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SELECCIÓN DE TEXTOS DE HEGEL

“Fenomenología del espíritu”: FE


“Ciencia de la lógica”: CL
“Enciclopedia de las ciencias filosóficas”: E
“Principios de la filosofía del derecho”: FD
“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”: FH
“Lecciones sobre la historia de la filosofía”: HF

1. “La idea que es para sí, considerada en esta unidad consigo, es intuir; y la idea que
intuye es naturaleza. Pero como intuición la idea es puesta por la reflexión externa en la
determinación unilateral de la inmediatez o la negación. La libertad absoluta de la idea
es, sin embargo, que no transita meramente a la vida, que tampoco como conocimiento
finito la hace parecer en sí, sino que se decide en la absoluta verdad de sí misma a
desprender de sí libremente como naturaleza el momento de su particularidad o del
primer determinar y ser otro, la idea inmediata como su reflejo” (E).

2. “El manifestarse, que como manifestarse de la idea abstracta es transición inmediata,


devenir de la naturaleza, es, como manifestarse del espíritu, que es libre, poner a la
naturaleza como su mundo; un poner que como reflexión es, al mismo tiempo,
presuponer el mundo como naturaleza independiente” (E).

3. “Por consiguiente, la lógica tiene que ser concebida como el sistema de la razón pura,
como el reino del pensamiento puro. Este reino es la verdad tal y como es en y para sí
misma, sin envoltura. Puede decirse, por tanto, que este contenido es la exposición de
Dios, tal como es en su esencia eterna antes de la creación de la naturaleza y de un
espíritu finito” (CL).

4. “A la filosofía, empero, le son atribuidos pensamientos propios, que la especulación


produce por sí misma, sin consideración a lo que existe; y con esos pensamientos se
dirige a la historia, tratándola como un material, y no dejándola tal como es, sino
disponiéndola con arreglo al pensamiento y construyendo a priori una historia” (FH).

5. “Si llamamos concepto al movimiento del saber, y objeto al saber como unidad quieta
o como yo, entonces vemos que no sólo para nosotros, sino para el saber mismo, el
objeto corresponde al concepto. O si, de otro modo, se llama concepto a lo que el objeto
es en sí, y objeto a lo que es como objeto o para un otro, entonces se pone de manifiesto
que el ser en sí y el ser-para-un-otro es lo mismo; pues el en sí es la conciencia; pero es
igualmente aquello para lo que un otro (el en sí) es; y es para ella que el en sí del objeto
y el ser de éste para un otro es lo mismo; yo es el contenido de la relación y el
relacionar mismo; es él mismo frente a otro, y se extiende a la vez sobre este otro, que
para él es igualmente sólo él mismo” (FE).

6. “Pero, de hecho, la autoconciencia es reflexión, que desde el ser del mundo sensible y
percibido, es esencialmente el retorno desde el ser otro. Como autoconciencia, es
movimiento; pero, en cuanto se distingue solamente a sí mismo como el sí mismo de sí,
la diferencia es superada para ella de un modo inmediato como un ser otro; la diferencia
no es, y la autoconciencia es solamente la tautología sin movimiento del yo soy yo; en
cuanto que para ella la diferencia no tiene tampoco la figura del ser, no es
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autoconciencia. Así pues, para ella el ser otro es como un ser o como un momento
diferenciado; pero para ella es también la unidad de sí misma con esta diferencia como
segundo momento diferenciado” (FE).

7. “Pero, en esta satisfacción la autoconciencia pasa por la experiencia de la


independencia de su objeto. El deseo y la certeza de sí misma alcanzada en su
satisfacción se hallan condicionadas por el objeto, ya que la satisfacción se ha obtenido
mediante la superación de este otro; para que esta superación sea, tiene que ser este otro.
Por tanto, la autoconciencia no puede superar al objeto mediante su actitud negativa
ante él; lejos de ello, lo reproduce así, como reproduce el deseo. Es, en realidad, un otro
que la autoconciencia la esencia del deseo (…) La autoconciencia sólo alcanza su
satisfacción en otra autoconciencia” (FE).

