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BIOGRAFIA DE ENRIQUE CONGRAINS MARTIN

Nace en Lima, en el seno de una familia de clase inedia, que se preocupó


en darle una esmerada educación" En el campo literario es uno de los
primeros narradores en manifestar en su obra su interés por los
problemas humanos, sociales y éticos que aquejan a la población de los
barrios urbano-marginales.

En 1954 publica un libro de relatos: Limen hora cero, en donde revela ese
rostro oculto, casi irreal de las barriadas, el lado oscuro del poblador
desposeído.

En 1957 publica No una sino muchas muertes, en donde hace ¿ala de


grandes recursos expresivos, descripciones de personajes, escenarios y
situaciones conflictivas que dan una imagen real, casi fotográfica de lo
narrado o Muestra una sociedad alterada por el crecimiento social, por la
explosión demográfica que irrumpe con sus problemas de urbe la capital
que hasta entonces había mantenido una tranquilidad un tanto
pueblerina".

En 1970 reinicia su labor literaria con una Antología del cuento


hispanoamericano. En 1971 publica biografías de científicos y filósofos.

También pertenecen a su pluma Kikuyo (1955), El niño de junto al cielo


y Domingo en Ja jaula de esteras.
La obra narrativa corta de ENRIQUE CONGRAINS MARTIN (1932), se ha
abierto lentamente paso los lectores, más por su persistente
reconocimiento En antologías que por las opiniones de los críticos, más
bien renuentes a encontrarle méritos.

El profesor AMERICO MUDARRA ha señalado que el punto de vista de


CONGRAINS difiere el de su generación. El suyo no pertenece al de la
clase media, es más bien una visión desde dentro de las clases
marginales.
Como escritor, CONGRAINS fue primero que se internó en el análisis de
esa marginalidad; hace evidente como ningún otro escritor, el territorio
de los barrios populares de la gran urbe que va creciendo.

Sus textos evidencian el conflicto, lo sacan a la luz y denuncian a una


sociedad despiadada.

Falleció el 6 de julio de 2009.

OBRAS DE ENRIQUE CONGRAINS


* Lima, hora cero (1954)
* Kikuyo (1955)
* No una sino muchas muertes (1957)
* El niño de junto al cielo
* Domingo en jaula de esteras
BIOGRAFIA DE ENRIQUE CONGRAINS MARTIN

Enrique Congrains Martin nació en Lima en 1932. Sus padres fueron Víctor Elías Congrains Agüero
y Enriqueta Martin. Estudió en los colegios Antonio Raimondi, Inmaculada y Maristas de San Isidro.
Desde muy joven, tras descubrir el alucinante mundo de la literatura, se preocupó por interpretar,
con prosa corta y precisa, la realidad urbana limeña. Mostró incansable interés en desvelar la
miseria moral en que vivía la sociedad conservadora del Perú de mediados del siglo XX. Como un
acto de rebeldía contra ella, e influenciado por escritores con tendencia realista como John
Steinbeck (premio Novel de literatura 1962) y Erskine Caldwell, aborda el mundo marginal de las
barriadas donde sobreviven miles de personas emigradas de las provincias. Pincela un realismo
social que conmueve y desgarra, el drama de la gente que mora en los cerros, covachas y arenales.

Su primera obra “Lima Hora Cero”, marca el nacimiento del realismo urbano en la literatura
peruana. Con este libro de cuentos, publicado en 1954, Congrains inserta Lima en la
narrativa peruana, como lo harían con pueblos rurales Ciro Alegría y José María Argüedas. La
monstruosa ciudad de un millón de cabezas que empieza a emerger con todos sus conflictos
sociales, económicos y políticos que trae consigo la inevitable fusión de las culturas andina y
costeña. En los años 50 ya existían pueblos jóvenes formados a partir de una toma de tierras por
los llamados “sin techo” en su mayoría gente venida del interior del país. La Lima de los 50 es el
preludio de lo que sería la Lima de los años 60, 70 y 80, con otros tantos millones de personas
que moran en Asentamientos Humanos formados por chabolas, carentes de servicios básicos para
la subsistencia.

