Puesto que el terapeuta rogeriano no trata de juzgar, interrogar o dar
seguridad, ni de explorar o interpretar, sino que por el contrario, trata de participar en la experiencia inmediata del cliente, se deduce fácilmente que sus respuestas deben de adaptarse al pensamiento de éste hasta el punto de hacerlo dándole una forma equivalente o que, al menos, el cliente reconozca como suya. Por ello, la respuesta característica del enfoque rogeriano se indica con el nombre de “reflejo”. La finalidad de este tipo de respuesta es satisfacer una de las condiciones necesarias y suficientes de la terapia, y es; que no basta con que el terapeuta perciba al cliente como éste se percibe a sí mismo. Hace falta además, que consiga hacer entender esta identidad de percepción al interesado y de un modo más convincente, que por la simple afirmación. El medio más directo y más seguro de realizar esto es la respuesta-reflejo.
La dificultad con que se enfrenta el terapeuta que comienza a practicar está
terapia reside en el hecho de que la acción de reflejar es de una sencillez que corre el riesgo de hacerla parecer simplista y que, a causa de ello, le repugne. Por otro lado, para terapeutas que empiezan, el uso abundante del reflejo simple formulado en los términos del cliente, puede causar a éste, la impresión de un simple eco y, a causa de ello, estropear la relación. En un proceso en que la relación entre las partes es esencial, todo lo que afecta a una de las partes repercute sobre la otra. Por suerte hay medios de ser empático sin parecer mecánico. Esta posibilidad se deriva de una característica fundamental de la interacción humana: que la comunicación siempre es más rica que los medios, palabras o actos que la traducen, así como la experiencia siempre es más compleja que su representación. De esta propiedad de la comunicación se deriva que el terapeuta que se abre a las palabras de su interlocutor, está en situación de contestar de un modo íntimamente empático, sin tener que repetir las palabras de éste. Le basta con reflejar los elementos tácitos o inherentes a la comunicación ( elementos necesarios) o indicados por ésta (elementos probables).
Los problemas psicológicos se deben, en gran medida, a una simbolización o
representación defectuosa de lo que realmente se siente.
Modalidades del Reflejo
a) Reiteración o reflejo simple
b) Reflejo de sentimiento c) Elucidación
Estás categorías fueron establecidas a posteriori, basándose en el análisis de
entrevistas dirigidas por Rogers, no son técnicas sistemáticamente inventadas con fines particulares, más bien representan formas y variaciones que la expresión verbal toma, de un modo natural, en el interlocutor que se esfuerza por despojarse de su propio marco de referencia, con el fin de sumergirse en el claroscuro del mundo subjetivo del otro. Reiteración o Reflejo simple
Éste se emplea sobre todo cuando la actividad del cliente es descriptiva, es
decir cuando le falta sustancia emocional o cuando el sentimiento está amalgamado hasta tal punto con el contenido material, que el terapeuta daría prueba de una actitud escrutadora, analítica, contraria a sus intenciones, si se esforzara por sacar algún significado implícito. El reflejo simple; prepara el terreno para una toma de conciencia cada vez mayor, ya que tiende a establecer un clima de seguridad que favorece la disminución de las barreras defensivas del Yo, y por tanto, también la ampliación del campo de percepción. Establece una atmosfera de acogida y relajamiento. Se puede decir que el valor específico de la reiteración parece ser de tipo afectivo. Estas respuestas no añaden nada al pensamiento del cliente.
Comentario mío: no estoy de acuerdo con lo expresado aquí en lo que respecta
a su uso debido a su carga emocional relevante (“le falta sustancia emocional”) y en que no añade nada al pensamiento del cliente, desde mi punto de vista cualquier cosa que toque nuestros sentimientos, también añade algo a nuestro pensamiento. Como sea será tema para que Rox, nos aclare.
Reflejo de Sentimiento
Mientras la reiteración facilita el proceso dando al sujeto el sentimiento de ser
perfectamente comprendido y respetado, el reflejo propiamente dicho trata de sacar a la luz la intención, la actitud o el sentimiento inherentes a sus palabras proponiéndolos al cliente sin imponérselos.
La Elucidación
Mientras el reflejo del sentimiento trata de ampliar, diferenciar o incluso
desplazar el centro de la percepción sacando a la luz ciertos elementos que pertenecen indudablemente al campo, pero que han quedado eclipsados por el relieve dado a otros elementos, la elucidación consiste más bien, en captar y cristalizar ciertos elementos que sin formar claramente parte del campo, lo impregnan sin embargo. La elucidación tarta de poner de manifiesto sentimientos y actitudes que no se derivan directamente de las palabras del sujeto sino que pueden deducirse razonablemente de la comunicación o de su contexto. Por “razonablemente entendemos por vía simplemente lógica. Como la elucidación es, de hecho, una deducción, se caracteriza por una cierta agudeza intelectual que no tiene las otras variedades del reflejo. La elucidación es, pues, un tipo de respuesta menos “aséptico”, más susceptible de contener elementos extraños al campo de percepción y, a causa de ello, de afectar al sujeto de un modo amenazador. Deja de estimular la tendencia al self-help y puede incluso reducirla a la inactividad.
Rogers, C. y Kinget, M. (2013). Cap. III. La Respuesta Reflejo. Psicoterapia y
Relaciones Humanas. México D.F. : Juan Pablos Editor- Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt.
Rogers, C. (1978) La Naturaleza Del Hombre. en Juan Lafarga y Jose Gomez Del Campo (Compiladores) - Desarrollo El Potencial Humano. V.1. México - Trillas. Pp. 29-34