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Rastreando el origen pedagógico del modelo

educativo por competencias



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Reseña
El siguiente artículo intenta develar las intenciones pedagógicas del modelo por
competencias. La delgada línea que separa la competencia instrumental con la competencia
para la formación integral, parece sutil y cobra alta relevancia en las finalidades que pretende;
mientras que la primera responde a exigencias socio-económicos específicas, de sectores que
han construido su visión mundo, el gran orden mundial de unos cuantos, la competencia con
visión pedagógica trasciende a intereses globalizadores.

Una mirada a los enfoques que se encaminan a pensar que los cambios pueden ser positivos
para el bien común, constituyendo lo que podemos denominar como el paradigma teleológico
de la educación al que sirven los sistemas escolares (Gimeno, 2011).

El modelo por competencias constituye el enfoque educativo más sobresaliente de nuestros


tiempos, incluye una visión pedagógica acorde con el saber, saber hacer, saber ser que
demanda la sociedad actual, se ha convertido en un "paradigma".

Palabras clave

competencias, educación, pedagogía, formación, globalización.

Autor
Mtro. Pedro Chagoyán García
Maestro en pedagogía con estudios de Doctorado en Educación.
Académico de licenciatura y maestría asignado al área de investigación
Escuela Normal Superior Oficial de Guanajuato.
Correo electrónico: chagoyanes@gmail.com

Rastreando el origen pedagógico del modelo educativo por competencias


Los modelos educativos emergen de escenarios sociales, culturales y políticos determinados
por la sociedad, encarnan la visión del gran ideal sobre el "hombre a formar". Se encadena
en este modelo la idea elemental del ciudadano educado bajo el compendio de conocimientos
que aglutina una cultura con una visión "durkheimniana", el legado de una generación a otra,
la educación vista como una institución social; el gran plan educativo nace desde el
pensamiento pedagógico posmoderno con la puesta en marcha de la instrumentalización de
todos aquellos elementos que le confieren y hacen necesaria la acción educativa.

Los nuevos enfoques educativos pretenden responder a un sinfín de necesidades sociales y


son planteados para contrarrestar la poca o nula efectividad de los anteriores. El deseo
orientador puesto en los enfoques se encamina a pensar que los cambios pueden ser positivos,
para un bien común. Constituye lo que podemos denominar como el paradigma teleológico
de la educación al que sirven los sistemas escolares (Gimeno, 2011). Los enfoques educativos
no van solos, se acompañan de un sinnúmero de expectativas de diversos actores sociales;
ven en ellos la panacea para el cambio o una moda pasajera, es por ello que su aceptación se
convierte en la discusión interminable de aquellos que están directamente involucrados,
cruzando discursos, epistemológicos, pedagógicos, políticos y sociales. Cada uno desde su
trinchera ideológica defiende o desacredita a las nuevas estrategias educativas.

"Cada vez que se inicia una reforma se produce una ofensiva conservadora que trata
de hablar de la pérdida de valores y de los errores que se producen con los cambios"
(Delval, 1990).

Los cambios educativos enarbolan un lenguaje pedagógico que sugiere una visión inexistente
en el pasado, a ciencia cierta, se recogen tradiciones pedagógicas antes probadas, lo
aparentemente novedoso se fundamenta con marcos teóricos de grandes pensadores
educativos de antaño. Esto sugiere que no existen modelos educativos que planteen
profundos cambios pedagógicos, se esbozan nuevas estrategias didácticas frente a escenarios
diversos y la concepción de formación se sitúa bajo nuevas perspectivas de la época en que
se gesta, es decir, sólo cambia el escenario y los actores; las filosofías pedagógicas hoy día
se hacen y rehacen frente a una base pedagógica ya existente, lo construido en otros
momentos históricos se retoma para replantear los modelos educativos actuales.

