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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD RAFAEL URDANETA


FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS, ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
ESCUELA DE DERECHO

EL RÉGIMEN JURÍDICO APLICABLE AL AMPARO CONSTITUCIONAL


CONTRA DECISIONES JUDICIALES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO
VENEZOLANO

(Trabajo Especial de Grado para optar al título de Abogado).

Autores:
Álvarez Dávila, Marco Antonio de Jesús
V-27-266.714
Vergara Urdaneta, Juan David
V-26.456.051

Tutor Académico:
Prof. Sofía Annese

Tutor Metodológico:
Prof. Milagros Quijada

Maracaibo, diciembre de 2018.


1. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA

1.1 Planteamiento del Problema

(1) Definición del Problema Jurídico

Antes de abordar plenamente el problema jurídico objeto de la presente


investigación, es importante destacar que, desde su concepción en el
ordenamiento jurídico venezolano, concretamente con la promulgación de la Carta
Magna de 1961, el amparo constitucional ha sido una de las figuras más
novedosas y lastimosamente poco reguladas por el legislador patrio. No fue sino
hasta 17 años después de la consagración constitucional del amparo, que se dictó
la primera y última (hasta la fecha) ley especial destinada a determinar el régimen
jurídico aplicable al Amparo Constitucional, siendo esta; la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, la cual trajo con sí misma
fallas, vacíos y lagunas jurídicas que la jurisprudencia nacional se tomó el trabajo
de aclarar.

En cuanto al instrumento de rango legal traído a colación ut supra, hay que


reconocer que, en él, el legislador se dio la tarea de definir al amparo
constitucional como una “acción”, criterio que es aceptado por un sector de la
doctrina nacional venezolana e inclusive la jurisprudencia, pero que tiene su
importante número de disidentes. A pesar del esfuerzo del legislador en otorgarle
la naturaleza de acción, algunos juzgadores del máximo Tribunal de la República
lo han catalogado como “recurso” puesto que, a su consideración, éste posee un
carácter subsidiario. También se habla de derecho, de garantía, de derecho de
garantía, entre muchas otras acepciones.

En torno al origen de esta problemática, puede decirse que tiene tres


grandes causas: en primer lugar, la falta de técnica legislativa, que ha quedado
evidenciada pues la mismísima Carta Magna vigente del ordenamiento jurídico
nacional no logra establecer una definición clara del amparo que coadyuve en el
esclarecimiento de las dudas existentes. En el artículo 27 ejusdem, disposición
donde se consagra éste y su jerarquía constitucional, primeramente, se establece
como un derecho y luego el Constituyente se adhiere al criterio del legislador,
otorgándole el carácter de acción autónoma. Si el Texto Fundamental, que debe
fungir como guía para el resto del ordenamiento jurídico tiene confusiones o
ambigüedades de este tipo, fácilmente se entiende cómo los estudiosos del
derecho y los jueces de la República también caen en debate sobre la naturaleza
de esta institución.

En segundo lugar, se ubica la falta de profundidad del legislador en lo


ateniente al procedimiento, la procedencia del amparo, los efectos que produce y
en general, el régimen jurídico aplicable. Debido a la omisión por parte del órgano
legislativo nacional, que ha tenido más de 30 años para efectuar una nueva
reforma a la ley reguladora de la materia, se ha visto obligada la jurisprudencia a
ser quien regule lo concerniente al amparo constitucional en gran parte del tiempo,
incidencia que se presta para la existencia de una gran disgregación y disparidad
en virtud al sistema que establece y regula el funcionamiento del amparo,
derivando en choques, debates y confusiones como las que se han establecido
anteriormente, todo consecuencia del pensamiento cambiante y disidente de un
juzgador con respecto a otro y sus formas de interpretar el derecho.

En relación a lo expuesto, y entrando más a fondo en el tema sobre el cual


versa la investigación, puede catalogarse como la tercera causa las numerosas
violaciones de derechos constitucionales cometidas por los jueces al momento de
dictar sentencia, y la imposibilidad para el ciudadano de detener ese daño que se
le profiere a partir de éste acto judicial de una manera inmediata a través de los
procedimientos o medios ordinarios que se le presentan en nuestros instrumentos
normativos.
Si bien es cierto que esto último ocurre en todos los Estados del mundo, se
debe recalcar que sus legislaciones se han encargado de profundizar y precisar en
la ciencia del derecho constitucional y, más concretamente, sobre el amparo
constitucional. Legislaciones como la peruana y la boliviana tienen su propio
Código Procesal Constitucional, y existe una armonía entre éste y el resto de su
ordenamiento jurídico.

Esta situación de incertidumbre que se presenta en el mundo jurídico


venezolano ya causó que el amparo contra decisiones judiciales quedara en
desuso por un largo período de tiempo, a partir de un acuerdo dictado por la Sala
Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, en fecha de 24 de abril de
1972, que dispone lo siguiente: (citado por Chavero, 1997):

(…) la competencia de los tribunales de Primera Instancia y Superiores en


lo Penal de la República, a que se refiere la Disposición Transitoria Quinta
de la Constitución, se limita exclusivamente al conocimiento del recurso de
habeas corpus previsto en dicha norma; y que en consecuencia, toda
decisión que no esté apoyada en la competencia de dichos Tribunales o
que invada la atribuida por la Constitución y las leyes, a otros órganos
judiciales, constituye una usurpación o extralimitación de atribuciones.
Este acuerdo fue interpretado por los tribunales del territorio nacional como
una negación al amparo constitucional dispuesto en el artículo 49 de la
Constitución de 1961, pues a partir de esto, se consideró solamente competentes
a los Tribunales Penales para conocer del amparo constitucional. Fue la misma
jurisprudencia quien revocó el acuerdo, bajo la justificación de que el amparo no
podía ser visto como algo simplemente programático.

(2) Descripción del problema jurídico objeto

Atendiendo a estas consideraciones, queda ejemplificada perfectamente la


omisión legislativa de la que se habló anteriormente. Durante este período de
inaplicación del amparo constitucional, los ciudadanos quedaron sin un medio
judicial que les permitiese la restitución de la situación jurídica infringida y la
cesación de la violación flagrante a sus derechos fundamentales de una manera
célere. Se entiende que todo esto ocurrió debido a la ausencia de una ley
reguladora que sí existe actualmente, pero no es posible evitar mencionarlo como
parte del problema al que se le intenta dar solución.

Las anteriores evidencias demuestran el atraso sufrido por el derecho


venezolano en la rama procesal constitucional, situación que abrió y seguirá
abriendo las puertas no sólo a debate en la doctrina, sino también a una mayor
cantidad de violaciones de derechos fundamentales en contra de los habitantes
del territorio nacional, posiblemente sin tener la oportunidad de reparar los daños
ocasionados y restituir la situación jurídica infringida, pues el carácter subsidiario
del amparo constitucional contra decisiones judiciales no permite la interposición
del mismo siempre que exista una vía judicial ordinaria capaz de resolver el
conflicto y la misma no haya sido agotada.

Las ideas expuestas, específicamente la última, abren la puerta a otro


elemento controversial: El carácter subsidiario o extraordinario del amparo
constitucional. La jurisprudencia ha pasado por ambas etapas, mientras que la
doctrina ha mantenido un debate sobre cuál realmente es el que impera. Algunos
defienden su carácter de subsidiario, como lo hace Chavero (1996) cuando
establece que el juez que conoce del Amparo Constitucional Contra Decisiones
Judiciales debe ser riguroso al momento de interpretar el carácter extraordinario
del mismo, a tal punto de convertirlo en subsidiario.

En contraposición a lo anterior, otros estudiosos del derecho lo consideran


extraordinario debido a que es posible interponerlo sin acudir a otras vías
judiciales previas a dicha figura ante un tribunal de la República, puesto que no
existe otra que posea una operatividad inmediata, como queda evidenciado en la
sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 8

de febrero del 2000, caso F.R Rosas, donde se ilustra lo siguiente (citado por el
Ministerio Público, 2001):
El carácter extraordinario de la acción de amparo constitucional, implica
fundamentalmente, la inexistencia de otro medio procesal que permita el
oportuno restablecimiento de la situación jurídica que se alega como
infringida, o que aun existiendo, sea de tal modo inoperante que no
garantice la efectiva protección de tal derecho.
Igualmente, la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, en su artículo 36 indica que la sentencia firme de amparo
produce efectos jurídicos referentes al derecho o garantía controvertidos “sin
perjuicio de las acciones o recursos que legalmente correspondan a las partes”,
disposición que ha llevado a la doctrina a discutir si efectivamente el amparo es
productor de cosa juzgada. Con el tiempo, el debate fue evolucionando hasta ya
no versar sobre la existencia de la cosa juzgada constitucional, sino sobre el
carácter que ésta irradia. Éste es, aun, otro punto controversial ignorado por el
legislador que se reputa de gran importancia pues podría causar o no el fin de la
controversia, pudiendo inclusive llegar a interponer la sentencia como evidencia de
una cuestión previa en un ulterior litigio.

Como complemento, se encuentran otros efectos generados a partir de la


sentencia de amparo, como lo son la condenatoria en costas y la restitución de la
situación jurídica infringida a través de diversos modos, como la reposición de la
causa al estado y grado donde se produjo la actuación del juez fuera de su
competencia, o la declaratoria de nulidad total o parcial de lo dictado por el mismo,
empezando el juicio nuevamente. La jurisprudencia ha variado en cuanto a esto,
según sea la magnitud del abuso de poder o la extralimitación de funciones en las
cuales ha podido incurrir el administrador de justicia, teniendo como consecuencia
la violación de garantías y derechos constitucionales.

En virtud de todo lo expuesto anteriormente, se reputa imposible no pensar


que, de persistir todas estas confusiones, evidentemente se generará una gran
inseguridad jurídica dentro del ordenamiento jurídico venezolano, donde dichas
violaciones de derechos preceptuados en el Texto Fundamental podrían volverse
más y más frecuentes con el paso del tiempo, pues no existe un consenso en
cómo deben ser atacadas, si con una acción autónoma, un recurso, entre otros.

También está el tema de la admisibilidad y el carácter del amparo, en el


que, de no llegarse a un acuerdo prontamente, podría también causar que los
daños y perjuicios recibidos por los ciudadanos sean irreparables debido a la falta
de una respuesta rápida y expedita por parte del Poder Judicial, puesto que
primero se deben agotar las vías ordinarias operantes, si las hubiere, debido al
criterio riguroso que deben tener los administradores de justicia nacionales.

Esta situación y sus posibles consecuencias abren paso a la necesidad de


estudiar la figura jurídica del amparo constitucional contra decisiones judiciales,
pues se busca determinar la naturaleza jurídica de la misma, la firmeza que
ostentan las decisiones que versan sobre ella y el conjunto de efectos que éstas
producen, para así establecer y finalmente esclarecer, en general, el régimen
jurídico aplicable del amparo dentro del ordenamiento jurídico venezolano, en
virtud de darle a conocer al ciudadano cuánta seguridad y justicia le brinda esta
institución.

1.2 Formulación del problema

(1) Enunciado de la pregunta central del problema

Los esfuerzos anteriores se realizan conjuntamente para, como ya se ha


dicho, lograr establecer una comparación entre el amparo constitucional contra
decisiones judiciales y los otros medios de tutela judicial establecidos en el
ordenamiento jurídico venezolano. Es así que se realiza la pregunta, ¿cuál es
análisis del régimen jurídico aplicable al amparo constitucional contra decisiones
judiciales en el ordenamiento jurídico venezolano?

1.3 Objetivo General

(1) Definición la meta relacionada del Trabajo Especial de Grado


Analizar el régimen jurídico aplicable al amparo constitucional contra
decisiones judiciales en el ordenamiento jurídico venezolano.

1.4 Objetivos Específicos

(1) Definición de los elementos más específicos del Trabajo Especial


de Grado

Estudiar la naturaleza jurídica del amparo constitucional contra decisiones


judiciales en el ordenamiento jurídico venezolano.

Determinar los efectos de las sentencias sobre amparo constitucional contra


decisiones judiciales en el ordenamiento jurídico venezolano.

Comparar los otros medios de tutela judicial con el amparo constitucional


contra decisiones judiciales en el ordenamiento jurídico venezolano.

