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6.terrores de Alta Mar-Melissa Good
6.terrores de Alta Mar-Melissa Good
Dar y Kerry 06
Melissa Good
Parte 1
***
Era casi de noche, cuando Dar redujo la velocidad de los motores diésel. Maniobró
el Bertram cuidadosamente, acercándose hacia el puerto, hasta que Kerry pudo saltar
sobre la madera y asegurar las líneas de los sistemas de fijación en tierra.
La primera vez que había entrado en la finca de la tía May, había tenido dudas sobre
si podría maniobrar bien el yate grande. Después de todo, a excepción de algunas
empresas clandestinas en los buques de emisión del gobierno, la mayoría de los barcos
eran mucho más pequeños.
Sin embargo, había estado manejando barcos desde que tenía cuatro años, y había
aprendido a dominar el gran barco con motores de gran potencia y tamaño imponente.
Habían pasado muchos años, desde que había empezado a manejar embarcaciones
pequeñas, y ahora lo hacía con total seguridad.
Mantuvo firme la embarcación hasta saber que estaba bien atada. Permitió que se
deslizara un poco, hasta chocar suavemente contra las torres, amortiguando el leve golpe
con los grandes protectores de goma, que Kerry había arrojado sobre el borde del muelle.
Detuvo totalmente los motores, flexionando sus manos mientras las retiraba de los
aceleradores.
Una vez sin nada de ruido, se tomó un momento para disfrutar de la tranquilidad
del lugar, que la rodeaba, simplemente contemplando su pedacito de paraíso. No era muy
grande, lo suficiente para albergar una cabaña, bajo el suelo arenoso que conducía hasta
el muelle, a un lado, y a una pequeña playa al otro, y por la parte trasera a un camino
sinuoso que contactaba con la carretera.
Estaba a la sombra, rodeada de una espesa arboleda, a ambos lados, por lo que el
efecto de aislamiento era lo importante. Era una zona muy tranquila, casi somnolienta.
Algo que a ambas les gustaba.
Hasta ahora, había sido un gran día. La parada rápida, para hacer inmersión, se
había convertido en una larga excursión, seguida de un almuerzo, y una nueva parada
para bucear en un arrecife precioso. Últimamente no habían tenido ocasión de hacer
demasiadas inmersiones, por lo que empezaba a sentirse agradablemente cansada y un
poco avergonzada por haberse olvidado de ponerse suficiente protector solar, y estaba
ligeramente tostada.
En fin. Se estiró, saltando sobre el borde de la embarcación, bajando al muelle.
Kerry estaba volviendo de abrir la cabaña. Un toque de color rosa hacía que sus pestañas
justas destacaran vívidamente. — ¿Todo bien?
—Eso parece. — Kerry la esperó en el extremo del muelle. Se puso a su lado para
caminar juntas por el corto camino.
La cabaña había evolucionado mucho desde que la había comprado. Al principio
no era más que un viejo y destartalado granero, que habían reconstruido con piedra. En
el frente, mirando hacia el agua, había un pequeño porche.
Subieron los dos grandes escalones, y se acercaron a la puerta, haciendo que las
nuevas tablas del suelo, chirriaran un poco bajo su peso. Dar había pensado, que en un
futuro pondrían un banco acolchado, así como algún juego de sillas, como tenían en su
casa, pero ahora era solo un espacio vacío.
Kerry abrió la puerta y entró en el interior. El fuerte olor de la madera fresca, recién
barnizada las golpeó. En el interior, habían optado por mantener las paredes de madera y
suelos de piedra natural. En la gran sala, habían colocado varias sillas cómodas para
sentarse y mirar por los grandes ventanales, la gran vista.
A continuación de la gran sala, había una pequeña cocina, y un pasillo conducía de
nuevo a la habitación principal. Había dos puertas más, una oficina para cada una de ellas,
totalmente acondicionada con acceso a la red de alta velocidad, impresoras y todo lo que
se necesitaría utilizar, en caso de que hiciera falta.
Dar estaba particularmente orgullosa de todo el sistema informático y de Internet
que habían instalado hacía muy poco tiempo, aunque Kerry había reconocido que era
demasiado para una cabaña rústica.
Todavía faltaban los muebles en sala de estar, algunos electrodomésticos de la
cocina, y un montón de otros adornos como alfombras y otras cosas para las paredes,
aunque poco a poco, la cabaña ya estaba adquiriendo una cierta personalidad de sí misma,
un reflejo de ellas mismas.
—Todo parece estar bien aquí. — Kerry comentó, mientras cerraba la puerta detrás
de ellas. El aire era fresco y seco, dando la evidencia de que el aire acondicionado recién
instalado, estaba haciendo su función.
—Definitivamente—. Dar sonrió. El techo se arqueaba hasta un tragaluz, que
permitía que la luz exterior entrara en la sala de estar dando un sentido de ligereza a la
riqueza interior de la madera. —Realmente me gusta.
Kerry la miró. —A mí también. —, Admitió. —Tú ... — Se dio la vuelta y
contempló su pequeño castillo. —No me malinterpretes, Dar. Seríamos idiotas si nos
quejáramos de donde vivimos, pero este lugar es algo especial.
Dar asintió. —Si. Es nuestro—. Respondió con sencillez. —Nosotras lo diseñamos.
Lo hicimos. El infierno, hasta hemos ayudado a construirlo. — Un bostezo, no sofocado,
interrumpió su discurso. —Whoa.
—Si… y que lo digas. — Se rio entre dientes, deslizando un brazo alrededor de la
cintura de Dar. —Tengo unas fotos tuyas trabajando, ya sabes.
—Oh, bien, arreglando la pared del baño. — Respondió graciosamente.
—Hmm... — Kerry meditó. —Sí. — Echó un vistazo a su dormitorio, crudamente
vacío, salvo por una cama hinchable, cuidadosamente doblada en el centro. Era una
habitación grande, con dos plantas polarizadas para los tragaluces del techo, uno a cada
lado de donde estaba la cama. Una puerta en la parte posterior conducía a un baño que
tenía un plato de ducha y una gran bañera de hidromasaje, completamente decadente.
Alrededor de la parte superior de la sala, había una repisa de madera, como el resto de la
cabaña, sobre la que Dar ya había amenazado con la instalar un tren de juguete.
Eran como un par de niñas, Kerry tuvo que admitir en privado, como si estuvieran
construyendo su primera casa en el árbol. Casi esperaba salir y encontrarse un neumático
colgando de algún árbol.
Por supuesto que sería un gran neumático tecnológico, con tres puntos de
suspensión y un anillo interior moldeado y personalizado. ¿Cómo se había referido Dar a
este lugar? ¿Cómo un Microsoft Rustico?
Cierto. Sonrió. A ambas les gustaban las comodidades, y utilizaban todo tipo de
aparatos, y se los podían permitir. Así que ¿por qué no? — ¿Qué tal algo frío para la cena,
y una taza de café?—, Sugirió.
Dar lo consideró. —Mientras preparas el café, iré hasta la esquina y traeré algo frío
para la cena. — Le mordió la nariz. —De todas formas necesitamos leche.
—Mm—. Se apoyó en el beso, deslizando sus dedos sobre el brazo desnudo de Dar.
—Chica, estás caliente.
Dar rio suavemente entre dientes. —Dame un minuto y estaré aún más caliente. —
Tomó la barbilla de Kerry y la besó de nuevo, saboreando los últimos rastros del yogur
de mandarina que habían compartido no mucho antes. —Estás un poco quemada,
también.
—Oh. — Murmuró. — ¿Por eso tengo escalofríos?— Sintió los brazos de Dar
plegarse a su alrededor. —Es curioso, cada vez aumentan... tal vez deberías sostenerme
más fuerte.
Dar se rio entre dientes. —Hedonista.
—Mmhm—. Dejó que sus manos se deslizaran sobre la espalda de Dar mientras
seguía explorando con sus labios. Entonces exhaló, y le acarició el cuello, deleitándose
en la paz, la tranquilidad, y en el hecho de que estaban la dos solas.
— ¿Crees que estarías mejor en la cama?— Le susurró al oído.
— ¡Oh sí!
—Sí. — Contestó Dar. —Porque necesitas cuidar esos escalofríos. No quiero que
cojas un resfriado.
Apoyó una mano en la cadera de Dar. —Cariño, tú eres la que me causa los
escalofríos. — Agachó la cabeza para mordisquearle el pecho.
—Claro que tampoco tenemos más muebles en la cabaña. — Bromeó. —Me
imagino que también podríamos inaugurar esa bañera de hidromasaje, después de cenar
en la cama.
—Oh cena y cama. — Respondió ella con los ojos brillantes. —Suena perfecto para
mí. — Besó a Dar de nuevo, luego le dio un codazo en el vientre. —Ve y vuelve cuanto
antes. No harás ninguna tontería ¿verdad?
Dar le sacó la lengua. —Veo que estás en un buen estado de ánimo. — Comentó.
—Me gusta. — Le acarició el costado y se dirigió por el pasillo, hacia la puerta trasera de
la cabaña.
Era, por supuesto, la puerta principal, ya que siempre la utilizaban para llegar al
barco. Atravesó el pequeño cuarto de servicio, donde irían la lavadora y secadora, que
todavía no les habían traído, para entrar en el espacio abierto de llanura, cerca de la puerta
exterior de la cabaña. Giró la cerradura, salió al exterior, cerrando la puerta detrás de ella.
También habían construido un porche, en esa parte trasera, algo más pequeño, con
una robusta caja de madera, llena de flores, que llegaba hasta la altura de su cadera.
Empezó a andar por el camino hacia la carretera. Este era de arena y con matorrales
El camino era más arena y matorrales que hierba, típico de la zona. Estaba bordeado
por un seto de cerezo chino. Dar echó a correr hasta llegar a una tienda de comestibles,
en el siguiente cruce, sin encontrarse con nadie.
Abrió la puerta y entró en la tienda. En su interior, había estantes de todo tipo de
surtidos, una colección respetable de frutas y verduras frescas, y lo mejor de todo, un
tanque de marisco muy fresco. Se dirigió al mismo, examinando las diferentes opciones.
—Bueno, hola, señorita.
La voz alegre casi la hizo saltar. Levantó la vista para ver al propietario de la tienda
de pie, detrás de una caja de pescado, limpiándose las manos en una toalla. —Buenas
tardes.
—Si quiere, acabamos de recibir todo estos cangrejos.
Los ojos de Dar brillaron. —Hoy no, gracias. Dame una libra de camarones y dos
de esas colas—. Observó con satisfacción cómo el hombre envolvía los mariscos
refrigerados, ya cocinados. —Gracias. — Aceptó el paquete y se dirigió hacia la sección
de productos lácteos, sin prestar atención cuando la puerta se abrió.
—Oiga, señor.
Estaba claro que aquel saludo no la incluía a ella. Estudió los diferentes tipos de
leche, ladeando media oreja detrás de ella, al escuchar la voz áspera que había puesto su
instinto en alerta.
— ¿Qué puedo hacer por ti?— El dueño contestó al nuevo cliente.
— ¿Tienes cartuchos de escopeta?
Después de un momento de pausa, el propietario respondió, riendo. —Hijo, esto es
una tienda de comestibles, no un Wal-Mart. — Le informó. —Nosotros no vendemos
armas.
—Aw, hombre, ¿quieres decir que tengo que ir a la ciudad? ¡Vaya mierda! ¿Por qué
no las consigues? ¡Tienes la tienda llena de todo tipo de otras mierdas!
—Bueno, eso requeriría conseguir una licencia, y.…
— ¿Y? ¡Pues ve y consigue una!— La voz estaba beligerante. —Se supone que
debes poder ofrecer lo que la gente necesita, ¿no?
Dar dejó su paquete hacia abajo, olvidándose de la leche que había estado
contemplando. Luego rodeó la fila de los productos enlatados y examinó al molesto recién
llegado. Era, como había sospechado, un niño en su adolescencia, vestido con pantalones
vaqueros con parches consistentes en banderas confederadas y una ANR en la camiseta.
—Oh, mira. — Dar murmuró en voz baja. —Bonito espécimen. Me pregunto dónde
aparcó su camioneta.
— ¡Así que mueve tu culo y consigue lo que te he pedido!— El muchacho exigió.
—Mira, hijo ...
— ¡No soy tu hijo, viejo imbécil!
Dar se acercó. —Discúlpeme.
El muchacho se volvió. Su irritación pasó a lujuria, al ver el cuerpo bronceado de
Dar, mayormente expuesto. — ¡Hey, cariño! ¿Qué puedo hacer por ti?
La nariz de Dar se crispó, detectando malta fermentada. —Dejar de respirar.
Él parpadeó. — ¿Eh?
— ¿Tú crees que uno va a la ferretería a comprar el pan?— intentó con esa táctica.
—Naw.
—Entonces, ¿por qué vienes a esta tienda a por suministros de armas?
Al muchacho no parecían importarle las preguntas, sus ojos solo estaban mirando
la forma atlética de ella. —Porque no quiero tener que mover mi culo hasta Florida City.
— Él sonrió de repente. — ¿Quieres dar un paseo en mi camión?
—No— contestó Dar. — ¿Qué estás cazando?
— ¿Eh?
—Estás buscando cartuchos de escopeta.
— ¿Sí?
— ¿A qué vas a dispararle?
—Animales. — El chico respondió amablemente. —Pequeños ciervos, o lo que sea.
— ¿Para qué?— Dar frunció el ceño.
—Porque es divertido. —, Dijo el muchacho. — ¿Quieres venir? Tengo una caja de
cartuchos, sólo quería un poco más por si me encuentro con algunos cocodrilos o algo
así. ¿Te apetece un poco de diversión, cariño?
Dar lo miró por un momento y luego sintió la oleada de adrenalina recorrer todo su
cuerpo. —Claro. — Sonrió. —Me encanta la diversión. — Se movió cerca del chico hasta
agarrarlo. Él intentó separase de ella, cayendo sobre una pila de cajas de cerveza,
golpeándose la cabeza contra el poste de la puerta.
—Eso fue divertido. — Lo miró con atención. —Ven aquí, punk sin cerebro. — Lo
agarró, empujándolo contra la pared. — ¿Te ha parecido suficiente diversión? ¿No? Pues
dime que te parece esto. — Le clavó la rodilla en la ingle, y luego lo lanzó contra la
puerta.
— ¡Hey! Hey!!!— El muchacho se puso en pie. — ¡Ay! Hija de puta!¡Ay!— Corrió
hacia la puerta, con la nariz goteando de sangre. Corrió hacia la camioneta estacionada
fuera y saltó, arrancó el motor y salió disparado, mientras Dar lo miraba desde el umbral.
Esperó a que las luces traseras desaparecieran, alrededor de la primera curva, y
luego dio un paso atrás en el interior de la tienda. Se sacudió las manos, sacudiendo la
cabeza con disgusto. —Otro ejemplo de por qué los humanos estúpidos no deben
reproducirse. —
El tendero todavía se estaba riendo, cuando Dar regresó otra vez. —Señora, creo
que causó una gran impresión en ese chico.
Dar recuperó su paquete, su leche, y luego añadió algunas otras cosas antes de
dirigirse al mostrador y sacar su cartera. — ¿Pasa habitualmente?
—No mucho. — El dueño hizo la cuenta. —Es nueva en la zona ... — Miró la tarjeta
de crédito, que le había entregado — ¿Sra. Roberts? Pensé que te había visto por aquí una
o dos veces.
Se apoyó en el mostrador. —No exactamente. — Permitió. —Crecí en la Base
Naval. Pero he estado viviendo en Miami, durante un tiempo. He comprado la vieja
cabaña de Potter.
Él la miró, sinceramente sorprendido. — ¿Lo hiciste?— Se encendió su interés. —
Es verdad. Escuché que algún alto ejecutivo había comprado ese lugar.
Dar inclinó sus gafas de sol hacia abajo y lo miró con cierta diversión. —Esa sería
yo.
El hombre se quedó boquiabierto un momento, y luego se echó a reír. —Bueno, me
ha gustado cómo le has pateado el culo. —
Ella se las arregló para no reír. —Después de eso, ya no me ves cómo Bill Gates,
¿verdad?
—He oído que han estado haciendo obras, que prácticamente lo ha dejado todo
como nuevo, ¿cierto?
—Más o menos—. Le confirmó, mientras firmaba el ticket de compra.
—Bien, entonces. — El hombre tomó el ticket y lo guardó en el cajón: Luego tendió
una mano. —Bienvenida al vecindario, señora Roberts. Espero volver a verla pronto.
Le devolvió el saludo. —Te cuidado con lo que pides. — Arrastró las palabras,
dándole un guiño irónico, antes de coger su bolsa de la compra, y salir por la puerta
sonriendo.
***
***
***
Dar caminó alrededor del barco, haciendo una inspección de último minuto. Hoy
llevaba su traje de baño, con un par de pantalones cortos de surfista, y una camiseta azul
brillante. Se metió el pelo bajo una gorra de béisbol y asomó la cabeza en el interior de la
cámara de diésel, comprobando que los motores estuvieran bien. Satisfecha, empezó a
subir lentamente por la escalera hasta el puente.
Se dio cuenta que todavía le molestaba el hombro, pero no tanto como para volver
al terapeuta. Poco a poco, estaba pudiendo volver a moverlo hacia atrás, y pensó que tal
vez esta larga semana de nadar y relajarse podría hacer que su lesión se curara.
Volvió a comprobar el sistema de posicionamiento global, así como la radio, y
luego pasó un momento con los ojos cerrados repasando el equipo de seguridad que tenía
a bordo. No era una paranoica, pero esta era la primera vez que estaba manejando el barco
a través del ancho mar, y si alguien sabía lo mucho que se debía respetar el mar era la hija
de un marine.
Bien. Asintió, satisfecha con sus preparativos. Volvió a subir por la escalera,
sacudiéndose las manos. Vio movimiento cerca de la cabaña, alguien se acercaba al barco,
mirando alrededor. Un hombre alto, fornido con uniforme de policía caminaba hacia ella.
Por un momento escalofriante, pensó que a Kerry le había podido pasar algo con la moto.
Saltó a tierra, cuando el hombre se acercó, observando su rostro con atención.
— ¿Puedo ayudarle en algo?—, Preguntó, mientras se acercaba al hombre.
Tenía el pelo rubio y una cara bastante atractiva. —Bueno, tal vez. — Miró a su
pequeño bloc de notas. — ¿Es usted la señora Roberts?
—Sí. — Escuchó su propia voz salir recortada y sin tonterías.
Él asintió con la cabeza, guardando su bloc. —El viejo Bill me dijo que la
encontraría aquí. Al parecer tuvo un pequeño altercado ayer en su tienda, ¿es cierto?
Dar estaba relajada y confiada, al menos, no se trataba de Kerry. —Algo así. — No
veía mucho sentido negarlo. Se preguntó por un momento si se habría metido en algún
problema. — ¿Qué necesita, Oficial ... Brewer?
El oficial de policía la estudió. —Verá, el joven con el que tuvo el altercado era mi
hermano pequeño.
—Oh, mierda—. Se mantuvo impasible, limitándose a levantar una ceja. — ¿Y?
El oficial Brewer masticó el palillo de dientes, que tenía en la boca, durante un
minuto, y luego se echó a reír. —Eres una mujer dura, ¿verdad?—, Preguntó. —Una
mujer de ciudad como tú, aquí en el culo del mundo, frente a un policía después de haber
abofeteado a su hermano.
Dar resopló, riendo secamente.
Inesperadamente, él le acercó una mano. —Sra. Roberts, sólo quería agradecerle lo
que hizo. Quería darle las gracias.
A pesar de estar un poco sorprendida, aceptó su mano, devolviéndole el fuerte
apretón. —No estoy muy segura de entender. — Admitió. —Pero es mejor, a que me
tenga que poner las esposas.
El oficial de policía le dio una sonrisa irónica. —Mi hermano es un idiota. — Dijo
sin rodeos. — ¿Sabes lo fastidioso que es tener que arrestar a la familia? Lo he tenido que
hacer ya seis veces. Kid nunca aprende.
—Ah—. Dar asintió un poco.
—Varios de sus amigos, poco fiables, fueron en busca de problemas, ayer por la
noche, cerca de Big Pine. Estuvieron haciendo carreras y disparando. Acabaron
estrellándose contra un árbol. — Dijo el policía. —Tuvimos que llevarnos a los cuatro,
en bolsas para cadáveres, llenas de partes quemadas a la morgue.
Dar hizo una mueca de dolor.
—Podrían haber sido cinco. — Dijo el oficial Brewer. —Pero como el idiota de mi
hermano estaba dolorido por su golpe en la mandíbula, se quedó en casa, y por una vez
no se metió en problemas. — El hombre suspiró.
—Así que, gracias, ejecutiva pez gordo de ciudad. Te debo una.
Le tomó un momento aclarar su mezcla de sentimientos, pero finalmente decidió
que las cosas habían salido bien. —No hace falta que me des las gracias.
Un estruendo les llamó la atención, y el policía se volvió, cuando una motocicleta
se acercaba por el camino hasta el muelle. La moto se detuvo y su conductora bajó de la
misma. Se quitó el casco y se dirigió hacia ellos, mientras sus botas sonaban fuerte sobre
los tablones de madera.
—Bueno. — El oficial Brewer estudió a la mujer, a medida que se acercaba. —
¿Qué tenemos aquí? ¿Viajas con una de esas radicales tipas revolucionarias liberales?
— ¿Qué?— Kerry se detuvo, se quitó sus gafas de sol, y lo miró. —Soy una
republicana, gracias. — Resopló, volviendo su atención a Dar. — ¿Qué está pasando?
Dar la miró con cariño. —El Oficial Brewer sólo se detuvo para darnos la
bienvenida al vecindario.
—Oh. — Kerry se relajó, dando al oficial una de sus más encantadoras sonrisas. —
Eso es muy amable de tu parte. Gracias.
El oficial se rio entre dientes. —Bueno, no quiero entreteneros. Que tengáis un buen
viaje— Se volvió y caminó fuera del muelle, dando una vuelta a la moto, haciendo una
pausa para admirarla. Luego siguió su camino por el camino y se perdió fuera de la vista
de ellas.
Kerry lo miró irse, luego se volvió. — ¿Visita de bienvenida a las 07 a.m.?
Dar puso un brazo alrededor de sus hombros. —Vamos a cargar eso, y salir de aquí
antes de que las madres de la ciudad aparezcan con galletas. — Se dirigieron a la moto.
—Ya te contaré el resto cuando salgamos de la dársena.
—Uh oh—. Kerry alzó los paquetes que había bajado de la moto. —Ve guardando
esto, mientras dejo bien guardada la moto.
Dar metió su dedo en una de las bolsas. — ¿Son lo que creo que son?
—Supongo que tendremos que esperar y averiguarlo. — Kerry la espantó.
—Vamos. Oigo que me están llamando. — Se dirigió de nuevo hacia el muelle,
saltó a bordo del barco y desapareció en su interior.
Kerry recordó el comienzo de su día, y decidió que era un buen augurio para un
final mucho más tranquilo. Lo bueno es que, se rio para sus adentros, mientras empujaba
la moto en el garaje pequeño y lo cerraba con seguridad, que sus planes para la noche no
tendrían ningún tipo de interrupción.
Comprobó las puertas de la cabaña, una vez más, a continuación, puso la alarma y
se dirigió de regreso al barco. Soltó el primer amarre, después los otros, y los arrojó a
bordo, saltando ella misma al interior, antes de que el barco empezara a moverse
ligeramente en la marea saliente.
La brisa empezó a levantarse, cuando Dar puso en marcha los motores y poco a
poco las revirtió lejos del puerto, asegurándose de que estaba bien, antes de deslizar las
palancas hacia adelante y abrir el arco alrededor, apuntando hacia el azul infinito del
horizonte. Colocó los pies descalzos contra la consola y dio gas a los motores, sintiendo
la oleada de poder mientras se dirigían al mar saliente.
***
Kerry se dejó llevar por la corriente, bajo el agua ligera, observando los rayos
oblicuos del sol filtrarse hacia abajo, mientras nadaba por encima del arrecife. Un
pequeño grupo de peces azules y amarillo brillantes pasaron junto a ella, lo que le permitió
tomas unas fotos excelentes.
La arena pálida y el oscuro coral contrastaban con los peces de colores, mientras se
arremolinaban a su alrededor, buscando otro pedazo de tierra para explorar y dejarla atrás.
Kerry se alejó, rodando sobre su espalda, totalmente relajada, mientras examinaba la vida
salvaje del arrecife.
Una cosa que siempre le había sorprendido, era lo ruidoso que estaba bajo el agua.
En una piscina, o en los lagos, donde se había criado, los sonidos estaban ausentes o
silenciados. Pero aquí, en el océano, casi todo era un escándalo. Langostas y otros
crustáceos haciendo clic en contra del coral, conchas que se desplomaban en la corriente
bajo el agua, haciendo vibrar a lo largo, incluso la arena hacía un sonido silbante cuando
se movía.
Aunque sus reguladores eran lo más ruidoso de todo. Las burbujas creaban un
sonido que retumbaba bajo el agua, y el sonido de cada bocanada de aire, le recordaba
nada más y nada menos que a Darth Vader.
Intercambió su regulador, por el más pequeño recortado a su chaleco. Tomó un
sorbo de agua, enjuagando su boca antes de ponerse el más pequeño. Un pez payaso se le
acercó con cautela, inspeccionando el borde de la aleta antes de que salir corriendo. A
continuación, una pequeña sepia, casi transparente, flotó delante de su máscara, con sus
aletas casi rozando su nariz.
Sentía como si estuviera bajo la perfección del universo, como si hubiera
encontrado su propia paz.
Un suave golpeteo le llamó la atención y miró a su alrededor, viendo a Dar
acercarse, haciéndole un gesto. Se volteó perezosamente, flexionó sus muslos, y agitó sus
aletas para impulsarse tras ella, a través del agua. Dar extendió la mano y enganchó una
correa en su BC mientras se acercaba y se deslizaba, mirando donde su pareja estaba
señalando.
—Oomfp. — El sonido de sorpresa se produjo en torno a un estallido de burbujas.
Una gran tortuga de mar estaba acurrucada detrás de una roca, mirando con recelo. Un
trozo de alga colgaba fuera de su boca, a la deriva en la corriente. Kerry rápidamente
cogió su cámara y la enfocó.
Justo cuando abrió el obturador, el animal lanzó el alga marina, metiendo su lengua
en Kerry, siendo capturada por la cámara. Oyó el débil sonido de Dar riendo mientras se
quedaba atrás, y vio a la tortuga volver a su alimentación. Luego Dar miró su ordenador
de buceo, señalando el tiempo.
Kerry asintió comprendiendo. Había sido una inmersión poco profunda. El barco
estaba sólo a unos veinte metros más o menos por encima de su cabeza, pero era su
segunda inmersión del día, y sabía que Dar prefería quedarse cerca. Cubrió la lente en su
cámara y la guardó en su chaleco. Luego siguió a la morena hacia el cabo del ancla del
barco.
Se detuvieron a unos pocos metros del barco, donde la sobrecarga de acción de las
olas empezaba a hacerse sentir. El mar estaba bastante tranquilo, pero no lo suficiente
como para mantener el barco firme, por lo que podía ver la escalera de buceo moverse
hacia arriba y hacia abajo, en la parte posterior de la popa.
Como volar un avión, donde los despegues y aterrizajes era lo más difícil, en el
buceo era entrar y salir del agua, que solía presentar más dificultades. Una vez que estaba
arriba o abajo, las cosas eran por lo general una brisa. Kerry vio a Dar liberar la cuerda y
la escalera, con las manos, para bajarla. Esperó a que su pareja sujetara la escalera móvil
y tirara de las aletas, con la otra mano, antes de subir y seguirla.
Una vez arriba, fue recogiendo la escalera, hasta dejarla fuera del agua. Se despojó
de su tanque y chaleco. Dejó todo ordenado y se acercó a Kerry para ayudarla con su
tanque de aire, mientras salía del agua.
Kerry no era débil, pero subir varios kilos de peso, fuera del agua, en un barco en
ligero movimiento, después de bucear un largo día era mucho pedir, y Dar pudo ver la
mirada rápida de agradecimiento, mientras sacaba su pareja a bordo. —Aquí .. dame eso.
— Se acercó y le desabrochó las capturas que sostenían el chaleco sobre el pecho de Kerry
y aflojó la correa de la cintura interior mientras se quitaba el tanque.
—Ugh. Gracias —. Kerry sacó su máscara y se frotó su mano sobre su cara. Podía
saborear la sal y la goma de su regulador en su lengua, y lo que realmente quería era ...
Ah. —Te quiero. — Cerró la mano alrededor de la botella de plástico de Gatorade, cuando
aflojó el cinturón de peso y la dejó caer sobre la cubierta.
—Bienvenida. — Dar se rio entre dientes. Sumergió la cámara de Kerry en el cubo
de agua fresca, al lado de la escalera, y arrojó sus máscaras y tubos adentro también. —
¿Me puedes acercar algunas naranjas?
—Hecho. — Kerry le palmeó la cara seca con una toalla, y luego corrió rápidamente
bajando las escaleras en la cabina del barco. Chupó el Gatorade mientras abría la nevera,
para sacar la lata de las mandarinas. Las cogió, junto con una cuchara, y un paquete de
galletas y mantequilla de maní y regresó a la cubierta.
Dar ya había desenganchado los tanques y los había metido en la cuna, al lado del
compresor, y lavado, con una manguera, los chalecos que ya estaban colgados allí. Estaba
de pie, aclarando el regulador de Kerry, con las manos, cuando ésta se acercó junto a ella,
chocando a la ligera con su cadera. Con una sonrisa rápida, dejó el regulador en el
mostrador, junto al de ella, y tomó la lata de fruta que le ofrecía.
Se sentaron en las dos cómodas sillas, en la terraza de atrás y se relajaron, poniendo
sus pies en las estriberas adjuntas, mientras el barco se mecía suavemente con las olas. —
Eso estuvo bien. — Dar comentó, abriendo la parte superior de su lata. —No había mucha
corriente allí.
—NMPF. — Kerry negó con la cabeza, con la boca llena de galleta y mantequilla
de maní. —Gorf. Lo siento. — Tragó el bocado y lo persiguió con un poco de Gatorade.
—Sí, es genial con tan sólo estar allí. — Sus ojos recorrieron el horizonte, luego se
levantaron y miraron a su alrededor, hacia la parte delantera del barco. —Sobre todo aquí,
donde estamos sólo nosotras, el cielo y el agua.
Dar asintió. —Todavía estamos en el estrecho, podríamos quedarnos ancladas aquí
por esta noche.
Kerry se enfrentó contra el viento, escuchando el ritmo de las olas. — ¿O?
—O podríamos ir hacia el sur.
— ¿Hay un lugar más bonito en el sur?
Dar chupó una naranja. —No que yo sepa.
—Entonces, aquí suena perfecto para mí. — Vagó de nuevo y se sentó. — ¿Qué te
parece si tomamos un aperitivo y vemos la puesta de sol?
—Suena perfecto para mí. — Dar le hizo eco, con una sonrisa. Luego inclinó la
cabeza, y miró a lo lejos. —Parece que tenemos compañía. — Sus oídos identificaron el
sonido de motores. Sonaban más y más fuerte, hasta que una mota se convirtió en un yate
enorme, dirigiéndose a toda velocidad hacia el sur.
—Bien. — Observó el casco negro sólido, con ribetes rojos y plata. — ¿Es todo
lujo no?. — La nave llevaba varios banderines de colores, y herrajes de latón brillaban
bajo el sol. — ¿Quién crees que es, Dar?—, Se preguntó. — ¿Realmente algún tipo rico
del norte?
— ¿Con gusto no?— Sonrió con ironía. —Extranjero, tal vez.
El barco pasó rugiendo, creando olas al pasar, durante unos segundos. Se dirigió
hacia el horizonte, con varias figuras visibles sobre la cubierta de popa.
—No me gusta. Estamos en aguas poco profundas. — Frunció el ceño. Se levantó
para llegar hasta la radio. Tecleó. —Negro y rojo Giarenno, se dirige al sur a través de
los estrechos, ¿me copia?
Lanzó el micrófono, y sólo oyó estática. Su ceño se contrajo. —Negro y rojo
Giarenno, se dirigió hacia el sur a través de la rectas, ¿me copia?
Más estática. A continuación, un crepitar agudo. —Este es el Imperio de Cordon.
¿Está llamando a este barco? —La voz era brusca e impaciente.
Dar tecleó el micrófono. —Entendido, Imperio de Cordon. Aquí Dixieland Yankee.
Acaba de pasar por mi lado a babor. Tenga en cuenta que tiene menos de diez a quince
pies, de fondo en la zona.
Hubo un momento de silencio. —No necesitamos el consejo. Por favor, no contacte
con este buque de nuevo.
El sonido del corte de la transmisión fue lo más parecido a una bofetada arrogante.
Dar hizo unas cuantas respiraciones indignadas, simplemente mirando a la radio, antes de
volverse y dar una mirada asesina al yate, en retirada. —De nada y puedes besarme el
culo, Imperio de Cordon. — Respondió, colgando el micrófono. Volvió a su cómoda silla
con un resoplido de disgusto. —Jackass.
—Mm—. Kerry lamió un poco de mantequilla de maní de su pulgar. —Apuesto a
que no sabía con quién estaba hablando.
Dar mordió una rodaja de naranja por la mitad, y la miró, haciendo su mejor gruñido
animal salvaje. —Espero que toque fondo, aunque no me gustaría que dañara los
arrecifes.
Kerry terminó sus galletas. —Tienes razón. — Estuvo de acuerdo. —Te diré algo,
si consigues una almohadilla, traeré una botella de algo frío y podremos dejar que la
madre naturaleza haga lo suyo.
Dar se olvidó del navegante grosero, y volvió su mente a cosas más agradables. Se
levantó, recogió los restos de las bebidas, los puso en el contenedor de reciclaje de
plástico, después de aplastarlo con las manos. Luego abrió los bancos de almacenamiento
y sacó la almohadilla grande, en la que tanto les gustaba sentarse, mientras Kerry se metía
de nuevo en la cabina.
Había varias capas de nubes, bajo la luz del horizonte, por lo que Dar imaginó que
sería una hermosa puesta de sol. Pensó felizmente, a medida que se dirigía hacia la parte
delantera de la embarcación, que lo mejor sería dejar la almohadilla abajo e ir a la parte
frontal de la proa.
Kerry cogió una botella de Riesling y dos vasos. Los colocó junto a un plato con
unos trozos de queso y fruta, así como un puñado de besos de chocolate y unas cuantas
zanahorias, sólo para dar color y compensar el resto del aperitivo. Silbando suavemente,
recogió todo y se lo llevó por las escaleras, pulsando el botón del equipo de sonido, justo
antes de que subir a cubierta.
Suaves notas de música sonaron a lo largo del borde de la embarcación, mientras
Dar la veía acercarse. Una sonrisa apareció en el rostro de Kerry, mientras estudiaba los
ojos de su amante. Se sentó a su lado ofreciéndole un vaso.
Se sentó con las piernas cruzadas y abrió la botella, mientras Dar estiraba toda su
longitud, descansando sobre un codo y cruzando sus largas piernas en los tobillos. Un
pop suave recompensó sus esfuerzos. Retiró el corcho junto con el tirador, sirviendo a su
manta una copa de vino, con un movimiento casual experto. Le entregó el vaso, y se sirvió
a sí misma. Entonces aceptó la invitación de Dar, y se acercó en el círculo de su brazo,
cuando la morena se volvió sobre su espalda para apoyarse contra la proa del barco.
El sol empezó a caer detrás de las nubes, formando líneas rojizas frente a ellas.
Kerry se sintió contenta, simplemente con poder estar contemplándolo, arrullada por el
suave movimiento de las olas y una sensación de cansancio cómodo, después de haber
estado el día buceando. Bebió un sorbo de vino, haciendo rodar la riqueza dulce en su
boca, y mordisqueó un poco de queso.
Estaba empezando a sentir una elevación del peso emocional de sus hombros. El
estrés del mes pasado parecía perder su control sobre ella. Apoyó la cabeza contra Dar,
sumergiéndose en una cierta sensación de paz.
—Mi madre pintó una vez un cielo como este—, dijo Dar. —Lo recuerdo ... yo
todavía estaba en la escuela primaria. Lo tenía puesto sobre el sofá de la sala de estar.
—Mm—. Inclinó un poco la cabeza, sorprendida por la intensidad del color. —Es
tan bonito. ¿Por qué crees, Dar?
—Por el ángulo de inclinación—. Dar exhaló. —Y la humedad en el aire.
Kerry tomó un sorbo de vino mientras miraba al cielo. —O tal vez sólo es que Dios
está en un gran estado de ánimo. — Murmuró. —Sé que estoy segura. — Sus ojos se
dirigieron hacia la puesta de sol. —Gracias, por tener esta idea increíble.
Dar levantó su copa y la chocó con la de su amante. —El estar aquí, las dos juntas,
disfrutando de este momento. — Tomó un bocado, y esperó a que Kerry hiciera lo mismo,
entonces inclinó graciosamente la cabeza y se besaron, intercambiando un poco de vino
y mucho cariño.
La brisa se levantó un poco, por lo que se acercaron más para ver el final de la
jornada.
***
Dar esperó hasta que el cielo estaba completamente oscuro, y el manto de estrellas
encajaba sobre ellas, de horizonte a horizonte. Era una sensación increíble - oír el susurro
de las olas, sin ver nada más, que la plana oscuridad que se extendía como una manta con
gas aparentemente creciente de la nada.
Kerry estaba acurrucada junto a ella, profundamente dormida. Después de su largo
día de buceo y sol, no era realmente sorprendente, por lo que se alegró de ver a su pareja
recibiendo un merecido descanso. La muerte de su padre, y la tensión de los últimos meses
habían tomado mucho de ella y Dar quería que estas vacaciones fueran lo más relajantes
posible. Levantó una mano y pasó los dedos por el cabello de la rubia, acariciándole la
cara.
Los párpados de Kerry temblaron, sólo un poco, y se agitó, acurrucándose más cerca
de su amante, deslizando un brazo sobre su estómago. Entonces, se relajó de nuevo. Un
soplo de aire exhaló calentando la piel de Dar.
—Bien hecho. — Murmuró, observando el lento ascenso y la caída de la caja
torácica de su amante. —Tómalo con calma. No quiero que sufras más. —
Kerry tenía una cita con su médico de cabecera a su regreso. Tenía que volver a
hacerse las pruebas que no hacía mucho tiempo, habían mostrado un aumento peligroso
de su presión arterial, entre otras cosas.
Al diablo con la empresa. Sabía que al estar fuera las dos juntas, posiblemente la
oficina sería un caos, pero no le importaba nada.
Reconoció fácilmente la naturaleza hipócrita de querer que la salud de Kerry
estuviera por encima del trabajo, aunque ella misma no lo hacía. Ociosamente giró un
poco del pelo claro de su amante, en su dedo, admirando su suavidad. Llevaban dos días
en el sol, y parecía que se les estaba aclarando.
Observó los músculos de la mandíbula de Kerry moverse un poco, luego abrió los
ojos y la punta de su lengua rosada apareció. —Hey, dormilona. — Le acarició con la
punta de los dedos la espalda de la rubia, mientras ésta se estiraba.
—Mmmm ... — Se dio la vuelta y miró hacia el cielo nocturno. —Oh, es magnífico.
— Murmuró. —Mira esas estrellas ... debe haber un trillón de ellas.
—Mmhm. — La morena asintió, moviéndose hacia un lado, envolviendo con sus
brazos a Kerry. Bajó la cabeza y contempló el perfil de Kerry. —Precioso.
Kerry sintió la atención, y se volvió para mirarla a los ojos. Todavía se sentía con
algo de sueño, y un poco desconcertada, por haberse quedado dormida después de tomar
el pequeño tentempié. Ahora no tenía muchas ganas de hacer nada, excepto acurrucar su
espalda contra el cálido cuerpo de su amante y regresar a sus sueños. Levantó una mano
ahogando un bostezo. —Creo que me excedí hoy.
—Yo también. — Añadió en ironía. — ¿Qué tal una ducha, y nos acostamos más
temprano. — Sugirió.
—Ooo .. — Encontró la idea muy atractiva. —Sí, me gusta. — Entrelazó sus dedos
con los de Dar. —Podríamos tomar un poco de chocolate caliente ... hace un poco de frío
aquí fuera.
Con una sonrisa, Dar se levantó, y le ofreció una mano. Caminaron juntas, por el
lado de la cabina y hacia abajo en la popa. Dar encendió las luces exteriores y revisó el
equipo. —Voy a tirar la boya. ¿Nos vemos dentro?
Kerry inesperadamente la rodeó con los brazos y le dio un fuerte abrazo. —El
chocolate caliente y yo te estaremos esperando. — La soltó y le dio una palmada en la
cara, luego desapareció a través de la puerta de la cabina.
Dar se rio, en voz baja, mientras sacaba la cuerda de la boya, asegurándola por el
lado de la embarcación y retirando el poste vertical y flexible que sostenía la bandera de
su buzo. La bandera indicaba, a cualquiera que pasara por allí, que había buzos por la
zona, posiblemente cerca de la superficie, y en teoría los navegantes deberían dar un gran
rodeo.
Sin embargo, como en las zonas costeras donde vivían los manatíes y los signos
estaban publicados, la adhesión a las normas variaba de un capitán a otro, aunque casi
todos los navegantes las utilizaban, por lo que nadie quería correr riesgos. Ella misma,
tenía una pequeña cicatriz en la espalda de un gancho de tiburón, de un pequeño susto
que se había llevado cuando era más joven.
Aquí fuera, no había muchas posibilidades de que ese tipo de problemas. Sujetó la
bandera en sus capturas, y echó el ojo alrededor de la popa, para asegurarse de que todo
estaba en su lugar. Entonces hizo un gesto de satisfacción y entró en la cabina, cerrando
la puerta detrás de ella. Kerry estaba en la pequeña cocina, ocupada con la lata de cacao,
su traje de baño de color púrpura oscuro delineando perfectamente su cuerpo. Tenían las
escotillas abiertas, por lo que la brisa nocturna soplaba a través de ellas, enfriando el lugar,
sin necesidad de tener que utilizar el aire acondicionado del que había equipado al barco.
— ¿Todo en perfecto orden, capitán?—, Le preguntó, mirándola con una sonrisa
maliciosa.
—Ar. — Dar hizo un ruido cuasi pirata. —Voy a la ducha primero.
Kerry continuó con su tarea. —También podríamos intentar entrar allí juntas.
—No, a menos que fuéramos muñecas Barbie. — Resopló, sacudiendo la cabeza.
Entró y encendió la luz. Se quitó la ropa, la colgó en uno de los ganchos de la parte
de atrás de la puerta. Habían traído tubos de jabón para el cuerpo, convenientemente
capaces de ser colgados también de los ganchos. Cogió un puñado de jabón de albaricoque
perfumado, se volvió hacia el agua, dejando que esta cayera sobre ella.
Se sentía muy bien al poder quitarse la sal del cuerpo. Nadar en el mar era
interesante, y a menudo refrescante, pero agradecía poder darse una ducha para poder
quitarse minerales del agua retenida.
También ayudaba a prevenir los piojos de mar. Amaba la vida marina en todas sus
formas, pero siempre trataba de tener las mínimas comodidades que podría ofrecerle un
hogar, aunque fuera en el barco.
Se enjuagó el pelo, luego salió de debajo de la ducha y se secó con la toalla. Abrió
el botiquín pequeño y sacó una botella de vidrio, abriéndola sacó el gotero y lo llenó.
Inclinó la cabeza y dejó varias gotas caer en su oreja derecha, y luego hizo lo mismo con
la izquierda. Las infecciones del oído tampoco era algo que le gustaran mucho, y esas
gotas le secarían el oído interno, ayudando con ello a prevenirlas.
Se llevó la toalla alrededor del cuerpo y se acercó de nuevo a la cabina. —
Siguiente—. Cambió de lugar con Kerry, que pasó junto a ella, con una sonrisa. Se relajó
contra el mostrador mientras esperaba a que el agua hirviera, mientras encendía la radio
marina para escuchar los informes del tiempo.
Es curioso, cómo el crepitar de la radio y el sonido de la ducha son tan similares.
Una vez el agua estuvo hervida, la vertió sobre la mezcla de cacao, en las tazas que
su amante había dejado en el mostrador. El aroma de chocolate envolvió el lugar, sonrió
agitando el líquido espumoso con una cuchara para asegurarse de que todo se disolviera
bien. Luego sacó la leche de la nevera y añadió un poco en cada taza. Mientras lo estaba
haciendo, sintió a Kerry acercarse al oler el aroma del jabón de albaricoque.
Ya vestidas con las camisetas de dormir, se sentaron juntas en el sofá, en la sala de
estar, poniendo sus pies sobre la mesa.
Kerry tomó un sorbo de chocolate mientras escuchaban el ruido de olas, luego se
volvió hacia su compañera. —Sabes, estaba pensando, que eres realmente divertida.
Dar la miró. — ¿Sí?— Esperó a que terminara de explicarse.
—En realidad, nunca hablamos de la otra. — Kerry observaba la cara expresiva
frente a ella. Dar parpadeó y dejó la taza. — ¿Ves?
Ambas cejas se levantaron. — ¿Eh?— Dar le dio una mirada de desconcierto. —
¿Estás diciendo que tenemos problemas de comunicación?
—No. — Negó con la cabeza. —Nos comunicamos perfectamente. Nosotras nunca
hablamos—. Reprimió una sonrisa. —Lo que quiero decir es, como ahora lo que acabo
de decir. Sabía que lo estabas pensando pero no me lo cuentas.
— ¿Lo sabes?— Se relajó.
—Claro. ¿De qué diablos estás hablando?' Bajó la voz un poco más, como si la
estuviera imitando. —Lo sé por lo que veo en tu cara, por la forma en que te mueves,
incluso casi puedo saber lo que estás sintiendo.
Dar lo consideró. —Bueno, nosotras pasamos mucho tiempo juntas.
—Es cierto. Y es difícil tener buenos y vigorosos debates, con alguien que está de
acuerdo con todo, la mayor parte del tiempo. No hemos tenido una pelea en mucho
tiempo.
Una ceja oscura se arrastró por la frente de Dar. — ¿Quieres tener una pelea?
—En realidad, estaba escuchando un programa de radio, el otro día, de camino a la
oficina de Kendall. Hablaban de que para tener una relación sana, las partes no deben
reprimirse nada.
Otra ceja de Dar se unió a su compañera. — ¿Te estás reprimiendo algo?
Kerry señaló en su propio pecho. — ¿Yo?
—Sí.
—No. ¿Y tú?
Frunció el ceño. —No que yo sepa. — Se tomó la situación con humor. —
Podríamos inventarnos algo para luego tener una pelea, si realmente quieres poner a
prueba esa teoría. —
—Podríamos hacerlo. — Se inclinó y la besó. —O también podríamos hacer esto,
que es mucho más divertido.
Dar se rio entre dientes, ahuecando la mejilla de la rubia, eliminando el chocolate
de sus labios. Luego apoyó la frente contra la de Kerry, y su rostro se volvió más reflexivo.
—Creo que la gente empieza a pelear cuando dejan de comunicarse. — Dijo. —O si nunca
se han comunicado.
— ¿Es eso lo que te pasó antes?—, Le preguntó.
Dar asintió en silencio.
—Estaba pensando en eso cuando estaba escuchando la radio—. Kerry tomó un
sorbo de su cacao, y se lo ofreció a Dar. —Decían que es fácil enamorarse de alguien,
pero que es mucho más difícil aprender a vivir en pareja. — Se acercó para retirar un
poco del pelo que la morena tenía en la cara.
Dar le lamió los labios. —Me gustas—. Sonrió. —Creo que me dijiste eso, la
primera vez cenamos juntas.
Kerry le devolvió la sonrisa. —Sí, es verdad— Estudió el rostro de su amante. —
Realmente me gustabas. Quería ser amiga tuya, pero antes de darme cuenta, ya estaba
enamorada de ti.
Se miraron a los ojos durante un largo momento. Finalmente Dar respiró. —
¿Kerry?
— ¿Sí?
Un fruncido apareció entre las cejas de la mujer morena. — ¿Por qué estamos
teniendo esta conversación?
—Bueno. — Se movió más cerca. —No quería guardarlo para otro momento, ya es
tarde, y estoy cansada. — La besó suavemente. —Creo que a veces, tenemos que tener
estas conversación de corazón a corazón.
Dar sonrió. — ¿Quieres oír un secreto?
—Claro.
—Me he estado reprimiendo algo.
Los ojos verdes se abrieron más. — ¿En serio?
—Sí. — Le quitó la taza casi medio vacía y la dejó. —El deseo de llevarte a la
cama. Vamos. — Sostuvo sus manos y tiró de la rubia para que se pusiera de pie. La
abrazó con cariño. — ¿Ker?
— ¿Mm?— Murmuró ésta.
—Si alguna vez crees que no estamos comunicando ... — la miró con seriedad. —
Háblame.
Kerry parpadeó, y luego asintió. —Idem—. Contestó.
Dar llevó las tazas a la fregadera y las limpió, entonces acompañada de Kerry fueron
a la habitación. Kerry retiró el edredón y se metió en la cama, acurrucándose juntas,
cuando la morena apagó la lámpara de noche. Con las escotillas abiertas, podían oír el
mar, y una agradable brisa entró alrededor de la cabina, lo que reducía la sensación de
cerrado.
Los sonidos son diferentes, pensó Kerry. El barco crujía un poco, y el movimiento
de balanceo la tranquilizó. Sintió que se le cerraban los ojos, dejándose llevar por la
somnolencia del momento. Ahogando un bostezo, tomó una bocanada de aire caliente,
absorbiendo el olor perfumado de su amante y se dejó dormir.
***
Dar estudió minuciosamente el panel de la consola que tenía delante, marcando una
ruta con un gran marcador de color púrpura sobre la hoja de plástico. Comprobó el GPS
contra la tabla y gruñó, satisfecha con su progreso y sus habilidades de navegación.
Empujó las palancas hacia adelante un poco y apoyó los codos en cada lado de ellas,
mirando al horizonte, con una leve sonrisa. El trabajo manual era algo con lo que siempre
había disfrutado, desde el comienzo mismo de su carrera. Una cosa era sentarse en alguna
sala de juntas, con un bloc de papel, y discutir sobre cómo hacer las cosas, pero otra cosa
muy distinta era poner sus manos sobre tecnología y hacerlo ella misma.
Es lo que la había apartado del resto de la gestión en ILS. Había luchado muy duro
para mantener sus conocimientos al día y estaba muy, muy orgullosa del hecho de poder
ir al centro de operaciones y ejecutar cada pieza de tecnología en su interior. No siempre
era fácil, su posición la mantenía muy ocupada y la tecnología cambiaba cada día. Pero
había decidido que no quería volver a estar en un lugar, donde su personal sabía más,
sobre lo que estaban haciendo de lo que ella podía saber, por lo que por las noches
estudiaba los nuevos manuales que llegaban a sus manos, e incluso en ocasiones, se había
llevado a casa cosas para poder desmontarlas con sus propias manos, estudiarlas, y volver
a montarlas.
Así que, ser capaz de capitanear la nave, a través del mar, había sido más que otro
reto, y de nuevo había dedicado tiempo a poner al día sus gráficos y habilidades. Su visión
periférica captó un cambio en el metro de profundidad y lo estudió, entonces alteró su
curso, sólo un poco, en un canal más profundo. Luego cogió el lápiz, al lado de la libreta,
y empezó a bosquejar brazos cruzados.
Al principio, garabateaba en el horizonte, y la proa del barco, pero como se aburría,
empezó a buscar algo más para dibujar. Se echó hacia atrás y miró hacia abajo, y luego
sonrió. Ah. Su lápiz se movió contra el papel mientras encontraba una nueva inspiración.
***
Kerry dejó su pluma por enésima vez, y apoyó la cabeza contra la silla. Estaba
trabajando ostensiblemente en la poesía, pero el sol, el zumbido suave de los motores, y
el aire de mar dulce, se habían combinado para subvertir sus intenciones creativas en
favor de alguna ensoñación perezosa.
Era media tarde ya, y lo había estado haciendo bien hasta ahora. Después del
jugueteo de la mañana en el mar, Dar había arrancado los motores del barco y se dirigían
al sureste, cruzando el mar Caribe azul verde, mientras el sol las seguía constantemente
por encima.
Movió los dedos de los pies descalzos con satisfacción. Dar había prometido una
inmersión al crepúsculo, cuando se acercaran a las Islas Vírgenes, y luego una cena, en
un pequeño lugar que había visitado por última vez, justo antes de que se conocieran. —
Caracoles con sopa fresca—. Se lamió los labios, pensativa. —Suena muy bien, con tal
de que una no piense demasiado sobre lo que parece la concha en realidad.
— ¿Decías algo?— Dar llamó desde el puente.
—No, cariño. — Respondió. —Sólo murmurando para mí misma. — Cogió una
uva, fuera de su tallo, del tazón junto a ella, y se la metió en la boca. — ¿Qué estás
haciendo?
—Manejar el barco.
— ¿Eso es todo?—, le insistió, inclinando la cabeza hacia atrás y mirando hacia
arriba, con una mano cubriéndose los ojos.
—Garabatos.
— ¿Sí? Qué es esta vez?
'Nada que quieras ver. — Comentó, con una sonrisa fácil. — ¿Cómo va tu escritura?
Intrigada, Kerry metió el libro, en el bolsillo lateral de la silla de cubierta, y puso
su tazón de fruta hacia abajo. —No muy inspirada. — Admitió, levantándose para
caminar hacia la escalera, estirando su cuerpo. —Es triste decirlo, pero hoy me siento
demasiado vaga para escribir. — Subió al puente y rodeó a Dar con los brazos, mirando
hacia abajo, hacia las hojas delante de ella. Entonces parpadeó. —Caramba.
Dar se rio.
—Esa soy yo.
—Algo así, sí. — Estuvo de acuerdo.
Kerry miró el boceto, el cual mostraba una interpretación razonable de la popa del
barco, con ella sentada en la silla. —Te estás volviendo bastante buena en esto, ¿lo sabes?
Se encogió de hombros. —Depende de lo que esté dibujando.
Le dio un beso en la parte superior de su cabeza. —Me lo tomaré como un cumplido.
— Dijo, cuando un recuerdo flotó en el ojo de su mente.
Otro día, otra reunión. Kerry miró sus notas, cuando entraba en la sala grande de
conferencias y se detuvo, al ver la mayor parte de la tabla ya llena. Habían dejado libre el
asiento final, donde siempre se sentaba Dar, y las otras dos sillas vacías, a cada lado de
ella. Hm. Dio la vuelta a la izquierda y se sentó en una de las sillas junto a la de Dar.
Debo llegar tarde con más frecuencia. Así tendría una excusa para sentarse al lado de su
jefa, y así no le parecería extraño a nadie.
Dar entró, y cuando rodeaba la mesa, levantó las cejas al ver la opción elegía por
Kerry, pero sus labios se curvaron, al mismo tiempo, en una pequeña sonrisa, cuando sus
ojos se encontraron.
Esta se sonrojó, y estudió sus notas, tratando de no mostrar la confusión inestable
que recorría su cuerpo, en respuesta a la presencia, tan cercana, de Dar, cuando esta se
sentó y sus antebrazos se rozaron.
Se reclinó en su silla, y pidió el informe semanal. Ese día estaban en ropa de sport,
y Kerry sintió ganas de acercarse y tocar el suave algodón de la ropa de su amante.
Cruzó las manos juntas y con severidad dijo a su cuerpo que se comportarse, sin
poder creer cómo era posible que la simple presencia de, la que ahora era su amante, la
hiciera sentir tan fuera de control. Especialmente porque la morena actuaba en su día de
trabajo, como si no hubiera nada entre ellas.
Kerry, por su parte, se sentía como si tuviera tatuado en su frente: — ¡Estoy con
ella!—. Suspiró y cogió su vaso de agua. Tomó un largo sorbo, mientras escuchaba al
personal de operaciones sus explicaciones. Estaba casi hiper sensible al tanto de cada
movimiento de Dar, cada sonido, de los turnos débiles de su ropa, en la silla de cuero,
cuando la veía garabatear en su libreta.
Afortunada Dar. Dio un vistazo a su jefa, que parecía relajada mientras levantaba
la vista de su garabato, a la vez que escuchaba hablar a su personal. Parecía casi aburrida,
o al menos en el límite de falta de atención, dando a los hablantes una breve inclinación
de cabeza mientras aceptaba sus informes.
—Siguiente—. Mantuvo sus ojos en su libreta. — ¿Conseguiste esos servidores?
Mark tenía que informarle en forma negativa. —Todavía no, jefa. Dos días más.
Kerry lo miró, al ver la mueca de dolor mientras esperaba la reacción de Dar, junto
con el resto del personal.
—Está bien—. Dar asintió. — ¿Algo más?
Todo el mundo alrededor de la mesa se miró con sorpresa.
—Um. — Mark no entendía que su jefa no hubiera reaccionado de forma negativa
ante su información... —Tenemos ... uh ... tengo algunos problemas en Canadá ... dos
grandes líneas se han caído y se están quejando.
— ¿Y?— Dar continuó su dibujo, ladeando la cabeza hacia un lado. — ¿Podemos
arreglarlo?
—No sin desenterrar algo de fibra.
—Supongo que tendrán que esperar entonces. — Contestó. —Avisa a nuestro
contratista de fibra de la zona que me llame con una estimación.
Otra ronda de miradas rodeó la mesa.
—Uh ... bien. —, Dijo Mark. —Eso es todo por mi parte.
— ¿Alguien más?— La mirada afilada de la morena recorrió al grupo. — ¿No?
Bien — Se puso de pie, casualmente arrancando la hoja superior de la libreta y se la dejó
a Kerry, antes de coger su taza de café y dirigirse a la puerta. —Quiero los presupuestos
para la próxima semana.
La puerta se cerró detrás de ella, y todo el mundo se relajó. —Whoo. — Mark se
secó la frente. — ¡He tenido suerte esta semana!
—Sí, pensé que iba a patearte el culo ... ¿cómo lo has hecho, Mark?
—En el momento oportuno, el lugar correcto. La tengo en un buen estado de ánimo.
—La única vez este año. Vete a saber. — Charlene puso los ojos en blanco. —Me
pregunto qué es lo que lo ha causado. ¿Ha despedido a alguien esta semana?
Kerry no oyó nada de eso. Sus ojos estaban puestos en la hoja, casualmente dejada
junto a ella, mientras miraba el dibujo perfectamente detallado, en el centro de la misma.
Su propia imagen le devolvió la mirada, una representación muy meritoria esbozada en
un corazón, con las iniciales de Dar en la parte inferior.
—Tal vez ha sido porque tiene que cancelar el contrato de planificación ... siempre
ha odiado las entrañas de ese tipo.
—No, yo apuesto a que le negó esa petición de nuevo a los de Ventas.
Kerry abrió con mucho cuidado su carpeta y puso la hoja suelta en el interior.
—Hey, Kerry...
Kerry miró hacia arriba. — ¿Sí?
— ¿Cuál es el problema? ¿Sabes lo que le ha pasado a la grande D para estar de ese
humor tan suave?
—Sí. De hecho, lo sé. — Exhaló, mordiendo una sonrisa mientras se ponía de pie
y empujaba su silla. — Nos vemos mañana chicos. — Salió con paso garboso, cerrando
la puerta detrás de ella.
— ¿Todo este bonito paisaje y me has dibujado?— Le acarició el pelo.
— ¿Todos esos peces bonitos y me haces fotos a mí?— Respondió graciosamente,
rodeándole la pierna con un brazo. —En una hora llegaremos a una buena zona para
bucear. ¿Te apetece o prefieres simplemente ir a cenar?
Kerry se apoyó en la silla del capitán, y la cabeza en el hombro de Dar. — ¿Tan
perezosa parezco?—, Se quejó. —Me quedé dormida dos veces. No sé lo que me pasa.
—Estamos de vacaciones. Se supone que debemos ser perezosas. — Declaró, sus
ojos oteando el horizonte nuevo. —Podemos ir directamente.
Kerry se mordió el labio inferior, y luego negó con la cabeza. —No, voy a hacer un
poco de café. Tengo muchas ganas de ver ese viejo naufragio, Dar. Has hecho que suene
realmente genial. — Se enderezó y puso las manos en los hombros de Dar, masajeando
ligeramente. —Vamos a ir a por ello.
— ¿Estás segura?— Se relajó agradeciendo el masaje.
—Positivo—. Le dio un beso en la parte posterior del cuello. —Lléveme al galeón,
capitán Dar.
—Sí, sí, amigo. — Respondió con prontitud. — ¿Quién sabe? Tal vez nos
encontraremos algunas piezas interesantes.
Kerry se rio entre dientes, retomando su posición sobre los hombros de Dar. —Con
suerte, nos encontraremos con medusas.
—O una pila de latas.
Ambas rieron.
***
—Whoo—. Se secó el cabello con una toalla, y caminó por la cubierta. —Dar, ha
sido impresionante.
La morena levantó la vista del balde, en la parte inferior de ella, en cuyo interior
descansaba su pequeño premio. Estudió el rostro de su compañera, buscando una sonrisa
en su propia respuesta. —Sí, lo fue, ¿no?
Continuó secándose el cuerpo. —Aunque esa anguila me asustó realmente. —
—Si es verdad. — Se rio entre dientes. —Rebotó en mí y sólo siguió su camino.
Era bien grande —. Levantó la vista cuando el sonido de unos motores lejanos perturbó
el aire, hasta ahora pacífico, y observó una embarcación relativamente pequeña acercarse
a ellas.
Kerry miró por encima del hombro de Dar. — ¿Qué es todo eso?—, Se preguntó.
—Tenemos la bandera de buceo fuera. ¿Hay algún problema con eso aquí?
—Na—. Dar frunció el ceño. —Hay un millar de antiguos naufragios como este, en
torno a estas islas ... eso es sólo un viejo carguero. Algunos de los restos históricos no
tienen zonas de buceo, pero no de esta zona.
—Entonces, ¿cuál es su problema?— La pequeña embarcación continuó
acercándose, después de un momento, rugió y se apagó.
Dar observó al pequeño rincón del barco en la distancia. Se encogió de hombros.
—Tal vez no están acostumbrados a las personas que utilizan plataformas como buceo a
56 pies de Bertram. — Cubrió el balde, lleno de agua de mar…
—Vamos a dejar eso ahí hasta encontrar la manera de abrirlo, y no tener que caer
en pedazos sobre nosotros.
—Conforme—. Kerry la rodeó por detrás con los brazos y le dio un apretón.
—Quería abrirlo y ver el interior. — Inspeccionó el balde. —Sé que no es nada
importante, sólo una vieja caja de puros o algo así, pero...
Dar se dio la vuelta y le devolvió el abrazo, acariciándole el cuello. —Creo que
podríamos necesitar un poco de aceite primero... para evitar que la madera se seque.
Mañana, ¿de acuerdo?
—Mm—. Lamió algunas gotas de agua de la garganta de Dar. —Está bien. — Se
soltó de su amante, pero la cogió de la mano y la llevó hasta el frigorífico. — ¿Compartes
un té helado conmigo?
—Claro. — Esperó mientras Kerry abría la botella y bebía un trago, luego aceptó y
se la terminó, agradeciendo despejar el último sabor del agua salada y caucho, tras la
inmersión. —Está bien. ¿Cuándo nos acerquemos tiramos el ancla, y vamos a conseguir
un poco de concha?.
Kerry ahogó su diversión leve, sobre el habla informal, preguntándose si Dar sabía
lo mucho que sonaba como su padre a veces. En la oficina, casi nunca la escuchaba hablar
así, sus palabras eran siempre frescas y marcadamente profesionales. Sólo cuando estaban
solas, y su amante se relajaba, su educación sureña tendía a salir fuera. —Suena muy bien
para mí, Dixiecup. — Bromeó. —Voy a recoger la boya.
Dar la capturó con un brazo largo y la inmovilizó contra el mamparo. — ¿Te burlas
de mi acento, pequeña yanqui?
—No—. Pasó las manos por el cuerpo todavía húmedo de Dar. —Me encanta tu
acento. Me gustaría que lo dejaras salir más a menudo.
Una de las cejas de Dar se levantó expresivamente.
—Me gustaría oírte decirle a José, saca tu maldito culo de mi oficina'—. Kerry se
rio.
Dar se echó a reír. —Se mearía en los pantalones.
Asintió alegremente. — ¡Exactamente!
Después de unos segundos de risas, se tranquilizaron. —Es gracioso .. te gusta mi
lado sureño.
— ¿Por qué?
Se encogió de hombros. —Es simplemente que... trabajé durante mucho tiempo
para deshacerme de él. — Explicó. —Recuerdo estar sentada en una reunión de gestión
una vez, después de ser nombrada directora regional y escuchar a tres de las otras personas
allí sentadas, que los del sur éramos basura. — Suspiró. —Los llamaban catetos y paletos
de bajos fondos.
Kerry suspiró. —Se burlaban de todo el mundo, Dar.
Asintió. —Lo sé. Pero esta vez fue diferente, me sentí identificada con mi gente del
sur. Aunque no directamente, también se estaban burlando de mí, así que no pude seguir
fingiendo—. Miró pensativamente sobre el hombro de Kerry.
—Mm—. Lentamente le fue frotando la espalda a Dar, aliviando la tensión que
sentía allí. — ¿Qué hiciste?—, preguntó en voz baja.
—Los llamé burros y les dije que fueran a buscar un poco de clase, antes de que la
compañía los despidiera. — Admitió.
—Esa es mi Dar. — Apoyó la cabeza en la clavícula de Dar, mientras unas risas
suaves salían de su garganta.
—Sí, bueno. — Dar tuvo que sonreír. —Nunca más les volví a oír referirse a ellos
como paletos.
No. Abrazó a su jefa, a menudo un poco cascarrabias. —Apuesto a que no. — Al
igual que nadie dice nada de ti... en cualquier reunión en la que yo estoy presente .
Exacto.
***
Una vez que se detuvieron en una pequeña isla, definitivamente estaba más relajada.
Miró por encima de la barandilla con interés mientras se acercaban, tomando nota de la
magnífica playa de arena blanca y el grupo de pequeños edificios blancos, que rodeaban
el muelle. —Bueno, Kerrison. — Murmuró para sí misma. —No encontrarás el Waldorf
por aquí. —
Por supuesto, tampoco estaba vestida para el Waldorf. Miró sus pantalones cortos,
camiseta y sandalias blancas, mientras se imaginaba la reacción de su familia, viendo su
ropa desgastada. —Sólo soy una vagabunda marina, lo soy.
Dar hábilmente dirigió el Bertram por una ranura en el extremo del muelle. Kerry
lanzó la cuerda del arco al joven que corría a su encuentro, a continuación, tomó la cuerda
de popa y saltó sobre la superficie de madera, tirando de ella para tensar alrededor de la
cala oxidada y atarla. —Gracias. — Sonrió al niño, quien sonrió tímidamente a su vez.
Tenía la piel oscura, el pelo enmarañado castaño y los ojos. Estaba vestido con unos
pantalones cortos de mezclilla y nada más.
Sus ojos se desviaron de ella y se abrieron un poco. Kerry volvió la cabeza para ver
a Dar saltar del barco, una amplia sonrisa en su rostro. —Hey, Rufus. — Ella dijo,
haciendo una pausa, llevándose las manos a los bolsillos. — ¿Que te parece?
—Wow. — Respondió el muchacho. — ¡Barco asesino, Dar!— Sus ojos vagaron
sobre el buque. — ¿Puedo subir?
Dar se rio entre dientes. —Si, pero más tarde. — Deslizó una mano sobre el hombro
de Kerry. —Esta es mi amiga Kerry. Kerry, este es Rufus.
—Hola. — Rufus estudió a la rubia con cierta cautela.
Kerry tendió una mano. —Hola, Rufus. Encantada de conocerte—. Esperó
vacilante la mano del niño, y luego la regresó con suavidad.
Rufus retrocedió un paso. —Voy a decirle a papá que estás aquí, Dar. — Dijo, se
dio la vuelta y echó a correr, casi sin hacer ruido por sus pies descalzos sobre la madera.
Dar exhaló un poco cuando lo vio alejarse. —Tengo muchas ganas de ver a su
padre. — Dijo, guiándola por el muelle. —Estaba en el servicio con papá.
— ¡Ah!— Kerry sonrió. —Sus amigos siempre son gente interesante.
—Mm. — Estuvo de acuerdo. —Él no lo sabe. — Sus ojos se posaron en el rostro
de Kerry. —Que mi padre está vivo. No hay teléfonos aquí ... Creo que lo mantiene así a
propósito. Papá iba a venir aquí, pero le dije que teníamos intención de detenernos aquí,
así que tendré que darle la noticia.
Kerry leyó varios niveles de significado en las palabras de su amante. —Hm. —
Estudió el pequeño grupo de edificios viejos. —Entonces vayamos a reunirnos con él. ¿Él
vive aquí?
—Después de conseguir el alta de un médico, vino aquí y creó este lugar. Él y su
compañero, se encargan de la cocina, y hacen su propia cerveza.
Los oídos de Kerry zumbaron. — ¿Su compañero?— preguntó.
Dar asintió.
—Hmm.
—Adoptaron a Rufus. Llegó un día en una balsa, y sólo se negó a salir.
Kerry absorbió toda esa información, mientras caminaban por el muelle y de
camino hacia el restaurante. Cuando se acercaron a los edificios, una figura salió al
porche, colocando las manos sobre la barandilla para apoyarse en ella.
— ¡Mira lo que ese maldito viento ha traído!
El hombre detrás de la barandilla era alto y tenía una acumulación gruesa, pero no
fue eso lo que le llamó la atención a Kerry. También le faltaba una pierna. Por debajo de
la rodilla derecha, envuelta en un par de pantalones cortos de color verde oscuro, se
asomaba un marco de metal. Al final del mismo había un zapato muy gastado. Tenía el
pelo grueso y rizado, con zonas plateadas y una barba espesa. Su piel mostraba cicatrices
delgadas, pero notables.
— ¡Hola, Charlie!— Dar lo saludó, levantando una mano.
El hombre se acercó por las anchas escaleras de madera y vino a su encuentro,
tirando de Dar en un abrazo entusiasta. —Maldita sea, ha pasado más de un año, Dar.
¿Dónde has estado?
Dar lo dejó en libertad. —Aquí y allá—. Respondió. —Charlie, ella es Kerrison
Stuart. — Deslizó un brazo sobre los hombros de Kerry. —Mi elegida.
El hombre se volvió a estudiar a Kerry, que intentó ocultar su desconcertada
sorpresa entre las palabras de Dar. —Ahhh .. así que eso es lo que has estado haciendo,
¿eh?— Él tendió una mano. —Sra. Stuart, es un honor y un placer.
—El mío también. — Aceptó el saludo, estrechando su mano con firmeza. —He
oído que hacen una sopa de caracoles muy buena.
Charlie se rio, aplaudiendo a Dar en el hombro y haciendo un gesto hacia el edificio
más grande. —Vamos. Entremos y veremos si puedo mantener mi reputación, y
podremos ponernos al día. — Salió cojeando por delante de ellas, obviamente,
acostumbrado a su discapacidad hasta el punto que apreciablemente no le molestaba.
