Está en la página 1de 63

HISTORIA

“¿MVNDO
ANTÎGVO 12
LA REUGIOM EGIPCIA
Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va­
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di­

HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­


tores antiguos, mapas, ilustraciones, cuadros cronológicos y

■^MVNDO orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con


un doble valor, de modo que puede funcionar como un capítulo

A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.

ORIENTE 25. J. Fernández Nieto, L a guerra 44. C. González Román, La R e­


del Peloponeso. pública Tardía: cesarianos y
1. A. Caballos-J. M. Serrano, 26. J. Fernández Nieto, Grecia en pompeyanos.
Sumer y A kkad. la prim era m itad del s. IV. 45. J. M. Roldán, Institudones p o ­
2. J. Urruela, Egipto: Epoca Ti- 27. D. Plácido, L a civilización líticas de la República romana.
nita e Im perio Antiguo. griega en la época clásica. 46. S. Montero, L a religión rom a­
3. C. G. Wagner, Babilonia. 28. J. Fernández Nieto, V. Alon­ na antigua.
4. J . Urruelaj Egipto durante el so, Las condidones de las polis 47. J . Mangas, Augusto.
Im perio Medio. en el s. IV y su reflejo en los 48. J . Mangas, F. J. Lomas, Los
5. P. Sáez, Los hititas. pensadores griegos. Julio-C laudios y la crisis del 68.
6. F. Presedo, Egipto durante el 29. J . Fernández Nieto, El mun­ 49. F. J . Lomas, Los Flavios.
Im perio N uevo. do griego y Filipo de Mace­ 50. G. Chic, L a dinastía de los
7. J. Alvar, Los Pueblos d el Mar donia. Antoninos.
y otros m ovimientos de pueblos 30. M. A. Rabanal, A lejandro 51. U. Espinosa, Los Severos.
a fin es d el I I milenio. Magno y sus sucesores. 52. J . Fernández Ubiña, El Im pe­
8. C. G. Wagner, Asiría y su 31. A. Lozano, Las monarquías rio Rom ano bajo la anarquía
imperio. helenísticas. I : El Egipto de los militar.
9. C. G. Wagner, Los fenicios. Lágidas. 53. J . Muñiz Coello, Las finanzas
10. J. M. Blázquez, Los hebreos. 32. A. Lozano, Las monarquías públicas del estado romano du­
11. F. Presedo, Egipto: Tercer Pe­ helenísticas. I I : Los Seleúcidas. rante el Alto Imperio.
ríodo Interm edio y Epoca Sai- 33. A. Lozano, Asia Menor h e­ 54. J . M. Blázquez, Agricultura y
ta. lenística. m inería rom anas durante el
12. F. Presedo, J . M. Serrano, La 34. M. A. Rabanal, Las m onar­ Alto Imperio.
religión egipcia. quías helenísticas. I I I : Grecia y 55. J . M. Blázquez, Artesanado y
13. J. Alvar, Los persas. Macedonia. comercio durante el Alto Im ­
35. A. Piñero, L a civilizadón h e­ perio.
GRECIA lenística. 56. J. Mangas-R. Cid, El paganis­
mo durante el Alto Im peño.
14. J. C. Bermejo, El mundo del ROMA 57. J. M. Santero, F. Gaseó, El
Egeo en el I I milenio. cristianismo primitivo.
36. J. Martínez-Pinna, El pueblo 58. G. Bravo, Diocleciano y las re­
15. A. Lozano, L a E dad Oscura.
16. J . C. Bermejo, El mito griego etrusco. form as administrativas del Im ­
y sus interpretaciones. 37. J. Martínez-Pinna, L a Roma perio.
primitiva. 59. F. Bajo, Constantino y sus su­
17. A. Lozano, L a colonización
38. S. Montero, J. Martínez-Pin­ cesores. L a conversión d el Im ­
griega.
na, E l dualismo patricio-ple­
18. J. J . Sayas, Las ciudades de J o - perio.
beyo.
nia y el Peloponeso en el perío­ 60. R . Sanz, El paganismo tardío
39. S. Montero, J . Martínez-Pin-
do arcaico. na, L a conquista de Italia y la y Juliano el Apóstata.
19. R. López Melero, El estado es­ igualdad de los órdenes. 61. R. Teja, L a época de los Va­
partano hasta la época clásica. 40. G. Fatás, El período de las pri­ lentiniano s y de Teodosio.
20. R. López Melero, L a fo rm a ­ meras guerras púnicas. 62. D. Pérez Sánchez, Evoludón
ción de la dem ocracia atenien­ 41. F. Marco, L a expansión de del Im perio Rom ano de Orien­
se , I. El estado aristocrático. Rom a p or el Mediterráneo. De te hasta Justiniano.
21. R. López Melero, L a fo rm a ­ fines de la segunda guerra Pú­ 63. G. Bravo, El colonato bajoim -
ción de la dem ocracia atenien­ nica a los Gracos. perial.
se, II. D e Solón a Clístenes. 42. J . F. Rodríguez Neila, Los 64. G. Bravo, Revueltas internas y
22. D. Plácido, Cultura y religión Gracos y el com ienzo de las penetraciones bárbaras en el
en la Grecia arcaica. guerras aviles. Imperio.
23. M. Picazo, Griegos y persas en 43. M.a L. Sánchez León, Revuel­ 65. A. Giménez de Garnica, L a
el Egeo. tas de esclavos en la crisis de la desintegración del Im perio Ro­
24. D. Plácido, L a Pente conte da. República. mano de O cddente.
HISTORIA
“ lMVNDO
ANTiGVO

ORIENTE
Director de la obra:
Julio Mangas Manjarrés
(Catedrático de Historia Antigua
de la Universidad Complutense
de Madrid)

Diseño y maqueta:
Pedro Arjona

«No está permitida la


reproducción total o parcial de
este libro, ni su tratamiento
informático, ni la transmisión de
ninguna forma o por cualquier
medio, ya sea electrónico,
mecánico, por fotocopia, por
registro u otros métodos, sin el
permiso previo y por escrito de
los titulares del Copyright.»

© Ediciones Akal, S.A., 1989


Los Berrocales del Jarama
Apdo. 400 - Torrejón de Ardoz
Madrid - España
Tels. 656 56 11 - 656 49 11
Depósito Legal:M.16-395-1989
ISBN: 84-7600-274-2 (Obra completa)
ISBN: 84-7600-385-4 (Tomo XII)
Impreso en GREFOL, S.A.
Pol. II - La Fuensanta
Móstoles (Madrid)
Printed in Spain
LA RELIGION EGIPCIA

Francisco J. Presedo Velo


José Miguel Serrano Delgado
Indice

Págs.

Introducción: La religión egipcia. Evolución g en e r a l......................................... 7

I. El panteón egipcio: principales divinidades...................................................... 16

Π. La liturgia y el sacerdocio ................................................................................... 29

III. La piedad personal ............................................................................................... 35

IV. Las creencias y prácticas funerarias ................................................................ 42

V. Magia, superstición y h ech icería........................................................................ 55

Bibliografía....................................................................................................................... 63
La religión egipcia 7

Introducción: La religión egipcia.


Evolución general

El sistema complejo de creencias y ri­ toda la época histórica, es un rasgo


tos que llamamos religión constituye característico de la religión egipcia.
en todo pueblo una faceta primordial No es fácil de explicar esta persisten­
de su pensamiento y la im portancia cia de las formas animalísticas, dado
de él sube de puntos en las culturas que se trata de algo típico en esa reli­
antiguas del Oriente próximo. Egipto gión. En nuestra opinión hay que de­
fue uno de los pueblos más religiosos ja r constancia de que no se rinde cul­
de la historia, ΐεροτάτη χώρα, y la reli­ to al animal en sí, como antepasado
gion conforma toda su ideología. Los de un grupo social según la antigua
dioses egipcios duraron más que el interpretación del totemismo, sino que
estado y en un m omento dado inva­ estos símbolos lo son de fuerzas m u­
dieron todo el m undo grecorromano, cho más altas y para ello tenemos do­
cu an do el país hacía m uchos años cumentación etnográfica de pueblos
que había perdido su independencia primitivos así como restos históricos
política. tardíos del propio Egipto. Por otra
C uan do em pezam os a tener noti­ parte hay que dejar constancia clara
cias inteligibles de la cultura egipcia, de que la persistencia de las figuras
es decir, a comienzos del tercer mile­ de animales es un rasgo explicable
nio a.C. ya encontramos a la mayoría por el conservadurismo egipcio, que
de los dioses con sus cultos. Si quere­ se aferra a unas formas expresivas
mos avanzar hacia tiempos más anti­ tradicionales. Muy pronto debió co­
guos sólo conocemos algunas prácti­ m enzar una antropom orfización de
cas de enterramientos que se diferen­ estas crcitofcinías, au n q u e insistimos
cian muy poco de las conocidas en que nunca se produjo de una manera
las culturas homogéneas. A mediados total. Clemente de Alejandría se asom­
de la época de Nagada, surgen ya al­ braba en el siglo III d.C. de que los
gunos símbolos que después se ven egipcios llevasen en procesión figuras
en los atributos de las divinidades de oro de dos perros, un halcón y un
históricas. Esto nos indica que se tra­ ibis. La religiosidad egipcia en los co­
ta en líneas generales de una religión mienzos de su historia escrita presen­
fetichista, que considera anim ados a taba una serie de dioses que recibían
una serie de objetos, anim ales y ele­ su culto o veneración a lo largo del
mentos de la naturaleza o cósmicos. valle del Nilo. Cada uno.estaba vincu­
La abundancia de dioses en forma de lado a un lugar o com unidad, y segui­
animales, que se m antiene durante ría estándolo siempre con indepen-
8 AkaI Historia del M undo Antiguo

dencia de su fortuna en tiempos pos­ huéspedes. Incluso si son de distinto


teriores. Se les re p resentan en las sexo pueden casarse como Isis y Osi­
insignias de los nomos, en las paletas ris. O se hacen madre e hijo como en
o se les erigen estatuas, por ejemplo la el caso de Isis y Min de Coptos. Estos
leona M ahit en This (nom o VIII), el dioses locales a veces desaparecen,
toro en los estandartes de los nom os pero en ocasiones adquieren mayor
del Bajo Egipto, el cocodrilo en el Fa- relieve. Incluso el dios de la ciudad
yum, pero también en Gebelein Den- puede verse am enazado por otro que
dera y Sais, el bab uin o adorado en tenga m ayor influencia en el curso
Hermópolis, un animal indeterm ina­ del tiempo. A veces el dios forastero
do como Seth en Ombos, etc. Pero ca­ dom inaba al dios local, o se lo asimi­
da localidad tenía u na gran variedad laba como es el caso de Osiris con
de num ina, en su gran mayoría desco­ Khenty-Imentyu. Los dioses emigran
nocidos. La explicación de esta multi­ de un lugar a otro: Haroeris de Leto-
plicidad se ha buscado de distintas polis se va a Kus donde se mezcla con
maneras. Para unos se trata de la di­ Nenum, y después a Ombos. Neith de
ferenciación de unos numina prim iti­ Sais se introduce en la Tópolis. Thot
vos, especialmente cósmicos, como se apodera de Hermópolis y expulsa
cree Erman. Así Re, el dios solar pro­ al dios local. Horus llega así a Edfu.
duciría a Atón, Khepri, Haraktes, etc., A veces se produce en con junción
la diosa del cielo Nut, daría lugar a con la elevación de una ciudad a ca­
Hathor, Bastet, Sekhmet o Nut. Para pital del estado y entonces aparecen
otros los cultos animalísticos proce­ dioses «estatales», cuya dinám ica a
derían de centros determinados donde través de la historia de Egipto es del
habían existido clanes totémicos, el m ayor interés. Casi todos los dioses
clan del cocodrilo, el clan del perro, de capitales llevan títulos de princi­
el clan del halcón, etc. Incluso para pescos: «gran príncipe de su nomo»
algunos como Junker, habría existido (Anedjty), «señ or del alto Egipto»
una especie de m onoteísmo primitivo (Seth), «señor de los dos países» (Atón,
diferenciado en múltiples dioses p a r­ Ptah, Herishef), «señor de los tronos
ticulares. Todas estas teorías pueden de los dos países» (Amón).
explicar aspectos parciales de la reli­ Paralelamente a esta am bición po­
giosidad egipcia, pero no creemos que lítica se manifiesta la idea religiosa
la expliquen en toda su complejidad. que impele al dios en cuestión a re­
Estos dioses primitivos, más o me­ m o n ta rs e desde la ac tiv idad local
nos iguales en el fondo, sufren una hasta la esfera de lo cósmico, de lo
especialización en sus atribuciones y que es buen ejemplo la configuración
en su poder: Thot será el patrón de de Osiris y sobretodo de Horus, como
los escribas, K h nu m y su com pañera dioses de la naturaleza y del cielo, a
Heket, de los nacimientos, P tah de partir de esferas m ucho más modes­
los artistas, etc., pero ello no agota su tas y limitadas. Para Junk er se trata
divinidad. El poder de los dioses va de un movimiento hacia el antiguo y
unido a las vicisitudes de su lugar ori­ problemático dios absoluto. La lucha
ginario. Si el lugar asciende a capital por la supremacía tiene unas caracte­
del nomo, en la m ism a m an era se rísticas propias tendentes al sincretis­
ampliará la escena de acción de di­ mo, la corriente religiosa más profun­
cha divinidad, mientras que los de­ da de Egipto.
más quedan reducidos a la categoría
de dioses locales. Lo m ismo ocurre en La Epoca Tinita
las relaciones de los dioses de u n no­
mo con los del vecino, adquiriendo Es u n hecho probado que ya durante
hospitalidad en los templos de sus la I D in a s tía se h a b í a n co nstrui-
La religión egipcia 9
10 AkaI Historia d el M undo Antiguo

El faraón en el centro, con el dios Amón


(a su derecha).

do las líneas generales del sistema relación con Horus. De menos exten­
religioso egipcio tal como lo enco n­ sión, pero importante ya al comienzo
tramos durante toda su historia y que de la historia son: Apis de Menfis,
sólo sufrirá las variaciones propias de H crishef de Heracleópolis, Hathor,
una cultura en desarrollo. C u and o se Khenty-Imentyu de Abydos, Mehit de
unifica el país, el dios suprem o es Hieracompolis, Mefdet, Min de C op ­
Horus, dios del firmamento del cual tos, Nekhbet, Neith de Sais, Thot, etc.
el faraón es la hipostasis en la tierra. Es decir los más im portantes d io ­
Scth. dios de Om bos parece ser la dei­ ses y diosas del panteón egipcio. Poco
dad de los indígenas neolíticos, m ien­ sabemos del culto, pero los datos que
tras que Horus sería el de los con­ tenemos nos autorizan a pensar que
quistadores, aunque todo ello no pase había templos de madera y en ellos se
de hipótesis indemostrable. La lucha celebraban numerosos festivales, re­
de las divinidades será tema de mitos gistrados en la Piedra de Palermo.
posteriores. A su lado h a b ía otros
dioses mayores como Re, de Heliopo­
lis, dios del sol, que en la II D in as­ La religión del
tía se funde en un culto co m ún con Imperio Antiguo
Re-Hataktes. Ptah de Menfis es pro­
b a b le que se r e m o n te a la I D i ­ A finales de la IV Dinastía empieza a
nastía. Osiris, aunque menos exten­ destacar el culto de Re como dios tu­
dido, está testiguado ya en E poca telar de la realeza. El faraón se llama
Tinita, lo mismo que Isis y puestos en «hijo de Re» sin duda por influencia
La religión egipcia 11

del sacerdocio de Heliopolis, templo patrimonio de las clases medias, en


al que se vinculan las cosmogonías los llamados Textos de los sarcófagos.
de base solar. La religion solar triun­ El sacerdocio se especializa y el ele­
fa definitivamente durante la V Di­ mento laico se ve excluido de los car­
nastía, y según las norm as integrado- gos sacerdotales.
ras del espíritu egipcio, la religión de
Re, llegó a un compromiso con la re­
ligión de Horus. Al m ismo tiempo El Imperio Nuevo
que se extendía este culto apareció Según la tradición egipcia, los hicsos
otro dios de gran importancia, Osiris. persiguieron encarnizadam ente a la
Procedente de Ddw (Busiris), capital religión tradicional del país. Sin em­
del nom o IX del Bajo Egipto, era el bargo en la mayoría de los casos no
dios de la naturaleza en su eterno re­ podemos docum entar este hecho; an ­
nacer y de la vegetación. Pronto esta tes al contrario sabemos que adopta­
religión osiriana se vinculó al rey de ron, por lo menos en los nombres rea­
tal m anera que el soberano muerto se les, los mismos teóforos egipcios co­
identificaba con Osiris; precisamente munes. No obstante, la semitización
a través de la religión de Osiris es co­ que sufre Egipto durante el Segundo
mo podemos seguir la dem ocratiza­ Período Intermedio, tuvo su reílejo en
ción de los cultos. A medida que se la religión Anath, El y otras divinida­
iba disolviendo la estructura despóti­ des como Reshef, aparecen incorpo­
ca del Imperio Antiguo, empiezan a radas al panteón egipcio. C u and o los
ser osirianos los príncipes, más tarde hicsos fueron expulsados y se resta­
los nobles, y durante el Imperio Me­ bleció la unidad del país bajo la hege­
dio ya lo es lodo el mundo. Cualquier monía tebana, la religión de Amón, el
egipcio después de muerto pasa a ser dios que expulsó a los asiáticos, ad­
el «Osiris fulano». La religión osiria­ quirió un esplendor nunca conocido.
na llega al alto Egipto y se asienta a Para evitar roces inoportunos se llega
Abydos. a la síntesis Amón-Re. Ya en la época
tutmósida aparecen cultos que a n u n ­
La religiosidad del cian un viraje necesario en el tradi­
cionalismo egipcio. La clase sacerdotal
Imperio Medio adquiere una importancia desmesu­
El Imperio Medio traía grandes nove­ rada. Se construyen templos grandio­
dades. Por una parte el oscuro dios sos, dotados de riquezas nunca vistas,
Montu procedente de Armant, locali­ proceso que culminó más tarde en el
dad meridional vecina de Tebas as­ reinado de Ramses III.
ciende a dios de la Dinastía XI. Es un
dios de marcado carácter militar co­
mo corresponde a los hechos guerre­
La crisis de El-Amarna
ros de los grandes faraones de esta La reforma religiosa de Amenoíls IV
dinastía. D urante la XII surge con es sin duda el episodio religioso-po­
mayor fortuna el dios Amón, al prin ­ lítico más controvertido de la historia
cipio un dios local pero que pronto de Egipto, pero cada vez se ve con
pasa a ser el dios de Tebas y de la m o­ mayor claridad que se trata de una
narquía para seguir siéndolo durante evolución más que de un rom pim ien­
todo el Im perio Nuevo. Al mismo to brusco con la tradición amónica.
tiempo, la sociedad egipcia tendrá Ya a lo largo del reinado de Tutmcs
unas creencias distintas, como ap u n ­ IV y después durante el de Amenofis
tábamos antes. Triunfa la religión osi­ III, aparecen datos sobre un creciente
riana, y los textos mágicos, antes pri­ culto de Atón y de Re-Haraktes, es
vativos de la realeza, p a s a n a ser decir el disco solar. C on Amenofis IV
12 Aka! Historia d el M undo Antiguo

se acelera el proceso. En un m om ento cultos semíticos antes citados. Era


de su reinado proclam a el culto de pues lógico que se produjera la creen­
Atón como dios tutelar de la m o n a r­ cia en la soberanía universal de un
quía, junto a A m ón que lo había sido dios que englobaba de alguna m an e­
hasta el momento. Este proceso hay ra a otros con funciones similares. Al­
que integrarlo en una corriente que se bright ha reunido un a serie de testi­
produce en todo el próximo Oriente, monios coetáneos en los que ve una
que se ha definido como la «era del tendencia clara hacia el monoteísmo:
internacionalismo», durante la cual textos cananeos, asirios, babilonios,
entran en la religiosidad egipcia los demuestran que por todo el Oriente
se elucubraba en una misma direc­
ción. De todos modos, los pasos deci­
sivos fueron dados en Egipto. Hacia
1400 a.C. se c o m p o n e el h im n o a
Amón-Re, cuya originalidad consiste
en liberar al dios de sus aditamentos
mitológicos, y adorar al disco solar
como único dios, pero incluye mati­
ces muy significativos tales como el
am or por la naturaleza, la universali­
dad de los dones concedidos a pobres
y ricos, a los individuos de distintas
razas, todos igualmente hijos del dios.
En la misma línea sincretística citare­
mos el doble him no del Museo Britá­
nico grabado en la estela de los her­
manos Suti y Hor, que vivieron bajo
Amenofis III. En el segundo de ellos
el dios sol, aparece como Atón, Khcpri
y Horus. Este proceso culmina en la
figura de Amenofis IV, que una vez
en el trono introduce u n sistema reli­
gioso cuyos postulados teológicos apa­
recen en el famoso Himno a Atón. No
podemos dejar de aludir al tema tan
discutido de quien provocó la refor­
ma religiosa. Algunos h a n creído que
no fue el propio Amenofis. De todos
modos los egiptólogos no discuten la
autoría de Amenofis, m ientras que
los semitistas como Albright llegan a
decir que «sería absurdo pensar que
fuese un joven como Amenofis el fun­
dad or del Culto de Atón» o incluso
decir que fue este faraón, como afir­
m aba Breasted «el prim er individuo
de la historia». El him no está com ­
puesto partiendo de los lugares co­
m unes de los him n o s anteriores, y
proclam a la providencia del disco so­
lar, creador de todas las cosas, dios de
Akhenaton todos los pueblos del orbe conocido,
La religión egipcia 13

am oroso protector de las criaturas. fueron identificados con Neftys, Isis o


Rasgo esencial de esta doctrina es H athor las dos primeras. No obstante
que el rey se considera su único pro­ el culto a Amón será el predom inante
feta y pasa a llamarse Akhenatón. En como religión oficial, en el sentido
la misma línea de exclusivismo, aban­ restringido de este término. Ni que
dona la capital de Tebas, que lo era decir tiene que continúan todos los
tam bién religiosa con el gran san tua­ cultos tradicionales en sus formas más
rio de Am ón de K arnak y construye variadas. Com o distintivo del Im pe­
la nueva ciudad de Akhetatón (Tell El- rio Nuevo en su conjunto ha de seña­
Amarna). No sabemos la medida en larse una lenta etización de la reli­
que la gente acepta la nueva fe, pero gión y la aparición de la piedad per­
sí que tuvo fervientes partidarios en sonal, es decir, una vivencia íntima
la corte, acaso por adulación al faná­ de la religión entre el hom bre y dios.
tico soberano, quien demostró una fe Pero no hemos de perder de vista que
de zelote derribando los templos de en Egipto durante toda su historia el
Am ón y borrando su nom bre de las culto oficial tuvo u n a im portancia
inscripciones e incluso de los papiros. desmesurada. Al final de la época ra­
El porvenir de la reforma fue escaso mésida las propiedades de los gran­
en el orden puramente religioso. El des templos habían llegado a grados
clero de Am ón de Tebas resistió la inconcebibles en cua lq u ie r estado.
persecución real y el pueblo llano no Desde la época de los tutmósidas, con
participó del entusiasmo de los faná­ el pequeño intermedio de El-Amama,
ticos atonistas. Siguió aferrado a sus no habían cesado de aum entar la ri­
cultos locales, como en toda la histo­ queza de los templos. Después de la
ria de Egipto. Más duraderas fueron restauración siguieron en la misma
las conquistas en otro orden de cosas: línea y en tiempos de Ramsés III los
el acercamiento a la naturaleza, a la templos llegan a poseer más del 10
«verdad/justicia» (M aat), el sentido por 100 de la riqueza del país; cuando
profundam ente h u m an o de su con­ îa realeza cae en una desastrosa im ­
cepción del m undo y del arte, el senti­ potencia, los grandes sacerdotes de
do de la piedad personal, el triunfo de Tebas podrán regir los destinos del
la lengua vernácula (neo-egipcio). To­ país, ante la indiferencia de los últi­
do esto seguiría actuando en la época mos soberanos ramésidas. Es posible
ramésida. Akhenatón sería llamado que todo esto tuviera poco que ver
después «el vencido de Akhetatón», con la piedad pero no iba necesaria­
igual que el vil extranjero. mente contra ella. La única forma de
ascender en la escala política era apo­
derarse de los grandes sacerdocios de
La religión de la Tebas o Heracleópolis, como así lo
época ram ésida hicieron los libios y los etíopes.

