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HISTORH COMO SISTEMA

es, como otras obras de Ortega, ;'r


Lrl

José ortega
tales como En torno a Galileo e ldeas y creencias,
de la mayor importancia,
(l)ll
no sólo en la filosofía del autor,
" sino también en la filosofía de nuestro tiempo,
porque ofrece una salida a la polémica
E',
=,';
¡r
sobre el ser del hombre suscitada GI:

y gasset his
por los pensadores
y
<<existenciales> <<existencialistas>>.
Mientras se discute si la <<existencia>> -(¡)
del hombre es anterior a su
<<esenciaD o al contrario, ñ
?4
o si la <<esencia> del hombre FI
es la <<existencio>,
H
o)

toria c0m0
nuestro filósofo, después de combatir
la idea eleática del ser
*'t
u)
idéntico, invariable- r-f
que ha -s€r
dominado toda la filosofía vx
desde los griegos
y no vale para el ser del hombre,
cÉ (

postula otra concepción muy distinta:


<El hombre no tiene naturaleza, xvl jo /
q
slstema
sino que üene historia.> 'I

EDICIOIYBS DE II\ REVISTA DE OCCIDENTE cll


<El hombre no es, oFf
bl
sino que va síendo esto o lo otro>r;
es el <peregrino del ser))
que en esa peregrinación ya acumulando
c
+r
CN
lo que ha sido precisamente para ser otro distinto. oFf
Por no haberlo visto así, sl
por haber buscado la naturaleza del hombre, -l i

la ciencia ha fracasado ante lo *f


propiamente humano, (u
que ha de ser pensado con categorías
y conceptos diferentes de los aplicados
u
u
a la naturaleza de las cosas, GI
comenzando por el más fundamental: a0
el concepto del ser.
>h

I
Hístoría como sístema,
publicada originariamente en un volumen
con Del Imperio romano
estudio histórico, politico y sociológco-,
$
(u
aparece en éste unido a otras producciones *f
.I
más homogéneas por su carácter filosófico: ;!t
los prólogos a las Historias de la Filosofla, v
r-r

de Bréhier y Vorliinder, ..c) /

y el texto de los discos grabados en 1932 a


por la voz del autor para el
<<Archivo de la palabraD.
c
or-¡ el arüuero
-'f
IOSE ORTE,C}A G.{S5E-T

FIIST'ORIA
COMO SIS'TEMA
$.a edición
en castellano

[']tlir"ioners dc la
R¡'ri,';lri ¡k ()t't ilcnt t
IJhrber¿r tlt": llraganza, I2
N,IAt)RII)
ljr.f¡uER.¡' sntCróu : 1941
5¡-xr.r l.orc¡óN : 1970

Hn l¿rs eelicionis anteriores, Í{istaria como


sistenta ;e ¡rublicó en un mismo volumen
ccrn el cnsayo Del [mperia romúno.

Ixnrcf;,

3:
Nota de tus cditores ".. 3T

@ Copyright by HisrcRl¿ couo srs'r¡ltA ... I


Revista de Occidente, S. A.
M.A.DRID (España), 1970 F¿-R.aFt (,{Riltir\¡o p¡\t.,tt-iRAr
Dl.r LA 61
I.*El ...
qui.ltarr-;- dr:l l¡r¡¡li'5¡c ú9
Il-*Con¡:rttc rie la Hislcrii.r 11

Innas pARA u¡q¡i l{rs'roRrA D.ü r-^. FrI-osrjFÍa .. 7j


Las é¡rocas ¡}:sluc;idas... 7t
Brcve excir¡siórr sobre cl <rse nlirlo hisri;ricor 87
No hay propiamente ahis¡tiri¡ .Je las it.lens¡ 92
Evolución dc la llisto¡ia cle la b'ilosafli1 ... . . 1,01
Filoscfía .v sociedad ... ... :.. 104
Autenticidad e inautenticidaci de la Filcsaf.ia " 110
La I-Iistcria de la Frlosofía como regreso Tlj
Depósito legal: M. 3.318-1970 La Filosofía es una t¡adición ... l lg
La Historia de ia Filosofía como pnlgreso . ". 122
Pensamienro y (progreso hacia si mis¡nor en fuistó-
teles . li.6
Printed in Spain - Impreso en España
I¿ histo¡ia que <termina) y no acaba .i. ... ... $7
Tallcrcs Gráficos dc Ediciones Castilla, S. A. - Maesrro Alonso, 23 - Ir,f adrid TX
i¡¡ptcE

lo1:

Pnóroco A tA qHtstorun DB L.A FlrosorÍ"t¡ Dts


Ii¿nr VclnliiNorn .. " l4L
La dificulmd cle !a l'ilosofia 144
Filosc¡f ía e Historia de la Filosofí¿ ... 1,46
Facilidad de la Filosofía ... 147
Iiscepticismo ... . 148
La incultura específica ,le nuesffo tiempo ... 150
Condnuidad y discontinuidad 152

L r-irttlrirnir l{istoria como sistema clentro tl.e


¿A\ .csi,t ,'rltccir)n, t:cntinuando
1, el propósito de
ttg;'t/ptr c;? -r//r títrlos las ctbras rnás at'ines, heruos creí-
do a¿lecu,ulo a{1'c[]drlg attrios textos de tem.n fitosó-
fico c¡ua lto re b.tl¡ínt. colccciontulo hastrt la feclta en
tnt t.' o I um en. intl epen.cli cn te.
Lt priin.c'r¿ ctlicirin rJe l\is,tr:ria como sistema, clt !u.
rcr;ión origind, sc pub/it.ri ¡tor c,rto Etlitrtrirtl t'n 1941;
pcro en tralucción ingle.rrt st: hrtbla .bt¡blicado ante-
ricrmt'ntt: c'j,t. el 't,olutncn cof,rtcfit,r¡ Philosophy and
History (dirigilo por Klibit;?sklt ), editado (,n 1935
por !t Oxt'ord Uniuersity []rars). .b:li"rt el, que /¡ohía
sido re'd.acÍad¿. En est¡/ ltrttct,rt cdición le a1ycgrtm.os,
en pri'm+r l,ag,u', el lexto Ce do: di.rca,r ¡¡r,tbttt/os con
la. t,oz del ¿ator, c,l. 3() ,Jcirtn,:o tir' l9.l-), ptrtt cl <Ar-
cbi,ao de la pnl.alsra>, que cl (enÍrt; ,lc E.rtrclios IIi.r-
t(;ricos tn.a¿lrileñ.os ue,nía f ormando con /,t contribución
de las ¡ter.rortalidat/,e.r m.ás sobre:saliente,r dtl rnunrl,t
literario y ci.entífico es/tañol. A continttoción, el prri-
logo com{tttesto en 1941 para Ia cdición drgentina
ds la Historia de la Filosofía, de Enzile Bróbier. Por
último, el prólogo también antepuesto a la uersión

XI
castellana de una Historia de la Fiiosofía : la d,el Kml
Vorl¿inder. Este prólogo lleua, en la etlic,ión original,
la fecba de enero de 1921,
Todos est0s escriíos sont .pues, ocasionales. Pero
recuérdese que Ortega ha esmito: <<Yo soy yo y rni
ci.rcunslancia. Esla expresi.ón que aparece en rni pri-
mer li.bro y que condensa mi pensctmiento filosófico,
no signit''ica sólo la doctrino clae mi obra exporze y
propone, sino que rui obra es u??. caso eject¿ti.uo de la
mi,sma doctrina, Mi obra es, por esencia y presencia,
circunstancial. Con esto quiero decir que lo es delibe-
radarnente, porque sin deliberación, y aun contra todo
próposito opuesto, claro es que ,janaás ha hecbo eI
hombre cosa alguna. en el mundo qu.e no fuera cir- HISTORIA COMO SISTEMA
canstanci.al,>
I-os EolT oRES.

¡¡lsron¡1.-2
Publicrdo en traclriruioil ir-rglrsn rrr lit l' ),
forman,jo l,arte clel volur¡.rcn Pbilo¡n.Qlty utJ I
Hi$ory, clirigido flor KuBANslty y edirado
por l¿ Oxfo'd l.lnive r.srry Press.
vida. hir nrana es una rcali,Ja,J exrraña,
[ _ ^,to p'mero
H de la cual
que c'nviene clccir cs que es Ia reali_
dad radicirl, en .i s.nriclo cle qLre a eila rencmos
que
refe rir ioclas las clcnrá s., ya q,,i
l'rs cirmás real iclacles,
efectívas o prcsr-lnras, ti.:á,,.,r .i., r-rilo u
otro mocro que
aparecer en elia.
La noia más rrivial, pcro ,r ia vez Ia más inrpor-
tanfe Ce la vida hunrana, rs (rl;i cl hclinirre
no riene
o,:rc remcdio cluc cst¿rr ir¿icie ,r.-lc, aiqr_r
¡-:af o. sostenerse
en la existen cLa. l-a rricla lios cs ,.lar]., 'ir.',*rro
que no
ncs Ja damo' a nosotrcs mis.r(J-1, Sino
q,.,a rlo,\ cncon-
trarlt{rs cr} ella clc pronto
,,sirr :saLre,r i,irno. pero la
vicia que nos cs.lnda no no:i es.i.rci¿r
kr:cha, silo
que necesitamos h¿rccrnos l¿ rlosc)iros? cacia
slii/a. L'a vida es ql¡cilacer. 1' lo nr;is grave
curl la
de estos
qiiehaccrrs en qLre la rri,ja consisrr: no
es que sea pre_
tiso har-erlos, .sitto, en cicrto io contr'r,ri'-.-quie-
ro clc'cir q ue nos encr)lr tra,'..os 'rcclo,
siernllre, forzados íl ha-
cer.algo.- lx'ro no nos í'ncuili rírnro:; rlLlnca.
estrictanren-
te forzacios ¿r hacr:¡. algr,i cictcrininark.r, que
no nos es
impircsto estc {s el ofro qlri_.iiar.r:r, (-orr}o
i" a, ir:rpuc.sta
aI a.stro su ri'ítys¡¡r.¡ria. ,, i ia p,,ir:ijra ;Li :.r,r vtt.acíón.
An_
HISTORIA COMO SISTEMA
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

tes que hacer alg?, tiene cada hombre qu1 decidir,


la rnente surgen espont áneamente p€nsamientos sin
nuestra voluntad ni deliberación y sin que produz-
por su cuenta y rlesgo, lo que va a hacer. Pero esta
can efecto alguno en nuestro comportamiento. Ia
áecisión es imposible si el hombre no posee algunas
creencia no €s, sin más, la idea que se piensa. sino
convicciones tóbr. lo que son las cosas en su derre-
aquella en que además se cree. Y el creer no es ya
dor, los otros hombres, él mismo. Sólo en vista de una operación del mecanismo < intelectual >, sino que
ellas puede preferir una acción a otra' puede, €o su-
es una función del viviente como taI, Ia función de
ma, vivir. - .
orientar su condu cta, su quehacer.
De aquí que el hombre tenga que estdf siemp-re Hecha esta advertencia, puedo retira r Ia expresión
en alguna cráencia y que_ la estructura de su vida de antes usada y decir que las creencias, mero repertorio
pendí primordialméntá de las creencias en que .e1té incongruente en cuanto son sólo ideas, ,forman siem'
y que ior cambios más decisivos en Ia humanidad pre un sistema en cuanto efectivas creencias o, lo que
r."tt los cambios de creencias, la intensificación o de- es igual, gu€, inarticuladas desde el Punto de vista
bilitación de las creencias. El diagnóstico de una exis' lógico o propiamente intelectual, tienen siempre una
tencia humana-de un hombre, de un pueblo, d. articulación vital, funcionan como creencias apoyán-
una época-tiene que comen zar filiando el reperto- dose unas en otras, integrándose y combinándose. En
rio de sus convicciones. Son éstas el suelo de nuestra suma, que se dan siempre como miembros de un or-
vida. por eso se dice que en ellas el hombre esrá. Las ganismo, de una estrucura. Esto hace, entre otras
creencias son lo que- verdacleramenre constituye el cosas, que posean siempre una arquiteffura y actúen
estado del hombre. Las he llamado ( rep€rcorio > para
en jerarquía. H^y en toda vida humana creencias b^'
indicar que Ia pluralidad de creencias en que un sicas, fundamentales, radicales, y h^y otras derivadas
hombre, un pueblo o una época está no posee nunca de aquéllas, sustentadas sobre aquéllas y secundarias.
una articuluCión plenamente lógica, es decir, que no Esta indicación no puede ser niá.s trivial, p€ro yo no
forma un sistemá de ideas, como lo es o aspira a tengo Ia culpa de 9üe, aun siendo trivial, sea de Ia
serlo, por ejemplo, una f iloscf ía. Las creencias que mayor importancia.
coexisten .o o." vida humana, que Ia sostienen, im- Pues si las creencias de que Se vive careciesen de
. pulsan y dirigen son, a veces, incongruentes'
contra-
Nótese que to- estructura, siendo Como Son en cada, vida innumera-
iictoriai o, por 1o menos, inconexas.
a las creencias por lo bles, constituirían una pululación indócil a todo or-
clas esras .uiifi.aciones afectan
pero definir la den y, For lo mismo, ininteligible. Es decir, que se-
que tienen de ideas. es un error creen-
ría imposible el conocimiento de la yida humana.
cia corno idea. La idea agota su papel y corrsistencia El hecho de 9ue, por ei cc.ptrario, aparezcan en
con ser pensada, y un hombre puede pensar cuanto estructura y con jerarquía permite descubrir su orden
se le antbje y aufl muchas cosas contra su antoio. En
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

secreto y, por tanto, entender Ia vida propia y Ia


ajena, la de hoy y Ia de otro tiempo
Así podemos decir ahora: el diagnóstico de una
existencia humana-de un hombre, de un pureblo, de
una época-tiene que comen zar f iliando el sistema de
sus convicciones y para ello, antes que nada, fiiando
su creencia fundamental, la decisiva, la que porta y
vivifica todas las demás.
Ahora bien : pafa fijar el estado de las creencias
en un cierto momento, no huy más método que el de u
comparar éste con otro u otros. Cuanto mayor sea
el número de los términos de comparación, más pre- Si comparamos el estado de creencias en que el
ciso será el resultado-otra advertencia banal cuyas hombre europeo se halla hoy con el reinante hace
consecuencias de alto borclo emergerán súbiramente no más de treinta años, nos encontramos con que ha
al cabo de esta meditación. variado profundamente, por haberse alterado Ia con-
vicción f undamental.
La generación que f lorecía hacia 1900 ha sido la
úlrima de un amplísimo ciclo, iniciado a fines del
si,qlo xvl y que se caracterízó lrorque sus ho.mbres vi-
vieron de Ia fe en La razón. r: En qué consisle esta fe?
Si abrimos el Discarso del IVIétodo, que ha sido el
programa clásico del tiempo nuevo, \remos que cul-
mina en las siguientes frases r ct Las largas cadenas de
razones, todas sencillas y fáciles, de que acostumbran
los geómetras a servirse para lleqar a sus más difíciles
demostraciones, me habían dado ocasión para. imagi-
narme que todas las cosas que puedan caer baio el
conocimiento de los hombres se siguen las unas a las
otras en esta misma manera, y que sólo con cuidar
de no recibir como verdad era ninguna que no [o sea
y de guardar siempre el orden en que es preciso de-
clucirlas unas de las otras, no puede baber ningana
JOSÉ ORTEGA Y.GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

tan renzota qrc no qüepd, a ld postre, llegn a ella, dolo así patente. EI mundo de la rcalidad y el mundo
ni tan oculta qile no se la pueda descubrir.>> 1
del pensamiento según esto-dos cosmos que
Estas palabras son el canto de gallo del raciona- se corresponden, cada uno de ellos compacto y con-
lismo, Ia emoción de alborada que inicia toda una tinuo, en que nada queda abrupto, aislado e inase-
edad, eso que llarnamos la Edad Moderna. Esa Edad quible, sino que de cualquiera de sus puntos pode-
h'Ioderna de la cual muchos piensan que hoy asisti- mos, sin intermisión y sin brinco, pasar a todos los
rnos nada menos que a su agonía, a su canto de cisne. demás y contem plat su con junto. Puede, pues, €l
Y es innegable, por lo menos, gu€ entre el estado hombre con su nz6n hundirse tranquilarnente en los
de espíritu cartesiano y el nuestro no existe floia dife- fondos abisales del Universo, seguro de extraer aI
rencia. ¡Qué alegría, gué tono de enérgicO desafío aI proble ma más remoto y al más hermético enigma la
Universo, qué petulancia rnañanera h^y en esas mag' esencia de su verdad, como el buzo de Coromandel
níficas palabras de Descaftes ! Ya 1o han oído uste- se sumerge en las profundidades del océano para re-
des : aparte los rnisterios divinos, que por cortesía aparecer a poco trayendo entre los dientes la perla
deja un lado, parr- este hombre no hay ningún prG inestimable.
blema^ que no sea soluble. Este hombre nos asegura En los últimos años del siglo xvl y en estos pri-
que en el Universo no huy arcanos, no hay secretos rneros del xvII en que Descartes medita, cree, pues,
irremediables ante los cuales Ia humanidad tenga que el hombre de Occidente que el mundo posee una
detenerse aterro rizada e inerme. Ei mundo que rodea estructura racional, es decir, que Ia realidad tiene una
por todas partes al hornbre, y en existir dentro del organizaciín coincidente con Ia del intelecto huma-
lual consiste su vida, va a hacerse transparente a la oo, se entiende, con aquella forma del humano inte-
fnente humana hasta sus últimos entresiios. El hom- lecto que es la más pura : con Ia razón matem átíca.
bre y7, por fin, a saber la verdad sobre todo. Basta Es ésta, por tanto, una clave maravillosa que propor-
con que no se azoÍe ante la compleiidad de los pro- ciona aI hombre un poder, ilimitado en principio,
blemas, con que no se deie obnubílar la mente Por las sobre las cosas en torno. Fue esta averiguación una bo-
pasiones : si usa con serenidad y dueño de sí el ap^ra- nísima fortuna. Porque imaginen ustedes que los eu-
lo de su intelecto, sobre todo si lo usa con buen orden, ropeos no hübiesen en aquella sazón conquistado esa
hallará que su facultad de pensar es ratio, taz6n, y creencia. En el siglo xVI, las gentes de Europa habían
que en Ia raz6n posee el hombre el poder como má' perdido la fe en Dios, en la revelación, bien porque
gico de poner claridad en todo, de convertir en cristal la hubiesen en absoluto perdido, bien porque hubiese
io más ópaco, penecrándolo con el análisis y hacién- deiado en ellos de ser fe viva. Los teólogos hacen una
distinción muy perspi caz y que pudiera aclararnos no
1 Oeaares, ed. Adam et Tann€rr, tomo Vf, Vlg. 19. pocas cosas del presente, una distinción entre Ia fe
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COlvfO SISTEIVÍ A

viva y la fe inerte. Gener alizando el asunto , ye for- hubiera sentido ir,capaz de habérselas con el conror-
mularía así esta distinción : creemos en algo con fe no rnisterioso que le era el mundo, con los tártagos
viva cuando esa creencia nos basta para vivir, y cree- y pesaciu,nbres de la existencia. Pero creía con fe viva
rnos en algo con fe muefta, con fe inerte, cuando, que un ente todopoderoso, offiniscio' le clescubría de
sin haberla abandonado, estando en ella tcd.auia, no modo gratuito t,¡do lo esencial para su vida. Podemos
actua ef.jcazmente en nuestra vida. La arrastramos in- perse guir las vicisirudes de esra fe y asistir, casi .qe-
válida a nuestra espalda, forma aún parte de nos- neración tras generación, a su progresiva decadencia.
otros, neto yaciendo inactiva en el desván de nuestra Es una historia melancólica. La fe viva se va desnu-
alma. No apoyamos nuestra existencia en aquel alqo trierrdo, palideciendo, paralizándose, hasta gr€, por
creído, Ílo brotan ya esponráneamente de esta fe las los motivos que fuere--no puedo ahora entrar en el
incitaciones y orientaciones para vivir. La prueba de asunto-hacia mediadr¡s del siqlo XV, esa fe viva se
ello, que se nos olvida a toda hora que aún creemos convierte claramente en fe cansada, ineficaz, cuando
en eso, mientras que Ia fe viva es presencia perrna- no queda por completo desarr aigada det alma indi.
nente y activísirna de la entidacl en que creemos. ( De vidual. El hombre de entonces comi enza a. sentir que
aquí el fenórneno perfectamente natural que el rnís- no le basta La revelación para aclararle sus relaciones
tico llama lil prc's.:ncia de f)ios p. Tambión el amor
<<
con el mundo; una vez más., el horlbre se siente per-
vivo se distingue dei amor inerre y arrasrra,io en qr:€ dido en la selva bronca del [Jn iverso, f rente la cual
lo amado nos es, sin síncope ni eclipse, presente. NIo ^
carece de orientación y rnediarlor. El xv y el x\/I son,
tenemos que ir a i-urscaric, con la aiención, sino, al por eso, dos sielos de eftorme desazón, de aúoz in-
revés, nos cuesta tra.ba io quitá rnoslo de delante de quierud ; como hoy diríamos, de crisis. De ellas salr.'a
los oicis íntimos. Lo cual no quiere decir que estemos al hornbre occiclental una nueva fe, una nueva creen-
siempre, ni siquíera con frecuencia, pensando en ello, cia: la fe en la razón, efl las nttaL,e Íci.enze, I1l hom-
sino que constantemente <<contamos con eilo>.) Moy bre recaído renace. El Renacim ienro es la inquietucl
pronto vamos a encontrar un ejernplo de esta diferen- parturienta de u na nueva conf ia nza, f undada en ie
t.
cia en Ia situación actual del europeo razón físico-m atemática, nueva mediadora entre e[
I)urante Ia Edad Media había éste vivido de la re- hombre y el mundo.
velación. Sin ella y arcnido a sus nudas fuerzas, se

1 En la segunda mim.d del capírulo n de su libro On


liberty hace uso muy oportuno Stuart Mill de esta misma
disdnción y empleando los mismos términos (creencias vi-
vasD y cc¡eencias muertas, ine:rtest.

10
HISTORIA COMO SISTEMA

No será necesario advertir que al hablar de la fe


tradicional en la razón y de su actual modificación
no me refiero a lo que acontece en éste o el otro in-
dividuo como tal. Aparte de lo que crean los indi-
viduos como tales, es decir, cada uno por sí y por
propia cuenta, hay siempre un estado colectivo de
creencia. Esta fe social puede coincidir o no con Ia
m que taL o cual individuo siente. Lo decisivo en este
asunto es gue, cualquiera sea Ia creencia de cada uno
Las creencias constiruyen el esrraro básico, €l más de nosorros, encontramos ante nosotros constituido,
profundo de la arquitecura de nuesrra vida. vivimos establecido colectivamente, con vigencia social en
de ellas y, por lo mismo, oo solemos pensar en ellas. suma, un estado de fe.
Pensamos en lo que nos es rnás o menos cuestión, La fe en Ia ciencia a que me refiero no era sólo y
Por eso decimos que tenent.os esras o las orras ideas . primero una opinión individual, sino, al, revés, una
pero nuestras creencias, más que tenerlas, las ,o-oJ. opinión colectiva, y cuando algo es opinión colectiva
Cabe simbolizar la vida de cada hombre como un o social es una realidad independiente de los indivi-
Ba.nco. Este vive a crédiro de un encaje oro que no duos, que está fuera de éstos como las piedras del
suele verse, que yace en lo profundo de cajas merá- paisaje, y con la cual los individuos tienen que con-
licas ocultas en los sótanos de un edificio. La más taf quieran o r1o. Nuestra opinión personal podrá ser
elernental cautela invita a revidar de cuando en cuan- contraria a Ia opinión social, pero ello no sustrae a
do el estado efectivo de esas garantías-diríamos de ésta quilate alguno de realidad. Lo específico, lo cons-
esas creencias, base del crédito. titutivo de la opinión colectiva es que su existencia
Hoy es urgenre hacer esro con no depende de que sea o no aceptada por un indi-
la fe en la raz6n de
que tradicionalmenre-en una tradición de c4si dos viduo determinado. Desde la perspectiva de cada vida
siglos-vive el europeo. Puc'de decirse que hasta hace individual aparece Ia creencia pública como si fuese
veinte años el estado de esa creencia no se había una cosa física. La realidad, por decirlo así, tangible
modificado en su figura general, pero que de hace de la creencia colectiva no consiste en que yo o tír Ia
veinte años a la fecha presente-[ra sufrido un cambio acepternos, sino, al contrario, es ella quien. con nues-
gravísimo. Innumerables |rechos, sobrem anera noro tro beneplácito o sin é1, nos impone su realidacl y nos
rios y que fuera deprimenre enunciar una vez más, lo obliga a contar con ella. A este carácter de la fe
muestran. social doy el nombre de vigencia. Se dice de una ley
que es vigente cuando sus efectos no dependen de
t2 L3
JOSE ORTEGA Y GASSET

que yo Ia reconozca", sino que actúa y opera prescin-


diendo ,Ce mi adhesión. Pues lo mismo la creencia
colecriva, para existir y gravitar sobre mí y acaso
aplastarme, no necesita de que Io, indivicluo deter-
minado, crea en ella. Si ahora acordamos, para €m-
tendernos bien, llamar ,, dogma social p al conrenido
de una creencia colectiva, esramos listos para, poder
continuar nuestra meditación.
Si, perrrechados con estos concepros instrurnenta- IV
les, com pararnos la siruación en que hacía 19 10 los
europ€os se encontraban y la de ahora, la adverren- La ciencia está en peligro. Con lo cual no creo
cia del ca.mbio, de la muración sobrevenida, debería ar*-porque no digo con ello que la coleccivi-
exager
causarnos un saludable pavor. Han bastado no más dad europea ha1'¿ dejado radicalrnente de creer en Ia
de veinte años-es decir, sólo un rrozo de la vida ciencia--, pero si que su fe hil pasaCo, e tr nuestros
de un hornbre, que es ya de suyo tan breve- para días, de ser fe viva a ser ie inc,rte. Y esro basta para
trastrocar las cosas hasta tal punrü de que mientras que la ciencia esré en peligrc y no pueda el cientílico
enronces, en cualquier pame de Europa, podía recu- seguir viviendo corno hasta aquí, sonárnbulo clentrc
rrirse a La fe en la ciencia y en los derechos de la de su trabajo, creyendo que ei contorno social sigue
ciencia como máximo valor hurnano, y esra instan- apoyándole y sostenióndole y vencrándc,le. ¿ Qué es
cia funcionaba autornáticarnenre y, dócil a su impe- lo que ha pasado prira que tal situación se pr',.lCuzc'¿?
rativo, reAccionaba eficaz, enérgico y súbilo el cuerpo La ciencia sabe hny ¡nuchils cosas con fabulcisa pre-
social, hoy bay ya naciones donde ese recurso pro- cisión sobre lo que está acont€'cienCo cn rcnrotísimas
vocaría sólo sonrisas, naciones que hace unos años estrellas y galaxias. Lo cicncia, con razón, esrá orgu-
eran precisamenre consideradas' como las grandes llosa de ello, y pu'r ello, aunque con rr,cnos razón, en
maestras de la ciencia, y no creo lllie hava ninsuna sus reuniones acaclén'ricas hace Ia rueda con su cola
donde, a la fecha en que hablo, el cu.:rpo .sccial se de pavo real. Pero entre tanto ha ocurrido que e,!a
estremeciese ante la apelación. misma ciencia ha pasado de ser fe viva social a ser
casi despreciacla por Ia coicctividad. No porque esie
heclro no haya aconre,:ido erl Sirio, sirro en l;r Tierra,
deja cle tener alguna inrporcancia--¡ pienso ! La cien-
cia no pue,Je ser solo le ciencía sc¡lrre Sirir;, sino qlle
pretende ser mmbién l¿ ciencia sobre el hornbre. Pues

15
JOSE ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

bien, ¿ qué es lo que la ciencia , la taz6n, tiene que ravilloso poder, su triunfo sobre la naruraleza; perq
decir hoy con alguna precisión sobre ese hecho tan al mismo dempo, cae en Ia cuenta de que la narura-
urgente, hecho que tan a su carne le va? ¡ Ah !, pues leza es sólo una dimensión de la vida humana, y el
nada. La ciencia no sabe nada claro sobre este asun- glorioso éxito con respecro a ella no excluye su Íra-
to. ¿ No se advierte Ia enormidad del caso ? ¿ No es caso con respecio a la totalidad de nuestra existencia.
esto vergonzoso ? Resulta que sobre los grandes cam- En el balance inexorable que es en cada inscanre el
bios humanos, La ciencia propiamente tal no tiene vivir, la razón física, con todo su parcial esplendor,
nada preciso que decir. La cosa es tan enorme 9u€, no impide un resultado terriblernente deficitario. Es
sin más, nos descubre su porqué. Pues ello nos hace más : el desequilibrio entre Ia perfección de su efi-
rcparar en que la ciencia, Ia razón a que puso su fe ciencia parcíaL y su f.alla para los efectos de totalidad,
social el hombre moderoo, €s, hablando rigorosa- los definitivos, es tal 9u€, a mi juicio, ha contribuido
mente, sólo la ciencia físico-matem ática, y apoyada a exasperar la desazón universal.
inmediatamente en ella, más débil, pefo beneficiando Se encuentra, por tanto, el hombre ante la razón
de su prestigio, Ia ciencia biológica. En suma, re- física €n una situación de ánimo parecida a la que
uniendo ambas, lo qLre se llama la ciencia o nz6n Leibniz nos describe de Cristina de Suecia cuando,
naturalista. después de abdicar, hizo acuñar una moneda con la
La situación acnral de la ciencia o razón física re- efigie de una corona y puso en el exergo estas pala-
sulta bastante paradóiíca. Si algo no ha fracasado en bras : N on mi bisogna e non mi basta,
el repertorio de las actividades y ocupaciones huma- A Ia postre, Ia paradaja se resuelve en una adver-
nas, es precisamente ella cuando se la consid era cir- tencia sobrem aneta sencilla. Lo que no ha fracasado
cunscrita a su genuino territorio, la naturaLeia. En de la física es Ia física. Lo que ha fracasado de ella
este orden y recinto, leios de haber fracasado, ha es Ia retórica y la orla de petulancia, de irraciona-
trascendido todas las espera nzas y, por vez primera les y arbitrarios añadidos que suscitó, lo que hace
en la historia, las potencias de realización, de logro, muchos años llamab a yo el c t€rÍorismo de los labora-
han ido más lejos que las de Ia rnera fantasía. La torios >. He aquí por qué, desde que comencé a escri-
ciencia ha conseguido cosas que Ia irresponsable ima- bir, he combatido lo que denominé el utopisrno cien-
ginación no había siquiera soñado. El hecho es tan tífico. Abrase, por ejemplo, El tema de nuestro tiem-
incues:ionable, que no se cgmprende, al pronto, cómo po en el capítulo titulado (El sentido histórico de la
el hombre no está hoy arrodillado ante la ciencia teoría de Einsteinr, compuesro hacia L921 t. Allí se
como ante una entidad mágica. Pero el caso es que dice r r<No se comprende que la ciencia, cuyo único
no lo está, sino, más bien al contrario, comie nza a
volverle Ia espalda. No niega ni desconoce su ma- I [Véase El, tema de n*estro tiempo, €o esta C-olección.I

r6 grsrontr.- 3 L7
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEI,ÍA

placer es conseguir _una imagen certera de las cosas' de idolátrico culto a los rnétodos preestablecidos y
de ilusionés" o Recuerdo que. sobre
ir.i" alimenr"ls. jerció nos asomamos aI pensamiento de Einstein, llega a
ini pensamienro e suma inf luencia un detaile. nosotros como un fresco vienro de mañana. L; ac-
HacL muchos añoi Leía yo una conferencia del fisió titud de Einstein es compleramenre distinta de la úa-
logo Loeb sobre los tropismos. Es el tropismo un dicional. Con aclemán dá joven atleta le vemos avan-
concepro con que se ha intentado describir y aclar.ar zaÍ recto a los problemas Y, usando del medio más
la l.y que rige los nrovimientos elementalcs de' los a mano, cogerlos. por los cuernos. De lo que parecía
infusorios. nnáf que bien, con correcciones y .añadi- defecto y limitación en Ia ciencia hace él una virud
d,os, este concePto sirve pary cornprender algunos y una táctica eficaz.
de .ro, fenómenos. pero al final de su conferencia Todo mi pensamiento filosófico ha emanado de
I¡eb agregat <r Ltegará el tiempo en que lo qu9 hoy esta idea de las calendas griegas. Ahí esrá en simien-
llamamos acros morales del hombre se expliquen te toda mi idea de Ia vida óomo realidad radical y
sencillamente corno tropismos. n Esta audacia me in' del conocimiento como función inrerna a nuesrra
;;il¿ ,obr.rnanera, p-orque .me abrió los oios sobre lida y no independiente o utópica. como Einstein
otros muchos iuicios de la ciencia moderna 9u€, rne' decía, por aquellos años, que ér preciso, €o física,
nos Ostentosamente, cometen Ia nrisrna f'alta. De m6. construir concePtos 9Ue hagan imposible el movi-
do,-pensaba yo-que un concePto como el tropis- miento continuo ( el movimiénto coñtinuo no se pue-
fro, capaz d. penetr-ar. el secreto de fenóme' de rredir, y ante una realidad inmensurable la flsica
"p..tt
nos ran ,.niillor .o-ó los brincos de los infusorios, es imposille), yo pensaba que era preciso elaborar
puede bastar, €o un vlgo futuro, pafa expl.igar co.sa una filosofía partiendo, como de su principio formal,
tan misterioia y complája corno los acros éticos del cie excluir las cale'ndas griegas. Poique -la vida es
hombre. ¿ Qué sentidb tiene esto ? La ciencia ha de
"
lo concrario que esras calenáas. La *ri¿" es prisa y
resolver ttoy sus problernas, no transferirnos a las necesita con- urgencia saber a qué arenerse y es pre-
calendas grí.g"t. Si sus métodos actuales no bastan ci:ro hacer de esra urgencia el mérodo de l; ,reráad.
lir^ domTr,"i hoy los enigmasmás del universo, lo dis' Ei pro.qresismo que colocaba Ia verdad en un vago
creto es sustituirlos por orros ef icaces. Pero la rnañana ha sido el opio enronrecedor de la humañi-
ciencia usada está lllna de .es lo que ahora es verdad, y no lo que
problemas que Ceian dad. Verdad
-se'
intactos p6r ser incompatibles con los métodos- ¡co- se va a descubrir en un futuro indeterminado. El seáor
mo si füesen aquéllos ros obligados a supedjrarse a tr.ceb, y con él toda su generación, a cuenra de que
éstos, y no al revés I La ciencia está repleta de ucro- erl el porvenir se va a lograr una física de la moial,
nismos, de calendas griegas. r¿riuncia '¿ tener é1, en su día presenre, una verdad
Cuando salimos d¿ esia beaterfa científica que rin' scbre la moral . Era una curiosa manera de existir a

