Lo que es hoy en día la Sociología dominicana reconoce sus
origines en la tradición del pensamiento social, que en los finales del siglo XIX y en las primeras dos décadas del presente siglo, se estaba gestando en el país en torno a la obra de pensadores como Pedro Francisco Bono, Eugenio María de Hostos y José Ramón López.
Pedro Francisco Bono. Nace en el 1828, en la ciudad de Santiago
de los Caballeros, muere en el 1906. Es considerado el primer intelectual que realiza exhaustivamente estudios de los problemas de la sociedad dominicana.
Una preocupación constante de Bono fue lograr constituir una
sociedad que superara el centralismo como forma de gobierno, ya que veía en el centralismo la causa del caudillismo y el despotismo. Tenía ideas progresistas y modernizadoras de la sociedad dominicana. Concedió mucha importancia a los intereses de la clase trabajadora dominicana, especialmente a los de la zona rural, al valorar positivamente al campesinado. A nuestro juicio, fue el primer sociólogo rural dominicano. En sus análisis asumió la teoría de las clases sociales.
En los últimos años de su vida adopto una concepción pesimista en
torno a las posibilidades de desarrollo de la sociedad. Sus ideas contribuyeron a la integración de la identidad nacional dominicana. Estableció sólidas relaciones con Ulises Francisco Espaillat, Eugenio María de Hostos, Gregorio Luperón; consolidando con estas personalidades un profundo sentimiento de nacionalismo y dominicanidad.
Entre sus textos merecen considerarse:
• Apuntes sobre cuatro ministerios, 1857.
• Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas, 1881. • De política, 1887. • Opiniones de un dominicano, 1884. • La República Dominicana y la República Haitiana, 1885.
Sus obras fueron recopiladas por Emilio Rodríguez Demorizi,
“Papeles de Pedro Francisco Bono; publicados por la Academia Dominicana de Historia en 1980.”
EL DESARROLLO DE LA SOCIOLOGIA EN LA REPUBLICA
DOMINICANA.
Los tres pensadores aludidos asumían la positividad del hecho
social. Hostos fue quien mas insistió en el carácter objetivo de los fenómenos sociales, aun cuando su positivismo lo conducía a reduccionismos naturalistas, inspirado en la tradición comteana, que hacían de muchas de sus ideas sobre realidad social y el modo de cómo encararla, más que el resultado de proceder fundado en la rigurosa observación metódica de la realidad, una filosofía de la historia, interesada en la moralización de la Sociedad, más que en su conocimiento objetivo.
Es por ello que la obra de Hostos en el país se reconoce sobre todo
por su contribución a la reforma de la educación dominicana, frente a la cual fue un verdadero reformador social. Fue el quien logro introducir en el país la tradición francesa de las Escuelas Normales.
En los años 80 se desarrolla un gran momento en la Sociología
dominicana, precisamente en el momento de crisis del paradigma de la dependencia. Este momento también se articula a los cambios sociales en consonancia con el peso cada vez más determinante que va tomando en la dinámica social dominicana el Estado, una no solo como aparato de dominación sino como agente articulador y formador de los nuevos sujetos políticos y sociales.
La Sociología dominicana ha ido pasando de la definición de objeto
de investigación de carácter muy general como la nación, la formación del Estado, el proceso de dependencia hacia los problemas cada vez más específicos y especializados (como las migraciones, los partidos, el mercado, etc.). Es admisible reconocer que la sociología dominicana fue definiendo un estilo de trabajo y un campo problemático enmarcado en la mejor tradición latinoamericana de investigación social; en tal sentido, la Sociología dominicana se ha ido profesionalizando cada vez mas como disciplina científica.