Después de la reacción am oníaca en La baja época


tiempos de Tutankam on y de Horem-
heb en Tebas, en el Bajo Egipto, d o n ­ Desde la Dinastía XXII hasta el final
de florecía el culto de Seth, apoyado del Egipto independiente, la religiosi­
por la tradición hicsa, se afirma este dad egipcia sufre cambios profundos
dios con el advenimiento de la D inas­ de acuerdo con la evolución de la so­
tía XIX. Ramsés II construyó en su ciedad y sus ideales. Decae notable­
capital Pi-Ramsés un gran templo a mente la im portancia del culto de
Seth, al mismo tiempo que favorecía Amón de Tebas y asciende el de Neith
a otros cultos cananeos como el de de Sais y Bastet de Bubastis. Al mis­
Anath, Astarté, Baal y Reshef, que mo tiempo la superstición y la magia
14 AkaI Historia del M undo Antiguo

adquieren una importancia antes des­ La expansión de la


conocida y su auge supone necesaria­
mente una degradación de la religión religión egipcia
p rop iam ente dicha. Las invasiones Si consideramos con perspectiva his­
etíopes y asirías, y más tarde las per­ tórica el legado de Egipto a la cultura
sas hacen imposible la existencia de universal, hemos de concluir necesa­
dioses nacionales. Renace el antiguo riamente que. aparte sus aportaciones
politeísmo y los dioses locales apare­ a la cultura griega desde el siglo VIII
cen de nuevo con vigor, pero no pue­ a.C., su influencia más perdurable se
den elevarse a categoría nacional. ejerce en el cam po de las creencias re­
Igualmente aparecen cultos animalís- ligiosas. Los cultos egipcios aparecen
ticos de época primitiva y alcanzan en Siria y Nubia donde se instalan
tal importancia que hacen retroceder desde muy antiguo. Especialmente la
a grandes dioses. Así Re desaparece segunda acogió con la colonización
ante Mnevis y Ptah ante Apis. En la egipcia los dioses más universales, y
misma línea podíamos situar el auge los templos egipcios de todas las épo­
de los semidioses como Amenofis e cas fueron surgiendo a lo largo del río
Imhotep. Este fenómeno conlleva una desde Elefantina hasta Napata, sien­
degradación del contenido religioso y do en algunos casos auténticas m ara­
un aferrarse a la regla exterior. No villas, que no desmerecen de los más
obstante esta idea necesita ser mati­ famosos del Egipto propiam ente di­
zada en muchos aspectos. Es evidente cho. Recuérdense los dos hipogeos de
que si se atienden a los textos hay que Abu Simbel. En N ubia se veneran
admitir que en esta época se hizo un formas locales de los dioses egipcios
gran esfuerzo por parte de los sacer­ como el Horus de Buhen. Incluso un
dotes ilustrados p ara clarificar los dios nubio D u ndu n se incorpora más
mitos antiguos siguiendo las tenden­ o menos al panteón oficial. Siria fue
cias del sincretismo y hasta del mo­ menos receptiva, antes al contrario,
noteísmo. No olvidemos que ahora se introdujo, como hemos visto, sus pro­
c om pon en los pseudoepígrafes tan pios cultos en Egipto.
llenos de contenido teológico como la No obstante, la gran expansión de
Teología Menfita o la Estela de Bentresh. los cultos egipcios tuvo lugar cuando
Bonnet destaca con razón la afirm a­ el país fue conquistado por Alejandro
ción de Celsus (ap. Originem c. Celso, y de alguna m anera se integró en la
III, 19) cuando dice que «una cosa gran koiné helenística, y más tarde
es la conducta de las masas que ado­ fue incorporado, como todo el O rien­
ra a un dios en forma de animal, y te, al im perio ro m an o. Los cultos
otra la doctrina de los sacerdotes. egipcios ejercieron una notable in­
Aquéllos adoran al animal, estos c on ­ fluencia sobre griegos y romanos, y
ceptos eternos». La preponderancia aunque escritores y poetas mostraron
de la religión personal y la preocupa­ en general su adversión hacia ellos, y
ción por el más allá mantienen el cul­ los políticos observaron una actitud
to de Osiris y de Isis, como dioses fluctuante sobre su perm isibilidad,
muy cercanos al destino individual llegaron a los más recónditos lugares
del hombre, hasta el punto que H ero­ del imperio, e incluso se cristianiza­
doto afirmaba que los únicos dioses ron en nombres del santoral cristia­
de que hablaban todos los egipcios no, como Serapio c Isidoro. La ex­
son Isis y Osiris. La falta de confian­ pansión tuvo lugar por mar, llevados
za en el futuro produce un tipo de p o r los com ercian tes que iban de
egipcio profundam ente piadoso, ator­ Naucratis y Alejandría al Pireo, a D e­
m entado y preocupado por su destino los, a Halicarnaso, y en general a to­
personal. dos los puertos del Egeo. La política
La religión egipcia 15

mediterránea de los Ptolomeos favo­ Roma a todo el Imperio. Apuleyo nos


reció estos cultos en las posesiones ha dejado un relato de los cultos de
griegas que detentaron durante algún Isis en el m undo romano, que consti­
tiempo. Concretamente Serapis a p a ­ tuye una de las fuentes más explícitas
rece m encionado en una inscripción de este fenómeno en su novela El as­
de Halicarnaso, a finales del siglo IV no de oro.
a.C. junto con Isis. Es cierto que una
inscripción de Atenas del 333/32 men­
ciona a Isis, pero es la Isis egipcia a n ­
El final de la religión egipcia
tigua (lo mismo que otra de Perintho Cuando el cristianismo entró en Egip­
en Ti'acia). En el s. III a.C. el culto de to se ganó el favor de las masas, por­
los dioses egipcios se extiende por todo que en el fondo ofrecía soluciones
el Egeo, especialmente Theos donde más claras a las gentes acosadas por
se erige un sera peu m del 205 a.C. regi- todos los problemas de la vida de este

Amenofis IV (Akhenatón) protegido


por Atón

do por un sacerdote egipcio. De allí mundo con una sotcriología más acor­
pasa a Atenas. Más tarde a toda G re­ de con los nuevos tiempos. Teodosio
cia, Epiro. Delos, Tracia, Macedonia. a fines del siglo IV m andó cerrar to­
De Délos y otros lugares los cultos dos los templos paganos, y tiene un
egipcios pasaron a Italia. La segunda profundo significado histórico el he­
mitad del siglo II a.C., los itálicos p a r­ cho de que este Em perador occiden­
ticipan en los cultos isíacos de Délos. tal tomara esta drástica decisión y no
Otra vía de penetraión fue Sicilia, no lo tiene menor el que el único templo
por Agatocles como se creía antes, si­ pagano que perm aneció abierto al
no a fines del siglo III a.C. Por estos y culto fuera el de Isis de Philae. Y per­
otros muchos puntos de contacto los maneció abierto hasta Justiniano quien
cultos egipcios llegan a Puteoli antes lo m andó cerrar encarcelando a sus
del 105 a.C. C am pan ia es el centro de sacerdotes, aunque el último texto
difusión que alcanza a Roma, y desde dedicado a Isis es del 473 d.C.
16 Aka! Historia del M undo Antiguo

I. El panteón egipcio:
principales divinidades

Lo primero que conviene señalar al Es por lo tanto una labor al menos


abordar el panteón egipcio es la difi­ comprometida el tratar de presentar
cultad que encontramos para presen­ unas bases que sirvan para establecer
tarlo de forma ordenada, coherente y unas tipologías o diferenciaciones teo­
completa, lo cual no es debido sólo a lógicas. U n b u en p unto de partida
la docum entación de que d isp one­ podría ser la apreciación del carácter
mos. Los egipcios no experimentaron o rig in a ria m e n te local, com o antes
una particular inquietud por sistema­ apuntamos, que tienen los dioses egip­
tizar el m undo de los dioses, no pre­ cios. R em ontando a un pasado prefa-
tendieron nunca ofrecer un p a n o ra ­ raónico en el que el valle del río esta­
ma global en el que cada divinidad ba articulado en grupos tribales o
tuviera un espacio propio y bien defi­ clanes autónomos podemos decir que
nido en relación con las demás. C o­ cada comarca o distrito tenía su pro­
mo veremos, no tuvieron reparo algu­ pio y específico dios. Incluso los que
no en realizar identificaciones o asi­ con el tiempo se convertirían en gran­
milaciones de dioses, o en aplicar de des dioses nacionales, o aquéllos que
forma indiscrim inada epítetos, atri­ personificaban las fuerzas de la n atu­
butos e incluso funciones derivadas raleza, tuvieron un origen geográfico
de tradiciones míticas muy concretas. que es posible en m uchas ocasiones
Esta flexibilidad se vio favorecida por precisar. Cada dios será adorado en
el propio carácter poco diferenciado su lugar natal como el principal, el
que originariam ente sustentaron la dios único, encarnación por excelen­
mayoría de esas deidades, a excep­ cia de lo divino y, por supuesto, pri­
ción de algunas de m enor entidad, de mordial y demiurgo. C om o se puede
las que dependían parcelas muy con­ deducir de esto, el egipcio va a ser
cretas de la vida, como Bes o Tueris, y particularmente proclive a aceptar la
que tuvieron quizás por ello una no­ condición universal de la divinidad,
table popularidad. Por otra parte, el del dios concreto al que eleve su pie­
franco conservadurismo de los egip­ dad o se dirija en sus oraciones.
cios les impulsó a no a b a n d o n a r los La evolución histórica será el fac­
cultos antiguos, sino a yuxtaponerlos tor dinam izador que determ inará en
a los nuevos, en un proceso acum ula­ buena medida la modificación de ese
tivo del que resulta un cuadro abiga­ pan oram a original. La formación de
rrado no exento de incoherencias des­ los estados predinásticos del Alto y
de nuestra moderna perspectiva. Bajo Egipto, la consecución de la uni-
La religión egipcia 17

dad, etc., fom entarán los contactos gicamente como «el tiempo del dios»).
entre los diversos centros del culto, Parece que lo que caracteriza más
iniciándose los intercambios y trans­ claramente a los dioses son sus facul­
formaciones de las divinidades. Así tades o poderes sobrehum anos. En
algunas llegarán a adquirir un carác­ realidad la noción más simple que se
ter nacional, como por ejemplo aqué­ hace de lo divino es aquello que tie­
llas vinculadas a ciudades que se con­ ne poder, lo cual aparece n o rm a l­
vierten en capitales o que jugaron un mente expresado con el término hk3w
importante papel político-administra­ que viene a significar «magia» o «po­
tivo, o las que se consagran como deres mágicos» y que se manifiesta
protectoras de la realeza faraónica. en la multiplicación o ampliación de
Se dieron indudablem ente esfuerzos los principios espirituales básicos: a
de ordenación teológica interesantes diferencia de los simples mortales, los
que contribuyeron a establecer una dioses tienen varios Ba y hasta cator­
mínim a estructuración, a veces sólo ce Ka. En definitiva la simple noción
genealógica, entre determinados dio­
ses, y de los que resultan, por ejem­
plo, la aparición de Eneadas (en prin­
cipio, grupos de nueve dioses entre
los cuales se establece una vincula­
ción) o, a un nivel más modesto, de
triadas, norm alm ente muy vincula­
das a un santuario o ciudad concreta.
Antes de presentar a las principales
divinidades o grupos de ellas que des­
tacan en el panteón habría que p lan ­
tearse que es lo que los egipcios en­
tendían por «dios», su noción de lo
divino. De mom ento hay que decir
que el término que lo traduce, ntr,
ayuda bastante poco; hay discusiones
en torno a su origen e incluso sobre lo
que representa. Parece que se trata
del estandarte que señalaba el em pla­
zamiento sacro donde se supone que
reside o está presente la divinidad (S.
Morenz). C ontem plando atentam en­
te es fácil apreciar que los dioses egip­
cios no aparecen esencialmente dife­
rentes a los hombres: como éstos, han
tenido un principio, estaban consti­
tuidos por un cuerpo y unos princi­
pios o entidades espirituales (el Ka, el
Ba, etc.), actuaban según las pasiones
h u m anas, envejecían e incluso p o ­
dían pasar por la experiencia de la
muerte, yendo a residir en el más allá
celestial o subterráneo. Incluso se re­
cuerda que algunos de ellos habían
cumplido su misión sobre la Tierra
en calidad de reyes (época dorada a
la que los egipcios se referían nostál­ Imhotep
18 Aka! Historia del M undo Antiguo

de poder, podríam os decir tam bién a muchos dioses que en principio te­
de eficacia, nos parece perfectamente nían una naturaleza muy diferente.
propia para servir de den om in ad o r Se ha resaltado justam ente «el inago­
com ún al inmenso abanico de las di­ table significado que para los egip­
vinidades egipcias (S. Morenz). Segu­ cios poseía el sol como encarnación
ramente en un primer mom ento los de lo divino» (H. Frankfort) y según
egipcios asim ilaron estas potencias M. Eliade, «más que ninguna otra, la
con determinados objetos o animales, religión egipcia ha estado dom inada
como ya vimos, para hacerlos en al­ por el culto solar, lo cual no es algo
guna forma comprensibles, tangibles; tan extendido en las religiones uni­
la posterior evolución natural hacia versales como generalmente se pien­
la personalización y antropomorfiza- sa». Y realmente esto no puede resul­
ción de los dioses, unida al carácter tar extraño para todo el que conozca
típicamente conservador del egipcio y la geografía egipcia. F.1 sol es el ele­
a su capacidad para arm onizar ele­ mento natural que junto con el Nilo
mentos. dio como resultado la fisono­ marca el paisaje de esta tierra y deter­
mía tan llamativa (híbrida de ser hu ­ m ina la vida de sus habitantes; país
m ano y animal) que ostentan en las sin nubes y de atmósfera límpida, el
representaciones artísticas. disco solar destaca espléndido en la
inm ensidad del cielo. C om o tierra co­
lindante con desiertos, las transicio­
Principales divinidades nes diarias son muy breves y m arca­
Vamos a detenernos solamente en al­ das: el alba y el crepúsculo son cortos
gunas de las más notables y que al­ y dan paso a un tiempo diurno y noc­
ca n zaro n a lo largo de la historia turno con muy acusados contrastes
egipcia una posición central. Serán de temperatura y hum edad. La salida
dioses que se vincularon a las gran­ del sol era saludada por los egipcios
des cuestiones o problemas que in­ con gran júbilo, suponía el fin de la
quietaban a los seres hum anos: el ori­ oscuridad, de la inseguridad de la no­
gen del mundo, o de los mismos dio­ che, el renacimiento cotidiano de la
ses y los hom bres, el destino final vida. El ciclo solar fue objeto de obras
más allá de la muerte y la suerte que literarias de notable unción religiosa
corren los difuntos, o en fin la justifi­ (por ejemplo, en la época de Tell El-
cación del orden del m undo y de la Am arna) e influyó fuertemente, como
organización h u m an a o estado (aquí veremos, en las creencias funerarias.
entran las deidades tutelares de la El gran centro del culto solar, a
realeza faraónica y del país egipcio partir del cual se produjo su difusión
en general). por todo el país, era Iwnw, al que los
Un dios que participa de b u en a griegos llamaron justam ente Helio-
parte de estos aspectos universales, y polis, localidad próxima a Menfis, de
que aparece citado con u n a frecuen­ cuya condición de capital se benefi­
cia superior a cualquier otro (a excep­ ció sin duda. Es probable que Helio-
ción de Osiris) es Re, la divinidad so­ polis hubiera jugado algún papel en
lar. que asume un papel principal, tiempos prcdinásticos; en cualquier
como creador, padre y jefe del m u nd o caso posteriormente queda como una
de los dioses. Su personalidad ofrece ciudad sagrada, llena de edificios re­
múltiples facetas, de tal forma que, ligiosos (de los que hoy no queda por
como veremos, hay varios entes divi­ desgracia casi nada) y con un clero
nos que se asimilan al astro rey. Ade­ que realizó una notable elaboración
más los egipcios, con esa facilidad teológica.
que les caracteriza, acabaron po r dar Según el sistema heliopolitano en
un carácter solar, vinculándolos a Re, el inicio existía el N un, término bajo
La religión egipcia 19

el cual se entendían las aguas prim or­ tos y narraciones religiosas de forma
diales, el abismo, el caos informe. En personalizada.
él estaba el principio de un primer Hay algunas interpretaciones de
ente divino, Atón (dios local de He­ notable elevación teológica, evidente­
liopolis y evidentemente uno de los mente producidas y destinadas a gen­
aspectos más antiguos de la divini­ tes cultivadas (el estamento sacerdo­
dad solar) que, en un acto de volun­ tal, por ejemplo), que presentan a estos
tad autocreadora, se elevó del N un y primeros dioses como partes o miem­
apareció brillante como el sol Re. Hay bros del propio cuerpo de Atón. El
distintas versiones acerca de cómo se dios los crea nombrándolos, por me­
produjo el nacimiento solar, pero nor­ dio de la emisión de la palabra, algo
malmente se le presenta surgiendo de muy típico en las concepciones egip­
una colina primigenia, u n a elevación cias, que entendían que el nombre
de tierra que se yergue sobre el nivel formaba parte esencial del ser, y que
de las aguas del caos y creada por el por lo tanto su enunciado podía con­
mismo Atón, sobre la cual brilla el sol tribuir a mantenerlo fuerte y vivo.
por vez primera. El recuerdo de ello Señor de la creación, Re se estable­
se conserva en el lugar quizás más sa­ ció en la tierra (es decir, en Egipto) de
grado de Heliópolis, la piedra Ben- la que será el prim er rey del linaje di­
ben, el sitio supuesto de esa aparición vino que precedió a las dinastías h u ­
primera, y de una forma más general manas; de esta forma se enlazaban
en los obeliscos cuya punta piram i­ estas últimas con la deidad solar. Se
dal, recubierta de metal, recibe tem­ han conservado varias narraciones
pranam ente los rayos del nuevo sol. relacionadas con el reinado terrenal
Otra variante, también muy célebre, de Re, que aparece con una fisono­
presenta a Re como un niño que sur­ mía y actitudes profundam ente pró­
ge de una flor de loto que se alza so­ ximas a las hum anas: uno de estos re­
bre el océano primitivo. latos lo muestra ya anciano y enfer­
Presente ya en el m undo, pero solo, mo engañado por Isis, la maga por
el dios solar crea a continuación a excelencia, que por medio de una es­
Shu (el aire, la atmósfera) y a Tefnut tratagema logra arrancarle el secreto
(la hum edad, en realidad un desdo­ de su nom bre auténtico y oculto y,
blamiento femenino del anterior), se­ con ello, de su poder. En otra historia
gún unas versiones por medio de una Re, cansado de la ingratitud de los
polución, lo que acentúa la asimila­ hombres, determ ina su destrucción
ción de la idea de crear con engen­ para lo cual les envía como un azote
drar, y según otras estornudando y a la diosa Hathor, que adopta la figu­
expectorando, muy claramente en re­ ra guerrera y sanguinaria de una leo­
lación con el carácter de esos dos dio­ na; movido a piedad, el dios perdona­
ses. De ellos, surgen las restantes gran­ rá finalmente a la hum anidad, pero
des deidades cósmicas, Geb, la tierra, ab and on ará su trono terrestre y se re­
masculino, y su pareja Nut, el cielo, tirará a las regiones celestes desde
separados ambos por Shu. Hijos su­ donde continuará vigilando su obra.
yos serán Osiris, Isis, Seth y Neftys La trayectoria diaria del sol indujo
que forman ya el enlace con el m u n ­ a los egipcios a elaborar una vertiente
do de los hombres y el país egipcio. de ultratum ba en su imagen mítica y
Todos ellos junto con su creador Re en su culto, re lacio nán dolo con el
forman la llam ada G ra n E neada (los problema de la muerte y determ inan­
nueve) heliopolitana, u n a de las enti­ do su inclusión en el arte y los textos
dades de más prestigio y poder dentro de contenido funerario. La cotidiana
del panteón, a la que incluso en oca­ desaparición del sol en el crepúsculo
siones se hace entrar en escena en m i­ y su infalible renacimiento matutino
20 A k a l Historia del M undo Antiguo