18 L9
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

cargo de Ia posreridad, deiando Ia propia vida


sin

cimienros, raíces ni encaje profundo. El vicio se en-

gendra tan en la raíz de esta actituC, 9ue se encuen-


tra ya en Ia (moral proyisional> de Descartes' L)e
aqr-rí que aI prirner enipellón sufrido
po! Ia armazón
sup.rficial ,c; nliesrra clvilización : ciencia, econonría,
miral, polít rca, el hombre se ha encontrado con q¡'le
no tenía verda.les propias, posiciones claras y firmes V
sobre nada irrr Portante'
Lo único en q,re creía era en Ia raz6n f ísica, y ésta, La naturaleza es Llna cosa. una g)ran cosa, que se
problemas nrás
aL hacerse urqente su verdad sobre los conrpone de muchas cosas menores. Ahora bren:
humanos, nJ'h" sabido qué decir. y esros pueblor.4. cualesquicra que sean las difercncias enire las cosas,
occiclenre han experimentad,o de sírbito Ia impresión rie ncn toCas ellas un carácter radrc¿rl ccm ún, el cual
de que perdían pi., que carecían de punto de a':o'y'o' colrsisre sirnplemente en qrre las cosas s oI?, tienen un
y hán senrido t.iro, pá.ti.o y les parece que se hun- ser. Y esto signífica no sólo que cxisten, 9ue las h^y,
á..,. que nauf raqan en el vacío' que están ahí. sino quc pcseen una estructllra o ccn-
y, sin embar,lo, basta un poco de serenidad para sisccncia tija y dacla. Cuando hav una piedra hty y].
que el pic vuelva a sentir l; deliciosa sensación de está o.hí, lo que Ia pieclra es. Todos sus cambios y
rocar lo duro, lo sólido de la madre tierra, un
cle- muda nzas serán, por los siglos de los siqlos, combi-
mento capaz de sostener al hombre' Como siempre naciones regiatlas ¿e su consisteircia funclarnental. La
ha acaecido, es preciso y bastante, en vez de azorarse picdra no serir. nunca nada nuevo y distinto. Esta con-
en p"lto de apoyo aqlle- sistencia fija y clada de una vez para siempre es io
f p.rd., la cab ir^, convertir impresig" d5 abismo ' La
llo 'misrno que engenclró Ia que solemos entender cuancio hablamos de I ser de
raz6n física no puede decirncs nada claro sobre el una cosa. Otro nombre para expresar lo misrno es
¡ombre. ivr", bien ! pues esro qr-riere. clecir simple- la palabra natLrraleza. Y la faena de la ciencia natu-
menre qu; de'bemos desasirnos con rodo radicalismo raI consiste en descubrir ba jo las nubladas aparien-
de trat,.r aL moclo físico y naruralista 1o humano. En cias esa natliraleza o textura permanente.
lo
vez de ello romémoslo e n su espontaneidad, según Cuando la razón natlrralista se ocupa del hombre,
vemos y nos sale al Paso. O,, dicho de otro modo
: el busca, consecuente ccnsigo misma, poner aI descu-
fracaso de Ia razón física defa Ia vía libre para
la bierto su naturaleza. Repara en que el hornbre tiene
razón vital e histórica. cuerpo-que es una cosa-y se apresure a extender

2L
20
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

e él la física, y, como ese cuerpo es además un orga' nodadamente? La causa tiene que ser profunda y ra-
nismo, lo entrega a Ia biología. Nota asimismo que vez, nacla rnenos que esto : que el hombre
dical; tal
en el hr,rnbre, como en el animal, funciona cierto no es una cosa, que es falso hablar de la naturaleza
rnecanismo incorporal o conf usamente adscrito aL humana, que el hombre no tiene naturaleza. Yo
cuerpo, €l mecanismo psíquico, que es también una comprendo que oír esto ponga los pelos de punta a
cosa, y encarga de su estudio a Ia psicolo gía, que es cualquier físico, ya que significa, con otras palabras,
ciencia natural. Pero el caso es que así llevamos tres- declarar de raíz a la física incompetente para hablar
cientos años y que todos los estudios naturalistas so- del hombre. Pero que no se hagan ilusiones con más
bre el cuerpo y el alma del hombre no han servido o menos claridad de conciencia, sospechando o no
pafa aclararnos nada de lo que sentimos como más que h^y otro modo de conocimiento, otra raz6n c?-
estrictamente hurnano, eso que llamamos cada cual paz de hablar sobre el hombre-la convicción de esa
su vida y cuyo entrec ruzamiento forma las socieda- incompetencia es hoy un hecho de primera magnirud
des 9u€, ¡erviviendo, integran el destino humano. El en el horizonte europeo. Podrán los físicos senrir
prodigio que la ciencia natural representa como cono- ante él enojo o dolor-aunque ambos sean en este
cimiento de cosas contrasta brutalmente con el fraca- caso un poco puerileS-, pero esa convicción es el
so de esa ciencia natural ante lo propiamente hu' precipitado histórico de trescientos años de fracaso
rnano. Ircl humano se escapa a La razón físico-flla- La vida humana, por lo visto, no es una cosa, no
temática corno el agrra por una canastilla. tiene una naturaleza y, en consecuencia, €s preciso r€-
Y aquí tienen ustedes el motivo por el cual la fe solverse a pensarla con categorías, con conceptos Ía,-
en la razón ha entrado en deplorable decadencia. El dicalmente distintos de los que nos aclaran los fenó-
hombre no puede esperar más. Necesita que Ia cien- rnenos de la materia. La empresa es difícil, pórque,
cia le aclare los problemas humanos. Está Y7, en el desde hace tres siglos, el fisicismo nos ha habituado
fondo, un poco cansado de astros y de reacciones ner- a deiar a nuestra espalda, como entidad sin importan-
viosas y de átomos. Las primeras qeneraciones racio' cia ni realidad, precisamente esa extraña realidad que
nalistas creyeron con su ciencia f ísica poder aclarar es la vida humana. Y así, mientras los naturalistas
el destino humano. Descartes mismo escribió Va un vacan, beatamente absortos, a sus menesteres profe-
Tratado del hombre, Pero hoy sabemos que todos los sionales, le ha venido en gana a esa extraña reali-
dad de cambiar el cuadrante, y al entusiasmo por la
F¡rtentos, en principio inagotables, de las ciencias
naturales se detend rán siempre ante Ia extraña rea- ciencia ha sucedido tibieza, despego, ¿ quién sabe si,
lidad que es la vida humana. ¿' Por qué ? Si todas ias maítana, fuanca hostilidad ?
cosas han rendido grandes porciones de su secreto a
la razón física, ¿ por qué se resiste esta sola tan de-
22 2)
HISTORIA COMO SISTEMA

sentía que la naturaleza no era la única re alidad y,


sobre todo, que no era la primaria o fundamcntal.
Cuanto más se la apretaba, más parecía depcndcr de
lo humano. El idealismo alemán, como el, positivis-
mo de Comte, significan el ensar/o de poner el hom-
bre antes que la natural.eza. Fue aquél quien dio aI
hombre, en cuanto no es naturaleza, el nombre de
Geist, espíritu.
Pero el caso es gue, aI intentar comprender lo hu-
VI
mano como realidad espiritual, las cosas no marcha-
ban mejor : los fenómenos humanos mostraron Ia
Se dirá gu€, cdnforme iba notándose la resistencia
misma resistencia, Ia misma indocilidad a. deiarse
del fenóm.no humano a Ia razón física, iba tarnbién apresar por los conceptos. Es rnás : quedó teservado
acenruándose orra forma de ciencia opuesta a ella :
aI pensamiento de esa época permitirse las más es-
frente a las ciencias naturales, en efecto, surgían y se candalosas e irresponsables utopías. Se comprende
desarrollaban las llamadas ciencias del espíritu, cien-
muy bien el malhumor y la insolencia de Schopen-
cias morales o ciencias cie la cultura. A Io cual r€s' hauer. La Filosofía de la Historia, de Hegel, y la Lty
pondor pof lo pronto, 9ue esas ciencias d.l espíritu de los tres estados, de Comte, son, sin duda, dos c¡bras
eisteswissen-schaften-no han conseguidO, hasta
-G geniales. Pero bajo esta calificación de r genio r, Io
La fecha, suscitar Ia creencia en el hombre europeo' único que hacemos claramente es dirigir un aplauso
como lo hab ían logrado l..rs naturales. a la magníÍica destreza de un hornbre como tal des-
Y Se comprende que fuera así. Los representantes treza, a lo que en él h^y de juglar, de ág1l o de atleta.
de las ciencias del espíritu combatían los intentos Mas si estudiarnos esas obras-principalrnente Ia de
paladinos de investig6:r lo humano con ideas natLlra- Hegel-desde el punto de vista decisivo, que es el
del
listas ; pero es el .ulo gue, de hecho, las ciencias
un de Ia responsabilidad intelectual y como síntoma de
espíritu no han siclo hásta hoy *á:. q.t9 intenco
un clirna moral, pronto advertimos que hubieran sido
laivado de hacer lo misnro. Me erolica-ré' r-preguntnba imposibles, ceteris paribus, en ninsuna época normal
Geist? W er inst clento der Rttrsclts2 de pensamiento, en nin,qún tiempo de continencia,
Schopenhauer, malhumorado e insolente, pero. no
sin
de mesura y patético respeto a la misión del intelecto.
sobra de razón. Este gran concePto utópico espí-
Me atrevo a decir esto sólo como extrínseca señal
ritu prerendía opon.ri. al de Ia naruraleza. se pre" de que la interpretación del hombre como realiclad
, espiritual no pudo ser más que violenta, arbitraria
¿Espíritu? ¿Quién es ese mozo?
25
24
Y GASSET
HISTORIA COMO SISTEMA
JOSÉ ORTEGA

y fallida. Porque no es lícito en este contexto seguir :i^, y Spinoza, que no se deió asusrar, saca tra¡qui-
.'raq.g.sentido, lamente la consecuencia de que una misma res-. ..-,Na-
!*oú;n¿o rrirrabra aespíri-tur en un trlra siue Deas-piensa y se extiende. para dirirnir la
sino que conviene referirla al ciclo de sienificaciones ctrestión fuera preciso hacer lo que Descanes no hizo,
precisas que ha tenido en la filosofía de los
dos últi-
a saber : pregunrarse qué es .io de re:, cuál es tü
mos siglos' estrudura previamente a su calificación de peosanre
res'ntamo:
Y si ahora nos Preguntamos Por que' el concepto o extensa. Porque si los atriburos de cogitatio y 0x-
de espíriru se ha reveládo insuficiente par^ dar
raz6n
tensio son de tal modo anragonistas quJ no pueden
de los humanos, nos encontramos con La siguiente
convivir en una misma re!, es de sospéchar qüe cada
consideración fundamental : uno de ellos repercure sobre la esrrucrura rrirrn, de
cuando los caballeros del Espíritu salían en
guerra
la res como tal res, o, lo que es igual, que el térrnino
contra el naruralismo, resueltoi a refleiar escrupulo
res resulta equívoco en ambas expresiones.
genui-
samente los fenómenos humanos en su estricta Ahora bien : el concepto de res había sido est¿[f s-
de sí los concePtos y categorías que la
nidad, cido por la on¡olo Eía tradicional. El error de orr.r*
"f.ítndo
natura trzi tot obli,qa a pensar, oo advertían que aL
al tes y el de los caballeros del Espíritu ha sido n0 lle-
;;;;tt truuirn deiado ya a su espalda enemigo'
var a fondo su reforma de la filosofía y aplicar, sin
veían sólo en la n"túr" leza cierios peculiares atri- más, a la nueva realidad que aspiraban esiatui¡-l¿
butos, como Ia especialidad, Ia fuetza, SU manifest& pensée, €l Geist-la doctrina verLrsta sobre el s€r,
ción sensoriar, etc.; y creían que basta con sustituirlos ente gue consiste en pensar, ¿ puede ser en el mismo
U[n
por orros atributos antagónicos-la cogitatio, Ia cotl' sentido en que es un enre que consiste en exrenderse?
fue
Ciencia, €[ pensarse a sí"misffio, etc'- paf a estar Adernás de diferenciarse
Ía del naruralismo. En definitiva, comerían el misrno _en que el uno piensa y .f
otro se exrietd., ¿ no se diferencian en su mismO ser,
error que Descarres cuando creyó suficiente pafa
deL
res cogi'tans a Ia como entidades sensil stricto?
finir el mot-méme oponerlo como
pero la diferencia fundamental En la antolo gía trad:cional, el término rer va
res eNtensrt, ¿ colsiste pre con iu,gado con el de narura, bien coño si-
que es siem
enrre esa extraña reatidad que es el hombre, nónimo, bien en el sentido de que la natilra €s la
que son los cuerpos' en que
el !o, y esa otra realidad ver(radera rei,- el principio de la ,Zt, Como es sa.bi,Jo,
'i;
;i ii.rr* y los cuerpos se extienden? ¿Qué in'
que la misma res que. piensa, se el concepto de narura leza es de pura sangre ariega :
Convenlente h^V en recibe una primera estabil ización en Arisióteles,
As'
extien d^ y- t^ Áit-" res que se extienda piense? iu.,
mocl fica.la por los esroicos, enrra en el Renacimirnro
rutam.n,é, f)escarres suele añadir que la res que .pien- y, fior aquel gran boquete inunda la época mode¡¡¿.
sa no se éxtiende y la res que se extiende
no piensa'
En Robert Boyle adapta su expresión aún vigenre:
pero esra negación añadida es perfectarnente arbitra'

26 27
JOSE ORTEGA Y GASSET
HISTORIA COMO SISTEMA
la natura 6 Ia regla o sistema de reglas según-la cual
t.
se comportan los fenómenos-en suma, Ia l.y F"i-9t prisioneros dentro del círculo mágico que di-
No es posible hacer aquí la historia del concepto bujó la ontolo gía eleática. i

de naturaleza y sería ínefícaz hacer su resurnen. Para Desde Parménides, cuando el pensador ortodoxo
ahorrar palabras, me limito a una alusión : ¿ no es busca el ser de una cosa entiende qu. busca una con-
sorprendente gu€, con perfecta continuidad, el térmi- sistenciat fija y estática, por turtro, algo que el enre
no de naturaleza haya pasadc de significar lo que ya €s, que y? lo integra o constituye. El prororip" de
siqni ficaba pafa Aristóteles a significar Ia l.y de los este modo de ser, que tiene los c^rucr.té, de ii¡rr^,
fenómenos ? ¿ No es enorme la Cistancia entre am- estabilidad y actualidad ( : ser ya lo que es), el 'or"-
bos significados? Esa distancia-nótese-implicaba totipo de tal ser eÍa el ser de los co.ri.pro, y de los
nada menos que todo el cambio en Ia manera de pen- ob jetos matemáticos, un ser invariable, un ier-sienr-
sar sobre el Universo desde el hombre antiguo aL pre-lo-mismo. como se encont raba con que las cosas
hombre moderno. Pues bien : ¿ qué es lo 9ue, al tfa- del mundo en rorno eran mudad izas, át"n <anovi-
vés de toda esa evolución, ha permanecido invaria- miento >, comie nza por . negar su realidad. Arisróre-
ble en el concepto de nat utaleza? les, más cuerdo, renuncia I tal absolutismo y adopta
En pocos iemas Se ve con tanta claridad como en una solución Tuste milieu, Busca en la cosa muda-ble
éste hasta qué punto el hombre europeo es un here' lo que en su cambio no varía, lo que en su movimien-
dero del hombre griego. Pero una herencia no es to permanece. A eso es a lo que llamo ( naiur aleza>>
sólo un tesoro i es, a Ia vez, una Carga y una cadena' de las cosas, por tanro, lo q.-,e en Ia cosa real parece
ocultarse de ser, como son los concepios y lós ob-
Larvada en el concepto de naturaleza hemos recibido
jetos matemáticos. I-a pbysis, gut;e, era el principio
Ia cadena que nos ha hecho esclavos del destino he-
invariable de las variaciones. De esre modo se hacía
lénico.
posible conservaÍ el eleatismo fundamental del ser
El pensamiento griego se constituye en Parméni' y, sin embargo, pensar corno realidades las cosas que
des. Sin duda fue este hombre pura Bsencia de lo
para el eleatismo absoluto carecían de auténtica r-ea-
grieqo, porque el hecho es que el eleatismo ha impe-
lidad, de usía, oúoia. La idea del tiempo, inrer calán-
rado siempre en las cabezas helénicas. Todo 1o que
dose entre la oüoia invariable y los estados diversos
no era eleatis simple o comPuesto-fue sólo opo-
de la cosa, servía de puenre enrre la unidad latente
sición. Este dbstino griego sigue gravítando sobre
del ser y su aparenre multiplicidad. La res quedaba t;

nosotros y, a pesar de algunas ilustres rebeliones' se'


1 Frente al término existencia uso el de consistencia. El
1 C-assirer: Das Erkenntnis yoblem, II, 433. algo que existe ,iene una consistencia, es decir, consiste en esto
o lo otro.
28
2g
HISTORIA COMO SISTEMA
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

aquí concebida como algo qle tiene en su entraña Se comprende perfeaamente que la filosofía, en
su "plú-Ia misma condición ontológica que el s]l primer estadio, oo poseyese agilidad bastante para
-€o
concepto y el triángulo : la identidad, Ia invariabi-
distinguir, mientras pensaba sobre lo real, qué era
lidad radical, la estabilidad, la profunda quietud que en lo pensado la porción perteneciente aI intelecto
para el griego significaba el vocablo ser, y qué lo que propiamenre perrenecía al obieto. En
El proceso que lleva la natura del aristotelismo a rigor, hasta Kant no se ha empezado a ver con cla-
cottn.itirse en 1^ regla o l.y estable de los inestables ridad qLre el pensamiento no es copia y anejo de lo
fenómenos para Boyle, lejos de ser una degenereción real, sino operación transitiva que sobre él se ejecu-
es una depuración del concepto originario !, como tA, intervención quirúr gica en é1. Por eso desde Kanr
si diiéramos, su confesión sincera. Así, en Comte' ha comen zado la filosofía lo que Platón llamaría su
Stuart Mill todo pende, como de un clavo, de la Deóleo'¡v r).0ó;. su u segunda navegación >, su segundo
c invariabilidad de las leyes de la naturalezar> . La oa,- aprendizaie. El cual estriba en advertir gB€, si es
taraleza del pOsitivismo es ya pura y declaradu ain- posible un conocimienro de la auténtica realidad
variabilidado, ser fiio, estático. . . eleático
1.
trj ¿v-( / sólo lo filosófico pretende serlo),
Ahora bien : poner como condición a 1o real, -aürd
tendrá que consistir en un pensar duplicado, de ida
para que sea admitido como tal, que consista en algo y vuelta; quiero decir, en un pensar 9u€, después
idéntico, fue la giqantesca arbitrariedad de Parmé- de haber pensado algo sobre lo real, se vuelve conrra
nides y, en general, del griego ortodoxo. No vamos lo pensado y resta de él lo que es mera forma inte-
ahora a indaqar el origen de eso que llamo sublime lectual, para dejar sólo en su desnudez la intuiiión
aarbitrariedad,r, aunque el tema es terriblemente de lo real. La cosa es tremebunda y paradó iica, pero
atractivo. La palabra es concepto expreso, y el con- no tiene remedio. En la formidable cruzada de libe-
cepto es una realidad entre las real idades que tiene ración del hombre que es la misión del intelecto ha
la peculiariclad de consistir en identidad, diríamos llegado un momenro en que necesira éste liberarse
de estar hecho de identidad. Al hablar sobre la rea- de su más íntima esclavitud, esro €s, de sí mismo. De
lidad ontología-nos encontramos teniendc que ser donde resulta gu€, precisamenie por habernos Kant
fieles, a la vez, a las condiciones de lo real sobre qr-le enseñado que el pensamienro tiene sus formas pro-
pensamos y a las condiciones del pensar con que pias que proyecta sobre lo real, el fin del proceso por
<rmanipulamos) Ia realidad. él iniciado consiste en extirpar a lo real rodas sus
formas, que le son, a la vez, inevitables y ajenas, y
I No entremos en la cuestron de si esto se com yagina con aprender a pensar en un p€rperuo ¡ alerta !, en un
el relativismo de Comte. Sobre el asunto espero declararme incesante modus ponendo tollens. En suma, tenemos
en un próximo esrudio aceÍca de Comte desconocido.

30 3T
HISTORIA COMO SISTEMA
JOSE ORTEGA Y GASSET

lo real a fin de ser- gún la cua[, el concepro de Espíritu es un naturalis-


que aprender a desintelectualizar
mo larvado y, por ello, inoperanre frente a las con-
le f ieles.
cepciones naruralistas, sus presunras enemigas.
EI eleatismo fue la intelectualización radical del El espíritu, si algo en el mundo lo €s, es identidad
ser, y ella constiillye ei círculo máeico a que antes
me iefería y que Lo que en el
es urqente trascenrler. Y, por tanto, res, cosa, todo lo sutil, etérea, 9u€ se
quiera. EI espíritu tiene una consistencia estácica : es
naturalismo nos estorba para concebir los fenóme-
ya y desde iuego lo que es y va a ser. Era tan evi-
nos humanos y loq tapa ante nuestra mente, oo son
dente la rebeldía de lo humano a ser concebido esrá-
los atributos secundarios de las cosas' de las res, sino
ticamenre, que pronto hubo de intentarse-If,ibniz-
la idea misrna de fes fundada en el ser idóntico Y' su perar el estatismo haciendo consistir al espíriru en
porque idéntico, fiio, estático, previo y dado. Donde
ectividad, en dynamis '. ¡ Intento vano ! porgue esa
it. suril atributo perdure sique habiendo naturalis- actividad, como toda acrividad, es siempre una y la
t¡o, Ser invariable. El naturali.smc €s, en su raí2, in- misma, fiia, prescrita, onrológicamenre inmóvil. En
telectualismo ( : proyección sobre lo real del modo
de ser peculiar ; los concep:os). Renunciemos ale- Hegel, €l movimienro del espíritu es pura ficción,
porque es un movimiento inrerno al espíritu, cuya
gremente, valerosamente, a la comodiclad de presu-
consistencia es en su verdad fiia,, estática y preesra-
áit que lo real es lógico , Y t.reconozcamos que lo blecida. Ahora bien : toda entidad cuyo ser ionsisre
único lóqico es el pensamiento Ya el obieto_nrate-
en .ser idéntico posee evidenrernenre ya y desde luego
mático pres€nta simas de ilogismo tan tremendas cG
mo el ol"b.rinto de las dificultades de lo continuoD todo lo que necesita para ser. por esra razót, el r.t
todos los problemas que inspiraron ? BroLrwer el
y'int.nro idéntico es el sbr substanre o substancia, el ser que
de derrocar el ¡trincipit¿m tertii exclusi', La se basta a sí mismo, el ser suficienre. Esto es la cosn.
física nos sorprende hoy dramáticamente con los es- El espíritu no es sino una cosa. No parece sino que
tados de in-ide ntif icación de los eleme ntos atóm icos. Jas orras cosas son cosas por su n-,rr.iialidad' por su
No será necesario Ceclarar qlle este artículo no es espacialidad, por su fuerza. De nada les serviría rodo
rrn tratado, Sino, todo lo Contrario, Llna serie de tesís esto si no fuesen además, y anres que toclo, idénricas,
qlre presento inclefensa al fa.ir Flny meditativo de los Por tanto, conceptos, La protocosa, la Urding, es el
lectores. Creo, sin embargo, qlle ahora cob rari al-
gún sentido mi enigm ática afr,trr,ación antecedente, se- I sólo Fichte represenra un caso aparre. Se advierte que
¡alqa el verdadero ser dc la vida; p.to el intelecrualismo no
1 Véase aLa Filosofía de la historia de Hegel y la his- le d.i" ver eso que palpa, y tiene, por fuerza,'deque pensar
eleáticamente. De aqrrí ese aspecro corr-oucdor cieio ca-
toriología>. Reuista de Occidente, febrero, L928. [Véase Kant.
minanre que lleva Fichre por las sierras de la metafísica
Hegel. Diltbey, €o esta C-olección.l

32 utsronle.-4 33
HISTORIA COMO SISTEMA
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

intelecro. Et identi- frca, cosi-fic a-a ef-d'in glicht-todo munizarnos del inrelectualismo y sus calendas grie-
gas. Ahí escá el hecho previo a todos los hechos, en
lo dgmás'
^,|^-^^ del
Los caballeros Fc,-.íri.rno tlenen dgrgcho a
ror Espíritu que todos los demás flotan y de que todos emanan :
sentir ese asco frente a la naturaleza, un la vida humana según es vivida por cada cual. IIi,c
gracioso
ur.o plotiniano. Porque el error profundo del natura- Rbodu,s, hic salte, Se trata de pensarla urgentemente,
lismo es Ñ.rro def que se le supone: no consiste según se presenta en su primaria desnudez, mediante
en que rraremos las iáeas corno tí fuesen realidades conceptos atentos sólo a describirla y que no aceptan
las reali- imperativo alguno de Ia ontolo gía tradicional.
corporales, sino, al revés, en qug tratemos
dades-cuerpos o flHomo si fuesen ideas, conceP Claro es que este artículo no pretende desarrollar
esa empresa y se limita a insinuar lo más imprescin-
tos: en surna' identidades' o,,lir Ao rrn (le
cuando Héine, sin duda al salir de una lección dible para que su título--Historiz como sistern
Hegel, pi.g"nr"ú" a su cochero : u Qué-
son las
¿ cobre un sentido preciso.
'
( Las ideas? . - Las ide-¿s
ideas? >, éste respondía:
.
¿

son las cosas que se |e meten a uno en


la Cabeza'"
pero el caso es que podemos más formalmente decir
fuera de
que las cosas ,on las ideas que se nos salen
Ia cabeza y son tornaclas pot nosotros como reali-
dades. . r r

La necesidad de trascencler la idr:a de


superar y
naruratrru-pro..d" precisamenre cle q.-le no
puede va-
qo
ler ésta corno r"uli.lo.l autént ica, sino que'a' es
su
a!

relativo al intelecto del hombre' el c'¿al'


vez'
no tiene realidad tomado aparre y s'-relto-éstesinc
es

el error de todo idealismo o <espiritr-ralisrnoD-'


funcionando en una vida humana. moviclo pcr ur-
gencias consrirutivas de . La narLrraleza er; una in-
ésta
daclo lo
terpretación transitoria que el hombre Lra ^
que encuentra fre nte a ii en su '¿icla' A ésta' pues'

corno realidad radical-que incluye


y pref o;:ma to-
das las demás
Ahora sí que nos enconrrarnos frente a ella
libera-
dos del naruralismo, porque hemos aprendido a in-

34
HISTORIA COMO SISTEMA

Dara no dejar de existir. Esio muesrra que el modo


de ser de la vida ni siquiera como simple existencia
es Jer !d, puesto que lo único que nos es dado y que
hoy cuando h^y vida humana es rener que hacérsela,
cada cual la suya '. la vida es un gerundio y no un
participio : un faciendum y no un factum, La vida
es quehacer. La vida, en efecto, da mucho que ha-
cer. Cuando el médico, sorprendido de que Fonre-
vII nelle cumpliese en plena salud sus cien años, le pre-
guntaba qué sentía, el cenrenario respondió : Rien,
Mal podía la raz6n en su forma
físico-rnatern ánica, rien du tor¿t. .. Seulentent une cert(ine dif f icalté
crasa d¿ naturalismo o en su forma beatífica de es- d'étre. Debemos genera lizar y decir que la nida, no
piritualismo, afrontar los problernas humanos. Por sólo a los cien años, sino siempre, consisre en diffi-
r" misma constitución, no podía hacer más que bus- culté d'átre. Su modo de ser .J formalmente ser di-
caÍ la natura leza del hombre. Y, claro está, no La fícil, un ser que consiste en problemática rarea. Frente
encontraba. Porque el hombre no tiene naturaleza. al ser suficiente de Ia sustancia o cosa, la vida es' el
El hombre no es su cuerpo, 9ue es una cosa; ni es ser indigente, el ente que lo único que riene es, prG
su alma, psique, co-nciencia o espíritu, que es también piamente, menesteres. El astro, en cambio, v3, dor-
una cosa. El hombre no eS cosa ninguna, Slno un mido como un niño en su cuna, por el carril de su
drama-su vida, un puro y universal acontecimien- órbita.
to que acontete a cada cual y en que cada cual no En cada momento de mi vida se abren anre mf
€S, a, su vez, sino acontecimiento. Todas las cosas' diversas posibilidades : puedo hacer esro o lo otro.
sean las que fueren, son ya meras interpretacioles Si hago esto, seré A en el instanre próximo; si hago
que se esfu erzan en dar lo que encuentran. El hombre lo orro, seré B. En esre instante puede el lecror dejar
no encuentra cosas, sino que las pone o supone. Lo t Be.gson, el rnenos eleárico de l<¡s pensadores y a quien
que encuentra son puras dif icultades y puras facili-
en tantos puntos renemos hoy que dar la raz6n, emplea cons-
d"des pafa, existir. El existir mismo no le es dado tantemente la expresión l'étre en se faisant. Mas si se compa-
< hecho> y regalado como a La piedra, sino
q,r*-ri- ta su sentido con el que mi rexto da a esas rnismas palabras,
zando el rizo que las primeras palabras de este ar' se adviene la diferencia radical. En Bergson, el término te
tículo inician, diremos-al encontrarse con que exis- faisant no es sino un sinónimo de deuenir. En mi rexro, el
hacerse no es s<ilo deaenir, si¡o adenrás el modo como deaiene
te, al acontecerle existir, lo único que encuentra o
la realidad hurnana, eu€ es efectivo y lireral chacersen, dtga-
le acontece es no tener más remedio que hacer algo mos c fabricarseD.

