Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DUBATTI Gestos 50 - Texto PDF
DUBATTI Gestos 50 - Texto PDF
25 años de teoría
y práctica del teatro
Teoría y Práctica
Del Teatro Hispánico
Imagen tapa
Polly J. Hodge y Claudia Villegas-Silva
Director/ Editor
Juan Villegas University of California, Irvine
Associate Editors
Grace Dávila Pomona College
Polly J. Hodge Chapman University
Editorial Board
Rosa Ileana Boudet
Alicia del Campo California State University, Long Beach
José R. Cartagena Calderón Pomona College
Óscar Cornago Consejo Superior de Investigaciones Científicas, España
Nel Diago Universidad de Valencia
José María Díez-Borque Universidad Complutense de Madrid
John Gabriele The College of Wooster
Víctor García-Ruiz Universidad de Pamplona
Susana Hernández Araico Cal-Poly State University, Pomona
Jorge Huerta University of California, San Diego
César Oliva Universidad de Murcia
Osvaldo Pellettieri Universidad de Buenos Aires
Antonio Prieto-Stambaugh Universidad Veracruzana
Mario A. Rojas The Catholic University of America
Nancy Lee Chalfa Ruyter University of California, Irvine
José Antonio Sánchez Universidad de Castilla - La Mancha
Antonio Tordera Universidad de Valencia
Alfonso de Toro Universität Leipzig
Resúmenes/Abstracts 7
Juan Villegas
Introducción: 25 años de teoría y práctica del teatro 11
ENSAYOS
César Oliva
El estado del teatro. Crónica de un encuentro
Las Palmas 2009 23
Jorge Dubatti
Filosofía del Teatro: fundamentos y corolarios 53
Andrés Grumann Sölter
La subordinación de la escena: Del Epos o cómo
la fábula se transformó en fatalidad para la Opsis 82
Mauricio Barría Jara
De la performance a la teatralidad. La intensidad
de la falla 101
Pablo Cabrera P.
Investigaciones en torno a la Poética del Post-teatro
de Abel Carrizo Muñoz (2000-2010) 118
Brenda Werth
Embodying the Middle Class in Argentine Theater
under Neoliberalism 141
TEXTO
José Moreno Arenas
Sobre el autor
EL ABRIGO-CHALECO 159
PARA LA HISTORIA DEL TEATRO
Bitácora teatral
Carlos Morton
In Memoriam: Larry García: un teatrista del barrio
(August 1, 1955-July 29, 2010) 195
Paola Marín
Performance e hibridez: NK 603 de Violeta Luna 196
Jorge Huerta/Carlos Morton
A Conversational Review of Solitude
by Evelina Fernandez 201
Reseñas informativas
Carmen Romero, Editora. Santiago a Mil 205
María de la Luz Hurtado y Vivian Martínez Tabares, Selección de
Antología del teatro chileno contemporáneo 205
María de la Luz Hurtado, Coord. Teatro chileno. Tiempos de gloria
(1949-1969). Desde la fotografía de René Combeau 206
César Oliva. Historia gráfica del arte escénico 206
1
En el caso de América Latina, los ejemplos clásicos de directores teatrales
que elaboraron una teoría del teatro son Enrique Buenaventura, Santiago
García y Augusto Boal. En los sesenta y setenta Raúl H. Castagnino, sin ser
un creador de teoría, fue su gran difundidor. En el presente, tienden a domi-
nar los nombres de Marco De Marinis, Patrice Pavis, Erika Fischer-Lichte,
Anne Ubersfeld o de investigadores de las ciencias sociales. Por otro lado, el
director-fundador de teorías sigue siendo Eugenio Barba.
GESTOS 50: 25 años de teoría y práctica del teatro 13
2
Un sugerente comentario sobre las tendencias teóricas es el de Julian Mey-
rick, “The Limits of Theory: Academic versus Professional Under-standing
of Theatre Problems,” New Theatre Quarterly 75 (2003): 230-242.
14 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
3
Consciente de este cambio, GESTOS publica la revista en edición digital e
impresa. A la vez, publica libros y textos teatrales en Ediciones digitales.
Ver: www.humanities.uci.edu/gestos/
4
Para la lista de ensayos publicados y sus autores, ver los Índices:
www.hnet.uci.edu/gestos/link1a.html
GESTOS 50: 25 años de teoría y práctica del teatro 15
5
Para la lista e información detallada de las Ediciones de Gestos ver:
www.humanities.uci.edu/gestos/Publications/Publications.html
16 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
que aparecen tanto en versión impresa y digital. Aún más, en el año 2009, en
la búsqueda de un libro digital hecho especialmente para su acceso y lectura
en la red, encargó a tres integrantes del GRG (Gestos Research Group), aso-
ciado a la Universidad de California, Irvine, que preparasen un libro digital
que utilizase los instrumentos que provee la red para el estudio del teatro. El
resultado fue Cartografía Teatral: los escenarios de Cádiz en el Festival
Iberoamericano de Teatro 2008, de Grace Dávila, Polly J. Hodge y Claudia
Villegas-Silva. 6 En este libro, además de los ensayos, el lector tiene acceso
a numerosas fotografías, videos de los espectáculos comentados, portales de
autores, de grupos teatrales.
***
6
El libro contó con el auspicio del Festival Iberoamericano de Teatro de
Cádiz y el apoyo de su director José Bablé.
www.humanities.uci.edu/gestos/fit2008/
GESTOS 50: 25 años de teoría y práctica del teatro 17
ser en sí del teatro, su esencia, qué es lo que hace al teatro Teatro y no otra
cosa. Dubatti propone desarrollar una nueva disciplina, a la que llama Filo-
sofía del Teatro, diferente de, por ejemplo, la Teoría Teatral, la Estética Tea-
tral, la Semiótica Teatral, el Análisis Teatral, etc. Su posición implica recha-
zar postulados básicos que, en los últimos veinticinco años, han emergido
como fundamentales. Esta búsqueda de una esencia transhistórica, universal,
se opone a tendencias recientes que buscan contextualizar e historizar tanto
el discurso teatral como el discurso teórico. Luego de rechazar varios con-
ceptos definidores del teatro, propone su propia definición, desarrolla sus
rasgos, y sus extrapolaciones. En el proceso utiliza neologismos y plantea la
necesidad de alejarse de las teorías culturales recientes y de preparar un mo-
delo de investigador teatral. 7
Andrés Grumann (“La subordinación de la escena: Del Epos cómo la fá-
bula se transformó en fatalidad para la Opsis”) también recurre a la Filosofía
para reflexionar sobre el teatro. Grumann examina las razones por las cuales
la Poética de Aristóteles concedió mayor importancia al texto dramático que
a la puesta en escena, y por qué subordinó “lo propiamente escénico a lo
poético entendido como drama (textual).” El ensayo es muy propio de nues-
tro tiempo en cuanto evidencia que la puesta en escena ha pasado a ser el
centro de atención teórica en desmedro del texto dramático.
Mauricio Barría Jara (“De la performance a la teatralidad. La intensidad
de la falla”), al igual que Dubatti y Grumann, toma como punto de partida la
filosofía y se centra en los conceptos y nociones reiterados en los discursos
teóricos actuales: performance, cuerpo, teatralidad, instalación.
El ensayo de Pablo Cabrera (“Investigaciones en torno a la Poética del
Post-teatro de Abel Carrizo Muñoz”) se inserta en la tendencia de construir
una teoría a partir de una práctica teatral, la que a la vez es el resultado de
una teoría a priori. Para Carrizo Muñoz la producción teatral es un proceso
de investigación y experimentación donde se explora el funcionamiento de
propuestas teatrales para el siglo XX, en las cuales se rechaza el texto dra-
mático y el discurso verbal.
