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...

Despertar
a la vida
Diferente...

Ejercicios Espirituales
para Docentes
de Instituciones Educativas Ignacianas

Caracas, Junio de 2006


Ejercicios Espirituales
para Docentes
de Instituciones Educativas Ignacianas
(Compendio de lecturas ilustrativas
para un mejor aprovechamiento de la experiencia)

Caracas, Junio de 2006


TABLA DE CONTENIDO

Presentación............................................................................. 7

San Ignacio de Loyola.............................................................. 10

Qué son los Ejercicios Espirituales.......................................... 14

Para qué hacemos los Ejercicios Espirituales.......................... 17

Cómo se hacen los Ejercicios Espirituales................................ 19

Qué se necesita para hacer los Ejercicios Espirituales............ 22

El principio y fundamento de los Ejercicios Espirituales........... 24

El perfil del docente y directivo ignaciano................................ 26

El proceso ignaciano del conocimiento personal .................... 27

El estilo pedagógico ignaciano................................................. 31

Carta de San Ignacio de Loyola a un educador de hoy ……… 35


PRESENTACIÓN

La renovación de la Educación Ignaciana es un reto que se


planteó la Compañía de Jesús desde hace ya algunas décadas
(1980) y tiene como objetivo optimizar su finalidad y manera de
proceder educativa de acuerdo a “los nuevos tiempos, lugares y
personas”.

Desde entonces y hasta hoy los esfuerzos en dirección con


esta tarea no han cesado. Pues los puntos claves acordados desde
el inicio, (el tener una clara VISION DE FUTURO, el lograr una acti-
tud de CAMBIO y el tener un ESPIRITU PIONERO), siguen soste-
niendo y alimentando a las personas encargadas en sus diferentes
niveles y dimensiones.

Hoy como ayer las instituciones educativas ignacianas dispo-


nen de herramientas prácticas (Características de la Educación
(1986), Paradigma Pedagógico Ignaciano (1993), Plan Apostólico
de la Provincia de Venezuela (2000-2020) y el Proyecto Educativo
Común (2005), elaboradas tomando en cuenta los profundos cam-
bios que nos acechan, los avances de la tecnología y la psicopeda-
gogía y, lo más importante, conservando la sintonía con la herencia
de Ignacio de Loyola a través de su experiencia, personalizada por
grandes y carismáticos hombres y mujeres, que por más de 450
años han asumido como propio los lemas “en todo amar y servir”
para la “mayor de gloria de Dios” del fundador de la Compañía.

Todos los educadores del presente como del futuro, en es-


pecial los ignacianos, tienen asignado un gran reto, muy parecido
al del siglo XVI: el acompañar, orientar y apoyar al ser humano en
las etapas más determinantes para su vida, como la niñez, la ado-
lescencia y juventud, dentro de un contexto turbulento, predomina-
do por tendencias que promocionan algunos ´valores´ y desvirtúan
otros determinantes para la vida humana.
De allí que la actualización permanente sea hoy un deber
para todos los relacionados y encargados de la actividad educati-
va. Para el caso de los docentes ignacianos el proceso de renova-
ción, en marcha desde 1980, ha contemplado cuatro dimensiones
que se deben atender y alimentar de manera constante (nº 152 y
153 del Doc. Las características de la Educación, 1986): Las di-
mensiones humana, profesional, espiritual y social – política - eco-
nómica y cultural. Todas con el mismo valor.

En esta oportunidad y en sintonía con estas dimensiones


hacemos llegar a usted, apreciado docente, información breve
sobre una de las actividades de formación para docentes ignacia-
nos, considerada durante más de IV siglos como la clave o carac-
terística propia para alimentar y lograr la misión que se nos ha
encomendado como educadores ignacianos: Los Ejercicios Espiri-
tuales, “ellos son todo lo mejor que yo puedo en esta vida
pensar, sentir y entender, para que la persona se pueda apro-
vechar a sí misma y para poder fructificar, y ayudar a otras
muchas” (carta de Ignacio de Loyola, 16 de nov. 1536).

Esperamos que estas cortas páginas puedan dar luz sobre


algunas inquietudes relacionadas con esta experiencia y desper-
tar en otros el interés. También queremos, desde ahora, invitarle
a participar en una jornada especial de Ejercicios Espirituales de
cuatro días, para el mes de septiembre. Para cualquier otra infor-
mación rogamos hacerla llegar al coordinador de nivel o equipo
directivo de su institución.

Por otra parte, hacemos el reconocimiento, en especial, a


Ignacio Huarte, s.j., y Tirso Arellano, s.j. Ya que la mayoría de las
ideas de este folleto son originalmente aportes suyos. Igualmente
para los textos extraídos de la Propuesta Educativa de la Compa-
ñía de Jesús contenidos en la edición de Flacsi - Acodesi (2005).

Equipo Cerpe

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Unos Ejercicios Espirituales medirán su efi-
ciencia por la renovación que realicen en el
participante. No sería suficiente si una per-
sona se siente renovada sólo en una piedad
individual, perdonada de sus pecados per-
sonales, muy a gusto por sentir su concien-
cia tranquila... Yo mediría, pues, la bondad o
ineficacia de unos Ejercicios Espirituales en
la medida en que las personas que salen de
esas reflexiones profundas sean personas
de ésas que necesita nuestra América:
hombres nuevos para organizar estructu-
ras nuevas en la medida de sus alcances

Monseñor Romero

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

SAN IGNACIO DE LOYOLA

Antes de conversar sobre lo que son los EJERCICIOS ES-


PIRITUALES, vamos a recordar quién era San Ignacio de Loyo-
la, que fue precisamente quien vivió y experimentó, como un re-
galo de Dios, esa experiencia espiritual y luego nos la trasmitió a
nosotros, en lo que llamamos Ejercicios Espirituales.

Muchos de nosotros, ya escuchamos hablar de San Igna-


cio de Loyola, que es el fundador de la Compañía de Jesús, la
Orden religiosa a la que pertenecen los Jesuitas, que desde hace
años conocemos y sabemos que trabajan en Venezuela y otros
sitios del mundo.

San Ignacio de Loyola, nació en Loyola en 1491. Hasta


los veintiséis años vivió muy centrado en sí mismo buscando el
prestigio, el honor y el “quedar bien”, el ser importante y por eso
en ese tiempo, quiso sobresalir por su poder y su riqueza y para
eso ser militar y trabajar al servicio de los señores nobles y de los
reyes. Pero precisamente defendiendo el honor de esos señores,
participó en una guerra en la que fue herido, en Pamplona. Du-
rante una larga convalecencia en su casa de Loyola, empezó a
ver que su vida no había tenido sentido y que quería ofrecerla
a Dios, y ser santo como habían sido otros santos: Santo Do-
mingo y San Francisco, por ejemplo.

Él mismo nos describe así la experiencia espiritual que vivió


mientras se reponía de su herida:

...y porque era muy dado a leer libros mundanos y


falsos, que suelen llamar de ‘caballerías’: al sentir-
me bien, pedí que me dieran algunos para pasar el
tiempo; pero en esa casa no se halló ninguno de

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

los que yo solía leer. Así, me dieron una


‘Vita Christi’ = Vida de Cristo y un libro de
la vida de los santos. Leyéndolos muchas
veces, algún tanto me aficionaba a lo que
allí estaba escrito; pero dejándolos de
leer, algunas veces me detenía a pensar
en las cosas que había leído, y otras ve-
ces en las cosas del mundo en que antes
solía pensar y de muchas vanidades que
se me ofrecían...

...Cuando pensaba en aquello del mun-


do, me deleitaba mucho: pero cuando ya
cansado lo dejaba, me encontraba seco,
triste y descontento; y cuando pensa-
ba en ir a Jerusalén descalzo y no co-
mer sino hierbas y en hacer todos los
demás rigores que veía que habían
hecho los santos no solamente me con-
solaba cuando estaba pensando en esas
cosas, sino que aún después de dejarlos
quedaba contento y alegre...