Kerry y Dar lo siguieron, Dar con su brazo todavía cubriendo el hombreo de su
amante.
— ¿Elegida?— preguntó en voz baja, dando a su amante una mirada curiosa.
La mandíbula de Dar se apretó, bajó la mirada hacia el suelo antes de volver a mirar
a su amante. —Te lo explicaré más tarde. — Murmuró mientras seguían andando. —Es
un cumplido.
—Duh—. Le golpeó la cadera con la suya, mientras subían las escaleras. —Parece
que vamos a tener un montón de cosas interesantes para hablar esta noche.
—Hm. — Dar abrió la puerta y entraron.
***
***
Era noche cerrada cuando Charlie terminó de atender al resto de clientes que había
estado llagando. Se sacudió las manos de encima de su camisa y se acercó cojeando a su
mesa, sentándose en una silla frente a Dar. —Bueno, Dar, ¿Cómo has estado?—,
preguntó.
—Bien. — Arrastró las palabras en voz baja. — ¿Y Tú?
El hombre canoso asintió. —La vida ha sido buena. — Dijo. —Esto es muy
tranquilo, pero estamos bien. — Sus ojos se movieron alrededor de la habitación. —Bud
lo está haciendo bien, también. Al principio le costó adaptarse, pero finalmente se ha
relajado y ha decidido que le gusta la vida aquí.
—Me alegra oír eso. — Podía sentir un zumbido de la cerveza, y la comida. Un
gran plato de pescado fresco, después de la sopa, con toda una hogaza de pan de hierbas
fragantes estaba haciendo su sueño realidad.
Kerry estaba acabando con su jarra de cerveza. La luz de la lámpara de aceite
reflejaba sus ojos verdes casi en tonos ámbar. Ella observaba en silencio, tomando su
rodilla, mientras escuchaba la conversación.
— ¿Y tú?—, Preguntó Charlie. —Aparte de lo obvio. — Se volvió y sonrió a Kerry.
—Háblame de tu elegida aquí.
— ¿Qué te gustaría saber?—, Preguntó Kerry, con una sonrisa encantadora. —
Trabajo en la misma empresa de Dar ... Soy de Michigan ... Me encanta tu cocina y tu
cerveza ...
Charlie se rio con deleite. —No se puede pedir más. — Dijo. —Así que también
haces esos de los ordenadores, ¿eh? ¿Es allí donde os conocisteis?
—Más o menos, sí. — Kerry estuvo de acuerdo. —Hemos estado juntas más de un
año.
—Sabía que encontrarías una buena. — El hombre se volvió hacia Dar. —Te dije
que lo harías, ¿no?
—Lo hiciste. — Dar admitió. —Aunque ... — Agitó su mano. —No estoy segura
de quién de nosotros encontró a la otra. — Respiró hondo y decidió simplemente acabar
de una vez. Era tarde y estaba cansada. —Han cambiado muchas cosas en este año pasado.
Charlie se apoyó en los codos, observándola. — ¿Sí?
Dar asintió, luego levantó la cabeza y lo miró a los ojos. —Mi padre está vivo. —
Dijo en voz baja. —Volvió a casa. — Sintió el calor alrededor de su rodilla mientras los
dedos de Kerry la acariciaban confortablemente.
El hombre frente a ella, simplemente se quedó mirándola fijamente, durante un
largo tiempo. Luego, lentamente, dejó escapar un suspiro y miró hacia otro lado. —
Bueno, maldita sea. — Susurró. Sus manos estaban temblando visiblemente mientras
cogía el vaso que había traído con él.
—Él ... sólo me contactó un día ... y, um ... — Sacudió la cabeza. —Había sido
herido gravemente, y allí estaba él.
Charlie asintió débilmente. — ¿Él está bien?—
—Sí ... — Dar sonrió. —Se retiró del servicio ... él y mi madre compraron un barco,
si puedes creerlo, y están viviendo en él. Están teniendo el mejor momento de sus vidas.
— Sorbió el resto de su cerveza. —Él había planeando un viaje aquí, dentro de un par de
meses, pero yo le dije que te daría la noticia.
Charlie absorbió toda esa información con una total confusión de emociones
vacilantes en su rostro. —Maldita sea, Dar — Finalmente dijo. — ¡Me alegro! Eso está
muy bien. — Una sonrisa apareció en su boca. —Debió ser toda una sorpresa.
El rostro de Dar se relajó en una rara amplia sonrisa,. —Si, sin duda lo fue—. Se
rio en voz baja. —Sí.
—Wow. — Charlie se recompuso. —Casi no sé qué decir. — Sus ojos fueron a
Kerry. —El padre de Dar es un diablo de hombre.
Kerry pasó un brazo sobre los hombros de Dar. —Lo sé. Él me adoptó. — Dijo. —
Quiero mucho a mis suegros.
Las puertas de la cocina se abrieron. Charlie se volvió, cuando Rufus asomó la
cabeza con timidez en el interior. —Hey, Rufie. Vamos ven aquí.
El muchacho obedeció, acercándose y apoyando las manos sobre la mesa. Charlie
puso su brazo alrededor de él. —Adoptamos a Rufie también. — Dijo. —Está
aprendiendo cómo manejar la cocina, ¿verdad?
—Sí. — Rufus sonrió. —Dar me va a llegar a dar un paseo en su barco, papa.
— ¿Es serio?— Preguntó Charlie. — ¿Crees que me llevaría a mí también?— Miró
a Dar. — ¿Tenéis que salir pronto de aquí?
—Na—. Dar respondió fácilmente. —Estamos pensando estar por los alrededores,
haciendo un poco de buceo. Kerry y yo sólo necesitábamos un poco de tiempo libre.
—Genial—. Charlie parecía haber recuperado el ánimo por completo. —Mañana
vuelve Bud. Sé que le encantaría verte—, dijo. — ¿Se necesita una cama para la noche?
Dar negó con la cabeza. —Estamos bien en el barco. Aunque tendrás que cobrarme
la energía del muelle, Charlie. Me lo puedo permitir.
Él se rio entre dientes. —Si ya me lo dijiste la última vez. — Se puso de pie.
—Bien. Nos vemos mañana, entonces. Tengo que limpiar este lugar, y llevar a este
pequeño cachorro a la cama.
—Adiós. — Rufus hizo un gesto con la mano a Kerry. —Encantada de conocerte.
—Encantada de conocerte también, Rufus. — Respondió Kerry. —Nos vemos
mañana.
—Adiós, Dar.
—Buenas noches, Rufus. —, Dijo Dar, viendo como los dos desaparecían en el
interior de la cocina, dejando a ella y Kerry en el solitario esplendor en la habitación. Con
un suspiro, Dar apoyó la cabeza contra Kerry. —Estoy destrozada.
—Yo también—. Murmuró. — ¿Estás interesada en una buena cama?— Decidió
postergar la conversación de esa extraña noche, hasta después de haber tenido una buena
noche de sueño.
—Eso significa que tengo que levantarme y caminar, ¿eh?
—Podría tratar de llevarte.
Dar se levantó y tiró de Kerry con ella. Dejaron el pequeño restaurante y caminaron
por el sendero, ahora iluminado sólo por la luna que se derramaba desde la playa. Estaba
increíblemente tranquilo, sólo los sonidos de las olas rompiendo el silencio de la noche.
Deslizó su brazo alrededor de la cintura de Dar y apoyó la cabeza en su hombro.
mientras caminaban. Trató de pensar en lo que había oído, pero las dos jarras de cerveza
que se había bebido no estaban ayudando, y finalmente tuvo que contentarse con
concentrarse simplemente en volver al barco.
—Urmph. — Ella ahogó un bostezo mientras entraban en el muelle.
Dar abrió la puerta de la cabina y entraron. Kerry ya se estaba quitando la ropa,
mientras caminaba hacia el dormitorio, balanceándose suavemente. Dar se puso detrás de
ella y la tomó por los hombros, guiándola hacia la cama y tirando de las mantas hacia
atrás. Kerry se arrastró con gratitud en los confines suaves, y esperó hasta que Dar se
deslizó detrás de ella, sintiendo el calor de su desnudo cuerpo rozando el suyo, de una
manera muy agradable.
Varios pensamientos zumbaban como abejas a través de su mente, pero los espantó
cuando enredó los brazos y las piernas con los de Dar, y se acurrucó cerca de ella, dejando
los problemas para otro día.
***
Dejó que sus ojos se abrieran, cuando la luz del sol asomó a través de la escotilla,
posándose sobre la cama. Permaneció inmóvil durante un rato, observando el sueño de
Kerry acurrucada contra ella, con el brazo de la mujer rubia envuelto alrededor de su
cintura.
Kerry siempre había sido así, pensó. Incluso cuando apenas se habían conocido la
una a la otra, había notado el instinto casi inconsciente de Kerry por un estrecho contacto.
Una mano en la espalda o el hombro, haciendo una conexión con ella que parecía tan
natural como respirar.
Al principio se había sentido algo desconcertada con eso. Nunca había podido
soportar que la gente la tocara. Pero un día, se había dado cuenta, después de que Kerry
había puesto las manos sobre sus hombros, después de una reunión agotadora, que lejos
de oponerse a ello, su cuerpo estaba deseando de repente su tacto.
Debería haber sido tu primera pista, cabeza de culo. Miró con ironía al techo de la
cabina.
Kerry cambió de posición, rodando sobre su otro lado, liberando a Dar, por el
momento. Como ya estaba despierta, decidió levantarse y sacudirse las telarañas, y tal
vez sorprender a su amante con el desayuno. Se deslizó con cuidado fuera de la cama y
metió las sábanas en torno al cuerpo dormido de la rubia, entonces deambuló por el pasillo
hacia el cuarto de baño.
Después de lavarse la cara y los dientes, salió del baño en su traje de baño, tirando
de su pelo hacia atrás para sujetarlo con una goma de pelo, mientras caminaba.
El barco se movía suavemente y se mecía con ella, haciendo su camino a la cubierta
hacia atrás y hacia el sol. El muelle estaba muy tranquilo. Al parecer era el único barco
que estaba allí. La playa estaba vacía a excepción de unas pocas gaviotas, y el agua a su
alrededor estaba tranquila, con sólo unas pocas pequeñas ondulaciones, lo que daba a
entender que había vida marina alrededor de ellas.
Hermosa mañana. Se apoyó en la barandilla de popa, dejando que sus pies se
situaran bajo el peldaño inferior. Luego se echó hacia atrás y estiró su cuerpo,
manteniéndolo hasta que sintió que el pop columna suavemente volvía a su lugar. Luego
extendió los brazos e hizo un par de rotaciones lentas, dando a todo su cuerpo un buen
calentamiento.
Satisfecha, volvió a su posición vertical, a continuación, sólo por diversión hizo un
par de series de sentadillas, antes de soltarse de la barandilla. Con cautela, extendió los
brazos y miró su rango de movimiento, complacida cuando su hombro lesionado
respondió con sólo un leve mal humor, lo que le permitió girar el brazo en casi un círculo
completo.
Ah. Rio para sus adentros felizmente. El buceo y la relajación parecían estar
haciendo su trabajo. Con un gruñido de satisfacción, comprobó las cuerdas del barco y
los aparejos, y luego volvió a entrar para dirigirse a la cocina.
Llenó la olla de agua y la puso en un segundo plano, a continuación, examinó sus
opciones para el desayuno. Ah. Cogió una caja del armario y la dejó, y luego se volvió a
conseguir un tazón.
De repente sintió una punzada por la espalda, y luego un grito ronco que provenía
del dormitorio. Volvió corriendo a la habitación donde encontró a su amante sumida en
una evidente pesadilla, con los puños apretados sobre las sábanas.
— ¡Ker!— Se acercó rápidamente y la sacudió suavemente. — Kerry!
— ¡N ... no! ¡No!!! ¡¡¡NOO!!! —Repentinamente se despertó con un grito ahogado,
con los ojos bien abiertos. Miró a su alrededor salvajemente, parando cuando sus ojos se
encontraron con los de Dar. —Oh. — Suspiró, todavía respirando con dificultad. —Dar.
—Tranquila—. Dar le frotó el hombro.
Kerry levantó una mano temblorosa a la cabeza. —Mierda.
— ¿Estás bien?—, Preguntó en voz baja.
—Sí. Estoy bien. — Respondió, visiblemente tratando de serenarse. —Estoy bien.
Sabía que su amante era buena en muchas cosas, pero mentir no era una de ellas.
Se deslizó bajo las sábanas y la atrajo en sus brazos, acercándola en un intento de
consolarla.
Por un momento, pensó que iba a fallar, pero entonces el cuerpo de Kerry se relajó
y se desplomó contra ella, mientras hundía la cara en su hombro. Shh. — Dar le acarició
el pelo desordenado. —Está bien. Te tengo.
—Odio las pesadillas. — Susurró.
—No creo que a nadie le gusten, cariño. A mí tampoco me gustan. — La acarició,
pensando la creciente racha de los malos sueños de la rubia, que habían aumentado desde
su vuelta de Michigan. — ¿Era el mismo sueño?— La peor de las pesadillas recurrentes
era ella viendo morir a su padre en el hospital, y ahora Dar se preguntaba cuánto tiempo
le tomaría a ese horror desvanecerse.
—Sí—. Movió la cabeza y apoyó la mejilla en el brazo de Dar. —Bah—. Su voz
había perdido su ronquera, pero parecía más normal. — ¡Qué manera de despertar!
Dar acarició su mejilla. Podía ver los restos brillantes de lágrimas atrapadas en las
pestañas de Kerry, pero su expresión se había relajado y parecía mucho más tranquila. —
Había pensado dejarte dormir un poco más. Debería haberte despertado .
—Mm. Sí. — Estuvo de acuerdo, con una sonrisa irónica. Acarició el vientre de la
morena con un movimiento tranquilizador juguetón. —No me levanto así cuando nos
despertamos juntas.
No. Se dio cuenta. Es verdad. —Lo tendré en cuenta la próxima vez. — La volvió
a abrazar. — ¿Que te apetece desayunar?
Un ojo verde se giró hacia ella. — ¿Vas a cocinar?
—Sí. A menos que pienses que ya has tenido suficiente con esa pesadilla.
Kerry sonrió débilmente. —Siempre y cuando pueda tomarme una aspirina. Tengo
un dolor de cabeza que podría derribar a un AS400 a cien metros.
Dar deslizó sus manos hacia arriba y agarró la nuca de Kerry, amasándola
suavemente. Kerry se desplomó contra ella de nuevo y cerró los ojos mientras intentaba
relajar cuidadosamente los músculos tensos bajo los dedos. —Espera. — Alivió un nudo
en la base del cráneo de su amante y sintió el cambio de vértebra. —Hm.
— ¿Cuál es su veredicto, Dra. Dar?—, Preguntó.
La besó en la cabeza. —La Dra. Dar dice que debes pasar todo el día holgazaneando
conmigo y relajándote.
—Oo—. Kerry exhaló. —Eso suena como una gran medicina.
Dar le dio un último roce y, a continuación, se levantó de la cama. —Te prepararé
el desayuno. Vamos.
Kerry voluntariamente se revolvió debajo de las sábanas y la siguió como un perrito,
con un dedo enganchado en la parte posterior del traje de baño de Dar. —Permítanme que
me ponga algo. — Se soltó de su pareja cuando se acercaban al cuarto de baño. —Y
lavarme la cara.
Dar siguió su camino, agachándose detrás del mostrador, alcanzando la olla de agua
hirviendo. —Silencio. — Frunció el ceño, mientras vertía el agua ya hervida en las tazas
que había dejado preparadas, con el café.. Luego sacó unas fresas del pequeño frigorífico
y las cortó en rodajas, colocándolas sobre unos cereales. Había terminado cuando Kerry
apareció, con el cabello húmedo y su cuerpo cubierto con una camiseta.
Se acercó y se apoyó en el mostrador, apoyando la mejilla en el brazo de Dar. —
Gracias por cocinar para mí, cariño.
Dar rio en silencio.
—Y lo has hecho como a mí me gusta. — Cogió una de las fresas y se la llevó a la
boca, masticándola.
—De nada. ¿Quieres ir afuera?
—Claro. — Se volvió y abrió la nevera, sacando un yogur y agregándolo a la
bandeja, que la morena había dejado en el mostrador. Añadió las dos tazas de café, luego
dio un paso atrás cuando Dar terminó lo que estaba haciendo y lo dejó todo en la bandeja.
Siguió a Dar a la cubierta de atrás, sonriendo al notar el aire fresco del mar soplar
en su contra. Esperó a que Dar pusiera la bandeja en la mesita, tomó su asiento habitual
y tomó su café. Los pocos sorbos parecían aliviar su dolor de cabeza y se echó hacia atrás,
apoyando un pie desnudo contra el reposapiés, mirando hacia el horizonte.
La pesadilla la había sacudido. Dejó la taza y tomó su tazón, vertiendo un poco de
leche en los cereales y los revolvió con su cuchara. Tomó un bocado, lo masticó,
escuchando hacer lo mismo a su amante.
Ver morir a su padre había sido bastante malo. Pero en su sueño, lo estaba
reviviendo una y otra vez, pero ahora era diferente. La figura rígida de su padre había sido
reemplazada por la de Dar, y la sensación de total realidad, la impotencia y el shock de la
pérdida la obligaba a despertarse gritando todo el tiempo. Se obligó a tragar el nudo
repentino en su garganta.
— ¿Ker?
¿Cómo lo sabe? Miró a su derecha. — ¿Hm?
Dar la observaba con una expresión de preocupación. — ¿Estás bien?
Vamos, Kerrison. Déjalo ir. Es sólo un maldito sueño. —Sí. — Le sonrió, tratando
de transmitir su gratitud sin decirlo.
El rostro de Dar se relajó y sus ojos se suavizaron, al parecer, recibiendo el mensaje.
—Bueno. — Se movió con firmeza en su nuevo enfoque. —Quiero saber más sobre
Charlie y Bud. — Tomó otro bocado de sus cereales. —Y papá.
—Mmph. — Tragó un bocado. —Es una larga historia.
—Mi clase favorita. —, Dijo Kerry.
—Estaban en una clase especial de entrenamiento juntos. —, Dijo Dar, entre bocado
y bocado. —Papá dice que desde el inicio, Bud siempre le estaba confrontando,
desafiándolo, mientras que Charlie era todo lo contrario.
—UH Huh.
—Así que, después de graduarse, los tres, junto a otros seis chicos fueron asignados
a una unidad de operaciones especiales, y los enviaron fuera por seis meses. — Continuó.
—Papá dijo que Charlie era un gran tipo, muy amable, con el que se podía pasar el rato,
pero Bud era el típico militar duro y antisocial.
—Ya veo.
—Ellos estaban ... en alguna parte ...y terminaron bajo el fuego. —, dijo Dar. —
Realmente no sé lo que pasó, yo no estoy segura de querer preguntárselo a papá, pero
terminó con papá llevando a Charlie sobre sus hombros, después de haberse topado con
una mina, supongo, donde perdieron a otros dos chicos.
—Oh.
—Así que después de eso, Charlie consiguió el alta, y Bud volvió un mes después
de eso. Y finalmente se supo que eran amantes.
—Ah—. Kerry terminó su cereal y comenzó con el yogur.
—Así que, entonces Bud acusó a papá de perseguir a su pareja. De alguna manera,
estaba convencido de que la única razón por la que lo salvó fue porque quería
impresionarlo, y conseguir meterse entre los dos— Negó con la cabeza. —Creo que eso
lo resume todo.
—No. — Se mostró en desacuerdo con suavidad. —Él sólo no ve la imagen real.
— Tragó un bocado y señaló con la cuchara a su compañera. —Él no quería pensar, en el
hecho de que este chico estaba enamorado, de la cabeza a los pies, de tu padre.
Dar dejó de comer, con la cuchara todavía en su boca, con los ojos casi cómicos
sobre su pareja.
—No me irás a decir que no lo pensaste. — Balbuceó. — ¡Vamos, Dar!
Dar retiró la cuchara. Kerry, hizo falta un examen médico para darme cuenta que
estaba enamorada de ti. Dame un respiro, ¿de acuerdo?
Kerry volvió a sus cereales, reprimiendo una sonrisa mientras miraba por el rabillo
del ojo a su amante.
— ¡Hijo de puta!
—Te das cuenta de que acabas de abrir la caja de Pandora, ¿verdad?
—Hijo de puta.
***
Era el atardecer, cuando volvieron de nuevo al muelle, y lo primero que Kerry notó
fue la otra embarcación había desaparecido. Se sentó en la proa de la Bertram mientras
Dar dirigía la misma, después de haber disfrutado de su paseo por la tarde.
Rufus era un chico lindo. Encontró su entusiasmo por todo lo náutico adorable, y
viendo a Dar a explicar el funcionamiento de los grandes motores diésel fue un momento
precioso, que le hubiera gustado plasmar en su cámara. Rufus obviamente adoraba a su
pareja, y hasta ahora estaba pegado a su lado, mientras ella manejaba la embarcación en
el muelle.
Hizo una nota mental para pedirle a Dar que la dejara manejar la embarcación, nave
en algún momento, aunque este pequeño muelle probablemente no era lo mejor para
empezar. Dar tuvo que cambiar los motores diésel marcha atrás dos veces, y luego los
detuvo, dejando que fuera a la deriva en su lugar. Kerry bajó al caer suavemente los
parachoques y aseguro las cuerdas. El sol poniente estaba convirtiendo la playa de arena
blanca en un dorado intenso, en contraste con los edificios de madera, formando una
escena tropical de acuarela. Se apoyó en un pilón y metió las manos en los bolsillos,
simplemente disfrutando de la vista.
—Hey, Ker. — Dar saltó del barco al muelle. —Mira eso?
Kerry amablemente miró hacia abajo, hacia donde le señalaba. Sus ojos se abrieron.
—Whoa ... ¿qué es eso?
Una mujer joven estaba corriendo alrededor de las olas en lo que parecía ser una
tabla de surf, aunque tenía un mango y al parecer un motor. Mientras observaba, la chica
hizo una gran figura en ocho, sobre la sobre la superficie del agua.
Se agarró el hombro de Dar. —Ooo—. Cantó. —Yo también quiero. — Estiró el
cuello para ver mejor. — ¡Las rocas!
Dar sonrió. —Pensé que ibas a decir eso. — Se dio la vuelta y vio a Rufus saltar
del barco. —Está bien, Rufus, dile a tu amigo que tiene un cliente.
—Genial!— Sonrió a las dos. —Voy a decírselo. Iré a ver papa Bud, también. —
Repiqueteó fuera por el muelle, sólo para girar y volver corriendo, lanzando sus brazos
alrededor de Dar y dándole un abrazo. —Gracias por el paseo!
—Sin problemas. — Dar parecía un poco avergonzada, pero le devolvió el abrazo,
antes de que el muchacho se alejara. —Buen chico.
—Mmhm. — Kerry estuvo de acuerdo. —Tiene muy buen gusto, adorando a sus
héroes.
Dar puso los ojos. —No empieces, Kerrison.
Se rio. —Pero es tan lindo. — Bromeó, acariciando la mejilla de Dar. —Vamos.
¿Qué tal una ducha antes de ir a cenar?
Se volvieron al escuchar unas fuertes pisadas acercándose. Charlie cojeaba por los
muelles hacia ellas, dándoles un gesto amistoso. — ¡Hola, Dar!
Esta levantó una mano en señal de saludo. —Buenas tardes, Charlie.
El gran ex militar se detuvo cuando las alcanzó. —Buenas tardes, a las dos.
Escucha, tengo que pedirte un favor.
—Claro. — Respondió fácilmente.
—No me han podido entregar el combustible a causa del maldito clima en el sur.
Tendremos que cerrar esta noche. ¿Te importa si cenamos aquí en el barco—?
—No, en absoluto. —, Dijo Dar. —Tenemos una mesa dentro. ¿Qué tal si salimos
y cenamos bajo las estrellas?
Charlie sonrió. —Suena genial. A Bud le encantará. ¿Nos vemos en una hora?
—Claro con Gusto.
Charlie se volvió y cojeó hasta el muelle, agitando su mano en señal de despedida.
—Bien. — Kerry reflexionó. —Eso es interesante ... Supongo que utilizan un
generador de combustible, ¿no?
—Sí. — Dio un paso hacia el barco y le ofreció su mano. —Así que tendremos que
ser las anfitrionas esta noche. ¿Es un buen trabajo para ti?
—Definitivamente—. Se dejó tirar a bordo. Muy injustificadamente, se había
desarrollado una aversión cautelosa hacia Bud, a quien ni siquiera había conocido aún, y
se alegró de que su primer encuentro fuera en un lugar de su territorio.
En realidad, debía reconocer que no era justo para el hombre. Pensó que su actitud
para con este hombre, era debido a su reacción visceral, que profesaba una aversión por
alguien que ella quería mucho y admiraba, aunque estaba dispuesta a dar una oportunidad
a Bud, especialmente desde que Dar estaba también dispuesta a sentarse a cenar con él.
Entró en la cabina después de Dar y echó el ojo a su alrededor. —Ve a tomar una
ducha primero, voy a limpiar un poco por aquí.
Dar miró a su alrededor y, a continuación, le dirigió una mirada irónica. —Correcto.
Esta sucio. Gracias, Ker. — Bromeó, refiriéndose al aspecto aseado habitual de su espacio
de vida conjunta. Se encaminó hacia el cuarto de baño, cogiendo una toalla de camino.
Kerry tamborileó con los dedos sobre el mostrador de la galera, pensando mucho.
***
Dar trajo la taza de café a la mesa y volvió a su asiento. Habían terminado la cena,
y la conversación se había vuelto más informal. Bud se comportaba, y que había
descubierto en Kerry un fans de las cámaras. Dar sospechaba que la noche iba bien, y se
relajó, echando un vistazo, inquieta, fuera en el mar oscuro.
Habían anclado cerca de su inmersión del día anterior, y la luna había cooperado,
iluminando la zona en un resplandor de plata fantasmal. El océano estaba recogiendo un
poco, meciendo al Bertram ligeramente, pero no lo suficiente como para molestar
realmente nadie.
—Así que, Dar. — La voz de Charlie le llamó la atención. — ¿Tienes algún plan
para las vacaciones?
—En realidad no. — Contestó. —Sólo hemos estado buceando, tomándolo con
calma. — Explicó. —Ha sido un año de mucho trabajo.
—Si, algo he oído. —, Dijo Bud. Tenía una voz muy profunda, y por lo general sin
emociones. Hacía juego con sus ojos oscuros y un poco encapuchados, y la atenta mirada
que habitualmente tenía. —Scuttlebutt dijo que la gente tiene que hacerse cargo de todos
los conciertos de servicios.
—Eso es correcto. — Kerry respondió, con una sonrisa. —A partir de enero vamos
a tener que hacernos cargo de una gran cantidad de infraestructura. En caso de ser un buen
proyecto.
Bud la miró. —Ten cuidado que no te metas muy arriba. Ya conoces a la Armada,
Dar. Si son capaces de señalar con el dedo, te lo mente en el ojo.
—No son tan diferentes a las demás empresas—. Kerry intervino. —Confía en mí,
cuando eres el comprador de servicios, si puedes culpar a los demás por cualquier cosa,
lo harás. Tenemos que lidiar con eso todo el tiempo.
Hubo un momento de silencio, y luego Bud se aclaró la garganta y miró a Dar. —
He oído hablar de tu padre. — Rugió. —Eso es lo bueno, Dar.
Kerry se retractó prolijamente sus garras mentales y tomó un sorbo de cerveza.
—Fue ... — Dar estudió su vaso. —Una de las cosas más increíbles de mi vida. —
Negó con la cabeza. —Pero luego, este último año ha estado lleno de cosas para mí. —
Sus ojos se dirigieron a Kerry, con cariño.
— ¿Él vive abajo, cerca de su antigua casa?— Preguntó Charlie.
Kerry se rio entre dientes. —En este momento, él y mamá están cuidando de nuestro
perrito. — Contestó. —Por lo general viven en su barco.
Bud resopló. — ¿Barcos? ¿Perritos? Esa no es la misma gente que recuerdo.
Dar se encogió de hombros. —Las cosas cambian. La gente cambia. Pasaron por
mucho.
Bud resopló de nuevo, y las garras de Kerry se asomaron, sólo un poco. —Me gusta
su barco. Creo que fue una gran elección para ellos vivir en él. — Contestó.
—Sí, bueno, si tú lo dices. —, Dijo Bud. —Si que han tenido que cambiar mucho
las cosas si Ceci Roberts a sacado su trasero de casa para ir de pesca.
—Oh, no creo que ella haría eso. —, Dijo Kerry. —Pero Te ...
Hizo una pausa cuando un sonido de motor llegó a través de las ventanas medio
abiertas. Miró hacia fuera, al igual que el resto de la mesa, y vio una gran nave, un bien
iluminado crucero pasar lentamente por delante de ellos. —Hm.
Dar se apoyó en el respaldo de la banqueta y lo estudió. —Ese es uno grande.
Bud se levantó y caminó detrás de ella, en cuclillas y apoyando los codos en el
alféizar. Entrecerró los ojos, estudiando la nave. —Eh. — Señaló.
Charlie también se acercó a la ventana. —Oye, sabes, creo que vi ese barco, hace
dos días, a sotavento de nuestra isla. — Dijo.
Kerry apoyó la barbilla en la cabeza de Dar. —Dar, podría ser ese barco tan odioso
que nos pasó en el estrecho
—Es difícil de decir. — Murmuró. —Vamos a echar un vistazo.
Llegaron a la puerta, pero cuando Dar la abrió, un altavoz de repente cortó el
silencio de la noche.
—Dixieland Yankee. No tire el ancla. Quédese donde está. En breve será abordado.
Dar parpadeó, y luego abruptamente su cerebro empezó a funcionar a toda
velocidad. — ¿Abordar? ¿Quiénes diablos son?
Charlie miró por encima del hombro, cuando el barco empezó a llegar a ellos. —
Diría que algún pez muy gordo con un montón de dinero.
Dar se dirigió hacia el puente. —Kerry, ayúdame a recoger el ancla, ¿vale?— Gritó,
mientras salía por las escaleras. —Vosotros quedaros ahí!
Bud volvió. —Ni hablar. Iré con ella. — Señaló a Charlie en el pecho. —Voy a
subir—. Se dio la vuelta y siguió a Dar hasta el puente. Charlie se quedó en la puerta,
mirando el gran barco.
Dar giró detrás de la consola y pulsó los interruptores para retraer el ancla del barco,
sus ojos se desviaron hacia la nave que se aproximaba. —Siento como si estuviera
atrapada en una película barata de la semana. — Murmuró, mirando hacia arriba cuando
Bud apareció a su lado. — ¿Esto sucede mucho por aquí?
Bud no respondió.
— ¡En ancla!— La voz de Kerry se levantó de la proa.
— ¡Baja la parte superior!— Dar gritó, mientras pulsaba los botones de arranque
para los motores diésel. Los motores rugieron a la vez volviendo a la vida.
—Dixieland Yankee, repito. Quédate donde estás. Estás invadiendo aguas
restringidas.
— ¿Estamos?—, Preguntó Dar.
—Mi culo. — Bud murmuró. — ¿Esta cosa tiene piernas?
— ¡Kerry!— Dar bramó.
— ¡Estoy abajo!
—Espera. — Dar empujó dos aceleradores hacia adelante, y escoró el barco, viendo
la salida del arco mientras los diésel se hundían en el agua. El barco más grande se movía
para interceptarlos, y un reflector la golpeó en los ojos. Dar maldijo, pero se mantuvo al
timón, observando la maniobra del otro barco. Aceleró a velocidad máxima los motores,
sacudiendo el Bertram, hasta que puedo estabilizarlo.
Detrás de ellos, el barco más grande los había empezado a seguir.
— ¿Qué diablos es esto?— Dar gruñó.
Bud se rio secamente, la primera vez que se rio esa noche. —Bienvenidas al Caribe,
Paladar. Todavía hay piratas aquí, ya sabes.
— ¿Piratas en un crucero de setenta malditos pies?—, le preguntó, mirando detrás
de ellos. — ¡Jesús!— El reflector les inmovilizó. Podía oír los motores cada vez más
fuerte. — ¡Kerry! ¡Corre todo abajo!
— ¡Ya voy!— Kerry gritó. '¿Qué diablos está pasando?
—Dixieland Yankee. Si no reduce la velocidad, le detendremos por la fuerza. Por
favor, cumpla.
—Bésame el culo. — Dar encendió dos interruptores en la consola, y empujó un
poco más los aceleradores.
Bud estaba metido entre los asientos y la consola, ya que la velocidad aumentaba y
el viento se estrellaba contra ellos. —No te gusta seguir las reglas, ¿verdad?—, Comentó.
—Yo hago las reglas. — Contestó. —Espera. — Dejó los dos interruptores finales,
miró detrás de ellos, hacia el barco, y empujó las palancas totalmente hacia adelante. Con
un rugido gutural, los compresores del motor sonaron consiguiendo que su velocidad se
duplicara.
—Mierda. — Bud se agarró a la barandilla.
Dar miró hacia atrás, y sintió que su corazón disminuía su velocidad. Miró de
nuevo, tragando el nudo nervioso de su garganta, tratando frenéticamente de averiguar
qué hacer a continuación. La brújula marcaba hacia el sur, y el buscador de profundidad
mostraba una buena profundidad bajo su quilla.
La única pregunta era, ¿a dónde diablos ir y qué iba a hacer cuando llegaran allí?
***
Kerry exhaló con alivio al ver la gran distancia del buque detrás de ellos. —
Disculpa. — Pasó junto a Charlie, que todavía estaba en la puerta de la cabina. —Esto se
está poniendo muy repulsivo.
—No me digas. — Charlie miró el gran barco. — ¿Qué diablos habéis hecho para
que os traten así?
—Ojalá lo supiera. — Entró en la cabina y se dirigió hacia la zona de
almacenamiento, volteando el asiento hacia arriba y sacando una funda larga y negra. La
puso sobre la mesa y le desabrochó las capturas, levantando la tapa. En el interior, una
poderosa escopeta negra azulada descansaba, emitiendo el distintivo aroma de aceite para
armas.
—Ah. — Charlie estaba mirando sobre su hombro. —Me figuraba que Dar tendría
una de estas.
Kerry sacó el arma. —No es de Dar. — Murmuró, volteando el arma para sacar los
cartuchos. —Es mía. — Levantó la mirada hacia el hombre sorprendido. —Aprendí a
disparar a los ocho años. — Cerró la escopeta y se guardó un puñado de cartuchos extra,
antes de dirigirse a la puerta.
Realmente nunca le habían gustado las armas. De hecho, las armas de fuego le
asustaban, y se había dado cuenta de ello, cuando había tenido que enfrentarse a una en
Chicago. Pero ella se había dado cuenta de que odiaba, aún más, la sensación de sentirse
impotente, por lo que había salido con la escopeta, que era un arma que por lo menos
sabría manejar.
Estaba bastante segura de que su padre nunca había tenido la intención de que sus
hijos tuvieran que usarlas para este resultado en particular. Siempre había encontrado
irónico que de todos sus primos y hermanos, fueran capaces de usar un arma, sin casi
haber aprendido a andar.
Se puso de pie junto a la puerta y se asomó, sosteniendo la escopeta cerca de su
cuerpo. Entornó los ojos. Podía ver figuras que se movían hacia fuera, sobre la proa de la
embarcación más grande, manejando el reflector molesto y moviéndose por la barandilla.
Charlie cojeó detrás de ella, y apagó la luz de la cabina, dándoles una mejor vista.
—No tiene sentido embellecer un objetivo. — Comentó. —Me pregunto qué quieren.
—No tengo idea—. Suspiró, al darse cuenta de que la embarcación más grande
estaba acercándose a ellos de nuevo. Intentó agarrarse el marco de la puerta cuando el
Bertram se escoró, y luego aceleró de nuevo en una nueva dirección. —Jesús, Dar.
Aguas internacionales. No había nadie, en realidad, a quien pudieran llamar.
Podrían, Kerry se dio cuenta, pero si se metían el problemas reales allí, pasarían semanas
antes de que nadie lo supiera. — ¿Dar?
— ¡Lo sé!
Kerry exhaló.
— ¿Ker?
— ¿Sí?
— ¡Esto podría acabar mal!
Kerry salió a la popa, y trabajó el mecanismo de escopeta. — ¡Estoy armada!
—Genial—. Dar se sintió más que un poco agotada. —Aquí estoy jugando al
Capitán Kidd y tengo a Wyatt Earp en la popa.
Bud se inclinó sobre el borde de la consola, mirando a la rubia. — ¿Ella sabe cómo
usar esa cosa?
Dar gruñó, centrándose en su ruta. Delante de ella, el cielo ya no tenía estrellas, y
mientras miraba hacia al cielo, un rayo revoloteó, esbozó enormes nubes de tormenta. —
¿Esa es la tormenta de la que me hablabas?— Señaló.
—Es una gran tormenta. — Bud declaró. — ¿Quieres meterte de lleno en ella?
—No exactamente. — Dar miró detrás de ella. El gran barco estaba definitivamente
ganando terreno. —Pero podría sernos de ayuda. — Trazó un curso, y luego se acomodó,
envolviendo sus piernas alrededor de la silla del capitán. — ¡Kerry, guardarla! ¡Voy a
estar en movimiento!
Oyó el golpe de la puerta de la cabina. —Muy bien, gilipollas. Vamos a ver si
puedes pegarte conmigo—. Se dirigió entre dos diminutas islas deshabitadas. El barco
corrió sobre las olas, ahora perceptiblemente agitado. El reflector se movía sobre sus
cabezas. Sintió el reflejo en su cuello y sacó el barco en un giro leve, primero a un lado y
luego el otro.
El sonido de una explosión la hizo mirar hacia arriba y alrededor, tanto ella como
Bud se agacharon cuando una bengala chamuscada pasó a su lado, por estribor. Dar pasó
un momento infructuosa deseando como el infierno su padre estuviera a su lado, y luego
puso toda su atención a enhebrar el barco por el estrecho canal.
—Tienes poca profundidad. — Bud ofreció.
—Lo sé. — Mantuvo un ojo en el medidor de profundidad, y el otro en las boyas
de parpadeo de la ruta. Un trueno retumbó por encima, casi oscureciendo el sonido de los
motores. Otra llamarada chilló por, esta vez en el lado de babor. —La próxima vendrá
por nuestra espalda, supongo.
El ex lacónico marinero afirmó. —Rápida manera de detenerlo.
—Gracias. — Los ojos de Dar se estrecharon, y avanzó su ruta ligeramente a su
izquierda. Entonces, sin previo aviso, giró el volante, enviando a la embarcación en una
curva rápida. Se enderezó, y luego fue a la derecha de nuevo, obligando a su perseguidor
a seguirlos.
Oyó sus motores chillar, cuando lo hicieron, y con ese sonido, Dar sonrió. —
Pillado. — Susurró, apisonando los aceleradores casa y rozando por una línea específica
en el mar con un toque ligero y precisa sobre los controles.
Bud estaba agarrando la consola, con los ojos muy abiertos.
Dar observó al metro de profundidad. —Vamos ... vamos .... — Sonó una
advertencia, y mantuvo sus dedos sobre el volante, cruzando el resto de las partes del
cuerpo. El Bertram enhebró una línea pequeña en el centro del metro, la bocina sonando
cada vez más fuerte mientras los sonidos de su cabeza también se hacían más fuertes.
— ¡Jesucristo!—, Gritó Bud.
El barco brilló sobre una sección del agua, entonces la bocina dejó de sonar, justo
cuando se oyó un crujido horrible detrás de ellos. Se atrevió a dar un rápido vistazo detrás
de ella, para ver el gran barco escorarse a un lado. De nuevo se concentró en mirar hacia
adelante, hacia la lluvia que ahora golpeaba el escudo alrededor de la consola.
Cada nervio de su cuerpo estaba vivo. Podía ver su propia sonrisa reflejada en el
cristal. Apenas se mantuvo a sí misma dejando escapar un grito salvaje de triunfo. —Está
bien. — Notó el sonido de orgullo en su voz. —Ahora vamos a salir de aquí.
Bud seguía sin soltar las manos de la barandilla. — ¿Quién diablos te enseñó a
navegar?—, preguntó.
Los ojos azules de la morena brillaron de orgullo. —Mi padre. — Respondió,
saboreando el momento. Luego abrió el micrófono para las comunicaciones internas. —
¿Kerry?
—Aquí. — La voz de Kerry sonaba un poco sin aliento. —Mierda, Dar.
—Sí. — Redujo un poco los motores, que ahora trabajaban contra la creciente
corriente del mar. —Estamos fuera de ellos ... Voy a dar la vuelta y ver si puedo conseguir
salir de esta tormenta, y volver a la isla desde el otro lado .
— ¿Puedo hacer algo?
—Supervisar la radio. Mira si esos bastardos piden ayuda. Quiero saber quiénes
son.
—Hecho.
Dar cerró el micrófono apagándolo.
Kerry dejó el micrófono en su base, pero sin soltarlo, durante un buen rato, mientras
sus nervios se estabilizaban. —Está bien. — Dijo finalmente, recobrando la compostura.
—Me alegro que todo haya terminado.
—Yo también. — Charlie estuvo de acuerdo. Estaba sentado de forma segura en
una de las sillas atornilladas a la cubierta. —Ahora, ¿qué es lo siguiente?— Él se levantó
y miró por la ventana.
—Sí. — Kerry se dirigió a la cocina y sacó una botella de Gatorade, haciendo
estallar la parte superior, bebiendo varios sorbos. Dejó la botella. —Ahora todo lo que
tenemos es que preocuparnos del tiempo. — Volvió a la radio y la encendió, subiendo el
volumen un poco. La escopeta ya estaba metida de nuevo en su bolsa, bajo el asiento, y
ahora que el peligro inmediato había terminado, sintió que todo su cuerpo temblaba en
reacción.
Con un suspiro, se sentó en la otra silla, dejando descansar las manos sobre los
muslos.
—No estás muy acostumbrada a estas cosas ¿verdad? —, Preguntó Charlie.
Kerry le dirigió una mirada irónica. —Soy una republicana del Medio Oeste con
una licenciatura en tecnología de la información. ¿Qué te parece?
El gran hombre se echó a reír. —Pues lo has hecho muy bien. — Dijo. — ¿De qué
parte del medio oeste eres?
—Michigan. — Respondió. —Saugatuck. —
—He estado allí un par de veces. — Dijo Charlie. —Fui por un par de trabajos,
hace mucho tiempo.
Se alegró de la distracción. — ¿Hay algo que ver ahí abajo?—, Preguntó con
curiosidad. —Siempre me lo he preguntado. Además de cargueros caídos, quiero decir.
Charlie se encogió de hombros. —No estábamos haciendo turismo. — Explicó, con
una mirada de disculpa. —Se lo podrías preguntar al Gran Andy. Hizo dos viajes hasta
allí. — Hizo una pausa. —Es extraño, hablar de él en tiempo real.
—Me lo puedo imaginar. — Se echó hacia atrás, cruzando las manos sobre su
vientre. —De todas formas se lo preguntaré. — Sonrió. —Recuerdo la primera vez que
fuimos a bucear con él. Él es como un pez. — Agitó una mano en el aire.
—Siempre lo fue. — Charlie reconoció. —Es algo natura en él.
Kerry asintió. —Lo sé. Dar es igual.
—Ah. — Charlie levantó la vista cuando la puerta se abrió, y Bud entró. —No es
lo que esperábamos cuando vinimos a cenar, ¿verdad?— Se dirigió a su compañero.
Bud sacudió la cabeza y resopló. —Malditos locos bastardos. — Dijo. —Hemos
estado cerca.
—Creo que Dar lo hizo bastante bien. — Interino ella. —Están en las rocas.
—La Suerte.
Una ceja de Kerry se levantó. — ¿Con Dar? Nunca. — Kerry se levantó y caminó
hacia la cocina de nuevo, retomando su botella de Gatorade. —Ella siempre sabe lo que
está haciendo. — Aspiró una bocanada de la bebida. —Ahora sólo tenemos que averiguar
quién era y por qué.
—Bueno, podrías volver y preguntárselo. — Charlie bromeó débilmente.
Kerry se apoyó en el mostrador. — ¿Esto es algo que sucede a menudo? Sé que
estuve leyendo algo en los periódicos locales de Miami, sobre la piratería moderna, pero
no creo que los piratas conduzcan yates de lujo.
Bud y Charlie se miraron el uno al otro, pero no contestaron.
Otra ceja de Kerry se levantó.
—No eran piratas. — Bud finalmente murmuró. —Por lo menos, no los que
solemos ver por aquí.
Ah. Se dio cuenta de que ninguno de ellos podía mirarla a los ojos. —Así que a
veces ocurre.
—Oh, bueno, se oyen cosas. — Charlie intervino. —Ya sabes.
UH Huh. —No, en realidad no. — Respondió. —Pero entonces, ¿quiénes eran
ellos?
Bud se encogió de hombros. —Tal vez simplemente no les gustó la actitud de Dar.
— Sugirió. —Rasgo hereditario.
Kerry estaba bastante sorprendida, al oírse a sí misma, producir un gruñido casi
audible. —Disculpa. — Dijo. —Tengo que vigilar la radio.
***
Dar sopló el pelo mojado de los ojos y se inclinó hacia delante, mirando a través de
la lluvia, con el ceño fruncido. El tiempo había empeorado mucho, y el barco ya estaba
siendo sacudido por las olas de gran altura. Tenía el gran reflector, en el arco, encendido
pero casi no daba mucha luz.
El Bertram rodaba sobre el mar de fondo, mientras se mantenía atenta tanto a al
radar como a los sonidos del entorno. Estaba tan concentrada; que no oyó a su pareja
acercarse, y casi saltó cuando ésta se dejó caer en el asiento a su lado.
— ¡Yeeeah!
Kerry se sorbió los mocos, y tiró de la chaqueta más cerca. —Lo siento. — Palmeó
la espalda de Dar. —No quise asustarte.
—Mmph. — Dar recobró su compostura. La miró a los ojos. —Sabes, no hay razón
para que también sufras aquí fuera.
—Sí, la hay. — No estaba de acuerdo. Puso cuidadosamente los codos en la consola.
—Puedo sentarme aquí y enfrentarme a lo que la mejor madre naturaleza pueda ofrecer,
o me puedo quedar abajo y comerme todas las galletas.
—Ah—. Dar miró más de cerca. —Sí, te ves un poco ...
—Sólo me llaman Kermit. — Admitió, la deglución. —No creo que me mareé.
—Creo que se le puede culpar al clima, esta vez. — La consoló.
Kerry hizo una mueca, y luego esbozó una débil sonrisa cuando el Bertram rodó en
las ondas de nuevo.
—Mira el horizonte. — Dar le aconsejó, tomándola de la mano.
—Cariño, te quiero. — Se apoyó en el hombro de Dar. —Pero no tienes que tomar
mi mano, de verdad.
Rio suavemente, presionando hacia abajo en la muñeca de Kerry, con los dedos. —
Trata de volver a llamarlo. — Dijo para distraerla. No había habido ninguna respuesta a
sus dos últimos intentos de contacto, y pensó que el velero podría estar en problemas.
Tomó unas cuantas respiraciones profundas y, a continuación, cogió el micrófono.
—Sirena del Mar, sirena del mar. Aquí Dixieland Yankee. ¿Me copias? Nada —. Se
detuvo y escuchó el crepitar, cerrando los ojos mientras el barco se lanzó hacia abajo.
Dar cambió su agarre ligeramente, y luego volvió a pulsar, observando el rostro de
Kerry con cuidado. Después de un momento, sus pestañas se abrieron, y una expresión
de leve sorpresa apareció. — ¿Mejor?—, Preguntó esperanzada.
—Eyah. — Kerry murmuró. — ¿Hiciste eso?
Dar sonrió.
—Oo. Te quiero —, Dijo Kerry. —Espera. Sirena del Mar, Sirena del Mar, ¿me
copia?
Un zumbido áspero repente cortó la línea. La explosión de un rayo iluminó el cielo
y ambas se agacharon ante el reflejo. Agarró a Kerry para protegerla, al sentir su cuerpo
tensarse. El barco quedó en el olvido, la tormenta fue olvidada, por ese breve instante.
Oyó un fuerte crujido, y luego el resplandor desapareció, dejando una explosión salvaje
de truenos.
—Mierda—. Miró hacia arriba, buscando el mástil con ansiedad, entonces sus ojos
se desviaron a sus instrumentos, con la esperanza de no haber perdido el GPS o el sonar.
Se relajó cuando el brillo iridiscente de los dispositivos se mantuvo estable. —Guau.
— ¿Dar?— Fue amortiguada voz de Kerry. —Creo que ya puedes soltarme.
—Oh. Lo siento. — Se enderezó, pero mantuvo un brazo alrededor de los hombros
de Kerry.
— ¿Estáis bien ahí arriba?— La voz de Charlie estalló de repente en la radio. —
Ese lechón golpeó el agua justo al lado de la popa.
—Estamos bien. — Respondió Kerry. —Todo está bien.
La morena miró de nuevo hacia el cielo. —Esto no va a funcionar. Voy a girar y
salir de aquí. — Decidió. —Daremos el aviso del mayday cuando estemos en el muelle.
— Restableció su curso, y comprobó la profundidad. —No voy a correr el riesgo de la
embarcación ni la tuya.
—Dar.
Se dio la vuelta y la miró a los ojos. — ¿Sí?
Kerry conocía esa mirada. Sabía que a Dar no le gustaba ser desafiada,
especialmente cuando perdía el equilibrio y estaba asustada. Pudo ver los alterados
nervios en los ojos de su amante, y por los movimientos cortos e inquietos de las manos,
en los controles, sabía que el temperamento de Dar la estaba poniendo muy nerviosa. —
Él está esperándonos. — Dijo, muy suavemente. — ¿Podemos continuar unos minutos
más?
Tenía muchas ganas de decir que no. Kerry podría leerlo. —Deja que lo llame una
vez más, a ver si al menos nos puede dar un clic. Si no ... — Vio el pelo mojado sobre la
frente de su amante, medio ocultando sus ojos. —Al menos lo intentamos.
—Está bien. —, Dijo Dar, brevemente. —Pero por favor, Kerry, ve abajo.
—Está bien. — Asintió, flexionando su mano alrededor del micrófono. Hizo una
pausa, y lo dejó antes de que acercarse y coger la mano de Dar, apretándola. —Gracias.
—Grumph. — Ajustó los tornillos reguladores, y giró el barco, sobre una curva
larga y poco profunda, para cortar a través de las olas. No quería dar la vuelta demasiado
bruscamente y quedar atrapada en su interior, ya que las ondas crecerían hasta alrededor
de seis metros.
—Sirena del Mar ... Sirena del Mar. Si puede oír esto, por favor teclea dos veces.
— Kerry pidió, hablando con claridad. Escuchó atentamente el silbido. —Sirena del Mar,
por favor teclea dos veces si recibe esto. Estamos tratando de localizarlo.
El silbido rompió, regresó, y luego rompió de nuevo. Kerry sonrió, luego miró a
Dar.
—Podría ser una coincidencia.
—Sirena del Mar, por favor teclear dos veces más. —
Dos clics le respondieron de nuevo, y luego una voz crepitó. — ¡Estoy aquí!
¡Ayuda!
Dar suspiró y sacudió la cabeza. —Todavía no estamos seguros de poder
encontrarlo. — Le advirtió. —Todo lo que he visto en el radar durante la última media
hora es ... — Dar se detuvo y se acercó más al pequeño alcance. —Espera. — Aumentó
el pulso, y lo estudió, insegura. Puede ser que sea un pequeño bache, pero entonces podría
ahora. —Sólo podría ser de vuelta en la onda.
Pero ya se balanceaba la rueda alrededor, disparando los motores. —De cualquier
manera, vamos a volver si eso no es de él.
—Correcto—. Kerry puso el micrófono hacia abajo, y se levantó. —Voy a ir para
arriba en el arco.
Los ojos de Dar se agrandaron. —No sin un cinturón de seguridad. — Dijo. —No
quiero verte salir por la borda.
—Aye, Aye, capitán. — Le dio una palmada, y luego se dirigió a las escaleras, con
cuidado bajando y pisando la cubierta. Charlie y Bud estaban de pie en la puerta de la
cabina. —Creemos que lo hemos encontrado. — Les informó.
—Vaya tiempo. — Bud cogió el tren de cuerda y flotación, arrojándolo sobre su
ancho hombro. —Esto pasa porque algún imbécil no tiene el sentido común de no salir
con este tiempo. — Se acercó a la barandilla, caminando alrededor de la proa. Kerry contó
hasta diez en voz baja mientras tiraba de la cuerda de seguridad recortada doble y la
enganchaba a un extremo da la barandilla. Luego continuó andando.
El viento la golpeó mientras se acercaba a la parte delantera de la embarcación. A
penas podía ver con la lluvia torrencial cayendo sobre los ojos. Luchó valientemente hacia
adelante, cuidando de mantener su equilibrio mientras la misma se inclinaba cada vez
más rápidamente. Se movía hacia arriba y abajo, y el agua del mar se estrellaba sobre los
rieles, enfriando su cuerpo, incluso a través de su chaqueta.
Llegó a la parte delantera de la embarcación y se arrodilló, mirando hacia la
oscuridad. Lo único que podía ver eran las olas encrestadas y la lluvia. Las olas se
levantaban y caían, por lo que era difícil de ver nada en absoluto.
—Allí—. Bud estaba de pie junto a ella. —A estribor.
Kerry esforzó sus ojos. —No veo nada ... oh. ¡Espera! — A través de una ruptura
en las olas, vio un destello de color blanco, luego desapareció. Su mente trató de
resolverlo como parte de un velero, y fracasó. — ¿Qué ...
Dar, al parecer, también lo había visto. El Bertram cambió el rumbo a estribor, y
los motores se redujeron.
Kerry se inclinó hacia delante. Luego las olas rompían de nuevo, y ella consiguió
volver a verlo. —Él volcó— gritó, reconociendo el destello blanco ahora como un casco
volcado.
—Yeap. — Bud no parecía sorprendido. —El muy idiota probablemente no trajo la
vela.
Se puso de pie, mordiéndose la lengua por las palabras agudas a su espalda. A
medida que avanzaban podía ver el barco zozobrar con más claridad. —Está en la parte
de atrás!— Señaló a una figura que parecía desesperada aferrada al casco.
Luego sus ojos casi salieron de su cabeza, cuando el mar en frente de ella cayó, a
veinte metros de altura en el naufragio. El estómago de Kerry casi salió de su nariz como
la ola con cresta, entonces se agarró fuerte, aprovechando la ola hacia abajo.
La ola cogió al bote de vela y se lo llevó, tirándolo hacia un lado. Vio con horror, a
la pequeña figura, en la parte posterior, volar en el agua y desaparecer. Sin pensar
realmente en nada, se desabrochó su cuerda de seguridad y saltó a la parte superior de la
barandilla, y luego saltó a la oscuridad.
Golpear el agua fue un shock total. Hacía frío, la agarró sin piedad y le dio la vuelta.
Kerry se abrió paso hasta la superficie y se dio cuenta de que probablemente acababa de
cometer un gran error. Una ola casi la abrumó, pero montó a través de ella, entonces sintió
que algo la golpeaba en el hombro. Se dio la vuelta para encontrar el flotador junto a ella,
al que se agarró.
La tormenta era demasiado fuerte para que oyera nada, pero sabía que estaba allí.
Un inmenso miedo la golpeó en el estómago como si fuese un cuchillo. Se deslizó, y puso
un brazo alrededor del flotador. Luego se volvió y se dirigió hacia el último lugar donde
había visto al navegante desafortunado, tratando de no tragar el agua del mar, que
constantemente lavaba su cabeza.
Le resultaba difícil hacer cualquier avance. Entonces pensó que debería tomar las
olas correctas, y así podría dejarse llevar por ellas y avanzar hacia su objetivo. Esperó a
una, luego nadó en ella y dejó que se la llevara abajo y a través de la proa del barco
volcado.
El reflector de repente penetró la lluvia, ardiendo a través del agua agitada. Se
rastreó sobre Kerry, deteniéndose un momento antes de que a regañadientes se desviara.
Los ojos de Kerry lo siguieron, y luego se lanzó hacia adelante, cuando captó de sólo un
vistazo una mano cerca de la parte trasera del barco. Luchó hacia allí, al oír el rugido
sordo de los grandes motores diésel detrás de ella, mientras el Bertram luchaba por
mantener su posición en el agua.
— ¡Hey!— Kerry consiguió sacar su cabeza fuera del agua y gritó. Se sacudió con
sus brazos a través de la ola, sintiendo bajo la superficie cerca del borde del casco volcado.
Tres veces, nada, y de repente su mano tocó algo que no era agua, ni el barco.
Sus dedos se cerraron, con una breve y sentida oración a Dios, deseando que fuera
una persona y no un tiburón. Tiró con toda la fuerza que pudo reunir. Apenas tenía
fuerzas. — ¡Vamos!— Dio otro tirón. Un brazo salió a la superficie, a continuación, una
cabeza oscura y húmeda.
Por un momento, no estaba segura de haber llegado a tiempo. Entonces la cabeza
se levantó, el otro brazo salió a la superficie y el hombre tosió y escupió un trago de agua.
— ¡Aquí!— Kerry puso sus manos alrededor del salvavidas. — ¡¡¡Espera!!!— No
fue fácil, pero envolvió el dispositivo a su alrededor, y luego volvió la cabeza, en busca
de la embarcación, en el otro extremo de la cuerda. Su fuerza estaba disminuyendo y el
agua fría estaba empezando a hacerla temblar.
— ¡¡¡Kerry!!!
La voz de Dar a través de un altavoz era lo último que esperaba. Parpadeó a través
de la lluvia, colgando de la cuerda.
— ¡¡¡Sujétate a la cuerda!!!! ¡Te tiramos adentro!
Oh. Perdió su agarre en la cintura. Buscó la cuerda, y finalmente la enganchó en el
clip de metal grande que colgaba de ella. Se pegó muy a la cuerda de rescate y envolvió
su brazo alrededor del hombre, sintiendo el tirón poderoso mientras era remolcada de
vuelta al barco.
Las olas los golpeaban. Sintió dolor por todo el cuerpo, casi no le quedaban fuerzas
para continuar agarrada. Llegaron más y más cerca del barco, hasta darse cuenta de la
altura del mismo. Estaba acostumbrada a subir a bordo desde la popa, y ahora se
preguntaba cómo iban a hacerlo.
El Bertram se lanzó hacia adelante, y se estrelló contra el casco, golpeando su
hombro en la fibra de vidrio. Aquello la dejó sin aliento. Aturdida intentó moverse al
sentir que estaba siendo arrastrada. — ¡Espera!! ¡Espera!!— Gritó, luchando para
asegurarse de que las correas estaban bien apretadas. El hombre parecía estar todavía muy
aturdido, y él se aferró a la cuerda con los dedos temblorosos.
Kerry sintió que su cuerpo salía del agua. Mantuvo una mano en el casco, tratando
de mantener a flote al hombre.
A medio camino, la iluminación se quebró, y el barco rodó, lanzándolos de nuevo
hacia abajo, hasta que sus pies tocaron el agua otra vez. Se quedó sin aliento cuando la
onda rodó hacia el otro lado, golpeándose contra el barco, con una fuerza impresionante.
Levantó una mano en reflejo, esperando que no volviera a ocurrir.
Su espalda se golpeó contra el casco, y sintió el comienzo de un hormigueo debajo
de donde estaba agarrada por la cuerda, clavándosela en su caja torácica casi cortándole
la respiración. Trató de levantar los brazos, pero no sirvió de nada. Estaba al borde del
pánico cuando de repente unas manos tiraron de sus brazos y de su camisa.
Unos brazos tiraron de ella por encima de la barandilla, cerrando los brazos
alrededor de su cuerpo, reconociendo de inmediato a la persona. Giró la cabeza y hundió
la cara en la camisa de Dar, sabiendo que ahora estaba a salvo y que todo estaría bien.
— ¡Lo consiguió!— La voz de Bud rompió la lluvia. — ¡¡¡Charlie!!! ¡¡¡Sácanos de
aquí.!!!!!
Kerry sintió que el barco empezaba a moverse. La lluvia seguía arreciando. Ahora
que todo había terminado, la adrenalina se precipitó fuera de ella, se sentía demasiado
débil para moverse. Era más fácil simplemente sentarse en la terraza, envuelva en los
brazos de su amante.
Podía oír toser al hombre al que había rescatado. Su propia boca sentía como si
hubiera estado chupando caviar, y su garganta estaba en carne viva de tanto gritar. —Buh.
Los brazos de Dar se apretaron alrededor de ella. —Vamos adentro. Creo que mi
pequeña héroe aquí necesita un poco de té caliente.
Héroe. Kerry parpadeó. Santo cielo. Acabo de salvar la vida de alguien, ¿no? Una
pequeña sonrisa de incredulidad cruzó su rostro, al sentir la sensación.
Guauu.
***
***
Lección uno. Miró a su reflejo en el espejo con ojos críticos. El heroísmo duele. Se
puso las manos en las caderas y sacudió la cabeza ante la espectacular marca color
púrpura, verde y rojo al otro lado de su estómago. —Me alegro de no tener que ponerme
un bikini. — Comentó después de un momento, riendo y frotando las manos por el pelo,
intentando dar una cierta apariencia de orden. Respirar profundamente le resultaba
doloroso. Su espalda estaba rígida, pero sospechaba que después de un par de analgésicos
y una dosis de relajación mejoraría.
Fuera estaba soleado. Una buena noche de sueño había restaurado la mayor parte
de su buen humor. Se cepilló los dientes y se puso su traje de baño color verde esmeralda.
—No—. Respiró cautelosa. —Esto sí que se ve mejor. — Sus ojos se posaron sobre su
cuerpo, ahora tan acostumbrado a su forma más pesada, más musculosa que era difícil
realmente recordar cómo solía ser antes de conocer a Dar.
Después de hacer un gesto de aprobación, salió a la cabina principal del barco. Dar
estaba acurrucada en el sofá, con una bandeja de café, galletas y fruta cortada a su lado,
en la mesa, y una revista doblada en la mano. —Hey, cariño. — La saludó.
—Hola. — Dar puso la revista a un lado y se movió, empujando la bandeja hacia
ella.
Kerry tomó un croissant, prolijamente dividido, mantequilla y mermelada,
aplicándola a su superficie. Se sentó en el sofá, acurrucándose junto a su pareja. —Mm.
— dio el primer bocado a su desayuno. — ¿Qué estás leyendo?
Dar sostuvo la revista de administración de sistemas Unix.
—Empollona—. Se rio en voz baja, sacudiendo la cabeza. — ¿Te sientes mejor esta
mañana?
Dar ahogó un bostezo. —Sí, pero todavía tengo un poco de sueño. — Dijo, tirando
del cabello de la rubia. — ¿Qué hay de ti?
—Bien. — Tragó otro bocado. —Me duele, no lo voy a negar. — Dijo, lamiendo
un copo de sus labios. —Pero de una forma algo extraña, me siento bien, porque sé que
fue por una buena causa.
—Eh. — Dar flexionó su mano distraídamente, mostrando una débil sonrisa en sus
labios. —Nunca pensé en ello, pero sí. Recuerdo la mañana después de que te robaran,
cuando ni siquiera podía cerrar mi puño. — Miró sus dedos.
Kerry cariñosamente capturó la mano de Dar y tiró de ella más cerca, besándola. —
Estuviste increíble.
—Ejem. — Se aclaró la garganta. Dejó la revista a un lado y tiró la bandeja más
cerca, se sirvió leche y azúcar en una taza y luego la llenó con un poco de café. —Estaré
contenta de llegar a St. Johns. — Tomó un sorbo. —El lugar al que vamos tiene buena
comida y preciosas vistas.
—Oo—. Aceptó el cambio de tema con gracia, dando a su amante una mirada con
cariño.
—Y realmente quiero acceder a internet para saber algo de esos bastardos.
Sonrió. —Ya sabía yo que había algún tipo de motivo oculto. — Claramente tomó
la taza de los dedos de Dar, tomó un sorbo, y luego se la devolvió. —Pero está bien,
porque también quiero saber más sobre ellos. — Apoyó la barbilla en la cadera de Dar,
sonriendo felizmente.
—Estás de buen estado de ánimo. — Observó.
—Sí, supongo que lo estoy. — Estuvo de acuerdo. —El miedo y la tormenta por la
noche me lo ha provocado. — Hizo una pausa. —Algo así nunca está de más.
—Uh huh—. Dar la miró burlonamente. —Tendré que recordarlo.
—Por supuesto ... — Deslizó lentamente la punta de un dedo por el muslo de la
morena. —Noches hedonistas llenas de amor y acción me han puesto en un mejor estado
de ánimo. — Bateó sus pestañas rubias hacia su compañera. —Asegúrate de recordarlo,
también.
Dar se rio entre dientes. —Seguro. — Arrastró las palabras, pasando los dedos por
el cabello de Kerry, mirando sus ojos cerrados. — ¿Qué tal si nos damos una ducha?
Kerry se movió más cerca, apretándose detrás de Dar, hasta que estuvieron
envueltas una alrededor de la otra. Apoyó la barbilla en el hombro de Dar, y sopló
suavemente en su oído. — ¿Qué tal si sólo nos lo tomamos con calma por un rato?—
Susurró, mirando los pálidos ojos azules parpadear antes de estrecharse ligeramente. —
¿O tienes prisa?
Dar alivió sobre su espalda, luego se volvió hacia Kerry, deslizando su cuerpo
contra el suyo. La besó suavemente, dejando que una mano se deslizara por la cintura. —
No hay prisa. — Respondió, frotando la nariz con Kerry juguetonamente. —Pero sólo
quiero revisar que todas las ventanas están abiertas, y la pasarela bajada.
Kerry gruñó, el fondo de su garganta. — ¡Qué dilema!— Suspiró. —Disfrutar de
mi libido o mantener mi reputación del medio oeste en pie.
Fuera la cubierta crujió, y los ojos de Kerry se abrieron, en contra de su voluntad.
Dar rio. —Quizá deberíamos ... .
—Si. — Se inclinó y la besó apasionadamente, sintiendo el cuerpo de Dar
reaccionar, cuando se apretó contra ella. Sus costillas protestaron suavemente, pero no les
hizo caso, prefiriendo concentrarse en la sacudida de la reacción sensual que calentaba
rápidamente sus entrañas.
Sus manos exploran el cuerpo de su amante, con impaciencia, los dedos
deslizándose por debajo de la parte superior del bañador. Dar inhaló, encontrándose casi
sin aire, cuando sintió el toque.
Kerry contuvo el aliento al sentir la mano de Dar en lo alto de la parte interna de su
muslo.
Oh, al infierno con mi reputación. Sintió que la parte superior de su traje de baño
se deslizaba de sus hombros, mientras tiraba de la camiseta de Dar, sintiendo el calor de
su piel, y su peso presionado contra el cuerpo de Dar.
— ¡Hey!— Una voz fuera estalló de repente. — ¡Hay alguien en casa!!
Kerry se encontró cara a cara con una Dar letalmente frustrada, tal y como ella se
sentía.
—Arggghh. — Soltó el gemido suavemente, dejando caer su cabeza contra la
clavícula de Dar.
—Eso lo dice todo. — Dar suspiró. —Oh, muchacho. — Se aclaró la garganta y
tragó saliva, tratando de recuperar la compostura. —Mierda.
Kerry empezó a reír.
—Continuaremos con esto. — Advirtió a su pareja. —Pero más tarde. — Con otro
gemido, se desenredó de mala gana del cuerpo de la morena y se puso de pie, recolocando
su traje de baño y frotando su cara para despejar el rubor que sabía estaría coloreada. —
Jesús.
Dar se estiró en el sofá y bostezó, acurrucándose como un gato grande, medio
desnudo. Cogió su taza de café olvidada y bebió un sorbo, mirándola con una mirada
seductora.
—No estás ayudando. — Kerry pasó las manos por el pelo. —Déjame ir a saludar
a nuestro invitado.
Con una sonrisa, Dar se apoyó en la almohada del sofá y disfrutó un poco de la
arrogancia sexy de Kerry, que ya se acercaba a la puerta para salir a la cubierta de popa.
La oyó saludar a su invitado rescatado, y suspiró, poniendo su cabeza hacia abajo, sobre
el tejido blando.
***
—Buenos días—. Levantó una mano para saludar al hombre de pie en la cubierta.
Bob estaba vestido con pantalones cortos de color caqui, un poco demasiado grandes para
él, y una camisa de polo que había estado usando la noche anterior. A la luz del día, su
ligeramente redondeado rostro alegre y pelo rizado, completaron un cuadro de un hombre
razonablemente guapo. —Vamos a bordo.
Bob aprovechó su invitación y cruzó la pasarela. —Gracias. Buenos días. — Él
respondió, mientras sus ojos se posaron sobre su cuerpo. Cortésmente, desvió la mirada.
—El tiempo se aclaró al menos, ¿eh?
Kerry volvió y contempló el horizonte claro. —Claro que sí. — Sonrió. —No
estamos realmente listas para ponernos en marcha, pero ¿quiere venir y tomar un poco de
café?—
—Eso sería genial. Gracias. — Le devolvió la sonrisa cálida. —Escucha ... Yo, um
.. — Miró a su alrededor, luego a ella. —Realmente quiero darte las gracias de nuevo, por
lo que hiciste ayer por la noche.
Kerry sintió una curiosa mezcla de placer y vergüenza. —Estuve encantada de
ayudarle. — Dijo. —Y estoy muy contenta de que todo saliera bien.
—Yo también. — Respondió fácilmente. Cortésmente sostuvo la puerta para ella.
—No lo olvidaré.
—Bueno, tú eres muy bienvenido. — Kerry entró en la cabina, con los ojos
buscando a su compañera, que encontró detrás de la cocina. — ¿Tienes algún café extra
allí, Dar?
Los ojos de Dar se posaron en ella, luego la sonrió con ironía. —Claro, con mucho
gusto.
—Buenos días. — Bob la saludó.
—Hola. — Contestó. —Iré organizándolo todo para que podamos salir. — Dijo a
Kerry. —Pero antes quiero hablar un minuto con Charlie.
—Está bien. — Kerry ocupó el lugar de ella, preparando el café. —Dales los buenos
días de mi parte, ¿de acuerdo?— Realmente no tenía una necesidad personal para hacer
frente a la problemática del brote, en ese momento.
—Uh huh—. Dar le palmeó la espalda, luego se deslizó junto a ella y se dirigió a la
puerta.
Kerry sonrió para sí misma, y sacudió la cabeza. Luego alcanzó otra taza de la
alacena. — ¿Cómo lo tomas?— Miró hacia arriba, un poco sorprendida de encontrar a
Bob apoyado en el mostrador de la cocina.
—Negro—. Respondió, aceptando la taza que le ofrecía. —Gracias. — Tomó un
sorbo cauteloso. —Por lo tanto, Kerry. ¿De dónde eres? No llegamos a hablar mucho
anoche.