El ensayo de Brenda Werth (“Embodying the Middle Class in Argentine
7
El ensayo es una síntesis de la propuesta que Dubatti ha desarrollado en
sus últimos libros.
18 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
8
Ver la edición bilingüe de su teatro en Dramatic Snippets/Pulgas dramáti-
cas (Ediciones Teatrales de GESTOS, 2010), editado por Polly J. Hodge,
tanto en edición impresa como digital.
GESTOS 50: 25 años de teoría y práctica del teatro 19
Juan Villegas
Director
ENSAYOS
El estado del teatro. Crónica de un
encuentro. Las Palmas 2009.
César Oliva
Universidad de Murcia
23
24 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
función por semana, de manera que una obra puede estar tres años en cartel.
Eso sucede por la vida artística actual, que hace posible la colaboración de
un actor con varios proyectos a la vez. Hay actores que pueden hacer cinco
obras distintas, cinco papeles distintos, en un mismo fin de semana. Los
actores alternativos lo hacen todo, y los directivos de las compañías trabajan
sin remuneración alguna.
Dámaso Rodríguez es el responsable del Teatro Furioso en Los Ánge-
les, más concretamente, en Pasadena. Los Ángeles
es una ciudad muy complicada para el teatro.
Choca con la producción de Hollywood. Cuando
presenta una obra sin canciones no tiene público.
Los jóvenes no piensan en el teatro, y los
espectadores normales tienen más de 50 años. La
municipalidad les dejó una vieja fábrica de
plásticos para ubicar su compañía. Hacen un teatro
que califica de “visceral,” muy enérgico. Su
repertorio lo forman comedias oscuras. El nivel
que consiguieron hizo que el teatro más grande de Pasadena, el Pasadena
Play House, con un espacio mayor y otro pequeño, el Teatro Balcón, los
invitaran a trabajar en este último espacio. El grande tiene una programación
tradicional, a base de musicales y espectáculos extraordinarios. Ellos conta-
ron, al principio, con un presupuesto de 20.000$ que, en poco tiempo, subió
a 200.000$. De esta manera no pagan alquiler y tienen su propia oficina.
Dámaso es director artístico asociado del Play House, pero con su Teatro
Furioso trabaja en la sala pequeña. Todo un experimento. El Furioso intenta
llevar a los jóvenes al teatro. Para eso hacen obras nuevas con protagonistas
jóvenes. Algo que puede recordar al cine independiente.
Rafael Rojas es el mentor del Teatro Coribantes, compañía de carácter
experimental que data de 1982. Desde el 2003 tienen
espacio propio, cuya misión fundamental es darse a
conocer a todos los públicos y dar su propia
impronta frente al teatro comercial. En verano,
fechas que creen que son las mejores, organizan un
Festival cuya principal características es que el tema
de los espectáculos siempre es la homosexualidad.
Concitan a un importante número de público, y no sólo procedente de la
comunidad gay, público que suele tener cierto poder adquisitivo. En 2005 el
28 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Festival se denominó del Tercer Amor. Para toda esta actividad contaron
con actores preparados para dicha empresa. Junto a las funciones hacen
charlas, proyectan películas, organizan exposiciones, todo con el fin de
mantener su presencia en los medios de comunicación. Tienen contactos con
la Universidad, y sus obras se abren a los cafés-teatro. El Festival Coriban-
tes es de carácter competitivo. Empezó teniendo un jurado convencional,
aunque pronto pasó a que el propio público fuera el jurado. En el II Festival
se cambiaron las reglas. Muchos dramaturgos escribieron temas gays, apa-
reciendo bastantes obras nuevas. Comenzaron a tener un intercambio con el
Festival de Cine Gay de Madrid. Una de las características de su Festival es
que los actores no pueden participar en más de una producción. Esa segunda
edición contó con la presencia de abundantes espectadores heterosexuales.
El III Festival tuvo ya carácter internacional, contando con la presencia de
grupos de México y Estados Unidos. Allí se vio la necesidad de una publici-
dad mayor. En el IV se seleccionaron las obras mejores, dándoselas a de-
terminados productores para su montaje. La intención de Coribantes es que
toda pieza teatral debe dar que hablar. Creen que son los únicos que trabajan
en esta dirección. “Una sola actividad no debe servir para conseguir un
público, pero hay que empezar.”
Cristóbal Peláez no estaba previsto que par-
ticipara como ponente, aunque la presencia en
Las Palmas de su compañía, Matacandelas, que
inauguró el Foro la noche anterior, hizo posible
su intervención en esta sección teórica. Sus pala-
bras comenzaron haciendo hincapié de la peculia-
ridad que tiene el teatro en Colombia, y el riesgo
que significa su práctica. Con la finalidad de
protegerlo, en 1979 se dio el Estatuto de Seguridad. El teatro independiente
en su país nace alrededor de 1960. Entonces estaba el movimiento literario
Nadaísmo. Sus pioneros fueron gentes de teatro de la importancia de Enri-
que Buenaventura y Santiago García. Son los que constituyen la primera
generación del teatro colombiano. Él, con su compañía Matacandelas, y
otras de parecida organización, forman la segunda generación. Se encontra-
ron con un sistema político que reprimía el teatro. Por eso, el que hacían
tenía que ser popular, barato (montado con poco dinero) y muy influido por
el público. Matacandelas es una sociedad estable, con catorce intérpretes y
cuatro o cinco empleados en la parte administrativa. Suelen trabajar de jue-
Oliva. El estado del teatro 29
ves a domingo, en una sala modesta de unas 150 localidades. También dis-
ponen de una sala cabaret de semejante capacidad. Cuentan con gran afluen-
cia de público. Y ponen en práctica la máxima de Sanchis Sinisterra sobre
que hay que sobrevivir “sin necesidad de prostituirse del todo.” Es una ma-
nera de vivir que no da de vivir. Por eso hay actores que pagan por actuar.
Esa supervivencia cuenta con que tienen 1/5 del presupuesto total por con-
venios, otro 1/5 entra por taquilla, y el resto sale fundamentalmente de venta
de funciones o bolos.
Tras la sesión de ponencias vino el turno de los relatores, comenzando
por Ignacio Escárcega. Éste empezó con un somero
repaso de las ocho ponencias, en la que hemos visto
desde el desarrollo de una caligrafía cercana al có-
mic (de Rodrigo García) al concepto de ultraperiferia
que apuntó Severiano García, defendiendo un circui-
to regional estable. De allí destacó, para una poste-
rior discusión, el problema del centralismo. En Gus-
tavo Ott vio la importancia de un diálogo con su
comunidad, cuestión que hace proveer al teatro de un
carácter íntimo y personal. Creyó entender también, por las palabras de
Perinelli, que el teatro argentino atravesaba una cierta Edad de Oro. Su
oferta se adapta a muchas formas de salas, horarios, gestión… En la alter-
nancia entre espacios grandes y pequeños, en los que se mueve Dámaso
Rodríguez, advirtió algún peligro, aunque saludó la idea de una compañía
residente alternativa en los teatros convencionales. A Rafael Rojas le pre-
guntó sobre la manera de integrarse el jurado de los festivales Coribantes y
los premios. ¿Qué premian? ¿Son pertinentes tales galardones? Reconoció
cierta paradoja entre la compañía estable de Cristóbal Peláez y el equilibrio
inestable en el que vive Matacandelas. Además de los convenios, ingresos
por taquilla y venta de funciones veía un mucho de
convicción en lo que hacen en la compañía
colombiana.
