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EXPERTO UNIVERSITARIO

EN UNIDAD DE CUIDADOS
INTENSIVOS

FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA
ENFERMERA EN CUIDADOS
INTENSIVOS
ENFERMERÍA EN CUIDADOS INTENSIVOS
ENFERMERÍA EN CUIDADOS INTENSIVOS

LA FIGURA DE LA ENFERMERA DE CUIDADOS CRÍTI-


COS
Definición:

Desde sus inicios como profesión, las enfermeras vienen prestando cuidados a
pacientes en estado crítico. No obstante, por las características inherentes a este
tipo de pacientes, se requiere una enfermería altamente cualificada, capaz de prestar
cuidados especializados a enfermos en una situación crítica de salud, anticipándose
en la detección de problemas, agilizando la toma de decisiones y participando en la
realización de procedimientos propios de estas unidades. La metodología utilizada
debe estar basada en los avances en cuidados de la salud, la ética y la evidencia
científica, y nunca debemos perder la visión holística del cuidado, permaneciendo
alerta a las necesidades fisiológicas, psicológicas y sociales del paciente como un
ser integral.

Una definición de la Enfermería de emergencias que proporciona la EPES (Empresa


Pública de Emergencias Sanitarias de Andalucía) es la siguiente: “profesional
enfermero con conocimientos y habilidades específicas para el cuidado de pacientes
en situación de emergencia sanitaria. En cuanto a sus actitudes, son profesionales
con un especial entrenamiento ante situaciones de estrés, por lo que han de contar
con un alto autocontrol, así como con habilidades de relación interpersonal para
interactuar no sólo con el paciente, sino también con su entorno. Por su propio
perfil, la enfermera desarrolla su actuación profesional desde su visión integral del
paciente, siendo su responsabilidad prestar los cuidados necesarios y colaborar con
las técnicas y procedimientos definidos para cada situación de emergencia”.

Competencias:

El cuidado del paciente crítico ha evolucionado hacia una especialización. La


formación y conocimientos que se precisan han de sumarse a los que podemos
considerar los tres pilares para la calidad en el trabajo de enfermería en las unidades
de cuidados críticos: autonomía profesional, responsabilidad y toma de decisiones.
La Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias nos ofrece
unas directrices sobre las competencias de la enfermería intensiva:
• Prestar atención integral al individuo resolviendo, individualmente o integrados
en un equipo multidisciplinar, situaciones críticas de salud, teniendo en cuenta la
relación coste-efectividad.

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• Cuidar enfermos que, por su situación crítica, requieran técnicas diagnósticas y/o
terapéuticas complejas.
• Diagnosticar, tratar y evaluar de forma efectiva y rápida respuestas humanas ante
problemas de salud reales o potenciales de carácter vital.
• Establecer una relación efectiva con el enfermo y su familia para facilitarles el
afrontamiento adecuado a las situaciones complejas que se dan.
• Trabajar y colaborar activamente dentro del equipo multidisciplinar aportando la
visión de experto en el área de su competencia.
• Participar en el desarrollo, implementación y evaluación de los estándares, guías
de actuación y protocolos para la práctica de la enfermería especializada.
• Gestionar los recursos asistenciales para la mejora de la relación coste-efectividad.
• Asesorar como expertos en el marco sanitario global y en todos los niveles de toma
de decisiones.
• Asesorar y educar a los usuarios y al equipo de salud sobre los aspectos directamente
relacionados con su especialidad.
• Formar al equipo de salud y a otras personas que intervienen en la resolución de
problemas de su área de especialización.
• Dirigir y orientar programas para la formación de futuros especialistas.
• Desarrollar la base científica necesaria para la práctica de la enfermería intensiva.
• Enfocar las líneas de investigación e innovación recientes relevantes para la mejora
de los resultados de los cuidados.

A estas competencias podríamos sumarles las siguientes cualidades: iniciativa,


capacidad de observación, análisis e interpretación de datos, habilidad y destreza en
procedimientos y manejo de equipos, capacidad de toma de decisiones, motivación
intrínseca que le lleve a mantener una actualización de sus conocimientos, equilibrio
emocional, responsabilidad, calidad humana y ética.