...Luego comprendí la diferencia de lo


que me pasaba, de los distintos senti-
mientos y comencé a maravillarme de
esta diferencia y a reflexionar sobre la
misma, comprendiendo por experiencia
que unos pensamientos y sentimientos
me dejaban triste y otros alegre y conten-
to y poco a poco llegué a conocer la di-
versidad de espíritus que me agitaban:
uno del demonio, del mal espíritu y
otro de Dios”. (Autobiografía nº 8)

Así, Ignacio, con su propia experiencia se fue haciendo un


maestro de la vida espiritual.

Al comienzo de su conversión, pensó que lo mejor para


estar con Jesús era ir a Jerusalén, lugar en que había vivido

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

Jesús y donde había sido crucificado, pero, después, fue descubriendo


que Jerusalén era todo el mundo. Jesús vive en todo el mundo y
todo el mundo necesita la luz de Jesús.

También al principio, pensó que todo eso lo podía hacer solo.


Que no necesitaba de otros compañeros. Pero más tarde vio que con-
venía, para poder realizar su sueño, el juntarse con unos amigos, que
tenían el mismo ideal de seguir a Jesús, y por eso luego fundó la Com-
pañía de Jesús (Jesuitas).

Pero antes de concretar su proyecto, hizo y recorrió un largo ca-


mino no sólo por muchas ciudades y pueblos (porque viajó por Loyola,
Monserrat, Manresa, Barcelona, Alcalá, Salamanca en España y luego
París, Venecia, Roma...) sino que también vivió un camino espiritual,
porque todo este tiempo, tenía los ojos puestos, fijos en Jesús y quería
siempre conocerlo mejor, para más amarle y mejor seguirle:
“conocimiento interno de Jesús para que más le ame y le siga”.

Ignacio, en su vida como peregrino y en su búsqueda de lo que


podía hacer por Dios, acude a la Virgen María para que lo proteja
siempre y para que sea quien lo lleve por buen camino y por eso visita
capillas, santuarios en donde se veneraba a María Santísima y esto lo
hacía con muchísima devoción.

En ese camino espiritual, muchas veces, tenía deseos de santi-


dad, de entrega a los demás, quería ayudar a los más pobres, deseaba
hacer mucha oración, y también sufrió tentaciones, desánimos, perse-
cuciones, hambre, enfermedad, dificultades para convertirse de verdad
a Dios y para formar el grupo de compañeros... Y siempre, en todo
ese recorrido veía y sentía mucho que Dios le trataba de la misma
manera que trata un maestro de escuela a un niño, es decir, ense-
ñándole.

Y San Ignacio iba escribiendo todo lo que vivía. Tomaba notas.


Descubría lo que venía de Dios y lo que era tentación de volver a vivir
centrado en sí mismo. Más tarde, organizó estas notas de manera pe-
dagógica, en un libro muy pequeño, para que otros las pudiéramos
entender y las propuso a otros amigos que querían seguir un camino

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

él. Y este camino, este método es lo que llamamos:

Ejercicios Espirituales

San Ignacio de Loyola


FUNDADOR DE LA COMPAÑÍA DE JESUS (jesuitas)
(1491-1556)
Fiesta: 31 de julio.

"Ad Majorem Dei Gloriam"


Para mayor gloria de Dios
(lema de San Ignacio)

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

¿QUÉ SON LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES?

Llamamos Ejercicios Espirituales toda actividad que ayuda


a las personas a conocer las propias resistencias, dificultades,
“afectos desordenados” (como llama San Ignacio) y que tenemos
en nuestra vida: egoísmo, rencor, envidia, deseos de aparentar,
comodidad, considerarme mejor que los otros, vivir
“autocentrado”, es decir, pensando sólo en mí y en mis proble-
mas, vivir con mucho desorden en mi vida, sin sentido... para que
después de conocerlas muy bien y “ordenar la vida”, podamos
estar unidos con Dios viviendo como cristianos verdaderos y
haciendo la voluntad de Dios.

Esa actividad que realizamos en los Ejercicios Espirituales


puede ser cualquier forma de revisar o examinar la con-ciencia y
nuestra manera de vivir y de comportarnos y también cualquier
modo de meditar, de orar vocal o mentalmente.

Se llaman “Ejercicios” (en comparación con los ejercicios


físicos, como es el caminar, correr, hacer algún deporte):

1- Toda actividad que sirve a la persona para descubrir las


actitudes, las maneras de ser o comportarse que en su vi-
da no le ayudan a relacionarse bien con Dios, consigo
mismo y con su familia y la comunidad,
2- o las actitudes que proceden del Espíritu del bien que es
el Espíritu de Jesús y nos ayudan para “buscar y hallar la
voluntad de Dios”. Es decir, comportarnos como personas
maduras en la fe y en la vida.

Comparar los Ejercicios Espirituales con algún ejercicio físi-


co nos facilita el comprender que como para lo físico hay que pre-
pararse y tiene que aceptarse el mejor método de hacerlo, tam-
bién los Ejercicios Espirituales tienen su método,

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

su preparación, su dinámica y su modo propio de entrar en el pro-


ceso. (Si para coser hay que aprender a hacerlo y para cocinar
también, y para ser maestro o tener algún oficio hay que preparar-
se, para vivir como cristiano también hace falta saber qué es eso
y cuándo no vivimos como cristianos y poder aplicar algún método
que más nos ayude para poder serlo).

Los Ejercicios Espirituales son un constante diálogo, una


conversa continua con Dios. Somos nosotros quienes hacemos
los Ejercicios (la oración, la reflexión, el examen, la conversa con
el acompañante...): pero es el Espíritu de Jesús, el actor principal
de los Ejercicios:

1- Porque es El quien nos mueve, inspira constantemente y


cuestiona nuestra vida.
2- Es el Espíritu de Jesús el que nos sugiere que podemos
mejorar, cambiar de manera de vivir, de comportarnos,
que podemos vivir una vida diferente.
3- Y es el Espíritu de Jesús el que nos anima a conocer la
voluntad de Dios para nuestras vidas, y cómo podemos vi-
vir lo que Dios quiere, en la práctica de nuestra vida.

Por eso, porque es tan importante la acción de Dios en no-


sotros durante los Ejercicios Espirituales, es tan fundamental el
estar atentos, el escuchar, el orar, el buscar lo que El nos pueda
decir.

Son un “camino de libertad” para transformarse, para que


seamos de verdad hijos de Dios, hermanos de todos y servidores
del Reino, de la Vida.

Los Ejercicios intentan liberarme de todo lo que me ata,


lo que no me permite poner en práctica la voluntad de Dios, es
decir, lo que Dios quiere que yo sea. La libertad la trabajamos con
perseverancia, con oración, con lectura y reflexión de la Palabra
de Dios.

Hacer los Ejercicios Espirituales es comenzar a encontrar


a Dios en todas las cosas y en todo:

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1- No sólo en el templo o en la oración.


2- No sólo cuando leemos o escuchamos la Palabra de
Dios .
3- Sino también cuando conversamos con otros.
4- Cuando ayudamos a los demás, cuando nos solidariza-
mos o luchamos por la justicia.
5- Cuando hacemos los oficios de la casa y trabajamos en
otros sitios.
6- Cuando estamos solos o descansamos, etc.
7- Y hacer los Ejercicios Espirituales es comenzar a amar y
a usar de todas las cosas según Dios lo quiere (es
decir, según su voluntad)

Ejercicios Espirituales
de
San Ignacio de Loyola

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¿PARA QUÉ HACEMOS LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES?

Muchas veces tuvimos la oportunidad de hacer nuestro retiro


de un día o dos o tres... y siempre nos quedó el deseo de vivir una
experiencia más larga y más profunda para poder alcanzar mejor y
más definitivamente los frutos que allí pudimos recoger.

1- Disfrutamos la alegría de sentirnos más cerca de Dios.


2- Sentimos una profunda paz dentro de nosotros mismos.
3- Deseamos comportarnos con más paciencia y comprensión
con los demás.
4- Y experimentamos un aumento de fuerza y ánimo para seguir
comprometidos en la lucha por la construcción de la Comuni-
dad.
5- Tuvimos deseos de “vivir una vida diferente”...

Ahora, tenemos la oportunidad de vivir este tiempo en los Ejer-


cicios Espirituales.