Congrains percibe, con fino olfato intelectual, esta cruda realidad y la interpreta de un modo
magistral. En el cuento: “El Niño de Junto al Cielo”, pone su óptica en un niño, venido de Tarma
con su familia, que anhela una vida mejor en la capital. Esteban es el pequeño migrante que,
contra el temor que le produce el nuevo entorno social, sale de su modesta vivienda para conocer
la capital, a la que intuye peligrosa, como si fuera un monstruo que engulle a la gente. Baja del
cerro El Agustino por una ladera y, en el camino, junto a la carretera, se encuentra un billete de
diez soles, lo que le ocasiona una alegría infinita. Guarda el billete en su bolsillo y retoma el paso
por la calle. Mientras va hilvanando ideas sobre lo que hará con el bendito dinero, se distrae
mirando a unos muchachos que jugaban a las canicas. Terminado el juego, uno de ellos se le
acerca y le habla. Esteban queda fascinado por la labia de este muchacho, casi de su edad, al que
considera capaz de realizar grandes cosas. Y, como le cae bien Pedro, con el que parece congeniar
y además le inspira confianza, le confiesa su hallazgo.

Pero Pedro, un palomilla cuidador de frutas que vive en el Mercado y ha aprendido a engañar a la
gente y fugarse sin dejar rastro, maquina la idea de aprovecharse del ingenuo serranito. Le dice
a Esteban que él sabe como hacer para que su dinero crezca, y, prometiendo hacerle ganar mucho
dinero, le convence para realizar juntos un gran negocio. Esteban vuelve a encontrarse más tarde
con Pedro, y ambos cogen el tranvía, viajan de polizontes, hasta el centro de la ciudad. Luego
entran a una tienda y Pedro insta a Esteban a que invierta sus diez soles en la compra de diez
revistas. Adquirida la mercadería se dirigen a la Plaza San Martín, donde, con buen ánimo,
pregonarán sus revistas mostrándolas a los transeúntes que por suerte las irán adquiriendo hasta
agotarlas casi todas. Esteban está feliz, por el dinero ganado y además por la suerte de tener un
amigo hábil para el comercio como Pedro. Aunque éste, pletórico Judas, decide consumar
su infame plan, antes del recuento del capital y la repartición de las ganancias obtenidas. Así,
finge tener mucha hambre y convence a su socio para que vaya a comprarle algo de comer en un
quiosco próximo a la Plaza.

La mente sana de Esteban no puede imaginar la estafa que le hará aquel que considera su amigo.
El corazón le da un vuelco al volver y no encontrarlo en el punto donde lo había dejado. Lo buscará
por las inmediaciones sin éxito. Pedro se había esfumado llevándose toda la plata, la revista que
faltaba vender y su ganancia de socio capitalista que le había confiado. Angustiado y lloroso sufre
el engaño de Pedro en el corazón de la ciudad, la bestia de un millón de Cabezas. Y, horas más
tarde, ya resignado, decide volver a su barrio de Junto al Cielo.
El Barrio de Junto al Cielo podría ser cualquier barrio de Perú, con casitas humildes encaramadas
a los cerros adyacentes a las capitales de provincias, donde viven muchos niños como Esteban,
que buscan ganar monedas para ayudar a sus padres en la manutención del hogar. Congrains
visitaba estos barrios, de extramuros, para extraer de ahí sus personajes, para ambientarlos como
frescos literarios con sus escenas paradójicas e inverosímiles. El escritor se sentía comprometido
con el sector del pueblo que sufría miseria, y describía su penosa realidad, con mano firme sin
miedo ni vergüenza, y siempre desde su línea ideológica próxima a los emergentes movimientos
de Izquierda.

