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El Campo Argentino Crecimiento Con Exclusion PDF
El Campo Argentino Crecimiento Con Exclusion PDF
Autor:
Luciano Bugallo Di Prinzio
El Campo Argentino: Crecimiento con Exclusión (Lattuada – Neiman)
INTRODUCCIÓN
“El Campo Argentino”, es un libro que forma parte de la colección “Claves para
Todos”, dirigida por José Num, ex Secretario de Educación de la Presidencia de la
Nación.
Los autores:
CAPITULO I
Sinopsis.
El libro aborda los cambios en la estructura social agraria a partir de las tendencias de
residencia de su población rural, el deterioro de la situación de los pequeños y medianos
productores y su expulsión.
De esta manera, a través del revisionismo histórico se analizan todas las áreas del sector
agropecuario y sus correspondientes cambios generados a raíz de las políticas llevadas
adelante en los años ´90.
Hipótesis.
Las políticas micro y macroeconómicas liberales de los años ´90, fueron las
responsables del proceso de concentración y exclusión en la estructura social agraria
argentina.
DESARROLLO TEÓRICO
Reformas políticas.
En esa dirección, el Estado, llevó a cabo, una reforma del aparato estatal por medio de
tres etapas:
-Aprobación del Decreto 2.284 de desregulación económica (1991): que abordó con
mayor profundidad la reorganización institucional al eliminar la mayoría de los
organismos que habían sido creados para diseñar y ejecutar la política sectorial del
Estado.
-Segunda reforma del estado (1995): que profundizó la reducción del personal y se
incorporaron algunas innovaciones menores que condujeron a un efecto cuanto menos
paradójico, ya que emigraron al sector privado muchos de los recursos humanos de
mayor capacidad y eficiencia.
Las funciones principales de la JNG fueron transferidas al sector privado, mientras las
secundarias quedaron bajo la dependencia de la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Pesca y Alimentación (SAGPyA). La operatoria del comercio externo e interno de
granos, pasó a cumplirse en un régimen de libre mercado sin actuación Estatal. Los
controles de calidad sobre los granos tanto en el mercado interno como externo, también
quedó en manos privadas.
En carne. De igual manera que la JNG, la Junta Nacional de Carnes (JNC) fue disuelta.
Esta realizaba actividades de promoción, exportación y administración de cuotas en el
comercio exterior de productos cárnicos, establecía acuerdos comerciales y sanitario en
el comercio interior, elaboraba estadísticas y desarrollaba políticas específicas párale
sector ganadero.
Las funciones operativas del principal mercado concentrador de hacienda del país
(Mercado de Liniers) también pasaron a manos privadas.
En yerba, azúcar, leche. Los organismos Estatales a cargo de estas áreas también
fueron disueltos, y muchas de las funciones que éstos cumplían pasaron a quedar en
manos de las correspondientes provincias en que las distintas producciones se
desarrollaban.
Agricultura familiar.
Este dinamismo del sector granos, fue posibilitado por la ampliación de la superficie
productiva a partir del aprovechamiento de tierras marginales, propiciado por el
importante proceso de cambio tecnológico, equipamientos modernos, insumos
químicos, la siembra directa, etc., que contribuyeron tanto al aumento de los
rendimientos como a la expansión de la frontera agrícola.
Apoyo a la reconversión.
En 1992 el INTA diagnostico que alrededor del 60% de las explotaciones agrarias
argentinas, en particular las medianas y pequeñas de la pampa húmeda, no eran viables
en las condiciones económicas que planteaba la citada coyuntura.
Las grandes explotaciones no contarían con una política especifica, pues ellas se debía
encargar el mercado, las medianas explotaciones y el conjunto menos empobrecido del
estrato de los pequeños agricultores contarían con el programa Cambio rural, y los
pequeños productores con el Programa Social Agropecuario.
Las nuevas condiciones económicas en las que debían desarrollarse las explotaciones
agrarias impulsaban a acrecentar de forma sustancial la superficie de tierra trabajada
para mantener los mimos niveles de ingresos, esto a su ves generaba un considerable
aumento en los costos de producción, donde nuevos actores acrecentaban a su vez la
competencia, como el caso de los capitales financieros orientados a la agricultura a
través de los pooles de siembra.