Rosalba Rolón, directora del Teatro Pregones,
instalado en el Bronx de Nueva York, fue la segun-
da relatora de esta sesión. Ella añadió determinadas
ideas a las ponencias del día, como que el actor y la
actriz son la pieza esencial en la producción teatral,
30 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Rodríguez por el idioma en que trabaja el Teatro Furioso (le contesta que en
inglés), y a Rafael Rojas, si las obras programadas en su Festival son encar-
gos. Rojas reconoce la dificultad de conseguir textos idóneos a su programa,
y por eso recurren a todo para conseguirlas. Habla de una en concreto de
mucho interés, En boca cerrada. A García Lorenzo le interesó también la
experiencia del Teatro San Martín venezolano con los clásicos. Gustavo Ott
explica la manera de presentarlos, alguna vez con traducciones procedentes
de un taller y otras muy adaptadas. Indica la página web en donde se puede
leer noticias de dicho Teatro. Juan Villegas prefiere hablar de teatro condi-
cionado y no de teatro latinoamericano. Buenos Aires es una excepción,
pues procede de una amplia tradición. Pero hay que entender las circunstan-
cias específicas de cada caso y cada país. La producción escénica suele estar
vinculada a los poderes culturales. Hay estados que son los grandes produc-
tores. Habría que hacer la historia de los modos de producción, no sólo de la
producción. Y veríamos cómo no se puede generalizar situaciones aparen-
temente similares. Caio de Andrade cree que no existe el productor puro,
sino que hay que producir con actores que les interese las propuestas. Igna-
cio Marrero no piensa que haya que llegar a posiciones victimistas. Habría
que aprender del público, y hacer estudios de mercado con estrategias con-
cretas. Juan Ignacio García Garzón señala que los públicos son siempre
distintos. No cree que haya que obligarlos a ver todo lo que los artistas quie-
ren que vean. Le interesa mucho el ejemplo de Ott. Miguel Rubio hace in-
ventario de sistemas de producción. Habla del Barrio de Comas, y del Festi-
val de Teatro Callejero, plenamente insertado en su comunidad. Luis Masci
recuerda que El Galpón vivió muchos años en el exilio en México y, cuando
regresó a Montevideo, se desprofesionaliza porque el medio no da para otra
cosa. Los teatros independientes en su país se han convertido en institucio-
nes necesarias. No sabe cómo, pero sobrevive dentro de un movimiento
totalmente inestable. Pide que tomemos en serio el tema de las estructuras
para conseguir modelos que sirvan para distintos lugares. Eduardo Rovner
recuerda la presencia en Argentina del Instituto Nacional del Teatro, y la
Ley Nacional del Teatro que estuvo varios años de la Cámara de Diputados
al Senado hasta que Medem la vetó. Cuando por fin se proclamó, a los dos
años había cien nuevos teatros. Rafael Rodríguez señala la actividad cultural
que hacen las bibliotecas, mientras que los teatros públicos parecen coctele-
ras de compañías. Rosalba Rolón insiste en que hay que lograr que el públi-
co confíe en los trabajos de los artistas, sobre todo, con producciones nue-
Oliva. El estado del teatro 33
Esta sesión va a estar dedicada a los autores dramáticos, que deben con-
tar cómo afrontan su oficio en esta primera década del siglo XXI que vivi-
mos. Bajo la influencia de otras formas de dramatización (cine, televisión,
video) asumen nuevos lenguajes que aparecen desde muy distintos modos, y
se sirven de diferentes procesos de ediciones, desde la letra impresa a la
biblioteca virtual. Parece que, a pesar de los pronósticos sobre la desapari-
ción del teatro, y del libro teatral, ambos perviven como propuesta de repre-
sentación.
Josep Maria Benet i Jornet comenzó el
turno de intervenciones afirmando que para
hacer un buen espectáculo no hace falta el
texto. Recuerda que en los años sesenta escribir
en casa era poco menos que un crimen; se
llevaba la creación colectiva. Esas nuevas for-
mas del espectáculo teatral enriquecieron a las
nuevas generaciones. Los autores tradicionales
escribían en sus casas, como siempre. Él mismo reconoce que empezó
haciéndolo así, de manera individualizada, y que sigue de muy parecida
forma. Un texto escrito así puede tener la misma complejidad dramática que
escrito de manera colectiva, incluso quizás sea más fácil de montar. Si se le
preguntara cómo trabaja sus obras dramáticas diría que se basa mucho en la
inspiración. A los veinte segundos de ponerse delante del papel tiene que
tener una imagen, algo que le agarre. Puede ser una música, un escaparate al
pasar, algo, que lo agarre por dentro, que caliente y que haga prender esa
inspiración. A partir de allí intenta entender qué lo ha atrapado, por qué le
ha interesado dicha imagen. A partir de esa chispa piensa en interesar a más
gente y, de esa manera, construye una situación dramática. No siempre sigue
ese camino, porque, a veces, abandona ideas que creía buenas. Y cree que
34 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
también con Juan Carlos Corazza. Es mujer de escritura lenta. Cuando estu-
vo en Buenos Aires pudo respirar arte puro.
Jaime Chabaud pertenece a una generación posterior a la llamada “nue-
va dramaturgia mexicana” de estética realista. La
suya habla también de la realidad pero con otras
formas. Por eso los autores anteriores no le per-
donan a los nuevos ese cambio de estilo. Reac-
cionaron contra los realistas con otras maneras de
realismo. Los suyos vienen de criarse en la televi-
sión. Combinan la dramaturgia con la actuación,
la producción, con todo, por eso son multirroles.
Tienen cierta obsesión por la imagen, por el video. Desde la textualidad
proponen sintagmas visuales. Es un teatro el suyo muy personal, hecho
desde las vivencias de los actores. Sus temas proceden de la política. Sin
embargo, la siguiente generación a la suya parece desvinculada del interés
social. Es una generación desencantada, que se acercaron a nuevas formas
de expresión procedentes de Europa y de Buenos Aires. Están cerca de lo
que Sanchis llama “narraturgia.” Parece como si los temas se hubieran aca-
bado y hay que buscar nuevas formas, ver lo que hacen otros. Chabaud se
declara un apasionado de las lecturas, de las estructuras. Dice irónicamente
que parece un escritor viejo pues lo que le gusta es contar historias. Le da
pena que las generaciones choquen entre sí. “Escribo desde lo que me duele
o lo que me indigna.” Se califica como un reaccio-
nario progre.
Fernando Rubio llegó a la escritura de forma
azarosa. Para realizarse como autor está pendiente
de los acontecimientos diarios. Para él la presencia
de la imagen es fundamental, cosa que le viene de
muchos años atrás. “Lo que quiero contar (y
escribir) requiere cada vez más
una forma específica. ¿Dónde se inscribe lo que es-
cribimos?”
Javier Yagüe es dramaturgo, pero también director
de escena y productor. Para él el teatro es un hecho
colectivo. Como director es coordinador del proyecto
escénico que se plantea con su grupo. Como artista es
36 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
portavoz de una serie de ideas. Pone en escena aquello que es capaz de cap-
tar de cuanto sucede a su alrededor. “No estoy aislado de mi realidad.” Bus-
ca en la identidad de las cosas lo que está en la voz del autor. Advenedizo en
la escritura, ha estudiado dinámica de grupos. Llegó a la dramaturgia desde
la dirección escénica, pero es autor sin escribir una palabra. Su tarea es
aportar documentación, proponer situaciones, incluso personajes. De alguna
manera le da forma a lo que otros escriben. A partir de eso empezó a firmar
obras en las que colaboraba de esa manera. Son textos con un gran compo-
nente colectivo, nada fáciles para la publicación. Intenta encontrar algo
diferente a la manera como se cuentan convencionalmente las historias.