Los Ejercicios Espirituales:

1- No son un taller o un curso (como tantos que se hacen hoy en


día: para aprender un oficio de costura, de peluquería, etc.). 2-
No tienen como fin resolver sencillamente problemas persona-
les, familiares o sociales (por ejemplo, para solucionar los
conflictos con la pareja, o los hijos o los vecinos...).
3- No intentan ser un descanso.
4- No son un curso de conocimientos nuevos de la Biblia o de la
fe cristiana, como una catequesis.
5- No nos sirven, necesariamente, para aumentar nuestra de-
voción a los santos.

En unos Ejercicios Espirituales, podemos sin duda alguna, des-


cubrir y reforzar los insumos que nutren nuestra existencia con un

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significado especial:

1- Encontrarnos con Dios y dejarnos encontrar por Dios en s u


Palabra y en la vida, en la oración en la que Dios nos va
a hablar.
2- Educar nuestro corazón y nuestra fe: para creer con
más madurez y poder querer más a los otros.
3- Conocernos bien en las malas tendencias que no nos
ayudan a ser felices y en las buenas tendencias que sí
nos ayudan a vivir felices.
4- Integrar fe y vida.
5- Profundizar nuestra amistad con Jesús.
6- “Encontrar y hallar (hacer) la voluntad de Dios en mi
vida”: vivir de acuerdo con lo que Dios quiere para mí.
7- Ser conscientes en el día a día, de lo que Jesús nos di-
ce en su Evangelio: “yo estaré con ustedes todos los
días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).

Los Ejercicios Espirituales son una ayuda para la vida:

1- Para “vivir una vida diferente”.


2- Para vivir más desde dentro de nosotros mismos. Desde
nuestro corazón, que es también lo mejor que cada uno de
nosotros tiene y posee como regalo de Dios.
3- Sabiendo el por qué hacemos las cosas y para qué las
hacemos.
4- Entonces lo que decimos tiene sentido y lo que vivimos (la
alegría, el dolor, el fracaso...) tiene su profundidad.

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¿CÓMO SE HACEN LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES?

Para hacer los Ejercicios Espirituales, hay que tener mucha


confianza en Dios.

Él quiere comunicarse con cada uno de nosotros y no


se comunica con todos de la misma manera. Dios tiene su pala-
bra precisa, propia, particular para cada uno: ¡la que Él cree que
más nos conviene y no lo que yo quiero que me diga!
Sabemos que Dios quiere que “tengamos vida y vida en
abundancia” (Jn 10, 10), y los Ejercicios Espirituales nos ayudan
a tener esa vida así como Dios la quiere y nos dan fuerza para
que también nosotros podamos dar vida a los demás.

Las claves principales (el secreto) del método son:

1- Que seamos capaces de escuchar la Palabra de


Dios.
2- Que escuchemos la voz de Dios en nuestro corazón y en
nuestra vida.
3- Que nos conozcamos más y más cómo somos, por
qué nos comportamos como nos comportamos con los
demás y con nosotros mismos (si nos aceptamos o
nos tenemos odio), etc.
4- Que seamos capaces de conocer nuestras “ a f e c c i o n e s
desordenadas”, es decir, lo que no nos ayuda a hacer
el bien.
5- Que pongamos todos los medios para “ordenar nues-
tra vida”.
6- Que queramos hacer la voluntad de Dios: lo que
Dios quiere.

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7- Que nos dispongamos en nuestra vida a seguir a


Jesús.

Normas prácticas para hacer bien los Ejercicios:

1- Seriedad. Entra de lleno en los Ejercicios. Entra en


ellos bien desde el principio. Empiézalos con grande
ánimo y generosidad, dispuesto a no negar a Dios nada de
lo que te pida. Son pocos días: siquiera durante ellos
dedícate seriamente a pensar en las cosas de tu alma.

2- Actividad. Procura vencer la pereza y el desgano. No te


contentes con oír: trabaja tú personalmente en hacer
los Ejercicios, bien persuadido de que si no meditas tú, si
no piensas seriamente en lo que oyes, si no reflexionas
sobre ti mismo, será todo inútil para ti.

3- Silencio. De ti depende en gran parte el fruto de los


Ejercicios. Entra en un profundo silencio. No hables
nunca sin necesidad. Para oír la voz de Dios. Para
escuchar la voz de tu conciencia. Para no estorbar a
tus compañeros. Para crear un ambiente de recogi-
miento y oración. Dios y tú; nadie más en el mundo. Ni
una sola palabra inútil; aunque no te vea nadie.

4- Sacrificio. Merece con Él las gracias que tanto ne-


cesitas. Conseguirías más gracia si te sacrificaras
más. Sé generoso con Dios en sacrificarte. Ofrécele el
sacrificio que supone la sujeción de estos días: retiro, si
lencio, reglamento.
Sigue exactamente la distribución: en el levantarte,
acostarte, tiempo de lectura, meditación en privado...
Cuanto más te sacrifiques, mayor fruto sacarás de los
Ejercicios.

5- Meditación. Procura, sobre todo, aprovechar bien todo el


tiempo que la distribución señala para meditar. Es el acto
más importante de los Ejercicios, el del trabajo personal, el
de la asimilación de las verdades,

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

mediante la reflexión profunda. No te contentes con oír: piensa,


reflexiona, medita. Junta la meditación con la oración: pide a
Dios con insistencia las gracias que necesites.

6- Apuntes. Después de cada meditación, toma nota de lo que te


haya impresionado. Notas personales, impresiones íntimas,
sentimientos piadosos, propósitos que vayas haciendo para
adelante...
Conviene que escribas, es una manera sencilla de meditar: ir
escribiendo lo que más te interesa recordar y lo que más te
puede servir el día de mañana.

7- Confesión. No te preocupes de ella con exceso, ni tengas


afán de confesarte demasiado pronto, sino cuando el acompa
ñante indique que es el momento oportuno. Procura prepararte
con tiempo sin dejarlo para última hora.

8- Tiempos libres. Cada cual los dedica a lo que le convenga


para sacar el mayor fruto posible de los Ejercicios: cumplir
la tarea que cada día te marca el acompañante.

Tu consigna durante los Ejercicios:

SILENCIO... como ambientación necesaria.


REFLEXIÓN... como elemento principal.
ORACIÓN... como condición esencial.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

¿QUÉ SE NECESITA PARA HACER


LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES?

Interés, deseos y búsqueda de cómo ser cristiano.

Se debe atender a la madurez de la persona: ver si es capaz de com-


prender lo que se proponga, con tranquilidad, sin demasiadas angustias y pre-
ocupaciones, con serenidad. Si puede vivir esta experiencia con paz.

No se trata de sentirse obligado, ni siquiera de hacerlo porque se le ha


invitado con insistencia, o como para hacer algún favor o complacer a alguien.

Se debe fijar en si la persona está en proceso, en camino de unir bien


su vida y su fe: que su vida la esté viviendo de verdad como cristiano que
quiere ir creciendo más y más y que por lo mismo vive un compromiso cristia-
no, que no se conforma con orar o rezar simplemente algunas oraciones de
vez en cuando, o con ir de vez en cuando a la Iglesia. Que si se dice que so-
mos cristianos, podamos de verdad intentar en serio el ser cristianos. No sólo
decir que somos cristianos, sino serlo.

Que la persona que va a hacer los Ejercicios entienda y comprenda:

1- De qué se trata en esta experiencia de los Ejercicios: que es quitar to-


das las trancas, obstáculos, dificultades, estorbos para poder conocer y hacer
la voluntad de Dios. (Anotación 1).

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

2- Que se trata de sentir y gustar las cosas que Dios nos


dice y que no es un curso o taller de catequesis o Biblia.
(Anotación 2) [Notas III. página 5].

3- Y que esa persona esté dispuesta a vivir todo este tiempo


con “gran ánimo y liberalidad” que quiere decir generosidad,
con mucho ánimo, no decayendo ante las dificultades que se
puedan presentar durante la experiencia. (Anotación 5).

Capacidad de hacer y vivir una “experiencia espiritual”.