Endeudamiento.
Hacia fines del año 1999 los agricultores argentinos registraban un endeudamiento
cercano a los 6.000 millones de dólares con el sistema financieros, principalmente con
el Banco Nación (3.000 millones) y bancos provinciales. Además se añadía una deuda
comercial con las empresas de abastecimiento de insumos, de 3.000 millones de dólares.
Sobre el endeudamiento con sistemas de crédito no formales, tan habituales y
Concentración y exclusión.
Hacia fines de los años `90, había en el país 421.221 establecimientos agropecuarios
dedicados a la producción en diferentes rubros agrícolas, ganaderos y forestales. Los
resultados del Censo Nacional Agropecuario 2002, muestran una caída importante de
los establecimientos en producción cercana al 25% y equivalente a algo más de 100 mil
unidades productivas.
Este proceso pudo haber ocurrido bajo dos modalidades: una en términos de una clásica
concentración de la propiedad de la tierra y otra como concentración de la producción
bajo las conocidas formas de agricultura de contrato incluyendo el arrendamiento, los
denominados contratos accidentales o el uso de los contratistas de producción.
Trabajo y trabajadores.
Se destaca un importante cambio de residencia con rumbo a zonas urbanas por parte de
los ocupados, que antes desempeñaban sus tareas en áreas rurales cercanas a los
mismos. Tendencia asociada a las mejores condiciones de vida en los centros urbanos, y
a la estacionalidad en la demanda de trabajo agropecuario, debido a la tecnología en la
producción.
El boom de la soja.
La producción de granos, experimentó un notable crecimiento en los años ´90 por efecto
de la combinación de un aumento en la superficie sembrada y los incrementos en los
rendimientos de los principales cultivos, principalmente la soja.
La soja, ha llevado al país a ser el dueño del 40% del mercado mundial de aceites, y del
30% de harinas, ubicándolo en el 1º y 2º lugar respectivamente en las exportaciones de
ambos productos. Sólo el 5% de la producción nacional, es destinada al consumo
interno.
Con respecto al aumento notorio de la escala necesario, producida con estos nuevos
sistemas productivos, la tenencia de la tierra ha sido un tema de importancia.
Los megaproductores.
Gremialismo y poder.
Desde fines del siglo XIX hasta mediados de la década de 1950 se crearon asociaciones
que organizaron y asumieron la representación del agro y sus intereses. Integrado por
cuatro referentes, el gremialismo del agro paso a estar representado por la Sociedad
Rural Argentina (SRA), Federación Agraria Argentina (FAA), Confederaciones Rurales
Argentinas (CRA), y la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO).
Las cuatro entidades nacionales fueron las que se constituyeron como interlocutores
válidos y excluyentes del sector agropecuario ante el Estado, y con las organizaciones
gremiales sindicales y patronales de la industria, el comercio y las finanzas.
Los años ´90 para el sector agropecuario significó un cambio paradójico. Por un lado
duplicó la producción y las exportaciones de granos y otros productos de este origen,
así como la venta de insumos, maquinarias y equipamientos, acelerando la
modernización del sector. Pero, por otra parte generó una mayor concentración de la
estructura agraria, a partir de un vertiginoso proceso de endeudamiento y expulsión de
pequeños y medianos productores cuyas explotaciones no lograron ser reconvertidas
con los apoyos públicos implementados durante esa década. (Lattuada – Neiman, 2005.
Pág. 81).
Las que quedaron, han tenido que sufrir un cambio y reestructuración interna, obligado
por los nuevos intereses y demandas de sus productores asociados, principalmente
orientado a lo productivo, tecnológico y comercial.
Situación similar, vivieron las entidades gremiales. Por ejemplo FAA y CONINAGRO
sumaron a su tradicional discurso neorrural elementos del discurso empresarial,
promovieron la reconversión de las explotaciones y de las cooperativas. En el caso de
CRA, su discurso liberal pasó a un segundo plano, incorporando demandas
regulacionistas e intervencionistas, mientras que la ARA profundizó su discurso cada
vez menos específico sobre lo agropecuario y más amplio y diversificado.