Además, durante todo su desempeño profesional, la enfermera de cuidados


críticos basará sus decisiones en el juicio clínico crítico que le permita identificar y
adelantarse a las necesidades del paciente. Este juicio clínico crítico es fruto de los
conocimientos, la lógica y el sentido común, la experiencia y, hasta cierto punto, de
la intuición.

Roles y ámbitos de actuación:

Dentro de una unidad de cuidados intensivos encontramos que enfermería desarrolla,


en mayor o menor medida, los siguientes roles:

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• Función de gestión, que permite “gestionar los recursos asistenciales (materiales,


humanos, financieros) con criterios de eficiencia y calidad”.
• Función asistencial, que se da en el 100% de los enfermeros de cuidados críticos
y que proporciona el cuidado oportuno, integral e individualizado a través de la
aplicación de la metodología enfermera (proceso de atención de enfermería).
• Función de docencia, que se desdobla en educación al paciente y educación al
equipo. La formación de los futuros profesionales de enfermería debe ser también
un objetivo para la enfermería de cuidados críticos, ya que por esa formación pasa
la calidad y excelencia aquéllos que desarrollarán en un tiempo su labor en nuestras
unidades.
• Función de investigación, como elemento fundamental de la ciencia enfermera
que permite generar conocimiento para la aplicar en la práctica y tomar nuevos
problemas que surjan de esa práctica para investigar.

No debemos olvidar que la enfermera es, además, gestora de cuidados, es decir,


en su hacer diario ha de proteger los derechos del paciente, asistirle de manera
adecuada sin olvidar las necesidades que puedan surgir en el entorno familiar,
mantener informados al paciente y la familia de la evolución y los posibles cambios
en el plan de cuidados, respetar las decisiones de éstos y servir como intermediaria
con otros miembros del equipo multidisciplinar.

En cuanto al ámbito de actuación, la enfermera de cuidados críticos tiene la


responsabilidad del desarrollo de su actividad con independencia del lugar físico donde
se encuentre el paciente. La asistencia extrahospitalaria, urgencias hospitalarias,
traslados interhospitalarios, accidentes de múltiples víctimas, catástrofes, unidades
de cuidados intermedios, unidades de reanimación postquirúrgica, etc. son algunas
de las situaciones donde estos profesionales pueden desarrollar su labor profesional.

La especialidad de Enfermería de Cuidados Intensivos es una realidad en países


como Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo,
Holanda, Gran Bretaña, Suecia y Eslovenia. Desafortunadamente, países como
España, Portugal o Italia carecen de ella.

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METODOLOGÍA ENFERMERA EN LA UNIDAD DE CUI-


DADOS INTENSIVOS
A lo largo de su historia, la disciplina enfermera ha ido creando su propio cuerpo de
conocimientos científicos. La evolución en la sociedad de la actividad de cuidar ha
supuesto la aparición de un metaparadigma enfermero dentro del cual se mueven
los diferentes modelos y teorías de nuestra profesión. También se ha desarrollado
una metodología propia, el proceso de enfermería, que permite aplicar estos
modelos teóricos a la hora de administrar cuidados, además de definir el área de
competencia de Enfermería mediante los diagnósticos enfermeros, las actividades
independientes de nuestra profesión y los resultados a conseguir con ayuda de las
taxonomías NANDA, NIC y NOC.

El uso de una metodología común y, por ende, de un lenguaje enfermero, permite la


estandarización de los cuidados de enfermería, facilitando la comunicación entre los
profesionales y la continuidad de éstos. Aunque son todavía muchos los enfermeros
que rechazan usar esta metodología, en la mayoría de los casos se debe a un
desconocimiento y/o falta de práctica de la misma que se justifica bajo argumentos
como la falta de tiempo o de recursos en la unidad. Es importante tomar conciencia de
las ventajas que la estandarización de los cuidados y el proceso enfermero suponen,
además de diferenciarnos como disciplina y de dar forma a nuestra profesión.

Modelos y teorías de enfermería:

Para Benavent (2009), las teorías y modelos enfermeros son “el resultado del
examen cuidadoso y crítico que hacen las enfermeras de los fenómenos y hechos
que conforman la práctica enfermera, utilizando el método científico”. Estas teorías
y modelos nos proporcionan un marco conceptual donde desarrollar correctamente
nuestros cuidados enfermeros.

