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EL ARTE PICTÓRICO A PARTIR DE

1945.
La actitud extremadamente crítica de los artistas,
responde a un sentir generalizado de rechazo a
una sociedad que había alcanzado, así mismo,
cotas de degradación desconocidas.
NUEVA YORK: CAPITAL INTERNACIONAL DEL
ARTE.

París, la vieja sede de la modernidad, es sustituida


por Nueva York.
La ciudad de los rascacielos contaba con importantes
colecciones de arte moderno, creadas desde finales del
siglo XIX, por los magnates de la industria y las
finanzas, muchas de las cuales se convirtieron luego
en fundaciones y museos.
Nueva York ha impulsado tendencias, ha
promocionado determinadas figuras, y sus poderosas
galerías han dirigido el mercado artístico
internacional.
A la eclosión artística de Nueva York contribuyó en
gran medida la nutrida presencia de intelectuales y
artistas europeos, obligados a dejar sus respectivos
países por causas políticas.
EL EXPRESIONISMO ABSTRACTO:
Se denomina de esta manera, a las experiencias
llevadas a cabo por la primera generación de
pintores de la escuela de Nueva York.
La primera aportación de la vanguardia
estadounidense, cuyas manifestaciones más
tempranas datan de mediados de los años
cuarenta, estuvo protagonizada por W.de
Kooning, A. Gorky, J. Pollock, R. Motherwell, B.
Newmann, M. Rothko, Ph. Guston, F. kline, W.
Baziotes, A. Gottlieb, C. Still y M. Tobey.
Se pueden destacar 3 tendencias:
1) la gestual que destaca el acto físico de pintar y
la rapidez de ejecución, a la que se adscriben
Pollock y De Kooning.
2) la sígnica o caligráfica, basada en la repetición
de signos abstractos desprovistos de valor
conceptual, con Tobey y Kline entre sus
representantes.
3) la espacialista, en la que el cuadro es concebido
como una extensa área de color y en la que
destacan Rothko, Still y Newman.
LA ACTION PAINTING:
En la pintura de acción no hay nada previo al
acto físico de pintar, el artista no es, existe tan
solo cuando hace, liberando en ese proceso a
través de un gesto violento y rápido, una
descarga de energía vital que hunde sus raíces en
el fondo del subconsciente.
El carácter eminentemente negativo de este tipo
de pintura responde a la experiencia traumática
de la reciente guerra.
El resultado final no es una imagen, sino la
materialización de una acción que, por gratuita,
se inserta de forma crítica en la sociedad
eminentemente pragmática en que nace.
JACKSON POLLOCK (1912-1956)
Es el máximo exponente de la action painting fue
Pollock.
Sus primeras obras presentan abundantes
referencias totémicas y primitivas. En ellas las
figuras se precisan por medio de trazos toscos y
gruesos.
A partir de 1946, su estilo de madurez se fundamenta
en el empleo del dripping o goteo. El pintor coloca el
lienzo sobre el suelo y sobre él exprime el color
directamente del tubo. De este modo, cada color
desarrolla un trazado independiente, estableciéndose
una identidad total entre impulso psíquico y gesto.
El resultado final es un denso entramado de líneas y
manchas de color que cubre de manera uniforme la
totalidad de la superficie del lienzo, por lo que
desaparecen los conceptos tradicionales de fondo y
figura, espacio y composición.
Ya no existen focos de atención privilegiados y,
aunque la obra venga determinada por los límites
del soporte, parece prolongarse de fondo
indefinido.
Este sistema de cubrir mediante el color toda la
superficie de la obra se conoce como all-over. La
estridencia de los tonos utilizados, con gamas de
color poco usuales en la pintura europea, así
como el gusto por los grandes formatos que
caracterizan a la pintura estadounidense, otorga
a este tipo de obra una indudable personalidad.
COLOR-FIELD:
A esta primera generación de vanguardistas
estadounidenses, pertenece también un grupo de
pintores que, sin embargo, no participan de esa
explicación directa e inmediata de las tensiones
emotivas, propias del expresionismo abstracto.
El crítico Clement Greenberg, propuso para M.
Rothko, C. Still, B. Newmann y Ad Reinhardt la
denominación de Color-field (pintores de campos
de color).
Para estos pintores del espacialismo cromático, el
campo de color consiste en una manifestación
reposada de su concepción del mundo.
El empleo que hacen del color es innovador,
renunciando a toda función descriptiva, siendo
aplicado en grandes áreas, plano y muy saturado.
