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Trabajo Final de Español I

Después de leer y analizar la novela El Montero de


Pedro Francisco Bonó, realiza lo que se te pide a
continuación.

Biografía del autor (solo datos relevantes)

Pedro Francisco Bonó nació en Santiago de los Caballeros en 1828, tocándole


vivir el período de la transición de la economía del hato ganadero a la
economía comercial e industrial. Aunque nació en Santiago residió la mayor
parte de su vida en la ciudad de San Francisco de Macorís, conociendo
profundamente la forma en como los campesinos del Cibao se desenvolvían en
la cotidianidad, cómo producían sus riquezas y cómo practicaban sus
costumbres y naturalezas. Fue un estudioso de la economía ganadera y de la
producción agrícola, además de mantener sólidos vínculos, en su condición de
alambiquero, con el comercio de la región, además de poseer un amplio bagaje
intelectual que le permitía profundizar en las problemáticas políticas y social de
su época. Falleció el 14 de septiembre de 1906.

Gran parte de su producción intelectual se encuentra dispersa en revistas y


periódicos de la última mitad del siglo XIX, y recopilada por Emilio Rodríguez
Demorizi en la obra “Papeles de Pedro Francisco Bonó”, mientras que su
novela El Montero (posiblemente la primera novela divulgada por un
dominicano), apareció publicada en París, en el periódico español El Correo de
Ultramar, en 1848. El Montero fue considerada por su autor en 1880, haciendo
acopio de su humildad, como una “obrita relegada y olvidada con los papeles
viejos en que está incorporada” y publicada cuando “tenia por compañera a la
pobreza” y le faltaba más instrucción clásica.

Como político de mediado del siglo XIX, recogió en sus escritos la experiencia
alcanzada en cada uno de los aspectos en que estuvo implicado y en su
condición de sociólogo, de cuya disciplina es el primero en abordarla
científicamente en la República Dominicana; sus Apuntes sobre las clases
trabajadoras dominicanas, lo sitúan entre los grandes pensadores de la historia
dominicana.

Sobre el cuento:

Personajes principales.´

Describe uno de los personajes principales.


Idea central.

Argumento.

Mensaje que te transmite.

Describe el hecho que más te gustó.

Realiza un comentario de dos párrafos dando a


conocer la importancia del contenido del cuento.

Extraer del contenido del cuento lo que se te pide a


continuación (especifique la página)

1. Cinco palabras agudas

2. Cinco palabras graves

3. Cinco palabras esdrújulas

4. Cinco palabras que contengan hiato

5. Cinco palabras que contengan diptongo

6. Dos oraciones simples.

7. Dos oraciones compuestas

Era una tarde apacible de otoño, el sol se escondía por detrás de la elevada
cima del Helechal; la brisa del mar que todo el día había jugado mansamente
en su vasta planería, acababa de ceder su lugar al terral; el océano en su
continua lucha exhalaba su poética e interminable queja al estrellarse entre las
rocas, y las tórtolas y pelícanos se agrupaban en sus dormitorios favoritos. Esta
hora tan melancólica, intermedio de la luz y las tinieblas, es uno de los cuadros
en que la naturaleza presenta más tintes que observar y grandezas que
admirar… Bonó, El montero (Fragmento).

Esta novela, publicada en París en 1856 y escrita por Pedro Francisco Bonó,
es un retrato poético de la vida dura vida rural dominicana, y de la presencia
arrolladora del caudillo, aquel líder campesino que se sentía dueño y señor de
las comarcas. Esta obra constituye un verdadero tratado sobre las costumbres
existentes en el campo dominicano. Describe y descubre las añoranzas, las
luchas y las pasiones de los habitantes, sometidos a la voluntad de los
caudillos; y cómo esta relación de poder incidió en el imaginario colectivo de
esta América nuestra.

Las hermosas descripciones que aparecen sobre la majestuosidad de nuestros


campos, todavía vírgenes de la depredación de la civilización, son
verdaderamente impactantes:

El terreno de todos estos sitios, salvo los ya dichos cenagales, está sembrado
de esa robusta, rica y variada vegetación de Santo Domingo. Bosques de
limoneros, majagua y uveros cubren el litoral con una entrada de doce leguas
al interior, y sirven de guardia a una infinidad de puercos montaraces, cuya
caza es la ocupación de todos los habitantes que pueblan ese espacio, y el
producto de las carnes la única renta que poseen... (p. 6).

Pero ese entorno es sólo un escenario para colocar al protagonista, El montero.