Por su parte, el metaparadigma enfermero agrupa el cuerpo de conceptos claves


para nuestra profesión. Estos fenómenos nucleares o metaparadigmáticos son
cuatro:

1. Persona: receptora de los cuidados de enfermería, tanto sana como enferma.


En UCI son los pacientes críticos en gran parte y, en menor medida, los familiares y
cuidadores de los mismos.
2. Entorno: factores internos y externos a la persona. En la primera lección ya

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hemos hablado de cómo el entorno de nuestra unidad es altamente tecnológico,


hecho que puede aumentar el temor y la sensación de indefensión de nuestros
pacientes y sus familiares.
3. Salud: es la meta del rol profesional. Cada autora entiende la salud desde
un punto de vista distinto y ese concepto determinará la manera de enfocar los
cuidados. Por ejemplo, para Virginia Henderson la salud radica en la independencia
de la persona en sus 14 necesidades básicas.
4. Cuidado enfermero: mediante los cuales intentamos que la persona mantenga
la salud o la recupere en el caso de haberla perdido.

A la hora de afrontar los cuidados en la Unidad de Cuidados Intensivos, podemos


valernos del modelo que más nos interese (o el protocolizado por la unidad en caso
de estar ya establecido). Entre los más aceptados destaca V. Henderson y su Teoría
de las Necesidades. Como ya hemos comentado, para esta autora el objetivo de los
cuidados de enfermería es lograr que la persona consiga ser independiente en las 14
necesidades básicas. Destaca que los cuidados van dirigidos tanto al individuo sano
como al enfermo. Las 14 necesidades de Henderson nos proporcionan un marco
ideal para realizar la valoración de enfermería. Así, debemos observar el grado de
dependencia o la independencia de nuestro paciente en cuanto a…

1. Respirar.
2. Comer y beber.
3. Eliminar los desechos corporales.
4. Moverse y mantener una buena postura.
5. Dormir y descansar.
6. Vestirse y desvestirse.
7. Mantener la temperatura dentro los límites normales.
8. Mantener la higiene corporal y la integridad cutánea.
9. Prevenir los peligros ambientales.
10. Comunicarse con los demás.
11. Vivir según creencias y valores.
12. Trabajar de forma que se sienta realización.
13. Jugar o participar en actividades recreativas.
14. Aprender, descubrir o satisfacer la curiosidad.

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Proceso de atención de enfermería (PAE). Taxonomías NANDA, NIC y NOC:

Una de las definiciones más conocidas de proceso de enfermería es la proporcionada


por Alfaro, y según la cual hablamos de “un método sistemático y organizado de
administrar cuidados individualizados que se centra en la identificación y tratamiento
de las respuestas únicas de la persona o grupos a las alteraciones de salud reales
o potenciales”.

El proceso de enfermería se basa en el método científico y se caracteriza por ser


flexible, dinámico, interactivo y sistemático. Requiere de un modelo conceptual y se
orienta hacia unos objetivos claros y precisos.

Entre las ventajas del uso del PAE podemos citar la mejora de la calidad de la
atención prestada, la satisfacción de las exigencias legales al sistema sanitario, el
desarrollo profesional y el crecimiento como disciplina.

Consta de cinco etapas: valoración, diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación.

Valoración:

Es un método sistemático de recogida de datos. Estos pueden obtenerse a partir de


la observación, la exploración física y la entrevista de enfermería. Una vez obtenidos
los datos, se han de analizar y sintetizar para poder identificar respuestas humanas.
Siguiendo el ejemplo de V. Henderson, en el registro de la valoración del paciente,
enfermería recoge aquellos datos que permiten determinar si el paciente es o no es
independiente en la satisfacción de sus necesidades, así como establecer cuál es su
nivel de autonomía. Esta valoración se ha de realizar en las primeras 24 horas del
ingreso del paciente en la unidad. Así, la valoración de enfermería según el modelo
de V. Henderson en la Unidad de Cuidados Críticos puede arrojar datos como…