8. “En tanto que una autoconciencia es el objeto, éste es tanto yo como objeto. Con ello
está presente ya para nosotros el concepto del espíritu. Para la conciencia llegará más
adelante la experiencia de lo que es el espíritu, esta sustancia absoluta que en la perfecta
libertad e independencia de su oposición, a saber, de distintas autoconciencias que son
para sí, es la unidad de las mismas; yo que es nosotros, y nosotros que es yo. La
conciencia sólo tiene en la autoconciencia, en cuanto concepto del espíritu, su punto de
giro, en el que la conciencia, a partir de la apariencia de color del más acá sensible y de
la noche vacía del más allá suprasensible, ingresa en el día espiritual del presente” (FE).

9. “En cambio, el trabajo es deseo inhibido, desaparecer detenido, esto es, el trabajo
forma. La relación negativa con el objeto se convierte en la forma del mismo y en algo
que permanece, precisamente porque el objeto tiene independencia para el trabajador.
El medio negativo o el hacer formativo es al mismo tiempo la individualidad o el puro
ser para sí de la conciencia, que ahora en el trabajo se presenta fuera de ella en el
elemento de lo permanente; por tanto, la conciencia que trabaja llega así a la intuición
del ser independiente como de ella misma” (FE).

10. “Pero en tanto que para nosotros o en sí la forma y el ser para sí es lo mismo y en
el concepto de la conciencia independiente el ser en sí es la conciencia, entonces el lado
del ser en sí o de la coseidad, que recibió su forma en el trabajo, no es otra sustancia que
la conciencia, y ha devenido para nosotros en una nueva figura de la autoconciencia;
una autoconciencia que se es la esencia como la infinitud o el puro movimiento de la
conciencia; que piensa o es una autoconciencia libre. Pues se llama pensar a serse
objeto no como yo abstracto, sino como yo que tiene al mismo tiempo el significado del
ser en sí, o comportarse hacia la esencia objetiva de tal modo que ésta tenga el
significado del ser para sí de la conciencia para la que es. Para el pensamiento el objeto
no se mueve en representaciones o figuras, sino en conceptos, esto es, en un
diferenciado ser en sí, que para la conciencia no es inmediatamente nada distinto de ella
(…) En el pensamiento yo soy libre, porque no soy en otro, sino que permanezco
simplemente cabe mí mismo, y el objeto que es para mí la esencia es en inseparable
unidad mi ser para mí; y mi movimiento en conceptos es un movimiento en mí mismo”
(FE).

11. “La verdad es sólo una, es ella misma todavía abstracta y formal, y lo más esencial
es conocer que la única verdad no es sólo una proposición o pensamiento abstracto
simple, sino que es algo concreto dentro de sí mismo. Es un prejuicio habitual que la
ciencia filosófica solamente tiene que ver con abstracciones, con universalidades vacías;
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la intuición, nuestra autoconciencia empírica, nuestro sentimiento de sí, el sentimiento


de la vida es, por el contrario, lo concreto dentro de sí, lo determinado dentro de sí, lo
rico. De hecho, la filosofía está situada en el ámbito del pensamiento, por ello tiene que
ver con universalidades, su contenido es abstracto, pero sólo según la forma, según el
elemento, pero en sí misma la idea es esencialmente concreta, la unidad de distintas
determinaciones. Es en este punto en el que se distingue el conocimiento de la razón del
mero conocimiento del entendimiento, y la empresa del filosofar es mostrar frente al
entendimiento que lo verdadero, la idea, no consiste en universalidades vacías, sino en
un universal que es en sí mismo lo particular, lo determinado” (HF).

12. “La verdad de lo finito es más bien su idealidad. Igualmente, también lo infinito del
entendimiento, si se coloca junto a lo finito, y siendo así solamente uno de los dos
finitos, es un no-verdadero, algo ideal. Esta idealidad de lo finito es el principio capital
de la filosofía y toda verdadera filosofía es por ello idealismo. En definitiva, todo
consiste en no tomar como infinito a lo que por su misma determinación se convierte a
la vez en un particular y finito” (E).