Es el caso del "modelo por competencias", que es posible rastrear su origen pedagógico e
intentar comprender sus lógicas, siempre bajo la mirada educativa, sin negar que toda
estrategia educacional lleva consigo una carga política que la enaltece y que se caracteriza
por acciones que pueden inclusive contradecir la esencia de lo que se busca.
Con la modernidad el concepto hombre
cambia; ciencia y tecnología desplazan las finalidades ontológicas del ser humano por la
búsqueda del logos (conocimiento), reconfigura nuevas formas de percibir la realidad. "El
dominio de la racionalidad instrumental (como lo dijo Weber) o (como lo articuló Marx) del
rol determinante de la economía: las bases de la vida social condujo a una progresiva
emancipación de la economía de sus tradicionales ataduras políticas, éticas y culturales"
(Bauman, 2000). La institución escolar se erige como centro del conocimiento, emergen
pedagogías de diversas tradiciones del pensamiento buscando la configuración del "hombre";
así, el estructuralismo construye su noción mediante pedagogías con una visión reproductiva
basado en el instruir e informar, mientras que la llamada escuela nueva transfiere el
pensamiento del hombre positivista con un saber actuar, instruyendo en el hacer científico;
por otro lado las concepciones existencialista, personalista y comunista transfieren en sus
modelos educativos una pedagogía transformadora encaminada a la formación de la
personalidad, socialización y liberación del individuo. Todas ellas, conforman grandes
tradiciones teóricas pedagógicas bien fundamentadas que se traducen en didácticas
educativas, intentando responder a épocas, contextos diferenciados, métodos, técnicas y
destinatarios. La escuela se transforma en el aparto ideológico por excelencia ante una
complejidad social de gran incertidumbre:

"se cuestiona su función social y la naturaleza del quehacer educativo como


consecuencia de las transformaciones y cambios radicales tanto en el panorama
político y económico, como en el terreno de los valores, ideas y costumbres que
componen la cultura" (Pérez, 1998).

El mundo posmoderno es alcanzado por estas visiones pedagógicas, la idea de superación de


lo moderno no es tal, pues se continúa con la concepción racionalista, situándose en el
dominio del hombre sobre la naturaleza, rechazando lo humano y su trascendencia. En
contraposición del hombre instrumentalista y los métodos conductistas adoptados para su
educación, emerge una postura epistemológica llamada "constructivismo".

Esta corriente del pensamiento fundamentada filosóficamente en el humanismo, concibe al


hombre como un ser que busca la trascendencia y su autorrealización mediante una escala de
valores y un compromiso responsable con los demás, una vivencia en comunidad. Por otro
lado, plantea una visión psicopedagógica que entiende a los seres humanos como creadores
activos de su propio conocimiento, basados en lo que se sabe, mediante la interacción con
otros y el medio. (Pimienta, 2007). El conjunto teórico que nutre al constructivismo va desde
Piaget, Vygotsky, Ausubel y Bruner, entre otros, todos coinciden en poner en el centro el
aprendizaje, es decir, el estudiante es el principal actor de la acción educativa, es quien vive
su propio proceso formativo de manera individualizada y única, y la enseñanza debe
concentrarse en crear condiciones y ambientes que faciliten la comprensión. El
constructivismo en la educación rechaza las metodologías conductistas, aquellas que definen
las formas por las que habrá de transitar conocimiento en el estudiante, así como los métodos
memorísticos o de repetición, contrario al esquema de aprendizaje significativo.

Sin embargo, este enfoque educativo constructivista no fue suficiente para contrarrestar el
fuerte empuje ideológico de "la globalización", empeñado en homogenizar y estandarizar al
individuo; la depredación cultural que hace este modelo económico socava la identidad de
las personas; la conquista del mercado presupone un asalto a las ideas, a la forma de pensar,
inclusive a las formas de ser, gustos e intereses, con una sola bandera "lo económico".
Cambia el concepto hombre; satisfacción de vida y felicidad de la persona se constriñen a lo
material; la homogenización marca la pauta en la construcción de las ideas a través de los
medios; las subculturas ganan adeptos en cuanto al nuevo modelo de felicidad planteado
desde lo mercadológico; el "hombre economicus", deja como secuela la deshumanización:

"es un mito global que las sociedades que llegan a industrializarse, alcanzan el
bienestar, reducen sus desigualdades extremas y facilitan a los individuos el máximo
de felicidad. Esa concepción tecnoeconómica ignora los problemas humanos de la
identidad, de la comunidad, de la solidaridad, de la cultura" (Morin, 2006).