Kerry se sirvió una taza, añadió leche y azúcar, a continuación, se alejó de la cocina
y se sentó en la mesa pequeña. Bob se sentó junto a ella, esperando pacientemente a que
ella respondiera.
—De Michigan. —, Dijo. — ¿Qué hay de ti?
Bob sonrió. —Creí reconocer el acento. Soy de Detroit—. Dijo. —Mi familia es
dueña de una propiedad en las afueras de la ciudad. — Hizo una pausa, sorbiendo su café.
— ¿Fuiste a la Universidad de Michigan?
Kerry asintió. —De hecho, lo hice. — Estuvo de acuerdo.
—Salí del estado para ir a la universidad. — Relató. —Boston—. Una mirada
pensativa cruzó su rostro. —La familia de mi padre es de allí. Hombres marineros viejos,
ya sabes.
—Mm.
—Ahí es donde aprendí a navegar. —, Dijo Bob. —Cuando era un niño, y luego
otra vez cuando me hice mayor. Parece como si te gustara mucho navegar. — Claramente
volvió sobre el tema. — ¿Es uno de tus hobbies?
Kerry alzó la vista y lo encontró mirándola, viendo su cara con una débil, media
sonrisa tímida. —No, no ahora. — Apoyó la cabeza en una mano. —La fotografía
subacuática, y mantenerme al día con el trabajo. — Llegó a la conclusión de que Bob
estaba mostrando algo de interés definido hacia ella, y no podía decidir si fuera divertido
o algo para avergonzarse. — ¿Qué hay de ayudarme a dejar todo listo? Dar debe estar de
vuelta pronto.
—Claro. — Estuvo de acuerdo con amabilidad. —Lo que sea, soy tuyo.
Uff. Se deslizó desde detrás de la mesa. Esperaba que el viaje a St. Johns fuera
breve.
***
Dar se metió las manos en los bolsillos mientras caminaba por el sendero de arena.
La llegada de Bob definitivamente había puesto un nudo en sus entrañas. Había
considerado dejar la mayor parte de la hospitalidad cuando casi había sucumbido a la
tentación de tirarlo por la borda, por interrumpirlas.
Ah, Dar. Se rio irónicamente a sí misma. No es un mal chico. Pateó una piña delante
de ella, y miró por el camino vacío. Lo dejaremos en St. Johns, y eso será todo.
Subió por las escaleras hasta el restaurante de Bud y Charlie, haciendo una pausa,
con la mano en la puerta, cuando oyó voces dentro.
—Pensaba que podías escabullirte de mí anoche, ¿eh?— Un gruñido. — ¿Dónde
está el dinero?
—Mira. Te he dicho que no tenemos dinero—. El tono de Charlie sonaba
extrañamente tenso. —No se puede sacar dinero de una maldita roca.
— ¿Sí?—, Respondió La voz extraña. —Bueno, o toses diez de los grandes, o habrá
un montón de sangre en el suelo de este basurero, ¿me entiendes?
—Podemos conseguir algo. — Bud intervino. —Pero tienes que darnos tiempo.
Sabes que somos buenos para ella.
—Yo no sé una mierda. — El extraño rio. —Volveré, y más vale que me des lo que
me debes o te arrancaré la piel. —
Escuchó unos pesados pasos dirigirse hacia ella. Apenas tuvo tiempo de dar un paso
atrás para evitar ser aplastada cuando la puerta se abrió de golpe. Un hombre alto y
corpulento con una camiseta sin mangas y pantalones vaqueros, demasiado ajustados,
empujó más allá de ella, dándole una mirada superficial a su paso.
Dar miró a su espalda, antes de volverse y entrar en el restaurante. Su aparición
sorprendió a Bud y a Charlie. — ¿Qué está pasando?—, Preguntó ella, sin preámbulos.
—Buenos días, Dar. — Charlie no podía mostrar su sonrisa habitual. — ¿Pudiste
tener una buena noche de sueño?—
Bud estudió el suelo.
—Si bien. — Respondió brevemente. — ¿Qué está pasando?—, Preguntó de nuevo.
—No es tu problema. — Bud respondió con brusquedad.
—Bud—. Charlie frunció el ceño. —Sólo son cosas de negocios, Dar. Nada
importante.
Puso las manos en sus caderas y los miró, como cuando solía cuestionar a sus
gerentes de ventas, recién nacidos, que cuestionaban sus decisiones. —Trato todo el
tiempo con todo tipo de negocios, pero nunca me amenazaron con hacerme daño, aunque
la mayoría de la gente seguramente lo desearía. — Comentó. —Bueno ¿cuál es el
problema?
— ¡No es asunto tuyo!— Bud espetó, girando y alejándose hacia la cocina. La
puerta con bisagras batió detrás de él salvajemente, luego se detuvo con un golpe seco.
Charlie suspiró y se frotó la frente. —Maldición.
Esperó con paciencia moderada. —Vamos, Charlie. ¿De verdad quieres que
simplemente lo olvide? Si quieres lo haré. — Se ofreció. —Pero si necesitas ayuda, te
escucho.
Charlie miró hacia la puerta, luego se encogió de hombros. —Podemos manejar la
situación. — Finalmente dijo. —Es sólo el préstamo que pedimos para poner en marcha
este lugar. — Se metió las manos en los bolsillos. —Simplemente nos está llevando un
poco más de tiempo pagar lo que habíamos planeado, pero lo solucionaremos.
Dar lo estudió. —Él no era del Bank of América.
Charlie resopló suavemente. —Diablos no. Ellos no nos concedieron el préstamo.
Ya sabes, simplemente somos dos viejos marines—, le explicó. —Tuvimos que acudir a
la cooperativa. — Determinadamente recuperó su buen humor. — ¿Todo bien desde ayer
por la noche? Estuvimos charlando un rato con Bob, él es un buen conversador.
—Charlie—. Dar se apoyó contra la pared. Sacó un lápiz del bolsillo de Charlie y
cogió un trozo de servilleta del mostrador al lado de ellos. —Ten—. Escribió un número
de teléfono, y luego se lo entregó junto con el lápiz. —Si ese tiburón empieza a morderte
el culo, llámame.
De mala gana, tomó el papel. —Dar, te lo agradezco, pero podemos manejar esto.
A Bud no le gusta pedir ayuda. — Él vaciló. —Especialmente e ti. — Su rostro se
disculpó.
—Es una lástima—. Respondió sin rodeos. —Dile que crezca y que lo supere.
Charlie hizo una mueca.
—No es que no le gustes, Dar. — Protestó apresuradamente. —De verdad.
Simplemente no puede olvidar las cosas en el pasado con tu papá, y ...
—Yo ... no soy mi padre. — Le interrumpió, inclinándose hacia adelante.
—No, ya lo sé. — Charlie suspiró. —Lo sé, Dar. — Se aventuró una sonrisa. —
Aunque, te paredes demasiado a él.
Suspiró para sus adentros, y luego abandonó el esfuerzo, decidiéndose por un
camino diferente. —Sí, eso es lo que la gente me dice. — Admitió. —Escucha, nos
estamos dirigiendo hacia fuera. Cualquier cosa que necesites podemos traértelo de vuelta.
Charlie se relajó, ahora que la conversación se había vuelto normal. —WD40. —
Bromeó, tocando su rodilla artificial. —Siempre corriendo fuera de la materia maldita—
. Se aclaró la garganta. —Escucha, Dar ... anoche preguntaste sobre los piratas.
— ¿Hm?— Dar se cruzó de brazos.
El gran ex militar miró a su alrededor. —No siempre es lo que parece. — Dijo.
— ¿Qué quieres decir?—, Preguntó.
— ¡Chuck!— La voz de Bud interrumpió. — ¡El hombre de los pescados está aquí!
Charlie miró hacia la cocina. —Los de anoche, no creo tenían pinta de ser piratas,
al menos los que solemos ver. — Dijo rápidamente. —No te sabría decir más. Buena
suerte, buen viaje. — Puso una mano en la puerta, luego echó un último vistazo a Dar. —
Saluda a tu padre de mi parte.
Dar lo vio desaparecer. Lanzó un suspiro, dejando que su mirada recorriera el
interior del restaurante hecho jirones, y un poco gastado. Con un movimiento silencioso
de cabeza, se dio la vuelta y salió del lugar, emergiendo de nuevo a la luz del sol.
Mientras caminaba de regreso hacia el muelle, su mente volvió sobre las piezas del
rompecabezas que, aunque dispersas, comenzaban a empujar hacia ella, a su naturaleza
curiosa.
Divisó al usurero mientras caminaba hacia el muelle. Estaba de pie junto a una
pequeño embarcación, junto con otro hombre, la mitad de su tamaño. Los dos estaban
mirando al Dixieland Yankee, y se volvieron a mirarla mientras se acercaba al barco.
—Hey cariño—. El hombre más grande gritó por encima. — ¿Es tu barco?
Dar se detuvo para mirarles a través de sus gafas de sol. —Sí. — Respondió
brevemente.
— ¿Necesitas a un buen hombre para que lo lleve?
Dar lanzó la cuerda de a bordo y luego se dirigió a popa, liberando el barco y
saltando a la terraza de atrás. —No, gracias. — Dejó caer la cuerda, y se sacudió las
manos, dando la espalda a los dos hombres, haciendo caso omiso de su risa procaz.
Kerry salió de la cabina, con una sonrisa casi feroz cruzando su rostro cuando vio
a Dar. —Pensé que te había oído hablar—. Saludó a su amante. — ¿Nos vamos?
—Oh, sí. — Hizo su camino hasta el puente. —Vamos a buscar un paisaje mejor.
— Tomó su asiento y puso en marcha los motores, ajustando las válvulas reguladoras.
Con la marea baja, maniobró por el estrecho espacio, poco habitual, concentrándose en
poder sacar el barco del muelle.
Una vez pasado el último pilón, entraron en el canal, sintiendo el viento recogerse
mientras aumenta la velocidad, en dirección hacia el agua azul verdosa.
Kerry puso su silla de cubierta en la popa con cuidado, se dio media vuelta para
poder mirar hacia arriba y ver a su pareja a los mandos de la embarcación. Se puso cómoda
cuando Bob se sentó junto a ella, y se resignó a un viaje lleno de una pequeña charla. —
Por lo tanto, Bob, al final no terminaste de contarnos anoche. ¿Estás de vacaciones?
Bob se apoyó en el brazo del sillón. — ¿Vacaciones? Ya me gustaría. — Suspiró.
—No, es ... — Miró a su alrededor. —Un poco estúpido, realmente.
Si me dice que salió aquí en busca de su verdadero amor, lo tiro por la borda. Kerry
pensó, mientras mantenía una expresión agradable en su cara. — ¿Qué estúpido podría
ser?—, Me preguntó.
Se acercó un poco más cerca. — ¿Recuerdas que te conté sobre mis abuelos?
—De Boston. — Kerry respondió con prontitud.
—Sí. — Bob asintió. —Mi abuelo se perdió en el mar.
Kerry se enderezó un poco. —Oh. Lo siento mucho—. Dijo con sinceridad. —
¿Cómo ocurrió?
—Él era el capitán de un .. um .. barco de pesca. — Admitió. —No es muy
glamuroso, lo sé, pero él era muy bueno en su trabajo. — Agregó. —En fin ... que estaba
en un viaje por estas islas, y él simplemente nunca regresó.
Kerry se reclinó en su silla, metiendo una pierna debajo de ella. —Wow. — Negó
con la cabeza. —Eso es muy triste. ¿Nunca encontraron el barco o algo?
Bob la miró. —Saben dónde se hundió. Un hombre, que fue testigo de ello, contactó
con mi abuela y le vendió un mapa ...
— ¿Le vendió?
Se encogió de hombros. —Sí, lo sé .. probablemente fue una mierda de acuerdo.
Pero ella me dio el mapa, y decidí que ya que había llegado hasta aquí, quizá pudiera
encontrar algo.
Kerry frunció el ceño. —Ni siquiera sabes si es preciso.
—No, pero algo es algo. —, Dijo Bob. —El problema es que vine aquí, y me
encontré con que tenía que pedir una licencia para un equipo de salvamento.
Una de las cejas de Kerry se elevó ligeramente. — ¿De veras?
—Sí, traté de hablar con ellos, pero me encontré fuera de allí. — Bob negó con la
cabeza. —Realmente son un montón de idiotas. Ya sabes todos esos tipos con mucho
dinero—. Le dio una sonrisa irónica. —Del tipo que les gusta alardear de ello.
—Uh huh—. Kerry se preguntó si era el mismo par que habían visto anteriormente.
— ¿Eran una pareja de un hombre delgado, y una mujer mandona?
Sorprendido, Bob asintió. — ¡Sí! ¿Los conoces?
Kerry se levantó y caminó hacia el refrigerador, lo abrió y sacó una botella de té
helado. Era consciente de los ojos de Bob en su espalda, casi podía sentir el calor entre
los omóplatos, y deseó brevemente haberse puesto algo de ropa sobre su traje de baño. —
No exactamente.
Respondió a la pregunta. —Los vimos en la isla. Acabábamos de subir al barco
después de haber estado haciendo algo de buceo. — Ella regresó. —Supongo que
estábamos en alguna zona que te interesa.
— ¿En serio?— Bob murmuró. —Así que eres una buceador real, ¿eh? ¿Tienes tu
propio equipo?
Asintió. —Claro. — Abrió su botella de té y bebió un sorbo. —Dar es la buceadora
experta. — Miró con cariño hacia su amante, que estaba inclinada hacia atrás con un pie
desnudo apoyado en la consola. —Hasta tenemos un compresor a bordo para rellenar.
—Siempre he querido aprender a bucear. —, Dijo Bob. — ¿Tienes algo de tiempo
para mí?—, preguntó. —Oye, ¿qué tal una lección mañana?
Ni lo sueñes. Suspiró para sus adentros. —Lo siento, pero ya tenemos planes. —
Dijo. —Pero hay un montón de lugares en St. John`s que tienen cursos de certificación.
—Sí, será mejor que primero arregle todas mis cosas— Bob suspiró. — ¿Puedes
recomendarme algún lugar especial donde alojarme, en la isla?
—Dar hizo las reservas—. Kerry sonrió. —Pero no puedo recordar el nombre del
lugar.
—Oh.
Kerry descubrió una franja de tierra en el lado de babor del barco. Se levantó y se
asomó por la esquina de la cabina. Una hermosa isla se extendía ante ella, ofreciendo un
semicírculo de playa blanca pura respaldada por su exuberante follaje verde. —Guau.
Bob se puso detrás de ella. —Sí. Es hermoso, ¿no es así? — Murmuró. —Hey, tal
vez me quedaré unos días, ya que no puedo hacer otra cosa, como bien podría tomar el
sol, ¿verdad?
Kerry exhaló en silencio, con los ojos rodando fuera de su línea de visión.
—Además, te debo una cena y una copa. —, Dijo Bob. —Tienes que permitirme
hacer eso, al menos, por lo que hiciste por mí.
Uff. Observó cómo se acercaban al puerto deportivo. — ¿Dar? ¿Quieres que llame
a la Dockmaster?
—Yeap. — Respondió Dar. —Parece que está ocupado.
Kerry volvió. —Disculpa. — Esperó a que Bob retrocediera, y luego se acercó a la
radio de la cabina. —St. John’s Marina, St. John’s Marina, aquí Dixieland Yankee,
cambio.
—Ese es un lindo nombre. — Bob ofreció. — ¿Quiere decir algo?
Kerry lo miró con ironía. —Ella es la parte Dixie, y yo la Yankee. — Explicó
simplemente.
—Dixieland Yankee, aquí St. John.
Bob ladeó la cabeza, produciendo una sonrisa perpleja. —Oh. — Dijo. — ¿Estáis
juntas?
Kerry suspiró y se apoyó en la puerta de la cabina. —St. John, tenemos una reserva
para un puesto de atraque. Por favor avise. — Dio a Bob una sonrisa bondadosa. —Es
posible que desees sentarte. Parece que el muelle está ocupado.
—Está bien. — Se acercó y se sentó, dejando a Kerry que hiciera su trabajo con la
radio.
—Listo, Dixieland Yankee, décima fila, tercera plaza. Tienes 54 pies, ¿no?
—Correcto, Roger. — Respondió. —Gracias. — Apagó la radio, se dirigió a la
escalera, subiendo tan rápido como su dignidad le permitía para unirse a su pareja en la
consola. —Fila 10, plaza tres. — Se sentó y apoyó los codos en las rodillas. —Dar ...
— ¿Cómo está tu pequeño adorador?— Arrastró las palabras, dándole una sonrisa
maliciosa. — ¿Te ha invitado a cenar ya?
Suspiró. —Cena, bebida, buceo, lo que sea. — Murmuró. — ¿Por qué los chicos
siempre hacen eso?
Dar la miró. — ¿Porque eres encantadora y adorable?—
—Pffffttt. — Le sacó la lengua. —Pero, ¿sabes algo? Él también estaba buscando
algo en la zona de la isla.
— ¿Sí?
—Sí. Está buscando los restos del naufragio del barco de pesca de su abuelo. Se
supone que se hundió en esa zona.
Dar frunció el ceño. —Parece que se trata de un lugar muy concurrido.
—Mm.
Se miraron la una a la otra. Kerry se rascó la mandíbula. —Um. Realmente me
invitó a cenar, para darme las gracias por haberle salvado la vida. — Estudió el rostro de
su compañera. — ¿Te importaría si acepto?
La expresión de Dar se quedó inmóvil por un momento, a excepción de los
pequeños músculos en los costados de los ojos crispados. Un silencio cayó entre ellas,
entonces Dar miró al puerto deportivo, en sentido contrario, y cambió su curso. Observó
la consola por un momento, luego volvió los ojos al rostro de Kerry. —Sí, me importa.
— Habló en voz muy baja.
Kerry sintió una mezcla de sorpresa y placer. Sorpresa, porque espera que Dar
profesara un desinterés en la prevención de ella por ir, y de placer por la honestidad, a
nivel visceral, de la reacción real que había conseguido. —Bien. — Suspiró. —Porque si
no me enfadaría.
Dar la sonrió brevemente. —Los celos pueden ser muy interesantes. — Comentó,
antes de volver su atención al puerto.
—Mm—. Kerry estuvo de acuerdo, observando la isla hacerse cada vez más grande.
***
***
Lagartos, encontraron un montón de ellos junto con otros animales salvajes. Dar
examinó con cuidado una vívida serpiente verde, brillante enroscada en una rama,
teniendo cuidado de mantener sus manos lejos de ella. — ¿Has visto esto?—, Preguntó
Kerry, que estaba ocupada tomando una foto de unas flores preciosas.
— ¿Ver qué?— trotó y se asomó. — ¡Oh!— Rápidamente trajo su cámara hacia
arriba y la enfocó. —Oye, ¿no pensarás agarrar su cola y decirme lo bella que es?
Dar miró hacia abajo. — ¿El uso de pantalones cortos de color caqui y botas de
montaña requieren que me parezca a Steve Irwin?—, Me preguntó.
Kerry se rio.
—Te diré la única cola que voy a agarrar. — Esperó a que tomara la foto, luego
actuó, agarrando la cola de Kerry y haciéndola saltar hacia adelante con un chillido de
sorpresa. — ¿No es una belleza?— Imitó al presentador de televisión.
Kerry llegó detrás de ella y le hizo cosquillas en las costillas, para luego continuar
por el camino. Estaban rodeadas de una exuberante vegetación, y un rico olor orgánico,
que llenaba sus pulmones cuando el viento agitaba las ramas ligeramente.
La selva las rodea por delante, hasta que vieron un claro para descubrir un edificio.
—Mira, Dar. — Le hizo un gesto. — ¿Eso es una de las fábricas de azúcar?
—Debe ser. — Se dirigió hacia estructura. Era sólo una pila de piedra antigua, una
mezcla de bases de coral y crudamente hecha de ladrillo. Miraron a su alrededor. Dar
imaginó que aún podía oler el sabor de la caña de azúcar en bruto, algo que había sentido
por última vez cuando sólo era una niña. — ¿Alguna vez has masticado una caña de
azúcar?—, le preguntó.
— ¿Yo?— Kerry estaba arrodillada, al lado de una pieza de maquinaria larga
cubierta de hiedra. —Estás bromeando, ¿verdad?— Miró por encima del hombro a la
morena. —Uno, no creo que crezca en Michigan, y dos - mi madre le hubiera cortado las
manos a cualquier persona que me la hubiera ofrecido. — Hizo una pausa. — ¿Y tú?
—Claro—. Sonrió. —Lo mejor es conseguir un buen pedazo, masticar un poco,
luego volcarlo en un poco de limonada.
La mirada de Kerry fue hacia adentro, por un momento, mientras imaginaba los
posibles gustos, entonces movió las cejas y se lamió los labios. —Mm—. Se levantó y
tomó una foto de la broca de maquinaria. —Eso suena muy bien.
Dar se acercó a una fila de viejas cuencas de madera clavadas en las paredes con
pinchos de hierro oxidado. El molino servía para mezclar el azúcar para su venta, y para
el ron y melaza, que había sido la razón de la colonización de la isla.
Los esclavos habían trabajado aquí, bajo cada vez más brutales condiciones, hasta
que finalmente se habían levantado y reclamado sus derechos, obligando a los dueños de
las plantaciones a salir de la isla, para finalmente estancarse en paz, hasta los tiempos
modernos y el turismo moderno.
—Debió haber sido brutal trabajar aquí. — Dar pensó, tocando las ranuras gastadas
de los lavabos de madera de un sinnúmero de muñecas que descansan sobre ellos, el
lavado de la caña.
—Mm—. Kerry asintió, imaginando el sofocante calor del verano. —Tal vez
deberíamos traer aquí a nuestro personal, cuando comienzan a quejarse de la selección de
la máquina expendedora.
Se rio entre dientes. —Bastaría con enseñarles un par de fotos. — Aconsejó. —
Wow, ¿viste eso?
— ¿Qué es?— Examinó las enormes ruedas con curiosidad.
—Molienda de piedra. — Explicó. —Colocaban ahí la caña y la molían hasta
obtener el jarabe de azúcar.
Kerry se inclinó y olió la piedra. —Ahora sólo huele a moho. — Dijo. —Es difícil
de creer que un lugar como este, tan lleno de miseria, produjera algo que muchas personas
consideran como un regalo.
—Sí. — Estuvo de acuerdo. —Hablando de regalos, ¿qué tal si paramos y tomamos
nuestros bocadillos?
Eligieron un lugar en el borde de la base de coral, después de que Dar se asegurara
que no estaban en el camino de serpientes o escorpiones. Kerry abrió la mochila, sacó un
termo y dos paquetes cuidadosamente envueltos. Puso el termo abajo y desenvolvió los
sándwiches, revelando el crujiente pan francés envuelto alrededor de una ensalada picante
de camarones.
—Wow—. Kerry le entregó uno a la morena. —Esto se ve muy bien. Toda esta
excursión me ha dado hambre.
—Mmph. — Dar ya había dado un mordisco. Destapó el termo y derramó un poco
de su contenido en la tapita. Tomó un sorbo y le ofreció el resto a su pareja. —Coco y
maracuyá. Interesante.
—Muy—. Dejó a un lado su bocado y tomó un sorbo. Pateó sus tacones contra el
pavimento y miró a su alrededor, disfrutando de la comida, la vista, y la absoluta libertad
de estar en un lugar desconocido con la persona que más amaba en el mundo.
—Ellos tienen rutas a caballo. —Dar comentó esperanzada. — ¿Interesada?
Kerry la miró con complicidad. —Haremos un trato. — Negoció hábilmente. —
¿Cabalgar un día y navegar a vela el siguiente?— No acaba de tener el entusiasmo de su
pareja sobre los caballos, cuando lo que más le gustaba a Dar era compartir su amor por
los deportes acuáticos salvajes.
El compromiso de ambas era bueno. Había sido un proceso de aprendizaje, al igual
que todo lo demás, pero poco a poco se habían elaborado una manera de equilibrar sus
diferencias.
En Su Mayoría. Kerry reconoció irónicamente. Todavía había algunas cosas sobre
las que estaban trabajando. — ¿Encaja?
—Está bien. — Dar se limpió la boca con una servilleta de papel. Se apoyó contra
la pared en ruinas y se relajó, mientras la rubia terminaba su almuerzo, para después
descansar un codo en la rodilla de Dar. —Mucha gente viene aquí y acampa en el parque.
Kerry observó una hormiga del tamaño de un Jeep caminar. —Bien por ellos. —
Dijo. —Admiro su coraje y fortaleza.
Dar vio la hormiga, casi saltando cuando el pequeño animal fue atacado de repente
por un lagarto casi invisible, cuya lengua batió a la hormiga, antes de que el insecto
pudiera incluso temblar su antena. El lagarto chupó a la hormiga de nuevo y casualmente
la masticó, girando un ojo para mirar hacia Dar con benigno desinterés.
—Ah—. Kerry parpadeó. —La madre naturaleza en acción. — Tendió una mano
hacia el lagarto, y le correspondió abriendo sus fauces, mostrando trozos de la hormiga
desmembrada, así como una doble cresta de pequeños dientes. — ¡Caramba. —
Murmuró. —Te hace sentir realmente insignificante, ¿no es así?
Dar se estiró perezosamente y con un movimiento rápido, capturó al lagarto. Luchó
salvajemente mientras lo atraía de vuelta a su cara. —Escucha, amigo. — Le gruñó. —
No amenaces a mi chica, o tendré que hacer hamburguesas de lagarto de ti, ¿te queda
claro?
Kerry tuvo que reír, ante la mirada asustada que apreció en el rostro de la lagartija.
—Son capaces de comer tanto hormigas como rinocerontes, pero no me asusta. —
Volvió a advertir al animal. —Así que vete. — Abrió la mano y lo soltó. Se deslizó por
su mano, por su camiseta, por encima del hombro para terminar deslizándose por la pared.
Kerry apoyó en la rodilla de su pareja, mirándola con adoración. Dar sonrió, y logró
una risita autocrítica.
— ¿Hey, Dar?
— ¿Sí?— Apoyó la cabeza contra la pared.
— ¿Nunca te han dicho que eres muy divertida?
Lo consideró. —No, nadie me lo ha dicho. — Respondió con total naturalidad. —
Pero si me han dicho que estar conmigo es como estar en una cabina telefónica con una
docena de puercoespines.
Besó la rodilla de Dar, luego apoyó la mejilla contra ella. —Mi pregunta para el
que te lo dijo sería, por supuesto, '¿cómo lo sabes?
—Fue Eleanor.
—Ah. Eso explica muchas cosas—. Sonrió, dándole un apretón en la pierna. —
Bueno, eres muy divertida y estoy disfrutando de ello estas vacaciones.
Dar le sonrió de todo corazón. —Yo también. — Estuvo de acuerdo. —Incluso con
los piratas. — Se inclinó y la besó suavemente en los labios. —Me alegro de que lo
estemos pasando bien.
Descansaron allí unos minutos más, y luego reanudaron su caminata. Dar se puso
la mochila en la espalda, ciñendo las cintas a la cintura, mirando hacia adelante. —Hey.
— Observó. —Es una colina.
— ¿Puedes manejarlo, Dixiecup?— Kerry bromeó.
— ¿Quieres saberlo?— Sonrió. —Te echaré una carrera. — Rompió a correr.
— ¡Qué tonta!—. Suspiró. —Algún día aprenderé. — Sacudió la cabeza y la
empezó a perseguir, esperando que no fuera una colina muy grande.
***
—Ugh. — Kerry dio un paso bajo la ducha, frotando su cuerpo con un pedazo de
esponja natural. Había terminado su caminata sudorosa, cubierta de tierra, y llena de hojas
bajo su camiseta, cortesía de su amante, y el agua le hacía sentir en el cielo, además de
limpiar la mugre.
Pero habían tenido tanta diversión.... Se lavó una mancha de color verde de su
hombro. Después de que haber perseguido a su amante colina arriba, habían bajado por
el otro lado, a través de una corta franja de rica maleza verde y un terraplén fangoso sobre
un pequeño arroyo.
Había pintado a Dar con un poco de barro, con rayas de tigre, en los pómulos, y
habían terminado yendo de cabeza al arroyo, mientras luchaban juguetonamente.
—Uck. — Se enjabonó el pelo, ya que al mirarse en el espejo, éste estaba lleno de
barro. Observó la suciedad salir por el desagüe, devolviendo sus mechones a su color
normal. Luego cerró el grifo y salió de la ducha. Se secó el cuerpo con una toalla, antes
de ponerse una de las batas gruesas y cómodas, que el hotel les había proporcionado
amablemente.
Abrió la puerta y se dirigió a su habitación. Dar estaba de pie, cerca de la ventana,
hablando por su teléfono móvil vestida con nada más que una breve, aunque mullida
toalla, que apenas cubría su torso largo desde la axila hasta el muslo, con el pelo húmedo
peinado hacia atrás. Al verla, deseó simplemente tirar de su toalla.
En cambio, simplemente se acercó a su compañera y esperó hasta que Dar hizo
contacto visual con ella. —Te ves hermosa cuando estás mojada. — Murmuró,
provocando que su amante perdiera el hilo de la conversación que tenía por teléfono.
—Uh ... — Dar hizo una pausa, su tren de pensamiento completamente
descarrilado. —Lo siento, ¿qué fue eso, Mark?— Extendió la mano libre y pellizcó la
nariz de Kerry. —Me distraje.
—No hay problema, Dar. —, Dijo Mark, con un bostezo reprimido. —De todos
modos, a la larga se acerca a un montón de mierda. Creo que es mejor echar un vistazo
sobre ello.
— ¿Qué es?
Se hizo un largo silencio. —Creo que mejor lo ves tú misma. Quizá le puedas dar
más sentido—, respondió su empleado y amigo.
—Hm. — Miró el sol, que estaba pintando el cielo, ya que iniciaba su descenso
sobre la orilla del agua. —Está bien. Envíamelo todo. Lo revisaré cuanto vuelva de cenar.
—Hecho. —, Dijo Mark. —Hey, todo el mundo os saluda. María dice que lo tiene
todo bajo control.
Miró a Kerry. —Es bueno saber. — Comentó. —Gracias, Mark. —
—No hay problema. — El jefe MIS le aseguró. —Tómalo con calma, Dar.
Cerró su teléfono y luego centró su atención en la figura vestida con bata delante
de ella. —Usted, Kerrison, eres de lo más perturbadora.
Sonrió sin arrepentimiento. —Aprendí de la mejor. — Le acarició el vientre. —
¿Acaso Mark ha encontrado algo?
—Sí—. Asintió. —Al parecer lo hizo, pero que no quería hablar de ello por
teléfono.
—UH oh.
—Sí. — Dar parecía alegre, sin embargo. —Pero prefiero saber qué demonios estoy
tratando. — Se apoyó en la ventana y miró hacia fuera. — ¿Te gustaría unirte a mí en el
Ecuador?
— ¿Es ese restaurante en el viejo molino?
Asintió. —En vista de que estabas tan interesada en las ruinas, maginé que tal vez
te gustaría comer en uno—. Cogió la ropa colorida de algodón que habían comprado en
el mercado. —Y nos dará una excusa perfecta para usar estos fuera de nuestra sala de
estar.
Kerry sostuvo uno de ellos, uno de color rojo fuego, verde. —Oh, sí. — Sonrió con
picardía. —Quiero verte en uno de ellos.
Dar arrancó con ironía la prenda de color chillón. —Sólo lo haré porque me lo pides.
— Informó a su amante. —Espero que te des cuenta de eso.
—Yo lo hago—. Le echó los brazos alrededor del cuello, en un abrazo inesperado,
abrumada de repente por una ola de emoción. La abrazó con fuerza, apenas capaz de
respirar por un momento.
—Hey. — Dar murmuró, devolviendo el abrazo a pesar de su confusión.
— ¡Estimado Señor!—. Se sorprendió al sentir el escozor de las lágrimas. —
¿Cómo llegué a ser tan afortunada por tenerte en mi vida?
—Um. — Dar se quedó atrapada y desprevenida. — ¿Trabajabas en una empresa
que fue absorbida por ILS?— Se ofreció, vacilante. —Además ... Pensé que yo era la
afortunada.
Negó con la cabeza en silencio, enterrando su cara en el hombro desnudo de Dar.
Esta le frotó la espalda suavemente, a través de la bata, simplemente manteniéndola
así hasta que sintió que se relajaba. —Cariño. — Murmuró. —Me alegro de que te sientas
así.
Kerry se sorbió los mocos, y simplemente se apretó más fuerte. Después de unos
cuantos minutos, exhaló, y echó la cabeza hacia un lado, mirando hacia arriba en el rostro
de su amante. —No me estoy volviendo loca.
Dar le acarició el pelo, luego el rostro, eliminando los restos de sus lágrimas con el
borde de su pulgar. —Nunca pensé que lo estuvieras. — Dijo. —Sólo hemos pasado por
un infierno este año. Tienes derecho a dejarte llevar de vez en cuando.
Esas eran, al parecer, las palabras exactas. El rostro de Kerry se relajó en una amplia
sonrisa, y le dio una palmada muy cariñosa en el lateral. —Gracias, Dra. Dar.
Dar Roberts, experta en relaciones y psicóloga aficionada. Sintió una risita mental
ligeramente histérica. —En cualquier momento, cariño. — Besó su cabeza húmeda. —
Siempre estaré aquí para ti.
Kerry sintió una resonancia tranquila al escuchar esas palabras. Ellas tocaron algo
muy dentro de ella, y sintió que su espíritu tranquilo respondía con una sonrisa en su
rostro. —Sé que lo harás. — Contestó. —Y yo siempre estaré ahí para ti. — Levantó la
cabeza y se encontró con los ojos de su compañera. —Gracias por entenderlo.
Dar sintió como si la hubieran visitado con un milagro, porque de una manera muy
profunda, ella entendía. O, al menos, entendía que Kerry estaba sufriendo, y que ella tenía
la capacidad de detener ese dolor y sanarlo un poco.
Esa era una muy buena sensación.
La rubia cuadró los hombros, se soltó de su amante, antes de recoger la ropa de
nuevo. —Bueno, entonces, vamos a ponernos esta ropa chillona y divertirnos un poco.
Aliviada, Dar le devolvió la sonrisa. —Muy bien, vamos. — Se inclinó y tocó el
cesto de flores. —No me asustarás si me pongo una de estas en mi pelo, ¿verdad?
Kerry miró a las flores, a continuación, a su pareja. Un brillo malicioso apareció en
sus ojos. —No .... no lo veo. — Puso reparos.
—Uh oh—. Dar se llevó las manos en sus caderas, todavía con la toalla puesta. —
Estoy en problemas.
—Eh ... pero no demasiado—. Sonrió, sus espíritus restaurados. —Vamos. Vamos
pues.
El sol seguía sumergiéndose perezosamente hacia el horizonte, pintando el mar de
oro.
Parte 4
***
***
Kerry se despertó la primera para variar a la mañana siguiente. Dejó que sus ojos
se abrieran cuando la luz del sol entraba por las ventanas de rejilla, haciendo rayas en
toda la cama. Durante unos minutos, simplemente se quedó allí medio perezosa, viendo
el movimiento del pecho de su amante Dar. El sol hizo que los pelos finos suaves,
brillaran en su torso, y se los frotó con el pulgar, mientras reflexionaba sobre la
información que habían obtenido la noche anterior.
Había esperado... bueno, para ser honesta, realmente no tenía ni idea de qué esperar.
Tal vez por el gran barco negro y la pequeña salchicha blanca que fueron tras ellas fuesen
ladrones de joyas internacionales, o algo así. En cambio, lo que habían descubierto era
que el barco era propiedad de un rico corredor de arte y coleccionista, conocido por su
agresiva adquisición y subasta, acostumbrado a salirse con la suya.
Nada ilegal en eso. Acarició el hombro de su amante, estudiando sus rasgos
bronceados, por la exposición al sol, de los días anteriores. Habían leído información
sobre cómo el hombre había obligado a su manera, a realizar algunas excavaciones y
comprado los derechos para el salvamento, a menudo tomando objetos de valor por
debajo del original, y, a veces fuera de la vista de los dueños legítimos.
John De Salliers. No parecía ser un buen tipo, aunque no había hecho nada ilegal.
Lo que no podía entender era por qué se habían decidido a perseguirlas. Después de todo,
si querían información sobre ellas o de su barco, simplemente podían haberla conseguido
de cualquier otra forma.
—Simplemente no lo entiendo. — Suspiró. Todo lo que habían hecho era bucear a
través de una ruina decrépita. ¿Pensarían ellos que había algo valioso en un viejo buque
pesquero? ¿Por qué molestarse? No tiene sentido.
Sus empleados, Christen y Juan al parecer eran detectives privados registrados. Los
dos estaban muy bien colocados, y Christen era aparentemente era una mujer salvaje en
un mundo de hombres, o al menos es lo que Mark había sabido.
¿Por qué molestarse en seguirlas a ella y a Dar? Si están buscando algo, ¿por qué
correr el tiempo para enredarse con un par de ejecutivas de TI, en sus vacaciones?
Simplemente no tiene sentido.
— ¿Por qué tienes el ceño fruncido?— La voz de Dar interrumpió su meditación.
Kerry levantó la barbilla y miró a su pareja recién despertada. —Tratando de
averiguar lo que está pasando.
—Ahhh—. Asintió solemnemente. — ¿Qué tal si primero desayunamos?— Arqueó
la espalda y se estiró. —Por un lado, necesito arrancar mi cerebro, y por otro, no estoy
segura de querer saber más.
— ¿Incluso después de lo que pasó la otra noche?—, le preguntó.
Se encogió de hombros. —Terminaron con su barco encallado. — Recordó a Kerry.
—Ganamos. ¿Por qué insistir?
Se apoyó en un codo y estudió a Dar. — ¿No tienes curiosidad sobre por qué lo
hicieron?— Su voz se elevó en sorpresa. — ¿O lo que buscan?
Otro encogimiento de hombros. —Sí, tengo curiosidad, pero no sé, que no soy lo
suficientemente curiosa como para perder parte de nuestras vacaciones pensando en ello.
— Respondió honestamente. —Por Si. Realmente quiero saber, podemos averiguarlo
cuando volvamos a casa y hacer sus vidas miserables retroactivamente.
Kerry se pasó los dedos por el pelo mientras lo consideraba. —Bueno, sí. — Dijo.
—Puedo ver tu punto, pero ¿y si hacen algo más?
Se dio media vuelta para hacer frente a Kerry, apoyándose en un codo, imitando su
postura. —Diría que serían más estúpidos de lo que pensaba, pero si lo hacen, entonces
tendremos que tratar con ello. Pero prefiero olvidarme de ellos hasta entonces.
La frente de la rubia se arrugó. —No me gusta—. Admitió, pensando en ello. —
Quiero saber lo que estaban haciendo, y por qué nos estaban persiguiendo, y qué es tan
importante en esa zona del mar.
Dar se relajó sobre su espalda y se puso las manos detrás de la cabeza. —Está bien.
— Dijo. — ¿Cómo?
— ¿Hm?
— ¿Cómo crees que podemos averiguar lo que está pasando?
Se sentó con las piernas cruzadas, apoyando los codos en las rodillas desnudas. —
Bueno ... — Dijo, luego se detuvo.
— ¿Estás pensando en seguirlos?— peguntó, con un toque más elemental que un
brillo en sus ojos.
—No. — Kerry negó con la cabeza. —Supongo que es lo más correcto. A menos
que se nos acerquen de nuevo, realmente no hay manera de saberlo—. La miró, y vio que
la miraba a su vez. —Tú ya sabes todo esto, ¿no es así?
Dar señaló con el dedo a su propio pecho. — ¿Yo?
Le dio un codazo en las costillas. Se extendió sobre el cuerpo de Dar, sujetándola
sobre la cama. —Es sólo que no quiero permitirles que se metan entre nosotras y nuestras
vacaciones.
—No lo están haciendo. — Dar le recordó. —Están probablemente sacando diez
mil dólares para arreglar su barco, ¿recuerdas?—
—Mm—. Kerry gruñó. — ¿Crees que vendrán a vengarse de nosotras?
—Tal vez. — Concedió. —Supongo que tendremos que esperar y ver.
Hizo una reverencia con gracia a la lógica de la misma. Los puntos de Dar eran
buenos. A menos que estuvieran dispuestas a acudir a las autoridades locales y presentar
cargos, contra un tipo que no conocían, no había realmente ninguna investigación que
pudieran hacer fuera de la confrontación directa o algún callejón merodeando.
Mientras tenía toda la confianza de que podían presentar una confrontación directa
muy eficaz, entendía la reticencia de Dar por participar en el conflicto. —Está bien. —
Estuvo de acuerdo. —Ahora, ¿no estábamos discutiendo el desayuno?
Dar sonrió.
— ¿Qué tal si nos ponemos algo de ropa y salimos a investigar?— Sugirió. —Creo
que vi un pequeño lugar por la playa que podríamos probar. — Añadió. —Justo al lado
de la zona de windsurf.
— ¡Ajá. — Dar rio afablemente. —Tengo la sensación de que hay un motivo oculto.
— Le tomó de la mano y la sostuvo, por ninguna razón en particular quería perder el
contacto. —No quiero oírte quejándote esta noche de que estás agotada.
Sonrió. —Bueno, pero si me quejo lo suficiente, me darás un masaje. — Respondió.
—Además, tal vez tenga más suerte que la última vez. He estado haciendo un poco de
trabajo, en el gimnasio, sobre la parte superior del cuerpo.
Los ojos de Dar vagaron sobre su parte superior del cuerpo, y una sonrisa descarada
apareció. —Nunca he tenido ningún problema con esa parte de ti. — Arrastró las palabras.
—Al diablo con el windsurf. —
Kerry se rio. —Sabes que eso no es lo que quise decir. — Se sentó y tensó sus
brazos, mostrando sus bíceps. — ¿Ves?
Una sonrisa aún más grande dividió el rostro de Dar ante tal vista. Los brazos y
hombros de su pareja habían conseguido estar más definidos, pero la expresión de auto
orgullo desinhibido, en su rostro, fue lo que realmente hizo que sonriera. —Claro que lo
veo. — Estuvo de acuerdo, dándole una palmadita en la pierna. —Tal vez deje mi trasero
fuera del agua en esta ocasión. Vamos.
Salieron de la cama junta, apenas consiguiendo mantener el equilibrio antes de
terminar estrellándose contra la pared.
—Día magnífico. — Kerry decidió, al mirar por la ventana y ver la luz del sol y la
brisa que soplaba las ramas cercanas. —Pero vamos a ponernos el protector solar.
—Impermeable—. Acordó, recogiendo el bote de la cómoda.
—Conforme— Respondió Kerry. —Entonces vamos a buscar algo de comer. Me
muero de hambre.
— ¿Con o sin ropa?
—Dar.
—Je, je.
***
***
El bar de la playa era una estructura tipo tiki abierta, con una barra de bar de madera
del corazón de un árbol nativo. Entraron desde el lado de la playa y se sentaron en unos
taburetes junto a otros ya ocupados.
— ¿Puedo ofrecerles algo?— El camarero se inclinó por el otro lado de la barra.
Dar hizo una pausa a medio desabrocharse su traje de neopreno. —Para esta dama
tan agradable, una cerveza fría. — Señaló a su compañera. —Piña colada para mí. —
Añadió. —Hoy pago yo.
—Je—. Kerry sonrió. Bajó la cremallera en su propio traje de neopreno y se quitó
la parte superior, dejando que colgara hacia abajo, sobre la parte inferior de su cuerpo.
Las dos estaban quemadas por el sol, y ligeramente espolvoreadas con arena recogida en
su paseo de la playa. Apoyó los brazos en la barra y se deleitó con la sensación de ser una
verdadera rata de playa, aunque sólo fuera por un momento. —Si tienes algo de comer,
sería genial. — Le dijo al camarero.
—Hecho—. El chico le sonrió, y les ofreció los menús.
Dar sacó su traje hacia abajo y se ajustó la correa del traje de baño que llevaba
debajo. —Debí haber sabido que no tendría la oportunidad de ganarte si había una cerveza
en juego. — Se pasó las manos por el pelo húmedo y sonrió. — ¿Qué fue ese salto, de
todos modos?
Kerry estiró sus brazos, sintiendo un dolor agradable en sus hombros. —Me pareció
ver un delfín. — Confesó, con una sonrisa. —No quería golpearlo. Aunque por un
momento, me sentí como si estuviera sobre un caballo encabritado. —
—Ahh ... — Dar miró el menú. —Quieres una hamburguesa?
Escuchó el gruñido de su estómago ante la mera sugerencia. Caía la tarde, y el
desayuno ya parecía muy lejano. —Claro con gusto. — Sonrió ante la jarra escarchada
que el camarero dejó caer delante de ella, y la acercó, tomando un sorbo. Sabía a nuez, y
estaba muy fría. Suspiró feliz cuando su compañera pidió la comida. —Qué gran día.
Dar estaba ocupada masticando la piña de su bebida. Tragó saliva y se volvió hacia
Kerry. —Eso fue muy divertido. — Admitió. —Puedo ver por qué te gustan los
motorizados.
— ¡Oh, sí!— Kerry se sentó e imitó la celebración de la barra de control. —
¡Vroom! ¡Vroom!
—Mujer salvaje—. Le ofreció la cereza de su bebida. —Es este lugar.
Kerry tomó la fruta cuidadosamente entre los dientes y la arrancó de la madre. —
No es justo. — Tomó la cereza y la enrolló en torno a la boca. —No tengo otra para darte.
—
Los ojos de Dar brillaron con malicia, y Kerry se dio cuenta de lo que acababa de
decir. Masticó y tragó la cereza, luego le sacó la lengua de color rojizo. —Por supuesto,
siempre has tenido la mía de todos modos.
—Ejem. — Carraspeó ligeramente, mirando a su alrededor mientras su piel se
volvió una fracción de un tono más oscuro.
—Oh Señor. No me digas que acabo de hacerte sonrojar. — Bajó la voz, ahogada
en una risita.
—No estoy sonrojada. — Intento mostrar algo de dignidad. —Es por las
quemaduras de sol. —
—Uh huh—. Kerry se rio. —Veo que te ruborizas.
—No es un sonrojo.
—Je.
Apoyó un codo en la barra y se volvió a medias, en su taburete, asumiendo una
mirada muy seductora mientras sus ojos lenta y perezosamente hacían su camino desde
la punta de los dedos de los pies de Kerry hasta la parte superior de su cabeza rubia.
En el momento en que llegó al pecho de Kerry, era de color rosa brillante. —Ahora
eso—. La miró a los ojos, alargando las palabras a un acento sureño. —Es un sonrojo. —
Se acercó y le puso un dedo en la nariz, que arrugó cuando su amante no pudo evitar
sonreír.
—Eres una total alborotadora—. Kerry suspiró.
—Comida. — Dar se dio la vuelta y tomó otro sorbo de su bebida mientras
observaban su producto lácteo pasteurizado y media libra de proteína animal picado
convertido en un par de hamburguesas bien cocidas y acompañadas de algo llamado papas
a la isla. Inspeccionó una, y le pareció que era una patata frita con una capa de especias y
coco. —Mm.
Kerry se centró en una rodaja de tomate en la parte superior de su hamburguesa,
que colocó sobre la lechuga, y a continuación añadió un poco de salsa de tomate y
mayonesa en el pan. Estaba a punto de cogerla y darle un mordisco cuando un movimiento
le llamó la atención, por parte de la esquina de su ojo. —Uh oh. — Dio un codazo a Dar
en las costillas.
Esta miró hacia arriba, haciendo una pausa a medio bocado, al ver al pequeño grupo
de personas caminar a través de los muelles. Tres mujeres y dos hombres, con la ropa
maltrecha, estaban siendo escoltados por dos policías. Parecían muy agitados, y uno de
los hombres tenía su brazo alrededor de una de las mujeres en una actitud protectora. —
Eh. ¿Me pregunto de qué se trata todo esto?
— ¿Otra más?— El camarero le dio un codazo a uno de sus compañeros, que
acababan de llegar de recoger una orden en el bar.
—Sí. — La chica negó con la cabeza. —Piratas. Diablos, eso creo. — Cogió su
bandeja y se fue.
— ¿Piratas?— Kerry se inclinó hacia delante, proyectando su voz.
El camarero se sobresaltó un poco, luego se volvió. —Oh, no es nada, señora ...
estábamos ...
—Simplemente no queriendo asustarnos, sí, pero ¿qué pasa con los piratas?—
Kerry le interrumpió.
Parecía verse atrapado por la mirada de la rubia. —Señora ... — Sus ojos se
movieron alrededor, pero la mayoría de los clientes estaban en las mesas. Dar y Kerry
eran las únicas que quedaban en ese lado de la barra. Con una segunda mirada cuidadosa,
él se acercó más. —Se supone que no debemos hablar de ello. — Explicó.
—Claro. —, Dijo Dar. —No quiere asustar a los turistas.
—Sí. — El chico sonrió. —Me alegro de que usted lo entienda.
—Nosotras no somos turistas—. Kerry sonrió —Así que no te preocupes por eso.
Háblenos de los piratas.
Tranquilizado, el camarero se apoyó cerca de ellas. —Ha habido seis secuestros
este mes. — Les dijo. —Barcos en general, consiguen hacer que se detenga y whap. No
más barco, sin tarjetas de crédito, sin dinero en efectivo, te dejan sin nada de nada.
Dar y Kerry intercambiaron miradas. —Wow. —, Dijo Kerry, por fin. —No me
extraña que no quieran salir.
—Mucho dinero, ¿sabes?— El chico se encogió de hombros. —De momento han
tenido suerte. Hasta ahora no ha habido heridos. — Levantó la vista cuando su nombre
fue llamado. —Disculpen.
Kerry dejó que sus muñecas descansaran sobre la barra. — ¡Santo cielo, Dar!
Dar se fijó en las miradas de preocupación en el rostro del grupo. — ¿Cómo
demonios pueden no contárselo a la gente?— Dijo, en un tono indignado. — ¿No deberían
hacer una advertencia, por lo menos?
— ¿Seis secuestros?— Sacudió la cabeza con incredulidad. —Sé que es bueno para
la economía, pero ... ¡Jesús!
Dar entrelazó sus dedos, apoyando su barbilla en su contra. Ahora sus ojos
mostraban preocupación, cuando miraron a su compañera. —Esas personas podríamos
haber sido nosotras. — Frunció el ceño.
—Bien. — Dio un mordisco a su hamburguesa. —No pensarás que fueron los
mismos que nos persiguieron, ¿no?
—Mmph. — Dar murmuró. —No, no tiene sentido ... ese tipo es demasiado público
para ser un pirata, y Charlie dijo .... — Dejó de hablar por un momento. — ¿Qué estaba
tratando de decirme?— Continuó en voz baja. —Tal vez se haya equivocado.
Kerry mordisqueó una fritura. — ¿Por qué?— Preguntó. —Dar, si la información
de Mark es correcta, ese hombre tiene millones. ¿Por qué correr el riesgo de contratar a
un montón de secuestradores para robar embarcaciones en el Caribe? Quiero decir, sí,
está bien, los barcos son caros, pero ¿te imaginas lo que necesitaría hacer para venderlo?
No lo entiendo.
Dar frunció el ceño.
—Bueno, no sé. — Kerry murmuró.
—Lo sé, lo sé. —, Dijo Dar. — ¿Pero cuáles son las probabilidades de que fuéramos
perseguidas por alguien que no forma parte de esta escoria que está persiguiendo a otros
barcos caros en la zona?
—Hm—. Kerry suspiró. —Sí, es una especie de coincidencia. — Levantó la jarra
y tomó unos tragos. — ¿Crees que deberíamos decirle a la policía lo que nos pasó? ¿Sobre
todo porque sabemos quién lo hizo?
Dar tomó unos minutos para terminar su hamburguesa con queso antes de contestar,
tomándose tiempo para pensarlo. —No sé. — Finalmente admitió. —Si estos actos los
están ocultando, ¿cómo de confiable puede ser la policía?
—Tal vez no son los que lo están ocultando la tapa.
—Tal vez. — Dar murmuró. —Si les decimos, entonces, ¿qué? No vamos a
presentar cargos, no aquí, en todo caso.
—Él podría comprarlos de todos modos. — Kerry respondió con escepticismo. —
Pero por lo menos, si la policía lo sabe, si realmente están tratando de encontrar a esos
topos, por lo menos tendrán algo más de información.
— ¿Te haría sentir mejor?— Le preguntó. — ¿Decirle a ellos?
Kerry asintió, y luego sus labios se torcieron un poco. —Además, si les contamos
lo que nos pasó, tal vez podamos conseguir que nos cuenten lo que está pasando.
Las cejas de la morena se levantaron, sonriendo a su amante con una mirada de
aprobación. —Buen punto. — Admitió.
Kerry sopló sus uñas, para luego pulirlas en su propio hombro desnudo. —Además,
tienen algo más en común. — Añadió en serio. —Esos tipos, y los piratas, de acuerdo a
nuestro amigo el camarero, nadie ha resultado herido en los secuestros.
—Al igual que con nosotras. — Dar reflexionó. —Una vez que tenían los barcos,
podían haberlos matado.
Asintió. —No dejar testigos vivos. — Dijo. —Quién sabe, Dar. Tal vez este tipo
tiene conciencia. Tal vez ... — Su imaginación dio un salto . —Tal vez les roba los barcos,
los renueva y los vende por el doble de lo que valen, a las mismas personas que le compran
objetos de arte.
—Hm. — Dar chupó su paja, teniendo en cuenta la posibilidad. —Sería una buena
forma de hacer más dinero. Más dinero pero menos cerebro.
Kerry se rio entre dientes. —Sabes, tengo parientes así. — Dijo. —De hecho,
conociste a la mayoría de ellos. — Una oleada viajó a través de sus palabras, al reconocer
en cierto sentido la distancia al oírlas. La crudeza que había sentido por la muerte de su
padre, y la fealdad que había existido frente a su familia, que luego fue cediendo, se dio
cuenta.
—Okay. — Dar la miró en silencio. —Ya conociste a mis contribuciones a la
reserva genética de cuatro bits.
Cierto. Impulsivamente, se acercó lo suficiente para estrechar la mano de la morena,
apretando brevemente, para luego dejarla libre. —Nuestra familia no tiene ese problema.
Incluso nuestro perro es un genio.
Dar se rio entre dientes. —Te lo recordaré cuando te vuelva a robar los calcetines.
— Miró alrededor de la barra. — ¿Has terminado?
Asintió. —Pues vamos a buscar algunos problemas.
Se bajó del taburete y siguió a Dar fuera del tiki bar, mientras se dirigían hacia el
edificio principal del complejo.
***
Dar abrió la puerta de la habitación y entró. —Bien podríamos cambiarnos antes.
— Comentó. —No me gusta hablar con los policías en traje de neopreno lleno de arena.
Kerry pasó junto a ella y se dirigió derecha al porche, quitándose completamente
su traje de neopreno, dejándolo sobre una de las sillas de adentro hacia afuera. —Dame
el tuyo, y te lo aclaro. — Llamó por encima del hombro.
—Claro. — Dar se quitó el suyo, se lo echó al hombro, luego se detuvo y miró a su
alrededor, advertida por un cosquilleo leve de sus sentidos. La habitación estaba
ordenada, cuando habían salido, sólo la cama recién hecha una indicación de que el
servicio de habitaciones había estado.
Ni ella ni Kerry solían dejar cosas a la vista, y antes de salir habían guardado todas
sus cosas en el cajón, o en sus bolsas. Así que nada estaba fuera de lugar.
Todavía con el ceño fruncido miró hacia arriba cuando Kerry asomó la cabeza al
interior. —Aquí. — Se acercó y le entregó el traje de neopreno. —Algo no me gusta.
Kerry se agachó fuera, y volvió al interior, mirando a su pareja con curiosidad. —
¿Qué es?
Se quedó quieta en mitad de la habitación. —No estoy segura. — Sus ojos
recorrieron la habitación, en busca de lo que fuera que la estaba molestando. No faltaba
nada, todo estaba justo donde lo habían dejado, incluyendo su ordenador portátil, sobre
la mesa.
Curiosamente, se acercó y lo abrió, rompiendo la secuencia de inicio de sesión.
Pulsó una serie de comandos en el sistema operativo. No, la máquina no se ha tocado
desde que habían salido. No era el ordenador, no eran sus cosas...
Entonces se dio cuenta, no era algo visual en absoluto. Su nariz se crispó y el olor
alienígena que había detectado volvió a ella, cuando su mente trató de identificarlo. —
¿Hueles eso?
Kerry se acercó y cerró la puerta. — ¿Oler qué, cariño?
Dar agitó su mano vagamente. —En la habitación. Algo que no es nuestro.
Resistiendo la tentación de acercarse y comprobar que su pareja no tenía fiebre,
olfateó obedientemente en el aire. —Bueno, puedo oler el agua salada, de neopreno, y
protector solar. Supongo que somos nosotras, ¿no?
Dar asintió.
Kerry dio la vuelta cerca de la cama. —Lo siento, Dar. Yo no ... — Hizo una pausa.
—Espera, ¿quieres decir olor parecido al alcohol?— Parecía vagamente familiar, pero
nada realmente le vino a la mente.
—Sí. — Se acercó a la cómoda. —Es más fuerte aquí. — Declaró positivamente.
— ¿Qué es?—, Preguntó. —No parece ser ningún tipo de producto limpieza. Sé a
qué huele. Todos los hoteles utilizan el mismo tipo.
—El perfume—. Dar respondió en voz baja. —Huele al perfume de nuestra pequeña
amiga Christen.
Kerry se quedó mirándola. — ¿Estás segura?. No me había dado cuenta que estaba
usando perfume. — Una ceja rubia se levantó ligeramente.
—Me di cuenta. — Contestó. —Porque me gusta la marca. Es el mismo que utiliza
Eleanor.
— ¡Ah!— Bingo. Kerry dio una palmada en la cabeza. —No me sorprende que me
resultaba familiar. — Hizo una pausa. — ¿Estás diciendo que ella ha estado aquí en
nuestra habitación?
Dar se sentó en la cama, dejando que sus codos descansan sobre sus rodillas. —No
puedo pensar en otra forma que su perfume llegara aquí sin ella, así que sí.
—Ew.
—Sí. — Frunció el ceño. —Voy a ir a ver el barco. — Se levantó y se dirigió hacia
la puerta.
—Dar—. Había abierto la bolsa de viaje de Dar. —Aquí ... no es que me importe
que saltes alrededor como una fugitiva en traje de baño, Sra. agresiva de América, pero
... — le lanzó a su amante una camiseta larga de color negro con un tigre gruñendo en él.
—Gracias. — Se puso la camiseta por encima de su traje de baño y cogió la bolsa
que había llevado, con las llaves adentro. —Vuelvo enseguida.
—Ten cuidado. — Le dijo mientras veía cerrarse la puerta detrás de su pareja.
Durante un momento se quedó allí, luego se llevó las manos a sus caderas y sacudió la
cabeza. —Muchacho, esto es una mierda. — Abrió su propia bolsa y hojeó su contenido,
preguntándose qué es lo que aquella mujer espeluznante había estado buscando. Sólo
tenían algunas camisetas, sus trajes, y alguna que otra ropa informal en sus bolsas, e
incluso los más ávidos de los detectives probablemente no podrían haber conseguido
mucha información de su elección de artículos de baño, que no fuera el hecho de que
tenían una preferencia por la pasta de dientes de menta y por el exfoliante corporal de
albaricoque.
Por supuesto, el portátil era una mina de información completa, pero no era nada
fácil acceder a ella, ya que el ordenador de Dar era como la Fortaleza Knox. Incluso ni
tan siquiera Mark podía acceder a él. Incluso aunque quitaran la unidad de disco duro no
había mucho que pudieran hacer, sin los algoritmos de cifrado de Dar.
Entonces, ¿qué estaban buscando?
Entonces otro pensamiento se le ocurrió. ¿Y si no habían estado buscando nada?
¿Y si todo era un error? —Hijos de puta—. Se sentó y encendió el portátil abierto,
esperando que se iniciara la sesión. Una vez iniciada puso en marcha un amplio programa
analizador de datos de espectro que Dar tenía instalado.
Los insectos no eran realmente tan complejos, y una de las primeras cosas que Dar
le había enseñado era cómo encontrarlos. Se había sentido un poco rara, sabiendo cómo
de frecuente era el uso en su comercio particular, pero la competencia era feroz, y los
vendedores no estaban por encima de su utilización, para obtener cualquier ventaja que
pudiera.
Dar, ella le habían dicho, nunca se molestó con ellos. A veces, cuando sabía que
estaban allí, tenía que divertirse con ellos y pasar a lo largo de la información más
extravagante, a la espera de alguna oferta que a veces recibían.
El programa se puso en marcha, poniéndolo a escanear con dos puertos
especializados para todas las frecuencias en todo el ancho de banda, utilizado para la
transmisión de radio. Empezó a funcionar y apoyó la barbilla en su puño, esperando.
También se podía hacer eso con los teléfonos móviles, y cualquier otra cosa que pudiera
tener señales electrónicas, que pasaran por el aire como las redes inalámbricas, que era
para lo que el programa realmente había sido diseñado.
De momento no mostraba nada, pero... el programa recogió exploraciones en dos
frecuencias, y Kerry negó con la cabeza irritada. Dejó el programa en ejecución y
lentamente caminó alrededor, continuando su discurso, desviando la mirada de la pantalla
hacia el resto de la habitación. Cerca de la lámpara, una señal alcanzó su punto máximo.
Estudió la lámpara, luego simplemente la desenchufó, la recogió y la llevó fuera. La puso
en el porche, en una esquina, y volvió a entrar.
Ahora, el programa mostraba una exploración limpia de nuevo. Le dio la prueba de
fuego, comenzó a cantar. Incluso en su volumen superior, la exploración se mantuvo
tranquila. Con un gesto de satisfacción, se fue al exterior y cogió la pequeña manguera
conectada a la espiga, limpiando los trajes de neopreno con una cuidadosa minuciosidad.
No había nada. Roció el interior de los mismos. Nada en la tierra podía oler peor
que un traje sucio.
Después de un momento, por encima, luego roció la lámpara por si acaso, todavía
quedaba algo del olor de los desagradables detectives.
***
Dar se dirigió a los muelles, consciente de una ira creciente en sus entrañas. No
había estado buscando problemas aquí, de hecho, había hecho todo lo posible por
evitarlos, pero maldita sea, los cabrones seguían detrás de ellas, y ahora estaba empezando
a cabrearse realmente.
Se dirigió hacia la zona donde habían atracado y utilizó la llave que le habían dado
para desbloquear la puerta de acero, que bloqueaba el deslizamiento. Parecía tranquilo,
pero también lo había parecido la puerta de la habitación, y Dar no era tan estúpida como
para pensar en no habrían entrado en su barco.
El barco estaba flotando tranquilamente atado a las torres de alta tensión, con los
umbilicales enchufados a la energía del dique seco, para conservar las pocas cosas que
habían dejado en el frigorífico. Revisó la cubierta y continuó hacia la popa, mirando
cuidadosamente alrededor antes de abrir la puerta de la cabina.
Tenía una pequeña cerradura de bronce, en realidad no era de mucha seguridad, la
abrió sin encontrar resistencia. Empujó la puerta de la cabina, ahora abierta y entró,
cerrando la puerta rápidamente tras ella.
Y, a la vez, se relajó. Así como los consejos más débiles del extraño perfume habían
disparado sus sentidos, en la habitación del hotel, la ausencia de algo que no había
esperado la tranquilizó aquí. Inspeccionó el interior de todos modos, entrando en la parte
frontal de la proa, a continuación, comprobando el dormitorio principal donde el olor, ya
que las escotillas estaban cerradas, era sin duda muy familiar para ella. —Bien. — Le
habló al silencio. —Ya que estoy aquí, me puedo dar una ducha y cambiarme de ropa. —
Fue a la cómoda y sacó un par de pantalones cortos y una camiseta azul oscuro, que
dejó sobre la cama mientras se dirigió al baño y abrió el grifo. Se quitó su traje de baño,
se metió bajo el agua y rápidamente se frotó la sal de su piel.
Un momento más, y se había enjuagado el jabón de su pelo, y estaba saliendo de la
ducha. Cerró el grifo y cogió una de las toallas colgadas en el soporte en el pequeño
espacio. Se secó y envolvió la toalla alrededor, y luego salió para dirigirse de nuevo a la
habitación.
Ahora estaba segura de que el barco estaba seguro. Empezó a pensar en lo que había
sucedido, y en las opciones que tenían. Mientras pensaba en ello, empezó a vestirse,
metiéndose la camiseta dentro de los pantalones y abrochándose las correas de los
hombros de la camiseta. Cuando terminó, hizo un repaso del resultado en el espejo.
—Lindo y conservador. Estás empezando a parecerte a Kerry. —Suspiró, luego
desabrochó una de las correas de los hombros, dejando que la parte delantera de la prenda
colgara de forma informal hacia abajo. —Eso está mejor—. Agregó sus gafas de sol, y
luego gruñó, satisfecha con los cambios.
Al pasar de nuevo a través de la sala de estar, se detuvo, desviándose hacia el
armario. Abrió la parte superior, moviendo a un lado la escopeta de Kerry para llegar a
una caja azul que había debajo. En el interior había un grueso pedazo de cadena de acero
endurecido, que sacó, junto con un candado. Se colocó el bucle de la cadena alrededor de
su cuello y recogió el candado, salió de la cabina cerrando la puerta detrás de ella.
En la cubierta, se detuvo, reconociendo su reacción territorial sobre el barco. No
era como si tuvieran algo verdaderamente valioso a bordo o incluso personal, pero
considera este barco como parte de su espacio privado y la idea de que alguien lo invadiera
le ponía los pelos de punta.
Con un leve resoplido, saltó al muelle, aterrizando ligeramente en la zona
acolchada. Mientras caminada, desaceleró el paso al escuchar voces en el otro lado. Se
detuvo cuando reconoció a uno de ellos como Juan Carlos.
Estaba de pie, con un guardia de seguridad en el otro lado de la puerta, y los dos
dejaron de hablar cuando la vieron.
Esta se apoyó en la puerta y se los quedó mirando fijamente, desde detrás de sus
gafas de sol. — ¿Hay algo que pueda hacer por ustedes?—, Preguntó, en un tono
generalmente reservado para sus reuniones de presupuesto.
El guardia de seguridad parecía, en todo caso, aliviado. —Señora, este señor estaba
pidiendo que le dejen revisar el registro de entradas.
— ¿Por qué?— Dar mantuvo su mirada sobre Juan Carlos, que parecía de piedra.
— ¿Señor?— El guardia de seguridad se volvió hacia él interrogante.
—Tengo razones para creer que algunos de esos barcos son de mi propiedad—
respondió, sin problemas. —Me gustaría confirmarlo.
—Mejor debería llamar a la policía. — Dar respondió con calma. —Ponga su
denuncia y vendrán con una de registro de este lugar, y deje de tratar de intimidar al
personal para que haga algo que le corresponde a usted. — Desvió la mirada hacia el
guardia. —Debe saber que lo que le está pidiendo es ilegal.
—Esto no tiene que hacerse por las mala. —, Dijo el detective.
—Ya veo. —, Dijo Dar. —Y se va a poner mucho más desagradable cuando llegue
a las oficinas corporativas este recurso, y presente una queja no sólo por esto, sino porque
su pareja ha entrado, sin permiso, en nuestra habitación de hotel.
Imperceptiblemente, el guardia de seguridad se acercó a Dar, intentando alejarse
del otro hombre.
—Sra. Roberts, no creo que sepa con quién está tratando.
Dar sonrió, luego se quitó las gafas y lo inmovilizó con una mirada. —No. — Su
voz se convirtió en un ruido sordo. —No creo que lo sepa. — Tiró de la puerta abierta y
surgió en el muelle. —Así que vaya donde su jefe viscoso y su pareja apestosa, y cualquier
negocio idiota que en el que esté involucrado, y salga de mi vista, a menos que quiera
más problemas de los que nunca ha tenido. — Señaló el pecho de Juan Carlos. —Ahora
fuera de mi vista.
—Si nos obligan a llevar esto a las autoridades, se van a arrepentir. — Él dijo, al
parecer intimidado. —Puedo conseguir una orden de registro, y lo haré. — Se dio la vuelta
y se alejó lentamente, asumiendo un aire de desinterés casual.
Negó con la cabeza. — ¡Qué idiota!— Se dio la vuelta y envolvió la cadena
alrededor de la puerta. — ¿Cuánto te ha ofrecido para dejarlo entrar?—, preguntó de
repente, volviéndose hacia el guardia que todavía estaba allí de pie mirándola.
El guardia tuvo la decencia de parecer avergonzado.
—Vamos. — Se apoyó en la puerta. —Sé que un tipo así no asustaría a alguien
como tú.
El guardia movió sus hombros musculosos, respondiendo al cumplido con una
tímida sonrisa. —Veinte dólares. —, Admitió. —Estaba a punto de subir a cincuenta
cuando usted se acercó.
—Tacaño—. Terminó poniendo la cerradura de la puerta, cerrándola con un clic
distintivo. Abrió la bolsa que llevaba y sacó dos billetes. Se acercó al hombre y los deslizó
en bolsillo de la camisa de color caqui del guardia. Sus ojos se abrieron por la cantidad.
—Puedo comprar a su jefe si es necesario. —, Dijo Dar. —Así que le dices a todo el
mundo que si tienen una oferta de ellos, no la acepten y avísame. Les ofreceré algo mejor.
— ¡Sí, señora!— El guardia respondió con entusiasmo. — ¡Me aseguraré de que
todo el mundo lo sepa!— La saludó con la mano, y luego trotó por el muelle, tomándose
un momento para examinar el contenido de su bolsillo mientras corría.
Dar sacudió las manos, luego lo siguió. —Cuando te importa lo suficiente para
comprar lo mejor... — Murmuró, sacudiendo la cabeza. Ahora las cosas habían llegado a
un punto en el que sabía que tenía que hacer algo al respecto. La pregunta era, ¿qué?
Bueno. Lo pensó, mientras caminaba. Por lo general solía resolver los problemas
cortando por lo sano e ir a la parte superior. Pero no sabía dónde estaba John De Salliers,
pero estaba segura que alguien lo sabría.
***
***
— ¿Ker?
La voz de Dar la sacó de un sueño muy agradable, en el que participaba la propia
Dar y un racimo de uvas. Dejó que sus ojos se abrieran lentamente, disfrutando de la
puesta de sol brillante, con complacencia por un momento, antes de que su mente se
hiciera presente y despertara plenamente. —Oh. —Levantó una mano para ahogar un
bostezo. —Lo siento.
— ¿Por qué?— Preguntó. —Dormir no es un delito punible, incluso en nuestra
división.
—Lo sé, pero se supone que debemos estar resolviendo un misterio—. Miró hacia
el portátil. — ¿Alguna novedad?— Podía ver una tabla de información en la estructura
habitual de la pantalla.
—Un montón. —, Dijo en un tono seco. —Me las arreglé para excluir todos los
naufragios no gubernamentales pertinentes. Eso me llevó un buen rato porque había un
montón. — Acercó más el portátil. —Tiene que ser esta, aquí.
—Lucky Johnny— Leyó la pantalla. —Oh, puedo ver que fácilmente es
confundible con Lucky Lady.