13. “Lo que de hecho ocurre es que algo deviene otro y lo otro en general deviene otro.
Algo es en relación a otro ya un otro frente a ello; de este modo, puesto que aquello a lo
que pasa es completamente lo mismo que aquello que pasa (ambos no tienen otra
determinación que una sola y la misma, a saber, la de ser otro) entonces por eso en su
pasar a otro algo se junta sólo consigo mismo, y esta referencia a sí mismo en el pasar y
en lo otro es la verdadera infinitud. O, visto por el lado negativo, lo que deviene otro es
lo otro, deviene otro de lo otro. Así el ser ha sido reproducido, pero como negación de
la negación, y es el ser-para-sí” (E)

14. “Pero las diferencias son en este medio simple universal asimismo como
diferencias; pues esta fluidez universal sólo tiene su naturaleza negativa en tanto que es
un superar de las mismas; pero no puede superar las diferencias si no tienen existencia.
Precisamente esta fluidez es, como la independencia igual a sí misma, la existencia o la
sustancia de éstas, en la que, por tanto, son como miembros diferenciados o partes que
son para sí. El ser ya no tiene el significado de la abstracción del ser, ni la pura
esencialidad de las partes [el] de la abstracción de la universalidad; sino que su ser es
precisamente esa sustancia simple fluida del puro movimiento en sí mismo. Pero la
diferencia de estos miembros unos frente a otros como diferencia no consiste en
absoluto en ninguna otra determinidad que la determinidad de los momentos de la
infinitud o del puro movimiento mismo” (FE).

15. “El espíritu tiene para nosotros a la naturaleza como su presuposición, de la cual él
es la verdad y, por consiguiente, lo absolutamente primero de la naturaleza. En esta
verdad ha desaparecido la naturaleza, y el espíritu ha resultado como la idea que ha
alcanzado su ser-para-sí, cuyo objeto es el concepto tanto como es su sujeto. Esta
identidad es negatividad absoluta porque el concepto tiene en la naturaleza su perfecta
objetividad exterior, pero habiendo sido superada esta exteriorización suya, él ha
devenido en ella idéntico a sí mismo. Así que el concepto es a la vez esta identidad sólo
como regreso desde la naturaleza” (E).

16. “Según mi modo de ver, que deberá justificarse solamente mediante la exposición
del sistema mismo, todo depende de aprehender y expresar lo verdadero no como
sustancia, sino también y en la misma medida como sujeto” (FE).
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17. “Los individuos y los pueblos, mientras buscan y satisfacen sus fines, son al mismo
tiempo medios e instrumentos de algo superior y más amplio, de lo que ellos no saben
nada y que realizan inconscientemente (…) Acerca de ello me he explicado al comienzo
y he declarado nuestro supuesto (que sólo al final, sin embargo, debería presentarse
como resultado) y nuestra creencia, a saber, que la razón rige el mundo, de modo que ha
regido también la historia universal” (FH).

18. “Damos por supuesto, como verdad, que en los acontecimientos de los pueblos
domina un fin último, que en la historia universal hay una razón – no la razón de un
sujeto particular, sino la razón divina y absoluta –. La demostración de esta verdad es el
tratado de la historia universal misma, imagen y acto de la razón. Pero la verdadera
demostración se halla más bien en el conocimiento de la razón misma. Esta se revela en
la historia universal. La historia universal es solo la manifestación de esta única razón;
es una de las figuras particulares en que la razón se revela; es una copia de ese modelo
que se ofrece en un elemento especial, en los pueblos” (FH).

19. “En tanto que sólo tenemos que ocuparnos de la idea del espíritu y considerar todo
en la historia universal sólo como su manifestación, sólo tenemos que ver con lo
presente cuando recorremos el pasado, por muy extenso que pueda ser; pues la filosofía,
al ocuparse de lo verdadero, tiene que ver con lo eternamente presente ” (FH).

20. “La sucesión de los sistemas de la filosofía en la historia es la misma que la


sucesión en la derivación lógica de las determinaciones conceptuales de la idea. Afirmo
que si los conceptos fundamentales de los sistemas que han aparecido en la historia de
la filosofía se despojan de aquello que se refiere a su configuración exterior, su
aplicación a lo particular y cosas semejantes, entonces se obtienen las diferentes etapas
de la determinación de la idea misma en su concepto lógico. Y al revés, tomando el
desarrollo lógico para sí, se tiene ahí el desarrollo de los fenómenos históricos según sus
momentos principales” (HF).

