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Julio Moreno. Ser humano.

Capitulo 9: La emergencia de lo humano.


1. El humano.
La única especie capaz de hacer cambios somos los seres humanos. Eso lo demuestra a
partir de las pruebas de la existencia de los restos de la cultura de Cromagnón como
también en el Paleolítico Superior hace miles de decenas de años. Teniendo en cuenta
las distintas innovaciones y complejización de las costumbres y usos de distintas
herramientas. Esto es lo que permite distinguir al humano de los homínidos y de los
animales.

Lo distintivo de lo humano es el uso de un canal extrasomático de transmisión cultural


que rompe con la primacía del comando genético que es el que viene determinando los
cambios evolutivos de la vida en el planeta desde hace miles de millones de años. La
diferencia de los humanos es su capacidad de establecer variaciones radicales en el
contacto con su entorno sin necesidad de cambiar su genoma. Por eso, hay una
diferencia abismal, un salto, una creación entre el humano y los homínidos y los
animales.
Así, lo humano es la capacidad de producir, registrar y transmitir acontecimientos que
se acumulan en forma compleja en la cultura, de lo que resulta un incesante cambio en
las costumbres y una evolución que no depende de los genes; el “origen del hombre” no
coincide con el advenimiento de la especie hace 200.000 años, sino con los enigmáticos
tiempos de los inicios de la extinción de los Neandertal, hace unos 40.000 años.
2. El enigmático Neandertal.
El Neandertal no es antecesor del humano, habría tenido características más “humanas”
que los primates actuales y que cualquier homínido con la excepción del Homo
antecessor. Esas características son su contextura física y su postura erecta como
también el entierro de los muertos. Es evidente la diferencia que separa a las primeras
culturas humanas de los Neandertal. Sus costumbres como también las de los demás
homínidos son iguales a sí mismas en cuestión temporal y espacial.

3. El gran salto.
Los rastros del Cromagnón que deja su cultura permiten diferenciar de los homínidos. A
partir de hace 40.000 años, y de forma abrupta las producciones de la cultura
Cromagnón devienen mucho más sofisticadas y variadas que las de Homo sapiens más
que antiguos, Homos neandertales o erectus. Con la peculiar característica de que a
medida que se extienden en el espacio y en el tiempo varían. En el Cromagnón se
desarrolló un gusto por el arte y por el registro de sus experiencias, o como marcas de
distinción de diferencias sociales.
4. ¿De qué se trata el cambio?
¿Qué promovió el cambio que hizo tan superior al Cromagnón? ¿Cómo nació lo
humano?
Desde una perspectiva darwinista habría que relacionar directamente el cambio con la
emergencia de algún tributo físico comandado por el genoma. Pero las evidencias
somáticas que pudieran dar cuenta de esa brecha no resultan suficientes. La diferencia
entre el ADN nuclear Neandertal y humano es mucho menor que la diferencia entre el
ADN nuclear de los chimpancés. Los humanos modernos compartimos el 98% de
nuestro código genético.

La prueba más contundente de que no habría porqué encontrar diferencias físicas que
expliquen el desarrollo humano es que los testimonios indican que el Homo sapiens
emergió como especie hace unos 200.000 años. Pero el comportamiento que lo
caracterizó – lo humano del humano – su posibilidad de contacto con inconsistencias,
no emergió hasta mucho después.
La explosión creativa se explicaba así: entra en escena el Homo sapiens, una nueva
especie cuyo genoma determina un nuevo cerebro, comportamiento y lenguaje, desplaza
a todo sus antecesores y extermina al Neandertal. En esa concepción los atributos
humanos habrían surgido directos y de un cambio biológico. Pero los datos indican que
la especie humana tiene su origen unos 150.000 años antes de su ingreso a Europa y
unos 160.000 años antes de la emergencia de la cultura Cromagnón. ¿Qué hizo entonces
posible el salto, no ya entre el resto de los homínidos y el sapiens de antes y sapiens el
de después del Paleolítico Superior? El problema del origen del hombre se duplica: por
un lado el origen de la especie; por otro, el origen de lo humano dentro de la especie.
5. La materialidad como causa del cambio.
En relación con la materialidad biológica, cualquier variación importante en especies
animales se considera debida a un cambio físico generado en el genoma; y el dramático
salto del Homo sapiens en el Paleolítico Superior fue considerado un segundo evento
biológico siendo primero el origen de la especie.