—Mm. — Acercó una pantalla. —El problema es que no hay nada de especial en
la maldita cosa. Era sólo un arrastrero de trabajo de cuarenta pies, de captura de cangrejos.
—Ah—. Kerry leyó los detalles. — ¿La tormenta?
—Uh huh. —, Dijo Dar. —Zozobró y se hundió. Dos sobrevivientes, ambos
compañeros. El capitán se hundió con el barco. — Abrió otra pantalla. —Este es el abuelo
de Bob.
Kerry miró al hombre de bigotes, vestido con una gabardina azul. —Santo cielo. Es
Popeye.
—Eso explica muchas cosas. — Se rio entre dientes. —Él sobre todo rastreó el
Atlántico norte. No sé lo que le llevó todo el camino hacia el sur, pero el barco no podía
soportarlo. Fue su primera y última carrera en el Caribe. — Estudió la imagen. —No hay
nada en él, sólo un marinero.
Inclinó la cabeza hacia un lado. — ¿Sí? Pensé que Bob había dicho que su familia
tenía dinero. Al menos esa es la impresión que me dio. — Agregó, con un toque de humor
gracioso. — ¿Entonces cómo consiguió a partir de ahí una plataforma como esta?
—Bueno. Él no mintió. De acuerdo con esta declaración de impuestos, el viejo
Popeye dejó un montón de dinero a la señora Popeye, y tienen una casa, en Maine, que
cuesta una fortuna. — Se rascó la mandíbula. —Tal vez él tenía dinero y sólo decidió
pescar para ganarse la vida, ya que podía hacerlo.
—No sé, Dar. — Negó con la cabeza. —He pasado tiempo en Maine. Nadie hace
eso si tienen otra opción. Ese tipo de vida, la pesca por el Atlántico Norte en muy dura y
sobretodo peligrosa.
—Está bien. — Abrió otra base de datos financiera. —Veremos lo que podemos
sacar de aquí. — Se echó hacia atrás. —Todavía no explica por qué un barco en ruinas,
hundido por una tormenta está provocando todo este interés, y sobre todo después de tanto
tiempo.
—No. — Estuvo de acuerdo. —Si hubiera ocurrido algo, no entiendo cómo ahora
es de tal interés.
Dar tamborileó con los dedos ligeramente sobre el teclado. —Eso es verdad. —
Reflexionó. —A menos que ... — La pantalla sonó, y alzó la vista hacia ella. —Eh.
Kerry miró por encima de su hombro. —Wow. — Murmuró, corriendo un dedo a
lo largo de los datos.
—Mm. — Dar frunció el ceño. —No tiene sentido, a menos que él cogiera un
montón de ese dinero, lo convirtiera en moneda de oro, y lo perdiera todo. — Dijo. —La
cuestión es. ¿Por qué estarían interesados ahora?
Ambas quedaron en silencio por un momento.
—A menos que algo se hundiera con él. — Habló lentamente. —Y que eso ahora
valga algo.
— ¿Quizá sea algo relacionado con la familia?—, Preguntó Kerry, de repente.
Dar la miró burlonamente. —No lo sé, cariño. ¿Dónde se comprueba ese tipo de
cosas?
Deslizó sus manos entre Dar, y empezó a escribir. —Eso es fácil. — Golpeó unas
pocas teclas. —En el periódico local. Esperemos que realmente utilicen los archivos
públicos.
—Digamos que es así. —, Dijo Dar. — ¿Crees que tiene algo que ver con todo esto?
—Creo que la gente puede hacer cualquier cosa por evitar la vergüenza de la
familia. — Declaró, en un tono tranquilo. —Especialmente si tienen algo que perder.
Puso sus brazos alrededor de Kerry y la atrajo hacia sí, sin decir nada.
Kerry empujó el portátil fuera un poco y aceptó la comodidad. — ¿Sabes lo que
pienso sobre la mayoría, cuando pienso en lo que mi padre me hizo, el año pasado?
— ¿Qué?
—El horror se sentía sabiendo que era una decepción para él. — Susurró. —Cuando
me desperté en el hospital, pude sentir vergüenza. — Hizo una pausa.
—No tienes nada de qué avergonzarte.
Suspiró. —Ahora lo sé. — Dijo. —Diablos, lo sabía que entonces, pero lo llevaba
conmigo, y no sabía qué hacer con ello. — Miró la pantalla. —El orgullo hace cosas
extrañas en la gente. — Su dedo trazó un titular en la lista que apareció. —Así que tal vez
tienes razón. Tal vez lo que pasó con ese barco es un secreto que alguien no quiere que
nadie se entere.
—Uh huh. — estudió la pantalla. —Si ese es el secreto que piensan que trajimos
desde ese accidente, podríamos estar en un nuevo juego de pelota entero en este momento.
Y me pregunto: ¿dónde encaja Bob en todo esto?—
Se desenredó del abrazo de Dar, no antes de darle un abrazo saludable. Se puso de
pie y se estiró. Luego se acercó a la ventana y la abrió, dejando que la brisa del océano
golpeara su cara.
Después de un momento, Dar se unió a ella, apoyándose en el alféizar y mirando
por encima del agua.
—Entonces, ¿cuál es el plan?— Kerry preguntó finalmente.
Dar cruzó los brazos y se mordió el labio interior pensativa. —Tenemos un par de
opciones. — Dijo. —Podemos irnos y dejar los juegos a otros.
—Mm.
—Podemos hablar con la policía y dejar que ellos sigan a partir de ahí.
—Mm.
—Podemos hacerlo nosotras mismas, ver si podemos averiguar cuál es la verdadera
historia, y luego decidimos lo que queremos hacer al respecto.
Kerry sonrió.
—Sí, esa sería mi elección también. — Dar admitió.
— ¿Cuál crees que será su próximo movimiento?—, preguntó. — ¿O esperarán a
ver qué hacemos?
Examinó la cuestión. —Supongo que están esperando por nosotras. — Dijo. —
Entonces, ¿por qué no simplemente nos movemos y vamos a buscar un poco de música
para bailar, y ver qué pasa?
—Buena idea. — Kerry le tendió una mano. —Ellos no sabrán por dónde les vienen
los goles.
Cerraron el portátil, y salieron por la puerta agarradas de la mano, dirigiéndose por
el camino hacia el restaurante informal en la playa, desde donde se podía escuchar el
sonido de los tambores. — ¿Hey Dar?— De repente preguntó. — ¿Recuerdas lo que
dijiste sobre el ron y la samba?
La miró. — ¿Siiii?
—Esto podría ser peligroso.
— ¿Ker?
— ¿Siiiii?
—Nunca te he contado lo que sucede cuando tomo demasiado ron, ¿verdad?
—No, no creo que lo hayas mencionado—. Kerry se permitió. —Supongo que esto
podría ponerse realmente peligroso., ¿Eh?
—Sólo es tu reputación.
— ¿Qu .... Oh. — Otra pausa. —Tú quieres decir ... podrías, um ...
— ¿Te gusta la forma cómo beso, no?
—Demasiado—. Kerry sonrió con desenfado. —Tal vez mejor deberíamos
atenernos a la cerveza.
Se unieron a una serie de personas, que se dirigían en la misma dirección, cuando
la luz se desvaneció bajo el crepúsculo. En las sombras detrás de ellas, otras dos figuras
se deslizaron con ojos vigilantes.
Parte 5
Kerry sintió las manos de Dar descansar sobre sus hombros mientras estaba en la
puerta, a la espera de encontrar una mesa para sentarse. El ambiente era informal y muy
relajado. Divisó una mesa libre y comenzó a facilitar su paso entre la multitud, cuando la
mano de su amante la detuvo. Curiosa, se volvió y la miró. — ¿Qué pasa?
—Mejor nos sentamos allí. — Dar señaló una pequeña mesa cerca de la ventana.
— ¿Allí?— Entrecerró los ojos. —Oh. — Reconoció los rostros, en una mesa
cercana, de las personas que habían visto ser acompañadas por la policía.
Dar lideró el camino, tomando el asiento contra la pared, mientras Kerry se sentaba
frente a ella. Miró casualmente en la mesa de al lado, donde se sentaron las cinco víctimas
del secuestro. Todavía parecían sacudidos, y no muy felices, pero mientras los observaba
se dio cuenta de que uno de ellos le parecía familiar. Se echó hacia atrás y buscó en su
memoria, tratando de recordar al hombre más viejo.
—Dos de ese ron especial. — Pidió a la linda camarera, que se había detenido con
su bandeja en la mano.
—Boo.
Con un sobresalto, Dar la miró. —Lo siento. — Apoyó los codos sobre la mesa. —
Uno de ellos me resulta familiar. — Indicó la mesa de al lado con un movimiento de
cabeza.
Los ojos de Kerry cambiaron. La gente en la mesa de al lado estaba sombría, con
las manos apretadas alrededor de sus vasos vacíos. Tenían un sentimiento de conmoción
tensa, tras su terrible experiencia. Una de las mujeres era de su edad, también rubia, pero
con el pelo muy rizado y ojos ámbar y anchos. Parecía estar más agitada, e incluso a pesar
de la luz baja del restaurante Kerry pudo ver que había estado llorando.
—Esa es la gente a la que secuestraron, ¿quieres decir?—, Preguntó, bajando la voz.
—Mm—. Dar volvió un poco la cabeza, estudiando la otra mesa sin que realmente
lo pareciera. Kerry hizo lo mismo; pero ninguno de los hombres le parecía familiar, así
que ella volvió su atención a Dar, levantando una ceja en cuestión. —No para mí.
— ¿No?— Negó con la cabeza. —Creo que ... — Hizo una pausa, y luego se apoyó
en el brazo de la silla, estudiando mejor al hombre mayor. — ¿Jacob?
El hombre la miró con incertidumbre. —Lo siento, yo no ... — Se inclinó un poco
más cerca. — ¡Dios mío...! ¿Dar?— Él giró en su asiento y le tendió la mano, una
expresión honesta apareció cruzando su rostro. — ¡Dar Roberts!
Dar tomó su mano y le devolvió el apretón. — ¿Cómo estás, Jacob? Ha pasado
mucho tiempo. — La última vez que había visto a Jacob Wellen fue hace más de seis
años, en una convención técnica en Las Vegas.
—Es cierto. — Jacob sonrió. Era un hombre de mediana estatura, con el pelo gris
hirsuto y una estrecha y recortada barba y bigote. — ¡Qué gran sorpresa!— Se volvió
hacia sus amigos, que se habían vuelto a ver a Dar. —Amigos, esta es una vieja colega
mía, Dar Roberts. —, Dijo Jacob. —Dar, esta es mi esposa Minnie, y su hermano Richard,
y este es mi hijo Todd y su novia Raquel.
—Encantada de conoceros. — Dar respondió cortésmente, y luego se volvió a
medias. —Ella es mi pareja Kerrison. — Presentó a Kerry. —Jacob y yo sobrevivimos a
la última gran Reorganización de la que me has oído hablar.
Kerry se levantó y tomó la mano de Jacob. —Mis condolencias. — Sonrió. —He
oído muy buenas cosas de ti. — Sus ojos se dirigieron al resto de la mesa. —Hola. — Los
saludos que regresaron fueron cordiales, aunque un poco comedidos. Kerry no estaba
segura de si eso era debido a las circunstancias, o a su introducción como pareja de Dar,
pero les dio el beneficio de la duda y asumió la primera.
Jacob se movió en su silla. — ¿Por qué no os unís a nosotros?— Sugirió. —
Tenemos un montón de espacio.
El resto movieron sus sillas para dejarlas sitio, entonces todo el mundo se sentó de
nuevo. —Qué casualidad, encontrarnos aquí, Dar. —, Dijo Jacob. — ¿Estás aquí por
negocios?— Se volvió hacia el resto de su familia antes de que ella pudiera. —Dar es el
CIO de ILS, ahora. Una mujer muy ocupada.
—Nop— Respondió, entrelazando sus dedos y apoyando la barbilla contra ellos,
mientras apoyaba los codos sobre la mesa. —Realmente estamos de vacaciones. ¿Qué
hay de ti? ¿Sigues trabajando en Australia?
—Acabo de regresar. — Dijo. —Pensamos en tomamos un tour por las islas antes
de instalarnos de nuevo. — Su rostro se arrugó en una mueca. —Pero resultó ser una mala
idea.
—Papá. — Murmuró la joven.
— ¿Por qué?—, Preguntó Dar. —Parece un lugar agradable.
—Sí, bueno, las apariencias engañan. — Suspiró. —Déjame que os cuente lo que
nos pasó anoche.
— ¡Papá!— El joven interrumpido. —Nos dijeron que no podíamos hablar de ello.
—Gracias, chicos, pero sé lo que puedo decir y a quien. — Les dijo, con una sonrisa
tolerante. —Dar aquí puede parecer muy joven, pero es la persona más inteligente que he
conocido en mi vida.
La aludida bufó. —Sólo dices eso porque salvé tu trasero en París.
La camarera volvió, trayendo las bebidas de Dar y Kerry. Se fijó en el cambio de
mesa, y luego se dirigió a Kerry. — ¿Queréis algo de comer?
Kerry miró el pequeño menú. — ¿Puedes traernos dos platos de guiso, dos patatas
al horno, y algo de esto?— Señaló el pan.
—Claro. — La mujer sonrió, luego tomó el menú y desapareció entre la multitud.
Kerry volvió su atención a la mesa, interesada en escuchar a Jacob contar lo que
había sucedido. Se dio cuenta de las miradas furtivas de la pareja más joven, y ella les
devolvió la mirada con diversión leve. Otra cosa a añadir a su lista de coincidencias, una
de las personas a las que los piratas decidieron atacar, era un viejo colega de su pareja.
¿Cuáles eran las probabilidades de algo así, en realidad? Ciertamente, ILS tenía una
enorme base de empleados, y eran una organización mundial, pero ¡Sheesh!
Jacob apoyó los brazos sobre la mesa. —Era como algo salido de una mala película.
—He estado allí. — Kerry murmuró en voz baja.
—Estábamos fuera del gran arrecife justo al norte de aquí, de pesca. — Jacob
siguió. —Se estaba haciendo tarde, por lo que decidimos recoger y volver al muelle,
cuando un barco grande se acercó a nosotros.
— ¿Negro?— Dar aventuró.
—No. — Jacob negó con la cabeza, con el ceño fruncido. —Blanco con el borde
azul, ¿por qué?
—Sólo curiosidad.
—De todos modos, me di cuenta de que necesitaban un poco de ayuda, ya sabes ...
—Claro—. Kerry asintió. —Quieres ayudar a la gente, si puedes.
—Correcto. —, Continuó. —En un minuto estábamos a punto de ayudarles, y lo
siguiente que sé ... esos malditos bastardos ... — Miró hacia arriba. —Perdonarme,
señoras. — Les dio una mirada de disculpa, y luego volvió su atención a Dar. — ¡Esos
malditos bastardos saltaron a bordo, y sacaron sus armas!
Dar afectada lo miró con sorpresa. — ¿Armas? ¿Por qué? ¿Qué querían?
—Todo. — Rachel murmuró. —Y el hombre, era odioso. — Negó con la cabeza.
—Asustó a mi madre, nos empujaron, fue horrible.
Kerry le dedicó una mirada de simpatía. —Apuesto a que lo fue. Eso es pésimo.
—Yeh. — Añadió Todd. —No habría sido tan difícil si no hubieran sacado sus
armas. No eran más que unos punks.
Su tono era hosco, y era obvio, al menos para Kerry, que su orgullo había recibido
una paliza. — ¿Os dijeron algo? ¿Quiénes eran?
—No. — Jacob tomó la historia de nuevo. —Sólo nos dijeron que estaban tomando
el barco, y nos dejaron en un banco de arena con una radio portátil, y nada más. —
Sacudió la cabeza con disgusto. —Punks. Correcto Todd. No eran más que dos mierdas
con un par de fusiles.
— ¿Se llevaron todo el barco?—, Preguntó Kerry.
—Y todo lo que contenía. — Estuvo de acuerdo con ironía. — ¿Me siento como un
idiota? Claro que sí. — Suspiró, recogiendo su copa y bebiendo un largo sorbo de ella.
—Lo bueno es que había una patrulla marítima cerca, y nos recogieron en una media
hora, cuarenta y cinco minutos más tarde. Nos rescataron antes de que la marea subiera.
—Wow—. Kerry murmuró.
— ¿Dijeron si lo hacían por dinero o por alguna otra razón?—, Quiso saber Dar.
El hombre mayor sacudió la cabeza de nuevo. —No dijeron una palabra, Dar. Sólo
nos obligaron a bajar del barco, y se lo llevaron .
La camarera regresó en ese momento, con una gran bandeja. Dejó la comida para
ambas, sobre la mesa, y la conversación cesó mientras que todo el mundo miraba sus
platos.
Dar miró su plato, e inspeccionó el cuenco situado al lado de un ñame cocido al
vapor, con olor a vainilla y nuez moscada. La camarera puso una cesta de pan caliente en
el medio de la mesa, y luego fijó otra ronda de bebidas por parte de Jacob.
—Bueno. — Tomó un pedazo de pan y lo sumergió en el guiso, luego mordió un
pedazo y lo masticó. — ¿Qué dice la policía?
—Ahh—. Jacob hizo un gesto con la mano con disgusto. —Lo normal. Nos hicieron
un millón de preguntas, nos dijeron lo sorprendidos que estaban, ya que nunca había
pasado nada parecido, bla, bla, bla.
Kerry alzó la vista y se encontró con los ojos de Dar.
— ¿En serio?— Dar murmuró. —Déjame adivinar. Dijeron que presentaras lo antes
posible todo el papeleo con tu seguro, y que harían todo lo posible para encontrar el barco
antes de que saliera de la isla, ¿verdad?
El hombre la miró con total sorpresa.
—Sí, eso es correcto. — Todd espetó, igualmente sorprendido. — ¿Cómo lo sabes?
Los ojos de Dar estrecharon y una sonrisa levemente desagradable apareció en su
rostro. —Digamos que tengo una corazonada. — Dijo. —Así que, ¿cuál es tu plan ahora?
¿Vais a regresar a los Estados Unidos?
Jacob estaba cortando su carne, y puso su cuchillo antes de responder. —No.
Todavía tenemos unos pocos días más. Nos quedaremos por aquí e intentaremos
divertirnos un poco, y olvidarnos de todo. — Palmeó la mano de su esposa.
—Fue horrible. — Su esposa estuvo de acuerdo en voz baja. —Sra. Roberts, no se
puede imaginar lo horrible que fue. Esos hombres estaban actuando como si fuera un gran
juego para ellos. Parecía como si sólo fuéramos unos juguetes.
Kerry fue cortando varios trozos de carne de su guiso y se los comió mientras
escuchaba, convirtiendo la nueva información en su mente. La comida era muy buena,
igual que parecía serlo la de Dar. Jacob y su familia parecían estar relajándose un poco,
y supuso que al cabo de unos días, el horror de lo que había sucedido, probablemente se
desvanecería rápidamente.
Los piratas, habían afectado a su plan de una manera muy rápida, y muy eficiente.
No se habían arriesgado a mantener a la familia a bordo. Sólo habían buscado un lugar
cómodo y simplemente los dejaron, sin barco y sin todas sus pertenencias. Sospechaba
que se habían llevado el barco a alguna cala protegida para rebuscar en su tiempo libre.
Rápido, eficiente, y práctico. Era obvio que ya lo habían hecho antes. Para ellos era
simplemente algún tipo de rutina. Desde el comentario anterior de Dar, sospechaba que
su amante había llegado a la misma conclusión. ¿Se preguntó si había algo que en realidad
podría hacer al respecto?
—Jake, mantienes un registro de mantenimiento en tu barco, ¿verdad?— Dar
preguntó de repente.
Todo el mundo la miró con curiosidad.
Jacob terminó de masticar y tragó, limpiándose la boca a toda prisa. —Bueno ... yo
no, no, pero mi capitán seguro lo tiene. ¿Por qué? —, Se preguntó. —Hey, hablando de...
¿habéis volado hasta aquí?
Negó con la cabeza. —No. — Dijo. —Estamos atracadas en el puerto deportivo.
¿Tu capitán sigue aquí o ha regresado a casa?
—Muchacha, es mejor que tengas cuidado. —, Dijo Jacob. —No deberíais quedaros
mucho por aquí, Dar. Odiaría que os pasara lo que nos pasó.
Kerry tuvo que ahogar una sonrisa ante la ironía. —Siempre somos muy
cuidadosas. — .
Jacob sacudió la cabeza. —Bueno, de todos modos. Creo que Rick mantiene el
registro de su equipo, aunque no sé si estará en tierra o no. ¿Por qué?
—Si él tiene los números de registro, y los piratas tratan de vender el barco, se los
podría localizar. — Dar comentó suavemente. —Podría llevar un tiempo, pero ...
—Esa es una gran idea. — Todd estalló, con entusiasmo. — ¡Entonces podemos
encontrar a esos pelos de punta!— Se volvió hacia su padre. —Apuesto a Rick tiene ese
libro. ¡Debemos dárselo a la policía!
—Todd ...
— ¡No podemos dejar que esos chicos se salgan con la suya, papá!— El joven
protestó. —Eso es lo que todos quieren que hagamos, sólo desaparecer, y lamer nuestras
heridas, y olvidarnos de ello. ¡De ninguna manera!— Dio una palmada a la mesa.
—Todd— Minnie frunció el ceño ante su hijo.
—Tiene razón. — Dar intervino. Esperó hasta que todos ellos la miraron con
sorpresa. —Es lo que quieren. No sois la primeras víctimas, y apuesto a que no seréis la
última. — Apoyó los brazos sobre la mesa. —Así que si tiene ese registro, puede ayudar.
Pero no se lo daría a la policía.
La miraron en shock por un momento, después de que terminara de hablar.
— ¿No es la primera vez?—, Dijo Jacob, vacilante.
—No. — Kerry tomó la pelota de la conversación, dando a Dar la oportunidad de
comer. —Ha habido una serie de secuestros por aquí hace poco, pero nadie quiere hablar
de ello, porque asustaría a los turistas. — Explicó. —Creo que Dar piensa ... — Miró a
su amante. —Que puede que sea una banda local.
Dar asintió.
—Bien. — Jacob miró horrorizado. —Hijo de puta.
—Mira. — Todd se acercó más a Dar. —Si queréis hacer algo para detenerlos,
podéis contar con nosotras. Tenemos que hacer algo. — Dijo.
—Voy a llamar a Rick tan pronto como hayamos terminado aquí, y voy a ver si él
tiene ese libro.
— ¿De verdad crees ...? —Minnie habló vacilante. —Tal vez sería mejor dejar que
las autoridades se encargaran de ello, ¿no?
—La escuchaste. ¡Probablemente ni tan siquiera sean de fiar! — Todd se puso de
pie. —Estoy tan enfadado, tengo que tomar el aire. Vamos, Rach. — Le tendió una mano
y ayudó a su novia a ponerse en pie. —Vamos pues.
Los dos jóvenes se abrieron paso fuera del restaurante, desapareciendo entre la
multitud.
—Maldito exaltado. — El hermano de Minnie, Richard, habló por primera vez,
después de beber de su cerveza. — ¿Qué demonios le pasa a ese chico, Jacob?
Jacob sacudió la cabeza, todavía visiblemente molesto. —Dar, no puedo creer que
la gente de aquí sepa lo que está pasando, y que sigan como si nada, mientras la gente
sigue llegando. Eso es ... eso es ...
—Piratería. — Terminó sus palabras. —Sí, bueno ... tal vez la policía no esté
involucrada, tal vez simplemente no quieren que el turismo deje de llegar, pero algo no
huele bien en todo el asunto. — Terminó la última parte de su guiso, limpiando el fondo
del recipiente con un poco de pan.
—No queremos ningún problema. — Richard murmuró —Creo que deberíamos
salir de aquí y volvernos a casa. — Miró a su alrededor. —Este lugar me da escalofríos
de todos modos.
—Eso es porque no puedes hacer frente a ningún sitio que no tenga máquinas
tragamonedas. — Jacob bufó. —Sólo relájate, ¿vale?— Se volvió a Dar. —Escucha, Dar
... él tiene razón en una cosa. No queremos buscar problemas aquí. Si los policías locales
no quieren agitar las cosas, yo tampoco
Dar apoyó la barbilla en el puño y lo miró.
—No me mires así. — Suspiró. —Mira, sé lo que estás pensando ...
Las cejas de Dar se levantaron visiblemente.
—No soy un cruzado. Nunca lo fui. — El hombre declaró. —Tengo a mi familia
aquí, y si ese es el trato, y todo esto es una estafa, entonces estoy dispuesto a hacer mi
parte, presentar mi reclamación y dejar que otros lo solucionen. La maldita cosa se filtró
de todos modos.
—Tienes toda la razón. — Richard estuvo de acuerdo. —Minnie no necesita más
problemas, tampoco.
Minnie miró profundamente aliviada.
Dar desvió la mirada a su compañera, e intercambiaron miradas. —Eso está bien.
— Kerry les dio una suave sonrisa. —Lo entendemos.
Jacob se relajó un poco. —No es que crea que es correcto. — Dijo.
—Por supuesto que no. —, Dijo Kerry. —Es mejor dejar que Dar se encargue de
ello.
Jacob parpadeó. — ¿Vamos de nuevo?
—Nosotros nos encargaremos de los piratas. No hay necesidad de que te involucres,
después de todo, has pasado por muchas cosas, y estoy segura de que lo que deseas es un
poco de tiempo para descansar.
Minnie se inclinó un poco hacia delante. —Cariño, esos hombres son peligrosos.
—La vida lo es, a veces—. Kerry le sonrió amablemente. —Pero Dar y yo tenemos
una gran facilidad para movernos a través de las cosas. — Levantó la vista cuando la
camarera regresó. —A veces solo tienes que ir a por ello. ¿Nos puedes traer dos helados
volcán de la isla, y otro ponche de ron?
—Claro. — La camarera le sonrió. —Algo para usted, señora?— Miró a Dar.
—Creo que uno de los helados es mío. — Respondió graciosamente.
Kerry sonrió, volviendo su atención a Jacob. —De todos modos, no te preocupes
por nada. Podemos manejar esto por nuestra cuenta.
—Ahora, espera un minuto ... — protestó.
—No, no. Lo entendemos completamente— Alzó una mano. Bebió el resto de su
ponche de ron hasta el fondo, sintiendo un zumbido suave.
Le sorprendió, y trató de averiguar cuántas cervezas le harían sentirse estar así.
¿Dos? ¿Tres? Uff. Significaba que ya había bebido el equivalente de seis cervezas. Tal
vez debería pasar del próximo ponche de ron.
—Bueno, ahora, escucha, Dar. — Jacob estaba diciendo.
¿Eran seis?
—Sé lo que dije, pero realmente creo que debemos hacer algo ...
¿O eran sólo cuatro?
—Puedes contar con nosotros.
— ¡Jacob!
Sí. Pillado. Kerry se rio en silencio.
Un insoportable olor a chocolate de repente salió de su meditación.
Parpadeó cuando la camarera puso delante suyo un tazón de helado, dulce de azúcar, más
helado, más dulce de azúcar, un brownie, tal vez otro brownie, cubierto de una concha de
chocolate. —Wow. — Dijo. — ¡Esta maldita cosa es tan grande como mi cabeza!
Dar se rio de ella. —Quiero hacer algo más que comprobar alrededor, Jake, antes
de decidir lo que se debe hacer. — Dijo. —Pero voy a mantener tu oferta en mente.
—Hazlo por favor. — Dijo Jacob.
Kerry estudió con satisfacción su postre. Quebró la concha de chocolate que le
impedía acceder al helado de dentro. Casualmente, miró alrededor de la habitación,
alegrándose de no ver a nadie conocido. Tal vez los matones habían decidido tomarse la
noche libre.
La camarera puso su tercer ponche de ron sobre la mesa, y se llevó el vacío. Kerry
lo miró, y se preguntó si el chocolate posiblemente podría contrarrestar el ron.
Hm. Supongo que pronto lo descubriría.
***
***
Dar merodeaba por los pasillos de la pequeña tienda de comestibles, una de los
pocos clientes tan temprano en la mañana. Tenía una pequeña cesta que colgaba de su
brazo, donde había metido un cartón de leche, junto con una caja de galletas Oreo. Divisó
una botella de jarabe de chocolate y la cogió, estudiando la etiqueta.
Ah bueno. Tendría que servir.
Se dirigió al pasillo de bebidas, vio la soda, seleccionó dos botellas, después analizó
el contenido de su cesta y volvió sobre sus pasos para la zona de los refrigerados, cogiendo
otro cartón de leche. Satisfecha, se acercó a la zona de cajas.
La cajera tomó cada elemento y marcó su precio en la antigua caja registradora. —
Tienes niños, ¿eh?— Sonrió a Dar.
Dar la miró por encima de sus gafas de sol. —No. — Dio a la mujer un billete de
veinte dólares, y aceptó su cambio. —Es mi desayuno.
La mujer miró a la bolsa, a continuación, a Dar.
Empujó sus gafas de sol de nuevo y cogió las bolsas de la compra, en dirección a la
puerta, cuando una pareja joven entró, deteniéndose cuando la reconocieron y
reaccionaron.
—Hola. —, Dijo Todd. —Siento lo de anoche.
En un instante, todos los oídos del lugar parecían haberse girado en su camino. Dar
reprimió una sonrisa irónica. —No te preocupes.
Rachel puso una mano sobre el brazo de Todd. —Hemos oído hablar mucho de ti.
¡Qué miedo! —Lo puedo imaginar. — Contestó. —No todo será verdad.
—Bueno, venimos a comprar algo para desayunar. — Todd miró a su alrededor. —
¿Tal vez si no estás ocupada más tarde, podemos sentarnos y hablar?
—Claro. — Se despidió y salió por la puerta.
Rachel miró tras ella. —Es extraña, Todd.
Todd la condujo hacia los pasillos del supermercado. —No, ella no lo es. Solo estás
asustada porque ella es gay.
—No lo estoy. — Rachel protestó, notando las miradas que estaban recibiendo de
la cajera.
—Las oreos a la izquierda, allí. — La cajera señaló amablemente. —Tenéis un
montón.
Todd y Rachel se miraron perplejos y, a continuación, se encogieron de hombros.
***
Dar envolvió las asas de las bolsas de plástico alrededor de sus manos y comenzó
su viaje de regreso a la habitación. Había dejado a Kerry dormida, después de que se
hubiera estado agitando hasta el amanecer, de haber oído su patético gemido, al abrir los
ojos.
Estaba nublado, notó, y a lo lejos se oía el leve rumor de un trueno. Era bueno,
porque una mañana tormentosa le daría la oportunidad de mimar a su cariñosa paciente.
De hecho... miró cuando unas débiles salpicaduras de lluvia golpearon sus hombros.
Empezó a correr antes de que la lluvia se hiciera más fuerte. Mientras corría, ajustó mejor
las bolsas para evitar que se balancearan, y cruzó el extenso terreno a un ritmo muy justo.
Saltó por encima de un seto, y luego se volvió hacia el edificio. A mitad de camino
se trasladó a un lado del camino, al ver que alguien que venía en dirección contraria. El
hombre alto, la vio y la saludó con una mano.
Era alto, pero relativamente delgado, y calculó que probablemente lo superaba.
Estudió su rostro mientras se acercaba, al ver un cincelado con rostro de halcón, bien
afeitado, con un tope de cabello oscuro canoso.
El traje que llevaba puesto, se dio cuenta, era de seda, y su actitud proyectaba una
fuerte seguridad en sí mismo.
Dar sonrió temerariamente, pero no se detuvo. Miró fijamente al hombre y mantuvo
su ritmo.
Su padre le había enseñado a no mostrar sus cartas. Se acercó, pero su expresión no
cambió, por lo que Dar se armó de valor para el impacto, lista para girar su cuerpo hacia
la derecha y bajar su hombro.
Esperó hasta saber que podía sentir la vibración de sus pasos, y luego del mismo
modo, cuando casi parecía demasiado tarde, saltó a un lado.
Hah. Resopló en silencio, pasando junto a él sin decir una palabra.
La había juzgado mal, y no pudo ver el momento de agarrarla.
Esperó porque sabía que la había jodido, y entonces ella desaceleró y se detuvo,
volviéndose a mirarlo con frialdad.
Pareció sorprendido. —No va en la dirección correcta ¿verdad, Sra. Roberts?
Dar sólo se rio. —No en esta vida. — Contestó. — ¿Quiere algo, o simplemente le
gusta acechar a las mujeres para divertirse?
Él se recompuso y se llevó las manos a la espalda. —Mi nombre es Jonathan De
Salliers. — Anunció. —Creo que tenemos que hablar.
Dar lo miró, y luego miró hacia arriba. La lluvia ahora salpicaba sus gafas de sol.
—Tal vez, pero no ahora. — Se dio la vuelta. —Tengo cosas importantes que hacer.
—Sra. Roberts.
Miró sobre su hombro. —Si quiere tratar conmigo, lo tendrá que hacer a mi manera.
— Le dijo rotundamente. —Que tenga un buen día. — Con eso, se dirigió de nuevo hacia
el edificio, aumentando la velocidad, cuando la lluvia empezó a caer con más fuerza. Al
llegar a la puerta, los cielos se abrieron, y pudo meterse dentro justo a tiempo.
Se volvió y miró hacia atrás, viendo al hombre empamparse bajo la lluvia. — ¡Que
se joda!— Dejó que la puerta se cerrara con un chasquido y se apresuró en su camino de
regreso a la habitación.
En realidad no era la forma en que había querido acercarse, o hacer frente a De
Salliers, pero a veces, había aprendido, tan sólo tienes que tomar lo que la vida ofrece, y
hacer lo mejor de ella. Deslizó la llave en la cerradura de la puerta y se volvió con cuidado,
empujando la puerta y deslizándose dentro.
Estaba oscuro. Había cerrado con prudencia las persianas antes de salir, dejando la
habitación en penumbra calmante. Dejó las bolsas en el suelo, junto al aparador y se quitó
las sandalias, luego caminó en silencio hacia la cama y se arrodilló.
Los ojos de Kerry aún estaban cerrados, y estaba durmiendo a su lado, con un brazo
alrededor de la almohada. Su medio pelo revuelto oscureció su rostro, y Dar sólo quiso
acariciárselo. En cambio, se levantó y regresó de puntillas a las bolsas. Sacó lo que había
comprado intentando no hacer ruido.
Un suave gemido salió de la cama. —Uugh.
—Hey, cariño. — Puso un vaso en la mesa y abrió la leche.
—Ugh. — Kerry levantó un poco la cabeza y miró a su alrededor. —Esta oscuro.
— Murmuró. — ¿Qué hora es?
—Las ocho. — Continuó mezclando su poción. —Cerré las cortinas.
—Eres una diosa. — Rodó sobre su espalda, tirando de su brazo sobre sus ojos. —
Jesús, me siento como si me hubiera golpeado un caballo en la cabeza.
Terminó de mezclar y cogió el vaso, cruzando de nuevo a la cama y se sentó en el
borde de la misma. —Tengo algo para que te sientas mejor.
Kerry se asomó a ella, viendo el vaso. —Noooooo ... — Se cubrió con las mantas
la cabeza. —No .. no ... no ... no me gustan esas cosas.
—Vamos. — Desenredó suavemente las mantas. —De verdad, que te vas a sentir
mejor.
—Dar, si trato de meter algo en el estómago, puede acabar todo en tu regazo.
¿Quieres arriesgarte?
—Sí. — La engatusó. —Basta con echar un trago.
Kerry se puso de lado, dando a su compañera una mirada lastimera y miserable. —
No puedo.
Sin inmutarse, Dar dejó el vaso y la puso en una posición vertical. Luego cogió el
vaso y se lo volvió a ofrecer con la pajita que había añadido.
— ¿Qué es?— Miró dubitativamente la mezcla. Todo lo que podía ver era espuma,
y rayas oscuras. —No tiene salsa Worstecier, ¿verdad?
—No.
—Dar, yo realmente no creo que pueda. — Puso una mano sobre su estómago.
Dar la estudió, viendo el tinte pálido de su piel. —Darle una oportunidad. — Pidió.
—Sólo un sorbo. Cariño, necesitas tomar algo de líquido.
Suspiró con resignación, y cogió la pajita. — ¿Cómo puedo resistirme cuando me
lo pides así?— Contuvo el aliento y tomó un pequeño sorbo, con la esperanza de tragar
antes de que su sistema tuviera tiempo para analizar lo que era.
Estaba frío y efervescente. El líquido se deslizó hacia abajo mucho más fácil de lo
que había imaginado. Con cautela inhaló, y luego se lamió los labios. El sabor era dulce
y rico, no era para nada lo que había esperado. — ¿Qué es?
Dar estaba cautelosamente satisfecha con la pregunta. —Algo que mi papá me
enseñó a hacer.
Tomó otro sorbo. — ¿He mencionado últimamente lo mucho que me encanta tu
papi?— Sintió que su estómago se asentaba. Tomó el vaso de las manos de Dar y chupó
su contenido. — ¿Sabes qué? No me importa lo que es. Es estupendo.
Dar sonrió con satisfacción. —Me alegro de que te guste. — Se puso a masajearle
suavemente el cuello y los hombros.
— ¿Mm?— Seguía bebiendo, mirando alrededor. Un trueno les hizo temblar. Se
recostó en Dar con un gruñido de satisfacción. El brebaje realmente estaba ayudando.
Sintió que las náuseas desaparecían junto con los calambres dolorosos, que casi la habían
enviado al baño. ¿Y por qué no? Razonó. El vidrio se había llenado de amor junto con
sus otros ingredientes.
Pero la cabeza aún le dolía. Un golpeteo sordo que parecía recorrer su cuerpo y la
hizo recordar no beber ron de nuevo. —Mejor cerveza, Kerry. — Murmuró. —La peor
cosa que hace es hacerte pipí.
Dar continuó masajeando su cuello, soltando los pequeños nudos que podía sentir
bajo sus dedos sensibles.
—Me encontré con una sorpresa en mi camino.
— ¡No serían esos apestosos detectives!
—No. Su jefe—. Le informó. —Quería detenerme y hablar con él.
— ¿Y?
—Tenía otras cosas que hacer—. Dar le dijo. —Pero creo que va a estar de vuelta.
—Hm. — Terminó su bebida, chupó las últimas gotas de la parte inferior. Miró con
tristeza el vaso vacío, por un momento, y luego miró a su compañera. — ¿Hay alguna
posibilidad de otro de estos?
—Por supuesto. — Sonrió, muy contenta con su plan exitoso. — ¿Crees que puedes
tomar una aspirina ahora para la cabeza?
Lo pensó. —Sí. — Se acurrucó a su lado y la observó trabajar. — ¿Qué hay en la
botella?
—Sirope de chocolate.
Tuvo que sonreír. —Entonces has preparado un refresco de chocolate con leche.
Le entregó de nuevo el vaso. —Es una crema de huevo. — Explicó.
Tomó el vaso. —Pero no hay huevos.
—Crema de Oreo. — Le entregó un par de pastillas. —Es un poco como galés
conejo.
—Ah—. Se tragó las aspirinas, y luego se recostó contra el cabecero. La lluvia hizo
temblar la ventana, pero estaba más que contenta por poder estar enclavada en la
habitación, en penumbra, con Dar haciéndole compañía. —Así que piensas que volverá,
¿eh?
—Sí. — Dar rio suavemente. —Tal vez podamos hacer algo más tarde.
Kerry escuchó el trueno, sus dedos acariciando distraídamente el brazo de Dar, que
se había acurrucado a su alrededor. Tal vez lo harían, asintió en silencio. Pero no en este
preciso momento.
Cayó un rayo, destacando sobre las persianas cerradas.
***
Seguía lloviendo. Kerry estaba en realidad un poco contenta, sintiendo que ambas
necesitaban un poco de tiempo, después de la emoción de los últimos días. Estaba
acurrucada en la cama, con su diario escribiendo cuidadosamente frente de ella. Había
garabateado medio poema en una página, y muy cerca, una taza humeante descansaba
sobre la mesita de noche.
Dar estaba tumbada en el sofá, una larga pierna cubría lo largo de su espalda, la otra
sujetaba un libro. Tenía un vaso de leche cerca, y la bolsa de galletas Oreo, abierta al lado.
Sobre la mesa, su portátil estaba ocupado trabajando, descargando flujos de datos a través
de la pantalla, a un ritmo alarmante.
Kerry mordisqueó la punta de su pluma mientras la observaba leer. Iba vestida con
unos pantalones cortos de algodón y una camiseta, y de alguna manera se las arregló para
parecer atractiva y sexy.
¿Cómo lo hace? se preguntó. Ladeó la cabeza y miró a su amante con curiosidad
perpleja. Lo que realmente le llamó la atención de Dar, se dio cuenta, era lo bien
proporcionada que era. A pesar de ser alta, y tener los brazos y las piernas largas, su
cuerpo también y todo parecía encajar a la perfección.
La ropa blanca hacía destacar su bronceado. Cuando pasaba las páginas, el cambio
sutil de los músculos bajo su piel era visible a los ojos de quien mirara.
Suspiró, apoyó la barbilla en su brazo, aun sintiéndose un poco noqueada de la fiesta
de la noche anterior. Su estómago no estaba de humor para más de té, y su cabeza todavía
no había dejado de palpitar del todo. El malestar hacía que le fuera más difícil
concentrarse en su escritura, y además, era realmente mucho más agradable simplemente
mirar a su pareja.
Tenía un perfil tan agradable. Parpadeó soñadora. Todo en su rostro era perfecto:
nariz, boca, labios bien formados. Y los ojos, por supuesto. Sonrió.
— ¿Ker?
UH oh. — ¿Hmm?
— ¿A qué se debe esa sonrisa tonta?
— ¿Estaba sonriendo?— Rodó sobre su espalda y tiró de las mantas sobre su cuerpo
vestido con pijama. —No puedo terminar este poema. — Cambió de tema. —Me quedé
en blanco a la mitad.
— ¿De qué se trata?— Hizo una marca en la hoja del libro y lo dejó, girando sobre
su lado, centrando su atención en Kerry.
Ah, esos ojos. De repente se encontró perdida en ellos, hasta que se dio cuenta que
debía parecer una loca, por la cara que puso la morena. —Lo siento, ¿cuál era la pregunta?
— ¿Todavía sintiendo el ron?—, Preguntó, con curiosidad.
Kerry apoyó la cabeza sobre su brazo. —Tal vez. — Admitió. —Me siento un poco
tonta, supongo.
Dar se levantó y se acercó a la cama. Se sentó junto a ella y le frotó su estómago a
través de las mantas. — ¿Quieres tomar unas tostadas o cereales?
Se acurrucó cerca de Dar. Apoyó la cabeza sobre su muslo. —Creo que sólo te
quiero a ti. — Le dio un beso suave en la piel bronceada y cerró los ojos.
Dar lastimeramente se preguntó si el hotel les cobraría de más por tener que limpiar
las babas sentimentales que estaba exudando. Nunca se había considerado una persona
sentimental, pero desde que había conocido a Kerry, se había sentido como si estuviera
viviendo dentro de un círculo de adorables cachorros Golden Retriever todo el tiempo.
Le preocupaba a veces. Sintió que partes de la imagen que siempre había tenido de
sí misma, estaban desapareciendo y eso era un poco inquietante, saber que estaba
ocurriendo y que era incapaz de detenerlo.
Ah bueno. Deslizó su brazo sobre los hombros de la rubia. —Déjame ir a buscar mi
ordenador portátil, y podemos echar un vistazo a lo que tenemos hasta ahora.
Kerry a regañadientes la soltó y se sentó. —Bueno.
Se puso de pie, recuperó el dispositivo, y luego regresó. Se sentó en la cama y se
echó hacia atrás, apoyando el portátil sobre sus muslos. Kerry se acercó para sentarse
junto a ella. Ambas miraron a la pantalla, cuando Dar suavemente tecleó una petición.
—Está bien. — Revisó sus resultados programáticos. —Lo que estaba buscando ...
— ¿Era un vínculo entre la piratería y De Salliers. — Murmuró, extendiendo la
mano y tocando la pantalla.
—Gracias. — Sonrió a la pantalla un poco. —Vamos a ver lo que encontró. —
Abrió otras dos ventanas y las encerró en concurrencia, desplazándolas hacia abajo de
manera uniforme, una en busca de una a la otra. —Ha habido más de dos docenas. Maldita
Sea.
Kerry se sorprendió. Dos docenas de secuestros en la zona, y nadie había dicho
nada. — ¿Son los archivos de la policía?—, preguntó, señalando a los registros de
piratería.
—Es una broma, ¿verdad?— Dar la miró. —No. Esas son las limaduras de los
seguros. — Dio un golpe a una tecla. —Ah. Parece que las aseguradoras están empezando
a sospechar. Tiene la investigación pendiente de cerrar.
—Hm. Así que los secuestradores tendrán su dinero, ¿pero a los que robaron no?
Negó con la cabeza. —No, van a tener que pagar a menos que piensen que el
propietario sea cómplice de los piratas. La mayoría de estos chicos, pueden comprar
barcos, así que no se molestarían. — Cotejó más datos. —Tenía la esperanza de ver
alguna correlación entre las operaciones de salvamento de De Sallier y los barcos
desaparecidos, pero parece que esta era la primera vez que su grupo había aparecido en
este área.
—Mm—. Kerry frunció el ceño. —Sí. — Apoyó la barbilla en el hombro de Dar.
— ¿Puedes trazar las piraterías gráficamente?
Dar estudió los datos, entonces trajo una pantalla de código y comenzó a escribir
rápidamente, deteniéndose sólo en otra ventana diferente, para recortar algunos datos
antes de reanudar la programación. Después de unos minutos, dirigió el programa, y una
nueva ventana apareció con un esquema un tanto rugoso de las islas, el espacio alrededor
de ellas estaba salpicado de pequeños signos más ominosos. —No sé si será suficiente,
pero ahí va.
—Hmmm. — Kerry estudió el gráfico, luego suspiró. —No hay un patrón
verdadero, ¿eh?
—No.
—Estamos golpeando grandes nulos aquí, Dar.
—Sí. — Tuvo que admitir.
Un golpe las sorprendió. Sintió que el cuerpo de la morena se ponía rígido, y ella le
puso una mano en su brazo. —Voy a ver. — Salió de la cama antes de que Dar pudiera
protestar y se acercó a la puerta, corriendo los dedos de una mano por el pelo para
peinárselo. Se asomó por la mirilla, aliviada al ver a uno de los empleados del hotel allí.
—Hola. — Abrió la puerta y emitió una sonrisa inquisitiva.
— ¿Señora? Tengo una nota para una señora Roberts— El hombre levantó un sobre.
—Yo me encargo—. Kerry le tendió la mano.
De mala gana, se lo dio a ella. —El caballero dijo que me asegurase que ella lo
recibiera.
—Ella la tendrá. Te lo prometo. — Echó la cabeza hacia atrás y cerró la puerta con
firmeza. Se dio la vuelta y casi saltó del susto, cuando encontró a Dar pie en silencio
detrás de ella. — ¡Yipes! ¡Jesús, Dar!
— ¿Qué?— Dar tomó la nota. —No esperabas que me quedara en la habitación,
¿verdad? ¿Qué pasa con eso, Ker?
—No te escuché acercarte—. Miró más allá de su hombro mientras Dar abrió el
sobre. La nota estaba escrita en tinta negra, en una hoja con membrete del hotel. — ¿De
quién es?
Los ojos de Dar miraron hacia abajo, luego se levantaron. —De Salliers. — Declaró
brevemente. —Parece como si todavía quisiera establecer una reunión para hablar.
Kerry leyó la nota. —Un poco arrogante, ¿no?
—Casi lo mandé a la mierda. — Su compañera murmuró. —No creo que le gustara
mucho.
Sra. Roberts.
Voy a dejar de lado cualquier preámbulo cortes. Tengo asuntos que tratar
con usted. Estaré disponible esta tarde para reunirme con usted y determinar si
este negocio puede ser manejado entre nosotros, o será remitido a las
autoridades. La espero en mi área de embarque a las tres.
J. De Salliers.
—Deberías haberle golpeado en la cabeza. Tal vez habría tenido algo de sentido—
. Negó con la cabeza. — ¿Se olvida que nos ha estado persiguiendo?—, Añadió. — ¿O
es otra cosa?
Dar dobló la nota y la puso en el sobre. —Supongo que lo averiguaremos. — Ella
comentó. —Aunque, si no te sientes a la altura ...
—Ah ah ah—. Kerry se llevó una mano a la boca. —Ni siquiera lo intentes. — Dijo.
—No me vas a dejar atrás.
Los ojos azules se abrieron por encima de sus dedos.
Kerry retiró la mano. — ¿Aunque no es un poco arriesgado reunirnos en su barco?
—Podría ser. — Reconoció. —Vamos a tener que tocar de oído. — Dejó el sobre
en el escritorio y se dirigió a la ventana, contemplando el tiempo todavía tormentoso.
¿Estaba loca por estar haciendo esto? Estaban fuera de casa, y tendrían que valerse por sí
mismas. No era tonta, y si lo pensaba con lógica, eran dos mujeres ejecutivas, de
vacaciones por el Caribe jugando a fuego como éste. Tenía que admitir que la idea no era
lo más inteligente del mundo.
Maldición. Sabía que era una persona que tomaba riesgos, y tenía mucha confianza
en su buen juicio y capacidad para cuidar de sí misma. ¿Pero lo estaban llegando
demasiado lejos? ¿Estaba simplemente complaciendo a su propio ego?
— ¿Sabes qué?— Kerry se había acercado, y apoyado en el alféizar junto a ella. —
Creo que por naturaleza somos solucionadoras de problemas.
Dar la miró.
—Estamos muy acostumbradas a buscar soluciones a problemas, y en realidad
nunca dejamos de pensar en ello, incluso si el problema realmente debe ser resuelto por
otra persona.
Un poco inestable, Dar se dio la vuelta y se cruzó de brazos. Se sorprendió al
escuchar sus propios inquietantes pensamientos haciendo eco. — ¿Crees que alguien más
debería resolver este?
Kerry mantuvo sus ojos en el horizonte, y asintió con la cabeza ligeramente. Se
volvió hacia ella. —Pero las personas que deberían hacerlo podrían ser parte del
problema. — Dijo. —Eso es lo que piensas, ¿no es cierto? ¿que los policías están en esto?
Asintió. —Sí. Creo que sí.
—Su actitud parece querer taparlo. Dejar que los felices turistas sigan llegando, y
si alguien recibir un golpe, bueno, al parecer les importa demasiado porque la mayoría
necesitamos su dinero. —, Dijo Kerry. —No nos golpearon, por lo que podría estar de
acuerdo con eso, Dar. Basta con soltar amarras y marcharnos de aquí. Dejar que otros
resuelvan sus propios problemas.
—Pudimos.
Los ojos verdes brillaban. —Al diablo con eso.
Dar sonrió.
—Viví los primeros veinte y seis años de mi vida manteniendo el status quo, Dar.
— Dijo, en un tono firme. —Quiero solucionar esto, hacer una diferencia. Incluso si eso
significa tomar un riesgo. — Señaló a Dar. —Y tú, Paladar Roberts, eres una vengadora
encapuchada nata y no importa cuánto lo niegues.
Dar se frotó el cuello. —No estoy segura de ser así. — Admitió. —Pero me gusta
pelear una buena batalla, y ganar, si es eso lo que quieres decir. — Miró por la ventana.
—Y no confío en la gente para que arreglen las cosas sólo porque se supone que deben
hacerlo.
—Lo sé. — La miró con diversión suave. —Siempre tengo un déjávu tuyo. — Vio
que Dar se ponía rígida, y se dio cuenta de que la había cogido desprevenida. —A veces
me siento como si estuviera pasando un examen de alto nivel. — Continuó, rápidamente.
Se dio la vuelta, su expresión mostraba una mezcla de consternación y timidez. —
Confío en ti. — Dijo. —Haces las cosas de manera diferente de lo que yo las hago...
—Dar, hemos tenido este argumento otras veces. — La interrumpió en voz baja. —
Realmente está bien. Eres mi jefa, y es tu trabajo asegurarte que las cosas se hacen. —
Sintió el malestar en la mujer a su lado. —Sé que confías en mí.
—No tiene nada que ver con la confianza. — Murmuró. —Tenía curiosidad. —
Suspiró. —Me gusta saber cómo funcionan las cosas, así que estaba curiosa en cuanto a
saber si hiciste lo que hiciste. Así que fui y miré después de que todo estaba hecho.
Parpadeó. — ¿Quieres decir que no estabas...?
—No. — Dar negó con la cabeza. —Siento que hayas pensado eso.
—Oh. — Kerry se sentó en el alféizar, mientras absorbía esta nueva información.
—Guau.
—Revisé tu trabajo el primer par de veces, pero nada más. — Dijo. —Pensando
que si había algún tipo de problema, podría arreglarlo. Después de eso ... no. — Se sentó
junto a Kerry. —No hiciste las cosas como yo las habría hecho, pero funcionó, y eso es
lo que realmente importa a largo plazo.
Kerry se rascó la mandíbula. —Um. — Se aclaró la garganta. —Siento haber dado
las cosas por supuesto.
—Está bien. — Suspiró. —Es una suposición razonable para conmigo.
Se miraron la una a la otra. —Creo que nos hemos desviado un poco del problema
que tenemos aquí. — Kerry admitió. — ¿Así que vamos a reunirnos con esta persona
desagradable?
Exhaló. —Sí, creo que así sabremos qué quiere. Quizás, simplemente podamos
hablar y dejar toda esta basura atrás.
Kerry asintió. —Bien.
Ambas se sentaron allí por unos momentos en silencio. Entonces Kerry tomó
aliento. —Yo también ...
—Lo hiciste muy bien. — La cortó. —Me impresionaste. — Añadió. —O, como tu
jefe, debería haber dicho algo.
Kerry pegó sus talones suavemente contra la pared. —Me di cuenta. Pero es
agradable escucharlo.
Hizo una nota mental, de nuevo, para trabajar en su retroalimentación positiva. Era
tan fácil decir a todos cuando hacían algo mal, y que a menudo se olvidaba de cuidar la
otra parte. Grave error. Lo haría mejor. —Lo siento, no me tomé el tiempo para hacértelo
saber. Trataré de hacerlo mejor.
Kerry se acercó. —Gracias jefa.
Dar le dio una mirada irónica, y luego se echó a reír. —Vamos a vestirnos. Podemos
ir a buscar un poco de sopa para el almuerzo.
—Parece un buen plan—. Se inclinó y le dio un fuerte abrazo a Dar.
Un trueno retumbó a lo lejos.
***
Kerry se puso de pie junto a la puerta de la terraza del restaurante, viendo caer la
lluvia. Había conseguido un tazón de sopa de crema, con algunas galletas para el almuerzo
y su cuerpo parecía haberse asentado de nuevo.
Dar había estado muy tranquila desde que habían salido de la habitación, sin
embargo, Kerry todavía percibía que había un poco de tensión entre ellas, tras lo hablado
con su vida laboral. Había momentos, admitió en privado, que deseaba que no trabajaran
tan estrechamente.
No le importaba tener a Dar como su jefa, ella era la mejor en su departamento. Era
sólo que a veces le resultaba difícil separar su vida de trabajo con su vida personal. A
veces realmente era duro.
En este caso, sabía que la había hecho sentirse mal por haber dado por sentado
ciertas cosas, aunque en realidad no importaba si hubiese sido cierto. La primera vez que
vio el inicio de sesión, se había sentido un poco rara, insegura, pero después de eso, lo
había dejado correr.
Tenía que reconocer, que saber que Dar supervisaba el cierre de sus proyectos, le
hacía sentir segura, como si otra persona le estuviera cubriendo el trasero.
Suspiró. Aunque, ahora que lo pensaba, el hecho de que su amante se tomara el
tiempo para revisar sus técnicas, evaluarlas y aprender cosas, le resultaba muy halagador.
Sin embargo, había pensado que Dar estaba husmeando en su trabajo.
Oyó pasos detrás de ella, y Dar surgió en el porche, de pie en silencio mientras
chupaba un caramelo de menta. Kerry dio un paso atrás y se apoyó en ella, sintiendo su
cuerpo relajarse al sentir el contacto. Cerró los dedos alrededor de Dar y los apretó,
sonriendo un poco cuando le devolvió la presión.
— ¿Te sientes mejor?—, Preguntó Dar.
—Casi—. Respondió, volviendo la cabeza para mirarla.
Dar le devolvió la mirada con una expresión burlona, luego su rostro se relajó en
una sonrisa. —Estoy bien. — Aseguró Kerry. —Pero hazme un favor, ¿podrías?
—Cualquier cosa—. Kerry respondió sinceramente.
—Sólo pregúntame la próxima vez.
Kerry entendía lo que quería decir. Preguntar en lugar de asumir. Era un concepto
clave que pensaba que había aprendido de Dar desde el principio. Sólo debía aplicarlo a
su jefa. —Lo haré. — Prometió.
—Está bien. — Dar le dio una palmada en la cadera. — ¿Estás lista para ir a cumplir
con nuestro misterioso adversario?
—Preparada como una lo puede estar—. Sintió que sus entrañas se revolvían,
mientras se ponían las chaquetas, y salían de la habitación. Después caminaron juntas por
las escaleras y salieron a la lluvia. Las gotas golpearon sus hombros fuertemente, mientras
mantenían la cabeza baja y seguían caminando.
Dar pasó un brazo sobre los hombros de Kerry y la atrajo más cerca, girándola
ligeramente para que la rubia no se mojara tanto. Centró su atención en los muelles que
se aproximan, viendo la forma ominosa del gran barco negro al final de ellos.
Su pulso se detuvo.
Había dos hombres que custodiaban la pasarela cuando llegaron allí. Se detuvieron
tranquilamente, delante de ellos. Dar los miró fijamente hasta que la situación se volvió
incómoda, entonces sacó el sobre de su bolsillo y se lo enseñó, golpeándolo en el pecho.
El guardia cogió el sobre y se lo arrebató antes de que cayera al suelo. La miró
fríamente, luego lo abrió y desdobló el papel. Después de leerlo, se dio la vuelta y habló
por la radio recortada en su hombro.
Kerry se movió con suavidad sobre sus talones, teniendo la oportunidad de estudiar
el barco. El arco cerca de la línea de flotación estaba recién pintado y calibrado. Habían
tenido que arreglar al menos diez metros de la fibra de vidrio. Se rio en silencio, pero
levantó la vista al oír al guardia cada vez más cerca.
—Ven conmigo—. El guardia se dirigió a Dar con brusquedad. —Sólo tú.
—Bésame el culo. — Le respondió, en un acento agradable. —Dile a tu jefe que si
él quiere hablar, lo haremos a aquí.
El guardia se limitó a mirarla.
—Tienes sesenta segundos, si no, nos marchamos.
El hombre soltó un bufido, se dio la vuelta de nuevo y habló en su hombro.
—Acabará con rigidez en el cuello con esa costumbre. — Susurró a Dar.
—Ya la tiene, incluso sin hablar por esa maldita cosa. — Le susurró. —Al igual
que en el supermercado. Había un hombre que prácticamente hablaba con su brazo.
Kerry se rio. —Eso es como hablar con una marioneta.
Dar negó con la cabeza. —Estos chicos son como los personajes de dibujos
animados. — Señaló al guardia que se acercaba a ellas, una vez más.
—El Sr. De Salliers dijo que no tiene tiempo para jugar con usted. — Les anunció.
—Está bien. — Levantó una mano. —Hasta mañana. — Se volvió y comenzó a
bajar los muelles. —Si cambia de opinión, ya sabe dónde estamos.
—Adiós. — Kerry movió las manos, antes de seguir a Dar. Alcanzó a su compañera,
después de unos pasos, y se pasearon juntas. —Entonces. — Comentó. — ¿Ahora qué?
Dar miró el reloj llavero bucle a través de su cinturón. —Le doy un minuto.
Realmente aquello no era más que un juego. Kerry ya se había acostumbrado a ese
tipo de maniobras en la sala de juntas de la empresa. Esto no parecía tan diferente.
— ¡Sra. Roberts!
—Oo, ni un minuto. — Kerry chasqueó la lengua.
Dar se detuvo y miró por encima del hombro, con los ojos ocultos tras las gafas de
sol, a pesar de la lluvia. De Salliers trotaba por el muelle después de ellas, con su blazer
azul salpicado por la lluvia. Dar se volvió completamente y esperó, después de haber
conseguido lo que quería. — ¿Sí?
—Sra. Roberts, Sra. Roberts. — De Salliers suspiró. —Sabes, creo que realmente
hemos empezado con el pie equivocado. — Su actitud, completamente invertida en
comparación con esa misma mañana, era hasta casi amistosa. —Lo único que estamos
logrando es parecer más y más hostiles. ¿No podemos cambiar eso?
Lo miró con recelo.
—Por favor. — Continuó De Salliers. —Vamos a ir dentro, fuera de esta maldita
lluvia, y hablar.
El riesgo parecía aceptable, Dar razonó, teniendo en cuenta todo. —Está bien. —
Estuvo de acuerdo.
—Bien—. Él comenzó a liderar el camino de regreso hacia su barco. —Estoy
seguro de que podemos llegar a una mejor comprensión, si ponemos un poco de esfuerzo.
— Sólo entonces pareció darse cuenta de la presencia continua de Kerry. —Lo siento, no
creo que nos conozcamos
—Kerry—. Extendió su mano a modo de saludo.
—Ah—. De Salliers la tomó y la apretó brevemente. — ¿Y tú eres...?
—La Tarjeta American Express de Dar. — Respondió suavemente. —Ella nunca
sale de casa sin mí.
Dar tuvo que morderse el interior de su labio para no sonreír. —Somos compañeras.
Pasaron a los dos guardias, que las fulminaron con la mirada. Dar ignoró su actitud
y siguió a su anfitrión por la larga pasarela de la cubierta de su barco, pisando
cuidadosamente.
Kerry los siguió, mirando a su alrededor, por la cubierta del gran barco mientras se
movían en torno a la cabina. El suelo de la cubierta estaba cubierto de felpa, que simulaba
increíblemente a un césped artificial. Había otros dos guardias más que estaban apoyados
a ambos lados de la cubierta, con las manos entrelazadas detrás de la espalda. Eran
grandes y de aspecto saludable. A Kerry le recordaron al ganado. —Moo—. Pronunció,
en voz baja.
Los hombros de Dar se torcieron en una risa silenciosa.
Siguieron a De Salliers dentro de la cabina, entrando en un espacio tan
ostentosamente bien equipado como la cubierta exterior. Estaba lleno de oscuridad,
muebles de cuero y madera de teca. Era todo muy masculino. A un lado había un bar, con
un estante de cristal en el techo montado con pivotes. Al otro lado de la barra estaba el
centro de entretenimiento con un salón de visión circular. Hacia la parte trasera había una
galera espaciosa, y detrás una puerta cerrada que conducía a las áreas más privadas de la
cabina del barco.
Las ventanas estaban demasiado teñidas, y la luz apenas penetraba. La mayor parte
de la iluminación era proporcionada por luminarias empotradas cerca de las paredes, y un
haz de luz brillante apenas iluminaba la mesa del comedor, destacando un jarrón de cristal
con una sola y perfecta rosa roja en él.
—Por favor, siéntense. — Dijo De Salliers, mientras cruzaba a la barra. — ¿Puedo
ofrecerles algo de beber?
—No, gracias. — Respondió Kerry. Esperó en silencio cerca de la puerta, mirando
a su alrededor.
Dar estaba rodeando la cabina, examinando las alfombras orientales enmarcadas en
las paredes. —Nada para mí, gracias. — Se detuvo frente a una pequeña pintura cerca de
la galera, inclinándose un poco hacia delante cuando reconoció el estilo. Sus cejas se
levantaron detrás de sus gafas.
—Bonita pieza, ¿no es así?— Su anfitrión habló detrás de ella. —Tengo una mucho
más grande en mi casa. Verdaderamente captura la majestuosidad del mar.
Dar se enderezó. —Muy agradable. — Se quitó las gafas de sol y se volvió, mientras
contemplaba a De Salliers. —Le transmitiré sus elogios a mi madre.
El hombre se congeló en su lugar. Sus cejas se contrajeron con fuerza, dándole un
aspecto casi cómico, cuando se detuvo mientras se servía lo que parecería ser un escocés.
— ¿Discúlpeme?
Hizo un gesto con el pulgar sobre su hombro señalando la pequeña pintura. —Ese
es el trabajo de mi madre. — Respondió suavemente. —Los paisajes marinos son su tema
favorito.
Dejó el vaso, y apoyó las manos en la barra. —Bien, bien. — Murmuró. —Usted
es la caja de las sorpresas de la verdadera Pandora, ¿no es así, señora Roberts?— Levantó
su copa y la hizo girar. —Vengo para una investigación sobre algunos ricos objetos del
Caribe y ¿qué me ocurre? La CIO de la empresa de ordenadores más grande del mundo.
—Hizo una pausa. — ¡Qué sorpresa!
Dar se encogió de hombros. —Podría decir lo mismo. Salgo de vacaciones por el
Caribe, ¿y qué me ocurre? Unos pendejos persiguiendo nuestro barco, entran sin permiso
en nuestra habitación de hotel, y dejan mensajes amenazantes. — Respondió. — ¡Qué
sorpresa! Lo único que esperaba era un tiempo razonable y algunas langostas espinosas.
De Salliers suspiró. —Pensé que estábamos tratando de llegar a entendernos.
Lo miró fijamente. —Venimos a bucear y lo siguiente que sé es que tus imbéciles
matones nos están persiguiendo.
—Ahora, señora Roberts. — El hombre levantó una mano con dulzura. —Ahora
me doy cuenta que nos acercamos a usted por el camino equivocado.
— ¿Quieres decir que, después de vuestros trucos de intimidación, que no han
funcionado, habéis decidido averiguar a quién estabais persiguiendo?— Kerry dijo desde
su lugar cerca de la puerta.
De Salliers lanzó una mirada hacia ella. —Mira. — Al parecer, su juego no estaba
funcionando. —Vamos a cortar por lo sano.
—Bien—. Dar masticó sus gafas de sol. Luego caminó hacia el cómodo sillón de
cuero más cercano y se dejó caer. Kerry le hizo una señal casi imperceptible y se unió a
ella, encaramándose en el brazo del sillón.
—Okay—. De Salliers tomó la silla frente a ellas. —Este es el trato. — Su actitud
había cambiado, ahora era más informal. Casi como Dar había hecho. —Tengo un pedazo
de océano del que poseo los derechos de salvamento. Te llevaste algo de allí, y lo quiero
de vuelta.
—Está bien—. Kerry tomó la delantera. —En primer lugar, el sitio no estaba
marcado. — Enumeró con sus dedos. —No pusiste ninguna boya, no pusiste ninguna
bandera de buzo, y tampoco había etiquetas en los restos del naufragio.
Tomó un sorbo de su bebida. —Estábamos a punto de hacerlo.
— ¿Qué es lo importante de este naufragio?—, Preguntó Kerry. —Yo lo vi. Es un
viejo carguero de pesca con más coral que el acero.
—Eso no es asunto tuyo.
—Entonces—. Dar se metió en la conversación. —Para tu información,
encontramos una concha de caracol y la sacamos fuera. No tienes derechos de salvamento
sobre invertebrados marinos o sus estructuras exteriores calcíferas.
Los dedos del hombre tamborilearon nerviosamente en su rodilla, que sacudía
ligeramente por la tensión. —Lo siento mucho. — Comentó en voz baja. —Pero no te
creo.
— ¿Por qué no?—, Preguntó Kerry repentinamente. — ¿Qué diablos podemos
saber de salvamento marítimo? Simplemente somos buceadoras deportivas. — Se puso
de pie y caminó. —Eso es lo que no entiendo de todo este escenario. ¿Qué te hace pensar
que tenemos lo que sea que estás buscando?
De Salliers la miró con los ojos entornados.
— ¿Quién eres?—
Dar se inclinó hacia delante, captando su atención. — ¿Qué estás buscando?—,
Preguntó, en un tono vibrante bajo.
Sus ojos oscuros se clavaron en los de ella. Se miraron el uno al otro durante un
largo momento. —No te lo puedo decir. — Finalmente dijo De Salliers.
Dar empezó a levantarse. —Esto es una pérdida de tiempo.
—Sra. Roberts—. También se puso de pie y alzó una mano. —Lo digo en serio. No
puedo decírtelo.
—Eso es porque no sabes lo que es. — Kerry se dio cuenta. —No tienes idea de lo
que estás buscando, ¿verdad?
El hombre se relajó en su silla con un suspiro de disgusto.
La morena se reclinó y cruzó los tobillos. —No lo entiendo. — Negó con la cabeza.
— ¿Cómo diablos puedes reclamar el rescate de un objeto desconocido?— Le preguntó
a su anfitrión.
Se frotó las sienes. — ¿Sra. Roberts alguna vez ha quedado izada en su propia
trampa?— y continuó — ¿puesta a secar por su propia reputación?
Dar examinó la cuestión. —No—, respondió. —Todavía no.
Kerry se acercó y se arrodilló al lado de su silla, apoyando su brazo cerca. —Hable
con nosotras, señor De Salliers. Díganos qué diablos está pasando realmente. Tal vez
podamos ayudarle. — Le dirigió una mirada sincera. —Somos mejores amigas que
enemigas, créame.
Él vaciló, luego respiró.
La puerta se abrió de golpe, y uno de los guardias se apresuró. — ¡Señor! !Está ahí
fuera! ¡Son los restos del naufragio del buceo!
—Mierda—. De Salliers saltó a sus pies. —Voy a matar a ese hijo de puta. ¡Rem!—
Empezó a salir de la cabina, luego aparentemente recordó a sus huéspedes. —Lo siento.
Espero que disfrutéis del paseo.
Dar y Kerry estaban de pie y se dirigieron a la puerta. Antes de poder salir, el
guardia cerró de golpe la puerta.
—Señoras mejor si se sientan. — El guardia dijo, con voz ronca.
Dar entregó a Kerry sus gafas de sol. —Le sugiero que se mueva. — Respondió al
guardia en un tono uniforme. —Nos vamos.
—Sentaros. — El guardia repitió.
Dar avanzó hacia él. —Muévete—. Lo inmovilizó con una mirada helada.
—Señora, voy a romperle el culo si no se sienta. — El guardia amenazó.
—Inténtalo—. Sintió que su cuerpo reaccionaba ante el peligro, la adrenalina
recorría su piel, mientras se mantenía en perfecto equilibrio. El guardia era el doble de su
tamaño, pero en ese momento a ella no le importaba nada. Él estaba entre ella y la
seguridad para ambas.
Él se estaba moviendo.
Los motores del barco tomaron vida. Dar flexionó las manos y dejó que su energía
oscura la dirigiera hacia la puerta.
El guardia la alcanzó maldiciendo. Ambos lidiaron brevemente, luego Dar fue
arrojada contra la pared, mientras se defendía. Extendió su mano hacia ella, con la otra
intentando golpearla.