1.5 Justificación de la investigación

(1) Relevancia social y jurídica importante

Desde una perspectiva social, se materializa la importancia del presente


estudio en la medida que los ciudadanos, o cualquier habitante de la República
podrán comprender el significado de una tutela judicial efectiva de sus derechos
constitucionales, poniéndole fin, o al menos reduciendo la posibilidad de
encontrarse con vicios que alteren dicho precepto constitucional y que se pudiesen
observar cotidianamente por parte de los funcionarios encargados de administrar
justicia en el territorio nacional, de una manera expedita que permita el cese del
daño con la mayor inmediatez posible.

(2) Aportes para el área de conocimiento jurídico

En torno al plano jurídico, la investigación encuentra su justificación al


confrontar ciertas posiciones doctrinarias para lograr esclarecer y determinar la
naturaleza de una institución tan importante para el ordenamiento jurídico
venezolano. Se discute el origen y su evolución en el mundo del derecho, las
interrogantes y la problemática que ésta ha conllevado. Todo esto, acogiéndose al
final a un criterio previamente establecido, siempre bajo argumentos fundados que
permitan acabar con las dudas existentes acerca de esta figura y que sirvan como
un avance para la ciencia del derecho constitucional.

(3) Implicaciones prácticas y metodológicas

Desde el punto de vista práctico, la presente investigación tiene su


justificación en las diversas ventajas que puede proporcionar al ciudadano el saber
cuándo debe interponer la figura del amparo constitucional contra decisiones
judiciales, sus ventajas y desventajas frente a las vías ordinarias, los elementos
necesarios para su procedencia y la firmeza de las decisiones que éste produce,
bien sean favorables o no, para que el o los afectados conozcan si tienen
oportunidad de seguir con un litigio que verse sobre las mismas circunstancias.

Con la presente investigación se busca brindar un punto de partida, un


precedente a futuras investigaciones sobre la materia de amparo constitucional a
próximos juristas y estudiosos de la materia, facilitando la estructura que debe
seguirse, los textos más relevantes, de mayor confiabilidad y lo más importante,
una solución clara, suficientemente organizada y fundamentada en derecho al
problema que se plantea en la presente investigación.

1.6 Delimitación de la investigación

(1) Espacial: ámbito territorial que se va a estudiar

Las labores investigativas fueron realizadas y se centraron en la República


Bolivariana de Venezuela, específicamente en el municipio Maracaibo, estado
Zulia.

(2) Temporal: ubicación en la etapa, época o periodo que se ejecutará


el trabajo
La presente investigación se realizó durante el período comprendido entre
el mes de mayo de 2018 y el mes de diciembre del mismo año.

(3) Teórica: ubicación de la rama de la ciencia del derecho y teorías a


utilizar o aplicar en el trabajo

La investigación se centra en las ramas del derecho constitucional, el


derecho procesal constitucional, la teoría general del proceso, y se realizan
diversas referencias, si se quiere, al derecho de los derechos humanos. Los
resultados que se buscan en la investigación son puramente teóricos, aunque la
misma incluya ciertos extractos de la jurisprudencia nacional, pues, en lo atinente
al amparo, ha sido la gran encargada de desarrollarlo.

En lo relacionado con la delimitación teórica, se traen a colación posiciones


de doctrinarios como Rondón (1988), Chavero (2001), Linares (1996), Brewer
(1989), entre otros. Se sustenta la investigación también sobre la Constitución
Nacional vigente (1999) y la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales (1988). Aunado a todo esto, se analizan sentencias del actual
Tribunal Supremo de Justicia, puesto que la jurisprudencia ha sido un elemento
clave para el desarrollo del amparo constitucional.
2. DESCRIPCIÓN DEL CONTEXTO TEÓRICO PROBLEMA A
INVESTIGAR

2.1 Identificar los Antecedentes de la investigación

En primer lugar, Vetri (2013) desarrolló un estudio, titulado “La acción de


amparo constitucional contra sentencias o decisiones judiciales” cuyo objetivo fue
distinguir en la acción de amparo contra decisiones judiciales un mecanismo de
revisión donde su procedencia estuviere determinada por la existencia de
violaciones de derechos constitucionales en dichos pronunciamientos de la
jurisdicción, bajo el enfoque teórico de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela (1999), la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales (1988), Brewer (1998), Varela y Corbal (1999), Briceño (1991),
entre otros.

La referida investigación obtuvo como resultado global que el amparo


constitucional contra decisiones judiciales es un mecanismo extraordinario que
sólo procede cuando existan, en la sentencia impugnada, violaciones al orden
constitucional, sin importar si contraviene un derecho, un principio o una norma en
específico. Adicionalmente, se concluye que la consecuencia jurídica inmediata es
la nulidad de la sentencia que menoscaba el derecho o garantía de rango
constitucional, quedando sin efecto lo ordenado en ella. El investigador establece
este tipo de amparo como una acción autónoma que no depende de ninguna otra,
puesto que tiene como finalidad mantener la estabilidad constitucional de las
sentencias dictadas por el Poder Judicial.

A este respecto, de fundamental importancia se reputa este antecedente de


investigación para el desarrollo del presente análisis, por cuanto el texto reseñado
tiene una relación directa con el estudio que se realiza actualmente, pues versa
sobre el mismo objeto y se analizan los efectos del amparo constitucional contra
decisiones judiciales, lo que constituye uno de los objetivos específicos de la
presente investigación, por lo cual se considera dicha relación de vital importancia,
dada la particularidad de los mismos. De igual manera, mantiene relación con otro
objetivo específico, pues califica al amparo como una acción autónoma, lo cual
configura una de las interrogantes planteadas anteriormente.

En segundo lugar, Kiriakidis (2010) presento una investigación, denominada


“Precisiones en torno a la naturaleza del amparo constitucional y sus alcances: su
posición frente a los otros medios de tutela judicial y la cosa juzgada” en el que
discutió la naturaleza del Amparo Constitucional como medio de tutela reforzada
de los derechos fundamentales en el sistema de justicia venezolano, y buscó
enunciar las implicaciones primordiales que de esa naturaleza se desprenden,
todo basado fundamentalmente en la Constitución Nacional (1999), la Ley
Orgánica de Amparo sobre Garantías y Derechos Constitucionales (1988),
además de pensamientos de conocidos doctrinarios como Canova (2000),
Chavero (1997), Linares (1999), entre otros.

De las evidencias anteriores, el autor arriba a la decisión de calificar el


amparo constitucional como una institución jurídica compleja y adjetiva para la
defensa de los derechos y garantías constitucionales. Lo califica como una
garantía constitucional para la defensa directa de dichos derechos, concretada en
el medio de tutela especial (no extraordinario) que resuelve de forma idónea los
conflictos que versen sobre la defensa o restitución del ejercicio y goce de
derechos y garantías fundamentales. Es por ello que se exponen dos facetas de
una misma institución: medio judicial especializado y garantía fundamental, siendo
la primera un juicio y la segunda una manifestación de los principios de
Supremacía y Carácter Normativo de la Constitución.

Atendiendo a estas consideraciones, se estima que el examen realizado


sobre la figura jurídica de amparo es de obligatoria consulta y extrema relevancia
para el presente ensayo debido a que analiza y da respuesta a uno de los pilares
fundamentales del mismo, como lo es la naturaleza jurídica del amparo
constitucional y su fuerza de cosa juzgada, así como también el carácter
extraordinario del mismo, que es criticado fuertemente por ser un obstáculo
impuesto por la jurisdicción para ejercer esta figura al momento de defender sus
derechos y garantías constitucionales.

Por último, Zambrano (2009) en su investigación, titulada “El Amparo


Constitucional en Venezuela: causales de inadmisibilidad” trató como objetivo
principal un análisis exhaustivo de las causales de inadmisibilidad de esta
institución jurídica, sustentando sus posiciones sobre la doctrina y pensamiento de
Brewer (1993), Henríquez (2001), Ayala (1997), entre otros, añadido a la Carta
Magna (1999) y la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales (1988) y un cúmulo de jurisprudencia que fue analizada y
comentada plenamente.

Como resultado, se propuso que el amparo constitucional es una garantía


de los derechos inherentes a la persona que se encuentran en la Constitución, en
los tratados internacionales suscritos por Venezuela, de naturaleza restitutoria,
puesto que el juez tiene el deber de restituir el derecho afectado a la persona
accionante, en condiciones iguales o similares. Considera que el amparo no es un
medio de control de la constitucionalidad, debido a que va directo a los derechos
infringidos, siempre y cuando no exista otra vía operante para su restitución.

En este orden de ideas, la autora expone el carácter de orden público de las


causales de inadmisibilidad, que pueden ser alegadas en cualquier momento del
procedimiento, aunque en el caso de restricción de garantías constitucionales,
igual es absolutamente procedente, siempre y cuando la lesión continúe presente
y sea posible restituirla en condiciones iguales o similares.

Estas consideraciones constituyen un aporte de masiva importancia para el


presente estudio, pues se relacionan estrechamente con los objetivos del mismo,
siendo que se busca determinar la naturaleza jurídica del amparo contra
decisiones judiciales, y la investigación comentada da un paso hacia esa dirección
al proponer su propio concepto, definición o concepción del amparo constitucional.
Si bien no habla específicamente del tipo de amparo que se estudia en la
presente, se trata de una aproximación y un antecedente que no puede pasarse
por alto.

2.2 Definición del Marco Teórico

(1) Marco Conceptual

Naturaleza jurídica

Para dar inicio a la fundamentación teórica del presente estudio, se trae a


colación la posición de Estévez (1956) quien consideró que los juristas se
tomaban la tarea de definir la naturaleza jurídica de múltiples instituciones sin
antes resolver qué debía ser entendido por “naturaleza jurídica”. A este respecto, y
con el fin de esclarecer dicho concepto, el referido autor divide la naturaleza
jurídica bajo tres modalidades o acepciones que dichos estudiosos del derecho le
han otorgado.

La primera mencionada por el autor in commento es la de la naturaleza


jurídica como “esencia”. Estévez (1956) explica que ciertos juristas son del
pensamiento o concepción que “naturaleza” y “esencia” son instituciones
sinónimas, lo cual él reputa como algo puramente medieval, digno de los hombres
que dieron las primeras andanzas en las ciencias jurídicas. En relación a esto,
establece que “la esencia es lo que hace, ante todo, que la cosa sea lo que es, el
constituyente primordial de una cosa”. (p. 162).

La posición citada ut supra concuerda con Santo Tomás de Aquino (citado


por Estévez, 1956) pues éste dispone que la “naturaleza designa aquello que,
significa la definición; ahora bien, esta última indica lo que una cosa es; de donde
se deduce que en su acepción ordinaria esta misma naturaleza se llama esencia o
quiddidad”. Sin embargo, Estévez (1956) concluye que no es la esencia lo que los
juristas buscan al momento de definir lo que es la naturaleza jurídica.

En relación a lo expuesto, expresa la segunda consideración: la naturaleza


jurídica como “estructura”, entendiéndose ésta como el modo en el cual es
configurada cierta institución por obra del Derecho, es decir, por la regulación o los
elementos que le son otorgados por el legislador y los juristas. A pesar del
esfuerzo realizado, el filósofo citado considera que dicha definición es insuficiente,
puesto que, para él, hablar de naturaleza o configuración jurídica es lo mismo,
aunque no deja de reconocerla como un progreso.

Basándose en las consideraciones anteriores, llega a la última: la


naturaleza jurídica como “categoría”, “tipo” o “género”. Es así como Esmein,
(citado por Estévez, 1956) expresa que “La naturaleza jurídica de una institución
estriba en los procedimientos técnicos, en las categorías jurídicas por cuya
mediación el Derecho realiza y sanciona la idea general que a esa institución sirve
de principio”. Se reputa que, cuando los procesalistas, se preocupan de la
naturaleza jurídica del proceso o de la acción, buscan la categoría jurídica en que
éstos puedan subsumirse. De tal postura opina Estévez (1956) que tratar de
definir “naturaleza jurídica” al cambiarla por otras instituciones no bien
conceptualizadas es ahondar más en el problema y no dar una solución.

