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UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANÍSTICAS Y SOCIALES

PSICOLOGÍA CLÍNICA

NEUROPSICOLOGÍA

QUINTO SEMESTRE

“C”

PSC. CL. JORGE CEDEÑO

JOHN CARLOS ROJAS URDÁNIGO

SEPTIEMBRE 2018 – FEBRERO DEL 2019


PROCESO DE ATENCIÓN

Los seres humanos se ven bombardeados constante de estímulos visuales, auditivos y


olfativos que cada día se presentan, esta recepción abundante de información trae consigo el
desarrollo, y permite el aprendizaje de mecanismos cognitivos capaces de seleccionar del
medio solo aquello que realmente es importante, evitando así saturar al cerebro de
información innecesaria. (Ríos, 2011)

La atención es una proceso cerebral complejo que utiliza a los órganos de los sentidos para
enfocarlos sobre determinada información, mediante mecanismos de selección, filtración y
organización escoge aquellos puntos que son relevantes para la realización de la actividad
que se está desarrollando, mientras que inhiben otros estímulos presentes, pero irrelevantes.
(Longoño, 2009)

Proceso funcional de la atención

Modelo de Mesulam

Según este autor, la atención estaría formada de dos subsistemas cerebrales: la matriz
atencional y el canal atencional. La matriz atencional regularía la capacidad general de
procesamiento de la información, la eficiencia en la detección de estímulos, la capacidad
potencial de focalización, el nivel de vigilancia, la resistencia a la interferencia y la relación
señal-ruido. Está relacionado con el nivel de alerta o arousal. El canal atencional regula la
dirección de la atención en cualquiera de las diversas dimensiones: extrapersonal, mnésica,
semántica, visceral, etc. Este elemento de la atención está relacionado con la capacidad de
seleccionar el tipo de información a atender. (Ríos, 2011)

La atención selectiva o dirigida como una red neural distribuida en esta participarían tres
regiones corticales: la corteza parietal posterior dorsolateral, la corteza prefrontal y el giro
cingulado, asociados, respectivamente, a los componentes perceptivo, motor y límbico.
(Longoño, 2009)

El modelo de Posner y Petersen

Propone la existencia de tres redes neurales anatómica y funcionalmente independientes,


responsables de los procesos atencionales. La red de orientación estaría implicada en la
selección de la información sensorial y sustentaría la atención visoespacial. Las tareas
empleadas para la evaluación funcional de esta red implican: la búsqueda de un estímulo
particular en una escena con distractores (tareas de búsqueda visual), la señalización de una
localización espacial a la que el sujeto deberá atender con posterioridad (tareas de orientación
encubierta). Las áreas cerebrales implicadas en esta red serían la corteza parietal, el giro
precentral, la corteza oculomotora frontal, los colículos superiores y el tálamo. (Longoño,
2009)

La red de vigilancia cumple la función de generar y mantener el estado de alerta, y por lo


tanto, sustenta el aspecto que podemos denominar de atención sostenida. Los estudios
clínicos mencionan que lesiones frontales derechas alteran la habilidad de los pacientes para
mantener de forma voluntaria la atención y las lesiones parietales derechas alteran las
funciones de alerta y orientación. (Longoño, 2009)

La red ejecutiva desempeña su papel en tareas de cambio, control inhibitorio, resolución de


conflictos, detección de errores y localización de recursos atencionales. Participa en la
planificación, el procesamiento de estímulos novedosos y en la ejecución de nuevas
conductas. Los estudios de neuroimagen han mostrado la activación de una extensa red de
áreas cerebrales, entre las que destacarían el cíngulo anterior y el área motora suplementaria,
la corteza orbitofrontal, la corteza prefrontal dorsolateral y ciertas porciones de los ganglios
basales y el tálamo. (Longoño, 2009)

Modelo de Corbetta y Shulman

Proponen la existencia de dos redes cerebrales parcialmente independientes que desempeñan


dos tipos de funciones diferentes y complementarias a la vez, en el control de la atención: el
sistema bottom-up y el top-down. (Ríos, 2011)

El sistema bottom-up integraría partes de la corteza intraparietal y del surco frontal superior,
y estaría implicada en los mecanismos de selección de estímulos y respuestas en virtud de las
metas del individuo o de manera voluntaria. El sistema top-down incluye la corteza témporo-
parietal y la corteza frontal inferior, lateralizado en el hemisferio derecho, estaría
especializado en la detección de estímulos conductualmente relevantes, y en particular
aquellos salientes, inesperados o novedosos. (Ríos, 2011)
Lateralización de la atención

