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HISTORIA
“¿MVNDO
A nugvo

LAS FINANZAS
PUBLICAS DEL
ESTADO ROMANO
DURANTE EL ALTO
IMPERIO
,
Esta historia obra de un equipo de cuarenta profesores de va­
f im m ,
rias universidades españolas pretende ofrecer el último estado
,
de las investigaciones y, a la vez ser accesible a lectores de di­
HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­
, ,
tores antiguos mapas, ilustraciones cuadros cronológicos y
orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con
°^MVNDO ,
un doble valor de modo que puede funcionar como un capítulo
del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
ANTÎGVO monografía. Cada texto ha sido redactado por. el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.

25. J. F ernández N ieto, La guerra 44. C . G onzález R o m án , L a R e­


del Peloponeso. pública Tardía: cesarianos y
1. A. C aballos-J. M . S errano, 26. J. F ernández N ieto, Grecia en pompeyanos.
Sum er y A kka d . la primera m itad del s. IV. 45. J. M. R oldán, Instituciones po­
2. J. U rru ela , Egipto: Epoca Ti- 27. D . P lácido, L a civilización líticas de la República romana.
nita e Imperio Antiguo. griega en la época clásica. 46. S. M ontero, L a religión roma­
3. C . G . W ag n er, Babilonia. 28. J. F ernández N ieto , V. A lon­ na antigua.
4. J. U rru ela , Egipto durante el so, Las condiciones de las polis 47. J. M angas, Augusto.
Imperio Medio. en el s. IV y su reflejo en los 48. J. M angas, F. J. Lom as, Los
5. P. Sáez, Los hititas. pensadores griegos. Julio-Claudios y la crisis del 68.
6. F. Presedo, Egipto durante el 29. J. F ernández N ieto , E l m un­ 49. F. J. Lom as, Los Flavios.
Imperio N uevo. do griego y F Hipa de Mace­ 50. G. C hic, La dinastía de los
7. J. A lvar, Los Pueblos del M ar donia. Antoninos.
y otros movim ientos de pueblos 30. M . A . R a b a n a l, A lejandro 51. U . Espinosa, Los Severos.
a fines del I I milenio. Magno y sus sucesores. 52. J. F ernández U biña, El Im pe­
8. C . G . W agner, Asiría y su 31. A. L ozano, Las monarquías rio Romano bajo la anarquía
imperio. helenísticas. I: El Egipto de los militar.
9. C . G . W agner, Los fenicios. Lágidas. 53. J. M uñiz Coello, Las finanzas
10. J. M . B lázquez, Los hebreos. 32. A. L ozano, Las monarquías públicas del estado romano du­
11. F. Presedo, Egipto: Tercer Pe- helenísticas. II: Los Seleúcidas. rante el A lto Imperio.
nodo Interm edio y Epoca Sal­ 33. A. L ozano, Asia M enor he­ 54. J. M. B lázquez, Agricultura y
ta. lenística. minería romanas durante el
12. F. Presedo, J. M. S erran o , La 34. M . A. R abanal, Las monar­ A lto Imperio.
religión egipcia. quías helenísticas. III: Grecia y 55. J. M. B lázquez, Artesanado y
13. J. A lv ar, Los persas. Macedonia. comercio durante el A lto I m ­
35. A. P iñero, L a civilización he­ perio.
lenística. 56. J. M angas-R . C id, E l paganis­
mo durante el A lto Imperio.
14. J. C . Berm ejo, E l m undo del ROMA 57. J. M. S antero, F. G aseó, El
Egeo en el I I milenio. cristianismo primitivo.
15. A. L ozano, L a Edad Oscura. 36. J. M artín ez-P in n a, El pueblo
58. G . B ravo, Diocleciano y las re­
16. J. C . Berm ejo, E l m ito griego etrusco.
form as administrativas del I m ­
y sus interpretaciones. 37. J. M artín ez-P in n a, L a Rom a perio.
primitiva.
17. A. L ozan o , La colonización 59. F. Bajo, Constantino y sus su­
38. S. M ontero, J. M artín ez-P in ­
gnegtf. cesores. La conversión del I m ­
na, El dualismo patricio-ple­
18. J. J. Sayas, Las ciudades de Jo- perio.
beyo.
nia y el Peloponeso en el perío­ 60. R . Sanz, E l paganismo tardío
39. S. M o n te ro , J. M artínez-P in-
do arcaico. n a, La conquista de Italia y la y Juliano el Apóstata.
19. R . López M elero, E l estado es­ igualdad de los órdenes. 61. R. Teja, La época de los Va-
partano hasta la época clásica. 40. G. Fatás, E l período de las pri- lentinianos y de Teodosio.
20 . R . López M elero, L a fo rm a- meras guerras púnicas. 62. D. Pérez Sánchez, Evolución
ción de la democracia atenien­ 41. F. M arco, La expansión de del Imperio Rom ano de O rien­
se, I. El estado aristocrático. R om a por el Mediterráneo. De te hasta Justiniano.
21 . R . López M elero, La fo rm a­ fines de la segunda guerra Pú­ 63. G . B ravo, E l colonato bajoim-
ción de la democracia atenien­ nica a los Gracos. perial.
se, II. D e Solón a Clístenes. 42. J. F. R odríguez N eila, Los 64. G. B ravo, Revueltas internas y
22. D . Plácido, C ultura y religión Gracos y el comienzo de las penetradones bárbaras en el
en la Grecia arcaica. guerras civiles. Imperio i
23. M . Picazo, Griegos y persas en 43. M .a L. Sánchez León, R evuel­ 65. A. Jim énez de G arnica, La
el Egeo. tas de esclavos en la crisis de la desintegración del Imperio R o­
24 . D . Plácido, L a Pentecontecia. República. mano de Occidente.
WmWum
HISTORIA
^MVNDO
A ntîgvo

ROMA
Director de la obra

Julio Mangas Manjarrés


(Catedrático de Historia Antigua de la
Universidad Complutense de Madrid)

Diseño y maqueta:

Pedro Arjona

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este libro, ni su tratamiento
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Los Berrocales del Jarama
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ISBN: 84-7600 654-3 (Tomo LUI)
Impreso en GREFOL, S.A.
LAS FINANZAS PÜBLICAS DEL ESTADO
ROMANO EN EL ALTO IMPERIO

Jo aq u ín Muñiz Coello
/
Indice

Introducción ..........................................................................................................................7
Las fuentes documentales y sus p r o b le m a s ..................................................................... 7

I. Los órganos de gobierno de la administración financiera


altoimperial......................................................................................................................... 9
1. El aerarium Saturni durante el Alto Imperio. Sus funcionarios.
Sus competencias .............................................................................................................. 9
2. Los ingresos y los g a s t o s ............................................................................................... 12
3. El aerarium m ilita r e ........................................................................................................14
4. Los orígenes del fiscus ...................................................................................................16
5. Los procuradores imperiales ........................................................................................ 18
6. Los ingresos del fisc u s ................................................................................................. 20
7. Los gastos del fisc u s ...................................................................................................... 22
8. El patrim onium caesaris y la res privata p rincipis ............................................... 24

II. La recaudación t r ib u t a r ia .........................................................................................29


1. Los censos y su elaboración. Sus funcionarios .......................................................29
2. Los intermediarios entre el estado y los contribuyentes ........................................ 32
3. Los problemas y la evolución del sistema recaudatorio ....................................... 35

III. Evolución de las finanzas públicas en el Alto Imperio .................................. 39


1. Los Julio-Claudios .......................................................................................................... 39
2. Los Flavios y los Antoninos ......................................................................................... 41
3. Los Severos hasta la crisis del siglo m .............................................................45

Bibliografía .......................................................................................................................... 47
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 7

Introducción

Las fuentes docum enta­ fue lo cotidiano ; aquello, las gestas


les y sus problemas militares, lo extraordinario.
Si tenem os en cuenta que para el
Decía Tácito (Annales, xtii, 31,1), que ciudadano romano el hecho tributario
era tradición debida a la dignidad del tuvo altas cognotaciones peyorativas y
pueblo rom ano el e n c o m e n d a r a los deshonrosas, es normal encontrar que
anales los sucesos resplandecientes y fueran pocos los autores que se ocupa­
dejar los detalles a los diarios de la ran de ello en sus escritos. ¿Para qué
ciudad. Y en efecto, las fuentes litera­ narrar algo que, presente en la vida
rias nos inform an sobre las grandes diaria, se consideró casi vergonzante y
c o n q u ista s y a n e x io n e s , las guerras nada aportó a la exaltación del nacio­
mantenidas por Roma contra toda cla­ nalismo del individuo o la patria? Es­
se de enemigos, y nos dan toda clase tos “ d e ta lle s” , como Tácito exponía,
de detalles sobre la vida y circunstan­ fueron asunto com o tantos otros in ­
cias de aquellos personajes que se j u z ­ m ersos en la vida del c iudadano, de
garon como protagonistas. Esta proli­ los diarios de la ciudad.
j i d a d de d a to s n o s ha p e r m i t i d o El resultado de estas valoraciones es
conocer con bastante precisión la his­ que apenas contamos con fuentes lite­
toria m ilitar de R om a y la biografía rarias que informen sobre los temas fi­
apasionada de bastantes de sus perso­ nancieros, los recursos del estado, los
najes. Todo ello fue del gusto de los sistemas de gastos e ingresos y la debi­
lectores de la época a quienes iban di­ da y real participación que todos los
rigidas estas historias, que les permitía ciudadanos tuvieron en la financiación
sentirse identificados con los héroes de las cargas del estado. De lodo ello
artífices del e n gran decim ien to de su conocemos a través de escasas referen­
común patria. cias, esporádicas puntualizaciones, in­
Por el contrario, nada de heroico o directas alusiones, todo ello en contex­
destacablc en sí mismo encierra la par­ tos ajenos al fenó m eno económ ico y
ticipación del ciudadano en las tareas refiriendo de p asada a estos hechos,
y cargas que permitieron al estado es­ como necesarios para argum entar las
cribir en política exterior sus páginas lín e a s m a e s tr a s de los i m p o r ta n te s
doradas. Y nadie duda que la gloria de a su ntos p o lític o s o bé lic os, que son
Roma sólo fue posible al sustentarse mayoría en los autores al uso.
en el dinero que aportaron sus ciuda­ Mejor información nos proporciona
danos y sú b d ito s p ro v in c ia le s. Esto el material epigráfico. A través de él
8 Akal Historia del Mundo A ntiguo

podemos conocer la estructura de car­ ten establecer repertorios de emisiones,


gos y oficios que se creó para el servi­ motivos conm em orativos y ocasiones
cio financiero imperial; los tributos que de los mismos, y, sobre todo, el estudio
administraron los funcionarios corres­ intrínseco de sus leyes, sus contenidos
pondientes; las m oras, resc ision e s y en cobre, plata y oro, su relación crono­
condonaciones fiscales que merecieron lógica en el contexto económico en que
de una conm em oración lapidaria; las aparecen; todo ello proporciona valio­
dificultades económicas que aquejaron sos datos para establecer las deprecia­
a los municipios para cumplir con sus ciones, devaluaciones, etcétera, como
obligaciones fiscales, y las liberalida­ reflejo de las crisis económicas, y en
des que algunos proceres sufragaron, suma, información precisa de las ten­
no sabemos bajo qué grado de volunta­ dencias financieras de amplios períodos
rismo, para paliar las crecientes necesi­ y el rum bo marcado por el estado en
dades de sus conciudadanos. En fin, la cada momento.
epigrafía permite plantear estudios so­ Acaso fuese más deseable una mayor
bre la sociedad y las relaciones sociales colaboración entre la investigación de
de cuantos ciudadanos romanos desem­ la historia económica y la numismática,
peñaron un papel activo en las finanzas áreas estrechamente conectadas, pero
del estado. que a mi juicio aún adolecen de la mu­
Un último material documental me­ tua ignorancia que tanto los dedicados
rece aquí citarse. Las monedas romanas a uno y otro campo presentan de Jos re­
procedentes de las excavaciones permi­ sultados de ambas ciencias.

Denario con la efigie de César divinizado


y denario de Q. Cepio Bruto
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio

I. Los órganos de gobierno de la


adm inistración financiera altoimperial

1. El aerarium Saturni adecuándolo a las crecientes necesida­


des que las circunstancias históricas
durante el Alto Imperio. imponían. Ya en el 78 a. de C., como
Sus funcionarios. Sus simbólico reflejo de este fenómeno, se
com petencias constituye un nuevo edificio, próximo
al del aerarium , con objeto de custo­
El aerarium Saturni fue el único órga­ diar en él la documentación relativa a
no financiero de la República desde su los temas financieros del estado. A este
creación a principios del siglo V a. de primer edificio, tabularium , desde el
C. Situado en las traseras del templo P rin c ip a d o seguirán otros ta b ularia,
de Saturno, al pie del Capitolio, su sede para archivar cuantos registros producí­
custodió el tesoro público del estado an los diferentes sectores del estado, y
romano hasta el advenimiento del Prin­ aún en las provincias, como continua­
cipado. El edificio, fechable hacia el ción del ámbito de gobierno de todo el
497 y restaurado de nuevo en el 42 a. Imperio.
de C., dio cobijo como archivo a toda AI frente de estos tabularia, en el
la documentación generada por el go­ Imperio estuvieron los curatores tabu­
bierno republicano, tanto en los asuntos larum publicarum , sustituidos en el Ba­
financieros como en los de toda índole jo Imperio por praefecti por lo que res­
política, desde leyes a senadoconsultos. pecta a los situados en Roma. En las
El aerarium venía a ser, a fines de la provincias, los tabularia, como archi­
República, el centro de toda la docu­ vos de las finanzas provinciales, se su­
mentación escrita generada por el esta­ bordinaron, al parecer, a la autoridad de
do en su actividad de gobierno. los magistrados financieros correspon­
La progresiva importancia del aera­ dientes, trabajando mediante una plan­
rium como sostén e instrumento de la tilla de auxiliares de rango inferior y
política senatorial culmina en el siglo i normalmente afecta a la condición ser­
a.de C., coincidiendo con la máxima vil. Pero en este caso este desarrollo no
ampliación de los límites del Imperio. debe adscribirse al aerarium , sino al
La complejidad y magnitud de las fi­ otro órgano financiero que surgiría con
n a n z a s d e l e s t a d o o b l i g ó a ir el Principado, el fiscus, que vino a asi­
re form a nd o c o n tin u a m e n te las leyes milar buena parte de la infraestructura
que regulaban este organismo, para ir de fun cionam iento desplegada por e!
10 A ka l Historia del M undo Antiguo

aerarium durante los siglos republica­ fórmula de César y ordena al senado


nos. que nombre a dos ex-pretores para que,
Al frente del aerarium y desde el si­ con título de praefecti, administren el
glo v a. de C. estaban los quaestores, aerarium cada año.
magistrados inferiores sine im perio, en Cinco años más tarde, en el 23 a. de
número de dos, ampliados a cuatro des­ C., el princeps da un primer paso efec­
de el 421, dos de ellos urbani y dos tivo para desposeer al senado del con­
más desplazados como auxiliares de los trol sobre el gobierno de este tesoro sena­
cónsules, elegidos todos por los com i­ torial, al decidir que los administradores
tia populi tributa. A lo largo de la Re­ del aerarium habrían de ser elegidos por
pública se observa cómo esta magistra­ sorteo. De esta forma, el órgano senato­
tura va am pliand o el núm ero de sus rial por excelencia ve enajenada su ca­
miembros, como secuela de la incorpo­ pacidad de maniobra política al no con­
ración de nuevas provincias, hasta lle­ tar con certeza con fieles colaboradores
gar a sumar los cuarenta cuestores de en la dirección de la fuente financiado-
época de César, si bien Augusto volve­ ra de su programa político. Los admi­
ría a fijar su número en veinte, siguien­ n istra d o re s del a e ra riu m , desde ese
do lo dispuesto en la constitución sila- año, serán dos praetores en ejercicio,
na, a través de su L e x C o r n e lia de que entrarían en el cargo el 1 de enero
viginti quaestoribus. Desde Augusto ya de cada año.
no se modificaría ese número de magis­ Esta situación, que inclinaba la ba­
trados, si bien acaso ello se debiera a la lanza del reparto del poder en Roma
pérdida de competencias e influencias hacia el princeps, a costa de los legíti­
que el aerarium va a sufrir en el marco mos representantes de la República, se
general de la política iniciada por A u­ mantendrá hasta el gobierno de Clau­
gusto. dio. En el año 44 este emperador da un
En efecto, para cualquier programa paso más en el proceso de asunción del
político a desarrollar desde el poder, control de los poderes públicos de la ya
sus artífices debían asegurarse el res­ m engu ad a adm in istració n senatorial.
paldo y plena colaboración de a e ra ­ En una inteligente combinación de re­
rium, por lo que el control de éste se sabios republicanistas, sólo superficia­
hacía im prescin dible. Ya el dictador les, y pretensiones autoritarias, Claudio
César, advertido de este hecho, introdu­ devuelve la dirección del aerarium a
jo la primera modificación en la estruc­ los antiguos cuestores. Pero estos cues­
tura de gobierno del aerarium, al substi­ tores serán elegidos directamente por el
tuir a sus administradores tradicionales, e m p e r a d o r , de e n tr e los e le g id o s y
los cuestores, por magistrados de rango nombrados cada año por el pueblo. Se
superior, significando con ello la tras­ aseguraba así, por un lado la plena ca­
cendencia concedida a la adm in istra­ pacitación de los directores del tesoro
ción y gerencia de ese tesoro público público, al devolverlo a sus antiguos
del pueblo romano. Así, en el 46, y an­ administradores, y por otro, la total fi­
tes de partir p a ra H isp a n ia , los dos delidad y confianza de contar con cola­
cuestores de Roma son reemplazados boradores de su ideario político de en­
por dos senadores ex-pretores con títu­ tre los que dirigían tan vital organismo
lo de praefecti aerar i Saturni. público.
Muerto César, de nuevo volverían El control imperial del tesoro senato­
los cuestores a hacerse cargo del tesoro, rial no necesitó de m ayores medidas
si bien esta reinstau ración del orden enajenadoras, como se demuestra de las
constitucional de nuevo Sería invalida­ escasas noticias que para época poste­
da con la llegada de Octavio al poder. rior a Claudio tenemos sobre interven­
En el 28 a. de C. Octavio Augusto, pri­ ción del princeps en esta caja pública.
mer emperador, vuelve a revitalizar la El crecimiento y consolidación del otro
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 11

tesoro del estado, el fis c u s , com o el el emperador, y eliminando, por tanto,


más importante órgano de finanzas en lo azaroso del sistema de sorteo, vigen­
el régimen imperial, fue a costa de sus­ te entre el 23 a. de C. y el 44 d. C.
traer competencias y fuentes de ingre­ Ningún otro cambio hubo en la evo­
sos al aerarium senatorial. Sólo algu­ lución del aerarium a lo largo de los si­
nos retoques se sumaron a la política glos imperiales, y así fue por no ser
imperial de control fehaciente del órga­ ello necesario a los intereses del Princi­
no republicano, com binando medidas pado. Nada tenía ya que ver el tesoro
anteriores con otras implantadas en el senatorial del siglo ii d.C. con la pleni­
reinado posterior a Claudio. Así, Nerón tud m anifestada aún en los primeros
devolvió en el 56 la gerencia del tesoro años de Augusto. Completamente neu­
a p raefecti, expretores, tal como A u ­ tralizado como órgano al servicio de un
gusto m antuvo entre el 28 y el 23 a. senado también domesticado, la histo­
de C., pero aplicando la experiencia ria del aerarium Saturni pasa a un se­
de Claudio al reservarse el derecho de gundo plano en los siglos imperiales,
designar directamente a estos praefecti hasta constituir un débil destello de lo
a partir de ahora sólo responsables ante que fue en la etapa republicana. El mis-