36 37
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

de leerme o seguir leyéndorne. Y por escasa que sea 1.o Qr. tampoco me son regaladas, sino que ten-
la importancia de este ensayo, según que haga lo go que inventármelas, sea originalmente, sea por re
uno o lo otro, el lector será A o será B, habrá hecho cepción de los demás hombres, incluso en el ámbito
de sí mismo un A o un B. El hombre es el ente que de mi vida. Invento proyecos de hacer y de ser en
se hace a sí mismo, üo ente que la ontolo gía tradi- vista de las circunsrancias. Esto es lo único que en-
cional sólo topaba precisamente cuando concluía y cuentro y que me es dado : la circunstancia t. Se ol-
que renunciaba a entender: Ia causa sr4i, Con Ia di' vida demasiado gue el hombre es imposible sin ima-
ferencia de que la cail.sa sui sólo tenía que <resforzar- ginación, sin la capacidad de inventarse una figura
s€r en ser Ia caasa de sí mismo, pero no en determi- de vida, de <idear> el personaje que va a ter. El
nar qué sí mismo iba a causar.Tenía, desde luego, un hombre es novelista de sí mismq original o pla-
sí mismo previamente fiiado e invariable, consistente, giario'.
por ejemplo, en infinirud. 2.o Entre esas posibilidades rengo que elegir. por
Pero el hombre no sólo tiene que hacerse a sí tanto, soy libre. Pero, entiéndase bien, soy por faena
mismo, sino que lo más grave que tiene que hacer libre, lo soy quiera o no. la libertad no es una acri-
es determinar lo qrle va a. ser. Es causa sui en segun- vidad que ejercita un enre, el cual aparte y anres de
da potencia. Por una coincidencia que no es casual, ejercitarla tiene ya un ser fijo. Ser libre quiere decir
la.doctrina del ser viviente sólo encuentra en la tta- carecer de identidad constituriva, no esrar adscrito a
dición como conceptos aproximadamente utilizables un ser determinado, poder ser otro del que se era y
los que intentó pensar la doctrina del ser divino. Si no poder instalarse de una vez y para siernpre en
el lector ha resuelto ahora seguir leyéndome en el ningún ser determinado. Lo único que h"y de ser
próximo instante será, en últirna instan cia, porque
hacer eso es lo que meior concuerda con el p,rograma
fijo y esrable en el ser libre es Ia constitutiva inesta-
general que Wra su vida ha adoptado, por tanto, con bilidad.
el hombre determinado que ha resuelto ser. Este pro- Para hablar, pu€s, del ser-hombre renemos que
grama vital es el yo de cada hombre, el cual ha ele- elaborar un concepto no-ele ático del ser, como se ha
gido entre diversas posibilidades ,de ser que en cada elaborado una geometría no-euclidiana. Ha llegado
t
instante se abren ante él
Sobre estas posibilidades de ser importa decir lo 1 Véase, del auror, Med.itaciones del Qui,jote, 1914. Ya
siguiente: en este viejo libro rnío se sugiere que yo no soy más que un
ingrediente de esa iealidad radical <mi vida>, cuyo orro in-
grediente es la circunsrancia.
I Véase, del autor, cGoethe desde denuon , Reaista de Oc- 2 Recuérdese que los estoicos hablaban de una <imagina-
cidente, I\Áadrid, l9)2. [V&se tomo fV de Obras Completas.l ción de sí -isnlou.

38 39
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

la l¡<¡r;r cle quc la simiente de Herácliro dé su marlna tanto, una entidad que cambia accidentalmente, sino,
( ( ¡rl'i lut. aI revés, en ella Ia ( sustancia > es precisamenre cam-
lil hc¡mbre es una entidad infinitamenre plástica bio, lo cual quiere decir que no puede penr¿rse eleá-
de la que se puede hacer lo que se quicra. Prccisa- ticamente como susran cia. Como la vida es un c dra-
mente porque ella rlo es de suyo nacla, sino mera tnaD que aconrece y el (sujeto> a quien le aconrece
potencia para ser (como usted guiera>. Repase en un no es una (cosa)) aparrc y anres de su drama, sino
minuto el lector todas las cosas que el hombre ha que es f unción de éL, quiere decirse que la ( susran-
sido, es decir, que ha hecho de sí-desde el < salva- cia.,r sería su argumento. Pero si éste varía, quiere
je, paleolítico hasta el joven surrealilta de París. Yo decirse que Ia variación es ( susrancial >.
no digo que en cualquier insranre pueda hacer de sí Siendo el ser de lo viviente un ser siempre disrinto
cualquier cosa. En cada instante se abren anre él po- de .sí mismo-en términos de la escuela, uo ser me-
sibilidades limitadas-ya veremos por qué límires. tafísicamente y no sólo físicamenre móvil-, tendrá
Pero si se torna en vez de un insrante todos los ins- que ser pensado medianre concepros que anulen su
tantes, no se ve qué fronreras pueden ponerse a Ia propia e inevitable idenridad. Lo cual no es cosa ran
plasticidad humana. De Ia hembra pale'olítica han SA- tremebunda como a primera vista parece. Yo no pue-
lido madame Pompadour y Lucila de Chareaubriand; do ahora rozan siquiera Ia cuestión. Sólo, para no de-
del indígena brasileño que no puede conrar arriba cle i^r Ia menre del lector flotando desorienrada en el
cinco salieron Newton y Enrique Poincaré. Y esire- vacío, me permito recordarle que el pensamiento tie-
chando las distancias rem porales, recuérdese que ne mucha más capacidad <ie evirarse a sí mismo que
en 187 3 vive todavía el liberal Str-rart l*dill, y en 1903 se suele suponer. Es constirurivamenre generoso : es
el liberalísimo Herbert Spencer, .y que en L92L y^ el gran alrruisra. Es capaz de pensar lo más opuesro
están ahí mandando Sralin y Mr:ssolini. al pensar. Basre un ejemplo : huy concepros que al-
Mientras tanto, el cLrerpo y la psique del hombre, gunos denominan < ocasionales >. Así el concepro
su naturrtleza, no ha ex perimentado cambio alquno eaquí>, el concepto (yoD, el concepro <<éster. Tales
irnpcrtante al que quepa claramenre arribr,rir aquellas conceptos o significaciones tienen una idenridad for-
efectivas mutaciones. Por el contrario. sí ha aconte- mal que les sirve precisamenre para asegurar la no-
cido el cambio (sustancialu de la realiciad trvida hu- identidad constitutiva de la materia por ellos signi-
mana)) que supone pasar el hombre de creer que riene f.icada o pensada. Todos los concepros que quieran
que existir en un mundo compuesro sólo de volun- pensar la auténtica realidad-que es Ia vida-rienen
tades arbitrarias a creer que tiene que existir en un que ser en €Ste sentido <ocasionales>. Lo cual no eS
mundo donde h^y ( narur aleza>> , consistencias inva- extraño, porque la vida es pura ocasión, y por eso el
riables, identidad, etc. La vida humana no es, por cardenal Cusano llama aI hombre un Deis occasio-

40 4T
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

nntus, porque, según éI, el hombre, al ser libre, es


creador como Dios, se entiende: es un ente creadOr
de su propia entidad. Pero, a diferencia de Dios, su
creación no es absoluta, sino limitada por Ia ocasión.
Por tanto, literalmente, lo que yo oso afírmar: que
el hombre se hace a sí mismo en vista de la circuns.
tancia, gu€ es un Dios de ocasión.
Todo-concepto es una allgemeine Bedeutung (Hus-
serl). Pero, mientras en los otros conceptos Ia gens VIII
ralidad consiste en gü€, aI aplicarlos 'a un caso sin''
gular, debemos pensar siemprc lo mi'smo que al apli' Lindoro, ür antiguo homme ¿ femmes, rne hace
cado a otro caso singular, en el concepto ocasional, esta confianza i
la generalidad acr,úa invitándonos precisamente a no aAyer he conocido a Hermione : es una muier €o-
pensar nunca Io ntismo cuando lo aplicamos. Eiem- cantadora. Ha estado conmigo deferente, insinuante.
plo máximo, el propio concepto avida> en el senti- Se me ocurre hacerle el alnor e intentar ser corres-
'pondido. Pero ¿ es que mi auténtico ser, eso que
do de vida humana. Su significación qua sienificación
€s, claro está, idéntica ; pero lo que significa es no llamo !o, puede consistir en (ser el arnante de Her-
sólo algo singular, sino algo único. La vida es la de mione> ? Apenas, en la anticipación que es el ima-
cada cual.
ginar, me represento con alquna precisión mi amor
Permítaseme, en gracia de la brevedad, que inte- con Hermione, rechazo enérgicamente tal proyecto
rrumpa aquí estas consideraciones y r_enuncie a salir de ser. ¿ Por qué ? No encuentro reparo alguno que
al p"io de tas más obvias dificultades'. poner a Hermione, pero es... que tengo cincuenta
años, y a los cincuenta años, aunque el cuerpo se
1 Por ejemplo, si dos vidas cuyos. atributos fuesen los conserve tan elástico como a los treinta y los resortes
rnismos y, por ianto, indiscernibles, no serían la mi'srna vida. psíquicos funcionen con el mismo vigor, no puedo
La idea de la vida obliga, en efecto, invertir el principio ya ser amante de Hermione. Pero ¿ por qué? ¡ Ahí
^ de los idénticos>.
leibniziano y a hablar de <discernibilidad está ! Porque, como tengo bastantes años, he tenido
O bien, cómo si la vida es única es, a la vez, múltiple, puesto
que se puede hablar de las vidas de los otros, etc., etc. Todas tiempo de ser ant€s el amante de Cidalisa y el aman-
esras dificultades se engendran eil los viejos hábitos intelec' te de Arsinoe y el amante de Glukeia, y ya sé lo que
tualisras. La más interesante y fértil consiste en preguntarse es <rs€f árnaot€>, conozco sus excelencias, pero cG
cómo es que <definimcs> Ia vida mediante caraderes BQfir-ta.-
nozco también sus límites. En suma, he hecho a fon-
les diciendo que es en todos sus posibles casos esto y esto
y esto. do la experiencia de €sa forma de vida que se llama

42 43
HISTORIA COMO SISTEMA
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
(amar a una muiero y, Írancamente, ffi€ basta. De resulta que la vida es constituiivamente experiencia
donde resulta que la (causaD de que yo no sea rnx- de La vida. Y los cincr.ren ra años sign if ican una r€8-
ítana un amante es precisamente que lo he sido. Si lidad absoluta, no porque el cuerpo flaquea o la psi-
no lo hubiera sido, si no hubiera hecho a fondo esa quis se afloja, cosa que a veces no aconrece. sino por-
experiencia del arnor, yo sería el arnante de Her- que a esa edad se ha acumulado más pasado vivienre,
mione.n se ha sido más ccsas y se a tiene más experiencra r.
He aquí una nue\ra dimensión de esa extraña rca- De donde resulta que el ser del hombre es irreversi-
lidad qde es la vida. Ante nosotros están las diversas ble, está ontológicamenre forzado a avanzaÍ siempre
posibilidades de ser, pero a nuestra espalda está lo sobre sí mismo, oo porque ral instante del riem po
que hemos sido. Y lo que hemos sido acttta negati- no puede v<¡lver, sino aI revés : el tiempo no vuclve
vamente sobre lo que podemos ser. porque el hombre no puede volver a ser lo que ha
El hombre europeo ha sido ademó cratan , c libe- sido.
ral n, c absolutista n, c feudal n , p€ro ya no lo es. ¿ Quie- Pero la experiencia de Ia vida no se compone
re esto decir, rigorosamente hablando, que no siga sólo de las experiencias que y.o personalmente he
en algún modo siéndolo? Claro que no. El hombre hecho, de mi pasado. Va integrada también por el
europeo sigue siendo todas esas cosas, pero lo es en pasado de los antepasados que la sociedad en que
la c forma de haberlo sido >. Si no hubiese hecho esas vi.vo me transmite. La sociedad consisre primariamen-
experiencias, si no las nrviese a su espalda y no las te en un repertorio de usos intelectuales, morales, po-
siquiese siendo en esa peculiar forma de haberlas !íticos, técnicos, de juego y placer. Ahora bien : p^ra
sido, es posible qug ante las dificultades de la vida que una forma de vida-una opinión, una conduc-
política acnral, s€ resolviese a ensayar con ilusión al- ta-se convierta en uso, en vigencia social, €s preciso
( que pase tiempo> y con ello que deie de ser una
guna de esas actitudes. Pero a haber sido algo > es la
fuerza que más autom áticamente impide serlo. forma espontánea de la vicia oersonal. El uso tarda
Si Lindoro nci hace el arnor a Hermione, por tan- en formarse. Todo uso es vieio. O lo que es igual,
to, si la realidad de su vida es ahora la que €s, la que la sociedad eS, primariamente. pasado, y relativarnen-
va a. ser, se debe a lo que vulgarmente se llama ( €x- te aI hombre, tardígrada. Por lo demás , la instaura-
periencia de la vidar. Es ésta un conocimiento de lo ción de un nuevo uso-de una nueva opinión pír-
<r

que hemos sido que la memoria nos conserva y que blica> o <creencia colectivs n. de una nueva moral,
encontramos siempre acumulado en nuestro hoy, en de una nueva forma de gobierno-, la deterrninación
nuestra acrualidad o realidad. Pero es el caso que ese de lo que la socieclad en c¿rcla momenro ua a Íer, cle-
conocimiento determina negativamente mi vida en pende de lo que ha sido, lo mismo que la vida per-
lo que ésta tiene de realidad, en su ser. De donde sonal. En la crisis política actual, las sociedades de

44 4J
JosÉ oRTEGA y cASSET HISTORIA COMO SISTEMA

Occidente se encuentran con que no pueden ser, sin to, sino como experiencia hecha. El lector sabe, por
más ni rnás, sliberalesrr (demóctutr^ir, (monáiqui- haber asistido a ello o por referencias, que ha ha-
czs >, < feudales D, ni,. . . s,f,anónicas ), pf€cisamente por- bido monarquías absolutas, cesarisffio, dictaduras uni-
que ya lo han sido, por sí o por saber cómo lo fueron personalr,s o colectivas. Y sabe también que todos
otras. En la copinión pública política> actual, €o ese estos autoritarismos, si bien resuelven algunas difi-
uso hoy vigentq sigue acnrando una porción enorrne cultades, no resuelven todas ; anres bien, rraen con-
de pasado y, por tanrq es todo eso en Ia forrna de sigo nuex¡as dificultades. Esto hace que el lector re-
t.
haberlo sido chace esa solución y ensaye mentalmente otra en Ia
Tome el lector, sencillamenre, nora de to que le cual se eviten los inconvenientes del autoritarismo.
Wa cuandq anre los grandes problemas políticos ac- Pero con ésta le acontece lo propio, y así sucesiva
t-uales, quiere adoptar una actitud. Prirnero se pone mente hasta que agota todas las figuras de goberna-
de pie en su rnenre una cierta figura de posiblé go- ción que son obvias porque ya estaban ahí, porque
bernación, por ejemplo: el auroritarismo. ve en ?1, y^ sabía de ellas, porque habían sido experimentadas.
con razón, el medio de dominar algunas dificultades At cábo de esre movimienro intelectual aI través de
de la situación política, Mas si esa solución es Ia pri- las formas de gobieroo, se encuentra con que since-
fnera o una de las primeras que se le han ocurrido, ramente, con plena convicción, sólo podría aceptar
no es por casualidad. Es ran obvia precisamenre por- una. .. nueva, una que no fuese ninguna de las sidas,
que ya estaba ahí, porque el ledor no ha tenido que que necesita ínvent arla, inventar un nuevo ser del
inventaila por sí. Y estaba ahí no sólo corno proyec- Estado-aunque sea sólo un nueu o autoritarismo, o
I Es ya sobrada mi audacia y, consiguienternenre, rni ries. un nueao liberalismo-, o buscar en su derredor aI-
go al haber atacado L la @rteta, como solían los guerreros guien que Ia haya inventaclo o sqa capaz de inven-
medas, los remas más pavorosos de la ontología genáral. per-
-E-

tatl,a. He aquí, pues, cómo en nuestra actitud política


mítaseme que al llegar a esre punro, en que fueia necesario, actual, €o nuestro ser político, pervive todo el pasado
Van ser un poco claro, frjar bien La diferencia enüe la lla- hurmsno que nos es conccido. Ese pasado es pasado
.mada <vida cclecdva o social> y la vida personal, renuncie
radicalmente a hacerlo. Si el lector siente alguna curiosidad por no porque pasó a otros, sino porque forma parte de
mis ideas sobre el asunto, como en general, por el desarrollo de nuestro presente, de lo que somos en la forma de ha-
todo lo antecedente, puede hallarlo expuesro con algún decoro ber sido; en suma, porque es nuestro pasado . La vida
en dos libros próximos a publicarse. En el primero, bajo el tíru-
lo El hombre y la gente, hago el intentó leal de una socio- como realidad es absoluta presencia: no r:uede decir-
Logía donde no
se eludan, corno ha aconrecido hasta aquí, los se que hny algo si no es presente, acrual. Si, pues,
problemas verdaderamerite radicales. El segund s-5o6¡¿ h bay pasado, lo habrá como D,resente y actlrando aho-
razón aioiente-es el ensayo de una fuirnd pbilosopbia. IVA- Ía en nosotros. Y, en efecto, si analizamos lo que
se El hombre y la gente, en esta colección.J
ahora somos, si miramos aI trasluz la consistencia de
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JOSE ORTEGA Y GASSET I{ISTORIA COMO SISTEMA

nuestro presente Para descomponerlo en sus elemen- ser o, lo que es igual, For qué somos corno somos,
tos como pueda hacer el químico o el físico con un ¿ qué hemos hecho ? ¿ Q*é fue lo que nos hizo corn-

cuerpo, nos encontramos, sorPrendidos, con que nues- prender, concebir nuesrro ser ? Sirnpiemenre conrar,
tfa vida, que es siemPre ésta, la de este instante pre' naÍÍaÍ qLle antes fuí el amanre de esra y aquella rnu-
,sente o acnral, s€ compone de lo que hemos sido i.r, que ant:es fuí cristiano ; que el lecror, por sí o
personal y colectivarnenre. Si hablamos de sef en el por los otros hombres de que sabe, fue absolutista,
sentido tradicional, cOmo ser ya lo que se €s, como cesarista, demóc rata,'etc. En suma, aquí el f azona-
ser fi jo, estático, invariable y dado, tendremos que miento esclarececlor, la razón, consiste en una narra-
decir que lo único que el hombre tiene de ser, de ción. Frente a la nzón pura físico-m atemárica h*y,
( natur aleza>> , es lo que ha sido. El pasado es el mo- pues, una razón naffativa. Para comprencler algo hu-
rnento de identidad en el hombre, lo que tiene de mano, personal o colectivo, es prreciso contar una
cosa, lo inexorable y fatal. Mas, por lo mismo, Si el historia. Este hombre, esra nación hace tal cosa y es
hombre no tiene más ser eleático que Io que ha sido, así porque antes hizo tal orra y fue de nl orro modo.
quiere decirse que su auténtico ser, el 9u€, en efec- La vida sólo se vuelve un poco rransparenre ante la
to, es-y no sólo c ha sido D-, es distinto del pasa- ¡azón histórica,
do, consiste precisa y formalmente en ( ser lo que no Las formas más dispares del ser pasan por el horn-
ha sido>, en un ser no-eleático. Y como el término bre, Para desesperación de los intelectualistas, el ser
( ser )) está irresistiblemente ocupado por su signif ica' €s, en el hombre, rnero pasar y pasaile: le epas?, serE
ción esrárica tradicional, convendría libertarse de é1. estoico, cristiano, racionalista, vitalista. Le pasa ser
El hombre no €s, sino que a v4 siendo > esto y lo la hembra paleolítica y la Marquesa de Pompadour,
otro. Pero el concepto ,< ir siendo u es absurdo : pro- Gengis-Khan y Stephan George, Pericles y Charles
mete algo lógico y resulta, tl 'cabo, perfectamente Chaplin. El hombre no se adscribe a ninguna de esas
irracional. Ese < ir siendo u es lo gu€, sin absurdo, formas : las atraviesa-las vive--<orno la flecha de
llamamos <rvivirrr. No digamos, pues, gue el hombre 7-,enón, a pesar de Zenón, vuela sobre quietudes.
os, sino que uiue, El hombre' se inventa un progra ma de vida, una
Por otra parte, conviene hacerse cargo del extraño figura estática de ser, que responde satisfactoriamente
modo de conocimiento, de comprensión gue es ese a. las dificultades que la circunstancia le plantea. En-
análisis de lo que concretamente es nuestra vida, por saya esa figura de vida, intenta real izar ese persona je
tanto, Ia de ahora. Para entender la conduca de Lin' imaginario que ha resuelto ser. Se embarca ilr-rsionado
doro ante Hermione, o la del legor ante los proble- en ese ensayo y hace a fondo la experiencia de é1. Esto
mas públicos; para averiguar la razón de nuestro quiere decir que llega a creer profundamenre que ese

48 uls'¡ onlr.-_5 49
JOSE ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

personaie es su verdaJero ser. Pero al experimentarlo historia se propusiese averiguar eso, esto €s, conver-
aparecen sus insuficiencias, los límites de ese progra- tirse en razón histórica t.
rna vital. No resuelve todas las dificultades y produce Ahí esrá, esp€rando nuestro estudio, €l auténtico
u ser D del hombre-rendido a lo largo de su pasado.
otras nuevas. La figura de vida aparecíí primero de
frente, por su faz luminosa : por eso fue ilusión, eo- El hombre es lo que le ha pasado, lo que ha hecho.
tusiasmo, la delicia de la promesa. Luego se ve su Pudieron pasarle, pudo hacer orras cosas, pero he
lirnitación, su espalda. Entonces el hombre idea otro aquí que lo que efectivamenre le ha pasado y ha he-
progra ma vital. Pero este segundo programa es con- cho constituye una inexorable rrayectoria de expe-
formado, no sólo en vista de la circunstancia, sino en riencias que lleva a su espalda, como el vagabundo
vista también del primero. Se procura que el nuevo el hatillo de su haber. Ese peregrino del ser, ese sus-
proyecto evite los inconvenientes del primero. Por tancial emigranre, es el hombre. Por eso carece de
senddo poner límites a lo que el hombre es capaz
tanto, en el segundo sigue actuando el primero, que
I de ser. En esa ilimiración principal de sus posibiti-
es conservado para ser evitado. Inexorablemente, e[
dades, propia de quien no tiene una narura liza, sólo
hombre evita el ser lo que fue. Al segundo proyecto
h^y una línea ñj^, preestablecida y dada, que puede
de ser, a la segunda experiencia a fOndo, sucede una
orientarnos, sólo h^y un límite: el pasado. Las €x-
tercera, foriada en vista de la segunda Y la primera,
periencias de vida hechas estrechan el fuilro del hom-
y así sucesivamente. El hombre (va siendo> y <des- bre. Si no sabemos lo que va a ser, sabemos lq que
siendoD-viviendo. Va acumulando ser-el pasa- no va a ser. Se vive en vista del pasado.
do,_: se va hacierido un ser en la serie dialéctica de En suma, que el hombre no tiene nataralezd, sino
sus experiencias. Esta dialéaica no es de la raz6n ló qtle tiene... bistoria. O, lo que .es igual : lo que la
gica, sino que precisamente de la histórica-es la Real' naturaleza es a las cosas, es la historia-como res
d,ialektik, con que en un rincón de sus papeles soñaba gertae-al hombre. Una vez más tropezamos con la
Dilthey, el hombre a quien más debemos sobre la posible aplícación de concepros teológicos a Ia reali-
idea de Ia vida y, para mi gusto, el pensador más im- dad humana. Deus cui boc est natura qaod f ecuit. ..,
portante de la segunda mitad del siglo xlx. dice San Agustín'. Tampoco el hombre tiene otÍa
¿ En qué consiste esa dialéctica
que no tolera las (naturale'za>> que lo que ha hecho.
fáciles anticipaciones de la dialéctica lógica? ¡ Ah !' Es sobrem anera cómico que se condene el histori-
eso es lo que h^y que averiguar sobre los hechos. H^y
son sus estadios
r Por tanro, la tzzón hisrórica €s, corno la física, una
que averiguar cuál es esa serie, cuáles ra'-
zón a postsriori.
y en qué consiste el nexo entre los sucesivos. Esta 2 De Genesi d¿ littqam, Vf, 13, 24; Patrología latina,
averiguación es lo que se llamaúa historia" si la tomo 24.

50 51
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

la con-
cismo porque procluce en nosotros o corrobora finirse . con suficiente rigor, y entonces se vería que
direcciones'
cicncia .le que^lo hurnano es, en rodas sus era tal porque hacia 1800 esa misma fe en Ia ciencia
rnudadizo i nu,lu concreto es en él estable' ¡ Como -si tenía otro perfil, y así sucesivamente hasta 1700, apro-
el ser .r,ÁI.--lu pieclra, por eiemplo-f uese
> es la
prefe-
ximadamente, fecha en que se constituye como (creen-
rible al murante ! La muración .. sustar:cial cia colectiva )) , como a vigencia social >, Ia fe en la
.o"ái.i¿" de que una entidad pueda ser progresiva razón. ( Antes de esa fecha, Ia fe en La razón es una
como tal entidad, que su set consista en progr€so' creencia individual o de pequeños grupos particula-
Áhor^ bien: del hómbre es preciso decir, no .sólo res que viven sumergidos en sociedades donde La fe en
en
que su let es variable, sino que su ser crece Y, Dios, ya más o menos inercial, sigue vigente.) En nues-
gü€ progresa. El errot
esre sentrdo, del vieio progre- tra crisis presente, en nuestra duda ante la tazón, €o-
sismo estribaba en afñmar a priori que progfesa.hacia contramos, pues, inclusa toda esa vida antecedente.
lo mejor. Esro sólo podlá decirlo a posteriori' Ia r^- Somos, pues, todas esas figuras de fe en Ia raz6n y
z6n histórica .orr.r.t". Esra es la g_ran averiguación además somos la duda que esa fe ha engendrado. So
que de ella esperamos, pfesio que de ella esPeramos mos otros que el hombre de 1700 y somos más.
Ia ac?aración de la t*iidud humana y conmeior ello de No h^y, por tanto, que lagrimar demasiado sobre
lo rnalo, quq es lo y
óe-* lo bueno, qué elescatáqet simplelnente progre-
la mtr danza de todo lo humano. Es precisamente nues-
dué es lo Peor. Pgio tro privilegio ontológico. Sólo progresa quien no está
a 'prio- vinculado a lo que ayer eÍa, preso para siempre cn
sivo de noástra vida sí es cosa que cabe-afirmar
ri, con plena evidencia y con segurii"d incomp ra-
ese ser que ya es, sino que puede emigrar de ese ser
ble a la ñ h" ilevad o á supon.ilr irlplggresividad í otro. Pero no basta con esto: no basta que pueda
de la ,rr*r,leza, es decir, f^ < invariabilidad de sus libertarse de lo que ya es para tomar una nueva for-
i.-Et mismo conocimiento que nos descubre La rnx, como Ia serpiente que abandona su camisa para
ñ;
variaciónlei hombre nos hace parente su consisterl- quedarse con otra. El progreso exige que esta nueva
dis-
cia progresiva. El europeo actual no es solamente forma sup€re la anterior y, para superatla, la conser-
años, sino que su
ve y aproveche; que se apoye en ella, que se suba
tinto de lo que era. hace cincuenta
ser de ahora incluye el de hace medio siglo' El eu-
sobre sus hombros, como una temperarura más alta
ropeo actual se siente hoy -titt fe viva en la ciencia, va a caballo sobre las otrds más baias. Progresar es
prlcisamenre porque hace cincuenta años creía a' fon- acumulat ser, tesaurizar realidad. Pero este aumento
do en ella. E; fe vigenre hace medio siglo puede
de-
del ser, referido sólo aI individuo, podía interpretar-
se naruralísticamente como mero desarrollo o eno-
1 Remito al lector ? las últimas palabras de la nota
final ddio de una disposición inicial. Indemostrada como
del capítulo anterior. está la tesis evolucionista, cualquiera que sela su pro-

,2 53
JOSE ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

babilidad, cabe decir que el tigre de hoy no es más cesivamente. Es decir, que vetá en su propio e ins-
ni rnenos tigre que el de hace mil años : esrrena el tantáneo hoy, actuando y viviente, el escorzo de toclo
ser tigre, es siempre un primer tigre. Pero el indivi- el pasado humano. Porque no puede aclararse el
duo humano no estrena la humanidad. Encuentra ayer sin el anteayer, y así sucesivamenre. La historia
desde luego en su circunstancia otros hombres y la es un sistema-eL sistema de las experiencias huma-
sociedad que entre ellos se produce. De aquí que su nas, que forman una cadena inexcrable y única. De
humanidad, la que en él comie nza a desarrollarse, aquí que nacia pueda esrar verdaderamenre claro en
parte de otra que ya se desarrolló y llegó a su culmi. histcria mientras no está toda ella cl,aÍa. Es imposible
nación; en suma, acumula a su humanidad un modo entender bien lo que es ese hombre < racional ista r
de ser hombre ya forjado, que no tiene él que inven- europeo, si no se sabe bien lo que fue ser cristiano,
tar, sino simplemente instalarse en é1, partir de él ni lo que fue ser cristiano sin saber lo que fue ser
p^ra su individual desarrollo. Este no empieza para estoico, y así sucesivamente. Y este sistemati.smo re-
é1, como en el tigre, que tiene siempre que empezar furr. gestarunr. reobra y se potencia en Ia historia
de nuevo, desde el cero, sino de una cantidad positiva como cognitio rerum gestarnrn, Cualquier término
a la que agrega su propio crecimiento. El hombre no histórico, para ser preciso, necesita ser fijado en fun-
es un primer hombre y eterno Adán, sino que es f,or- ción de toda Ia historia, ni más ni menos que en la
malmente un hombre segundo, tercero, etc. Lógica de Hegel cada concepro vale sólo por el hueco
Tiene: pu€S, su virrud y su gracia ontoló gica la que le dejan los demás '.
condición mudadiza y da ganas de recordar las pa-
I I,o que quiero decir con la superlativa abreviatura que
labras de Galileo: I detrattori della corruptibilitd
las úldmas líneas representan quedará un poco claro sin más
merituebber d'esser cangiati in statue. que un sencillo ejernplo. En un libro excelente de Paul Ha.
Tome el lector su vida en un esfuerzo de reflexión zard, publicado no hace muchos meses, La crise de la cott!-
y mftela a trasluz como se mira un.vaso de agua para cience européenne, 1680- L7 Lt, comi enza el rercer capírulo
ver sus infusorios. Al preguntarse por qué su vida es de este modo : ( L'Europe semblait étre achevée. Chacun de
ses peuples avait des caractéres si bien connus er si décidé-
así y no de otro modo, le aparecerán no pocos detalles ment marqués, qu'il suffisair de prononcer son nom pour que
originados por un incomprensible azar. Pero las gran- surgit una série d'ad jectifs qui lui apparrenaient en propre,
des líneas de su realidad le parecerán perfectamente comrne on dit que la neige est blanche et le soleil brülanr.r
comprensibles cuando vea que es él así porque, en Esto significa gu€, hacia 1700, uno de los ingredienres g¿c-
definitiva, es así la sociedad-ael hombre colectivoD- tivos en la vida humana de Occidente era la convicción que
los pueblos europeos tenían de conocerse rnuruamenre. Admi-
donde vive y, a su vez, el modo de ser de ésta que- tamos los hechos a que el auror se refiere y cuyo enunciado
dará esclarecido al descubrir dentro de él lo que esa colectivo es esa proposición. ¿ Basta esro para que esa propo-
sociedad fue-crey6, sintió, prefirió<ntes, y así su- rición sea verdadera? Porque es el caso que exacramenre l^

54 55
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

La historia es ciencia sistem ática de La realidad ra- ro abstracto de la realidad y del mismo grado de abstraccirin
dial que es mi vida. ES, pues, ciencia del más rigo- que ellos. Claro es que en la medida en que son al-,strrtctt¡s
son formales y, pof Sí, no piensan algo real, sino que rccla'
roso y actual presente. Si no fuese ciencia del pre- man una concreción. Al decir, pues, que valen para ticntpos
sente, ¿ dónde íbamos a enconrrar ese pasado q,t. diferentes, entiéndase que valen aI modo de forrnas quc hay
se le suele atribuir como tema ? Lo opuesro, que es que llenar; valen instrumentaimente, pero no describen afucr'
lo acostumbrado, equivale a hacer det pasado una ias históriczs>. Es algo análogo a lo que acontece con ios con'
ceptos geométricos, que valen para los fenórnenos físicos, pcro
cosa abstracta e irreal que quedó inerte alLá en su no los explican, porque no represenmn fuerzas'
fecha, cuando el pasado es Ia fuerza viva y acruanre La necésidad de pensar sistemáticamente en historia obliga
que sostiene nuestro hoy. No h^y actio in distans, a muchas cosas, y una .le ellas es que necesitará aurncntar en
El pasado no está alLí, en su fecha, sino aquí, en mí. Brarn medida el número de sus conceptos y de sus términos.
Pero los narura]istas no podrán llevar esto a mal, si r€cu€r'
El pasado soy yo'--se enriende, rni vida. dan que ellos poseen hoi vario$ millones de conceptos y de
términos para describir las especies vegeales y animales
nrisma proposicióa podía valer pa:,a la vida europea acrual.
Fio embargo, ¿ quién duda de que el muruo conocimienro que
hoy creen rener los pueblos europeos unos de otros es muy ¿is-
tinto del de hace dos siglos ? Y, entiéndase bien, disdnro no
rytg ni principalmente por su contenido, sino por la seguri-
dad, plenirud, presencia coddiana y senrido general qué en
nosotros tiene. Pero esto quiere decir que cofno elemento &c-
tuanre en nuestra vida, por tanro, su realidad, es muy diferente
de la realidad de hace dos siglos. Por ranro, aquella proposi-
ción, el concepro que sus té¡minos expresan, son iñadecua.
dos porque son equívocos. Si valen para nuesrro tiempo, DO
valen para 1700. Y si valen para ambos, valdrán lo mismo
Para 1500, F)rque es incuestionable que también enroncelr
las naciones de Europa creían conocerse. Ahora bien : en la
medida en que un concepto vale para riempos humanos dife-
rentes es absrracto. Mas lo eue las expresiones de Hazard
pretenden conccbir cs de un circicn muy concrero y escapa en-
tre las mallas abstractas de aquella proposición. Si hubiera
1ido ésra pensada rcniendo en cl¡enta la rcaliCad de I i 00 y
la de 1900, por ejenrplo, es evidente quc nos aclararía niucho
más lo que cfectivamrnte pasaba en 1700. En hisroria inrcr-
vienen-y tendrán que intcrvenir más cuando se constiruya,
resueltamente en razón histórica-concepios abstracros que
valen para é1rccas enreras y aun para todo el pasado humano.
Pero se úau, de conceptos cuyo objeco es también un rnornen-

56
HISTORIA COIVíO SISTEMA

abren en nosotros, por los cuales nos penetra a lgo


ultramental, algo trascendente 9üe, sin intermedio
late pavorosamente baio nuestra mano.
Las ideas, pues, representan dos papeles muy dis-
tintos en la vida humana : unas veces son m erd.f
ideas, El hombre se da cuenta de 9u€, a pesar de la
sutileza y aun exactitud y rigor lógico de sus pensa-
rnientos, éstos no son más que invenciones suyas ; en
Ix última instan cía, juego intrahurnano y subietivo, in'
trascendente. Entonces la idea es lo contrario de una
El hombre necesita una nueva revelación. Y h^y revelación-es una invención. Pero otras veces la idea
revelación siempre que el hombre se siente en con- desaparece como tal idea y se convierte en un puro
tacto con una reaiidad distinta de é1. No importa modo de patética presencia que una realidad absolu-
cuál sea ésta, con taI de que nos parezca absoluta- ta elige. Entonces la idea no nos parece ni idea ni
mente realidaC y no méra idea nuesrra sobre una nuestra. Ircl trascendente se nos descubre por sí mis-
realidad, presunción o imaginación de ella. t.
ffio, nos invade e inunda-y esto es Ia revelación
La razón física fue, en su hora, una revelación. La Desde hace más de un siglo usamos el vocablo
astron omía anterior a Kepler y Galileo era un mero cÍazón>>, dándole un sentido cada día más degradado,
juego de ideas, y cuando se creía en uno de los varios
hasta venir de hecho a signifi caf el rnero juegO de
sistemas usados y en tal o cual modificación de esos ideas. Por eso aparece la fe corno lo opuesto a la
sistemas, se ttataba siem pre de una pseudo-creen cia. raz6n. Olvidamos que a la hora de su nacimiento en
Se creía en una o en otra teoría como tal teoría. Su Grecia y de su renacimiento en el siglo xVI, la razón
contenido no era la realidad, sino sólo una c salva- no efa juego de ideas, sino radical y tremenda con-
ción de las apaúencias>. La adhesión que un cierro vicción de que en los pensamientos astronóm icos se
tazonamiento o combinación de ideas provoca en oos. palpaba inequívocamente un orden absoluto del cos-
otros no va más allá de ellas. Suscirada pcr las ideas rnos; que, a través de la razón física, Ia naturaleza
como tales, termina en éstas. Se cree que aquellas cósmica disparaba dentro del hombre su formidal'rle
ideas son, dentro del ,iuego y orbe de tas ideas, las secreto trascendente. La raz6n era, pues, una fe. Por
mejor elaboradas, las más fuertes, las sr¡tiles, pero no eso, y sólo por eso-no por otros atributos y ,qracias
por eso se experimenra Ia impresión arrolladora de peculiares-, pudo combatir con Ia fe religiOsa hasta
que en esas ideas aÍlora la realidad misma; por ran-
tq que esas ideas no son aideasr, sino poros que se I Véase cldeas y CreenciasD, Obras Completas, vol. V.