21. “Podríamos formular, por tanto, como primera condición, la de recoger fielmente lo
histórico. Pero son ambiguas esas expresiones tan generales como recoger y fielmente.
El historiógrafo corriente, medio, que cree y pretende conducirse receptivamente,
entregándose a los meros datos, no es en realidad pasivo en su pensar. Trae consigo sus
categorías y ve a través de ellas lo existente. Lo verdadero no se halla en la superficie
visible” (FH).

22. “El contenido concreto de la certeza sensible hace que ésta aparezca de modo
inmediato como el conocimiento más rico, incluso como un conocimiento de riqueza
infinita a la que no es posible encontrar límite si vamos más allá en el espacio y en el
tiempo en que se despliega, como si tomásemos un fragmento de esta plenitud y
penetrásemos en él mediante la división. Este conocimiento aparece además como el
más verdadero, pues aún no ha dejado a un lado nada del objeto, sino que lo tiene ante
sí en toda su plenitud. Pero, de hecho, esta certeza se muestra ante sí misma como la
verdad más abstracta y pobre” (FE).

23. “A este algo simple, que es por medio de la negación, que no es esto ni aquello, un
no esto al que es también indiferente ser esto o aquello, lo llamamos un universal; lo
universal es, de hecho, lo verdadero de la certeza sensible” (FE).
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24. “El comienzo lo constituye lo que es en sí, lo inmediato, lo abstracto, lo general, lo


que todavía no se ha desarrollado; lo más concreto y más rico es posterior; lo primero es
lo más pobre en determinaciones (…) La conciencia sensible es evidentemente más
concreta y, aunque sea la más pobre en pensamientos, es la más rica en contenido.
Debemos, por tanto, distinguir lo concreto natural de lo concreto de pensamiento, lo
que, por su parte, es pobre en sensibilidad” (HF).

25. “Lo verdadero, así determinado en sí mismo, tiene el impulso a desarrollarse. Sólo
lo viviente, lo espiritual, se mueve, se agita dentro de sí, se desarrolla. De este modo la
idea, concreta en sí y que se desarrolla, es un sistema orgánico, una totalidad, que
contiene en sí una riqueza de fases y momentos” (HF).

26. “En tanto que el ir hacia afuera de la idea filosófica en su desarrollo no es una
transformación, un devenir hacia un otro, sino igualmente un ir-dentro-de-sí, un
profundizarse dentro [de sí], así el progresar hace a la idea, anteriormente general y más
indeterminada, más determinada en sí; el desarrollo ulterior de la idea o su mayor
determinidad es una y la misma cosa. Aquí lo más extensivo es también lo más
intensivo; la extensión como desarrollo no es una dispersión y una desintegración, sino
igualmente una cohesión, que es precisamente tanto más fuerte e intensiva cuanto más
rica y amplia es la extensión, lo que está unido” (HF).

27. “Dado que el comienzo es sólo el concepto abstracto, la idea debe determinarse en sí
misma ulteriormente. Pero este concepto abstracto del comienzo no es abandonado
nunca, sino que deviene cada vez más rico, por lo que la última determinación es la más
rica de todas. Las determinaciones que anteriormente eran sólo en sí llegan de este
modo a su libre independencia, pero de manera tal que el concepto sigue siendo el alma
que todo lo mantiene unido y que a través de un proceder inmanente alcanza sus propias
diferencias” (FD).

28. “En las ciencias empíricas se suele analizar lo que se encuentra en la representación,
y cuando se ha reconducido lo individual a lo común, se denomina entonces a esto el
concepto. Nosotros no procedemos así, pues queremos observar cómo se determina el
concepto mismo, y nos obligamos a no añadir nada de nuestra opinión y nuestro
pensamiento. Lo que obtenemos de este modo es una serie de pensamientos y otra serie
de configuraciones existentes, en las que puede ocurrir que el orden de su aparición real
en el tiempo sea en parte diferente del orden del concepto. Así, por ejemplo, no se
puede decir que la propiedad haya existido antes que la familia y, sin embargo, se trata
antes que ella. Aquí se podría plantear entonces la pregunta de por qué no comenzamos
con lo más elevado, esto es, con lo verdadero concreto. La respuesta es que queremos
ver precisamente lo verdadero en la forma de un resultado, y para ello es esencial
concebir primero el concepto abstracto mismo. Lo que es real, la configuración del
concepto, es para nosotros, pues, sólo lo que sigue, lo posterior, aunque en la realidad
sea lo primero” (FD).