Las asociaciones históricas, sin perder su perfil reinvidicativo, han ampliado su radio de
acción y han intentado acrecentar una función más económica, han participado en el
escenario internacional en diferentes organismos y redes, así también han colaborado en
la ejecución de programas gubernamentales nacionales a partir de su organización
territorial y del aporte de profesionales y técnicos vinculados a sus entidades. También
han encarado con mayor énfasis, actividades y diversidades en propuestas y acciones
conjuntas.
A pesar de los cambios realizados, se han mostrado ineficientes o insuficientes para dar
una respuesta adecuada a los problemas de rentabilidad, capacidad de reproducción
de las pequeñas y medianas explotaciones y deterioro de las condiciones de vida en el
mundo rural. (Lattuada – Neiman, 2005. Pág. 88).
CONCLUSIONES
A través del análisis por separado de los distintos factores que han influido en la
estructura social del agro argentino, se ha podido analizar el grado de incidencia de
éstos y la correspondiente reacción producida por parte de los distintos integrantes del
sector.
Los productores con menores opciones y rango de acción han sido los pequeños, que
prácticamente se vieron obligados a desprenderse de sus propiedades rurales o a
incorporar, a través de endeudamiento nuevos sistemas productivos, ocasionando en el
futuro inmediato un abandonamiento directo de la actividad para pasar a ser rentistas, en
el mejor de los casos, cediendo el control de los campos a productores medianos a
grandes, pudiendo de ésta manera asegurarse la propiedad de las mismas y hacer frente
a las obligaciones contraídas en las deudas anteriores.
Los productores medianos, que han llegado a los ´90 libres de deudas financieras
contraídas anteriormente, y con mayor capacidad de reacción han podido en muchos
casos, superar con mayor holgura el cambio tecnológico, al que se vieron prácticamente
obligados de adoptar. Aquellos casos con menores capacidades, han tenido que terminar
con la misma suerte que los pequeños productores.
CAPITULO II
Para contextualizar la década de los ´90 en que se centra la investigación del libro,
conviene analizarla desde lo general a lo particular, empezando por un plano global,
pasando por las diversas situaciones que se dieron en el continente americano, más
precisamente América latina, el MERCOSUR, y culminando con nuestro país.
Analizando cada uno de los puntos identificados por los autores en el libro, y
contrarrestándolos con otros autores o trabajos publicados vinculados al tema en
estudio.
Vale recordar, los principales puntos en que Lattuada y Neiman centran su estudio, ya
que en ellos se basará, a manera de guía este segundo capítulo:
- las reformas políticas,
- la agricultura familiar,
- trabajo y trabajadores,
- el boom de la soja,
- los megaproductores, y por último,
- el gremialismo y poder.
A los años que se viven, pasada la Segunda Guerra Mundial se los conoce como la
década de oro del capitalismo industrializado. Los ´50 disfrutaban de los beneficios del
fordismo: crecimiento de la productividad, incrementos salariales, importantes índices
de consumo y altas tasas de inversión. Eran años de una fuerte presencia estatal en
los que el Estado asumía un papel activo en materia económica y social, regulando la
producción de bienes y servicios así como interviniendo en la gestión monetaria y
fiscal, esto fue comúnmente denominado Estado de Bienestar. A fines de los `60
comienza a observarse que esta armonía sufre ciertos desequilibrios.
Este modelo fijará nuevas reglas del juego: reducción de los costos de producción,
incorporación de innovaciones en materia de tecnología y organización, y una
permanente búsqueda de incremento de la competitividad a nivel mundial. En términos
teóricos, esto implicó la aceptación generalizada de ideas tales como que las fuerzas del
mercado eran las encargadas de asignar naturalmente los recursos a nivel mundial. En
En este sentido, la visión de estos últimos autores, expresa total coincidencia con
respecto a los lineamientos que Lattuada y Neiman referencian en libro El Campo
Argentino. Para ellos, el neoliberalismo en su sentido estricto de reducir al mínimo la
intervención estatal en materia económica y social, defendiendo el libre mercado
capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico
de un país, es responsable directo del abandono de los productores en su conjunto por
parte del estado.
Continuando con la línea de investigación que abordan los autores, el segundo y tercer
punto es preciso analizarlo en conjunto, dado la interrelación directa que existe entre
estos, principalmente entre los pequeños y medianos productores, con respecto a la
exclusión generada por la concentración de la tierra en manos de los otros integrantes
del tejido social agrario, los grandes productores.