Tabla de equivalencias y precios Precios de esclavos, propiedades y e s ­


pectáculos

1 aureus = 25 d e n a rio s (*-) = 100 ses- Un esclavo ordinario oscilaba entre los 4
te rcios (HS) = 400 a s se s . y 8.000 HS, siendo inferior el precio tra­
tándose de una mujer. Pero un esclavo
Algunos salarios “de lujo” podía alcanzar los 700.000 HS.
A fines del siglo i d. de C. un le g io n a ­ De la misma forma, un ludus gladiato­
rio p e rcib ía 1.200 H S al año, 10.000 rio salía entre 30 y 200.000 HS, según la
lo s c e n tu r io n e s y d e 1 0 0 .0 0 0 a calidad de los contendientes empleados,
300.000 HS los oficia le s. Un pretoria- cuyos beneficios medios eran de 2.000
no in g re sa b a unos 4.0 0 0 HS por sus HS a 15.000.
s e rvicio s. Pero g e n e ra lm e n te los do- Los precios en Roma llegaban a cua­
nativa llegaban a trip lic a r los ingresos druplicar los del resto de Italia. Así, un
totales en todos los casos. modesto apartam ento no bajaba de los
2.000-4.000 HS de alquiler anual, y una
Precios de alim entos y objetos de uso casa de lo más modesto no se encontra­
diario ba a la venta por menos de 100.000 HS,
1 litro de vino o rd inario costaba de 2 a cantidad con la que se podía adquirir una
4 asses. Si el vino era de Falerno su ­ propiedad de tamaño medio, de tipo agrí­
bía a 8-16 a sse s. El litro de aceite se cola, en Campania.
v e n d ía a unos 3 HS. 1 m o d io (unos C ualquier casa lujosa en Roma, con
ocho litros) de trig o o rd in a rio costaba baños, jardines, etc., no bajaba de 3 mi­
unos 3 HS, llegando a los 7 u 8 H S si llones de HS.
era candeal. F in a lm e n te , los g a s to s de e n te rra ­
Por 4 H S podían tres personas co ­ miento ordinario en Pompeya no solían
m er m odestam ente en la P om peya fla- superar los 200 HS, considerándose de
via, durante un día, a base de queso, gran lujo uno de 5.000, y las fuentes es­
pan, vino y aceite. critas recuerdan como cosa memorable
Por 1 as podían com prarse en esa el millón que para sus exequias gastó un
m ism a ciudad una olla, un plato o una liberto de la zona, fuera de toda medida
lám para. Una m odesta tú n ica costaba si lo com param os con los 200.000 HS
15 HS y un mulo, 520 HS. que costó el funeral de Nerón.
12 AkaI Historia del M undo Antiguo

mo hecho observamos en sus antiguos canteras y las salinas, encargándose de


administradores, los cuestores, que si ello a particulares por cuyo arriendo el
bien no llegaron a desaparecer, queda­ aera riu m ingresab a p o rcen tajes p re ­
ron como simple escalón en la carrera viam ente definidos sobre la base del
de honores públicos del rango senato­ cálculo de los beneficios.
rial. Totalmente desvirtuado, el cargo El program a de c onstrucciones de
fue incluso adoptado por los emperado­ obras públicas, desde templos a calza­
res para su servicio personal, al nom ­ das, mercados, termas, etc., era objeto
brar de entre ellos a dos q u a esto res asimismo de una adjudicación median­
candidati p rincipis, que le acom paña­ te subasta a cargo de los censores, per­
ban en sus desplazamientos y viajes co­ cibiéndose rentas por cuanto servicio
mo meros auxiliares cajeros o pagado­ público pasara a ser explotado por la
res. A fines del siglo iv d. de C. el iniciativa particular. Junto a estos p u ­
aerarium pop u li rom ani era sinónimo blica, ultro tributa en las fuentes clási­
poco más que de la caja municipal de la cas, fueron cada vez más importantes
ciudad de Roma, a tal se había llegado los ingresos del aerarium en concepto
en el recorte de sus competencias eco­ de tributos recaudados en las provin­
nómicas. cias.
Al ser abolido en el 167 a. de C. el
tributum ex censu que gravaba las for­
2. Los ingresos y los tunas de los ciud adano s rom anos, el
gastos aerarium demostraba con ello una su­
ficiencia de recursos que hacía innece­
Los ingresos del aerarium Saturni sario el apelar a los bienes de sus ciu­
procedían de dos fuentes de recursos d a d a n o s . E s te s u p e r á v i t e s t a b a
perfectamente diferenciadas a lo largo originado por las contribuciones fisca­
de la República. Por una parte estaban les extraídas de los territorios domina­
las rentas de los bienes de dominio del dos, lo que sup o n ía una fu en te c r e ­
estado romano, existentes tanto en Ita­ ciente y re g u la r de dinero h acia las
lia como en las provincias, y por otra, arcas estatales, sin más garantía que la
los tributos directos y tasas impuestas inapelable presencia de las legiones en
a las p ro v in c ia s en su c o n d ic ió n de las provincias. Los habitantes de estos
súbditas de Roma. A estos ingresos, territorios, en virtud de pasar de ser
que podíamos estimar como regulares, propietarios de su suelo a ser sus usu­
hemos de añadir los extraordinarios o fru ctuarios, puesto que el senado se
irregulares generados por los resulta­ erigía en su nuevo propietario, paga­
dos de la política imperialista y belige­ ban un canon o un tributo cuya c o n ­
rante del senado frente a otros pueblos vertibilidad final estaba en relación,
de fuera de las fronteras. tanto con la riqueza o producción ge­
El senado, com o órgano re p re se n­ nerada en aquellos territorios, como en
tante del pueblo romano, poseía en su las exigen cias p resup uestad as por el
nombre num erosos bienes m uebles e senado.
inmuebles cuya explotación proporcio­ Así, había provincias que pagaban
naba rentas ordinarias que iban a parar un tanto alzado cada año, para perío­
al aerarium . Tanto en Italia como en dos de cinco años o lu stru m , stip e n ­
las provincias existían importantes lo ­ dium , convertible a su vez en metales
tes de agri p ublici, cuya asignación en preciosos, numerario o suplementos en
régimen de arriendo o venta definitiva especies. Otras provincias, de econo­
era objeto de una subasta dirigida por m ía p r e fe re n te m e n te cerea lista, so l­
los censores. A sim ism o, eran objeto ventaban sus débitos con una decuma
de explotación los monopolios estata­ o vicésim a del trigo o cebada cosecha­
les como las minas de oro y plata, las da, yendo a satisfacer la fuerte deman-
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 13
Es de suponer que la ascensión de
Augusto al poder supuso el inicio del
declive del aerarium como órgano fi­
nanciero más im portante del estado,
como anteriormente establecimos. Las
medidas políticas que los emperadores
adoptaron para anular la influencia de
esta caja como instrumento senatorial
fueron acompañadas de otras medidas
económicas encaminadas al mismo co­
metido. De esta forma, si a fines de la
República los ingresos medios anuales
del tesoro público, pese a los gastos de
guerras de esos decenios finales del siglo
i, eran del orden de los 400.000.000 HS,
con Augusto la situación económ ica
del aerarium , lejos de gozar del tradi­
cional superávit, necesitó de una in­
Dupondius del emperador yección de 150.000.000 H S que el pro­
Vitelio (69 d. C.) pio e m p e r a d o r dice en su pro c la m a
postuma haber suministrado en un to­
da q u e de a q u e l p r o d u c to s ie m p r e tal de cuatro ocasiones.
agobió a Roma. A veces las contribu­ El declive de la caja senatorial tiene
ciones en m etales se suplem entab an en la fecha de enero del año 27 a. de
con vicesim ae, y no estaba exenta de C. su primer paso cuando Augusto se
aplicación cualquier fórmula de pago asigna para su gobierno gran parte de
que, adecuada a las circunstancias de las provincias del Imperio. Ello supo­
cada región y circunstancia, repercu­ nía la pérdida de abundantes recursos
tiese favorablem ente en ingresos para financieros para el tesoro senatorial,
el aerarium . aún cuando asimismo se redujeran los
De esta form a, b osq ues, pastos y gastos de aquellas ad m inistraciones.
pesquerías, ocupantes aquellas de im ­ Las r e n ta s p r o v in c ia le s del s e n a d o
portantes extensiones de a g ri en las quedaron reducidas a las procedentes
provincias, eran explotadas mediante de las p r o v in c ia s de A c a y a , A sia,
concesiones a particulares, por cuyo África, Bética, Bitinia, Creta-Cirene,
usufructo el aerarium obtenía un ca­ Chipre, Sicilia, Narbonense y M acedo­
non o scrip tu ra (a ger com pascuus o nia, mientras que el resto del Imperio
s c rip tu ra riu s). Con las reservas que y las nuevas anexiones que en el curso
implica cualquier intento de cuantifi- de los siglos posteriores se irían pro­
cación de los ingresos del aerarium , duciendo, a costa de los actuales pro­
dada la caren cia de una d o c u m e n ta ­ tectorados y monarquías clientes, p a­
ción completa o al menos sucesiva en saron a contribuir en las arcas creadas
cuanto a períodos cronológicos, algu­ por el Principado hasta totalizar alre­
nos datos son significativos al respec­ dedor de la veintena de provincias, en
to. A mediados del siglo i a. de C. el época de Augusto.
tributo de las Galias y de Egipto su­ Los gastos imputables al aerarium
p o n í a un t o t a l de 8 0 . 0 0 0 . 0 0 0 H S aumentaron desde la llegada al poder
(sestercios), y en tiempos de Pompe- de Augusto y hasta la asunción por és­
yo, Plutarco nos cifra las rentas tota­ te de parte de los mismos, por cuanto
les del aerarium para un año en unos no hubo paralelismo en la transferen­
trescientos cuarenta millones de ses­ cia de ingresos con la transferencia de
tercios. nuevos gastos originados a partir del
14 A kal Historia del M undo Antiguo

nuevo régimen. La equiparación de in­ ción, se explica fácilmente que el défi­


gresos-gastos no llegaría al aerarium cit crónico al que estuvo abocado no
en el Imperio hasta la plena puesta en pudiera ser enjugado ni aún con aquel
marcha y funcionamiento de la nueva fondo tradicional de reserva, aerarium
estructura económica del Principado. sanctius, que se nutría con el producto
Antes de Augusto, el aerarium su­ de la vicesim a lib erta tis, o 5% sobre
fragaba el mantenimiento del ejército, el im porte de las m a n u m is io n e s de
en sus pagas o stipendia -término éste esclavos.
que designaría desde época primitiva a Por la vía de los hechos, el a e ra ­
las recaudaciones hechas con el fin de rium Saturni quedaba supeditado a las
cubrir los sueldos militares, y por ex­ subvenciones de los em peradores co­
tensión luego sinónimo de tributo—, y mo fórmula de existencia. Ni aún en
suministros de legiones y flota; las sus provincias asignadas gozó del ex­
obras públicas, la organización de es­ clusivo monopolio del aprovechamien­
pectáculos regulares, los gastos de la to de sus recursos. A lo largo de los si­
administración del estado -fondos pa­ glos altoimperiales, observamos cómo
ra los magistrados provinciales y mer­ a través de decisiones imperiales que
cedes y avituallamiento a la cohors reorganizan el estatuto jurídico de al­
apparitor ia - , organización del culto, gunos te rr ito r io s , de c r e a c io n e s de
tropas de Roma y defensa de la ciu­ nuevas tasas por el fisc u s, o por la m e­
dad, entre los gastos más importantes. ra acumulación de intereses -legados,
Acaso la· partida más relevante desde herencias, d o n a c io n e s , c o n f is c a c io ­
el siglo i a. de C. fue la destinada a nes-, la presencia de las finanzas im­
fi umentationes, donativa y congiaria, periales va extendiéndose por las pro­
que en el Principado llegaran a supo­ vincias senatoriales, hasta el punto de
ner una enorme carga económica para ser, si no de iure, sí de fa c to , la admi­
las arcas imperiales, pero que no po- nistración del p rin c e p s la verdadera
diían entenderse fuera del populismo destinataria y beneficiaría de las rentas
desarrollado a partir de la actuación de de todo el Imperio. A finales del siglo
los Gracos a fines del n a. de C. ii d. de C. podía resultar p arad ójico
Con Augusto el mantenimiento de que la provincia senatorial de Bética
las 25 legiones en activo, más los su­ fuese la más rentable a los intereses
ministros de avituallamiento en cam­ imperiales en Hispania.
paña de los socii —tropas auxiliares de
los aliados itálicos y provinciales-, el
tian sp orte y la flota suponían unos 3. El aerarium militare
240.000.000 IIS anuales, según cálcu­
los aproximados. A esto habría que El licénciamiento de las legiones en
añadir unos 35.000.000 HS de gastos activo suponía una perentoria necesi­
de las cohortes urbanae y el cuerpo de dad para d e s c a rg a r de g a sto s al ya
9.000 preteríanos de Roma. Los repar­ abultado presupuesto militar del esta­
tos de trigo sumaron durante el gobier­ do. Pero al mismo tiempo, la existen­
no de Augusto 60.000.000 HS, que be­ cia de miles de v eterano s cuya vida
n e f i c i a r o n a 2 0 0 .0 0 0 ciudadanos, había transcurrido en filas, con la in­
número en que quedó fijado los recep­ cierta expectativa de reincorporarse a
tores de estas distribuciones. Si uni­ la sociedad con algún medio de vida
mos estos dispendios a la carga que que les permitiera hacerlo, planteaba
supuso para el tesoro senatorial el asu­ un serio problema al estado, toda vez
mir los gastos de funcionamiento del que era im p e n sa b le s u p o n e r que el
nuevo régimen imperial, muy pródigo mercado de trabajo que ofrecía la es­
en obras públicas y espectáculos en tructura e c o n ó m ic a r o m a n a p u d ie ra
los primero momentos de consolida­ absorberlos sin dificultades. Todo esto
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 15
además en una Roma donde ya el pro­ La obra de Augusto
b le m a p r i n c ip a l y c o t i d i a n o era el
m a n te n im ie n to del g ran n ú m e ro de “En cuatro ocasiones tuve que asistir al
desocupados que poblaban sus calles. aerarium con mi propio dinero, tra n sfi­
Sin duda Augusto tuvo muy presen­ riéndole ... 150.000.000 HS, y en el con­
te el cúmulo de problem as que el li­ sulado de Marco Lépido y Lucio Arruntio,
cénciamiento masivo de legionarios de transferí de mi patrim onium 170.000.000
los e jércitos de M ario, Sila o C ésar HS al aerarium militare, que fue instituido
o c a sio nó a la R epú blica. P ro ble m a s por mi consejo para crear un fondo para
que aún coleaban, nunca resueltos a los so ld a d o s que h a b ía n c o m p le ta d o
satisfacción de las partes, y que de al­ veinte o más años de servicio”.
guna forma habían contribuido a crear
la situación óptima en la que él había ( Res G estae D ivi A ugusti, Ed. Loeb
tomado el poder. En este contexto de Classical Library, transi, by F. W. Shipley)
previsión es cuando en el año 6 d. de
C. decide Augusto colaborar con el se­
nado en la asistencia económica al sol­ “ (A u g u s to ) le g ó al p u e b lo ro m a n o
dado veterano que, tras cumplir su lar­ 40.000.000 HS, 3.5000.000 HS a las tri­
go servicio en el ejército, se licenciaba bus, 1.000 a cada uno de pretorianos,
con la perspectiva de acceder a algún 500 a cada uno de los soldados de las
m edio de vida, ya m ediante la tradi­ cohortes y 300 a cada legionario. Ordenó
cional parcela agrícola, ya con la dis­ que estas cantidades se hicieran efecti­
posición de algún dinero que le permi­ vas al contado, pues las tenía retenidas
t i e r a e m p r e n d e r la a v e n t u r a de como fondos de reserva en su tesorería.
reincorporarse a la vida civil. O torgó adem ás otros m uchos legados
Se constituye, por tanto, una caja de pero de cuantía muy diferente, algunos
previsión económica, el aerarium m i­ ascendían a 20.000 HS. Fijó para el pa­
litare, con cuyos fondos se entregaba go de estos legados un año como máxi­
al veterano una cantidad en razón de mo. Se excusaba de que su fortuna per­
sus años de servicio y méritos bélicos. sonal no fuese m ayor y hacía co n sta r
Esta caja recibía inicialmente un fon­ que sus herederos no percibirían más de
do de 170.000.000 H S a cargo de la 150.000.000 HS, pues aunque según de­
fortuna personal del propio e m p e ra ­ cía en los últimos veinte años hubiese in­
dor, al objeto de atender las primeras gresado 4.000.000.000 HS procedentes
necesidades, y vista la penuria del a e­ de los testam entos de sus am igos, no
ra riu m S a tu r n i. Su l i q u id e z f u tu ra obstante había invertido esta cantidad
quedaba asegurada al asignársela las casi íntegramente, así como las dos he­
rentas de dos vectigalia, uno de ellos rencias de sus padres, en favor del esta­
creado expresamente para este fin. Se d o .... El te rc e ro (ro llo de te sta m e n to )
trataba de la antigua centesim a rerum contenía un inventario de los recursos
venalium , 1% del importe de todas las del imperio, consignando en él cuántos
tran saccio nes m ercantiles realizadas soldados había en filas y sus respectivos
en los mercados, y la nueva vicésima puestos de destino, las sumas disponi­
hereditatium , 5 % del valor de todas bles en el aerarium y el fiscus y a cuenta
las herencias transmitidas entre ciuda­ de los tributos pendientes aún de parte
danos romanos, a partir de un importe de su pago. Citaba también el nombre de
m ínim o que, en tiem pos de Trajano, los libertos y esclavos a quienes podía
acaso por la extensa nóm ina de sus exigirse que rindieran cuentas”.
eventuales contribuyentes, acaso por
resultar suficiente los ingresos del otro (S uetonio, Augustus, 101, 2-3, trad,
vectigal para sus fines, se situaba en de M. Bassols de Climent, Ed. Alma Ma­
un valor patrim onial tan restringido ter, Barcelona, 1964)
16 Akal Historia del M undo Antiguo

como era el de valor igual o superior a costumbre, cuando Augusto en el 27 a.