El problema es que desde que emergimos como especie hace 200.000 años, no se han
descubierto evidencias paleoantropológicas ni genéticas que avalen cambio biológico
alguno. Como sugiere Klein, hace 50.000 años se hubiese producido alguna mutación
genética, esta se habría propagado desde un foco, lo que habría originado una diversidad
en la población o dos especies. Los cambios culturales que le siguieron a la explosión
creativa del Paleolítico Superior, en cambio, aparecen en un complicado mosaico de
mini-explosiones que se propagaron con una velocidad sorprendente, no esperable para
un cambio debido al genoma en una población de generaciones separadas por unos 25
años.
Lo que caracteriza a lo humano desde entonces no es aquel salto, sino el hecho de que
no para de producir saltos. De ser validos los argumentos de Klein y los partidarios de la
razón biológica para el cambio, deberíamos pensar que en el humano hay quiebres de
linaje que generaron cambios neurológicos que determinan explosiones culturales.
Klein tenga razón en un punto: existió un quiebre de linaje, solo que no se trató de
linaje genético ni se debió a efectos neurológicos. Fue en verdad un quiebre aún más
radical: del comando y la información genéticos pasamos a un comando y un sistema
informático basado en la transmisión y acumulación extra somática de información en
la cultura, basado en lo que he llamado “tercera estrategia de crianza”.

6. ¿Podría la diferencia basarse en el hecho de que hablamos?


Vale pensar que el gran salto y el dominio del lenguaje están relacionados, pero no que
la explosión creativa se debió a que “de pronto” hablamos.
Moreno no cree que la causa del gran salto pueda reducirse a la adquisición del
lenguaje.
Si el argumento fuese que el gran salto se debe a que el Homo sapiens habló,
inauguramos un nuevo problema: ¿Cómo es que no lo hizo durante 160.000 años de
existencia previa? ¿Habríamos de afirmar que tuvo cerebro, cuerdas vocales,
disposición anatómica para “hablar”, pero debió primero desarrollarse culturalmente? Si
así lo hiciéramos caeríamos en un argumento circular debido al lenguaje y desarrolló el
lenguaje a consecuencia de su evolución cultural. Podría ser; los argumentos circulares
son los que muchas veces permiten dar a lugar a la compresión de un acontecimiento. Y
el gran salto fue un acontecimiento.
Intriga: ¿Qué hizo al Homo sapiens lanzar la explosión creativa que quebró su historia y
lo separó definitivamente del resto del mundo animal?
7. La hipótesis.

Lo que nos separa del resto de los seres vivos es que somos afectados por hechos que
están más allá de la lógica con la que comprendemos el mundo en cada situación; que
somos capaces de registrar las suplementaciones resultantes de esos acontecimientos y
almacenarlas en un suerte de pool informático llamado cultura en el que la acumulación
es selectiva, progresa y se transmite a las futuras generaciones por fuera del código
genético.
Para que acontezca cualquier novedad radical, como un invento en el ámbito cultural o
la emergencia de una especie nueva en el mundo biológico, se requieren ciertas
condiciones. De igual modo, para que haya acontecido el gran salto, debieron
desarrollarse previamente sus condiciones en nuestra ascendencia homínida. Hay varias
líneas que apuntan en esa dirección: a juzgar por varias evidencias: lenguaje; posición
bípeda; volumen cerebral; el fuego conquistado por el Homo erectus.
Desde el punto de vista biológico, el humano no es la meta lograda de un diseño. La
peligrosa idea de Darwin (Dennett, 1995) es que la evolución es el resultado de la
combinación de varios factores, entre los cuales el azar es el central; no hay en ella
dirección predeterminada ni diseño previo.
El cuadro evolutivo que muestra a los homínidos variado poco a poco a cada una de sus
propiedades en el sentido de que ellas se va tornando “humanas”, distorsiona los hechos
(Tattersalll, 2000) y tiende a opacar el carácter de acontecimiento revolucionario y
fundacional (Lorentz, 1974) que tuvo el gran salto. Este es un quiebre en la línea de
causalidad que hizo posible lo que, antes de él no era. Podemos tal vez conjeturar cuáles
fueron las condiciones de su emergencia, y, una vez que aconteció, cuáles fueron sus
efectos. Además, de conferirle al humano la posibilidad de trasponer el dominio de su
lógica, los efectos del gran salto fueron el desarrollo y la implementación de la
capacidad para el registro, la acumulación selectiva y la transmisión generacional de
datos a través de en un canal extrasomático, o sea, un canal que transcurre por fuera y
en paralelo al código genético.

8. El registro.
Debe haber una razón para que estemos la mayor parte del tiempo intercambiando
información, registrando o transmitiendo hechos de todo tipo.
A tal punto son importantes los registro que dejan las experiencias y los
acontecimientos para el humano, que su historia está atravesada por lo que se ha dado
en llamar las “revoluciones informáticas” (Roschild, 1993, Devlin, 1999). Se denomina
de este modo al descubrimiento e implementación de un nuevo método de registro que a
su vez afecta la acumulación y distribución de los satos que administra. Cada una de
esas revoluciones informáticas implementó nuevas prácticas y produjo profundísimos
cambios en la humanidad.