Siempre decimos que los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio de
Loyola son una “experiencia espiritual”, un “camino espiri-
tual”, un “encuentro con Dios” ...pero ¿qué es eso? ¿qué que-
remos decir cuando decimos experiencia?:

1- Es un encuentro (es tal vez la mejor manera de


decirlo) como cuando dos personas se encuentran y
enamoran.
2- Es caer en la cuenta de que en lo más profundo de
nosotros mismos vive Dios.
3- Que eso sucede con mucho cariño, en el corazón.
4- Y que necesita el cambio en nuestra vida para poder
experimentarlo.
5- No podemos vivir eso con el corazón endurecido (a
menos que lo reconozcamos) o con el corazón lleno de
egoísmo.
6- Sino que tenemos que ir cambiando en nuestras
actitudes hacia los demás.
7- Es convencerme que Dios me ama y eso no es por
mis méritos ni por mis esfuerzos propios, sino que es un
gran regalo que Dios me hace gratuitamente, por que Él
simplemente me ama.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

EL PRINCIPIO Y FUNDAMENTO DE LOS


EJERCICIOS DE SAN IGNACIO

"El hombre es creado para alabar, hacer reveren-


cia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto
salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la
Tierra son creadas para el hombre, y para que le
ayuden en la prosecución del fin para el que es
creado. De donde se sigue que el hombre tanto ha
de usar de ellas, cuanto le ayudan para su fin, y
tanto debe quitarse de ellas, cuanto lo impidan.
Por lo cual, es menester hacernos indiferentes a
todas las cosas creadas, en todo lo que es conce-
dido a nuestro libre albedrío, y no le está prohibi-
do; en tal manera que no queramos de nuestra
parte, más salud que enfermedad, riqueza que
pobreza, honor que deshonor, vida larga que cor-
ta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente
deseando y eligiendo lo que más nos conduce
para el fin que somos creados" (Ejercicios Espiri-
tuales nº 23).

Ese hecho, que San Ignacio expone escuetamente, como


un dato básico inicial, que debe encararse por todo ser humano,
desde el primero, se presenta en su dimensión teológica en los
documentos del Concilio:

"El Concilio Vaticano II... tiene presente... el mun-


do... fundado y conservado por el amor de un Crea-
dor; puesto, ciertamente, bajo la esclavitud del pe-
cado, pero liberado por Cristo, quien, con su cruci-
fixión y resurrección,

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

quebrantó el poder del Maligno para que el mundo


se transforme según el designio divino y llegue a su
consumación" (Constitución Gaudium et Spes, 2).

Ello actualiza el concepto con dos hechos básicos en la


historia del hombre: el pecado de nuestros primeros padres, que
nos gravó con el pecado original, y la Redención de Nuestro Se-
ñor Jesucristo, que restauró la vocación del hombre para su sal-
vación.

Entrados en los Ejercicios, el peligro ahora es confundir la


indiferencia, que es el objetivo por excelencia durante la vida te-
rrenal, con la apatía de no reaccionar frente a la problemática del
pecado y de la propia conversión, separándonos, por omisión, del
plan de Dios respecto a nuestra salvación.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

EL PERFIL DEL DOCENTE Y DIRECTIVO

Inspirado en la visión ignaciana


(las cuatro “cées”)

Personas abiertas a la acción de Dios con un proyecto


de vida común, orientado por la Espiritualidad Ignaciana y
coherentes con su testimonio de vida.

Personas profesionales, altamente competentes (en el


contexto del “Magis Ignaciano”) en sus aspectos intelectua-
les, humanos, afectivos y técnicos.

Personas sensibles y conscientes frente a la realidad so-


cial, comprometidas en un testimonio de vida al servicio de
los demás y con los demás, para transformar y construir el
futuro de su región y de su país, en la paz y la convivencia.

Personas compasivas, poseedoras de una calidad humana


basada en el amor, la compasión, la ternura y el servicio.

Personas comprometidas, que acompañan el proceso de


formación integral del alumno de manera tolerante, justa,
cercana y exigente.

Personas con identidad corporativa institucional, capa-


ces de trabajar en equipo.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

EL PROCESO IGNACIANO
DEL CONOCIMIENTO PERSONAL

La Espiritualidad Ignaciana busca el mejor desa-


rrollo posible de las potencialidades de la persona; esto
significa que es una Espiritualidad constitutivamente
humanizadora. El proceso de santificación en Ignacio
de Loyola está vinculado así al proceso del perfeccio-
namiento humano. En este sentido, el servicio a la fe y
la promoción de la justicia se unen inseparablemente,
como observa el P. General (Discurso de Villa Cava-
lletti, "Pedagogía Ignaciana Hoy", 1993).

El sujeto cognoscente ignaciano tiene como pun-


to de partida unos presupuestos distintos a la realidad
cognitiva tradicional:

1- Es un ser contemplado desde una Visión Espi-


ritual; es un ser llamado a la perfección: "el hom-
bre es creado para alabar..."
2- Esta perspectiva espiritual vincula inseparable-
mente a la persona con el proceso humanizador
de ir logrando su realización personal.
3- Además, lleva a la persona a redescubrir la pro-
pia realidad y a reordenarla, tal como se indica
en los Ejercicios Espirituales (n.1).
4- Lo lleva también a ubicarse en la realidad que le
rodea para ayudar a transformarla. Supone que
el sujeto cognoscente llegará a ser más plena-
mente "instrumento en las manos de Dios".
5- La interacción del sujeto y el objeto es un pro-
ceso dinámico que ayuda al sujeto a construirse
como persona y como cognoscente.
6- Además, esa realidad interactuante, es una rea-
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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

lidad que debe estructurarse e institucionalizarse


de tal manera que la persona y su entorno sean
coherentes pues, de lo contrario, el conocimiento
no tendría consistencia.

La concepción ignaciana del sujeto cognoscente


introduce, además, un dinamismo espiritual imprescin-
dible que supera y profundiza lo meramente racional y
es el discernimiento espiritual. Este discernimiento es-
piritual coloca al sujeto bajo la fuerza del Espíritu quien
iluminará y fortalecerá la decisión final.

Estos elementos modifican sustancialmente la


concepción tradicional del sujeto cognoscente.

El acto de conocer es, en consecuencia, para


Ignacio, un proceso consciente y dinámico, que se rea-
liza en cinco momentos sucesivos y simultáneos, por-
que cada uno se integra con los demás, de tal manera
que se afectan e interactúan durante todo su desarrollo.

Cada momento del Paradigma Pedagógico Igna-


ciano, además, es un aspecto nuevo y dinámico que va
haciendo más complejo y profundo el conocimiento
humano a la vez que compromete al sujeto enteramen-
te con una acción sobre el mundo y sobre la realidad
personal y social.

En este marco anterior, los momentos del proce-


so del Paradigma Pedagógico Ignaciano pueden unirse
dinámicamente así:

1- Situar la realidad en su contexto;


2- Experimentar vivencialmente;
3- Reflexionar sobre esa experiencia;
4- Actuar conscientemente;
5- Evaluar la acción y el proceso seguido.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

El Paradigma Pedagógico Ignaciano, en conse-


cuencia, es un "Enseñar a aprender según la Peda-
gogía Ignaciana".

Hay algunos aspectos claves que merecen des-


tacarse en este proceso cognitivo:

1- Se parte de unas estructuras dinámicas de la


mente que conducen con su acción a construir el
conocimiento y a comprometerse en la acción.
2- El contexto se convierte en parte constitutiva del
conocimiento.
3- La experiencia es punto de partida y clave para
la reflexión y el aseguramiento del compromiso
por la acción.
4- La reflexión da el sentido al contexto y a la
experiencia; es, además, el primer paso de la
acción. Con la reflexión se llega a un clímax sin
el cual no habría avance en el conocimiento y la
acción sería ciega. La reflexión incluye el enten-
der y el juzgar.
5- En el momento de la decisión, o sea, el inicio de
la acción, Ignacio desafía a la persona a dar un
paso más: a asumir una postura personal frente
a la verdad descubierta, revelada o construida, y
actuar en coherencia para transformarse y ayu-
dar a transformar la realidad social e institucional.
6- En los Ejercicios Espirituales este dinamismo de
la conciencia se manifiesta no ya por el deseo
de conocer y conocer correctamente sino de
transformar la realidad porque la ama; de ahí sur-
ge el dinamismo ignaciano de "en todo amar y
servir!". Esto significa actualizar el auténtico ser
del hombre y de la mujer para llegar a ser
“personas con y para los demás!".
7- La evaluación en este proceso es una toma de
conciencia del proceso mismo para revisarlo en-
teramente y también ponderar la pertinencia de
los resultados.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

En conclusión el Paradigma Pedagógico Ignacia-


no es un dinamismo en espiral ascendente-
descendente. Supone el Enfoque Personalizado como
acompañamiento y estímulo en el proceso del conoci-
miento o, lo que es lo mismo, en el proceso de compro-
miso con la realidad, Dios y Jesucristo.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

EL ESTILO PEDAGOGICO IGNACIANO.