100.000 HS. de C. asume el control directo de bue­
Como el a erarium Satu rn i, al que na parte de las provincias del Imperio,
en principio se asimiló, el aerarium en su calidad de procónsul, recibió co­
m ilitare estaba dirigido por un c o lle ­ mo cualquier otro gobernador un pre­
gium de tres e x - p re to re s , e le c to s al supuesto de gastos a cargo del aera ­
principio por sorteo, luego por desig­ rium, que pasó a ser ingresado en cada
nación im perial, con título de p r a e ­ uno de los fis c i que, lógicamente, que­
fe c ti con cargo de d u ra c ió n trien al. daron constituidos en cada provincia.
Hay motivos para pensar que la nueva La duración del imperium recibido co­
caja estuvo ubicada cerca del templo mo procónsul, primero temporal, lue­
de Saturno, en el templo de la C o n ­ go de por vida, más la acumulación de
cordia, inaug urado por T ib erio para poder y autoridad que suponía el n ú­
este fin en el año 10, cuando aún rei­ mero de provincias adm inistradas si­
naba Augusto. m u ltá n e a m e n te , fu e ro n los fa c to re s
Aunque no poseemos testimonios al que d ete rm in a ro n el fo rta le c im ie n to
respecto, la e s tru c tu ra de fu n c io n a ­ del fisc u s del emperador, hasta llegar a
m ie n to del a e ra r iu m m ilita r e se ría constituirse, en principio, en una enti­
muy similar a la del aerarium S a tu rn i, dad económicamente tan fuerte como
disponiendo de archivos en los tabula­ el aerarium por la cantidad de recur­
ria situados en lugar anejo, y del co ­ sos acumulados.
rrespondiente cuerpo de auxiliares ne­ No parece, por tanto, aceptable pen­
cesario para el funcionamiento interno sar que la creación del fisc u s, sus orí­
de este nuevo organismo de las finan­ genes, sea un h echo p ro duc to de un
zas del Imperio. acto jurídico ex novo, como sí ocurrió
para a lg u n a s o tras in s titu c io n e s del
Principado. Más bien se presenta c o ­
4. Los orígenes del mo resultado de la prominencia alcan­
fiscus zada por su usufructuario, el princeps,
en los años que transcurrieron hasta la
El térm ino fis c u s d e sig n a en p rim e r asunción total del poder del estado.
término “cesta o esportilla de m im bre” El poder de Augusto fue detonante
destinada a contener dinero, y por e x­ del poder económico de su fisc u s pri­
tensión, el capital en metálico de cual­ vado. El p ro b le m a se p la n te a rá a la
quier ciudadano rom ano. D urante la hora de la necesaria delimitación entre
República se empleaba el término f i s ­ lo público y lo privado, conceptos és­
cus en la estructura estatal para refe­ tos que marcharon unidos en los pri­
rirse al dinero que todo gobernador re­ meros decenios del nuevo régimen, y
c ib ía del s e n a d o p a r a s u f r a g a r los que evolucionando en perfecta simbio­
gastos de administración de la provin­ sis a c a b a r í a n p o r s e r r e d e f i n i d o s ,
cia a la que marchaba destinado. C o­ avanzado ya el p e ríodo de los Julio-
mo al parecer estos fon do s, durante Claudios.
bastante tiem po, no r e q u irie ro n una Durante gran parte de su vida, A u­
justificación ulterio r de su gasto, al gusto c o n sid e ró su a c tiv id a d de g o ­
término del oficio - n o ocurría así con biern o com o un p e río d o tran sitorio ,
los dineros generados por la recauda­ necesario para asentar de manera defi­
ción tribu taria-, era habitual que las nitiva la paz en el Imperio. Transcurri­
sumas percibidas por este concepto se do este período, de nuevo los poderes
mezclasen con la fortuna particular del asumidos personalmente por él, serían
magistrado, de modo que finalm ente d e v u e lto s al se n a d o y la R e p ú b lic a
se administrasen indistintamente. quedaría reinstaurada. Así lo manifes­
En este contexto establecido por la tó públicamente en algunas ocasiones
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 17
y a este sentido dado a su papel políti­ tauración de la República, Augusto ad­
co responde la ausencia de directrices ministró las provincias imperiales des­
concretas en materia financiera, que de el 27 mediante legados, según los
resultaran un plan completo de abor­ usos aplicados desde Pompeyo, y en el
dar una alternativa financiera total, pa­ plano económico, limitándose a lige­
ralela a la que el aerarium representa­ ras mejoras en los sistemas de recau­
ba para la administración senatorial. dación tributaria, a través de su fiscu s
Si su posición era transitoria en el particular, por lo que nada había que
dominio del estado, no cabía por tanto impidiese la identificación del estado
articular una administración financiera con su persona.
institucional nueva, ya que cumplida Cuando A ugusto se enzarzó en la
su tarea de servicio a Roma, Augusto laboriosa tarea de buscar un sucesor,
devolvería al aerarium Saturni las ple­ e s ta b a c la r o q ue en los p l a n e s del
nas competencias en todos los asuntos p r in c e p s el re to r n o a la R e p ú b l ic a
económicos del gobierno. Sólo cabía cuando menos era ya una promesa cu­
establecer, durante el tiempo en que a yo c u m p lim ie n to ya no se j u z g a b a
su juicio y con consentimiento del se­ dentro de lo posible, en los últim os
nado sus servicios fueran necesarios, años que le restaban en el poder. No
unos mínimos mecanismos de colabo­ nos es posible afirmar si, en estos últi­
r a c ió n en las tareas del estad o, que mos años de gobierno, Augusto ya ha­
evitasen un vacío de poder y de la ad­ bía tomado conciencia sobre la reper­
m inistración, sobre todo en aquellas cusión del régim en por él instaurado
provincias cuya dirección había recaí­ en vida política de la Urbs, y las difi­
do en su persona. cultades que surgirían para sus suceso­
Así, y en tanto se volvía a la reins­ res al intentar la vuelta a la constitu­

Foro de las corporaciones de Ostia


18 AkaI Historia del M undo A ntiguo

ción republicana. En cu alq uier caso, manifiesto que Augusto se abstuvo de


nada hizo Augusto durante su gobier­ organizar una estructura financiera que
no que le identificase como contrario a viniera a asumir las competencias del
la devolución de los poderes al sena­ aerarium . Pero en tanto se retornaba a
do, pero al mismo tiempo, su fórmula la normalidad republicana, era necesa­
transitoria de administrar el estado, de rio atender las necesidades cotidianas
m a n e ra p e rso n a l, por re c h a z a r todo que el gobierno de un Imperio plantea­
programa sustitutorio de la estructura ba. En este contexto de no interferen­
existente, sería adoptada por sus suce­ cia con la institución senatorial, el em ­
sores y elevada a la categoría institu­ p e ra d o r, a r is tó c r a ta qu e so b re v ie n e
cional, pasando este peculiar modo de con poder soberano, a la hora del go­
gobierno a identificarse con el postu­ bierno se inspira en la tradición o cos­
lado político del Principado. tumbre de los de su casta. Y así como
Cuando Tiberio accede al trono, re­ los ricos s e n a d o re s de la R e p ú b lic a
cibía de Augusto un conjunto de p ro­ tienen a su servicio cierto número de
vincias que proporcionaban enorm es secretarios, libertos o esclavos, que di­
sumas de dinero cada año, y que iban rigen los asuntos y administran su pa­
a parar a su fis c u s de Rom a. F iscu s trimonio, así el César, sin ser excep­
que al morir Augusto ya contaba con c ió n a la r e g la , u ti liz a su p e r s o n a l
un superávit de 100.000.000 H S y que particular para adm inistrar los dom i­
el sucesor de Tiberio, Cayo, recogería nios y bienes que, bajo su dirección
con 2 .7 0 0 .0 0 0 .0 0 0 H S. T ib erio, por como princeps, se reparten por todo el
tanto, hereda como prin cep s el fisc u s Imperio.
de Augusto y a su vez Cayo lo recibe D om inios que a m ed ia d o s del s i­
con máximos fondos de Tiberio. Supo­ glo i se repartían en 31 provincias y
nen estos pasos una primera desvincu­ protectorados, y patrimonio que supo­
lación de los bienes del estado, ingre­ nía el conjunto de las recaudaciones
sados en el fis c u s , de la persona que tributarias, pertenecientes ahora al f i s ­
los adm inistra, el em perador, a cuya cus. Durante los Julio-Claudios serán
muerte tales fondos no son considera­ los libertos imperiales quienes dirijan
dos como personales o particulares, si­ los distin to s s e rv ic io s fin an c ie ro s y
no como institucionales. Pero parece administrativos que irán creándose en
ser opinión generalizada que no fue si­ el incipiente organigrama de la adm i­
no hasta Claudio, m ediado el siglo i, nistración imperial. Desde los Flavios
c u a n d o el fis c u s q u e d ó p l e n a m e n te y sobre todo con los Antoninos, sin re­
consagrado como la caja imperial del legar definitivamente a los libertos, se
e stado ro m a n o en c o n tr a p o s ic ió n al incorporarán los equites a los distintos
aerarium Saturni como caja del sena­ puestos del servicio imperial, propor­
do. Claudio daría un paso adelante en cionando a sus actuaciones una mayor
la configuración de la administración p ro fesio n alid ad y esp ecializació n ,
financiera con centro en el fisc u s, ade­ dentro de una burocracia cada vez más
cuando el modelo augusto a los c o m ­ compleja y aún insuficiente para res­
plejos cometidos a desempeñar en los ponder a las crecientes demandas del
dom inios del e m p e ra d o r por todo el estado.
Imperio. De este modelo pasamos aho­ No parece que sea antes del final
ra a hablar. del siglo II cuando podamos hablar de
una ad m inistración imperial c o nsoli­
dada en todos sus servicios, con un
5. Los procuradores número no inferior a 200 puestos espe­
imperiales cializados y distribuidos en escalones
je rá rq u ic o s, cuyos a n teced entes más
A n te r io r m e n te h a b ía m o s p u e s to de primitivos desde luego nos remontan a
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 19
Augusto. Parece que ya con Augusto radores. No de otra form a podíam os
se inició la articulación de un organi­ esperar que se actuara en una organi­
grama de los funcionarios adscritos a zación administrativa surgida del p e­
los distintos servicios imperiales. E s­ culiar concepto que cada em p erad or
tos funcionarios, que lo fueron a partir tenía de la tarea de gobierno y del es­
de recibir un salario determinado por tado. Con tales premisas, la costumbre
el servicio desempeñado, se integraron provocaría la institucionalización del
a lo largo del siglo i en tres escalas de­ sistema a finales del siglo n.
finidas según los emolum entos perci­ El nivel superior de puestos a de­
bidos por sus actividades. Así, y con sempeñar por los servidores imperia­
el título administrativo de procurator, les, los trecenarios, abarcaba un limi­
expresión antigua que venía a definir tado número de servicios. Suponían el
al ciudadano con poder delegado que codiciado final de cualquier carrera de
cuida o dirige los asuntos de otro, en honores ejercida junto al emperador, y,
este caso el p rin cep s, quedaron consti­ por supuesto, eran cargos ejercidos en
tuidos tres g ru po s de p ro c u ra d o re s , Roma. Consistían en las praefecturae
por cuyos servicios recibieron 60.000, de la Annona, de Egipto, de las flotas
100.000 y 200.000 HS al año. La ca­ sitas en Misena y Rávena, y del p ra e­
tegoría otorgada al servicio, ya fuera torium de la ciudad. También tenía es­
ejercido en la corte imperial o en R o ­ te rango el procurator a rationibus, di­
ma, ya en las provincias donde aquella recto r del fis c u s c e n tra l de R om a y
corte tenía intereses, decidía la a d s­ auténtico ministro de la hacienda im­
cripción en uno u otro de los niveles perial. Del a rationibus dependían to­
existentes. dos los procuradores generales de las
F i n a l m e n t e , c u a n d o f u e r o n los provincias imperiales, que en nombre
equites quienes de modo general ocu­ del César dirigían los asuntos econó­
paron la mayoría de ios puestos civi­ micos y financieros de sus regiones.
les, la escala de ingresos quedó com ­ Su nivel era ducenario si la provincia
p l e t a d a c o n un n iv e l s u p e r i o r , el estaba dotada de un legado de rango
trecenario (300.000 H S), reservado pa ­ consular, y centenario si aquel lo era
ra los principales servicios centrales de rango pretorial. Eran asimismo du­
de la administración económica impe­ cenarios (200.000 HS) todos los pro­
rial. Quedó de esta forma configurada curadores que estaban al frente de al­
una au tén tica carrera a d m in istra tiv a gún servicio centralizado en Roma, ya
que para los equites venía a suponer la ejercido en la cancillería del em pera­
s a t i s f a c c i ó n de u n a s a s p i r a c i o n e s dor - e r a n los ab epistu lis latinis, ah
surg id a s para e m u la c ió n del c u rsu s ep istu lis g ra e cis, a c o g n itio n ib u s, a
honorum de los senadores. studiis, a libellis, a consiliis, a cu b i­
Es necesario decir que la estructura culo, etcétera,- ya en los departamen­
de salarios según los servicios en don­ tos financieros y económicos imperia­
de se desempeñaba el puesto, a excep­ les. Los m á s i m p o r t a n t e s de e s to s
ción del nivel superior, no fue nunca últimos eran los servicios que adm i­
algo inalterable, y un examen detenido nistraban cada uno de los impuestos
de las fuentes epigráficas, fundam en­ pertenecientes al fis c u s - procurator
tales para este apartado de la historia vicesim a e h e re d ita tiu m o 5% de las
socioeconómica de Roma, nos muestra herencias, procurator vicesim ae liber­
que cada emperador hizo los cambios ta tis o 5% sobre las m a n u m is io n e s,
que consideró oportunos, ya fuese por procurator portorii, o tasas entre el 2
la im portancia cobrada por un d eter­ y el 5% del valor de todo producto en
m inado serv icio, com o po r el deseo tránsito - o de los que dependían los
imperial de premiar de modo especial procuradores provinciales asignados a
a sus favoritos y más íntimos colabo­ cada uno de estos tributos en sus dis-
20 Aka! Historia del M undo Antiguo

tritos, y que tenían rango sexagenario lista de integrantes de cada servicio.