Como resultado o conclusión, dice Estévez (1956, p. 169):


Si ahora preguntamos qué debe entenderse, en general, por «naturaleza
jurídica», la réplica fluye de suyo. No la esencia, que ya inherente a la
totalidad de la regulación normativa; no el género próximo, que es una mera
parte de la esencia. Sí, en cambio, la ratio essendi; el porqué trascendental
que aclara, de una vez para siempre, el instituto; las formas puras de valor
de donde proviene y a que se reduce. En fin, la naturaleza jurídica persigue
un ideal eminentemente científico, que es la intelección genética; es decir,
la comprensión de cómo adviene eso que se nos da bajo una institución
jurídica. Comprensión que se logra demostrando cómo una institución
jurídica cualquiera no es sino implicación y consecuencia de una forma de
valor jurídico primitiva.

Derechos fundamentales

En primer lugar, se parte destacando el concepto de derechos


fundamentales propuesto por Ferrajoli (2001, p. 19), que es el siguiente:

Son derechos fundamentales todos derechos subjetivos que corresponden


universalmente a todos los seres humanos en cuanto dotados del status de
personas, de ciudadanos o de personas con capacidad de obrar;
entendiendo por derecho subjetivo cualquier expectativa positiva (de
prestaciones) o negativa (de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto por una
norma jurídica positiva, como presupuesto de su idoneidad para ser titular
de situaciones jurídicas y/o autor de los actos que son ejercicio de éstas.
De igual manera, Fernández-Galliano (citado por Sánchez, 2014) entiende
por derechos fundamentales aquellos de los cuales es titular el hombre por el
simple hecho de ser hombre, de participar de la naturaleza humana y no por la
concesión de las normas positivas creadas por el Estado como organización
político-social. Esto quiere decir, el hombre ostenta dichos derechos anterior e
independientemente de la regulación jurídica.

A este respecto, escribe Añón (2002, p. 29):

Los derechos fundamentales son así un contenido básico del orden jurídico,
tanto en sentido formal como material, dado que son los [sic] estos
derechos los que disponen límites para los poderes públicos y privados y
establecen, asimismo, los fines básicos a los que éstos deben orientarse”.
Ferrajoli (2001) y Fernandez-Galliano (citado por Sánchez, 2014) por tanto,
concuerdan con que los derechos fundamentales comportan una unión intrínseca
con el ser humano por el simple hecho de serlo, es por ello que los humanos se
convierten en el objeto que comportan dichos derechos, tanto desde momentos
previos o anteriores a su mera existencia, como hasta tiempos ulteriores o
posteriores a su fallecimiento, siendo el objetivo o misión de los derechos
fundamentales tal como señala Añón (2002), la protección o resguardo, tanto físico
(integridad) como moral (dignidad) del sujeto al imponer una barrera o limite, no
solo a los mismos sujetos que acoge, sino además y de manera especial, a los
poderes mismos del Estado.

Garantías constitucionales

Antes de estudiar las garantías constitucionales como tal, es menester


realizar la distinción entre “garantía” y “derecho”, pues existe una confusión entre
ambas expresiones, al llamar garantías a los derechos que están resguardados en
la Carta Magna. Para Brewer (1989), principalmente cabe destacar que las
garantías son los medios de defensa de los derechos. Son las vías de las que se
vale el ordenamiento jurídico nacional para hacer valer los derechos, para
hacerlos efectivos.

Ahora bien, continúa Brewer (1989), afirmando que las garantías


constitucionales constituyen los principios y mecanismos que la Constitución
establece para asegurar los derechos declarados en ella. Explana que, de esta
manera, se evidencia que el control es un elemento inseparable del concepto de
Constitución, sin que la misma sea imposible concebirla como la norma rectora de
todo el ordenamiento jurídico del Estado si no descansa en la existencia y
efectividad de los controles. De ahí que éstos se hayan ampliado en la teoría y
práctica constitucional actual.

Por su parte, Bello y Jiménez (citados por Perozo y Montaner, 2004)


reputan a las garantías como aquellas figuras jurídicas que permiten la efectividad
de la justicia, asegurando el derecho material de los ciudadanos frente a los
órganos jurisdiccionales, al establecer límites al poder ejercido por el Estado
mediante los tribunales para causar algún tipo de daño a los ciudadanos.

Conviene distinguir dichas garantías unas de las otras, y a tal efecto se


expresa la opinión de Pérez (citado por la Fundación Regional de Asesoría en
Derechos Humanos, 2006), que escribe:
Las garantías normativas se presentan cuando una Constitución contiene
expresos dispositivos cuyo objeto es 'asegurar el cumplimiento de los
derechos fundamentales, evitar su modificación, así como velar por la
integridad de su sentido y función (…)
Las garantías jurisdiccionales, son los procesos destinados a la protección
de los Derechos Humanos que se ventilan ya sea ante el poder judicial o
ante un órgano especializado, sea una Corte o Tribunal Constitucional.
Héctor Fix Zamudio ha propuesto, incluso, una clasificación de estos
procesos al distinguir los remedios procesales indirectos (su finalidad es
proteger derechos ordinarios pero que en ocasiones podrían tutelar
derechos humanos); los instrumentos complementarios (sancionan la
violación de los derechos cuando ésta ha sido consumada); y los
instrumentos procesales específicos (cuya finalidad es proteger los
derechos humanos en forma inmediata y directa, el hábeas corpus y el
amparo, tutela o recurso de protección).
Las garantías no jurisdiccionales, son los "instrumentos de protección
institucional" destinados a la tutela de los Derechos Humanos. En tal
sentido, pueden distinguirse instrumentos genéricos e instrumentos
específicos. Entre los primeros, destaca el control parlamentario para
verificar que los actos del poder ejecutivo sean respetuosos de los derechos
reconocidos por la Constitución. Entre los segundos, el instrumento
específico por excelencia es el Ombudsman, Defensoría del Pueblo o
procuraduría de los Derechos Humanos, cuyo objetivo precisamente es
velar por el respeto y la promoción de los Derechos Humanos, frente a los
poderes públicos.
Igualmente, Trujillo (citado por la Fundación Regional de Asesoría en
Derechos Humanos, 2006) expone: “Jurídicamente, garantías son los mecanismos
que la ley pone a disposición de la persona para que pueda defender sus
derechos, reclamar cuando corren peligro de ser conculcados o indebidamente
restringidos y, por último, obtener la reparación cuando son violados".

Luego de la explicación anterior, se visualiza que autores como Brewer


(1989) y Trujillo (citado por la Fundación Regional de Asesoría en Derechos
Humanos, 2006) concuerdan con el hecho de que las garantías constituyen
axiomas o principios de resguardo o protección, y que dichas garantías se
encuentran enmarcadas dentro de un cuerpo normativo que puede ser tanto de
carácter legal como constitucional, brindándole al conglomerado un medio por el
cual se hagan valer los derechos fundamentales que el ordenamiento jurídico dota
a los individuos que conforman la sociedad. Sin embargo, Bello y Jiménez (citados
por Perozo y Montaner, 2004), así como Pérez (citado por la Fundación Regional
de Asesoría en Derechos Humanos, 2006) van más allá e incluso, discriminan o
distinguen las garantías, en aquellas dirigidas al plano estrictamente judicial o
procesal, de aquellas cuyo fin es una protección no institucional.

La acción

En cuanto a esta figura jurídica que, en sus inicios fue confundida con el
mismo derecho material, se expresa la opinión de Couture (1958), quien considera
que “La acción es, en nuestro concepto, el poder jurídico que tiene todo sujeto de
derecho, de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción
de una pretensión” (p. 57). Para el referido autor, la acción es el derecho a
demandar, por lo que no puede hablarse de ambas figuras por separado.

Por otra parte, Fairén (2006) concibe a la acción como el derecho a excitar
la actividad jurisdiccional; para él, se trata de un derecho público, subjetivo y
procesal; de un derecho cívico. Se trata, en efecto, de un derecho comprendido
entre los derechos del ciudadano. Lo reputa como un derecho cívico, como una
manifestación típica del derecho de petición.

Igualmente, Rengel (1994) define la acción como “el derecho subjetivo o el


poder jurídico concedido a todo ciudadano, para solicitar al juez, la composición de
la litis, mediante la actuación de la pretensión que hace valer el demandante
contra el demandado” (p. 162). De todo lo anterior se evidencia que es un derecho
subjetivo, autónomo, un poder jurídico que le pertenece a los ciudadanos, por lo
que es un derecho público o colectivo.

En consecuencia, todos los doctrinarios citados concuerdan que la acción


comporta un derecho, un derecho perteneciente a cada individuo y de ejercicio
individual en razón a su carácter subjetivo, por medio del cual se busca la
intervención del órgano jurisdiccional dispuesto por el Estado para la solución de
las controversias o vicisitudes que se pongan bajo su conocimiento. Todo ello se
logrará en razón a la instauración de un proceso que permita al juez realizar un
examen de apreciación, destinado a generar en él cierto nivel de convicción o
verosimilitud del derecho deducido que le permita proferir una decisión,
culminando así la litis.

La sentencia

Este modo de terminación del proceso y objeto de ataque por parte del tipo
de amparo constitucional estudiado en el presente análisis, Rengel (1991) lo
define como “(…) el mandato jurídico individual y concreto, creado por el juez
mediante el proceso, en el cual se acoge o rechaza la pretensión que se hace
valer en la demanda” (p. 135).

En relación a lo expuesto, se trae a colación la postura de uno de los


padres de la ciencia del derecho procesal, como lo es Chiovenda (citado por
Herrera, 2008), quien da una definición que se mantiene vigente inclusive a día de
hoy, al establecer lo siguiente:

La sentencia, en general, es la institución que, acogiendo o rechazando la


demanda del actor, afirma la existencia o inexistencia de una voluntad de
ley que le garantiza un bien o, lo que es igual, respectivamente, la
inexistencia o existencia de una voluntad de ley que garantiza un bien al
demandado.
De otro modo, Arellano (2000) afirma que la sentencia o resolución judicial
es el acto por el cual el Estado, por medio del juez, aplicando la norma al caso en
cuestión, indica aquella norma jurídica que el derecho concede a
determinado interés, es decir, aplica el silogismo lógico y la sana crítica al
momento de decidir.

Ahora bien, Couture (1958) toma en consideración a la sentencia desde dos


puntos de vista. En primer lugar, la califica como un acto jurídico que emana de los
agentes de la jurisdicción, a través del cual se decide la causa sometida a su
conocimiento, y luego como un documento, pues es el instrumento contentivo de
la decisión.

De igual manera, Naranjo (1986, p. 301) brinda una acepción de la


sentencia en un sentido más estricto, más práctico, cuando establece que:

Constituye la opinión del juez en su función de decidir una pretensión


determinada, quien, en nombre de la República de Venezuela, y por
autoridad de la Ley (Art. 242) pronunciará su voluntad de modo preciso al
declarar CON LUGAR la demanda cuando exista plena prueba de los
hechos alegados en ella (Art. 254); y en caso contrario, la declarará SIN
LUGAR imponiendo las costas a la parte perdidosa.
De los autores mencionados en relación a esta institución, todos ellos
concuerdan en el sujeto que está facultado para dictar la decisión siendo éste el
juez, aunque, entre ellos existe cierta disparidad si comporta un acto, una
institución e incluso una opinión, tal distinción no resulta relevante, en razón a que
su finalidad siempre es la misma, siendo ésta, el declarar con lugar o sin lugar, la
pretensión hecha a valer en la demanda mediante el ejercicio del derecho de
acción, por lo que el juez luego de realizado un análisis de las circunstancias de
hecho y de derecho de la situación deberá dirimir dicho problema.

Con base a las consideraciones expuestas, la sentencia no debe ser vista


únicamente como mero dictamen, sino también como documento, tal como
señalaba Couture (1958) que desde un punto de vista tanto práctico como jurídico
supone la conclusión lógica de dejar constancia de lo que se ha establecido, no
solo con respecto a las partes sino, además, también con respecto a cualquier otro
que pretenda volver a discutir las circunstancias fácticas en cuestión.

Con respecto a la clasificación de la sentencia, son variados los autores que


han manifestado su criterio. A tal efecto, se expone lo dicho por Devis (1985) quien
explica que la sentencia puede ser de tantas clases como los procesos en sí, por
lo tanto, puede hablarse de sentencias declarativas o dispositivas; de
conocimiento o ejecutiva; declarativas, de declaración constitutiva o de condena;
represivas o preventivas, singulares o colectivas; contenciosas o de jurisdicción
voluntaria.