Dar lo cogió de la mano y lo giró, arremetiendo con una patada lateral que lo atrapó
justo en la mandíbula. Su cabeza dio la vuelta y lo tiró fuera de balance, luego se dio la
vuelta y lo tiró al suelo. Con un bufido, agarró la manija de la puerta y la abrió de golpe,
mientras Kerry saltaba sobre el hombre aturdido y se unía a ella.
— ¿Te apetece un baño?—, Preguntó Dar, apoyada en la barandilla de popa.
—Donde quiera que vayas, yo voy. — Al oír el grito de De Sallier detrás de ellas,
saltaron la barandilla y se zambulleron juntas en el agua revuelta.
Parte 6
Salió a la superficie, tosiendo para limpiar sus pulmones del agua del mar. Se giró,
retiró el pelo de los ojos mientras buscaba frenéticamente a Kerry. Un momento después,
la mujer rubia apareció cerca. Kerry la vio y nadó con trazos rápidos y eficientes. El agua
estaba picada, y el aguacero hacía difícil la visión, pero nadó a través de las olas hasta
llegar a Dar.
Por un momento, simplemente se miraron. Dar sacudió el flequillo de los ojos de
nuevo y miró a través de la lluvia. —Vamos. — Ahogó una tos. —Debemos llegar al
barco.
Entre la marea, la lluvia, y la ropa el nadar se volvió complicado. Kerry se encontró
realmente perdiendo sus fuerzas mientras luchaba por avanzar. Empezó con estilo crol
pero apenas podía avanzar, por lo que se vio obligada a cambiar al estilo hombre rana,
manteniendo sólo la cabeza fuera del agua para poder respirar. Su fuerza empezó a
debilitarse, cuando todavía faltaban más de tres cuartas partes del camino de vuelta a los
muelles, y se desaceleró para recuperar el aliento.
Dar parecía sentirlo. Se detuvo y se volvió. A continuación nadó de nuevo hacia
ella. — ¿Que está mal?
—Estoy cansada—. Kerry admitió. —Dame un minuto.
—Espera. — Le ofreció su brazo, mientras sus piernas continuaban en poderoso
movimiento bajo las olas, manteniendo su posición vertical.
—No, está bien. — Se sintió un poco mejor. Comenzó a moverse de nuevo hacia
delante. La morena se mantuvo cerca, a su lado, cuando se acercaron al interior del dique,
cuando la lluvia caía más y todo se hacía más difícil. Se acercó a la pared para sujetarse
y hacer frente a las olas que estaban golpeándola fuertemente.
—No falta mucho. — Dar señaló la forma de balanceo de su barco, apenas visible
a través de la lluvia. — ¿Estás bien?
—Sí. — Asintió positivamente. —Vamos. — Se apartó de la pared y comenzó a
nadar, sintiendo la fuerte corriente contra su cuerpo.
Como pudo se mantuvo cerca de Dar. El agua golpeaba su rostro, haciendo que sus
ojos ardieran y saboreando la sal, en la parte posterior de la boca, más de una vez. Su
enfoque se redujo, al ritmo de la lluvia, y sintió el alto cuerpo en movimiento justo por
delante de ella, que la ayudaba.
Se sacudió. Luego jadeó al notar un dolor punzante a través de su estómago, que
casi la dejó sin sentido. —Maldita sea. — Se quedó quieta con gran esfuerzo, dejándose
ir a la deriva fuera. A continuación se echó a nadar de nuevo, haciendo una mueca ante
las sacudidas que recorrían su cuerpo.
¡Maltitas Medusas! Maldijo en voz baja. Sólo mi suerte. Después de un momento,
el dolor se desvaneció un poco, empujándolo fuera de su mente mientras continuaba.
Su respiración era corta, y sus músculos ardían dolorosamente cuando oyó el sonido
distintivo de las olas golpeando contra la fibra de vidrio. Levantó la vista para ver el arco
de la superficie blanca sobre su cabeza. Extendió la mano y agarró el borde del muelle
mientras observaba a Dar acercarse al lado del barco. Con un poderoso brote, salió del
agua, con los brazos extendidos hacia la barandilla, que se agachó hacia ella en el último
momento y amablemente dio una palmada en sí en sus manos.
Dar se agarró y se colgó de allí por un momento, visiblemente reuniendo sus
fuerzas. Su ropa mojada se aferraba a su cuerpo, y Kerry vio su pecho expandirse mientras
tomaba una respiración profunda. La parte superior del cuerpo se contrajo, tirando de ella
hasta la barandilla y luego sobre ella, pero Kerry podía ver el sobreesfuerzo que su amante
estaba haciendo, a pesar de la robusta constitución de su cuerpo.
Sabía que ella no tendría que hacer ese esfuerzo, por lo que se empujó de nuevo,
acercándose a la popa, a la parte más baja del barco, donde la escalera de buceo se
sujetaba. En el momento en que llegó allí, oyó los sonidos metálicos que Dar estaba
haciendo para desenganchar la escotilla y liberar la escalera. Lo siguiente que sintió fue
una picadura de luz, cuando la pieza de aluminio cayó al agua junto a ella y se sumergió
rápidamente. Agradecida, se agarró a los peldaños. A continuación, apoyó los pies en el
escalón inferior y fue empujando hacia arriba.
De repente, sintió que Dar la sujetaba alrededor del brazo, tirando de ella, con fuerza
hacia arriba, aterrizando en la cubierta de popa junto al cuerpo empapado de su amante.
Dar sacó la escalera y cerró la escotilla trasera.
Buh. Kerry descubrió que sentarse era una cosa muy buena. Ni siquiera le importó
la lluvia torrencial. Se limpió el agua salada de su cuerpo mientras luchaba en una
posición de piernas cruzadas. Sus brazos y piernas estaban totalmente entumecidos y
débiles. Mantuvo la cabeza baja mientras apoyaba los codos en los muslos y simplemente
trababa de recuperar el aliento.
Dar se dejó caer a su lado, aparentemente tan contenta de simplemente sentarse.
Extendió sus largas piernas y apoyó las manos en las rodillas. —Hijo de puta de mierda.
Kerry levantó su cabeza y la miró perpleja. —Estaba pensando que tal vez
deberíamos ir a Las Vegas de vacaciones la próxima vez.
Los ojos azules enmarcados en un lío de pelo oscuro y húmedo la miraron fijamente.
—Con mi suerte, un virus informático podría derribar toda la ciudad mientras estamos
allí. — Exhaló. — ¿Estás bien?
—Sólo aniquilada—. Asintió. —Y creo que me tragué la mitad de un galón de agua
salada. Tengo la lengua en escabeche. — Se retiró el pelo de la cara. —Dar, esto apesta.
—Uh huh—. Dar dejó escapar un suspiro. —Mejor si nos resguardamos de la lluvia.
— Con un ligero gruñido, se puso en pie y miró más allá de la entrada del puerto
deportivo. Era difícil entender lo que acababa de suceder. En un momento estaban
hablando con De Salliers, y a continuación, al minuto siguiente se había encontrado en
una situación casi peligrosa. Lo cual, consideró pensativamente, la habían manejado muy
bien.
— ¿Dar?
Esta se dio la vuelta para encontrarse con su amante que le tendía la mano.
— ¿Qué estás pensando?
Le estrechó la mano y se inclinó hacia atrás, tirando de la rubia para ponerse en pie.
—Me pregunto quién sería. — Pensó, mientras se movían hacia la puerta de la cabina y
buscaba la llave. —Maldita sea, sólo si hubiéramos tenido un minuto más.
—Sí. — Kerry estuvo de acuerdo. —Estábamos cerca. ¿Oíste lo que dijo? ¿Acerca
de tu reputación? ¿Qué fue todo eso?
Dar hizo una pausa, manteniendo la puerta abierta. — ¿Quieres averiguarlo?
Kerry la miró. — ¿Quieres decir, seguirlos?— Miró a la morena fijamente. —Eso
es una locura, Dar. — Una ceja se arqueó con ironía frente a ella. —Vamos a hacerlo.
—Ve y cámbiate mientras voy arrancando. — Le dio una palmadita en el trasero, y
desapareció de la cubierta.
—Sí, sí, capitán. — Kerry entró en la cabina, sacudiendo la cabeza y riéndose. —
Nadie va a creer esto. — Dijo en voz alta. Habían traído sus cosas del hotel, antes de
haber salido a desayunar. Sus bolsas y el portátil de Dar descansaban sobre la mesa donde
lo habían dejado.
Se despojó de su camisa empapada mientras continuaba a través de la cabina. La
colgó en la barra de la ducha y luego añadió sus pantalones cortos, lanzando las zapatillas
en la ducha, junto con los calcetines y ropa interior.
El estruendo de los motores de arranque vibró a través de sus pies descalzos. Se
deslizó fuera del baño para dirigirse al dormitorio, dándose una rápida mirada en el espejo
en su camino a la cómoda. —Guau. Pareces una rata ahogada. — Se señaló a sí misma.
Su piel mostraba unos ligeros rasguños y la marca roja donde creía que había sido picada
por una medusa. Todavía le latía. Hizo una mueca mientras presionó ligeramente la zona
afectada.
El barco se movió, y tuvo que agarrarse rápidamente a la cómoda, para mantener el
equilibrio. Esperó un momento, sacó ropa seca de la cómoda y se vistió. Luego cogió un
impermeable del armario y se lo pasó por la cabeza, haciendo una pausa para reír cuando
la prenda llegó hasta sus rodillas. —Vaya—. Empezó a quitárselo, pero se detuvo a medio
movimiento y simplemente se ajustó el cinturón alrededor de la cintura.
Sin detenerse a pensar más en ello, se dirigió a la cocina y cogió una botella de agua
de la pequeña nevera. La abrió y se la bebió en dos grandes tragos, limpiando el sabor de
mar de su boca. A continuación se dirigió a la puerta.
***
Dar estaba sentada en la silla del capitán, haciendo una mueca ante la humedad
incómoda de su ropa. Ajustó los aceleradores y guio el barco fuera del muelle, pensado
dejar a Kerry al timón, el tiempo suficiente para poder cambiarse de ropa, una vez
estuvieran fuera en aguas abiertas.
La lluvia la golpeaba constantemente. Se inclinó hacia delante para ver mejor, a
través del plástico, mientras guiaba el barco por el canal. Dio la vuelta a la boya, y aceleró
los motores.
Apenas había tenido tiempo para relajarse cuando oyó a Kerry subir la escalera. Se
volvió al ver a su amante aparecer en el puente, vestida con un impermeable azul,
obviamente, no era el suyo. Kerry se deslizó debajo de la cubierta del puente y empujó la
capucha de la gabardina hacia atrás, exponiendo el pelo rubio despeinado. —Chaqueta
agradable.
— ¿Quieres?— Kerry le entregó la botella de agua, y luego envolvió sus brazos
sobre los hombros de Dar. —Creo que me picó una medusa, Dar.
— ¿Sí?— Siguió con lo que estaba haciendo, y una vez seguras, volvió su atención
a Kerry. — ¿En dónde?
La rubia subió el impermeable, luego la camisa para dejar el vientre al descubierto.
—Aquí.
Dar miró enojada, tocando suavemente la marca roja. — ¿Te duele?— La miró a la
cara — ¿o te pica?
—Un poco—. Admitió. —Es una especie de sensación pulsátil. — Explicó. —No
es nada, quizá no debería haberlo mencionado. Quiero decir, he recibido golpes peores.
— ¿La has limpiado con algo?
Negó con la cabeza. —No creía que necesitara hacerlo.
—No sé. — Dar frunció el ceño. — ¿Has visto qué tipo de medusa que era?
—No. — Se sentó junto a ella. —Creo que no es nada. Solo me dolió al principio,
pero ahora solo es una simple molestia. — Escudriñó el horizonte. — ¿Cuál es el plan?
La morena abrió el pequeño armario debajo de la consola y sacó una botella de
color marrón y un pequeño paquete de vendaje con gasas. —Quítate la ropa. — Ordenó,
abriendo la botella de alcohol y mojando la gasa.
— ¿No deberíamos preocuparnos de hacia dónde vamos?— bromeó suavemente —
¿en vez de estar mirándome el ombligo?— Pero accedió y se subió la ropa, aspirando una
bocanada de aire cuando la gasa le tocó la piel y la quemó. —Ow.
—Algunas de esas cosas estúpidas producen células urticantes. — Le dijo. —
Manteen el timón mientras hago esto.
Cerró los dedos alrededor del metal, manteniéndolas en curso cuando sintió a Dar
limpiar cuidadosamente el lugar, ahora doloroso en su vientre. El palpitante parecía estar
cada vez un poco peor, pero pensó que se debía a que Dar estaba tocándolo. — ¿Qué
vamos a hacer cuando nos acerquemos a ellos?
Terminó su tarea y con cuidado deslizó la ropa de Kerry hacia abajo, para volver a
estar cubierta. —Sólo ver. — Dijo, dando a Kerry una palmadita en la cara. —Tal vez
podamos averiguar a qué está jugando.
—Espero que sí—. Sentó de nuevo y suspiró.
Dar la miró. El perfil de Kerry parecía tenso. Podía ver pequeñas arrugas alrededor
de sus ojos. —Hey.
La miró, sus ojos verdes visiblemente inyectados en sangre. — ¿Hm?
—No tenemos que hacer esto.
La mujer rubia ladeó la cabeza. — ¿Eh? Pensé que querías ir tras ellos.
—No tienes buen aspecto.
Kerry tragó. —Estoy bien.
Dar la miró dudando.
—Dar. — La voz de Kerry tomó un toque de impaciencia. —No soy una niña
pequeña.
—No he dicho que lo fueras. — Jugueteó con los controles y el acelerador. —
Simplemente me pregunto si estar aquí fuera persiguiendo a ese loco, bajo esta lluvia, es
una buena idea. — Dijo. —Tal vez deberíamos simplemente dejarlo estar, Ker.
Esta apoyó un pie desnudo contra la consola y lo pensó. Podía oír el malestar en la
voz de Dar. —Creo que... — hizo una pausa, y realmente consideró sus palabras. —Creo
que si lo hubiéramos dejado estar desde el principio, habría estado bien.
Dar la miró por el rabillo del ojo.
—Pero ahora, creo que tenemos que seguir. ¿Sabes?. No me gusta la idea de huir,
y si lo dejamos ahora, sabiendo lo que sabemos, es como si lo estuviéramos haciendo.
—Mmph. — Dar gruñó a regañadientes. —Esto se suponía que debían ser unas
vacaciones relajantes. — Respondió. —Para nosotras dos solas.
Se acercó y rodeó el brazo de Dar con los dedos. — ¿Quieres parar?—, Preguntó
con sinceridad tranquila. —Cariño, si eso es lo que quieres, lo haremos—. Su mano se
apretó ligeramente.
Dar clavó los ojos en el horizonte. Se quedó pensando en silencio durante un largo
minuto. Se sentía dividida entre su deseo de conocer la verdad, y su igualmente poderoso
deseo de proteger a su amante.
— ¿Dar?— habló en voz baja.
— ¿Sí?
— ¿Por qué no simplemente vamos por el otro lado de la isla? No les sigamos,
simplemente los veremos desde el lado oeste.
Dar ajustar los tornillos reguladores un poco. — ¿Y?— Sondeó la idea con cautela.
—De esa manera, no forzaremos una confrontación, y podremos simplemente
satisfacer nuestra curiosidad. — Razonó. —Y si no hay nada que hacer, podemos... um...
— tiró suavemente de la manga húmeda de Dar, —ponernos más cómodas en la planta
baja.
Era un plan aceptable, decidió. —Está bien. — Estuvo de acuerdo. —Me parece
bien.
—Genial—. Kerry sonrió brevemente. Se deslizó sobre el asiento un poco, y se
apoyó en el cuerpo húmedo de Dar, poniendo su cabeza en el hombro de la morena. El
palpitar de su picadura parecía estar empeorando, y ahora tenía un ligero dolor de cabeza,
pero pensó que no le había falta nada más que un poco de relax en la proximidad de su
amante.
El barco se deslizó bajo la lluvia, ahora en una trayectoria curva que dejaba a De
Salliers desapareciendo en el horizonte.
***
La segunda vez que sintió el frío, se dio cuenta de que algo andaba mal. A pesar de
la protección de su chubasquero, sentía frío, y su garganta parecía estar cerrándose, por
lo que casi no podía tragar. Había intentado tratar de ignorar la sensación, pero su mejor
sentido intervino. — ¿Dar?
Su compañera la miró rápidamente. Levantó una mano y le tocó la cara. — ¿Estás
bien?
Los labios de Kerry se torcieron. —No creo. Me siento un poco mal. — Admitió.
—Tengo frío y me duele la garganta.
Dar puso una mano en la frente, y maldijo. Se volvió y examinó su entorno con ojos
ansiosos. Se aproximaban a la parte norte de la isla de Charlie, pero por lo demás estaban
en un gran parche de mar tranquilo y vacío.
Frenó los motores, y luego los detuvo, comprobando el metro de profundidad, ya a
la deriva.
— ¿Qu...?— Kerry se detuvo, casi sin poder respirar. — ¿Qué estás haciendo?—
La observó trabajar con los controles del barco, y se dio cuenta de repente que le
temblaban las manos. — ¿Dar?
—Necesito revisarte. — Habló en voz baja, con un mundo de tensión en la voz. —
Voy a echar el ancla. — Hizo exactamente eso, y el traqueteo del anclaje se desplegó de
pronto ruidosamente mientras ella apagó los motores. —Vamos. Tengo un equipo abajo,
creo que lo vamos a necesitar.
Kerry no estaba muy segura de lo que estaba pasando, pero se puso de pie,
apoyándose en la morena, cuando sus rodillas repentinamente amenazaron con no
sostenerla. —Oh chico.
—Espera. — La tomó por la cintura, y la condujo por la escalera. —Creo que estás
teniendo una reacción a la picadura.
—Oh. — Se estremeció, sintiendo como si estuviera bajo el agua tratando de
respirar. —Mi garganta ... la siento un poco espesa. — Mantuvo el aliento, sintiendo la
seguridad absoluta de la presencia de su amante. —Se siente rara.
Llegaron a la cubierta y las piernas de Kerry se doblaron bajo ella. —D ...
—Te tengo. — La levantó en vilo y la llevó a la cabina, pateando la puerta, dejando
atrás la lluvia para entrar en el aire caliente que proporcionaba una tranquilidad más
fresca. Kerry tragó aire, y al oír el roce de su propia respiración, de pronto sintió miedo.
Sintió la tela fresca del sofá contra sus piernas cuando Dar la bajó. — ¿D... Dar?—
La agarró del brazo con dedos temblorosos, mientras sentía a Dar deslizar una almohada
debajo de la cabeza, para que estuviera bien apoyada.
—Sólo quédate tranquila, y trata de relajarte. Vuelvo enseguida . —
Apenas podía respirar. Se sentía como si no hubiera suficiente oxígeno en el aire, y
cuando Dar volvió y se arrodilló junto a ella, se dio cuenta que los dedos de las manos y
de los pies estaban hormigueando. Un miedo irracional se apoderó de ella y empezó a
entrar en pánico.
—Ker ... Ker ... tómalo con calma. — La voz de su amante penetró la niebla a su
alrededor.
—Da ... no puedo respirar. — Jadeó.
—Cariño, lo sé. Sólo dame un minuto.
Sintió, de pronto, algo frío contra su brazo. — ¿Qu... — Volvió la cabeza y vio que
Dar tenía una aguja. Su temblorosa longitud la sacudió. Kerry la miró a la cara y vio una
máscara de feroz preocupación. Abrió los ojos aterrorizaba. ¿Iba a morir?
Un suave grito escapó de su garganta. Sintió un pinchazo y su brazo se sacudió,
entonces un sólido rayo de dolor la hizo esforzarse, jadeando, incapaz de sacar una
respiración decente.
El peso de Dar se apretó contra ella bruscamente, sujetándola. Sintió pánico. Intentó
luchar, empujando a su amante con fuerza en contra. Sintió que la abrazaban, que la
agarraban con fuerza, hasta que sintió un nuevo pinchazo.
Luego sólo un escalofrío. A continuación, una extraña sensación de calor bajo su
piel donde la aguja había entrado.
Luego desapareció. Le pareció oír un ruido a través de la habitación. El peso se
desprendió de ella y la cabina se volvió hacia arriba y alrededor. No podía respirar, tenía
frío y ....
— ¡¡¡Kerry!!!!
La voz penetró en su confusión, de alguna manera. Kerry tosió, y luego inhaló por
reflejo, sorprendida cuando fue capaz de aspirar una bocanada de aire. Las bandas de
presión alrededor de su pecho se relajaron y se estremeció, acurrucándose cerca de la
fuente de calor, ahora envolviéndose alrededor de ella.
Poco a poco, la sensación de hormigueo en las manos se desvaneció y los flexionó
débilmente. Todavía podía sentir escalofríos sacudiendo todo su cuerpo. Era muy difícil
pensar con claridad. Pero sabía que estaba siendo mantenida de forma segura. Podía sentir
la respiración de Dar presionar contra su espalda.
Al menos ahora podía respirar. Tragó aire con gratitud, sintiéndose completamente
agotada. —Wow. — Susurró.
Sintió el tirón leve detrás de ella cuando la morena casi se echó a reír. Podía oír el
martilleo del corazón de Dar, donde la oreja se apretaba contra su pecho. Tosió un poco,
escuchando un traqueteo en sus pulmones que la ponía nerviosa. —Ungh.
—Tranquila—. Dar por fin habló. Se apoyó contra el sofá acunando a Kerry un
poco más cerca. El rostro de Kerry había adquirido un tono gris pálido. Podía sentir los
escalofríos recorrer su cuerpo. Ahora que la inyección de medicamento, un estimulante
que siempre llevaba, había sido administrado no había mucho más que pudiera hacer,
nada más que sólo estar ahí para ella.
Ya tendría tiempo, más tarde, de maldecirse a sí misma por no ver las señales.
Tiempo para estar enfadada por no haber comprobado la picadura más a fondo, o tomado
más precauciones, o ...
Exhaló. Kerry nunca antes había tenido una reacción a una picadura. La verdad sea
dicha, ella había estado la mayor parte de su vida en el mar, y sólo una vez, a los diez
años, le había picado, pero nada parecido a lo que acababa de ocurrir. —Tranquila, cariño.
Simplemente se quedó allí en silencio, con la cabeza apoyada en el pecho de Dar.
Su mano descansaba lánguidamente sobre su compañera, moviendo ligeramente el
pulgar. — ¿Dar?— Murmuró.
—Estoy aquí.
— ¿Me estoy muriendo?
Dar sintió que su presión arterial se disparaba tan alto que empezó a marearse y ver
destellos delante de sus ojos. —No, cariño. — Contestó en voz baja. —Ni siquiera pienses
en eso.
Era como escuchar un trueno constante. Casi podía contar los latidos de su corazón.
Giró la cabeza hacia un lado y miró vagamente, viendo el miedo marcado en el rostro de
su amante. Su mano se levantó para tocar la mandíbula de Dar y la sintió temblar bajo sus
dedos.
No. Parpadeó. No podía morir. Dar la necesitaba.
—Nunca me sentí así antes. ¿Qué paso?
Dar tragó, y luego con impaciencia limpió las lágrimas de sus ojos. —Has tenido
una reacción a esa maldita puta picadura.
Las cejas de Kerry se levantaron ligeramente. —Ouch. Nunca me había pasado nada
parecido. — Sintió otro escalofrío, y se acurrucó en el abrazo de la morena, buscando
calor. Su brazo le dolía. Lo miró con el ceño fruncido. —Ow. — Tocó la llaga.
—Lo siento. Tuve que hacerlo demasiado rápido. — Respiró. — ¿Qué tal si te
metes en la cama? Seguro que te sentirás mejor. — Su voz sonaba un poco áspera. —
Deberíamos ir al hospital en St. Johns.
Hospital. Arrugó su nariz . —De momento me meteré en la cama. — Admitió. —
Pero sólo si vienes allí conmigo.
—No estás en posición de negociar, Kerrison. — El tono de Dar se había amansado.
Podía oír sus latidos ralentizar y tranquilizarse. —Necesitas un médico. — Se puso de pie
con cuidado, dejando escapar un pequeño gruñido de esfuerzo mientras cogía a Kerry y
la acunaba. Caminó lentamente hacia el dormitorio, dando un giro hacia conseguir entrar
y ponerla sobre la cama.
La miró a través de los ojos entornados cuando Dar la examinó. —Urmph.
Con un suspiro, Dar le bajó la cremallera del impermeable, que aún llevaba, y se lo
quietó. Luego continuó con el resto de la ropa. La piel de la mujer rubia todavía tenía un
matiz poco saludable, y estaba temblando. —Vamos a volver. — Dar le dijo.
Kerry se acercó y le cogió la mano. —No me dejes.
—Kerry, tengo que conducir el barco, ¿recuerdas?
—No me dejes—. Le pidió en voz baja. — ¿Por favor?
La indecisión chamuscó su camino a través de la cara de Dar, mientras se encontró
atrapada entre dos impulsos abrumadores. Su mejor sentido le decía que debía llevar a
Kerry a un médico. Pero sabía que St. Johns estaba a una gran distancia, y para cuando
llegaran allí los síntomas de la rubia probablemente ya se habrían desvanecido.
—Deja que te traiga algo para la fiebre. —
—Y quítate esa ropa mojada. — Kerry bromeó débilmente. —No te puedes poner
enferma.
La coherencia en los ojos de su pareja la tranquilizó inmensamente. —Bueno. No
voy a ir a ninguna parte. — Advirtió, mientras se giraba y salía fuera del dormitorio. —
No lo haré.
Kerry la observó marcharse. Se relajó un poco, y se cubrió con las mantas, aliviada
al sentir su cuerpo empezar a establecerse. Le dolía el brazo donde Dar la había inyectado.
Ya no sentía las palpitaciones simplemente algo de malestar por la fiebre, y sus manos y
pies habían vuelto a su normalidad.
—Hijo de una galleta. — Señaló al techo de la cabina. —Eso no fue gracioso.
No es divertido en absoluto.
***
Dar entró en la cocina y se detuvo un momento. Poco a poco se apoyó en el
mostrador, llevándose las manos a la cabeza. Hijo de puta. Pensó en silencio. Hijo de
maldita perra, has estado demasiado cerca.
Con un suspiro, se enderezó, dejando caer las manos a los costados. Se sentía
completamente agotada. Sus piernas estaban todavía inestables, pero se obligó a caminar
y preparar algo de beber. El té caliente no haría nada particularmente médico, pero sabía
que a su compañera le gustaba. Además, así tenía algo que hacer.
Llenó la tetera y la puso en la estufa de la galera. Luego abrió el armario y sacó una
botella de Tylenol. Sacudió un par de las pastillas, luego sacó una taza y la dejó junto a
las pastillas.
Puso un poco de agua en la taza. Se volvió y se apoyó en el mostrador, cruzando
los brazos sobre su pecho mientras esperaba a que el agua hirviera.
La humedad contra sus antebrazos le recordó que había olvidado cambiarse de ropa.
Con un suspiro, se apartó del mostrador y se acercó a donde estaban sus maletas. Se
desabrochó la camisa y se la quitó, dejándola sobre una silla, luego se quitó el sujetador
deportivo, haciendo una mueca en su humedad pegajosa.
Ahora, ya con ropa seca, se sentía mejor, mucho más caliente. Volvió de nuevo
hacia la cocina. Vertió el agua sobre las hierbas de té que había colocado en la taza,
provocando que el lugar se llenara del aroma a moras. Tomando un pequeño tarro de miel
de la nevera, le añadió un poco y con cuidado lo revolvió.
Cuando se convenció de que era perfecto, cogió el té y las pastillas, añadió una
botella de agua y se dirigió de nuevo a la habitación.
Kerry estaba donde la había dejado, acurrucada a un lado con su brazo alrededor de
la almohada. Tenía los ojos medio abiertos, mirando la puerta y se abrieron más cuando
entró Dar. —Ah. Ahí estas.
—Aquí estoy. — Dejó su carga sobre la mesilla de noche. — ¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor. —. Se incorporó y tocó el suave algodón de los pantalones cortos
de Dar.
Esta se sentó en el borde de la cama, poniendo una mano en la frente de Kerry.
Estaba caliente al tacto, y su color era todavía definitivamente malo. —Siéntate un
minuto, y traga éstas. — La ayudó a sentarse y le entregó las pastillas, a continuación,
destapó la botella de agua y la sostuvo mientras Kerry se las tragaba.
—Gracias. — Se apoyó contra ella. —Jesús, me siento como una basura hervida
caliente.
—Hm. — Deslizó su brazo alrededor de ella. —Me lo creo.
Kerry se estremeció. —Eso fue realmente aterrador.
—Oh, sí. — Cogió la taza de té y se la ofreció. —Estaba asustada.
Kerry acunó la copa en sus manos, saboreando su calor. Tomó un sorbo de té dulce,
caliente y suspiró. —Lo sé. — Dijo. —Creo que eso me asustó más.
Dar se arrodilló frente a la cómoda, abriendo el cajón inferior y hurgando en ella.
Encontró el pequeño estuche que había escondido en el interior, cuando se habían
embarcado en Miami, y lo recogió, llevándolo con ella mientras se reubicaba en el borde
de la cama.
— ¿Qué es eso?— la observó con curiosidad. Sus ojos siguieron la cremallera
cuando Dar la abrió, y luego las cejas se levantaron bruscamente cuando vio el manguito
de presión arterial dentro. — ¿De dónde diablos salió eso?
—Del Dr. Steve. — Respondió en voz baja. —Dame tu brazo.
—Dar.
Haciendo caso omiso de la protesta leve, le sujetó el manguito alrededor del brazo
tonificado de su amante y comenzó a bombear.
— ¿Realmente sabes cómo usar eso?— suspiró.
—Puedo reprogramar manualmente el flash BIOS de un mainframe de IBM. Creo
que puedo entenderlo. — Respondió, mirando el pequeño calibre en el gadget.
Kerry exhaló con tristeza, y sus hombros cayeron.
Dar miró hacia arriba y vio su expresión. —Me lo hizo traer. — Explicó
suavemente. —No pensaba usarlo, pero desde que tuve que administrarte ese maldito
estimulante ...
Kerry se asomó en el manómetro. —Mmm. — Lo golpeó con la otra mano. —
Maldita Sea.
No es bueno. Liberó un poco la presión, y lo comprobó de nuevo. Más de un
centenar. Desabrochó el brazalete del brazo de Kerry y lo frotó intentando darle algo de
confort. —Probablemente es por el estimulante, cariño. — Le explicó. — ¿Por qué no te
acuestas?
Kerry mansamente accedió, todavía visiblemente infeliz.
Tiró el dispositivo sobre la cómoda y se tendió a su lado, acariciándole suavemente
el pelo revuelto con los dedos.
—Bah—. Kerry murmuró.
—Apuesto a que cuando revisemos más tarde, no habrá ningún problema. — Le
dedicó una sonrisa simpática.
Kerry la miró hoscamente, y luego tendió una mano. —Dame eso. — Señaló el
brazalete.
Dar se acercó, lo cogió y se lo entregó, sorprendiéndose cuando Kerry lo envolvió
alrededor de su brazo y comenzó a bombear. —Um ...
—Ah ah. — Kerry continuó con su tarea. —Lo justo es justo, Dar. Pensé que tu
corazón se iba a salir de su pecho. — Terminó el bombeo, y observó los resultados. —
Ah. — La miró. —Más alto que el mío, cariño. Acuéstate.
Dar parpadeó con sorpresa, mirando hacia abajo a su propio brazo. Luego le dio a
Kerry una tímida sonrisa, y se retorció en una posición más cómoda al lado de su pareja.
—Estaba estresada. — Comentó. —Eres muy importante para mí.
En respuesta, envolvió su brazo alrededor de Dar cuando ésta puso la cabeza sobre
su hombro. —Creo que estamos dejando que De Salliers se marche, ¿eh?—, Murmuró.
— ¿Estamos bien con eso, Dar?
Dar tenía los ojos cerrados, dando la bienvenida a la flexibilización del dolor de
cabeza palpitante, a través de la parte posterior de su cráneo. Pensó la pregunta durante
unos minutos. —No lo sé. Tal vez. — Su cuerpo se movió un poco, tirando de Kerry más
cerca. —Vamos a tomarlo con calma por un tiempo, luego volveremos de nuevo a St.
Johns. — Le frotó la espalda. —Me gustaría que de todas formas te mirara un médico,
por si acaso.
Un ojo verde giró y la miró en acusación débil.
—Lo sé, lo sé. — Dar suspiró. —Yo estaría pateando y gritando si me lo hubiera
sugerido.
Kerry resopló suavemente. —Sí, seguro.
— ¿Por favor?
Kerry gruñó. —Está bien. — Cerró los ojos de nuevo.
Deslizó los brazos alrededor de Kerry y la abrazó. —Buena chica. — Dijo, pero se
detuvo cuando oyó el sonido de un motor que se acercaba. Intercambiaron una mirada
rápida. —Déjame ir a ver lo que es.
Se apoyó en un codo mientras veía a su pareja levantarse y salir de la habitación.
Consideró la idea de seguirla, pero su cuerpo protestó, sin ganas de moverse. Ahuecó la
almohada detrás de ella y se acomodó, subiendo los pies en alto y recogiendo su taza de
té, inhalando el vapor fragante.
***
Dar se abrió paso a través de la cabina y fue a la puerta, abriéndola y mirando fuera.
Un barco de pesca se les acercaba, con dos hombres en el puente y varios más en la popa.
Por un momento, se quedó mirando, y luego la comprensión amaneció. ¿Piratas?
No vio ningún tipo de utensilios de pesas ni nada por el estilo, y lo hombres estaban
agrupados juntos, observándola. Su ritmo cardíaco comenzó a aumentar, y por un
momento breve deseó que ambas estuvieran de vuelta en la oficina ocupadas con su
trabajo de siempre. Con un juramento suave, entró de nuevo buscando el arma. — ¡Ker!—
gritó. — ¡Mantén abajo tu maldita cabeza!
Abrió la caja y sacó la escopeta, cargando a toda prisa al oír los motores moderar
su velocidad. Con un movimiento salvaje, sujetó con fuerza el arma y salió al exterior.
Dos hombres estaban a punto de saltar a bordo de la proa del barco de pesca. Dar
se preparó con el arma al hombro, llevando su dedo alrededor del gatillo. — ¡Quedaros
ahí!— Gritó en voz alta.
Los hombres en la popa tenían armas. Podía verlas desde la esquina de su ojo. Pero
su problema inmediato era los hombres en la proa.
— ¡Muy bien, señora! Cálmese !No queremos lastimar a nadie! —El hombre más
cercano gritó. — ¿Tienes un arma?, nosotros tenemos diez. Ahora deja eso, ¿de acuerdo?
— ¡Vete a la mierda!— Dar gruñó. —Toca el barco, y te vuelo la maldita polla!
El hombre levantó su rifle. — ¡Te lo repito, señora! ¡Bájala!
Dar no se movió. Apretó su dedo en el gatillo, sintiendo el cálido metal frío a su
tacto. — ¡Fuera!— Gritó al hombre. — ¡Sacad vuestros culos fuera de aquí, pedazo de
pirata de mierda!— Una mano le tocó la espalda, y casi saltó a través de la mampara. —
¡Grrrr!
—Voy a llamar a la guardia costera—. Kerry le dijo en voz baja. —Diles eso.
— ¡G'wan, salta! ¡Ella no te va a disparar!— El hombre en la popa gritó.
Dar sintió que su corazón se aceleraba, cuando el hombre en el arco se preparó para
saltar. Dirigió el cañón de la escopeta hacia él, y tragó saliva, sin estar muy segura de ser
capaz de apretar el gatillo.
—Dar. — La voz de Kerry era tensa.
Tengo que protegerla. La voz interior de la morena habló en voz baja. —Quédate
atrás. — Gritó por encima del hombro, y luego miró hacia delante. El hombre arrojó una
cuerda a la cubierta y se subió a la barandilla.
Dar se armó de valor, y apretó el gatillo. El arma se sacudió con fuerza, tirando
contra su hombro. Los gritos estallaron.
Luego disparó de nuevo. Esquirlas de blanco estallaron por todo el agua ya que
ambos disparos volaron a través del casco del barco de los piratas cerca de la línea de
flotación. Bombeó la escopeta cargada preparando dos proyectiles más en la cámara.
— ¡Perra loca!
— ¡Dispara el culo!
— ¡Estar atento!
— ¡Vete a la mierda de nuevo! ¡Volved! ¡Mierda!
— ¡La próxima dispararé directamente!— bramó — ¡en vez de a la fibra de vidrio
de mierda!— Giró la escopeta hacia la popa, ya que otros dos hombres en la proa estaban
preparados para abordar. Uno de los hombres se enfrentó a ella y la apuntó con su arma,
mirándose fijamente.
Y en ese momento, con su vida en la línea, sintió que el miedo la recorría. Sus ojos
se estrecharon, y una sonrisa se grabó en su cara, sabía en lo profundo de su ser que podría
apretar el gatillo... lo haría.
Su dedo se tensó
— ¡Fuera de aquí hombre! ¡Nos estamos hundimiento! —Uno de los hombres de la
proa había subido encima en la popa y agarró el timón.
—Servicio de Guardacostas, Guardia Costera, mayday, mayday. — La voz de
Kerry salió de detrás de ella. —Aquí Dixieland Yankee, una embarcación registrada
estadounidense está siendo atacada, al norte de AVI B21.
— ¡Mierda! ¡Están llamando a la guardia costera!— El hombre que apuntaba a Dar
con el arma se escondió detrás de la cabina. — ¡Vamos! ¡Vamos!
El barco de pesca se revolcaba en el agua, entonces sus motores arrancaron, y el
arco se alejó de ellos. Aceleraron los motores. Ahora se veían los dos agujeros en la
embarcación. Mientras se alejaban, uno de los hombres en la popa levantó su rifle al
hombro y las apuntó.
—Mierda—. Dar se echó hacia atrás, a través de la puerta, tratando de llegar a la
puerta cerrada.
Uno de los compañeros del hombre lo golpeó, y lo sujetó. El portador del arma
reaccionó airadamente, y le dio un golpe con la culata del fusil. Lucharon; empujándose
unos a otros, mientras el barco se alejaba, curvándose ampliamente hacia la costa sur de
la isla, justo al norte de Charlie.
—Será mejor que salgamos de aquí. — Dar pronunció tensamente. —En caso de
que vuelvan. — Se dio la vuelta para encontrar a Kerry observándola con una cara pálida
y los ojos como platos. — ¿Estás bien?
Dejó la radio en su sitio. Se apoyó en la pared de la cabina y exhaló. —Sí. — Su
voz tenía una nota áspera. —Sólo quiero regresar a un lugar donde pueda simplemente...
— respiró —tomar una siesta. ¡Eso sería genial!
Dar la guio hasta el sofá, y la depositó en él mientras guardaba la escopeta. —Ponte
cómoda aquí, cariño. Recogeré el ancla y volvamos al muelle de Charlie y Bud. — Dijo.
—Bud es médico.
—Apuesto a que trata a los pacientes como un melocotón. — Murmuró, mientras
yacía en el sofá. Observó el rostro de Dar, vio el cambio inquieto de sus músculos de la
mandíbula, y la tensión grabada en ella. — ¿Hey, Dar?
— ¿Sí?— No levantó la vista.
Kerry se acercó. —Eso fue realmente impresionante.
La morena detuvo lo que estaba haciendo. La oscura cabeza se volvió y sus ojos se
encontraron. Continuó su tarea y luego se sentó junto a Kerry, apoyando los antebrazos
en las rodillas. — ¿Lo fue?— Contestó en voz baja.
—Simplemente sonaba como un montón de gritos pomposo para mí.
Kerry sonrió. —Funcionó. — Dijo. —Esa fue una gran idea, la de hacer agujeros
en su barco.
Dar miró al suelo, entre sus pies descalzos. Su mente regresó a la sensación que
había tenido cuando el arma se había centrado en el hombre en el arco. No había habido
ningún miedo, ningún tipo de confusión. Había centrado el interés en su pecho.
¿Por qué no había apretado el gatillo? ¿Por qué había desviado el cañón al barco en
su lugar?
— ¿Dar?
Levantó la cabeza y se volvió. — ¿Sí? Um ... gracias. — Consiguió esbozar una
sonrisa. —No estoy segura de que todo fuera planeado, pero me alegro de haber
terminado por hacer lo correcto. — Se puso de pie. —Llámame si necesitas algo, ¿de
acuerdo?— Le alborotó el cabello, luego caminó hacia la puerta y salió al exterior.
Kerry sintió un surco en su frente. Su instinto le dijo, que algo en la voz de Dar... a
su manera... no estaba bien. Oyó los motores arrancar, seguido por el ruido metálico de
la retracción del anclaje, sabiendo por el movimiento que el barco se dirigía hacia la isla.
Más tarde, tendrían tiempo para hablar. Apoyó la cabeza sobre el brazo de sofá y
dejó que sus ojos se cerraran.
***
Dar se sentía agitada. La lluvia había cesado, y un chorrito débil de la luz solar
desempolvaba sus antebrazos, que descansaban sobre la consola de control de la
embarcación. Las cosas estaban sucediendo demasiado rápido, decidió. Se encontraba
reaccionando sin sentido, en vez de pensar lo que estaba sucediendo y no estaba
acostumbrada a no poder mantener el control.
—Así que he reaccionado como una maldita loca. Muy bien Dar —. Miró con
tristeza a los mandos. — ¿Qué demonios fue eso? ¿Un arma? ¿Disparar a la gente? ¿Qué
demonios está pasando contigo, Roberts?— Sacudiendo la cabeza, volvió a prestar
atención al timón, girando el barco hacia el final de la isla. —Creo que me estoy
perdiendo.
— ¿Cariño?
Dar dio un salto, y luego cogió la radio. —Aquí. ¿Todo bien?
—Bueno ... — La voz de Kerry crujió a través del intercomunicador. —Tienes la
radio abierta y es un poco difícil escucharte gritándote a ti misma, cuando lo que quiero
es abrazarte y darte un beso.
—Oh. — Sintió que se ruborizaba. —Lo siento. — Murmuró. —Estoy un poco
sacudida, supongo. — Sus ojos se levantaron hacia el horizonte y cambió su curso
nuevamente. —Alégrate de estar en el puerto.
—Yo también.
Sintió una punzada de ansiedad. — ¿Te sientes peor?— De puro instinto, pulsó los
aceleradores y aumentó su velocidad. Por encima de todo lo demás, la preocupación
acerca de la condición física de Kerry era lo que la estaba matando.
—No— respondió, con un toque de calidez en su tono. —Acabo de tomar un poco
más de té, de hecho. Y creo que la fiebre ya me ha bajado. Creo que sólo necesito un poco
de tiempo.
Dar se relajó un poco, pero su cuerpo aún estaba tenso. —Sí. — Estuvo de acuerdo.
—Sólo tómalo con calma, ¿de acuerdo?
—Lo haré. —
—Mmph. — Soltó un suspiro. —Dejaré la radio encendida por si... mierda. — Sus
ojos encontraron un perfil en el horizonte. El barco De Salliers estaba encorvado frente
al canal que conducía al muelle de la isla.
— ¿Qué?—, Respondió Kerry, a continuación, después de un susurro. —Oh,
cariño. ¿Qué diablos está haciendo?
El rostro de Dar se apretó con rabia. Sintió una oleada de contradicciones
atravesarla. Centró su energía oscura en el barco. —Me está cabreando. — Gruñó
suavemente. —Y él se va a arrepentir.
Se volvió directamente hacia el puerto y aceleró los motores. Casi de inmediato, la
radio crujió a la vida.
—Buque acercándose, permanezca fuera de nuestra posición.
Dar hizo clic en la radio. —Bésame el culo. Estás en mi camino. Te sugiero que
salgas de él. — Gritó al instrumento, poniendo algo de su tensión y gran parte de su
frustración reprimida detrás de las palabras. Podía sentir su temperamento a punto de
romperse y curiosamente no tenía deseos de rematarlo.
— ¡No se acerque a este buque! ¡Estamos llevando a cabo una búsqueda!
—Y una mierda—. Dar dejó que su voz profundizara y se intensificara. —Fuera de
mi camino.
Hubo un momento de silencio, en el que dirigió la proa del Dixie derecho hacia el
centro del casco del De Salliers.
— ¡Roberts!
Sonrió desagradablemente. —No estoy de humor, amigo. — Hizo de nuevo clic en
la radio. —Voy a entrar en ese puerto.
— ¡Escúchame!— De Salliers respondió. —No puedes pasar por aquí. Estamos en
medio de...
—Tú eres el que no escucha. — Le replicó. —Me importa un carajo lo que estéis
haciendo. Muévete o pasaré por encima.
— ¡Estás loca!
Si, ella parecía haberse vuelo loca. Gruño, y repensó sus siguientes palabras. —No.
Tengo un pasajero enfermo, y necesito un médico. Y Tú estás en mitad de mi camino.
Hubo un momento de silencio, pero no aflojó su velocidad aunque puso sus manos
en las palancas. Casi estaban encima de ellas cuando el intercomunicador crujió,
consciente de la tensión extrema. —Hola cariño.
Podía oír la ansiedad en la voz de Kerry. —Cuelga, amor. Creo que voy a ganar
este punto.
La radio principal volvió a la vida. —Muy bien, Roberts. Te despejaremos un canal
más allá de nosotros, pero por el amor de Cristo, ¡ve más despacio!
Dar miró al otro barco cuidadosamente, y vio la caída de su arco lentamente hacia
ella, mientras se movía. Con un gruñido de satisfacción, volvió a acelerar, oscurecimiento
el estruendo de sus motores diésel y ralentizando el barco. No había mucho espacio en el
canal para el barco, y mientras se acercaba podía ver que estaban arrastrando una red a lo
largo de la gran embarcación, bloqueando la ruta de acceso al puerto.
¿Qué demonios estaba haciendo? Dar cambió el Dixieland Yankee a la parte más
meridional del canal, protegida por dos espigones de coral, que se extendían hacia el mar.
No había, se dio cuenta, apenas suficiente espacio para maniobrar y cualquier cambio en
las ondas la enviaría contra el coral.
Un pequeño bote, daba vueltas detrás del barco de De Salliers, con la bandera a
cabo de un buzo. Dar podía ver rostros volverse hacia ella, llenos de ira y resentimiento
mientras se acercaba a su posición. Redujo la velocidad a casi un ocioso, deseando poder
ver mejor lo que estaban haciendo.
Dos de los hombres apuntaron hacia ella, mientras ella estaba ocupada con la
delicada tarea de maniobrar el pequeño camino que le habían dado, mientras intentaba
pensar en lo que su amante estaba tramando.
El pequeño barco cortó hacia ellas y se puso en su camino. Dar desaceleró y soltó
una ráfaga de su bocina de aire en señal de advertencia. Los hombres gritaban, y
apuntaban ahora a Kerry.
Dar levantó su dedo medio a ellos, y golpeó las válvulas reguladoras.
El barco se deslizó más cerca. Dar miró detrás de ella mientras la popa del barco
Dixie casi tocaba al de De Salliers. — ¡Kerry! ¡Espera!— Gritó, mientras lanzaba el barco
a un lado y tiraba de los motores. Dio marcha atrás, chocando contra el barco más pequeño
y lo envió medio de lado.
Uno de los hombres en el barco catapultado, les gritó mientras no daban crédito a
lo ocurrido. Dar envolvió sus piernas alrededor de la silla del capitán y pasó por delante
de ellos, hacia el pequeño puerto de las islas. Ese triunfo, recorrió su cuerpo de
satisfacción, silenciando su ira.
Dejaron a De Salliers detrás y se desplazó lentamente por el muelle estrecho.
Él no había terminado. —Roberts.
Dar miró la radio con una sonrisa.
—No pienses que hemos terminado.
Dar metió la embarcación en un deslizamiento vacante. No le resultó nada difícil.
Cogió la radio. —Mantente fuera de mi camino. — Contestó. —Que tengas un buen día.
— Con eso, dejó caer al radio en la consola y apagar los motores de abajo, saltando sobre
sus pies en dirección a la escalera.
Kerry estaba de pie en la cubierta de popa, envuelta en una chaqueta, todavía
bastante pálida. Se volvió cuando Dar se deslizó por la escalera. —Wow. — Suspiró.
La morena saltó por la barandilla, a continuación, aseguró las cuerdas en el muelle.
—Wow no era la palabra que tenía en mente. — Dijo cuando salto de nuevo volviendo a
cubierta. —Estúpido hijo de puta... No sé qué demonios piensa que está haciendo, o lo
que está buscando, pero...
Un ruido metálico en voz alta las hizo saltar. Se congelaron por un instante, luego
se movió al otro lado del barco y miró hacia abajo.
—Hola. — Una figura desaliñada, harapienta estaba colgada de una de sus cuerdas.
—Sé lo que está buscando.
Kerry se sujetó a la barandilla, y parpadeó. — ¿Bob?
—Hijo de... — Dar lo miró boquiabierta.
Bob se quitó la máscara y tosió con el rostro pálido y tenso. Se veía completamente
agotado.
Dar y Kerry se miraron. Kerry se frotó los ojos, totalmente perdida. Miró a su
compañera, tímidamente, y levantó ambas manos en apelación.
Dar se rascó la parte posterior de la cabeza, no teniendo nada realmente que añadir.
Se inclinó sobre la barandilla, y le tendió la mano. —Dame tu equipo. — Se ofreció. —
Ve y da la vuelta a la parte de atrás. Hay una escalera.
Bob le dirigió una mirada irónica. —Gracias. — Se desabrochó el BC y el tanque,
y lo levantó lo suficientemente alto para que Dar pudiera agarrarlo. —Sé que no soy lo
que querías encontrar colgando de tus amarres. — Sus ojos se dirigieron a Kerry, luego
cayeron.
—En este momento... — Kerry se acercó a las hamacas y se sentó en una, a pesar
de su humedad. —Si Harry Houdini apareciera recortado al timón, no me sorprendería.
— Se dejó caer en la silla, la fiebre y los efectos residuales del veneno de las medusas
que la habían sumido en una adrenalina ahora se habían desvanecido.
Dar bajó la escalera, y colocó el equipo de buceo de Bob en la esquina. Puso una
mano en el hombro de Kerry, y la apretó suavemente. —Voy a ir a ver si Bud esta en
casa. Ocúpate de él. — Empezó a saltar al muelle, y luego hizo una pausa, señalando con
el dedo a Bob que acababa de salir a la cubierta, totalmente cansado. —Cuida de ella o te
ato a ese pilón y llamo a tus amigos para que vengan a recogerte. ¿Entendido?
Bob se quedó inmóvil, mirándola, con los ojos abiertos. —Sí, señora.
—Y cuando vuelvas vas a contarnos qué narices está pasando— añadió, en un
gruñido. —Así que piensa bien tu historia. — Se volvió y saltó hacia el muelle,
aterrizando con gracia y caminando hacia la orilla.
Bob se sentó en la barandilla de popa y parpadeó ante Kerry, que miraba
lánguidamente hacia él. —Puedo adivinar lo que debes estar pensando. — Murmuró,
torpemente.
—No, no puedes. — Suspiró, dejando de lado las imágenes de burbujas y chocolate
caliente. —De verdad.
—Oh. — Bob estudió la cubierta. —Oye, escucha, lo siento...
—Está bien—. Lo interrumpió suavemente.
Bob miró hacia ella, notando su palidez. — ¿Estás enferma o algo así?
—Me picó una medusa—. Le dijo. —Ha sido una especie de día de mierda. —
Suspiró, volviendo sus ojos hacia la orilla, deseando que su compañera volviera. —Con
suerte, no va a empeorar.
Prudentemente, Bob mantuvo sus pensamientos estrictamente en sí mismo.
***
***
—Bien. — Bud examinó la taza de café que Dar le había ofrecido. — ¿Cuál es el
problema?
Dar se había sentado frente a él. Tomó un sorbo de su taza antes de contestar. —El
tipo que nos persiguió la otra noche. — Dijo. —Es un cazador de tesoros.
Bud tomó un sorbo de café, sosteniendo la taza desde arriba, en lugar de por el
mango. —De Salliers. Hemos oído hablar de él. —Dijo. —Es un hijo de puta.
—Mm. — Dar estuvo de acuerdo. —Busca algo del barco hundido en el que
estuvimos el otro día sumergidas. — Dijo. —No dijo qué. — Sus ojos estudiaron el rostro
de Bud. —El chico que recogimos la otra noche también está relacionado.
Las cejas canosas de Bud se levantaron en sorpresa.
Dar se encogió de hombros.
El marinero jubilado se echó hacia atrás, en actitud relajada. —Es sólo un viejo
arrastrero. Me zambullí allí. — Dijo. —No tienes más que algunos agujeros agradables
para langostas, no te puedo decir más. — Frunció el ceño. —Aunque... — Su voz se
apagó. —Espera.
Dar se inclinó hacia delante, ladeando la cabeza.
Bud se golpeó la frente con dos dedos poderosos. —Recuerdo una historia que
escuché cuando esa maldita cosa se hundió. — Murmuró. —Algo acerca de una pelea a
bordo mientras estaban bajo la tormenta. — Se levantó y se paseó por la cabina. —
Realmente no presté demasiada atención.
Dar lo vio detenerse y estudiar un cuadro en la pared, luego se giró y miró por la
ventana. —Pero eso fue hace muchos años.
Bud asintió. —Si, lo fue. — Se volvió y la miró. —Entonces, ¿por qué ese interés
ahora?—, Se preguntó. —La policía simplemente dio el caso por cerrado, en aquel
entonces. A nadie le importaba. — Volvió y se sentó. —Charlie seguro que algo
recordará. A él le gusta escuchar esas historias.
— ¿Podrías hablar con él?—, Preguntó Dar casualmente.
—Estará de vuelta a la puesta del sol. — Respondió Bud. —Tuvo que ir a la isla
grande para hacer unos recados. — Se echó hacia atrás, al parecer relajado. — ¡Hey!
Escucha. Charlie me dijo que nos ofreciste ayuda. Gracias. — Sus ojos se encontraron
con los de ella. —Sé que a veces me comporto como un idiota. Lo siento.
Dar se movió para estar más cómoda. — ¿Aceptas mi ayuda?—, preguntó
directamente.
Bud sacudió la cabeza. —No. Estamos bien. — Rechazó la idea. —Estoy en ello.
— Sus ojos vagaron por el interior del barco nuevo. — ¿Y ahora qué?
— ¿Con De Salliers?—, Preguntó Dar.
Asintió. —Se fue del puerto.
Apoyó la cabeza en el respaldo de la silla. —No lo sé. — Reflexionó. —Lo primero
es lo primero, Kerry necesita mejorar. — Lo miró. —Gracias por comprobar su estado.
Bud emitió una extraña sonrisa. —Ella es una buena chica. — Él admitió. —Dulce.
Dar sintió que su propio rostro tenso se convertía en una amplia sonrisa.
—Nunca imaginé que pudiera conseguir alguien así. — Bud arrastró las palabras.
—Pensé que iba a terminar siendo un viejo lobo solitario.
Las fosas nasales de Dar se dilataron ligeramente. —Si, yo pensé que también
estaría sola. — Admitió. —La vida es extraña a veces.
Asintió, luego puso su taza sobre la mesa y se levantó. —Tengo que ir a ayudar a
Charlie en la cocina. — Dijo. —Escuché que te gusta nuestra cerveza.
—Si—. Suspiró. —Pasaremos por ahí en cuanto podamos.
Bud resopló. —No te preocupes por ella, se sentirá mejor. — Dejó la taza en el
fregadero. —Enviaré a Rufus en cuanto Charlie llegue.
—Gracias. — Dar se levantó y lo acompañó hasta la puerta. Eran aproximadamente
de la misma altura, y su ligera arrogancia le había recordado fuertemente a su padre. Se
alegró de la actitud de Bud, que se había suavizado un poco. Tal vez sólo necesitaba un
poco de tiempo para pensar las cosas.
Salieron a la cubierta de popa, disfrutando de la tarde soleada que se filtraba a través
de los árboles. El aire daba un dulce aroma a gardenias, y una sensación de paz y
tranquilidad invadía la escena, en contraste sombrío con el caos de las horas anteriores.
Ahora el hechizo de sueño del mar tropical les rodeaba mientras la marea los lamía
suavemente en los muelles.
Bud se bajó del barco, y levantó una mano, en señal de saludo. Luego se volvió y
caminó de regreso hacia los edificios sin una palabra o una mirada hacia atrás.
Dar se apoyó en la cabina y lo miró por un momento. Unas cuantas piezas del
rompecabezas parecían empezar a encajar. Haciendo malabares con ellas, mentalmente,
volvió a entrar en la cabina para recoger las cosas. —Ahora—. Miró la habitación de
invitados. —Vamos a sumar dos más dos y ver si conseguimos llegar a algún sitio.
Con determinación, se dirigió hacia el escondite de Bob.
***
El sol se estaba poniendo, rebanadas de luz de oro rojizo filtraban a través de las
escotillas, salpicando todo el suelo de madera. Kerry miró confusamente a ellas, entonces
parpadeó sus ojos para abrirlos más y ahogó un bostezo. Ladeó la cabeza, escuchando
cerca voces bajas, reconociéndolas como las de Dar y Bob.
Tenía la cabeza más despejada, y casi no le dolía. Se estiró, agradecida por ello.
Todavía podía sentir un poco de frío, y algo de dolor en los huesos, pero se encontró con
fuerzas para levantarse y saber lo que fuera que estaba pasando.
Por ello, salió de la cama, se dirigió a la cómoda, sacó una camiseta del cajón
inferior y se la puso por la cabeza. Se detuvo un momento, olfateando el característico y
familiar olor del jabón, y continuó su tarea.
Se miró en el espejo. —Uck. — Cogió el cepillo de Dar y lo pasó por el pelo,
intentando darle algún tipo de orden. Luego salió por la puerta hacia la zona principal.
Dar estaba sentada en uno de los sillones, frente a Bob. Los ojos de Dar se levantaron
cuando entró y su cara cambió a una sonrisa cálida, que Kerry le devolvió. —Hey.
Bob se dio la vuelta. —Oh. Hola.
— ¿Cómo te sientes?—, Preguntó Dar.
—Mejor. — Se aclaró la garganta. — ¿Qué está pasando aquí?— Fue a la cocina y
sacó una botella de zumo, y volvió hacia donde estaba sentada su pareja, para dejarse caer
en la silla a su lado. Metió sus pies debajo de ella y se apoyó en el brazo, bebiendo su
zumo en silencio.
—Yo estaba... um... sólo un poco. — Dijo Bob. —Me gustaría disculparme por
haberos metido en esto. Cuando llegué aquí, pensé que podía entrar y salir, sin que nadie
se enterara.
Dar se estiró y le acarició la espalda a Kerry. —Está bien, pero vamos a ver si lo
entiendo. — Ella dijo. —Tu abuelo era el capitán de ese barco pesquero que se hundió al
oeste de aquí.
—Correcto—. Bob asintió.
—Dejó una fortuna.
—Si.
—La fortuna fue a su hijo mayor, tu tío. — Dar continuó.
—Correcto.
—Nadie más recibió nada.
Bob asintió. —Él es de armas tomar.
—Sabía que el dinero tenía que ser la razón de todo este lío—. Kerry murmuró con
disgusto, viendo la mirada de asombro de Bob. —Déjame adivinar – tu abuelo se llevó el
cofre del tesoro con él, y estás tratando de encontrar algunas piezas para tu familia,
¿verdad?
—Um. No. — Bob exhaló. —En realidad, estoy tratando de probar que mi tío mató
a mi abuelo, y poder acusarlo de asesinato.
Ambas se quedaron mudas durante unos segundos totalmente sorprendidas.
Finalmente se miraron.
—Oh... bien. —, Dijo Dar. — ¿Hay razones para pensar que lo hizo?
Asintió. —Si lo puedo demostrar, el resto de la voluntad de la familia se hará cargo
de la herencia. — Dijo. —Oh, y no voy a fingir altruismo. Yo no cobraré ni la décima
parte de ella. No quiero pasar el resto de mi vida detrás de un escritorio.
Kerry tomó un sorbo de su zumo mientras asimilaba sus palabras.
— ¿Qué diablos estás buscando?—, Preguntó Dar.
Bob le dio una mirada cautelosa. —No lo puedo decir. — Dijo. —Es muy
confidencial.
Kerry puso los ojos en blanco.
—Es algo de mis abuelos—, continuó apresuradamente. —Pensamos que había
sido destruido en un incendio en su casa, pero hace poco nos enteramos de que no fue así.
— Se pasó una mano por el pelo. —Así que decidí tratar de encontrarlo. El naufragio es
el último sitio que me queda por mirar.
—No fuiste el único, supongo. — Kerry finalmente comentó.
—Mi tío contrató a De Salliers para salvar cada mota de los restos del naufragio,
después de que éste se jactara de que era el mejor en el negocio. Le está pagando una
mina de oro por hacerlo. — Admitió. —Y su reputación está en juego.
—Eso es lo que quería decir. — Kerry murmuró. —Acerca de ser izado en su propia
reputación.
Bob se quedó mirándola. — ¿Hablaste con él?
—Es una larga historia. — Dar lo interrumpió. —Tu plan es una mierda. Casi te
mata hoy, y cuanto más tiempo pase será peor.
Parpadeó. —Um ... bueno, sí. — Confesó. —Pensé que tendría más tiempo. Me
sorprendió. — Suspiró. —No lo sé. Probablemente era una mala idea, para empezar.
Kerry se rascó la mandíbula, con sus ojos verdes en total acuerdo con él. —Incluso
si se pudieras encontrar lo que es ¿de verdad crees que puedes montar un caso en contra
de tu tío?— Preguntó con escepticismo. —Las personas con esa cantidad de poder y
dinero no son fáciles de vencer.
Bob se sentó. —Estoy seguro de que la policía nos va a ayudar, una vez que vean
la evidencia. — Le dijo. —Ese es su trabajo.
Dar bufó. —Bueno. — Se levantó y caminó hacia la puerta. —Buena suerte. — Sus
ojos se desviaron hacia la luz del exterior. —Vas a necesitarla.
Bob se puso de pie y miró por la ventana hacia el oeste. —Sé que puedo hacerlo.
— Dijo. —Sólo necesito tiempo para mirar, si tan sólo pudiera conseguir alejar al
bastardo de De Salliers por unos días— Se enderezó y se volvió. —Bueno, de todos
modos. Gracias de nuevo. Sé que no querías rescatarme, por segunda vez, pero chica, te
lo agradezco.
Dar mantuvo la mirada fija en la puesta de sol.
—Me alegro de haber estado en el lugar correcto en el momento adecuado. — Kerry
con gracia recogió la pelota. — ¿Adónde vas ahora? No puedes volver a los restos del
naufragio de nuevo.
Suspiró. —Sí. — Dijo. —No lo sé. Tal vez pueda investigar en las tiendas de la
isla. Tal vez lo que estoy buscando ya se ha recogido, y esté ahí.
— ¿No crees que De Salliers ya ha pensado en eso?—, Preguntó Dar, desde la
puerta. —Apuesto a que sus pequeños sabuesos están buscando en este momento.
Bob sonrió. —Él lo haría, si supiera lo que estaba buscando. — Pasó junto a Dar,
luego se volvió, con una leve sonrisa, medio torcida. —Pero no lo sabe. — Cogió su
equipo, y bajó del barco en el muelle. —Gracias de nuevo. — Dijo a Dar. —Kerry, espero
que te recuperes pronto.
Se dio la vuelta y comenzó a caminar por el muelle, lanzando su equipo sobre un
hombro mientras llevaba sus tanques en el otro.
Dar se dio la vuelta y regresó dentro de la cabina. Kerry la esperaba, con una pierna
colgada del brazo de su silla mientras terminaba su zumo. —Él nunca lo encontrará. —
Dijo. —Sea lo que sea.
Movió los dedos de los pies. —Probablemente no. — Estuvo de acuerdo. — ¿Crees
que hay algo cierto en su historia?
Se sentó en el sofá y extendió una mano hacia ella. —Ven aquí. — Envolvió sus
brazos alrededor de Kerry, cuando ésta le obedeció, tirando de ella hacia abajo en su
regazo y recostándose en el sofá. —No sé. — Respondió a la pregunta. —En este
momento, no me importa.
Deslizó sus brazos alrededor del cuello de Dar y le acarició la mejilla. —Qué lío.
— Encontró la oreja de Dar tentadoramente cerca, y a pesar del hecho de que todavía se
sentía como diablos, chupó suavemente el lóbulo de la oreja tan sabroso. Los brazos de
Dar se apretaron alrededor de ella, riendo en voz baja.
—Mmm. — Dar tarareó. — ¿Te sientes mejor?
Le dio un beso en la mejilla. — ¿Cómo no sentirme mejor?— Sus pestañas rozaron
la piel de Dar, haciéndole cosquillas y provocando que la morena se riera. — ¿Y tú?—
Le susurró al oído. —Parecías un poco tocada antes.
Dudó, luego suspiró. —Sí, estoy bien. — Dijo. —Sólo demasiadas cosas a la vez,
supongo. — Admitió.
Le acarició la mejilla. —Creo que nos merecemos unas vacaciones de nuestras
vacaciones, Dixiecup.
—Mm. — Dar pensó en las pruebas del día, y luego decidió olvidarlas, y
simplemente sumergirse en la presencia de su amante, que era una idea mucho mejor.
Kerry estaba bien. Ella estaba bien. Ahora sabían lo que estaba pasando. Ahora
podían irse, y dejar todo atrás.
Ellas estaban fuera del problema.
Kerry lamió de nuevo el lóbulo de la oreja, soplando suavemente en su oído. Dar
cerró los ojos y sonrió.
Sí. Ahora todo está bien.
***
***
Dar paseaba por la playa hacia el restaurante de Bud y Charlie, sintiéndose un poco
perezosa después de su comida favorita, a pesar de la amenaza del día de compras
rondando sobre su cabeza. La isla estaba muy tranquila, sólo unas pocas gaviotas notaron
su presencia, mientras subía por la ladera hasta el restaurante. Salió al porche y miró
dentro de la doble puerta.
En el interior, el restaurante estaba vació y en silencio. Las sillas estaban sobre las
mesas y las alfombras apiladas cerca de la puerta.
Todavía era muy temprano, así que le pareció algo totalmente normal. Tocó la
manilla de la puerta, un poco sorprendida cuando la puerta se abrió rápidamente. — ¿Hola
Buenas?
Su voz resonó en la sala vacía, pero no hubo respuesta a su llamada. Con un leve
encogimiento de hombros, entró y cruzó el suelo de madera, empujando la escotilla de la
cocina, mirando hacia su interior.
El lugar también estaba vacío, las ollas colgando impecables y vacías en los ganchos
de techo y estufas de pie frías y estériles. Cruzó el espacio estrecho y se dirigió hacia las
puertas en la parte de atrás, para a travesar un pequeño pasillo con habitaciones cerradas
a ambos lados. Sabía que Bud y Charlie vivían en la parte trasera del restaurante, y ahora,
de repente, se le ocurrió que tal vez habían cerrado el restaurante por el día de fiesta y
estaban durmiendo.
Volvió de nuevo a la cocina, mirando alrededor hasta que encontró un block de
pedidos con un lápiz atado. Lo cogió e inclinó la cabeza, escribiendo durante unos
minutos antes de ver los resultados, entonces arrancó la página superior del block.
Al salir dejó la nota en la misma puerta de la cocina, frente a las habitaciones
interiores. Cualquiera que entrara en la cocina la vería, y se seguramente se pondrían en
contacto con ella, en algún momento de la mañana.
Miró la nota con un toque de desconcierto, recordando ciertos días de lluvia cuando
ella y Kerry habían hecho novillos en el trabajo. Bueno, tal vez en algún momento de la
tarde. Con una sonrisa, se dio la vuelta y caminó de regreso a través del restaurante y por
la puerta trasera.
***
Kerry miró las encantadoras calles de Charlotte Amalie con una sonrisa, disfrutando
de los escaparates y tiendas de artesanía local. Llevaba un par de pantalones cortos y una
camisa blanca metida en ellos. Se sentía totalmente como una turista lista para comprar.
Su compañera deambulaba junto a ella, a su lado, luciendo unos pantalones negros
ajustados y una ajustada camiseta roja brillante. Con sus gafas de sol y el pelo oscuro,
recogido en una coleta, parecía un anuncio andante.
Kerry estaba encantada. Observó a las personas que se cruzaban, y quedaban
mirando a su pareja, que caminaba con un aire de fría indiferencia. Llevaba su mochila,
con el ordenador portátil y sus teléfonos móviles en el mismo, ya que el puerto no era lo
que Dar considera muy seguro.
Muy butch. La sonrisa de Kerry arrugó la nariz, y reprimió una risita.
— ¿Qué es tan gracioso?— Dar preguntó, mirándola desde la parte superior de sus
gafas de sol.
—Nada—. Le aseguró. —Este lugar es tan bonito. — Señaló el mercado. —
¿Quieres ver si podemos ver algunos de esos cestos de paja? Creo que a tu madre le
gustarían para sus cosas de pintura.
Dar consideró las mercancías apiladas. —Claro. — Contestó. —Hey, tal vez pueda
comprar un par de pendientes de perlas mientras estamos aquí.
Bueno. Kerry cruzó sus brazos. Quizá no tan butch. — ¿Qué hay de algunas de esas
bonitas conchas marinas en miniatura? Te quedarían muy bien.
— ¿Tú crees?
—Por supuesto.
Terminaron en un pequeño café al aire libre con vistas al puerto, después de las
compras de una tarde cansada. La mochila de Dar se había vuelto más pesada por los
paquetes que había metido, y Kerry tenía un bolso de cáñamo tejido descansando a sus
pies. —Se está muy bien. — Dar comentó, bebiendo de una taza de capuchino fragante.
La brisa venía de bajura, estiró sus largas piernas disfrutando del momento.
Kerry tenía las dos manos entrelazadas alrededor de una taza de té caliente. —
Seguro. — Estuvo de acuerdo. —Oye, ¿quieres pasar la noche allí, en aquel Castillo de
Barbanegra? Parecía muy bonito.
Dar echó la cabeza hacia atrás y miró hacia la colina por encima de ellas. —Sí.
Sonrió. —Parecía un lugar divertido. Buena idea. — Se volvió para mirarla,
soltando un suspiro imperfectamente enmascarado. — ¿Perdiendo fuerzas?
Se aclaró la garganta. —La verdad es que todavía estoy un poco cansada. —
Admitió.
—Entonces dormiremos allí. — Deslizó un billete sobre la mesa, y le tendió la
mano. —Vamos a coger un taxi y podremos descansar. — Captó un movimiento por el
rabillo del ojo, pero cuando se volvió, había varias personas en medio, por lo que no pudo
estar segura de si había visto algo o no.
Probablemente fue sólo el camarero. Lo pensó, pero lo descartó y cogió su mochila,
empujando su silla. Sacó su móvil y lo comprobó, al no ver actividad, arrugó sus cejas.
—No me digas que todavía están en la cama.
— ¿Eh?— Kerry ladeó la cabeza.
—Les dejé una nota a Bud para que nos llamara cuando se levantaran. Tengo que
preguntarle algo. — Explicó. —No ha llamado.
—Pensé que no tenían teléfono. — Kerry comentó, mientras caminaban por la calle
hacia el cruce. —Eso es lo que le dijo Bob.