58 59
HISTORIA COMO SISTEMA
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
De aquí que sea preciso en La situación actual tle
entonces vigente Viceversa, se ha desconocido que
la fe religiosa es también razón, porque se tenía de la humanidad, jar atrás, como fauna arcaictt, los
de

esia última una idea angosta y fortuita. Se preren día llamados <intelectuales> y orientarse de nuevo hacia
que Ia ra'zón era sólo lo que se hacía en los laborato- los lrombres de Ia razón, de Ia revelación.
rios o el cabalismo de los maremáricos. La Dreren- El hombre necesita un nueva revelación. Por qLle
sión, contemplada desde hoy, resulta bastante ridícu- se pierde dentro de su arbitraria e ilimitada calralís-
la y parece como una forma entre mil de pr:ovin cia- tici interior cuando no puede contrastar ésta y disc-i-
lismc¡ intelecrual. La verdad es que lo específico de plinarla en el choque con algo que sepa a auténtica
la fe religiosa se sostiene sobre una construcción tan ¿ inexorable realidad. Esta es el único verdadero pe-
conceptual como puede ser la didáctica o la física, trasciende de sí mismo y nos descubre el ser' nos pone en
Me parece en alto grado sorprendente que hasra la contacto con lo que no es é1. Et criterio que nos permire dis-
tinguir cuando, €o efecto, el pensamiento trasciende es inma-
fecha no s¡i5¡¿-¿[ rnenos yo no La conozco-una n"nte al pensamiento, puesto que no tenernos otro medio que
exposición del cristianismo conno puro sistema de él de satir al ser. Pero no se confunda la inrnanencia del cri-
idcas, pareja a Ia que puede hacer.se del platonismo, terio con la del caráaer *verdad > ; éste no es inmanente'
del kantismo o del positivisrno. Si existiese- y es sino que es la trascendencia misma (La aérité étant ilno
rnéme cbose ttoec l'étre. . .¡,
bien fácil de hacer-, s€ vería su parentesco con ro- F,l idealismo conternporáneo es subjetivismo-sostiene que
das las demás teorías como tales y no parecería la no hay realidad uascendente al pensamiento : que Ia única
religión mn abruptamente separada de la ideología. realidad o ser es el pensamiento misnto-(serD una cosa eg
Tcdas las definiciones de Ia razón, que hacían con- pensarla como siendo-; por tanto, que el ser es inrnanente al
pensamiento, puesto que es el pensamiento.
sistir lo esencial de ésta en ciertos modos particulares Esto quita, en efectg, su sentido primario, ingenuo y sin-
de operar con el intelecto, además de ser estrechas, cero al concepro de réalidad como trascendencia. Toda ¡eali'
Ia han esteril izado, amputándole o embotando su di- dad es sóto reati¿ad pensada y nada más. En cambio, da un
mensión decisiva. Pala mí es raz6n, en el verdadero cierto valor de realidad, de ser, a todo lo pensado : un valor
y rigoroso sentido, toda acción intelectual que nos que antes oo tenía. Antes, cuando sq advertía que ?l3o erl
pone en contacto con la realidad, por medio de la
*to un pensamiento, se entendía qu"t ,ro rcnía iealidaá nin-
guna:
- era ens rationis-el pseudo-ente.
cual topamos con lo trascendente. Lo demás no es Así, el matemático actual considera como verdadero un
sino. .. intelecto; mero juego casero y sin consecuen- teorema cuando cree haber logrado dernostrar que las ideas
cias, que primero divierte aI hombre, luego le estraga integrantes de é1, como ideas y sólo en cuanto tales, cumplen
ciertos requisitos. Es decir, que considera su matemática como
y, por fin, le desespera y le hace despreciarse a sí efectivo conocimiento, aunque no valga, y desentendiénd<¡se
t.
rnismo de si vale o oo, par^ una realidad extraideal. Entiende, pues,
,. olvicle de que, para Descartes, verdad es aquel por verdad un pensar que se reáere a uo ser imaginario e
-'-Ito- int¡arreal
carácter es¡:ecífico del pensamiento en virtud del cual éste

6L
60
JOSE ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

dagogo y gobernante del hombre. Sin su presencia cendencia se hace nuestra persona compacta :/ stili,irr
inexorable y patética, ni h^y en serio cultura, ni h^y y se produce en nosorros una discriminacicin cntrt-' lo
Estado, oi hay siquier a-y esto es lo más rerrible- gue, en efeao, somos y lo que meramente irnaqirte-
realidad en la propia vida personal. Cuando el hom- rnos ser.
bre se queda o cree quedarse solo, sin otra realidad, Ahora bien: la razón física, por su propia evolu-
distinta de sus ideas, que le limite crudamente, pier- ción, por sus cambios y vicisitudes, ha llegaclo a un
de la sensación de su propia realidad, se vuelve ante punto en que se reconoce a sí misma como mero in-
sí mismo entidad imagin aria, espectral, fantasmagó telecto, si bien como Ia forma superior ,de éste ; hoy
¡5a_lÉ!o bajo Ia presión formidable de alguna tras- entrevemos que la física es combinación mental naclir
Ahora bien : los griegos, los pensadores medievales y Des- trnás. Los mismos f ísicos han descubierto el car^crer
cartes mismo Llamarían a una tal matemática poesía-ya que meramente <simbólico >, es decir, casero, inmanente,
poesía es un pensar entes imaginarios. No le llamarían (co- intrahumano, d. su saber. Podrían producirse en la
nocimientoD.
Aco¡nienzos de siglo se solía interpretar arbitrariamente
ciencia natural estas o las otras razones; podrá a la
a Descarres, olvidando esto y haciendo de él un idealisa. física de Einstein suceder otra ; a Ia teoría de los
Descartes, en efecto, prepara el idealismo, pero él no lo es quanta, otras teorías; a Ia idea 'de Ia estructura elec-
aún. Lo^ que ha dado lugar L esta interpretación errónea es trónica de Ia materia, otras teorías : nadie espera que
gu€, de puro no ser idealista, no se le ocurie romar las caute-
esas modificaciones y progresos brinquen nunca más
las frente L ésta y, por lo tanto, frente a aquella mala inte-
ligencia. aIIá de un horizonte simbólico. La física no nos pone
Conste, pues, siempre que Descartes habla de la <verdadl en contacto cOn ninguna trascendencia. La llamada
y del conocimiento entiende un pensar con vigencia trzsc€o- naruraleza, por lo menos lo que bajo este nombre
dente de sí mismo, esto €s, un pensar que pone en realidad
de sí mismo. Por escruta el físico, resulta ser un aparato de su propia
traspensada, realidad más allá matemática
entiende una ciencia de realidades, no de entia rationis, y lo fabricación que interpone entre Ia auténtica real idad
mismo por l6gica. y su persona. Y, correlativamente, el mundo físico
De aquí que no le baste, como a Leibniz, gu€ tiene y'e aparece, no como realidad, sino como una gran má-
medio cuerpo fraocamente en el idealismo, partir de una rca,- quina apta para que el hombre la maneje y aprove-
lidad formal, esto €s, entre ideas como tales, sino que necesi-
ta, precisamente una verdad primera en que la verdad formal che. Lo que hoy queda de fe en Ia física se reduce
o entre ideas sezr, a la vez, verdad real o valedera p^n cosas, a fe en sus utilizaciones. Lo que tiene de real-de no
en suma, que garandce la trascendencia del pensamiento. t.
rnera idea-es sólo lo que tiene de útil Por eso se
Era más cartesiano que nunca Bcrdas-Demoulin cuando
adviene que Ia libermd divina, al crear las verdades y colo- 1 No es extravagante asemeiar lo que hoy es la f ísica
carlas en nuestro espíriru, parece que da a nuestro conoci- para el hombre a lo que era para los antiguos la adiuinatio
miento un carácter de revelación. Véase Hamelin : Le systéme artificiosa de que habla Posidonio, según Cicerón, €o el pri-
de Descartes, pi5. 2n. rner libro De diainatione.

62 63
JOSÉ ORTEGA Y GASSET HISTORIA COMO SISTEMA

ha perdido miedo a Ia física y con el miedo, respeto, primera, se ve obhgado a ocuparse de su pasadq no
y con el respeto, entusiasrno. por curiosidad ni prara encontrar ejemplo$ normarivos,
Pero, entonces, ¿ de dónde puede venirnos esa nue- sinO porqae no tiene otra cosa. No se han hecho en
va revelación que el hombre necesita? serio las cosas sino cuando de verdad han hecho falta.
Toda desilusión, al quitar aI hornbre la fe en una Por eso es la saz6n, esta hora presentg de que la
realidad, a Ia cual estaba puesto, hace que pase a historia se instaure como raz6n histórica.
primer plano y se descubra la realidad de lo que le Hasta ahora, Ia hisqoria era lo contrario de la ta-
queda y en La que no había reparado. Así, la pérdida z6n. En Grecia, los términos raz6n e historia eran
de la fe en Dios deja al hombre sólo con su natu- conttapuestos. Y es que hasta ahora, en efectq atrre-
nleza, con lo que tiene. De esta naturaleza forma par- nas se ha ocupado naüe de buscar én la historia su
te el intelecto, y el hombre, obligado a atenerse a é1, sustancia racional. El que más, ha querido llevar a
se foria Ia fe en la nz6n físico-matem ática. Ahora, ella una nz6n forastera, como Hegel, eu€ inyecta en
perdida también-en la forma descrit a-La f e en esa la historia el formalismo de su lógica, o Buckle, lt
razón, se ve el hombre forzado a hacer pie en lo razón fisiológica y física. Mi proÉsito es esrricta-
único que le queda y que es su desilusionado vivir. mente inverso. Se tÍata de encontrar en la historia
He aquí por qué en nuestros días comienza a descu- misma su original y iutoctona raz6n. Por eso ha de
brirse Ia gran realidad de la vida como tal, de que entenderse en todo su rigor Ia expresión <trazífi his-
el intelecto no es más que una simple función y que tóricar. No una razón extrahistórica que parece cum-
posee, en consecuencia, uo carácter de realidad más plirse en Ia historia, sino literalmente lo que al born-
radical que todos los mundos construidos por el in- bre Ie ha parad,o, constituyendo la sastantiua razón,
telecto. Nos encontramos, pues, en una disposición la revelación de una realidad trascendente las teo-
que podía denominarse (certesianismo de Ia vida> y rías del hombre y que es él mismo por debajo ^ de sus
no de la cogitatio. teorías.
El hombre se pregunta : ¿ qué es esta única cosa Hasta ahora, lo que había de raz6n no efa. his-
que ine queda, mi vivir, mi desilusionado vivir? ¿Có tórico, y lo que había de histórico no era racional.
rno h,a llegado a no ser sino esto? Y Ia respuesta es La raz6n histórica es, pues, ratio, lo,gos, rigoroso
el descubrimiento de Ia trayecoria humana, de la concepto. Conviene que sobre esto no se suscite la
serie dialéctica de sus experiencias, 9u€, repito, pudo menor ducla. Al oponerla a la razón físico-matemá-
ser otra, pero ha sido la que ha sido y que es preciso tica no se trata de conceder permisos de irracionalis-
conocer porque ella es. . . la realidad trascendente. mo. Al contrario, la nz6n histórica es aún más fl-
El hombre ena ienado de sí mismo se encuentra cotl- cional que la física, más rigorosa, más exigente que
slgo mismo como realidad, corno historia- Y, por vez ésta. La física renuncia a entender aquello de que

64 n¡sronm.--{ 65
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

ella habla. Es más: hace de esta ascética renuncia


su m&odo formal, y llega, por lo mismo, a dar aI
térmíno entender un sentido yaradíiico de que pro-
testab¿r ya Sócrates cuando, en el Fedón, nos refiere
su educación intelectual, y tras Sócrates todos los fi-
lósofos hasta fines del siglo xvII, fecha en que se es-
tablece el racionalismo empirista. Entendemos de la
física la operación de análisis que ejecuta al reducir
los hechos complejos a un repertorio de hechos más
simples. Pero estos hechos elementales y básicos de
la física son ininteligibles. El chcque es periecta-
mbnte opaco a la intelección. Y es inevitable que sea PARA EL .ARCHIVO DE LA PALABRA.
sí, puésto que es un hecho. La nzón histórica, en
cambio, no acepta nada como mero hecho, sino que
fluidifica todo hecho en el fieri de que proviene: ae
cómo se hace el hecho. No cree aclarar los fenóme-
nos humanos reduciéndolos a un repertorio de instin-
to6 y <facultadesD-{que serían, en efecto, hechos
brutog como el choque y la auacción-, sino que
muestra lo que el hombre hace con esos instintos y
facvltades, e inclusive nos declara cómo han venido a
ser esos <hechosD-los instintos y las facultades-, gE
no son, claro está, más que ideas-interpretaciones-
que el hombre ha fabricado en una cierta coyunrura
de su vivir.

En 1844 escribía Auguste Comte (Discot¿rs sr¿r


'l'esprit positif Ed. Schleicher, 7r r <rOn pgut assurer
,
auiour d'hui que Ia doctrine qui avfa suffisammenr
orpliqué I'ensemble du passé obtiendra inévítable-
ment, par suite de cette szule épreuve, la présidence
mentale de lbvenir.r

66
tEt Centro de Estudios Históricos regis-
tró la palabra de las per-
vari,os discos con I
sonalidades sobresalientes del mundo lite-
rario y científico esgañol. He aquí el disco
impresionado por José Onega y Gasset'l EL QUEHACER DEL HOMBRE

T A vida es quehacer y Ia verdad de Ia vida, es de


r¿ cir, la vida auténtica de cada cual consistirá en
hacer lo que h"y que hacer y evitar el hacer cual-
quiera cosa. Para mí un hombre vale en la medida
que la serie de sus actos sea necesaria y no capri-
chosa. Pero en ello estriba la, dificultad del acierto.
S€ nos suele presentar como necesario un repertorio
de acciones que ya otros han ejecutado y nos llega
aureolado por una u otra consagración. Esto nos in-
cita a ser infieles con nuestro auténtico quehacff, que
es siempre irreductible aL de los demás. I.a, vida ver-
dadera es inexorablemente invención. Tenemos que
inventarnos nuestra propia existencia y, a la ve,
este invento no puede ser caprichoso. El vocablo in-
ventar recobra aquí su intención etimolígica de < ha-
llar>. Tenemos que hallar, gü€ descubrir Ia trayec-
toria necesaria de nue$tra vida que sólo entonces será
la verdaderamente nuestra y no de otro o de na;iig
como lo es la del frívolo.
¿ Cómo se resuelve tan difícil
problema? Para mí

69
JOSE ORTEGA Y GASSET

no ha cabido nunca duda alguna sobre ello. Nos en-


contramos como un poeta a quien se da un pie forza-
do. Este pie fgrzado es la circunstancia. Se vive siem-
pre en una circunstancia única e ineludible. Ella es
quien nos marca con un ideal perfil lo que huy que
hacer.
Esto he procurado yo en mi labor. He aceptado
la circunstancia de mi nación y de mi tiempo. Es-
paíra padecía y padece un déficit de orden intelecrual. II
Había perdido la destreza en el manbio de los con-
ceptos, eue son-ni más ni menos-los instrumen- CONCEPTO DE LA HISTORIA
tos con que andamos entre las cosas. Era preciso en-
señarla a enfrontarse con la realidad y transmutar Hablo desde el Centro de Estudios Históricos y
ésta en pensamiento, con la menor perdida posible. quiero aprovechar este instante y lugar en que me
Se trata, pues, de algo más amplio que la ciencia. I.a" hallo para manifestar mi entusiasmo y mi fe en la
ciencia es sólo una manifestación entre muchas de la historia. ln, historia es hoy pafa Europa Ia primera
ayacidad humana para reaccionar intelecnralmente condición de su posible saneamiento y resurgir. Por-
ante lo real. que cada cual sólo puede tener sus propias virnrdes
Ahora bien, este ensayo de aprend izaje intelectual y no las del prójimo. Euopa es vieja, no puede as-
había que hacerlo allí donde estaba el esEañol : en pirar a tener las virnrdes de los ióvenes. Su virrud es
la charla amistosa, en el periódico, en la ccinferen- el ser vieja; es decir, el tener una larga memoria,
ciu Era preciso atraerle hacia la exactirud de la idea una larga historia. Los problemas de su vida se dan
con la gracia del giro. En España para, persuadir es en altirudes de cOmplicación que exigen también so-
menester antes seducir. luciones muy complicadas, y éstas sólo puede Propor-
cionarlas Ia historia. De otro modo habúa un aÍra-
Registrado en disco el 30 de iunio de 1932. cronismo entre La compleiidad de sus problemas Y
la simplicidad juvenil y sin memcria que quisiera
dar a sus soluciones. Europa tiene que aprender en
la historia, no hall'ando en ella una norrna de lo
que puede hacer-la historia no prevé el futuro-
sino que tiene que aprender a evitar lo que no hay
que hacer; por tanto, a renacer siempre de sí misma

7L
J()Sr.j ORTEGA Y GASSET

cvir¿rncloel pasado. Para esro nos sirve la historia :


plra libertarno$ de lo que fue, porque el pasado es
un reaenant y si no se le domina con la merÍto ria,
refrescándolg él vuelve siempre conrra nosorros y
acaba por estrangularnos Esta es mi fe, esre es mi
entusiasmo por la historia y me complace vivamenre
y siempre ha sido para mí un gran fervor español ver
que en este lugar sé condensa la atención sobre el
pasado, s€ pasa sobre el pasado, 9ue es la manera de
hacbdo fecundo, como se pasa sobre la vieja tierra
con el arado e hiriéndola con el surco se la fructif ica.
IDEAS PARA UNA HISTORIA
DT, LA FILOSOFÍA
Regisrado en disco el 30 de junio de 1932.
Seopoúv... ándDoorq eig aür,j.-
Meditar es un progreso hacia sí mismo.
(ArusróTELES z Tratado del Alma, II,
5-417 b, 5.)

Publicado eo 1942 como prólogo ls


^
Historia de Ia Filosofíd, de Emile Bréhier LAS ÉPOCAS DESLUCIDAS

F t'o libro de Bréhier es, pienso, Ia más reciente


t-' historia de la filosofía que se ha publicado en
Europa. Es un libro tranquilo y claro. Como el autoi
anuncia, su designio estriba en ser una obra elemen-
tal y, en efecto, pdr€ce muy adecuado para que se
lo use' como texto escolar universitario. Pero, a la
vez, no está de más que se asomen a él los dedicados
a estudios filosóiicos, porque es muy éancterístico de
Bréhier poseer una fara erudición, quiero decir, una
erudición de lo Íaro. Donde menos se piensa aparece
tal cita de una obra valiosa poco conocida, antigua o
contemprána, gub suele ser, a Ia vez, sorprendente
y útil. Añádase a esto que los trabajos especiales de
Bréhier se refieren a una de las épocas rnenos bien
conocidas de la tradición filosófica-los siglos' prime-
ros de nuestra era, y más cohcretamente, la escuela
neoplatónica. Después de escribir un libro sobre Fi-
lón de AleiandríL', figara confusa y venerable en que
se inicia lo que había de ser la gran síntesis y com-
I Les idées philosopbiqaes ü religieases de Pbilon tAle-
xotúrie, 1908. Añádase el libro CÍtrysi,ppe, 1910.

75
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFIA

binación de culturas dispares.-griega y oriental- tras, externas y ajenas a la realidad que nombran.
conocida bajo el nombre insuficiente de neoplatonis- Es indudable que en ciertas etapas los hombres han
ño, Bréhier se dedicó tarea hercúl ea i la tÍa-
t. a una
dución de Plotino Sólo existía un,a versión en len-
vivido con La conciencia de que se hallaban entre un
gran paiado ya ruinoso y un gran porvenir aún iné-
gr¡a moderna de la enotme y densa mole que son las dito. A su deplorable situación ambivalente llama-
Enneadas, la de Bouillet ( 18 ,7 -1860). Esto sugiere ban, tal yez, ellos mismos ( transición>. Pero aun en
cuál es el calibre de las dificultades que empresa tal este caso extremo se trata solo de üna idea que sobre
implica'. sí rrrismos tenían esos hombres. El historiador deberá
Como ésta, h"y otras épocas en la historia de la tomarla en cuenta porque esa idea, aunque fuese erró-
filosofía que estaban y, en rigor, siguen estando poco nea ( y a veces lo ha sido), pertenece a la realidad
esclarecidas. Se llama a unas, épocas
-Con de transición' que él va a historiar. Debe, pues, tomarla en cuen-
a otras, épocas de decadencia. ello se insinúl tn, pero no debe adoptarla como título o definición
que son tiempos de producción filosófica menos esti- de un tiempo histórico. Bastaría, para quedar pro-
t.
rnable Pero ambas calificaciones (transiciónn y .rde- bada su inopcirnrnidad, advertir que es uo, término
cadencia> son impertinentes. Transición es todo en . genérico, el cual puede aplicarse a muchas épocas de
la historia hasta el punto de que puede definirse la sob,ra diferentes entre sí. En surna, que aI hablar de
historia como Ia ciencia de la transición. Decadencia transición y decadencia debemos darnos cuenta Ce lo
es un diagnóstico parcial, cuando no es un insulto poco que decim,os y en vez de hacer funcionar esas
que dedicamos a una Edad. En las épocas llamadas noc'iones como aparatos mecánicos que por su propia
de decadencia algo decae, pero otras cosas germinan. operación autom ática pretenderían aclararnos un tro-
Convendría, pus, usar con más cautela ambos tér- za del pasado, veamos en ellos una invitación a ave-
minos, eue tienen el común incohveniente de no de- riguar La extraña y concrera figura que toma la vid¿r
nominar la época a que se atribuyen por caracteres humana bajo los abstractos signos (transición> y
intríns€cos, por rasgos efectivos de Ia vida que en <clecadencia>. La condición negativa de éstos concep
ellas se vivió, sino que son meras apreciaciones nues- tos no debe hacernos olvidar que. toda época es po-
t Ctl.cción Guillaume Budé ( Société d'Edition <Les Belles sitiva, que toda vida implica Ia afírmación de sí mis-
Irttres>. Seis volúmenes. Vease también Bréhier : La Pbilo- ffia,, que no h^y ninguna fecha en que Ia humanidad
sophie de Plotin (Boivin). se haya suicidado. Y la tarea última del historiador es
2 Paralelamente a la de Bréhier se ha hecho otra exce-
lentísima traducción inglesa.
descubrir, aun en los tiempos más atroces, los mori-
3 Por supuesto que esto no reza para Plotino, uno de vos satisfactorios que para subsistir ruvieron los con-
los más altos filósofos de todos los tiempos y cu]¡a influen- temporáneos. Los que viven en una época de transi-
cía ha sido más larga y profunda. ción no viven transitando a ,otra, sino resueltarn€nte
76 77
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFIA

instalados en la suya, ni más ni menos que los de la Descartes, de kibniz, de Kant. Aun hace veinticinco
época más estabil izada. Porque. viceversa, no ha habi- años se desconocía a Fichte, Schelling, Hegel. Eran
do ningSrna en la cual faltasen disidenres, hombres o todavía ffes mi,sterios. Hoy rnisrno se está empezando
grupos que prefer ían o ueían preferir otra edad, futu- a esftrdiar a Spinoz at.
ra o pretérita. No se confunda la cuestión con el hecho Aun juntando todo eso no sería una historia de la
de que en ciertas épocas se haya creíCo el hombre filosofía, como la orcgrtf.ía no es sélo la ciencia de
anormalmente infeliz. las cirnas. I-a montaña reclama el valle.
Va todo esto al tanro de una peculiaridad intere- Pero Ia imagen del pasado filosófico que aún tene-
sante que me ha saltado a los oios al leer esta obra mos a la vista es un paisaje alpino en jornada de ne-
de Bréhier y que constiruye acáso su más estimable blina. Vemos en lo alto los picachos de los más altos
distintivo, lo que le proporciona mayor acualidad. cerros, aislados entre sí y flotando ingrávidos e irreales
Sabíamos, como acabo de decii, que el auror había sobre el blando caos de la bruma. Tal vez en el fon-
dedicado su esfuerzo más especial y continuado a una do de ésta entrevemos confusamente alguna fisono
de esas épocas de decadencia o transición. Pero esta mía espectral, pero lo que no vémos es cómo emer-
historia nos re\rela que esa preferencia por un tiempo gen del nivel continental las próceres montañas y
de tal cariz obedece a una inspii'ación más g.ner"l, cuál sea La línea de seno en que los valles las hacen
a una inclinación sumamenre curiosa de su espíritu. comunicar. En suma, nos falta lo principal: la gec
En efeco, una de las ventaias de esre amplio libro técnica de Ia gran cordill era filosófica.
es gu€, a diferencia de todos sus similares, tÍata casi A mi iuicio, la historia de la filosof ía no puede dar
con la misma arención las épocas clel pensamiento un paso y empezar de verdad a constituirse en lo que
que sublen considerarse como culminanres, triunfales su título promete, si no se llenan esos vacíos de cG.
o lucidas y las pobres épr;cas desdichadas que las his- nocimiento que se abren como simas entre las gran-
torias elementales de la filosofía se brincan galana- des e ilustres etapas det pensamiento. Urge acomerer
mente o narfan a toda prisa. Ahora bien, esto es sG el esrudio de las épocas deslucidas.
brbmanera importante. El desconocimiento que de ellas padecemos posee
La historia de la filosofía es, en cuanto ciencia, una en cada caso caÍacteres y proporciones diferentes güe,
de las disciplinas más recientes : en verdad, oo cuen- aunque sólo sea en vía de algún ,5e¡¡ero ejemplo, con-
ta aún cien años. I)uranre la segunda mitad del siglo viene dibujar.
pasaclo rurvo que dedicarse a !o más obvio: recons- Después de Aristóteles comienza ya la oscuridad.
trxir, con primera aproximación, el pensamiento de Se trata de las tres grandes filo,sofías de la u decaden-
las grandes figrras de la filosofía. Entonces se hizo -T- Un este país aaba de iniciarse un amplio esn¡dio sobre
el orimer esrudio formal de Plarón y Aristóteles, de Spinoza, por Leon Dujovne.

78 79
JOSÉ ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE I.A FILOSOT'ÍN

cia> antigua: estoicismo, epicureísmq escepticismo. apenas surgen desalojan el platonismo y el aristore-
No puede decirse que no se haya trabajado sobre lismo de su predominio sobre los grupos intelectua-
ellas, especialmente sobre el estoicismo,. Pero ni en les de Grecia, A pesar de güe, a nuestro juicio, son
la cuantía ni en el m,odo de la labor se ha hecho filosofías más rorpes. Ya es de sobra extraño que los
nada ni de lejos parecido aI cultivo intensivo de que historiadores de la filosofía no se hayan détenido
Platón y Aristóteles han beneficiado. El hecho es que adecuadamente ante un acontecimien,to de esre cali-
sólo tenemos una idea borrosa de esos tres movimien- bre y que tiene dos filos. Porque no es sólo sorpren-
tos de la mente clásíca, sin duda menos valiosos como dente el rápido triunfo de un ideario rosco como cs el
sistemas de técnica conceptual que la primera Acade- estoicismo sobre una maravilla de precisión y cle
mia y el Peripato, pero 9ue, en cambio, han sido los agadeza como el idealismo platónico-aristotélico, sino
que mayor influbncia han tenido en la historia. Ja- que además nos hace pre¿glntarnos por l,o que pasó
más filosofía alguna ha sustentado tan efectivamen- con la obra de Aristóteles después de morir éste. Y
te un Imperio como sostuvo el estoicismo el colosal nos encontramos entonces con otro hecho esnrpefa-
t. Pero
gobierno de los Antoninos además en el rega- ciente : la inmediata volatilización de la filosofía aris-
zo de esas filosofías, muere el mundo antiguo y nacen totelica. La cosa es increíble, .pero incuestionable.
los pueblos nr¡.evos de Occidente. Porque el cristia- Cincuenra años después de morir Aristóteles ya nadie
nismo incipiente había sido penetrado hasta lo más entiende sus libros pragmáticos, que por eso fueron
profundo de su masa, aún informe, tierna y germi- siempre muy poco copiados y sólo por un azar han
nante, por la teología y Ia ética de los estoicos. Mas llegado hasta nosorros. Se siguic-ron leyendo sus diá,-
aún : en el Renacimiento, tras un superficial rebrote logos, obra apopular> y literaria (aexotérica>). Sólo
de Ia influencia neoplatónica, son esas tres filosofías entrando el siglo r a". de I. C. se desenterraron las
las que de verdad ffansmiten la savia antigua a. los obras técnicas de Aristóteles y bien que rnal se em-
hombres novísimos que van a abrir las puertas de La t, sir] que volviesen nun-
Frlz6 de nuevo a estudiarlas
Edad Moderna. Las tres filosof ír.;s, como tres hadas cd, hasta muy entrada Ia Edarl t\iledia, a ser posesión
madrinas, se hallan en torno a la cuna del cartesianis- normal de los culros.
mo y, por tanto, de todo el raci'onalismo clásico zu- zenón el Fstoico nacc en 320 a". de J. c.-dos
ropeo. años después de morir Aristóreles. En sLl pensamien-
De modo que topamos, dede luogo, con este in-
91 r. ryovechan aún algunos andrajos del sistema
gente hecho : esas tres filosofías de < decadencia n ,
Recordando sus días de estudios en Grecig Cicerón nos
asegura quod quidem ,ntininze sum. admiratus, eu,rn fbi,loso-
r Véase Rostovtzef.f.: Historid social y econónticd del phum rhetori nos esse cogni,tam qui ab ipsis pbiloso\bis
lmperio Ronzano, 1, ry. Espasa-Calpe, L9)7. praeter adnt.odum pauaos, ignoretur.-D€ Topici,s,!...