Sobre este particular, Liebman (1980) ha expresado que la sentencia es


definitiva cuando define o agota el proceso, pudiendo tener por objeto el fondo al
definirlo completamente, o una cuestión previa cuando resuelve negando la
constitución del juicio, la existencia de la acción y, en consecuencia, la
admisibilidad del juicio sobre el fondo. Considera esta sentencia como el final del
procedimiento de primer grado; Para el autor citado, la sentencia no definitiva es
aquella que no define el juicio, es decir, el proceso continúa después de su
pronunciamiento, por lo tanto, el juez decide sólo una parte de la controversia a
través de ella, y puede referirse también al fondo o a las cuestiones previas.

De manera semejante se refiere Rengel (1997) a la clasificación de la


sentencia, resaltando para ello dos criterios, uno por la posición que ocupa en el
proceso, las cuales pueden ser: definitivas e interlocutorias; y otro por el contenido
específico de la sentencia: en declarativa, de condena, constitutiva y dispositiva o
determinativa.

Continuando lo anteriormente señalado, por Rengel (1997, p. 290-293) se


entiende que:

La sentencia definitiva es aquella dictada por el juez al final del juicio,


aceptando o rechazando la pretensión del demandante, dando con ella fin
al proceso, ésta es conocida también como la sentencia de mérito, la que
satisface el derecho de acción, pero que solo satisface la pretensión cuando
acoge o declara con lugar la demanda. En cambio, la sentencia
interlocutoria, es aquella que se dicta en el transcurso del proceso, para
solucionar cuestiones incidentales, como por ejemplo la admisión o
negativa de una prueba; en otras palabras, son aquellas que deciden
cuestiones accesorias y previas relativas al proceso y no al derecho
discutido, hasta llevarlo al estado de ser decidido a través de una sentencia
definitiva.
De este tipo de sentencia (interlocutoria) señala el autor in comento, se
derivan otras categorías de sentencias, conocidas en el ordenamiento jurídico
venezolano como:
1. Interlocutorias con fuerza de definitiva: aquellas que ponen fin al
juicio, como por ejemplo las que resuelven las cuestiones previas de
los ordinales 9º, 10º y 11º del artículo 346 del Código de
Procedimiento Civil, cuyo efecto es desechar la demanda y extinguir
el proceso, cuando son declaradas con lugar.
2. Interlocutorias simples: son las demás sentencias que deciden
cuestiones incidentales sin producir los efectos de la anterior, a
través de estas sentencias el juez concede a las partes peticiones
relacionadas con el desarrollo del proceso con oposición de la parte
o sin ella, un ejemplo de ellas es la que resuelve sobre la inhibición o
recusación del juez.
3. Interlocutorias no sujetas a apelación y esencialmente revocables por
contrario imperio: son aquellas que constituyen meros autos de
sustanciación, son providencias que pertenecen al impulso procesal.
Según el otro criterio de clasificación, señalado por Rengel (1997), las
sentencias pueden ser declarativas, de condena o constitutivas, siempre que
recaigan sobre una pretensión relacionada con una de esas especies o
dispositivas, que no son más que aquellas dictadas por el juez en jurisdicción
equitativa, aunque según lo establecido por la doctrina mayoritaria, no pueden
separarse de la pretensión sobre la cual recaen, debido a que ellas poseen una
naturaleza declarativa, es decir, tratan simplemente de declarar cómo, antes y
fuera del proceso, estaba ya regulada cierta relación jurídica.

Los recursos

De acuerdo con las ideas expuestas, resulta menester explicar a


continuación lo que debe ser entendido como un recurso procesal. A tal efecto,
dice Ibáñez (1963) que el recurso es un acto de impugnación de resoluciones
judiciales. Sin embargo, refiere el mencionado autor que de esto puede
desprenderse lo siguiente: si bien todo recurso es una impugnación, no toda
impugnación es un recurso, verbigracia las aclaraciones o ampliaciones de
sentencias.

Para ampliar un poco la consideración precedente, se trae a colación la


opinión de Couture (citado por Rengel, 1991), quien define recurso como: “el
medio técnico de impugnación y subsanación de los errores de que eventualmente
pueda adolecer una resolución judicial, dirigido a provocar la revisión de la misma,
ya sea por el juez que la dictó o por otro de superior jerarquía”.

De igual manera, Rengel (1991) aporta su definición, cuando dice: “el


recurso es así, más exactamente, el acto por el cual una de las partes,
prosiguiendo la controversia, trata de anular por vía de examen, mediante un
Tribunal Superior, la resolución que le es desfavorable” (p. 244). Este concepto
brindado por el ilustrado doctrinario no quiere decir que sólo la parte que ha sido
condenada a cierta obligación sea la única legitimada para recurrir, pues si no se
concede todo cuanto la parte accionante hubiere pedido, también podrá ejercer
recurso sobre aquel fallo, según lo preceptuado en el Código de Procedimiento
Civil.

Para La Roche, (2004) “El término recurso explica los medios concedidos
por la ley a las partes para controlar la actividad del Juez y tienen por objeto que
una providencia judicial sea modificada o quede sin efecto” (p. 313-314). Todo
esto, según el citado autor, se fundamenta en una aspiración de justicia en razón
de que el principio de la inmutabilidad de la sentencia, cede ante el supuesto de
que el fallo dictado sea injusto.

En este orden de ideas, continúa expresando La Roche (2004, p. 314) que


la palabra “recurso” posee dos sentidos, uno amplio y otro estricto. A tal efecto,
expresa lo siguiente:

(…) en el amplio, significa el medio que da la ley a la parte o al tercero que


han sido agraviados por una decisión judicial para obtener su revocación o
modificación, sea que éstas últimas se lleven a cabo por el propio
funcionario que dictó la resolución o por un Tribunal superior; en este
sentido, son recursos el de revocación y el de apelación; en sentido más
restringido, el recurso presupone que la revocación o modificación de la
resolución esté encomendada a un tribunal de instancia superior.
Por último, Moreno (2007) afirma que los recursos son los medios de
impugnación establecidos por el legislador contra las decisiones judiciales, con el
objeto de que los errores en los cuales se hubiera podido incurrir en ellas puedan
ser corregidos por el mismo tribunal que la dictó o por el respectivo órgano
jurisdiccional superior.

En conclusión el recurso, partiendo de la idea que construye Ibáñez (1963),


Couture (citado por Rengel, 1991) y Moreno (2007), el recurso supone un
mecanismo de impugnación, entendiendo así a la impugnación como la especie,
mientras que el recurso supone el género o tipo, a tal postura se adiciona o anexa
lo comentado por La Roche (2004) al indicar que tal mecanismo es creado y
concedido por la ley a las partes para que la decisión que ha sido proferida con la
finalidad de resolver una situación en concreto, sufra un segundo examen ante un
juzgador de mayor jerarquía, para que así y tal como concluye Rengel (1991) se
anule, o deje sin efecto tal dictamen o como concuerdan los doctrinarios traídos a
colación ut supra se modifique.

Amparo constitucional contra decisiones judiciales


Primeramente, Bello (2012) se refiere al amparo contra decisiones judiciales
como una garantía constitucional jurisdiccional, capaz de ser ejercida gracias a
una “acción” comprendida en una solicitud constitucional, que versa sobre la
pretensión de tutela de derechos y garantías constitucionales, por medio de la cual
se busca proteger aquellos que puedan ser objeto de lesiones flagrantes, o
amenazados por una decisión judicial emanada de un órgano jurisdiccional
actuando fuera de su competencia en un sentido no meramente procesal, sino
constitucional, es decir, con abuso de poder y usurpación o extralimitación de
funciones, que quebranta o amenaza con quebrantar dichos preceptos
constitucionales, a través de un procedimiento oral, breve y contradictorio.

En este término de ideas, expresa el mencionado autor que dicha figura


será admisible siempre y cuando no existan vías ordinarias preexistentes idóneas
que permitan la protección de los derechos constitucionales, con el fin de
restablecer la situación jurídica infringida o la más cercana a ella, obteniendo la
nulidad de la decisión judicial atacada en sede constitucional y la reposición de la
causa.

De otro modo, el Tribunal Suprema de Justicia en Sala Constitucional, en


decisión proferida el 6 de febrero de 2003 (citado por Kiriakidis, 2010), define el
amparo constitucional contra sentencia de la siguiente manera:

Al respecto, debe esta Sala señalar que la acción de amparo contra actos
jurisdiccionales, ha sido concebida en nuestra legislación como un
mecanismo procesal de impugnación de decisiones judiciales, con
particulares características que lo diferencian de las demás acciones de
amparo, así como de las otras vías existentes para atacar los actos
emanados de los órganos jurisdiccionales.
En conclusión, se observa como la doctrina judicial de la Sala
Constitucional difiere de lo establecido por Bello (2012), puesto que la misma
caracteriza al amparo constitucional contra decisiones judiciales como un medio
de impugnación de decisiones judiciales, en cambio el autor referido se refiere a él
como una garantía procesal de carácter constitucional que está dirigida a restituir
la situación jurídica infringida a través del ejercicio de una solicitud, comprendida
dentro de una “acción”. La Sala sólo menciona que el amparo posee
características particulares que lo diferencian del resto de los medios de
impugnación, mientras que Bello (2012) los menciona explícitamente.

La naturaleza jurídica del amparo constitucional contra decisiones judiciales

Para iniciar a tratar la naturaleza de la figura jurídica objeto de estudio, vale


la pena mencionar la posición de Castillo y Castro (citados por Chavero, 2001),
quienes consideran el amparo constitucional como una “garantía procesal de
protección de derechos, la cual ha sido desarrollada por la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales bajo distintas modalidades”.

Igualmente, Rondón (1988 p. 19-20) es concurrente con esta postura,


afirmando que:
La expresión amparo constitucional designa la garantía o medio a través del
cual se protegen los derechos fundamentales que la Constitución reconoce
a las personas. Es a tal acepción a lo que alude el artículo 49 de la
Constitución que consagra, a través del mismo, un medio rápido de tutela
judicial a los señalados derechos (…) De allí que, la expresión amparo
constitucional alude a la garantía o medio de defensa de los derechos por
ella consagrados.
Por su parte, Ayala (1997, p. 397) considera el amparo como un medio
especial en garantía de los derechos al señalar que:

El amparo es un medio de especial en garantía de los derechos


constitucionales, el cual, para poder ejercerlo, es necesario que las vías
procesales ordinarias que nos otorga el ordenamiento jurídico venezolano
no sean las adecuadas o sean insuficientes para evitar el daño para evitar
el daño causado o no resulten oportunas en la restitución del derecho.
En contraposición, Brewer (1998) le brinda un tratamiento distinto al amparo
y para él constituye un derecho al indicar que conforme a lo dispuesto en la
Constitución y la Ley Orgánica de Amparo, es que se hace posible el ejercicio del
derecho a amparo a los derechos y garantías constitucionales, ya sea a través del
ejercicio de las acciones ordinarias (civiles, mercantiles, penales, entre otras); o
mediante el ejercicio de la acción autónoma de amparo, preceptuada en ambos
instrumentos normativos.

De igual forma, Bello y Jiménez (2000) conciben el amparo constitucional


como el derecho del cual es titular todo ciudadano a ser amparado por los
tribunales nacionales en el goce y ejercicio de sus derechos y garantías
constitucionales, cuando estos sean violados, agredidos o cuando exista la
amenaza inminente de que éstos puedan ser lesionados, siendo posible, de esta
manera, para todo sujeto el derecho de ampararse a través del recurso contenido
en la norma, con el objeto de obtener la restitución inmediata de la situación
jurídica infringida o, en su defecto, la situación más semejante a ella.

Por su parte, Chavero (2001, p. 34) se adhiere a la posición anterior,


alegando lo siguiente:
El amparo constitucional es un derecho fundamental que se concreta en la
garantía de acceder a los tribunales de justicia, mediante un procedimiento
breve, gratuito, oral y sencillo, a los fines de restablecer urgentemente los
derechos constitucionales que hayan sido vulnerados.
Sin embargo, aun cuando el autor referido lo entiende como un derecho,
establece que el mismo se concreta en un procedimiento judicial especial, y a
través de otros mecanismos o pretensiones judiciales que permiten la resolución
de los conflictos que versen sobre derechos constitucionales en tiempo breve. Es
decir, se trata de varios medios judiciales, lo que automáticamente descarta la
acepción del amparo constitucional como un recurso administrativo.