1. Respira normalmente: presentan secreciones, pueden portar tubo endotraqueal o


traqueostomía, dependen de ventilación mecánica…
2. Alimentación: son portadores de SNG, llevan pautada nutrición enteral y/o
parenteral, tienen una dieta especial, no pueden deglutir con normalidad…
3. Eliminación: son portadores de sonda vesical, presentan estreñimiento, diarrea…
4. Moverse y mantener postura adecuada: tienen importantes restricciones en la
movilidad, están todo el tiempo en decúbito…
5. Dormir y descansar: les cuesta conciliar el sueño, se altera el ciclo sueño-vigilia…

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6. Vestirse y desvestirse: están desnudos en la unidad, precisan ayuda para ambos…


7. Mantener la temperatura: se produce alteración por defecto (hipotermia) o por
exceso (hipertermia, fiebre)
8. Higiene corporal e integridad de la piel: precisan suplencia total para su higiene
diaria, presentan alto riesgo de UPP, presentan edemas…
9. Evitar peligros: existe riesgo de caídas, de infección, de padecer dolor, de
autolesión…
10. Comunicarse y relacionarse: presentan la capacidad de comunicación mermada
por barreras físicas (IOT) o farmacológicas (sedación), desorientación temporo-
espacial…
11. Creencias y valores: manifiestan angustia y temor por su estado de salud,
reafirmación o negación de sus creencias…
12. Ocuparse para realizarse: se muestran preocupados por la pérdida laboral, por
los cambios en su imagen corporal y las repercusiones de los mismos…
13. Participar en actividades recreativas: en nuestra unidad disponen de pocas
opciones recreativas y, a menudo, el estado del paciente tampoco permite su uso
14. Aprender y descubrir: sienten interés por su estado de salud, les resulta difícil
entender nuestras explicaciones, se preguntan acerca de todos los aparatos del
box…

Diagnóstico:

Tras analizar los datos obtenidos en la etapa anterior pasaremos a identificar los
problemas independientes de enfermería, verdadera base del plan de cuidados.
Según Alfaro, el diagnóstico de enfermería (DE) es “un problema de salud real o
potencial de un individuo, familia o grupo, que las enfermeras pueden tratar de
forma legal e independiente, iniciando las actividades de enfermería necesarias para
prevenirlo, resolverlo o reducirlo”.

Debemos recordar que en nuestra unidad no sólo tratamos problemas independientes


sino que colaboramos en los problemas interdependientes como parte del equipo
multidisciplinar. Definimos un problema interdependiente como aquel problema real
o potencial que se centra en la respuesta fisiológica a un tratamiento, enfermedad
o estudio diagnóstico y que los enfermeros son responsables de su identificación,
tratamiento y vigilancia de la evolución en colaboración con otros profesionales. Estos
problemas se formulan utilizando terminología médica. Por ejemplo, un problema
interdependiente o de colaboración en una Unidad de Cuidados Intensivos puede
ser la función ventilatoria ineficaz, que requiere intervenciones como “monitorización

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de los signos vitales”, “intubación y estabilización de la vía aérea”, “ventilación


mecánica”, “aspiración de vías aéreas”, “administración de medicación”…

Sin embargo, son los problemas independientes los que conforman los cimientos de
los cuidados enfermeros.

Los DE son de varias clases pero destacan:


• DE real: es un juicio clínico sobre una respuesta individual, familiar o de la comunidad
ante problemas reales de la salud o ante procesos de la vida. Por lo tanto, en el
momento de la valoración hay evidencias de su existencia. Se nombran mediante el
formato PES (problema, etiología y signos y síntomas).
• DE de riesgo: es un juicio clínico acerca de la mayor vulnerabilidad de un individuo,
familia o comunidad para desarrollar un problema. El problema todavía no ha
aparecido pero sí que existe un factor de riesgo.
• DE de bienestar o salud: es un juicio clínico acerca de un individuo, familia o
comunidad en transición de un nivel concreto de bienestar a un nivel más elevado.

Para facilitar la tarea del diagnóstico de enfermería podemos hacer uso de la


taxonomía NANDA, que basa su desarrollo en los patrones funcionales de M. Gordon
identificando 13 dominios: promoción de la salud, nutrición, eliminación/intercambio,
actividad/reposo, percepción/cognición, autopercepción, rol/relaciones, sexualidad,
afrontamiento/tolerancia al estrés, principios vitales, seguridad/protección, confort y
crecimiento/desarrollo.