Las “Anotaciones”, escritas por San Ignacio de Loyola al


inicio de su libro “los Ejercicios Espirituales”, son un conjunto de
orientaciones “para ayudarse así el que los ha de dar como el
que los ha de recibir” (EE., 1). Muchos educadores consideran
estas Anotaciones como un auténtico manual de educación cen-
trada en la persona.

De allí que una lectura cuidadosa y reflexiva nos puede


ayudar a entender y profundizar sobre las características de la
Pedagogía Ignaciana, por ejemplo el “Enfoque Personalizado” y
el “Acompañamiento Personal”.

Para esta ocasión presentamos una redacción elaborada


en los últimos 10 años por un grupo de jesuitas, sobre las
“Anotaciones” desde un contexto claramente educativo, cuidando
la fidelidad al espíritu y conservando lo que ha parecido mejor del
texto original de San Ignacio:

1. El proceso ignaciano de aprendizaje y construcción de


conocimiento tiene que ver con el proceso pedagógico que
lleva a contextualizar, experimentar, reflexionar, actuar so-
bre la realidad y evaluar el proceso de modo adecuado;
igualmente, tiene que ver con toda forma de prepararse y
disponerse uno mismo para superar los obstáculos que
impiden la libertad y el crecimiento personal en el camino
de búsqueda de la verdad (Anotación 1).

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

2- El educador debe orientar al alumno en el proceso y el or


den que ha de seguir en el estudio y presentarle cuidadosa
y brevemente la temática. De hecho, cuando los estudian
tes asumen personalmente el tema presentado a su consi
deración y reflexionan sobre él, pueden descubrir por sí
mismos alguna cosa que les ayude a comprenderlo mejor o
les haga sentir un poco más el contenido (bien sea por ra
zonamiento propio o bien en cuanto el entendimiento es
iluminado por la ayuda divina); este proceso realizado así
es de más gusto y fruto espiritual que si el educador
hubiese declarado y ampliado mucho el contenido del tema.
En efecto, no es la abundancia de conocimientos lo que
nos llena y satisface (a la persona) sino el sentir y gustar
de las cosas internamente (Anotación 2).

3- En todo proceso de aprendizaje hacemos uso del entendi


miento cuando comprendemos un tema y damos un juicio
sobre él; y hacemos uso de la voluntad cuando nos com
prometemos en la acción a través del servicio a los demás
(Anotación 3).

4- Se deben asignar al proceso de aprendizaje períodos de


tiempo específicos que generalmente coinciden con las d i
visiones naturales de las asignaturas. Sin embargo, esto no
significa que cada división se desarrolle en un período de
tiempo invariable. Suele ocurrir que algunos sean más dili
gentes; algunos, en fin, más distraídos y dispersos
que otros. En consecuencia, puede ser necesario, a veces,
acortar el tiempo de aprendizaje y, otras, alargarlo
(Anotación 4).

5- Al alumno le aprovechará mucho dedicarse al estudio con


entusiasmo y generosidad, ofreciéndose libremente al tra
bajo personal serio y a su formación integral (Anotación 5).

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

6- Cuando el educador ve que el alumno no ha tenido


en su proceso de aprendizaje alguna experiencia
significativa, debe confrontarle con preguntas perti-
nentes, interrogarle sobre cuándo y cómo estudia,
sobre el modo como ha comprendido las orienta-
ciones para realizar su trabajo personal y sobre las
reflexiones que haya podido hacer; debe, en fin,
pedirle asumir su estudio personal con compromi-
so y responsabilidad (Anotaciones 6).

7- Si el educador observa que el estudiante tiene


dificultades, debe tratar con él amable y afectuosa-
mente. En este ambiente educativo, debe promo-
ver y estimular al estudiante para que asuma el
valor constructivo del error y sugerirle formas con-
cretas para mejorar en su rendimiento (Anotación
7).

8- Si durante el estudio personal el estudiante experi-


menta particular gusto o disgusto por alguna área
o asignatura, el educador debe reflexionar con él
sobre estos sentimientos. En su momento oportu-
no, compartiendo juntos tales reflexiones, el maes-
tro puede llevar al alumno a una mayor integración
y crecimiento personal (Anotaciones 8, 9, 10 y 14).

9- El alumno debe estudiar concentrado plenamente


en el tema que le corresponde como si no fuera a
ver nada más en el futuro. No debe, por tanto,
apresurarse a cubrir superficialmente los conteni-
dos. Debe convencerse de que lo que realmente
cuenta no es el estudio de muchos contenidos sino
el de aquellos básicos y asimilados con profundi-
dad (Anotación 11).

10- El alumno debe dedicar al estudio todo el tiempo


que sea necesario. Es mejor demorarse más en un
tema y verlo bien que terminar antes, de modo
apresurado, especialmente cuando la tentación de
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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

acabar rápido es frecuente y se hace difícil, por


tanto, concentrarse.
Por otra parte, el estudiante no debe rendirse
ante las dificultades sino dedicarse con entusias-
mo al estudio, máxime si los temas son difíciles y
complejos. (Anotaciones 12 y 13).

11- Mientras el alumno estudia, el contacto con la


verdad misma debe ser lo que motive y disponga
a continuar progresando. El educador, como una
balanza en equilibrio, no debe inclinarlo a una
parte u otra sino que debe dejar que se encuen-
tre directamente con la verdad de modo que pue-
da, finalmente, apropiarse de ella (Anotación
15).

12- Es muy útil que el alumno procure superar cual-


quier obstáculo que le impida una apertura total
de su parte al encuentro con la verdad, de modo
que el Señor pueda actuar profundamente en su
persona (Anotación 16).

13- El estudiante debe informar cuidadosamente al


educador de cualquier problema o dificultad que
tenga en su proceso de aprendizaje; de esta ma-
nera, el educador podrá adaptarle mejor y más
creativamente los contenidos a sus necesidades
y a sus procesos personales (Anotaciones 17,
18, 19 y 20).

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

CARTA DE IGNACIO DE LOYOLA


A UN EDUCADOR DE HOY

Por Andrea Cecilia Ramal

Te escribo porque estoy convencido que el cam-


po educacional es un espacio privilegiado para la con-
cretización de aquello que me propuse en mi vida, y por
lo que me torné un compañero de Jesús. Quiero dirigir-
te unas palabras sobre tu papel en ese espacio y sobre
la desafiadora misión para la cual necesito convocarte.

Tal vez no sepas que cuando fundé la Compañía


y escribí la Fórmula del Instituto, documento que servirá
como base para la aprobación de la Orden en 1540,
concebí una amplia gama de apostolados sin contem-
plar inicialmente la educación. Tanto es así que los pri-
meros trabajos pedagógicos fueron casi “informales”-
recuerdo los relatos de Francisco Javier sobre sus cla-
ses de lectura y catecismo en Goa, en 1543, que
reunían más de seiscientos estudiantes…

Esos y otros trabajos no llegaban a constituir un


apostolado educacional. Entretanto poco tiempo des-
pués esa opción se modificaría. Me daba cuenta que
necesitábamos colaborar con la misión de la Iglesia en
el sentido de promocionar la predicación del Evangelio
y la causa de la unidad católica, en un contexto social y
cultural caracterizado por graves divisiones y preocu-
pantes fuerzas de disgregación. En verdad, mi motiva-
ción no era apologética, ni tampoco consistía en una
tentativa de respuesta a la reforma luterana. El impulso
mayor venía, sí, de la necesidad que notaba de formar
a la juventud a partir de determinados valores que que

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

ríamos, en ese entonces, promover.