El hemisferio izquierdo ejerce un control unilateral (contralateral) y el hemisferio derecho un


control bilateral, además de regular el sistema de ‘arousal’ y mantener el estado de alerta. Es
importante papel regulador que cumple el córtex frontal y sus conexiones con el estriado, se
ha llegado a afirmar que la regulación ‘princeps’ de la atención descansa sobre el sistema
frontoestriado del hemisferio derecho, a través de vías noradrenérgicas y, en menor medida,
serotoninérgicas; mientras el hemisferio izquierdo utilizaría vías dopaminérgicas y, en menor
medida, colinérgicas. (Estevéz, 1997)

Alteraciones

La atención es un proceso cognitivo que se puede alterar por múltiples causas, entre las más
comunes se encuentran las etiologías del daño cerebral: accidentes cerebrovasculares,
traumatismos craneoencefálicos, deterioro cognitivo, entre otros. (Longoño, 2009)

Hipoprosexia

La persona afectada intenta concentrar su atención en algo pero no lo logra más allá de unos
segundos o minutos, principalmente debido a que de manera involuntaria se orienta y focaliza
en otros pensamientos y sensaciones. Si reintenta concentrarse no hay cambio alguno en el
resultado. La hipoprosexia es una alteración que en la clínica suele presentarse en pacientes
con trastorno de ansiedad y depresión. (Longoño, 2009)

Hiperprosexia

Es un trastorno psicopatológico de la atención que consiste en la reducción de la capacidad


atentiva. La atención es superficial y pobre, hay tendencia a la distraibilidad y un registro
pobre de los eventos. (Capponni, 1987)

Atención distráctil

Se encuentra en personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad. No consiguen


concentrarse, no focalizan la atención, no siguen instrucciones, entre otros síntomas. En la
manía la atención se traslada fácilmente y con mucha frecuencia, pero siempre se acompaña
de algún interés, por pequeño que sea, en los objetos y eventos. (Estevéz, 1997)
Evaluación del proceso atencional

El Test infantil auditivo de series de sumas es una prueba auditiva que evalúa velocidad
de procesamiento, atención sostenida auditiva y dividida. Para su realización es necesario
que tanto la memoria operativa como las habilidades matemáticas estén intactas. El test
consiste en la presentación de forma aleatoria y a distintos tiempos de dígitos en cinco
ensayos. En cada ensayo se presentan 61 dígitos. (Ríos, 2011)

El test de Stroop evalúa atención selectiva y capacidad de inhibición de una conducta verbal
automática. El niño debe leer durante 45 segundos una primera hoja con 4 columnas en las
que aparecen escritas nombres de colores (verde, rojo, azul). A continuación debe nombrar
el color de la tinta con la que están impresas una serie de “x”, en la misma disposición que la
hoja anterior y durante el mismo tiempo. (Estevéz, 1997)

Test de atención global-local (AGL)

Esta prueba se aplica a sujetos que cursan desde primero de ESO hasta segundo de
Bachillerato (entre 12 y 17 años) y evalúa la rapidez y precisión perceptivas con atención
dividida, así como la habilidad diferencial para procesar rasgos globales y locales de un
estímulo visual. (Ríos, 2011)

Wisconsin Card Sorting Test

Esta prueba es un instrumento neuropsicológico que evalúa la capacidad del paciente para
adoptar y o cambiar estrategias según las demandas de la tarea, así como la flexibilidad
cognitiva y la capacidad para emplear la retroalimentación en la solución de problemas. El
test consiste en 4 tarjetas modelo y 128 tarjetas de prueba (divididas en dos grupos de 64
tarjetas), que contienen dibujos que varían en color (rojo, azul, amarillo o verde), en la forma
(cruces, círculos, triángulos o estrellas) y en el número de figuras (uno, dos, tres o cuatro).
(Longoño, 2009)
FUNCIONES EJECUTIVAS

Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades implicadas en la generación, la


supervisión, la regulación, la ejecución y el reajuste de conductas adecuadas para alcanzar
objetivos complejos, especialmente aquellos que requieren un abordaje novedoso y creativo.
(Bausela Herreras, 2014)

Las funciones ejecutivas pueden ser definidas como las rutinas responsables de la moni-
torización y regulación de los procesos cognitivos durante la realización de tareas cognitivas
complejas. (Verdejo, 2010)

Según Sholberg considera que las funciones ejecutivas abarcan una serie de procesos
cognitivos, entre los que destacan la anticipación, elección de objetivos, planificación,
selección de la conducta, autorregulación, automonitorización y uso de feedback. (Tirapu-
Ustárroz, 2007)