(60.000 H S) cuando la provincia era En un ran g o s u p e r i o r a c tu a r o n los
de r a n g o p r e t o r i a l , o c e n t e n a r i o subprocuratores o adiutores p ro cura­
(100.000 HS) si era consular o su j u ­ to r is , n o rm a lm e n te s e x a g e n a rio s , y
risdicción comprendía a varias provin­ ios subpraefecti o adiutores praefecti,
cias pretoriales a un tiempo. en el escalón superior del cursus. Por
Cada fuente de ingreso que revertía debajo y sin aparente e structuración
en la caja im perial era adm inistrada jerárquica eran legión los dispensato­
por un procurador concreto. El p ro cu ­ res, curatores, exactores, arkarii, ser-
ra to r h e re d ita tiu m a d m in is tra b a los vi, c o n tr a sc rip to re s, sc rib a e , etc...,
legados y herencias donadas al p r in ­ que atendían en cada una de las pres­
ceps, pudiendo generarse servicios es­ taciones originadas por la gestión del
pecíficos cuando la magnitud del pa­ servicio.
trimonio a administrar lo recomendaba
-tal ocurría con el kalendarium Vege-
tiani - , situación que podía repetirse 6. Los ingresos del fiscus
en el servicio del procurator ad bona
dam natorum , bienes confiscados a los Examinemos ahora qué ingresos eran
reos, - c o m o en el caso del p ro cu ra ­ administrados por el fisc u s y cuál era
tor ad bona P la u tia n i-. Un p ro c u ra ­ la procedencia de los mismos. En prin­
tor ad bona caduca o vacantia adm i­ cip io d e b e m o s a g ru p a r las d iv e rsa s
n i s t r a b a los b i e n e s l e g a d o s en fuentes de ingresos según fuesen de
h e r e n c i a sin h e r e d e r o l e g í t i m o carácter regular u ordinario, generados
conocido. Finalmente, la fortuna p ri­ de las d istin ta s rentas im p e ria le s, o
vada del emperador era administrada con c arácter e x tra o rd in ario , sujetos,
por un procurator patrim onii, del que por tanto, a múltiples variaciones cau­
más adelante hablaremos, a cuyas ór­ sadas tanto por su na tu ra le z a, com o
denes estaban los diversos procurado­ por estar sujetos las más de las ocasio­
res que administraban este mismo ser­ nes a una decisión imperial.
vicio en las provincias. Los ingresos regulares u ordinarios
De la m isma form a, los serv icios procedían de las rentas y explotación
que implicaban una fuente de gasto a de los dominios y bienes asignados a
cargo de las arcas imperiales estaban la adm inistración imperial. Así, eran
d irig id o s p o r los c o r r e s p o n d i e n t e s rentas imperiales los tributos directos
procuradores. El suministro de la casa e indirectos que pagaban los ciudada­
imperial o de la ciudad de Roma -r a - nos de las provincias y los ciudadanos
tionis castrensis, a fru m e n to -, la rea­ ro m a n o s , tan to los d o m ic ilia d o s en
lización de obras públicas a cargo del provincias imperiales como en las se­
fiscu s -op eru m p u b lic o ru m -, la cele­ natoriales. Entre los tributos directos,
bración periódica de juegos -lu d i m a ­ los principales eran herederos de las
tu tin i, lu d i m a g n i- , o e s p e c tá c u lo s antiguas contribuciones republicanas,
gladiatorios -fa m ilia ru m g la d ia to ria ­ como el stipendium o las decum ae o
ru m -, el m antenim iento de los silos vicesim ae, si bien ahora se recaudaban
de Roma o Italia -h o rre o ru m , a n n o ­ en virtud bien de una contribución te­
nae O stia e-, el cuidado de los regis­ rritorial, tributum soli, la fórmula más
tros censuales ecuestres - a cen sib u s-, exte n d id a , bien de una co n trib u c ió n
y otros muchos. Prácticamente no h u­ personal, tributum capitis, afecto sólo
bo servicio a desempeñar que no estu­ a algunas áreas del Imperio. Los tribu­
viera cubierto con un intendente espe­ tos en especie, decum ae o vicesim ae,
cializado en el mismo. conservaron la misma entidad, e inclu­
Una más extensa plantilla de subal­ so fue ampliado el número de provin­
ternos y c o la b o ra d o re s fo rm a b a n la cias que debían efectuar sus pagos en
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 21

Pórtico del Macellum de Pompeya

tal modalidad, dada la voracidad ce- las ventas de esclavos en los m erca­
realística que caracterizó a la ciudad dos; Cayo añadió otro vectigal más a
de Roma a lo largo de los siglos im ­ la actividad económica, gravando a los
periales. minoristas por sus puestos con un vec­
Los tributos indirectos -v e c tig a lia -, tigal ansarii et fo ricu la rii pro m erca­
afectaban a todos los ciudadanos ro ­ lium; asimismo, toda venta en subasta
manos ya de Italia, ya de las provin­ de productos, que incluía la participa­
cias, y tendían a increm entar sus re ­ ción de un praeco o pregonero, desde
caudaciones como consecuencia de la b i e n e s de c o n s u m o a s e r v i c i o s en
promoción jurídica que periódicamen­ arriendo, estaba gravada con la cente­
te dosificaban los em peradores entre sima auctionum o 1% de las ventas o
las provincias más romanizadas. Los arriendos efectuados. De menor enti­
p o rto ria gravaban el tráfico de m e r­ dad fue la q u a d r a g e s s im a litiu m o
cancías entre ciudades, distritos y pro­ 2,5% de gravamen sobre el importe de
vincias. La vicésim a hereditatium y la los litigios, y de alcance desconocido
vicesim a lib e r ta tis g ra v ab a n con un nos han lle g a d o n o tic ia de a lgunos
5% las h e r e n c ia s a p a r tir de c ie rta otros vectigalia, que son buena prueba
cuantía, y las manumisiones de escla­ de la grotesca actitud de algunos em ­
vos, allí donde se producían. La cente­ peradores en su paranoia recaudatoria
sim a re ru m v e n a liu m i m p o n ía u n a -v e c tig a l lenocinii de Cayo, o vectigal
contribución del 1% sobre los precios urinae de Vespasiano-.
de venta de cualquier producto de los El fisc u s imperial obtenía en el Alto
m ercados. La qu in ta et vicesim a re ­ Imperio ingresos extraordinarios pro­
rum venalium m ancipiorum afectaba a cedentes de la explotación de sus m o­
22 A kal Historia del M undo Antiguo

nopolios en Italia y las provincias, así galmente, así como los pecu lia de los
como de las contribuciones que en vir­ siervos y libertos imperiales, que con­
tud de una decisión im perial po dían figuraron rentas de muy diversa índo­
ser impuestas a los distintos sectores le, que el fisc u s administraba por todo
de la sociedad en todo el Imperio. La el Imperio.
importación de productos c o n s id e r a ­ Por su carácter circunstancial, estos
dos como de lujo, de lejanas zonas de ingresos no podían estar sujetos a una
Oriente, podían venir gravadas con ta­ previsión p re su p u e sta ria , po r lo que
sas de hasta un 30%, o estar definiti­ de forma paulatina iban constituyendo
vamente monopolizadas por el em pe­ un patrim onio cuya rentabilidad irre­
r a d o r. El f i s c u s iu d a ic u s , s e g ú n gular fue preocupación de los em pera­
algunas opiniones, se creó exclusiva­ dores. Por ello no es extraño ver cómo
mente para recaudar el im puesto del en ocasiones hubo tentación no disi­
comercio del balsam um , y según otras, mulada de regularizar las aportaciones
esta misión la asumió el fisc u s asiati- de estas rentas o de aumentar su nú­
cus, mientras que aquel sim plem ente mero, a costa del uso y abuso arbitra­
se limitó a apropiarse de los 2 dracmas rio de la presión por parte del empera­
que cada judío pagaba al templo en Je- dor, sob re los e v e n tu a le s d o n a n te s .
rusalén. Tiberio o Domiciano utilizaron en nu­
La explotación de las minas de oro merosas ocasiones los tribunales para
y plata era atribución del c o rresp o n ­ c o n fisc a r fortu n a s que p asab an a su
diente procurator m etallorum , que ad­ fis c u s , y es proverbial la peligrosa re­
ministraba los ingresos procedentes de acción que algunos Césares mostraban
estas actividádes, una vez adjudicadas cuando de ciertos patrim on io s te sta ­
en arriendo mediante subasta a la ini­ m e n t a r i o s no r e c i b í a n un “ r e g a l o ”
ciativa particular. Salinas, canteras, y adecuado o proporcional a la alta dig­
el cinabrio eran asimismo monopolios nidad de su persona, como “vo lu nta­
de ingresos extraordinarios cuya cuan­ rio” destinatario.
tía dependía de las condiciones más o
menos v e n ta jo s a s lo g r a d a s p o r los
procuradores en las contratas de adju­ 7. Los gastos del fiscus
dicaciones de su explotación.
Perió dicam en te al p r in c ip io , casi Pese a la enorme cuantía que supuso el
anualmente desde el siglo fi, se recau­ capítulo de ingresos del fisc u s altoim-
daba el aurum coronarium , contrib u­ perial, muy superior sin duda a la de
ción a entregar por los grupos sociales los mejores momentos económicos de
más fuertes de Roma, o por las ciuda­ la República, no fue la situación de su­
des y provincias de forma colectiva, perávit la tónica habitual en el Alto Im­
con motivo de la coronación de cada perio. A tales ingresos correspondieron
nuevo emperador, y después, con oca­ gastos similares, y la búsqueda de nue­
sión del aniversario de esta efeméride vas fuentes recaudatorias fue preocupa­
de m anera que se c o n s t itu y ó c o m o ción que pasó a primer plano en la polí­
contribución regular y ordinaria. Era tic a im p e r i a l , a c e n t u a d a d e s d e la
siempre una cantidad en metales p re­ llegada al poder de los Antón inos.
ciosos y suponía un recurso fácil para Con las características peculiares de
paliar necesidades imperiosas del f i s ­ cada momento, tres grandes capítulos
cus en momentos de penuria. De im ­ consumieron cuantos recursos generó
portancia creciente fue el ingreso pro­ la hacienda pública imperial. Ejército,
cedente de los legados testamentarios, burocracia y liberalidades pueden ser
herencias, donaciones, bienes de co n­ en síntesis los tres sectores en que se
denados en trib u n a le s im p e r ia le s o movió el gasto público durante todo el
bienes sin un beneficiario definido le­ Imperio.
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 23
El capítulo militar englobaba toda vum y los stipendia militares suponían
la actividad desarrollada por el ejérci­ buena parte del gasto del ejército y el
to ya en períodos de paz, ya en tiem­ capítulo más gravoso de los asumidos
pos de campaña, que desde el siglo 11 p o r el fis c u s , so b re todo c u a n d o se
fueron para desgracia de las arcas p ú­ abrieron las hostilidades en los frentes
blicas más amplios que los primeros. del Rin, Danubio y Oriente, situación
Los sueldos de los legionarios, centu­ de lo más frecuente desde Trajano.
riones y equites oficiales fueron pron­ En c o n te x to m uy a n á lo g o al del
to asumidos por ¿ [fiscu s, descargando donativum , el capítulo de las liberali­
de ello a un aerarium incapaz de hacer dades consum ió grandes recursos f i­
frente a tal gasto, en virtud por un la­ nancieros de las arcas públicas, y no
do de ser mayoría las provincias p e r­ parece que ningún em perador debiera
te n e c ie n te s a la a d m in is tr a c ió n del s u s t r a e r s e a e lla s , p or c u a n to e sta
em perador las que albergaban la tro­ e v e r g é tic a a c tiv id a d era c lav e para
pa, y por otro, com o g a ra n tía de la ganarse el apoyo popular al régimen,
plena adhesión del estam ento militar y por lanto de ella dependía la conso­
al prin cep s que les pagaba. El capítu­ lidación del César de turno. Como el
lo de suministro y pagas de un ejérci­ senador que diariamente revalida con
to que a lo largo del Alto Imperio po­ su fila ntropía y lib e ra lid a d la a d h e ­
c a s v e c e s tu v o m e n o s de 2 5 - 3 0 sión y reverencia de sus clientes e in­
legiones en pie de guerra, además de feriores a costa de repartos de bienes
los auxilia correspondientes, era car­ o dinero, así actuó en esencia el Prin­
ga más que suficiente para cualquier cipado con el pueblo de Roma y aún
presupuesto público. en las provincias, a modo de volunta­
Pero además debe añadirse desde el rio y adicional coste de la propaganda
propio Augusto la institucionalización del régimen.
di reparto de donativa, cantidades en­ El sistema de frum entationes, repar­
tregadas a los legionarios, centuriones tos de trigo gratuito o a bajo precio, y
y eq u ite s, en p ro p o rc ió n de sim ple, de congiaria, repartos de vino y acei­
doble y triple cantidad, en concepto en te, heredado de la República, reciben
principio de recompensa por servicios respaldo imperial y aún son ampliados
brillantes, pero en la práctica como so­ desde la llegada al poder de los Césa­
borno y afianzamiento de apoyos y le­ res. La necesidad de conectar en todo
altades al emperador reinante, frente a momento con la plebe como medio de
cu alqu ier otro c and id ato o c o n sp ira ­ precaución política, la im posibilidad
ción contra el régimen. de prescindir de este apoyo en caso de
El donativum pasó de ser recompen­ riesgo en el sistema, el fuerte in c re ­
sa a iniciativa voluntaria del otorgante mento de la población de la Urbs, con­
a exigencia ineludible y regularmente secuencia del feroz capitalismo practi­
exigida que cualquier emperador debía cado, generador a su vez de masas de
afrontar si deseaba continuar siéndolo. de socupados, el mero p rurito pro p a ­
Su cuantía pronto rebasó la del propio gandístico, etc., todas éstas fueron cir­
salario y aún creció a ritmo geométri­ cunstancias que favorecieron una si­
co a lo largo del Imperio, por la latente tuación en la que le fiscus, a través de la
necesidad de mejorar los comportamien­ Annona, asumía la alimentación diaria
tos que en este tema había demostrado de un mínimo de 200.000 ciudadanos.
los antecesores. Por citar a Augusto, en su testamento
En el siglo m prácticamente la elec­ político declaró haber gastado en trigo
ción de uno u otro candidato al trono para r e p a r to s y en c o n g ia r ia ,
era objeto de una subasta al mejor d o ­ 12.000.000 X (den.) y 14.000.000 X
nativum , ofertado por los candidatos. respectivamente. Los cálculos realiza­
En los dos primeros siglos, el donati­ dos sobre el coste que para el fisc u s
24 AkaI Historia del M undo Antiguo

supuso este doble concepto hasta el si­ res de los tem plos que, ju n to con el
glo ni, no bajan de 1.732.000.000 X. coste de una extensa clase sacerdotal,
Se explica así la ampliación del núm e­ exigía considerables dispendios a las
ro de provincias frumentarias observa­ arcas del estado.
da en el primer siglo de Principado. F inalm ente, y en un apartad o que
Finalmente, el tercer gran apartado podríam os haber incluido dentro del
de gastos fue capítulo que alcanzó su programa propagandístico y de popu­
máximo desarrollo a finales del siglo larización del régimen, la celebración
n i. En e f e c to , c u a n d o D i o c l e c i a n o de espectáculos en la ciudad de Roma
a s u m i ó el p o d e r no m e n o s de durante numerosos días al año, en los
200.000 funcionarios articulaban los que además se aprovechaba para com ­
s e r v ic io s en que la a d m i n i s t r a c i ó n binar la propia celebración con el re­
imperial estaba constituida, desde la parto de sp o rtu la e , congiaria y otras
jerarqu ía procuratorial, que en tie m ­ fórmulas de prodigalidad, exigía todo
pos de M arco A urelio conocía hasta ello grandes cantidades de dinero que
124 denom inaciones específicas, h a s ­ desde luego ningún emperador renun­
ta los últim os e m plead os y s e r v id o ­ ció a emplear. Ludi M agni, ludi saecu­
res, todos a expensas del fis c u s . D e s­ la re s, lu d i g la d ia to r iu m , etc ..., que
de m ediada la segunda centuria será comprendían desde carreras de carros
cuando el sector de la burocracia to ­ hasta simples exhibiciones de anim a­
me importancia como fuente de g a s ­ les exóticos, pasando por la construc­
tos públicos, y desde el siglo III, por ción de enormes y costosos artificios
su continuo incremento, pasará a ser para llegar a simular batallas navales
causa del anquilosam iento e inefica­ (naum achias), se repartían durante to­
cia funcional del aparato adm in istra­ do el año y era excepcional el mes en
tivo del estado. que no había varios días dedicados a
Junto a estos gastos principales, el congregar a la plebe en torno a estas
fisc u s altoimperial sufragó el coste de celebraciones.
otros capítulos cuyas cuantías variaron A pesar de contar con la financia­
según las p rio rid a d e s ob se rv a da s en ción de ediles, cu estores y fla m in e s
cada gobierno imperial. Las obras pú ­ para muchos de estos espectáculos, el
blicas en Italia o provincias incluyeron propio princeps asumió el coste de la
la construcción de numerosos templos, mayoría de ellos, revalidando en fas­
anfiteatros, teatros, circos, arcos, ter­ tuosidad y dispendio, en lógica actitud
mas, calzadas, acueductos y el m ante­ de quien se situaba en la cúspide del
nimiento y reparación de los existentes. poder en toda Roma.
Actuaciones todas ellas perfectamente La c om b in a ción de los ingresos y
conmemoradas en miliarios y dedica­ los gastos a lo largo del Alto Imperio
ciones epigráficas. La magnitud de es­ definieron la política financiera, llena
tas obras obligó en muchas ocasiones de altibajos, seguida por los em pera­
al fisc u s a ir delegando en provincias y dores y de cuya evolución y pormeno­
c iu d a d e s la in ic ia tiv a c o n s tr u c to ra , res nos ocuparemos en otro capítulo de
q u e d a n d o p r á c tic a m e n te r e d u c id a a este trabajo.
Roma e Italia la actividad desplegada
en este sentido.
El m antenim iento del culto de los 8. El patrim onium
distintos dioses oficiales de Rom a y
provincias, más la puesta en m archa caesaris y la res privata
del nuevo servicio del culto imperial, principis
abría un capítulo de gastos de liturgia,
festividades, sacrificios, donaciones y La primera mención que poseemos del
juegos públicos en honor de los titula­ patrim onium aparece en el testamento
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 25
político de Augusto (Res Gestae D ivi gusto convirtió de hecho al fiscus en el
Augusti), y hace referencia a su fortuna tesoro público del Principado, pero en
personal aún cuando de forma tan in­ las fuentes literarias no se relega por
concreta, que estamos muy lejos aún de ello aquella condición de uso personal y
definir adecuadamente el pleno sentido privado que el fis c u s tuvo en origen.
de este término. Por ello el fiscus era el fiscus de Augus­
El problema estriba en cuál fue la to, “su” fiscus, su tesoro personal, aún
diferenciación real entre fisc u s, tesoro cuando sea a un tiempo el del estado.
im perial que a d m in is tra b a todas las Y en los mismos términos se mani­
rentas del nuevo régimen del Princi­ fiestan los textos cuando mencionan el
pado, y el p a trim o n iu m , expresión que patrim onium , por lo que la actual in­
venía a designar aquellas propiedades vestigación se encuentra con dificulta­
y sus rentas que de manera particular des para analizar y definir las esferas
r e v e r t í a n en el e m p e r a d o r c o m o de funciones y alcances jurisdicciona­
miembro de la familia reinante. Y es les que cada uno de estos órganos eco-