Datos del Censo Nacional Agropecuario (CNA) realizado en 2002, en todo el territorio
de la Argentina, muestran una fuerte caída de la cantidad de explotaciones
agropecuarias del país. En el nivel nacional, la disminución es del 24,5%, en relación
con el CNA de 1988. Pero la proporción aumenta sustancialmente en provincias como
Buenos Aires (33%), Córdoba (36,4%), Neuquén (41,4%), Tucumán (41,2%),
Corrientes (35,7%), San Luís (39,3%) y Mendoza (31,6%). Esta tendencia a la
concentración agraria fue anunciada por trabajos académicos, consultoras privadas y
el mismo INDEC. A fines de la década del noventa, se calculaba que desaparecían 435
tambos lecheros por año.
Según el CNA, la superficie media por explotación para 2002 es de 538 ha., es decir, 68
ha. más por explotación que en 1988 (470 ha.). Esta cifra es aún más significativa si la
comparamos con los promedios de las explotaciones agrarias de EEUU, que no
superan las 200 ha., o de la Unión Europea, que no superan las 50 ha. Estos rasgos del
campo argentino surgen como resultado de una dé- cada de políticas neoliberales tanto
en el nivel de la economía general como otras referidas al sector agrario. (Norma
Giarraca, 2003. Pág. 254-253).
En este caso, luego de haber detallado en el Capítulo I, las posturas publicadas en “El
Campo Argentino” por Lattuada y Neiman, con respecto a la concentración y exclusión
en el agro, para tener una imagen más amplia es interesante contrastarlas con otras
posturas de autores diferentes.
Para ello, por un lado tenemos a James Petras, sociólogo americano y Profesor de Ética
Política en la Universidad de Binghamton (Nueva York), con una postura marcada de
enfrentamiento a la ideología neoliberal; Aldo Ferrer, economista argentino,
autoproclamado en variadas oportunidades progresista, al que lo ubicaremos en el
centro de los extremos ideológicos; y Eduardo Azcuy Ameghino, Dr. en Economía y
Sociólogo, investigador del Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios de la
Facultad de Ciencias Económicas (UBA), con una visión más general del tema en
cuestión, dada su formación profesional.
Por un lado, con respecto a los trabajadores, James Petras, enumera cambios
organizacionales con respecto a ellos en el sector agrario, entre los que podemos resaltar
los siguientes de un listado total de siete puntos a lo que hace referencia en varios
escritos publicados:
Siguiendo esta misma línea, Aldo Ferrer en diferentes pasajes de su libro “La economía
Argentina”, referencia las consecuencias de las políticas neoliberales para los
trabajadores y productores rurales del país:
Por lo expuesto hasta aquí, los autores consultados, afirman que estas nuevas
condiciones de producción, más allá de haber generado cierto crecimiento en los rindes
por hectárea, también han impulsado una mayor concentración de la tierra y de la
producción y un despoblamiento rural. Esto se debe a que no todos los productores
estaban preparados económica y financieramente para cambiar las viejas prácticas
productivas por este nuevo sistema.
Los productores y contratistas rurales con gran solvencia económica y escala vieron
especialmente atractivo el negocio de invertir en la nueva tecnología, ya que podían
afrontar el alto costo que significaban las máquinas de siembra directa y maximizar su
capacidad operativa (mucho mayor que las tecnologías convencionales).
El boom de la soja.
Períodos Sup. sembrada (miles ha.) Rend. (kg/ha) Producción (miles tt.)
70/1-72/3 95,65 1.500 136,33
80/1-82/3 2.100,00 1.950 3.973,30
90/1-92/3 5.088,67 2.263 11.031,30
2000/01 10.300,00 2.530 25.500,00
2001/02 11.610,90 2.630 29.955,30
Fuente: SAGPyA 2002
Al analizar los factores de este alto crecimiento en la producción surge que los cambios
en la superficie sembrada entre períodos fueron sucesivamente de: 2095%, 142%,
102% y 13%. A su vez, la variación entre ciclos en el rendimiento fue: 30%, 16%, 12%
y 4%.