La contribución de los sociólogos dominicanos resulta notable en el
estudio de los problemas agrarios, migratorios, de la desigualdad social, la pobreza, la democracia y participación social y política. Bonó, inicia su vida intelectual con la novela histórica “El Montero”: escogió como tema el cuadro rural del Hato: la montería, de esta configuración socio-económica de los siglos XVI-XIX, selecciona al sujeto que representa al pueblo, el campesino, y estudia sus costumbres:“…el montero era el dominicano de vida más dramática; el más esforzado y misérrimo individuo en la escala social de la época.”, “…la agreste figura del montero: la cabeza envuelta en un ancho pañuelo; la camisa, de tenerla, raída; el pantalón de fuerte azul, arremangado hasta la rodilla; los pies descalzos o defendidos por míseras soletas; en la cintura el machete y el eslabón de pedernal, para amolarlo en el continuo uso de la montería; y en la boca la humeante pipa de barro y curvo el calimete. Bonó nos figura al montero en los siguientes términos: “Nada hay más tosco que la fisonomía de este individuo: la grande y poblada barba que circuía su ancha y aplastada cara, caía sobre su velluda pecho y le daba el aire de un escapado de la cárcel, sus narices eran chatas y su boca grande y gruesa, en fin, un conjunto feo, pero que denotaba fuerza y salud. Su traje era el de los monteros en general; chamarreta de burda tela de cáñamo con calzones de lo mismo sujetos a la cintura de una correa con hebilla de acero, machete corto de cobos de palo y vaina de cuero, cuchillo de monte, eslabón de afilar pendiente de la correa y con una cadenita de hierro…cubría su cabeza con un gorro de paño que en su primitivo origen debía ser negro, pero que la intemperie y la grasa habían puesto de color dudoso, y se tendrá el vestido nuestro hombre. Esa era “la única vida novelesca, o la más novelesca.” Con ello, Bonó tempranamente evidenciaba la impronta distintiva de su discurso sociológico-político: El interés en los pobres.
El Montero, novela histórica/costumbrista/realista, revela la
temprana atención prestada por Bonó a las formas de vida y cultura campesinas, que es su objeto de estudio: “…ese objeto antes nunca identificado: la historia social del pueblo dominicano.” Lo fue desde el comienzo mismo de su vida intelectual hasta el final, Bonó sólo estudia lo nacional. La crítica histórica moderna se ve precisada a reconocer que en la esta novela de Bonó el pueblo/el campesinado deviene en: “la sustancia intelectual del novelista, dirigida a problemas y segmentos sociales normalmente objeto del desdén de los letrados.” La conclusión es que en esa novela “se advierte ya una indagación sociológica, si bien bastante elemental.”
Argumento No.2: El concepto de la historia: La historia, dice, no la
comprendemos como comúnmente se escribe, cundo Bonó habla de historia quiere significar “aquella que hace conocer las costumbres, adelanto o atraso de una nación, ya haciendo parte de la historia general de la humanidad con las relaciones de un pueblo a otro, ya siéndole independiente en cierto modo y señalando paso a paso la vida de una nación.” Así, busca el porvenir en el conocimiento del pasado: “…después de tantas pruebas y experimentos…no será justo que la sociedad dominicana haga un alto y dirigiendo una mirada retrospectiva analice sus males pasados…” Bonó estudia el pasado: “Para preparar al país a la grandeza que entrevemos…” el estudio del pasado se justifica porque “…conociendo los errores pasados”, podremos determinar cuáles serán las medidas que deben tomarse.
La lógica de razonar fundamentado en el conocimiento de la historia
nacional se puso de manifiesto en Moca/1857. El movimiento revolucionario de Santiago del mismo año, discute el sistema de gobierno que constitucionalmente se adoptaría, dos planteamientos se presentaron al debate: unos proponen el sistema centralista, los otros el sistema federal. Bonó: “defensor de mis convicciones”, acoge la propuesta de que se adopte el sistema federal, pone en juego sus condiciones de excelente polemista. La parte contraria, la que defiende el sistema centralista, argumenta que la libertad se conseguiría mediante el sistema municipal, Bonó refuta apoyándose en la historia dominicana: “…el sistema municipal…no es sistema, sino un poder, y…en las formas centrales todo poder que no sea uno de los tres: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, es inferior y dominado…y esto lo probaré con hechos sacados de nuestra historia. La constitución de 1844…” La conclusión de Bonó, sobre lo que ya es un hábito fuertemente arraigado en la tradición jurídica dominicana: “…cuan caro cuesta al pueblo un error en legislación, y cuántos años, cuanta sabiduría y buena voluntad se necesita para corregirlo”, “Cada nación necesita códigos propios, asentados sobre las bases fundamentales del derecho, pero acorde con sus necesidades, sus usos, costumbres, índole y grado de civilización.”
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