Aureus de Trajano

p r o b l e m á tic a la c u e s ti ó n p o rq u e si nómicos, fisc u s y patrim onium , tuvie­


otorgamos un lógico carácter público ron a lo largo del Principado.
al fisc u s y un carácter privado ai p a ­ Veamos, no obstante, un resumen del
trim onium , cómo circunstancias dife- estado actual de nuestros conocimien­
renciadoras, al exam inar las noticias tos en que la polémica se plantea, se­
que sobre ambos poseemos esta consi­ gún los términos por todos aceptados.
deración de base no encuentra ratifi­ El patrim onium particular imperial,
cación. p a trim o n iu m c a e s a r is , e x iste desde
Ya v im o s a n te r io r m e n te cóm o el Augusto como antes quedó señalado.
concepto de fis c u s tenía unas raíces Parece que este órgano financiero en­
personales, privadas, como fondos ad­ globaba todos los dominios e intereses
m inistrados por su propietario, ya el económicos, así como las rentas que
procónsul de una provincia, ya en este de su explotación se derivaban, perte­
caso por el emperador. La evolución necientes al emperador reinante. Estos
del régimen que se instaura con Au- bienes procedían a su vez de la fortuna
26 Akal Historia del M undo Antiguo

familiar, como miembro ésta del esta­ bienes eran y debían ser administrados.
mento económico más fuerte del censo En esta perspectiva el concepto f i s ­
rom ano, y re su ltab a n s e n s ib le m e n te cus viene a complementar al del patri­
acrecentados por la condición de poder monium, al ser aquel la caja, el tesoro
ostentada por su titular, el p rin c e p s, concreto a donde iban a parar todos
dueño de los designios del estado. aquellos ingresos en metálico del patri­
En su calidad de fortuna imperial, el m onium . F iscu s sería el instrum ento
patrim onium caesaris se engrosaba por operativo de ingresos y pagos, sin senti­
los legad os, d o n a cio n e s y h eren cias do de no existir el patrimonium. Fiscus
que muchos senadores y equites tenían sería a patrimonium lo que el aerarium
a gala en instituir, tanto en vida como S a tu rn i a los trib u ta , ultro trib u ta y
en las d isp o sic io n e s te s ta m e n ta ria s. vectigalia, o sea, las fuentes de ingresos
Capítulo importante en este sentido era y el órgano material que los contiene.
la libre disposición que el emperador No obstante, no parece que se aclare
tenía, como patrono y señor, de los p e ­ la cuestión con esta reducción del pro­
culia o bienes de sus libertos y escla­ blema a la reinterpretación de los térmi­
vos, como le estaba permitido a cual­ nos. Quede hasta aquí esta sugerente e
q u ie r m iem b ro de su clase. Pero se hipotética visión del tema.
daba la circunstancia de que el empera­ La documentación existente nos per­
dor era el mayor propietario de escla­ mite situar en tiem pos de Claudio el
vos del Imperio. momento en que el servicio del p atri­
Con relación a este tipo de ingresos, m onium quedó regulado bajo una e s ­
hemos de volver a páginas anteriores tructura administrativa diferenciada y
cuando enumeramos los legados y do ­ aparte de la del fiscu s, en la que hasta
naciones de entre las fuentes de a li­ ese mom ento se englobaba. Aparecen
mentación del fisc u s. Las donaciones, así los p ro cu ra to res p a trim o n ii, con
testamentos, legados, ¿pasaron al f i s ­ rango ducenario y de condición liberta
cus, caja imperial del estado, o al p a ­ en los primeros momentos, para adscri­
trimonium, caja privada del emperador birse al censo ecuestre a partir del siglo
reinante? Ambas posibilidades nos son II del Imperio.
confirmadas en las fuentes y en ello ra­ De ellos dependerán en última ins­
dica la clave del problema: fisc u s y p a ­ tancia los procurado res del p a trim o ­
trimonium como cajas particulares, aún nium caesaris en cada una de las pro­
cuando otras referencias al primero lo v in c i a s d o n d e el e m p e r a d o r te n ía
contemplen además como caja imperial intereses, de rango sexagenario en la
del estado. m ayoría de los casos. U na provincia
Estas evidentes posiciones antagóni­ constituirá excepción a este esquem a
cas de las fuentes han movido a algu­ organizativo. La provincia de Egipto era
nas tendencias actuales a reconsiderar propiedad particular del emperador rei­
la situación desde una nueva perspecti­ nante desde su constitución en el año 30
va. Así, patrim onium vendría a desig­ a. de C. P o r ello su gobiern o estaba
nar a todas las propiedades, dominios, asignado a una praefectus Aegypti, lega­
monopolios, rentas tributarias provin­ do personal del emperador en el país, y
ciales y contribuciones recaudadas en su régimen financiero era diferente al
virtud del derecho que asistía a los em ­ del resto del Imperio.
peradores corno adm inistrador de las Las rentas fiscales de Egipto eran
fuentes económicas a él asignadas. P a­ administradas por el idiologos, versión
trim o n iu m ten d ría así una a c ep c ió n helénica de lo que representaba el pro­
globalizadora, de abarcár cuanto por curator patrim onii en cualquier otra re­
derecho le correspondía al princeps, y gión del Imperio. Pero su rango era du­
una cognotación relativa al modo parti­ cenario, como el titular de los servicios
cular, privado, personal en que dichos centrales del p a trim o n iu m de Roma.
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 27
Muestra del carácter particular que los dencia de aquellos otros que eran ina­
emperadores otorgaron a esta provincia lienables de la corona y los Severos.
es el hecho de que, desde Augusto, nin­ Para regular esta disposición, Septi­
gún sen a d o r po día v ia ja r al país sin mio Severo instituye como caja nueva e
permiso imperial, al igual que el pro­ individualizada la Res Privata P rinci­
pietario de un dominio territorial vela p is o Ratio P rivata, con los ingresos
por controlar a todos los visitantes al proc e d e ntes de las c o n fisc a c io n e s y
mismo. aquellos otros que, de otras fuentes, los
D uran te el siglo ii se c o n firm a la emperadores puedan asignarse en el fu­
dualidad de cajas imperiales, fis c u s y turo, y cuyo titular era Septimio Severo
patrim onium caesaris, prosiguiendo és­ como emperador reinante, y el p a tr i­
ta última su expansión a todas las pro­ monium caesaris, con las rentas de los
vincias del Imperio, reflejo evidente de bienes de la familia de los Severos, co­
la presencia de los intereses particula­ mo anteriormente se configuraba, pero
res del princeps en todos los territorios. en claro detrimento de su volumen por
Esta perfecta configuración administra­ no incluir los bienes del princeps.
tiva no obsta para que a la hora de pre­ La administración del nuevo servicio
cisar qué gastos y que ingresos iban a y la nueva configuración de la hacienda
una y otra caja, como antes estableci­ imperial queda documentada en la epi­
mos, nos resulte muy difícil delimitar­ grafía. Las rentas públicas del estado
lo. El emperador gastó tanto del fiscu s siguieron estando organizadas en el f i s ­
com o del p a trim o n iu m para afrontar cus, cuyo máximo responsable siguió
necesidades públicas y necesidades pri­ siendo el a rationibus, rationalis desde
vadas, indistintamente. No hubo asomo Marco Aurelio, de rango trecenario. La
de escrupulosidad a la hora de consig­ nueva R es P rivata fue puesta bajo la
nar los gastos según el órgano que los dirección de un procurator rei privatae,
asume. de rango similar al a rationibus, y que
El volumen alcanzado por las rentas durante los siglos bajoimperialcs adop­
atribuidas al emperador y su p a trim o ­ taría los títulos de m agister rei privatae
nium debió ser motivo que llevó a Septi­ y comes privatarum finalmente. Todos
mio Severo a fines del siglo 11 a afrontar sus titulares fueron del censo ecuestre.
una nueva estructuración interna de to­ Por último, desde principios del siglo
dos los servicios financieros del estado. ni el patrimonium caesaris es rebajado
Parece que la política de confisca­ a mero departamento secundario de la
ciones realizada por este emperador so­ Res Privata, desapareciendo los equites
bre las fortunas de sus adversarios, los de su dirección y pasando ésta a manos
bona dam natorum , proporcionaron no de los libertos imperiales con categoría
al fiscu s sino al patrim onium un poten­ centenaria, e incluso sexagenaria, se­
cial económ ico suficiente como para gún los vaivenes políticos de cada m o­
desdoblar su administración. En primer mento.
lugar Severo sustituye al fis c u s como Tales pueden ser los términos en que
órgano receptor de los bienes confisca­ quede planteado el estudio de estos ór­
dos a los condenados por tribunales im­ ganos financieros, en tanto no aumente
periales, por el patrim onium caesaris. la d ocum entación al respecto. D o c u ­
Pero estos bienes, muy abundantes du­ mentación que, en cualquier caso, p a­
rante su gobierno, desde Severo no irán rece que con bastante seguridad proce­
a parar a la res fa m iliaris, al patrim o­ derá del M ons T e sta c c io , a u té n tic o
nium que los englobaba junto con los archivo de muchas de las actividades
bienes de la corona, sino que serán con­ que en provincias desarrollaron tanto
tabilizados como propiedad personal el fisc u s como las rationes privatae de
del emperador, Septimio Severo, e irán, los emperadores del final del siglo 11 y
por tanto, a su res privata, con indepen­ siglo III.
28 Akal Historia del Mundo Antiguo

Retrato de muchacha romana


(siglo II d. C.)
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 29

II. La recaudación tributaria

1. Los censos y su ela­ La i n c o r p o r a c i ó n de p r o v i n c i a s


planteó un cierto vacío constitucional
boración. Sus funciona­ de lo relativo a su tratamiento censual,
rios quedando de m an ifiesto la invalidez
de los esquemas censuales planeados
Las actividades censuales parece que para una región como Italia, y la nece­
fueron tan remotas como la génesis del sidad de arbitrar nuevas fórmulas que,
propio estado romano, y la tradición adecuadas al m arco cultural de cada
historiográfica romana que cristaliza en provincia, permitieran al aerarium ex­
la analística del siglo iii a.de C. no du­ traer de aquéllas sus rentas tributarias.
da en atribuir a Servio Tulio la confec­ Esto fue tarea que nunca acabó de
ción del primer censo de Roma, ya en configurarse a lo largo de toda la Re­
la monarquía. Independientemente de pública, en la medida en que se iban
la veracidad de este dato, no cabe duda incorporando nuevos territorios y era
que la existencia de un censo se consi­ preciso articular nuevos instrumentos
dera elemento inseparable de la activi­ de recuento de bienes y personas, co­
dad financiera del estado, sin el cual re­ mo distintos eran los pueblos, econo­
sultaba imposible concebir una mínima mías y c ulturas de los o cup an tes de
operatividad al aerarium Saturni. esos territorios.
En el 443 a. de C. la confección de Los largos períodos de guerra exte­
los censos fue com pe te nc ia asum ida rior y luchas internas que caracteriza­
p o r los c e n s o r e s y p l a n i f i c a d a , al ron el último siglo republicano dieron
principio, para períodos de cinco años, al traste con las condiciones de un m í­
por lo que el término lustrum venía a nimo de rigor en las tareas censuales,
nombrar los períodos entre una y otra y éstas quedaron en suspenso durante
actividad censual. Lógicamente, la es­ muchos años, defecto éste que por otro
tructura de funcionamiento del censo lado fue endémico en el siglo anterior,
re p u b lic a n o estuvo p e n sa d a p ara un sobre todo por lo que respecta a la ac­
ámbito de actuación limitado a Roma y tuación en provincias.
la Latium . Posteriormente este ámbito No es por tanto gratuito afirmar que
se amplió al resto de las regiones de los censos provinciales de la Repúbli­
Italia a medida que la península pasó a ca fueron mal hechos, sin la exhausti-
estar bajo el control del senado. vidad de los o b se rv a d o s para Italia.
30 A kal Historia d el Mundo Antiguo