Un ejemplo bastante común de diagnóstico de enfermería en las Unidades de


Cuidados Intensivos es el de “ansiedad relacionada con amenaza de muerte
manifestada por agitación, insomnio e irritabilidad”.

Planificación:

Después de identificar los diagnósticos enfermeros pasaremos a la etapa de


planificación en la que desarrollaremos un plan de cuidados individualizado que
incluya los problemas independientes o diagnósticos de enfermería detectados
ordenados según su importancia (priorización), los objetivos (o resultados a alcanzar)
y las acciones o actividades que se realizarán para conseguirlos.

A la hora de jerarquizar los problemas, nos valdremos de teorías como la Pirámide


de las Necesidades de Maslow, según la cual las primeras necesidades a cubrir

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son las fisiológicas, seguidas de las de seguridad, las sociales, las de estima y, por
último, las de autorrealización.

Una vez priorizados los problemas debemos establecer qué objetivos o resultados
queremos conseguir. Estos resultados hacen referencia a un estado, conducta o
percepción del individuo, familia o comunidad, medido a los largo de un continuo y
en respuesta a las intervenciones realizadas por enfermería. Los objetivos deberían
ser realistas y consensuados con el paciente (algo que en nuestra unidad a menudo
no es posible). Además, se debe tener en cuenta el factor tiempo, pudiendo ser a
corto plazo (1 a 3 días), a medio plazo (una semana) o a largo plazo (semanas,
meses o hasta el alta).

Para facilitarnos esta tarea disponemos de otra clasificación o taxonomía denominada


NOC (Nursing Outcomes Classification). En ella se recogen múltiples resultados que
se acompañan de indicadores para permitir la evaluación de los mismos. La forma
para medir el grado de consecución es el empleo de una escala tipo Likert para cada
indicador. Para el diagnóstico de ansiedad, puesto como ejemplo anteriormente,
podemos establecer los siguientes criterios de resultado:

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En cuanto a las actividades de enfermería, éstas se desarrollarán a partir de


los resultados establecidos. Van dirigidas a proporcionar bienestar, prevenir
complicaciones, promover, mantener y restablecer la salud.

Para determinarlas nos valdremos de la taxonomía NIC (Nursing Interventions


Classification), una clasificación normalizada completa de las intervenciones
realizadas por los profesionales de enfermería. Incluye tanto las intervenciones
independientes como las derivadas de problemas de colaboración. Cada intervención
se desarrolla con un número de actividades concretas.

Siguiendo nuestro ejemplo, una intervención sería “disminución de la ansiedad”


y realizaríamos actividades como: utilizar un enfoque sereno que de seguridad,
permanecer con el paciente para promover la seguridad y reducir el miedo, explicar
todos los procedimientos, incluyendo las posibles sensaciones que se han de
experimentar, identificar los cambios en el nivel de ansiedad…

Ejecución:

Esta fase supone la puesta en práctica del plan de cuidados creado. Se distinguen
tres fases:
1. Preparación, repasando mentalmente todas las fases previas.
2. Intervención, poniendo en práctica lo planificado.
3. Documentación, registrando lo que se ha realizado y cómo.

Evaluación:

La evaluación nos permite comparar la situación actual del paciente con los objetivos/
resultados fijados en la planificación. De esta manera, podemos evaluar el progreso
del paciente y, por lo tanto, nuestros cuidados y nuestra calidad profesional.

En la evaluación podemos encontrar los siguientes resultados:


• Positivos: cuando se cumplen los objetivos.
• Negativos: si no lo logramos. En este punto deberemos empezar un proceso
de retroalimentación para saber en qué hemos fallado y emprender las acciones
necesarias para subsanarlo.

También podemos hablar de resultados anticipados, si ocurren antes de realizar las


actividades, y resultado inesperados, que surgen a raíz de complicaciones.

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En resumen, el uso de la metodología enfermera en nuestra unidad nos permite,


entre otras cosas…
• Usar un lenguaje estandarizado y común que facilite la comunicación entre los
profesionales de enfermería que atienden al paciente.
• Crear planes de cuidados a partir de problemas potenciales o reales, de manera
individualizada y priorizando aquellos aspectos más importantes en la atención al
paciente.
• Planificar intervenciones basadas en la evidencia científica.
• Evaluar los resultados de las intervenciones realizadas.
• Mejorar la calidad de los cuidados prestados.
• Asegurar la continuidad de los cuidados.
• Facilitar la investigación en enfermería.