Comencé a constatar que no era suficiente for-


mar buenos sacerdotes: era necesario también formar
buenos ciudadanos, trabajadores competentes, perso-
nas capaces de liderar acciones de transformación, que
asumieran los modelos evangélicos que soñábamos
construir. Veía que esos valores eran comunicados
más fácilmente a los jóvenes que todavía no estaban
tan contaminados por las influencias que la sociedad de
entonces podía tener sobre ellos. Mi convicción era que
la formación cristiana en un contexto humanístico ten-
dría un impacto decisivo sobre el modo de ser de los
estudiantes y sobre su visión del mundo.

Fue con esa esperanza que fundamos los cole-


gios. En el primero, en Messina, en 1548, coloqué tanta
expectativa que elegí jesuitas de gran talento y con la
mayor capacidad para el diálogo internacional posible.
Mis compañeros notaban que nunca antes había pues-
to tanto talento humano concentrado en una única mi-
sión.

Eso ayudó para que aquella institución ensegui-


da se distinguiera, lo que nos animó a ampliar la acción
en ese campo. Fundamos colegios en diversos países,
entre ellos Portugal, España e Italia. Cuando Pedro
Canisio me escribió preguntando qué medios la Com-
pañía podría usar para ayudar mejor a Alemania, no
dudé en responderle: “Los colegios”. Mis compañeros y
yo nos convencíamos cada vez más de que los apos-
tolados establecidos en la Fórmula del Instituto podrían
ser llevados a cabo por medio de las obras educaciona-
les, pues de la conveniente educación de la juventud
dependía el propio bienestar del cristianismo y la con-
cretización del Reino.

Para orientar el quehacer pedagógico, fue elabo-


rada la Ratio Studiorum, en la que se trató de reunir
todo el espíritu humanista del Renacimiento y la visión

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

espiritual que yo desarrollara en los Ejercicios, articula-


dos con el modus parisiensis, método pedagógico que
me había impactado durante mis estudios en París.
Nuestra idea era formar a las personas de una manera
integral, abarcando la inteligencia, la voluntad, la me-
moria y la sensibilidad. Queríamos atender a todas las
clases sociales, motivo por el cual las escuelas eran
gratuitas, a pesar de todas las dificultades que, como
puedes imaginar, pasábamos para eso. En general
conseguíamos ayuda de benefactores y, con esas cola-
boraciones, llevábamos adelante el trabajo. Fue funda-
mental la dedicación de tantos maestros –en aquel mo-
mento, sacerdotes jesuitas– que tomaron la tarea de
enseñar a los que muy poco sabían y llevaron tantas
almas a crecer en el conocimiento del Señor.

Muchas cosas fueron sucediendo desde enton-


ces para que Dios hiciera de nosotros lo que somos
hoy. Entramos en nuevos continentes, y sé que mu-
chas veces, en el fervor de la batalla educacional, no
nos dimos cuenta de que las comunidades a quienes
catequizábamos también tenían algo que enseñarnos.
Algo parecido ocurrió en algunas obras de educación
popular en que no partimos del saber del estudiante y
pretendimos imponer nuestra visión, como si nuestro
conocimiento fuese definitivo y absoluto. Sin embargo,
creo que fuimos reflexionando críticamente sobre nues-
tra acción y tornándonos más capaces de dialogar, de
aprender y de interactuar con culturas diversas, lo que
enriqueció a ellas y, principalmente, a nosotros.

Hoy, el panorama ha cambiado mucho, y el


apostolado educacional de la Compañía cuenta con
centenas de colegios y universidades diseminados por
todo el mundo, al servicio de la Iglesia. Tales obras son
integradas no sólo por los sacerdotes jesuitas, sino
también por los millares de laicos colaboradores que se
unieron a nosotros en esa inmensa red que acumula e
integra el saber de toda una tradición educativa.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

Contemplando ese panorama te escribo, queri-


do compañero. En el contexto en que educas encon-
trarás otras fuerzas que amenazan ahora la implanta-
ción del Reino: sistemas político-económicos estruc-
turados en función del mercado, que reducen la digni-
dad humana y acentúan la desigualdad; fuerzas
opuestas a los valores evangélicos, que disgregan y
generan conflictos locales e internacionales. Se dise-
minan velozmente por el mundo ideologías que pro-
vocan desigualdades e injusticias y fomentan el indivi-
dualismo, la ambición desordenada y la corrupción.
Insólitas tecnologías permiten que las personas se
comuniquen, pero los mensajes que circulan en ellas
no siempre elevan al hombre o lo dignifican, algunas
veces lo reducen a un mero objeto.

Máquinas ocupan el lugar de personas y con-


vierten su trabajo en algo alienante y deshumaniza-
dor, reforzando la exclusión. Las cabezas y los cora-
zones de los jóvenes están expuestos a todo eso,
muchas veces de manera indefensa e inconsciente.

Tienes un papel crucial en este momento. Es


verdad que la educación, sola, no puede cambiar toda
la realidad social, pero ninguna gran transformación
podrá ocurrir sin que en ella esté implicada una tarea
educativa. Y para eso te llamo: para una gran trans-
formación. Prepárate: lo que te pido es un movimiento
gigantesco de ruptura y crisis que exigirá de ti no sólo
tus fuerzas, sino que abarcará también tus creencias
y tus principios; porque deberás interrogarte, al edu-
car hoy, no sobre los contenidos que necesitas ense-
ñar, sino sobre el mundo que pretendes ayudar a
construir con tu acción. Para eso, antes será necesa-
rio que definas qué maestro deseas ser y cuánto de ti
estás dispuesto a dar en este inmenso proyecto.

No tengo para ofrecerte una pedagogía propia-


mente dicha, pero sí algunos elementos de carácter
pedagógico que podrán orientar tu trabajo. Los siste-

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

maticé al orientar los Ejercicios Espirituales, con el pro-


pósito de ayudar a las personas a entrar en contacto
con esa Verdad mayor y a descubrir la voluntad de Dios
para sus vidas.

Llamados para transformar

Como orientador de estudios, tienes un papel


semejante. Los estudiantes que recibes cada año lecti-
vo son personas con sus propias expectativas, caracte-
rísticas, miedos, ansias y deseos. Ellos tienen una op-
ción de vida a definir, que irá construyéndose a partir de
la experiencia con el saber que, como intermediario, tú
les presentes. Piensa, ante todo, en ellos.

¿Ya te preguntaste, al entrar en el aula, quién es


tu alumno, lo que él desea, lo que espera y siente?
¿Cuáles son las cosas que le gustan, cómo reacciona
delante de lo que le desagrada, de qué necesita para
crecer y superar sus límites? Y más: ¿Cómo es su
mundo, cómo es esa compleja sociedad en que él de-
sarrolla su existencia? Es fundamental que tomes todo
eso en cuenta, porque la educación no humaniza o cris-
tianiza automáticamente; si queremos ser una fuerza
moral en la sociedad, tenemos que reconocer que el
proceso educativo se desarrolla en un contexto en que
diferentes valores están en juego. Es imposible enseñar
de forma neutra: todas las disciplinas confirman o re-
chazan esos diversos valores. Siendo así, no te confor-
mes en comunicar un saber como si tus estudiantes
fueran siempre los mismos, y sus contextos semejan-
tes: no te abstraigas de los valores que todo saber en-
globa.

Para eso, el primer paso será escuchar a tu


alumno. Permite que él hable: déjate encantar por su
discurso repleto de sentidos. Transforma tu clase en el
espacio de todas las voces. Verás que el habla de
aquél a quien enseñas será muchas veces como una
dulce y suave melodía que alegrará tus tardes y te ayu

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

dará, misteriosamente, a descubrir algo sobre tu propia


existencia. Sentirás, entonces, que tú también apren-
des.

Busca oportunidades para conducirlo a experi-


mentar lo que estudia, pues no es el mucho saber lo
que sacia y satisface al alma, sino el sentir y saborear
las cosas internamente. Si tu alumno penetra en el fon-
do de lo que lee e investiga, como mis orientados en los
Ejercicios, entraban en la mística experiencia del Padre
que se revela, es posible que, curiosamente, también él
encuentre algo de Dios en ese aprendizaje. Porque en
todo lo que enseñes, en toda ciencia y en todo fruto del
conocimiento humano, habrá señales y marcas indele-
bles de ese Creador del cual todas las cosas provienen
y para el que todas se dirigen. Deja que esa verdad los
fascine y los seduzca: jamás serán los mismos.