eran entendidos por los egipcios co­ plendor del mediodía, el sol aparece
mo una cíclica participación de la como un hom bre m aduro en la pleni­
muerte y de la victoria sobre ella. El tud del ser, el dios Re por excelencia.
mito solar se convierte así en el m o­ Todo este recorrido lo hará en su b ar­
delo y garantía de la pervivenda en el ca, que para el egipcio es el tipo de
más allá y de la resurrección gloriosa transporte principal y casi único.
del difunto, en principio sólo el rey, y La vinculación de Re con la idea
luego generalizado para el resto de la de muerte y renovación explica el que
población. Según esta peculiar con­ lo encontrem os en ocasiones como
cepción, la divinidad se articula aquí juez del difunto, pesando sus actos en
en tres dioses que corresponden a los la balanza. En su calidad de presi­
tres grandes momentos de la trayecto­ dente del tribunal ante el que tienen
ria solar. El sol poniente, el sol del que justificarse los muertos antes de
crepúsculo que ha completado su via­ poder disfrutar plenam ente del más
je diario y que «muere» en el hori­ allá, Re es considerado padre de Maat,
zonte será Atón; esta misma palabra divinidad que encarna el principio de
significa «el completo». En los textos la justicia, la equidad y la arm onía
egipcios se alude de una m anera muy universal.
sugerente a «Atón en el horizonte» o Es realmente innecesario justificar
«en su horizonte», y se le representa el que tras haber presentado a la dei­
en ocasiones como un hom bre ancia­ dad solar, abordemos ahora a Osiris
no. La noche es el tiempo en el que el como el otro gran dios que centra el
m undo de los vivos, la tierra, carece universo espiritual egipcio, aunque
de iluminación porque el sol realiza con una personalidad muy bien defi­
su cam ino a través de las regiones nida y diferenciada. Antes de que los
subterráneas, el m u ndo de los m uer­ estudios m odernos elevaran los cono­
tos, a los que lleva luz y aliento; en es­ cimientos sobre la civilización (y la
tos inquietantes parajes el viaje del religión) egipcia hasta el nivel en que
sol y su cortejo de dioses no es fácil. se encuentran hoy día, se pensaba en
Debe superar peligros y vencer ene­ Osiris como el jefe indiscutible del
migos, como la serpiente Apofis, que panteón, junto con su pareja Isis. Ello
am enaza con devorarle. se debe fundam entalm ente a la he­
Ello acentúa el dram atism o y la es- rencia de la tradición clásica; en el
pectación por su renacimiento. Al al­ m u n d o greco-romano, que siempre
ba efectivamente el sol, ya purificado, experimentó una atracción muy fuer­
asciende bajo la forma de un niño te hacia lo egipcio, estos dos dioses
que aparece sobre u n a flor de loto, gozaron de un enorme favor y acepta­
como en el prim er día de la creación, ción, exportándose su culto de pro­
o más frecuentemente como el dios vincia en provincia, estando bien ates­
escarabajo Khepri. El escarabajo es tiguado, por ejemplo en la Península
un símbolo solar para los egipcios Ibérica. Hoy podemos tener una im a­
que son sensibles a la analogía entre gen mucho más ajustada y que real­
el insecto que forma una bola, de la mente confirma la relevancia de su
que nace la vida, y la arrastra, y el veneración.
curso cotidiano del sol, igualmente Dios de enorme popularidad a tra­
fecundador. Además, está el sutil ju e­ vés de toda la tierra egipcia, Osiris
go de palabras a las que tan aficiona­ tendría varias sedes o localidades que
dos son los egipcios: Kheper significa, le estaban consagradas. O c u p an d o
escarabajo, pero igualmente «llegar a u na posición central en el Delta se
ser», «devenir», lo cual concordaba encuentra Busiris (Pr-Wsir = «Casa
perfectamente con la idea de renaci­ [o Templo] de Osiris»), tam bién lla­
miento matutino. Por último en el es­ m ada en egipcio Ddw, topónimo reía-
La religión egipcia 21

cionado y quizás derivado de Dd, pi­


lar sagrado que será uno de los sím­
bolos osirianos m ás repetidos. En
este lugar Osiris se superpuso a un
antiquísimo dios local, Anedjty, cuyo
origen está con toda probabilidad en
un personaje real, algún jefe de clan o
de tribu de la zona a quien se heroizó
y se incluyó en el panteón. Quizás sea
éste uno de los elementos originarios
de la tradición que presenta a Osiris
como un rey de Egipto, incluyendo en
su iconografía los atributos reales. En
el Alto Egipto se localiza el gran san ­
tuario osiriano de Abydos, no lejos
de donde debía estar situada la capi­
tal de las dos primeras dinastías his­
tóricas, This o Thinis. Esa localidad
se ha constituido en un centro a r­
queológico de prim er orden; los tem­
plos y recintos sacros que se h a n con­
servado, los textos y relieves que los
adornan, son una documentación pre­
ciosa para reconstruir la tradición re­
ligiosa en torno a Osiris así como la
liturgia que le era dedicada (R. D a ­
vid). Este núcleo religioso era uno de
los más prestigiosos del país; cual­
quier egipcio habría deseado ser ente­
rrado en Abydos, en la proximidad
del dios, y, en cualquier caso era fre­
cuentísim o el dedicar un a estela o
cualquier otro tipo de m onum ento en
esa ciudad santa, solicitando protec­
ción y favor. También en Abydos p a ­
rece que Osiris llega y se superpone,
absorbiéndolo finalmente, a un pri­
mitivo dios local de los muertos, re­ Ra-Haraktes (el halcón con el disco solar en
su cabeza) adorado por los cinocéfalos.
presentado por un chacal, y que os­ Debajo el pilar Osiriano flanqueado por
tenta el significativo nombre de Khen- Isis y Neftys
ty-lmentyu, «El que está al frente de
los Occidentales», según la concep­ buen conocim iento está basado en
ción que considera el poniente u occi­ gran medida en la información que
dente como la tierra de los difuntos. podemos extraer de las fuentes greco-
De aquí deriva en buena medida el latinas, algunas de las cuales llegan a
carácter funerario de Osiris. tratar monográficamente el tema osi­
Los detalles y el desarrollo de la le­ riano, como Diodoro Siculo y sobre
yenda mítica de Osiris son muy bien todo Plutarco. Sin embargo hay que
conocidos, cosa excepcional dada la ser cautelosos a la hora de utilizarlas;
falta de inclinación que tenían los esta docum entación clásica presenta
egipcios para contar historias o reali­ sencillamente el estadio final de una
zar narraciones sobre sus dioses. Este evolución de milenios, con notables
22 Akal Historia del M undo Antiguo

modificaciones respecto a su forma Isis, lo resucitan. El origen y justifica­


original. No olvidemos que el culto ción de la práctica tan extendida en
osiriano tiene una raíz prehistórica, y Egipto de la m om ificación está en
que ya en la Epoca Tinita aparecen buena medida en el recuerdo de los
representaciones simbólicas con él li­ trabajos que se hicieron sobre el cuer­
gadas; en los textos de las Pirámides po de Osiris. En algunas variantes de
aparecen alusiones frecuentes y cohe­ la leyenda aparece colaborando con
rentes que demuestran que la leyenda las dos diosas Anubis, divinidad con
osiriana está ya configurada y somos cabeza de chacal de carácter funera­
capaces de precisar algunas de las rio y más concretamente patrono del
transformaciones e interpretaciones proceso de embalsamiento. Osiris se­
que sufrió a lo largo del Imperio Me­ rá justificado delante del tribunal de
dio e Imperio Nuevo hasta llegar a su Ra en Heliópolis y reconocido en to­
formulación última en la Baja Epoca, dos sus derechos frente a Seth. pero
que fue la que conocieron los griegos, no vuelve a su reino, sino que des­
y que vamos a describir a continua­ ciende a la tierra de los muertos d o n ­
ción de una forma general. de quedará entronizado como rey y
Osiris es hijo de Geb, y sucesor de juez de los difuntos. Antes de ello Isis
éste en la dinastía divina que gobier­ ha concebido un hijo de él, Horus,
na la tierra (Egipto). Su reinado es que vengará a su padre en lucha im ­
pintado como una auténtica edad do­ placable con Seth, heredará la reale­
rada: los enemigos están vencidos y za y será el último dios que reine so­
la paz impera por doquier; por inicia­ bre la tierra antes de las dinastías
tiva de este benéfico rey, que asume históricas hum anas.
claramente el papel de héroe civiliza­ Este es en esencia el núcleo de la
dor, la tierra es puesta en explotación leyenda, sobre el cual se añadieron y
y los hombres conocen las ventajas modificaron m uchos elementos a lo
de la agricultura, m ejorando de for­ largo de los siglos. Así por ejemplo,
ma radical su calidad de vida. Sin en la versión plutarquiana Seth mata
embargo, la traición, el engaño y la a Osiris encerrándolo en un cofre que
muerte van a tocar a este soberano de se adapta perfectamente a su cuerpo
linaje divino. Su h erm ano Seth se le­ (el prim er sarcófago), lo que da paso
vanta contra él y lo mata; la forma co­ al episodio de Biblos, evidentemente
mo se realizó el magnicidio presenta u na interpolación de época tardía: la
diversas variantes, pero una de las caja, arrojada al Nilo, llega al m ar y
más significativas e indudablem ente encalla en las playas de Biblos, que­
antigua muestra a Osiris ahogado, su dan do enquistada en el tronco de un
cuerpo flotando a la deriva sobre las árbol, de donde la rescatará Isis. Tam­
aguas del Nilo. Isis, su h erm ana y es­ bién parece de incorporación poste­
posa lo busca, y en compañía de Ncf- rior la tradición que presentaba a Seth
tys encuentra y recoge el ya lastimado descuartizando el cuerpo de Osiris lo
y deteriorado cuerpo. Es curioso que que permitía aceptar el que hubiera
ambas diosas, que aparecen siempre u na serie de ciudades y santuarios
representadas en actitud solícita y pro­ que revindicaban ser la tum ba del
tectora tras Osiris, originariam ente dios: cada uno de ellos guardaba uno
no eran más que personificaciones de de los miembros de su cuerpo, siendo
dos de los atributos característicos de Abydos, que conservaba la cabeza, el
la figura real, el Trono (Isis) y el Pala­ santuario principal.
cio (Neftys), las dos diosas van a pre­ Al igual que Re, Osiris es una divi­
parar el cuerpo de Osiris, le devuel­ nidad compleja y con múltiples as­
ven su forma original y finalmente pectos, de los cuales vamos a resaltar
por medio de las artes mágicas de los más im portantes. En principio
La religión egipcia 23

aparece claramente como el dios de tuales funerarios, tal y como veremos


la fertilidad de los campos y de la re­ en el capítulo correspondiente.
novación de la vegetación. Supone El mito osiriano, con las resonan­
«la personificación del gran cambio cias que tiene, fue sin duda de enor­
anual de la naturaleza, y especial­ me aceptación y popularidad a lo lar­
mente dios de los cereales» (J. F ra­ go de toda la historia egipcia. El tema
zer). La dramática parábola de la vi­ presentaba los suficientes elementos
da que muere y que es resucitada en dramáticos y pasionales como para
la figura del rey-dios expresaba su­ mover a las gentes llanas del pueblo y
gestivamente el sentimiento hacia la por otro lado, como se ha señalado en
muerte del grano-semilla que periódi­ repetidas ocasiones, la teología osi-
camente es enterrado y produce el mi­ riana, llena de imágenes y símbolos
lagro de su regeneración y con ello la de resonancias universales, con la ga­
posibilidad de vida de los hombres. rantía además de la vida eterna, de­
Osiris es «aquél que hace crecer (o bía resultar atractiva para los espíri­
por quien existen) el trigo y la ceba­ tus más ilustrados. Pero además, ofre­
da» (Papiro Chester Beatty). En relie­ cía una carga moral importante: la
ves y pinturas se le representa con su victoria final de Osiris y de su hijo y
cuerpo, asimilado a la tierra engen- heredero Horas significaban el triun­
dradora, erizado de espigas. Incluso fo de la verdad y la justicia contra los
se han encontrado imágenes del dios elementos negativos que las am en a­
hechas en tierra vegetal en la que se zan y que aparecen personificados
sem braba el grano, reproduciéndose por Seth. Resulta emotiva la imagen
auténticamente el proceso de germi­ de Osiris impertérrito defendido por
nación en el que Osiris aparece con Isis y Horas, como una metáfora del
un protagonismo indudable. Será la derecho y el orden que siempre termi­
tierra negra de Egipto, fértil, por opo­ nan por imponerse por sí mismos.
sición al desierto, la tierra roja, encar­ Asociados a Osiris aparecen una
nada en Seth. Con ello está relaciona­ serie de divinidades a las que ya he­
do el color verde o negro con que se le mos aludido de pasada pero que me­
representa norm alm ente, y también recen un más detenido tratamiento
el que se le asocie con la hum edad en razón de la difusión que alcanzó
que vivifica, que en Egipto es el agua su culto. Así por ejemplo tenemos a
del Nilo. Así Osiris es también dios Anubis, el chacal, animal que encaja
de la inundación, que, con la crecida perfectamente con su carácter funera­
de las aguas, supone el triunfo de la rio y de protector de la necrópolis; hi­
tierra negra, el limo fértil, sobre la tie­ jo de Osiris y Neftys, ayudará a Isis a
rra estéril del desierto, el reino de preparar el cuerpo osiriano para la
Seth. eternidad y por ello se convertirá, co­
No es extraño que una divinidad mo dijimos, en patrono del arte de
de este tipo se haya convertido en p a ­ embalsamar; tendrá un papel impor­
trona de los muertos y del culto fune­ tante en el viaje al más allá del difun­
rario. La muerte y resurrección de to, a quien reconoce, y sirve como
Osiris será el ejemplo al que tratará guía ante el tribunal de Osiris, cuya
de asimilarse a todo egipcio para ase­ balanza controla. Pero sin duda nues­
gurar una existencia venturosa en el tra atención debe ser retenida por Isis,
más allá. No en vano Osiris es el quizás una antigua diosa celestial del
heredero, como dijimos, de Khenty- Delta, asociada con las estrellas y
Imentyu de Abydos, el señor de occi­ constelaciones y que asume un papel
dente, la tierra de los difuntos. De bien definido como esposa de Osiris.
aquí el carácter francamente osiriano En calidad de tal tiene atribuciones
que tienen la literatura, creencias y ri­ en la vida de ultratum ba y también
24 AkaI Historia del M undo Antiguo

en el ciclo agrícola. Auténtica prota­ contramos como el disco solar alado


gonista del proceso mágico de resu­ que es tan com ún esculpir en los d in ­
rrección de su pareja, Isis se nos a p a ­ teles de los templos. La colección de
rece como la diosa hechicera, maga textos y relieves de este san tu ario
de terrible poder (por ejemplo, en el constituyen un docum ento precioso
cuento de Horus y Seth del Papiro que nos muestra a Horus, hijo de Ra,
Chester Beatty); será Isis «la de los jefe de sus ejércitos luchando y derro­
mil nombres», o «la de los infinitos tando en su nom bre a sus enemigos.
nombres». E ncarnación de los valo­ Esta faceta de vigoroso combatiente
res femeninos tradicionales, personi­ será una de las más típicas de Horus
fica la ternura de la mujer así como el y con ella contrasta la de niño inde­
am or maternal, lo que propicia la re­ fenso que presenta en la mayor parte
presentación tan com ún en la que del cuento de Horus y Seth del papiro
aparece am a m a n ta n d o a un Horus Chester Beatty o en la leyenda osiria­
niño que se sienta sobre sus rodillas, na, en la que es introducido de una
antecedente de la imagen de María forma quizás algo forzada: será el hi­
m adre y protectora de Jesús que pro ­ jo de Isis, que nacerá débil por haber
paga el cristianismo. sido concebido tras la muerte de su
Más difícil es presentar a otro de padre y a quien su m adre protegerá
los personajes esenciales de la leyen­ escondiéndolo de la persecución de
da osiriana, que además no tiene su Seth.
origen en ella. Nos referimos a Horus, Toth es otro de los grandes dioses
divinidad que presenta múltiples fa­ que partiendo igualmente de un ori­
cetas, y sobre la que se realizan varias gen local alcanzará uno de los luga­
asimilaciones y sincretismos. En prin­ res de privilegio del panteón y se in­
cipio la palabra Horus (Hr) quiere de­ corporará a los ciclos míticos con un
cir «el lejano» o «el elevado», lo que protagonismo indudable. Se le repre­
corresponde muy bien a un dios h a l­ senta con cabeza de ibis, detalle que
cón. Egipto tuvo m u ch as deidades denota la gran antigüedad de su cul­
que se representaron por medio de es­ to, pues este ave aparece en las pale­
te animal, y adquirieron tal celebri­ tas prehistóricas entre los emblemas
dad que incluso el determinativo que totémicos que identificaban a los cla­
se añade en los escritos al nom bre de nes que entonces po blaban las orillas
cualquier dios es justam ente el dibujo del Nilo. El cinocéfalo es otro animal
de un halcón sobre una pértiga. Pare­ también representativo de esta divini­
ce que su origen remoto está en el dad. Su santuario principal se encon­
Delta, donde se vincula con el firma­ traba en Herm ópolis M agna, en el
mento celeste (marco del vuelo de es­ Egipto Medio, en donde surge una
te ave). C on los avatares históricos teoría del origen del m und o y de la
del Predinástico y de Epoca Tinita se creación que de alguna forma debió
convierte en dios tutelar y protector influir en la teoría heliopolitana y
de la realeza, encarnado en el faraón, que en cualquier caso asigna a Thot
que será el «Horus vivo». un pa.pel principal creador: según es­
En su calidad de dios del cielo se ta cosmogonía, en la colina primige­
asimila al sol, y así surge Haraktes (li­ nia surgida del N un, hay unos entes o
teralmente «Horus en el horizonte», dioses primordiales que personifican
el sol poniente) muy frecuentemente las condiciones básicas en que se pro­
denom inado Re-Haraktes. Según esta duce el génesis: obscuridad, h u m e ­
versión, el halcón aparece en las re­ dad, etc. De forma m uy gráfica apare­
presentaciones plásticas con el disco cen representados con cuerpo de hom ­
solar sobre su cabeza, y en el Templo bre y ca b eza de ra n a o serpiente,
de Edfu se da un paso más y lo en­ animales apropiados para ese ámbito
La religión egipcia 25

original anfibio. Forman un conjunto un mago de terribles poderes. A socia­


de ocho dioses que constituirán la Og- do también a la luna, sus artes le per­
doada hermopolitana (el nombre egip­ miten «sanarla» y regenerarla perió­
cio de esta ciudad es justam ente «Los dicamente, con lo que Thot adquiere
O cho») y que posibilitaran el naci­ una importante función en el mante­
miento del sol (Atón), el cual creará el nim iento del orden universal y, lo
universo y el resto de los seres a través que es más importante, asume el pa­
de Toth. Así no es extraño que éste pel de controlador del paso del tiem ­
sea calificado en los textos com o «el po y del calendario (dependiente, en­
corazón de Re que ha creado a la tre otras cosas, del ciclo lunar). En las
Eneada y a sí m ism o», o «el que ha narraciones míticas Toth aparece co­
creado todas las cosas». D e todas for­ mo el auxiliar y consejero de Ra, jun­
mas la popularidad de que gozó se to al cual desem peña las funciones de
debe fundam entalm ente a su condi­ escriba; la prudencia y sabiduría que
ción de dios de la sabiduría, inventor se le atribuyen lo convierten en en­
de la escritura y patrono de los escri­ carnación de la justicia, sea entre dio­
bas, quienes gustan de hacerse repre­ ses (cuento de Horus y Seth) o para
sentar bajo la tutela de los anim ales los hombres con lo que se explica fá­
em blem áticos del dios. C onocedor cilm ente que aparezca junto a Osiris
com o nadie del poder de una palabra en el juicio del difunto, siendo el que
o fórmula (por ejemplo, lo escrito en toma nota de la sentencia.
los libros sagrados) era considerado La evolución histórica, asociada a