Según Luria, el primer autor que, sin nombrar el término, conceptualizó las funciones
ejecutivas como una serie de trastornos en la iniciativa, en la motivación, en la formulación
de metas y planes de acción y en la automonitorización de la conducta asociada a lesiones
frontales. (Verdejo, 2010)

Proceso funcional de las funciones ejecutivas

Modelo jerárquico (Stuss y Benson)

Según este modelo, las funciones del córtex prefrontal componen un sistema con funciones
jerárquicas, independientes, pero interactivas. Cada uno de los tres componentes contendría
sus subsistemas y un mecanismo de control. (Verdejo, 2010)

El input del primer componente corresponde al sistema sensorial y perceptual, y contendría


un dominio para cada módulo específico. Este sistema no necesitaría de la participación del
córtex prefrontal. Durante la adquisición de una conducta compleja (como conducir), el
córtex prefrontal debe mantenerse activo; cuando la conducta se interioriza o pasa a formar
parte del repertorio conductual del individuo, la participación del córtex prefrontal
disminuye. (Verdejo, 2010)
El segundo componente de este sistema jerárquico está asociado con el control ejecutivo o
función de supervisión de los lóbulos frontales. Las conexiones recíprocas entre las áreas de
asociación multimodal retrorrolándicas, el sistema límbico y el cerebro anterior proveen las
bases neurales necesarias para este control ejecutivo. Estas funciones ejecutivas de control
se han dividido conceptual y experimentalmente en subfunciones específicas, tales como
anticipación, selección de objetivos y elaboración de planes. (Verdejo, 2010)

El tercer componente de la jerarquía incorpora el concepto de autoconciencia y


autorreflexión. Este componente estaría relacionado con la capacidad de ser consciente de
uno mismo y con la capacidad de reflejar en pensamientos y conductas patrones individuales
y propios del yo. La autoconciencia, en este sentido, depende de los inputs que recibe de los
sistemas sensorial-perceptual y de control ejecutivo, y su output influye en la naturaleza y el
grado del control ejecutivo. (Verdejo, 2010)

Modelo integrador

El primer componente representa el sistema sensorial y perceptual. Si el estímulo se reconoce


accediendo a la memoria a largo plazo (declarativa o procedimental), las respuestas
correspondientes pueden ser simples o complejas, pero siempre son conductas
sobreaprendidas, automáticas y rápidas. (Verdejo, 2010)

El segundo componente se activaría cuando la acción se reconoce como novedosa o no


rutinaria, poniéndose en marcha los procesos de anticipación, selección de objetivos,
planificación y monitorización. podemos entender las funciones ejecutivas como un sistema
extendido, donde el funcionamiento del SAS y la memoria de trabajo crean posibilidades, y
el marcador somático fuerza la atención hacia una de ellas, lo que permite expandir la
atención y la memoria operativa hacia el siguiente proceso de deliberación, donde, a su vez,
una posibilidad quedará resaltada por el marcador somático, lo que permitirá extender la
memoria de trabajo y la atención hacia el proceso siguiente, y así sucesivamente a través de
los procesos de anticipación, selección, de objetivos, planificación y monitorización.
(Verdejo, 2010)
Evaluación de las funciones ejecutivas

Para valorar los déficits ejecutivos se han propuesto múltiples pruebas o test
neuropsicológicos, que han mostrado, en líneas generales, su utilidad para detectar
disfunciones del córtex prefrontal (WCST, Stroop, Trail Making Test, fluidez verbal
fonética, fluidez de diseños, test de las torres, etc.). (Verdejo, 2010)

Estos test han mostrado alguna sensibilidad para captar disfunción cerebral frontal, ninguno
de ellos ha probado ser específico para medir disfunciones del sistema ejecutivo. Así, algunos
pacientes con daño cerebral frontal ejecutan adecuadamente estas pruebas, mientras otros
pacientes con lesiones retrorrolándicas los pueden ejecutar de forma inadecuada. (Verdejo,
2010)

Alternancia cognitiva. Incluye procesos de mantenimiento, inhibición y actualización de


sets o criterios cognitivos. Test de clasificación de cartas de Wisconsin (WCST). Esta
prueba es una tarea neuropsicológica clásica empleada en la detección de lesiones frontales,
en la cual el sujeto debe descubrir una regla o criterio de clasificación subyacente a la hora
de emparejar una serie de cartas que varían en función de tres dimensiones estimulares
básicas (forma, color y número). (Verdejo, 2010)

Torre de Hanoi.- El problema consiste en cuatro discos de tamaño decreciente que están
apilados en una posición A de una mesa con tres postes posibles, A, B y C. El objetivo de la
tarea es desplazar todos los discos de la posición A a la C de manera que formen de nuevo
una pirámide y sin que en ninguna de las posiciones intermedias un disco grande descanse
sobre uno más pequeño. (Verdejo, 2010)