Escuchar, sentir y gustar

Sabrás encontrar las estrategias didácticas más


adecuadas: muchos teóricos ya profundizaron sobre
ciertas ideas que yo ya intuí, reforzando la necesidad
de que los contenidos tengan sentido para el estudiante
–sin lo que no ocurre aprendizaje significativo– y descri-
biendo las múltiples inteligencias que podemos movili-
zar en el acto de aprender. Yo acostumbraba llevar a
los orientados a ejercitar no sólo la inteligencia, sino
también la imaginación y los sentidos, proponiendo me-
ditaciones y contemplaciones; hoy, además de esos
recursos, las nuevas tecnologías te darán una amplia
gama de opciones para incentivar a los alumnos y
hacerlos sumergirse en el conocimiento. Recuerda que
no hay aprendizaje sin que los afectos estén implica-
dos. Moviliza sus corazones, hazlos reaccionar ante lo
que ven y estudian: apasionándonos por un saber lo
descubrimos por dentro, y sólo con el alma podemos
conocer lo esencial. No hay aprendizaje sin que los
afectos estén implicados.

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

Pero no los lleves a realizar esa experiencia in-


útilmente. La experiencia sin reflexión es estéril, así
como la reflexión sin experiencia es un mero ejercicio
especulativo. Articula, por lo tanto, ese proceso con
algo de él que no se puede disociar: el esfuerzo de cap-
tar el significado y el valor de lo que se estudia, su rela-
ción con otros aspectos del conocimiento y de la activi-
dad humana, sus implicaciones. En los Ejercicios, yo
hablaba del proceso de discernimiento cuando, en la
lectura de los sentimientos experimentados en la ora-
ción, ayudaba a descubrir el impulso y la intención que
movían al sujeto en cada caso y a ver con mayor clari-
dad la verdad en cuestión. Tienes cómo aplicar eso en
tu trabajo pedagógico, haciendo con que tus estudian-
tes reflexionen críticamente y capten el sentido más
profundo de lo que experimentan, penetrando en las
implicaciones de los conocimientos, llegando a cons-
truir convicciones personales y a posicionarse frente a
los hechos.

El mundo de hoy está tan repleto de conflictos y


desigualdades que tendrás mucha materia para provo-
car reflexiones y ampliar la sensibilidad y la capacidad
crítica de tus estudiantes frente a las cuestiones socia-
les y culturales. Habiendo movilizado su afecto y su
mente, estarás haciendo de ellos los protagonistas del
propio proceso de construcción del saber. Ellos se invo-
lucrarán en un amplio debate sobre los múltiples puntos
de vista que estarán siendo negociados en el grupo.
Enséñales a ser tolerantes y a argumentar a favor de lo
que creen, sin anular la voz de los demás. El lenguaje
es la gran arena de las contradicciones: en ella, los
sujetos se revelarán a partir de sus diversos lugares
sociales. Recuerda que tu voz será siempre oída como
la del maestro; evita que por eso ella parezca la única
voz legitimada, lo que tornaría el discurso opaco y apa-
garía toda la vida de los actores que lo componen.

Entonces tu clase se convertirá en un gran con-

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

cierto de múltiples voces que enseñará que es posible


transitar por un mundo heterogéneo y diverso repleto
de culturas y visiones. Dialoga, tú también, con tus es-
tudiantes: ellos se convertirán en tus compañeros de
estudio y en ese momento ya no habrá más quien sólo
enseña o quien sólo aprende, pues unos educarán a
los otros, en comunión. Únicamente no permitas que
ese debate reflexivo y crítico ocurra sin fijar un norte;
sin caer en un plan de doctrinación que sofoque la
mente, ofréceles un referencial de búsqueda. Tu desa-
fío será hacer que comprendan que el principal criterio
de todo y para todo es, siempre, el amor. No un amor
cualquiera, sino aquél que Jesucristo testimonió. Sólo
con los ojos del amor se puede realizar la verdadera y
profunda lectura del mundo.

El amor como criterio para ACTUAR

Pero te digo que quien ama no se queda parado:


el amor todo transforma y todo significa. No te espan-
tes, por lo tanto, si para tus estudiantes el aprendizaje
se convierte en algo cada vez más parecido con la ac-
ción, porque aquél que lee el mundo con los criterios
del amor no puede contentarse con lo que encuentra, y
se involucra, se entrega y se arroja hacia adelante. La
pedagogía en la que creo, querido compañero, es así:
además de la inteligencia, mueve afectos y voluntades
porque pretende mover al propio mundo.

Habrán aprendido verdaderamente tus estudian-


tes cuando sientan que la vida les fue dada para gran-
des cosas, y que hay tanto para hacer que no pueden
perder un sólo minuto. Entonces se lanzarán en el terri-
torio poco desbravado de las grandes causas y de los
proyectos imposibles. Así ocurría con nosotros cuando,
como peregrinos, salíamos por tierras desconocidas,
embalados por un único sueño… Hoy hacen falta toda-
vía más “misioneros”. Cautiva tus alumnos para que,
cualquiera que sean sus opciones de vida y sus profe-
siones, deseen dedicarse sobre todo a la construcción

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

de ese mundo nuevo, con gran ánimo y generosidad.

Esa será la mejor evaluación que podrás hacer


de tu trabajo, como también del crecimiento de ellos.
En esta pedagogía, más que cualquier otra prueba o
forma de verificación, importa que acompañes con celo
el recorrido integral de tu alumno, y de modo personali-
zado lo ayudes a superarse y alcanzar lo mejor de sí,
pero sin obsesión sólo por la productividad o por la
eficacia, pues la lógica vigente no puede contaminar tu
acción educativa. Por otro lado, anímalo a buscar la
excelencia, a no conformarse con la mediocridad, a dar
lo mejor de sí en todas las cosas. Podrás ayudarlo si le
ofreces oportunidades de confrontarse consigo mismo,
de colocar metas y estrategias a alcanzar. No te pre-
ocupes tanto con las notas y los meros conceptos: to-
do eso pasa. Lo que es interno permanece. La evalua-
ción permanente es la manera de avanzar en ese cre-
cimiento personal que, cuanto más profundo, más nos
torna capaces de descubrir y de amar a Dios. Por eso
no hagas de la evaluación un momento de tensión y
angustia; lleva a tu alumno a evaluarse con libertad,
tranquilidad y despojamiento interior.

No le impongas modelos ni sistemas inalcanza-


bles externos a él mismo. En ese proceso, ayúdalo a
desarrollar al máximo todos los dones que recibió y
que debe poner al servicio de los demás. Esos elemen-
tos que te sugiero no provienen solamente de aquella
Ratio Studiorum de que te hablé: puedes encontrarlos
en los documentos que actualizaron nuestro marco
teórico, como las Características de la educación jesui-
ta y un conjunto de textos que describen esa pedago-
gía que llamaron ignaciana. Este es todo un modo de
proceder, un estilo educativo que puede inspirarte y
que resulta, a su vez, de la articulación de nuestra tra-
dición pedagógica con una serie de autores de la psi-
cología, de la sociología y de la filosofía de la educa-
ción, que debes también tomar como interlocutores al
construir tu práctica docente. Nuestra pedagogía, ce-

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

rrada en sí misma, se empobrece y agota; al contrario,


confrontada con las demás, de ellas se beneficia y
puede también influenciarlas con su carisma.

En tus manos la vida o la muerte

¿Querido compañero, notas cómo es importante


tu papel? En tus manos tienes mucho más que nom-
bres de una lista de presencias… Son personas que se
entregan a ti, con sus horizontes abiertos y con las an-
sias recién brotando en su corazón. Tu trabajo es deci-
sivo: tanto puedes hacer nacer el amor por el estudio y
por el conocimiento, como puedes dejar perecer el en-
tusiasmo de un joven por la propia vida. Puedes insti-
garlo a luchar por grandes cosas, como puedes ense-
ñarle a repetir las trivialidades cotidianas, a conformar-
se con las desigualdades y con la injusticia, a tolerar
las cosas que “siempre fueron así”.