—Ellos tienen un móvil. Simplemente no les gusta usarlo. Pagan por minuto. —
Negó con la cabeza, luego buscó su número en la memoria de su móvil y marcó. Sonó
varias veces, y luego cortésmente una voz le informó que el cliente al que estaba tratando
de llamar no estaba disponible. Colgó el teléfono. —Probablemente lo tienen apagado.
— ¿Qué quieres preguntarle?— Le preguntó, cuando se detuvieron y levantó una
mano para llamar a un taxi. Increíblemente, el coche aminoró la marcha y se detuvo. El
conductor sacó la cabeza con una expresión muy alegre. —Hola. — Kerry lo saludó. —
¿Nos podría llevar hasta el castillo?
—A cualquier lugar donde las bellas damas quieran ir. — El hombre respondió
inmediatamente. —Vamos.
—Gracias. — Kerry abrió la puerta de atrás. —Creo—. Agregó, en voz baja.
Dar simplemente empujó sus gafas de sol un poco y siguió. Al cerrar la puerta detrás
de ella, volvió a ver algo por el rabillo de su ojo, y esta vez se volvió rápidamente para
ver lo que era.
Nada. La esquina de la calle detrás de ella estaba vacía. Frunció el ceño y miró al
frente, cruzando los brazos sobre la mochila que había tomado de su espalda y se preguntó
si el batido de ron que había bebido, en la última parada comercial, la hacía ver las cosas.
O imaginarlas.
Absolutamente.
***
***
***
Kerry no recordaba cuándo se había dormido. En un momento, estaba mirando el
pequeño libro guía de la zona, que había encontrado en la habitación de la posada, y lo
siguiente fue una mano cálida acariciando su hombro. Se dio la vuelta y parpadeó hacia
Dar. —Oh. Jesús. ¿Me he dormido?
Dar se sentó en la cama junto a ella. —Al parecer—. Le alisó el cabello hacia atrás
y le tocó la frente. —Podría haber sido mejor si me hubiera quedado y unido a ti.
—Uh oh—. La miró, al ver la confusión en la expresión de Dar. — ¿Ahora qué?—
—De Salliers.
— ¿Otra Vez? ¿Qué diablos pasa con ese tipo?
Dar se derrumbó junto a ella, extendiendo los brazos hacia fuera por encima de las
sábanas. —Es un auto-absorción, idiota megalómano.
—Bueno, sí, pero aparte de eso.
—Él y uno de sus matones me persiguieron por el camino hacia el barco. Todavía
cree que somos parte de este estúpido juego que está jugando.
— ¿Te persiguieron?— se incorporó ahora bien despierta, con los ojos grandes y
redondos.
—Tranquila. No fue nada. — Arrastró las palabras, ligeramente divertida, al notar
la siempre ferocidad de su amante, en lo que se refería a su seguridad. —Bueno, nos
gritamos el uno al otro, y luego se fue. — Suspiró. —El problema es que él también dio
a entender que se había encontrado con amigos nuestros, y les había hecho daño.
Levantó su teléfono. —Le dejé un mensaje a Bud, pero no hay respuesta en la línea.
—Caramba—. Se preocupó. —Dar, esto no es gracioso. Creo que es hora de llamar
a la policía.
Asintió. —Yo también. Al volver aquí, me he pasado por la estación de policía.
— ¿Y?— Se recostó a su lado.
—Es el día de Navidad. — Le lanzó una mirada irónica. —Sólo había un hombre
allí, y estaba limpiando. Creo que el resto estaban fuera de patrulla. — Hizo una pausa.
—Por lo menos, eso espero.
—Mierda—. Frunció el ceño. — ¿Hay alguien más a quién podamos llamar?
—Todas las oficinas de Estados Unidos están cerradas. — Tamborileó con los
dedos en las portadas. —No sé si hay algo que podamos hacer antes de mañana. Pero
desearía que Bud me devolviese la llamada.
—Idiota estúpido.
Dar levantó las cejas. —No es tan malo.
—Quiero decir De Salliers. — Frunció el ceño. — ¿Hay que volver a la isla de Bud
y Charlie? ¿Qué pasa con Rufus?— Se movió sobre su costado. —Dar, esto es una
mierda.
—Lo sé. — Miró al techo, pensativa. —Podríamos volver allí, pero es un gran
océano, y hay docenas de islas por aquí.
Kerry suspiró. —No, es una mierda porque maldita sea, yo quería celebrar tu
cumpleaños contigo, esta noche. — Se quejó, tirando de la tela debajo de ella. —Dios, sé
que suena demasiado egoísta, ¿no?
Dar se acercó y le acarició espalda con los dedos. —Na.
—Urmph. — Arqueó el cuello. —Sí, lo es. — Se quejó.
—Bien. — Dar se acurrucó más cerca, y le acarició la mejilla. —Es por mí, así que
está justificado.
Deslizó los brazos alrededor del cuerpo de Dar y la atrajo hacia sí, detectando un
toque de humo de madera en su ropa. Metió la cabeza en el hombro de Dar y exhaló,
simplemente queriendo la comodidad de la presencia de su amante.
Dar estaba más que encantada de hacerlo. Frotó suavemente la parte baja de la
espalda de la rubia, mientras miraba al techo, tratando de averiguar qué hacer a
continuación. Era casi de noche, y sólo con la luz tenue en la cama, la habitación se
acomodó en un crepúsculo pacífico.
Estaban tan tranquilas que cuando el móvil de Dar sonó, casi saltan de la cama del
susto. —Mierda. — Lo cogió y se lo llevó al oído. — ¿Sí?
Kerry apoyó la cabeza sobre el hombro de Dar, deseando que su corazón dejara de
tratar de salir de sus orejas. Había estado medio dormida, en ese lugar nebuloso, justo
antes de despertarse, y su cuerpo sentía un sentimiento de conmoción que la había
sacudido groseramente.
—Sí. — La voz de Dar era grave. —Está bien. Estaremos allí. — Colgó y lo dejó
sobre la cama, dejando escapar un largo suspiro.
— ¿Quién era?.
—Charlie—. Murmuró, después de un momento. —Está en el hospital, aquí, en St.
Thomas. — Volvió la cabeza y la miró. —No es agradable.
Kerry podría fácilmente haber vivido toda su vida sin ver otro hospital. Tomó la
mano de la morena. —Vamos a ir, entonces. — Dijo. —Nos guste o no, estamos en esto,
¿no es así?
Dar se sentó. —Parece que sí. — Se levantó de la cama y se colocó el móvil y la
banda de la cintura. —Puedes quedarte aquí si quieres, Ker. Si no te sientes bien, no tiene
sentido que las dos... ah .
Kerry ya se había levantado y se cepillaba el pelo. —Cariño, si no puedo pasar la
noche contigo en esa cama, entonces me quedo con lo que puedo conseguir. — Le ofreció
el cepillo. —Además, me gusta Charlie. Espero que esté bien.
Dar se cepilló el pelo, deseando lo mismo.
***
***
***
***
Kerry estiró las piernas, y luego las apoyó en la barandilla del porche de su
habitación. El día había amanecido luminoso y soleado, y había decidido pasar el tiempo
de espera, hasta que desayunaran, intentando escribir un poco de poesía. Dar estaba fuera,
recogiendo algo en la tienda de artículos varios del hotel y tenía unos minutos para
simplemente mirar al puerto y deleitarse con las magníficas vistas.
Y era, en verdad, una preciosidad. En lo alto de la ladera, donde estaban, el puerto
se extendía por debajo de ella y se curvaba hacia ambos lados, formando un círculo de
agua cristalina. A su alrededor, podía oír el susurro de los árboles, el grito de las gaviotas,
los sonidos del puerto, pero muy poco tráfico o bullicio. El aire, en su mayoría, llevaba el
aroma de las hojas y la sal del aire y Kerry sintió una sensación de tranquilo bienestar
mientras se relajaba bajo la cálida luz del sol.
Con una sonrisa, volvió a concentrarse en el libro, en equilibrio, sobre su regazo y
la inyectada pluma pesada, que Dar le había regalado. La pluma era de madera, y se
equilibraba bien en su agarre mientras flexionó los dedos alrededor de ella.
Cuidadosamente, miró la página y, a continuación, escribió dos líneas más a añadir a las
demás.
Un golpe en la puerta, la interrumpió. Con un suspiro de resignación, puso su libro
a un lado, entró en la habitación, fue hacia la puerta y miró a través de la mirilla. —Oh,
mierda. — Pensó en no responder, al ver la mitad femenina de De Salliers. Luego pensó
que podría obtener más información de la mujer, así que abrió la puerta. — ¿Sí?— La
mujer dio un paso atrás.
—Oh, hola Kerry. — La mujer se recuperó. —Tenía la esperanza de hablar contigo.
— ¿Por qué?—, preguntó sin rodeos.
—Porque creo que podemos ayudarnos unos a otros.
Kerry tuvo que preguntarse, en pocas palabras, si la estupidez era contagiosa.
Quizás la mujer había pasado demasiado tiempo con Bob. —Ayudarnos ¿por qué?—
Preguntó. —Hasta ahora, en lo único que me habéis ayudado es en conseguir una fuerte
migraña.
La otra mujer suspiró. —Mira, ¿puedo entrar y hablar?
—No. La verdad es que no quiero tener nada que ver contigo, con tu jefe, con
vuestra estúpida misión o con la gente para la que trabajáis.
—El hecho cariño, es que ya estás involucrada. — La actitud de Christen cambió y
se hizo más difícil. —Así que, o me dejas entrar y me das lo que quiero o...
— ¿O qué?— Aquello resultó casi divertido. — ¿Vas a sacar una pistola?
—No.
— ¿Vas a hacer como Jackie Chan y empezar a maullar de haiku japoneses mientras
haces llamativas poses de kung fu?
Christen no respondió.
— ¿Vas a tratar de golpearme?— Arrugó la nariz con una mueca divertida. —
¿Amenazarme con una demanda? ¿Qué?
—Crees que esto es un juego, ¿no?
—Hey, eres tú la que parece estar jugando—. Se rio y luego se puso seria. —Es
mejor que simplemente retrocedas y vuelvas por dónde has venido. Deja de jugar con
nosotras.
— ¿O?— lanzó el comentario a su vez.
—O voy a llamar al presidente de tu agencia y presentaré una queja de acoso sin
causa. —
— ¿Crees que te serviría de algo?— se rio.
— ¿Cuándo llame al vicepresidente ejecutivo de la compañía para la que llevo todos
sus asuntos? Sí. — Sonrió. Vio que la otra mujer, ahora ya no sonreía. —Y si no me
escucha, él escuchará a Dar. — Observó el rostro de Christen. —Ohh... no hiciste bien tu
trabajo, ¿verdad?
—Tu consulta resultó totalmente negativa.
—No me sorprendente—. Kerry sonrió. —Prueba con un apellido de Stuart. —
Comenzó a cerrar la puerta. —Verás cómo consigues una gran cantidad de información.
Creo que este será vuestro último trabajo, ¿sabes? Sois un verdadero desastre.
Christen se había vuelto totalmente roja.
—Así que no te metas conmigo—. Le advirtió, muy seriamente. —Eres una
aficionada. Me ofende que en realidad te paguen por no ser más que una aficionada. Mi
Labrador Retriever lo haría mejor como detective, y en lo que a mí respecta, no eres más
que una pose llamativa.
Cerró la puerta con una sensación de satisfacción culpable. —Imbécil—. Se dio la
vuelta y comenzó a alejarse, luego se volvió como llamaron a la puerta de nuevo. Con un
gruñido, se dio la vuelta y abrió la puerta lista para otro combate.
Para su sorpresa, se encontró frente a una mujer de ojos saltones, con uniforme de
camarera del servicio de habitaciones. —Oh. — Dio un paso atrás. —Hola. Vamos entra.
Se permitió un momento para pensar en su arrebato, preguntándose tardíamente si
no debió haber dejado que Christen hablara. Tal vez podría haber obtenido algo de ella.
Ah bueno. Observó la camarera dejar la bandeja. Ahora es demasiado tarde. —
Gracias. — Se acercó y tomó la nota, la revisó y luego la firmó. —Todo se ve muy bien.
La mujer sonrió con timidez. —Usted es bienvenida. Se agradece. Normalmente
simplemente nos piden bocadillos para llevar.
Kerry sonrió, con su buen humor restaurado. —Bueno, tenemos bocadillos en el
barco, pero una de las cosas buenas de la visita a otros lugares es llegar a probar su cultura
y comida. No se puede hacer eso con mantequilla de maní.
La mujer asintió con la cabeza, luego se deslizó hasta la puerta, retrocediendo por
la sorpresa cuando se abrió hacia adentro viendo entrar a Dar. —Oh.
Dar miró a la mujer con una ceja levantada, luego se apartó hacia un lado para
dejarla salir. Cerró la puerta tras ella y se acercó a Kerry, dejando una bolsa de impresión
colorida en la silla. —Hola. — Sus ojos azules se dirigieron a la mesa. —Parece que llego
justo a tiempo.
—Sí. — Asintió, levantando las tapas para descubrir comida de lo más apetecible
como huevos, frutas, especias nativas y mariscos. —Acabas de perderte a nuestra amiga
Christen.
—No, no lo hice. — Olió apreciativamente. —Se chocó contra mí nada más salir
del edificio. — Probó un poco de papaya. —Mm.
—Creo que la he cabreado.
—Bien. Yo también. Se cayó sobre su culo. — Contestó. — ¿Qué quería?
Kerry se sentó —Por desgracia, no tengo ni idea. Estaba demasiado ocupada
insultándola como para averiguarlo. — Miró a su pareja ligeramente arrepentida. —En
retrospectiva, tal vez eso no fue una buena idea. Quería hablar conmigo, dijo que podía
ayudarme.
— ¿A qué?— Preguntó, fijando su servilleta a un lado y sirviendo un poco de zumo
de maracuyá.
—Bueno, eso es lo que no lo sé. Le dije que era un fraude. Que si no nos dejaba en
paz llamaríamos a su jefe.
—Ah. — Dar investigó los camarones y la pimienta huevera. —Bueno, realmente
no te culpo. — Admitió. —Sólo estoy esperando que sean las 09 a.m. para poder llamar
a Wharton. Tal vez después de eso, simplemente desaparezcan. — Abrió un rollo marrón
crujiente y le puso un poco de mantequilla. —Maldita sea, esta gente es un dolor en el
culo.
Kerry masticaba lentamente un trozo de fruta. — ¿Qué crees que va a hacer?—,
Preguntó. —Wharton, quiero decir. Parece bastante duro. ¿Existe la posibilidad que esto
pueda volverse en contra de nosotras, Dar?
—Eh. — Añadió un poco de huevo en su rollo. —Estaba pensando en eso. Tal vez
debería mantenerlo anónimo, en lugar de decirle quien soy.
—Hm. — Murmuró. — ¿Sólo decirle que estás aquí y que has encontrado algo?
¿Será suficiente para que saque de aquí a De Salliers y sus Gemelos Fantásticos?
Ahora, a la luz del día, ella se había estado preguntando lo mismo. Su plan de la
noche anterior, le había parecido simple y directo, pero ahora estaba empezando a tener
dudas. —No lo sé—. Respondió con honestidad. —Me sentiría mejor si en realidad
tuviera algo antes de hacer la llamada. No sé.
— ¿Quieres visitar las oficinas del gobierno antes?. Tal vez podamos desenterrar
algunas cosas allí, y simplemente enviarle un fax o algo así. Tal vez eso será suficiente.
¿Y luego que? —Está bien, eso suena bien. — Estuvo de acuerdo. —Sabes, Ker,
sólo estaba pensando. ¿Y si el viejo realmente estaba loco?
—También lo había pensado. — Admitió. —Pero dejar su fortuna a la caridad, no
suena muy loco para mí, Dar. Si lo hubiera dejado a Greenpeace, tal vez, pero... he
comprobado las organizaciones de caridad. Pescadores principiantes, bomberos locales
de Boston... un montón de cosas de la comunidad. — Explicó. —Así que no sé, tal vez
tenía sus razones.
Dar selección una fresa, le dio un mordisco, y luego le ofreció el resto. —El dinero
a veces arruina a una familia. — Observó. —Lo cambia todo, ¿no es así?
Kerry no respondió de inmediato. —Supongo que sí. — Dijo. —En mi familia, era
algo que se daba por sentado. — Sonaba un poco sorprendida. —En realidad, nadie
pensaba en el dinero. Era el poder lo que atrajo la atención. — Una risa tenue salió de su
garganta. — ¿Sabes algo? Están leyendo las últimas voluntades de mi padre esta semana
y ni siquiera he pensado dos veces antes de ser excluida de la misma.
— ¿Qué harías si no estuvieras?—, preguntó con curiosidad. —Quiero decir, ¿si te
enteras de que te ha dejado algo?
—Donarlo a la caridad—. Respondió al instante. —Yo no... quiero nada de él—
Estudió su tenedor. —Tengo todo lo que siempre he querido o necesitado en ti.
Se acercó y le acarició la mano. —Ker, sabes que siento lo mismo. Pero no te
sorprendas si al final surge algo, después de todo. — Habló en voz baja. —Tal vez no sea
el dinero.
Se quedó brevemente en silencio, entonces levantó sus ojos y se encontró con los
de su pareja. — ¿Sabes algo, o simplemente estás suponiéndolo?—, Preguntó en voz baja.
—Sólo es una suposición. — Negó con la cabeza.
— ¿O es porque tus padres lo harían y le estás dando un poco de holgura al mío?—
apoyó la barbilla en la mano. —Las personas son bastardas, Dar. La paternidad no les
otorga ninguna nobleza si no saben lo que es.
—Tienes razón—, Dijo Dar. —Pero la mayoría de las personas no son sólo
totalmente buenas o totalmente malas. Nunca se sabe. — Moderó el tema, al ver la
incomodidad de su pareja. —En cualquier caso, creo que una visita a la ciudad es
probablemente una buena idea. Voy a mantenerme fuera de contacto con Wharton hasta
que tengamos más datos disponibles.
Kerry no estaba lista para terminar la conversación. — ¿De verdad lo crees?—
Preguntó muy seria.
—Creo que él era tu padre, y eso es suficiente para mí.
Kerry suspiró. —Yo también solía pensar eso. — Dijo. —Tal vez una parte de mí
todavía lo quiere creer. Pero... si creo eso, entonces hace que sea aún más difícil para mí
aceptar lo que hice.
—Mm. — Dar le agarró de la mano.
—Así que es más fácil para mí creer lo contrario. — Continuó. —Al menos dejaría
de odiarme a mí misma. — Suspiró pesadamente. —Así que, francamente, espero tener
un saco de carbón, si me deja algo, Dar.
Ah. Le acarició la mano.
—Tal vez después de pasado algún tiempo, me pueda sentir de manera diferente.
Pero ahora mismo, no puedo lidiar con esto.
—Bien.
Kerry la miró. —Eso suena bastante cobarde, ¿no es así?
—No.
Una risa irónica. —Sí, lo es. Pero sabes, esta es la primera vez que he sido capaz de
hablar de esto, desde que murió, así que tal vez está bien ser un cobarde durante un tiempo.
— Se dio cuenta. Era como si hubiera dado un paso atrás, y ganado al menos una pequeña
media perspectiva. ¿Era parte de algún proceso de curación?
Tal vez. Se sintió oscuramente mejor, de repente, cogió el tenedor y continuó con
el resto de su desayuno.
—Tengo que ir al banco. — Dar de pronto recordó. —Maldita sea, me olvidé de
eso. Tengo que recoger el dinero en efectivo. — Tomó un bocado de sus huevos y lo
masticó. —Lo haremos antes de ir a la caza de información.
—No puedo creer que aceptaran que les dejaras dinero—. Sonrió. —Estoy feliz por
ello.
—Bueno, va a ser un préstamo, no van a dejar que se lo de como regalo. —, Dijo
Dar. —Pero por lo menos podrán estar más tranquilos. — Negó con la cabeza. —
¿Quieres venir conmigo?
—Puedes apostar tu culo. — Terminó su zumo de fruta y se levantó. —Vuelvo
enseguida.
Dar la vio dirigirse al baño, por lo que se centró en terminarse su desayuno, mientras
escuchaba el agua filtrarse a través de la habitación. La decisión de hacer algo de
investigación antes enfrentarse a su adversario putativo era, pensó, una buena idea.
Podrían encontrar algunos hechos. Le gustaban los hechos. Los guardaba en el bolsillo y
los utilizaba como dardos, para clavárselos a las personas cuando menos se lo esperaban.
Los hechos eran buenos. Apuró su taza de café. No le importaba echar un farol,
pero un farol era siempre más fácil cuando tenías algo con lo que resguardarte en caso de
ser necesario. Se puso de pie, se limpió los labios y dejó la servilleta sobre la mesa. Se
acercó a coger su mochila, que estaba en un rincón, la levantó y se la deslizó sobre los
hombros. En ese momento, Kerry salió y se reunió con ella en la puerta. Salieron de la
habitación para ir en busca de algunas respuestas.
O algunos problemas. O tal vez ambas cosas.
***
Dar mantuvo abierta la puerta del Banco Chase, dejando que la rubia entrara
primero. El banco estaba de camino a la estación de policía y el juzgado, por lo que habían
decidido entrar allí primero. Dar se quitó las gafas de sol y miró a su alrededor, luego se
acercó a un pequeño escritorio con una recepcionista detrás de él.
—Buenos días. — La recepcionista les dio la bienvenida con una sonrisa
profesional. — ¿Qué puedo hacer por ustedes?
—Tengo una transferencia bancaria que recoger. —, Explicó Dar. —Se generó ayer
por la noche.
—Claro. — La mujer miró hacia atrás, hacia el escritorio donde se encontraba un
joven. — ¿Sr. Steel? ¿Estás libre?
El hombre levantó la vista. —Si lo estoy.
Dar y Kerry se acercaron y se sentaron en la mesa del joven. Dar sacó la licencia de
conducir de su cartera y se la entregó. —Hice una transferencia bancaria anoche. —
Repitió. —Desde Florida.
El Sr. Steel tomó la licencia y se la puso en el escritorio, para introducir en el
ordenador los datos. Esperó, y luego asintió. —Sí, Señora Roberts lo tenemos. — Él se
acercó más a la pantalla. —Para... ¿diez mil?
—Sí.
— ¿Le gustaría un cheque, señora?
Un cheque. Lo pensó durante unos segundos, pero al recordar a Cheapside Guido,
declinó la idea. —Efectivo—. Respondió. —En billetes de cien.
El funcionario del banco frunció el ceño. —Señora, no es una buena idea llevar esa
cantidad de dinero encima. — Él se opuso. —Se lo aseguro.
—Lo sé. Pero no lo llevaré muy lejos.
Al hombre todavía no le gustaba, pero dio un golpecito en una solicitud y pulsó
enter. —Está bien, déjame que se lo traiga. — Se puso de pie y se acercó a una puerta
cerrada, tecleó un código y desapareció.
Kerry miró a su alrededor, por el banco vacío, con su único cajero. —Qué tranquilo.
—Mm—. Dar se echó hacia atrás. La puerta exterior del banco se abrió y entraron
dos hombres, sin pasar por la recepcionista, se dirigieron hacia la cajera. Eran altos y
había algo vagamente familiar en uno de ellos, que le llamó la atención.
El hombre estaba vestido a la moda típica de la isla, pantalones cortos tipo surfista
y una camisa suelta. Llevaba sandalias y una gorra de béisbol roja. Llevaba una bolsa de
depósito bancario desgastada.
Frunció el ceño. Una gran cantidad de personas en la isla se parecían a ese hombre.
Entonces, ¿qué era? ¿Su forma de andar? Su actitud...
—Dar. — La voz de Kerry irrumpió su concentración.
— ¿Sí?
Kerry bajó su tono considerablemente. —Creo que es uno de los piratas que nos
atacaron ayer.
Oh. Duh. —Supongo que por eso me parecía familiar. — Susurró.
Vieron al hombre, que empujó varias cosas a través de la ventanilla. Parecía
relajado y cómodo. La cajera los tomó y los procesó, sonriendo al hombre con el que
parecía estar familiarizado.
— ¿Qué vamos a hacer?— Murmuró Kerry. —Si lo hemos reconocido, él
probablemente nos reconocerá.
Dar midió la distancia entre ellos. —No lo hizo cuando entró. Daremos la vuelta y
veremos qué pasa.
Kerry se movió en su silla y la miró. —Está bien, pero ¿qué vamos a hacer después
de eso?
—Tal vez podemos averiguar cuál es su nombre.
— ¿Y decírselo a la policía?— Miró rápidamente a su espalda. —Dar, él es
obviamente una persona conocida aquí.
—Uh huh. — Dar no parecía estar sorprendida.
El interior de la puerta se abrió y el funcionario del banco reapareció. Llevaba una
pequeña caja, y miró a su alrededor mientras cruzaba a su escritorio. Sus ojos se posaron
en los dos hombres. —Ah. Buenos días, Sr. Chasiki.
El hombre se volvió al oír su nombre y sonrió, luego sus ojos se deslizaron por
delante de él y se centraron en la cara de Dar.
UH oh. Dar pensó rápido, mirándolo a los ojos brevemente, y luego desviando la
mirada, con la esperanza de estar proyectando un aire de profundo desinterés. Había visto
el reconocimiento cuando él la miró.
—Yah, Yah. — El hombre respondió el director del banco. —Unas vacaciones
estupendas, ¿sí?— Su voz era tensa.
—Muy bien, gracias. — El oficial se sentó y puso la caja en el centro de la mesa.
Sacó unos papeles y llenó algunos formularios. —Está bien, Sra. Roberts. Permítanme
completarlo, y estará todo listo.
—Gracias. — Dar apoyó los codos en la mesa, y resistió el impulso de darse la
vuelta para mirar al pirata. Junto a ella, Kerry estaba recostada con los brazos cruzados y
la espalda, en su mayoría, vuelta hacia la cajera. La mujer rubia parecía tensa, con un
surco arrugado en su frente.
—Aquí tiene. Por favor, firme aquí— El Sr. Steel señaló un espacio en el
formulario. —Tenga su licencia de conducir. — Le entregó la tarjeta.
Dar cogió la pluma y estudió la forma, se detuvo cuando oyó pasos que se
acercaban. Se detuvieron justo detrás de ella, sabiendo que les estaban observando. Ella
firmó su nombre en el formulario.
— ¿Algo que necesite, señor?—, Preguntó el joven.
—Na. Sólo estaba pensando. — El pirata habló desde justo detrás de ellos.
Los pasos se alejaron, y se abrió la puerta detrás de ellos, dejando que el sonido del
viento y la calle entrara.
Dar empujó de nuevo el papel al oficial. Se echó hacia atrás, sintiendo la tensión
relajarse de sus hombros. — ¿Siempre está todo tan tranquilo?
El Sr. Steel tomó el papel. —Oh, casi siempre, excepto los viernes, que es el día de
pago. — Sonrió, luego la miró con curiosidad. —Perdone, señora Roberts, pero ¿conocía
usted al Sr. Chasiki, el caballero que acaba de estar aquí?
Dar miró a Kerry. Los ojos de Kerry se abrieron un poco, y sus pálidas cejas se
levantaron. —Me sonaba su cara. ¿Por qué?
—Oh, simplemente me lo preguntaba, ya que él se le ha quedado mirando.
Dar se dio la vuelta y se quedó mirando la puerta cerrada, luego le devolvió la
mirada. Se encogió de hombros. — ¿Quién es?
El hombre se encogió de hombros de nuevo. —Es un hombre de esos que agradan
a las mujeres. — Dijo. —Aunque creo es un poco pícaro, según me han dicho. — Le
entregó la caja. —Aquí tiene, Sra. Roberts. Espero que lo ponga en un lugar seguro. En
realidad no es una buena idea llevarlo encima.
Dar se puso en pie y alzó la mochila, luego abrió la caja y metió los fajos de billetes.
—Gracias por el aviso. — Terminó, cerró la mochila y le devolvió la caja. —Ha sido un
placer hacer negocios con usted. — Se puso de nuevo la mochila sobre los hombros y tiró
de las correas para ajustársela. — ¿Ker?
Kerry dio al joven una breve sonrisa, se levantó y se unió a su compañera que ya se
dirigía a la puerta. Deslizó una mano en su brazo y salieron juntas del banco.
Ambas miraron a derecha e izquierda, cuando la luz del sol las golpeó. —Dar, eso
ha sido muy raro.
—Ha sido espeluznante. — Reconoció. —Vamos. Quiero ver a Bud y deshacerme
de este dinero antes de que pase cualquier otra cosa. — Sus sentidos estaban a flor de piel.
—Lo último que necesitamos es que ese idiota nos siga.
Kerry miró a su alrededor con nerviosismo. — ¿Realmente crees que lo haría?
—Prefiero no averiguarlo. — Le dijo, sacando su teléfono móvil. Marcó el número
de Bud. Después de dos tonos, le respondió. —Bud, soy Dar. ¿Te has citado ya con tu
amigo?— Esperó la respuesta. —Bien. Entonces nos dirigimos de nuevo al hotel. —
Colgó y lo dejó en su cinturón.
—Por lo menos ahora sabemos su nombre.
—Y él el mío. — Dar le recordó. —Kerry, no sé si ir a la policía aquí es una buena
idea. — Comenzó a caminar hacia el hotel. —Es sólo que no sé en quién podemos confiar
aquí. Si vamos a la policía, y les contamos, ¿entonces qué? Ellos puede que lo protejan.
—Caramba—. Kerry suspiró.
La morena negó con la cabeza, y cruzó la calle, dirigiéndose hacia la larga subida.
Habían caminado durante unos pocos minutos cuando oyó unos pasos detrás. Miró
alrededor, y por supuesto, dos hombres las seguían por la ladera. —Hijo de puta.
Kerry miró. —Caramba. — Murmuró. —Tal vez no nos están siguiendo, Dar.
Simplemente puede que estemos siendo un poco paranoicas.
Cierto. Dar se desvió, al sentir el fuerte olor del café y masa caliente. Llevó a la
rubia a una tienda, cerca de su camino, y se acercó al mostrador. —Dos johnnycakes y
dos cafés, por favor.
El hombre detrás del mostrador entregó el pedido, aceptó el dinero de Dar y le
devolvió el cambio. La morena cogió uno de los pasteles y se lo ofreció a Kerry. Luego
hizo lo mismo con el café, y recogió lo suyo. Se quedaron allí durante unos minutos.
Al principio no vieron nada, pero luego, de repente los hombres pasaron junto a la
tienda, hablando casualmente entre sí, sin mirarlas.
Kerry lanzó su aliento contenido, y le dio un mordisco a su pastel. —Mm. —
Murmuró.
—Bien dicho. — Dar la felicitó en voz baja. —Vamos.
Se alejaron de la tienda y continuaron hasta la calle escalonada. —Esto sería un
gran entrenamiento por las mañanas. — Kerry comentó, casi mareada de alivio.
—Oh, sí. — Estuvo de acuerdo la morena. Terminó su pastel, desempolvó los
dedos, luego tomó un sorbo de café. —Ugh. Gross. — Se detuvo en seco, y buscó un
cubo de basura.
—Me preguntaba cuando te darías cuenta de que no cogiste nada de leche o
azúcar—. Le sonrió. —Pensé que íbamos a tirarles las cosas en la cara a de esos tipos,
nunca pensé que intentarías beberlo.
—Sí, sí. — Tiró la bebida y reanudó su ascenso. Todavía estaba inquieta y subir
aquella colina parecía un largo camino por recorrer.
Cuando llevaban las tres cuartas partes del camino recorridas, oyó pasos de nuevo.
Miró a Kerry, y ambas miraron a su alrededor. Seis hombres venían detrás de ellas. Se
miraron la una a la otra. —Corre. — Kerry murmuró, aumentando su ritmo para trotar.
Dar se unió a ella. Oyeron a los hombres detrás de ellas acelerar también. Veinte
metros más para el final, y estarían en la posada.
Diez, y oyeron a los hombres más cerca.
Cinco, y Dar podía oír su respiración pesada.
Luego se remataron los pasos y se encontraban frente a la posada. Dar vio a Bud
que esperaba delante de la puerta, y se dirigió hacia él, con Kerry pegada a ella como una
pulga en un perro.
Los pasos detrás de ellas se detuvieron. Dar aminoró el paso y se arriesgó a mirar
detrás de ella, sólo para ver a los hombres agrupados en la parte superior, al parecer
enfrascados en una discusión. Bud los observó con curiosidad, mientras se acercaban,
ladeando la cabeza cuando se detuvieron junto a él.
— ¿Qué pasa?— Bud miró más allá de ella a los hombres.
—Luego te lo cuento. —, Dijo Dar. —Vamos a entrar.
Bud estaba mirando por encima del hombro. Sus ojos se estrecharon. Dar se dio la
vuelta para mirar, pero los seis hombres se fueron por donde habían venido hasta
perderlos de vista. — ¿Los conoces?
El la miró.
—Vamos dentro. — Repitió Dar.
***
***
— ¿Sabes una cosa, Dar?— Kerry estaba tumbada en la cama grande. —No me di
cuenta qué tan salvaje han sido estos últimos dos días hasta que se lo hemos contado a la
policía.
—Errff. — Dar hizo un pequeño sonido de acuerdo desconcertado. —Pensé que iba
a caerse cuando le contamos que tuvimos que disparar contra los piratas. ¿Viste eso?
Asintió. —Él sabe algo. — Miró a Dar. —Tenías razón. Estaba realmente aliviado
cuando le dijiste que nadie parecía haber resultado herido.
— ¿Y viste cómo de rápido cambió de tema?— Agrietó los nudillos. —Está bien.
Así que ahora ya lo saben todo.
—Y seguro que no deseaba saber tanto.
Dar sonrió. —El capitán dijo que detendría a nuestros amigos detectives, si podía
encontrarlos y que estaría en contacto con De Salliers para asegurarse de que nos dejara
en paz.
—Creo que pusimos algunos puntos a favor de Bob. — Kerry reflexionó. —Pero
será mejor que le advirtamos que mantenga un perfil bajo. — Levantó las rodillas y se
estiró, arqueando la espalda. —Pero estoy muy contenta de saber que este policía no está
involucrado. Me siento mucho mejor ahora.
Los oídos de Dar temblaron en aprobación. —Sí, incluso cuando nos miró como si
le hubiéramos dejado caer una bomba sobre su escritorio. — Estuvo de acuerdo. —Y
Bueno. ¿Estás preparada para una inmersión? ¿Ahora que las cosas se han tranquilizado?
Kerry cruzó las manos sobre el estómago, considerándolo. —Sí. — Dijo después
de un momento. —No me he sentido mal en todo el día. Una inmersión estaría bien. —
Volvió la cabeza. — ¿Qué quieres decir en un agujero azul?
Dar sonrió y le tendió una mano. —Ven conmigo, Yankee. Te lo voy a mostrar.
Incapaz de resistir ese tipo de invitación, rodó de la cama y se unió a Dar, tomándola
de la mano, mientras la morena se ponía al hombro la mochila y se dirigía a la puerta. —
Asegúrate de bloquearlo. — Tenía su maletín en la mano, por si acaso.
Dar bufó. —Estoy dispuesta a apostar que cualquiera que abra esta puerta acabará
con sus dedos cortados. — Cogió su teléfono móvil y marcó el número de Bud de nuevo.
—Vamos, Bud, maldito pollo grande. Contesta el teléfono.
Pero, aun así, saltó el buzón de voz. Negó con la cabeza. —Bud, tenemos pensado
salir al mar, durante un tiempo. Haznos saber cómo está Charlie, ¿de acuerdo?—
Consideró un momento. —Acabamos de terminar de contar todo a la policía. Creo que
ahora esteremos más tranquilas. Dame una llamada. — Con el ceño fruncido, colgó el
teléfono y lo sujetó en su cinturón. —Maldito viejo terco.
—Dale el beneficio de la duda, Dar. — Kerry se rio entre dientes. —Tal vez él esté
llevándose a Charlie fuera del hospital. Si se tratara de mí, yo no estaría respondiendo a
mi teléfono.
—Mmph. — Dar sacudió la cabeza de lado a lado. —Si él no llama dentro de un
rato; llamaré al hospital y averiguaré lo que está pasando.
Caminaron juntas hasta el vestíbulo, por la puerta principal.
***
Lo hicieron hasta el muelle sin incidentes. El sol estaba fuera, y todo parecía
tranquilo y silencioso, de vuelta a la normalidad de nuevo.
Los muelles estaban bastante llenos: varios barcos estaban saliendo y entrando. Se
dio cuenta que no había señales de De Salliers. Llegaron a su emplazamiento, y se
detuvieron para revisar el barco antes de abordar, pero el barco parecía intacto flotando
en su espacio asignado. —Se ve bien.
Kerry saltó dentro y se dirigió a la cubierta de popa. Abrió la puerta, mirando en su
interior.
Dar abrió la puerta y entró para encontrarlo tranquilizador tal como lo había dejado.
Incluso la manzana que Kerry había dejado sobre el mostrador seguía en su sitio,
haciéndole señas tentadoramente, mientras cruzaba el suelo y tomaba posesión de ella.
Continuó y asomó la cabeza hacia las habitaciones. Luego regresó satisfecha. —
Bueno, si han entrado no han dejado huellas.
Kerry asintió, dando un mordisco a la manzana. Se sentía bien estar de vuelta a
bordo, de su viaje a casa. Se sintió relajada y en espera de su inmersión. —Iré revisando
nuestro equipo mientras tú pones en marcha los motores. ¿Te parece bien?
—Genial— Dar la rodeó y se inclinó para darle un beso. Al instante dejó la manzana
y le devolvió el beso con suave pasión. Apoyó la frente contra la de ella, cuando se
separaron le mordisqueó la punta de la nariz cariñosamente. —Creo que las cosas están
mejorando.
—Si, yo también lo creo. — Kerry levantó la cabeza y rozó sus labios contra los de
la morena, de nuevo, persuadiéndola en una exploración más larga, más profunda. —Oh,
definitivamente. — Susurró, levantando la mano para acariciar la mejilla de Dar,
sintiéndola sonreír.
Estuvieron así durante unos minutos más, y luego se separaron de mala gana y se
dedicaron a sus tareas separadas. Kerry se agachó en el cuarto de engranaje, dejando de
lado los compensadores de flotabilidad. Sintió los motores rugir, mientras revisaba
cuidadosamente el regulador de Dar, conectándolo a un solo tanque que mantenían atado
a la pared para este propósito y lo presurizó.
Ladeando la cabeza hacia un lado, escuchó que no había ninguna fuga, y luego cerró
la válvula. A continuación repitió el proceso con su propio equipo. Satisfecha, se colgó
ambos reguladores sobre el hombro y cogió el BC de camino hacia la puerta.
El barco se movió mientras viajaba, su cuerpo casi compensando automáticamente
el movimiento. La vista desde las ventanas cambió, cuando Dar dirigió el barco hacia
fuera y lejos de los muelles. Notó un soplo de aire fresco de mar, a medida que avanzaba
a través de los ojos de buey, y se encontró con una amplia sonrisa cuando salió a la
cubierta de popa.
¡Qué magnífico era el día!. Echó la cabeza hacia atrás. El cielo estaba despejado,
azul profundo con sólo un par de nubes esponjosas abajo en el horizonte. Había una
agradable brisa, y mientras se dirigían hacia el agua del rocío de la estela del barco batido
por el aire la sacudió con su maldita riqueza.
Con una sonrisa, fue al gabinete del tanque y lo abrió, sacando dos de los tanques y
levantándolos con un gruñido. Los llevó hasta el banco y los puso en su sitio, dejando
caer el BC abajo en el banco junto a ellas. — ¿Hey, Dar?
— ¿Sí?— Su voz llegó abajo desde el puente.
— ¿Ese agujero azul es un buen lugar para las fotos?
Dar rio.
—Me lo tomaré como un sí. — Kerry terminó de preparar sus cosas y entró en el
interior para conseguir su cámara y su carcasa resistente al agua.
***
Dar alzó la vista al oír a Kerry subir la escalera, con sus movimientos más lentos y
un toque más indeciso de lo habitual. — ¡Kerry!— Soltó los aceleradores, frenando el
barco mientras observaba a su amante equilibrar una brazada mientras intentaba llegar a
la cubierta superior. — ¡Vas a matarte!
—Shh. Estoy bien. — Consiguió mantener el equilibrio. —Relájate y mantén los
ojos en el camino, cariño.
Dar aumentó su velocidad de nuevo, pero no pudo resistirse a mantener un ojo en
su pareja, cuando volvió y se sentó junto a ella. — ¿Qué es eso?
Puso a la vista un plato cubierto. —No tenemos tiempo para hacer lo que te prometí.
— Descubrió el plato, enseñando dos bocadillos hechos con mantequilla de maní y jalea,
y algunas galletas.
—Mm—. Dar, por lo general, estaba encantada con sólo comer galletas, pero sus
ojos se abrieron cuando vio el resto. — ¡Qué buena pinta tiene!
—Bueno, sí. — Kerry pasó un brazo alrededor de ella. —Sólo los hice. Gracias a
Dios por Pillsbury. — Puso un termo en la consola. —Pensé que sólo tendríamos tiempo
para almorzar antes de que llegar de nuevo al muelle.
Dar seleccionó agradablemente medio bocadillo y lo mordió. — ¿Me pregunto qué
diablos está pasando?— Murmuró. —Bud sin dar señales, o.…
— ¿Con nuestra suerte en este viaje?— Kerry se rio con ironía. —Or.
Definitivamente Or. Tal vez se enredó con ese tiburón desagradable al que pagamos esta
mañana. Seguro que no parecía amable, y él parecía el tipo que guarda rencor sin ninguna
razón real.
Posible. Asintió mientras masticaba. —Puede ser. O tal vez él está con Rufus, y su
maldita batería murió.
Se miraron la una a la otra. —Realmente no crees eso, ¿verdad?— Suspiró.
La morena se encogió de hombros y tomó una galleta. Era una galleta de chocolate,
sus favoritas, a pesar de que Kerry solía experimentar con muchas otras exóticas. —
Supongo que tendremos que encontrar la manera difícil.
Su teléfono sonó, lo que las hizo saltar un poco. Frunció el ceño, dejo la galleta y
cogió el teléfono. El identificador de llamadas mostraba un número privado, por lo que
levantó las cejas. — ¿Hola Buenas?
—Hola, Roberts. — La voz de De Sallier sonaba fría y engreída, algo que no era
una buena combinación en ningún momento.
— ¿Qué diablos...?
— ¡Cállate!— El hombre gritó. —Sólo cállate y escúchame, perra, si quieres ver a
tu pequeño amigo marica de nuevo.
Sintió a Kerry acercarse más, al oír las palabras a pesar del ruido de los motores.
Una sensación de malestar se apoderó de ella y sus fosas nasales se crisparon, pero se
mordió la lengua con cuidado y no respondió. Su ritmo cardiaco se aceleró mientras
esperaba, haciendo un trueno leve en sus oídos.
Kerry le pasó un brazo por la cintura y apretó la oreja contra el otro lado del
teléfono.
— ¿Roberts?
—Dijo que me callara y escuchara. — Oyó el clip de hielo en su propio tono. Su
voz se había reducido a casi su registro más bajo.
—Muy bien—. De Salliers respondió con una sonrisa verbal. —Esto es muy simple.
Te lo explicaré para que lo entiendas bien.
Los ojos de Dar se estrecharon, pero se mantuvo en silencio. A su lado, Kerry hizo
un ruido a medio camino entre un suspiro y un gruñido.
—Me vas a dar lo que has encontrado. Cuando lo hagas, te daré a tu amigo. —, Dijo
el hombre. —Si llamas a la policía, mataré a este pedazo de basura. Si te metes conmigo,
mataré a este pedazo de basura. Si haces algo que me haga pensar que me estás
atravesando, no sólo voy a matarlo, sino que antes lo arrastraré por todo el arrecife. ¿Me
entiendes?
—No—, dijo Dar. —Eso requeriría un grado científico en psicología animal que no
poseo. ¿Dónde quiere hacer el intercambio?
—Sólo por eso, perra; él se llevará dos golpes. — De Salliers le dijo. —Te lo haré
saber.
La llamada terminó. Dar se lamió los labios y dejó el teléfono en su sitio,
contemplándolo con consternación. Kerry lentamente dejó escapar un suspiro, con la
cabeza todavía descansando en el hombro de Dar. El sonido de la embarcación llenó el
aire durante varios minutos muy largos.
—Oh, muchacho. — Kerry finalmente exhaló. —Estamos tan...
—Vaya mierda. — Completó el pensamiento de manera sucinta. —Oh sí. A lo
grande. — Poco a poco soltó un suspiro y se concentró por un momento en la conducción
del barco. Su estómago se apretó en nudos, luchando para agarrarse a los pensamientos
que giraban dentro de su mente.
—Tú... — Kerry hizo una pausa. — ¿Crees que hablaba en serio?
Dar reprodujo la conversación en su cabeza. La voz de De Sallier había sido muy
diferente de lo que recordaba anteriormente. Había notado un cierto tono borde que la
estaba poniendo muy nerviosa. —Podría ser, sí. — Contestó en voz baja. —Creo que
puede que le haya provocado a actuar así.
Kerry exhaló. —Dar.
—Si lo sé. Me siento como una mierda. — Dijo, en voz baja. —No creo que le haya
dado otra opción.
Apoyó la cabeza en el hombro de Dar, mientras el puerto deportivo de la isla crecía
delante de ellas. —Dios mío, ¿qué vamos a hacer?—, preguntó. —Dar, ¡no tenemos nada
que darle!
La morena no respondió.
—Él no nos va a creer si se lo decimos—. Continuó, su tono ascendente. — ¡Jesús!
—Está bien. —, Dijo Dar. —Volvernos locas no va a ayudar.
—No me estoy volviendo loca. — Se opuso. —Sólo soy... — Hizo una pausa. —
Bueno, tal vez me estoy volviendo loca. Pero creo que está justificado.
La boya se acercó, y Dar la pasó, apuntando a su deslizamiento. Le temblaban las
manos en los aceleradores, pero se centró en lo que estaba haciendo. La última cosa que
tenía que hacer era entrar al muelle y dejar el barco lo mejor posible.
Kerry pareció darse cuenta de eso y guardó silencio mientras Dar maniobraba el
barco en su lugar. —Iré a sujetar las cuerdas. — Murmuró suavemente, usando eso como
excusa para quemar la mantequera de energía nerviosa en su vientre. Mientras subía por
la escalera, tenía mil pensamientos gritando y luchando para ganar la posesión de su
mente.
Lástima. Estaba horrorizada por lo que le pudiera pasar a Bud. A pesar de que al
principio no le había caído muy bien, verlo hablar con Charlie, en el hospital, de aquella
forma tan suave le hizo cambiar de opinión. El pensamiento de que le habían puesto en
peligro mortal, la estaba mortificando.
¿Cómo podrían haber sido tan condenadamente irresponsables? ¿No podían haberse
imaginado que De Salliers haría algo semejante? ¿Qué tan desesperado estaba? Maldita
Sea.
Con un suspiro, subió al muelle y aseguró sus cuerdas, mirando hasta el puente
mientras lo hacía. Dar seguía sentada, con la cabeza enterrada en sus manos.
Con su corazón dando tumbos, terminó su tarea y saltó de nuevo a bordo, subió la
escalera y se acercó a la figura inmóvil.
— ¿Dar?— Deslizó sus manos sobre los hombros de su pareja. Dar había estado en
lo cierto. Volverse locas no ayudaría. —Hey. —
— ¿Sí?— Levantó la cabeza y apoyó la barbilla en las manos entrelazadas.
—Vamos a averiguar qué hacer. — Se apoyó en su espalda. —Vamos. Vamos a
recoger a Charlie, y luego todos volveremos aquí y hablaremos de ello.
Se enderezó y apoyó la cabeza contra el pecho de Kerry. — ¿Cómo he podido ser
tan estúpida? ¿Que me pasa?—, Preguntó con una voz suave y quejumbrosa. — ¿Que
pasa conmigo?
Kerry le puso los brazos alrededor del cuello, y le besó la parte superior de la
cabeza. —No hay nada malo en ti. — Dijo. —Estamos caminando fuera de nuestra liga,
Dar.
Dar parpadeó un par de veces. — ¿Estamos?
—Bueno, no puedo hablar por ti, pero nunca me enseñaron a evitar algo parecido
en mis clases de TI en Michigan. —, Dijo Kerry, tomando una respiración profunda. —
En este momento estoy asustada.
La oscura cabeza se echó hacia atrás y los ojos de color azul pálido buscaron en su
rostro. —No lo estés. Tienes razón. Está justificado. —, Dijo Dar. —Acabo de poner la
vida de alguien en peligro por mi propia estupidez arrogante.
—Hey. — Se deslizó alrededor de la consola y se sentó junto a Dar. —Alguien que
conozco me dijo una vez, que cuando uno comete errores, a continuación, debe seguir
adelante y arreglarlo. — Le cogió la mano. —Cometimos un error. Así que vamos a
averiguar cómo solucionarlo.
— ¿Qué pasa si no podemos?— Dar se quedó mirando la consola con aire taciturno.
—Dar, si alguien puede, esa eres tú. — Murmuró. —Vamos a encontrar una salida,
de alguna manera. — Le acarició el hombro, preocupado por la dolorida y perdida
expresión en el rostro de su amante. —Vamos.
Dar visiblemente se recompuso, frotándose la cara con una mano y estirándose. —
Está bien. — Suspiró. —Veremos cómo podemos llegar a solucionar este lío. — Hizo un
movimiento de cabeza. —Dios sabe que podría haber sido peor. — Se movió para
levantarse.
Kerry se trasladó con ella. — ¿Cómo es eso?
Dar hizo una pausa, con una mano en la consola, y luego la miró. —Podrías haber
sido tú. — Se acercó más y ladeo la cabeza para besarla. —Vamos pues.
Jesús. Kerry tomó aire sorprendida, cuando se volvió para seguir mecánicamente a
su pareja. Tiene razón. Trató de imaginar lo que hubiera sido, cuando un destello de su
tiempo en el hospital psiquiátrico apareció cruelmente en su mente. Lo enfadada que
había estado. Qué vergüenza por haber sido tomada así, por su propio padre.
¿Cómo estaría Dar si hubiera sido ella? La observó bloquear cuidadosamente la
puerta de la cabina. — ¿Hey, Dar?
— ¿Sí?— Se dio la vuelta, al parecer después de haber recuperado la compostura
por el momento.
Kerry la cogió del brazo mientras cruzaban el muelle y empezaban la caminata
cuesta arriba hasta donde estaba el hospital. —Estaba pensando en lo que dijiste. — Cruzó
los dedos alrededor de los de la morena. —Estaba pensando en lo que haría si De Salliers
te hubiera cogido a ti en vez de a Bud.
Dar la miró. — ¿Y?
—Creo que habría ido en su busca con la escopeta. — Admitió, con una breve
sonrisa irónica. —Puedo verme haciendo de Rambo.
—Na—. Dar le apretó la mano.
—Sí. —, Dijo en serio. —Por lo tanto, sé que esto es una mierda y que va a ser duro
para las dos, pero soy lo suficientemente egoísta para estar alegre, por no tener que estar
pensando en ti, encerrada en algún lugar de las garras de ese tipo.
—Bien. — Dar dio un par de patadas a varias piedras del camino, observando a dos
hombres pasar junto a ellas. —Creo que sabe que yo me volvería loca. — Enderezó los
hombros. —Creo que tenemos que averiguar qué ventajas tenemos y qué hacer con ellas.
—Correcto—. Kerry sintió una pequeña sensación de alivio.
Caminaron en silencio, pasando los otros barcos, recibiendo a su vez unas cuantas
miradas curiosas de los hombres que trabajan en ellos.
— ¿Kerry?— Dar finalmente dijo cuándo habían pasado el puerto deportivo y
empezaron con los primeros pasos de la colina.
— ¿Mm?
Se detuvo y puso una mano en el hombro de Kerry. —No habría ido tras él con la
escopeta.
Los ojos verdes buscaron su rostro. —Oh.
—Lo mataría con mis propias manos. — Pronunció las palabras con extraña calma.
—Y le arrancaría el corazón.
—Ah.
Volvieron a caminar.
—Encontraremos una manera de solucionar este problema. — Kerry declaró con
firmeza. —Sé que lo haremos.
Dar gruñó suavemente en respuesta, con los ojos fijos en el hospital, al final de la
cuesta.
***
Dar fue detrás del mostrador del pequeño salón y se sirvió un vaso de leche. Luego
entró en el baño y tomó un par de aspirinas de la botella del botiquín. Se las tragó mientras
salía, para reunirse con Kerry y Charlie, en el espacio habitable de la embarcación.
La rubia palmeó el asiento junto a ella, en el sofá, y Dar dio un rodeo a la silla en
la que tenía intención de sentarse, para instalarse junto a su pareja. Ahora que el choque
había desaparecido un poco, y a pesar del dolor de cabeza que se había desarrollado, sus
instintos de resolución de problemas comenzaban a golpear de nuevo.
—Está bien. — Tomó un sorbo de leche. —En primer lugar, él no tiene ninguna
base de operaciones aquí en las islas, ¿verdad?
—No, por lo menos hasta donde sabemos. — Kerry había estado haciendo algunas
búsquedas rápidas de datos. —Aunque podría tenerla en cualquier sitio. — Añadió.
—Es verdad. Pero si está en las islas, en algún lugar, debemos ser capaces de
encontrar registros de sus negocios. — Miró por encima del hombro de Kerry. —Mira si
tiene algún contrato de telecomunicaciones en St. Thomas.
Los dedos de Kerry se movieron. —No—. Señaló.
— ¿Tenemos un recíproco con ellos?
La voz de Dar había empezado a sonar más normal y Kerry se alegró, mientras
buscaba la información que su amante estaba pidiendo. —Mejor—. Reprimió una sonrisa.
—Somos la externalización.
—Está bien—. Asintió. —Déjame el ordenador.
Cambió su leche para la máquina y lo colocó sobre su regazo. —Está bien.
Comencemos por usar nuestras cabezas en lugar de nuestros culos, para resolver este
problema, para variar. — Puso en marcha su lenguaje de programación y comenzó la
construcción de un guion. —Voy a capturar el tráfico de código de área, de Wharton, y
compararla con la base de datos de los registros de su compañía de telecomunicaciones.
— ¿Qué te va a decir eso?—, Preguntó Charlie con curiosidad. —No nos importa
mucho, ¿verdad? Eso nos dirá dónde está Bud, ¿verdad?
—Probablemente no. — Dar negó con la cabeza. —Pero si conseguimos
relacionarlos en esta isla, es probable que demos con el número originario de De Salliers.
—Probablemente tiene una celda. — Kerry declaró en voz baja.
—Si lo tiene, es probable que sea una célula sáb como la nuestra. — Dar terminó
su tarea, entonces abrió una conexión con los switches gestionados e insertó el programa
en su lugar. —Bastante simple. — Murmuró. —Voy a tener que volcar todos los datos.
— ¿Eso es todo legal?— Charlie preguntó.
La morena lo miró. — ¿Qué, el análisis de datos? Técnicamente todo es parte de la
red interna que me pagan para manejar, por lo que si te refieres a eso, si tengo acceso
legítimamente. ¿Debería utilizar ese acceso a la red de datos para mis propios fines? No.
—Oh.
Continuó tecleando. —Los policías pueden solicitarlo, con una orden judicial. Pero
no podemos llamar a la policía, y no estamos en condiciones de solicitarlo directamente
a los tribunales, así que estoy haciendo lo que tengo que hacer de todos modos. — Abrió
otra ventana y lo consideró, tamborileando con los dedos suavemente sobre las teclas .
— ¿Qué vamos a hacer con la información, en el supuesto que la encontramos?—,
preguntó Kerry. —Es probable que, cuando vuelva a llamar él nos dirá dónde encontrarlo
de todos modos.
—Es cierto—. Dar acordó distraídamente. —Pero hemos estado esperando a
alguien para hacer el siguiente movimiento. Lo superé. Quiero tener el control de nuevo.
— Cogió su teléfono móvil y escribió una serie de la parte posterior en el nuevo guion
que estaba construyendo. —Cuando él me llame, este programa localizará su punto de
relevo más cercano. — Vinculó el guion a un módulo de mapeo.
—Tampoco creo que nos haga ningún bien llamar a la policía. — Charlie comentó.
—Seguramente habrán sido comprados.
— ¿Al igual que los piratas?—, Preguntó Dar, sin perder el ritmo. —Bud nos iba a
hablar de sus amigos antes de irse. — Sintió que Kerry se ponía rígida por la sorpresa a
su lado, y escuchó la débil respiración contenida.
Charlie se puso rojo y dirigió su mirada a la cubierta del barco. —Maldita sea. —
Murmuró en voz baja. —Sé que no es fácil de entender, ¿eh?
Dar terminó su programa, compiló los datos, sintiendo que estaba haciendo algo
cómodamente competente que le permitía calmar sus nervios crispados.
— ¿Entendimiento?— Kerry habló. — ¿Así que se lo hiciste saber a esos piratas?
Charlie no respondió. Flexionó sus manos, luego las apoyó en sus rodillas. —No es
lo que piensas. — Comenzó. —Las cosas están difíciles aquí abajo.
Kerry arrancó los ojos de la codificación que Dar estaba haciendo y se concentró
en su invitado. — ¿Y?— contestó. —Así que... eso hace que te parezca bien lo que están
haciendo?
Charlie se encogió de hombros. —La supervivencia es lo que cuenta. —, Dijo. —
Aquí las cosas son distintas. Si lo necesitas, puedes quitarle algo al que más tiene, pues
se lo quitas, pero sin causar daños. — Se movió, sin dejar de mirar en el suelo. —Todo
salió bien.
— ¿Bien?— No podía creer lo que estaba oyendo. —Eso no es lo que están
haciendo esos piratas. Lo sé. Los vi. Y te aseguro que no eran Robin Hood.
Él le dirigió una mirada culpable. —No tenía que haber ocurrido de esa manera.
Fue sólo... un día este chico estaba con nosotros, su primo entró y... No sé. .
—Apuesto a que sabemos quién es. — Dar murmuró, con los ojos fijos en la
pantalla.
—Mm—. Kerry gruñó estando de acuerdo.
—Ellos sólo habían estado haciendo pequeñas cosas. Salvamento, venta de trozos
de madera y otras cosas de las tiendas, poca cosa—, explicó Charlie. —Un poco de
contrabando. Pero este tipo les convenció para llegar a un acuerdo a cambio de
conseguirles grandes cantidades de dinero, si podían conseguir que abandonaran los
barcos.
— ¿Abandonar?—, Dijo Kerry. —No lo estarás diciendo en serio, ¿verdad?
Otro encogimiento de hombros. —De todos modos, eran cosas pequeñas, durante
un tiempo funcionó bien. Ayudó a mucha gente. — Todavía no podía mirar a la rubia a
los ojos. —Nadie resultó herido.
—Excepto que esa gente perdió sus barcos. —, Dijo Kerry.
—Ellos recuperaron su dinero del seguro. — Charlie argumentó. —Sus compañías
de seguros les dieron dinero, y seguro que salieron a buscar uno mejor, como hicieron
casi todos ellos. — Dijo. —Tienen un nuevo barco; obtenemos lo que necesitamos...
¿quién sale perdiendo?
—La compañía de seguros. —, Dijo Dar.
—Se lo puede permitir. — Su voz sonaba un poco más suave. —Todas estas
personas que vienen aquí de vacaciones se los pueden permitir, pero el resto de nosotros,
que tratamos de raspar la vida no podemos. — Finalmente, levantó la cabeza. —Ellos
nunca fueron en pos de la gente pequeña. Sólo a los grandes millonarios con más dinero
que sentido común. A los peces gordos.
Dar lo miró. —Gente como yo. — Miró a Kerry. —Gente como nosotras.
Charlie respiró. —No, eso no es cierto.
Ladeó la cabeza. —Por supuesto que es cierto. — Contestó, levantando una mano
y haciendo un gesto en torno al barco. —Tengo un apartamento de cinco millones de
dólares, y cuatro veces mayor que este barco, Charlie. — Le dijo. —Dirijo una de las
mayores empresas de informática en el maldito mundo.
Charlie suspiró. — ¡Maldita sea!— Murmuró. —Bud dijo que me alejase de ti.
— ¡Caramba! ¡Gracias!— Kerry murmuró.
—No lo entiendes. — Charlie le dijo.
—Tienes razón. No lo entiendo. — Kerry aceptó rápidamente. —Así que déjame
preguntarte esto. Si estos chicos son tan maravillosos, ¿cómo es que tuviste que pedir un
préstamo del bastardo grasiento al que pagamos esta mañana?
Las cejas de Dar se elevaron ante el tono de voz de su pareja. Dejó el ordenador
portátil en la mesa, con todos sus programas en funcionamiento, y se echó hacia atrás. —
Buena pregunta.
Charlie se mordió el labio inferior por un momento, y luego se encogió de hombros
una vez más. —La misma vieja historia. — Dijo en voz baja. —Después de haberles
ayudado, estamos en las mismas. Cuando se trata de dinero efectivo, no quieren
compartirlo con unos sucios maricones. — Sus ojos se habían vuelto más fríos. —Ellos
nos toleran, ahora, aunque tomó un tiempo. Bud simplemente se negó a pedir ayuda para
pagar el préstamo.
Dar se limitó a sacudir la cabeza.
—Como dije. No lo entiendes. Tú lo tienes todo. — Se levantó y caminó hacia la
puerta, salió a la terraza de atrás y cerró la puerta después de él.
***
***
Kerry salió fuera cabina y vio a Charlie sentado en el banco de la popa, donde solían
prepararse para las inmersiones. Se acercó y se sentó a su lado, apoyando su brazo en la
parte trasera del barco, mirando al otro lado del puerto deportivo.
—Ya sabes. — Charlie habló primero. —Es por eso que Bud nunca pudo soportar
a Andy, supongo.
— ¿Qué quieres decir?
—Lo tenía todo. Gustaba a todo el mundo. Era bueno en todo lo que hacía. Tenía
un buen matrimonio, una niña de la que estaba orgulloso… hizo parecer que todo el
mundo debería ser como él —. Miró hacia la puerta. —Ella es como él.
Kerry pensó en eso. —Me gustaría que más gente fuera como él. — Comentó. —
Me gustaría que hubiera sido mi padre.
Charlie se movió y la miró.
—Cuando conocí a Dar, cada vez que hablaba de su padre me pareció difícil de
creer, en lo profundo de mi corazón. — Habló en voz baja. —Supongo que era debido a
que mi experiencia había sido totalmente diferente.
—Dar tuvo suerte. — Dijo Charlie. —La mayoría de nosotros no.
—Cierto—. Estuvo de acuerdo. —Pero luego lo conocí. — Volvió la cabeza y se
encontró con los ojos de Charlie. —Me dio algo que mi familia nunca tuvo y lo aprecio.
Es más de lo que puedo decir.
El ex marinero se echó hacia atrás y apoyó el brazo en la barandilla de popa. —No
voy a disculparme por tener que hacer lo que teníamos que hacer para mantener la cabeza
alta. —, Dijo. —Tengo un niño que cuidar.
Kerry lo miró. —No estoy en posesión de juzgar a la gente. He estado en el extremo
receptor demasiadas veces. — Dijo. —Creo que lo más importante en este momento, es
sólo para resolver esto y sacar a Bud de las garras de ese bastardo.
Una de las cejas de Charlie se crispó. —Pensé que no estabas juzgando. — Arrastró
las palabras. —Llamar a un hijo de puta así.
Kerry produjo una leve sonrisa.
Charlie negó con la cabeza. —Dar es como Andy. Tiene la misma actitud.
Realmente me recordó a él, por un minuto. Sé que ella tiene razón, un poco, pero a veces
no es que tengamos muchas opciones en la vida, excepto recurrir a los malos.
—Eso es verdad. — Ladeó la cabeza, al escuchar unos pasos que se acercaban por
el muelle. Se levantó y se inclinó sobre el lado de la popa, para ver una figura familiar en
movimiento hacia ellos. —Ah. — Suspiró. —Bob.
Charlie se levantó y se acercó. —Ese pequeño gilipollas.
—Mm—. Se subió a la cubierta lateral y saltó al muelle, acercándose al invitado.
—Hola.
— ¡Oh! ¡Hey!— Bob parecía un poco sin aliento. —Me alegro de haberte
encontrado. Escucha, la policía están detrás de mí. ¿Puedo esconderme ahí por un rato?—
Miró hacia atrás y vio a Charlie. —Oh. Ah... bueno, tal vez no.
Kerry suspiró. —Vamos. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. —
Hizo una pausa. —Incluso la tuya.
— ¿Eh?
Lo agarró de la camisa y tiró de él mientras ella daba un salto para volver al barco,
quedándose con la opción de seguir o perder su ropa. Bob se unió a ella. —Nuestro amigo
De Salliers ha estado más ocupado de lo que piensas—. Le explicó.
—Um. — Bob se escondió detrás de ella mientras se movían hacia la popa. —
Escucha, Kerry te ha explicado lo que pasó la otra noche, ¿no es así?— preguntó
esperanzado.
—Sé lo que pasó la otra noche, maldito idiota. — Charlie le dijo. —Saliste
corriendo y nos dejaste tirados. Ven aquí y verás cómo te hago estallar tu maldito... —
Charlie cojeó hacia ellos.
—Uh ... uh ... — Bob empezó a ir hacia atrás.
—Un momento. — Kerry se puso entre ellos, levantando la mano. —Vamos chicos.
No tenemos tiempo para esto. — La levantó la voz cuando Charlie seguía acercándose.
— ¡¡¡Para !!!
Uno, dos, tres, cuatro…
La puerta de la cabina se abrió de golpe y Dar salió a la terraza, viendo la situación
de inmediato. Se abalanzó sobre Charlie, lo agarró de su camisa y lo arrastró hacia atrás
sin contemplaciones. — ¡Hey!— Ella gritó. — ¡Tranquilízate!
— ¡Suéltame!— Charlie tiró contra su agarre. —Le debo a ese bastardo una paliza.
Se puso delante de él y le cerró el paso. —Déjalo estar. — Se erizó. —No tenemos
tiempo para esta mierda. Como dijiste en el hospital - tomaste la decisión de confiar en
él. Nadie te obligó.
—Dar, sal de mi camino. — Intentó soltarse de ella.
—No. — Esta no se movió. —Ni siquiera pensando en tratar de moverme.
Él se detuvo y la miró fijamente. — ¿Crees que eres Andrew? Saca tu culo de mi
camino, muchacha. — Puso su mano en su hombro y la empujó.
Ella no se movió. Levantó la mano y cerró los dedos alrededor de la muñeca de
Charlie, apretando su agarre con gran fuerza. —Charlie—. Lo miró fijamente. —Este es
mi barco y estás en él. — Dijo. —Para.
Sus ojos se encontraron.
—Y no soy mi padre—. Le advirtió en voz baja.
Charlie examinó los ojos azules brillantes, fríos como el hielo, que estaban fijos en
él. Luego dio un paso atrás. Dar soltó el brazo y él se sentó en el banco de la popa de
nuevo. —Cuando bajemos del barco. — Dijo a Dar. —No me detengas.
Ella se dio la vuelta, satisfecha con la respuesta. —Está bien. — Miró a Bob. —
Esta situación es grave. Puedes quedarte, pero mantén la boca cerrada, y si necesitamos
que hagas algo, no me hagas tener que repetírtelo.
—Uh. — Bob dio un paso hacia atrás. —Tal vez debería ir a pasar el rato a otro
lugar.
—De Salliers ha secuestrado a nuestro amigo Bud, y está amenazando con matarlo.
— Kerry explicó. — ¿Seguro que quieres salir a deambular por ahí?
Bob parecía sinceramente sorprendido. — ¿En serio? No creo que... Quiero decir,
sí, él es famoso por toda esta mierda de rescate, pero nunca pensé que actuaría de esa
forma.
—Vamos dentro. — Dar abrió la puerta. —Esperemos a su llamada y veremos
dónde estamos.
Kerry llevó a Bob interior, no sin antes mirar a su pareja, al pasar, y darle una
palmadita suave en la cara. — ¿Qué tal un poco de café?
Dar hizo uno pequeño ruido gimiendo en respuesta. Se volvió y esperó a que Charlie
se levantara, dejándolo pasar antes que ella. Hizo una pausa mientras se acercaba y sus
ojos se encontraron de nuevo. Después de un minuto, Charlie negó con la cabeza y pasó
a su lado.
Esta se dio la vuelta y observó su entorno brevemente. Recorrió las embarcaciones
cercanas, evaluó a sus ocupantes. Nada le llamó la atención, y por supuesto, el yate de De
Salliers no estaba por ningún lado. Sus ojos vieron a dos policías, sin embargo. Uno estaba
de pie cerca del principio del muelle de madera, y el otro estaba caminando arriba y abajo,
cerca de la playa.
Oyó el sonido de unos motores detrás de ella y caminó hacia el otro lado del barco,
mirando por encima del agua. Un barco de regatas estaba entrando en el puerto deportivo,
con grandes motores retumbando mientras se movía más allá de ellos. Había un hombre
detrás de los controles, con lo que sólo podría describir a un bebé al lado de él. El hombre
miró a su alrededor y llamó la atención de Dar, produciendo una sonrisa y un gesto en su
dirección.
— ¡Bonito barco!— El hombre gritó.
—Lo mismo digo. — Respondió con irónica cortesía. Observó el nombre del barco,
al pasar, y su puerto de origen de Miami Beach. El barco se detuvo a unos metros de ellos,
y varios ocupantes bajaron al muelle. El hombre le dio a la mujer una palmada en el
trasero, y señaló un restaurante cercano. Se dio la vuelta y caminó hacia otro lado, hacia
el barco de Dar.
Dar asomó la cabeza por la puerta. —Ker, ¿puedes vigilar mi teléfono?
Kerry había colocado ingeniosamente a Bob y Charlie tan lejanos entre sí como
pudo, en la sala de estar, y estaba preparando café detrás de la galera. —Sí, sí, capitán
Dar.
Dar cerró la puerta y caminó hacia el lado de la barca para encontrarse con su
visitante.
***
—Ya que seremos vecinos, pensé en pasar a saludar. — El hombre dijo, con una
sonrisa irónica. —Hay fuera el clima es un infierno, así que si tienes pensado salir a
navegar mejor revisa tu plan.
Dar exhaló. —Si, también tuvimos una mala tormenta aquí el otro día. — Ella dijo.
—Pensé que ya habríamos terminado con el clima tropical de este año.
El otro navegante negó con la cabeza. Él era un hombre de aspecto relativamente
bueno, de mediana estatura y con el tipo de construcción que indicaba que se cuidaba a sí
mismo en un gimnasio un par de veces a la semana. —Sí, yo también, pero acabo de oír
que es posible que estemos a las puertas de El Niño para este año nuevo. El tiempo está
demasiado loco.
Dar miró hacia arriba. —Bueno, si lo que dicen sobre el calentamiento global es
cierto, mejor disfrutar de las islas ahora. — Dijo. —Tenemos pensado bucear en los
arrecifes durante unos días. — Extendió su mano sobre el agua. —Gracias por la
advertencia, Roger. Te lo agradezco.