Adoración a Osiris
26 AkaI Historia d el M undo Antiguo

un esfuerzo teológico de notable ele­ p ro nun c ie , con lo cual se procede


vación explican el encum bram iento efectivamente a la creación po r la
de Ptah. divinidad en principio local fuerza mágica de la palabra, de la
de Mentís, que se benefició del valor enunciación. Así crea Ptah no sólo a
estratégico de la zona en que se asien­ Atón y a la Eneada, sino a todo lo
ta, unión del Delta y del estrecha­ existente, las tierras, las especies an i­
miento del valle, lo que impulsó el males y vegetales, el hom bre y su or­
que allí se estableciera la capital del ganización, etc., y asume el papel de
Imperio Antiguo; según la tradición, un demiurgo que cuida el orden y la
Menes será el fundador de Men fis y arm onía del Universo.
del gran Templo de Ptah. Dios muy De entre las deidades femeninas es
antiguo, se le representa com o un inexcusable hablar con algún deteni­
hombre envuelto en una faja ceñida m iento de H athor, cuya articulada
de lino y con la cabeza rapada; se le imagen es producto sin duda de la fu­
vinculará muy pronto con Ta-Tenen, sión o síntesis de los rasgos de los que
u n a divinidad ctónica (su no m b re primitivamente serían varias diosas
significa literalmente «tierra emergi­ diferentes. Así, se la concebía como
da»). Ptah será considerado protector una diosa del cielo; su propio nombre
de las artes y de los artesanos (de ahí (Hwt-Hr) quiere decir en egipcio «m o­
que los griegos lo asocien con Hefais- rada de Horus», entendiendo que la
tos) pero su caracterización más no­ bóveda celeste es m adre y protectora
table procede de la elaboración teoló­ del halcón solar que aparece suspen­
gica que le distingue como dios prin ­ dido en ella. En el ciclo hórico de
cipal y creador: Ptah será el principio Edfu aparece como esposa de Horus.
divino primigenio, anterior y genitor Es muy frecuente representarla con
de Atón; se comprende fácilmente que forma de vaca, lo que tiene su origen
en ocasiones se le llame Ptah-Nun, en la imagen egipcia del cielo como el
identificándolo con el medio acuáti­ vientre inmenso de una diosa con es­
co originario, o bien que se le asocie a ta forma y, cuyos cuatro pilares de
la colina donde nace el sol por vez sustentación, las cuatro esquinas del
primera (Ta-Tenen). El tema en sí no universo, serían sus patas. A unque se
es lo que más despierta nuestra aten­ antropom orfiza ya desde muy anti­
ción; la gran originalidad de la teolo­ guo (Paleta de Narmer, y otros docu­
gía de Ptah (o Menfila, como se le de­ mentos de la I Dinastía) conserva ca­
n om ina corrientem ente) está en la si siempre los cuernos y las orejas de
m anera como describe esc proceso vaca como resto de su forma primera.
creador, que lo revela como u no de Por otro lado tiene una faceta funera­
los textos egipcios de m ayor eleva­ ria clara: no en vano la vaca del cielo
ción espiritual y filosófica. Com o re­ engulle al sol cada anochecer para
salta Moret, a través de un vocabula­ parirlo diariamente al alba. Quizás el
rio concreto, realista y material (como apelativo que recibe de «señora del
es tradicional entre los egipcios) se sicomoro» (adorada cerca de Mentis)
procede a expresar unos conceptos proceda de la imagen del árbol en
notablemente abstractos. Ptah es re­ donde acuden a posarse, en forma de
presentado como u n ente orgánico aves, las almas de los difuntos.
divino cuyos sentidos inform an al co­ También aparece como diosa del
razón, que según la concepción egip­ am or y del placer sexual, asociada
cia es sede de los pensamientos, de la por los griegos a Afrodita y con un
voluntad y en general de la faceta culto que presenta un aspecto lúdico
intelectual de los seres hum anos; el evidente, con bailes, cantos, música y
corazón crea las ideas y m an d a a la ritmos producidos por crótalos y sis-
lengua, a la voz, que las nom bre y tros (que estaban especialmente vineu-
La religión egipcia 27

Ptah com o creado r del mundo: (Así se rindió justicia al) que efectúa lo
la teología m enfita grato (e injusticia al) que ejecuta lo desa­
gradable. Así se con ced ió vida al que tiene
C obró ser com o el corazón y co b ró ser c o ­ paz y muerte se dio al que tiene pecado.
m o la lengua con la form a de Atón. El Gran Así se hizo todo trabajo y todo arte, la a c­
Poderoso es Ptah, que in fu nd ió vida a to­ ción de los brazos, el m ovim iento de las
dos los dioses, así com o (a) sus Ara, por piernas y la actividad de cada m iem bro,
m edio de este corazón, gracias al cual H o­ con form e a (este) m andam iento que pe n­
rus se convirtió en Ptah, y por m edio de só el corazón, que salió por intervención
esta lengua, gracias a la cual Thot se co n ­ de la lengua y que valoriza todo.
virtió en Ptah. (Así) o c u rrió lo que se d ijo de Ptah:
(Así) aconteció que el corazón y la len­ «Quien hizo todo y dio ser a los dioses». Es
gua dom inaron cada m iem bro del cuerpo, en verdad Ta-Tenen, que edujo las d e id a ­
m ediante la enseñanza de que él está en el des, pues todo surgió de él: alim ento y
cuerpo y en la boca de todos los dioses, provisiones, las ofrendas de los dioses y
todos los hom bres, todos los ganados, to ­ toda cosa buena. Así se de scub rió y se
das las cosas que reptan y (todo) lo que vi­ co m p ren dió que su poder es m ayor que
ve, al pensar y ordenar cuanto desea. (el de los dem ás) dioses.
Su Eneada se halla en su presencia con Y por tanto, se c o n s id e ró satisfecho,
(la apariencia de) dientes y labios. O sea después de hacer todo, así com o toda la
(el equivalente de) el sem en y las manos estirpe divina. Había form ad o a los dioses,
de Atón. Em pero, la Eneada de Atón nació hecho ciudades, establecido nomos, pues­
de su sem en y de sus dedos; sin em bargo, to las deidades en sus altares, instituido
la Eneada (de Ptah) son los dientes y los sus ofrendas, señalado sus santuarios y
labios de la boca que pro nu nció el nom bre dado form a a sus cuerpos com o aquello
de todo, de la que brotaron Shu y Tefnut, y (con lo que) sus corazones se contenta­
que form ó la Eneada. ron. Por ello los dioses penetraron en los
La vista de los ojos, el oído de las orejas cuerpos de cada (especie de) madera, de
y el oler el aire con la nariz inform an al c o ­ cada (especie de) piedra, de cada (espe­
razón. Esto hace que salga cada (c o n c e p ­ cie de) arcilla, o en cuanto puede crecer
to) com pleto, y la lengua enuncia lo que el en él, en que adquirieron form a. Así todos
corazón piensa. los dioses, con sus ka, se congregaron en
Así fueron form ados todos los dioses y él, contentos y asociados al Señor de los
su Eneada quedó com pleta. Ciertamente, Dos Países.
la categoría divina co b ró ser a causa de lo
que pensó el corazón y ordenó la lengua.
De esta suerte se hicieron los espíritus ka y
los espíritus hem sut, que proveen a todo
y cuidan de todo alim ento, por obra de (Tom ado de J.B. P ritchard, La Sabiduría
aquel hablar. d e l A ntig uo O rien te, Barcelona, 1966)

lados a ella). Sin embargo, en ocasio­ bilidades de esta obra abordar todos
nes es una diosa terrible, que se trans­ los demás «grandes dioses» del p a n ­
forma en feroz leona, como en el mito teón. Muchos de ellos podrían mere­
de la destrucción de la hum anidad, cer nuestra atención, com o Sobek,
donde recibe de Ra ese encargo. En Neith, Montu, Min, etc. Solamente
fin, también se vinculará con la reale­ quisiéramos hacer algunas referen­
za faraónica, especialmente con las cias a Amón, dios de modestos oríge­
reinas, que asum irán puestos im por­ nes pero que alcanzó una posición de
tantes en su culto. Fue enormemente prestigio y poder incluso político, di­
popular, llegando a sob rep asar las fícilmente com parable. Era uno de
fronteras de Egipto, por ejemplo en los oscuros dioses primordiales de la
dirección Siria-Palestina, donde, en O gdoada de Hermópolis, de donde
Biblos tendrá un templo importante emigra a Tebas para convertirse en
y se la considerará señora del lugar. dios-patrono. La mayoría de sus ras­
Queda fuera del plan y de las posi- gos distintivos los toma de Min de
28 AkaI Historia del M undo Antiguo

Horus, Osiris e Isis

Coptos (como las dos altas plumas jetos de la vida cotidiana, o Tueris, la
que coronan su tocado) y de Montu, diosa protectora de los alu m bram ien ­
dios local de Tebas antes que él. A u n ­ tos, sugestivamente representada co­
que se le menciona ya en los textos de mo una hipopótam o encinta. F inal­
las Pirámides y en algunas inscrip­ mente, conocemos tam bién el caso de
ciones de fines del Imperio Antiguo, algunos hom bres (al margen de los
su celebridad le viene dada a partir faraones) que adquirieron tal celebri­
de la XI y XII Dinastías, por el ascen­ dad y prestigio que se les admite en el
so político de Tebas, que se convierte panteón y se les acaba rindiendo h o ­
en capital, y de una familia real que nores como a los demás dioses; tal es
lo tiene como dios tutelar. En el Im ­ el caso de Amenhotep, hijo de Hapu,
perio Nuevo es el dios nacional, pro­ que ocupó importantes funciones d u ­
tector y prom otor del imperialismo rante el reinado de Am enhotep III, y
egipcio, identificado a Re, y un o de sobre todo de Imhotep, ministro de
los principales beneficiarios del auge Djeser (III Dinastía), inspirador del
político y económico durante la XVIII conjunto funerario de Saqquarah, lo
y XIX Dinastías, acum ulando rique­ que fomentó el respeto y la venera­
zas y propiedades y y llegando a compe­ ción de que gozó; se le relacionará
tir incluso con la autoridad del faraón. con Ptah, en calidad de hijo suyo, y
Además de los grandes dioses, los por ello su culto se centró en princi­
egipcios tenían todo un m un do de di­ pio en la zona M enfis-Saqquarah, ex­
vinidades inferiores o genios que te­ tendiéndose luego a todo Egipto; los
nían un enorme arraigo p o pular fun­ griegos lo identificaron con Escula­
dam entalm ente por su franco carác­ pio, y en general se le consideró pro ­
ter benefactor y profiláctico, com o tector de los escribas, de las artes y
por ejemplo Bes, el enano de grotesca a rq u ite c tu ra y en definitiv a de la
apariencia tan reproducido en los ob- sabiduría.
La religión egipcia 29

II. La liturgia y el sacerdocio

El marco del culto y de la liturgia es to y temor con el progresivo cerra­


por excelencia el Templo, del que los miento y oscuridad de las salas, con
egipcios tuvieron una concepción muy techos más bajos y suelos que se ele­
peculiar. Es la residencia del dios, su van a medida que se aproxim an al
palacio; todas las estancias y el plano santuario. Se ha sugerido que esto úl­
general están orientados para satisfa­ timo podría ser un intento de repro­
cer las necesidades de su magno m o­ ducir el sitio original de la creación,
rador; allí se le viste, se le alimenta la colina primigenia en la que surge
e incluso se desarrollan ceremonias el dios hacedor, que aparece identifi­
que se suponen destinadas a llenar la cado con el del Templo en cuestión
vida social de la divinidad (fiestas, (R. David).
visitas de otros dioses, salidas solem­ Sólo el rey o sacerdotes muy escogi­
nes, etc.). Por otra parte, el Templo era dos pueden llegar a la presencia de la
entendido como una entidad a n im a­ estatua del dios; la mayor parte del
da, dotada de poder, central en el uni­ clero y los notables se quedan en las
verso; las distintas partes del s an tu a­ salas previas, y en cuanto al pueblo,
rio se consideraban transposiciones es probable que sólo en festividades
simbólicas del cosmos, que se articu­ muy señaladas pueda acceder al Tem­
la así en torno a la divinidad, la cual plo, que no tiene com o vemos un
asumía el papel de ordenadora de la ca rác te r de recinto de acogida de
creación. No es nuestra intención rea­ fieles.
lizar una descripción de la evolución La única variante que debe retener
del concepto y estructura del Templo nuestra atención es el llam ado Tem­
a lo largo de la historia de Egipto. Se­ plo Solar, que parece tom ar su esque­
gún el modelo clásico que se consa­ ma general del santuario de Re en
gra a partir del Imperio Nuevo, el pla­ Heliopolis (del que desgraciadamen­
no en síntesis se organiza en torno a te no queda apenas nada) y que tuvo
un patio o espacio abierto inicial, tras una gran difusión con la extensión
el cual se erigen una o varias salas de del culto solar en la segunda mitad
columnas (Salas Hipóstilas) que con­ del Imperio Antiguo. El esquema es
ducen a las estancias interiores, d o n ­ simple y difiere notablemente del pri­
de se halla el santuario conteniendo mer modelo que presentamos: se de­
la imagen del dios. El Templo fija así fine un espacio rectangular abierto a
un eje alargado que parece dibujar los rayos del sol, que aparecen así co­
un camino de acceso a la divinidad, mo la manifestación natural, palpa­
creando un ambiente de recogimien­ ble, viva y fuerte de la divinidad; allí
30 A k a l Historia del M undo Antigut

El faraón ofrendando una estatuilla de Maat,


símbolo del orden universal, al dios Abydos

se erige un montículo rematado por tructores de los santuarios de Atón en


el obelisco, un altar ante él, y alrede­ el período de El-Amarna, en el Impe­
dor una serie de dependencias, a lm a­ rio Nuevo.
cenes, habitaciones p ara los sacerdo­ El Templo no es sólo santuario del
tes, cámaras de sacrificios, etc. Fuera culto, sino que en torno a él se desa­
del recinto se alza, sobre un pedestal, rrollan actividades de todo tipo. Es
la barca que se supone que el sol uti­ un centro económico de prim er or­
liza en su trayecto a través del univer­ den. El dios debe disponer de todos
so. Re, es adorado como padre del los bienes de la tierra, y en a b u n d a n ­
m undo y de sus criaturas y por ello la cia. Los fieles colm an de donaciones
decoración de estos templos se centra los santuarios pero es fundam ental­
norm alm ente en imágenes sim bóli­ mente el rey, máxim o responsable co­
cas de la fertilidad y fecundidad (A. mo veremos del contacto con los dio­
Hrman). El Templo solar será el m o­ ses, el principal mecenas que les con­
delo en el cual se inspirarán los cons­ cede tierras, rentas diversas, les asigna
La religión egipcia 31

población, etc. El momento álgido de Privilegios e inm unidades de los


acumulación de riquezas por parte de sacerdotes: un d ecreto de Userkaf
los templos se sitúa naturalmente en (S elecció n ).
el Imperio Nuevo, coincidiendo con
el brillante período de las Dinastías El Horus Userkaf. Decreto Real para el s u ­
XVIII y XIX, del cual proceden docu­ pervisor de los sacerdotes Hem -W r. No
mentos tan ilustrativos como el G ran autoricé que una persona cualquiera tuvie­
Papiro Harris, de época de Ramsés ra autoridad para tom ar un sacerdote que
esté en el nom o en el que tú estás para
III donde aparecen enum eradas las
cualquier trabajo o servicio del nomo, ex­
posesiones de los principales santu a­ ceptuando la realización de los ritos de su
rios (Ra de Heliópolis, Ptah de Men- dios en el tem plo que está en ese nomo, o
fis, Amón en Tebas, etc.). el acudir al tem plo en nom bre de aquéllos
Asignado al Templo y responsable que están en él, ya que están protegidos
de los servicios religiosos, el sacerdo­ por toda la eternidad por decreto del rey
te es una de las figuras más caracte­ Neferirkare...
rísticas de la vida egipcia, que llamó No autoricé que una persona cualquiera
poderosamente la atención de cu a n ­ tuviera autoridad para distraer a los o fi­
ciantes para cua lq uie r trabajo de cualquier
tos viajeros visitaron en la antigüe­
cam p o del dios que esté siendo laborado
dad el país, ganando celebridad y fa­ sin pagar la tasa de los sacerdotes, ya que
ma de sabiduría. En principio hay están protegidos por toda la eternidad por
que decir que según la concepción decreto del rey Neferirkare...
egipcia el intermediario por excelen­ Respecto a cua lq uie r persona del nom o
cia con los dioses es el faraón, perso­ que tom are a un sacerdote cualquiera que
naje sacro, único suficientemente p u ­ tenga asignados cam pos del dios por los
ro y preparado. En los relieves y p in­ que presta servicio en este nom o, tú lo
turas que cubren las paredes de los dirig irá s a la O ficin a a g ríco la del Tem ­
plo y ocuparás al m ism o en un servicio
Templos podemos apreciar que es el
cualquiera...
personaje norm alm ente representado Todo funcionario, todo pariente real, to ­
en actitud de adoración o de celebra­ do H erysequer, toda persona que actúe
ción de rituales. N aturalm ente tenía contra esto que he anotado, será entrega­
que delegar estas obligaciones en unos do a la Corte de Justicia y le será retenida
personajes, los sacerdotes, que en toda posesión, todo cam po, toda persona,
principio deben limitarse a cumplir toda cosa que le pertenece y será adscrito
escrupulosam ente —en nom bre del a cualquier servicio.
rey— las prescripciones litúrgicas. La (Tomado de S. D onadoni, Testi Religiosi
o rganizació n interna y je ra rq u iza- E gizi, 1970, pp. 180-1)
ción de los sacerdotes presenta nota­
bles variantes de un santuario a otro. bajo; particularmente relevante era la
En general, el escalafón más alto es función de los «servidores del dios»,
ocupado por el «primer profeta» o sa­ que son los que norm alm ente reali­
cerdote supremo, cargo para el cual zan de forma real los actos de culto
se escogen a miembros de nobles fa­ ante la imagen, la visten, la asean, le
milias. F.l nom bram iento se lo reser­ presentan los alimentos, etc. El recita­
vaba el rey, al menos mientras el po­ do de himnos y el conocimiento de
der del soberano fue fuerte. No olvi­ las fórmulas que deben acom pañ ar
demos que este alto clero tenía un po­ cada m omento del ritual son el come­
der económico notable (controlaba tido del «sacerdote lector» (hry-hbt,
las riquezas del Templo) y por otro la­ que literalmente significa «el que está
do un peso e influencia política con­ a cargo de libro de las ceremonias del
siderables. Por debajo se encuentra festival») cuya imagen de letrado, co­
todo un conjunto abigarrado de lo nocedor de la escritura (y por tanto de
que podemos llam ar el clero medio y su poder) hacc que se le presente en
32 Akal Historia del M undo Antiguo

ocasiones como mago y experto en


medicina. En los niveles más inferio­
res se encuentra el sacerdote sm, que
parece que actúa sólo como portador
de las ofrendas del dios, y los w ’b
(«los puros»), término que se aplica
prácticam ente a todo el sacerdocio
(todo sacerdote debe ser un purifica­
do) pero que en sentido estricto se re­
fiere a un sector del mismo que tie­
nen misiones muy variadas, como el
establecimiento de la pureza de las
víctimas sacrificadas, transportar la
imagen del dios en las procesiones y
festivales, etc. Hay que anotar que to­
do Templo contaba con unos sacer­
dotes permanentes y otros que sólo
periódicamente participaban en el cul­
to; estos últimos se dividen en cuatro
grupos cada uno de los cuales se res­
ponsabiliza durante un mes de la li­
turgia quedando luego relevados de
esas obligaciones. La mujer tiene al­
gunas vías de acceso al sacerdocio;
existen mujeres co nsagrad as como
concubinas del dios, que deben velar
por el entretenimiento de su señor.
Particularmente nutrido era el servi­
cio femenino de Amón, a cuya cabe­
za se encuentra la «esposa del dios»,
papel asumido por la reina o por al­
guna otra mujer notable de la familia
real, y dotado con gran poder e in ­
fluencia sobre todo al final del Im pe­
rio Nuevo.
El sacerdote, sea cual sea su nivel,
debe reunir u na serie de requisitos
para alcanzar la calidad que requiere
su misión. La purificación se obtiene
fundamentalmente por medio de ablu­
ciones y aplicaciones de diversos pro­
ductos, como el natrón para limpiar
la boca. El vello era considerado un
elemento impuro, por lo que se some­
tían a una depilación total del cuer­
po, aunque el afeitado de cabeza sólo
se convertirá en signo distintivo de
los sacerdotes a partir del Imperio
Nuevo. También se les exigía determi­
nadas limitaciones en cuanto a los
Un típico templo egipcio del alimentos, así como u na abstinencia
Imperio Nuevo: Templo de Horus de Edfu sexual temporal en relación a la cele-
La religión egipcia 33

