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Universidad Tecnológica de Pereira

Licenciatura en filosofía

Seminario de Racionalismo

Concepto de interioridad en Descartes

Por: Maryury García

Presentado a: Leonardo Londoño

Semestre lll 05/06/2015

Concepto de interioridad en Descartes


En el siguiente texto me propongo plantear de forma inductiva una
aproximación al desarrollo del concepto de interioridad. En dicha forma se
intentará pasar de ciertos casos particulares a una concepción de la apertura de
dicho concepto a partir de Descartes y su cogito, y de las consecuencias de ello
alrededor de toda la cultura moderna.

Es principal partir entonces desde la concepción cartesiana del “Cogito ergo


sum” (Pienso y luego soy). Dicha postura es de gran importancia para el
desenvolvimiento de lo que deseo plantear en cuanto al concepto de
interioridad. Para Descartes interior significa verdad, en su verdad se
fundamenta la proposición de que en el interior se encuentra una certeza
fundamental y fundadora. Aunque yo pueda llegar a dudar de la existencia de
todo lo que es a mí alrededor, todo lo que me represento mediante mis sentidos
e incluso mis pensamientos, no puedo llegar a dudar de que soy.

A parte de la postura cartesiana que gira alrededor de la concepción del uso de


la razón, se muestra también en sus escritos una diferencia notoria a la tradición
que se manejaba anterior a él. Dicha particularidad se fundamenta en la
escritura, La filosofía cartesiana debe ser comprendida no solo desde el sentido
que expresan sus textos, sino también de la forma como están escritos, el estilo
literario se muestra como una literatura íntima y subjetiva. Frondizi menciona
el hallazgo de la concepción de Descartes diciendo:

La concepción moderna del yo se inicia cuando Descartes descubre el


Cogito. Verdadero hallazgo a pesar de la similitud externa con las doctrinas
de San Agustín y Campanella pues el Cogito adquiere en Descartes un
sentido que no había tenido hasta entonces y que es el que impulsará al
pensamiento moderno por derroteros antes no transitados”. (Frondizi,
1945).

Dicho sentido se vislumbra en el paso del “cogito” a la “res cogitans”. Del


pensar a la substancia pensante. Y así también un cambio en la filosofía, un
pasaje del sentido restringido de la filosofía como doctrina al sentido justo de la
filosofía como existencia.

La interioridad para Descartes tiene una importancia singular ya que, es en ella,


que se encuentra el fundamento de las certezas del ser humano, la certeza de ser
a pesar de mis dudas. La forma literaria de sus escritos se basa en una
descripción desde el “yo”, con la instauración del “cogito ergo sum”; un “yo”
trascendental que se presenta para determinar una unicidad de los conceptos ya
definidos. Uno de los rasgos de la particularidad correspondiente al autor
mencionado es a lo que se llama "solipsismo" en Descartes, una especie de
monologo interior en el cual, para alcanzar la certeza, la importancia de los
demás no es tan notoria.

En orden histórico se da la separación entre la teología y la razón, y la


consideración de la praxis traída desde Aristóteles empieza a tomar relevancia.
La búsqueda de la filosofía está dirigida hacia el encuentro con la verdad,
concepción que comparte Abbagnano y en la que afirma que:

(…)El problema de la filosofía es el problema de la justificación y del


fundamento humano de todo trabajo de indagación y de elaboración de toda
doctrina. Es el problema de aquello que es la filosofía en su significación
humana, en aquella significación que una doctrina puede encarnar más o
menos, pero de la cual siempre debe derivar su verdad. (Abbagnano, 1997)
En la concepción cartesiana la verdad está en la razón, y no solo en ello sino en
el buen uso de ella, “el buen sentido” que guía al hombre hacia una distinción
de lo verdadero y lo falso, para llegar a las ideas claras y distintas, siendo la
razón común a todos.

Vale aclarar que el cogito no encierra al hombre en la interioridad de su yo en


Descartes, este es una apertura hacia la percepción clara y distinta del mundo y
una realidad que se encuentra mucho más allá, pero que parte principalmente de
la concepción de la existencia propia del hombre.

Más aun, el problema de la unidad del yo es el fundamento existencial de la


racionalidad, no puede concebirse un racionalismo sin la conciencia del
pensamiento, me permito citar de nuevo a Abbagnano en su razonamiento sobre
el yo y la razón:

Con el problema del yo, considerado y planteado en su autenticidad, está


en conexión el problema de la razón. EI acto con que el yo se retrae de la
dispersión de sus actitudes incoherentes a la unidad sustancial de su
problematicidad, es el mismo acto con que se pone frente a esas actitudes
como principio o actividad judicativa, como inteligencia o razón.
(Abbagnano, 1997, pág. 76)

La situación en la que se encuentra el yo en el mundo es por tanto fundamental.


Por otra parte dicha concepción abre paso a la recuperación de la subjetividad y
al encuentro con un principio de individualidad que después de Descartes se
plasmó casi como una doctrina, “El existencialismo”. De este hablaré después
para concluir la suma importancia de la apertura de dichos factores.