¿Sabes cuál será tu lección más elocuente? Tu


ejemplo. Si amas el saber, despertarás en muchos de
ellos el gusto por conocer aquello de lo que hablas. Si
asumes tu compromiso como ciudadano y como maes-
tro, puedes estar seguro de que contagiarás a muchos
con tu entusiasmo y tu inconformidad. Digo esto con
tanta seguridad porque también yo aprendí a conocer y
amar un maestro así, que hablaba de extrañas ideas
revolucionarias y creía en un mundo diferente. Fui to-
talmente tomado por esa causa, y decidí acompañar su
lucha irreverente y osada. Aunque débil, me sentí en
eso extrañamente fuerte, y a pesar de no tener toda la
sabiduría que precisaba, me entregué como instrumen-
to al Espíritu, que habló por mí. Inspírate en Él cuando
eduques, como también yo me inspiré.

Tu tarea es ardua y bella. Para llevarla a cabo,


jamás dejes de estudiar. No puede enseñar el que dejó
de aprender. Lánzate, tú también, hacia la aventura de
lo inusitado. Vives en un mundo en el que la informa-
ción circula incesantemente, y los contenidos discipli-

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

nares se tornan obsoletos en poco tiempo. Conéctate a


este vasto mar de datos y mensajes y navega con osa-
día, buscando otros parajes. Renuévate: sólo recono-
ciendo que todavía no sabes puedes ser libre. Las cer-
tidumbres pueden haber hecho de ti una presa de los
sentidos, y será necesario entonces que te libertes pa-
ra que sientas de nuevo qué es lo indescifrable y pue-
das penetrar los misterios que nos rodean.

Trabaja en conjunto con los demás. Hay una


misión que inspira nuestras obras: no la pierdas de
vista. Nuestra identidad común será decisiva en este
momento en que encuentras en crisis los sistemas po-
líticos, las estructuras económicas, los referenciales
éticos y los propios paradigmas científicos que susten-
taron, con frágiles certidumbres, las mentalidades de
las décadas anteriores. Lo que está en el centro de
ese perfil es una educación que siga contribuyendo
con el esfuerzo evangelizador. Eso no quiere decir que
no se estimule, en nuestras obras, el diálogo intercultu-
ral e interreligioso; significa que, sea cual sea el con-
texto o la circunstancia, tenemos el compromiso de
formar personas que asuman valores de solidaridad y
gratuidad, que amen a los demás y den testimonio de
ese amor involucrándose activamente en la construc-
ción de una sociedad justa y feliz, marcada por relacio-
nes de equidad, paz y fraternidad. Dondequiera que
estés, dedícate a formar personas que vivan la fe arti-
culando lo contemplativo con la justicia y el compromi-
so social: hombres y mujeres para los demás, capaces
de, en todo, amar y servir. Ofrece lo que te fue dado
hacer para la mayor gloria de Dios.

Esa fidelidad incondicional a nuestra identidad,


llevada a cabo de forma creativa y actualizada, hará
que, articulado con tantos otros profesores e institucio-
nes, seas como uno solo de ellos. Integrarás esa gran
red cuyos lazos no son edificios ni torres, y sí personas
que, en colaboración y por medio de proyectos comu-
nes, enfrentan con más fuerza los desafíos. Ábrete al

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mundo: en esa red que a todos nos envuelve verás


acogidos y amparados tus ideales pedagógicos.

El compromiso

Por fin, te recuerdo lo esencial: jamás olvides tu


propio compromiso, aquél por el cual llegaste al magis-
terio y por el cual permaneces en él. No puede educar
el que no tiene un ideal que da sentido a su trabajo y
que hace con que cada aula se torne el más bello de
los lugares, porque en ella son gestadas las más pode-
rosas transformaciones. Abre sus ventanas y siente
correr la brisa que anuncia la vida nueva; mira las ex-
trañas luces que entran por las rendijas y que llenan su
espacio de colores inusitados. Observa: no hay apenas
pizarras, mesas y pupitres, sino gente toda hecha de
expectativa y sueños.

Sabes que no será fácil conservar esta llama,


porque el cotidiano es penoso y complejo; siempre que
puedas, reza con esa intención. Busca escuchar la voz
de Dios; el conocimiento de las cosas muchas veces
comienza por el silencio.

Te invito a hacer los Ejercicios Espirituales, que


pueden inspirarte de un modo especial en tu trabajo.
Tienes por destino grandes obras, ya que eres educa-
dor; ejercítate en el conocimiento de lo que Él te pide.
¿Recuerdas que te decía que, mientras al comienzo
todos los maestros eran sacerdotes jesuitas, ahora
somos muchos más, en un enorme cuerpo apostólico
que cuentan con la colaboración de millares de laicos y
laicas en todo el mundo? Nota que me dirigí a ti, desde
el comienzo de esta carta, como compañero… Es de
la Misión que te hablaba. Quiero que, más que colabo-
rador o amigo, seas nuestro compañero en la Misión.
Ella es tanto mía como tuya; abrázala con disponibili-
dad y coraje.

Ah, sí, pues debo decirte algo: en esta Misión,

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

es necesario tener coraje. El miedo nunca incorporó


nada de importante o diferente a la historia de los hom-
bres. Al contrario, él sólo impidió cambios, retardó
transformaciones, postergó lo que debía ser hecho. El
miedo es contrario al hombre, haciéndolo sucumbir
cada vez más en las pequeñas oscuridades de sí mis-
mo. El miedo de cambiar es vejez.

Sólo el coraje te permitirá abandonar lo que aco-


moda y paraliza. Miedo es fácil, común; coraje es difí-
cil. Coraje es estar dispuesto a enfrentar lo que sea
necesario, en nombre de aquello en que crees y en
que pones tu esperanza. Miedo es negarse, es jamás
salir de sí. Miedo es callar y volverse para dentro. Y
nosotros, querido compañero, estamos volcados hacia
el infinito.

Pero el coraje de que te hablo es gracia, es don:


no te olvides de pedirlo diariamente a Dios.

“El amor
se debe poner más
en las obras
que en las palabras”

San Ignacio de Loyola

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

ORACION DE ENTREGA

Señor, de verdad deseo prepararme bien para


este momento, deseo profundamente que todo mi
ser esté atento y dispuesto para Ti.
Ayúdame a clarificar mis intenciones.
Tengo tantos deseos contradictorios...
Me preocupo por cosas que ni importan ni son
duraderas. Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

En todo lo que hoy soy, en todo lo que intente


hacer, en mis encuentros, reflexiones, incluso
en las frustraciones y fallos
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello, haz que ponga mi vida en tus manos.
Señor, soy todo tuyo. Haz de mí lo que Tú quieras.

Amén

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Cerpe 2006 Ejercicios Espirituales para Docentes Ignacianos

¡SEÑOR TU ME CONOCES!

Señor, Tú me conoces mejor de lo que


yo me conozco a mí mismo.
Tu Espíritu empapa todos los momentos de mi vida.
Gracias por tu gracia y por tu amor
que derramas sobre mí.
Gracias por tu constante y suave invitación
a que te deje entrar en mi vida.
Perdóname por las veces
que he rehusado tu invitación,
y me he encerrado lejos de tu amor.

Ayúdame a que en este día venidero reconozca tu


presencia en mi vida,
para que me abra a Ti.
Para que Tú obres en mí,
para tu mayor gloria.

Amén.

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Instituciones Educativas Ignacianas en Venezuela

Caracas
Colegio San Ignacio
Instituto y Escuela Técnica Jesús obrero

Maracaibo
Colegio Gonzaga

Puerto Ordaz
Colegio Loyola-Gumilla

San Fernando de Apure


Colegio Padre Gumilla (La Guanota)

Dolores (Estado Barinas)


Colegio P. José María Vélaz (Masparro)

Mérida
Instituto San Javier del Valle
“Los centros educativos
de la Compañía pueden hacer
frente confiadamente
al reto del futuro,
sólo en cuanto sean fieles
a su peculiar herencia jesuítica”

(Las Características de la Educación de la Compañía de Jesús. Nº 2)


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cas, 1060A, Venezuela Apartado Postal 62.654 - Teléfonos: 58-212-267-3825 / 58-212-267-5975

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