Eduardo Rovner escribe cuando una imagen lo atrapa. Cuenta la mane-
ra como concibió Volvió una noche, en 1991. En su vida
le echaba la culpa a su madre de todo lo malo que le
sucedía, a pesar de haber fallecido años atrás. Un día se
le apareció… se le apareció su imagen poética. También
“vio” cómo sus vecinos de tumba festejaban con ella el
décimo aniversario de su muerte. Su madre le dijo que
todo lo que él había hecho en su vida era al revés de
cómo ella hubiera querido. De allí salió su comedia.
Siempre creyó que era una obra muy bonaerense, de
cosas muy corrientes, judíos y gente común. Un día se la pidieron para re-
presentar en Chequia. Nunca comprendió el éxito enorme que consiguió
(todavía sigue en cartel). Le dijeron que era la representación de la primave-
ra de Praga. Increíble. Desde entonces creyó en la potencia metafórica de la
poesía. Y todo precedía de una imagen. Como en Sueños de náufrago, en la
que la imagen es la de un hombre en una balsa en medio del mar. Rovner,
como autor, se hacía preguntas sobre la situación de la misma manera que se
las haría el personaje. Un autor quiere transmitir un mensaje en una obra,
pero si al personaje no le interesa hacerlo no hay nada, no hay obra. En
Cuarteto hay una clara referencia al General Camps y su frase: “En Argen-
tina tenemos paz, amor, libertad…” y había 30.000 desaparecidos. La idea
de aquel militar era que a quien no se le convence hay que matarlo. Excelen-
te idea pero no es teatro. Había que inventarse siempre el elemento teatral.
Eso recuerda lo que decía Dürrenmatt sobre dos filósofos hablando en un
café. El punto de partida es espléndido para un drama pero en sí no hay
teatro.
Oliva. El estado del teatro 37
hoy se habla de teatro. “El teatro que hace cosas de verdad no es teatro, es
espectáculo.” Manuel Canseco piensa que ha faltado hablar de técnica de la
escritura. Juan Villegas dice que faltan ideas en los dramaturgos para ajus-
tarse a las nuevas tecnologías y nuevos públicos. También se pregunta si
esas nuevas tecnologías han cambiado el cine en el nuevo siglo. El coloquio
lo cierra José Luis Ramos Escobar recordando que los autores se siguen
apoyando en una serie de falsillas para escribir.
son modelos ellos mismos. Manuel Canseco cree que el modelo está en lo
que influye, no en lo que afecta. Por otro lado, las formas de producción
condicionan los modelos. Rafael Rodríguez dice que más que referentes hay
elementos de desarrollo dentro del espectáculo. Él sí ha tenido sus maestros.
Javier Yagüe opina que no debe ser casual que los participantes en este foro
estén vinculados, de forma mayoritaria, a procesos a largo plazo. Prefiere la
memoria a la arqueología. Ésta pertenece al terreno de los homenajes. Las
escuelas de interpretación son obsoletas. Y piensa en la posibilidad de adap-
tarse a una realidad cambiante. Benet i Jornet no cree en los reinos de Tai-
fas. En Barcelona empieza a recuperarse la tradición, al tiempo que existen
nuevas dramaturgias. Allí sí hay buenas relaciones entre las distintas gene-
raciones; conviven estilos y generaciones. No duda de la influencia de los
ingleses (Donegan), bonaerenses (todos los buenos creadores de allá), inclu-
so berlineses (Ostermaeier). Carlos Gil piensa que en España se escribe
teatro pero hay quién explique cómo lo hace, por qué, etc. Joan Font no ha
escrito una línea sobre lo que ha hecho. Barba, Kantor, sí que lo hacían de
sus experiencias teatrales. Eduardo Rovner cree que Miguel Rubio ha abier-
to un punto de reflexión sobre las políticas culturales. Habría que entender
más a España que a otros países. Vivimos mirando a Francia y no a noso-
tros, y Francia se puede permitir especulaciones filosóficas que les sirven
sólo a ellos. Roberto Perinelli habla de los 120 años de tradición del teatro
argentino. Veronesse dice textos con actores, y da la espalda a las nuevas
tecnologías: a veces usa escenografías de otras obras. Ha encontrado un
lugar como simple necesidad de hacer teatro. Marco Antonio de la Parra
cree que estamos en un momento de “teatro nuevo,” pero con escaso públi-
co. La cultura de los festivales está un poco caída. De un teatro posdictato-
rial hemos pasado a uno posliberalista o antiliberal. En esta batalla estamos
obligados a rescatar al actor. Después de la gran crisis, Argentina se nos
muestra como espejo. Han utilizado su subdesarrollo, su dolor, su autocríti-
ca. Nos están regando un mensaje de encuentro.
Cuarta sesión. Debate sobre las tres secciones: producción, escritura, crea-
ción. 5 diciembre 2009
Esta sesión cuenta con dos relatores del Foro en general, Antonio Tor-
dera y Juan Villegas, que empezarán a sacar sus propias conclusiones con el
fin de conducir el debate final. Antonio Tordera ha visto el Foro como un
46 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Juan Villegas afirma que uno puede usar un código que, oído en otro
contexto, suena diferente. Por eso a veces ha
creído que estaba en la fiesta equivocada, en el
Foro equivocado. Analizando el programa tenía
expectativas de aprendizaje. Por eso insiste en
la necesidad de que pensemos el concepto de
producción como diversificación. Generalizar es
peligroso. La propuesta del Foro implica gene-
ralizaciones, ya que hay elementos comunes. Es
posible hacerlo, pero ¿cómo? ¿Cómo explica-
mos que haya un teatro gay en Puerto Rico, en
Los Ángeles, en Miami o en Chile, que señala una gran diversidad, dentro la
generalización? El teatro es un discurso cultural que busca procesos de co-
municación y que funciona dentro de sistemas culturales. ¿Qué fenómenos
han sido capaces de afectar al texto, a los modos de producción, a los espec-
tadores? Hay que estudiar la cultura de cada época para ver cómo se plas-
man y proyectan los textos de esa época. La respuesta está en el contexto, no
en el texto. Por eso nos preguntaremos ¿cuáles son las transformaciones que
se han producido en la sociedad y en la cultura para influir en el teatro?
Habría que ver cómo la posmodernidad y el liberalismo se da en cada sitio,
en Buenos Aires, en Madrid, etc. El neoliberalismo trae consigo que el Esta-
do haya dejado de ser importante en la cultura. Cambia la estructura de los
grupos, que ya no son grupos sino hombres. Los actores se contratan por
obra. ¿Cómo se paga al actor? ¿Qué sector paga los desplazamientos ideoló-
gicos en las hegemonías culturales? Se está legitimando la diversificación de
los sectores sociales. El gay, que antes era rechazado, ahora se valora. La
mujer, que vivía en una estructura patriarcal, ahora merece su propia histo-
ria. ¿Cuáles son los actuales grupos marginales?
Todo esto conduce a un cambio de espectadores. Éstos proceden de
nuevos sectores sociales. Ahora se apuesta por atraer a sectores étnicos. Son
grupos que presionan. La presencia de la juventud implica un tipo de forma-
ción diferente. Las transformaciones tecnológicas se vinculan con cambios
en los espectadores. En el siglo XIX, el público tenía formación cultural
limitada, enclaustrada. Hoy ha desaparecido ese claustro pues vive abierto a
la televisión, a las noticias del tiempo; es un espectador de cultura expandi-
da. Pero, ¿de dónde viene su cultura? La diversidad del público es “univer-
sal,” “transnacional.” La televisión afecta a todos los grupos, incluso a los
48 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
que el teatro es un mal negocio, pero ¿por qué se hace entonces? Nadie hace
estudios de marketing. Dubatti mantiene una escuela de espectadores. El
sistema de grupos no funciona en Argentina. No existe. Las compañías no
tienen nombre; son productos personalizados. La publicidad es muy preca-
ria, pero se hace uso de la web. El boca a boca es lo que sigue funcionando.