—No hay problema. — El hombre estrechó la mano. —Hey, ¿dijiste que tu nombre
es Roberts?
UH oh. —Sí—. Asintió con cautela.
Su cabeza se inclinó y la miró. —No tendrás ninguna relación con Andrew y Cecilia
Roberts, ¿verdad? Son mis vecinos en el puerto de Playa Marina del Sur.
Oh. Logró soltar una sonrisa de alivio. —Sí, son mis padres.
—Tenía el presentimiento. — Roger le señaló. —Te pareces a Andy. Me alegra
conocerte, Dar. Que tengas un buen viaje de regreso y ten cuidado con esa tormenta. —
Levantó una mano en señal de despedida y empezó a bajar a los muelles.
— ¡Qué pequeño es el mundo!—. Murmuró desconcertada.
***
—Así que eso es lo que pasó. — Kerry puso el termo de café en la bandeja, añadió
un poco de leche y azúcar. Lo recogió y lo llevó a la mesa. —Sea lo que sea que estés
buscando, Bob, realmente debe estar allí.
Bob exhaló. —Sí, eso es lo que pensé cuando la policía empezó a ir detrás de mí.
No hay humo sin cigarrillos, ¿verdad?
Kerry miró hacia arriba. —Correcto. — Dejó la bandeja, y se sobresaltó cuando el
móvil de Dar sonó. Con una rápida mirada hacia el portátil lo cogió y lo abrió. — ¿Hola
Buenas?
— ¿Roberts?
Kerry consideró mentir, pero descartó la idea. —No. — Contestó.
—Pon a esa perra al teléfono ahora mismo.
La puerta se abrió y entró Dar. Kerry sostuvo el teléfono y, a continuación, dirigió
un gesto grosero con ella. Los ojos de Dar se estrecharon cuando cruzó la cubierta y se
llevó el teléfono. — ¿Sí?
Kerry se dejó caer al sofá y cogió su portátil, haciendo click en la ventana que Dar
había abierto para hacer el seguimiento a su teléfono móvil. El programa ya se había
activado. Se dio cuenta de que Charlie se había trasladado hasta el borde de su silla,
escuchando la conversación de Dar con atención.
—Roberts, si me la juegas haré tostadas con tu pequeño.
Dar respiró con paciencia. —Adelante.
—Te voy a dar dos coordenadas. Estarás allí a medianoche de hoy. Trae lo que
tienes, además de veinticinco mil dólares. —, Dijo De Salliers. —Eso es para cubrir el
coste de arreglar mi barco.
Lo pensó, sacando su nuevo reloj de bolsillo del bolsillo de sus pantalones cortos y
abriéndolo. —Olvídalo. Inténtalo de nuevo.
Durante unos segundos no se escuchó nada. —No estás realmente en situación de
llevarme la contraria. Tú no me dices lo que tengo que hacer. Tú haces lo que yo te diga.
—Escucha, imbécil. El banco está cerrado. —, Le explicó. —Así que, si quieres
arreglar la brecha en el casco, dame la cuenta, o cambia tu plan.
—Ese no es mi problema, Roberts. Es tuyo. Lleva el dinero en efectivo y la reliquia,
o voy a cortar este pedazo de mierda y lo utilizarlo como cebo.
El teléfono se cortó. Dar colgó. —Mierda.
Kerry estudió la pantalla del ordenador. —Parece que está en el agua, Dar. — Dijo.
—Las coordenadas más cercanas son justo al oeste de St. Johns. — Pulsó unas cuantas
teclas más. —Jesús, ¿ha capturado la salida digitalizada?
—Nunca hago las cosas a medias. — Dar se sentó. —Tenemos un problema. Quiere
veinticinco mil dólares. — Miró su teléfono. —Así que, ahora, además de una reliquia
que no tengo, también tengo que entregar una maleta de dinero en efectivo que no tengo.
Esto se está poniendo cada vez mejor a cada maldito minuto. — Su mirada de disgusto
era evidente. —Y para colmo, un sistema de clima tropical maldito, puede que complique
todavía más las cosas.
Kerry frunció el ceño. — ¿En esta época del año? ¡Dar, es diciembre!
—No es broma. — Se frotó los ojos. —Está bien. Vamos a ver a dónde nos llevan
estas coordenadas.
Charlie se levantó y se acercó, apoyándose en el brazo del sofá para ver lo que
estaba haciendo Dar. —El tiempo significa problemas. — Comentó. —Pero no hasta
después de que esta maldita cosa haya terminado.
Tecleó las dos coordenadas que De Salliers le había dado, y esperó a que el
programa las trazara en un mapa. En pocos segundos apareció un resumen esquemático
de las islas, y una cruz parpadeando. Se encontraba en el medio del agua, como había
esperado que fuera, en un tramo solitario al sur de las islas.
—Tierra de nadie—. Charlie gruñó. —Está a unas dos horas. No mucho, pero es un
agujero en el océano.
—Así que tenemos que ir desde aquí... — Kerry puso su dedo en el lugar donde la
señal celular había sido rastreada. —Hasta aquí. Y tenemos que ir de aquí ... — Se trasladó
a donde estaban en St. Thomas. —Hasta aquí. Mucho más corto .
—Podríamos llegar primero. — Bob comentó. — ¿Creéis que tendrán a vuestro
amigo en el barco con ellos?
Dar estudió la pantalla. —Si tienen la intención de hacer el intercambio, sí. —
Escuchó Charlie contener el aliento. —Sabe que lo necesita, si no veo a Bud, no haremos
ningún intercambio.
— ¿Crees que él haría doble cruz ... ¡oh, qué pregunta estúpida!— Kerry se frotó la
cara con una mano. —Dar, si en realidad no tienes nada para darle, ¿qué vamos a hacer?—
, Preguntó. —El farol no puede durar mucho tiempo.
Dar cruzó las manos y apoyó la barbilla en ellas. —Ya lo sé. — Sus ojos pálidos
estaban encapuchados, los párpados estrechos ligeramente. —Si tardamos dos horas para
llegar allí, llegaremos sobre las nueve y media, antes de que tengamos que abandonar el
muelle. Tenemos hasta entonces para conseguir algo que entregarle.
— ¿Qué pasa con el dinero?—, Preguntó Charlie. — ¿Necesitas que llame a
alguien?.
— ¡No si es al tipo de esta mañana!— Kerry espetó. —Cristo, prefiero a Hock antes
que ver su cara otra vez. — Se adelantó y sacó la bandeja de café y empezó a preparar las
tazas.
—No. — Charlie se aclaró la garganta con suavidad. —Alguien más—. Se puso de
pie y sacó el teléfono móvil. —Esta maldita cosa me va a costar un ojo este mes. —
Cojeando fue hacia la puerta y salió, cerrando tras de sí.
Kerry y Dar intercambiaron miradas. Dar sacó el portátil y abrió otro programa. —
Voy a conseguir una transferencia bancaria, pero no será efectiva hasta mañana. Tal vez
si él puede conseguir algo antes de eso.
—Están resultando unas vacaciones caras. — Se apoyó en el hombro de su amante.
—La próxima vez, ¿qué tal si sólo hacemos algo tradicional, como visitar las Cataratas
del Niágara?
—Probablemente pasaría algo mientras estábamos allí y nos gustaría poder
solucionarlo también. — Dar terminó su petición, y pulsó enter con un clic molesto. —
Está bien. — Examinó sus otros programas en ejecución. —Nada más, todavía.
— ¿Crees que será suficiente?—, Preguntó Kerry.
La morena se encogió de hombros y meneó la cabeza. —No lo sé. ¿Y sabes algo?
Estoy bastante cansada de decir que no lo sé. — Apoyó la cabeza en sus manos de nuevo,
golpeando ligeramente su frente contra sus puños, mientras se balanceaba hacia atrás y
adelante.
Kerry puso un brazo alrededor de ella, frotando su espalda con los dedos ligeros.
—Bueno. Bob, ¿qué es lo que pensaste que ibas a encontrar aquí? De verdad, quiero decir.
Bob había estado mirando a Dar con total fascinación. Ahora miraba a Kerry con
ojos asustados. —Um... No sé, la verdad. Un poco de lo que esperaba... um... bueno,
Tanya pensó que el anciano tal vez llegaría a un acuerdo con nosotros si sabía que
estábamos buscando algo que le hiciera daño.
—No, ¿eh?— La frente de Kerry se arrugó. —De alguna manera, un tipo que le
roba a su propia madre no parece que sea un tipo con el que sea fácil lidiar. — Movió
suavemente el portátil lejos de Dar y quebró sus nudillos, luego abrió una solicitud de
base de datos y comenzó a escribir. —Ahora, si asumimos que el abuelo Wharton no
estaba loco, entonces él estaba aquí por una razón, ¿verdad?
—Mm. — Dar gruñó.
—Bueno. Voy a buscar las exportaciones de aquí durante ese período de tiempo, y
ver lo que puedo encontrar. Si él estaba aquí, debe haber algún rastro suyo. Entiendo era
pescador. — Escribió con rapidez y precisión. Levantó la vista cuando sintió calor en su
hombro, para encontrar la barbilla de su compañera descansando en él.
Su mano dejó de moverse por un instante y luego se puso en marcha de nuevo. Era
muy consciente de la mirada de Bob, pero la comodidad de su mandíbula apretada contra
la mejilla de Dar abrumó la vergüenza leve en la intimidad e instó a Dar a que apoyara
toda la cabeza.
—Hey. — Dar le sopló en la oreja. —Mientras esté allí, haz una búsqueda en los
archivos públicos por contrabando de bustos durante ese período de tiempo.
Kerry volvió un poco la cabeza y la miró a los ojos muy, muy cerca. —
¿Contrabando?
— ¿Contrabando?—, Preguntó Bob.
—Y haz una búsqueda de los registros públicos sobre él en Maine. —, Insistió. —
Estamos asumiendo que estuvo aquí por una razón. ¡Nadie ha dicho que tenía que ser por
algo legal!.
— ¡Hey!— Bob protestó. — ¡Ese hombre era una buena persona!
Kerry asintió ligeramente mientras escribía.
***
***
El lugar del naufragio estaba muy tranquilo. El sol se deslizaba hacia el mar, y sólo
había una tajada muy ligera en el agua. El aire era fresco y seco, y Kerry echó la cabeza
hacia atrás para ver un cielo sin nubes por encima de ella. —Bonito. — Estaba vestida
con su traje cortito para bucear por la noche, el neopreno comprimía su cuerpo para que
pudiera relajarse una vez estuviera bajo el agua.
Dar estaba junto a su equipo, también en su traje de neopreno. Puso un pie abotinado
en el banco y ató un cuchillo de buceo a su pierna, luego se volvió y se sentó.
— ¿Seguro que no puedo bajar también?— Bob preguntó por cuarta vez. —
Honestamente, creo que puedo ayudar a buscar.
—No. — Dar se levantó, ciñéndose sus correas con más fuerza. Ató una linterna de
buceo extra a su cinturón. —Dijiste que no tenías ninguna idea de lo que estabas
buscando. No cambies tu historia ahora. — Hizo un gesto a su compañera para que se
pusiera su tanque. —No tenemos mucho tiempo.
Kerry no negó la sensación de excitación mezclada con nerviosismo que le hizo
cosquillas en sus entrañas. Se acercó y se sentó, para ponerse el tanque. El tanque se sentía
pesado, por lo que tuvo que tomar un respiro antes de encogerse de hombros y ajustarlo
en su lugar. A continuación sujetó con fuerza la correa interior al vientre.
No estaba acostumbrada realmente a usar el traje de neopreno. Flexionó sus brazos,
pasando un dedo dentro de la manga, por la zona de sus bíceps. Parecía más ceñido de lo
que recordaba, porque la última vez que se había puesto el traje había sido el año pasado
y todos esos ejercicios en el gimnasio probablemente tenían algo que ver con eso.
Dar dio un paso hacia ella, apretando el cierre frontal y luego le dio unas palmaditas
en el lateral. — ¿Esta Lista?
—Lista—. Comprobó los cierres de la celebración de sus diversas mangueras hacia
abajo, y golpeó la válvula de inflado en su BC. Cogió su máscara y siguió a su compañera
a la puerta de popa, que les daría acceso al mar.
—Charlie, si pasa algo, utiliza esto. — Dar le entregó un martillo de bola. —Golpea
en la escalera, no en el casco, ¿eh?
El ex marinero tomó el martillo y asintió tensamente. —Si suena el teléfono,
responderé por ti. — Dijo. —A ver si puedo conseguir que ese imbécil me deje hablar
con Bud.
Dar le dio una palmada en el hombro.
—Buena suerte. — Bob se metió las manos en los bolsillos, sintiéndose
espectacularmente inútil. — ¿Qué puedo hacer mientras estáis allí?
— ¿Podrías calentar algo de sopa?— Dar hizo una pausa, para ajustarse su máscara.
—Hay algo en el armario. Nos daréis cuarenta cinco minutos, y estaremos de vuelta aquí,
si encontramos algo o no.
— ¡Bien! —Bob aceptó de buena gana. —Hace un poco de frío. ¡Buena idea!
—Gracias, cariño. — Kerry murmuró en voz baja.
Dar le sonrió, luego se bajó de la popa y se dejó caer en el agua con un chorrito de
luz, desapareciendo bajo la superficie casi de inmediato.
Kerry hizo un ajuste de última hora, en su cuchillo de buceo, y la siguió, metiéndose
en el mar.
***
Esta inmersión era diferente. Kerry lo sintió tan pronto como entró en el agua y notó
la puesta del sol caliente por la tenue frescura del agua. Podía ver a su compañera
esperarla. Se dirigió hacia ella mientras su cuerpo se ajustaba al cambio.
El traje realmente ayudaba a mantener el frío. Era cortito, pero mantenía la parte
central de su cuerpo mucho más caliente de lo que hubiera sido con tan sólo un traje de
baño, y una vez que el neopreno se mojó y se soltó, se hizo mucho más cómodo.
Alcanzó a Dar y comenzaron a bajar. Esta vez, más rápido de lo que normalmente
iban, por lo que tuvo que ajustar la presión en sus oídos un par de veces, durante su
descenso. Podía ver los restos del naufragio tenuemente abajo. Dar había anclado el barco
mucho más cerca, esta vez, que en su inmersión anterior. El sol ya se iba desvaneciendo
arriba, y cuando se acercaron vio a Dar encender su luz de buceo por lo que ella hizo lo
mismo.
En la parte inferior, se detuvieron para reagruparse. Dar recortó su luz sobre su
chaleco y luego extendió las manos para abarcar los restos del naufragio. A continuación,
señaló un punto a medio camino y barrió su mano de nuevo. Señaló a Kerry.
Esta asintió, entendiendo que iban a separarse y cada una tomar la mitad del
naufragio. Dar luego señaló hacia el interior de la nave y cerró el puño, sacudiéndola. Se
señaló a sí misma, y luego a Kerry, y luego juntó las manos antes de señalar hacia el
interior de nuevo.
Otro asentimiento. Kerry acordó que ella no quería explorar el interior del buque
sin Dar allí. Dar levantó un pulgar y el dedo índice en un signo de bien.
Se separaron y se dirigieron en direcciones opuestas. Kerry tomó un momento para
hacer un giro completo de 360 grados, sólo para centrarse en el interior del océano. Fijó
la ubicación de la cuerda del ancla en su mente, por si acaso, y luego fue a la parte frontal
de los restos y comenzó a mirar alrededor.
La ruina no era realmente toda una pieza, sino diversos trozos de madera y hierros,
medio enterrados en la arena blanca y suave. Nadó lentamente sobre ellos, dejando que
las puntas de sus manos enguantadas cepillaran su superficie incrustada a la ligera. Nada
fuera de lo común que pudiera ver -las piezas de metal eran tacos y otros hierros
fácilmente reconocidos.
Se desvió unos metros más, luego se detuvo y se dio la vuelta, mirando hacia atrás
sobre los escombros. Esperó un minuto, reconociendo todo. Recorrió los restos de nuevo,
y luego miró más allá. Cadenas de anclaje, barandillas, apoyos... todo estaba allí.
Lo que le molestaba era lo que no estaba allí. Nunca había estado en un barco de
pesca antes, y ese era el punto. Debería haber un montón de basura dispersa en pedazos,
incluso después de todo este tiempo. Cosas como redes, aparejos y cualquier otra cosa
que los pescadores usaran para pescar. Hizo una pausa y pensó en lo que había visto
dentro de la bodega del barco.
Cajas. Literas.
Se dio la vuelta y estudió los restos del naufragio en su conjunto, al ver la luz de
Dar abajo alrededor de la zona de popa. La luz del sol se desvanecía y el barco se estaba
asentando en una penumbra malhumorada mezclada con el arrecife que la rodeaba.
Con un gruñido suave, fue hacia abajo de nuevo y continuó su búsqueda. Vio una
pieza envejecida a un lado y nadó hacia ella, acomodándose a la arena en sus rodillas
mientras dejaba que la flotabilidad de la BC hiciera su función. Alivió cuidadosamente la
vieja madera a un lado, luego levantó la pieza y la examinó. La madera estaba cubierta
por crecimiento del mar, que suavemente retiró de ella. Podía ver marcas más oscuras
debajo, y siguió limpiándola hasta lograr despejar un espacio pequeño de madera. Su luz
reveló una palabra parcial, o algo que podría ser una palabra, aunque realmente no
significaba nada. Puso el pedazo de madera en su bolsa de captura, y continuó explorando.
***
***
***
Kerry no era una persona feliz. Apoyó los codos sobre el mostrador y se miró las
manos, mientras trataba de no vomitar. No era justo, gemía en silencio. ¿Qué había en el
Caribe que tanto la mareaba? Había navegado en los Grandes Lagos, en olas de mayor
altura y no se había sentido así.
— ¿Estás bien?
Volvió la cabeza para encontrar a su compañera de pie junto a ella. —Um. —
Contuvo la respiración mientras el barco rodó sobre otra ola. —Casi.
—Cariño—. Le deslizó cariñosamente los dedos por el cabello. —Estás más verde
que el color de tus ojos. ¿Quieres algo para el mareo?
— ¿Tienes algo?—, Preguntó esperanzado. —No fue tan malo cuando nos
estábamos moviendo. — Habían echado el ancla hacía unos veinte minutos. Charlie
estaba estudiando las pistas que habían encontrado y Bob se había retirado a una silla
cerca de la puerta.
Dar se acercó el armario sobre el frigorífico. Sacó una pequeña caja, mientras se
apoyaba en la pared para mantener el equilibrio mientras la abría. —Es para que no
vomites.
Kerry cerró los ojos. —No digas esa palabra otra vez.
Abrió la caja y sacó dos pastillas. Dejó la caja en su sitio, se dio la vuelta para coger
un vaso y llenarlo con agua. —Aquí. — Le entregó las pastillas. —Dramamine.
Las aceptó así como el agua, que ayudó a tragárselas. Dejó el vaso y suspiró. —
¿Quieres alguna otra cosa? ¿Cualquier remedio casero viejo que quieras probar?
Esta ladeó la cabeza hacia un lado, luego con una pequeña sonrisa, se inclinó y
capturó el lóbulo de Kerry entre los dientes, mordisqueando suavemente.
—Orf... bu... ¡Dar!— Chirrió muy suavemente, sus ojos muy abiertos y dando
bandazos hacia sus huéspedes. La atención estaba causando pequeñas e interesantes
sacudidas que le recorrieron el cuerpo, que se rebelaba eficazmente contra el pánico.
— ¿Siiiii?— Dar murmuró.
La rubia se preguntó si era el Dramamine que estaba haciendo su trabajo demasiado
rápido. Sus náuseas se aliviaron, sintiendo que sus hombros se relajaban, a pesar del
movimiento continuo de la embarcación. —Guau. Eso funciona. — Susurró.
—Mmhm. — Su pareja estuvo de acuerdo. —Aunque un poco difícil hacerlo tú
misma. — Puso sus brazos alrededor y tiró de ella hacia atrás para que se apoyara en su
cuerpo. Kerry juntó las manos alrededor de las de Dar, soltando el aliento, aparentemente
muy contenido.
A medida que el tiempo de la reunión se acercaba, Dar se estaba poniendo cada vez
más preocupada. El conocimiento de que la seguridad de Bud descansaba sobre sus
hombros, pesaba demasiado sobre ella.
— ¿Dar?
Apoyó la barbilla contra el cabello de Kerry. — ¿Hm?
—Iré contigo cuando te reúnas con De Salliers. — Declaró. —Te lo digo, por si
estabas pensando en pedirme que no lo hiciera.
¿Estaba pensando en eso? Podía sentir la respiración de Kerry bajo sus manos, un
movimiento lento y constante. —Para ser honesta, no había pensado en ello, Ker. ¿Pero
tiene sentido arriesgarnos las dos?
No respondió durante unos minutos. Sus manos acariciaron las de Dar, sintiendo
una sensación reconfortante. —Sólo quiero estar contigo. — Dijo finalmente. —Quiero
estar ahí.
Parecía bien, de alguna manera, aunque no era muy lógico. —Está bien. —, Dijo
Dar. —Voy a necesitar toda la ayuda que pueda conseguir y eres la mejor ayuda que podía
esperar.
No podía ver la sonrisa en el rostro de su pareja, pero sabía que estaba allí por su
cambio en el tono de su voz.
—Gracias. — Apoyó la cabeza en la clavícula de Dar. —Entonces, ¿cuál es el plan?
Muy buena pregunta. —Me imagino que nos reuniremos con él. —, Dijo Dar. —
Trataré de establecer algunas reglas básicas. Quiero hablar del dinero, directamente en
primer lugar, porque si él no accede, tenemos un serio problema. — Mantuvo su voz baja
del rango de audición de Charlie.
—Mm.
—Conseguir que nos muestren a Bud, para asegurarnos de que está en el barco. —
Continuó. —Luego... supongo, dejamos caer lo que sabemos y ver cómo reacciona.
—No sabemos mucho.
—Lo sé. Hey, vamos a ver si podemos conseguir abrir la maldita caja.
Mientras se acercaban hacia la caja Bob las observaba con curiosidad. Dar cogió
una navaja de bolsillo y la abrió, para hacer palanca suavemente en los percebes que
cubría la caja mientras la otra mujer la sostenía.
— ¿Crees que hay algo dentro?—, Preguntó Bob.
—Probablemente no—. Kerry admitió. —Simplemente estamos inquietas y
aburridas, y queremos que el tiempo pase más rápido.
Dar la miró, un poco asustada por tener sus pensamientos expresados con tanta
claridad. —Hey. — Consiguió soltar algo de la vida marina encajada en la caja.
Kerry sonrió, y jugueteó con un poco con las cáscaras desechadas.
— ¿Cómo está tu estómago?.
—Bien. — Respondió distraídamente. —A ver si puedes conseguir quitar toda esta
parte fuera, Dar.
Bob se levantó y se acercó a ellas, mirando por encima de su hombro. Charlie se
quedó estudiando detenidamente las páginas de datos sobre la mesa.
Dar se detuvo para escuchar la radio cuando un boletín meteorológico crujió a la
vida.
—Este es el número especial de asesoramiento Servicio Nacional Meteorológico de
las seis, para las islas del Caribe Oriental y las aguas circundantes. Una depresión tropical
se formó justo al sur de la isla de St. Croix. La presión mínima central ha sido detectada
en 1008 milibares, y hay algunos indicios de una circulación en desarrollo.
—Hijo de puta. — Maldijo con sentimiento.
—Se aconseja a los intereses marítimos en la zona que tomen precauciones. Viento
mayor detectado de 30 nudos, con rachas de 35 nudos. La tormenta se mueve hacia el
oeste noroeste a unos diez nudos.
Charlie se había levantado y cojeó hacia ellos, con la frente arrugada de
preocupación al oír la radio. —Maldita sea. — Parecía preocupado. —Dejamos todo
abierto en casa.
—Te lo dije. Iremos hasta Bud y sacaremos su culo de allí. — Dar le dijo con
tranquila confianza. —Ambos estaréis en casa esta noche para cuidar de las cosas.
Charlie le dio una mirada especulativa, y suspiró.
Un ruido suave les hizo saltar a todos, entonces todo el mundo la miró. Miró hacia
sus propias manos, que parecían tener voluntad propia y continuó trabajando en la caja.
El coral alrededor de la tapa se había roto bajo su cuchillo y caído sobre el mostrador.
Dejó el cuchillo y encajó sus dedos alrededor del borde de la caja, levantándola para
poder quitar el último trozo de coral que obstruía su apertura.
Todo el mundo se agrupó alrededor y miró dentro.
***
***
— ¿Dar?— Kerry ató los cordones de sus zapatillas. —Tengo una pregunta. —
Estaban en el dormitorio, con sólo la lámpara de noche encendida. Estaba tranquilo, y
fresco, como si fuera su último momento de paz antes de ir a la batalla contra el tiempo y
De Salliers.
— ¿Mm?— La morena se estaba abrochando el botón superior de sus pantalones
vaqueros.
— ¿Cómo vamos a llegar al barco De Salliers?
Sus manos se detuvieron, y miró hacia arriba. —Él tiene un esquife, creo. Lo vi
colgando de un torno cuando estábamos a bordo.
Kerry la miró seriamente. — ¿Y qué pasa si tenemos que volver a toda prisa? No
me gusta estar a su merced con eso.
El barco se movió, por lo que tuvieron que agarrarse para mantener el equilibrio.
Después de estabilizarse, Dar puso las manos en sus caderas y frunció el ceño, pensativa.
—Podríamos nadar. — Dijo. —Pero con este tiempo, maldita sea, espero que no
tengamos que hacerlo.
La rubia se acercó más y deslizó sus dedos dentro de la pretina de Dar. — ¿Crees
que deberíamos vestirnos en consecuencia por si acaso? No es que no me gustes con
vaqueros, cariño, me encantas, pero son una mierda para nadar. — Le dio un tirón a la
cintura. —Y más si están flojos como estos.
—Tienes razón. — Reconoció, estudiando la ropa de su compañera: una camiseta
metida en sus pantalones cortos. —Podría ponerme un traje de baño con un par de
pantalones cortos de deporte. — Se le ocurrió. — ¿Te parece bien eso?
—Sí, eso sería perfecto—. Estuvo de acuerdo. Observó en silencio mientras su
pareja se cambiaba, saliendo de los vaqueros, doblándolos cuidadosamente antes de
ponerse su traje de baño. — ¿Dar?— A la luz relativamente débil, todavía podía ver los
reflejos de los ojos de Dar mientras la miraba. — ¿Tienes miedo?
Se ajustó la correa, sobre el hombro, de su traje negro sólido. — ¿Por hacer esto?
Kerry asintió.
—Un poco. — La mujer morena suspiró. —Asustada porque algo puede suceder,
alguien, tal vez nosotros, o Bud, puede salir herido. Claro que tengo miedo.
—Me siento mucho mejor ahora, que tenemos esto. — Kerry tocó la hoja revestida
de plástico sobre la cómoda. —Esto es mucho más que un farol.
Dar asintió.
—Es una pena que al final se vaya a salir con la suya. — Admitió. —Es realmente
frustrante. Al final tenemos las respuestas y ahora es por nada. Wharton gana de todos
modos.
—Tengo una teoría sobre eso. — sacó una camisa de manga corta de algodón y se
la puso encima de su traje, dejándola desabrochada. —Lo que se siembra se recoge. Algún
día tendrá su merecido. — Guardó cuidadosamente su precioso reloj de bolsillo en un
cajón, metiéndolo doblado en una de sus camisas de repuesto.
— ¿Al igual que mi padre lo hizo?—, Preguntó Kerry en voz baja.
Se detuvo y la miró. —Se podría decir eso. — Estuvo de acuerdo. Sus ojos se
posaron pensativamente.
Kerry se acercó. —No estás comparando en serio a Wharton con mi padre,
¿verdad?— Su voz se elevó.
—No, no exactamente.
—Bien. — Chocó contra ella. —Entonces, ¿de qué estás hablando?
Rodeó el cuello de Kerry con los brazos y apoyó la frente contra la de su pareja. —
No estoy muy segura. Pregúntame de nuevo más tarde.
El barco se balanceó y ambas se tambalearon. Kerry se agarró de la cintura de Dar
y se inclinó para besarla. —Es hora de ponerse en marcha. — Dijo. —Me alegraré cuando
todo esto termine.
Dar se frotó la nariz con ella. —Yo también. —, Admitió. —Porque cuando
terminemos, voy a sacar a todos de este maldito barco y pondré el cartel de no molestar
en la barandilla.
—Buena idea. — Kerry estuvo de acuerdo.
Dar se metió la lámina de plástico en el bolsillo de atrás y cerró la cremallera. Luego
le pasó el brazo por los hombros a su compañera y la condujo hacia la puerta del
dormitorio. — ¿Sabes lo que estaba pensando? Que el viejo era un hijo de puta. Tal vez
sea justicia poética que el chico se lo llevara todo.
Kerry suspiró. —Esa idea ya se me había ocurrido.
Abrieron la puerta y salieron al salón del barco. —Voy a ir a poner en marcha los
motores. — Dar le dijo a Charlie, que mantenía un ojo adusto en un Bob todavía ceñudo.
Cogió su chubasquero de la encimera y se lo puso, fijando el cinturón. —Bien podría
empezar a moverse.
—Voy a ir hasta allí con vosotras. — Charlie se levantó con cuidado, consiguiendo
equilibrarse sobre su pierna artificial.
—Gracias a todos. — Todos se movieron incluso el furioso Bob. —Voy a hacer
una olla de sopa, Dar. Nos perdimos la cena.
Sopa. El estómago de Dar repente retumbó con fuerza. —Una gran idea. — Le
agradeció con una mirada apreciativa. —Gracias.
—Mm—. Kerry dejó que sus ojos descansan sobre Bob, luego desvió la mirada a
su pareja, arqueando una ceja.
Esta le devolvió una mirada ligeramente avergonzada, con un encogimiento de
hombros. —Llámame cuando esté lista. Vendré por ti.
—Me gustó la primera. — Kerry pronunció, antes volverse y dirigirse a la cocina.
***
Dar navegaba con cuidado a través de la tormenta, acercándose cada vez más al
punto de encuentro. Estaba tan oscuro que apenas podía ver más allá de la proa del barco,
y se basaba sólo en su radar y su buscador de profundidad, para mantenerse fuera de
problemas.
La lluvia azotaba con fuerza contra ellos, moviéndose casi de lado en su intensidad.
Charlie estaba acurrucado en el asiento junto a ella, también mirando hacia la oscuridad.
—Repugnante—. Dar murmuró.
—Sí. — El ex marine contestó en voz baja. —Escucha, Dar. Siento lo de antes.
—Está bien. En estos momentos estamos todos bajo mucho estrés. Sé que estas
preocupado por Bud. También yo. — Miró el radar. —Parece que nuestro amigo nos
abandonó. — Señaló la pantalla. —Una complicación menos.
Charlie asintió. —Bien. — Dijo. —Me siento condenadamente mejor ahora, con
todo este asunto, una vez encontrado ese papeleo. — Añadió. —No es que no confíe en
ti para hacer lo correcto, Dar, pero...
—Pero es mucho más fácil cuando tienes algo con lo que negociar. — Terminó por
él. —No me sentía demasiado cómoda tampoco. Ahora tenemos toda esta mierda para
negociar. — Hizo un ligero ajuste a su curso. —Estaré encantada de darle ese maldito
papel, sacar a Bud y salir fuera de esta maldita tormenta.
— ¿No te molesta que los malos ganen?— Preguntó, viendo su cara.
—Malos es un término relativo para ese nido de víboras. — Murmuró, girando
cuando oyó que alguien subía por la escalera. —Ah. — Una sonrisa se dibujó en su rostro,
cuando la reconoció con la forma robusta en su chubasquero. Kerry tenía una jarra termo
colgando alrededor de su cuello, por una cuerda de seguridad, y estaba usando ambas
manos para tirar de ella. — ¡Te dije que iría a buscarte!— Le gritó.
Kerry se estabilizó y se abrió paso a través del puente. —Digamos que hay un tipo
de lo más petulante que quiero perder de vista durante un momento, ¿de acuerdo?— Se
dejó caer en el tercer asiento, en el otro lado de Dar. —Maldito cobarde estúpido. Casi lo
tiro por el ojo de buey. —Su voz sonaba exasperada.
—Casi—. Dar asintió.
Un trueno los hizo saltar y todo el cielo se iluminó con relámpagos, rozando las olas
agitadas con la incandescencia de plata por un breve instante.
—Wow—. Kerry exhaló. —Esto se está poniendo muy mal. ¿Qué pasa si no se
presenta?
Nadie respondió, ni se miraron entre sí.
Finalmente dijo Dar. —Si no lo hace, iremos a buscarlo.
Cayó un rayo de nuevo y Kerry se agarró al brazo de su pareja. — ¡Dar!— Señaló
hacia la proa. — ¡Hay algo ahí fuera!— Gritó. — ¡Alguien! ¡Vi a una persona!
— ¿Qué?— Gritó, incrédula. Inmediatamente, detuvo los aceleradores, frenando el
gran barco en un ocioso revolcarse. — ¿Dónde?
Charlie se puso de pie y miró. —No puede ser, Kerry. No en estas aguas.
Kerry esforzó sus ojos. —De verdad. — Dijo, con absoluta certeza. —Lo juro.
Dar miró la hora y luego la miró a la cara. —Sigue mirando, voy a dar la vuelta. —
La rubia se levantó y se dirigió hacia la escalera, donde se quedó inmóvil cuando
una luz en la oscuridad de las olas pareció encenderse iluminándolos. — ¡Oh!
— ¡Qué demonios!— Sintió que el mundo se iba fuera de balance. — ¿Ahora qué?
—Dar. — La cara de Charlie tenía una expresión extraña. —Es una luz marina de
guerra bajo el agua.
¿Luz Naval? Sintió que su corazón podía salir de su pecho. Cuando detuvo los
morotes, oyó el débil eco de uno mucho más pequeño acercándose. —Kerry, quédate
aquí. — Se aferró a la barandilla mientras rodeaba a su pareja. —Creo que estamos bien.
Kerry se aferró a la barandilla para salvar su vida mientras observaba a Dar corretear
por la escalera. —Espero que tenga razón.
***
***
Andrew salió a la cubierta, que ahora parecía muy estrecha. —Hola Charles. —
Saludó al otro ocupante casualmente, mientras seguía a Kerry a los controles.
—Hey, Andy. — Charlie murmuró. —Qué agradable sorpresa. — Sus ojos se
quedaron en la consola, sin darse cuenta de la atención de Kerry sobre él. —Me alegro de
al final todo saliera bien.
—Si. — Respondió fácilmente, instalándose en uno de los asientos. —Todo está
bien ahora. ¿Tienes un plan, kumquat?
—Dar lo tiene. — Esperó a que su pareja se uniera a ellos. Esta tomó el asiento
central y aceleró los motores, comenzando hacia adelante. El movimiento del barco
contrarrestó lentamente las olas y Kerry se relajó al igual que su estómago. Tenía ganas
de pedirle a su compañera otra dosis de su medicina de oído. —Papá, no tuve la
oportunidad de decirte que finalmente encontramos algo.
— ¿Lo tienes ahora?— Andrew estudió los controles.
—Sí. — Kerry pescó dentro del bolsillo trasero de su pareja y sacó la hoja doblada,
inclinándose por encima del hombro de Dar. —Es todo legal.
Andrew estudió, ladeando la cabeza canosa hacia un lado. —Bueno, mira eso. —
Murmuró. — ¿Renuncias a esto como parte de tu compensación?
—Por Bud. — Charlie soltó de repente. —Sí.
Andrew descansó la mandíbula en su puño. —Mi esposa dice que ese mequetrefe
de ahí dentro no es nada de fiar. — Dijo. —Quiere usar todo el dinero para ser de la
misma clase social que tu padre, Kerry.
Esta se puso tensa, luego frunció el ceño. —Él era conservador, que quieres decir.
— Dijo. —No hay ninguna ley contra eso, ¿no?— Sus manos estaban descansando sobre
los hombros de Dar, para mantener el equilibrio y se apoyó un poco más.
—No, señora, seguramente no lo es. — Su suegro estuvo de acuerdo. —Pero parece
que han tomado una aversión hacia la gente que no es como ellos. — Vaciló atípicamente.
Dar habló finalmente. — ¿Quieres decir que está financiando grupos de odio?. —
Sé que hay un par ahí arriba que piensan que la gente como Kerry y yo... — Sus ojos se
desviaron a Charlie. —Y Bud y Charlie no deberíamos existir— agregó sin rodeos. —
¿Es eso lo que quieres decir, papá?
Andrew soltó un suspiro. —Tu madre lo cree, Dar—. Reconoció en silencio. —Y
yo creo que tiene razón.
—Hijo de puta. — Susurró Charlie.
Todos miraron a la hoja en la gran mano de Andrew. La lluvia golpeó con fuerza
contra la consola haciendo que el ruido sonara más amplificado.
La situación había cambiado, Kerry se dio cuenta. La llegada de suegro y la
información que trajo, lanzaba una nueva faceta a la situación, y no estaba segura de
exactamente quién iba a tomar esa decisión.
Sólo podía ser una persona, el capitán de la embarcación.
—Bien. — Dar rompió el silencio después de un largo período. —De todos modos,
tenemos que conseguir sacar a Bud de allí. — Se centró en el problema en cuestión. —
Siempre va a haber pendejos por ahí que quieran apoderarse del mundo. Tenemos que
hacer frente a esta cuestión crítica en primer lugar y sacar a nuestro amigo.
Se hizo un momento de silencio extraño. La joven rubia pudo sentir la rareza. Se
dio cuenta de que su amante simplemente se había adelantado y tomado el liderazgo de
la situación, algo totalmente natural en ella: tomar decisiones y aceptar las consecuencias.
Tanto Andrew como Charlie la observaron con atención y Kerry contuvo la respiración
mientras esperaba para ver cuál sería su reacción.
—Por lo tanto, vamos a continuar con nuestro plan original. — Dar continuó. —Si
hay algo que surja que nos permita echar las manos sobre Wharton, muy bien, pero
tenemos que sacar de ahí a Bud primero. — Su voz era tranquila y estable.
—Conforme—. Su padre asintió en aceptación. —Pensé que podía llegar hasta su
barco e intentar distraerlos.
Dar lo pensó. —Estoy segura que lo tienen bajo cubierta. — Dijo. —Voy a tratar
de obligarlos a mostrárnoslo antes de negociar, pero no sé hasta dónde podré presionar.
— Aceleró un poco el motor. —De todas formas, me hace sentir mucho mejor con sólo
saber que estarás allí.
Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de su padre. —Por supuesto que estaré.
— Arrastró las palabras. —Aunque creo que tientes todo bien cubierto. — Sus ojos la
miraron con orgullo silencioso.
Dar aceptó el cumplido con una ligera inclinación de cabeza. —Lo intentamos. Pero
me gusta tener un as en la manga. Hace que el juego sea mucho más fácil.
La rubia sintió los músculos en el cuello de Dar relajarse bajo sus manos, así como
estaba contenta de que su pareja estuviera cómoda por tomar la iniciativa y que los dos
ex marines estaban dispuestos a aceptarlo.
Había sido un momento difícil para Dar, lo sabía. Su amante era una líder nata, era
algo natural en ella, también amaba a su padre que también era un líder nato. Podía haber
dejado que Andrew se encargara de ello, pero había optado por confiar en sus instintos y
seguirlos.
Tiempo tendrían que probar si esos instintos eran correctos o no.
***
***
El barco de De Salliers se acercó a ellos, rodeando su posición en dos ocasiones
antes de ponerse en contacto de nuevo. Los nervios de Dar habían aumentado casi hasta
el punto de la ruptura. Había salido bajo la lluvia a contar varios miles en voz baja, en un
vano intento de relajarse.
—Dar—. Kerry sacó la cabeza fuera de la cabina. —Él está.
Esta fue hacia la puerta y se metió dentro. Podía sentir su respiración acelerarse, se
tomó un segundo para respirar, y luego exhaló antes de que coger el micrófono. — ¿Sí?—
esperó. El repentino calor de la mano de Kerry en su lado casi la hizo saltar, pero después
de un segundo se relajó un poco, calmada por el contacto del pulgar de su amante que
ociosamente le frotaba la piel.
—Veo que tienes una canoa. —, Dijo De Salliers. —Sube a ella y ven aquí. Sin
mentiras, sin charlas inteligentes, o disparo a tus motores.
—Asegúrese de golpear el primero. — Dar dijo con un gruñido. —O vas a terminar
al revés hablando con los cangrejos. — Cortó la comunicación y dejó caer el micrófono,
luego se dirigió a la puerta. —Vamos.
Andrew sostuvo la puerta y esperó a que fueran por delante de él. Se volvió frente
a Bob. —Si haces algo mientras ellas están allá, te mataré.
Bob miró fijamente.
—Esto no es un farol. —, Dijo Andrew en voz baja. Se dio la vuelta y cerró la puerta
tras él.
Dar hizo su camino por la escalera hasta subirse a la embarcación negra y sólida,
en la que su padre había llegado. Era un espectáculo familiar, dos pontones de goma muy
resistentes y una estructura interna flexible pero rígida, y motores que probablemente
podrían propulsar un avión. Había ganchos y herramientas de todo tipo destinadas a uso
militar, ya que su propósito principal era llevar SEALS de la Marina.
No preguntó cómo su padre la había conseguido.
Se volvió y ayudó a Kerry mientras bajaba, para que se reuniera con ella en la parte
inferior de la nave. Las dos llevaban impermeables de lluvia oscuros, y Andrew era casi
invisible mientras se abría camino en la nave, haciendo que esta se moviera bajo su peso.
Iba vestido de neopreno negro largo, con un chaleco de lona abrochado sobre él con
todo tipo de cosas incluyendo un pequeño bolsillo impermeable donde Dar sabía que
llevaba un arma. Andrew se sentó a los mandos, y arrancó los motores de gran alcance.
— ¿Quieres soltarnos, Dardar?
—Claro. — Desató la nave, y arrojó el extremo de la cuerda hacia arriba sobre el
Dixie. Las olas estaban lanzando hacia arriba y abajo con severidad, pero al parecer ya se
había acostumbrado a ello porque no le molestaba mucho. Kerry, sin embargo, estaba
sentada en uno de los asientos duros, rodeando con sus brazos y piernas alrededor de los
puntales.
—Aquí vamos. — Dirigió la embarcación hacia De Salliers, visible como un
esquema muy iluminado contra la lluvia.
Dar se sujetó con una mano y puso la otra sobre el hombro de su pareja. Se acercó
a su oído. — ¿Miedo?
Kerry se volvió, sabiendo que la estaba mirando a pesar de que la oscuridad hacía
todo invisible. —Sí.
—Yo también—. Reconoció. —Mis rodillas están temblando tanto que no quiero
sentarme en caso de que no poder levantarme de nuevo.
Kerry se rio débilmente. — ¿Estás tratando de hacerme sentir mejor?— Apretó la
mano de Dar. —Si es así, está funcionando.
Acercó su mejilla contra la de Kerry. —Te quiero. — Dijo.
Kerry sonrió, sintiendo a su pareja sonreír. —Eso funciona aún mejor. — Admitió.
—Yo también te quiero.
—Estaremos bien. — Continuó. —Pero si prefieres quedarte aquí con papá, está
bien, Ker. No estoy bromeando. Sé que esto es difícil como el infierno y no me importa
si quieres quedarse aquí.
Era tan tentador. La idea de estar en el lado muy, muy seguro de Andrew era tan
atractiva, casi podía sentirlo, pero la imagen de su espera en la oscuridad, mientras su
amante se adentraba en el peligro solo era mucho más horrible. —Gracias por la oferta.
— Volvió la cabeza y la besó. —Pero a donde vayas, yo voy. Me volvería loca si me
dejaras aquí.
Asintió, como si esperara totalmente la respuesta de Kerry. —Está bien. — Vieron
el barco crecer más y más grande frente de ellos. —Necesito jugar duro con él, por los
veinticinco mil.
Kerry asintió. —Lo sé.
—Así que, si parece como si no me importara Bud, es por una razón.
Le acarició la mano. —Cariño, sé que si no te importara Bud no estarías aquí. —
Dijo. —Estaré junto a ti, hagas lo que hagas. Confío en ti
— ¿Incluso si salto?
Kerry tomó aliento. —Estoy contigo, no importa qué.
Dar se enderezó, ya que el motor desaceleró su ritmo. Pudo ver a los hombres
armados de De Salliers en la cubierta de popa.
—Paladar, tienen fusiles. —, Dijo Andrew de repente.
—Lo sé, papá. — Reconoció. —Tendremos cuidado.
—Ah, no me gusta esto.
—Vamos a estar bien. — Kerry se puso de pie mientras se acercaban a la parte
trasera del barco, que fue lanzada hacia arriba y abajo. —Mantente vigilando papá. Intenta
tenerlos ocupados, ¿de acuerdo?
—Oh si, les daré problemas. — Murmuró, tirando del barco para mantener su
posición.
Dar respiró hondo. 'Aquí vamos.
—Paladar Katherine, ten cuidado. — Su padre habló de repente. —Por favor.
Dar sintió un poco de calor difundido en sus entrañas. —Lo haré, papá. — Llegó a
la escalera que colgaba de la popa del enorme barco, haciendo caso omiso de los hombres
armados que la miraban desde arriba. Ahora que estaba sucediendo, sentía un poco de su
nerviosismo alejarse y ser sustituido por adrenalina. Sus nervios se estabilizaron, y sintió
su ritmo cardíaco más lento, mientras subía hasta la cubierta.
Apoyó las manos en la baranda superior y presionó su cuerpo con un fácil
movimiento rápido, lo que obligó a los guardias a retroceder o de lo contrario se hubieran
chocado. Dio un paso adelante, con su cuerpo bloqueando el acceso a la escalera con el
fin de dar algo de tiempo a Kerry para subir a bordo.
—Sólo uno de ustedes. — El hombre que tenía más cerca, dijo de repente. —Dile
a la otra que se pierda.
Dar se dio la vuelta cuando la cabeza de Kerry emergió sobre la parte superior de
la escalera. Le ofreció una mano, haciendo caso omiso de la guardia completamente.
—Dije...
—Cállate. — Lo inmovilizó con una mirada dura. —O nos quedamos aquí las dos
o nos marchamos. Elige. — Lo vio vacilar. — ¡Elige!— Añadió en un ladrido fuerte.
Él dio un paso atrás. Kerry se unió a ella en la cubierta, sacudiéndose su
chubasquero. Dar respiró. —Está bien. — Recuperó el equilibrio en la popa agitada. —
Vamos pues.
Los guardias miraron a un lado, cuando los motores de la pequeña embarcación
rugieron y empezó a alejarse. — ¿Quién es ese?— El capitán de la guardia recuperó su
actitud.
—Mi palista de canoa. — Dar le dijo. —Bueno ¿vamos adentro o qué?
El guardia la miró. —No olvido lo de la última vez, perra. Vas a pagar por lo que
me hiciste. — Señaló con el cañón del arma hacia la puerta de la cabina del yate.
Dar y Kerry pasaron junto a él. Tres guardias las siguieron detrás de ellas, con las
armas en la mano.
Ahora era demasiado tarde para echarse atrás.
***
***
Dar se detuvo dentro de la puerta de la cabina, haciendo caso omiso a la presencia
del guardia detrás de ella. Comprobó la habitación primero, luego caminó dentro,
manteniendo una mano en la espalda de Kerry. De Salliers estaba de pie cerca de la barra,
y tres hombres estaban parados alrededor de la sala, sosteniendo sus armas.
Los labios de Dar se torcieron en una sonrisa salvaje. — ¿Seis hombres con
fusiles?— Miró entre ella y Kerry. —Me siento halagada.
—Me siento tan peligrosa. — Kerry agregó, cruzando los brazos sobre el pecho. —
Y ni siquiera estoy usando mi cinturón marrón.
—Cállate. Estás con las manos vacías, Roberts. Pensé que eras más inteligente que
eso, pero pensándolo bien, me he dado cuenta de que no lo eres.
Dar deliberadamente le dio la espalda, dio un paseo por el interior de la cabina
mientras estudiaba uno de los mapas en la pared. —No estoy con las manos vacías. Eres
un cabeza hueca. — Miró por encima del hombro. —Aquí está mi trato. Me muestras a
Bud.
—Este no es tu problema. — De Salliers la interrumpió. —Ahora te callas y me
escuchas.
—NO. — Se dio la vuelta y caminó por delante del cañón de la pistola de uno de
los guardias. —Escúchame, tú cabrón. — Sintió que su temperamento crecía y un torrente
de energía llenaba su cuerpo. —Quieres la información que tengo, ¿verdad? Si no, me
largo de aquí y se la vendo al mejor postor.
—No tienes una mierda.
— ¿Eso crees?— Sonrió. —Te equivocas en eso. Sé lo de la caza furtiva. —
Enumeró con uno de sus dedos. —Sé que él llegó a un acuerdo con los lugareños. — Hizo
una pausa y esperó. De Salliers ahora la observaba serio y en silencio. —Sé sobre sus
últimas voluntades. Así pues, imbécil, si quieres lo que tengo, tendrás que hacer lo que
yo te diga.
Todo el rostro de De Salliers se crispó.
—Sólo tienes dos días antes de que tus préstamos se hagan efectivos y estarás en la
ruina—. Kerry rompió el silencio. —Si yo fuera tú, intentaría salvar lo que pudiera, antes
de salir de esto.
El hombre la miró fijamente. —Tú no sabes una mierda.
—Claro que sí. — Mantuvo un tono casi amable. —Todo está en una base de datos
en alguna parte. Tienes demasiadas deudas.
De Salliers resopló suavemente. —Sí. Así es como arruinaste a tu viejo, ¿no es así?
Eso fue lo que lo mató, ¿no?
Fue como si le clavaran una lanza en el intestino. Intentó con todas sus fuerzas
mantenerse firme, y de alguna manera se las arregló para mantener su expresión sin
cambios. —Sí, así fue. — Contestó. —Me alegre por ello.
Dar supo que si hubiera tenido un arma en la mano en ese momento, le habría
disparado, sin pesar un momento. —Así que ese es el trato. — Repitió. —Me muestras a
Bud. Me das una cuenta bancaria y te haré una transferencia. Luego te doy la información
y nos dejas ir con Bud.
La observó durante unos segundos con los ojos entrecerrados. Se quedó en silencio
durante un minuto más, y luego muy, muy lentamente, asintió con la cabeza. — ¿Cómo
sé que tienes la información?
—Porque lo digo yo—. Dar le dijo. —No eres digno una mentira y Wharton no me
importa.
Su anfitrión señaló a uno de los guardias. —Trae a ese pedazo de escoria hasta aquí.
Kerry soltó su aliento contenido y deseó tener un vaso de agua. Su interior se movía
tanto como una lavadora. Se obligó a moverse lentamente y se acercó hasta su compañera
para situarse a su lado de nuevo. Sus ojos se encontraron, y por un breve momento el
rostro frío de Dar desapareció y vio simpatía, a pesar de los ojos azul pálido observándola.
Kerry tensó sus labios asintiendo y le palmeó la cadera cuando se acercó más a ella.
Hasta el momento, decidió, el plan parecía estar funcionando.
Rogó a Dios que lo mantuviera de esa manera.
***
Andrew levantó lentamente la cabeza por encima del borde del casco y miró a través
de él. Estaba vacío. Los guardias se habían agrupado en la popa, lejos de la tormenta,
exactamente lo que había estado esperando. Con un resoplido, soltó uno de sus agarres y
se lo quitó, guardándolo para llegar hasta la barandilla. Repitió el movimiento con la otra
mano, y finalmente saltó sobre la cubierta.
Se quedó allí un momento, escuchando y recuperando el aliento. —Ahm me estoy
haciendo demasiado viejo para hacer esto. — Murmuró para sí mismo. La cubierta estaba
en silencio, por lo que se deslizó por la parte superior de la misma, por las dos escotillas
prominentes en el centro. Luego se detuvo y examinó las escotillas.
Con un gruñido suave, buscó en un bolsillo de su traje y sacó una herramienta
delgada. Deslizó el borde de la misma bajo la escotilla y apretó suavemente hacia arriba,
cerca de la bisagra, trabajando sobre la fibra de vidrio hacia atrás y hacia adelante. Con
un crujido suave, la bisagra se rompió. La dejó como estaba y repitió el proceso por el
otro lado de la escotilla.
Un suave crujido le advirtió. Apretó su cuerpo contra el casco y escuchó. Alguien
se acercaba a lo largo de la barandilla hacia la proa. Maldijo en silencio, pero se mantuvo
muy quieto, tensando sus músculos mientras observaba el espacio entre la cabina y la
barandilla.
Un hombre vagó a través de él y se apoyó en la barandilla, mirando las olas. No
parecía dispuesto a seguir adelante, incluso después de unos minutos.
Puso las manos en la superficie del casco y se empujó hacia arriba, impulsándose
en silencio con sus pies y se acercó por detrás del hombre. Se paseó hasta que estuvo justo
detrás de su objetivo.
El hombre tenía un rifle colgado sobre los hombros. Lo estudió durante un breve
instante, y luego cerró la mano en un puño y golpeó al hombre en la parte posterior del
cuello. Con un sonido de asfixia suave, las rodillas del hombre se doblaron. Andrew le
quitó el rifle y lo dejó caer en el agua, luego se debatió lanzar al hombre después de ella.
No habría sido la primera vez, por cualquier medida.
Con un leve suspiro, arrastró al hombre hacia el borde del arco en su lugar, y lo
acostó en la curva. Luego regresó a la escotilla y se dejó caer junto a ella, para poder mirar
al interior.
***
***
Kerry rodó sobre la alfombra conteniendo el aliento. Oyó la pistola dispararse y sus
entrañas se apretaron, hasta que captó un destello de movimiento que venía de donde
había visto por última vez a Dar. Se había quedado cerca de la puerta lateral y sus ojos de
pronto capturaron una imagen de De Salliers mientras observaba con fascinación pueril,
antes de preparar su propia fuga.
La ira en su interior estalló. Se puso de pie y se dirigió a la puerta. Él la vio e intentó
escapar, pero Kerry saltó sobre él, le agarró de la pierna justo antes de que desapareciera
por la puerta. Intentó forcejear con ella, mientras Kerry lo sujetaba tirando de él con todas
sus fueras. — ¡Vuelve aquí cabrón!!!
Le gritó algo a ella, y pateó con fuerza, pero Kerry tenía un brazo alrededor de su
pierna y una mano tirando de su cinturón. Apoyó las piernas y tiró, usando sus músculos
del muslo para empujar con más fuerza.
Con una maldición, tropezó con ella y se estrelló de nuevo en la cabina. Kerry se
dio la vuelta y se abalanzó sobre él. Su temperamento sacó lo mejor de ella, golpeando a
cualquiera que pudiera hacerlas daño. Toda la rabia que había estado acumulando en los
últimos días salió, hizo que lo golpeara una y otra vez con los dos puños.
***
El guardia era un hombre grande. Dar tenía sus brazos alrededor de su garganta, y
una pierna enganchada alrededor del brazo que sostenía la pistola. Arqueando la espalda,
soltó una mano para girarlo de lado mientras él gritaba y maldecía.
El pánico la dominó. Le arrancó el arma de la mano, le golpeó la cabeza con la
culata, evadiendo el agarre que él estaba tratando de hacer. Él la golpeó duro en el
estómago, y ella se dobló, soltando el arma.
Estaban demasiado cerca, y era demasiado caótico para siquiera considerar el uso
del arma por su propósito original. Dar se tambaleó hacia atrás y recuperó el equilibrio,
luego lo vio venir hacia ella y por puro instinto le dio los medios para mantenerlo alejado.
Le dio una patada en el lado derecho de la cabeza. La sacudida recorrió todo el camino
hasta su pierna. Se balanceó y se tambaleó hacia atrás, se apoyó contra la pared y volvió
a ella. Ya equilibrada, Dar sacó su rodilla golpeándole de nuevo, esta vez en la cara.
La sangre salpicó por todas partes. El guardia se dobló, con las manos agarrando su
cara. Dar giró y sus ojos recorrieron la cabina frenéticamente, sus oídos escuchando al
resto de los guardias acercarse hacia ellas. Oyó un golpe cerca de la puerta y corrió hacia
ella, rodeando el borde del sofá para encontrar a De Salliers siendo golpeado por una
Kerry enfurecida sentada sobre su pecho.
La camisa de Kerry estaba medio arrancada, dejando al descubierto la mayor parte
de su pecho. Estaba clavando a De Salliers bajo su peso, con sus rodillas descansando en
su bíceps, mientras continuaba golpeándolo con ambos puños.
— ¡Kerry!— Gritó Dar con la parte superior de sus pulmones después de un
segundo de puro shock.
— ¡Bastardo!— Kerry seguía golpeando al hombre. — ¡Eres un idiota!
Dar se puso detrás de ella, deslizando sus manos por debajo de los brazos de su
amante, levantándola físicamente para alejarla de él. — ¡Vamos! ¡Vamos a salir de este
maldito barco!!
Kerry estaba respirando con dificultad, sus ojos verdes casi gris sólo mostraban ira.
De Salliers rodó frenéticamente lejos de ella y comenzó a arrastrarse hacia el centro de la
habitación, mientras el cuerpo de Kerry temblaba como si quisiera ir tras él. Un gruñido
brotó de su garganta, sorprendiendo a las dos.
—Vamos. — Insistió. —Espero que papá haya podido localizar a Bud. No podemos
quedarnos aquí. — La arrastró hacia las pequeñas puertas que su anfitrión había intentado
utilizar para salir. Un disparo resonó en el barco, podía oír los gritos. Su mandíbula se
tensó, sabiendo que no era su padre el que gritaba, pero esperaba que fuera el que los
estaba causando.
— ¿Ker?— Murmuró en un tono suave. —Vamos, cariño. Vuelve a mí aquí—.
Instó a la mujer todavía enojada, cuyas manos aún estaban apretadas en puños cerrados.
—Se acabó. — Los ojos furiosos de Kerry se posaron sobre ella y sus miradas se
encontraron.
—Oh. — Kerry tomó aire inestable y se encontró de repente, con todo su cuerpo
temblando en reacción. Se aferró a los brazos de Dar y se estremeció, su corazón latía tan
rápido que parecía como si fuera a salírsele de su pecho. —D.…— Se detuvo al verla. —
Mierda.
Dar siguió tirando de ella, medio arrastrándola. El barco se balanceaba
salvajemente. Se pararon para decidir qué hacer a continuación. Sintió a Kerry detrás de
ella. — ¿Estás bien?
Kerry respiró profundo y lo expulsó. —Sí. — Susurró. —Él realmente me molestó,
supongo. — Se tomó un momento para sí misma y luego miró ansiosamente alrededor.
— ¿Dónde está papá?
—No lo sé. — Superó la puerta y se aferró a la barandilla mientras la lluvia las
golpeaba. Vio a su padre en la proa, con Bud sobre sus hombros. — ¡Papá!— Gritó,
esperando que él la oyera por encima de la tormenta.
Volvió la cabeza a su manera, viendo el alivio en sus ojos. — ¡Vete!— Ella gritó.
— ¡Vete de aquí!
Dos guardias se dirigían hacia él, luchando contra la lluvia tal y como estaban.
Andrew dio un paso hacia ellos, luego sacudió la cabeza y corrió por el borde de la proa,
y saltando por encima de la barandilla para hundir los pies por delante en el agua.
Desapareció inmediatamente en las agitadas olas.
Dar vio a los hombres gallardos ahora dirigirse hacia ellas. — ¿Puedes nadar?—
Gritó a Kerry. — ¡Kerry!
Esta vaciló, sintiendo temblar todos sus músculos. Respiró cautelosamente. —
¡Sí!— Respondió, sabiendo que no tenía muchas opciones, en todo caso. Se agarró a la
barandilla, aferrándose cuando el barco se tambaleó con fuerza. — ¡Estoy bien!
— ¡Sigue! ¡Iré después de ti! —Agarró la parte posterior de la camisa de Kerry para
mantenerla firme, mientras el barco ahora se sumergía hacia el agua, y la empujó
suavemente justo cuando saltó, empujándola bien lejos de la embarcación.
Con ansiedad, vio las olas, con el corazón en la garganta, hasta que vio un pálido
borrón débil romper la superficie.
Una mano le agarró bruscamente por detrás justo cuando se estaba preparando para
seguir. Se giró para encontrarse con el cañón de una pistola en la cara. Sus reflejos le
salvaron la vida, mientras se retorcía y su mano golpeaba el arma, desviándola de su
trayectoria justo cuando ésta se disparó. El espacio era demasiado estrecho para la lucha,
pero logró sacar el brazo hacia atrás y golpear al guardia en la cara, evadiendo de alguna
manera sus manos agarrando. En realidad no lo aturdió, pero parpadeó y se detuvo el
tiempo suficiente para que ella lo pudiera empujar y dejarlo al otro lado de la puerta.
Agarró un palo y lo introdujo a un lado de la puerta para bloquearla, dejando al
guardia atrapado sin poder salir. Sacudida, miró hacia el agua, hacia las salvajes olas del
océano.
Débilmente, oyó el sonido del motor de la embarcación de su padre. Un sonido
dulce sobre el trueno y el chapoteo de las olas. Se agarró a la barandilla y se preparó para
saltar por la borda, cuando un movimiento le llamó la atención en la proa.
Dos guardias estaban allí, con una luz resplandeciente, apuntando hacia el agua. La
luz dejaba al descubierto la pequeña embarcación de su padre, mientras el otro guardia
levantaba el rifle dispuesto a disparar.
Oyó el cuerno del Dixie sonar una advertencia. Sin pensarlo, se dirigió directamente
hacia los dos guardias. Con un gruñido, se zambulló de cabeza contra el primero,
golpeándolo en las rodillas haciendo que se doblara. Se lanzó sobre el segundo,
golpeándolo hacia atrás, cayendo y rodando por la cubierta.
Vio el arma en el suelo, se acercó y la golpeó para tirarla por la borda. Uno de los
guardias saltó encima de ella, golpeándola con fuerza en la cabeza.
—Estás muerta, puta.
Dar sintió el fuerte golpe. Intentó defenderse, luchó contra él, soltándose de su
fuerte agarre. Sus dedos rozaron algo duro, intentó recordar lo que era, cuando reconoció
el contorno de un cuchillo de buzo atado a su muslo, lo sacó deslizándolo sobre el hombre.
Hundió la hoja en un lado, sintiendo una dura sensación etérea cuando el cuchillo
penetró en su ropa y entró en la carne.
Gritó.
Dar arqueó su cuerpo, rodando hacia un lado, con todo el esfuerzo que pudo reunir.
Se las arregló para quitárselo de encima. Se deslizó bajo la barandilla y se lanzó a las frías
aguas, como pudo.
Por un momento, simplemente se dejó hundir bajo las olas, a la búsqueda de una
curiosa paz allí. Luego se quitó las zapatillas y nadó hacia la superficie, quitándose la
camisa de manga corta ahora obstaculizándola también.
Su cabeza salió por encima de las olas. La sacudió para limpiar el pelo de sus ojos.
Su visión de llenó con la imagen de una embarcación de goma a escasos metros de ella.
Extendió la mano intentando avanzar, pero su brazo quedó atrapado. Luego una mano la
agarró de los pantalones y tiró de ella sin miramientos hacia arriba y sobre la barca.
Sintió el aire fresco y el fuerte olor a sal llenar sus pulmones. Entonces sintió un
calor envolver sus piernas, y se dio la vuelta, para encontrar a Kerry arrastrándose sobre
ella con un pequeño gruñido cansado.
Exhaló. Nada más importaba. Las dos estaban allí y seguras. Su mundo se había
completado.
—Dar, ¿estás bien?
Dar miró a los ojos de su padre y asintió. —Está bien. — Su voz era áspera. —
¿Tú?
Andrew la miró con una expresión insondable suave. —Si. — Él dirigía la barca
mientras hablaba, dirigiéndose hacia popa de la Dixie ahora frente de ellos. —Creo que
tenemos que largarnos de aquí.
—Tienes mi voto. — Dar apoyó la cabeza contra el fondo de plástico duro.
—Y el mío también—. Kerry murmuró. — ¿Nos están persiguiendo?
Andrew miró hacia arriba, más allá de la popa del Dixie. El barco de De Sallier
parecía estar a merced del mar, balanceándose salvajemente. Los hombres estaban
corriendo hacia atrás y adelante, preocupándose por sus propios destinos. —No. — Él
dijo, mientras deslizaba la nave hacia un lado. Levantó la mano para coger la cuerda que
Charlie le había lanzado frenéticamente. —Creo que su persecución se ha terminado.
—Bien. — Dar cerró los ojos. —Eso es muy muy bueno.
***
Dar se contentó con quedarse en el fondo de la embarcación, independientemente
de su continuo balanceo, hasta que vio a su padre subir al Dixie a un todavía inconsciente
Bud. Estaba tan cansada, que simplemente respirar le suponía un esfuerzo, e incluso la
lluvia torrencial con furia no le molestaba demasiado.
Kerry se acurrucó junto a ella, con los ojos cerrados. En la penumbra, y a pesar de
su propia fatiga, Dar podía ver lo pálida que estaba. Se dio la vuelta y le pasó un brazo
alrededor de ella. — ¿Ker?
—Um—. Pronunció una respuesta suave.
— ¿Cómo estás?
—Agotada.
Dar suspiró.
—Además tengo migraña y estoy mareada. — Le explicó. —Tengo que
preguntarme cuánto peor puede ser estar muerto.
Dar se inclinó y la besó en la mejilla. — ¿Qué tal si nos quedamos en tierra durante
unos días?
— ¿Qué tal si nos quedamos en la cama durante unos días?— hizo un pálido intento
de humor.
—Claro. — La atrajo un poco más cerca, protegiéndola de lo peor de la lluvia, hasta
que sintió el peso de su padre mover el bote detrás de ella. Volvió la cabeza. — ¿Estamos
seguros?
—Vamos. — Andrew pasó por encima de ella y se arrodilló junto a Kerry,
agarrando su hombro suavemente. —Kumquat, ¿necesitas una mano para subir?
Kerry abrió un ojo y lo miró. Rápidamente lo volvió a cerrar. —Hay tres de ti. —
Ella gimió.
—Ven aquí. — Andrew la tomó en sus brazos y se puso de pie mientras Dar se
levantaba y le seguía. — ¿Puedes continuar o también quieres un paseo, Dardar?
—No, gracias. — Intentó mantenerse tan firme como pudo mientras Andrew subió
cuidadosamente a sí mismo y a Kerry en el Dixie. Ella los siguió, muy contenta de sentir
la cubierta bajo sus pies.
Por primera vez, se dio la vuelta y miró al barco de De Salliers. Todavía estaba
muerto en el agua, un poco a la deriva lejos de ellos. Dos hombres seguían discutiendo
en la popa. Un tercero en la proa, se movía de un lado para otro. Cayó un rayo, y divisó
la forma distintiva de De Salliers, cerca de la cabina, por lo visto gritando a alguien.
Los motores del Dixie arrancaron y se alejaron de la otra nave. Observó hasta que
la tormenta los hizo indistinguibles, luego se volvió al sentir la mano de su padre en el
hombro.
Se miraron. —Voy a manejar el barco. Mientras Charlie va a echar un vistazo a su
compañero. — Andrew le dijo. —Está un poco magullado pero estará bien.
Dar asintió. —Gracias. — Buscó su cara. —Me alegro de que lo encontraras tan
rápido.
Andrew resopló. —No es que hubiera muchos sitios donde ocultar un cuerpo, Dar.
—Mm. Sí, supongo. — Sintió una ola de agotamiento apoderarse de ella, haciendo
que sus rodillas temblaran un poco. —Menos mal que se acabó.
— ¿Estás herida?— Andrew bajó la mirada hacia su cuerpo.
Dar se miró las manchas de sangre. —No—, respondió. —Es de ese último tipo.
Tuve que... um... — Dejó de hablar y simplemente miró a su padre, recordando el cuchillo
vívidamente en el ojo de su mente.
—Tenías que hacer lo que tenías que hacer. —, Dijo Andy. —Y hecho está, Dar.
La lluvia le arrojaron en un ritmo constante mientras absorbía el conocimiento. —
Sí, lo hice. — Murmuró.
Él la miró durante unos instantes, luego buscó algo en su bolsillo y lo sacó. Sin
hablar, colocó algo en su correa de traje de baño, y luego tiró de su cabeza más cerca para
darle un beso, en la parte superior de la misma. —Esa es mi chica. — Le acarició la
mejilla, luego se volvió y se dirigió hacia la escalera, subiendo sin mirar atrás más.
Sobresaltada, Dar miró a su hombro. Fijado a su correa, inmediatamente
reconocible para ella, había una de las insignias SEAL de su padre. Parpadeó, y levantó
una mano temblorosa hasta tocarla, trazando su forma con una sensación de incredulidad.
Durante casi la mitad de su vida, había soñado con conseguir una de ellas.
Un trueno retumbó sobre la cabeza, obligándola a moverse. Fue a la puerta de la
cabina y se deslizó dentro.
Se sentía muy bien estar fuera de la lluvia. Recorrió los dedos de una mano por el
pelo, sollozando un poco y limpiando las gotas de los ojos, con un golpe de impaciencia
de su brazo. Bob estaba sentado en el sofá, mirándola con ojos asustados.
Dar vio su reflejo, y apenas se reconoció: estaba golpeada y tenía casi todo el traje
de baño ensangrentado. Comenzó a caminar más allá de Bob.
—Escucha, lo siento mucho. — Él soltó. —Esta mierda se suponía que era solo
mía, y os he arrastrado a todos y casi consigo que os maten.
Dar lo miró.
—Espero... Espero que todo el mundo esté bien. — Terminó, en un hilo de voz. —
Lo siento, he sido un idiota.
—Lo que sea. — Simplemente no tenía el tiempo o la energía para tratar con él.
Tenía algo más importante que hacer. Caminó más allá de la sala de estar y se dirigió al
dormitorio, sin desear nada más que estar tranquila, seca y con Kerry.
Abrió la puerta, encontrando a su pareja apoyada en el mostrador, tomando un poco
de agua. Estaba sólo vestida con una camiseta y parecía como si hubiera sido atropellada
por un autobús. —Hey.
—Hey. — Parecía patéticamente contenta de verla y ajena a lo que parecía. Se dio
la vuelta y se apoyó contra la cómoda, dando a Dar una mirada desconsolada. — ¿Quién
está conduciendo?
—Papá—. Se acercó a ella y le acarició suavemente la mejilla, inclinando su cabeza
un poco. — ¿Te has tomado algo para el dolor de cabeza?— La cara de Kerry estaba
pálida y demacrada, pero un calor distinto entró en contacto con los ojos de Dar y los
músculos de la mejilla se movieron, produciendo una ligera sonrisa.
Asintió. —Pero mi estómago… Todavía necesitará un tiempo para asentarse. —Sus
ojos se posaron en el pecho de su amante. Levantó una mano para tocar la insignia. —
Wow. — Ahora surgió realmente la sonrisa y, aunque cansada, miró directamente a los
ojos a su amante.