80 ¡¡sronrl.-? 81
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOT'Í,A

peripatético--cuántos, cuáles y cómo no esrá aún es- ción del intelecnral griegor QU€ aun denominada con
ntdiido. Pero este aprovechamiento no af.ecta ni ca.' el mismo vocablo-filosofía-, era ran disrinta de
Lifíca La figura general del estoicisrlfo, que repre_senra aquella a que Platón o Arisróteles se habían dedica-
no sólo ono dOitrina, sino un súbito descenso de ni- do. No sería imposible que esra aclaración reobrase
vel en el ejercicio mental que hasta entonces se ha- hacia atrás sobre nuesrro conocimiento de platón y
bía llamado afilOsof.ía>. Mas también esto ha impre- Aristóteles. Porque al trivial izarce el ejercicio filosó
sionado escasamente, hasta ahora, a los historiadores fico en el estoicismo y precisamenre por trivializarse
de Ia filosofía. Con La mayor naruralidad pasan de se hacen acaso patenres ciertos caracteres de toda la
exponer el sutil idealismo de Platón y Aristóteles a filosofía griega, eue en Platón y Aristóteles nos lle-
présentarnos el (materialismo> €stt¡ico. Llamarle ma- gan oscurecidos por otros esplendores. Y entonces
terialismo es ya un error-digamos (corporalismo,. tal vez descubriésemos que nlrestra imagen acrual de
Fero esto es lo que no entendemos. ¿ Qué ha pasad-o en estos dos sistemas es sólo una vista o aspecro abstraí-
el hombre griego .ott tan vertiginoso pasar' que de la do por nosotros de Ia íntegra realidad q* fue su filo
pura uformáu áristotélica se cae inmediatamente en el sofar, vista o aspecro que conriene sólo los rasgos más
pneuma, y el logos spermat'ikós-los cuales son a' La similares a nuesrro acn¡al pensamienro. ya émpieza
ou idea y coerpo? Ño lo sabernos. A pesar de que a r9t, por ejemplo, de sobra eVidente que hemos rele-
gado con exceso lo que en la filosofía de ambos re-
t, zaba a
en los úliimos veinte años se comen investi gaf
toda esta maraíta de enigm&s seguimos in albis guía habiendo de religión. No se discute que la filoso
sobre el asunto. No existe ningún estudio en que se fía fue, frente a la religiosidad tradicion"i, otra cosa ;
intente aclarar Ia cuesdón previa 9u€, sólo una vez pgro hemos exagerado creyendo gue, por ello, no ha-
hecha transparente, perm iti¡á descif rar los ieroglífi- bía que contar muy formalmente én platón o en Aris-
cos estoicos, x saber : que despuéS de Aristóteles, Por tóteles con Ia perduración de elemenros religiosos.
toda una Serie de causas, cambia radicalmente el sen- No creo que haya ninggna < historia de la filolofía,'
tido y estilo del filosofar como tal, de suefte que no donde se rome en seri,o una idea_tan formal en pla_
se diferencia el estoicismo del aristotelismo como una tón-como Ia de que filosofar es una homóiosis tu
doctrina de otra, sino que se entiende por <filosofía> theoú, una <imitación de Diosr en el mismo sentido
una faena intelectual muy diferente en su finalidad, en que Tomás de Kempis habla de una < irnitación
supuestos, métodos y forma de expresión. He aquí de Criston. Y, sin embargo, el libro X de la Etica
otro tema intacto: precisar qué fue esa nueva ocupa- Nicontdquea. y el libro XII de Ia Matafísica lo de-
claran en tesis solemne donde culmina roda la ar-
I Pues lo propio acontece con la qteoría del conocimien-
-noción quitectura del aristorelismo.
tor estoico, .uy" princip al-la gevrat[a xata),.r¡rtu1¡-
Parecería, pues, inexcusable que estuviésemos su-
sigue siendo un -isterio.

82 83
JOSÉ ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA IrIr,()s()l'ín

ficientemenre en claro sobre fenómenos históricos de Esta excesiva proximidad aI hombre actual ('on
tan enorrne calibre. Mas no es así porque ni se les que se ha querido favorecerles ha sido inspiraclu lx)r'
h; dedicado todo el esfuerzo que ra Larga historia clos motivos. Uno es la pertinaz beatería clusicisrrr
de esas doctrinas exige ni Ia calidad de ese esfuerzo que no ha podido extirparse aún radícalmentc clc la
., la debida. No vale apoftar como excusa el hecho filosofía griega y latina. Ta, beatería no es culto ni
á; ;; no haya llegado a nosotros ningún libro de entusiasmo, sino Ia forma indiscreta de ambos. Pc-
,rit gurto de los gmñdes maestros de esta escuela. La ralta. aI < clásico > sobre el nivel de la historia y cn
Á*" de fragmenros conservados es tan considerable vez de intentar derechamente entenderlo como lo qlrc'
¡il permite o." fértiL labor
oue de combinación recons- es-como un hombre entre los hombres, y esto quic-
trucülva o
re decir un <pobre hombre))-parte en su ocLlpaci<in
Nos hallamos ante un ejemplo de la perniciosa in- con éI resuelto a admítar, anticipando en su obra
fluencia que una noción histórica convencional, como perfecciones imagin arias a las qlle, quiérase o oo,
es La de uépo." de transición o de decadencia>, eier- adapta los textos. Queda de este modo Ia obra vetus-
ce. En efecto, los que Se ocuPan de Platón y de Aris- tísima comprometida a tener validez para todos los
tóteles se descoyont"t en puros esfuerzos por {cé¡- tiempos. Esto explica que estén por aclarar los ras-
noslos verosímiies, es decii para que veamos toda
Ia gos más elementales de la producción platónica y
raz6n que tenían aI pensar como Con fre- arisrotélica. No se ha creído que necesitasen explica-
-pensaban'
cuencia estos esfuerzos pasan de lu taya y hacen de ción precisamente porque parecían el modelo. Así
ambos maestros de Grecia dos conremporáneos nues- acontece el hecho escandaloso de que no sabemos aún
tros '. lo que es como ge?t//s rlicencli, como fornra cle expre-
sión, el dirilogo de Platón ni Ia pra,qnzateia de Aris-
1 y aun reconociendo que por tóteles.
Buen ejemplo de ello,
ciertos defeaós d. método el junto
ion resulta insatisfactorio, El otro motivo que lleva a exagerar la verosimili-
ás h obra qr. Reinhardt ha ens ayado La recomposición tud de aquellos grandes pensadores es más razona.-
"o
áLf pensamiento de Posidonio, e! último
-r",igti.dad. pensador cien- ble. aunque no lo es del todo. Consiste en que los
tífico de r" 'ra\ : Posseid,onius
veasé carl Reinhardt problemas filosóficos poseen Lrn núrcleo ab.rlraclo qlre
y Kosmos un'd SYmPathie. ha variado poco desde Heráclito y Parménides hasta
z Un caso exrremo de este desmesuramiento es la labor t.
de *it -"Lt,tot C-ohen y Natorp en torno a Plat6n, según la nuestros días El filósofo acrual, al medirar sobre las
cual éste habría dicho aproximad"tttente 1o mismo que -Kant, cuestiones viscerales de La filosofía y lles¿rr en ellas
y Kant, a su vez, lo misnfo que Natorp y Cohen. No obstan-
i",-.r,"'labor, enada en cuanro visión histórica de Platón, ha r \réase más adelante
aclarado no pocas cosas en la obra de éste, y reencaiada
en el sentido que tiene esa aparente
invariabilidad.
ott" más discreta perspectiva signifrca un ertidente progreso'

84 8t
IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILoSOTin
JOSE ORTEGA Y GASSET
cual, combinado con el error inverso antes comenta-
L claridades que anres no se habían logrado, confron-
con 1o que pensaron los anti- clo, irnpone a. la historia de la filosofía una dualidad
ta sus de perspectiva que sería intolerable en el más humil-
j""t y "r¡.rióaciones
hace l>enetrar una luz nueva en aquel núcleo t.
lelativarnenre consranre de los problemas. A esto se
de cuadro
refiere Kant cuando dice que es posible entender a
platón ,meior que é1 rnismo se entendía. Pero ello BREvE EXcuRsróN sotsRE EL
declara y" io. lt interés y el punro de vista del fil&
C SENTIDO HISTóRICOI

sofo sistem ático no son idénticos a los del historia-


dor. Esre debe rehuir, por lo pronto, entender a Pla-
La misión de la historia es hacernos verosímiles
los otros hombres. Porque aunque parezca mentira
tón mejor que ét mismo se entendía. Ya es mucho si
consigjrl entenderlo se.gin él mismo se entendió. tr,o I Otra deficiencia grave que se ha inveterado en el modo
únicJ que deberá añadir es traer a Ia luz los lupYgs- de componer la historia de l,a filosofía consiste en haberse
tos elementales en cuya órbita vivía encerrado Pla- desentendido de la historia de las ciencias. Desde Descanes
la continuidad entre 7a filosof ía primera y las ciencias es cons-
rón, que en éI operaban y_ que ét no veía de puro ser tante y, por lo mismo, puede exponerse el pensamiento senst
la luz misma en que todo se le. presentaba surner- stricto filosófico sin muy marcada atención espccial al cien-
gido.-r,.
L) tífico. En primer lugar, Ia filosofía moderna está de antemano
La idolauía eiercir adaen rorno a estos dos prínci- cargada de ciencia y contiene ya en sí rnisma anticipada Ia
pes cle la filosofia deslumbra las retinas y no permite figura científica del mundo-maremática, física, biológi
en segundo lugar, la ciencia desde 'Descartes cS, en sus ras-
verlos en su iugosa y precisa hisroricidad, hasta el gos decisivos, la misma que fue hasta hace poco; por tanto,
punro c{e ser la lu"nu más urgente que hoy fuera pfe- la que todos constaba. Pero en la Antigüedad y en la Edad
Lirn practicar con ellos la Je < enaienárnoslos > , dis- Media ^la filosofía y la ciencia tienen menos puntos de con-
tacto. El filósofo coostru¡rs su arquitectura trascendental mien-
tanciarlos de nosotrosr subrayar lo que-
tienen de ex-
tras está ya sumergido en la imagen <científica> del mundo
temporáneos y sobrecogernos baio Ia
-1mpres.ión .
de
que su tiempo posee. I)e aquí que se la dejc casi siempre ti-
su íeianía humana, de-su exorisrno. Sólo así cabrá
cit'a d su espalda. N{as como de hecho el edificio filosófico es
poner en claro cuestiones radicales de su obra 9ut, la superestructura de esa imagen concreta del mundo, nos
turr" ahora, tercarnente se ' han resistido a la pe- queda incomprensible si no precisamos su enca je con las opi-
niones vigentes en las ciencias particulares, en la cxperien-
<r
netración. cia de la vida>, en la tradición y en el mito. Cuando Pierre
En cambio, Do se han hecho esfuerzos semeiantes I)uhem tuvo la resolución de informarse sobre las investiga-
p ra que resulten verosímiles los estoicos, escépticos ciones f ísicas de los escolásticos del siglo xiv y descu brió la
y epiáreos, como orras épocas rnenores de la conti- inesperada proximidad en que estos andaban ya de Ia física
moderna, causó estu¡rf acr.ión y motivó una reforma fukninan-
n"iá"d fitosof ica. se los ña dejado demasiado leios,
sin comunicación viviente, efectiva con nosotros. L
te en Ia historia de la filosofía escolástica.

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86
JOSÉ ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

no lo son. El prójimo es siempre una ultranza, algo que aparecen dentro del ámbito de la mía me apáL-
que está más allá de lo patente. No poseemos mas recen, por lo pronto, como intercambiables con lu
elemento transparente que nuestra propia vida. Esta mía en cuanto a su contenido. La razón de clkl (..s
ffansparencia o widenci.a de nues,tro personal vivir no que ignorando todavía la exclusividad cie mi virlrr,
significa que en él no h^y problemas insondables, esto €s, que es sólo la mía, la proyectb ingenuamcnrc
enigmas y misterios. Pero estos no son-en cuanto sobre las demás. Parro de creer que los demás pien-
tales-transparentes, incuestionables ; por eso son pro- san, sienten y quieren como yo; por tanto, que hay
blemas, enigmas y misterios. H^y una evidencia de sólo una forma de vida indiferenc iada en todos los
los problemas como huy una e\ridencia de las solu- hombres.
ciones y esta se funda e,n aquélla. Ello es que esta- 2." caigo en Ia cuenra de que la vida det prójimrr
mos atenidos a la materia que es nuestra vida Paia no es presenre y parenrc,, sino que llegan a mí clc
entender las demás. Sólo nuestra vida tiene por sí ella sólo síntomas. Estos síntomas rnuestran ciertos
t.
misma < sentido > y por tanto es inteligible La si- caracteres absrractos similares a mi vida; por eso
tuación parece contradicrcria y en cierto modo lo es. presLrmo rras ello algo que es también vida, Mas, lL
Tenemos con nuestra vida que entender las ajenas la pdr, ostenran orros ingredientes dispares, aienos y
precisamente en lo que tienen de distintas y extrañas extraños, o lo que es igual, ininreligibles. Entoncc.s
a Ia nuestra. Nuestra vida es el intérpr€te universal. surge ¿lnre mí el prójimo como Lln monstruo, como
Y la historia en cuanto disciplina intelecnral es el url s€ r qLte yo creía igual a mí y qlle, de pronto, ffin-
esfuerzo metódico pafa hacer de todo otro ser hurna- nifiesra l¿r monstruc'siclad .{e nc ser como yo. Enron-
no un alter €So, donde ambos términos-el ego y el ces clescubro qLre la vicla no es siempre presenrc,
alter-han de tomarse en plena eficacia. Esto es lo p¿rtente, inteligible, sino que huy una vida oculta, im-
contradictorio y por eso constituye un problema para, penetrable y olrrt: en suma, Llnlr vida ajena. Esra pri-
la raz6n. mera vida particular que se desgubre es el tú, frcntc
El trámite completo del itinerario que sigue la al cual y en el choque conrra su monsrruosidad romo
mente desde nuestra vida a la de los dernás pueCe conciencia de que no soy más que yo. El ),o nacc
resumirse en estos cuatro grandes pasos : después que el tú y frenre a é1, como culaiazo quc
1.o Sólo rne es presente y patente mi vida, pero nos tla el terrible descubrimiento del tú, del prójinrt>
esa realidad que ella es no la reconozco, por lo pron- ccmo tal, del que tiene la insolencia de ser el otro,
to, como siendo sólo mía. Las demás vidas humanas 3.o tjna vez que me he enajenaLo el prójirno y
se me ha convertido en el mist.-rio ,lel tú me esfuer-
I Esta €s, viceversa, la causa de que tengamos constante- zo para asimil arIo, es decir, partiendo de mi vida quc
urente la im¡uesión de que c los demás no nos entienden D . ahora es sólo yo y que es lo rinico presenre, parcnre

88 8g
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HIST'ORIA DII LA rIl.()S()l'írt

e inteligible con que cuento, trato de construir al pró- te. Podría nacer Otro César y otra Cleopiltra. Mits t'l
antepasadO eS pasado, fto porque en una cronoltl,síit
ii*o como un yo que es otro yv-alter 0So, algo, a esté adscrito a ttn tiempo qtle como ticntp,r
Ia vez, próximo y distante. Es el tírulo de una gran "xtri"seca
faena siempre problemátíca, gué se llama comprefl- pasó, por tanto, a un <tiempo pasadon, sino, aI r('-
sión del próiimo. vés: no pgede el antepasado salirse de aquel tiem¡'tc>
4.o El prójimo presente, que era un monstruo, que pasó y repetirse y volver a ser en otro tiemgr
queda parcíalmente asimilado o asemeiado a Inf. En que es presenre porqne sll realiclad eS, esencialmentc
efecto, deL conternporáneo gue es el próiimo con distinta de lo qLre es Ia realidad del presente Y, en
quien convivo, espero siernpre, en última instan cía, conseflrencia, de mí. Este no poder ser ya sino diic-
que sea como yo. O dicho en distintOs términos: rente de mí hace de él algo distinto del mero a prti-
el próiimo, el tú es el otro, pero no se tne presenta jinnon. hace de él algo inexoral-rlemente < leiano D.,
como teniendo que ser irrernisiblemente offo: pien- hace de él un (antiquoD. La visión Cel leiano como
so siempre gu€, en principio, podía ser yo, I-a' amis- irremediablernente leiano, el descubrirniento de la
tad, el amor viven de esta creencia y de esta espe- cantiqüedad, es la Derspectiva, la óptica histórica.
fanza: son las formas extretna-s cle la asimilación Supone, pus, la radical enaienación del antepasado,
entre el tri y el yo, Pero el antepasado, el extempG Mientras del príjimo esPf ro siempre, últimarnenrc,
ráneo no solo es otro que !o, como lo es el tú, sino que llegge a ser como Yo, frente al, antiguo nO tengo
qu.e no puede ser sino otro, Qne tú seas tú<sto €s, otro remedio que asemeiarme imaginariamente a é1,
que no seas como yo-_.es pura facticidad. Yo abrigo hacerme el epo. I-a. técnica de este altnrisrno intelec-
siempre una írltima esp€ra nza de que eso no sea Ia rual es la ciencia histórica.
última palabn. Por eso, eres mi upróiimo>. Pero el Y. corno en la conciencia del ttí se ftirma y ntltrc
extemporáneo no es nunca próiimo (próxirno) F'or- la clel yo, así en este superlativo del tú, del otro que
que su ser otro que yo no es meta facticidad, antes es el anti.guo, cobra el hombre actual la superior con-
bien, no paede ser como yo, no puede ser sino irre- ciencia de su exclusivo yo',
L.
mediablemente otro De aquí que sea i*potible una El sentido histórico es, en efecto, üo sentido-una
última asimilación. De Otro rnodo el pasado humano función v Lrn órgano de la visión cle lo distante como
podría volver a ser y convertirse de nuevo en presen- é1. La inmutabilidad del fenecido es el supuesto de 1o que
Mallarmé quiere decir refiriéndose a la muefte de Edgar Poe:
t' Ins que frteron, esto €S, los fenecidos no ptleden Ya Tel qu|en lrü-mént'e en!ín I'éterníté le cbange.
cambiar, quedan irremisiblemente adscritos a eso que una vez Para el ser humano, eue es esencialmente cambio, el de-
fueron. Del viviente no podemos nunca decir con carácter finitivo cambio es no poder y^ cambiar. Se cierran las posi-
definitivo lo que es porque siempre es posible un cambio eo bilidades del <sí mismo> y queda éste fijado.

90 9r
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOE'ÍN

tal. Representa Ia máxima evasión de sí mismo que esa rápida ojeada y panorámico especáculo de veinti-
es posible aI hombre y, a Ia vez, por retroefecto, La séis siglos, nos hace pénsar en Ia gigantesca móle de
última claridad sobre sí que el hombre individual ansias, ilusiones, esfuer zos) genialidades, destr ezas, des-
puede alcanzat. Pues aL tener que descubrir, para ha- á.nimos y reanimaciones, sacrificios, disputas, enru-
cérselo verosímil, los supuestos desde los cuales vivió siasmos, odios, muertes, exaltaciones que Ia historia
el antepasado y, por lo tanto, sus límites, descubre de la ocupación filosófica condensa. Hecha esra lec-
por repercusión los supuestos tácitos sobre que él tura en tiempos como los presenres, ran agudos y dra-
mismo vive y en que rnantiene inscrita su existen cía. máticos, que fuenan a, e jecutar en todo rigorosos ba-
Conoce, pues, mediante el rodeo que es la historia, lances, cerramos el libro con una impresión melan-
sus propios límites, y esta es Ia úrnica manera otorga- cóIíca y nos pregunramos : ¿de qué ha serviclo o para
da aI hombre de trascenderlos. qué va a servir rodo eso? Y enronces nos sorpiende
lon especial vehemencia caer en Ia cuenra de que las
historias de la filosofía no Íozan siquiera esra cues-
NO HAY PROPIA^MENT'E aHIS- tión. Menos aún, que no nos proporcionan elemenros
TORIA DE LAS IDEAS D para poder planteárnosla y rcspondcrnosla nosorros.
¿ No es esto escandaloso ? Aunque pc,rr,zca nrenrira,
Todo lo anterior a esta excursión define, al correr la absorción de cualquiera Iilistoria de la F ilos of ía
de l¿r ¡-rluma, unas cuantas deficiencias de la historia las hay muy voluminosas-nos de ja completarnen-
de la filosofía aI uso y su corrección en los corres- -y
te ignaros sobre el papel efecivo que la filosofía ha
pondicntes desidet'rtta, que cierta cualiclad peculiar tenido en la realidad hisrórica, de suerre qrle oscila-
y fccunda cle esre libro-la atención a las épocas des- mos ridículamenre enrre pensar que la filcsofía ha
lucidas-ha puesto en nuestro camino. Pero esas sido lo más imporranre que en c.áu ipoca acc)nreció
conside raciones provocadas por el azar reve lan que y, por tanto, que ha sido Ia fuerza recrora del destino
la historia de la filosofía necesira una reforma ge- humano desde hace veintiséis centurias o pregun tar-
neral. El trabajo hecho en los últimos cincuenta años nos, si nos sentimos displicenres, hasta qrió- pr-,t-rro no
y el avance consiguiente son enormris, Inas, por lo habrá sido Ia filosofía de cacla época, y d¿ toda Ia
mismo, llega esta disciplina a una hora dc madurez historia, simplemenre la mosca del coche.
qLre le irnpone una radical transformación. Resultado tal nos invitarí¿r íL sosl)echa.r. auclrrz-
Al recorrer este libro cle tan fácil y fl'rida lectu ra pa- mente, que de la labor hasta ahora llrrrnacla <hisroria
sc, Llna vez más, ante nosotros la cinta cinematográfica de la filosofía> fuera obligado decir qrc ni es hisro-
cle vcintiséis siglos, durante los cuales no ha habido ria ni lo es de Ia filosofía, de modo qlre no pue-
nunca total interrnpción del pensamiento filosófico. Y de acaecerle desastre mayor.

92 93
Y GASStrT IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
JOSÉ ORTEGA

No se entienda tontamente esto como si yo menos- pululación de doctrinas. Cuando nos dice que Ia fi-
preciase los esfuerzos gigantescos que se han dedica- losofía de Platón ed riel siglo IV a. de J. C., sólo quie-
do al, esrudio de los textos filosóficos. Admiro y ve- re decir que aconteció en ese ámbito cronológico-no
nero esa labor por lo que tiene de labor; sólo digo significa de becho pr;ra él lo que debía significaÍ,
que esa matavillOsa y meritoria labor no puec{e en saber: que la filosofía de Platón es siglo lv a. de^
rigor considetarse como <historia de la fiiosofía>. I. C., que está hecha de una especial materia-la es-
Pues ¿ qué es lo que hasta ahora suele entenderse trucnrra de la vida humana en ese siglo, rnás ri-
bajo ese título y disciplina? Sencillamente Ia exposi- gorcsamente hablando, la de una determinada ge-
ción de las doctrinas filosóficas en orden cronológico neración.
o el trabajO especial, pefo igualmente expositivo, so- Parejamente, cuando nos dice que va a exponer la
bre una de ellas o scbre una tesis o concepto partictr- filosofía de Kant, no emplea en sentido pleno estas
lar de una de ellas. palabras, no va a. tnatar de entender esas doctrinas
Analicemos someramente. Una doctrina es una se- como pensadas y emitidas por. el hombre de carne
rie de proposiciones. Las proposiciones son frases. La y hueso que fue Kant, sino que va a contemplar su
frase es Ia exposición verbal de un ( sentidoo--lo sentido (en absolutoD, como si fuesen doarinas in-
que solemos llamar <iclea> o (Densarniento>. Oímos diferentemente de hoy, de ayer o de anteayer. En Ia
o leemos Ia frase, pero lo que entenclenos, si lo en- expresión < filosofía de Kant >, Kant no representa
tendemos, es su sentido. Esto es lo inteli,gible. Ahora el papel concreto de sujeto agente en aquel p€nsar,
bien, es un error suponer que la frase <tiene sa sen- sino quHomo en Platón, el siglo IV a. de I. C.-
tido> en absoluto, d; cuándo y por quién es sólo un nombre extrínseco, que se prende sobre
"Éttt"y.ttdo
fue dicha O escrita. No huy nada < inteligible en abso- una doctrina. Mas la real y efectiva doctrina de Kant
luto>. Ahora bien, las historias de la filosofía su- es inseparable de éste, es Kant pensándola y dicién-
ponen lo contrario : las doctrinas nos son presenta- dola y escribiéndola o, si se pref iere, es ella tal y
das como si las hubiese enunciado <el filósofo desco- como fue pensada efeaivamente por Kant.
nocidou, sin fecha de nacimiento ni lugar de habi- A la expresión de una idea es siempre, en princi-
tación, uo ente anónimo y abstracto qne es sólo el pio, posible arrancarle algún sentido. En todo decir
sujeto vacío de aquel decir o escribir y que por lo trasparece alguna significación. Pero ese sentido cual-
mismo no añade nada a 1o dicho o escrito ni lo ca- quiera no es el auténtico sentido de la expresión. Ia
lifica o precisa. La fecha que Ia habitual"historia de tazón de ello está,, por lo pronto, €o que el lengua je
Ia filosofía amibuye a una doctrina es una maÍca es por naturaleza equívoco. No h^y ningún decir que
externa que sobre ella pone el historiador para no diga, sin más, lo que quiere decir. Dice sólo una
confundirse él y someter a un orden cualquiera la pequeña fracción de lo que intenta: el resto mera-

94 95
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOT'ÍA

lo subdice ooda por sabido>. Esta deficiencia de una idea, lo que ella íntegramenre es, si se la toma
fnenre
., fo" genit^ aL lenguajé. si aL hablar hubiese qle como concreta reacción a una situación concreta. Es,
decir efeaivarnenre todó lo que se pretende decir pues, inseparable de ésta. Tal vez resulre aún más
de

*o¿o que el equívoco quedaJg efiminado, el lenguaie claro decir esto: pensar es dialogar con Ia circuns-
sería iroporible. I/o qué de hecho manifestarnos se tancia. Nosotros tenemos siernpre, queramos o oo,
iWr".r, irrttumerables cosas que silenciamos' Et len- presente y patenté nuestfa circunstancia por eso nos
;
gíi, existe gracias a. la posibilidad de ra reticencia entendemos. Mas para entender el p.nr^rrriento de
vive de ..<1o qug-por otro tenelnos que hacernos presente su circunstancia.
i lo gu€, .,o éf.cro,_ enunciamos
complernenro que se calLa sin esto, fuera como si cle un c{iálogo trroseyésemos
sabido se calla>. Este ^más -y
es siempre enorm.-..t qle lo^dicho en cada sólo lo que dice uno de los interlo.otot.r.'
1". He aquí el primer principio de una ( nueva filolo
fiase, lo ,"t.-o, por diferentes vías. Ante t'odo Por
gía>> : la idea es fina acción. que el hombre realiza
lo que ha sido dicño anres y va a dgcirse en seEricla. en
Todo texro se nos presenta pof sí mismo como f.tag' vista de una determinada circunstancia y con una pre-
fnento de ufr contexto. Pero texto y contexto' a Su cisa finalidad. Si al querer entender una idea pr.t-
vez, suponen y hacen referencia a una siruación en cindimos de la circunsr¿rnc'ia qlre la l)rovoca y del
vista d; ra .oál todo aquel cecir sureió. Esta si:ua- designio que Ia ha inspiradc,. rcndrernó, de ellá sólo
ción es últimamenre indecible : sólo cabe presen ciar- un perfil v-ago y absrracro. Este esquema o esquelero
la o imagin ar!a. La situación real desde Ia que se impreciso cle la efectiva idea e.\ prrccisai-rlenre io qLle
habla o eícribe es el contexto general de tccr expíe- sueie llamarse q idea) porqrle r:s lo
9uc, sin más, se
sión. Et lenguaje actia siempre referido a elia. la im- cntiende, lo
_que parecc rencr Lrn se,nticlcl ubicuo y
plica y reclama. sabsolllto). Pero 1a idea IIo ticnc :;Ll iruténtico .onti
Esto que pasa con la expresión acontece en grado Tdo,. su prcpio y prcc;so <<scnri,lr,,. sintj cLrmplien-
aún mayor iott la idea misma. Ninggna idea es sólo do el papet ac'tivo o función para r-[*e fue p.irr*.l"
io q"" átU por su exclus í\^ apariencia, es' Toda idea y ese ¡:apel o función es Jo qLlc r icne clc acción frente
* ,irrg ularíia sobre e[ fondo de otras ideas y conlie ne a Lrna circitnsÍ¿tncia. Il o h^y, pues, a ideas eternas D.

dentrJ de sí ra referencia a ésras. Pero además ella .{ T'oda idea Está aclscrit¿r irrcnre,Jiablemenrc I la situa-
la, ter(fltra o complexo de ideas a que 'pertenece' no ción o circttnstancia frente a la cual represenra su
son sólO ideas, .ito €S, no son puro < sentido> abs- acrivo p¿frel y ejerce su funcitin,
tracto y exento qug se sostenga a sí mismo y repre- La realidi¡,i. quiero dr:cir, la integridaci de una
sente átgo compieto, sino que una idea es siempre idea, la idea irrecisa y complcra ¿Lparece sólo cuando
-hombre está iuncio tt'ond'o, cualdo e jecuta sLl misión e' la
reacción-de or a una determinada situación
de su vida. Es decir, que sólo poseernos la realidad exiscencia de un hornbre, gtrr, a su vez) consiste en

96 nrsront¡.-- I 97
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HIsToRIA
DE LA Frlosor.Ín
una serie de situaciones o circunstancias. I^o que Pasa no están en el aire, sino que exisren
anaigadas en
es que todas las vidas humanas contienen elernentos determinados.tiempos y lugáres. Si se absrrae clel fun-
de iin u.ión, esquemas abstracros de circunstancias cionamiento de aqielrás uí..rrinas>
en ravida de es_
que son comonei. Y lo gu-e llamamos unl épo9a es tos hombres, que.run sólo especrros,
absrractos. Aho
yL una especial comunidád u hom'ogeneidad de si- Ía bien, de loi abstracros no huy historia:
ésra es er
n aciones. pot eso las ideas cn ella ideadas muestran modo de conocimiento requeridá p";l;
pecuriar rea_
mayor afinidad entre sí que entre elbs y las de oüa lidad que es ra vida hu*"nu. sóro
de una función
edad. En fin, h^y ciertos últimos y abstractísimos es- humana --:
queletos de siruación que se dan en toda vida huma- cuando,;TJ,'iff :,ii!.ili, ff ,;"i:o: #?;:H.il;
r". Esto es 1o que ttoi permite obtener de toda ex- cabe historia' Et vocablo
¡á"i." bistoríe significó nin-
presión algún sentido y entender un froco el supuesfo formación>, <<averiguació Á, i, por lo misffio, varíain_
valor <rabsolüto> de una idea. Pero aun en este caso, diferenremenre para. invesri!áciones
sobre los feno
eso que entendemos-y que es sólo un fragmento bo- menos narurales y los humános. pero
troro d. Ia idea-lo entendemos gracias a que La he- de rener que invlntar rl^ parabra rroy, ,t *n"
nueva , h^y que
mos referido L esquemas permanentes de humana si- hacer más exclusivo su signiiicaclo,
adscribiéndolo al
tuación. comportamienro inteleftunl que
nos im¡rone la pe_
Pero, claro es, no h^y ni ha habido nin,ryrna sirua- culiar realidad human¿¿. La'oid". tru*ro
es en cada momenro, en uista es lo que
ción ral, que consiSta sólo en uno de esOs esquernas' d. ,rr- pl"ao que c,'
I.a, vida es- siempre concréta y lo eS la circunstancia. el presente perciura y
lrracrúa. para denom inar esre
De aquí que sólo si hemos reconstruido previamente carácet de nuestra tbtiidud no renemos
otra ¡nlabra
Ia concreá situación y logramos averiguar e[ papel que <historicidad>- Esra es la
áoble iuiá" For lacual
que en función de elia representa, ehtenderemos de me, he ¡rrmitido degir que o.u
< historia de ra
verdad la idea. En cambio, tomada en el abstracto sofía > corno exposición filo
.rorro lógica de las doctrinas
sentido que siempre, en principio, nos cifrece, la idea
-
filosóficas, ni
será una idea -oett", una mornia, y su contenido la "t historiara ni
precisa y_ formarmente
lo es de Ia filosofía. Es
abstracción de uoa efectiva
imprecisa alusión humana que la mornia ostenta. historia de Ia filosofía.
peio la filosofía es un sistema de acciones vivients, Una <<hisroria de las ideasD_filosóficas
como puedan serlo los puñetazos' sólo que los' pu- ticas, políticas, r.eligiosas, económicas-, , matemá_
sbgún suele
ñetazoJ de la filosofía se llaman <tideas>. entenderse c-srs tíruló, es i-p";ibl..
irr,
' la. consecuencia de todo esto es ineludible- Lo qtre to que son sólc¡ rbstracos de ideas, <ideas>, repi_
no tienen historia.
se suele denominar adoctrinas filosóficas> no tiene La considc'ración de ras J*rrinu,
realidad alguna, €s una abstracción. Las ndoctrinasr te <docrrinas> ras destem prariza y como merarnen_
;i ;.rd;;t;;
98 99
Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOT'Í^A
JOSÉ oRTEGA
menzasen a vivir, esto es; a ejercer su funciór¡
nos són expuesras las efilosofíasr de veintiseis
sigloa
plir
I cum-
su papel eri la existencia'de esos hombr., q";i",
clecir, corno ac-
en un mismo plano det tiempo' es pensaron ! lpso facto todas esas extrañas
paraería invitársenos a que jtugísemos si Par- combinacic>
tnales.
ménides, Plotinoo Duns Scotó atienen rczínn' lo nes de ideas se ilum inarían en una univérsal ¡eviden-
o Husserl' ciar, €s decir, que al hacernos sus historiadores las
rnisrno q* ;;tá" o no tenerla Bergson reviviríamos e imaginariamente no$ satisfar ían
ver
se los $ata como conternporá'eos al no hacernos .o-,,
satisficieron a sus creadores y a los que les rigui*n
que La entraña más ,ortántiva dg aquellas doarinas
auté'tico sentido es Ia fecha. O lo
il; Ai i* da suadvertencia
,como discípulos y adicros.
que es ,goat: la de que Parménides per- otra cosa es gü€, a sabiendas de Ia improcedencia,
es una calificación ex- llamemos ahistoria de Ia filosofía> a on" abreviaru-
ren€ce at siglo vI a. de J. c. no
irínreca ni íi*. sólo p'o que nos digamos : <Se com- ra de la efectiva en que se presenta sólo un €squema
pr."a. que en su tiempo p€nsalen así.p No: no se de los sistemas, úti I pfua el flt¿sofo acrual. En
rigor cs-
ff^ta de q". r.ferido ; rú tiempo. nos pane?c1 *?t to ha sido lo gue se ha solido llamar con aquel-título
estimablr'á- siquiera perdonable el pensamiento de durante los úllimos cien años : un instrumenro para
el taller del filósofo.
Parménides, sino qo. Ll no uerlo desde su fecha nO
to .rrr.rrd.áo, bien, no lo sabernos, cualquiera sea

nuestra ulterior aPreciación' Evoluclóx DE LA HIsroRr^


wfa creer que se hace historia rno$rar
Ni basta ^que DE LAFrlosorÍr
la influencia una idea anterior ha tenido en una
porr.rior. Estó es pura müáfon. Una idea de ^yef En su <Introducción> hace Bréhier un resumen
hablañdo, acertado de las formas que ha tenido Ia historia
lo influye en otra de hoy, propiarnente de la
sino que aquélla influye en ot hombre que reacciona filosofía. Comie nza" en Aristóteles siendo la serie
de
con Ia nueva idea' Es en vano querer soluciones dada a los problemas anres que él
a, esa influencia medira-
hacer historia si se elude hablar de hornbres y
colec- se sobre ellos. No es propiamenre historia. Esas
En surnz, que la historia de La "ún
soluciones e.stán ante
él corno ¡rosibilidades de p.;
tividacles de hombres.
filosofía deberá anular Ia pr"s,rnia existencia deshu- samiento que colaboran en su propia labor. f lo
y volver a -co*o
sumo habla de algunos fitósofot
manizada en que nos ofrbce las doctrinas- o[ no].o*i, ol
ripxaíot: los urntigrosr. pero
,*.tgirlas .tt el dinamisrno de La vida hurnana, esta noción de ranti-
*orrrírrJ""o, su funcionamienro teleológico en ella. gtloD nÓ se precisa en su mente t. Mas tarde
comien-
todas esas ideal momifi- za su labor el perenne iniciador de toda ¿ir.ipii"" t
if*rgí";;;-q". de pronto. de la filo'
cadas e inertes que t" tradicional historia
sofía nos propooe, entrasefl en resufrección, 9ut
cG r En la Física, r, 8. rgr a. 26,les llama rorpes, ónü d¡ser píao.