Carecieron de continuidad en la actua­ nico éstas dos últimas veces, y luego


lización de datos y sólo en contadas con Domiciano y Nerva. Judea fue in­
ocasiones coincidieron con la apertura cluida en el censo de Siria del año 6 d.
del lustrum en Roma. En la m ayoría de C. y las Hispanias recibirían visitas
de los c a s o s las p r o v i n c i a s f u e r o n de le g a d o s c e n s o r e s en los últim o s
censadas al consumarse su conquista o años de Augusto y desde luego, tras la
anexión, y estos resultados se dieron concesión del ius latii por Vespasiano,
por válidos durante decenios. En esta hacia 73/4.
actitud hemos de ver por un lado la in ­ La actuación de Augusto y sus su­
capacidad del senado por asum ir f e ­ cesores en la elaboración de los censos
hacientem ente y con regu larid ad tan partía de una situación dual, ocasiona­
inm ensa tarea com o el censo c o n s ti­ da por las distribución de las provin­
tuía, y por otro lado, la indiferencia cias del Imperio entre las del senado y
del poder público ante los abusos que las del emperador, como administrado­
tal situación generaba, si a pesar de res de las mismas. Las provincias im ­
todo los tributos seguían afluyendo a periales, aquellas de más difícil con ­
sus arcas. trol o de muy r e c ie n te a n e x ió n , no
Con censos mal hechos y escasos, solían disponer de una estructura cen­
las recaudaciones fueron injustas y fi­ sual indígena previa, por lo que la ac­
nalmente la protesta de los provincia­ tuación en ellas tuvo que partir de cero
les se convirtió en leitm otiv que acom­ y su norm alización no fue un hecho
pañará al senado hasta la crisis final hasta pasados varios decenios. Por el
de la República. contrario, las provincias senatoriales
A ugusto c om p re n dió la necesidad cuyo censo era asumido por el propio
de o rg a n iz a r este cam p o com o paso em p erad or en ocasiones ex tra ord in a­
previo al saneamiento de la economía rias, como censor m axim us (más tarde
del estado, tras 30 años de ausencia de perpetuus), solían identificarse con re­
actualización en las fuentes de ingre­ giones ya muy romanizadas, de amplia
sos del erario público. Desde Actium tradición de gobierno en la República,
el Imperio Romano será organizado en y con un pasado histórico de plena ci­
cuatro zonas, asignadas a cuatro de sus vilización en donde la ex isten cia de
colaboradores, al objeto de proceder al avanzados sistemas de recuento en al­
censo y catastro de habitantes ciudada­ gún caso tenía raigambres milenarias.
nos y bienes, distribuidos por provin­ El P rin c ip a d o a sum ió y adecuó a
cias que, junto con el censo ya realiza­ sus intereses a quellas fórm ulas c e n ­
do en Italia —lex Iulia m unicipalis, al suales ya ex iste nte s y las utilizó de
parecer y según las últimas teorías, del m o delo para a quellas otras regiones
propio Augusto y no de C é s a r-, pro­ de nueva incorporación, susceptibles
porcionarán un completo panorama de de responder positivamente a esta im­
los recursos del Imperio. plantación. Los casos de Sicilia, Asia
Oriente fue terminado en el 31 a.de o Egipto, donde el censo era cada ca­
C. por Zenodotus; Occidente concluyó torce años y su práctica, secular, eran
sus tareas en el 27 bajo la dirección de excepciones al resto del Imperio.
Didymus; el Norte fue asignado a The- La confección del censo tenía como
odotus y finalizados sus recuentos en cometido el registro de todos los ciu­
el 25, y el Sur, de Polycletus, hacia el dadanos romanos domiciliados en pro­
2-3 d. C. Datos extraídos de aquellos vincias, y la contabilización de todos
re su lta d o s sirv ie ro n a A g rip p a para los agri existentes en las mismas, así
confeccionar su mapa del Imperio. En como los propietarios, usufructuarios
concreto, sabemos que las Galias fue­ o colonos. La lista de los ciudadanos
ron censadas en el 27 a. de C., 12 a. de en provincias proporcionaba el núme­
C. y 14 d. de C. bajo Druso y G erm á­ ro de sujetos tributarios de los impues­
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 31
tos afectos a la condición de cives ro-
mani. Esta lista incluía sus bienes in­
muebles cuantificados en tierras, ga­
n ad o s, p asto s, m inas, p e s q u e ría s ,
etcétera, y las rentas ponderadas de las
m ism as, en el período censual c o m ­
prendido.
Los habitantes de cada provincia no
ciudadanos romanos eran censados en
su eventual condición de propietarios,
usufructuarios o colonos de tierras de
cultivo, consignándose además cuan­
tas otras propiedades constituían sus
fortunas y fueran susceptibles de im ­
puesto. Si los datos del censo de Sici­
lia fueron ejemplo aplicable a otras re­
g io n es, po d em o s c o n s id e ra r com o
aceptable que en las provincias de cla­
ra riqueza económica agraria, el censo
de los agri hacía distinción de tierras
según su uso, extensión y rendim ien­ ■SV LL A E· SENNIF-
tos medios. Se consignaban las parce­ , REMOA ROEN TARI O
las según estuviesen destinadas a v i­
des, o liv o s o c e re a l, r e g is tr a n d o la
extensión mínima y máxima, número
de vides o cepas y árboles, y cuantías
cosechadas en los últimos años. Pastos
y bosques eran asentados en apartados
distintos, así como el número de cabe­
zas de ganado, especies y, al menos en
E g ip to , c a so e x tr e m o d e sd e lu e g o ,
conjunto de aperos y bestias de tiro o
carga destinadas a la labranza.
El registro de todos estos datos su­
ponía una ardua labor que de form a
honorífica presidía el emperador como
censor máximo del Imperio. La direc­
ción c o n c re ta de la e la b o r a c ió n del
c e n so en cada p ro v in c ia o a v eces, Estela del argentarius Sulla
grupos de provincias, era encargada al
legado que, con rango pretorial o con­ epigrafía (legatus augusti pro praetore
sular según la provincia, gobernaba el ad cen su s a c c ip ien d o s, a ut censibus
te rritorio en nom bre del em perador. accipiendis).
Como la confección del censo era ta­ EI censor provincial coordinaba la
rea encom endada cada cierto número labor de cierto núm ero de auxiliares
de años, no parece que fuera necesaria que eran los que, distribuidos por los
la configuración de un servicio perma­ distritos, conventos o departam entos
nente a cargo de un procurador perm a­ territoriales en que las provincias se
nente, por lo que tal función se añadía estructuraban, efectuaban realmente el
de manera específica y en el momento trabajo directo de la recopilación de
de ejecutarse al gobernador ordinario los datos. Adiutores, censitores, cura­
de la provincia, y así se constata en la tores, tabularii, scribae, librarii, con-
AkaI Historia del Mundo Antiguo
32
trascrip to res, etc..., son las distintas Los particulares adjudicatarios de la
denominaciones del personal adscrito subasta, que recibían el nombre de pu ­
a las tareas censuales. La unidad cen­ blicani por ser los usufructuarios de un
sual desde la que se iniciaba el regis­ publicum , entregaban por adelantado la
tro era la ciudad o municipio, en don­ totalidad o parte importante del benefi­
de uno de los dos magistrados superiores cio o renta a explotar como deposita­
sumaba a su título ordinario, d u o vir, el rios de la confianza del estado, a ñ a ­
de quinquennalis como determinativo diendo una cuota de lucro propio al
de la tarea a realizar que, al menos en montante final en que las contratas se
este prim er e scaló n del censo, solía habían ajustado. Así se construyeron
conservar la periodicidad de los cinco templos, termas, vías, anfiteatros, cloa­
años o quinquennium . Las c o m unida­ cas y se suministró al ejército y la flota
des sin estatuto jurídico romano eran durante siglos, sin que la desventaja
asumidas para el censo por los munici­ que para el estado pudiera suponer de­
pios o colonias en cuyos territorios se sentenderse en bastante medida del óp­
asentaban. timo aprovechamiento y control de sus
Los datos recopilados en el territo­ recursos fuese superior a la ventaja
rio del municipio eran archivados en que suponía el ahorro de gastos de per­
el tabularium conventual o de distrito, sonal para la recaudación y la disponi­
situado en la capital del mismo, y c o­ bilidad rápida de liquidez en el aera­
pia de todos ellos iba finalmente al ta­ rium.
bularium provincial y de allí a Roma, La incorporación de territorios a la
donde se contenían todos los registros República aumentó las fuentes de in­
económ icos relativos a todos los r e ­ gresos del estado y las recaudaciones
cursos del estado en sus provincias. tributarias se sumaron al conjunto de
Finalizado el censo se procedía a la p ublica que debían ser objeto de a d­
actualización de los débitos fiscales a judicaciones mediante la subasta c en­
recaudar en cada uno de los capítulos soria. Pero la m agnitud de los n ego­
impositivos y demás tasas de las pro­ cio s a e x p lo ta r fue d esd e estas
vincias. Las nuevas cuantías tendrían incorporaciones provinciales, en el si­
vigen cia hasta la sig u ie n te rev isión glo ni a. de C., muy superior a las su­
c ensual y su d e lim ita c ió n o fijación bastas que tenían lugar antes de la e x ­
era resultado del promedio estableci­ pansión im perialista del senado. Por
do p a r a el ú l t i m o q u i n q u e n i o , en ello, el arriendo de cobranzas tributa­
cuanto a los impuestos que gravaban rias que abarcaban provincias muy ri­
las cosechas. cas su p o n ía g ra n d e s d e s e m b o lso s e
inversiones para estos p ublicani, que
adecuándose a los tiempos se consti­
2. Los intermediarios tuían en s o c ie ta te s de varios m ie m ­
bros en donde la aportación de capital
entre el estado y los d elim itaba la p ropo rció n del b e n e fi­
contribuyentes cio a percibir.
Las societates publicanorum de los
En la República la explotación de los dos últimos siglos de la República j u ­
servicios y rentas del estado era una de garon un papel muy importante no sólo
las competencias asumidas por los cen­ en las finanzas del estado sino también
sores. El sistema empleado era el de las en la m archa p olítica del senado, en
adjudicaciones de estos servicios y ren­ donde formaron auténticos grupos de
tas, publica en la terminología, a las ini­ presión que mediatizaron los planes ex-
ciativas particulares, mediante una venta pansionistas del gobierno. Más de una
en subasta al mejor postor de cada una guerra y más de una anexión territorial
de estas contratas (locatio censoria). tuvo su origen en la prevalencia de los
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 33
intereses financieros de estas corpora­ antiguo y delimitado problema el que
c io n e s p a r tic u l a r e s , a tra v é s de los diera al traste con la paz instaurada tan
equites en otros casos, ambos suficien­ a duras penas en todo el Imperio.
temente fuertes como para lograr medi­ Ya César abordó de primera mano el
das estatales que, presentadas como en asunto de las recaudaciones dando las
interés del pueblo romano, sólo lo eran primeras medidas para acotar sus atri­
de sus fortunas. buciones, aunque no es difícil ver en su
Pero los problemas de dependencia intención el deseo de neutralizar las in­
del aerarium de estos financieros no fluencias políticas de estos poderosos
fueron los únicos que a la larga se plan­ grupos, incompatibles con la figura de
tearon, por más que en el siglo I no era un dictador del estado, más que el ser­
exagerado hablar de una mediatización vir a los intereses de los provinciales.
del gobierno a las decisiones de estos El problema de los publicanos será
grupos. Junto a esta carencia de auto­ contrarrestado a lo largo del Alto Impe­
nom ía, estaban los problem as que el rio, pues es en ese período cuando se
propio sistema de arriendo acarreaba fraguó y consolidó una administración
entre los contribuyentes provinciales, civil p ro p ia que fue p a u la tin a m e n te
objetos de la acción de los publicanos. sustituyendo, por un lado a los gober­
Los abusos, las injusticias, los desórde­ nadores en sus funciones económicas, y
nes públicos, las auténticas esquilmas, por otro, a aquellos particulares en la
la arbitrariedad en la fijación de pagos explotación de los recursos económicos
y cuantías, los procedimientos opreso­ del estado. Augusto da un primer paso
res en las recaudaciones, todo esto, uni­ al colocar al frente de algunos servicios
do a la realidad de unos impuestos mal a personal de su m á x im a confianza.
diseñados y peor censados, y a la falta Los impuestos directos de las provin­
de interés cuando no real connivencia cias imperiales serán recaudados bajo
de los gobernadores provinciales con la dirección de los procuradores gene­
los publicanos, había ocasionado y oca­ rales, que además percibirán un salario
sionaba a fines del siglo i a. de C. pro­ anual por tal función, de modo que no
testas, revu eltas e in c lu so guerras y se propiciara la obtención de un lucro
asesinatos de enviados senatoriales sin por la labor desempeñada, como suce­
que Roma desease abordar de una vez y día con la tradicional justificación de
en profundidad las raíces del problema. concebir los cargos como honores no
Las fuentes clásicas son prolijas en de­ remunerados.
talles de este auténtico vicio y motor El mismo destino tendrá la recauda­
del deterioro del sistema, no por detec­ ción de los vectigalia de las provincias
tado y d e n u n c ia d o en in n u m e ra b le s imperiales y senatoriales, y a lo largo
ocasiones, heredado intacto como pro­ del siglo i el régimen de los procura­
blem a pe ndiente para el P rincipado. dores irá incorporándose a la dirección
Recordemos tan sólo los casos de C. de todas las demás fuentes de ingresos
Verres y Sicilia y de P. Rutilio y los pu­ que el e sta d o d is p o n ía en todas las
blicanos de Asia. provincias. El proceso de sustitución
En efecto, cuando Augusto llega al fue lento y realmente no podemos dar­
poder el sistema fiscal republicano ya lo por terminado hasta el siglo m. En
no proporcionaba tantos beneficios co­ época de Marco Aurelio aún se citan
mo resentimientos, que entre los pro ­ algunas sociedades de publicanos en la
vinciales crecía hacia Roma por sufrir explotación de algunas tasas, pero és­
los abusos de los publicanos y goberna­ tas ya nada tenían que ver con las p o­
dores venales en las labores exactivas. derosas organizaciones del último si­
Había que supervisar a los publicanos y glo republicano.
prevenir las arbitrariedades de los go­ Los publicanos del Alto Imperio ya
bernadores, de modo que no fuera este no reciben contratas que les adjudica-
34 Akal Historia del Mundo Antiguo

ran el cobro de grandes bloques de tri­ dente imperial de cuyo servicio depen­
butos, en una o varias provincias. Al día la contrata.
subdividirse las contratas a subastar en Sólo en Africa parece que las loca­
varias concesiones, el volumen del ne­ tiones conductoribus (adjudicaciones a
gocio baja proporcionalmente y de la conductores) tuvieron cierta entidad,
misma manera serán inferiores los be­ como la epigrafía evidencia, pero ello
neficios a obtener de las mismas. Así, debió venir obligado por las peculiares
los capitales necesarios fueron menores circunstancias de las rentas, propieda­
y las sociedades se disolvieron o dismi­ des y economía de la zona, así como la
nuyeron en número de integrantes, por
no ser necesarias grandes aportaciones. Los recaudadores del tributo:
Los grupos financieros potentes perdie­
ron interés en invertir en negocios de “A Crispino, prom agistro de los dos tri­
volumen moderado y desviaron sus ac­ butos, q u a d ra g e ssim a del p o rto riu m y
tividades a otras esferas más rentables, vicésima de la libertad de las provincias
como la banca y el préstamo, o las in­ de Asia, Ponto, Bitinia, G alatia, Capa-
versiones comerciales, quedando en las docia, Pisidia, Lycaonia, Panfilia, Licia,
adjudicaciones tributarias los grupos A rm enia M inor,...”
menores, por tanto fácilmente controla­ (,L ’A nnée Epigraphique, 1924, nQ 80,
bles por el estado. del 104-114 d.C.)
Tuvieron, no obstante, cierta impor­
tancia los publicanos que arrendaron a “A Venus, M enophilo, siervo de los s o ­
lo largo del Alto Imperio la explotación c ii de los cuatro im p u e sto s de Á frica,
del portorium en las provincias danu­ hizo el voto con ánim o contento” .
bianas, y los que se adjudicaron los (L ’Année Epigraphique, 1900, n9 126).
cuatro vectigalia más importantes de la
provincia de Africa (quattuor publica “A Tito Flavio G erm ano, hijo de Tito, cu­
provinciae A fricae), siempre bajo la vi­ rador del triunfo del em perador fe licísi­
gilancia y supervisión del procurador mo M arco A u re lio C o m o d o A n to n in o
correspondiente y acaso como prueba A u g u s to Pío G e rm á n ic o , d is tin g u id o
de que, al menos en estos casos, la uti­ con un muy destacado sacerdocio, pon­
lización del sistema tradicional era más tífice menor, procurador de la vigésim a
rentable que el nuevo. de las herencias, procurador del p a tri­
El nuevo sistema de percepción que monio, procurador de los grandes ju e ­
conllevab a la ad m in istra c ió n de los gos, p ro cu ra d o r de los ju e g o s m a tu ti­
procuradores, en realidad era una apli­ n o s , p r o c u r a d o r d e l p r e s u p u e s to
cación del antiguo sólo que sin las la­ destinado a las vías que han de tra z a r­
cras que lo aquejaron. El procurador se en las dos partes de la ciudad, pro­
provincial y los procuradores de los curador de la vigésim a de las herencias
impuestos indirectos también recurrie­ en Umbría, Tuscia, Piceno y región de
ron al sistema de concursos para la ad­ C am pania, procurador de los alim enta
judicación de las rentas y servicios. Pe­ en Lucania, Bruttios, C alabria y Apulia,
ro la entidad de las contratas era de tal curador....de los edificios, de las obras
magnitud que d ifícilm ente podía ser- p ú b lica s... edil, duovir, fla m e n de A u ­
rentable su e x p lo ta c ió n para más de gusto divinizado, duovir quinquenal, pa ­
uno, dos o tres interesados. Los adjudi­ trono de la colonia, Cerdo, su liberto a
catarios, cuya integridad moral y sol­ su incom parable patrono, con sus hijos
vencia económica debían ser demostra­ M a x im in o , G e rm a n o y R u fin o F la v io ,
das y valoradas positivam ente por el distinguidos como caballeros, Lucio Va­
correspondiente procurador, recibían el lerio Aries, liberto del m ercado de e s ­
nombre de conductores, y su actividad clavos de Zabda”.
era plenamente fiscalizada por el inten­ CIL XV 2922, de P raeneste.
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 35

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Fragmento de un sarcófago, Roma

abundancia de latifundios pertenecien­ ro la corrupción y los abusos, si bien


tes al patrim onium imperial. En la ma­ dism inuyeron, no desaparecieron del
yoría de las provincias la subasta de re­ sistem a y siguieron re produciéndose
caudaciones y servicios fue a parar a aunque ahora vinculados a los procu­
individuos que, sólo en muy contadas radores y gobernadores de las provin­
oca sio n e s, vieron re n ta b ilid a d en el cias.
constituir sociedades, con uno o dos so­ Cuando Galba era gobernador de la
cios más, dada la escasa envergadura y provincia Citerior, las rapiñas y saque­
las muchas cortapisas que desde la ad­ os c o m e tid o s p o r los p r o c u r a d o r e s
ministración provincial envolvían a la provinciales era asunto que estaba a la
contrata subastada. orden del día. Con Tiberio, Domiciano
Pese a este sistema de concurso a los y Trajano se nos docum entan juicios
particulares, la mayor parte de las prin­ co n tra g o b e rn a d o re s v e n a le s que se
cipales rentas tributarias provinciales jactaban de haberse enriquecido a cos­
fue exactada por las propias plantillas ta de la esquilma de las fortunas de los
de auxiliares y subalternos de las ofici­ súbditos tributarios. Y es de suponer
nas de los procuradores, apelando en el que estos hecho s eran cotidiano s en
proceso a los servicios financieros de otras zonas del imperio pese al mutis­
los municipios como responsables de mo que en este tenor m a n tie n e n las
los tributos de sus territorios, cada vez fuentes escritas.
más com prom etidos en las cuotas de La realidad era que el nuevo siste­
participación del fisc u s de Roma. ma c iv il del P r i n c ip a d o só lo h a b ía
cam b iad o de ind iv id uo s, pero la es­
tr u c t u r a de f u n c i o n a m i e n t o s e g u ía
3. Los problem as y la s ie n d o b á s ic a m e n te la m is m a de la
época anterior, por lo que la posibili­
evolución del sistema dad de repetición de situaciones injus­
recaudatorio tas en las exanciones quedaba abierta
de nuevo, a u n q u e sus p r o ta g o n ista s
La sustitución de los publicanos en las fueran ahora los agentes imperiales.
recaudaciones supuso una importante En el siglo π se creó la figura del
mejora en los procedimientos percep­ a d v o c a tu s fis c i, e sp ecie de abogado
tivos, y de ello sin duda se beneficia­ defensor de los intereses del fisc u s en
ron todos los súbditos del Imperio. Pe­ los litigios interpuestos contra él por
36 Akat Historia d el Mundo Antiguo

los ciu d a d a n o s p ro v in c ia le s. P a re c e existían pocos mecanismos capaces de