Esta tendencia implicó un cambio de concepto
espacial.
Sus grandes formatos determinan el espacio físico del
espectador, que se ve materialmente envuelto por
una atmósfera peculiar que termina por provocar en
él una respuesta emotiva.
De este modo se rompe con la idea, de origen
renacentista, del cuadro como ventana abierta a
través de la cual se puede explorar el mundo, y con el
cuadro como entidad autónoma, pero aún objeto de
contemplación alumbrado por la vanguardia
anterior,.
EL INFORMALISMO:
El término deriva del título de una exposición,
Signifiants de l’informel, organizada en 1925 por
Michel Tapié, autor así mismo del estudio “Un
arte otro”, dedicado a las tendencias no
figurativas, presentes en dicha muestra.
Aquella pintura se mostraba totalmente
desligada de las corrientes existentes en París
con anterioridad a la guerra y, por el contrario,
en clara sintonía con las propuestas dominantes
al otro lado del Atlántico.
En este tipo de pintura, los formatos son más reducidos,
las gamas de color menos estridentes, y, a pesar de la
arbitraria distribución de la mancha que les caracteriza,
persiste aún cierto sentido de la composición.
En Francia, el informalismo también recibe el nombre de
tachismo, derivado de la palabra tache, mancha.
Cuando París fue liberado de las tropas aliadas, de los
grandes protagonistas de la vanguardia anterior, sólo
Picasso se hallaba en la capital, donde había permanecido
aislado durante los años de la ocupación alemana.
Pese a que la figura del pintor malagueño salió
notablemente reforzada de la guerra y siguió
desarrollando una intensa actividad, lo cierto es que dejó
de ser ya punto de referencia obligado, como también el
resto de las grandes figuras: Braque, Matisse, Ernst y
Miró.
Entre los artistas que a mediados de los años
cuarenta, se dieron a conocer en Francia, destacan
Jean Fautrier (1898-1964) y Jean Dubuffet
(1901-1985).
En estos pintores coexisten la libertad del gesto y el
interés por las texturas propios de las corrientes
informalistas, con un cierto grado de figuración.
Fautrier expuso en 1945 en la galería parisiense
René Drouin, la serie Rehenes.
Como se deduce del título, remitía a experiencias
recientes de deportaciones. La suntuosidad de la
materia y la exquisitez del color, de algún modo
contradecían la naturaleza dramática del tema.
El refinamiento cromático y el componente táctil son
notas que caracterizan toda la producción pictórica de
Fautrier.
En la misma galería, Jean Dubuffet dio a conocer
un año más tarde sus provocadoras Hautes pâtes,
cuadros de textura rugosa y áspera.
El artista lograba tales efectos, incorporando al
óleo todo tipo de materias: arena, alquitrán,
escayola, guijarros. Sobre una superficie densa
perfilaba las figuras por medio de incisiones.
La galería de personajes grotescos, toscos y
vulgares que aparecen en sus obras, expresan de
forma inequívoca la pobre valoración que el ser
humano merece a los ojos del pintor.
Desde 1945 Dubuffet demostró gran interés por
el art brut (arte tosco), por aquellas
manifestaciones de gente sin formación, como
niños o sicópatas, y en las que se incluyen
también los grafismos callejeros.
El recurso a ámbitos de inspiración totalmente
marginales respecto a la tradición artística,
convirtió a Dubuffet en una de las figuras más
radicales y polémicas del panorama europeo.
LA NUEVA FIGURACIÓN:
El máximo representante de esta corriente es Francis
Bacon (1910-1992).
Su pintura recibe el nombre de Nueva Figuración, con el
que se quiere dejar constancia de su independencia
respecto a las corrientes representativas anteriores.
Bacon se dio a conocer en Londres en 1945, plasmando el
espíritu sombrío de la época.
El pintor se recrea en la crueldad, la angustia y la
degradación del ser humano.
Con frecuencia Bacon recurre a imágenes anteriores, por
ejemplo el retrato velazqueño del papa Inocencio X, del
que ha realizado seis versiones, pero somete sus modelos a
tales deformaciones que quedan reducidos a masas
informes.
Casi siempre representa figuras aisladas en espacios
cerrados y claustrofóbicos que hacen más opresiva la
terrible soledad de sus torturadas criaturas.
NUEVA ABSTRACCIÓN:
A mediados de la década de 1950, se va abriendo
en el panorama artístico estadounidense una
tendencia geométrica, caracterizada por la
economía de formas, la simplicidad de su
estructura y la planitud del color.