100 101
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA LINA HISTOIIIA DD LA FILoSor,ín

el coleccio'nista, y se publican colecciones de opinio- taller filosófi.-o y ello ha impedid,o obierivar plcna-
nes filosóficas-los placita phiJosophorttrn. Tras él mente el estudio histórico de la filo'sofía, que'l>usca
llega el escéptico a quien interesa mosttarnos Ia di- ver la realidad íntegra que fue y no sólo la
abrevia-
sOnancia entre las opiniones-Dragovla tó'¿ Do[óv- tura de ella que el pensador sisiem ático del
como prueba de que La verdad es imposible. De aquí necesita rener a la mano para_ su privad" fr.r.nr"
uiqoi-¡u.
que sea Sexto Empírico uno de los autores antiguos Pero bastó la leve inspiraci'ón del uienrido
rrisi¿r¡.r,
que rnás datos nos transmiten sobre los filósofos an- que se había insuflado en la historia
de la filosofía
teriores a éI. Siglos y siglos continúa con varia mO- para que se modificase radicalmente
la fig,.n rr"rru
dulación esta rnanera de historiar Ia filosofía, hasta enronces presentada pol el pretérito
del prár"-ienro.
que en el siglo XVIII se da un car^cter formal a aque- tr que parecía confu-sión ur?i*iunte de .rror., y pura
disonancia de opiniones-por ro ,rnrf
lla tradición. Se consid efa como misión de Ia historia L;.rrrpt", ina_
de la filosofía desarrollar el panor ama de la de- cionalidad-se presenta ya corno un desarroilo
orcle-
mencia humana. La historia fue entonces delibe rada- nado, como una conrin,rid"d en que
el pÉnsar huma-
rnente bistoria de los errores, d" la discrepancia in- no pasa racionalmente de una .oñ..pción
a otra. Los
telectual. La variedacl de opiniones manifestada por sistemas se suceden en comprensible
itl¡ac¡An y ,*r.,
los hombres .a lo largo de los siglos, aparece corno de
.discrepancia irreduaiblÉ q". queda "l pru-
una
algo esencialmente negativo f rente a la verdad ( una ralidad, sjempre la misma,' d, ^ ip"n* "rrrr.de visi"u,
y Wna siempre> lograda en aquella feliz cenruria. pierde rodo carácrer de urúirr^riedád
. L; imposib'i-
Esto inclica hasta qué punto esa < historia > eÍa la dad de dominar definitivamente el univbrso
de lo real
negación a limi,ne de la realidad como historicidad. desde ltn solo punro de vista da
un senrido claro a
"iun¿rmentales
Todavía Bruckner, en L7 42, anuncia que va a reco- la existencia dé varias oor..f.i"ne5
rrer Ios infinita falsae philosophiae exenzpla, goy^ pluralidad nos parece entonces ineludible r.
Ia pululación irracio";l_ del pÁao nu-uno E'
La ingente renovación filosófica de Kant, que obli- filosófico
gaba a. pensar en nueva forrna y desde su raíz los se dibuja ya un perfil de <rízó,n hisróri
ca>>.
problemas, llevó a los pensadores, lo mismo que en 1 véase Dilthey: Die Typen der vertanscbuung rrn¿
la hora inicial de Aristóteles, a buscar la colabora- lryb.;ldung
ibre
in dán metapbysisch-e, systemen. Gesdmnterte
ción del pasado. {.fna vez más Ia urgencia de taller scbriften', romo yII, pág: 7?-. su traducción española
puso en contacto con las doctrinas antiguas, pero en el volumen Teorío 2e ras IVéase
^roorrpciones
¿rt- nzurüo, p^-
gina 55. Revista de occiden,", u"Jri
ahora coinci día con el despertar del < sentido históri- d, r; fj'
con y con lag nuevas técnicas que él suscita: filolo-
gía, crítica de las fuentes, perspectiva temflo ral. Sin
émbargo, no se ha trascendido aún aquélla óptica de

1,02 r03
IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOT'Í¡.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
cprofesores de filosofíar-que es yagada en ünero y
FILOSOtrÍA Y SOCIEDAD a que están adscritos eüficios. T-a, encoentra en for-
ma de libros que se venden en el comercio y que son
pero esta integración de ra realidad filosófica que producto de una indust ria. l.¿, prueba de que es esre
represenra el i*putativo de describir cada doctrina el aspecto- primario de la filosófía está en que es lo
que sabe de ella quien de ella sepa menos. El filósofo
funcionando en Ia existencia del hombre que Ia pen-
,o o ra adoptó no es aún suficienre. La filosofía no auténtico que vive absorto en 7^ meditación de los
problemas más íntimos de la filosofía, propenderá a.
es sólo una iunción en la economía vital det filósofo,
,i"o que éste ranza al públicq su doctrina. El público olvidar o desdeñar ese su primer aspecro. Pero cG
no es ya esre o el ot- hombre, es una colectividad mete uD error si formaliza tal olvido y tal desdén.
humana como tar, un' sociedad. ¿ cuál es La reacción forq-ue es evidente que eso es una pot.iótt nada des-
de ésta anre el hecho de Ia filosofía en cada rnornen- deñable de Ia reafidád integral o filbso f ían Si el Es-
ro de su historia? Con orras palábras: Ia filosofía es tado dota y mantiene cátedias de Filosofía y las ins-
también función de ra vida colectiva, es un hecho tala en ldcales, si existen industrias que se áf.^n^n en
social, una institución. Y todo esto pertenece tam- la edición de textos filosóficos, quierl decirse que en
bién a La realidad a f iloso fía>> . la sociedad es vig_e1te la convic.ión de que la iiloro
TaL vez ahon se baga más crudamente clara, para
fía es una necesidad colecriva. y esro .r ya enorme.
quien no haya percibido bien lo anterior, mi a-severa- Y es una .torpeza desdeñar el hecho por lo mismo
^historia por qué, ló*o, en qué
.i¿r, de que'la de Ia filosofía no puede .gt- que_ e_s palmario y
-obvio. ¿
más, en una exposición cronológi-ca- de- las medida es la filosofía una necesiaaa social ? ¿ I^o i"
sistir, sin^
cdoctrinas>, o lo que es igual, que La realidad afilo sidg. giempre?
lQué modificaciones, qué attiba¡os l-
sofíar no se reduce a <<ideas>. sufrido en la historia de las sociedadei, desde éreciu,
En efecto, si a la pregunta : ( ¿ qué es f ilosof ía? > lV vigencia
.d: aquella convicción ? ¿ E; posible. cuer-
damente hablandq que una discipli¡" t'itulada a his-
intentamos respondernos con el debido orden, ten-
dríamos que comen zaf por describir lo primero.So.
toria de la filosofía> se desentienáa de determinar el
papel social que Ia filosofía ha eiercido, como si su
de ra filósofía hallamoi, su aspedo más inmediato
primero para nosotrosD, decía Aristóteles. AhO actuación en la vida colectiva fuóse alg'o ajeno a la
-(lo
fa bien, el hombre conternporáneo, antes de qYe la realidad sfiloso fía>? El mismo olvido'-que- la histo
filosofía sea algo dentro de éI, Ia ennlentra fuera
tia de las doctrinas padece al no ver cada idea sus-
tantivamente como una función que sirve una deter-
como una realidad pública que tiene inclusive atri-
minada finalidad en la existencia del filósofo, tW-
butos materiales. Encuentra la filosofía con el aspecto
rece aquí en tamaño macroscóp,ico al no investigai a
de una magistratura estatal, d. una burocr¿si¿-165

rc4 105
JOSÉ ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFIA

fondo y con toda la precisión pcsible qué papel efec- de las <d,octrinas> que consiste sólo en la exposición
tivo ha representado en cada época de la vida colec- abstracta de éstas ?
tiva el pensamiento filosófico. Por no haberlo hechO Queramos o Do, ahí ha estado la filosofía funcio-
nos enconttamos, como antes indiqué, en Ia ridícula nand,o en la vida social, con partida propia en los
situación de no saber con un poco de seguridad y de presupuestos del Estado, como obligación legal im-
rigor qué <importancia> ha tenido en la historia puesta a generaciones y generacion€s de estudianres.
nuestra disciplin¿r y Ocupación. Y el caso es que la Cuand,o algo se convierte en <<razón de Estado> y el
realidad de toda cosa propiamenre humana no es otra Poder público se ocup'a de ello no es sólo una nea-
que su uimportancia>. La más mínima manifestación lidad social, sino que lo es superlativamente, ya que
de nuesttu lridu alude a la totatidad de ésta y sólo re- el Estado es el superlativo de lo social. Ahora bien,
ferida a ella revela su auténtico valor y significación. el Estado no se ocupa de Lrn asunto sino cuando éste
Lo que hacemos y lo que nos pasa no tiene más ter,- es sentido por la sociedad como una rigorosa nece-
lidad que lo que ello <importer en nuosma vida. Por sidad. Durante milenios aconteció que no había fi-
es'o, en vez de hablar de (cosas), que es una noción loscfía y, durante centurias, que habiéndola no se
nafuralista y buena sólo para uso provisorio en la fí- preocupó de ella el Estado. un buen día incoó su
sica, en humanidades debíamos hablar de u i-poftan- trato con la filosof ía. .. evitándola, persiguiéndola.
cias >r. Pues bien, aunque parezca mentira, no existe
Pero lle,qó otro y la filosofía se conviriiió en normal
un solo libro que se propon.ga relatarnos Ia historia instirución pública. Lo que Platón postul aba como
de la t<importancia> que la filosqfía ha tenido efecti-
vamente desde su iniciación hasta nuestros días. Me-
un paradójico ideal cuya realización le hubiera es-
pantado a él mismo, fue en cierta jornada un hecho.
nos aún : no conozco ninguna publicación que es-
Hasta qué punto se hallaba lejos de Platón Ia creen-
tudie temáticamente lo que la filosofía ha sido como
función social y corno hecho colectivo siquiera en cia en que la filosofía pudíen hacerse función estaral,
alguna é'poca. Sólo se encuentÍan aquí o alLá instan- lo revela el hecho de que en la Apología declare Só-
táneas miradas de soslayo al enotme asunto
1. crates ante sus jue ces gue, lef os de ser criminal la
Íaena en que se ocugaba de obl igar a las genres a fi-
¿Es tan extravagante, corno aL punto pudo parecer
aI lector, mi adverso diagnóstico de Ia historia de Ia losofar, debía su ocupación considerarse como un ofi-
filosofía según es practic ada? ¿ Se entiende, aL cabo, cio público y por ello debía comer a cuenra del Es-
con suficiente claridad por qué es irreal una historia tado en el Pritaneo. Y todo ello nos es referido como
1 Tal vez Ia única etap que ha sido contemplada con una extrema <ironía> e hilarante paradoja. ¿No me-
rece la pena de conrarse cómo y por qué acaeció su-
alguna mayor arención bajo este ángulo es el siglo xvlil f,ran-
cés, el tiempo de los pbilosoPbes. ceso tan estrarnbótico.

rc6 r07
JOSÉ ORTEGA Y GASSET ll)l;A.S l')AltA l,NA I tl.\ l'( )l(lA ¡ll: l.A Irll.().S()l;lA

Pcro la filosofía no es sólo realidad <oficial r coffIo la filosof fu t .


I)t'rt ) ¡rr ui lóqrr.s l)r('gLurras lrirl>rí¿r (lu(' l¡rr
institución, y realidad económica que existe en el cerse sobre los clt't'tos <lcl lutlago y l¿r rlcsitt(:rl( irirr. Nr¡
mercado como industria editorial, sino que además es cosa tan clara quc aquél sea bcncficioso y óst¿r de.
tiene otra forma de'realidad en la opinión pública. letérea.
flurante épocas larguísimas el filósofo ba gozado de He dicho que el primer aspecto bajo el cu¿rl sc
prestigio en la sociedad y el prestigio es una operación nos presenta la realidad <filosofían es lo que ticnc rie
social. He ahí otra dimensión Dara la historia de la hecho social. I{ace dos rnilenios y medio quc c's(' hc-
filosofía : la historia ondulante del prestigio y des- cho existe y espera su historiador. Encontrílr)ros atrí,
prestigio del filósofo. Pocas investisaciones pueden en Ia gran exterioridad que es lo público, la institu-
rer¡elarnos más secretos hondos cle la historia hum¿- ción filosófica, como encontramos la política, los
na como el intento de reconstruir la crlr'\¡a del desti- organismos sanitarios, el servicio de incendios, cl vcr-
no social que ha gozada y sufrido' el filósofo, la pre- dugo, los usos ceremoniales y la moda. Por lo visto,
cisión sobre el puesto que €n cada sociedad y en cacla la sociedad ha necesitado durante mucho tiempo que
é¡toca correr¡nndió al que filosof aba. en un tanto por ciento de sus miembros se inyectcn
Pero esto nos hace volver, como en rebote, de la ciertas opiniones filosóficas, ccmo desde hace casi un
filosof ía en cuanto realidad sccial a lo que la filosofía siglo necesita que sean vacunados.
es dentro del filósofo. Porque, como he indicado, no Pero lo que Ia filosofía tiene de fenómono social
€'s indiferente para el pafrel que sus ideas juegan en €s, claro está, lo más externo de su realidad, es corno
la propia vida del filósofo cuá[ sea la situación social su costÍa. La sociedad no es nunca original y creadora.
en que Se encuentra. Se piensa no sólo estando en Para que llegue a ocuparse de Ia filosofía como neL
una fecha determinada y en un preciso lugar, sino cesidad pública es rnenesrer que ésta exista prwia-
desde un puesto social-que unas veces es el centro mente hecha ya Fror algunos individuos.
de Ia sociedad, otras es arciba, otras es abajo y, en
ocasiones, es un piuesto fuera de ella : cárcel o des- r Hace tiempo anunci*L¿ rebelión de las rndsas: rPró-
tierro. Importa sobremarieta precisar Ia dosis de li- logo 1937-y rengo en parte redactado un es-
Fr.ra franceses)r,
tudio donde me ocupo de esre tema, si bien complicándolo
berrad que en cada rnomento ha gozado el filósofo. con otro más general : Discarso de la responsabilidad, inte-
¿ Qué efectos produce en Ia filosofía La faLta de li- lectaal. Tornaba en él como ejemplo e hilo conductor la
bertad ? Mas también hay que preguntarse lo inverso : evolución de la intelectualidad francesa por ser la que menos
discontinuidades ofrece desde el Renacimiento hasta el pre-
¿ grré efectos ha traído pafa la filosofía Ia sobra de sente. La siruación acn¡al de Francia me ha rerraído, por ahora,
libertad? Está por escribir todo un libro bajo el tí- de concluir este ensayo. [Vease el <Prólogo para francesesr dc
rulo : Sobre la responsabilidad, e inesponsabi.li¿a¿ de Ld rebelión de las mdsírr en esre C,olección.l

108 L09
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFIA

Gracias a ello'es social y gracias a ello cLlmple su


AUTENTICIDAD E INAUTENTI- misión colecti y&, que es i-ponerse a los individuos
CIDAD DE LA FILOSOFíA uelis nolis, con o sin La adhesión determinada de nin-
guno, en suma, rnecánicamente. Si una función social
I*poÍta ver claro el viaje de ida y vuelra que la dependiese en última instancia de individuos deter-
filosof ír-y no sólo ella-hace. El individuo ácrual minados, como éstos pueden fallar y de hecho fallan,
encuentra primero Ia filosofía en la sociedad, como se volatil ízaría. Pero Ia sociedad sostiene sus vigen-
uso público e institución, por ranro, fuera de todo cias-por ejemplo, la ocupación filosófica-con una
individuo deterni.inad.o. Con esro quiero decir gue, ceguera en parte benéfica, irracionalmente, como hace
aunque no existiese en el momento ningún auténtico con sus comp'ortamientos la naturaleza. De aquí que
filósofo y, por tanro, ninguna auréntica filosofía, ésta la necesiclad social de la filosofía y, consiguientemen-
seguiría siendo en aquel momenro una realidad so- te' su realidad como hecho social son una necesidad
cial : las cátedras exisrir ían, los librós de sedicente y una realidad inauténticas.
filosofía se vende rían, etc. Porque es cafacterístico de Pero hecha €sta somerísima aclanción de un pun-
toda vigencia social ( y esro son los \rsos, cosrumbres, to clifícil, volvamos a lo que llamé viaje de ida y vuel-
leyes, etc.) actuar y ser con independencia Ce todo t'a. de la filosofía. Dije que el individuo actual la en-
individuo deterrtinado. Téngase en cuenra que el cuentra primero fuera de todo individuo determina-
hecho social consiste en lo que hacernos simplemen- do : Ia encuentra en Ia impersonal sociedad. Pero la
te porque se hace. La presión impersonal de la colec- sociedacl no se ocuparía como ál de fil,osofía, no Ia
tividad en torno nuesrro nos fuerza--con Íuerza Íí- sostcn dría rnecánicarnentO si, a su yez, no la hubiese
sica o con moral coacción-a ejecutar ciertos actos. cncontrado ya hecha, fuera de ella, en ciertos indivi-
Entre lo que hacemos y el porqué lo hacemos no huy <iuos. Estos son los que la hicieron, la crearon. Y Ia
nexo racional. El profesor de filosofía no tiene a lo crearcln porque sintieror, cada cual por su cuenta, la
mejor nada de auténrico filósotto :-- enseña filosofía necesidad de ella. Esta necesidad de filosofar que sien-
para ganarse Ia vida o para sobres alir socialmenre. te el individuo creador es la auténtica y la original.
El estudiante la estudia porque no tiene más reme- En é1, no en La sociedad, está el origen de la filosofía
t.
dio. De_ aquí que la rcalidad social adquirida por algo y su auténtica o radical realidad
vigencia-n,o garantiza lo más mínimo la au-
tenticidad humana de eso que pretende ser; por ran-
1 En la naturaleza no hay .grados de realidad. Las cosas

to, rlo consiste de ninguna manera en su aurenticidad. o son o no son, sin lo humano
más. Pero es caraderístico de
poseer los grados más diversos de realidad. Todo lo que el
Lo cyal, dicho con simple inversión del enunciado, hcmbre hace puede ser más o menos auténtico, y por' tanto,
significa que toda realidad social es inaurénrica. más o menos real. Pero la realidad inauténtica de algo--ea

110 111
IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
JOSE ORTEGA Y GASSET

Esta contra danza permanente de los asuntos hu- capricho y fallas individuales. Veamos ahara un in-
rnanos que les hace ir y venir del individuo a la co- conveniente que en el caso de la filosofía es espe-
leaividad y viceversa, es condición general de nues- cialmente grave.
tro sef y cotno todo lo humano está lleno de incon-
venientes y ventaias. Acabo de apuntar Ia ventaia LA HISTORIA DE I.A FILOSO-
g€neral qLre trae consigo la sociali zacíón de algo hu- r.Ía coMo REGRESo
mano : al mecan izarce se hace inauténtico
ejemplo, Ia idea Se convierte en alugar., comúnD-;
- FOr Desde hace muchos siglos acaece que el individuo
pero gracias a ello, queda liberado de la arbitrariedad, antes de sentir él Ia necesidad de filosofar, encuenrra
Ia filosofía corno ocupación públicamente constirui-
la filosofía, s€o la <bondadr de una pefsona-no es simple-
mente irreal, Tiene su realidad ; precisamente es¿ peculiar b¡e está siempre en riesgo invcluntario de no ser sino (pse¡-
real,idad de loinauténtico. Expresando esta tesis formalmen- cio-sí misrnor. Sobre lo social ), el ejeicicio de funcioneJ ofi_
te, diremos: toda realidad humana Dosee una escala de t/i;t- ciales dirá: < Sin darnos cuenta deiamos que se ocupen al
dos d,eficientes frente a un modo plenerio que es su autentici' -azat de servicios públicos los que czr€c€n d; las virtudes- que
dad. Pero rodo ello integra la realidad tot¿rl de aquel hurnano son supuestos de esas ocupaciones.D Platón no emplea en
hacer. Pues bien, el hecho social cs, constitutrvamenre y nc úi{niq lugar la palabra <virrud> que yc introdu zco, pero está"r,*
lx)r caso, 1o humanc inauténcico y c'l :rodo deficicnrL--alr.nque laticnclc c{r todo ci trozo, porque la idea griega de ^uvirnrd,
ineludible-de ser hombre que hay en toda persona. Platón prccisarncnre (aurcnricidad,,,=., decir, (ca-
alude ya a esta diferencia entre autenticidad e inautcnticid¿'d -ar?é-.significa
pacidad efectiva> o simplemerrte <efectividaclr pan algo, se¡
en los modos humanos y, precisamente' refiriéndola a la fi- en plena realidad lo quc cs. Todo lo viviente ii"tt" sl areté,
losofía y al Estado (oficios púbticos). En la Re7tiblic*Yif, su uírtuci, a sabcr, su tnodo plenario de ser.
53t-dice: (El fracasc actual de la Filosofía y el menospre- Platón habla muy f¡ecuenremenre de lo que tiene ¡más
cio en qr-le ha caído provicne de que no se pone cuidado en s_er? y lo que riene (menos serD, por ejemplo. Rep.
5g6, 7_g,
la ocupación con ella. Porque no deben ocuparse de ella los 5 1 5 , 39 ( Didot). Nada riene que ver con esto el que
al
bastardos, sino los legítimos. ) Autenticidad e inautenticidad discutir en el Fedón con los que definen el alma como ar-
de la ocupación se denominan aquí < legitimidad > y < basiar- monía, lcs oponga que ias almas son unas más armoniosas
día>. Pocas líneas más abajo añade, refiriénCosc a les virtudr:s que otras, lo cual equivaldría a reconocer que cabe ser más
del hornbre y especialmente del gobernante, cs decir, ÍI le ocu- o menos alma, cosa imposible. Tarnpoco Áristóteles admite
pación u oficios públicos, que en todo ello uloy que cuidar que en la sustancia quepan grados del ser. claro esrá : las
extremadamente la distinción entre lo bastardo y lo legíti- sustancias tiencn para Aristóreles, como las ideas para platón,
moD. Cornprueba que Platón rcnía a la vista aquellos tlos mo- el ser máximo, y en él no cabe un más ni un ménos. per<¡ a
dos dc la rcalidad humana el que entie ambos pasajes habla ésrc llcga el pensarnicnto al través dc grudo; deficientes clel
de la <mentira involuntaria> en que log hombres caen, opo- ser) <ic coses que son más o menos. Aristóteles reconoce < el
niéndolaa la voluntaria y deliberada. Ahora bien, no puede más y el menos serD en las otras caregorías. No se olvide que
lo que llamo <inautenticidad> que definién-
aclararse mejor rrrra el misrno Aristóteles el $er de L sustancia no es cual-
dola como <mentira involuntaria>, psetulos al¿ttsion El hom- quiera, sino el (ser princip&l)r, xupfutq i)..

L1,2 rns'ronH.-9 LL3


IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOTíA
JOSE ORTEGA Y GASSET

da y mantenida, es decir, que somo$ solicitados p fa eso .y uolaet d, comefl,zü, o lo que es igual, px)r
ocuparnos de ella por razónes inauténticas-lo que r^epristinarla siruación en que la fiiosofía rá originó.
tiene de profesión (que alimenta a su hombrer, lo que Aqr ellos primeros filósofos que en absoluto la ñi.¡.-
tiene de prestigio u otros motivos más (Puros)' pe-r.o ron porque en absoluto no la había, qug en rigor,
que tampoco son auténticos, como ir a Ia filosofía llegaron a hacer un filosofía sino qo. meramen-
te la iniciarotr, son el aurénrico profesor de filosofía
Éot afición o pof curiosidad. Ia Pfuel1 de qTe
todos
éttot motivos son, aunque en grado diverso, inautén- ? que es preciso llegar perforando el cuerpo de todos
ticos, está en que tOdos suponen Ia filosof ía ya hecha. los profesores de filosofía subsecuenres.
El profesional aprende y cultiva esa que hay ya ahí, . Todo gran filósofo lo fue porque acemó a reprG
ducir en su persona, siquiéra apr,oximada*Jnr"
aI la gusta pofque Ia ve ya hecha y su
"fi.iottado
figura lograda lJ atÍae, dc: Esto es perniciosísimo aquella siruacióñ origin aria^en que fu filosofía
Por eso nos importa también mucho intimar con^".iá.
^.t corrernos el riesgo
porque de encontrarnos sumergi-
renovadores pensamiento filosófico que no
esos
io, una ocupación .,tyo íntimO Y radical sentido i.l
üendo ya origin arlo lograron reoriginarló. pero, -in-
pu-
no hemos tenidó tiempo ni ocasión de descubrir- Y,
en efedo, en casi todas las ocupaciones humanas acon- sisto una vez más : la historia de Ia filosofía en su
tece que por (estar ya ahí> los hombres suelen adop" modo habitual apenas nos sirve para facilitar esa
tarlas mecánicamenie y entregar su vida a ellas sin convivencia íntirna con el pensadoi antiguq porque
que iamás tomen contact6 verdadero con su radical al no reconstruir el drama in¿ivi¿ual de i" exiitenci"
realidad.
nó nos hace parenre el esencial especáculo de su filo
En cambio, el filósofo auténtico que filosofa por sofía originándose en aquélla.
íntirna necesidatl no parte hacia una filosofía Y? he- La historia de Ie filosofía es una discipl ina interna
cha, sino que se .t..r.tt tfa, desde luego, haciendo Ia de la filosofía y no un añadido a ella o curiosidacl
suya, hasta el punto de que es su síntoma más cierto
suplementaria. Dos razones lo susten tan. pri,mera:
,r.rtá rebotar de toda filoiofía que ya est^ ahí, negarla hacemos siempre nuestra filosofía dentro de tradicio
y retirarse a la terrible soledad de su propig filosofar. nes determinadas de pensarniento en las cuales nos
Esa consranre invitación a. Ia inautenticidad que Ia hallamos tan sumergidos que son para nosotros la
preexistencia social de las ocupaciones humanas no$ realidad misma, y no las réconocemos como parricu-
ditig., es uno de los componbntes trágicos del hom- lares tendencias o ensayos de la mente humana que
bre,- ,rn obstante su ningún aspectO melodramático' no son los ú!i.or posibles. Sólo esraremos en la ple-
De altí que sea preciso combinar el apleq{izaie y na posesión de estas tradiciones, que son ccmo nues-
absorción de la filosofía socialmente constituida Y re- tro subsuelo intelecmal, si las sabemos bien, en sus
comendada con un perenne esfuerzo por negar todo más decisivos secreros, poniendo al descubierto sus

rr4 115
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOT'íN
más ae\ridentesn supuestos. Segunda: lo que en la Íaena de deshac erla primero hasta su esrremccicla y
forzosidad inexorable de pensar dentro de una deter-
germinal níz en que aún es sólo puro menesrcr d¡
minada traüción hay de aprisionamiento, de impues-
ella, dolorida ausencia de ella. No h^y modo dc.
ta lirnitación, sólo puede en algún modo contrarres-
rehacer una filosofía y, en general, Ie filosofía, .si n()
tarse repristinando lo que la filosofía fue en su ori-
getr, cuando aún no existía t/n(l. tradición, o en los ha sido previamenre y a fondo desarticulada, com()
puntos decisivos de su ulterior historia en que la filo- no se conoce una máquina si no se la desarma ¡>ieza
sofía renace, inicia rumbos parcialmente nuevos y a pieza. cuanto más largo sea el pasado filosófico,
vuelve a reoriginarse. cuanto mayor sea la riqueza de nociones, métodos,
C,omo con toda ocppación humana acaece-he di' teorías que hayamos tesaurizado, más inexcusable es
cho-, estamos siempre en riesgo al filosofar de de- reconquistar la pobreza inicial, aquella radical mc-
dicarnos a ello mecánicamente, siguiendo en forma nesterosidad de filosofía que fue el hontanar de que
inercial los modos de pensar vigentes, aceptando, sin brotó su ulterior abund ancia.
más, el planteamiento usual de los problernas. Esto Este fiero regreso hacia su fuente original en quc
es funesto, no porque nos impida ser <originales>. Et se van desmenuzando, triturando todos "lo, sistemas
puio de <originalidadu, que consiste en buscar deli- para asistir de nuevo a su ejemplar nacimiento, es cn
beradamente diferenciarnos de los demás, €S una es- propia sustancia la historia de la filosofía.
túpida preocupación. El daño que aquel peligro sue- Pues no podemos auténticamente ocuparnos en fi-
le engendrar estriba en 9u€, al dar nosotros por bue- losofía si no sabemos qué es filosofía. La respnesra a
nos y aceptar a crédito los modos usuales de pensar esia pregunta se quiebra en dos : ¿ qué ha sido la fi-
y el planteamiento habirual de las cuestiones, ni si- losofía? ¿Qué tendría que ser? La historia de la fi-
quiera los posberemos de verdad. Para <adquirirlos> losofía se encarg3. de contestar a la primera parrc
efectivamente, es menester que los aniquilemos, que reiraciendo hacia atiás el largo itinerario de la evo-
rchagamos hacia auás el movimiento que sus inven- lución intelectual hasta el siglo vr anres de Jesucris-
tores hicieron hacia adelante cuando los creaton. Es- to. Allí se halla la jornada excopcional en 9ue, de
tos partieron de Ia nada filosófica-de la pura nece- pronto, algo que antes no existía en el universo vino
sidaá de filosofar-sin saber aún cómo ni con qué a ser : filosofía.
se podía hacer tal cosa. Una Yez más topamos con Por esta razón, es también excepcional la impor-
el ionseio de Goethe: alo que heredaste de tus an- tancía aneja a Ia historia de ese momenro. Pero, aun-
tepasados conquístalo pana poseerlo. >
que parezca increíble, no se ha estudiado nunca con
Pero conquistar eS, por lo pronto, deshacef. La
alguna energía qué es lo que enronces pasó, por qué
adquisición de Ia filosofía ya hecha nós impone la
entonces y en Grecia el hombre empezó a filosofar.
u,6
LT7
IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
JOSE ORTEGA Y GASSET
pronto lnrbcer pu€s parece no decir casi nada,-sería
Esta es, a, mi iuicio, Ia más grave e inconcebible la-
ésta de cará'cter cronológico : Ia filosofía es una ocu-
guna de [a historia de la filosofía, laguna que_ bas- pación a que el hombre occidental se sintió forzado
laúa pa:a desaut oúzarla en su eiercicio inveterado. desde el s,iglo vl anres de Jesucristo y que con ex-
traña continuidad sigue eiercitando hasta Ia fecha
acnral . Para que la filosofía nazca es preciso que la
LA FILOSOFÍA ES UNA TRADICIóN
existencia en forma de pura tradición se haya volati-
lizado, que el hombre haya dejado de creer <Bn la fe
Cuando antes afirmaba que el individuo filosofa de sus padres u. Entonces queda la persona suelta, con
siempre dentro y desde una determinada tradición
la raíz de su ser al aire, por tanto desarraigada, y no
de pensamiento, no expres aba lo último que es ple- tiene más remedio que buscar por su propio esfuerzo
ciso decir. Esto : rio sólo nuestra particular filosofía una nueva tierra firme dOnde hincarse para adquirir
surge en una particular tradición intelecrual-de un
de nuévo seguridad y cimiento. Donde esro no acae-
poJblo, de oni época, de una escuela-, sino_qu9-la
ce o en la medida en que no acaece, no hay filosof ía'.
lilosofía toda es sólo una inmensa tradición. Et filó- Esta no es una diversión ni un gusto, sino una de las
sofo propende a hacerse le ilusión de lo contrario reacciones a que obliga el hecho irremediable de que
porque, en efecto, Ia filosofía es el esencial intento
el hombre (creyente> cae un día en la duda. La filo
á. existir fuera de una tradici ón, esto €s, de no vivir sofía es un esfuerzo natatorio que hace para ver de
en forma de tradicionaliclad. ESta consiste en un pectt- flotar sobre el (mar de dudasu o, con otra imagen,
liar sonambulismo. El <traclicional> piensa, siente y el tratamiento a que el hombre sómete la tremebun-
quiere en los modos que desde tiempo < inmemorial >
da herida abierta en 1o más profundo de su persona
halla establecidos en su contorno humano sin ponef- por la fe aI marcharse. Como la pura <tradición> era
los en cuestión, sin sentir Ia menor duda resPecto a. un sustitnto de los instintos desvanecidos, la filosofía
su validez. El sistema de la tradición viene a ser' en es un sustitutó de Ia <tradición> rota. En el hombre
el hombre, un sucedáneo del sistema de los instintos no lr y más que sustiruciones y cada una de éstas con-
que como animal perdió. En la medida en que esta-
serva adherido a su espalda el cad áver de aquello que
mos sumetgidos dentro de una tradición vivimos sus
está llamada a sustituir. Por eso Ia filosofía parece ir
formas <initintivamefit€n. Esta es Ia vida del puro contra la <tradición> y contra la ufeu. Mas no h^y
(creyeote>, d. Ia ndical t fet .
tal. No es ella quien mató a ésta, sino, al contrario,
Pero Ia verdad es que la filosOfía no €s, a su vez,
sino Ia tradición de la in-tradición. Hasta el punto 1 En la Edad Media v^ habiendo
de que la definición más verídica de la filosofía puede filosofía conforme vL
atenuándose la
darse-y harto más rica en contenido de lo que al
fe.