Ésta miró hacia abajo. —Sí. — Se desabrochó sus pantalones cortos y se deslizó
fuera de ellos, dejándolos sobre la cómoda. —No estoy realmente segura de por qué lo
hizo.
Kerry la ayudó cuidadosamente a quitarse la insignia, sosteniéndola en su mano
mientras su pareja se quitaba el traje de baño. —Yo sé por qué. — Miró hacia arriba,
haciendo una mueca cuando la morena se volvió, dejando al descubierto los moretones
en su cuerpo. —Le has salvado la vida.
Dar se detuvo a medio ponerse una camiseta seca. Sus ojos la miraban por encima
de la tela. —W... ¿qué?— Soltó. — ¿Cuándo?
La ayudó a terminar de ponerse la camiseta. —Ven aquí. — Se sentó en la cama y
dio unas palmaditas en el lugar junto a ella. Bajo cubierta, a refugio, y a pesar de su
agotamiento, dio la bienvenida a la comodidad de la cama, pero sobre todo al cálido
cuerpo de su amante enclavado contra el de ella.
—Cuéntamelo—. Deslizó sus brazos alrededor de Kerry y se recostó contra el
cabecero. — ¿Qué me he perdido en todo esto?
—Cuando estabas en el barco. Después de que yo hubiera saltado—. Kerry le dijo.
—Papá estaba en el bote de barca, sujetando a Bud. Yo estaba colgando de un lado,
tratando de subir. Una luz nos golpeó.
—Mm. — Su compañera asintió lentamente. —Sí.
—Los hombres del barco iban a disparar a papá. Era lo que estaban iluminando.
—Oh. — Dar parpadeó. —Supongo que sabía que, de alguna manera…
Kerry la miró. — ¿Te acuerdas de lo que hiciste entonces?—, Preguntó con
curiosidad. — ¿Te acuerdas de perseguir a esos hombres, Dar?
¿Ir tras ellos? Su frente se arrugó. —Bueno, Recuerdo que quería derribarlos, eso
seguro. — Contestó lentamente. —Corrí hacia ellos, supongo.
El perfil de Dar era tenue bajo la luz de la lámpara, con una mirada de perplejidad
reflexiva muy evidente. —Sí, lo hiciste. —, Dijo en voz baja. Se movió en la cama y sacó
la insignia, admirándola por un momento antes de acurrucarse de nuevo junto a Dar y la
prendió en su camiseta. —Hoy nos pasaron muchas cosas. — Flexionó su mano
ligeramente, pensando en la razón de todo el dolor.
—Sí. — Contestó la morena, con un suspiro. —Muchas.
— ¿Quieres esperar hasta que hayamos descanso para hablar de ello?
—Sí.
—Yo también. — Susurró. —Porque hoy fui a un lugar que no me gustó en
absoluto, Dar.
Dar se quedó en silencio durante varias respiraciones. —Yo también. — Miró
pensativa sus manos, apoyando la palma hacia arriba en sus muslos. —Estoy muy
cansada. — Sus ojos se volvieron a Kerry, que estaba apoyada en ella. — ¿Estás mejor?
La rubia pasó unos segundos pensando en esa pregunta. —Me vendría bien un
abrazo. — Admitió.
—A mí también. — Acercó más a su amante, acomodándola entre sus piernas y
envolviendo los brazos alrededor de su estómago. Kerry se apoyó contra ella y le dio un
abrazo, uno largo y sólido abrazo, sintiendo la tensión en el cuerpo de Kerry relajarse
mientras su cabeza caía hacia atrás contra su clavícula.
Después de un momento, se retorció alrededor y deslizó sus brazos alrededor de
Dar, apoyando la mejilla en el hombro de su pareja y mirándola a los ojos.
— ¿Le salvé la vida?— Susurró, observando el rostro de Kerry con atención.
Kerry sonrió. —Si, lo hiciste.
—Eh. — La mujer morena gruñó. —Tú salvaste la nuestra.
— ¿Yo?
Asintió débilmente. —Mantuviste firme a ese imbécil impidiendo que pidiera
ayuda. — Dijo. — ¿Había más guardias y…?— acarició el pelo ya seco de Kerry. —
Hemos tenido tanta suerte en ese país.
—Mm—. Lo pensó sombríamente. ¡Suerte! Recordó la sensación de absoluta rabia
que la había recorrido y lo bien que se había sentido liberándola contra De Salliers.
Eso la asustó. Exhaló en silencio. Pero todo había terminado y ambas habían
sobrevivido. Eso sí que era la parte más importante de todo. Su familia y amigos estaban
bien. Ella estaba bien. Dar estaba bien.
Sus ojos se cerraron. Habían tenido suerte. Mucha suerte. Susurró una oración de
agradecimiento al sentir que el mar las acunaba en sus manos mecedoras.
***
El puerto deportivo en St. Thomas era un caos total. Barcos de todas partes llegaban
allí al refugio desde la tormenta y las crestas de las olas agitadas hacían muy peligroso
maniobrar la embarcación.
Dar se puso su chubasquero y subió al puente para unirse a su padre, que estaba
esperando para entrar en el puerto. —Qué lío. — Murmuró a su padre.
—Si. — Andrew estuvo de acuerdo. —Les dije a los oficiales del puerto que
teníamos una persona que necesitaba ir al hospital. Nos darán luz verde, en cuanto puedan.
— Le informó. — ¿Cómo está Kerry?
—Ella está bien.
Andrew la observó. — ¿Y tú?
Asintió. —Siento como si hubiera sido atropellada por un autobús, pero aparte de
eso, Sr. Lincoln, me gustó mucho el juego.
Su padre se rio entre dientes.
—Gracias por venir hasta aquí a ayudarnos. — Apoyó los codos en la consola. —
Me sentía fuera de mi ambiente.
—Pues a mí me parece que lo has hecho muy bien. — Andy respondió. —Me di
cuenta que tenías todas las cosas bien cubiertas hasta que Kerry envió la última nota,
sobre Bud y todo. — Negó con la cabeza. —Simplemente me subí a un hidroavión— hizo
una pausa —aunque no me gustan nada esas cosas.
Dar tuvo que sonreír. —A mí tampoco. — Miró a través de la lluvia, ya que las
luces parecían disminuir por delante de ellos. La radio crujió.
—Dixieland Yankee, Dockmaster. Luz verde.
Dar cogió el micrófono. —Dockmaster, aquí Dixieland. Copiamos. — Dejó el
dispositivo hacia abajo y se enderezó. — ¿Quieres que lo lleve yo?
Su padre la miró. — ¿No te gusta cómo lo estoy llevando, señorita?—, Se preguntó.
—Ah, no soy la que...
—He mejorado desde entonces. — Dar lo interrumpió.
—Si, eso me dijo Kerry. — Se deslizó y le ofreció el asiento del piloto. —Todo
tuyo.
Tomó los controles y se acomodó en la silla, todavía caliente del cuerpo de su padre.
Cerró los dedos alrededor de los aceleradores y los ajustó, centrando su atención en el
mar oscuro frente a ella.
Poco a poco los motores superaron la fuerza de las olas y se deslizaron hacia
adelante a través del grupo de barcos a ambos lados. —Kerry está haciendo café por si te
apetece. — Dar comentó, sin desviar la mirada de lo que estaba en agua justo en frente
de ellos.
Andrew gruñó. —Tal vez. — Contestó, sorprendiendo a Dar. —Esos muchachos
consiguieron algunos problemas conmigo.
Echó un rápido vistazo a su padre. —Ah. — Murmuró. —Sí, nos dimos cuenta de
eso.
Su padre resopló y sacudió la cabeza. —Creo que ya hemos terminado con ellos.
— Se puso de pie, mirando hacia adelante. —Esto es un desastre.
Lo era. Dar se concentró en dirigir la embarcación esquivando los obstáculos, a
través del canal lleno de barcos más pequeños. Algunos estaban tratando de permanecer
fuera de su camino, pero otros estaban siendo sacudidos por el temporal a un punto de
perder el control.
—Maldita sea—. La lluvia caía con más fuerza, casi obstaculizando su vista y
haciendo que la superficie cercana fuera casi indistinguible. Podía sentir el viento levantar
el impermeable por su espalda.
Y, sin embargo, no sentía miedo. — ¿Alguna vez has tenido miedo con un temporal
así, papá?—, Preguntó con repentina curiosidad.
—No. — Respondió distraídamente. —Parte de ser marine es saber que eres parte
de todo eso. — Dijo. —No lo puedes controlar, no tiene sentido tenerle miedo.
Mm. Sintió el ritmo del mar debajo de ella y entendió lo que quería decir. Siguió el
rifle de las olas, tallando un camino cuidadoso a través de ellas.
Un velero, a la deriva, se movió con brusquedad delante de ella. Reaccionó,
balanceando a su derecha acelerando los motores. El viento empujó el barco de vela,
apenas por debajo de su casco, rozándolo ligeramente antes de salir de su camino.
Bajo la lluvia, apenas podía ver que a la tripulación trabajando frenéticamente para
recuperar el control de sus velas. Estaba más que contenta de tener el poder seguro de sus
motores bajo sus manos. El malecón se alzaba por delante y se alegró de ver que la
mayoría de los barcos se mantenían bien lejos de ella.
—Cuidado ahí, Dar. — Andrew murmuró.
—Vale. — Contestó. —Espera. — Desvió el barco hacia el viento, acelerando de
nuevo los motores, escuchándolos ahora por encima del temporal. El barco subió contra
las olas luchando contra la fuerte corriente.
Dio a los motores todo el poder y se dirigió directamente al embarcadero. Escuchó
inhalar a su padre, y sonrió de forma privada, mientras cortaba los aceleradores y giraba
la proa. La corriente los deslizó llevándolos cuidadosamente por el centro del canal del
puerto deportivo. Volvió a acelerar los motores y se dirigió a los muelles.
—Hijo de…— Andrew se rio entre dientes.
Dar se acercó a los muelles buscando los más grandes. Podía ver a un grupo de
personas que los esperaban junto a lo que parecía personal médico. Las olas se
precipitaban contra los muelles, rompiendo por encima de ellos y empapándolos a todos.
Por lo general, dejaría el barco suavemente a la deriva, pero la marea estaba
corriendo por el camino equivocado. Giró el barco, a continuación, puso los motores en
marcha atrás, permitiendo que el agua tirara de ellos muy a regañadientes y los deslizara.
Los oficiales del puerto ya habían arrojado los topes por la borda, y ella hábilmente
maniobró en su lugar hasta que el casco sólo los tocó.
Dos de los hombres en el muelle saltaron a bordo y agarraron las cuerdas de
sujeción. Dar apagó los motores y se sentó de nuevo, ladeando la cabeza y dando a su
padre una mirada inquisitiva. — ¿Mejor que cuando tenía diez años?
Andy le revolvió el cabello húmedo cariñosamente. —Buen trabajo. — La felicitó
en serio. —Te has convertido en una maldita buena marinera, Dar.
Dar cruzó de brazos y sonrió. —Gracias. — Miró hacia atrás. —Supongo que será
mejor que nos movamos. Kerry y yo tenemos una habitación disponible en uno de los
hoteles, si todavía está abierto en este lío. Probablemente podamos llegar allí. — Se puso
de pie, y disminuyó alrededor de la silla de la consola.
—Ah, creo que puedo conseguir mi propia litera. — Andrew comentó. —Vamos a
ayudar a Bud y Charlie, en primer lugar, y luego nos preocuparemos de buscar nuestra
propia comodidad.
Sonaba muy bien. Algún lugar seco y tranquilo, y con un gran suministro de
helados.
***
***
Entraron en el vestíbulo del hotel, para ser recibidas con la visión de una masa de
humanidad, compitiendo por el espacio. —Jesús, espero que mantengan nuestra
habitación. — Susurró Kerry.
Dar llevaba su bolsa de viaje al hombro. —Yo también. — Dio un pequeño
empujoncito a Kerry hacia las escaleras. —Vamos. Tengo la sensación de que mi padre
dormirá en el sofá del hospital.
Kerry la siguió mientras subían las escaleras y se dirigían hacia su habitación. El
pasillo del segundo piso estaba ocupado también y tenían en medio a varios grupos de
personas discutiendo para llegar a sus correspondientes habitaciones. Dar sacó la llave de
su bolsillo de los vaqueros y lo intentó, abriendo la puerta con cautela e introduciendo la
cabeza en el interior.
Silencio. Encendió la luz y entró, esperando a que su pareja la siguiera al interior,
antes de cerrar la puerta tras ellas y de apoyarse en ella. —Esta habitación no se está
moviendo, ¿verdad?
Kerry exploró la habitación brevemente y luego se volvió para coger la bolsa de las
manos de Dar. —Gracias a Dios, no. — Se desabrochó la chaqueta de lluvia y se la quitó.
—Esas ventanas parecen como si... oh. — Había descorrido las cortinas para revelar
tablones de madera protegiendo los cristales. —Bien, buen trabajo.
—Uno se acostumbra a ello después de un tiempo. — Dar comentó, quitándose su
propia ropa de lluvia y caminando hacia la cama. Se dejó caer sobre ella y se quedó allí
mirando hacia el techo. —Como prepararse para las tormentas, quiero decir.
Especialmente aquí.
—Sí, supongo que sí. — Dejó las cortinas en su sitio. — ¿Estará el barco seguro?
Los ojos de Dar ya se habían cerrado. —Como lo estaría en cualquier otro lugar.
Lo tienen atado y reforzaron todo el puerto bastante bien. Me siento mal por esos
pequeños individuos que no tienen sitio donde quedarse.
Kerry dejó la bolsa en el suelo y la abrió, sacando sus pijamas. Los puso sobre la
mesa y se acercó a la cama, sentándose y cogiendo uno de los pies de su pareja. — ¿Qué
van a hacer?— Apoyó el pie en su rodilla y comenzó a desatarle la zapatilla.
—No creo que quieras hacer eso. Estoy mojada. — Le advirtió.
— ¿Y?— le lanzó una mirada divertida.
— ¿Sabes qué las zapatillas y los calcetines húmedos huelen.
—Igual que nuestro perro cuando se moja. Sí, cariño, lo sé. — Le quitó la zapatilla
y el calcetín húmedo. Le hizo cosquillas en la parte inferior del pie, sintiendo la pierna de
su pareja contraerse en sus manos.
Dar sólo sonrió.
—No creo que vamos a ser capaces de contar con el servicio de habitaciones en este
momento. — Continuó, poniendo el pie de Dar abajo y recogiendo el otro. —Voy a ver
lo que nos dejaron aquí en nuestra morada palaciega, aparte de ron.
—Eso funcionará también. — Dar murmuró. —Pero prefiero el helado.
Kerry le frotó el tobillo, sintiendo la flexión conjunta bajo su toque. Tiró el calzado
hacia la puerta, se movió más cerca de la morena y empezó a quitarle el primer botón de
los pantalones vaqueros. —Sabes, algo realmente profundo me acaba de ocurrir.
Dar echó la cabeza hacia un lado y abrió un ojo. — ¿Qué es?
—Los botones del pantalón son más sexys que las cremalleras. — Le dijo en serio.
Una risita cansada sacudió el vientre de Dar.
—No, en serio. — Examinó la cintura de Dar mientras desabrochaba el segundo
botón. —Piensa en ello. Con la cremallera, la bajas y ya está todo. ¡Boop! De esta manera,
con los botones te puedes tomar tu tiempo.
—Kerry, creo que estás demasiado cansada. — Su compañera le aconsejó.
—Oye, que me he tomado una siesta. Tu no. — Sonrió, continuando su tarea. —Es
como con los guantes.
— ¿Guantes?
—Sí. En los días en que las mujeres llevaban guantes. Ya sabes se los quitaban muy
despacio bajándolos por todo el brazo. — Miró por encima, al ver una expresión muy
confundida en el rostro de su amante. —Vamos, Dar. Tú ves el History Channel. ¡No me
vengas con eso de que no sabes de qué diablos estoy hablando!
Las cejas de Dar se contrajeron juntas. —Oh. — Se frotó la sien. — ¿Quieres decir
esos guantes que hacen juego con sus vestidos de noche?
—Correcto—. Ahora estuvo de acuerdo. —Solían tener botones por todo el camino
hasta las manos. En aquel entonces, se consideraba muy sexy ver a una mujer quitarse
lentamente unos guantes de piel de cabritilla. Algunos de ellos tenían incluso un centenar
de botones.
Se hizo un poco de silencio, mientras la morena lo pensaba. — ¿De verdad?
—Uh huh—. La rubia terminó de desabrochar el último botón y tiró de la cintura
de la ropa interior. — ¿Sabes algo más?
—Estoy contenta de haber nacido en la segunda mitad del siglo XX, después de que
esos guantes pasaran de moda— Sugirió. —Porque si tuviera que esperar a que te
desabrocharas un centenar de botones, aparecería con un par de tijeras de cuero.
Kerry se rio, y apoyó la cabeza contra la cadera de Dar.
—Bueno, seguro lo haría. —, Dijo Dar.
Kerry se retorció un poco y comenzó ahora a trabajar con la camisa. Miró el suave
ascenso y caída del pecho de su amante bajo su mano. El viento en el exterior hizo temblar
las persianas de madera contra el edificio. Se podía oír el ruido a través de las paredes. —
¿Estamos a salvo aquí?
Dar miró alrededor de la habitación. —Este lugar ha estado aquí durante cien años.
— Dijo. —Creo que estamos bien.
—Está bien. — Le abrió la camisa. Deslizó los dedos suavemente sobre las
contusiones que salpicaban su pecho. — ¿Te duele, cariño?. Tienes algunos rasponazos.
—Estoy demasiado cansada para sentir nada. — Admitió. —Tal vez más tarde me
duela. — Se sentó lentamente y se despojó de su camisa, luego se puso de pie para quitarse
los pantalones vaqueros. — ¿Te vas a reunir a este espectáculo de striptease o prefieres
dormir con la ropa puesta?
— ¿Crees que vamos a tener la oportunidad de dormir?— Se quedó dónde estaba,
viendo a su pareja cruzar la habitación, en ropa interior, para dejar la ropa doblada cerca
de la bolsa, bajo la luz de la lámpara suave que iluminaba la silueta de su cuerpo.
Le encantaba la fuerza del cuerpo de su amante. La gracia y el poder sólido evidente
en cada movimiento. Ver a su amante era todo un espectáculo. Todo real y funcional.
Sonrió ante la idea. Se quedó un momento deleitándose con el conocimiento de lo
que se sentía al amar a alguien como esa mujer, y ser amada por ella. Era un verdadero
regalo y ella lo sabía.
—Dios, eso espero. — Suspiró, mientras se ponía su pijama. Se volvió y miró a
Kerry, tirada en la cama en desorden casual. —He tenido suficientes aventuras por hoy.
— Miró más de cerca a la mujer mirándola. — ¿Ker?
Era como si estuviera vadeando a través de las brumas del tiempo. De repente sintió
la profundidad de lo que había entre ellas, oyó los débiles ecos de vidas más allá de su
propia cuenta. Era extraño y aterrador. Sus ojos se abrieron mientras miraba a Dar.
Curiosa, se acercó a ella y se sentó en la cama. — ¿Ker?—, preguntó de nuevo,
frunciendo el ceño con preocupación. — ¿Estás bien?
Kerry tomó aliento. —Sí. — Murmuró. —Sólo ha sido un extraño de déjàvu. —
Dijo. —Creo que han pasado demasiadas cosas para las dos.
Dar le dio una palmadita en la mejilla. —Desvístete y esperemos que la tormenta
no ...
Las luces parpadearon, luego se apagaron.
Un suspiro. —Nos deje salir—. Se volvió y miró alrededor de la habitación, ahora
totalmente a oscuras. —Deberíamos haber conseguido velas.
—Tengo una linterna en la bolsa. — Kerry reía con cansancio. Rodó de la cama y
se puso de pie. Se acercó a la mesa y buscó dentro hasta sacar el elemento delgado que
encendió. —Miraré si hay velas por aquí
Dar se unió a ella y tomó la linterna, iluminando su camino hacia el armario donde
estaba la televisión. Miró en su interior y descubrió algunas velas ya empezadas.
Kerry las cogió y las encendió, poniéndolas alrededor de la habitación en lugares
estratégicos.
Bajo la luz de las velas, el interior tomó un nuevo aspecto. Las diminutas llamas
vacilantes creaban sombras que rebotaban en el techo y daban una cierta singularidad a
la cama. Revisó los objetos de cortesía del hotel y finalmente se puso su pijama.
Dar la escuchaba moverse, y luego trajo una última vela hacia la cama, poniéndola
sobre la mesa lateral. Bajó la sábana y se metió en la cama, esponjando las almohadas y
recostándose contra ellas.
Kerry apareció poco después, con su pelo claro ahora seco y se unió a su compañera.
Le entregó a Dar una taza y dejó una cesta de productos entre ellas. Luego se metió en la
cama y relajada, dejó escapar un profundo suspiro.
La tormenta rugía en el exterior. Podían oír cosas golpeando contra las ventanas, y
a lo lejos el sonido de la sirena. — ¿Dar?—, Preguntó repentinamente. — ¿Qué crees que
le pasó a De Salliers?
Dar tomó un sorbo de su taza, degustando la mezcla agradable del zumo de ron y
piña. — ¿Quieres decir ahí fuera?
Kerry cortó una galleta por la mitad y la llevó a la boca de su amante. —Sí. ¿Podría
... Quiero decir, es una muy mala tormenta, incluso teniendo un barco tan grande. ¿Qué
pasa si se hunde?
Dejarlo. Dar se encontró sorprendida al escuchar el eco de su frío pensamiento en
su subconsciente, pero después de unos momentos continuó masticando su galleta y se la
tragó. —Esos bastardos secuestraron a Bud, les hicieron la vida imposible, y casi nos
matan por no hablar de mi padre. No me importa lo que les pueda pasar.
Kerry mordisqueó su galleta pensativa. — ¿De verdad?
Consideró pretender lo contrario. Decidió que estaba demasiado cansada para
dedicarles su tiempo. —De verdad.
—Mm—. La mujer rubia apoyó la cabeza en el hombro de Dar. —Espero que no
se hundan.
Dar la miró.
—Morir es demasiado fácil. Tenerlo vivo sabiendo la paliza que recibieron es
mucho más apropiado. — Kerry movió los dedos de los pies con satisfacción y partió otra
galleta.
—Excepto que él consiguió lo que quería. — Le recordó con ironía.
—No, no lo hizo. — Kerry levantó la mano y tiró algo sobre el pecho de Dar. —
Maldito si le iba a dejar que se quedara con esto.
Dar se quedó mirando la hoja de plástico en el centro de su pecho. —Hija de puta.
—Hija de un bastardo, en realidad. — Kerry la corrigió. —Una de las cosas que tu
y yo no tenemos en común. — Ella tomó un sorbo de su propio ron y se lo tragó. Luego
se apoyó en Dar de nuevo. —Y bien.
—Muy bien. — Dar repitió, girando la hoja entre los dedos.
—La muerte es un alto precio a pagar por la estupidez. —, Dijo Kerry. —Y yo... no
quiero eso en mi conciencia. ¿Hay alguna manera que podamos ayudarles si están en
problemas?—, Preguntó en un tono serio.
Los labios de Dar temblaron. —Llamé a la Guardia Costera para darles su
localización. — Admitió. —Así que sí, ya he cumplido. Me importa un carajo si se
hunden, pero no podía dejarlos sin avisar a nadie. Eso es algo que me inculcaron desde
que tenía cuatro años.
Kerry se irguió y la besó. Se lamió los labios cuando se separaron, mirando
fijamente a los ojos de su amante. —Me siento... realmente extraña por lo que hicimos
esta noche, Dar. — Dijo. —Una parte de mí se está volviendo loca, pero otra parte...
— ¿Te gustó la lucha por el bien mayor?— respondió por ella, en un tono casual.
Tomando un poco de silencio, se dejó caer sobre las almohadas, sin apartar los ojos
de Dar. —El bien mayor. — Las palabras le parecieron interesantes en su boca y jugó con
ellas un poco, saboreando su significado. — ¿Es eso lo que hicimos?
La morena se encogió de hombros. —No lo sé. Es algo de lo que mi padre solía
hablar todo el tiempo. Hacer cosas por otras personas o actuar cuando no es interés propio,
hacerlo sólo porque es lo que hay que hacer. — Se acercó y acarició el cabello despeinado
de Kerry con los dedos. —Eso es lo que hacen los militares.
—Dependiendo de a quién estés definiendo. — Respondió, con un toque de
escepticismo irónico. —Pero sé lo que quieres decir. — Puso sus brazos alrededor de Dar.
— ¿Te ha gustado hacer eso?
Dar devolvió el abrazo al escuchar el aullido del viento. —No soy muy buena en
eso. — Dijo. —Prefiero cuidar de mis propios intereses que los de cualquier otra persona.
Kerry se levantó sobre un codo y la miró con las cejas levantadas. —Dar, eso es
mentira. — Dijo rotundamente. — ¡Te pones delante de mí, incluso cuando apenas nos
conocíamos!
—Eso es porque ti, eres mi mejor interés. — Puso un dedo en la nariz de Kerry.
No había realmente mucho que podía decir a eso. Kerry se acurrucó de nuevo al
lado de la morena y sacudió la cabeza. El viento cada vez era más fuerte afuera, se oyó
una fuerte explosión cuando algo golpeó el edificio. — ¿Tienes miedo?
—No. — Dar le dijo. —Solo estoy cansada.
Kerry tomó la indirecta y las cubrió a ambas con las mantas. Puso sus brazos hacia
atrás alrededor de Dar y apoyó la cabeza en el hombro de su compañera. Sintió los
músculos de la morena relajarse casi de inmediato, a pesar del ruido furioso exterior. El
latido del corazón bajo su oreja se igualó, reduciendo su velocidad.
Ellas capearían el temporal.
Ellas tenían una triste voz interna que se lo recordaría.
Kerry pensó en eso, perdiéndose en el parpadeo de la vela cercana como los vientos
soplaron por encima de ellas.
***
***
***
El barco se mecía suavemente bajo ella cuando Kerry saltó a bordo. Dar aún estaba
en el muelle, examinando el leve daño que el casco había sufrido, mientras ella se dejaba
caer en una de las sillas de popa para esperarla. El sol estaba fuera y el aire estaba
limpiando la humedad. Se echó hacia atrás y miró alrededor del puerto, haciendo una
mueca al ver los pequeños barcos que habían sido lanzados para arriba, sobre el malecón,
y los escombros flotando en el agua.
El puerto deportivo en sí no había resultado muy dañado. Los muelles de hormigón
habían capeado el temporal bastante bien, dando protección a la mayoría de los barcos
situados en su interior. Muchos de los dueños de los barcos eran lugareños, que estaban
comprobando sus cosas, mientras otros se encargaban de hacer limpieza retirando ramas
y desechos.
Sintió una extraña picazón. Se había dado cuenta, en el paseo hasta el barco, que
sólo quería estar fuera de la isla, lejos del caos en que se habían convertido sus vacaciones.
Un rincón de su cerebro se preguntaba qué había pasado con De Salliers, pero esa esquina
no estaba haciendo mucho progreso contra el resto de ella, que quería poner los últimos
días muy por detrás de todo lo ocurrido.
Dar apareció en el muelle, rodeó la popa, saltó a bordo acercándose a ella. —No
está mal. — Confirmó. —Sólo unos rasguños.
—Bien. — Le tendió una mano. Dar se acercó y la tomó, caminando detrás de la
silla, donde la rubia estaba sentada, dejando la otra mano sobre su hombro. — ¿Tenemos
un plan?
—Un plan—. Dar bostezó, desencajándose su mandíbula suavemente. —Todavía
no lo he pensado. — Se acomodó en la silla junto a Kerry, deslizando una larga pierna
por encima de la mano. —Creo que primero iremos a hablar con la policía. — Apoyó la
cabeza en una mano. — ¿Qué quieres hacer después de eso?
Irnos. Se tragó la respuesta, sabiendo que su sentido de la responsabilidad mataría
por ello. —Bueno, si todo sale bien...
— ¿Crees que no lo hará?— la interrumpió suavemente. —Es una cita para comer.
—Lo sé. — Estuvo de acuerdo. —Pero prefiero no dar nada por sentado. Ahora
bien, si esto resulta bien, podríamos ir a ver a Bud y asegurarnos que él y Charlie están
bien.
—Uh. — Dar gruñó.
—Luego podríamos cenar con papá antes de su vuelo.
—Hm. — Eso le pareció un plan más interesante. —Está bien, eso suena bien. —
Estuvo de acuerdo. — ¿Dónde está, de todos modos?
Negó con la cabeza. —Él no dijo nada. Sólo que estaría de vuelta. — Echó un
vistazo a la cubierta pensativamente. —Creo que antes lo he cabreado.
La silla crujió cuando Dar se inclinó hacia ella. — ¿Tú?— Su voz expresó
incredulidad. — ¿Cómo?
—Le pregunté por él y Bud y Charlie. — Admitió. —No creo que la gustara.
Supongo que es algo vergonzoso para él. — Hizo una pausa, pensativo. —O algo así. —
Volvió la cabeza y la miró. —Siento haberlo mencionado.
Se acercó y le acarició la parte posterior del cuello. —Cariño, no es lo que piensas.
— Dijo. —Sí, esa maldita cosa le avergüenza como el infierno, eso es cierto.
—Que pensaran que era gay, ¿eso quieres decir?—, Preguntó Kerry. —En ese
mundo, es un poco comprensible.
Dar se rio entre dientes. —No. En realidad, no le importa eso... pero permíteme
comenzar por el principio. — Se aclaró la garganta. —Fue todo culpa mía.
— ¿Tu culpa?— Preguntó en el mismo tono de sombro que su pareja había usado
momentos antes. — ¿Cómo?
—Se lo acababa de contar a ellos. — Empezó a explicar. —Fue duro para mis
padres, siendo parte del mundo militar, y eso sin contar que yo era una un dolor en el culo
de hija.
La rubia sonrió, pero se mantuvo en silencio.
—Así que, mi padre salió y leyó toda la información que pudo encontrar en la
biblioteca sobre la homosexualidad. — Continuó. —Él incluso se llevó prestados un par
de libros, y se los llevó con él a una maniobra con un par de escuadrones de la base.
—UH oh.
—Sí—. Asintió. —Fue asignado a una misión durante cuatros meses en alta mar.
El capitán del barco en el que estaba asignado era un verdadero conservador, y un día
empezó a hablar mal de los gays, delante de todos. — Hizo una pausa para reflexionar,
luego suspiró. —Así que mi padre, siendo mi padre, se lo llevó a la sala de torpedos y
casi le rompe un par de dientes de su boca.
—Caramba.
—Se corrió la voz de ello, y todo el mundo puso dos y dos y consiguió seis—. La
mujer morena estiró las piernas. —Así que después de eso, Charlie pensó que era gay.
—Oh. — Kerry frunció el ceño. —Pero... Quiero decir, Dar - estaba casado y tenía
una hija. ¿Cómo pudieron pensarlo?
Dar la miró, levantando una ceja con sarcasmo.
—Sí, ya sé que no es necesariamente una indicación de la heterosexualidad, pero
¡Jesús! Tu padre. — Protestó.
—Es cierto. Pero eso es lo que realmente le cabreó. — Le explicó. —No era que
ellos pensaban que era gay. No era algo que encontrara ofensivo.
Kerry ladeó la cabeza. —O.… vale... — Sus cejas se contrajeron. —Pero...
—Estaba furioso de que pensaran que él era el tipo de hombre que podía engañar a
su esposa. — Dijo simplemente. —Él nunca los perdonó por eso. — Se levantó de la silla.
— ¿Quieres un trago?
—Claro—. Asintió, absorbiendo la información anterior. —Guau. Eso tiene
sentido. — Negó con la cabeza ligeramente. —Me parecía difícil pensar que tu padre se
avergonzaría por pensar algo que tu y yo somos. — Admitió. —Ahora puedo entenderlo.
—Mm. — Estuvo de acuerdo. —Él me lo contó cuando volvió a tierra. Me dijo que
no le contara nada a mi madre. Que me lo contaba a mí por si escuchaba algo en la base.
El solo quería contarme lo que había ocurrido realmente.
— ¿Escuchaste algo?— preguntó con voz suave.
Una media sonrisa tembló en los labios de Dar. —No directamente. — Dijo. —En
ese momento, yo... um... tenía la reputación de un genio, y la mayoría de los otros niños
en la base sabían que si me decían algo sobre mi padre acabaríamos peleando.
Kerry echó la cabeza hacia atrás y la miró con una ligera sonrisa. —Dos de una
misma especie. — Extendió la mano y tocó la insignia ahora roscada a través de la cadena
de plata alrededor del cuello de Dar. Se encontraba junto con el anillo de su unión con
Dar.
Dar metió las manos en los bolsillos e intentó desviar su mirada, incapaz de ocultar
la sonrisa descaradamente orgullosa. —Sí. — Sus ojos brillaron. —Lo somos. — Su
atención volvió a la cara de Kerry. —No te preocupes, Ker. Papá nunca se enfadaría con
alguien sólo por hacerle una pregunta. Especialmente tu. — Le acarició el cabello. —Él
te quiere.
Ahora los ojos verdes se llenaron de lágrimas no derramadas, mientras permanecía
en silencio, viendo la expresión de Dar.
—Tenemos tiempo antes del almuerzo. —, Dijo Dar, en un tono suave. —Vamos a
entrar y a relajarnos. ¿Te parece bien?— Le tendió una mano que fue aceptada y ambas
entraron al interior del barco fuera del sol.
En el interior, Kerry tiró de ella y puso los brazos alrededor de Dar, abrazándola
con fuerza.
Esta le devolvió el abrazo.
—Ugh. — Exhaló. — ¿Podemos salir mañana y buscar algún lugar perdido, lejos
de todo esto, Dar?
—Hmm. Esa es una idea de lo más atractiva. — Inclinó la cabeza y le mordisqueó
en la mandíbula. —Voy a ver de pasar un par de días fuera perdida contigo, como una
cuestión de hecho. — Sintió el cuerpo de Kerry presionarse contra el suyo. —Creo que
sé de unas bonitas y desiertas islas donde sólo estemos tú, yo y unas langotas de baile.
Se acurrucó en el pecho de Dar, respirando su aroma con avidez. —Tengo una
botella de champán guardaba que le encantaría conocernos.
—Oh, sí—. Le aseguró. —Vamos a pasar todo el día sin hacer nada en el mar. —
Le abrazó sintiendo sus hombros relajarse. —Hey, tengo una idea.
—Seguro que es una buena idea. — Murmuró en la piel de su cuello.
—Sé que teníamos pensado volver al condominio para Año Nuevo... ¿qué hay de
pasarlo en la cabaña?
—Mmm.
— ¿Convertirlo en otros dos días de vacaciones?
—Mmmmmm— Lo consideró. —Incluso aunque casi no tengamos muebles, creo
que me gustaría realmente, si, me parece perfecto.
Apoyó la mejilla contra el cabello de Kerry, contenta con la reacción a su plan, ya
que todavía se sentía mal por haberse perdido parte de su tiempo de vacaciones.
Quería olvidarse de lo ocurrido los dos días anteriores. Siempre había tenido una
filosofía de dejar de lado las cosas, una vez se habían terminado y/o hecho, pero le
resultaba extraño mirar hacia atrás, a lo ocurrido la noche anterior, y no sentirse aterrada.
Había sido una mala situación. Se había ocupado de ella, lo mejor que había podido,
y al final las cosas habían salido bien. ¿Qué más, realmente, podía haber pedido?
Se había acabado. Muy a menudo, cuando las cosas traumáticas sucedían, las
examinaba para evitarlas en una segunda oportunidad, pero por lo general, solía tratarse
de temas laborales. Sinceramente, esperaba no tener que volver a tener ninguna otra
experiencia en escapar de seudo piratas en un corto plazo de tiempo.
Sus ojos azules brillaron de repente. Bueno...
— ¿Qué estás haciendo?
—Sólo de pensar. — Contestó. — ¿Por qué qué?
—Puedo sentir tu sonrisa.
Se rio entre dientes. —Estaba imaginando a Alastair vestido como el capitán Blood.
El cuerpo de Kerry convulsionó por la risa. —Apenas puedo imaginar a Alastair
vestido como el Capitán Kangaroo.
—Je.
La mujer rubia suspiró y rodeó el cuello de Dar con los brazos, balanceándose en
su contra, mientras el barco las mecía. —Bueno, una cosa por todas las cosas que ha
pasado.
— ¿Hm?
—Me hizo olvidarme totalmente de mi familia. — Kerry murmuró.
Dar levantó la cabeza y miró el perfil de su amante. — ¿Eso es algo bueno?
Kerry asintió. —Tal vez al ver a otras personas con parientes tan odiosos me ha
ayudado. — Dijo. —Estaba pensando en eso esta mañana después de hablar con tu padre.
Mis padres eran pedantes y despistados, Dar - pero ¿sabes algo—?
— ¿Mm?
—Creo que tienes razón. Creo... en algún nivel, en algún lugar, ambos nos quisieron
en algún momento. — Parpadeó. —Incluso mi padre. Incluso a mí. Porque tan malo como
él era, en alguna parte en todo esto, pensó que estaba haciendo lo correcto.
Dar parpadeó, sorprendida por el discurso.
—Creo que he visto bastante odio, estos últimos días, para notar la diferencia.
—Ah.
—Le odiaba por lo que nos estaba haciendo. Él nos odiaba. Odiaba que fuera gay.
— Continuó. —Pero honestamente ahora creo que nunca me ha odiado.
Dar asintió en silencio.
—Puedo vivir con eso. —, Dijo a la mujer rubia. —Porque nos da algo en común.
Dar lo consideró; siempre había vivido con la teoría de que las cosas sucedían por
una razón. Tomó el rostro de Kerry en sus manos y le sonrió. Sus ojos se encontraron, y
pudo ver una nota de paz en la cansada expresión de Kerry, por primera vez, desde que
habían conseguido volver de Michigan. Se inclinó hacia delante y se frotó la nariz con
ella.
Kerry la alejó uno segundos para volver a mirarla a los ojos y se abrazaron de nuevo.
—Está bien. — Lanzó un largo y sincero suspiro. —Vamos a volver al negocio
serio de divertirse.
Dar besó su cuello, moviendo el pelo claro a un lado, mientras se vio recompensada
con una ingesta de aliento repentina. —He tenido suficiente... — Gruñó al oído de la
mujer rubia. —De que la gente se meta en mis vacaciones hedonista. ¿Qué hay de ti?
—Por supuesto—. Kerry sintió un empujón. —Hey...
Dar la empujó de nuevo.
—Creo que estoy siendo golpeada.
—Eres—. Otro suave empujón.
—Parece que es hacia el dormitorio.
—Veo que tienes un buen sentido de la orientación.
—Je.
***
Kerry yacía de espaldas, su cuerpo medio enredado en las sábanas, con la cabeza
de Dar apoyada en su estómago. Acarició el pelo oscuro sobre su vientre, ociosamente
con su mano, haciendo girar unas hebras alrededor de sus dedos. Después de un momento,
levantó su brazo y se miró la palma, flexionando un poco y girándola hacia la luz.
Los moretones ya se desvanecían. Se sentía un poco rígida, al igual que sus manos,
pero no tanto como si hubiera tenido una larga y dura sesión de ejercicios en el gimnasio.
Con un breve suspiro pensativo, volvió a jugar con el pelo de Dar, sus ojos
recorriendo el rostro de su amante, y mirando las contracciones débiles de un parpadeo
de sueño bajo sus párpados cerrados. Dar también había conseguido unos cuantos
moretones, se dio cuenta, mientras alisaba con un dedo sobre un trozo de piel descolorida
bronceada a través de uno de los altos pómulos.
Se acercó más. Parecía más una quemadura que un moretón. Frunció el ceño,
pensando en la lucha y se preguntó cuándo habría sido golpeada. Recordaba haber oído a
Dar maldecir cuando le había empujado, y luego el sonido de un arma de fuego y.… sus
ojos se agrandaron.
¿Y si hubiera llegado más cerca? Horrorizada, se quedó mirando la marca,
imaginando si hubiera sido sólo una fracción de un cabello diferente en su trayectoria.
Había llegado tan cerca. Había estado tan cerca de perder a Dar.
Echó la cabeza hacia atrás y miró hacia el techo. Sus ojos se cerraron. En un susurró
agradeció al dios, que seguramente las había estado observando por encima de ambas. No
tenía ninguna duda ahora que había sido bendecida - Dar había sido bendecida y el amor
entre ellas era tan santificado como el de cualquier otra persona.
Hubiera sido tan fácil castigarla. Volvió a mirar el rostro de su amante. Sólo una
fracción de pulgada y como una voluta de humo, todo se habría ido.
Sintió el aliento de Dar calentar la piel de su vientre desnudo. Todavía estaba
dormida. Incluso después de su noche de descanso, seguía durmiendo tan tranquila como
una niña. Absorbió su vista, totalmente consciente de lo frágil y preciosa que era la vida.
Con un suave murmullo, Dar se agitó, estirando su cuerpo. Sus ojos se abrieron
lentamente, mirando a Kerry con afecto. —Mm... ¿qué hora es?
Kerry le acarició la mejilla. —Casi la una.
Dar suspiró, una expresión reacia apareció en su rostro. —Creo que deberíamos ir
y terminar con esto de una vez. — Arrastró las palabras. —No quise quedarme dormida
encima de ti.
—Literalmente—. Le sonrió. —Estabas cansada.
La morena asintió, incorporándose un poco. —Supongo que no dormí mucho la
noche anterior. Demasiado ruido, creo.
—El exceso de entusiasmo—. Kerry estuvo de acuerdo. Su dedo índice trazó la
marca en el rostro de Dar. —No me di cuenta de esto hasta ahora.
— ¿Hm?— Contrajo las cejas con perplejidad. — ¿No te diste cuenta de qué?
—De la quemadura en la cara.
— ¿Quemadura?— Levantó una mano y se tocó el lugar, luego su expresión se
aclaró. —Oh. — Asintió con la cabeza. —Sí, estúpido bastardo casi voló mi maldita
cabeza.
Kerry la acarició la marca con una mano temblorosa. —Sí, eso veo.
La expresión de Dar se suavizó. —No iba a dejar que se saliera con la suya. — Se
recostó hacia abajo encima de Kerry. —No voy a permitir que nadie me deje fuera de tu
vida. — Entrelazó sus dedos con los de Kerry, tiró de su mano cerca y la besó,
mordisqueando la piel con franca sensualidad.
Kerry sólo podía sonreír ante eso. —Dar, ¿alguna vez tienes la extraña sensación
de que nos conocíamos antes de conocernos y no era en esta vida en particular?
Miró a Kerry en silencio por unos momentos, los músculos de su cara se movieron
levemente mientras pensaba. —Nunca consideré la pregunta. — Finalmente respondió,
encogiéndose de hombros.
—Hm. — Se sintió ligeramente tonta por mencionar la idea. —Bueno, no importa.
Sólo es algo que se me pasó por la mente, supongo.
—Interesante idea. — Reflexionó. —Creo que si aceptara la idea de la
reencarnación, estoy segura que sería contigo. — Su rostro se arrugó en una sonrisa
complacida. —Eso sería muy cool.
La rubia le devolvió la sonrisa. —Sí, lo sería, ¿no?— Soltó sus mórbidos y
residuales pensamientos. Acarició la espalda desnuda de su compañera, frotando en
pequeños círculos con sus dedos. Dar respondió ronroneando y arqueando su cuerpo. —
Estás muy juguetona hoy.
Dar se dio la vuelta y cambió de posición, deslizando sus brazos y piernas por
encima de Kerry, soltando una bocanada suave de aire en su oído. —Menos mal que es
hoy. No ayer. — Apoyó la barbilla en el hombro de Kerry y la miró. —Vamos. Cuanto
antes lleguemos a esa cita para almorzar, antes podre secuestrarte y llevarte a mi isla
desierta.
—Oo—. Le pareció muy difícil resistirse a la sonrisa maliciosa que estaba viendo.
Inclinó la cabeza y besó suavemente a Dar. Luego, ambas salieron de la cama todavía
enredadas, riendo mientras intentaban evitar caerse.
Se separaron. Kerry le entregó la ropa a Dar, que estaba sobre la cómoda. La
observó ponerse el traje de baño, extendiendo la mano para tocar la tela suave y sedosa.
—Esto me gusta.
—Es como llevar un pañuelo de papel. — Dicho secamente. —O nada.
—Mmhm. Es por eso que me gusta. — Estuvo de acuerdo, con una sonrisa pícara.
—Casi no deja nada a la imaginación.
Se miró a sí misma, luego a Kerry, como una risa ligeramente sorprendida,
escapando de su pecho. Extendió la mano y le hizo cosquillas en el ombligo todavía
desnudo de Kerry. —Creo que estás perdiendo tu conservadora educación.
Kerry se rio un poco de sí misma, mientras se ponía su ropa interior. Levantó la
mirada para ver a su compañera sosteniendo su sujetador, y amablemente puso sus brazos
a través de él y se volvió para permitir que se lo abrochara. Sintió los nudillos cálidos de
la morena contra la piel de su espalda, y luego un calor mucho más intenso que le recorrió
todo el cuerpo, mientras Dar mordisqueaba su cuello. —Mm.
Dar la soltó, y cogió la camisa de algodón de Kerry, sosteniéndola para ella. Le
colocó bien el cuello y volvió a su mordisqueo cuando la rubia intentó abotonarla.
— ¿Dar?
— ¿Mm?
—Si sigues así, no podré continuar con esto.
— ¿Con qué?
—Con vestirme.
Dar cedió, dando a Kerry una palmadita en el trasero mientras la soltaba, para que
pudiera abotonarse la camisa.
Ella se puso unos pantalones cortos y se abrochó el cinturón, luego sacó una
camiseta de polo se la puso y la metió en los pantalones.
Kerry la miró. —Negro y azul. ¿Me estás enviando algún tipo de mensaje,
cariño?— Tiró de su polo azul real.
Dar pasó los dedos por su pelo y se acomodó sus gafas de sol en la nariz. — ¿Me
veo misteriosa e intimidante?
—Desde la cabeza hasta los pies—. — Se rio.
La morena le sacó la lengua y se fue en busca de sus zapatillas de deporte. Kerry
terminó de abrocharse los pantalones cortos de mezclilla y la siguió, sacudiendo la cabeza.
***
Encontraron al capitán que las esperaba en la entrada principal del hotel. Sonrió
cuando las vio e inclinó la cabeza, y luego indicó hacia el jardín exterior. —Nuestra
energía permanece apagada y el interior está bastante cargado.
—Lo puedo imaginar—. Kerry miró al sol, en su gloria completa. A pesar de la
brisa, podía sentir un poco de sudor acumularse debajo de su ropa, sintiendo ganas de
quitársela de nuevo. Siguió al capitán al jardín y se sentó en una de las dos únicas mesas
libres.
Dar instaló a su lado, mirando al capitán con cautela, desde detrás de sus gafas de
sol. —Entonces. — Ella dijo. — ¿Qué podemos hacer por ti?
El policía hizo una seña a un camarero que los estaba observando. —Un poco de té
con hielo, por favor.
—No tenemos hielo, señor. — El hombre le miró disculpándose.
— ¿Qué tal un poco de té tibio?— Kerry sugirió. — ¿Y un par de sándwiches?
El camarero miró al policía.
—Lo que la señora ha pedido. — El capitán sonrió. —Deduzco que no tenemos
muchas opciones.
—Sí, señor. — El camarero tomó nota y se alejó.
El capitán se sentó y cruzó las manos alrededor de su rodilla doblada. Las miró
durante un momento, en silencio, y luego habló. —Han ocurrido muchas cosas en los
últimos días.
Bueno eso era cierto. Kerry apoyó la barbilla sobre su puño. —Seguro.
—No fuimos capaces de localizar al intruso que entró en sus habitaciones. — Dijo.
—Y parece que el empresario de renombre también ha dejado las islas. — Sus ojos las
estudiaron atentamente. —Algo que nos parece muy curioso, ya que el puerto deportivo
nos ha informado que había pagado por adelantado su compromiso de estancia en el
puerto para bastante más tiempo.
Dar evaluó sus opciones. Deslizó sus gafas hacia abajo y se encontró con sus ojos
muy llenos. —Si supiéramos por qué no está aquí, ¿le gustaría que se lo dijéramos?
El rostro del capitán se movió un poco, con la cabeza inclinada hacia un lado. —
He oído algunas cosas interesantes sobre una pelea con ese hombre y usted, Sra. Roberts.
—, Comentó. —Si investigo su estado de cuentas, tal vez encuentre cosas interesantes.
—Es libre de hacerlo. — Se mantuvo firme.
—Sin embargo, también podría dejar que ustedes me cuenten lo que saben y acabar
con esto lo antes posible. — El capitán le dio una sonrisa encantadora. —Es un día
demasiado hermoso para pasarlo trabajando. Así, que Sra. Roberts….
—Una buena elección. — Dijo. —Porque, francamente capitán, su isla es muy
agradable, pero estamos deseando dejarla atrás.
—Oír eso es excelente, Sra. Roberts. — El hombre se volvió, cuando el camarero
dejó un plato de sándwiches y un termo de té. — ¿Puedo suponer entonces, que no tiene
ningún interés en continuar con su queja sobre el empresario?—, Le preguntó. — ¿O el
mal encuentro que tuvo en el mar?
Dar se inclinó hacia delante. —He llegado a un acuerdo con el Sr. De Salliers, y no,
sus amigos los piratas están a salvo. — Enunció las palabras cuidadosamente, pero
bajando la voz. —He tenido bastantes problemas en los últimos días para que me duren
todo el año siguiente, gracias.
— ¿Mis amigos?—, Respondió el policía. —Ah, pero usted también tiene amigos
así, ¿no es cierto?
Dar inclinó la cabeza en acuerdo. Cogió medio sándwich, lo inspeccionó y luego
sonrió. —Oh, apuesto a que es muy popular entre el resto de los turistas. — Mostró a su
pareja el contenido. —Mantequilla de maní.
—No lo estropee tan rápido. — El policía aceptó amablemente el cambio de tema
y seleccionó su propio sándwich de pan blanco. —Por otro lado, espero que haya
disfrutado de nuestra hospitalidad.
Kerry se detuvo en el acto de verter un poco de té. —Las islas son hermosas. —
Dijo. —Puedo garantizar que no olvidaremos nuestra visita a corto plazo.
El capitán tomó un bocado de su sándwich de mantequilla de maní y sonrió.
***
— ¿Estás segura de que esto es una buena idea?— Susurró Kerry, mientras revisaba
algunos de los productos perecederos en los almacenes de comida. —No creo que a los
chicos les parezca bien, Dar.
Dar revisó lo escogido en el hielo que se derretían rápidamente. —Van a estar bien.
— Señaló a un pez. —Consigue uno. A papá le gustan.
Kerry hizo señas al hombre detrás del mostrador. En su visita al hospital se habían
encontrado con un Bud que no quería estar allí, y él y Charlie estaban listos para dejar el
lugar atrás. De inmediato, Dar les había ofrecido llevarlos de vuelta a su isla, así como
unirse a ellas y a Andrew a cenar a bordo del barco.
No habían podido negarse, dadas las circunstancias, y ahora estaban reuniendo
suficiente comida para alimentarlos a todos, manteniendo la esperanza de que la noche
no resultara ser un desastre. —No lo sé, cariño. — Suspiró. —Espero que sepas lo que
estás haciendo.
Dar agregó varias hogazas de pan local a la cesta de Kerry, y pago al tendero,
mientras sujetaba en sus manos un helado en peligro de extinción. —Papá aceptó, así que
no te preocupes. De todos modos, ya es hora de poner toda esa basura detrás de ellos, y
además, cualquier cosa que cocines, será mucho mejor que la comida que nos pueden dar
fuera, aquí esta noche.
La rubia aceptó el cumplido con una sonrisa. —Sólo porque tenemos energía—. Le
recordó. —Vamos a tener que arrancar los motores para cargar las baterías, recuérdalo.
Si quieres algo más de medio cocido.
—No hay problema. — Murmuró. —Ellos tienen bombas presurizadas de mano.
He podido llenar los tanques esta mañana. — Miró las verduras que parecían más bien
tristes. —No tienen buena pinta.
Kerry resopló. —Dar, si fueran ejemplos perfectos de su especie, no los venderían
de esa manera.
—Mm.
—De todas formas, necesito un poco así que o cierras los ojos o ve a buscar otra
cosa.
Dar se rio entre dientes. —Voy a buscar algo para beber. — Dijo. —Nos vemos en
la caja.
***
***
Dar caminó hacia los muelles, después de haber pagado su factura con el hotel y
recogido unas últimas cosas para su salida. El hotel, que ahora estaba seguro, estaba más
que contento de librarse de ellas, sobre todo desde que las habían compensado con la
mejor habitación y sólo había pagado los gastos imprevistos. Había dejado amablemente
una propina decente en la habitación y se encontró a sí misma también contenta de
marcharse.
El sonido de los motores ruidosos la hizo detenerse. Se volvió mirando hacia la
esquina que conducía a la costa. Se detuvo al ver el gran barco de la Guardia Costera, de
color rojo y blanco, en ralentí.
Apoyó una mano en la pared y miró pensativamente. Sólo quería seguir su camino
y subir al Dixie, pero su sentido de la curiosidad estaba sacando lo mejor de ella, por lo
que desvió sus pasos hacia la rampa de embarque de la tripulación.
Un oficial alto y rubio bajó por la rampa, deteniéndose cuando llegó al final y vio a
Dar viniendo directamente hacia él, haciendo contacto visual, sólo para quitar cualquier
duda de que era el objeto de su interés.
Se detuvo en la base de la rampa y esperó, cuadrando sus hombros. — ¿Señora?
—Capitán—. Dar inclinó la cabeza. — ¿Le importa si le hago una pregunta?
—No, señora, adelante. —, Respondió el oficial. — ¿Qué puedo hacer por usted?
Dar recogió sus pensamientos por un momento. —Anoche estábamos fuera durante
la tormenta. — Empezó a explicarle.
—Si, fue una gran tormenta. — El capitán estuvo de acuerdo. —También nos vimos
implicados nosotros. ¿Confío en que recibió la ayuda necesaria?
—Sí—. Asintió. —Pero dimos aviso por radio de auxilio de un barco que vimos
por ahí. Me preguntaba si fueron ustedes con los que hablamos, y lo que pasó.
El hombre inclinó la cabeza hacia un lado. —Tuvimos un buen número de llamadas.
— Dijo, con una sonrisa de disculpa. — ¿Recuerda a qué hora fue?
—Tarde. Tal vez las once. Estaba hacia al sureste de aquí. — Los ojos de Dar se
desviaron hacia el nombre de la etiqueta del hombre, luego de vuelta a su cara.
—Ah. — El capitán murmuró. —Sí, recuerdo la llamada. Le diré una cosa,
comprobaremos los registros. — Se dio la vuelta, volviendo de regreso por la rampa con
Dar a sus talones. —No quisiera darle la información equivocada.
Entraron en el puente y el capitán se agachó dentro de la sala de comunicaciones y
cogió un libro. Lo sacó y lo hojeó mientras estaba allí mirando.
—Ah. — Se inclinó sobre el libro. —Sí, aquí está. 11:32 local. ¿Eres el Dixieland
Yankee?
Dar asintió. —Bueno, soy su dueña. — Arrastró las palabras. —Ella es un poco más
grande que yo.
El capitán miró y sonrió. —Lo siento. — Miró hacia abajo. —SOS informó con la
latitud y la longitud. Fuimos a esas coordenadas, ¿Sra. ...?
—Roberts.
—Roberts, pero lamentablemente tengo que decirte que no encontramos ningún
barco allí para rescatar. — El Capitán Culver le dijo, con una mirada de disculpa.
Dar se quedó momentáneamente aturdida. —Ah. — Murmuró. — ¿No encontró
nada?
—Bueno... — El capitán levantó la mano. —Nosotros no pasamos mucho tiempo
buscando, para ser honestos. La tormenta estaba a punto de alcanzarnos y no vimos a
nadie. No vimos ningún barco y como no recogemos los residuos, si es eso lo que quieres
decir .
—Mm. Bueno, lo entiendo, nosotros también estábamos siendo sacudidos anoche.
Nos alegramos cuando vimos el puerto deportivo.
—Hizo bien en ponerse en forma segura. —, Dijo el capitán. — ¿Eran amigos
suyos?
—No. — Negó con la cabeza. —Sólo un compañero navegante, en problemas.
—Intentaremos volver a pasar por ahí, después de que terminemos aquí, y ver si
vemos alguno. — El guardia de costa le dijo. —Y si está en la zona yo... ah...
Dar lo miró sorprendida. — ¿Sí?
Él parpadeó. —Oh, lo siento. — Se frotó la parte posterior de su cuello, medio
avergonzado. —Su collar me llamó la atención. Nunca he visto a una mujer con uno de
los de antes.
¿Con que? Entonces se miró a sí misma. —Oh. — Murmuró. —Me lo ha dado mi
padre. — Le explicó, con una leve sonrisa. —Ellos no dejaban a las mujeres entrar en el
programa.
El capitán sonrió. —Bueno. Le haremos saber si encontramos algo. ¿Va a estar en
el puerto por mucho tiempo?— Cerró el libro y cruzó los brazos sobre el pecho,
mirándola.
—Nos vamos esta noche. Pero estaremos por los alrededores. Avísenos si sabe algo.
—Por supuesto. — El capitán Culver le tendió una mano. —Encantado de
conocerla, Sra. Roberts. Tenga un viaje seguro.
Dar le estrechó la mano y luego le permitió acompañarla fuera del puente, por la
rampa. Dejó el oficial atrás y siguió caminando por el muelle, sumida en sus propios
pensamientos.
***
— ¿Hey, Kerry?— Charlie llamó, mientras ella estaba sirviendo otra ronda de vino.
— ¿Estás interesada en cambiar de profesión? Tengo un trabajo para ti si quieres.
Esto sí que es comida de primera categoría.
Kerry se sentó, dando a Charlie una sonrisa mientras aceptaba el cumplido. —
Gracias, pero no. Estoy contenta con el trabajo que tengo.
— ¿Seguro? La hospitalidad del negocio da grandes beneficios. — Le insistió.
Kerry chupó su tenedor. —Bien. — Reflexionó sobre la idea. —A ver. En mi
posición actual, puedo entrar en mi oficina, cerrar la puerta y conseguir un beso que envía
mis medias volando por la ventana. ¿Puedes mejorar eso?— Preguntó, con una expresión
completamente seria.
Un pequeño graznido se escuchó desde su lado derecho, por lo que desvió la mirada
para ver a una Dar a medio masticar, con los ojos azules totalmente abiertos.
—Oo—. Kerry murmuró. —Nunca te he visto sonrojarte así.
Dar tragó saliva y negó con la cuchara señalando a su pareja. —Te voy a hacer
sonrojar en un minuto, Kerrison. — Le advirtió. —Les diré lo que te gusta hacer con
i…fmpf.
— ¡Dar!— Cubrió la boca de su pareja. — ¡Niña mala! ¡No delante de tu padre!
Andrew se echó a reír.
Mordisqueó sus dedos, haciéndola retirar la mano.
—Señor—. Andrew se rio entre dientes. —Vaya par.
— ¿Sí?— Dar volvió la cabeza. —Recuérdame que te cuente, en algún momento,
acerca de las opiniones de Kerry sobre el sexo de los padres.
Kerry se cubrió los ojos. —Jesús, Dar. Voy a matarte. — Pronunció en un chillido
ronco.
Bud, que había estado en silencio comiendo su cena desde su llegada, se rio en voz
baja. Todavía estaba obviamente rígido y dolorido, pero había permanecido tranquilo
durante la comida, sin sus habituales comentarios mordaces.
Con cautela, Kerry se asomó por detrás de su mano, tratando de ignorar el par de
ojos azules abrir y cerrarse. Dar asomó la punta de la lengua por ellos, por lo que la rubia
intentó agarrarlos. —Estas en problemas.
Dar se señaló a sí misma en la inocencia fingida y luego a Kerry. —Ya empezaron.
—Kerry, tengo que decirte que no puedo superarlo. — Charlie negó con la cabeza,
su rostro barbudo arrugando en una sonrisa. —Y tampoco lo quiero probar.
Kerry apoyó la mejilla enrojecida en el puño. —Lo sé. Por eso lo dije. — Empujó
en el hombro de Dar. —Pero gracias por el cumplido. Siempre me ha gustado cocinar y
sobre todo me gusta hacerlo para las personas que aprecian los resultados.
—Oye, que yo siempre te lo agradezco. — Dar intervino.
—Lo sé, cariño. Por eso siempre cocino para ti— Le sonrió.
Todo el mundo se echó a reír. Kerry se relajó, aliviada de que la noche no había
sido casi tan incómoda como había imaginado que sería. Todos estaban agrupados
alrededor de la pequeña mesa, disfrutando de sus pescados y verduras, mientras el barco
se mecía suavemente, con las ventanas abiertas para atrapar la brisa fresca de la tarde.
Había encendido unas velas para no tener que utilizar las pilas y la figura de Dar se
veía reflejada bajo la luz de las mismas.
Tenía una sorpresa para ella. Algo que había escondido en la parte posterior del
congelador y que había sacado para descongelar. — ¿Listos para el postre?— Preguntó
Kerry.
— ¿Implica el chocolate?— Dar preguntó inmediatamente.
—Je—. Kerry se levantó y fue a la cocina. Puso una jarra de café recién hecho en
el mostrador, junto con leche y azúcar.
—Así que, Andy, ¿Dar dijo que estabas viviendo en un barco ahora?— Preguntó
Charlie, rompiendo el breve silencio.
—Si. — Aceptó solemnemente. —Ceci y yo decidimos que queríamos vivir en un
barco, después de todos esos años.
—Es difícil de creer. — Bud contribuyó, en un murmullo bajo.
— ¿Ella sigue con su pintura?—, se interesó Charlie.
—Por supuesto. — Contestó Dar. —Ha creado un taller, a la vuelta de allí. — Indicó
el área similar en su barco. —Sólo que más grande.
Charlie dejó el tenedor. — ¿Tienes una de estas cosas?—, preguntó a Andrew con
voz sorprendida. — ¿Te lo puedes permitir con la mierda de pensión que nos dan?
Andy se rio, negando. —No. — Se acercó y tiró un poco del pelo de su hija. —
Aquí, mi hija se encargó de ello.
Charlie y Bud miraron a Dar. Esta se encogió de hombros con modestia. —La
verdad es que mi tía me dejó un fondo fiduciario después de su muerte. Se lo cedí. —
Miró a su padre. —Fue su elección cómo usarlo. — Dijo. —Nunca me sentí con ganas
de utilizarlo, sobre todo después de que me dejara también el condominio y este barco.
Charlie silbó por lo bajo. Miró a su viejo amigo. —Apuesto a que te alegras de que
no terminaras en una swabbie, ¿no es verdad?
Andy resopló. —Hubiera sido igual de feliz en un cobertizo. — Se echó hacia atrás.
—Pero la verdad es que estamos encantados de vivir en el barco.
Bud lo miró. —Tenéis mucha suerte. — Comentó, pero en un tono suave.
—Diablos, sí. — Andy dobló una rodilla e hizo un círculo con las dos manos
grandes. —Pasé todos esos años en el infierno, ahora tenemos algunos buenos momentos.
Esta vida es un buen cambio. — Miró a los dos hombres. —He pagado mis deudas.
—Eso es seguro. — Charlie murmuró. —Me alegro que al final las cosas salieran
bien para ti, Andy.
—Mm. — Bud gruñó.
Se hizo un poco de silencio.
Mientras Kerry cogió la bandeja y regresó, poniéndola sobre la mesa. —Este es uno
de los favoritos de Dar. — Explicó, señalando la redonda figura de fudgy en el centro. —
Así que si no os gusta el chocolate, la culpa es de ella.
Dar exhaló cuando la tensión se disipó a su alrededor. Lanzó una mirada apreciativa
sobre la bandeja, reconociendo el chocolate sobre una torta de mousse de chocolate que
Kerry había creado para ella, por su último cumpleaños. —Mm... ¿de dónde salió eso?—
, preguntó. —'No me dirás que lo hiciste esta tarde, mientras yo estaba fuera.
Kerry repartió los platos y recogió los usados. Sorprendentemente, Bud se levantó
y tomó los platos de la cena de ella, los llevó a la cocina y los colocó en el fregadero. —
No. Lo hice antes de salir de casa. Lo tenía escondido en el congelador.
—No me lo dijiste. — La miró con ojos celosos.
—Porque quería que durara para una ocasión especial. — Su compañera comentó
secamente. —Y quería al menos poder comerme un trozo pequeño.
—Wow. — Charlie había probado el pastel. — ¿Te importaría decirme la receta,
Kerry? Vendería un millón de ellos en el restaurante.
Kerry se sentó y cogió el tenedor. —No, en absoluto. — Puso su mano libre hacia
abajo en su rodilla y fue capturada de inmediato por otra mano, que entrelazó sus dedos.
—Estoy muy contenta de que al final todo acabara saliendo bien.
Todo el mundo murmuró su acuerdo. Bud se aclaró la garganta, y de mala gana se
encontró con los ojos de Andrew. —Gracias. — Murmuró.
—Bienvenido—. Andy respondió.
— ¿Sabemos algo de ese idiota?— Preguntó Charlie de repente.
Se hizo un silencio incómodo.
—La Guardia Costera no los encontró. — Dar explicó con total naturalidad. —No
había nada en las coordenadas que les dimos.
Andrew resopló. —No me importa si esos bastardos se hundieron.
—Maldita sea, finalmente estoy de acuerdo contigo en algo. —, Dijo Bud. —
Pendejos.
Charlie asintió. —Sip. Espero que los peces tuvieran una buena cena.
—Hey. — Bud habló. — ¿Ceci y tu habéis estado por esta zona?
Andrew terminó su pastel. —No lo había pensado. — Él respondió. —La verdad es
que a Ceci le gusta pintar el océano. Siempre está buscando cosas nuevas.
—Pues podéis venir y cenar con nosotros.
Incluso Charlie lo miró sorprendido.
—Sin duda. Gracias por la invitación.
Bud gruñó y volvió a comer, al parecer después de haber agotado su sociabilidad
por el momento.
Dar y Kerry intercambiaron miradas. Kerry sintió el apretón en su mano y cuadró
los hombros, cavando su tenedor en su postre y tomando un bocado con determinado
disfrute. Después de todo, ellas habían hecho lo que podían, más que la mayoría, dadas
las circunstancias.
Dar había estado en lo cierto, en algún momento, uno tiene que aceptar la
responsabilidad de las cosas que hace. Lo que hubiera ocurrido con De Salliers había
ocurrido y tendrían que aceptar su destino.
Lo que uno lanza sobre las aguas, al final acaba volviendo. A veces tarda un tiempo,
a veces había que pasar por el infierno antes de hacerlo, al igual que le había ocurrido a
Andrew. Sea como fuera, en cada caso, finalmente el círculo siempre terminaba por
cerrarse.
Kerry sonrió y alzó la vista para encontrar a su amante sonriendo a su vez. A veces,
uno ni siquiera tiene que esperar toda una vida.
***
Kerry se giró suavemente en la hamaca, sin hacer nada más que observar las
gaviotas. Levantó una mano y tomó un trago de la botella de cerveza longneck, mientras
miraba una interesante nube errante en su camino a través del cielo azul claro. — ¿Hey...
Dar?
— ¿Uh?— La otra ocupante en la hamaca gruñó, en su oído, de forma incoherente.
— ¿Crees que debo revisar mi presión arterial en este momento?
— ¿Eso significa que tengo que levantarme?— Murmuró. —Creo que tu presión
está bien. Puedo oír los latidos de tu corazón. Están silbando Dixie.
—Mmm. — Estuvo de acuerdo. —Me siento muy, muy relajada. — Levantó la otra
mano, unida a la de su pareja y le besó los dedos. —Volver aquí fue una muy buena idea.
—UH Huh.
—Podría quedarme aquí durante semanas.
—UH Huh.
Kerry volvió la cabeza y miró el indulgente perfil mayormente dormido de la
morena. Tenía un poco de arena de la playa en la mejilla, y el pelo oscuro, ligeramente
cubierto de maleza, que casi escondía sus ojos. — ¿Te gustaría coger la moto y bajar por
la US 1 desnuda conmigo?
—Claro Con Gusto.
—Creo que la idea suena mejor de lo que realmente es. — Le sopló un mechón del
cabello. —Es la temporada del mosquito.
Un ojo azul se abrió. —Ew.
—Mm—. Kerry empujó contra la barandilla del porche, balanceando suavemente
a ambas. —Estaba bromeando sobre montar desnuda, pero podríamos ir a caminar un
poco y ver los fuegos artificiales de esta noche.
—Podríamos hacerlo. — Acordó todavía adormilada. — ¿Qué te parece si llevamos
esa botella de champán y brindamos por el año nuevo en la playa?
—Oo—. Se frotó un lado de la nariz, que le picaba. —Hey. Realmente no tengo
ningunas ganas de volver al trabajo.
Dar resopló. —Voy a extrañar muchas cosas cuando volvamos, sobre todo poder
bailar contigo. — Se quejó. —Podemos hacer eso aquí sin tener que sufrir el tener que
llevar tacones altos.
—Está bien. — Kerry se puso de lado y cayó sobre Dar, absorbiendo su olor a
manteca de cacao y exfoliante corporal de albaricoque. —Llevaré mi reproductor de MP3
con nosotras sobre la moto.
— ¿Tiene altavoces?
—Tengo la intención de compartir los auriculares.
—Eso significa que Who Let the Dogs Out no está en la lista de reproducción,
¿verdad?
Kerry se rio alegremente. —Ah, ahora se trata de unas vacaciones, Dar. — Le
acarició la oreja. —Sólo tú y yo, no más piratas, no más tiburones de la tierra, ni ojos
privados presumidos pero curiosamente ineficaces ...
—Uh huh... unas vacaciones de nuestras vacaciones. —, Dijo Dar. —A partir de
ahora, tendremos que tomarnos dos semanas. Una semana para meternos en problemas y
otra semana para recuperarnos. — Ladeó un poco la cabeza para besar los labios que
habían estado mordisqueando su oreja. —Mm. Sabes a pimientos picantes.
Kerry se lamió los labios. —Estaban muy sabrosos. — Bebió un poco más de su
cerveza.
Dar probó de nuevo el sabor de sus labios. —Podemos tomar un buen bistec a unos
cinco kilómetros al sur de aquí. ¿Quieres unirte a mí para la cena de Año Nuevo?
— ¿Es el tipo de lugar donde sirven mantequilla con pan de ajo frito?
—UH Huh.
— ¿Y sirven salsa marrón con las patatas fritas?
—Eso y salsa de queso.
—Allí mismo—. Kerry miró sobre su hombro hacia el sol. —Vamos a darnos una
ducha y vestirnos. — Sugirió.
Dar se tomó su tiempo para levantarse, envolviendo su mano alrededor de la nuca
de Kerry y dándole varios besos apasionados. Después de unos minutos, se levantaron de
la hamaca y entraron en la cabaña, todavía unidas la una a la otra.
***
FIN