que tal institución se hacía necesaria h a c e r e fe c tiv o el c o b ro de a q u e lla s
dado el número de conflictos legales deudas. Esta costumbre se hizo norma
que la actuación fiscal provocaba en y pron to todo cam b io de e m p e ra d o r
los territorios a su cargo. era esperado por las provincias como
Acaso el principal problema fue la momento oportuno de las ansiadas am ­
propia extensión del imperio Romano nistías fiscales, sin que la crítica situa­
en la que debían desarrollarse las ope­ ción del tesoro moviera a los nuevos
raciones exactoras. Pese al c ontinuo gobernantes a negarse a tal muestra de
aum ento de funcion arios adscritos a generosidad ante su pueblo.
los servicios fiscales, el inc re m e nto Desde la segunda mitad del siglo π
del territorio a adm inistrar fue su pe­ los períodos de guerras se hicieron ca­
rior a las posibilidades de los órganos da vez más largos y frecuentes. Ello
financieros del estado. Con un ámbito aumentó los gastos y por ende, las ne­
ju risdiccion al que ab arcaba desde el cesidades estatales de mayores ingre­
río Tajo al río Tigris en Mesopotamia, sos tr ib u ta r io s . La g u e r r a o c a sio n ó
cualquier mecanismo que implicase un además una crisis en las economías de
control quedaba incapacitado para o b­ las regiones afectadas, y el comercio
tener rendimientos de las operaciones se fue ralentizando en su normal d e­
b u r o c r á tic a s . E sto su p o n ía un to tal senvolvimiento. La población laboral
descontrol de las actividades financie­ sufrió fuertes merm as de sus c o ntin­
ras en gran parte de las zonas, que se gentes por las continuas levas y, junto
acentuaba proporcionalmente a la leja­ a los efectos directos de la guerra en
nía de Roma. La monarquía centraliza­ los campos, la agricultura se fue e m ­
da y centralizadora del Principado no pobreciendo paulatinamente.
podía mínimamente responder con efi­ A esto se unió la continua devalua­
cacia a las necesidades de un imperio ción monetaria, con fuertes deprecia­
de tal envergadura. ciones del n u m e ra rio c irc u la n te y
Los procesos recaudatorios se hacían fuertes subidas de precios en una in-
ca d a vez m ás a rd u o s y le n to s , y el flacción de cuyas causas, los órganos
continuo aumento de la burocracia de financieros imperiales o no pudieron
agentes im periales no sólo no servía r e la c io n a r con sus c o n s e c u e n c ias , o
para asegurar los cobros y pagos, sino prefirieron omitirlas por la esperanza
que lejos de agilizar las operaciones, del rápido b eneficio que la dev a lu a ­
c o n c e b id a é sta de f irm a p ir a m id a l, ción oficial pro du cía a las arcas del
añadía más obstáculos a los ya ex is­ estado. El hecho es que la actividad
tentes. En el siglo m esta burocracia e c o n ó m ic a se d e b ilit ó y la d e s c o n ­
tenía semiparalizado el funcionam ien­ fianza en la moneda propició la bús­
to de las finanzas imperiales y su úni­ queda y retorno a viejas alternativas.
co servicio era el de aumentar con su Los m unicipios co m en zaro n a d e ­
coste aún más el déficit del estado. pau perarse y pronto m ostraron in c a ­
La inoperatividad del sistema hizo pacidad de afrontar sus pagos ordina­
asunto corriente la incapacidad de co­ rios. F r e n te a e ll o , el f i s c u s a c tu ó
brar débitos fiscales y las deudas tri­ re d o b la n d o su o p r e s ió n trib u ta r ia y
butarias aumentaron con grave perjui­ a r b itr a n d o m e d id a s p ara g a ra n tiz a r
cio del f i s c u s , d e s b o r d a d o p o r los las re c a u d a cio n e s. Los agentes c iv i­
gastos. Los em peradores comenzaron les, incapaces de hacer frente a la ca­
a condonar deudas atrasadas de varios da vez más m a n ifie sta h ostilid a d de
años, p re se n ta n d o los c ro n ista s este unos contribuyentes exhaustos, dieron
hecho como una nueva muestra de la paso a los agentes militares. C olletio-
divina munificiencia, cuando no serían n e s , s ta tio n a r ii y f r u m e n t a r i i , que
p o c o s los c a so s en que en re a lid a d h asta ese m o m e n to eran c u e rp o s de
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 37
tropas al servicio de las legiones para garantía de su efectividad y d esco n­
ta re a s c o m p le m e n ta r ia s de a p r e s a ­ fianza en la eficacia de los p ro c ed i­
miento de criminales, bandoleros, de­ mientos normales.
sertores o .tareas de espionaje, p asa ­ Las haciendas m unicipales fueron
ron a e ncarg arse de recau dar por la intervenidas por los curatores reipu-
fuerza de la coacción y las armas to­ blicae y aun las inversiones realizadas
do lo necesario al avituallamiento del por el capital del municipio no queda­
e j é r c i t o en su p aso a las z o n a s en ron exentas de una intervención a car­
campaña. go de otros agentes como los curato-
El paso de la legión por las provin­ res kalendarii. Como único medio de
cias comenzó a constituir situaciones a segurarse el fu n c io n a m ie n to de los
de auténtica calam idad p ública para servicios imprescindibles, el estado in­
los m unicip io s d ire c ta m e n te a f e c ta ­ tervino y dirigió la actividad económi­
dos. E stos su frieron las c o n s e c u e n ­ ca en aquellas parcelas fundamentales
cias de las requisas de las cosechas, como eran el sum inistro y transporte
gan ado s, an im ales de tiro e incluso de trigo a los ejércitos y la ciudad de
productos m anufacturados, en suma, Roma.
todo cuanto fuera susceptible de ser Las cuantías tributarias de las villas
necesitado por la legión en marcha al fueron asign adas a los m iem bros de
fren te militar. Se c o n s a g ra b a así la las curias locales con responsabilidad
sustitución de los cobros en moneda final del pago en las fortunas particu­
por los c obros en p ro d u c to s p r im a ­ lares de los decuriones, pero a medida
rios, no sujetos a devaluaciones, qu e­ que avanzó el siglo m el estado recu­
dando m ilitarizado el proceso como rriría cada vez más a los sistemas de

Termopolio de Herculano
38 AkaI Historia del Mundo Antiguo

contrib ucio nes e x tra o rd in a rias, cuyo do por la prefectura del pretorio, servi­
monto total comenzó a ser superior al cio que centralizó todos los sistemas
de los ordinarias, y como demostradas de requisa, confiscación y recaudación
las únicas eficaces en la obtención de de tributos en especie, y que manifes­
recursos. taba la clara tendencia militarizadora
A mediados del siglo m el fiscu s ya que desde los Severos se impuso en
no era el principal órgano perceptor de los tradicionales servicios fiscales.
tributos, ya que había quedado supcra-

Tributos y cuestiones fiscales: el Imperio se desharía si las rentas de


“Aunque el pueblo estaba descontento que se so ste n ía la re p ú b lica se veían
del impuesto de la centesim a rerum ve­ dism inuidas; porque si se suprim ían los
nalium establecida tras las guerras civ i­ derechos de portazgo, se pediría luego
les, Tiberio declaró que ese era el sos­ la abolición de los tributos. Por otra par­
tén del aerarium m ilitare". te, la m ayoría de las sociedades de re­
(Tácito, A nnales, I, 78, Ed. G redos, c a u d a c ió n de im p u e s to s h a b ía n sido
trad. José L. Moralejo, Madrid, 1979). constituidas por cónsules y tribunos de
la plebe, cuando todavía no estaba em ­
“ (Cayo) condonó a Italia el im puesto botada la libertad del pueblo rom ano; el
de la ducentessim a auctionum (0’5% de resto se había dispuesto luego de m a­
las ventas en pública subasta)” . nera que se com pensaran la cuenta de
(S uetonio, C aligula, 16, 3. trad, por ingresos y los gastos necesarios. Des­
M. Bassols de Clim ent, Ed. Alm a Mater, de luego que había que m oderar la co­
Barcelona, 1964). dicia de los publicanos, no fuera que al­
go tolerado sin quejas por tantos años
“ La herencia pequeña y escasa qu e ­ se convirtiera en motivo de resentim ien­
dará libre de la carga de la vicésim a y si to a causa de nuevas intem perancias” .
el hered ero a g ra d e cid o a sí lo q u ie re , (Tácito, Annales, χιιι, 50, Ed. Gredos,
podrá dedicarse toda ella a los gastos trad. José L. M oralejo, Madrid, 1980).
del sepulcro, toda ella a los gastos del
fu n e ra l; no h a b rá a llí q u ie n e s p íe ni “(D edicado por) el senado romano y
censure. Todo el que venga a heredar el pueblo al em p e ra do r C ésar Trajano
una módica cantidad, podrá tenerla sin Adriano Augusto, hijo del divino Trajano
p reocupaciones y d isfru ta rla tra n q u ilo . Pártico, nieto del divino Nerva, p ontifex
La vicésima ha quedado de tal modo re­ máximo, en su segunda potestad trib u ­
glam entada que sólo se corre el riesgo nicia, segundo consulado, el prim ero y
de incurrir en ella cuando se está en la ú n ico de to d o s los e m p e ra d o re s que
opulencia”. canceló 900.100.000 HS adeudados al
(P lin io el J o v e n , P a n e g íric o de fiscus, por esta liberalidad que beneficia
Trajano, 40, 1-2, Ed. A. D’Ors, Madrid, no sólo a los ciudadanos de su tiempo,
1955). sino a sus d escendientes” .
CIL VI 967, del 118 d.C.
“Aquel mismo año (58 d. C.), ante re­
petidas recla m acion es del pueblo que “ M a rco A u re lio c o n d o n ó to d a s las
protestaba de los excesos de los publi­ deudas pendientes para con el fiscus o
canos, dudó Nerón si ordenar la supre­ el aerarium por un período de 40 años,
sión de todos los im puestos, haciendo en adición a los 15 años de Adriano y
al género hum ano el más herm oso de ordenó que todos los registros de estas
los dones. Pero su prim er im pulso, no deudas fueran quem ados en el fo ro ”.
sin antes alabar profusam ente su gran­ (D io C a s s iu s C o c c e ia n u s , L X X I,
deza de ánimo, lo contuvieron sus con­ 32,2, Ed. Loeb C lass., tra n si. E. Cary,
sejeros de más edad, advirtiéndole que 1969).
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 39

III. Evolución de las finanzas públicas


en el Alto Imperio.

1. Los Julio-Claudios ra el estado. Increm entó los ingresos


procedentes de los bona dam natorum ,
Ya vim os en c a p ítu lo s a n te rio re s la resultado del régimen de terror instau­
política augusta relativa a la adminis­ rado en la segunda parte del reinado,
tración financiera del estado. Fruto de y su actitud re stric tiv a h acia un a u ­
ella fue la aparición de nuevos orga­ m e n to de las p a r t id a s d e s tin a d a s a
nismos que sentaron las bases de los frum entationes, donativa y congiaria,
programas económicos de los gobier­ así co m o a a m p lia r el p ro g r a m a de
nos posteriores. obras públicas y espectáculos a la ple­
Tiberio fue severo y estricto ejecu­ be, le valió enajenarse el respaldo de
tor de las ideas políticas de su prede­ sus coetáneos.
cesor en materia económica. No e m ­ Los resu ltado s de esta política de
prendió nuevas reformas y consideró auténtica estabilización financiera, en
suficientes las ya iniciadas por A ugus­ el marco del programa político hereda­
to. El balance de su gobierno da como do de Augusto, darían sus frutos a su
resultado un incremento de los ingre­ muerte. D ejó 2 .70 0 .0 0 0 .0 0 0 HS a su
sos públicos y una contención de los sucesor, mientras que él mismo tan só­
gastos, ya de por sí considerables. Pa­ lo había recibido unos cien millones
ra ello no parece que se excediera en de Augusto.
las imposiciones tributarias sino que, Las finanzas de Cayo muestran el
antes bien, prefirió aum entar los in­ reverso de la política de Tiberio. En
gresos saneando la pureza de los m e­ tan sólo tres años de gobierno este em ­
canism os recaudatorios. Buen a d m i­ perador despilfarró todos los recursos
nistrador, como el m ism o T ácito, su del estado, abandonando la vigilancia
habitual detractor, le reconoce, no du­ de los mecanismos recaudatorios ins­
dó en condenar a procuradores y go­ taurada por Tiberio, como inexcusable
bernadores cuya venalidad fuera pues­ principio de buen gobierno. Dobló los
ta de manifiesto en los tribunales. donativa y elevó los congiaria y Ro­
Limitó la actuación de las legiones ma disfrutó de espectáculos tan sun­
a los frentes abiertos que heredase de tuosos como nunca se hubiera visto. Y
A u g u s to , no e m p r e n d ie n d o n u e v a s ni siquiera la creación de extravagan­
aventuras militares de incierto resulta­ tes y anecdóticos tributos, ni la siste­
do y que supusiesen nuevas cargas pa­ mática política de confiscaciones, lo-
40 A ka l Historia del Mundo Antiguo

sea justificativo del ligero superávit fi­


nanciero con que el tesoro se encontró
a su muerte en el año 54.
El gobierno de Nerón tuvo una pri­
mera parte que llegó a ser considerada
época aúrea en la historia de la Ciudad
(quinquennium Neronis), por la estabi­
lidad y buen funcionamiento de las fi­
nanzas imperiales y su clara repercu­
sión en el d es a rro llo u rb a n ístic o de
Roma y otras ciudades itálicas. Los in­
gresos aumentaron y los gastos queda­
ron en los límites de la época de Clau­
d io , y R o m a v i v i ó u n a e x p a n s i ó n
económica como no volvería a disfru­
tar ni en los mejores tiempos del siglo
II . Pero a partir de la década de los se­
senta esta tendencia positiva se trunca,
paralelamente a los conflictos dom és­
ticos que c o m e n z a ro n a surgir en la
corte, seguram ente m otivados por el
Sextercio de Galba cambio sufrido en la personalidad de
este último de los Julios. Un régimen
graron paliar la bancarrota en que a su basado en últim a instancia en la v o­
muerte quedaron sumidos el fisc u s y el luntad mudable de un individuo estaba
aerarium. c o n d e n a d o a su frir los e m b a te s que
Cuando Claudio accede al poder, el afectaran al mismo.
saneamiento de la hacienda pública se Del 60 al 69 se abandona la política
presentaba como primera e inexcusa­ de moderación en los gastos públicos
ble labor de estado. Siguiendo las líne­ y comienzan a crecer sin freno las par­
as del ideario del fund ad or del ré g i­ tidas destinadas a las liberalidades im­
men, aprovecha para dar cuerpo a la periales. No de otra forma se concebía
organización de éste mediante los pro­ la conjuración de los intentos desesta­
c uradores, com o em brión del nuevo bilizadores sino a base de reasegurar
se rv ic io civil de la a d m in is tr a c ió n . la compra de las voluntades populares.
Asume gran parte del control de la ca ­ En este contexto se repartió un donati­
ja senatorial y la descarga del gasto de vum de 400 HS por cabeza a la plebe;
las frum entationes, hasta ahora de e n ­ se s u p rim ió la a n tig u a V et X X rer.
tre sus competencias, transfiriéndolas ven. man, aunque sólo de manera for­
a la Annona, regida por un praefectus mal, pues tal gravam en pasó ahora a
imperial. afectar a los compradores, que vieron
Hacia la mitad de su reinado la ha­ incrementados así los precios de venta
cienda debió estar ya equilibrada, tras de e s c la v o s , y a ú n N e ró n e s tu v o a
el marasmo en que Cayo la había su ­ punto de ab olir todos los vectig a lia
mido, como se demuestra del progra­ para acabar con las protestas que los
ma de obras públicas que ahora se ini­ abusos en las re c a uda cio ne s g e n e r a ­
c ia y en las que C l a u d i o g a s tó no ban. Aunque sus consejeros financie­
menos de 400.000.000 H S. Es posible ros le hicieron desistir de tal medida,
que el buen funcionamiento que intro­ que acarrearía la ruina del estado, no
dujo en la ad m inistración del fis c u s , dejaba esta actitud de ser muestra de
creand o se rvic io s e sp e c ia liz a d o s en la incapacidad y renuncia a atajar los
cada una de las fuentes de ingresos, vicios que h ab ían ido a ten azan do al
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 41
sistem a reca u d a to rio . Vicios que ya provinciales que, es nuestro parecer,
venían de a n tigu o, a c tu a liz a c ió n de debía ya existir para todas las provin­
viejos prob lem as re pu blic a no s, pero cias del Imperio. Redujo el excesivo
que volvían a la luz por el paulatino gasto público derogando gran parte de
abandono que de las riendas del Impe­ las medidas arbitradas por Nerón, co­
rio manifestó Nerón desde el año 60. mo fueron las numerosas exenciones e
C u a n d o el f i s c u s no p u d o h a c e r inmunidades fiscales, y la moderación
frente a los exorbitantes gastos de un a los límites fijados por Tiberio en co-
e m p e r a d o r d e s e q u ilib r a d o , se echó giaria y donativa.
mano al fácil recurso, ya utilizado por Avaro y escrupuloso en las recau­
Tiberio y Cayo, de las confiscaciones daciones, programó sus mayores ren­
a s u p u e sto s a d v e r s a r io s p o lític o s y dimientos sin necesidad de aumentar
c o n s p ir a d o r e s , y p or vez p r im e ra y las cuotas tributarias, sino que, cono­
sentando con ello un nefasto preceden­ ciendo perfectamente de los excelen­
te que todos los emperadores del siglo tes resultados que daba la vigilancia e
ni sufrirían, a la devaluación de la m o­ in te rv e n c ió n en los p ro c e d im ie n to s
neda de oro, aureus, y plata, clenarius, exactores, se aplicó en controlar la pu­
en un 10%, para el desahogo temporal reza del sistema. Los tributos en trigo
de un fisc u s en bancarrota. de las provincias senatoriales fueron
canalizados a la Annona imperial para
las frum entationes, descargando de es­
2. Los Flavios y los ta hipoteca fiscal a las provincias im­
Antoninos periales. Amplió la lista de contribu­
yentes de los im puestos de los cives
Cuando tras la guerra civil del 69 Ves­ romani, promocionando a Hispania al
pasiano accede al poder, se encontró disfrute del ius latii, con un programa
con una situación muy similar por el que, si bien tenía efectos fiscales in­
desorden y anarquía, a la que Augusto m ediatos, preveía el pleno beneficio
heredó tras la batalla de Actium. Sue­ del rango municipal a la vuelta de ge­
tonio cifra en 4 0 .0 0 0 .0 0 0 .0 0 0 H S la neraciones.
cantidad que el fisc u s necesitaba para P o s i b l e m e n t e o b t u v o d i n e r o en
situar al estado en los niveles mínimos abundancia de la venta de numerosas
que hiciese posible una labor de go ­ propiedades de los Julio-Claudios, así
bierno. como de la venta de las tierras ocupa­
Hijo de recaudadores fiscales, Ves­ das ilegalmente (subseciva) en épocas
pasiano emprenderá el saneamiento de anteriores, estabilizando la moneda de
la hacienda pública legada de los Ju- plata y oro en los pesos fijados por
lio-Claudios, aplicando un program a Nerón. Al final de su gobierno, las ar­
e c o n ó m ic o que no dejó p a rce la por cas p ú b lic a s in g r e s a b a n un a m edia
rentabilizar ni p rovincia del Imperio anual no inferior a 1.200.000.000 HS,
excluida de co ntrib uir p ro p o rc io n a l­ de los que tan sólo el 10% correspon­
mente a las cargas del estado. Sin du­ dían a los tributos indirectos. Los últi­
da, la labor financiera de Vespasiano mos años fueron ya de pleno superávit
dejó saneadas por muchos decenios las económico, y así lo evidencia la conti­
bases económicas que nutrieron al te­ nuidad de un programa de obras públi­
soro público. cas que ahora se emprende, tras el pa­
En el plano de los órganos centrales réntesis que supuso la estabilización
de las finanzas públicas, se vigorizó su del tesoro.
rendimiento con la creación institucio­ El trienio de Tito fue insuficiente
nal de tres nuevos fis c i provinciales, el para el desarrollo de una política eco­
asiaticus, el alexandrinus y el iudai- nómica, y por lo demás, un cúmulo de
cus, que com pletaban la red de fis c i circunstancias adversas, externas al es­
42 Akal Historia del M undo Antiguo