Lo habitual, en estos momentos, es que un autor colabore con el grupo.
Rafael Rodríguez antepone los creadores a los gestores teatrales. Los gesto-
res suelen hacer una política neoliberal. También se queja de que el actor
que ahora tenemos no es de teatro. Miguel Rubio defiende este cruce de
escenas. Quizás se le podría añadir talleres para que fuera más orgánico.
Cree que el neoliberalismo amenaza el arte del actor dada la terrible máxima
de que lo que no vende no vale. La tecnología también es responsable de
muchas cosas: del calentamiento de la atmósfera, de la falta de agua…Él
prefiere la energía animal a la eléctrica. Javier Yagüe piensa que las nuevas
tecnologías están en la periferia de lo teatral. La esencia de lo teatral tiene
que ver con la comunicación actor-espectador. Lo moderno no es hacer
proyecciones en el teatro. Existe una necesidad de dar respuesta a plantea-
mientos dramatúrgicos nuevos. Por eso hay que reinventar el arte del actor,
pues éste tiene que resolver problemas así mismo nuevos. Las nuevas tecno-
logías sirven para la administración (sacar entradas, etc.) pero al espectador
hay que tratarlo como persona. El teatro sigue siendo un lugar de encuentro.
Antonio Tordera solicita que vayamos a la esencia del teatro. Por eso le
preocupa el timo de las nuevas tecnologías. En la creación, el director dialo-
ga con los actores y con las tecnologías, sean nuevas o no. Gracias a la radio
investigaron en lenguajes escénicos autores como Samuel Beckett o Harold
Pinter. La esencia del teatro debe ser compatible con las auténticas nuevas
tecnologías. Juan Villegas ve que hay que seguir hablando de modelos, de
patrones. Debemos mirar la ausencia de modelos como una crisis del siste-
ma social. Las nuevas generaciones no quieren modelos organizados. El no
al discurso patriarcal se une a la presencia del feminismo. ¿Existe un con-
cepto y una esencia del teatro? Nos agarramos a un modelo de teatro proce-
dente de una hegemonía, pero excluye otras prácticas que no coinciden con
las de esa clase social. El teatro actual no se limita a su esencia porque ¿es
de la misma esencia el teatro indígena que el convencional? No debemos
excluir nada por su naturaleza. Ignacio Escárcega propone contemplar el
paisaje del siglo XXI: pluralidad, equidad, prácticas fronterizas… Es una
ventana que se abre acompañada del cierre de otras cosas del XX, que más
50 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
bien parecían del XIX. A Francisco Ortuño le gusta el debate. Parece una
auténtica puesta en escena. Indica la búsqueda de elementos de necesidad.
La necesidad de encontrarse en sitios como éste. Y quizás lo que a nosotros
no nos interesa, a otros sí. Iberoamérica es un concepto político. Lo que él
no sabe es si ese estar en el siglo XXI comprende a todos. Jaime Chabaud
cree que el teatro de hoy habla a una inmensa minoría. Sólo en México hay
que preguntarse por los públicos, ya que no hay sólo un tipo. Cuando hace-
mos un espectáculo nos preguntamos a qué público va dirigido. Pero la
pregunta no sale desde los creadores. Cree que habría que incorporar a in-
vestigadores que trabajen sobre todo lo que se está diciendo en el Foro.
Fernando Rubio abre interrogantes sobre los sistemas de producción.
“Habría que revisar de dónde salen los sistemas de producción.” Y pide
obras sinceras; textos sinceros. Patricia Ariza piensa que el teatro del siglo
XXI se debate entre los mitos olvidados y los nuevos mitos, que son las
redes y las tecnologías. El teatro que le interesa, el que rompe fronteras,
involucra nuevos lenguajes, incluye danza, video… y se interroga sobre sí
mismo. El actor es siempre el sujeto. Es nómada y trashumante. “La esencia
es la presencia del actor.” Luis Masci dice que el teatro ha estado viviendo
las andanadas del medio. Va buscando siempre caminos diferentes. Y está
en la relación espacio escena/espacio público. Rafael Rojas sostiene que
estamos acostumbrados a una misma relación entre actor y público. “La
mayoría nos ponemos el sombrero de productor sin conocer el público.” No
sabe si somos industria o somos mercado. Es necesario conocer al público.
Si el teatro es una industria, ¿deberían ubicarse en centros comerciales como
los cines? José Luis Ramos teme que haya teatros dependientes de las nue-
vas tecnologías. Marco Antonio de la Parra recuerda de nuevo a Grotowski
cuando preguntaba si serviría de protesta que se cerraran todos los teatros.
Aunque no se han dicho ejemplos de qué serían buenos modelos de buen
teatro él propone Gemelos, de La Troppa, o Amarillo, de Jorge Vargas. Y
siente el teatro profundo más allá de cualquier hegemonía. Juan Villegas
cree que es posible integrar el buen teatro, el de los ciegos, el de los minus-
válidos, aquél que habla para esas comunidades con sus propios códigos.
Eduardo Rovner recuerda que los directores enseñaron a los autores a no
describir lo que sucede en escena. Todos los modos con los que escribimos
son tenidos en cuenta para el público. El público ha sido la ausencia de una
gran presencia. Antonio Tordera afirma que antes estábamos en la drama-
turgia del texto; ahora, en la del actor; enseguida estaremos en la del espec-
Oliva. El estado del teatro 51
tador. Blanca Martín manifiesta que ahora más que nunca necesitamos el
teatro, al ser éste un espacio en donde se siente respetada. “Quiero que siga
siendo un mal negocio.” José Orive se interroga sobre la entidad de las nue-
vas tecnologías. “¿Son acaso herramientas pasajeras, herramientas de traba-
jo o fronteras?” Agradece que este Foro se haya celebrado en Canarias. José
Pedro Carrión dice necesitar al público. Siempre lo tiene en la cabeza, aún
en los ensayos. Lamenta que el teatro viva tan separado de la educación.
Antonio Tordera, en la última intervención del último coloquio, agradece a
todos su presencia y su participación.
12. ¿Se podría hacer un inventario de los modos de producción, incluso una
historia de tales modos?
Han sido cuatro días de intenso trabajo. Las sesiones teóricas termina-
ban después de las 3 de la tarde, y siempre había teatro,
o teatros, por la noche. Y reuniones improvisadas entre
participantes del Foro para hablar de posibles proyectos,
nuevos encuentros, etc. Se ha invitado a artistas vincu-
lados a procesos a largo plazo, como alguien dijo al hilo
de los coloquios. No han estado representados modelos
conocidos, o archiconocidos tras varios siglos de prácti-
ca teatral. No se han invalidado, ni mucho menos, pero
creemos que no habían aportado novedades a este siglo XXI, que es de lo
que se trataba. Por eso no hemos hecho inventario de los sistemas de pro-
ducción, de las escrituras dramáticas o de las actitudes interpretativas o de
puesta en escena. Se ha preferido conocer que existe una diversidad de sis-
temas, y que hay una necesidad de producir por encima de cualquier tipo de
dificultad.