,TL9
118
fl

JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOT'ÍN

porque éstas murieron o se debilitaron n,o tLrvo más trado una salida en el terrible e impasible acantilado :
remedio Ia filosofía que intentar, bien que mal, sus- €s, precisamente, una <vía> t. Por ello esta palabr:r
tiruirlas. Por una óptica ridícula, propiá a las cosas Kvíar-bodós, rnétodo-r-es lo que se repite más cn
humanas, el sucesor apafece como un suplantador, los primeros filósofos ( Parménides, Heráclito) . Lo
un enemigo y un asesino, cuando en rigor no hace cual irúica que la filosofía es también una fe, Con-
sino servir al que se fue, intentando prolongar su vir- siste en creer que el hombre posee una facultad-l¿r
*d y, para ello, ocupando su puesro iacío. q,raz6n)-que le permite descubrir la auténtica rea-
Ahora bien, La pérdida de la ufe> nó lleva forzo- lidad e instalarse en'ella.
samente a la filosofía. El hombre puede no hallar Esta fe inicia Ia peculiar tradición que es Ia filo-
modo de sostenerse sobre el mar de .ludas en que ha
caído y, en efecto, caeÍ hasta el fonclo. El fondo es r No comprendo cómo no se ha hecho notar nunca lo
la desesperación. Exisre toda una <culrura de la des- que el término aporí*cuestión-nos permite reconstruir dcl
1
esperación > constituicla p'cir lo que el hombre hace modo en que fueron vividos los primeros y clecisivos instan-
tes de la filosofía . Poros significa la salida que encontramos
cuando se queda en ella. [Jn ejemplo de esa cultura en un lugar tcrresre, fluvial o marítinro donde yarccía no
desesperada es la < literarura sapiencial >, que por caso haberla. De aquí SUs secundarias significaciones : camino, puen-
curioso y desazonador es la más antigua qile existe t€, trayecto. Pero en poros todo esro está matizado por su ne-
( asiria, egipcia, griega, hebrea). Nunca se ha e.scrito gación. No es un carnino cualqui era, sino el que súbitamentc
descubrimos cuando habíamos desesperado de hallarlo. Por
nada formal sobre ella y yo espero en breve tocar con cso poros significa también ( recursoD <expediente> y, crl
cierta abund ancia el virgíneo y pavoroso tema. consecuencia, solución. Si la siruación en que estábamos ar - r

Pero la filosofía, nacida de la desesoeración, no se tes al no ver saliCa ni descubrir camino se estab;iiza, nos
queda sin más en ella. La filosofía cree haber encon- sentiremos t<sin sillida>, <sin carninoD, y a esto corÍespondc
exactarncnrc el vocablo a-poría con que se denominó el pro-
blema, la cucstión, Ia dificultad, es decir, aquello que se pre-
I La desesperación está siempre cualificada pcr aquello senta a la mente obliterado, que no deja paso a nuestra com-
de que se desespera. Cuando la < fe> muere se producc una prensión. Dc poros, que decía con todo su dramatismo lo
cierta forma de descsperación que suele llevar a una u orra que es camino, a saber, el t¡ánsito que en una urgencia ne-
forma del conocimiento. Pero tambien hay una <desesp el:,- cesitaríamos, que no parece haberlo y de pronto descubrimos,
ción del conocirniento > que suele llevar a. una nueva épo* se fue al vocablo más tranquilo bodós, el camino que y'e
de fe. Cicerón expresa el estado en que i:l y sus afines ( los está ahí y podemos, sin más, recorrer, gu€ no ha sido cucs-
aAcadémicosr ) se hallaban, diciendo que esraban quasi des- tión o aporía. Mas, por lo mismo, no satisfizo a poco la ex-
perdta co gnitione 6sv¡i,.-p t f inibus, II, XIV. La exprcsión presión y hubo que intensifi carla metiendo de nuevo en esra
es sobremanera pa,radójica y acasc no va m¿rl verdda así : idea ineite de camino hecho el sentido dinámico de <ir más
Estamos poseídcs por la Ccsespcración de no poCer conocer. all|>, de avance en la rute y seguridad del avance. Entonces
La brecha que esta dcscspera.citin representaba abrió al cris- se empezó a decir rnétbodos, cuya mcjor traducción seria, en
tianismo la entrada en la hisroria. este casc, (progreso). En la palabra métbodos revive, pus, lo

r20 T2T
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

sofía
t, macla, pues, d. lucidez y ceguera. Dentro de templar la avenida de los sistenras filosóficos mirán-
ella estamos. Queda giempre en el hombre una úl- dolos desde fuera como un rurista los monumentos
tima dosis de sonarnbulismo, residuo del animal que urbanos. Ha menester verlos desde dentro y esro sólo
un tiempo fue. es posible si parte de la necesidad que los ha engen-
drado. Por eso busca sumergirse en el origen de la
I,A HISTORIA DE LA FILOSOFÍA filosofía a fin de volver desde alLi al presente desli-
COMO PROGRESO zándose por la intimidad afcana y subterránea víu
de Ia evolución filosófíca.
La historia de Ia filosofía es, pues, en su primer Cada sistema aparece así aclarado, necesitarLo F,or
rnovimiento un regreso del filósofo aI origen de su la siruación humana ,que lo inspiró, p€ro, zI mismo
tradición. Algo así como si Ia flecha, mientras vuela, tiempo, se descubre su precisa insuficiencia donde to-
sesgando el aire, quisiera volver un instante pafa mi- ma su punto de arranque el sistema sucesor. Este nuc-
taÍ el arco y el puño de que partió. Pero este regreso vo sistema no es sirnplemente otro que el anterior, sino
no es nostal gia ni ddseo de quedarse en aquella hora gue, en cierto modo, es también el anterior porque lo
inicial Al retrocéder el filósofo lo hace, desde luego, conserva en la forma, cuando menos, de contat cOn é1,
animado por el propósito de tornar aI presente, a, ét tenerlo a la vista y evitar sus insuficiencias, sus erro-
mismo, a su propio y actualísimo pensamiento. Mas res. De esta manera camina \a filosofía tiempo ade-
sabe de antemano que todo el pasado de la filoscfía lante, en dirección al .presente, acumulando el pasado
gravita sobre su personal ideación, meior dicho, que e integrándolo con cada innovación. La historia se re-
lo lleva dentro en forma invisible, como se llevan las vela a sí misma como progreso y no mero cambio o
1.
entrañas. De aquí que no puede contentatse con con- sucesiófi
Ya üjimos que hasta el siglo xvIII inclusive la
esenciat del antiguo sentido de poros. Poros es (por-taD y historia de la filosofía no es la historia del pensa-
(pcf-tus)) en el sentido este de (monte, puerta O vado>.- miento en progresión. El pasado se presenta como el
V. Meillet : Linguistiqae, I, 24. En la Odisea, XII, v. 259, almacén de los errores. frente a los cuales la filosofía
Ulises habia de todo lo que ha sufrido <buscando los pasos
del rnzf )- r,ópou; á).iq 3?e peeír,,r'r. Creo que un helenista más
fuerte que yo sacaría a este gui jarro léxico algunas chis- 1 La acumul ación en que consiste el progreso de lL fi-
pas más.
^ losofía es de forma diferente a la que tiene lugar en el
1 Sobre todo esto vease mi estudio Apuntes sobre etr progreso de las giencias paniculare$. En física sabemos hoy
pensamisn¡s-5r¿ teurgia )t s% dem.iurgiA-, I, en el primer má¡ cosrts que hace dicz siglos : La acumulación tiene un as-
l raderno de la revista Logos que publica la Facultad de Filo- p€do, cuando menos, aumentativo. En filosofía sabemos las
sofía y Letras de Buenos Aires. [Vease tomo V de Obras mismas cosas hoy que ayef, pero las sabemos con un saber
Cornpletas.) de más quilates : la acumul ación es intususcepción.
L22 r2i
IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
JOSE ORTEGA Y GASSET

vigente entonces se le\¡anta y contrapone como Ia medio que moüficarse Wra contar con éI. Es, pu6,
verdad. Esta verdad no ha sido preformada e inctr- constitutivo de todo presente filosófico ver caminar
bada en el pensamiento anterior, sino que es algo hacia é1, en progreso hacia é1, todo el pretérito de Ia
radicalmente nuevo, sin gestación antecedente. Es lo filosof ía' .
contrario del errar, La suyale apfece como la integraciín de las demás
En este mismo siglo-cori Turgot, Condorcet, Fer-
y las demás corno avances y contribuciones a la suya-
Este progreso no es hipritético ni es proyectado cons-
gusorr-se inicia la concepción de la historia como
progreso; mas, por lo mismo que se inicia, no tructivamente por una reflexión a¿l hoc, sino que es
llega aún durante él a constiruirse en lo que es su vivido con evidencia por el filósofo en contacto con
los hechos del pasado intelectual, si previamente ha
verdadero significado-en r<sentido históricoD.
sabido entenderlos según la^s normas que antes he
Se tiene la idea,. aLrn hoy dominante, de que sólo
sugerido. Es éste, claro está, un progreso relativo a
cabe hablar de progreso en Ia historia si podemos
nuestra filosofía, pero €s, en cuanto progreso, eviden-
medir el movimiento del pasado en función de un
a sistema de referencia> absoluto. Así en La historia
t€, incuestionable, y yo no veo entonces qué le falte
de la filosofía sólo cabría. hablar de efectivo y demos- para ser, en absoluto, progreso.'Sin embar Bo, no in-
trable progreso si huy una filosofía definitiva cvya gó- terviene en este fenómeno de e\¡idente progresión
nesis aparece en el pasado. Sólo en la medida en que el que supongamos o no a nuestra filosofía un valor
los pensadores antiguos hayan iclo poco a poco des- definitivo. Este valor definitivo no añadiría nada al
cubriendo los elementos que integran esa filosofía carácter de progreso que La evolución filosófica pre
definitiva pueden ser considerados como pasos que senta: lo único que aítadiría fuera dotar de un ca-
avanzan hacía una meta y, por tanto, en progreso. táaer absoluto a esa evolución y, por tanto, a su cua-
En efecto, esto sería un progreso absoluto gue, re- lidad progrediente.
obrando sobre el pasado daría un valor de absolutos
aciertos-de no errores*a las filosofías anteceden- I Si de hecho no era visto así hasta hace siglo y medio
tes. Pero el progreso no necesita ser absoluto para se debió a que no se veía el pretérito como pretérito, sino
ser a absolutamenteD, es decir, efectivamente pro- como una serie de filosofías <actualesn distintas de la ver-
dadera y, en consecuencia, radicalmente erróneas. Pero es
greso.
curioso que aun en esas épocas ciegas Vara la perspectiva
Cuando el filósofo viene de rerorno hacia su pro- histórica, La conciencia de la colaboración del pasado en el
pia filosofía desde los orígenes del pensamiento filo- presente, yt por tanto, del progreso tomaba aspecos muy curio-
sófico, descubre que todos los sistemas del pasado sos. Así, lo que desde fines del siglo xvlr se llamó <eclecticis.
moD no et, , sino La forma no-histórica de aceptar el pasado
siguen viviendo dentro del suyo; de suefte gue si al- y reconocer sus acienos.
guno quedase fuera, su filcsofía no tendría más re-

r24
I2'
JOSÉ ORTEGA Y GA.SSET IDEAS PARA UNA HISTORIA PE LA FILOSOFIA

cos. Precisamente las que nos son más' próximas-los


PENSAMIENTO Y (PROGRESO HACIA fenómenos naturales-consisten en realidades que
sÍ msMO> EN ARISTóTELES son cambios, mutaciones, rnovimientos. Se trata, Pu6,
de concebir el ser cuando es un cambiar y un moverse.
En el Tra.tad,o del Aln¿a de Aristóteles h^y un pe- El cambio o amovimiento> se nos ptesenta, por lo
saie de soberana agudeza que no ha beneficiado aitn, pronto, como tránsito o paso de ser Ia cosa algo de
t,
según pienso de un comentario condigrlo. terminado a ser otro algo determinado : la cosa que
La filosofía de Aristóteles es un ataque a fondo aL es blanca pasa a ser negra. Lo blanco y lo negro son
problema que hasta entonces se había resistido te- ser quietq pero el paso de lo uno a lo otro no es ser
nazmente a todos los ensayos de solución emprendi- ya blanco ni ser a:ún negro; es un (ser en marchar
dos por los pensadores de Grecia: el problema del de la blancu ra a. Ia negrur at. Pero el ser, que en tan-
smovimiento>, en el sentido rhás general, esto €s, to que set se halla en marcha, está en cada instante
del cambio o mutación. La idea preuia y, por lo mis- dejando de ser lo que era, y pronto a ser lo que no era,
ffio, la radical que los griegos tienen del ser consiste a saber, lo otro. Si la cosa que es ahora, efectivamen-
en suponerlo como una imperturbable quietud. Ser t€, actualrrente blanca no fuera más que blanca Y
es para ellos identidad de una cosa consigo misma, en ningún sentido fuera negÍa, no podría pasar a ser
rser lo que €sr desde siempre y para siempre, abso- negÍa, no podría cambiar a negra. Para ello tendría
luto reposo ontológico. En suma, tienen del Ser una que aniquilarse totalmente y entOnces no podría ha-
idea primorüalmente estática. No entremos ahora a blarse de que cambiaba de color, sino que a Ia cosa
averiguar de dónde vino a los helenos esta propen- blanca sucedería-si cupiese entonces hablar de su-
sión y este como instinto hacia la inmovilidad del cesión-la cosa negra., una cosa completamente nue-
ser. La historia de la filosofía podía haberse tomado y?, sin relación alguna con la blanca anterior. Ha
el trabaio de esclarecérnoslo un poco. Pero ello es bría un ente y otro ente, pero no habría entre ambos
que la realidad no se compone sólo de entes quietos, movimiento de uno aI otro. Mas si suponemos que
de cosas yaralíticas como los puros cuerpos geométri- la cosa ahora efectiva o acfualmente blanca €S, tam-
bién ahora y además, negra en potencia, se ofrece
I No puedo asegurado. Ha de representarse el lector una vislumbre Wra concebir el cambio.
que escribo sin biblioteca que poder consultar. Manejo el
texto de Aristóteles y Sl tomo del viejo Zeller, que no roza 1 La expresión (ser en marcha> que uso no es arbitra-
siquiera el asunto. Nada más. C,onviene que el lector futuro tia. Aristóteles mismo tropieza frecuentemente con ella y en
tenga en cuenta las condiciones materiales y morales en que diversas formas. Así Física, Vf, 5, 2r7 b. 7-alo en poten-
esc¡ibimos durante estos años los que aún seguimos en serio cia camina ( BaDíCet) a Ia entelequia>. De caelo, IV, 3, 3Il a
escribiendo. 14-<lo en potencia va (íóv) 7 la entelequiar.

L26 r27
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DIT I,A I;II-o.SoI'i¡T

Este no consistiría en que lo blanco se vuelve ne- ver, pero hemos de acepta rLa.v, Física, lll , 20 I lr'
gro, relación ininteligible, sino en que la negrura que 33 y sgs.
la cosa blanca tenía en forma de mera posibilidad C,o; esta definición Aristóteles se tranquiliza rcs-
suya, quedaría como libertada para ser efeaivamen- pecto a Ia ontolo 8ía del cambio. Pero su sutilc'¿a lc
re. El cambio consistiría en el paso de lo que algo lxige hacer constar que huy de este dOs grandes espG
es en potencia a ser en efecto, plena o perfecramente cies- y con ello revela cómo, bajo el aspecto dc for-
( entelequia) , a ser en ( acto )) u operación ( enér geia) . malismo dialéctico que adopiia su pensamiento, rnan-
El ser potencial, mientras lo es estrictarnente, no tiene siempre alerta en sí misrno Ia inruición in-
tiene efeaividad o acnralidad ninguna : es lo contra- mediata de tos fenómenos según estos se presenta.n
rio del ser efectivo o acrual-Metaph,, 1048 b. El cambio de Ser algO blanco a ser negro emPrsza
34-7-, p€rrnanece latente como una realidad conte- en la cosa blanca y termin,a cuando se ha vuelto nc-
nida, que en ningún sentido se manifiesta. Pero ima- gfa. Todo cambio, aI ser paso y tránsito, tiene un
'íérmino
gínese que el poder ser negra. la cosa blanca se mani- del que viene y otro término aI que va- EI
2
fiesta, que ese podn entra en efectividad como tal vocablo <término ¡¡_.¡éga=- dice muy bien que
poder, Con esto no tenemos aún. Ia cosa negra, el cuando a él se llega, el cambiO ha acabado. Ahora
actual ser negro, pero tenemos la cosa ef ectiuarnen- bien, en el ejemplo anterior el término es <tsef ne-
te ennegreciéndose. El ennegrecerse no es aún ser gro ) y set negro es realidad distinta del ennegrecer-
negro-e$ el paso aI ser negro y es el cambio mis- le. Entre el cámbio mismo y su término huY, PU6,
rno. La realidad < cambio, se nos presenta, pues, radical diferencia, o lo que es igual, el término está
como un extraño modo de ser que reúne los dos fuera, es distinto del cambio mismo. Los otros eiem-
canacteres opuestos de pcitencia y efeaividad : es plos que tiae Aristóteles son del mismo tipo i no es
la potencia acnrando o en actualidad. Orras veces io *ñrno adelgazar que haber adelgazado ( - estar
dirá Aristóteles que el movimiento es el acto im- ya delgado), aprender y haber aprendido, sansr y ha-
perfecte,-cite).i¡c-De anirna, 4L7 a. 1,6-, es decir, her sanado.
una realidad que comienza a ser con pleno ser, pero Pero he aquí otÍa. realidad : el hombre pensando,
no concluye de serlo. ateorizando)), ffi€ditando. Pensar es un cambio en el
Cuando ha pensado esto, Aristóteles sb pasa la
rnano por la frente sudorosa, suspira fatigado y nos
I Véase la completa claridacl que sobre su comfrorta-
miento intelectual tenía Aristóteles en De generatione,. l, 2,
dice: <Es de verdad difícil hacerse cargo de lo que 316, a. 5.
es el movimiento. > Pero toda otra solución fracaia. 2 En Metaph., 1048 b. 18-que es el lugar decisivo'-,
c Sólo nos queda esta manera de ccncebirlo como la se opone xégo.c a té)'oq y hay que resolver cuál de log dO¡
peculiar acrualidad que he dicho. Es cosa difícil de oo.uÉlos traduciremos por rtérminor y cuál por <finr.

I28 ErsroRIA.-10 r29


JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOF'IA

hombre. De ser el qu€ no piensa en A Pasa a ser el biar rnismo y en que, por ranro, ésre, al llegar a su
que piensa en A. Ese pasaf €s, precrsamentg tr)ensar. término o terrninar, acaba y cornienza el nuevo ser
ttat* a pensar A es estor ya pensando A y seguir estático y Ia nue\ra acn¡alidad o ser perfecto, los lla-
Irnsando ta misrna A mientras dura ese Pensa-r. De ma Aristóteles amovimientos> sensu sffictot. A esta
ótto lado, por <<nO pensar en Au el hombre, ha de clase pertenecen los ejernplos antes citados. Mas el
entenCerse <oo pensar aÍualmente AD, PCfo estaf cambio o movimiento que es término o fin de sí mis-
siempre en lntencia de ello. Como todo movimiento, flo, que aun siendo marcha o tránsiro y pasq no
¡rensár es liberación de la po,tencia en cuanto
tal. Pero marcha sino por march ar y no par a llegar a orra cosa,
áquí el cambiO no es distinto de su término, como lo ni transita sino por rransitar, ni pasa más que por
es ennegrecerse de ser negro. En el cambio que es su propio pasar, es precisamenre lo que Aristóteles
1Énsar, él término, aquello a gue se YL,
está ya 9l *l llama acto'-enérgei*, que es el ser en la plenitud
2.
iambio, el término es inmanente aI cambio o, dicho de su sentid o
en otÍa forma, el cambio no se produce en beneficio Con lo cual vemos que Aristóteles trasciende la
de un ser otfo que é1, sinO del propio cambio. Inten- idea estática del ser, ya que no el movimiento sensn
tem6 expres atlo en otra forrna : todo movimiento stricto, sino el ser mismo que parecía quiero se re\rela
es un hactr o hacerse aLgo, a saber, su término. En como consistiendo en una acción y, por tanto, en un
el constfuir sB construye Ia obra. Construir es el ha- movimiento sui gemeris,
cer, Obra es lo hecho y cuando aquel llega a la obn, El esfuerzo que para un griego supon ía concebir el
concluye, quedando ésta. Pero imagínese que Ia obra ser como pura movilidad es exrremo y nos impresio
a que aspiramos consiste precisamente en un hacer, na advertir que Aristóteles, al llegar a esta cima cle
como cuando lo que nos proponemos no es ir a un su propio pensamiente jadea fatigado y vacila. Ya
sitio, sino pasear. En el pensar huy, como en todo al definir el <cambio a lo orro> o movimiento sst s%
cambio, tráhsito y ptro, pero en éste se da Ia cond.i- stricto, le hemos visto llevarse las mano6 a la ca-
ción pandíjica de que el pensar no bs pasaf a otra 1 Metupbysica-Libro
co6a sino que, al contfario, eS un incremento, maÍ- 2 El movimiento comoIX, 1,049, b. 31..
término y finalidad. Maapb., l0t0
cha, avance o (progreso hacia sí miSmo¡-giq cütó L. 17. Et hacer como la <obra> a que el movimiento va Ib., 2l-
Idp f¡ éniDootq, 1. 22. Nuestro vocablo <fin> tiene el doble sentido de ser aque-
Los cambios cuyo término está más allá del cam- llo a que el ¡novimiento dende y la conclusión de éste ona
Yez, que la ha alcanzado. Se suele traducir con él el vocablo
I Este es el pasaie anunciado. Existe una variante que aristotélico telos y ello vale para los movimientos serrs* st¡ic-
diría <hacia sí mismo> . La diferencia textual no tiene im- ,o en que el término a que se tiende es a la vez conclusión.
¡nrtancia, porque u.na y otra lección llevan a idéntico fe' Pero en los (actosD es preciso distinguir entre término y cog-
sultado. dusión. Diremos, pues, que tienen telos rnas no répaq,.

L30 L3r
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

lrrza como quien siente vértigo. Ahora le sorPrende- dremos que aquel moverse al pensar no es sino un
mos lleno de inquietudes, que procura dejar a un constante renovarse del mismo movimiento. Pata ma-
l¿do sin afrontarlas. Todo el pánafo del Tr¿Jado del yor claridad representémonos que (pensar en Ar F
Almn, a que la cíta ahora comentada pertenece, tiem- descompone en una serie contir¡ua de <actosr en que
t.
bla de indecisión <No es acertado llamar cambio- se piensa A. En esta serie el asegundo> acto reacrua-
altención-a La meditación o habría taI vrz que dis- liza el primero, gü€, por lo rnismo, s€ había conver-
tinguir dos géneros de carnbio. o En efecto, el pensar tido en potencia del segundo y así sucesiv¿unenre.
es un movimiento que €s, a La ve4 aquello hacia que Nótese que lo que en este fenómeno sorprende a
se mueve, uD rnovimiento que desde luego está ya Aristóteles es que el paso de la potencia inicial al
en su término y, sin embargo, o por lo mismo, oo acto de tr>ensar no implica destrucción de la potencia,
acaba como se acaba de adelgazur cuando se llega a sino qtJe €s, rnás bien, fina constrr)ación de lo qile es
estar delgado. El pensar, pues, es un proceso que (tet-
minar pero que no acaba, sino que renace siempre de ry potencia pu lo qae es e/, perfección (enteleqa;d),
de nzodo qae poten,cia 1t acto se dsirniJant.
sí rnismo. El modo de ser propio del fenórneno (perisarD
Si hubiera Aristóteles insisddo más en la cuestión
que descubre y le azoÍ\ se le habría impuesto esta
inmediata consecuencia: que el carnbiar o moverse
1 De Anima, 417, b. 3. El úozo es de traducción pro-
blemádca, porque el pensamiento nismo de Aristóteles ti-
tipo (pensamiento>, aI ser por éI contrapuesto aI tubea ante su genial paradoja. Nótese que de los movimienros
¡cambio a lo otro) (alteración, traslación, etc.), esto corpóreos el que más cerca" está del tipo (pensamientor, según
es, a lo que él llama sensil stricto movimiento, re- lo acabo de interpretar, es el movimiento cirorlar de los cie-
clama una definición también opuesta a la de éste, los. Un estudio más completo de todo este tema nos llevaría
Y si ha dicho que el <movimiento> es Ia potencia en al véniginoso problema de precisar cómo podemos concebir
el rá6-,to puroD que es Dios. Pero, a mi juicio, lo preliminar
cuanto actualidad, el pensar sería el acto convirtién- Fnra hacer frente a tan tremendo enigma es hacerse bien cargo
dose en potencia de sí mismo , la actualidad en cuanto del papet que en el (actor cismundano juega la cpotenciar.
potencia. Me explicafé. Esto es lo que en estas páginas y bien que a la cztrera rne hc
propuesto. Et texto Msico wr¿. mi tesis es 417, b. 3, y^ cita-
Si pensar es moverse no hacia otra cosa sino hacia do: allí se dice, conste, que en esre tipo de movimieotos ¡l¿
lo mismo y, por ello, es alcanzar desde luego el tér- entelequia salua o conserad,-ollr1iPía-.la ¡ntenciar. ¿ Puede
mino a que se va por ser éste el pensar mismo, ten- esto querer decir otra cosa sino que el acto es lrctencia de sí
mismo? El último esclarecimiento de la cuestión exigiría des-
r Este párnfo del De Anima tiene que ser conjugado con arollada desde la idea de tiempo. La relación de (anres y des.
el capítulo VI del libro IX de la Metaphysica, ctrya porción puésr entre potencia y acro es una de las que más preos1¡.
más importante, 1048 b. 18 hasta L049 34, no era con(> paron a Aristóteles. Pero e$to supondría demasiado largas cori,
cida en tiempo de Santo Tomás. ^. sideraciones.

r32 133
IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOT'Í¡.
JOSE ORTEGA Y GASSET

consist iría, pues, en un continuo recom enzar del mo- acto lo que en él efa antes potencia y va reabsot-
vimiento, fundado en que el movimiento llega desde biendo en potbncia lo que de él fue antes acto.
luego a su término porque su término es la potencia In rnismo entrevemos si tomamos la potencia y
misma una vez liberada. Potencia 9t", sin Tát, se el acto por otro de sus atributos. Ia, potencia es el
efecnia, renace siempre corno porencla que rettera su poder ser o no ser, el poder ser estO o lo ottHS,
amnlización Por eso el género de movimiento que en consecuencia, ser indeterminado. La eliminación
eS el actb-enérgeia-no acaba una vez que alcanza de uno cie los contrarios trae consigo Ia última de-
su término, porque su término ari ,que/71 eS el mismo terminación de Ia potencia, que por eso se convierte
que su términ o a. quo y aL llegar aquél a su perfec- en ser perfecto, efectivo o actual.
.ión en éste pervive com,o potencia que reclarna nue- El movimiento (pensarD es Ia determinación de
va acnral ización. sí mismo y esto le da el carácter de (progreso bacia
Se comprende muy bien que Aristóteles temblase sí mismor. En el silogismo asistimos a este Proceso
aL presentarse ante su innrición un modo de ser tan que es Ia determinación progresiva del pensar.
desesperadamente difícil de concebir. Y si contemplamos el proceso del pensar filosófico
Veamos toscamente el fenómeno en un eiemplo desde los griegos a nósotros como un inmenso pen-
de peflsamiento: el silogismo. Es este un movimien- samiento unitario, se nos presenta corno un proceso
to intelecrual. En él se cumplen diversos (actosD de de determinación en que el pasado se conserva e in-
pensar, pefo estos ( actos D que integran el silOgisrno tegra; esto eS, como un progreso del pensar hacía
t.
iott inseparables y pertenecen a un Pensamiento uni- sí mismo
tario. Al pensar la premisa inicial ya estamos en la
unidad total <silogismo>r, porque la pensamos como 1 No desperdiciemos la ocasión de hacer notar La, enorrne
premisa. En este primer acto se anticipa todo el silo imponancia del descubrimiento que hace Aristóteles al inten-
git-o, pefo no SuS partes Como tales. Estas, la se- tat concebir el movimiento que es el pensar. Le pareció que
veía el ser por dentro. El ser de las demás cosas puede pare-
gunda fremisa y la conclusión, están bn la primera cer estático. I¡s mismos cambios y movimientos de los cuer-
contenidas potencialmente. El segundo y tercer (,ac- pos parecen terminar en ser estabili zado. Pero en la realidad
toD de pensar son, pues, la acn¡alizaciín de ese con- pensar, (ser)) no es algo estático, oo es figura quieta, sino que
es un hacerse el ser a sí mismo, un incesante engendrarse ;
tenido potencial, pero el segundo, a la Yez, reabsor- en suma, que el vocablo (serD adquiere el valor de verbo ac-
be de nuevo en potencialidad aL primero, puesto que tivo, de ejecución, de ejercicio. A la concepción estática de
se refiere a él y lo conserva al supónerlo. El tercer los puros griegos este hombre nacido en el borde de la H;éW
racto> se comporta lo mismo con los dos que le Pre- de sustiruye una concepción dinámi ca- Ya no cabe poner cotno
ejemplo det ser una fr,gara geomét iica que es puro aspecto
ceden. De esta manera el pensar Ya convirtiendo en

134 r35
JOSÉ ORTEGA Y GASSET IDEAS PAITA UNA I ITS'I'OITIA DE LA trII-OSOT;IA

o espectáculo, sino que (serD va a significar el esforzado sos-


tc{rerse de algo en la existencia. ( Ios otros ejemplos de acro
que junto aL pensar aduce Aristóteles son ver, ser feliz, atÍrat, LA HISTOITIA QUE STERMINAD
vivir. Son también movimientos que tienen su <terminaciónr Y NO ACABA
en sí mismos. Todos pertenecen al orden humano y son gvi-
siones desde dentro>. El lectcr no debe desanimarse si no en-
Hegel y C,o,mte t foeron los primeros on salvar el
tiende en la primeta lectura este comenrario al rexro aristoté-
lico. En resumidas cuentas, lo que en él intento es esro : es lo pasado que los siglos antoriores habían estigm atizado
tradicional y lo obvio entender la noción de ( ser potenciab, con el carácter de puro error, de modo que el pa-
mirándola desde el (ser en acro o plenor. Yo prelendo que sado no tenía derecho a haber sido. Ambos consrru-
lo mejor del concepto de ((actoD se escapa si no sé le ve deide yen la historia como evolución en que cada época
la noción de potencia y no se advierte que en la (acruaciónr
interviene como tal la potencia. Es de sobra extraño que siendo es un paso insustiruible hacia una meta y gu€, por
la filosofía de Arisróteles como adinamismo¡
frecuente c¿lificar tanto, tiene un absoluto sentido y su plena verdad.
no se haya extraído de ello la más próxima consecu encia<, La peñpectiva histórica se invierte y ahora consiste
saber, que lo decisivo en su idea de lo real es la dynamis, la en la historia del constante acierto: el error no exis-
potencialidad, y oo, como a primera vista parece, la simple racl
rualidadr vista desde fuera, sin poner al descubierto ius im-
plicaciones.) es precisamente el moverse mismo del pensar, tiene que em-
Sobre la noción del ser estático triunfa La noción del ser pr:zat de nuevo, en giro infinito sobre sí mismo, en una in-
enérgico. cesante actt¿alización de la posibilidad-que es lo que llama-
Sin embargo, esramos en el confín hasta donde puede es- mos realidad. Esto será la rnónada de leibniz, €l (yo tras-
tirarse la mente gúega en esre orden. La intuicióñ del ser cendental> de Kant, el cGeist> de Hegel, la rvoluntadr de
enérgico aparece y desaparece con curioso ritmo ante los Schopenhauer, el <élan vital> de Bergson.
ojos de Aristóteles. No puede instalarse en eila y mcnos wr- La rltmica evasión y recaída de Aristóteles en el ser está-
tir de ella para engendrar todo su sistema. tico se documenta en la dualidad de términos con que deno-
Los movimientos ssnsil stri,cto*¿,lteración, cambio cuanti- mina el pleno ser-en ergía y entelequia. Entelequia es el ser
tadvo, traslación-son finitos porque concluyen cuando lle- como érmino quieto, estadizo, del movimiento que lo ha
gan v su término. En ellos el término €s, la vez, conclu- producido: telos es la meta. Energía, €f, cambio, €s el movi-
^ continuo y,
sión. Pero el acto, enérgeia, €s... el movimiento miento que aI tetminar en sí mismo no tiene más remedio
en este sentido, infinito. ( Recuérdese lo que he dicho sobre el que recomeizaÍ. El que viaja por via jar, aI llegar a la hostería
movimiento celeste como fenómeno intermedio enrre el mo- tiene ya que irse, y esto es vivir y ser. En la entelequia per-
vimiento sensl¿ stricto y eI acto. Esta idea del ser como (mo-. dura dentro de Aristóteles la noción visual del ser-el ser
vimiento continuo> es Ia que haú siempre del aristotelismo corno aspecto, frgwa y espectáarlo-que recibió de Platón. En
lo cont lario de nues tra f ísica. Como Einstein me dec ía cambio, la energía serl la noción moderna por excelencia. sEn
una vez,
rla física es aquel modo de concebir los fenómenos en que el principio fue el actoD-dirá Goethe. Y Fichte: rel ser es
pura ragilidadr.
evitamos el movimiento continuoD.) Si llamÍrmos <terminar>-al- I Por supue$to, quedan siempre Turgot y C.ondorcet co-
@o?ar un movimiento su término, el pensar y, en general , la
mo los primeros que errrreaén algo así como progreso en lL
enérgeia ha rerminado desde luego i p€ro, como esre iu término
rhistoriar.