Un hombre tosco, de rostro tosco maltratado por el sol, de cuerpo corpulento y
velludo, sucio, tanto que le “daba aire de un escapado de la cárcel, un conjunto
feo, pero que denotaba fuerza y salud”. El primer diálogo que aparece denota
el temor que produce su sola presencia. Una sola pregunta, lo indujo a
acrecentar su mal humor:

Juan, ¿todavía no llega Manuel? ¿No lo alcanzas a ver?... Estas palabras


parece pusieron de mal humor al que estaba sentado en la puerta…frunció el
ceño y murmuró: -Cuidado que la vieja se por ese mequetrefe, no parece solo
que ya es… el siloquio fue interrumpido otra vez por la misma voz… -Parece,
Juan, que olvidas los peligros de tu profesión, cuando supones la caza de los
jabalíes sin peligros, cualquiera al oírte supondría que no has hecho
conocimiento con tus colmillos.- Como dice usted, señora Teresa, que yo no
conozco sus navajas. ¡Válgame la Virgen! si no sé cómo estoy vivo… (p. 7).

La tarea de los monteros era dura. Cazar jabalíes era arriesgar sus vidas.
Muchos podían salir mal heridos de la faena. Pero, a veces, salían a cazar y
regresaban con las manos vacías: “Los jabalíes han huido del monte, que ya
los monteros van por ellos y vuelven vacíos”. (p.8).

La vida rural era dura, más que dura. La pobreza en que vivía la población, se
veía reflejada en cada una de sus palabras. El montero sólo tenía su fuerza y
su voluntad. Vivía con su familia en la pobreza más extrema:
Componíase el ajuar de ésta: de cuatro o cinco rollos de seiba que servían de
sillas en competencia con una barbacoa, mueble formado por cuatro estacas
clavadas en el suelo, soportando dos cortos palos atravesados, sobre los que
descansaban cinco tablas de palma barnizadas por el continuo frote de los
cuerpos. En un rincón cuatro calabazas llenas de agua, encima de las cuales
descollaba una pirámide de jícaras… y que colgadas por los extremos a las
espinas de dos trozos de limonero colocados en cruz, denotaban el aseo del
ama de casa. Esta es una de las particularidades en que la mujer del montero
pone más conato y lo que da la medida del buen orden de un bohío. En las
soleras estaban fijas varias quijadas de jabalíes en cuyos retorcidos colmillos
descansaban macuto, cinchas y jáquimas; en fin, dos bateas y una mesa coja,
pero muy limpia, completaban el resto de los muebles…. p.11.

El bohío no tiene más que un seto interior que divide el aposento de la sala. En
esta última se come y se hacen todos los oficios caseros concluyendo de
noche de dormitorio para los peones del patrón… p.13.

Cualquiera que sea curioso…creerá que no hay ninguno de los objetos


necesarios al uso casero de una familia, pero se equivocaría…, pues con solo
que levantar la colcha que cubre la cama principal se encontraría con gran
cantidad de objetos…: platos tazas, jarros, cucharas, ollas, todo está escondido
debajo de la cama, aguardando la ocasión de una visita importante… para ver
la luz del día.

Después de la descripción comienza la trama que no es complicada, sino que


desnuda las relaciones entre las familias de los monteros. Aparece el amor, el
temor al padre autoritario, la sumisión de la mujer, el temor de la hija de
enamorarse del hombre incorrecto porque su padre no lo acepta. Todas estas
relaciones humanas se desarrollan en ese campo virgen, exuberante e
intensamente verde que era el nuestro.

El valor de esta novela, más que literario o novelístico, es el retrato que nos
ofrece sobre la dura vida de los campesinos. Escrito en un lenguaje sencillo, a
veces poético, Bonó logra captar la atención del lector no tanto porque la
novela cuenta con una trama envolvente, sino por su capacidad descriptiva.
Con palabras, el campo dominicano va tomando forma y color a través del
verbo prolífero del pensador cibaeño. Pero además, su capacidad de análisis
lo llevaron a legarnos la historia, la vida de una serie de personajes nacidos del
campo dominicano. Vimos sus proezas y hazañas para sobrevivir a la dura
tarea de cazar jabalíes. Sentimos las angustias de las mujeres de desarrollar
complicados oficios en espacios tan pequeños que sólo sus ilusiones de formar
una familia las mantenían atadas a esa cosa levantada que ellos llamaban
vivienda. Y, a través de sus páginas, recordamos el valor que en la cultura
campesina se le otorga al Padrino y al jefe de familia. Revivimos la sumisión
femenina como una dolorosa verdad a la que fueron sometida las mujeres
dominicanas del siglo XIX. En fin, nos enfrentamos a la gente que con su
sudor y sacrificio construyeron esta sociedad que tenemos hoy.

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