CUIDADOS BÁSICOS DEL PACIENTE EN UCI

Cuidados diarios:

Como cualquier paciente hospitalizado, el paciente crítico necesita también cuidados


diarios encaminados a satisfacer las necesidades básicas alteradas por su estado
patológico. No obstante, partiendo de la situación de compromiso vital, los cuidados
de nuestro paciente crítico se regirán bajo los criterios de prioridad, continuidad y
sistematización.

Además, una correcta organización de dichos cuidados implica asignarlos a un turno


específico (mañana, tarde, noche) y supone tener en cuenta las peculiaridades
implícitas en los cuidados a pacientes según su patología y área de ingreso (UCI
coronaria, UCI polivalente, UCI pediátrica…)

Entre los cuidados generales del paciente crítico a realizar en todos los turnos
encontramos:
• Participar del relevo de enfermería para conocer la evolución de nuestro paciente
durante las últimas 24 horas, con especial interés en la realidad inmediata (el último
turno).
• Aplicar los cuidados planificados para nuestro paciente.
• Aplicar el tratamiento médico prescrito y colaborar con el médico en procedimientos
diagnósticos y terapéuticos.
• Cumplimentar los registros de enfermería de la unidad: gráfica, plan de cuidados,

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hoja de evolución, etc.


• Controlar y registrar las constantes vitales.
• Actuar ante situaciones de amenaza vital inmediata.
• Controlar la nutrición del paciente: tolerancia, tipo de dieta, sensación de apetito
• Dar respuesta adecuada a las dem.andas del paciente y de la familia y asegurar
que disponen de los recursos para hacérnoslas llegar .
• Movilizar al paciente de forma segura cuando así esté indicado (cambios posturales,
levantar al sillón…)
• Asegurar una correcta higiene del paciente, especialmente ante y después de
las comidas (manos, boca…) y siempre que la circunstancia lo requiera (diarrea,
vómitos, diaforesis…)
• Asegurar el correcto cumplimiento de las medidas de aislamiento por parte del
personal, del paciente y de los familiares.

La alta complejidad tecnológica de las unidades de cuidados intensivos no debe


hacernos perder de vista aquellas necesidades básicas que puedan quedar
descubiertas. El cuidado del confort y el bienestar del paciente pueden resultar
elementos clave para favorecer la recuperación de la salud.

Como profesionales de enfermería debemos conocer y aplicar los cuidados básicos


encaminados a la consecución de ese bienestar, especialmente en relación con el
cuidado del entorno, la higiene y la movilidad del paciente.

Higiene del paciente:

Al realizar la higiene del paciente perseguimos varios objetivos. Obviamente,


la higiene permite eliminar secreciones y excreciones corporales reduciendo el
número de microorganismos patógenos transitorios y, por consiguiente, el riesgo de
infección. Pero además, la higiene favorece el bienestar del paciente, mejorando su
autoimagen y autoestima y el estado de confort del que hablábamos al inicio de la
lección. Al realizar la higiene del paciente crítico deberemos partir de la capacidad
de autocuidado del mismo, estimulando siempre su independencia y supliendo sólo
aquellas funciones en las que el paciente es dependiente.

• La higiene completa se realizará al menos una vez al día y tantas veces como sea
necesario.
• En ella colaborará todo el equipo de enfermería responsable de ese paciente
(enfermeras y técnicas en cuidados auxiliares en enfermería) con la colaboración de