136 r37
JOSE ORTEGA Y GASSET IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFIA

te. Esto se debe a que Hegel y Comte ordenan el prG el siglo xvIII. Para el absolutismo de aquellos hom-
ceso evolutivo del pasado humano en vista de un bres el pasado eÍa un error porque ellos poseían la
términ o absoluto que es su propia filosofía con filosoiía verdad definitiva. El error pretérito se convertía en
definitiva. Pero esto es congelar Ia historia, detener- absoluto etror aI chocar con Ia absoluta verdad. Mas
la, como Josué parece que hízo con el sol. quien piensa que lo que se llarna verdad implica
Considerar definitiva uná, filosofía es separarla del siempre, más o menos, error-que es el error a que
proceso histórico, colocarla fuera del tiempo. Y ésta cada épca tiene derecho y a que está obligadr-, no
fue Ia limitación de Ia forma primera que adoptó cree haber descalificado el pretérito al decir que la
el (sentido históricoD. Consigue descubrir un sentido historia es Ia hisroria de los errores. Estos errores del
en lo pasado a costa de referirlo a algo ultrahistóri- pasado fueron errores necesariosD-necesarios en
t<

co, a un uplérorn?.>r o aplenitud de los tiemposr en varios sentidos, mas sobre todo porque offo$ tiempos
que por lo mismo que estos son plenos dejan de ser necesitaron cometerlos Wra que el nuestro pudiera
ya tiempos y se quedan para siempre inmóviles, pa- evitarlñ t.
nlíticos-por eso digo congelados. El tiempo de hoy reclama los tiempos anteriores y
Toda evolución pensada en vista de un término ab- por eso una filosofía es la verdad era, no cuando es
soluto y dado es narLrralismo : es embriología, botá- definitiva-cosa inimaginable-, sino cuando lleva
nica, zoología. Porque se sabe de antemano lo que en sí, como vísceras, las pretéritas y descubre en estas
es el organismo en su pleno desarrollo, se pueden el rprogreso hacia ella misma>. La filosofía es así
ordenar todas sus fOrmas antecedentes como estadios historia de la filosofía y vice\¡ersa.
que llevan a esa plenitud. De este modo reconocomos en la filosofía el rasgo
Pero nuestta óptica es muy diferente de la de He- fundamental que tiene de humana ocupación: ser
gel y Cornte. No pensamos, no necesitamos pensar utopía. Todo lo que el hombre hace es utópico y no
que nuestra filosofía sea Ia definitíva, sino que la su- tiene sentido exigir su ra,lízación plena-como no
mergimos como cualquiera otra en el flujo histórico tiene sentido cuando se camina hacia el Norte obs-
de lo corruptible. Esto significa que \rernos toda filo- tinarse en llegar al absoluto Norte, gu€, claro está,
sofía como constirutivamente un error-la nue$ra no existe.
como las demás. Pero aun siendo un ertor es todo lo He aquí cómo se construye la historia de Ia filoso
que tiene que ser, porque es el modo de pensar autén- 1 Vease Historia con o sistem¿. No es posible aquí llevar
tico de cada época y de cada hombre filósofo. Ia a ruficiente claridad el grave tema, porque exigiría desarrollar
perspectiva histórica cambia una vez más. Volvemos c la teoría de La verdad> que hoy nos descubre en ests cosa

a ver el pasado como historia de los errores, mas con bien distinta de lo que solía pensarse. Paralelamente queda
signo harto diferente de lo que esto significó hasta modificada la idea del (errorD.

138 L39
JOSE ORTEGA Y GASSET

Íía en vista de un térrning-¡¡restia filosofía--{ue no


es definitivq sino tan histórico y corruptible coslo
cualquieta de sus hechos hermanos en el pasado. trfues-
tta filosofía se convierte automáticamente en eslabón
de la cadena báquica scuyos miembros están rcdos
ebriosr,-decía Hegel-y tiende la mano aI eslabón
funrrq lo anuncia, posnrl e y pre4ra.
En los sitibundos desiertos de Libia se suele o{r
un proverbio de caÍavuna., gu€ dice así: ¡Bebe del
pozo y deja ru puesto a otro.D
Bueno¡ Ai¡e+ t942.
PRÓLOGO A LA
.HISTORTA DE LA FILOSOFÍA"
DE KARL VORT-AXPER
p sru libro de Vorlánder que ahora aparece tra-
Lr ducido al castellano, será pronto, yo lo espero,
La compañía insqparable de todos los que estudian
filosofía en los paíqes de lengua española y, además,
de aquellos que siri entregarse al oficio filosófico se
sienten curiosos de e$ta ciencia. No existe ninguna
otra obra de historia de la filosofía que sea tan ade-
cuada como la presente Wra iniciar en las grandes
rutas del pensamiento a, quienes, dentro de más volu-
minosas y complicadas condiciones, fácilmente se l)er-
derían. Es, pues, el mejor maestro Wa principiantes
y curiosos. Llegar a serlo constinryó el proÉsito prin-
cipal de su autor.
Cuando yo comenzaba mi preparación filosóficu
esta historia, entonces recién publicadu anduvo siem-
pre cetca de rní. Suele el novicio sentir apetitos tlr-
gentes, afanes súbitos por apoderarse rápidamente de
la ideología de un gran pensad,or, que aquí o allá,
vio aluüda. Parécele que sin tener de ella algún cG
nocimiento no podfá dar un paso más en el atolla-
dero mental donde ha caído. ¡Cuán grato es enton-
ces hallar una obra sencilla, clara, concisa y. segrua
que le o,freec4 un esquema del sistema en olestión !

r43
JOSE ORTEGA Y GASSET CHISTORIA DE I,A FILOSOFÍA>, Dtr K. VORI.ANDIiIT

Sin embargo, la utilidad de esra obra se funda en bate con las cosas marcriales. El organismo animal o
razones más amplias y hondas. Iro de rnenos sería hurnano necesita obrener un cierto mínimlrm de dr>
que satisficiese la cr¡riosidad apremiadora del princi- minio sobre los cuerpús fís:cos, sin el cual sucumbi-
piante. Más importa la considbración de que no es ría, imposibiliranco ulreriores cvoluciones y más altas
posible el aprendizaie de la filosofía si no se lleva empresas. I)e aquí cluc el intelccto sc hal'a eo[r,:-
paralelamente el esrudio de sus problemas acnrales y nado esoontáncanrerlre en ei manejo o.ic objeros c(,..r-
el de los sistemas pretéritos. En ninguna aúa ciencia pnrales. Somos ccrpcralistas natos y las r-'osas físicas,
adquiere Ia historia de su desarrollo el valor de ins- los ob ictos n r ás ¿rn';i :rr-rr ;:; y h abiru¿iles de nue:lrr ír
tnrmento ineludible para, Ia nue\ra y acual investi- mente ; hasta el punro de que píLra ocupa rno$ jrr, r.
gaciín. lecruralmerlte cle otra ciase Ce rernas nccl'sitar,os an-
LA DIFICULTAD DE LA FlrosorÍa,-La famosa tes h-rchar. rro sin tenacidad y Lrravura. contra c'se há-
üficultad atribuida a los esrudios filosóficos consiste bito rnultimiienario de pensrlr subrc: cosas ransiblrs
sencillamente en lo insólito de los objeros que en y visibies.
: '

ellos nos vemos obligados a manejar. El naturalista verdad es qlle al pensar sobre las cosas rangiblcs
opera sobre los fenómenos de la realidad que son co- e I
intelct io n() iracc rnás ii rrc oper¡ r en e llas abstra t -
sas concretas. El filósofo, en carnbio, uabaia sobre cioncs: Producir, por lu i¿rrr[o, ollicfos infirn,{iitlcs.
últimas abstracciones, objetos especrales que en nada Cuando l)ensAnno.q qlre la nicvc ), la lechc son blancas
se parecen ya a lo que solemos llamar (cosasr. Ahora hernos dislccaclc¡ la. intcgridacl concr{'1¿ v sensibl..: ,lc
bien, no debía olvidarse que el intelecto, por rnuy in- las rcaliclades nievc y lechr: v sí.r-:Írr-:lnsis nno solo clr-,
material que sea y por muy sublime misión que se le sus elementos lo ponemos apar:c, ¿tbs-tracto ; Íili r 1)-
asigne, €s una función biológica como otra cualqui efa mún Lrla.nctra. Pero aun cuanclo cl intelccro no con-
y, por lo tantq se ha formado bajo el régimen de las sisre cil más quc cn opcr."-r í,,r;rr.i rrbstrar,cioncs, e[ ¡s()
necesidades vitales. Frente al positivismo y relativis- vital que de éL lracr:inos lo !'ní11rtic.rrc atenfo a las ( (F
mo que dominaron la últirna media cenruria, la iilo sas concrcias sotne riclas a su d¡':,t c,..ión. I)esl)feocu r)Írr-
gofía del siglo xx va reconociendo nuevamenre a la
se de éstas y poncr sobrc !a i rreia opcr Írr(.)ii?.. nr^ i.rs
nz6n un vasto poder de conquistar no pocas verda- cOs¿rs concretas? sino l¿rs lr.i;:itrlr(,- ir,.nc. .; nlisntrls
des absolutm, perq a Ia ve) no puede desconocer su l-1ol' ól
antes ejecutaclas, es.Jn l.tqo rlr r-ic¡r: ll:clilo rnnarirrlrl
carácter originario de función vital enrre orras innu- del intclecfo. por io rnenos c:te nto cicr aquella nr ¡ l-
merables. Nació, pues, la función intelecrual, como tim ilenaria habituacíun" En la n v'icla > nensamos las
las dernás, para subvenir a la existencia orgánica y cosas concretas rlor rncdio dc al-rsiraccioncs, ner() un
ee va desarrollando al hilo de las urgencias vitales. filosofía por mcdio cl.-' absti'acricnc.s p..jnsarnos c¡ t,[r-
Pero Ia vida fue y aún €s, primordialmentg cofn- jetos abstractos. Hry, pues, una tor::rón ctrmplcla clcl

144 rusronlr.--.I I r45


JOSÉ ORTEGA Y GASSET CHISTORIA DE LA FILOSOFÍAD, DE K. VORLÁNDER

sentido habirual en que suele nnarchar nuestra aten- ras. De aquí que necesire acumular a su meditación
ción. Se nos obliga a, atender iustamente aquello que Ia de los p.nsádores ejemplares del pasado. Corr ería
el interés práaico de Ia vida nos acostumbra a des- si no el riesgo de no pasar nunca del comie nzo y de-
atender. Cuando aI través del cristal miramos el pai- tenerse en las primeras y más elementales distincio-
saje solemos atender a éste y no aI cristal . PaÍa friat- nes que hicieron los filósofos primigenios.
nós en el cristal tenemos que hacer un esfuerzo y Esta colaboración de los pensadores antepasados
desatender el paisaje. Algo parecido se nos invita a en el trabaio del pensaclor de hoy es lo que trae la
hacer en filosofía. historia de Ia filosofía a la ciencia filosófica acrual.
Por consideraciones anáLogas a éstas escribió una Como Gcethe decía que < sólo todos los hombres vi-
vez Fichte : ( Filosofar quiere decir, propiamente, oo ven lo humanoD, cabe insinuar que Ia filosofía ha cie
vivir; vivir quiere decir, propiamente, no' filosof ar.>> hacerse con la propia cabeza, más la de todos los filó-
La, expresión, claro está, es excesiva y ha de entender- sofos sidos.
se con un grano de sal. La vida no consiste exclu- El principiantb deberá esrudiar-no meramenre
sivamente en someterse a Ia necesidad respondiendo leer-en un libro t, lo más reciente posible, el plan-
a sus urgencias, sino _que la_ vida es elo - precisa- teamiento de los problemas capitales filosóficos, pero
mente, porque aspira, dominada Ia necesidad, ? eier- a tra Yez deberá perseguir las resonancias variarnente
citar el lujo vital de La libertad. En este segundo sen- moduladas que esos problemas susciraron en todos
tido p"*? decir Sócrates qge ( una vida sin filosofía los tiempos.
no es vtvtdera para el hombreo. Se entiende pafa el Para esta labor, en su período de iniciación, no cG
hombre liberado de Ia necesidad. En el Sofista lo nozco otra más avenra jada que ésta de Vorlánder.
declar a Platón : <<La filosofía es la ciencia de los hom- FACIUDAD DE LA FrroSgpf4.-Pertrechado el
bres libres. > novicio con algunos libros seguros y sencillos como
FILoSoFÍA E HISToRIA DE LA Ftrosspi6'-f¿ éste, debe lanzarse sin suspic ácia ni desesp eranza al
dificultad famosa atribuida a la filosofía no tiene, a esrudio de la filosofía. No presuma que va a rrop ezaf
mi juicio, otro origen que el mencionadO : la falta con abismáticos misterios, con paréiicos enigma-s de
de hábito en el hombre espontáneo de maneiar ob-
jetos sumamente abstractos. La masa de meditación i Entre leer un libro y esrudiarlo v2, por lo menos,
esta
que es preciso emplear pafa no perderse entre sus clara diferen cia: leer es recibir el p.ns"-iento del
^
cstudiar es reconstruirlo medianre la propia meditación.
",rior,
delicadísimos perfiles no puede sef apront ada por un El
cstudioso de filosofía deberá acostumbiars. a no leer libros
espíritu aislado. Mientras gasta su esfuerzo en apLlrar filosóficos- Si se deia llevar por la .comodidad de la- leau¡a
de un lado las cuestiones corre el riesgo de interpre- c'stá perdido : nunca será dueho de los problemas y métodos
tarlas torpemente, aitalrnente, por todas Sus otras ca- de su invesrigación.

L46 747
JOSÉ ORTEGA Y GASSET THISTORIA DE LA FILOSOFÍAD, DE K, VORLANDER

que sólo un poder mágico puede hacerse dueño. Tal clecir nulo, sobre Ia asrronomía actual. Platón o Aris-
vez se encuentre con problemas, que aún no han sido tóteles, eo cambio, son de hoy ranro como de ayer,
resueltos o que acaso no ¡rodrán serlo nunca, IÉfo aI menos por lo que hace a la línea nledular de su
esos problemas no tienen nada de misteriosos; al con- pensamiento. Todo pensador conremporáneo, si mira
trario, vernos con perfecta claridad en qué consisten al trasluz su propia doctrina, ve en ella pululando
y por qué no pueclen ser resueltos. El más grande íntegro el pasado filosófico.
filósofo actual, Edmundo Husserl, escribía hace pG I.a proclamación de esra iclenridad radical de la
cos años : <<La verdad efa filOsof ía reconoce como una filosof ía a lo largo de los tiemFos da en rosrro aLa opl
imperfección lo que a menudo más se alaba On ella nión más extenclicla hoy enrre el vulg o para" el cual un
y se imita : la profundidad. Profundidad es un sínto filósofo es sienrpre un hombre que piensa de manera
ma del caos que precisamente Ia verdad era ciencia distinta a los demás de su gremio. Apenas huy para
pretende transformar en un cosmos, sometiéndolo a el vulgo intelectual de nuestra Edad-ingenieros,
una ordenación sencilla y de perfecta claridad. La médicos, políticos-hectro más popular que la escan-
verdad efa ciencia, por lo ¡n€nos en cuanto alcanza dalosa divergencia cle los sistemas filosóficos entre sí.
su positiva doctrina, no conoce profundidad alguna. Muchos jóvenes que por naruraleza se sienten incli-
Cualquier trozo de ciencia ya lograda es un coniunto nados a la filosofía se apaftan de su estudio por vir-
de pasos intelecnlales de los que cada uno es inme- tud de este tópico e infundado prejuicio.
diatamente evidente y, por lO tanto, no es profunda. ¡, Se trata de Lrna defecruose herencia que el siglo xrx
Si la dificultad de Ia filosofía se origina, como he nos ha legado y aún no hemos conseguido curar del
dicho, exclusivamente en nuestra falta de hábito pa' todo. Fue la pasada centuria el siglo cle las subver-
ra fiiar la atención sobre lo abstracto como tal, un si,ones : en sri comienzo se sublevan los burgueses
poco de constancia que nos permita adquirir el nue- contra Ia nobleza, y hacia 1850 asiste a la subver-
vo hábito filosófico haría de aquella famosa dificultad siórr de los nanlralistas cootra la filosofía. Para todas
la cosa más fácil del mundo. El que curioso de filo- estas grandes subversiones históricas existe siempre
sofía Ia abandona antes de domin arla, no debe, pues' una misma causa que sirve, a la p&r, de relativa ios-
culpar a esta ciencia por su dificultad, sino a sí mis- tificación : los abusos comeridos por la jerarquía es-
mo por su inconstancia¡ tabtecida. Contra los abusos de la Re,qencia y de
Esce pTICISMo.-He querido indicar que el pa- Luis XV se alza el Tercer Estado. Conrra los abusos
sado filosófico no es nunca definitivamente pasado, del racionalismo en el siglo xvrrr y de la filosofía rG
sino que perdura vivaz y activo en la ciencia presen- mántica alemana, que fue un Parc-aux-Cerfs rrascen-
te. Nó ucótttece 1o mismo en las otras disciplinas. La clental y una org,ía de Ia dialéctica. se insubordina el
astronomía ptolom eica eierce escaso inflir jb, por no espíritu serio, metódico, rigoros,o de los laboratorios.
r48 r49
Y GASSET (HISTORIA DE LA FILOSOTÍ¡,,>, DE K. Votu.Árut)ritr
JOSE ORTEGA

Pero si es justo y conveniente levantarse contra los cho de una cosa no se determ inaú a confesar su pcr-
abusos, ro lo es tanto pretender el establecimiento fecto desconocimiento de las demás. Transportará cl
de usos radicalmente nuevos, como si los del pasado sentimiento dominado,r gu€, al andar por su es¡rcia-
humano fuesen un error absoluto. Los nuévos usos iiclad, experimenta a los remas que ignore. Mas como
con la idea fiia de evitar las excrecencias abusivas de los ignora, sü soberbia-más gremial que indivi-
l,o antiguo sublen preocuparse sólO de esto y olvidan dual-no le consiente otra actitud que la imperirl
los problemas sustanciales Y eternos que antes solían negación de esos otros temas y esas orras ciencias. El
est"i rnejor atendidos. Esto ha pasado con las sub- buen ingeniero y el buen médico suelen ser en todo
versiones del siglo xIX: en política se ha ido a una lo que no es ingeni ería o medicina de una ignoran-
legislación adjeriva gub, inspirada tan sólo en la sus- cia agresiva o de una tonpeza mental que causa pa-
picacia, carece de afirmaciones y ha traído el caos vor. Son representantes de la atÍoz inculrura especí-
político, Ia destrufturación social hacia la que cami- fica que ha engendrado la cultura demasiado especia-
namos con celeridad incoercible. En ideolo gía, uaio lizada.
consigo una culnrra de especialistas que deió a Ia cien- Hacia 1850 se perdió en Europa toda noción me-
cia exhausta de filosof íu y, por lo tanto, sin esqueleto. dianamente clara de filosofía. Uno de los parros de
La INCULTURA ESPECÍTICN DE NUESTRO TIEM. tal insciencia colectiva fue la afkmación compl eta-
po.-Desde el siglO x no ha habido erapa histórica mente caprichosa de que en disciplina alguna habían
en que Europa poseyese menos sensibilidad y saber discrepadó tanto iur ópiniones .ó*o en la filosofía.
filosóficos que en los cincuenta últimos años del si- Hallar en el hecho de la discrepancia doctrinal una
glo xrx. Esto ha producido el caos mental que ahora, raz6n para el escepticismo es indiferencia tan vieja
con sorpresa, encuentra el europeo dentro de sí. Y es como plebeya y poco meditada. Ya Enesidemo y Agri-
que Ia culfura de lOs especialistas cfea una forma es- pa llamaron a uno de sus argumentos o tropos con-
pecífica de incultun más grande que otra alguna. tra la posibilidad del conocimiento tdr.¡ únd tiq Dragto-
víaq tóv Dc,fituv-el que se funda en la disona ncia de las
Nadie entienda que y,o ataco aI especialismo en lo
que tiene de tal; induclablemente uno de los impe- opiniones. Se pretende, por lo visto, elevar a síntoma
rarivos de Ia ciencia es la progresiva especializaciín de Ia verdad Ia coincidencia entre los hombres, como
de su cultivo. Pero obedecer este solo imperativo es si esta coincidencia no pudiese igualmente producir-
acarfeaf a Ia postre el estancamiento de la ciencia y se en torno aI error. Espumando Ia experiencia que
por un rodeci inesperado implantar una nueva forma la vida deposita en nosotros, más probable hallare-
de barbarie. Ta ignorancia del que es por completo mos qlle los hombres se pongan de acuerdo en un
ignorante toma un cariz pasivo e inocuo. Pero el que error que en una verdad. No faltan sOspechas para,
es un buen ingeniero o un buen médico y sabe mu- creer que la verdad será siempre conquista dolorosa

150 151
JOSE ORTEGA Y GASSET A HISTORIA DE LA FILCSOFÍAD, DE K. VOR.LÁNDER

de unas cuantas almas solitarias y a menudo perse- lo diverso es una de las dos funciones radicales del
guidas. f)e todas suertes, el sufragio universal no de- entendimiento. La otra es la inversa : sobre la unifi-
cide de La verdad y es indiferente para la certidumbre cación establecicla subraya o descubre nuevas diversi-
det conocimiento toda estadística de coincidencias. ficaciorles. tlno de los principios o métodos unifica-
Pero es el caso gu€, comparando las variaciones clores €r la iclea de evolución. Cuando un montón de
de Ia filosofía con las acaecidas en la evolución de hc-chos diferentes' entre sí tolera ser ordenado en una
las ciencias nafurales, pronto salta la vista la me- serie, de suerte que entre dos fenómenos muy dispare-
nor movilidad de aquella. Este ha sido^ el inesperado ios ha llamos siempre intercalado otro que es seme-
descubrimiento hecho Flor el esrudio dc'l pasaclo filo- iante a la vez aL primero y al segundo, decirnos que
sófico una yez que Hcgel ele'¡ó la historia cle la filo- huy evolución. Et paso entre las formas dispares se
sofía aL rango dc: ciencia. En riempós de Agri¡ra no hace sobre formas intermedias que unen como una
había propianlente hisroria dei pensarniento filosófi- cade na cle seme ianzas la distancia en que las prime-
Co, sino sólo hacinanrientos cle scntencias o fcria de ras se encontraban. Entre el óvulo y el organismo
opiniones. Diógenes Laercio cuenta ios sisremas filo desarrollaclo La divergencia de aspecto es tal, qtte
sóficos como una portera los chismcs de la vecindad. puede ser expres ada cliciendo que no tienen nada que
I,os gérmenes de más rigOros¿r y rnetóclica investi ga- ver entre sí. Pero si entre esas clos formas interca-
ción que incluve Aristóteles en sus obras quedaron larnos otras. podrernos ir clel óvulo al organismo
sin desarrollar porque el espíritu griego fue profun- perferto al través de una serie de figuras en que las
damente antihistórico. conriguas son casi iguales. Entonces decirnos que esas
Pero los hombres de hoy no tencmos disculpa. Es. figuras son estadios de la evolución de un núcleo
püs, la historia madur ada en ciencia l¿r última gran idéntico.
ccnquista llevada a cabo por Occiclenre. Articulaclas Ia, historia, sea de esto o de lo otro, del cuerpo
históricamente, aparecen ahora las variaciones filosó- vivo o de una nación, de un arte o de una ciencia,
ficas como una ejemplar continuidad. l.Io sólo resalia consiste primariamente en el establecirniento de estas
el fonclo idéntico de to.las las filosofías, sino que sus líneas o series de evolución. Graciosamente decía
diferencias esenciales adquieren un sentido de ncce- Schopnhauer qLre Ia misión de Ia historia estaba en
sarias modulaciones que aquel idéntico se ve clblip,a- mostrar có,flo las cosas han sido siempre las misrnas,
do a, proclucir precisamente para mantenerse fiet a sí sólo que en cada momento de otra manera : eadern
mísmo. sed alitery,
ConTINUIDAD yDIscoNTri{urD¡\D.- Toda ciencia E,sta tendencia unificaclora que la historia satisface
pafte de los f.nómenos inconexos y divergenies en mediantc: Ia idea dc evolución Duede, sin embargo,
los cuales busca la unidad. Esta teniencia a rrnificar con\¡ertirse en viciC. El afán de hallar continuidad

152 rt3
JOSÉ ORTEGA Y GASSET ¡HISTORIA DE LA FILOSOFÍA>, DE K, VORLANDITI{

en lo diferente conduce, acaso, a desconocer todo el sigue esre en 1850: en Ia masa social dominan hoy
rigor de ciertas indominables diferencias. Por eso a lOi mismos prejuicios e ignorancias qI9 entonces res-
épocas en que predomina la pasión por unificar si- p.oo a Ia firoíofíu. si nuy arguna diferencia habrá
guen orras en que se acenrúa lo que de discontinuo, mayor adquiridl por
io. buscarla en Ia exp?nii¿n
de divergente h^y en las cosas. aquellos preiuicios. Verda¿ es que se va nutriendo
A mi juicio, frente a las demasías del evolucionis- .on triunial progresión el grupo de los que. vuelven
mo cometidas por el siglo xx en todas las ciencias, a fil,csofar tt* át eciipse ideológico de media centu'-
incluso en la historia, la acrual generación de cientí- fia. pero enrretanro los que no son filósofos siguen
ficos se verá obligada a acentuar lo diferencial exis- pseudofilosofandr¡ a la moda de 1850'
tente en ciertos fenómenos, haciendo resaltar que la Por lo tanto, el fenómeno social más extenso con
unificación ejecutada fue ilusoria. Se abre para Ia que 4ún será preciso contar durante algún tiempo
ciencia, creo yo, un a era de lo disconrinuo. ; el escepticis*o innato con que el europeo actual
Así en la historia de Ia filos,ofía, por un curioso se acerca a. Ia filosofía.
rffiorno de las acritudes, renernos que insistir sobre En mi servicio universitario he observado con rei-
lo diferen cial de los sisremas. Con mayor denuedo terada sorpresa que los principiantes son a' natiaitate
aún habrá que hacer esro en la historia general de escépticos.' Recuérdo que Herbart decía sutilmente:
las culturas. Pero no h^y duda, esra tenden cia, le- cTodo buen principiañte es un escéptico, perg ,4o
ios de negar el fundamenro de la conrra ria, la supG escéptico ,ro .i sino un principiante. > Pero en España
ne y reconoce. La filosofía no ha sido, a lo largo del y uÉoru no stilo son .r.Zpticos los buenos principian-
tiempo, una acumulación de caprichos; lejos de esto, i.r, sino también, y muy especialmente, los malos'
es justamente, con la matem átlca, la que ha variado En Grecia fue el .t.ápricismo un Bstado de exqui-
dentro de límites más angosros. sitada intelectualidad a que algunos individuos ge-
Si en el público culto no se hubiera perdido, como niales liegaban tras largos esfuerzos. Hoy . el esceP
arriba he indicado, la tradición de los conocimientos ticismo eJ el punto de que se par-te y -el aire que se
filosóficos, no habría reparo en recomendar al princi- respira. E[ fen¿meno colbctivo, índice de los tiempos'
piante y aI curioso obras de historia filosófica más en daría margen a consideraciones no exentas de inte-
armonía con el pensamiento de los investigadores ac- rés pero qoe huelgan en este prefacio'
ruales. Perd aunque esas obras esruviesen ya. esc.ritas para ,r.u épla corno Ia nuesrra, domin ada por
no -lo ss¡[¡-, ffi€ parecería funesto ponerlas €n tales preiuicios frente a la filosofía, no hallo libro de
-y de
manos los que se inician . La realidad es que existe historia filosófica más idóneo que e[ de vorlánder.
una perfecta incongruencia enrre el estado de espí- En primer lugar, el autor aísla la exposición evG
ritu de los que hoy hacen filosofía y el del públiio. lutiva ie los sisiemas del ambiente histórico en que
154 15t
Josií oRTEGA y cAssET

nacieron. Da esto a,$u obra un catáctet algo esque-


ryátig9, pero que es ventaioso para el novicio poi la
simplificación que rrae consigo. Además, acentúa sG
bremanera el momenro de identidad que, en efecrq
existe entre todas las escuelas filosóficas. Claro es que
esto no lo logra sin algunas exageraciones. pero óta
acusada fisonomía unificadora presra al ensayo de
vodánder un valor inestimable como mediciná corr-
ka el trollo de Agriya que la ignorancia de nuesrro
tiempo en filosofía ha propagado universalmenre.
Enero, L921.
Sn rBnwNó DE IMPRIMIR EsrA oBRA
EL pf¡, 2l DE FEBRERo DE 1970,
EN Los TALLEREs cnÁrlcos DE
<EolcloNEs ClstlltA, S. A.D

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