Dedicación de ofrendas a Ra-Haraktes

bración de determinados rituales. El «Egipto duerme. Sobre las ciuda­


vestido era otro elemento que caracte­ des, sobre el Nilo, sobre el desierto, el
rizaba al sacerdote; consistía simple­ silencio se extiende. Sic embargo, tras
mente en una pieza de lino cortada las altas murallas del recinto sagrado,
de forma muy arcaica y que sólo a d ­ sobre la azotea del Templo, un h o m ­
quiría una mayor complejidad en el bre vela: el vigilante de las constela­
caso de algún cargo sacerdotal rele­ ciones, que anota, con el declinar de
vante. las estrellas, el encad enam iento de
La liturgia varía según el Templo y las horas nocturnas. La noche pasa;
la divinidad, pero podemos decir que ya es tiempo...». Así empieza la m a ­
los rituales heliopolitanos y osirianos gistral y evocadora descripción que S.
darán una impronta común. H ay que Sauneron realiza del culto cotidiano,
distinguir entre lo que es el culto dia­ que vamos a seguir en lo esencial. Ya
rio y las festividades especiales o días antes del amanecer, todos los edifi­
clave del calendario religioso. cios que rodean al santuario se ani­
34 A kal Historia del M undo Antiguo

man; los artesanos y obreros prepa­ la repetición de las fórmulas c him ­


ran las ofrendas prescritas (alimentos nos por cuatro veces y la presentación
fundamentalmente), mientras que los de las ofrendas a los cuatro puntos
sacerdotes realizan sus abluciones y cardinales para que alcancen a la di­
actos purificadores matinales. Por fin. vinidad, señora del universo, allí d o n ­
coincidiendo con el alba, se organiza de se encuentre.
la comitiva sacerdotal que. portando F inalizad o el ritual, el sacerdote
los presentes, atraviesa las distintas volvía a colocar la imagen en la capi­
partes del Templo. Un sacerdote ele­ lla, la cerraba y sellaba y ab a n do nab a
gido penetra en el santuario, renueva el santuario, borrando incluso la hue­
sus focos de luz, lo purifica q u em an ­ lla de sus pasos. De esta forma «las
do incienso y —todo ya p reparad o— fuerzas divinas qued ab an alim enta­
se acerca a la hornacina o capilla que das, preservadas de todo daño, aptas
contiene la imagen divina y rom pien­ para asegurar una jo rn ad a más, su
do el sello de arcilla de la puerta, la función cósmica» (S. Sauneron).
abre, contem plando cara a cara la di­ En esto consistía en esencia el culto
vinidad, que se muestra a la luz al diario natural; había otras ceremo­
mismo tiempo que los rayos del sol nias que se celebraban al mediodía y
despuntan por el oriente. El sacerdote al atardecer, pero de m enor entidad y
se postra, «despierta» a la estatua im ­ desarrollo, hasta el punto de que no r­
poniéndole las manos, la adora e in­ malmente la naos que contiene a la
censa. Todo ello acom pañad o del re­ divinidad perm anece cerrada.
citado de himnos, cánticos y letanías Esta rutina cotidiana se rompía con
exaltando la gloria del dios, al que se motivo de las grandes festividades,
le ofrecen los alimentos; estas provi­ que suponían los momentos cumbres
siones perm anecen ante la imagen un del año cultual y que permitían que
tiempo prudencial y luego son retira­ el dios se mostrara en toda su gloria y
das, y presentadas a los otros dioses fuera objeto de la más ferviente ado­
del Templo, a las estatuas de reyes y ración por parte de sus fieles. La p ar­
particulares allí erigidas y finalmente ticipación del pueblo, que podía ex-
serán repartidas para su consum o en­ cepcionalmcnte acercarse a la im a­
tre los sacerdotes y el resto del perso­ gen divina, confería a estas fiestas un
nal del santuario. De esta forma «el carácter público, masivo y hasta lúdi-
personal divino vive así de las ofren­ co. Solían co nm em orar alguna fecha
das consagradas al dios, contentán­ im po rtan te del ca len dario agrícola
dose de su realidad material, luego (Festival de Min, muy relacionado
que la divinidad y los muertos privi­ con la fertilidad de la tierra), o de las
legiados se hubieran saciado de su leyendas y ciclos míticos centrados
esencia inmaterial» (S. Sauneron). en la divinidad hom enajeada (como
Una vez alim entada la divinidad, por ejemplo los festivales que exaltan
se pasa al cuidado de su cuerpo y as­ el dram a osiriano). En muchos casos
pecto. Sobre un lecho de arena, la estas fiestas co n lle v a b a n la salida
imagen es lavada, se le limpia la boca procesional de la imagen bien descu­
con natrón y se le unge con aceites. Λ bierta, o más com únm ente encerra­
continuación, es revestida con su n­ da en una edícula que la ocultaba
tuosos ropajes, joyas, atributos divi­ de la vista del pueblo. El dios p o ­
nos y por fin las insignias reales. Hay día así recorrer el recinto del Tem­
muchos otros detalles del culto coti­ plo o incluso salir de él, acercarse a
diano que complican el ceremonial, otros santuarios, visitar a otros dio­
como por ejemplo la presentación de ses o sencillamente recorrer los al­
la estatuilla de Maat, como símbolo rededores en medio del entusiasmo
de la armonía y justicia universal, o popular.
La religión egipcia 35

III. La piedad personal

Llam am os así a la vinculación del llano quedaba excluido de los sancta


hombre a la divinidad de un modo sanctorum, y más, cuando a partir del
directo, cuando el individuo se siente Imperio Medio la religión se profe­
en presencia del dios y se dirige a él sionaliza en cierto modo y en el N ue­
en busca de consuelo, de ayuda o vo se acentúa esta tendencia, además
simplemente de comunicación. His­ de una teologización muy fuerte. Es­
tóricamente hablando tiene una épo­ tas buenas gentes hab ían de dirigirse
ca de desarrollo muy precisa en todo a divinidades más directamente acce­
el Oriente Próximo hacia el s. XIV sibles que las imágenes de los gran­
a. de C., pero en Egipto puede docu­ des templos: pequeñas capillas, esta­
mentarse mejor que en los países ve­ tuas situadas a la entrada de los gran­
cinos. Algunos textos publicados por des templos, divinidades menores, etc.
Posener demuestran que sus com ien­ Para el conocimiento de la piedad
zos hay que situarlos en la época de personal disponemos de varios tipos
los tutmésidas, es decir antes de El- de fuentes literarias y epigráficas. Se
Amarna, aunque no se puede descar­ pueden dividir en dos grupos: las que
tar la influencia de este movimiento testimonian una relación personal con
en la eclosión de la piedad personal. el dios, corno las estelas que consta­
Con todo, su florecimiento es propio tan una petición o la afirmación de
de la época ramésida. haber recibido un favor divino. A esta
El egipcio de todas las épocas en­ clase pertenecen también los ostraka
tiende la religión como una relación en los que se escribe lo mismo que en
entre el hombre y los dioses que se la estela y están más al alcance de los
realiza de muy distintas maneras, la pobres. Igualmente las estatuas con
más importante de las cuales es el rito leyenda. Otro tipo distinto de fuentes
celebrado en los templos, como aca­ está formado por una serie de textos
barnos de ver. No hay que olvidar que literarios incluidos en colecciones es­
todo el ceremonial desempeñado por colares, en forma de cartas e himnos,
el faraón y los sacerdotes tiene como que en cierto modo llegaron a consti­
finalidad m antener y renovar la crea­ tuir algo así como un género literario.
ción y el orden cósmico, ya que todo Se copiaban para la edificación pia­
lo existente y el hombre en particular dosa. Estos docum entos no reflejan
caen bajo el cam po de acción de los problemas personales, sino la expre­
dioses. Ahora bien, estos ritos se re­ sión generalizada de una angustia
servaban a los elegidos, y el pueblo existencia!, que se puso de m oda a fi­
36 AkaI Historia del M undo Antiguo

nales de la época ramésida. A pesar Naturalm ente la justicia divina pue­


de su carácter impersonal no carecen de dirigirse contra todo hombre, po r­
de significación, pues nos revelan que que no hay nadie libre de culpa. Des­
había un sentim iento generalizado de este ángulo, es necesario propiciarse
de preocupación religiosa. Nos re­ a la divinidad mediante u na profun­
cuerdan otras épocas de angustia en da devoción. En la mentalidad egip­
las que vemos una acuciante sensibi­ cia no se llegó a la concepción del
lidad hacia lo religioso, algo así como dios esencialmente bueno, aunque el
lo que ocurre en el m undo grecorro­ dios al que se dirigen las plegarias es
m ano hacia el s. II de la era cristiana. un ser que escucha al que se dirige a
El hom bre piadoso egipcio tiene él con buen ánimo, «cuando el dios
unas connotaciones propias. F u n d a ­ ama, escucha».
m entalmente es un hom bre despega­ No hay que olvidar que la piedad
do e inconforme con su existencia, se basa en el do ut des y el do quia de­
existencia que se le muestra radical­ disti, lo mismo que cualquier relación
mente hostil. No tiene que ser necesa­ con los dioses, incluido el culto. Esta
riamente un desposeído de la fortuna, dependencia origina temor, y con fre­
como se ha repetido. La soledad que cuencia leemos que los dioses «son
le aqueja es de tipo espiritual, que por señores del temor en el corazón de los
otra parte tiene una larga tradición en hom bres». N o obstan te este senti­
la literatura egipcia clásica. Para en­ miento es menos fuerte que el de la
tenderlo basta recordar al Diálogo del b o n dad divina, que se manifiesta en
Hombre cansado con su alma. Pero los beneficios de la naturaleza y en la
ahora, en vez de buscar la muerte co­ vida estatal organizada, lo mismo que
mo «la curación del enfermo, como en la vida personal. Este pensamiento
salir al aire libre después del abati­ ya está en Instrucción de Ptahotep.
miento», se busca la solución entre­ Este sentimiento suscita la confianza
gándose a las manos de dios. Un buen en que los dioses salvarán de la injus­
ejemplo de ello es la onomástica egip­ ticia y la arbitrariedad. El dios es «el
cia de la época ramésida que registra visir de los pobres» dice una plegaria
nombres de dioses con un posesivo, a Am ón del Papiro Anastasi, IV, 10.
que afirma la entrega del d en om in a­ Dicha confianza no se ve am enazada
do al poder del dios, generalmente un por el hecho de que en esta vida el
dios local, aunque no se excluyen dio­ malo prospere y el bueno no. En el
ses de ámbito universal. Este dios se juicio después de la muerte los dioses
convierte en el protector del devoto; cam biarán esta situación, pero inclu­
es el nhw («protector»). La forma de so en esta vida pueden hacerlo cua n­
dirigirse el creyente a su dios es la de do quieran. Ahora bien, el que lleva
«mi señor» o «mi buen señor». C u a n ­ una vida «pecaminosa» contra la vo­
do el hombre se dirige a dios pone su luntad de los dioses está expuesto a la
destino en sus manos. «El m añ an a cólera divina, y este sentimiento de
está en las manos de dios» es una fór­ culpabilidad mezclada de temor pro­
mula de salutación corriente en las duce testimonios de piedad impresio­
cartas de época ramésida, o « ab an do­ nantes. Esperaríamos aquí la existen­
narse en las m anos de dios». El h o m ­ cia de una auténtica penitencia, pero
bre piadoso debe ser htpw, «amisto­ no se produce en la mentalidad egip­
so», Içbhw, «frío, controlado», m 3 ’ty, cia, de la misma m anera que no a p a ­
«justo», debe ser callado, todo lo con­ rece u n a «Santidad» de la divinidad.
trario de smmw, «ardiente»; su cora­ Eso sí, el dios no se conforma con
zón es ndm, «tranquilo», lo que quie­ ofrendas de panes sino que busca el
re decir que debe m irar al dios con corazón del piadoso. Ya la Enseñanza
confianza y h a de seguir su senda. para Merikare afirmaba que son más
La religión egipcia 37

El alma (Ba) volviendo al cuerpo


momificado

aceptos a los ojos de los dioses los en un ostrakon o en una inscripción


buenos actos del justo que los bueyes cualquiera, y gracias a ellos podemos
que ofrece el rico. conocer tantos ejemplos de piedad
La piedad se funda en el conoci­ personal.
miento. El devoto pronuncia el nom ­ Un aspecto importante es la rela­
bre del dios, lo conoce, mientras que el ción de la piedad personal con el cul­
impío lo ignora, y un don especial es to. Evidentemente no hay oposición
contemplar al dios. entre ambos, porque en principio son
Los momentos más propicios para la misma cosa. El culto no es más que
la contemplación son los del am a n e ­ la piedad jerarquizada y sistematiza­
cer y la puesta del sol, cu a n d o el da, pero que a lo largo del tiempo
hom bre está más cerca física y espiri­ puede alejarse de su sentido primiti­
tualmente de la divinidad. De acuer­ vo. La mayoría de los sacerdotes rea­
do con esto, la ceguera es una caracte­ lizaban el ritual diario o el de los
rística del desconocimiento de dios. grandes festivales con auténtica devo­
El p iad o so se siente «servidor», ción. No se puede descartar que en
«siervo» de dios y se dirige a el lla­ muchos casos el desempeño de las
mándole «señor mío», nbi. Esta vincu­ funciones sacerdotales fuera simple­
lación puede incluso entenderse de mente el cumplimiento de funciones
una m anera jurídica, y se da el ca­ oficiales, pero, en todo caso, siempre
so de que algunos dejen toda su fortu­ será indemostrable que no participa­
na a un dios desheredando a los pro ­ sen de una auténtica piedad. El pro­
pios hijos. Además del sentido de de­ blema radica en otro aspecto. El culto
pendencia hemos de citar la vincula­ en los templos está reservado a un
ción por el amor. El hom bre que ha grupo de sacerdotes especializados, y
recibido un favor de su dios personal en un estado como el egipcio, el per­
deja constancia de él en u na estela o sonal de los templos alcanzó en el
38 Akat Historia del M undo Antiguo

Imperio Nuevo un gran poder, que le que la piedad equivale a la salvación


condujo a funciones políticas más que del pobre en cualquier tipo de pobre­
religiosas. Pero hay más. Los intermi­ za de las miserias de este mundo.
nables rituales, como el de Abydos, Este tipo de piedad que venimos
transparentan poco contenido perso­ estudiando se ejerce en cualquier si­
nal y esto es el fondo de toda piedad tio sin determinación concreta. Pres­
tal com o la c o n s id e ra m o s en este cindiendo de las grandes imágenes de
apartado. La vivencia de la com un i­ los templos inalcanzables, es necesa­
cación con la divinidad sentida desde rio acudir a los muros exteriores, una
una angustia personal difícilmente puerta o un patio exterior, o incluso
puede compaginarse con los rituales un tejado de un templo fácilmente ac­
oficiales. Esta es una verdad dem os­ cesible, que se elige para estar más
trada por toda la historia de las reli­ cerca del cielo. De todos modos hay
giones, la cual nos enseña que no unos cuantos lugares que gozaron de
puede integrarse en un sistema pre­ especial predilección: en Tebas, el tem­
establecido. El pueblo de una m anera plo oriental de Karnak, alguna esta­
o de otra quedaba fuera de todo este tua famosa y accesible, las puertas de
ritual complejo y repetitivo y además los templos, etc. Algunas gentes eri­
arcaizante y obsoleto. Pensemos en el gían capillas privadas. En m uchos
ejemplo de la Iglesia Católica que d u ­ casos servían de oratorios/tum bas de
rante siglos mantuvo una liturgia en h om bres famosos divinizados, que
latín ininteligible para la casi totali­ a d q u iría n un a especial sacralidad.
dad de los fieles. En Egipto el proble­ Incluso una estatua o un relieve pue­
ma se agudizaba por la exclusión sis­ den centrar la atención de los piad o ­
temática de los fieles. Sólo les quedaba sos en su comunicación con los dioses.
participar en las fiestas y peregrina­ Un tema de especial interés es el es­
ciones en las que se creaba una at­ tudio de la piedad personal en una
mósfera, en frase de S auneron, de serie de cartas de escribas de la época
fiesta y de kermesse. No podemos ol­ ramésida final, contenidas en los p a ­
vidar que incluso los faraones como piros Anastasi y Bologna, editadas
Ramsés II en la batalla de Kadesh, por Gardiner, traducidas por C am i­
invocaban a los dioses cuando se ven nos y com entadas por Fecht. A pesar
solos ante el peligro. Los humildes te­ de la labor de estos grandes filólogos
nían más ocasiones —toda su v i d a - aún queda m ucho que hacer sobre
de estar solos y ab and onados en m a­ ellas, y especialmente desde el punto
nos del dios de su devoción. Es cierto de vista histórico-religioso. Com o do­
que la estela de Hui, hijo real de Kush, cumentos tienen sólo un valor indi­
una estela pobre y grosera, da la im ­ recto, pero, como toda la literatura re­
presión de una fundación de un hu ­ ligiosa, son testimonio de un modelo
milde pordiosero, aunque en realidad generalizado de actitud religiosa. En
se trata de uno de los hombres más una de ellas se invoca a Amón-Re co­
poderosos del estado. Es posible que mo «visir del pobre» (Bologna, 1094,
esto se pueda interpretar de muchas 24, 4). En otra se dice: «Amón, presta
maneras, pero una de las más pro b a­ tu oído al que está solo en el tribunal,
bles es que para alcanzar la benevo­ que es pobre, no rico, mientras el tri­
lencia de los dioses hay que com por­ bunal le defrauda para los escribas y
tarse como un pobre. Existe una ex­ esteras y vestidos para los alguaciles,
presión, sm n h , «hacerse el pobre», ojalá Amón se transforme en un visir
que equivale a «orar»; significaría que para alivio del pobre, ojalá el pobre
esta pobreza consiste en humillarse sea vindicado, ¡Qué la pobreza preva­
ante los dioses a quienes se invoca, lezca sobre la riqueza!» (Anastasi, II.
pero también sería admisible pensar 8, 5-9). La misma idea surge en Anas-
La religión egipcia 39

Lo solar com o m odelo de divinidad: Pues tú los has alzado.


el him no a Atón Lavando sus cuerpos, desnudándose,
Sus brazos se (elevan) en prez a tu
A pareces bellam ente en el horizonte del aparición.
cielo, Todo el m undo ejecuta su labor.
¡Tú, Atón vivo, princip io de vida! Todas las bestias se contentan con sus
C uando te alzas en el horizonte oriental, pastos;
Llenas todos los países de tu belleza. Arboles y plantas florecen,
Eres gracioso, grande, brillante y alto Los pájaros que vuelan de sus nidos
sobre cada país; Sus alas (despliegan) en loor de tu ka.
Tus rayos abarcan las tierras hasta el límite Todos los anim ales saltan sobre (sus)
de cuanto hiciste... patas.
Cuanto vuela y se posa
C uando te pones en el horizonte
Vive cuando tú te elevas (para) ellos.
occidental,
Los barcos navegan al norte y al sur
La tierra se oscurece, al m odo de la
también,
muerte.
Porque cada ruta se abre a tu aparición.
Duerm en en una habitación, con las
Los peces del río se deslizan ante tu faz;
cabezas envueltas,
Tus rayos están en m edio del gran mar
Y un ojo no ve al otro.
verde...
Todos los bienes que hay deba jo de sus
¡Cuán m últiple es lo que tú hiciste!
cabezas podrían robarse,
Está oculto del rostro (del hom bre).
(Sin que) ellos (lo) notaran.
¡Oh dios único, que no tiene par!
Cada león ha salido de su guarida;
Tú creaste el m undo según tu deseo,
Todo lo que repta, pica.
Mientras estás solo:
La tiniebla es una m ortaja y la tierra está
Todos los hom bres, ganado y anim ales
en silencio,
salvajes,
Pues quien los hizo reposa en su horizonte.
Cuanto hay en la tierra, an dando sobre
Al alba, cua nd o te encum bras en el (sus) pies,
horizonte, Y cuanto hay en lo alto, volando con sus
C uando resplandeces com o el Atón de día, alas.
Disipas la oscuridad y lanzas tus rayos.
(Tom ado de J.B. Pritchard, La S abiduría
Los Dos Países festejan cada día,
del A ntiguo Oriente, Barcelona, 1966)
Despiertos y levantados sobre (sus) pies,

tasi II, 9, 2-10: «Piloto que conoce el cen: ‘da respiro, A m ón’...».
agua, oh Amón, el... remero, c¡ que da Bastan estos textos para demostrar
para el que no lo tiene, que mantiene que Am ón es el protector de los des­
vivo al criado de la casa. No tomaré a validos, generalmente de los pobres;
un noble corno protectory no me aso­ pero cuando las desgracias son u ni­
ciaré a un hom bre acaudalado»... «mi versales, Amón protege a todos los
señor es mi ayuda. Yo conozco su hombres que lo necesitan. Todos in­
fuerza, (es decir, un protector) de fuer­ vocan su nom bre y su ayuda.
te brazo. Sólo él es caliente, Amón A Thot, dios de la escritura se le pi­
que conoce la compasión». U na ple­ den muchas cosas, pero hay algunas
garia de rico contenido religioso es la plegarias típicas en Anastasi V, 4, 9,
que se dirige a Amón en un año de es­ como por ejemplo: «Ven a mí y ensé­
casez (Anastasi IV, 10. 1): «Ven a mí, ñame y hazm e experto en tu llam a­
oh Amón, sálvame en este año de ne­ da». Es decir, que le enseñe a escribir
cesidad. Ha ocurrido que el sol no bien, porque así será un hombre de
amanece, que el invierno viene en ve­ provecho.
rano. los meses vienen al revés, y las Citaremos ahora otra plegaria a Thot
lunas están revueltas. El grande te lla­ que ha despertado gran interés entre
ma, Amón, el pobre te desea, y los los comentaristas. Es la del papiro
que están en brazos de las niñeras di- Sallier I, 8, 2-8: «El jefe de los regis­
40 Aka! Historia del M undo Antiguo