Por último, hay que resaltar que “el importante incremento de área cultivada y a la vez
el aumento de la productividad, fue debido al uso de adecuados paquetes tecnológicos
zonales, es decir que la combinación de variedades adaptadas a los distintos ambientes
ecológicos, unidos a la adecuada fecha de siembra mas el correcto manejo de insumos
y prácticas como la siembra directa permitieron el significativo crecimiento en la
producción nacional de la oleaginosa”. (Ing. Agr. Carlos Ghida Daza, 2002)
mano de obra aumenta". Por ejemplo, hay más camioneros porque hay más
producción, hay más contratistas, hay más proveedores de servicios, hay más
cosecheros, etc”. Advirtió que: “así lo reflejan las estadísticas que señalan que la
mano de obra en el campo "aumentó" a pesar de que hayan disminuido la cantidad de
productores”. (Gustavo Grobocopatel, 2004).
Los Megaproductores.
Para poder interpretar el proceso de concentración de la tierra que sufre nuestro país,
particularmente en las regiones productivas, debemos indefectiblemente centrarnos en el
desarrollo del capitalismo en el agro. Si bien la concentración de la tierra es un
fenómeno histórico en la Argentina (los grandes terratenientes existen desde la época de
la colonia), es a partir la década de los ´60, conectado con la llamada revolución verde,
que el desarrollo del capitalismo en el campo viene estructurando un modelo de
exclusión que se extiende hasta nuestros días. Este modelo, que no solo tiende a
sostenerse sino también profundizarse, se apoya en tres pilares fundamentales:
• Concentración de la tierra,
• Concentración de los medios de producción,
• Concentración de la comercialización de los productos agropecuarios.
Con respecto al primer pilar del modelo de concentración, haciendo alusión al punto
analizado por Lattuada y Neiman, sobre los megraproductores, se observa una
congruencia en el trabajo de Chifarelli, Descalzi, Tieman sobre “La situación de la
Tierra y sus consecuencias sobre la Agricultura Familiar en la Provincia de Misiones”:
Este dato puede leerse como la verdadera reforma agraria que se está haciendo “de
hecho” en el país. A su vez grandes grupos económicos nacionales y extranjeros
avanzan en el control de la tierra, siendo relevante el tema de la extranjerización de la
misma ya que nos instala el problema de la pérdida de soberanía en territorios enteros
como por ejemplo grandes partes de la patagonia y el norte misionero. En la década de
los 90´ millones de hectáreas han pasado a manos del capital extranjero, proceso que
se ve acelerado con la devaluación del peso. Algunas cifras relevantes que ilustran esta
situación: (Chifarelli, Descalzi, Tieman, 2011. Pág. 3 y 4).
Por lo expuesto hasta aquí, quede demostrada la similitud de argumentos entre ambos
trabajos con respecto a la concentración de la tierra. Queda demostrado, que sea cuál
fuese el autor que analice las consecuencias de esta problemática, todos coincidirán que
“la concentración de la tierra” es uno de los pilares fundamentales en el modelo de
concentración productivo.
Gremialismo y poder.
Si bien, durante los años ´90 se han generado cambios en la estructura del sindicalismo
y gremialismo rural, a la vez, algunas características particulares de cada actor se han
mantenido. Hubo comportamientos y situaciones, que simultáneamente han mantenido
una lógica de carácter “tradicional”, al mismo tiempo que se estaba en presencia de
nuevas institucionalidades, nuevos temas y nuevos actores. La lógica de acción tampoco
ha sido en el período siempre la misma: se fue construyendo sobre ambivalencias y
estrategias distintas, no siempre coherentes entre sí.
En materia de relaciones de trabajo, cambiaron casi todas y cada una de las dimensiones
que conformaban el sistema nacional de relaciones laborales. Los abordajes teóricos de
carácter macro social (que priorizan temáticas vinculadas con la legislación, marcos de
representación y reglamentaciones), así como los de carácter micro social (que enfatizan
los estudios sobre las políticas de gestión de personal, tales como ingresos, modalidades
de contratación, sistema de remuneraciones, entre otras), son insuficientes de manera
aislada para explicar los cambios habidos en las relaciones laborales en el país. Las
transformaciones se verificaron tanto en el cambio de los institutos legales, en los
modelos de distribución económica, cuanto en transformaciones tecnológicas y
organizacionales, y así también en las modalidades de contratos de empleo.