tado, impidió prolongar la buena posi­ estar equilibrada y puede ello ser un
ción en que Vespasiano había dejado a síntoma de la incipiente independencia
la hacienda pública. Junto a la munifi- que la estructura financiera del Princi­
ciencia que para Tito resalta Suetonio, pa d o iba a d o p ta n d o , re s p e c to a las
no aventajada por ninguno de sus pre­ cambiantes actitudes de su primer res­
decesores, abriendo su gobierno con ponsable. Acaso ésta sea la herencia
grandes celebraciones en Roma, el es­ más importante legada por los Flavios
tado tuvo que destinar todos sus fon­ a sus sucesores del siglo II.
dos a paliar los efectos de tres catás­ N e r v a a p e n a s p u d o en do s a ñ o s
trofes que asolaron Italia. Por un lado, plantear siquiera un programa de con­
la erupción del Vesubio, que borró del trol del gasto p ú b lic o , a un qu e otras
mapa las ciudades de Pompeya, H er­ medidas de este em perador ponen en
culano y Stabiae. Luego un incendio duda la sinceridad de aquella iniciati­
que asoló R om a d u ra n te tres días y va. Su propagada austeridad no c o n ­
posteriormente, una epidemia que tuvo cuerda con la creación de nuevas fuen­
una virulencia sin precedentes. D em a­ tes de gastos p ú b lic o s, co m o fue la
siadas calamidades para un gafado em ­ In s titu tio A lim e n ta ria de Italia, por
p erado r de c u a r e n ta y un años, que mucha justificación social que la sos­
moría el 13 de Septiembre del año 81, tuviera, al amparar con los bajos rédi­
a ios dos años y dos meses de haber tos de préstamos agrarios a huérfanos
sucedido a su padre. y viudas de los municipios itálicos.
Domiciano heredó la severa m eticu­ Esta misma tendencia filantrópica
losidad y buena capacidad como admi­ preside buena parte de los reinados de
nistrador de su padre Vespasiano. Su los Antoninos, acaso como superficial
gobierno se enraizó en el ideario polí­ contrapunto a la creciente demanda de
tico de éste, de quien fue perfecto eje­ recursos a los ciudadanos, de una ha­
cutor de sus planteamientos económ i­ c ie n d a cada vez más a g o b ia d a para
cos. Del 81 al 92 D om iciano lleva a asumir todos los proyectos imperiales.
cabo una moderada política financiera, Trajano inaugura la época de los em ­
basada en garantizar el perfecto fun­ peradores frugales y austeros del siglo
cionamiento de los mecanismos fisca­ II, actitud ésta más im p ue sta por las
les implantados en las provincias. El circunstancias que por un voluntaris­
déficit de Tito quedó pronto paliado mo político. La guerra y la administra­
como manifiesta la continuación de las ción se llevaron gran parte de los in­
obras públicas em prendidas por Ves­ gresos públicos y aún éstos resultaron
pasiano. Los cuatro últimos años de su insuficientes en la m edida en que se
vida, del 92 al 96, nos retrotraen a los abrían nuevos frentes militares.
últim os tiem pos de T iberio, y Rom a A cambio de esta paulatina hipote­
volvió a sufrir las consecuencias del ca del e s ta d o , T r a ja n o dio un paso
cambio patológico de la conducta de más en el san eam ien to de los m e c a ­
su máximo gobernante. En esos años nismos fiscales, único método de pre­
se inc re m e ntaron las c o n fisc a c io n es servar los ingresos y mantener la paz
procedentes de los bona dam natorum , y el orden entre los súbditos. Incre­
típico en estas situaciones. mentó los límites exentos de la vicési­
No parece, no obstante, que el Im­ ma h e re d ita tiu m y de los legados y
perio, ni siqu iera Italia, a cu sara los herencias, renunciando a exigir el au­
problemas internos del régimen, acaso rum coronarium . Pese al buen funcio­
por ser cuatro años insuficientes como namiento de las instituciones y a la re­
para dar al traste con la dcabada orga­ nuncia de algunos ingresos como los
n iz a c ió n a d m i n i s t r a t i v a c r e a d a por citados, más sim bólicos que s u sta n ­
Vespasiano. A la muerte del em pera­ ciales, la sombra del déficit preocupó
dor en el 96, la hacienda pública debió al emperador hasta su muerte, no pu-
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 43
diendo evitar el recurso a la devalua­ del esfuerzo político desplegado por
ción monetaria, un 15% en el denario, su antecesor en pro de la estabilidad
para paliar los momentos adversos. de la hacienda.
Adriano representa un esfuerzo más Su reinado no se oscurece con gran­
en conciliar la doble imagen del esta­ des aventuras bélicas y, por unos años
do imperial, la faceta del estado filan­ la voraz m áquina de guerra permitió
trópico y p ro m o to r de lib era lid a d e s un respiro a las arcas públicas. M ode­
para el pueblo, y la faceta del estado rado en sus gastos, frugal y austero
cada vez más severo en sus exigencias hasta el punto de cubrir con su propio
tributarias y exactoras. Difícil misión
que re q u irió la b ú s q u e d a de nuevas La crisis financiera del
fuentes de ingresos, al objeto de no año 33 d. de C.:
castigar más las tradicionales. En esta
doble actitud, las finanzas de Adriano “ De ahí surgió una escasez de num era­
presentan la evolu ció n incong ruente rio, al reclam ar a un tiem po todas las
de dos actitudes antagó nicas: c o n ti­ deudas y porque habiendo sido tantas
nuación del evergetismo y la prodiga­ las condenas seguidas de subastas de
lidad, y a provecham iento al máximo bienes, la plata am onedada estaba re­
de todas las fuentes económ icas sus­ tenida por el fiscus o el aerarium . Ante
ceptibles de generar ingresos que pa­ ello, el senado había prescrito que ca­
liaran el agobio del fiscu s. da cual invirtiera en tierras de Italia los
En el primer plano, Adriano condo­ 2/3 del dinero prestado. A hora bien, los
nó débitos fiscales de los municipios a cre e d o re s re cla m a b a n la to ta lid a d y
por valor de 900. 0 0 0 .0 0 0 H S, pero no re su lta b a de ce n te para a quellos a
activó la recaudación de tasas olvida­ q u ie n e s se re c la m a b a el h a ce r m en­
das y envió a las ciudades con hacien­ guar su crédito, ... Las medidas que se
das en crisis a agentes interventores h a b ía n a rb itra d o co m o re m e d io s - la
(ic u ra to re s r e ip u b lic a e ). P e rd o n ó el venta y la c o m p ra - se tornaban contra­
aurum coronarium a Italia y lo redujo producentes puesto que los prestam is­
en provincias, gastando mucho dinero tas se habían guardado todo el dinero
en obras públicas por todo el Imperio. para com prar tierras. A la abundancia
En el segundo plano, Adriano profe­ de v e n ta s s ig u ió la c a íd a de los
sionalizó al máximo la estructura pro­ precios... El desfondam iento de los pa­
curatoria! a cargo de los equites, co ­ trim o n io s fa m ilia re s e s ta b a d a n d o al
mo g a r a n tía del p le n o r e n d im i e n to traste con la dignidad y la reputación,
perceptivo. Revisó los censos del Im­ cuando el César prestó su ayuda repar­
perio cada quince años, encargando de tiendo por las bancas 100.000.000 HS,
tal misión a sus procuradores, y pare­ a utorizándose su préstam o sin in te re ­
ce que fueron creados nuevos impues­ ses durante tres años, si previam ente
tos, medidas que en conjunto lograron el deudor ofrecía al aerarium del pueblo
un equilibrio en el tesoro al final de romano una garantía del doble en pre­
su vida, pero con una e s tru c tu ra de dios. Así se restauró el crédito y poco a
gastos militares tan onerosa que difí­ poco se e n co n tra ro n ta m b ié n p re s ta ­
cilmente podría ser mantenida por sus mistas particulares”.
sucesores.
A ntonino Pío representa el último
período de apogeo económico y equi­ (Tácito, Armales, VI, 17, Ed. Gredos,
librio de las finanzas del estado. Si Ti­ trad. José L. Moralejo, Madrid, 1979).
berio fue el fiel ejecutor de los postu­
lados de Augusto, Antonino recoge la
la b o r de s a n e a m i e n t o h e r e d a d a de
Adriano y se limita a utilizar los frutos
44 Aka! Historia del M undo Antiguo

d in e ro p a r tic u la r los cada vez más cionalizando. Como Adriano, veló por
f r e c u e n te s d e sc u b ie r to s del fis c u s , las haciendas locales, reconociendo el
Antonino Pío logra mantener el m is­ importante papel que para la hacienda
mo nivel de munificencia de sus pre­ estatal el apoyo de los municipios re­
decesores. En nueve ocasiones distri­ presentaba.
buyó dinero y trigo por un valor total Tanta moderación en el gasto públi­
de 800 denarios por cabeza, y muchos co y, sobre todo, la fortuna de disfrutar
d é b i t o s t r i b u t a r i o s de tie m p o s de de largos períodos de paz e inactividad
Adriano fueron cancelados, en una ini­ en los frentes fronterizos, hicieron de
ciativa que poco a poco se fue institu­ este emperador el último de los que, al

Moneda de Maximino Daia


Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 45
morir dejaban el tesoro en franco su­ gobierno, acaso por consciencia de su
perávit. incapacidad para frenar el rápido ca­
Marco Aurelio no podía comenzar su m in o h a c ia el c a o s e c o n ó m i c o ,
gobierno con mejor augurio. Al acceder Comodo se limitó a desplegar una po­
al trono disponía de 2.700.000.000 HS lítica doméstica en franca disposición
en el fiscu s, cantidad igual a la que Ti­ de consumir los últimos recursos del
berio legó a Cayo. Pero el reinado de estado. Volvieron los grandes espectá­
Marco Aurelio presenta un em p eo ra­ cu lo s a R o m a, r e m e m o r á n d o s e con
miento significativo de la situación fi­ nostalgia los años dorados de Claudic
nanciera. G uerras en las p rincip ales o Nerón, y hasta 10 nuevos procurado­
fronteras, terremotos desoladores en las res fueron creados para dirigir 10 nue­
provincias, períodos de hambres segui­ vos tipos de juegos públicos instaura­
dos de largos años de peste en Roma e dos ahora. Para sufragar los costes del
Italia, riadas, etc., fueron funesto con­ despilfarro y boato de la corte, no se
trapunto de los dorados años de Anto­ dudó en inventar nuevas contribucio­
nino Pío. nes que agravasen las cargas ya asumi­
Pese al continuo recorte de los gas­ das por los únicos grupos sociales sol­
tos en palacio, la casi cancelación de ventes. Así, los senadores tuvieron que
espectáculos financiados por la corona pagar 2 áureos por miembro familiar y
y la ausencia casi total de un programa año, y los decuriones de los m unici­
de obras públicas, la hacienda imperial pios, 5 denarios.
tuvo grandes problem as para atender De nuevo se recurrió a las confisca­
sus necesidades. Comenzó a fallar el ciones, a la venta de honores y por su­
cumplimiento fiscal de los municipios puesto a la devaluación de la moneda,
y las más ricas provincias mostraron que ya había sufrido rebajas en su ale­
síntom as alarm antes de ag otam iento ación de oro o plata con A d ria no y
económico. Sin este apoyo, las finan­ Marco Aurelio (10%). Pero los inme­
zas del estado entraron en la curva ha­ diatos efectos positivos de estas deva­
cia la bancarrota. luaciones cada vez fueron más cortos,
Pese a un fuerte incremento del n ú­ en una situación económica en la que
mero de funcionarios adscritos a las la inflación, producto de las sucesivas
tareas recaudatorias, los ingresos no devaluaciones, marcaba una clara de­
aumentaron y el estado comenzó a su­ preciación de la moneda y el paulatino
frir los efectos adicionales de la exce­ retorno a valores más seguros como
siva burocratización de sus m ecan is­ eran los productos agrícolas. Tan sólo
mos. En el 178 el em perador decretó la estabilidad de los gastos militares
una gran cancelación de deudas al f i s ­ al existir paz en las fronteras frenó, de
cus y al aerarium , no como muestra momento, el avance hacia la ruina del
de filantropía sino por la real im posi­ estado.
b ilid a d de c o b ra rla s. La co rte tuvo
que recurrir a la venta de parte de sus
bienes para allegar dinero a las arcas. 3. Los Severos hasta la
A pesar de todo, durante su gobierno crisis del siglo m
se r e p a r t i e r o n 7 0 0 . 0 0 0 . 0 0 0 H S en
congiaria. Actitudes anacrónicas c o ­ Desde Septimio Severo el denario su­
mo ésta justifican que al morir Marco fre continuas devaluaciones que cul­
Aurelio dejara el fisc u s com pletam en­ minan en el 260, en que aquella m o­
te vacío. neda era ya mero cobre con un baño
C om odo no fue el e m p e ra d or que de plata. El re c r u d e c im ie n to de las
unas finanzas públicas en crisis nece­ guerras hizo necesarios más ingresos
sitaban en la Roma de finales del siglo p a r a m a n t e n e r a lo s a l r e d e d o r de
II. Completamente ajeno a las tareas de 200.000 soldados en armas, que, dis­
46 A ka l Historia dei Mundo Antiguo

tribuidos en 33 legiones, suponían un ing reso s o rd in ario s. Se recaud ó una


coste anual de unos 1.200.000.000 de­ annona en trigo o vestidos y m anufac­
narios. La política de confiscaciones a turas en Egipto -a n a b o lic a e sp e c ie s-
sus adversarios allegó importantes re­ para los gastos militares.
c u rso s al n u e v o ó rg a n o f in a n c ie r o , El número de contribuyentes de tri­
R es P riv a ta , pero aún así fue in su fi­ butos afectos a la condición de ciuda­
ciente para equilibrar los gastos de la danos romanos se amplió al máximo,
poderosa máquina de guerra del esta­ al conceder Caracalla en el 212 la ci­
do. Nuevos impuestos fueron levados vitas a todos los habitantes del Im pe­
y el recurso cada vez más utilizado de rio, a excepción, parece ser, de aque­
apelar a las contribuciones extraordi­ llos súbditos que tenían la condición
narias acabó por sembrar el pánico en­ de d ed iticii. Se puso enorm e celo en
tre las ciudades del Imperio. asegurar la recaudación utilizando pa­
La desconfianza en la moneda trajo ra ello, junto a los procuradores, a la
a un primer plano la validez de los p a ­ misma tropa legionaria, con lo que la
gos en especie, y el anquilosam iento tarea perceptora fue cada vez más una
progresivo de la burocracia del e sta ­ misión de despojo y rapiña institucio­
do, cada vez menos operativa y más nalizada. La responsabilidad de la re­
d e sc o n tro la d a , dio paso a la a p lic a ­ caudación tributaria en cada m un ici­
ción de los sistemas de requisas, sobre pio y en cada distrito fue asignada a
todo como justificación del suministro los decem prim i, en O ccidente, deca-
de las legiones en cam paña. Cuando p ro tie en O riente, que de sig na b a un
las fuentes de ingresos trad icio nales censo de las diez primeras fortunas de
mermaron sus rendimientos, el em p e­ cada villa, c u yas r e s p o n s a b ilid a d e s
rador no vaciló en exigir contraparti­ consistían en tener que cubrir las dife­
das de servicios y prestaciones perso­ rencias fiscales entre el quantum orde­
nales (m u ñ era ) a los c iud ad ano s del nado a recaudar y lo realmente recau­
Imperio. Cualquier fórmula se dio por dado. El h o nos de las m a g istra tu ra s
válida si demostraba su eficacia a los municipales pasó a convertirse en un
intereses del fiscu s. m u n u s, al re s p o n d e r los d e c u rio n e s
Con Caracalla los gastos del estado con sus p a trim o n io s p a r tic u la re s de
volvieron a am enazar bancarrota. De cualquier déficit público, y cada vez
nuevo la moneda fue d ev a lu a d a tras se hizo más difícil configurar los cua­
una estabilización artificial de la m is­ dros d irigentes de la ciudad p r o v in ­
ma, al crearse el antoninianus, m one­ cial, por ausencia, cuando no huida,
da de plata que pasaba a valer 2 dena­ de los candidatos.
rios de los antig uo s, aún cu and o su A pesar de todo, Caracalla no dejó
contenido en plata fuese tan sólo 2/3 de repartir frecuentes donativa e in­
del denario nero niano . El au reu s ya crem entos de sueldos a las legiones.
sólo tenía 1/3 de su contenido original El caos financiero se hizo crónico y
de oro. Todo ello aceleró la espiral in- n in g u n o de los e m p e ra d o res que s i­
flacionista, la subida de precios y la guieron, Macrino, Heliogábalo o A le­
pérdida de confianza en la moneda, en ja n d r o Severo p u d ie ro n h a c e r nada,
perjuicio del poder adquisitivo de los más que buscar los recu rsos para el
ciudadanos. diario sostenimiento de la corte, aban­
Los trib u to s tra d ic io n a le s fu e ro n donando prácticamente cualquier polí­
d o b la d o s en sus tasas tr a d ic io n a le s tica financiera, por im posibilidad de
- l a s vicesim ae lib e rta tis y heredita- aplicar la misma en las circunstancias
tium pasaron a ser d e c u m a e - y el a u ­ vigentes. El Imperio quedaba abocado
rum coronarium y otras co n trib u c io ­ a la Gran Crisis que, gestada en el úl­
nes e x tr a o r d in a r ia s fu e ro n e x ig id a s timo siglo, cubriría las décadas c e n ­
regularmente, pasando a ser de hecho trales del siglo ni.
Las finanzas públicas del Estado romano en el Alto Imperio 47

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