tradores del Tesoro del faraón (v.p.s.). la explicación de los términos usados,
Smenemone habla al escriba Pentwr. pero no concluye nada que podamos
Esta carta se te envía al efecto si­ considerar com o vivencia personal
guiente: Oh, Thot, ponm e en K hnum de la religión. Por nuestra parte no
(Hermópolis), ciudad placentera para podemos resistirnos a la tentación de
vivir en ella, cuidando de mí con pan co m parar este texto con el salmo:
y cerveza y guardando mi boca de h a ­ Q uemadmodum cervus desiderat fon-
blar. ¡Qué Thot esté detrás de mí m a ­ tes aquarum ita anima mea desiderat
ñana! ¡Ven, oh palabra divina, cu a n ­ faciem Dei.
do yo haya estado ante el dios, mi En otros trabajos F. D aum as m an ­
señor, para que salga justificado de tiene la opinion de que la vida reli­
voz! Tú, gran palm era dum de 60 co­ giosa egipcia alcanzó los primeros
dos, en la que hay cocos y en los co­ grados de u na verdadera mística, que
cos huesos y en los huesos agua. Tú casi llega al «vivo sin vivir en mí» de
sacas agua de un lugar lejano, ven a Santa Teresa. En otro orden de cosas,
rescatarme, a mí, el silencioso, oh este autor destaca la frase «el dios
Thot. Tu fuente, agradable al hom bre que está en ti» de Pahesi de El-Kab y
sediento en un desierto. Cegada para la estela de Neferaku procedente de
el que encuentra su palabra, abierta Deir el’ M edina en la que se contiene
para el silencioso. El silencioso viene una bellísima plegaria dirigida a Mert-
y encuentra el pozo...». seger («la que am a el silencio»), una
Como puede verse fácilmente por diosa local de la aldea de los obreros
la traducción que damos, el texto no de la necrópolis tebana. En el gran
carece de dificultades, no sólo sintác­ him no de Leyden se plantea el tema
ticas y semánticas, sino tam bién de de la incognoscivilidad de dios, refe­
interpretación desde el punto de vista rida a Amón. La idea fundamental es
religioso. Parece evidente que la ple­ que el hom bre no debe atreverse a co­
garia del escriba se refiere a Thot per­ nocer a dios cara a cara, porque su
sonificado en la palmera, y el agua presencia le anonadaría, lo que, con
que se forma en sus cocos un sím bo­ las debidas salvedades, nos recuerda
lo. F. D aum as ha dedicado un bello lo que decíamos antes de la magia,
estudio a este pasaje y su interpreta­ que puede ser peligrosa para el h om ­
ción puede resumirse así: (La p alm e­ bre. El texto en cuestión dice: «Se
ra) «se tomó como símbolo de la difi­ caería al instante muerto de espanto
cultad de la intimidad divina. De la si se pronunciase su nom bre secreto
misma m anera que es difícil recoger que nadie puede conocer». D aum as
las escasas gotas de agua que están en lo relaciona, y con razón, con el pasa­
el interior de los cocos, también el pe­ je del Exodo cuando Dios dice a M oi­
netrar cerca de la fuente divina para sés: «El hom bre no puede verme y
calm ar la sed mística presenta gran­ vivir».
des dificultades». «El silencio será el Com o testimonio elocuente de la
camino para acceder a ella». No to­ religiosidad personal de época tardía
dos están de acuerdo con esta forma diremos algo sobre los textos de la
de entender el texto. Keimer entiende tum ba de Petosiris, un sacerdote de
que D aum as exagera el sentido místi­ T h o t en el tem plo de H erm ópolis,
co, y destaca como esencial el valor que vivió en época de Filipo Arrideo,
del silencio, expresión del dom inio es decir, a fines del s. IV a.C. En
sobre sí mismo, uno de los preceptos sus num erosas inscripciones se ex­
corrientes de la religiosidad egipcia. presa un sentido de la vida que en
Por lo demás hace u n a interpretación parte continúa la antigua tradición
naturalista de todo el texto. El exten­ egipcia, pero que en m uchos aspectos
so comentario de Fecht se centra en ofrece novedades propias de la época.
La religión egipcia 41

Portadora de ofrendas

Ante todo, una profunda etización de te con mayor intensidad que en el p a ­


la religión, que ya había señalado E. sado. De época helenística poseemos
Meyer a principios de siglo, antes de un epitafio impresionante de la niña
conocerse estas inscripciones, pero Nesenakhebit, que eleva su queja de
fundamentalmente la consciencia de haber sido arrebatada por la muerte
que el destino de los hom bres está en antes de hab er crecido, casi con el pe­
las manos de dios, y la necesidad de cho m aterno aún entre sus labios.
entregarse a su voluntad, que marca «Entonces estaba contento mi cora­
la senda que ha de seguirse. Y final­ zón, cuando veía m ucha gente, por­
mente una preocupación por la m uer­ que am aba la alegría».
42 Akal Historia dei M undo Antiguo

IV. Las creencias y prácticas funerarias

Uno de los aspectos más llamativos y representado como un pájaro con ca­
espectaculares de la civilización egip­ beza de hom bre (el rostro del difun­
cia y que forma un apartado eviden­ to), que se suele presentar revolotean­
temente especial de la religión es el do en las proximidades de la tumba
de las creencias relacionadas con la para visitar el cuerpo del muerto glo­
vida de ultratumba, así como las m a ­ rificado. Más difícil de definir es el
nifestaciones materiales y prácticas Ka; no sólo los hombres, sino tam ­
con ella relacionadas. Los egipcios, bién el rey, los dioses, incluso objetos
que convivían con la proxim idad de materiales, están dotados de él. La
un desierto que suponía sequedad, mejor docum entación de que dispo­
esterilidad y muerte en oposición a la nemos se refiere a la figura del sobe­
fertilidad y fuerza generadora de la rano: su Ka nace con él, es moldeado
tierra del valle, tuvieron una expe­ por Khnum , el dios morueco, en el
riencia muy intensa de lo que signifi­ mismo torno de alfarero que el rey ni­
caba el fin de la vida. Pueblo funda­ ño y, tiene su misma fisonomía; es
mentalmente optimista, que conside­ por ello que se le ha asimilado a un
ra b a que vivía en el m ejor de los «doble» (G. Maspero) especie de es­
mundos, protegido por los dioses, se píritu protector o genio personal que
negaron a aceptar la muerte como el guarda y vigoriza al individuo, pero
fin de todo y, creyeron en la con tinua­ que es diferente a él. Moret lo asocia,
ción de la existencia (y de sus necesi­ de u na forma muy general, con la
dades materiales), en un deseo evi­ fuerza básica vital que alimenta todo
dente de prolongar en el más allá los lo que está anim ado y dotado de po­
placeres y com odidades que se p o ­ der; por ello los dioses —los seres su­
dían disfrutar en la tierra de los vivos. periores más poderosos— m ultipli­
Para entender lo que los egipcios can sus Ka. En fin, considerando la
pensaban de la muerte hay que partir complejidad de principios que cons­
de la concepción que tienen del ser tituyen al hombre, la muerte se enten­
humano, que para ellos es el resulta­ derá como la dislocación m om entá­
do de la unión estrecha de una reali­ nea de la arm onía entre ellos. Todo el
dad material, el cuerpo (A/), y una se­ conjunto de rituales y prácticas fune­
rie de entidades espirituales de difícil rarias está destinado a recom poner
traducción e interpretación. Entre ella esa relación y a garantizar su nueva
destacan el Ba, que equivaldría al al­ existencia conjunta que ha de ser esta
ma de la persona, convenientemente vez eterna.
La religión egipcia 43

Las concepciones acerca de la vida ción de este país que se oculta en las
de ultratumba distan m ucho de ser en tra ñ as del universo ad quiere en
unitarias y claras. Adivinamos la mez­ ocasiones tonalidades misteriosas y
cla de varias tradiciones y creencias terribles: comarcas plagadas de seres
cuando los textos y las representacio­ extraños, surcadas por las aguas de
nes artísticas nos plasm an el universo un Nilo inferior (el egipcio no puede
del más allá y el destino de los di­ concebir una tierra sin un curso de
funtos. agua ordenador), por donde el sol na­
Po: un lado, el lugar de reposo de vega en las horas de la noche, ilumi­
los bienaventurados (o el paraíso) se nando a los difuntos.
sitúa en el cielo; la contemplación del A todo este conjunto de creencias
firmamento nocturno cuajado de es­ de por sí complejas y heterogéneas
trellas, siempre las mismas y en las
mismas posiciones, hizo que los egip­
cios las identificaran con las almas
de los muertos, que ascenderían allí
tras una auténtica apoteosis. Según
esta concepción la diosa del cielo Nut,
representada como una mujer desnu­
da con el cuerpo estrellado (imagen
que suele decorar la cara interior de
la tapa de los sarcófagos) será la pro­
tectora y receptora de los difuntos. La
ascensión de éstos al cielo se solucio­
na adoptando la forma de un ave, o a
través del hum o (del incienso de las
ofrendas, por ejemplo), o incluso se
supone la existencia de un camino,
una rampa o escala, celosamente guar­
dada por Seth o Sekhmet, que sólo
permiten el acceso a los bienaventu­
rados. En ese cam ino glorioso hay
que atravesar una masa de agua, una
laguna o mejor un río, que constituye
una especie de barrera que da paso al
país de los muertos.
El más allá se identifica también
tradicional mente con el poniente. La
desaparición cotidiana del sol h u n ­ Enterramiento predinástico
diéndose en las entrañas de la tierra
sensibiliza evidentemente al egipcio se superponen las doctrinas osiria-
para considerar el occidente (el Imen- nas, que ya co m en ta m o s anterio r­
tet) como el destino último de los di­ mente. Seguir fielmente el ritual que
funtos. La imagen del cuerpo muerto rodeó la recomposición y revitaliza-
sumergiéndose en la tierra contribuye ción del cuerpo de Osiris y las prác­
al carácter subterráneo de esta región. ticas funerarias y mágicas que sobre
Surgen así dioses como Khenty-Iment- él a p lica ro n Isis, H o ru s y A nubis
yu «el que está al frente de los occi­ constituía el recurso para asimilar al
dentales», luego asimilado a Osiris, o difunto al dios muerto y resucitado
Anubis, el chacal que merodea en hasta tal punto que se convierte en
torno a los túmulos, que excava el un nuevo Osiris: el muerto glorifi­
suelo buscand o restos. La descrip­ cado será «el Osiris tal (el nombre
44 Akal Historia del M undo Antiguo

Barca funeraria

del individuo)», como ya apuntamos. ción al príncipe; servidores suyos en


El destino del difunto aparece así vida, su mayor aspiración será conti­
notablemente digno y elevado: se le nuar sirviéndoles en el otro m undo
asimila con un dios, se convierte en de forma que participarían en su de­
una personalidad dotada de poderes recho a la eternidad. Esta situación
divinos. Sin embargo, estamos b a s ­ experimentará una evolución a fines
tante seguros de que en un principio del Imperio Antiguo y durante el I Pe­
ello no fue así; desde tiempos prehis­ ríodo Intermedio: época agitada, se
tóricos, los habitantes del Valle del produce un deterioro del orden esta­
Nilo honran a sus muertos y es claro blecido, una quiebra de la autoridad
que creen en alguna forma de pervi­ del soberano (y del respeto a su digni­
venda. En la Epoca Tinita y sobre to­ dad), quizá tam bién conflictos socia­
do en el Imperio Antiguo parece que les, al mismo tiempo que se vulgari­
la figura en quien se concretan las zan los misterios religiosos, incluyen­
ideas funerarias y que aparece como do los funerarios. De ahí arranca la
beneficiario del ritual es el soberano. extensión o democratización como se
Los majestuosos enterramientos de la ha llamado en ocasiones, de los ritua­
III, IV y V Dinastías, la literatura m or­ les de enterramiento y de las creen­
tuoria más antigua, los textos de las cias en una glorificación y práctica
Pirámides, tienen como protagonis­ deificación en el más allá, hasta en­
tas a los faraones. Parece que en estos tonces reservado al rey.
tiempos las posibilidades de los sim ­ Ya en los textos de las Pirámides,
ples particulares en cuanto a disfrutar encontramos algún pasaje en los que
de una vida plena en el más allá de­ el m o narca difunto recibe el trata­
penden de la proxim idad y vincula­ miento de «justificado» (m 3‘hrw ex­
La religión egipcia 45

presión que ha sido y es aún objeto siones asistido por Isis y Neftys. y de
de estudio y discursos en cuanto a su una corte de 42 jueces divinos, Horus
traducción exacta y sentido último). o Anubis introducen al difunto cuyo
Se puede deducir que el muerto pasa corazón es pesado en una balanza,
por algún tipo de juicio o prueba de uno de cuyos platillos sostiene una
la que debe salir airoso para conse­ imagen de la diosa M aat (la justicia y
guir acceder a la glorificación en el armonía) o la plum a que la simboli­
más allá. Parece que en esta creencia za; Thot, patrono de los escribas y se­
confluyen concepciones heliopolita- cretario de los dioses, toma nota del
nas y osirianas. Así, en algunos docu­ resultado. Si éste es desfavorable, el
mentos de notable antigüedad el tri­ difunto es destinado a una situación
bunal será presidido por el dios-tierra bien triste, sin los beneficios ni place­
Geb (quizá sea una analogía con res­ res de la vida de un justificado, e in­
pecto a ia diosa del cielo Nut, que es cluso destruido y aniquilado por una
la que acoge al difunto justificado); terrible criatura mezcla de cocodrilo.

El Juicio del Difunto

con más frecuencia ese papel lo ejer­ león e hipopótamo, que parece asistir
ce el dios solar Ra-Haraktes y en este al juicio con un interés peculiar. Para
sentido no olvidemos que será ante el inclinar a los jueces en su favor, exis­
tribunal de Heliópolis donde se aca­ ten toda una serie de fórmulas que se
bará de dirimir el conflicto entre Seth suponía tenían gran fuerza persuasi­
y Osiris y su hijo Horus, que resul­ va o incluso mágica, de entre las que
tarán efectivamente justificados. En hay que destacar la célebre «confe­
fin, la forma definitiva y, con mucho sión negativa», uno de los pasajes
más com ún del juicio al difunto ten­ más repetidos de la literatura funera­
drá lugar delante de Osiris, que se ria, por medio de la que el muerto re­
convierte en juez supremo. El proce­ chaza el haber cometido actos pun i­
so general y los detalles aparecen re­ bles y declara obstinadam ente la pu ­
petidos una y otra vez en los textos y reza de su corazón. Pese a tener un
las representaciones de las tumbas: valor ético indudable, este formulario
delante de Osiris, que aparece en oca- tiene más de repetición ritual de enun­
46 AkaI Historia del M undo Antiguo

ciados propiciatorios que de análisis fiestas, cacerías en los p a n ta n o s y


profundo del alm a hum ana. otras actividades placenteras. Estas
Si la prueba era superada con éxi­ imágenes revelan claramente cuáles
to, unas perspectivas insospechada­ son los ideales egipcios en cuanto a
mente variadas y halagüeñas se abrían una vida plena y feliz, perfectamente
para el difunto. Personaje divinizado, adecuados a la realidad geográfica de
puede convivir con los dioses, como la tierra en que vive, cuyas ventajas
por ejemplo Ra, a quien puede acom ­ quiere prolongar y perennizar en el
p a ñ a r en su diario recorrido por el más allá. Pero todavía hay más: en
Universo, teniendo acceso a su barca. cuanto que dotado de poderes mági­
O bien puede elegir pasar la eterni­ cos, el difunto puede transformarse
dad en las fértiles cam piñas del País en cualquier ser, puede visitar el m un­
de los Bienaventurados, surcadas de do de los vivos, volver a ver a las per-

Mastaba de la I Dinastía

canales, donde labra alegre u na tierra sonas queridas y los lugares conoci­
que da cosechas extraordinarias, se dos, gozar de la belleza del paisaje
refresca ju n to a una fuente o a la del Nilo, como una sombra, un ave o
sombra de un árbol, o glorifica a los cualquier otro anim al cuya forma de­
dioses. En ocasiones la vida que lleva see tomar. Puede, como dicen los tex­
en esa tierra de promisión es la de un tos, «salir a la luz» y disfrutar de su
gran terrateniente que dedica su tiem­ tumba, auténtica casa de eternidad
po a inspeccionar sus tierras y g an a­ do n d e en c u en tra alim entos p ro c e­
dos, atendidos por innum erables sier­ dentes del culto funerario, e incluso
vos que velan porque nada falte al un ja r d ín con estan q u e do n d e re­
gozo eterno de su señor, que a veces crearse. En definitiva, puede gozar de
aparece entreteniendo sus ocios en un a existencia eterna, grata y feliz.
La religión egipcia 47

Una carta al difunto: el papiro de to. C uando estaba a d ie stra ndo oficiales
Leyden 371 (S ele cció n ) para el ejército y la caballería del Faraón,
hice que ellos vinieran y se postraran so­
Al excelente espíritu ‘A nkh ere’ ¿Qué mal te bre sus vientres delante tuya, trayendo to­
he hecho para haber llegado al lam entable da clase de bienes para depositarlos d e ­
estado en el que estoy? ¿Qué es lo que te lante tuya... Te escribo para com unicarte lo
he hecho?... ¿Desde que yo vivía contigo que estás haciendo. C uando enferm aste
com o m arido hasta este día qué es lo que de la dolencia que tuviste, yo hice traer un
yo com etí que tenga que ocultar?... Voy a físico (un m édico) que te trató, y él hizo to­
enviar una queja contra ti con palabras de do aquello que tú le dijiste. Y cuando seguí
mi boca delante de la Divina Eneada del el Faraón hacia el sur... pasé los ocho m e­
Oeste, y se de cid irá entre tú y yo por m e­ ses sin com er ni beber com o un hombre.
dio de este escrito... ¿Qué te he hecho? Te Cuando llegué a Menfis, solicité a b an do­
hice esposa cuando yo era aún joven. Es­ nar al Faraón y corrí al lugar en que tú es­
tuve contigo cua nd o ocu p a b a todo tipo de tabas y lloré intensam ente, junto con mi
cargos. Estuve contigo y no te envié lejos. gente, en mi barrio... Y, mira, he pasado
No perm ití que tu corazón se afligiera, y lo tres años viviendo solo sin entrar en una
hice cuando era joven y ocu p a b a todo tipo casa, aunque no era de justicia que uno
de im portantes cargos para el Faraón, sin com o yo hiciera eso, y lo hice por ti. Pero
alejarte sino diciendo: «Ella está siem pre no conocerás el bien a través del mal. Se
conm igo...» «...Y ahora, mira, no perm ites juzgará entre tú y yo...».
que mi corazón se reconforte. Seré juzga­ (Tomado de A.H. G ardiner y K. Sethe,
do contigo, y se separará lo malo de lo jus- Egiptian Letters to the Dead, 1928)

Los rituales funerarios parecerá tras el fin de la antigüedad.