De cara a un proyectado segundo Foro, que debe realizarse allá, al otro
lado, sí parece conveniente entrar en la consideración del público, ese “pú-
blico que requiere al creador.” Para entonces dejamos el estudio de nuevos
espacios, de nuevos espectadores, gestión y organización, naturaleza, orga-
nización de espectadores, sus condiciones y características, hasta los dere-
chos que se le atribuye, así como las modalidades de programación. Muchos
temas aún por resolver. ∗
∗
Caricaturas de César Oliva. En esta página: autorretrato del dibujante.
Filosofía del Teatro: fundamentos y corolarios
Jorge Dubatti
Universidad de Buenos Aires
1
Recuérdese que, tras historizar el concepto de Estética, Elena Oliveras
afirma: “Para superar los inconvenientes que suscita el término Estética [que
reenvía etimológicamente al vínculo sensible con el arte y no incluye lo
conceptual, cada vez más relevante], la expresión ‘filosofía del arte’ podría
resultar más adecuada” (22).
Dubatti. Filosofía del Teatro 55
2
Justamente en los corolarios de este mismo texto, puede observarse cómo
los postulados de la Filosofía del Teatro replantean muchos principios de la
teatrología (por ejemplo, los conceptos científicos de actor y espectador).
3
Distinguimos ontológico de óntico: según la Real Academia Española (que
retoma a Heidegger), óntico= referente a los entes, a diferencia de onto-
lógico= referente a la ontología, es decir, relativo a la pregunta por el ser de
los entes. (Tomo 7, 1101)
56 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
4
Recuérdese, a manera de ejemplo, el rechazo de Armando Discépolo de
algunos de sus mejores sainetes, y su predilección por piezas hoy des-
plazadas (Dubatti); también, la decisión de Ricardo Bartís de no estrenar
públicamente su montaje de Hedda Gabler de Ibsen, por considerarlo no
representativo de su "teatro de estados.”
58 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
5
Metafísica es entendida de esta manera como ciencia de la realidad o de la
existencia. (González Álvarez; Grondin)
Dubatti. Filosofía del Teatro 59
les) y una Ontología Material (que trata de las esencias materiales), u onto-
logías regionales. La Ontología Material, subordinada a la Formal (funda-
mento de todas las ciencias), es el fundamento de las ciencias de hechos. La
Teatrología debe recurrir a la par a la Ontología Formal y a la Material, pero
especialmente –por las características específicas del teatro- debe valerse de
la segunda.
Los aportes de las diferentes perspectivas deben confluir, finalmente,
hacia un ontología de la actividad humana en la historia. Son los hombres
los que generan, dentro de la construcción de su mundo, en relación con lo
real y lo metafísico, con lo que conocen y con lo que escapa a su dominio,
con aquello de lo que dependen y con su libertad, el acontecimiento teatral y
los entes teatrales como fenómenos de la cultura y el arte. “Entre todas las
actividades humanas –escribe Héctor A. Murena- el arte es la más parecida
al hombre. Polarizado por lo absoluto, existe sólo en lo relativo. Otros que-
haceres pueden desentenderse del Cielo y de la Tierra: el arte debe mediar
ambos principios, igual que el hombre. Pensar el arte es pensar el hombre”
(400).
Acontecimiento teatral y entes teatrales están enmarcados en la esfera de
la existencia del hombre. Retomando las palabras sobre los títeres de Javier
Villafañe (epígrafe), el teatro nació y morirá con el hombre, productor de
entes oximorónicos, a la vez materiales e ideales, concretos y abstractos,
históricos y ahistóricos, terrenales y metafísicos, como el teatro. Una Filoso-
fía del Teatro es entonces una Filosofía de la praxis humana.
6
Conectados a la tradición del pensamiento "anti-teatral,” los estudiamos en
el capítulo inicial de Filosofía del Teatro I: el de negación radical por exten-
60 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
7
Acentuamos gráficamente el vocablo según el griego original.
8
Para un desarrollo extenso, véase Filosofía del Teatro I, 43-88.
9
Utilizamos las expresiones “intermediación tecnológica” y “reproduc-
tibilidad tecnológica” en el sentido en que Walter Benjamin habla de
“reproducción mecánica” o “reproductibilidad técnica” (según las diversas
traducciones). Empleamos la palabra “tecnológica” para dar cuenta de la
acelerada y cada vez más sofisticada tecnologización de los medios de
reproductibilidad, y para diferenciar el término de “los técnicos,” “la
técnica” y sus derivados respectivos, que en nuestro libro están referidos
específicamente al trabajo teatral en la producción del acontecimiento
poético.
62 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
10
Las grabaciones de teatro (cine, video, cinta de audio) no son teatro en sí
mismas sino cine, video, cinta de audio que conservan información in-
completa, parcial, sobre un acontecimiento teatral perdido, irrecuperable,
irrepetible, que por su naturaleza temporal y viviente no puede conservarse
de ninguna manera.
Dubatti. Filosofía del Teatro 63
Una teoría de la experiencia solamente podría ser en este sentido una teo-
ría de la in-fancia, y su problema central debería formularse así: ¿existe
algo que sea una in-fancia del hombre? ¿Cómo es posible la infancia en
tanto que hecho humano? Y si es posible, ¿cuál es su lugar? (...) Como
infancia del hombre, la experiencia es la mera diferencia entre lo humano
y lo lingüístico. Que el hombre no sea desde siempre hablante, que haya
sido y sea todavía in-fante, eso es la experiencia (...) Lo inefable es en
realidad infancia. La experiencia es el mysterion que todo hombre insti-
tuye por el hecho de tener una infancia. (Agamben 64 y 70-71)
11
Justamente el teatro que reenvía a una situación de poder económico (el
llamado “teatro comercial”) o social (el teatro de propaganda política para
ganar adeptos a una causa) o religioso (el teatro de evangelización y funda-
mentalismo) frustra o descuida el acceso a esa zona de experiencia que
fusiona a los hombres en una nueva subjetividad no comercial ni jerárquica.
En Buenos Aires los ejemplos más notables de generación de esta tercera
subjetividad se encuentran frecuentemente en las prácticas del llamado tea-
tro independiente o de autogestión.
64 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
12
Cap. IV, 89-130.
13
Insistimos en esta restricción para nosotros básica, ya que hoy la palabra
poíesis ha sido tomada por las más diversas disciplinas no vinculadas al arte.
14
Usamos ambos términos, poético y poiético, como sinónimos.
15
Poético: perteneciente o relativo a la poesía; Poesía: manifestación de la
belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en
prosa. (Diccionario de la lengua española, 1216, tomo 8)
Dubatti. Filosofía del Teatro 65
16
No usamos la palabra producción en su sentido técnico actual más
restrictivo (véase Gustavo Schraier), que en realidad proviene del empleado
en la industria del cine y la televisión.
17
En el Cap. IV de Filosofía del Teatro I hemos desarrollado otros numero-
sos aspectos vinculados a la poíesis, entre otros, su origen verbal y familia
de palabras vinculadas, el concepto de “caosmos,” la percepción de diferen-
cia entre arte y vida en Aristóteles, la relación entre autonomía y soberanía,
la distinción entre teatro “autopoiético” y “conceptual,” la función política
de la poíesis como incisión en el tejido del mundo cotidiano.
66 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
18
Para un desarrollo más amplio, Filosofìa del Teatro I, 131-148, Cap. V
“Acontecimiento expectatorial: la expectación poiético-convivial.”
Dubatti. Filosofía del Teatro 67
afectar en todas las esferas de las capacidades humanas por el ente poético
en convivio con los otros (artistas, técnicos, espectadores).