Desde otra óptica, Véscovi (1988) afirma: que la acción de amparo significa
proteger y ella, conforme al Diccionario de la Real Academia, significa favorecer y
proviene del latín antepere o prevenir, por lo que el citado autor conceptúa el
amparo, en principio como una acción, y a la vez como un medio de protección
que busca salvaguardar los derechos fundamentales consagrados en la
constitución, por medio de un procedimiento breve, sumario, rápido y eficaz.

De tal manera, Linares (1996) cataloga igualmente el amparo como una


acción, porque precisamente ésta no presupone un acto de examinar, es
procesalmente autónoma al dar inicio al procedimiento. Lo cual constituye para él
una petición verdadera de condena que debe llevarse al órgano jurisdiccional a
través de una acción, entablando, en consecuencia, una verdadera Litis contra el
presunto agresor.

Por último, Alcívar (1998, p. 85), haciendo referencia a la Constitución


ecuatoriana de 1998, define el amparo como:

Un recurso de naturaleza urgente, breve, sumaria, encaminado a evitar un


acto u omisión ilegítimos de una autoridad pública (o a remediar
inmediatamente sus consecuencias), con el cual se viola o se puede violar
algún derecho consagrado en la Constitución o en convenios
internacionales y amenace con causar un daño grave.
Para concluir, en primer lugar, Castillo y Castro (citados por Chavero, 2001),
Rondón (1988), así como Ayala (1997) conciben al amparo constitucional como
una “garantía”, constituyendo la misma un mecanismo de resguardo de derechos
fundamentales. En contraposición, autores como Brewer (1998), Bello y Jiménez
(2000) y Chavero (2001) no comparten esta visión, al considerar al amparo más
que una garantía, un propio “derecho”, por medio del cual se permite al ciudadano
el ser amparado por los tribunales de la República para restituir una situación
jurídica infringida de manera urgente.

Por otro lado, Véscovi (1988) y Linares (1996) en razón a la autonomía del
amparo lo consideran una “acción” independientemente destinada al estímulo del
órgano jurisdiccional para el establecimiento de una verdadera Litis. Por último,
Alcívar (1998) conceptúa al amparo como un recurso, destinado a evitar o
remediar actos que trasgredan derechos constitucionales o aquellos contemplados
en convenciones internacionales.

En relación a la naturaleza jurídica del amparo constitucional contra


decisiones judiciales resulta menester estudiar diversas características que se
encuentran intrínsecamente ligadas a ésta institución, que permitirán de manera
posterior el delimitar la naturaleza a la cual la presente investigación se acoge y
cuáles rechaza en virtud de los principios y caracteres que la conforman.

Dentro de las características del amparo constitucional, señala Badell (s.f.)


que lo considera un procedimiento sumario, breve, gratuito, oral puesto que el
debate se lleva a cabo mediante la celebración de una audiencia oral y pública no
sujeta a formalidades. En efecto, explica el mencionado autor (s.f. p. 116-117):

Es sumario: porque es un procedimiento simple, sencillo, despojado de


incidencias y carente de formalidades complejas.
Es breve: porque todo el tiempo será hábil y el tribunal dará preferencia al
trámite del amparo sobre cualquier otro asunto.
Es gratuito: porque el Estado garantizará la gratuidad de la justicia en
general, y en particular de este procedimiento, lo que en la práctica se traduce en
la exención del pago, arancel o tributo alguna en la tramitación de dichas
solicitudes.
No está sujeto a ninguna formalidad: porque se caracteriza por la
simplificación de las formas procesales y su tramitación se desarrolla sin
incidencias, formalismos ni reposiciones inútiles.
De acuerdo con Badell (s.f.), el amparo procede contra normas, contra
actos administrativos de efectos generales y particulares, contra sentencias y
resoluciones emanados de los órganos jurisdiccionales, contra actuaciones
materiales, vías de hecho, abstenciones u omisiones de las autoridades o
particulares que violen o amenacen violar un derecho constitucional, cuando no
exista un medio procesal breve, sumario y eficaz acorde con la protección
constitucional.

De igual manera, el carácter de la institución del amparo constitucional ha


sido punto de debate tanto doctrinal como jurisprudencial como doctrinario. En
cuanto a ello, Rondón (1988) considera que la característica que le ha sido
atribuida con más insistencia al amparo es su naturaleza de medio especial y
subsidiario, es decir, el de ser una garantía jurídica que se distingue de los medios
ordinariamente establecidos y que, por lo tanto, ostenta también un carácter
residual, puesto que sólo es posible ejercerlo cuando se hayan agotado todos los
recursos ordinarios que el sistema jurídico preceptúa.

De igual forma, expresa Badell (s.f, p. 116):

El recurso de amparo es un remedio subsidiario, puesto que, ante la


violación de los derechos fundamentales, los ciudadanos han de acudir con
carácter previo a la jurisdicción ordinaria. (…) El amparo constitucional
posee un carácter especial al garantizar aquellos derechos fundamentales
de las personas, y que, para ser procedente, es requisito que las vías
procesales ordinarias que el ordenamiento jurídico venezolano otorga no
resulten adecuadas o suficientes para evitar o restablecer el daño causado
de forma eficaz e inmediata.
Al unísono se encuentra el criterio de la antigua Corte Primera de lo
Contencioso-Administrativo (citada por Linares, 1996), que reputó el amparo como
un recurso subsidiario, debido a que, a su juicio, éste cedía ante uno principal y no
podía constituir el medio normal para dirimir conflictos que versaran sobre la
legalidad de las actuaciones de los poderes públicos.

Sin embargo, expresó la Corte Suprema (citada por Linares, 1996), que la
existencia de otra vía no bastaba por sí misma para obstruir o cerrar el paso al
amparo. Explana el Tribunal que, cuando los medios ordinarios otorgados o
contenidos en el ordenamiento jurídico nacional no sean idóneos para reparar los
posibles daños causados por los efectos de una actuación administrativa, es
procedente el amparo constitucional.

En resumen, la jurisprudencia y parte de la doctrina, en esta etapa


construyó una acción de amparo de carácter subsidiario lo que podría decirse
significaba que el amparo solo se admitía cuando no existieran otros medios
procesales o no existieran medios capaces de reparar los posibles daños a los
derechos o garantías constitucionales.

En este orden de ideas, continúa explicando Linares (1996, p. 67-68) otra


acepción del carácter de la figura jurídica del amparo constitucional, exponiendo
su etapa como una acción excepcional, al establecer lo siguiente:

La excepcionalidad, que expresamente se considera como superación de la


etapa anterior, introduce un nuevo elemento definidor del amparo frente a
los demás procesos: la no operatividad inmediata de la vía ordinaria o
normal para el asunto debatido, como causa suficiente para el
desencadenamiento del amparo constitucional. Esta acción resulta
entonces admisible cuando el “procedimiento (de los medios ordinarios),
dada la naturaleza de la lesión alegada, no cumple con la finalidad de lograr
la protección de inmediato.
(…) aparece en esta decisión el criterio de las circunstancias excepcionales
como suficiente para desechar la vía paralela y acudir al amparo. Estas
circunstancias, según el transcrito fallo, se refieren a las proporciones de la
situación planteada, o a sus efectos.
De esta manera, a este carácter excepcional, expresa el citado autor, se
agregan a los casos de admisibilidad ya mencionados en la etapa subsidiaria del
amparo, la no existencia de medios que posean operatividad inmediata y cuando
las circunstancias del asunto sean excepcionales, dadas sus proporciones o
efectos.

Por último en cuanto a este respecto, se destaca el carácter “extraordinario”


del amparo constitucional. Se destaca lo escrito por Linares, (1996) quien
establece que, dicho carácter de la institución jurídica de amparo implica que ella
es admisible cuando no exista otro medio procesal, no existiendo unos medios
capaces de reparar los posibles daños a un derecho constitucional y/o no
existiendo unos medios que posean operatividad inmediata.

De acuerdo con Badell (s.f.), protege al ciudadano en el goce y ejercicio de


los derechos y garantías constitucionales, en los derechos inherentes a la persona
humana que no figuren expresamente en la Constitución y derechos humanos
consagrados en declaraciones de organismos internacionales, tratados y pactos
ratificados por la República.

Continúa el referido autor escribiendo que una de las características


principales del amparo constitucional es que está destinado a resolver
controversias que versen exclusivamente sobre derechos fundamentales y
garantías constitucionales, consagrados o no dentro de nuestra Carta Magna
vigente. Esto es gracias a los Artículos 22 y 23 del referido instrumento jurídico,
pues éstos ofrecen protección a todos los que, aunque no expresados en él,
tengan reconocimiento como tal mundialmente. Adicionalmente, le otorgan un
carácter constitucional a los tratados suscritos por la República cuando éstos sean
en materia de derechos humanos.

En este orden de ideas, Badell (s.f.) establece el amparo constitucional


como un auténtico proceso, y como un medio de impugnación de las resoluciones
de un órgano inferior. No es una nueva instancia jurisdiccional, ni se configura
como un recurso de casación, sino que es un instrumento procesal dotado de
sustantividad propia.
Por último, Badell (s.f.) habla de la actualidad. Para él, ella se subsume en
que el amparo sólo cabe contra lesiones de derechos fundamentales, pero se
debe tratar de lesiones actuales y no lesiones futuras. Por su parte, Chavero
(2001), menciona la urgencia, al considerar al amparo como una institución para
atender asuntos urgentes y violaciones constitucionales flagrantes, no para debatir
litis confusas o complejas.

Efectos de la sentencia de amparo constitucional

Una vez abarcados todos los elementos relativos a la naturaleza jurídica del
amparo resulta correcto estudiar el conjunto de efectos que se derivan de la
decisión o sentencia de amparo constitucional, para lo cual recurriremos a
diversos criterios doctrinales y jurisprudenciales a los fines de un mejor estudio y
comparación.

El primer efecto que se puede visualizar está intrínsecamente ligado al


objeto por el cual se interpone el amparo, éste, tal como señala Brewer (2008),
tiene un “efecto restablecedor”; sea bien para restablecer inmediatamente la
situación jurídica infringida, o la situación que más se asemeje a ella. De igual
forma señala la antigua Corte Suprema de Justicia en Sala Política Administrativa
(citado por Brewer, 2008):

(…) la acción tiene esencialmente naturaleza y efectos restablecedores,


debiendo ser “capaz, suficiente, y adecuada para lograr que el
mandamiento de amparo que se otorgue se baste por sí solo, sin necesidad
de acudir a otro u otros procedimientos judiciales, para volver las cosas al
estado en que se encontraban para el momento de la vulneración y hacer
desaparecer definitivamente el acto o hecho lesivo o perturbador”.
De igual forma continúa explicando Brewer (2008) que tal efecto
restablecedor en ningún caso, no crea nuevas ni modifica situaciones jurídicas
preexistentes, sino que únicamente puede, como ya se ha mencionado,
restablecer las cosas al estado que se encontraban para el momento de la lesión,
tal como lo dispone el artículo 1 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales del año 1988.

Otro efecto característico de la sentencia de amparo constitucional es el


llamado por Chavero (1997) “efecto interpartes” de la decisión de amparo
constitucional, con este respecto el doctrinario explica, que, en razón al carácter
personalísimo de la acción de amparo, éste no produce sino efecto entre las
partes intervinientes en el proceso, de igual forma la Sala Política Administrativa el
Tribunal Supremo de Justicia (citada por Chavero, 1997) señala que el amparo:

No tiene efectos absolutos o erga omnes, como si son de la esencia de la


acción de inconstitucionalidad o de un recurso contencioso administrativo e
nulidad por ilegalidad, sino que los efectos que produce el amparo son
siempre relativos, interpartes, por lo que el mandamiento respectivo estará
solo dirigido a los sujetos intervinientes en el proceso, afectándolos a ellos
únicamente; tal como en su momento lo sostuvo Angel francisco Brice en su
libro “El Decálogo del Amparo”, donde textualmente expresaba que la
sentencia debe limitarse a amparar y proteger al individuo quejoso, sin
hacer una declaración general respecto a la ley o acto que la motive, ya que
es de la esencia del amparo que la decisión final que recaiga no tenga
efectos en otros casos ni que afecte a personas que no hayan tomado parte
de la controversia”
De igual modo, Brewer (2008) comparte esta visión del efecto interpartes
del amparo al señalar que la decisión adoptada por el Juez sólo tiene efectos en
relación con las partes del proceso en la cual ella se adopta. En otras palabras, en
el método difuso de control de constitucionalidad, la decisión adoptada sobre la
inconstitucionalidad e inaplicabilidad de la ley en un caso, sólo tiene efectos in
casu et inter partes, es decir, en relación con un caso concreto y exclusivamente,
en relación con las partes que han participado en el proceso, por lo que no puede
ser aplicada a otros particulares ni a otros casos. Esta es la consecuencia directa
del carácter incidental del método difuso de control de constitucionalidad.