El modelo del constructivista queda soslayado al surgir nuevos actores que se empeñan en
plantear las necesidades de la educación en este gran escenario global bajo una mirada
económica. Los intereses económicos del capitalismo mundial son impuestos como "tabula
rasa" por organismos hegemónicos que plantean políticas educativas que no precisamente
buscan la trascendencia en el ser humano, estos actores llamados OCDE (Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico), BM (Banco Mundial), FMI (Fondo Monetario
Internacional) han puesto la educación bajo una sola noción de "calidad," y derivado de esto
el estándar y alto desempeño son los rasgos más importantes para entender al hombre
educado.

Esta sería una lógica consecuente de la era global si el "hombre economicus" fuera altamente
materialista y deshumanizado por la estructura social dispuesta donde la formación requerida
debería ser altamente instrumentalista, centrada sólo en la pasividad conductual más que en
la posibilidad de la comprensión y reflexión, pero la pedagogía llama a lo contrario; siempre
apegándose a la naturaleza del ser humano y sus cualidades (ser pensante con emociones), a
la formación integral del individuo.

Estas políticas educativas permanecen distantes ante la definición del concepto hombre que
se requiere para contrarrestar la era global. La educación sigue siendo el único aparato social
que permite desenmascarar los sistemas hegemónicos impuestos, la política de la
complejidad como diría Morín:

"La política de la complejidad requiere del pensamiento complejo para enfrentar los
problemas que implican incertidumbres, imprevisibilidades e interdependencias"
(Morín, 2006).
La educación siempre pensante y avasallante culmina en una de sus mejores visiones de la
formación con las ideas de Jacques Delors y Edgar Morín. En el caso de Delors en 1996
elabora para la UNESCO una propuesta para elevar la calidad de la educación basada en una
perspectiva más humanista del aprendizaje "la educación encierra un tesoro", sus cuatro
pilares: aprender a conocer, aprender hacer, aprender a convivir, y aprender a ser, constituyen
el eje fundamental de la formación integral. Para Delors "las políticas educativas deben ser
como un proceso permanente de enriquecimiento de los conocimientos, de la capacidad
técnica, pero también, y quizás sobre todo, como una estructuración privilegiada de la
persona y de las relaciones entre individuos, entre grupos entre naciones" (Delors, 1996).

Aquí hablar de calidad es hacerlo desde la esencia de mejores desarrollos en todos los
sentidos, no desde el estándar o la homogeneidad del desempeño, no desde la manipulación
instrumental, es situar al hombre como eje fundamental de su propio porvenir

"es hacer del progreso y del conocimiento un instrumento del género humano, no de
discriminación" (Delors, 1996).

Esta es la delgada línea que separa la competencia instrumental con la competencia para la
formación integral; parece sutil pero cobra alta relevancia en las finalidades que pretende,
mientras que la primera responde a pedimentos socio-económicos específicos, a sectores que
han construido su visión mundo, el gran orden mundial para unos cuantos, la competencia
con visión pedagógica trasciende a intereses globalizadores.