La distancia ontológica respecto del ente poético es un saber adquirido
históricamente: el espectador va tomando conciencia de la naturaleza del
ente poético a partir de su frecuentación y su contacto con el teatro. Por su
naturaleza dialógica y de encuentro con el otro, el teatro exige compañía,
amigabilidad, disponibilidad y, por lo tanto, no hay expectación solipsista,
de la misma manera que no hay teatro “craneal.”
La expectación no se limita a la contemplación de la poíesis, sino que
además la multiplica y contribuye a construirla: hay una poíesis productiva
(generada por el trabajo de los artistas) y otra receptiva, que se estimulan y
fusionan en el convivio, y dan como resultado una poíesis convivial.
En conclusión, el teatro es un acontecimiento complejo dentro del que se
producen necesariamente tres sub-acontecimientos relacionados: convivio,
poíesis corporal in vivo, expectación. A tal punto estos sub-acontecimientos
están imbricados y son inseparables en la teatralidad, que debemos hablar
del convivio poético-expectatorial, de la poíesis expectatorial-convivial y de
la expectación poiético-convivial.
9. Recurrencia y previsibilidad
19
Sobre las diversas modalidades de la teatralidad poiética, véase el Cap. I
de nuestro Cartografía teatral (48-58).
70 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
20
Véase el caso de La señora Macbeth, estudiado en Filosofía del Teatro I
80.
Dubatti. Filosofía del Teatro 73
21
Volveremos sobre el tema en el capítulo “Análisis de la poética del drama
‘a partir del’ texto dramático” incluido en Filosofía del Teatro II.
74 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
13. Corolarios
22
Sugerimos la consulta de los capítulos sobre subjetividad incluidos en Fi-
losofía del Teatro I (161-178, cap. VIII) y en Cartografía teatral (113-133,
cap. III).
76 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
23
Son valiosas al respecto las observaciones de Juano Villafañe.
24
Sobre los dos últimos corolarios, véase en Filosofía del Teatro II el capí-
tulo "Trabajo-Estructura-Concepción de Teatro y bases epistemológicas.”
Dubatti. Filosofía del Teatro 77
riencia, el teatro religa con lo real, con el fuego de la in-fancia, con el ente
metafísico de la vida.
18. Estudiar el teatro como acontecimiento ontológico implica una nueva
construcción científica del actor 25 y del espectador. 26
19. Estudiar el teatro como acontecimiento implica además un nuevo ti-
po de investigador, ligado al acontecimiento como teatrista o como especta-
dor, en el modelo de investigación participativa al que refiere María Teresa
Sirvent. Pero además, como señala Eduardo del Estal, un investigador "filó-
sofo del teatro" que, por encima de toda normativa y libre de juicios univer-
sales, pone en escena "un Teatro del Pensamiento, una escritura por la que
se accede a aquello que el pensamiento tiene de único, de irrepetible, el
pensar como experiencia.” 27
20. Por el convivio y la poíesis corporal irrenunciables, el teatro es un
acontecimiento territorial (en la geografía, en el cuerpo); esto exige el desa-
rrollo de una Cartografía Teatral, como disciplina del Teatro Comparado.
21. Si el teatro es acontecimiento, llamaremos teatralidad singular del
teatro (o especificidad de la teatralidad del teatro) a la excepcionalidad de
acontecimiento, a aquello que sólo se genera en las coordenadas específicas
del acontecimiento convivial-poético-expectatorial. 28
22. Si hay una función ontológica y un estatus objetivo de la poíesis, es
necesario atender a la rectificación y esclarecimiento de las poéticas en su
desarrollo histórico y de las versiones-tensiones que circulan como relatos
de la historia en los campos teatrales. La memoria compite con la historia:
conviven relatos disímiles de teatristas, de periodistas y de investigadores. 29
25
Véase el capítulo al respecto en Filosofía del Teatro III (en prensa).
26
Desarrollamos este aspecto en la Escuela de Espectadores de Buenos
Aires.
27
Del “Prólogo” incluido en Filosofía del Teatro II.
28
Retomamos el problema en el capítulo "La poética en marcos axiológicos:
criterios de valoración" (Filosofía del Teatro II).
29
Al respecto, remitimos a "Historia del teatro, memoria del teatro: versio-
nes y tensiones" (Dubatti, El teatro teatra 77-81).
78 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Bibliografía
—. "El teatro teatra,” prólogo a J. Dubatti. Escritos sobre Teatro II. Buenos
Aires: Editorial Nueva Generación / CIHTT / Escuela de Espectadores,
2009.
—. “Dramaturgia y narrativa. Algunas fronteras en el cielo.” Escritos sobre
Teatro II. Buenos Aires: Editorial Nueva Generación / CIHTT / Escuela
de Espectadores, 2009. 171-177.
Koltés, Bernard-Marie. Sallinger. Paris: Les Éditions de Minuit, 2005.
Lotman, Iurij M. La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto. Ma-
drid: Cátedra, 1996.
Martínez Fernández, José Enrique. La intertextualidad literaria. Madrid:
Cátedra. 2001.
Marx, Karl. Manuscritos: economía y filosofía. Madrid: Alianza, 1968.
Marx, Karl, y Engels, Friedrich. La ideología alemana. Montevideo: Pue-
blos Unidos, 1968.
—. Escritos sobre arte. Barcelona: Península, 1969.
—. Escritos sobre literatura. Buenos Aires: Colihue, 2003.
Murena, Héctor A. [Álvarez]. Visiones de Babel. Introducción y selección
de Guillermo Piro. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002.
Oliveras, Elena. Estética. La cuestión del arte. Buenos Aires: Ariel, 2004.
Quine, Willard Van Orman. “Acerca de lo que hay.” Desde un punto de
vista lógico. Barcelona: Paidós, 2002. 39-59.
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Buenos Aires:
Espasa-Grupo Editorial Planeta, 2001.
Rilke, Rainer María. Cartas a un joven poeta. Poemas. Traducción y notas
de Oscar Caeiro. Buenos Aires: Losada, 2007.
Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la praxis. México: Grijalbo, 1985.
Schraier, Gustavo. Laboratorio de producción teatral I. Reedición. Buenos
Aires: Editorial del Instituto Nacional de Teatro/ Atuel, 2008.
Serrano, Raúl. Estética y marxismo. Teatro, política y praxis creadora.
Buenos Aires: Ediciones del CCC, 2009.
Sinnott, Eduardo. “Introducción.” Aristóteles. Poética, traducción, notas e
introducción de E. Sinnott. Buenos Aires: Colihue Clásica, 2004. VII-
XLII.
Sirvent, María Teresa. El proceso de investigación. Buenos Aires: Universi-
dad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 2006.
Spregelburd, Rafael. La paranoia. Heptalogía de Hieronymus Bosch VI.
Buenos Aires: Atuel, 2008.
Dubatti. Filosofía del Teatro 81
1. Preámbulo
1
“El drama promete dialéctica” destaca Hans-Thies Lehmann ya que el
“conocimiento dialéctico del género dramático” está compuesto por “(diálo-
go, conflicto, solución, altísima abstracción de la forma dramática, exposi-
ción del sujeto en su conflicto)” (59).
82
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 83
2
Para comprender el aporte de la estética hegeliana al teatro ver Lehmann
en Menke, Christoph. 59-71.
3
Como introducción a la problematización del concepto de “drama” en la
modernidad cabe destacar el importante libro de Szondi quien junto a una
sugerente lectura y análisis de la crisis del naturalismo comprende al drama
“para designar una forma específica de la literatura escrita para el teatro”
(Szondi 16) junto a los siguientes rasgos: entidad absoluta; dramaturgo
ausente; no se escribe, se implanta; carácter absoluto respecto al espectador;
pensado para el escenario a la italiana o de caja prísmica; interpretación
absoluta; es primigenio (se representa a sí mismo); tiempo presente; soporte
dialógico. Ver Szondi (17-22).
