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Grupos de encuentro.

Un grupo de encuentro es un conjunto de personas que se reúnen para vivir una experiencia grupal
intensiva (puede ir desde unas cuantas horas, un fin de semana, etc.), suelen ser pequeños entre
ocho y dieciocho miembros, carecen de una estructura fija y elijen sus propias metas y directivas. El
papel del coordinador es facilitar la expresión de sus sentimientos y pensamientos de los asistentes.
Tanto el coordinador como los participantes se centran de lleno en el proceso y la dinámica de las
interacciones inmediatas.

Etapas de desarrollo de un grupo de encuentro.


Ésta es sólo una descripción de los hechos observables, y el modo como, al parecer de Rogers,
parecen agruparse. Son sólo algunas de las pautas o etapas por las que parece atravesar un grupo.
Es importante precisar que estas etapas y el orden en que se presentan no son rígidas y tienden a
entrelazarse unas con otras.

1. Etapa de rodeos.
Tiende a producirse un periodo de confusión inicial. No existe estructura, salvo la que el
mismo grupo crea. Existe la interrogante de quién dará las indicaciones, quién es
responsable del grupo o cuál es el propósito del mismo.

2. Resistencia a la expresión o exploración personal.


Cada miembro tiende a mostrar su “yo público” y poco a poco, de manera gradual, se
dispone a revelar su “yo privado”

3. Descripción de sentimientos del pasado.


A pesar de la ambivalencia en cuanto a la confianza en el grupo y del peligro a
desenmascararse, la expresión de sentimientos empieza a fluir. A menudo se habla de
situaciones pasadas que reflejan un sentimiento que se encuentra presente “aquí y ahora”
pero el participante lo que ubica en aquel momento “allí y entonces”.

4. Expresión de sentimientos negativos.


Un hecho curioso es que la primera expresión de un sentimiento genuino, que surge “aquí
y ahora” tiende a manifestarse en actitudes negativas hacia otros miembros o hacia el
coordinador. Puede ser que se considere que la expresión de actitudes negativas pone a
prueba la confianza del grupo o es menos riesgoso ya que los sentimientos positivos nos
dejan vulnerables ante el otro.

5. Expresión y exploración de material personalmente significativo.


Algunos empiezan a darse la oportunidad de mostrar una faceta más honda de ellos mismos
confiando en su pertenencia al grupo. Esto genera un clima de confianza y los miembros se
van dando cuenta que existe cierta libertad de expresión siguiendo el ejemplo de los
primeros.
6. Expresión de sentimientos interpersonales inmediatos dentro del grupo.
Tarde o temprano entra en el proceso la manifestación de sentimientos inmediatos de un
miembro hacia otro. Por ejemplo, “me siento amenazado por tu silencio”.

7. Desarrollo en el grupo la capacidad de aliviar el dolor ajeno.


Ciertos miembros muestran una aptitud natural y espontánea para encarar en forma útil,
facilitadora y terapéutica el dolor y sufrimiento de los otros. Rogers cree que esta habilidad
es más frecuente de lo que se cree, sólo se necesita, para que ésta aflore, la libertad que
posibilita el clima de una experiencia grupal, que fluye sin trabas.

8. Aceptación de sí mismo y comienzo del cambio.


Al aceptarse el individuo experimenta una sensación de mayor realidad y autenticidad, está
aprendiendo a aceptarse a sí mismo, echando así las bases para la transformación. Se
encuentra más ligado con sus propios sentimientos; de ahí que ya no se encuentran
organizados de manera rígida, y por consiguiente son susceptibles al cambio.

9. Resquebrajamiento de las fachadas.


Con el correr del tiempo, al grupo le resulta intolerable que algún miembro viva detrás de
la máscara o apariencia. Exige, a veces de manera amable, otras casi con brutalidad, que el
individuo sea él mismo, que no oculte sus sentimientos actuales, que se quiete a máscara
del trato social corriente.

10. El individuo recibe realimentación.


El individuo recibe del grupo gran cantidad de datos acerca de la forma en que aparece ante
los demás. Por ejemplo, los muy efusivos, que tienden a la exageración y al contacto físico,
se les podrá hacer saber que sus demostraciones de afecto son desagradables a los demás.

11. Enfrentamiento.
En algunas ocasiones el término realimentación puede ser demasiado suave y sería más
acertado llamarlas confrontaciones. Tales confrontaciones pueden ser positivas, aunque
generalmente no lo son.

12. La relación asistencial fuera de las sesiones de grupo.


Las formas en que se asisten entre los miembros del grupo son numerosas e igualmente
importantes para el desarrollo de las personas. Es increíble el don curativo que poseen las
personas, cuando se sienten libres de ofrecerlo y, según parece, la experiencia en un grupo
de encuentro lo hace posible.

13. El encuentro básico.


Este sucede cuando los individuos establecen entre sí un contacto más íntimo y directo que
en la vida cotidiana. Éste es uno de los aspectos más centrales, intensos y generadores de
cambio de la experiencia grupal.
14. Expresión de sentimientos positivos y acercamiento mutuo.
Cuando se expresan libremente los sentimientos y pueden aceptarse es inevitable que se
genere un clima de acercamiento, confianza, cordialidad y sentimientos positivos, que
emerge de la autenticidad que incluye, al mismo tiempo, los sentimientos positivos y
negativos.

15. Cambios de conducta en el grupo.


Los gestos y el tono de la voz se modifican, en general se vuelven más espontáneos, menos
impostados, más emotivos. Los individuos manifiestan una asombrosa capacidad para
brindarse mutua solicitud y asistencia. Cabe destacar que los cambios más significativos son
los que se suscitan después de la experiencia de grupo.

Referencia.

Rogers, C. (2008). Grupos de encuentro. Buenos Aires. Amorrortu.

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