Aquí comienza a gestarse el "modelo por competencias para la educación" cuando Edgar
Morín en 1999 descarga su pensamiento reflexivo en una prospectiva sobre la educación, un
trabajo para la UNESCO sobre cómo educar para un futuro sostenible en su obra magna "Los
siete saberes necesarios para la educación del futuro":

 Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión: el conocimiento del conocimiento


serviría de preparación para afrontar riesgos permanentes de error y de ilusión que no
cesan de parasitar la mente humana.
 Los principios de un conocimiento pertinente: la supremacía de un conocimiento
fragmentado según las disciplinas impide operar el vínculo entre las partes y las
totalidades. Es necesario desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para
ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto.
 Enseñar la condición humana: el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico,
cultural, social e histórico. Es esta unidad compleja de la naturaleza humana la que está
completamente desintegrada en la educación a través de las disciplinas y que
imposibilita aprender lo que significa ser "humano".
 Enseñar la identidad terrenal: el conocimiento de los desarrollos de la era planetaria que
van a incrementarse en el siglo XXI y el reconocimiento de la identidad terrenal que
será cada vez más indispensable para cada uno y para todos, debe convertirse en uno de
los mayores objetos de la educación.
 Enfrentar las incertidumbres: las ciencias nos han hecho adquirir muchas certezas, pero
de la misma manera nos han revelado, en el siglo XX, innumerables campos de
incertidumbre. La educación debería comprender la enseñanza de las incertidumbres
que han aparecido en las ciencias físicas (microfísica, termodinámica, cosmología), en
las ciencias de la evolución biológica y en las ciencias históricas.
 Enseñar la comprensión: la comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la
comunicación humana. Teniendo en cuenta la importancia de la educación para la
comprensión en todos los niveles educativos y en todas las edades, el desarrollo de la
comprensión necesita una reforma de las mentalidades.
 La ética del género humano: la educación debe conducir a una «antropo-ética»,
considerando el carácter ternario de la condición humana, que es el de individuo-
sociedad-especie. La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Ella debe
formarse en las mentes a partir de la conciencia de que el humano es al mismo tiempo
individuo, parte de una sociedad, parte de una especie (UNESCO, 1999).

El modelo por competencias se constituye como el enfoque educativo más sobresaliente de


nuestros tiempos, incluye una visión pedagógica acorde con el saber, saber hacer, saber ser
que demanda la sociedad actual, se ha convertido en un "paradigma" -como diría Kunh-
reconocido y aprobado por una comunidad científica, aceptado como modelo para solucionar
y crear desarrollos, quien no está dentro del paradigma está fuera de los modelos teóricos
más actuales y suele ser rechazado. El modelo por competencias puede pensarse a priori
desde la formación más instrumental del desempeño y el estándar o en la riqueza que subyace
de la visión sobre la formación integral del ser humano, donde el conocimiento, habilidades,
destrezas, actitudes y valores se conjugan para hacer un todo indisoluble. Toca al maestro
plantearse desde qué arista quiere empujar con su propuesta didáctica pedagógica, reflexionar
sobre la finalidad de su acción docente y la trascendencia de su formación. Hoy más que
nunca se requiere una cruzada educativa en pos de crear personas con más desarrollos
cognitivos, prácticos y éticos para la transformación social.

Nota: Entendido como un dogma, una doctrina sostenida por una organización de autoridad
que no admite réplica, como tal una forma extremista de imponerse.

Bibliografía

 Bauman, Zygmunt. (2000). Modernidad líquida. Argentina: Fondo de Cultura


Económica .
 Delval, Juan. (1990). Los fines de la educación. España: Siglo XXI.
 Gimeno, Sacristán. (2011). Educar y convivir en la cultura global. Madrid: Morata.
 Morín, Edgar. (1999).Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Francia:
UNESCO
 Morin, Edgar. (2006). Educar en la era planetaria. Barcelona: Gedisa.
 Delors y otros. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe de la UNESCO de la
comisión internacional sobre la educación para el siglo XXI. Madrid: Santillana-
UNESCO.
 Pérez, Gómez. Á. (1998). La cultura escolar en la sociedad neoliberal. Madrid: Morata.
 Pimienta, Julio. (2007). Metodología Constructivista. México: Pearson Educación.
Enlaces de interés
 COEPES Guanajuato
 Revista electrónica de la COEPES

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