El siguiente efecto que relata Chavero (1997) se encuentra directamente


relacionado al efecto previamente desarrollado, ya que, así como el amparo
produce efectos interpartes, la sentencia resulta además productora de cosa
juzgada. El mencionado autor parte del análisis del artículo 36 de la Ley Orgánica
de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales del año 1988 y establece
que la decisión de amparo produce solo cosa juzgada formal.

Continúa señalando el autor in comento que, dentro de la cosa juzgada


formal, existe la posibilidad de volver a revisarse, justificándose en el hecho que
por parte del juez existe un simple “conocimiento sumarial o superficial” al
momento de resolver determinada pretensión de amparo constitucional, siendo
esto así por urgencia y celeridad del proceso de amparo.

Véscovi (citado por Chavero, 1997) considera al amparo como un proceso


abreviado, una vía rápida capaz de coexistir con otra no tan eficaz y más larga
para obtener una sentencia. Explana que, de fracasar dicho medio, queda a salvo
la facultad del promotor de hacer valer su derecho en un ulterior litigio. El citado
autor menciona la Ley argentina 16.986, pues ella admite expresamente este
efecto señalando que la sentencia dictada “hace cosa juzgada respecto del
amparo, pero dejando subsistente el ejercicio de las acciones o recursos que
puedan corresponder a las partes, como independencia del amparo.”

Finalmente, expresa Chavero (1997, p. 164):

En los casos de acciones de amparo contra decisiones judiciales, la


declaratoria de procedencia de la acción dejaría sin efecto la sentencia
cuestionada, lo que permitiría la interposición nuevamente de la demanda o
recurso que dio origen al hecho declarado como lesivo de derechos y
garantías constitucionales. O en todo caso, continuar la controversia desde
el momento procesal que determino la decisión del amparo constitucional,
en el caso de nulidad parcial de las actuaciones judiciales.
El último efecto que se considera en la presente investigación de
importancia o relevancia, es el relativo a las costas procesales, que desde un
punto de vista superfluo al artículo 33 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías pareciere no dar lugar a duda que dentro del procedimiento
de amparo existe exclusión de la condenatoria en costas, cuando se trata del
supuesto de amparo contra decisiones judiciales, siendo que de esta forma lo ha
establecido la Sala de Casación Civil, señalando que no se trata de quejas contra
particulares.

La cosa juzgada

Una vez agotados los recursos, las vías de impugnación mencionadas


anteriormente, la sentencia queda definitivamente firme, culminando así el
proceso, que para Goldschmidt (1925) es una situación jurídica pre-ordenada para
que se obtenga la cosa juzgada. Cosa juzgada, que, para Liebman (citado por
Rengel, 1991), es “la inmutabilidad del mandato que nace de una sentencia”.

En este orden de ideas, considera Rengel (1991) que, actualmente la cosa


juzgada está íntimamente relacionada no solo con la sentencia, sino también con
la jurisdicción, pues las tres nociones, de cierta manera, resumen o agotan lo que
es el fin de la acción, la razón por la cual el particular, al ver lesionados sus
derechos o intereses, acude al órgano jurisdiccional.

Atendiendo a estas consideraciones, la doctrina, tanto patria como


extranjera fue desarrollando y ampliando la autoridad de la cosa juzgada, así
como su concepto o definición. A este respecto, Landoni (2003, p. 297) expresa lo
siguiente:

(…) la cualidad de inimpugnable e inmutable asignada por la ley a la


decisión contenida en una sentencia firme dictada en un proceso
contencioso con relación a todo proceso posterior entre las mismas partes
(…) que verse sobre el mismo objeto y se funde sobre la misma causa.
De tal forma, es importante destacar lo considerado por Devis, (citado por
Reyes, 2005):

La cosa juzgada es importante por la necesidad de ponerle término a los


litigios decididos por sentencia judicial, para impedir su sucesivo
replanteamiento por la parte desfavorecida evitando así la incertidumbre en
la vida jurídica y dándole eficacia a la función jurisdiccional del Estado que
de otra manera sería casi inútil.
En este orden de ideas, Couture (1958) brinda una concepción más simple
al establecer que “Es la autoridad y eficacia de una sentencia judicial cuando no
existe contra ella medios de impugnación que permita modificarla" (p. 401).
Existen, sin embargo, dos tipos de cosa juzgada: la cosa juzgada formal y la cosa
juzgada material, que Rengel (1991, p. 324) diferencia de la siguiente manera:

La cosa juzgada formal es la inmutabilidad de la sentencia por la


preclusión de los recursos; y la cosa juzgada material, la
inmutabilidad de los efectos de la sentencia ya no sujeta a recursos,
en todo proceso futuro sobre el mismo objeto.
En cuanto a la distinción hecha, opina Couture (1958) con respecto a la
cosa juzgada formal que, por un lado, determinadas decisiones judiciales poseen
una eficacia temporal, aun cuando se vean agotados los recursos. Expresa que se
cumplen y son obligatorias sólo en cuanto al proceso en el cual se han dictado y al
estado de las cosas al momento de decidir; sin impedir que, en un ulterior litigio,
transformado el estado de cosas que se tuvo presente al decidir, la cosa juzgada
pueda cambiar o mutar.

El referido autor explana que, en ese tipo de cosa juzgada, solo se ve una
de las características del concepto propio de la institución, la de su
inimpugnabilidad, más no la de su inmutabilidad, pues ella puede cambiar, y
refiere al ejemplo de una obligación de alimentos. En cuanto a la cosa juzgada
material, establece que “Existe, en cambio, cosa juzgada sustancial, cuando a la
condición de inimpugnable en el mismo proceso, se une la inmutabilidad de la
sentencia aun en otro juicio posterior” (p. 418).

Con base a estas ideas, continúa afirmando Couture (1958) que no puede
existir cosa juzgada material sin cosa juzgada formal, puesto que no es posible
llegar a ella sin la preclusión de los recursos o medios de impugnación, debido a
que es luego de ello que este efecto de la sentencia comienza a ser eficaz, pero sí
puede haber cosa juzgada formal sin que haya cosa juzgada material.
Tras todo lo expuesto, hay que mencionar lo dicho por Sagüés, (citado por
Fuenmayor, 2009) cuando refiere que “Para que exista cosa juzgada constitucional
material, es necesario que las partes no puedan reabrir el debate constitucional en
otra instancia”. Esto coincide con lo afirmado por Chavero, (2001 p. 338):

Y se habla de cosa juzgada formal cuando una sentencia ejecutoriada no es


obstáculo para que en un nuevo proceso se ventile un mismo litigio por las
mismas partes, por no haberse decidido sobre el fondo de las pretensiones
y excepciones. Mientras que cuando la sentencia ha decidido el fondo o
mérito del asunto y si la ley no permite otro proceso o juicio sobre el mismo
asunto (inmutabilidad) se habla de cosa juzgada material.
Como conclusión se puede observar que existe cierta armonía entre la
doctrina, ya sea nacional o extranjera, en cuanto a la cosa juzgada. Landoni
(2003) la define como la cualidad de inimpugnable e inmutable asignada por la ley
a la decisión contenida en una sentencia firme, acepción que es compartida por
Couture (1958) y Devis (citado por Reyes, 2005), quien expresa que la cosa
juzgada existe para impedir el replanteamiento de la causa por la parte
desfavorecida, brindando así seguridad jurídica.

En cuanto a los diferentes tipos de cosa juzgada que existen, Rengel (1991)
expone que la cosa juzgada formal es la inmutabilidad de la sentencia por el cierre
o culminación de las oportunidades procesales para la interposición de recursos,
mientras que la cosa juzgada material, comporta la inmutabilidad de la decisión en
todo o cualquier proceso futuro que verse sobre el mismo objeto. A tal efecto,
Couture (1958) expresa que no puede existir cosa juzgada sustancial o material
sin cosa juzgada formal, pero sí cosa juzgada formal sin cosa juzgada material.

Por su parte, Sagüés (citado por Fuenmayor, 2009) le añade el carácter de


constitucional a la cosa juzgada. A este respecto, Chavero (2001) piensa que se
habla de cosa juzgada formal cuando una sentencia no constituye obstáculo para
que ventile un mismo litigio por las mismas partes, pues no se decidió sobre el
fondo de las pretensiones. Mientras que, para él, cuando la sentencia ha decido el
fondo o mérito de la causa, se habla de cosa juzgada material.
(2) Marco Jurídico o Legal

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)

Artículo 2. Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de


Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad,
la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

Artículo 3. El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo


de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad
popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción
de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los
principios, derechos y deberes consagrados en esta Constitución.

La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar


dichos fines.

Artículo 7. La Constitución es la norma suprema y el fundamento del


ordenamiento jurídico. Todas las personas y los órganos que ejercen el Poder
Público están sujetos a esta Constitución.

Artículo 19. El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de


progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable,
indivisible e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía son
obligatorios para los órganos del Poder Público de conformidad con la
Constitución, los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la
República y las leyes que los desarrollen.

Artículo 22. La enunciación de los derechos y garantías contenidos en esta


Constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos no
debe entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona, no
figuren expresamente en ellos. La falta de ley reglamentaria de estos derechos no
menoscaba el ejercicio de los mismos.

Artículo 23. Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos


humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y
prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas sobre su
goce y ejercicio más favorables a las establecidas por esta Constitución y la ley de
la República, y son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás
órganos del Poder Público.

Artículo 25. Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o
menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo, y los
funcionarios públicos y funcionarias públicas que lo ordenen o ejecuten incurren
en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan
de excusa órdenes superiores.

Artículo 26. Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de


administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los
colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la
decisión correspondiente.

Artículo 27. Toda persona tiene derecho a ser amparada por los tribunales
en el goce y ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aun de
aquellos inherentes a la persona que no figuren expresamente en esta
Constitución o en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos.

El procedimiento de la acción de amparo constitucional será oral, público,


breve, gratuito y no sujeto a formalidad, y la autoridad judicial competente tendrá
potestad para restablecer inmediatamente la situación jurídica infringida o la
situación que más se asemeje a ella. Todo tiempo será hábil y el tribunal lo
tramitará con preferencia a cualquier otro asunto.
La acción de amparo a la libertad o seguridad podrá ser interpuesta por
cualquier persona, y el detenido o detenida será puesto bajo la custodia del
tribunal de manera inmediata, sin dilación alguna.

El ejercicio de este derecho no puede ser afectado, en modo alguno, por la


declaración del estado de excepción o de la restricción de garantías
constitucionales.

Artículo 49. El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones


judiciales y administrativas y, en consecuencia:

8) Toda persona podrá solicitar del Estado el restablecimiento o reparación


de la situación jurídica lesionada por error judicial, retardo u omisión injustificados.
Queda a salvo el derecho del o de la particular de exigir la responsabilidad
personal del magistrado o magistrada, juez o jueza y del Estado, y de actuar
contra éstos o éstas.

Artículo 334. Todos los jueces o juezas de la República, en el ámbito de


sus competencias y conforme a lo previsto en esta Constitución y en la ley, están
en la obligación de asegurar la integridad de la Constitución.

En caso de incompatibilidad entre esta Constitución y una ley u otra norma


jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales, correspondiendo a los
tribunales en cualquier causa, aún de oficio, decidir lo conducente.

Corresponde exclusivamente a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo


de Justicia como jurisdicción constitucional, declarar la nulidad de las leyes y
demás actos de los órganos que ejercen el Poder Público dictados en ejecución
directa e inmediata de la Constitución o que tengan rango de ley.

Artículo 335. El Tribunal Supremo de Justicia garantizará la supremacía y


efectividad de las normas y principios constitucionales; será el máximo y último
intérprete de la Constitución y velará por su uniforme interpretación y aplicación.
Las interpretaciones que establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o
alcance de las normas y principios constitucionales son vinculantes para las otras
Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales de la República.

Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales


(1988)

Artículo 1. Toda persona natural habitante de la República, o persona


jurídica domiciliada en ésta, podrá solicitar ante los Tribunales competentes el
amparo previsto en el artículo 49 de la Constitución, para el goce y el ejercicio de
los derechos y garantías constitucionales, aún de aquellos derechos
fundamentales de la persona humana que no figuren expresamente en la
Constitución, con el propósito de que se restablezca inmediatamente la situación
jurídica infringida o la situación que más se asemeje a ella. La garantía de la
libertad personal que regula el habeas corpus constitucional, se regirá por esta
Ley.

Artículo 4. Igualmente procede la acción de amparo cuando un Tribunal de


la República, actuando fuera de su competencia, dicte una resolución o sentencia
u ordene un acto que lesione un derecho constitucional. En estos casos, la acción
de amparo debe interponerse por ante un tribunal superior al que emitió el
pronunciamiento, quien decidirá en forma breve, sumaria y efectiva.

Artículo 6. No se admitirá la acción de amparo:

5) Cuando el agraviado haya optado por recurrir a las vías judiciales


ordinarias o hecho uso de los medios judiciales preexistentes. En tal caso, al
alegarse la violación o amenaza de violación de un derecho o garantía
constitucionales, el Juez deberá acogerse al procedimiento y a los lapsos
establecidos en los artículos 23, 24 y 26 de la presente Ley, a fin de ordenar la
suspensión provisional de los efectos del acto cuestionado
Artículo 33. Cuando se trate de quejas contra particulares, se impondrán
las costas al vencido, quedando a salvo las acciones a que pudiere haber lugar.
No habrá imposición de costas cuando los efectos del acto u omisión hubiesen
cesado antes de abrirse la averiguación. El Juez podrá exonerar de costas a quien
intentare el amparo constitucional por fundado temor de violación o de amenaza, o
cuando la solicitud no haya sido temeraria.

Artículo 36. La sentencia firme de amparo producirá efectos jurídicos


respecto al derecho o garantía objetos del proceso, sin perjuicio de las acciones o
recursos que legalmente correspondan a las partes.

Jurisprudencia Nacional

Tribunal: Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional.


Magistrado(s) Ponente(s): Jesús Eduardo Cabrera Romero
Fecha de la decisión: 20 de enero de 2000.
Número del Expediente: 00-0002.
Para comenzar a desarrollar el marco jurisprudencial sobre el cual se
sustenta la presente investigación, se destaca el caso Emery Mata Millán, donde
la Sala Constitucional del máximo Tribunal de la República modificó la
competencia para conocer de los diferentes tipos de amparo constitucional. En
primer lugar, se atribuyó a sí misma el conocimiento directo y en única instancia
del amparo consagrado en el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, incoadas contra los altos funcionarios a
que se refiere dicho artículo, así como contra los funcionarios que actúen por
delegación de las atribuciones de los anteriores.

Igualmente, a través de la decisión judicial traída a colación, se establece


que le corresponde a esta Sala Constitucional la competencia para conocer del
amparo intentado contra las decisiones de última instancia emanadas de los
Tribunales Superiores de la República, la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo y las Cortes de Apelaciones en lo Penal que infrinjan directamente
normas constitucionales.

Continúa expresando dicho fallo que, asimismo, corresponde a esta Sala


conocer las apelaciones y consultas sobre las sentencias de los Juzgados
Superiores en señalados, de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo y
las Cortes de Apelaciones en lo Penal, cuando ellos conozcan el amparo en
primera instancia. También se establece que corresponde a los Tribunales de
primera instancia en la materia relacionada, el conocimiento de los amparos que
se interpongan, distintos a los expresados en los números anteriores, siendo los
Superiores de dichos Tribunales quienes conocerán las apelaciones y consultas
emanadas de los mismos, cuyas decisiones no tendrán apelación ni consulta
alguna.

En materia penal, cuando la acción de amparo tenga por objeto la libertad y


seguridad personales, será conocida por el Juez de Control, debido a lo
preceptuado en el artículo 60 del Código Orgánico Procesal Penal vigente para el
momento en el cual la decisión fue proferida, mientras que se declaró
competentes a los Tribunales de Juicio Unipersonal para conocer los otros
amparos de acuerdo a la naturaleza del derecho o garantía constitucional violado
o amenazado de violación. Según lo expresado en el fallo, las Cortes de
Apelaciones conocerán de las apelaciones y consultas de las decisiones que se
dicten en esos amparos.

Asimismo, esta Sala, a través de la sentencia reseñada, basándose en el


numeral 10 del Artículo 336 de la Constitución Nacional vigente y su doctrina
judicial, según la cual las instituciones de carácter constitucional deben entrar en
vigencia de manera inmediata, se atribuye la competencia para revisar
discrecionalmente las sentencias de amparo que, de acuerdo a este fallo, sean de
la exclusiva competencia de los Tribunales de segunda instancia, quienes
conozcan la causa por apelación y que por lo tanto no susceptibles de consulta,
así como cualquier otro fallo que desacate la doctrina vinculante de esta Sala,
dictada en materia constitucional.

De igual manera, exige la Sala que las violaciones a la Constitución que


cometan los jueces serán conocidas por los jueces de apelación, a menos que sea
necesario restablecer inmediatamente la situación jurídica infringida, caso en que
el amparo lo conocerá otro juez competente superior a quien cometió la falta. Todo
esto basado en el principio de seguridad jurídica que debe imperar en todo Estado
de Derecho y bajo la prohibición de reforma o revocatoria de una sentencia por el
mismo juez que la ha dictado.

A juicio de la Sala, cuando las violaciones a derechos y garantías


constitucionales surjan en el curso de un proceso a raíz de las actuaciones de las
partes, de terceros, de auxiliares de justicia o de funcionarios judiciales distintos a
los jueces, el amparo podrá interponerse ante el juez que esté conociendo la
causa, quien debe sustanciarlo y decidirlo en cuaderno separado.

Dentro de la presente decisión, la Sala, en provecho del poder que le


confiere el Artículo 335 del Texto Fundamental de interpretar las normas
constitucionales, podrá dejar sin efecto todas aquellas normas jurídicas que
colidan con la Constitución Nacional. Es así como entra a interpretar la
competencia de los tribunales que conocerán del amparo previsto en el Artículo 5
de la Ley Orgánica de Amparo Sobre Derechos y Garantías Constitucionales.

Según el criterio establecido por la Sala, la disposición legal mencionada


ut supra no colide con la Constitución vigente, por lo cual conserva su vigencia. De
acuerdo a lo expresado en él, el amparo puede ejercerse conjuntamente con el
recurso contencioso administrativo de nulidad de actos administrativos o contra las
conductas omisivas.
Considera la Sala que, al estar vigente el citado artículo 5, los tribunales,
incluyendo las Salas del máximo Tribunal, que conozcan de procesos de nulidad
de actos administrativos de efectos particulares, o contra negativas o abstenciones
de la Administración, mediante recursos contenciosos administrativos, podrán a su
vez conocer del amparo previsto en el artículo 5° de la comentada Ley, siempre
que el recurso de nulidad o por abstención no se funde en una infracción directa e
inmediata de la Constitución, y siempre que el amparo no haya caducado.

Con relación a los amparos autónomos, considera esta Sala que la


competencia por la materia se determina por la naturaleza de la cuestión discutida,
siendo tal competencia de orden público, por lo que respecto a dicha competencia,
no es aplicable el artículo 3 del Código de Procedimiento Civil, según el cual la
competencia se determina conforme a la situación de hecho existente para el
momento de la presentación de la demanda, sino que ella será determinada por la
materia, la cual dentro de la jurisdicción constitucional, la ha asumido esta Sala en
materia de amparo en la forma establecida en el presente fallo.

Tribunal: Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional.


Magistrado(s) Ponente(s): Iván Rincón Urdaneta
Fecha de la decisión: 9 de agosto de 2000.
Número del Expediente: 00-1271.

En este orden de ideas, vale la pena mencionar este pronunciamiento por


parte del máximo Tribunal de la República, en el que, sin más dilaciones, se
confirma la evolución en la interpretación del numeral 5 del Artículo 6 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, bajo la cual se
le permite a la parte accionante optar entre las vías ordinarias o la vía de amparo,
siempre y cuando exponga plenamente razones válidas para interponer dicha vía.
Si no lo hiciere, considera el Ponente que se desnaturaliza el amparo, pues se le
atribuye el carácter de un recurso ordinario de apelación, cosa que nunca fue
intención del legislador patrio.

Tribunal: Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional.


Magistrado(s) Ponente(s): Iván Rincón Urdaneta
Fecha de la decisión: 24 de enero de 2001.
Número del Expediente: 00-0933.

La decisión traída a colación, que inicia a través de una interposición de


amparo constitucional contra decisión judicial, luego de que se le negara el
derecho de preferencia a inquilinos de cierto inmueble y se agotaran las vías
ordinarias y operantes preceptuadas en el ordenamiento jurídico nacional,
confirma un criterio establecido por la antigua Corte Suprema de Justicia, al
establecer que, según el Artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos
y Garantías Constitucionales, entiende la Sala como “actuando fuera de su
competencia” no solo en el sentido procesal estricto de materia, territorio y
cuantía, sino también como abuso de poder y extralimitación de funciones.

Tribunal: Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional.


Magistrado(s) Ponente(s): Iván Rincón Urdaneta
Fecha de la decisión: 24 de enero de 2001.
Número del Expediente: 00-2384.

La presente resolución judicial versa sobre la declaratoria sin lugar de un


amparo constitucional, por lo que el accionante ejerce el recurso de apelación, con
lo cual el expediente es remitido dicha Sala. Lo que vale destacar dentro de la
decisión comentada, es la concepción que da el Magistrado Ponente sobre el
amparo constitucional, pues lo reputa una garantía o medio a través del cual se
protegen los derechos fundamentales que la Constitución reconoce a las
personas. Luego sugiere que, dicha “acción” está destinada a restablecer a través
de un procedimiento breve los derechos lesionados o amenazados de violación,
que opera según su carácter de extraordinario, sólo cuando se dan las
condiciones previamente expuestas y aceptadas como necesarias.

Tribunal: Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional.


Magistrado(s) Ponente(s): Antonio J. García García.
Fecha de la decisión: 6 de marzo de 2002.
Número del Expediente: 01-0084.

El agraviado recurre a la utilización el amparo constitucional contra decisión


judicial al vérsele negado el recurso ordinario de apelación por medio de auto
dictado por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito, del Trabajo y de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva
Esparta, interpuesto por ante el Juzgado Superior correspondiente. Este Tribunal
declara improcedente la acción interpuesta por la parte agraviada, alegando que
aún no se habían agotado las vías judiciales idóneas preexistentes para la
restitución del derecho constitucional a la defensa. Dicha sentencia es objeto de
consulta por parte de la Sala Constitucional, donde, bajo las mismas
consideraciones y confirmando el criterio establecido en la decisión N° 1496/2001,
declara inadmisible dicho intento de amparo constitucional, revocando la decisión
objeto de consulta.

Tribunal: Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional.


Magistrado(s) Ponente(s): Antonio José García García, Pedro Rafael Rondón
Haaz, José M. Delgado Ocando.
Fecha de la decisión: 13 de agosto del 2002.
Número del Expediente: 02-0313.

En la presente decisión la Sala Constitucional, en virtud a la solicitud de


ejecución forzosa del actor de la decisión del 22/03/2002, que declaró
parcialmente con lugar el amparo constitucional intentado en la misma, demarca
un criterio jurisprudencial con respecto a la sentencia como acto de terminación
del proceso, y expone que la sentencia decide acerca de la procedencia o no de la
pretensión planteada. Tradicionalmente, la doctrina procesal clasifica la sentencia
conforme al fin que en el mundo jurídico cumple la norma individualizada en que
ella se resuelve.

De igual forma, la sala clasifica la sentencia en razón al carácter


obligacional extra procesal que ésta genera, cuando en el dispositivo del fallo
ordena o impone una prestación al obligado porque se estima la pretensión del
que exige justicia, se está ante las denominadas sentencias de condena; por otro
lado, cuando el dispositivo del fallo no ordena ningún cumplimiento frente a un
obligado, sino que reconoce una situación jurídica preexistente, sin modificar la
relación jurídica sustantiva, cabe hablar de sentencias declarativas.