Autores clásicos com o H eródoto y
Com o hemos comentado, los egipcios Diodoro Siculo describen la forma
entendían al ser h u m an o como una como los egipcios trataban los cuer­
unidad. Por ello, para la superviven­ pos de los muertos, dándonos una in­
cia de los principios espirituales a los formación preciosa, pero que hay que
que nos hemos referido, consideraron utilizar con cautela (pues ofrece nota­
condición indispensable la conserva­ bles inexactitudes) y cotejar con estu­
ción del cuerpo, del soporte material dios realizados directamente sobre las
del que se nutren y con el que deben momias y los escasos textos, relieves y
poder reunirse tras la muerte. Es posi­ pinturas que abordan directamente el
ble que las propias condiciones n atu­ tema.
rales del país alim entaran esta creen­ Lo primero que hay que com pren­
cia: la ausencia de humedad, la extre­ der es que la momificación es un pro­
m ada sequedad del aire y las salinas ceso ritual religioso que posibilita la
aren as del desierto p erm itían una conversión del difunto en un inm or­
conservación natural de los cuerpos, tal. Por lo tanto, los encargados del
rápidamente desecados. De esta for­ mismo son naturalmente personajes
ma se produjeron las primeras m o­ sacros, sacerdotes cuyos atuendos,
mias, todavía en época prehistórica. atributos y titulatura tienen en m u­
Las técnicas fueron evolucionando chos casos clara resonancia osiriana.
y reñnándose hasta alcanzar su m e­ Así el p rin cip a l de ellos recibe el
jor desarrollo en el Imperio Nuevo: nombre de «Superior de los Miste­
en la Baja Epoca, a partir de la XXI rios», y aparece con la forma de A nu ­
Dinastía, hay una vulgarización y de­ bis, el dios patrono de los embalsa-
cadencia; la pérdida de los dominios madores. El director efectivo del tra­
asiáticos provocó la carestía de m u ­ bajo es el «Canciller Divino», que
chos productos que se em pleaban en asume el papel de Horus, el hijo de
el proceso de momificación, que, m a n ­ Osiris. Junto a ellos están los «Sacer­
tenido en época grecorromana, desa­ dotes-Lectores» que en principio es-
48 Aka! Historia del M undo Antiguo

ΐίΓππτητ
ΙίΤ Η ώ Τ

&&£ P.?

mm A_£l

El funeral: ceremonias ante las momias


delante de la tumba, marcada con
una estela

tán encargados de los recitativos y con la nariz y oídos; los ojos se con­
fórmulas imprescindibles en todo m o ­ servaban en su sitio, aunque a partir
mento, así como un conjunto de auxi­ de la XXI Dinastía se introduce la
liares especialistas en las técnicas costumbre de cubrirlos con postizos
quím icas o quirúrgicas que deben de obsidiana o pasta vitrea. El trabajo
aplicarse al cuerpo. Toda la labor se más importante se realiza en el tron­
lleva a cabo no en un centro perm a­ co: se hace una incisión en el costado
nente o en un edificio especializado izquierdo y a través de él se extraen el
para estos procesos, sino en una cons­ paquete intestinal y el conjunto de
trucción eventual, en m uchas ocasio­ visceras exceptuando el corazón, que
nes una tienda, que se erigía en las se conserva cuidadosam ente en su si­
proximidades de la tumba. tio (debe responder de la vida virtuo­
La idea básica de la momificación sa del difunto), y en ocasiones tam ­
es evitar la corrupción del cuerpo. Se bién los riñones. El interior así v a c ia -.
comienza por la extracción del cere­ do se lavaba y se ungía con aceites y
bro, bien por un orificio trepanado en especias. El cuerpo purificado era so­
la base de la cabeza o más c o m ú n ­ metido seguidamente a un tratam ien­
mente en las fosas nasales; la cavidad to de salazón, que du ra n te m ucho
craneana era lavada en ocasiones con tiempo se creyó que se realizaba por
un líquido corrosivo y finalmente se inm ersión (excepto la cabeza, para
rellenaba con bandas de lino impreg­ evitar el deterioro de la epidermis fa­
nadas de resina al igual que se hacía cial y los cabellos) en una solución
La religión egipcia 49

salina, pero que hoy día se piensa que aunque en ocasiones eran reintrodu-
se realizaba en seco, entre capas de cidas en el vientre.
natrón en las que reposaba el cadáver La momia se colocaba finalmente
durante varias semanas. Era muy im ­ en el sarcófago, que en las épocas
portante el lograr una desecación to­ más antiguas es simplemente una ca­
tal, para lo que se ha pensado en una ja, con una decoración que imita los
exposición al calor del sol, o quizá rasgos de un palacio en el caso de al­
por medio de fuego, de lo que parece gunos reyes, y que posteriormente, a
qu ed a r evidencias en algunas tu m ­ partir del Imperio Medio, se hace más
bas. El cuerpo reseco recuperaba su sofisticada, haciéndose antropom or­
flexibilidad por medio de enérgicas fa, llena de decorados, textos y símbo­
aplicaciones de resina, natrón nueva­ los osirianos. El proceso total de em ­
mente y algún tipo de grasa animal, balsam amiento duraba entre 40 y 70
con lo que quedaba dispuesto para días. De ahí la fórmula repetida a m e­
los tratamientos finales: se rellena el nudo de «una hermosa sepultura te
abdom en para volver a darle el volu­ llega en paz, tras h ab e r pasado 70
men original, para lo cual se utiliza­ días en el lugar de embalsamamiento».
ban bolas de lino im pregnadas de re­ Técnicamente podría haber sido más
sina, o bien serrín am algam ado con corto, pero el ritual indispensable lo

Amuletos

goma, o pegotes de tierra y natrón, alargaba. Los productos esenciales


paja triturada, etc. Finalm ente se rea­ que se utilizaban eran, como hemos
liza el delicado proceso de envolver a visto, el lino, la resina de varios árbo­
la m om ia en bandeletas de lino que, les (junípero, olivo, cedro, etc.), algún
im pregnadas de goma, eran aplica­ tipo de alcohol (el vino de palm a que
das con sumo cuidado y en medio de menciona Heródoto), aceites y sobre
un elaborado ritual, dando la forma todo natrón, que es básicamente un
definitiva. Sobre el rostro se colocaba compuesto de sodio.
una máscara de cartón sobre la que U na vez preparado el cuerpo para
se dibujaban las facciones del difun­ la inmortalidad, se organizan los fu­
to; las visceras que hab ían sido ex­ nerales. U n cortejo fúnebre traslada
traídas eran igualmente momificadas el cuerpo al sepulcro; en él participan
y solían depositarse en los llamados familiares, amigos, siervos y depen­
vasos Canopos, cuatro vasijas cuyas dientes, plañideras, sacerdotes, el per­
tapas reproducen las facciones de los sonal que ha participado en el proce­
cuatro hijos de Horus (un chacal, un so de em balsamamiento, etc. La tra­
halcón, un cinocéfalo y un hombre), vesía del Nilo hacia la necrópolis,
50 Akat Historia del M undo Antiguo

normalmente en la orilla occidental, se centra una amplia literatura. Va­


es uno de los momentos más emoti­ mos a limitarnos a definir los tipos
vos y simbólicos del trayecto, recor­ principales, que p resentan grandes
dando el viaje que el difunto ha de diferencias o modificaciones según el
realizar al más allá. Se organiza un período al que nos refiramos. En prin­
banquete de lujo y finalmente ante el cipio hay que señalar que en Egipto
sepulcro se cum plim entan los ritos fi­ se parte del concepto de tum ba-tú­
nales, de entre los que merece la pena mulo. simple cubrición del cuerpo,
citar la «Apertura de la Boca», que se produciéndose una evolución hacia
suponía devolvía al cuerpo (así como la tumba-casa del alma, para lo cual
a las imágenes del difunto deposita­ hay que acon dic io n arla a d e c u a d a ­
das en la tum ba) las facultades de mente (S. Morenz).
que gozó en vida y lo preparaba para Los más antiguos enterramientos
los nuevos poderes de que dispondría con estructura, de época predinástica,
en tanto que muerto bienaventurado. consisten sencillamente en un hoyo
Parece que en ocasiones, evidente­ en el que se deposita el cuerpo con un
mente tratándose de personajes im ­ ajuar escaso, todo ello cubierto por
portantes, antes del entierro el cuerpo un am ontonam iento de piedras y tie­
momificado era llevado a Abydos, al rra, tanto para señalar el lugar, como
centro osiriano principal, lo que su­ para proporcionar protección contra
ponía una preparación y garantía p a ­ los carroñeros. Este es el punto de
ra la vida en el más allá. partida formal para la primera gran
La tum ba es uno de los elementos construcción funeraria egipcia, la mas-
constructivos más típicos del arte y de taba, que esencialmente consta de un
la arquitectura egipcias, sobre la que pozo al fondo del cual se abre la cá­
La religión egipcia 51

mara funeraria, cubierto por una su­ tiene al atardecer. Sin embargo, re­
perestructura maciza de ladrillo, de cientemente se ha apuntado la posi­
paredes en talud y techo plano. Hay bilidad de que la mastaba y su evo­
que destacar en una de las paredes la lución hacia la pirámide expresen el
colocación de la «falsa puerta», por cam ino ascendente del difunto hacia
la que se supone que el difunto puede el sol, o hacia el firmamento lleno de
franquear el umbral que separa esta estrellas que, no olvidemos, repre­
tierra del más allá y ante la cual se s e n ta n las a lm a s de los m u e rto s
cum plimenta el culto funerario y las (Badaway).
ofrendas. Poco a poco, este sencillo También se hace alusión norm al­
plan se va haciendo más complejo, mente a la colina primitiva sobre la
abriéndose una serie de habitaciones que surgió el sol primigenio y la crea­
en la superestructura, av anzándose ción como el elemento mítico que se
hacia el concepto de tumba-casa, co­ quiere recordar con estas construc­
mo dijimos. Concebidas en principio ciones. El último tipo de sepulcro que
como tumbas reales, la pirámide, cons­ hay que m encionar es el hipogeo, que
trucción que tiene su origen en la su­ carece prácticamente de superestruc­
perposición de mastabas en forma es­ tura y consiste en una estancia o con­
calonada (Saqquarah), será utilizada junto de estancias excavadas en la ro­
a partir del Imperio Medio por sim­ ca, norm alm ente en los acantilados
ples particu lares, a u n q u e n a t u r a l ­ del Medio y Alto Egipto. En esle tipo
mente con dimensiones mucho más se hacen las grandes y ricas tumbas
reducidas. Se ha discutido m u ch o de los faraones del Imperio Nuevo
acerca del sentido simbólico de la (Valle de los Reyes, Valle de las Reinas).
forma de estos m onum entos funera­ El sarcófago conteniendo el cuerpo
rios: la pirámide parece tener una sig­ del difunto no es lo único que contie­
nificación solar clara, como se evi­ ne la tumba; las mismas creencias re­
dencia en que sean el remate de los ligiosas im ponían un ajuar funerario
obeliscos, el punto donde primero da abundante y rico, destinado a satisfa­
el sol matutino y más tiempo se m a n ­ cer las necesidades o deseos del per-

El soberano Amenofis III presentado como


un niño con su ka ante Amón
52 Akat Historia del M undo Antiguo
La religión egipcia 53

sonaje allí enterrado: joyas, muebles, bienestar en el más allá. Hay que pro­
alimentos, armas, etc. Mención espe­ porcionar alimentos diariamente a la
cial merecen las estatuas y represen­ persona allí enterrada, lo que en p rin ­
taciones del difunto que tienen una cipio se realizaba depositándolos a n ­
función concreta similar a la del cuer­ te la estela de falsa puerta, ante una
po momificado como soportes m ate­ de sus estatuas o sencillamente a la
riales del Ka o del alma. Aparte de entrada del sepulcro. Desde tiempos
ello hay todo un conjunto de peque­ muy antiguos se introdujo la costum­
ños objetos de valor mágico-protec­ bre de sustituir total o parcialmente el
tor, amuletos en definitiva, que repre­ aporte efectivo de productos por su
sentan elementos sacros, como el ojo reproducción en las pinturas o relie­
de Horus, el célebre Escarabeo (en ves de las estelas y paredes de la tum ­
ocasiones inscrito con fórmulas fune­ ba; un elemento muy típico será la
rarias), o bien los símbolos osirianos mesa de ofrendas en la que se repre­
(el nudo de Isis, el pilar dd de Osi­ sentan, en piedra, los alimentos que
ris, etc.). Llamativas en cuanto a su debían ser depositados realmente. Los

Pirámides de Abusir (V Dinastía),


mostrando el templo funerario a orillas del
Nilo y la calzada que conduce a la pirámide

significación son los Ushebtis, peque­ familiares, fieles y sacerdotes m e­


ñas estatuillas antropomorfas con úti­ diante la repetición de una serie de
les agrícolas en las manos, que se su­ fórmulas prescritas lograban mágica­
ponía descargarían al muerto de la mente que todos esos productos tu­
labor de cultivar y cuidar las fértilísi­ vieran una realidad plena para el di­
mas tierras de que dispusiera en el funto, que podía así disfrutar de ellos.
más allá. Las obligaciones, cuidados y rituales
La tumba y el difunto no eran olvi­ que requería el culto funerario eran
dados. Se consideraba u na obliga­ asumidos en principio por la familia
ción de los vivos no sólo el cuidado del difunto, el hijo principalmente,
de esa auténtica casa de eternidad, si­ para quien suponía un acto de piedad
no también el m antenim iento de un filial inexcusable. De todas formas
servicio de bienes materiales y ofren­ con el paso del tiempo se avanzará
das que eran indispensables para el hacia la costumbre de descargar estas
54 Aka! Historia del M undo Antiguo

obligaciones en un personal especia­ su cuidado, principalm ente los sacer­


lizado, unos sacerdotes funerarios (los dotes, cuyo cargo llegará a transmitir­
«servidores del Ka»), que reciben a se de padres a hijos, con la adm inis­
cambio una paga o salario. En las fa­ tración de esos bienes y las obliga­
milias ricas y sectores más privilegia­ ciones correspondientes respecto al
dos de la sociedad será frecuente el sepulcro.
establecimiento de fundaciones fune­ Hay que señalar que con ello se
rarias (rentas de tierras n o rm alm en­ produjo la desviación de una parte
te), que se destinan al m antenim iento importante de la riqueza y energía del
de la tumba y del personal adscrito a país hacia esta finalidad; particular­
mente afectados se vieron los bienes
del príncipe pues a la especial sun ­
tuosidad y necesidades de m anteni­
miento de las tum bas reales hay que
a ñ a d ir la costum bre de considerar
prácticamente como una obligación
del soberano el contribuir al bienes­
tar de sus súbditos en el más allá de
una forma práctica; por ello es muy
frecuente que el faraón recompense o
distinga a sus cortesanos con objetos
para el ajuar del sepulcro (un sarcó­
fago, por ejemplo), con el beneficio
de una renta para el m antenim iento
del culto funerario, e incluso con una
tumba. Com o forma complementaria
para garantizar el mantenim iento de
una atención m ínim a tras la muerte,
algunos influyentes personajes consi­
guen el privilegio de colocar una esta­
tua suya en un templo, donde se be­
neficiaban de las ofrendas y cuidados
destinados en principio únicam ente a
las imágenes de la divinidad.
Es evidente que la mayoría de las
prácticas que acabam os de describir
son aplicables a las clases pudientes
de la sociedad egipcia, sabemos muy
poco de los sepulcros de las gentes
humildes, que han tenido menos opor­
tunidades de dejar testimonios, sin
embargo se h an encontrado cámaras
en las que se acum ulaban los sarcófa­
gos o los cuerpos a docenas; otra
práctica aún más modesta consistía
en enterrar modelos pequeños en m a­
dera de un muerto en su sarcófago
cerca de la tum ba de algún personaje
importante, con la esperanza de p ar­
ticipar en los beneficios de las ofren­
das o culto que se realizaran en su
honor (Erman).
La religión egipcia 55

V. Magia, superstición y hechicería

Es un hecho que la magia y la reli­ mago, consciente de sus poderes so­


gión tienen la m ism a raíz; aun qu e brenaturales, actúa por sus propios
con la evolución de las creencias y de medios y en vez de a la plegaria, recu­
la organización religiosa se separan rre al conjuro. De todos modos esta
de una manera más o menos clara, distinción es más teórica que real,
siempre queda entre ellas una banda porque no hemos de perder de vista
oscura de confusión e interacción. que el egipcio, al saber que la hk3 era
Ambas son un medio —en el princi­ un regalo de los dioses, no operaba
pio el único— de entender la reali­ necesariamente contra ellos o al m ar­
dad. de dom inar el m undo exterior y gen de ellos, dado que no hacía más
de librarse de los peligros que ace­ que utilizar algo que le habían otor­
ch a n al hom bre en su vida diaria. gado graciosamente.
Tanto una como otra se basan en la Es evidente que las ceremonias cul­
creencia en una fuerza que actúa so­ turales p artic ip a b an más o menos
bre todas las causas naturales, y que directamente de las manipulaciones
en egipcio se llama hk3. Esta fuerza mágicas: purificaciones, sahumerios,
pertenece a los dioses y ciertamente plegarias a Osiris, etc. Actúan ex opere
es la causa verdadera de su poder, en operato, es decir, por obra y gracia del
una palabra, lo que les hace superio­ rito, sin relación alguna con el valor
res a los hombres. Ahora bien, los moral del que la realiza. Pero el acto
dioses pueden otorgarla a los h o m ­ cultural no es puram ente mágico ni
bres, capaces de participar en sus po­ mucho menos. El sacerdote se purifi­
deres. Una vez alcanzado este poder, ca previamente, se somete a la volun­
el mago puede utilizarla para sus pro­ tad del dios, utiliza agua e incienso
pios fines, con un atrevimiento que le que son emanaciones divinas, dota­
lleva a intervenir en la m archa de los das de fuerza divina, y sobre todo tie­
procesos naturales estableciendo un ne conciencia de que realiza un sa­
vínculo de necesariedad entre su m en­ cram ento, que a u n q u e se pone en
te y el m undo exterior, vínculo que m archa por obra del hombre, tiene
tiende a la imposición de su volun­ fuerza en sí mismo. Pero no se puede
tad. Mientras que la religión en senti­ negar que incluso la magia inferior
do estricto utiliza la plegaria para pe­ tiene un sitio en el servicio divino y
dir a los dioses su intervención en los participa del culto de una m anera tí­
asuntos de este m undo o del otro, el picamente egipcia. M uchas veces y en
56 A ka l Historia d el M undo Antiguo

muchos relatos los dioses adquieren cam po más apropiado para ello. En
caracteres o limitaciones hum anas, y la medicina egipcia se mezcla la ob-
por ello están sometidos a peligros y una serie de conjuros para echar el
asechanzas. Para librarse de ellos re­ mal fuera del enfermo.
curren a la magia como único reme­ No podemos pasar po r alto un fe­
dio. El ejemplo más claro lo encon­ nóm eno que se produce con especial
tramos en la Disputa de Horus y Seth, incidencia durante el Imperio Nuevo.
texto en el que los trucos de Isis con­ La religión se teologiza p r o f u n d a ­
tra la Eneada rezum an un tono festi­ mente, y surge poderosa la piedad
vo, pero representan un estado m en­ personal. Paralelamente, y por múlti­
tal aceptado por todo el mundo. En ples razones, se desarrolla la magia
tono más serio podemos citar el libro en sus manifestaciones más vulgares,
de Apophis. En los templos se recita­ como lo demuestra la literatura con
ban diariamente conjuros contra Seth. los textos mágicos y el arte con la pro­
Hans Bonnet, a quien seguimos es­ liferación de los amuletos.
pecialm ente en este apartad o, cree
que a pesar de estos entrecruzamien- Modos de acción de
tos entre magia y religión, hay algo
que las distingue de una m anera cla­ la magia
ra; es la voluntad, la situación aním i­ Dicho lo anterior sobre la caracteri­
ca del que realiza las m anipulaciones zación general de la magia, debemos
mágicas y las religiosas. El primero tratar ahora sobre su ám bito y modos
ordena, el segundo implora. de acción. El poder mágico se extien­
En Egipto la magia tuvo una im ­ de a todo lo que teme o desea el h o m ­
portancia decisiva, tanto que E rm an bre en esta vida o en la otra. Ya he­
afirma que casi toda la religión está mos visto que incluso puede estar al
teñida de magia, y un h om bre de la servicio de la religión, y de hecho al­
sensibilidad religiosa de S. Schott lle­ canza al cam po de la política. Se trata
ga a decir que «la magia es un cáncer de u na magia superior que se m a n i­
desarrollado en el cuerpo de la reli­ fiesta frente a u n a m agia inferior.
gión egipcia». A esto añade A.A. Barb A m bas son legítimas y justificadas
«hay una proclividad congénita h a ­ por la religión, porque no existe el
cia este tipo de cáncer en la m anera concepto de magia negra, obra del
egipcia de p ensar, d o n d e m o ral e diablo, concepto creado por la teolo­
imagen eran realistas, no sólo sím bo­ gía medieval europea. Esto no quiere
los». Aunque podrían aparecer exa­ decir que en Egipto no haya una m a­
gerados estos juicios, se puede adm i­ gia prohibida; recuérdese el proceso
tir que magia y religión en su desa­ por la conspiración de finales del rei­
rrollo dialéctico conducen a una de­ nado de Ram sés III. C om o magia
gradación de la religión como se evi­ profana consideram os la magia de
dencia a lo largo de la historia de divertimento, tal como aparece en el
Egipto especialmente en la Baja Epoca. Papiro Westcar, que no tiene más fi­
Hay un campo típico de influencia nalidad que testimoniar la fuerza del
de la magia, y es el propiam ente cien­ mago. Carece de contenido religioso,
tífico. Es s a b id o p o r e tn ó lo g o s y y en m uchos casos es u n a ficción
antropólogos que en el origen de la literaria.
ciencia estuvo siempre la religión y El mago opera basándose en dos
por ende la magia. Ahora bien, en los principios básicos. Por u n lado la
estadios primarios la diferencia entre fuerza creadora de la palabra, y por
magia, religión y ciencia no se sentía otro el valor evocador de la imagen.
como tal, y en gran m edida éste es el La palabra, el nombre, es para el pri­
caso de Egipto. La m edicina es el mitivo la esencia de la cosa, y pro-
La religión egipcia 57
58 A k a l Historia del M undo Antiguo

