plantean un dilema que resumo
de esta manera: es necesario investigar científicamente, es decir, configurar conocimiento
científico que refleje la situación contextual, o sea, “un conocimiento producido desde el
contexto, pero que no se agote en ser sólo un espejo del contexto, lo que implica saber
colocarse no sólo en él, sino ante el contexto” (Zemelman, 2009), o sea, cómo configurar
conocimiento objetivo desde nuestra subjetividad y que no nos califiquen de subjetivistas
o doxáticos. Como muy bien dice Maturana (2002): “Subjetividad es una de las palabras
que usamos para desvalorizar una afirmación sobre la base de la objetividad sin
paréntesis. Un supuesto que no se basa en una correspondencia con la realidad externa es
tildado de meramente subjetivo” (Maturana, 2002).
Lo que ha dicho Maturana muestra que tal distinción no es posible, puesto que desde una
mirada configurativa no hay captación de un objeto externo en el fenómeno perceptual.
Esto se ve corroborado en la vida cotidiana por el hecho que la distinción entre ilusión y
percepción se hace únicamente por referencia a otra experiencia distinta de la que se
califica con esa distinción. Esto es también aparente en la vida cotidiana en la cual
sabemos que el mundo en común sólo surge en la comunidad del vivir. El hecho que en el
lenguaje nombremos objetos, como entidades determinadas configuracionalmente
independientes del observador, con las que configuramos descripciones, reflexiones,
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explicaciones y argumentaciones del mundo que vivimos, no es una contradicción a la
explicación del fenómeno perceptual.
En trabajos anteriores, Maturana (1993) y Varela (1998, 2002) muestran que los objetos
surgen con el lenguaje, y que como tales consisten en coordinaciones de acción en una
comunidad de observadores, configurando, en último término, explicaciones de la
espontaneidad del fluir de la experiencia con las coherencias operacionales de la
experiencia. Por lo mismo, los objetos perceptuales de que habla Maturana (2003) son los
objetos que surgen en el lenguaje, y pueden ser usados recursivamente en la explicación
del fenómeno perceptual.
Maturana dice que nunca ha entendido por qué la gente dice peyorativamente: “¡pero si
ese es un juicio muy subjetivo!” ¿Existe acaso el juicio objetivo? Todo lo que un ser
humano opina es necesariamente elaborado consciente o inconscientemente por su ser,
desde su interior, pasando por los elementos que escucha, percibe y siente, por el tamiz
de su voz, de sus gestos, y eso siempre es personal, el reflejo de su historia, de su
configuración biogenética, neuropsicológica y sociocultural, de su estado interior en ese
momento.
Para Maturana, lo subjetivo es el espacio psíquico que tenemos dentro de nosotros y que
sólo podemos exteriorizar por el lenguaje, verbal o no verbal. Y ese espacio es
estrictamente personal, al decir de Maturana y Bloch (1985), y por definición tiñe de
subjetividad, siempre, todo lo que digamos o hagamos. “Los seres humanos no creen que
creen, sino que creen saber, porque no saben que creen” (Maturana & Pörksen). Sin
embargo, Morín (1984) considera que el espíritu-cerebro produce las ideas, nociones y
representaciones, y que éstas son traducciones de lo real, no sólo reflejos de lo real, por
cuanto el espíritu humano no refleja el mundo sino que lo traduce mediante el sistema
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neuronal, a partir de los códigos y mensajes generados por los estímulos que captan los
sentidos.
Pensamos diferente a Morín en esta idea. Si bien es cierto que el espíritu humano no
refleja el mundo, tampoco lo traduce, sino que lo configura en la interacción comunicativa
del ser humano. La comunicación del ser humano con las demás personas y con él mismo
configura la realidad que observamos, que sólo existe en el lenguaje humano. La palabra le
da vida a la realidad, el observador configura, es decir crea, lo observado.
En este punto es importante señalar que el descubrimiento más célebre de Platón fue el
tocante a la “realidad” de las ideas. Comúnmente suponemos que el plato de la cena es
“real” pero su circularidad es “solo una idea”. Sin embargo, Platón observó, primero, que el
plato no es verdaderamente circular, y segundo, que tal como se lo percibe, el mundo
contiene gran número de objetos que simulan la “circularidad”, se aproximan a ella o se
afanan por alcanzarla. Por consiguiente, sostuvo que la “circularidad” es ideal (adjetivo
derivado de idea) y que esos componentes ideales del universo son el auténtico
fundamento de su configuración.
Tanto para Platón, como para William Blake y muchos otros, ese “universo corpóreo” que
nuestros periódicos consideran real era una suerte de creación imaginaria, y lo
auténticamente real eran las formas y las ideas. En el principio fue la idea (Bateson, 2011).
En efecto, no es lo mismo la palabra que el objeto que designa la palabra. Por ejemplo, la
neurociencia plantea que la sensación es amorfa, por lo tanto el cerebro no es un reflejo,
espejo ni representación de la realidad, el nervio óptico no es una línea telefónica ni un
fax, sino que sus miles de millones de canales configuracionales, a toda velocidad,
identifica el objeto y lo hacemos real (al objeto) mediante el lenguaje. De ahí que sea
necesaria una nueva forma de pensar, un pensamiento más holístico, sistémico y
configuracional, un pensamiento de las interconexiones, que sea capaz de comprender la
compleja red de redes y la dinámica oscilántica de los eventos que configuran nuestro
mundo cotidiano.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ardila, M y Bunge, M. (2002) Filosofía De La Psicología México. Siglo XXI Editores, S.A.
Bunge, M. (2011). Ciencias Sociales En Discusión. Penguin Random House Grupo Editorial
Argentina.
Consuegra Anaya, N. (2010). Diccionario de psicología / Natalia Consuegra Anaya. -- 2a. ed.
Bogotá: Ecoe Ediciones.
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Zemelman, Hugo. (2009). Reflexiones en torno a la relación entre epistemología y método.
México: Cerezo.
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