La escala de memoria de Wechsler.- Es una prueba de span visual. Este subtest nos aporta
una medida de la memoria visual inmediata. El paciente se halla sentado frente a un tablero
sobre el que puede observar diez cubos. La instrucción que se da es: ‘quiero que haga
exactamente lo que yo hago. Debe tocar los cubos que yo toque, en el mismo orden’.
(Verdejo, 2010)

Paradigma Stroop o paradigma go-no go. Para valorar los procesos de inhibición
proponemos dos tareas: el test de Stroop, por su mayor carga hacia aspectos verbales, y tareas
go-no go, por su componente motor. El test consta de tres páginas, cada una de las cuales
contiene cinco columnas de 20 elementos. Cada uno de los elementos de la página número
uno es el nombre de los tres colores empleados en el test, repetidos de manera aleatoria e
impresos en tinta negra. La página número dos está formada por cinco columnas de símbolos
tipo ‘XXX’, coloreados de manera aleatoria con los tres colores empleados en el test.
(Verdejo, 2010)

Alteraciones de las funciones ejecutivas

Las alteraciones de las funciones ejecutivas se han considerado prototípicas de la lesión


frontal. Según las tres regiones de la corteza prefrontal se pueden describir tres síndromes
frontales claramente distinguibles:

Síndrome prefrontal dorsolateral (subtipo disejecutivo). Esta región parece estar implicada
en procesos como: la flexibilidad cognitiva; el orden y la secuenciación temporal de los
acontecimientos recientes, planificación para el futuro, regular las acciones según los
estímulos ambientales, y aprender de la experiencia. Los pacientes con lesiones en estas áreas
presentan: 1) pensamiento concreto, respuestas perseverativas y graves dificultades en
razonamiento y flexibilidad cognitiva, 2) incapacidad para resolver tareas novedosas pero sí
rutinarias, 3) menos conducta espontánea, y solo actuaran cuando se les incite, 4) dificultad
para resolver tareas de “resolución de problemas”, 5) Dificultades para priorizar y dirigir su
atención hacia objetos relevantes, gran distractibilidad, perseveración e impersistencia en la
conducta, y 6) desorganizada y sin un objetivo claro. (PSIQUIPEDIA, 2018)

Síndrome prefrontal orbital (subtipo desinhibido): Esta zona está implicada en procesos
como: la elaboración e integración de las regiones frontales con las límbicas (emociones),
recibe información de la experiencia individual del paciente relacionada con situaciones de
su vida, con la anticipación de las consecuencias de su conducta. Los pacientes con lesiones
en estas áreas presentan: 1) Gran dificultad en control de impulsos, 2) Aumento
desproporcionado y sin control de la agresividad, 3) Lenguaje inapropiado, jocosidad, 4)
Pérdida de la conciencia sobre las normas sociales, 5) elevado consumo de sustancias de
abuso e incluso tener problemas con la justicia, en ocasiones. (PSIQUIPEDIA, 2018)

Síndrome prefrontal medial (subtipo apático): Estaría implicada en procesos como: la


motivación y el inicio de la acción. Los individuos con lesiones en estas áreas suelen
presentar: 1) Conducta sin motivación ninguna, apática, encontrando a veces un mutismo
completo, 2) Se suelen mostrar como deprimidos, con pensamientos negativos e incluso
signos de depresión mayor, 3) marcada indiferencia afectiva. (PSIQUIPEDIA, 2018)

Referencias

Bausela Herreras, E. (2014). La atención selectiva modula el procesamiento de la información y la


memoria implícita. Acción Psicológica,, 21-34.
Capponni, R. (1987). Psicopatología Y Semiología Psiquiatrica. Santiago de Chile: Universidad de
Chile.
Estevéz, A. G. (1997). La atencion una compleja función cerebral. Revista de Neurología, 1989-1997.
Longoño, L. (2009). La atención: un proceso psicológico básico. Academia, 91-102.
PSIQUIPEDIA. (21 de Diciembre de 2018). Obtenido de
https://psikipedia.com/libro/neurociencia/2813-alteraciones-de-las-funciones-ejecutivas
Ríos, M. A. (2011). La Atención. En Neurología Cognitiva (págs. 2-19). México: La Maxime.
Tirapu-Ustárroz, J. &.-L. (2007). Neuropsicología de las Funciones Ejecutivas. Madrid:
Panamericana.
Verdejo, A. &. (2010). Neuropsicologia de las funciones ejecutivas. Psicothema, 227-235.

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