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celadores.
• Antes de iniciar la higiene, la enfermera se informará del estado del paciente y de
todas aquellas particularidades del mismo que deban ser tenidas en cuenta durante
la técnica (paciente con PIC elevada, politraumatizado, postoperatorio cardiaco,
arritmias, etc.)
• Durante la higiene del paciente encamado, la enfermera se encargará especialmente
de la correcta movilización y manipulación del mismo, prestando especial interés a la
protección de vías, drenajes, tubuladuras, apósitos, etc.
• En caso de higiene y movilización de pacientes intubados, la enfermera mantendrá
durante todo el proceso de movilización la fijación manual del tubo endotraqueal
para evitar su desplazamiento accidental. Ante cualquier alarma del respirador, se
parará el proceso de higiene y se resolverá la situación que ha provocado dicha
alarma (aspiración de secreciones, desconexión accidental, falta de sedación y/o
relajación…)
• En caso de higiene y movilización de pacientes politraumatizados, la enfermera será
la encargada del correcto mantenimiento del eje cabeza-cuello-tronco en cualquier
manipulación del paciente, manteniéndose a la cabeza del mismo mientras hace
sujeción bimanual del cuello. Además, será la encargada de dirigir las maniobras y
de que todo el equipo actúe de forma sincronizada y bajo su dirección. En caso de
tracción de fracturas, la enfermera habrá de cerciorarse que no se pierde la tracción
en ningún momento de la maniobra.
• Durante la higiene del paciente, la enfermera valorará el estado de la piel y mucosas
del mismo, prestando especial interés a la aparición de signos de UPP en estadios
iniciales. Para ello puede usar escalas de valoración como la de Norton o la de
Braden.
• En pacientes encamados y conectados a ventilación mecánica prestaremos
especial interés a la higiene de ojos y boca, tal y como explicaremos más adelante
en este curso. Tampoco debemos olvidar el lavado de pelo al menos una vez a la
semana y siempre que el paciente lo necesite.

Cuidados del entorno:

La enfermera ha de identificar aquellos estímulos ambientales estresantes para


poder disminuirlos y mejorar la calidad del sueño y del descanso del paciente. Para
ello ha de controlar y evitar los ruidos excesivos, especialmente por la noche, así
como la iluminación (favoreciendo la exposición a luz brillante, a ser posible natural,
durante el día y a la oscuridad durante la noche).

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Movilización:

La inmovilización (a menudo terapéutica) es uno de los grandes problemas que


encontramos en el paciente crítico. Los efectos de una inmovilización prolongada se
pueden ver en todos los sistemas del organismo: atelectasias, infección respiratoria,
embolias y trombosis, acidosis respiratoria, úlceras por presión, atrofia muscular,
contracturas, estreñimiento, alteración nutricional, discinesia, deshidratación,
infecciones urinarias, litiasis, deprivación sensorial…

Para limitar el efecto de esta inmovilización, debemos tener en cuenta:


• Si el paciente no está sedado, hacerle partícipe en la medida de lo posible de sus
actividades.
• Realizar movilizaciones pasivas progresivas para evitar el tiempo de reposo y
mantener los músculos activos.
• Mantener al paciente en posición anatómica con las articulaciones en posición
neutra para evitar disfunciones motoras posteriores. Un claro ejemplo es el caso del
pie equino.
• Planificar cambios posturales cada 2-3 horas, espaciándolos en el horario nocturno
si suponen un trastorno para el descanso del paciente.
• Conforme el paciente va mejorando, programar ejercicios isométricos y
reentrenamiento ortostático.
• Realizar ejercicios de fisioterapia respiratoria salvo contraindicación médica.
• En caso de paciente politraumatizado, realizaremos movilizaciones sólo cuando sea
estrictamente necesario y siempre manteniendo la alineación corporal con especial
precaución del eje cabeza-cuello-tórax.
• En toda movilización del paciente seguiremos las normas ergonómicas que nos
ayuden a evitar lesiones a corto o largo plazo.

Comnplicaciones:

Entre las posibles complicaciones del paciente crítico durante la higiene, los traslados
o los cambios posturales, destacan las siguientes:
• Desaturación.
• Desadaptación del respirador (aumento de frecuencia respiratoria, disminución del
volumen minuto, aumento de presión pico en vía aérea…)
• Hipotensión o hipertensión.
• Bradicardia o taquicardia
• Arritmias cardiacas.

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• Aumento de la presión intracraneal (PIC)


• Retirada accidental de sondas, drenajes, catéteres o tubos.
• Hemorragia.
• Parada cardiorrespiratoria.

Ante cualquier signo de alarma deberemos detener inmediatamente lo que estemos


haciendo sobre el paciente para solucionar el problema y no lo reiniciaremos hasta
conseguir de nuevo una situación de estabilidad hemodinámica

Bibliografía

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