Sus máximos exponentes son Morris Louis,
Frank Stella, Kenneth Noland, Jules Olitsky y
Ellsworth Kelly, pintores que, desentendiéndose
de texturas y materias centraron su atención en
el color.
El tratamiento plano y saturado a que se somete
éste, elimina de las obras totalmente el
ilusionismo espacial.
El empleo de formas geométricas muy simples
contaba con el precedente de Josep Albers, antiguo
profesor de la Bauhaus, establecido en Estados
Unidos desde los años treinta, que, muy interesado
en las teorías de la Gestalt, habían trabajado en la
interacción de unos colores sobre otros en su famosa
serie Homenaje al cuadrado.
Uno de los rasgos más característicos de esta
tendencia es el empleo, a partir de los años sesenta,
de formas no convencionales que terminan por
configurar la estructura interna de la propia obra.
Ejemplo de esta tendencia es Kenneth Noland (1924),
quien utiliza grandes lienzos rectangulares,
circulares y romboidales, en los que el acrílico tiñe
uniformemente las superficies o bien se distribuye en
grandes franjas.
MINIMAL ART:
La progresiva consideración del cuadro más como
objeto que como pintura, unida al reduccionismo
de la Nueva Abstracción, propició la aparición, a
mediados de la década de los años sesenta, de
una tendencia que centraría su actuación en la
escultura, pese a que muchos de sus
representantes se habían iniciado en el ámbito
pictórico.
El resurgimiento de la escultura en ese momento
implica un cambio de orientación respecto a las
corrientes estéticas de los años cincuenta,
claramente dominada por la pintura.
El Minimal Art renuncia de manera explícita a toda
consideración que exceda el plano estricto de lo tangible, por lo
que la obra de arte queda reducida a su escueta materialidad.
Los minimalistas se limitan a situar en el espacio determinados
volúmenes.
Éstos, por el mero hecho de su presencia, introducen en el
ámbito físico en que se encuentran un principio ordenador.
Ese componente regulador consustancial al minimalismo, sitúa
dicha tendencia en la línea de las propuestas normativas,
anteriores a la segunda guerra mundial, como el neoplasticismo
y el constructivismo ruso.
La preocupación por el espacio circundante constituye una de
las aportaciones más notables del minimalismo.
Esta tendencia concede al entorno de la pieza casi la misma
atención que a la escultura propiamente dicha, por lo que, en el
caso muy frecuente de inserción de las piezas en el ámbito
urbano, conlleva un meticuloso análisis del emplazamiento y de
las relaciones que se establecen en los edificios circundantes.
Las obras minimalistas se caracterizan por su rigor
estructural y su extremada simplicidad. En la mayoría de
las ocasiones se trata de formas geométricas elementales
(con un claro predominio del cubo), articuladas de forma
seriada o en función de combinaciones poco complejas.
En referencia a los materiales empleados, predominan los
industriales: hierro galvanizado, aluminio, plástico, acero
laminado, tubos de neón, que determinan calidades
pulidas y frías, similares a las de los productos
industriales.
Estos artistas rompieron con la tradición anterior de la
talla directa o el modelado, dejan en manos de las
industrias la realización material de sus obras, limitando
su actuación al montaje de la pieza.
Es un arte dependiente del ámbito industrial que finaliza
a fines de la década de 1960.
POP ART:
Generalmente se considera un fenómeno
típicamente estadounidense, pero surgió
simultáneamente en ambas orillas del Atlántico.
El término pop art, abreviatura de la expresión
inglesa popular art, fue acuñada por el crítico
británico Lawrence Alloway, quien en 1954 lo
utilizó por primera vez para referirse al arte que
representaba la publicidad de masas.
La expresión se consagró en un importante
artículo del mismo autor, Las artes y los mass
media, publicado en 1958.
Con posterioridad, su creador amplió su uso para
referirse a la actividad de aquellos artistas que
introducían en el contexto de una “obra culta”
imágenes procedentes de los medios de
comunicación de masas, como el cine, la
publicidad, el comic, la música: la iconografía de
una sociedad industrial y urbana.
Los encuentros y exposiciones fueron los ámbitos
para desarrollar esta corriente artística.
EL POP BRITÁNICO:
El arte pop británico es un fenómeno complejo
que en más de una ocasión, esconde bajo en la
aparente banal manipulación de la imaginería
comercial, una actitud crítica hacia los valores de
la cultura de masas.

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