29. “En el progreso del concepto científico el Estado aparece como resultado, pero al
producirse como el verdadero fundamento, elimina aquella mediación y aquella
apariencia de inmediatez. Por ello el Estado en realidad es más bien lo primero, dentro
del cual la familia se desarrolla en la sociedad civil, y es la idea misma del Estado la que
se diferencia en estos dos momentos. En el desarrollo de la sociedad civil la sustancia
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ética conquista su forma infinita, que contiene en sí los dos momentos siguientes: 1) la
diferenciación infinita hasta llegar al ser interior para sí de la autoconciencia; 2) la
forma de la universalidad, que existe en la cultura, la forma del pensamiento, por el cual
el espíritu es objetivo y real como totalidad orgánica en las leyes e instituciones, que
son su voluntad pensada” (FD).

30. “Por lo que respecta a las ciencias particulares, su elemento es ciertamente el


conocimiento y el pensar, al igual que el elemento de la filosofía. Pero sus objetos son
ante todo los objetos finitos y el fenómeno. Una colección de tales conocimientos sobre
este contenido está excluida de por sí de la filosofía, a ésta no le importa ni este
contenido ni tal forma. Ahora bien, si son ciencias sistemáticas, y contienen leyes y
principios generales, y parten de ellos, entonces éstos se refieren a un círculo limitado
de objetos. Los fundamentos últimos están, como los objetos mismos, presupuestos; ya
sea la experiencia externa o la sensación del corazón, el sentido natural o cultivado del
derecho y el deber lo que constituya la fuente a partir de la que son sacados. En su
método presuponen la lógica, las determinaciones y principios del pensar en general”
(HF).

31. “He desarrollado detenidamente en mi Ciencia de la Lógica la naturaleza del saber


especulativo, por lo que en este compendio sólo se agregará ocasionalmente alguna
aclaración sobre el procedimiento y el método. Ante el carácter concreto y en sí tan
diverso del objeto, se ha dejado de lado el poner de relieve y demostrar en cada caso la
concatenación lógica. Esto hubiera podido resultar superfluo dado que se supone el
conocimiento del método científico, y por otra parte resultará evidente que tanto el todo
como el desarrollo de las partes descansan sobre el espíritu lógico. Quisiera que se
entendiese y juzgase este tratado teniendo en cuenta esencialmente este aspecto, pues de
lo que se trata aquí es de la ciencia, y en ella la forma está esencialmente ligada al
contenido” (FD).

32. “La proposición lo finito es ideal constituye el idealismo. El idealismo de la


filosofía no consiste más que en no reconocer lo finito como algo que es
verdaderamente (...) Una filosofía que atribuye a la existencia finita como tal un ser
verdadero, último y absoluto no merece el nombre de filosofía” (CL).

33. “Las cosas sensibles individuales están eliminadas como ideales en el principio, en
el concepto, y aún más en el espíritu, de modo que es preciso observar ahora la misma
dualidad que se ha mostrado en lo infinito, a saber, que una vez lo ideal es lo concreto,
lo que es verdaderamente, pero otra vez igualmente sus momentos son lo ideal, lo
eliminado en ello, pero de hecho es sólo un único todo concreto, del cual son
inseparables los momentos” (CL).

34. “En su determinidad propia, la dialéctica es más bien la propia y verdadera


naturaleza de las determinaciones del entendimiento, de las cosas y de lo finito en
general. La reflexión es en primer término un rebasar la determinidad aislada y un
referirla de tal modo que, puesta en relación, se mantiene por lo demás en su valor
separado. La dialéctica, por el contrario, es este rebasar inmanente en el cual se expone
la unilateralidad y limitación de las determinaciones del entendimiento tal como es, a
saber, como su propia negación. Todo lo finito es este superarse a sí mismo. Por ello, lo
dialéctico constituye el alma que mueve el progresar científico y es el único principio
por el que se confiere conexión inmanente y necesidad al contenido de la ciencia” (E).

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