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“Dejemos pues sentada la tesis de que todos los poetas, comenzando por Homero, no
son sino imitadores de imágenes de virtud o de aquellas otras cosas de las que tratan
sus poemas; que no alcanzan la verdad, sino que son como el pintor, el cual hace algo
que parece un zapato a los ojos de aquellos que no entienden de zapatería, como
tampoco él mismo, y que sólo juzgan por formas y colores.
El imitador, no tendrá ni ciencia ni opinión justa sobre la belleza o fealdad de las cosas
que imita. El arte imitativa, mediocre ya de suyo y apuntado a lo mediocre, engendra lo
mediocre.” (Platón. La República. p.358)
Estas afirmaciones categóricas muestran el desprecio que Platón posee por las
artes imitativas que incluyen tanto la copia visual pictórica como la que se dirige al oído
del auditorio, y que es llamada poesía.
En su concepción, el poeta imitativo cumple una función deplorable, ya que
pone de manifiesto el aspecto más irracional de las actitudes humanas, no atendiendo a
la imitación de los sentimientos elevados del alma sino reflejando la parte del hombre
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que menos valía posee. Lo único que pretenderían estos poetas, lejos de representar lo
real, sería procurarse el afecto del público por identificación con sus propios
sentimientos, pero para nada es algo valorable la exhibición de aquellos sentimientos
que el hombre se esfuerza por dignificar por el sólo hecho de que estos sean producto de
lo intempestivo e irracional del ser. No considera digno ver llorar a un héroe o
lamentarse por una muerte, cuando en la vida real, el hombre trata de dignificar esos
impulsos y no estar recordando o haciendo público el motivo de su dolor.
Por las razones expuestas, no cree este filósofo, que la poesía imitativa pudiera
ser admitida como elemento educativo en la conformación de la República, porque su
objetivo es un placer no formativo en lo que a las aspiraciones del alma se refiere, por lo
que no debe tener acogida en una ciudad que se precie de estar bien regida.
A pesar de esto, reconoce que este tipo de poesía como la homérica, despierta
fascinación en el auditorio, pero hasta tanto no haya otro motivo adicional a ese encanto
que apunte a la educación del alma de los jóvenes, no podrá ser tenida en cuenta como
elemento integrante del proyecto en ciernes.
Hay artes que usan todos los medios de la imitación, es decir, el ritmo, el canto y
el verso. Unas de otras se diferencian por los medios con los que se realiza la imitación.
Según Aristóteles, los que imitan, imitan a los hombres, tanto a los esforzados
como a los de baja calidad, destacándose entre ellos los que sobresalen por el vicio o la
virtud. Igual que los pintores, se puede representar a los hombres igual o peor y mejor
de lo que son en la realidad. También en las artes musicales y en la danza esta
representación puede mostrar esas diferencias, tal como se muestra en la prosa o en el
verso. Cita como ejemplo a Homero como el poeta que representa a los hombres de
mayor valía, en tanto que Cleofonte mostraría a los hombres que se asemejan a los
reales, y Hegemón de Taso (a quien considera inventor de la parodia) representaría a los
peores. Estas diferencias, que en realidad se vinculan al objeto de imitación, serían las
que también diferencian a la tragedia de la comedia. Es así que en esta última se imita a
los hombres de peor condición, y la tragedia sería la imitación de los mejores, o sea los
hombres superiores al hombre real.
La tercera diferencia que Aristóteles encuentra entre las artes, es relativa al
modo de imitación. Con los mismos medios, es posible imitar las mismas cosas, unas
veces narrándolas o bien presentando a los imitados como “operantes y actuantes”, es
decir no presentados por un narrador, sino a través de la representación dramática.
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El origen de la poiesis como creación literaria, sentido que posee en este tratado
el término Poética, radica en dos causas naturales al hombre.
El imitar- mímesis – es innato para el ser humano desde la niñez, elemento que
según el filósofo, lo diferencia de los animales. Esta actividad facilita en el hombre la
adquisición de conocimientos y procura su goce, tanto para el que la crea, como para el
que la contempla. Por lo tanto, la creación literaria como mimesis es conocimiento y
placer, para lo que importa tanto la creación artística en sí como su receptor.
La contemplación de los objetos representados mediante la imitación, producen
el goce del espectador, aumentando la capacidad que estos objetos o seres representados
tienen en la realidad, ya que por ejemplo, no es agradable en el mundo real, contemplar
determinados animales o cadáveres. Sin embargo la creación artística posee esa
cualidad, la de despertar un sentimiento de placer, e incluso la posibilidad de aprender y
conocer, al contemplar lo que naturalmente no sería agradable.
Pero para poder experimentar el goce de la imitación y que esta cualidad se
cumpla, es necesario que se posea un conocimiento previo de lo imitado. Es así que por
ejemplo, si el ser retratado nos es desconocido, gustaremos de la representación del
mismo por elementos ajenos a la imitación, como pueden ser la forma y el color, el
estilo, pero no podremos apreciar la fidelidad de la reproducción.
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la comedia con el uso del estilo burlesco. También fue capaz de compaginar la belleza
de los versos con la dramatización, ya que aunque existe un narrador, éste se aparta,
para dejar actuar a sus personajes, dotándolos de vida y realidad en la representación.
Queda así planteado un paralelismo entre el “Margites” y la comedia, al igual
que “La Ilíada” y “La Odisea” estarían en relación con la tragedia.
Al aparecer la representación dramática, los poetas que tendían a una u otra
poesía según su condición natural, pasaron de la escritura de versos yámbicos a la
composición de las Comedias, y los que escribían poesía épica, pasaron a ser los autores
de Tragedias.
De esta forma, Aristóteles resuelve el pasaje de la épica a la representación
dramática, adecuándolo al estilo de imitación natural que posee el propio poeta, de lo
que resulta la poiesis, como una evolución que lleva siempre la impronta de su autor
quien elige trama, estilo y personajes, de acuerdo a su propia tendencia natural de
imitación.
”Pero es de simples pensar que la escultura tenga que engañar al tacto más que
la pintura, si entendemos por engañar el obrar de tal forma que el sentido que hay que
engañar considere la cosa que percibe no como es sino como es la que se quiere imitar.
Por eso ¿quién al tocar una estatua creerá que es un hombre vivo? Nadie ciertamente.
Queda en mala posición el escultor que no sepa engañar a la vista y recurra al engaño
del tacto para demostrar su excelencia.”
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La importancia de esa fidelidad se irá transformando hacia una nueva mimesis en
que la perspectiva del autor y su propia búsqueda de la realidad, se irá transformando y
la naturaleza buscada e imitada estará en correlación con la interioridad del artista.
“No hay placer en contar una historia como sucedió realmente. Tenemos que
cambiar alguna cosa, aunque nos parezca insignificante.
Ahora he llegado a la conclusión de que ya no creo en la expresión, sólo creo en
la alusión. Después de todo ¿qué son las palabras? Las palabras son símbolos para
recuerdos compartidos. Si yo uso una palabra, uds. deben tener alguna experiencia de
lo que representa esa palabra. Si no, la palabra no significará nada para ustedes.”
(op.cit. pp139-140)
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“(la poesía) devuelve el lenguaje a su fuente originaria. Ella no es un invento de
académicos y filólogos, no surge de las bibliotecas sino de los campos, los ríos, del
mar, de la noche, del alba” (op.cit. p101)
BIBLIOGRAFIA