servación más apurada posible de la eficaz en cuanto que obra por sí mis­
realidad anatóm ica y fisiológica con mo; tiene el poder en sí y basta llevar­
nunciarlo equivale en m uchos casos lo para estar protegido; no necesita
a crearlo. Así hace el demiurgo c u a n ­ del m ago p ara que el p o rta d o r se
do crea el mundo. Asimismo la im a­ sienta protegido sin necesidad de con­
gen, es decir, la representación a d ­ juro. Esta es la causa de su a b u n d a n ­
quiere una realidad completa. Este cia. La crux anxatci Cnh da la vida, las
principio lo conocemos desde el p a ­ coronas reales dan fuerza, la misma
leolítico superior, y hay que adm itir que produce el cartucho real que pro ­
que, desacralizado, co n tin ú a hasta tege el nom bre del faraón. Frecuentí­
nuestros días. Apoderarse de la im a­ simo es el wd3t, el ojo de Horus; sím­
gen es apoderarse del objeto o perso­ bolo del triunfo del dios de la luz, uno
na representados, y cualquier m ani­ de los amuletos preferidos desde el
pulación mágica de la imagen recae­ Imperio Antiguo, se encuentran a do­
rá sobre la persona u objeto. Las fór­ cenas en las tumbas. Es símbolo de la
mulas mágicas se fundan en el pri­ protección divina y tiene poder apo-
mer principio y las actuaciones sobre tropaico. El pilar dd, vinculado a Osi­
las imágenes en el segundo. Ejemplos ris, símbolo de la estabilidad, es un
de lo primero son abundantísim os en fetiche. Típico es el escarabeo, espe­
Egipto, el más conocido de los cuales cialm ente los llam ad o s «del c o ra ­
es la damnatio memoriae de los p ro ­ zón», con versículos del Libro de los
pios faraones como Hatshepsut, o in ­ Muertos. Decíam os antes que el te­
cluso de los dioses como Am ón d u ­ mor a la enfermedad y a la muerte ha
rante la persecución am árniea. Un sido y es la gran preocupación de la
ejemplo especial lo constituyen los hum anidad. En Egipto adquiere di­
llamados «Textos de execración» que mensiones especiales. Por una parte
pueden ser simples letreros escritos desarrolla una medicina precicntífica
en cerámica {ostraka) significando el que se expresa en términos objetivos
nombre del enemigo. Estos tejos se y propone remedios, pero que no pu­
rom pían en pedazos para provocar la do librarse de las com ponentes mági­
desgracia del n om brado en ellos. Pe­ cas, como la idea de que la enferme­
ro tam bién se escribían en figurillas dad es producto de voluntad hostil de
con lo cual se auna b an los dos princi­ un dios o de un demonio, verdaderos
pios: palabra e imagen. causantes del mal. Es un caso típico
El fin fundamental de la magia es de la historia del pensamiento m á­
la protección del hom bre y de los dio­ gico en evolución al científico, que
ses de los peligros que los am enazan, en Egipto n u n ca dio el paso deci­
como decíamos más arriba, tanto en sivo, como lo hará, siglos más tar­
esta vida como en la otra. No otra co­ de. la m edicina hipocrática griega.
sa son los Textos de las Pirámides desti­ Para conseguir su fin, el mago acu­
nados a proteger al faraón muerto en de a múltiples procedimientos, cuya
su ascensión hacia los dioses y su in ­ descripción minuciosa, en la medida
tegración en ellos. Más tarde los Tex­ en que nos son conocidos excede las
tos de los sarcófagos y el Libro de los metas de este ensayo. P ueden reducir­
Muertos cumplirán el m ismo com eti­ se a la transferencia, por la cual el m a­
do para el com ún de los mortales. go echa el mal a un animal que se co­
Aquí encaja la teoría de los in n u m e ­ loca al lado del enfermo. Es la técnica
rables amuletos mágicos que llenan universalmente conocida que tiene su
museos y colecciones privadas. Los máxim a expresión en el bouc émissai­
hay de oro. de bronce, de piedra, de re, que se aplica no sólo a la medicina
vidrio y sobre todo de pasta vitrea. La sino también a la liberación de los
del amuleto es la magia más barata y pecados. Otro método muy corriente
La religión egipcia 59

es el hecho de que el mago o el hechi­ y a los hombres, y asimismo al faraón


cero recite un c o n ju ro o fó rm u la y al estado, que en la m en talid ad
mágica arrogándose la personalidad egipcia son la misma cosa. Los arriba
del dios y diciendo: «Yo soy Isis»; a citados «Textos de execración» tienen
c o n tin u a c ió n relata u n a a n é cd o ta esta función. Sobre las figurillas de
ocurrida a esta diosa, que coincide barro se escribían los nombres de je­
con la situación que qiiicre remediar, fes de países extranjeros presumible­
por vía de reducción de una situación mente enemigos del faraón y de Egip­
a la otra. No podemos dejar de m en­ to, para ser pinchados, pisoteados y
cionar las «estatuas sanadoras», cuyo enterrados para que su destrucción
empleo era muy frecuente en la vida alc a n z a ra a los designados en los
cotidiana. Se encuentran en las puer­ nombres. El estado era igualmente
tas de los templos, en los caminos, etc. defendido por la magia del uraeus
Solían ir cubiertas de inscripciones que deslumbra a los enemigos en el
mágicas. Muy frecuentes son las este­ combate, lanzando sus rayos en me­
las de Horus que representan al dios dio de la melée. No debemos olvidar
agarrando serpientes, escorpiones, leo­ que también se atacó al faraón y al
nes y otros animales dañinos y vene­ estado por medio de la magia. En la
nosos o pisando cocodrilos. Las esta­ gran conjura que conocemos contra
tuas van cubiertas de textos, y están Ramses III uno de los procesados
m ontadas sobre un pedestal en forma «empezó haciendo escritos mágicos
de recipiente. La ceremonia mágica para atemorizar y a hacer dioses de
consiste en echar agua sobre la esta­ cera e imágenes de alguna gente para
tua. que discurre sobre los signos, y debilitar sus miembros». Otro de los
así em papada de su magia es bebida conjurados pide: «D am e un escrito
por la persona que busca remedio a que me dote de fuerza y poder», y se
sus males. Otras veces los textos están le dio «un papiro mágico de Usermare-
escritos en un cuenco por el que bebe M eriamón (Ramsés III), el gran dios,
el m en este ro so de ay u d a m ágica. su señor, y empezó a usar los poderes
Otras, se envía una estatua a países mágicos de un dios sobre el pueblo».
lejanos con fines curativos d a n d o El caso es característico. Algunos, co­
lugar a curaciones milagrosas, como mo S. Sauneron, lo interpretan como
el caso que nos relata la estela de magia negra, pero en nuestra opinión
Bentresh de una estatua de Khonsu se trata tan sólo de magia ilícita. Los
que viajó hasta el país de los h ititas papiros mágicos eran del rey, y el
para echar los demonios que se ha­ conjurado se los robó, empleándolos,
bían apoderado de una princesa. O la eso sí, para malos fines.
estatua de Ishtar, traída desde Nínive El mago puede actuar de muchas
para curar al decrepito Amenofis Til. formas, pero una muy característica
Una magia defensiva muy típica es es el conjuro, del que hay muchos ti­
la que se da en la propia escritura j e ­ pos distintos, no siendo los menos
roglífica. incluso desde los Ίextos de frecuentes los conjuros de am or para
las Pirámides. Consiste en m utilar los cautivar la voluntad del amado/a. A
signos que tienen forma de animal veces el mago ordena. otras emplea
dañino: leones, serpientes, abejas y palabras seductoras e invoca el as­
otros. También se les dibujan flechas pecto hum ano del dios. Hay ocasio­
clavadas para que. si se mueven, que­ nes en las que busca una deidad que
den paralizados por el dolor. Es una haya sufrido el mismo trance: Isis p a­
magia muy curiosa por cuanto que ra las quemaduras. Re y otros dioses
incide sobre la palabra como tal y su que salvaron a Osiris de las aguas. In­
rep resen tac ió n escrita. cluso se puede recurrir al chantaje
La magia debe proteger a los dioses buscando una deidad enemiga, como
60 A ka l Historia del M undo Antiguo

ocurre con M afdet p ara evitar las de los dioses puede ser perjudicial pa­
mordeduras de serpientes. Se invocan ra los hombres.
nombres secretos o en idiomas extra­ Volviendo a nuestro tema, el recita­
ños, o se dice que el escrito fue encon­ do del conjuro se hacía en voz alta,
trado de m anera misteriosa en grutas acom pañándose de gestos y acciones
peligrosas o de noche para d ar más que aum en tab an su eficacia.
o s c u r id a d a los p o d e re s m ágicos. Los conjuros mejor conocidos son
Bonnet aduce el ejemplo de un con­ de época helenística, que constan de
juro de Isis: «este escrito fue encon­ varias partes perfectamente caracteri­
tra d o de n o che, d e p o s ita d o en el zadas. 1) la ofrenda (επίζυμα), que
patio del tem plo de C optos com o consiste siempre en cosas simpáticas
secreto de esta diosa (Isis) po r el sa­ al ser conjurado y relacionadas con él
cerdote lector de este templo. La tie­ de m an era insoluble e interna; se
rra yacía en la oscuridad, pero en este quem an resinas o especies, con el h u ­
libro brillaba la luna en toda su ca­ mo que asciende se agrada al dios o
rrera. Fue llevado como maravilla al demonio. No se em plean ofrendas
rey Keops». La misma idea subyace sangrientas, pero sí piedras mágicas.
en una historia de época helenística, Se utilizaron narcóticos, cuyo hum o
escrita en un papiro demótico, cono­ aspirado m areaba al mago o al me­
cida por el nom bre de «Historias del dium y facilitaba la respuesta del dios.
setne Khamwas». Desde el punto de 2) la fórmula (λογο ^ άοιδή), por la
vista histórico-religioso puede servir que se m enciona el verdadero n o m ­
de paradigma de un aspecto del p e n ­ bre del dios, sólo conocido del mago,
samiento mágico egipcio. Khamwas por lo que adquiere fuerza sobre él.
es un personaje legendario, cuarto h i­ En este aspecto Isis «la rica en m a­
jo de Ramsés II, sacerdote setem de gia» se las ingenia mejor que nadie
Ptah que adquirió fama de sabio, cu­ para conocer el verdadero nom bre se­
ya sabiduría tiene necesariamente un creto de los dioses. Es curioso que los
gran componente mágico. «El prínci­ nombres egipcios no se puedan tra­
pe Khamwas, hijo de Ram sés II y ducir al griego. 3) la m anipulación
gran sacerdote de Ptah en Menfis, era mágica (πράξι^ι). Aquí entra toda la
un escriba muy instruido y un mago fabricación de muñecos, dibujos, carac­
que p a sa b a su tiem po e stu d ia n d o teres mágicos. 4) Desenlace (απόλυσιζ).
monum entos y libros antiguos». Des­ Si el dios accede a lo que se le pide
taquemos cómo se presentan unidas debe mostrarlo, borrando milagrosa­
la ciencia y la magia, p redom inando mente caracteres, nombres, etc.
al final la segunda. Se trata de un ca­ El mago debe ir purificado como el
so asimilable al de Im hotep y Amen- sacerdote y protegido por amuletos,
hotcp, hijo de Hapu. El caso es que pues el espíritu o el dios pueden re­
Khamwas se entera de la existencia volverse contra él y causarle daños
de un libro mágico escrito por el mis­ irreparables.
mo Thot y guardado en la tum ba de Finalmente hemos de decir que se
un príncipe llam ado Naneferkaptah, emplean una serie de materias rela­
enterrado en la necrópolis de Menfis. cionadas directamente con la magia,
Khamwas fue en su busca y vio el li­ que los griegos llam an ουσία o m ate­
bro mágico que irradiaba una luz vi­ ria prima mágica. C om prende las co­
vísima, pero el espíritu de N anefer­ sas más variadas, generalmente del
kaptah y el de su mujer Ahwere se cuerpo hum ano: cabellos, uñas, san ­
levantaron para defender su estimada gre, saliva, sudor, esperma, orina y
posesión y causaron toda clase de hasta excrementos. A veces se em ­
desgracias al curioso buscador. La plean objetos en contacto directo con
moraleja del cuento es que la magia los dioses o las personas, como los
La religión egipcia 61

vestidos, de gran interés en la magia de la adoración, guardados en escri­


isiaca. turas secretas. Form ado en esta sabi­
duría, Pitágoras, h o n ra n d o secreta­
La herencia de la m ente a los dioses, d em o stró una
m agia egipcia reconocida autoridad en todo lo que
dijo o creyó, y a m enudo mostraba su
Lo mismo que la religión propiam en­ muslo dorado en Olimpia, y se le veía
te dicha, la magia dejó una huella de vez en cuando h ablar con un águi­
pro fu n d a en el Egipto posterior, y la. Desde aquí Anáxagoras predijo
cuando el cristianismo se apoderó de una lluvia de piedras, y am asand o
las conciencias egipcias, la magia, tan barro de un pozo, predijo un terremo­
vinculada a Egipto, continuó actuan­ to. También Solón, ayudado por las
do como demuestran los papiros m á­ opiniones de los sacerdotes egipcios,
gicos griegos y coptos. En general de­ hizo aprobar leyes de acuerdo con la
muestran un estado tal de degradación medida de la justicia, y así dio tam ­
de la magia que ahora puede llamarse bién a la ley rom ana su más firme
hechicería. La razón de su supervi­ fundam ento. En esta fuente surgió
vencia es que responde a necesidades Platón y después de visitar Egipto,
vitales del ser hum ano, que busca por atravesó las más altas regiones del es­
todos los medios poner remedio a sus píritu y rivalizó con Júpiter y desem­
limitaciones: remedio a sus enferme­ peñó una gloriosa sabiduría».
dades, adquisición de poder y de ri­ Esta idea de que Egipto es fuente
queza, revelación del incierto futuro, de toda sabiduría, de toda religión y
satisfacción del sexo y del am or hacia de toda magia quedará como un lega­
una persona deseada, y, no menos do para toda la cultura occidental.
demasiado hum ano, acabar con los Allí se acudirá para justificar el apren­
enem igos. A d e m á s de los pap iro s dizaje de las ciencias ocultas y secre­
a b u n d a n las piedras grabadas, que en tas. S. Morentz ha destacado esto de
otro tiempo se consideraron gnósticas, m anera especial. Los españoles cono­
pero que no son más que amuletos cemos bien el tema porque Calderón
mágicos con representaciones de ani­ en El Mágico Prodigioso nos ha dado
males y personas con cabeza de ani­ una versión española del mago Ci­
mal: Anubis, Seth, Hathor, e inscrip­ priano que había aprendido sus artes
ciones en griego, siendo frecuente la en Menfis. Y Fausto, y La Flauta Mági­
palabra Abraxas = 365 (días del año). ca h u nden sus raíces en la magia y la
Para ilustrar la idea que tenía un religión egipcias. Es curioso que el
hom bre culto sobre el papel de Egip­ hum anism o renacentista en su afán
to en la creación de religiones y todo por el m undo clásico prefirió el Cor­
lo relacionado con ello, ya a finales pus Hermeticum, es decir las doctrinas
del s. IV d. de C. citamos a continua­ de Hermes Trimegistos, una reelabo­
ción un texto de A m iano Marcellino, ración de tradiciones egipcias hecha
XXII, 16, 20: «Si se quiere investigar en época helenística. Su traducción al
con mirada atenta las m uchas publi­ latín precedió incluso a la de Platón.
caciones sobre el conocimiento de lo Es digno de destacar que esta com bi­
divino y el origen de la adivinación, nación de religiosidad piadosa y m a­
se encontrará que la ilustración de gia fuera preferida po r los grandes
ello se ha extendido desde Egipto por humanistas, porque su tinte ilustrado
todo el mundo. Allí, por primera vez, lo hacía más asimilable por las clases
mucho antes que otros hombres, des­ cultas que la «magia negra» conde­
cubrieron las cunas, por así decirlo, nada por la iglesia oficial. En mayor
de las distintas religiones, y aún ah o­ o m enor medida el sabio renacentista
ra guardan los primeros comienzos y barroco bebió en estas fuentes.
62 AkaI Historia d el M undo Antiguo

Un ejem p lo de literatu ra m ágica: (Conjuro)


«Isis y los siete escorpiones» ¡Veneno de Tefen, ven, sal a la tierra!
No circules, no penetres.
[Isis]: Yo soy Isis. Cuando salí del falanste- ¡Veneno de Befen, ven, sal a la tierra!
rio dond e me había puesto mi herm ano
Soy la diosa Isis, señora de la magia, que
Seth, he aquí que me dijo Thot, gran dios,
hace conjuros, y sobresale en conjuros.
cabeza de la justicia en el cielo y en la Me obedecen todos los reptiles mordedores.
tierra:
Cae, veneno de Mestefet.
«Ven tú, diosa Isis. Es bueno escuchar.
No subir, veneno de Petet y de Tetet,
Uno vive si otro le guía. Escóndete con tu
No avanzar, veneno de Matet,
hijo, el joven, el que viene hacia nosotros.
cae abajo, herida de m ordedura.
C uando su cue rpo sea grande y tenga to ­
da su fuerza, harás que descanse sobre su Palabras de Isis la diosa de m agia entre
trono, habiéndole con ferid o la dign ida d de los dioses, a la que con firió G eb sus p o d e ­
príncipe de las dos tierras». res para echar el veneno en su poder:
Cuando salí a la hora de la tarde, salie­ ¡Atrás!, ¡Vete!, ¡Huye!, ¡Fuera, veneno!,
ron los siete escorpiones, que me esco l­ ¡No saltes al cielo!. C om o d ijo la am ada
tan, detrás de mí: Tefen, Befen, detrás de de Re, del hueyo de la oca s a lid o de!
mí; Mestet y Mestetef deba jo de mi lecho; sicom oro.
Petet, Tetet y Matet pro te giénd om e el c a ­ He aquí mis palabras, prescritas desde
mino. Yo les ordené duram ente y mis pa la­ la noche. Yo os digo:
bras penetraron en sus oídos: «Mientras estoy sola, habiendo borrado
«No conozcáis a un negro, no saludéis a vuestros nom bres reco rrien do los nomos,
un rojo, no distingáis el hijo del noble del no reconozcáis al negro. No saludéis al ro ­
de un m iserable. (Tened) vuestros ojos b a ­ jo, no miréis a las m ujeres en sus casas,
jos sobre el cam ino. G uardáos de poner vuestro rostro bajo hacia el suelo (ca m i­
sobre aviso a quienquiera que me busque no) hasta que lleguem os al escondite de
hasta que lleguem os a Persui, la ciudad de Khemnis».
las dos herm anas, com ienzo de la laguna y [La m ultitud]: Salve, viva el niño, m uera
el final de la prisión». el veneno, viva Re, m uera el veneno.
C uando llegaba a las casas de las m uje­ Puesto que sanó Horus por su m adre
res casadas, una señora me ve de lejos. Isis, que sane el enferm o igualm ente.
Cierra las dos puertas delante de mí. Fue [Isis]: Ahora que el fuego se ha extin gu i­
crue l según el ju ic io de m is c o m p a ñ e ­ do y el cielo se ha m ostrado p ro p icio por
ros. Estos se pusieron de acu erd o y p u ­ orden de la diosa Isis, venga la dam a y
sieron en com ún el veneno en el dardo tráigam e sus riquezas. Llenarán la casa de
de Tefen. la m oradora de la m arism a en beneficio de
Un habitante de la m arism a me abrió la la m oradora de la m arism a, porque me ha
puerta y entré en su casa fatigada. Tefen, abierto su cabaña. Mientras la dam a d e ja ­
que había entrado por deba jo de los b a ­ ba sufrir a los peticionarios por la noche
tientes de la puerta, pica al hijo de la dama. misma.
Fuego que ha salido en la casa de la dam a Esta ha gustado su boca, su hijo ha sido
sin que hubiera allí agua para apagarlo, el m ordido, ha entregado sus riquezas por no
cielo que llovería sobre la casa de la dam a haberm e abierto.
no estaba en sazón. Puesto que no me ha­ ¡Viva, viva el niño, ha m uerto el veneno!
bía abierto la puerta, su corazón estaba Pues fue cu ra d o Horus por su madre
afligido, porque no sabía si viviría el (niño). Isis, así será c u ra d o to d o el que sufre
Recorrió la ciu da d lam entándose, sin que igualm ente. Es el pan de ceb ad a el que
acudiera nadie a su voz. expulsa el veneno. Es la sal especiada de
He aquí que mi corazón tuvo piedad ha­ ajo que echa la fiebre del cuerpo.
cia el niño para hacer vivir a un inocente.
Com o puede verse se trata de un texto
Lo llamo: «Ven a mí. Mira mi boca, posee
dram ático, que se inserta en el ciclo de le­
la vida. Yo soy una joven c o n o c id a en la
yendas en torno a Isis, O siris y Horus, un
ciudad, que detiene al reptil con su orden.
tem a tó p ico en la literatura egipcia, es­
Me instruyó mi padre en el saber porque
pecialm ente del Im perio Nuevo y Epoca
soy su hija predilecta».
Extendió Isis sus manos sobre el niño Tardía.
para reanim ar al que no respira. (T raducción F. Presedo)
La religión egipcia 63

Bibliografía

Cooke, H .P.: Osiris. Studies in myth, m yste­ Frazer, J.C .: La R am a Dorada, M éxico.
ries a n d religion. L ondres, 1931 (r. 1979). 1961.
Cerny, J .: Ancient Egyptian Religion, L o n ­ M aspero, G.: Histoire A ncienne des Peuples
dres, 1952. de l'Orient Classique, P aris. 1895.
Daumas, F.: Les D ieux de L 'E gypte. P arís,
M orenz, S.: La Religion E gyptienne, Paris,
1965.
1977.
David, A. Rosalie: Religious R itual at A b y ­
dos, W arm inster, 1973. [Vlorct, A.: E l Nilo y la Civilización Egipcia.
B a rcelo n a, 1927.
The A ncient E gyptians: religions beliefs
a n d practices. L ondres, 1982. Petrie, W .M .F.: Egyptian beliefs in a future
life. A n c ie n t F.gypt, 1 (1914), pp. 16-31.
Dawson, W .R .: M a kin g a m u m m y . JE A,
X III (1927), pp. 40-9. Sainte Fare Garnot, J .: La vida religiosa en
el antiguo Egipto, B u en o s A ires. 1964.
Eliade, M.: Traité d ’histoire des Religions.
París, 1953. Sauneron, S .: Les Prêtres de l'ancien ne
Erman, Λ.: La Religion des Egyptiens, Paris, Egypte, París. 1967.
1937. Wallis Budge, F.: The Gods o f the E gyp­
Frankfort, H.: Reyes y Dioses, M ad rid , 1976. tians, L o n d res. 1904.

También podría gustarte