Por último, cuando la sentencia afecta a la relación jurídico material en tanto


crea, modifica o extingue una determinada relación jurídica, se habla de las
denominadas sentencias constitutivas. La Sala explica brevemente los efectos
derivados de la decisión judicial, al señalar que una vez es dictada la sentencia y
queda firme, produce efectos tanto para el proceso como para la relación jurídico
material. Estos efectos pueden ser declarativos o ejecutivos. Los declarativos
implican que lo decidido en el fallo no puede ser, ni impugnado ante un tribunal de
superior jerarquía, ni discutido ante otro órgano jurisdiccional, siendo ley de las
partes en los límites de la controversia y vinculante en todo proceso futuro, con lo
cual se le da fin al conflicto de intereses y certeza al asunto debatido. Estos
efectos declarativos constituyen lo que se conoce en doctrina como la cosa
juzgada.

Tribunal: Tribunal Supremo de Justicia en Sala Político-Administrativa.


Magistrado(s) Ponente(s): Levis Ignacio Zerpa, Hadel Mostafá Paolini y Yolanda
Jaimes Guerrero.
Fecha de la decisión: 15 de marzo del 2001.
Número del Expediente: 0904.
Para demostrar otra postura en cuanto al amparo constitucional, se reputa
indispensable mencionar este fallo, pues en él, los Ponentes comentan la
necesidad que había en su tiempo de catalogar al amparo como una acción o
recurso, dada la ausencia de un instrumento legal que lo desarrollara. Es allí
donde erigen la mencionada figura jurídica como un derecho constitucional, al
expresar que “[…] Sobre esa base, tiene su origen la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales publicada el 22 de enero de 1988, la
cual constituye, todavía después de la entrada en vigencia de la nueva
Constitución, el instrumento procesal fundamental para la satisfacción del derecho
constitucional al amparo”.

Jurisprudencia Extranjera

Tribunal: Tribunal Constitucional Español en Sala Segunda.


Magistrado(s) Ponente(s): Rafael de Mendizábal Allende
Fecha de la decisión: 14 de septiembre de 1999.
Número de recurso: 2784/1994

En la mencionada decisión, el máximo tribunal español en sentencia que


versa sobre amparo constitucional ha delimitado el alcance de la cosa juzgada, al
decirse que: “... En la jurisdicción civil la cosa juzgada, res iudicata, se delimita por
la pretensión actual o potencial en el proceso correspondiente y solo puede afectar
a quienes habiendo participado en él o habiendo desaprovechado la oportunidad
de hacerlo, sean los destinatarios directos y explícitos de la decisión judicial,
figurando como tales en la parte dispositiva o fallo. ...” El límite de la cosa juzgada,
entonces, se restringe a las partes.
3. DESCRIPCIÓN DE LA METODOLOGÍA

3.1 Método

Para dar inicio a la descripción metodológica del presente estudio, destaca


la doctrina de Fix-Zamudio (2009, p. 416), para quien la investigación jurídica es:

La actividad intelectual que pretende descubrir las soluciones jurídicas,


adecuadas para los problemas que plantea la vida social de nuestra época,
cada vez más dinámica y cambiante, lo que implica también la necesidad
de profundizar en el análisis de dichos problemas, con el objeto de adecuar
el ordenamiento jurídico a dichas transformaciones sociales, aún cuando
formalmente parezca anticuado.

Siguiendo el orden de ideas planteado, Bascuñán (citado por Álvarez, 2002)


refiere que por investigación jurídica se entiende el conjunto de actividades que
persiguen la identificación, individualización, clasificación y registro de las fuentes
de conocimiento jurídico en todos sus aspectos: tanto sistemático y genético,
como filosófico.

Atendiendo a estas consideraciones, es así como Álvarez (2002) concluye


que la investigación jurídica es el conjunto de procedimientos de carácter reflexivo,
sistemático, controlado, crítico y creativo, que tiene como objetivo el buscar, el
indagar estudiar las normas, los hechos y los valores, siempre teniendo en cuenta
los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que se puedan desarrollar
en la sociedad.

Establecido como fuere todo esto, cabe destacar la opinión expresada por
Arias (2002), cuando habla de la investigación descriptiva, pues es el tipo de
investigación donde encaja el presente análisis. A este respecto, establece que la
investigación descriptiva consiste en la caracterización de un hecho, fenómeno,
individuo o grupo, con la finalidad de establecer su estructura o comportamiento.
Por su parte, Sabino (1992) expresa que la preocupación principal de las
investigaciones descriptivas radica en describir algunas características
fundamentales de conjuntos homogéneos de fenómenos. Afirma que las
investigaciones descriptivas hacen uso de criterios sistemáticos que permiten
demostrar la estructura o el comportamiento de los fenómenos objetos de estudio,
proporcionando así, información sistemática y comparable con la de otras fuentes.

De tal manera se continúa afirmando que el análisis suscrito es de carácter


descriptivo, pues se busca presentar el amparo constitucional contra decisiones
judiciales como institución, así como ha sido desarrollado por el ordenamiento
jurídico vigente, es decir, tanto en la Constitución como en la ley y la
jurisprudencia.

Ahora bien, según Arias (2012), en el campo de la investigación se


considera método al modo general o manera que se utiliza para abordar un
problema. El autor in commento refiere que el camino empleado en la
investigación científica para obtener conocimiento es el método científico, el cual,
en sus mismas palabras se define como “es el conjunto de pasos, técnicas y
procedimientos que se emplean para formular y resolver problemas de
investigación mediante la prueba o verificación de hipótesis” (p. 19).

Como complemento, en cuanto al método científico, refiere Villabella (2015)


que “(...) es el procedimiento seguido para estudiar un objeto o fenómeno; la
estrategia a través de la cual se investiga un problema científico y se inquiere en lo
desconocido; el conjunto de instrumentos, técnicas, y reglas mediante las cuales
se produce el nuevo conocimiento” (p. 934).

En concordancia con lo dicho por los autores citados ut supra en relación al


método, a través del estudio suscrito se busca analizar de manera rigurosa,
exigente y exhaustiva el tema jurídico objeto de estudio, a través de la utilización
del método hermenéutico, que para Cabanellas (2008) es la ciencia que interpreta
los textos escritos y establece su verdadero sentido, para así lograr descubrir las
posibles contradicciones o deficiencias que podrían estar presentes en el
ordenamiento jurídico nacional, más específicamente en materia de amparo
constitucional contra decisiones judiciales.

3.2 Diseño de la investigación

Para continuar con la descripción metodológica y empezar con lo atinente al


diseño de la investigación, se destaca la doctrina de Tamayo (citado por Florido y
Gómez, 2010), quien define el diseño de la investigación de la siguiente forma:

Como el planteamiento de una serie de actividades sucesivas y


organizadas que se adaptan a las particularidades de cada modalidad de
investigación, para indicar los pasos y pruebas a efectuar, así como, las
técnicas para la recolección y análisis de los datos al objeto de estudio.

De acuerdo con Salgado, (2007) el diseño de investigación en el marco de


una investigación cualitativa está relacionado al abordaje que se utiliza en el
proceso de investigación, y el curso de las acciones se rige por el campo (los
participantes y el transcurso de los acontecimientos), de esta manera, el diseño se
ajusta a las condiciones del ambiente.

Como complemento, Sabino (1992) expresa que “El diseño es, pues, una
estrategia general de trabajo que el investigador determina una vez que ya ha
alcanzado suficiente claridad respecto a su problema y que orienta y esclarece las
etapas que habrán de acometerse posteriormente” (p. 70). El referido autor
continúa aclarando que cada estudio o investigación tiene su propio diseño,
peculiar y concreto.

Por último, Arias (2012) expone que “El diseño de investigación es la


estrategia general que adopta el investigador para responder al problema
planteado. En atención al diseño, la investigación se clasifica en: documental, de
campo y experimental” (p. 27).
En relación a las ideas expuestas, se reputa que la presente investigación
posee u ostenta un diseño documental o bibliográfico. Para sustentar esta
consideración, se expresa lo establecido por Sabino (1992):

Cuando, a diferencia de lo anterior, los datos a emplear han sido ya


recolectados en otras investigaciones y son conocidos mediante los
informes correspondientes nos referimos a datos secundarios, porque han
sido obtenidos por otros y nos llegan elaborados y procesados de acuerdo
con los fines de quienes inicialmente los obtuvieron y manipularon. Como
estas informaciones proceden siempre de documentos escritos, pues esa
es la forma uniforme en que se emiten los informes científicos, damos a
estos diseños el nombre de bibliográficos. (p. 70).

Igualmente, para la Universidad Pedagógica Libertador (1990) se entiende


por investigación documental el estudio de problema con el propósito de ampliar y
profundizar el conocimiento de su naturaleza, sustentado en fuentes bibliográficas
y documentales. A este respecto, facilita una serie de ejemplos de fuentes, como
lo es la revisión crítica del estado del conocimiento, o la elaboración de modelos.

Por otra parte, Palella y Martins (2010) definen el diseño bibliográfico como
aquel que se fundamenta en la revisión sistemática, exhaustiva y profunda del
material documental de cualquier tipo. Se procura el análisis de los fenómenos o el
establecimiento de la relación entre dos o más variables. Cuando se opta por este
tipo de estudio, el investigador hace uso de documentos, los recopila, selecciona,
analiza y presenta resultados coherentes.

En efecto, y de acuerdo a la opinión de estos doctrinarios, el diseño de la


presente investigación se califica como documental, puesto que, al momento de
desarrollar el análisis en cuestión, la información obtenida ha sido recolectada
completamente a través de documentos escritos, como lo son la Carta
Fundamental, las diferentes jurisprudencias tanto nacionales como extranjeras,
libros y textos contentivos de diversas doctrinas jurídicas, investigaciones
precedentes, revistas, entre otros, ya que los mismos constituyen una serie de
fuentes indispensables de información para el estudio en cuestión.
Por último, se reputa que posee un diseño transeccional o transversal,
puesto que, según Balestrini (2006) éstos se caracterizan por recolectar o
recopilar información en un momento único. Siguiendo este tipo de diseño, queda
en evidencia que el tiempo utilizado para la consulta de las fuentes de información
fue durante la definición del marco teórico de la investigación.

3.3 Técnicas

En cuanto a las técnicas de recolección de datos, afirma Arias (2012), que


“son las distintas formas o maneras de obtener la información” (p. 111). A tal
efecto, brinda una variedad de ejemplos de técnicas, como lo son: la observación
directa, la encuesta en sus dos modalidades: oral o escrita (cuestionario), la
entrevista, el análisis documental, análisis de contenido, entre otros.

Por otro lado, para Villabella (2015) las técnicas de recolección de datos
son:

(…) las reglas, operaciones y procedimientos que es necesario observar


para la aplicación adecuada de un método, para que brinde información
confiable y válida: por lo tanto, su connotación es práctica y operacional, es
decir, es la metódica, a través de la cual se confecciona la ficha y se
resume lo que está en fuentes, o las pautas para crear el rapport necesario
entre el entrevistador y el entrevistado y mantener en todo momento una
adecuada disponibilidad del segundo para brindar la información. (p. 935).

La primera y principal técnica de recolección de datos utilizada fue la


observación documental, puesto que es en ella que se apoya el investigador para
lograr obtener la mayor cantidad de datos posible. Para Balestrini (2006),
comporta el inicio en el análisis de fuentes documentales, a través de la lectura
general de los textos, con la cual se buscarán y observarán los hechos presentes
en el material escrito objeto de consulta que es relevante para la investigación.

En segundo lugar, se hizo uso de la técnica del resumen, que según la


Universidad Sergio Arboleda (2014), es un documento en el cual se organiza de
manera lógica las ideas más importantes provenientes de un documento base.
Durante el proceso de recolección de datos para la presente investigación, se
sintetizó, seleccionó y se organizó el contenido.

Por último, se menciona la técnica del subrayado, la cual consiste, según


palabras expresadas por Hochman y Montero, (2005) en poner una raya debajo
de las palabras consideradas como las más importantes de un determinado tema,
destacando así las ideas más relevantes o aquellas que han llamado de manera
más acentuada la atención del investigador. Ha sido utilizada dicha técnica para la
recolección de datos debido a su carácter práctico y la facilidad que brinda para
estructurar la información recopilada.

3.4 Fuentes de la Información

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