En la década del ‘90 se inaugura un cambio de escenario para los actores del mundo
productivo: el modelo de crecimiento de la economía basado en el dinamismo de un
sector industrial protegido y orientado al mercado interno estaba definitivamente
quebrado. La internacionalización de los mercados y de las economías establece nuevos
parámetros para la competitividad de las empresas. Se incorporan nuevos métodos de
producción, así como nuevas modalidades de vinculación entre firmas.
De esta manera, tanto las entidades gremiales del agro, como los sindicatos, perdieron
parte del poder que tuvieron durante la etapa sustitutiva de importaciones para influir o
vetar las políticas, en su lugar fueron los grupos económicos, los agentes internacionales
de créditos, e inversores los que tomaron el puesto de interlocutores en las decisiones
estatales.
Esta nueva etapa comienza a consolidarse desde principios de los ‘90 -por medio de la
reestructuración productiva, la innovación tecnológica y la globalización-, también el
estado se retira del centro de la escena. En su repliegue, desarticula los institutos
Frente a este escenario de los años ´90, los gremios y entidades del sector agrario se han
visto en la necesidad imperiosa de reestructurar sus funciones, debido a los cambios
surgidos en ésta década, tanto desde afuera, como hacia adentro.
Hacia fuera, las entidades estaban amenazadas por el abandono del Estado en las
actividades de intervención y redistribución intersectorial del excedente agropecuario.
En esta etapa, se esperaba que los interlocutores sectoriales fueran más específicos (por
producto o actividad), que las asociaciones reivindicativas desplazaran el contenido
político-ideológico de sus funciones gremiales y sus acciones defensivas por una
actividad pro-positiva y de colaboración, con carácter predominantemente técnico-
profesional, asumiendo responsabilidades comparativas en la implementación de las
iniciativas gubernamentales, y que presentaran una mayor variedad de servicios a sus
asociados.
Desde adentro, a su vez, los asociados exigían una red de representación de intereses
agropecuarios más amplia y heterogénea en cuanto a sus actores y que diera cuenta de
sus necesidades y demandas; en consecuencia, presionaba a una adaptación de las
corporaciones históricas para satisfacer aquellas demandas ante el riesgo de perder sus
“clientelas” y su rol de interlocutor válido en los ámbitos públicos.
Todo esto, sumado a nuevas expectativas y necesidades de los sectores agrícolas más
empresariales (tecnológicos y de gestión), se tradujo en una demanda de
transformaciones en las formas asociativas y en sus estrategias de acción colectiva.
CONCLUSIONES
El tema central en estudio, los cambios en la estructura social agraria a partir de las
políticas neoliberales de la década del ´90 ha sido analizado en reiteradas situaciones
por numerosos especialistas e intelectuales en prácticamente todo el mundo. Las
conclusiones a las que se han llegado en los estudios, prácticamente son similares en
todos los casos, tal vez debido a la proximidad histórica de los hechos, o tal vez a que
las consecuencias de los mismos hoy son parte del presente.
A lo largo del trabajo se han identificado los principales condicionantes que impactaron
en la evolución de los costos, ingresos, márgenes y rentabilidad de las explotaciones
agrícolas, teniendo especialmente en cuenta sus efectos variables según las diferencias
de envergadura económica y escala de producción.
Por todo lo expuesto en este trabajo, y más aún, que las consecuencias del
neoliberalismo, aún en la actualidad son visibles, se pude inferir que la teoría expuesta
al comienzo del mismo es aceptada.
Las políticas micro y macroeconómicas liberales de los años ´90, fueron las
responsables del proceso de concentración y exclusión en la estructura social agraria
argentina.
BIBLIOGRAFIA
- Aldo Ferrer. La Economía Argentina. Desde sus orígenes hasta mediados del siglo
XXI., Edición 2010, Buenos Aires. Editorial Fondo de Cultura Económica.
- Norma Giarraca. De las fincas y las casas a las rutas y las plazas: las protestas y las
organizaciones sociales en la Argentina de los mundos “rururbanos”. Una mirada desde
América Latina. Sociologías, Porto Alegre, año 5, Nº 8, p. 250-283, 2003.
Fuente: http://smlk.es/socio