El primer sistema de registro usado por el humano consistió en la memoria colectiva de


cada comunidad, y debe haber estado asociado a la presencia de ancianos en los grupos
sociales (hombres y mujeres). Parecen diseñadas para favorecer este funcionamiento del
sistema de registro y transmisión –tradición- que se apoya en mitos, leyendas y
anécdotas propias de cada región y de cada época.
Las siguientes “revoluciones informáticas” que habrían consistido en la aparición de
sistemas de inscripción aptos para registrar y predecir eventos; en su uso para mediar en
el intercambio y para escribir, lo que posibilitó la independencia del registro de la
memoria personal. Cada uno de estos pasos tuvo enormes consecuencias en la
humanidad.
En 1452, Gutenberg inventó la imprenta, lo cual marcó otro paso crucial en la línea de
hacer el pool informático más y más accesible e independiente de los controles sociales.
Es importante consignar que cada sistema de registro se asoció a una práctica de
transmisión con efectos importantes en la subjetividad.
9. Acumulación selectiva de datos.

Gracias a la posibilidad de registro de datos, pueden transmitirse al pool informático que


llamamos “cultura”. Una vez que el hecho evocado queda registrado en la cultura,
independiza su existencia de la memoria de quien lo hubo experimentado y pasa a
formar parte de ese patrimonio heredable no genéticamente. En los comienzos, el medio
donde se efectivizó esta posibilidad debe haber sido en el ámbito familiar y en el social
en el que se inscribe la transmisión transgeneracional. Hoy, ese pool cultural se está
independizando, cada vez más, de cualquier tipo de contacto social e institucional. Ese
es el sentido más radical de la palabra “globalización”.
El pool de suplementaciones resultantes de acontecimientos, la cultura, es un depósito
vivo e interactivo en continuo movimiento y formación en el que las experiencias tienen
un registro extrasomático. Tanto en la transmisión genética como en la cultural, cada
paso marca un punto de irreversibilidad en los sucesos que, a medida que transcurre el
tiempo, tiende a la complejización, por lo que se suele decir que el sistema progresa.
Las predicciones acerca del futuro de una línea evolutiva sólo pueden ser conjeturales
porque en ambos sistemas el azar juega un papel insoslayable y crucial.
La gran diferencia entre ambos sistemas de registro es que, mientras el sistema genético
no tiene otra forma de registro que el de la materialidad de las 4 bases del ADN, lo que
le confiere una inercia fija ligada al tiempo que lleva la transmisión genética (el cambio
de generaciones); el cultural se ha vuelto independiente de la materialidad del registro,
solo depende de la materialidad de aquello que es capaz de portar la información: puede
ser un relato, un signo, un rito, uno escrito, una imagen, una cinta magnética, etc. Esa
diferencia trae aparejada otra: mientras que la implementación de los cambios genéticos
lleva necesariamente varias generaciones, la inercia del sistema cultural de información
puede ser tan corta como la tecnología utilizada lo permita, y el lapso de tiempo entre
los “cambios” generados en ella, también.
Además de que la especie “porta” un acervo genético también tiene acervo cultural en el
que sucede algo análogo: queda registrada la historia de acontecimientos culturales
exitosos. Cada acontecimiento es en realidad el último de una serie de hallazgos en que
cada término modifica los anteriores y se acumula formando la plataforma de cualquier
futuro cambio. Cada logro humano remite a una larga historia.
Nuestro saber extrasomático se transmite y tiende a complejizarse. La acumulación
resultante a la que me refiero, por otra parte, hace que necesariamente se seleccionen las
ideas, lo viejo va quedando de lado y lo nuevo lo reemplaza. Hay una “selección” de
novedades. De modo que resultan favorecidas aquellas ideas que tienen mayor
capacidad de propagarse y perdurar; y no necesariamente las “mejores”.
10. Transmisión transgeneracional: tercera estrategia de crianza.

Hace algunas decenas de miles de años no había otro medio de transmisión que el oral.
El saber de una cultura debía atravesar las generaciones por vía de la comunicación
personal. En aquellos tiempos, la transmisión transgeneracional dependía del vínculo
parentofilial y de la criatura.
El bebe humano pasa mucho más tiempo en un vínculo de dependencia de sus
progenitores y nace en un estado de mayor inmadurez neurológica que cualquier otro
mamífero. El contacto de la cría humana con sus padres acontece durante el tiempo en
el que se está formando las conexiones del sistema nervioso. Esa característica es
esencial para la transmisión extra somática.
En los tiempos de crianza donde se transmite la información-formación esencial que
constituye a los sujetos de una determinada cultura.

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