Por ahora para ultimar el argumento de la unión de razón y existencia, me


parece necesario comprender bien el desarrollo de la duda metódica cartesiana,
ya que en párrafos anteriores no se amplió completamente y es esta principal
para la concepción del “yo”. Según Descartes se debe dudar de todo para
alcanzar los principios que pueden establecerse como verdaderos, y puesto que
no hay nada más verdadero que la conciencia misma de que estoy dudando, esta
se establece como la verdad más segura.

(…)Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y


verdadero, lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien,
he experimentado a veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente
no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez. Pero,
aun dado que los sentidos nos engañan a veces, tocante a cosas mal
perceptibles o muy remotas, acaso hallemos otras muchas de las que no
podamos razonablemente dudar, aunque las conozcamos por su medio;
como, por ejemplo, que estoy aquí, sentado junto al fuego, con una bata
puesta y este papel en mis manos, o cosas por el estilo. (Descartes, 1995)

Con la cita mencionada anteriormente no solo deseo mostrar el modo en que


plantea Descartes la duda metódica, sino también mostrar la manera en la que
desarrolla su escritura, y con ello constatar así lo mencionado anteriormente
sobre su intimidad y subjetividad.

Ahora bien el punto que quiero ampliar en vista del concepto de interioridad de
Descartes es la importancia relevante que tuvo en los siglos siguientes y con
ello hago cierto énfasis en el siglo XX, para retomar entonces el surgimiento
del existencialismo. Dicha doctrina concuerda con el desarrollado concepto de
interioridad, no se puede decir precisamente de qué manera se generó su
apertura, ni que factores exactos cooperaron con su desarrollo, pero pueden
mencionarse aproximaciones y me atrevo a mencionar a Descartes como uno de
los factores que influyo en la doctrina existencial.

La recuperación de la subjetividad es el paso fundamental de lo que intento


representar, y con ello el principio de individualidad y de deliberación, en el
existencialismo la importancia de la concepción del yo es manejada con gran
aceptación. El existencialismo es el concepto de la filosofía como existencia, a
diferencia de la concepción cartesiana, el existencialismo se basa en la prioridad
de la vida sobre la razón, así se menciona en ciertas descripciones acerca de
dicha doctrina:

La relación hombre-mundo es, pues, el único tema de toda filosofía


existencialista. Ahora bien, en el existencialismo, este tema carece de
todo matiz idealista. El ser del mundo no está en el hombre, o en la
conciencia, no está "puesto" por el hombre o por su conciencia, sino que
es un ser trascendente que se anuncia y se manifiesta como tal en las
estructuras que constituyen el hombre. (Abbagnano, Historia de la
Filosofia, 1949)

Así pues el existencialismo se centra en el esclarecimiento y la interpretación


de los modos de manifestación del mundo al hombre y la determinación y
condicionamiento de sus posibilidades. Sin embargo sin la principal concepción
del ser como sustancia pensante habría sido casi que imposible la concepción
de posturas tales como el personalismo, el existencialismo o el humanismo, y
este es entonces el mérito que debemos a Descartes.

Soren Kierkeggard filósofo existencialista, plantea cierta crítica en contra de


Descartes argumentando que en este el bien se establece al tener un
pensamiento coherente y claro en el que las pasiones no pueden salirse de los
límites impuestos por la razón, para Kierkeggard la única manera de
autoconocimiento es el reconocimiento de la angustia que sentimos ante los
límites que tenemos impuestos. La defensa individual de cada persona permite
el desarrollo de la vida misma, y la angustia es un pensamiento positivo por qué
me pertenece a mí.

Otros filósofos existencialistas como Karl Jaspers consideraron la existencia y


la razón unificadas. Sobre la filosofía de Jaspers se dice qué: “se comparte con
la fenomenología la intencionalidad de la conciencia y el de la apofanticidad de
la razón. Pero el carácter apofántico o revelativo de la razón consiste
esencialmente, según Jaspers, en la capacidad de aclarar la existencia misma”
(Abbagnano, Historia de la Filosofia, 1949)

Dichas posturas poseen de cierto modo gran influencia del método cartesiano,
directa e indirectamente. Por ello aunque suene reiterativo concluyo mi postura
con la tesis que se sostiene durante todo el texto. La concepción del concepto de
interioridad es de base fundamental para el desarrollo del yo y de la filosofía de
la existencia.

Bibliografía
Abbagnano, N. (1949). Historia de la Filosofia. Barcelona: HORA, S.A.

Abbagnano, N. (1997). Introducción al existencialismo. Mexico: Fondo de cultura


economica.

Descartes, R. (1995). Discurso del metodo-Meditaciones Metafisicas. Argentina:


Porrua s.a.

Frondizi, R. (1945). Substancia y función en el problema del yo. Buenos Aires:


EDITORIAL LOSADA, S. A.

Reale, G. Antiseri, D.(1988) Historia del pensamiento filosófico y científico tomo


tercero. Barcelona: Herder s.a

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