Congrains, a diferencia de otros escritores provenientes de clases pudientes, se introdujo en el


corazón de las barriadas, a la manera del misionero que se afana por educar e impartir cultura en
un pueblo necesitado. Lo hizo sin egoísmos ni rencores. Era consciente de su papel como
intelectual de avanzada, no podía o no debía desapercibir la abrumante realidad de la época. En
una Lima donde aún se respiraba el aire neo-colonial, se valoraba y admiraba el linaje, el rango
social, la opulencia de la elite oligárquica, y el pertenecer a la vanagloriada “crema y nata” de la
sociedad, Congrains, ignorando todo esto, subió al cerro y, haciendo el mismo recorrido de
Esteban, volvió a bajar, mirando al suelo, imaginándose, o quizá viendo en realidad, a un niño
que se encuentra un billete en el suelo, y hacer, de esta sencilla aunque poco común escena, el
inicio de un cuento de antología.

Haría lo mismo para escribir su primera novela que tendría como protagonista a una mujer. El
escritor visitó las ciénagas, hundió sus zapatos en el arenal, se sumergió en el llamado cinturón
de miseria que rodea la señorial ciudad. Lo hizo, con trepidante afán, para encontrar a su
personaje, y para mostrar sus relatos editados con propio peculio a los pobladores interesados en
leer su realidad en un libro, y porque, ahí el visionario veía el germen de la Nueva Lima, el bastión
de un pueblo que se forja con el esfuerzo mancomunado de gentes con grandes valores humanos
que anhelan erigir una sociedad más justa y democrática. Congrains encontró en el llano a Maruja,
una mujer vigorosa que para ganarse la vida debe luchar, afirmar su protagonismo,
desempeñando un papel similar al que desempeñan las mujeres dirigentes de los asentamientos
humanos.

“No una sino muchas muertes”, publicado en Buenos Aires en 1957, y que tendría una adaptación
cinematográfica, la película “Maruja en el Infierno”, dirigida por Francisco Lombardi. En el prólogo
de la edición española (Planeta 1975) Vargas Llosa la considera una “novela salvaje”, que revela
con desgarro la miseria humana en que conviven los marginados de la sociedad. Pero Congrains
no piensa igual que su compatriota, no considera tan fuerte o chocante su obra, que simplemente
muestra una realidad social que los representantes de la clase acomodada de la que proviene, los
racistas y egoístas que sueñan con el pasado ostentoso de la sociedad aristocrática tratan de
desconocer u ocultar y discriminan a los migrantes tildándolos de “cholada sucia” que ha venido a
afear la hermosa ciudad virreinal.

Otro relato destacable publicado por Congrains es Kikuyo (1955). En 1970 editó una antología del
Cuento Hispanoamericano en la que aparece su cuento: “Domingo en jaula de esteras” En 1971
editó un libro de biografías de científicos y filósofos y luego un manual titulado: “Así se desarrolla
la inteligencia”.

El escritor residió en diversos países, entre ellos Argentina y Venezuela. Finalmente se exilió en
Bolivia, donde se ganaba la vida como editor de libros. Reapareció en el panorama literario el año
2006 con tres libros: “Gallinita Portahuevos”, “El Narrador de Historias” (dedicado a Vargas Llosa)
y “999 palabras para el planeta tierra”. Inició una nueva etapa en su carrera literaria, con mundos
y personajes irreales y fantásticos, denotando ya un distanciamiento del realismo urbano

Enrique Congrains, reconocido como un clásico de las letras peruanas, falleció en Cochabamba
(Bolivia) el 6 de Julio del 2009. Su obra es trascendental en el proceso de desarrollo de la literatura
con temática urbana, señala un camino a seguir a muchos otros escritores. Y él, junto a Julio
Ramón Ribeyro, Carlos Eduardo Zavaleta y Manuel Scorza, es uno de los escritores más
representativos de su generación, la de los años 50, que con su influencia renovó la narrativa
peruana.

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