4
Este gesto se ha designado como una reteatralización que comprendió una
verdadera revolución del teatro que, entre un gran grupo de cambios y expe-
rimentaciones estéticas de los procesos de escenificación, introdujo un giro
en la práctica y teorización de las artes escénicas a través de la liberación
del yugo literario, el surgimiento de la figura del director de escena y el
descubrimiento del espectador como un co-jugador del acontecimiento
teatral. Para esto ver Fischer-Lichte, Erika y Grumann, Andrés.
5
Antonin Artaud apunta: “mientras la puesta en escena siga siendo, incluso
en la idea de los directores más libres, un medio de presentación, una mane-
ra accesoria de revelar las obras, una especie de intermedio espectacular sin
significación propia, sólo será válida si consigue esconderse detrás de las
obras a las cuales pretende servir. Esto será así mientras el máximo interés
de una representación resida en un texto. Mientras en el teatro la literatura
siga siendo prioritaria frente a la representación, impropiamente denominada
espectáculo, con todo lo que esta denominación entraña, de peyorativo, de
accesorio, de efímero y de exterior” (51).
84 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
6
Los orígenes etimológicos de la palabra teatro provienen del griego thea-
tron, cuyo significado era “lugar desde donde se mira” o “el poner ante los
ojos.” Nietzsche recuperaba ya el origen y giro del teatro cuando sostuvo
que “de ahora en adelante la esencia de la naturaleza se expresará simbóli-
camente; un nuevo de símbolos será necesario, toda una simbólica corporal;
no solamente el simbolismo de los labios, del rostro, de la palabra, sino
también todos los movimientos de la danza, que mueve rítmicamente todos
los miembros” (52).
7
De hecho Rodríguez Adrados menciona que Aristóteles trabajó con una
documentación mínima para configurar su tratado, aquella que remitía so-
lamente a la lírica dionisiaca.
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 85
dia es que ésta surge como “una progresiva autonomía de la forma ritual
respecto al contenido mítico que se representa” (Rodríguez Adrados 556). El
argumento sugiere que Aristóteles contaba con poca documentación respec-
to a un hecho (el teatral) cuyos orígenes fueron mucho más complejos dado
que “se habrían entrecruzado diversos géneros” (Sánchez 16) y dimensiones
tanto estéticas como políticas y culturales. De este modo, y siguiendo la
argumentación, los orígenes del teatro no se encontrarían sólo en la lírica
dionisíaca como pretendía demostrar Aristóteles, sino que también en las
procesiones de origen mítico y las danzas rituales que involucraban a todos
aquellos que participaban de ellas. Sin lugar a dudas Aristóteles tenía razón
al encontrar, sobre todo respecto a su idea de la tragedia entendida como la
imitación de una acción que buscaba purificación proveniente de la música y
la literatura, que el teatro tenía un núcleo lírico. Lo que no puede compren-
derse del gesto aristotélico es que al llevar a cabo esta interpretación haya
dejado de lado a la Opsis a favor de ese núcleo lírico (Epos), de esa fábula
con principio, medio y fin que permitía una ordenación de los sucesos trági-
cos. He aquí el centro de nuestra discusión respecto al filósofo griego.
La Poética (Peri poiétiké), es de partida un tratado en el cual Aristóteles
buscaba sistematizar y presentar la estructuración interna de la tragedia, la
jerarquización en torno a la misma para conseguir la catarsis de los lectores
el texto poético. Paralelamente tiene por finalidad el educar al escritor en el
correcto arte de la escritura de historias trágicas. La jerarquización del trata-
do aristotélico está compuesto por seis partes: argumento, caracteres, elocu-
ción, pensamiento, composición musical y espectáculo (Poética 1450a).
Tanto a la quinta como la sexta, la composición musical y el espectáculo o
el acontecimiento teatral propiamente tal, Aristóteles las va a dejar de lado
respecto a lo que él denominó el fin de la tragedia: las acciones y los argu-
mentos del texto poético del drama. De las seis partes, Aristóteles sólo dis-
cute las cuatro restantes que contienen únicamente un carácter literario y
que, por lo tanto, refieren a la narración como principio ordenador de los
roles y caracteres de la misma. De este modo, “la Poética debe entenderse
como la trasformación secundaria de un texto literario primario” (Fischer-
Lichte 2005:74) que obedece a una estricta ordenación interna cuyo arte
debe/puede enseñarse.
Para los efectos de nuestra propuesta resulta significativo el preguntarse
por qué Aristóteles marginaliza (subordina) el acontecer teatral compuesto
por acciones, movimientos, gestos llevados a cabo por un grupo de actantes
86 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
8
Fischer-Lichte va a recordar a este respecto que: “La actividad del espec-
tador no se entiende como una tarea de la fantasía, de su imaginación, como
podría verse en una primera aproximación, sino como un proceso corporal.
Este proceso se pone en marcha con y en la participación de la puesta en
escena (entendida como espectáculo) y no implica únicamente ojo y oreja,
sino a la totalidad el cuerpo.” Fischer-Lichte, Erika/ Roselt, Jens, 237 a 253.
9
Ver Oyarzún, 319-338 y Rojas, Sergio. He elegido a estos dos autores por
el aporte, desde la filosofía, a pensar un conjunto de nociones y conceptos
que revisten gran importancia a los estudios teatrales.
10
Ver Lehmann, Postdramatisches Theater… 60. Lehmann recuerda que la
tragedia, según Aristóteles, debe comprenderse como un todo con principio,
desarrollo y final. La homologación llevada a cabo por Aristóteles en su
lógica con la tragedia nos parece absolutamente válida.
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 87
11
Sin embargo no nos parece del todo válido el siguiente paso llevado a
cabo por Aristóteles, esto es, hacer “depender el espectáculo escénico (la
puesta en escena) del drama construido con independencia de su realización
física.” Para esta discusión y la cita anterior ver Sánchez, 19.
12
En alemán dice: “Die Inszenierung vermag die Zuschauer zu ergreifen, sie
ist jedoch das Kunstloseste und hat am wenigsten etwas mit der Dichtkunst
zu tun. Denn die Wirkung der Tragödie kommt auch ohne Aufführung und
Schauspieler zustande.” (Aristóteles. Poetik 25).
88 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
13
Cuyas acciones escénicas, por lo demás, también sufren la indiferencia
por parte de Aristóteles, quien en su Retórica, establece a la actuación como
“cosa de naturaleza y muy exenta de arte” (Retórica, 1404a). Pablo Oyarzún,
recuerda como “la capacidad histriónica está esencialmente ligada a un don
natural –la facilidad de simular, de personificar, de hacerse otro- y a lo sumo
sólo marginalmente podría ser cosa de arte” (Oyarzún 2).
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 89
un descuido sino, más bien, a una decisión altamente estudiada por el filóso-
fo griego. Esta decisión esta referida a las pretensiones de verdad que persi-
gue el tratado aristotélico: la verdad acerca de la poesía (Oyarzún 2) 14 como
imitación de una acción.
El argumento de Oyarzún gira en torno a dos citas provenientes del texto
de Aristóteles respecto al concepto de mimesis. La primera de ellas corres-
ponde a aquella que ya hemos citado más arriba del capítulo VI de la Poéti-
ca donde Aristóteles jerarquiza las partes de la tragedia. La sexta y última
parte de esta jerarquía es, para Aristóteles, la Opsis. Aristóteles subordina
esta última al Epos (recodemos que para Aristóteles “la tragedia existe tam-
bién sin representación y sin actores”). La segunda cita que introduce Oyar-
zún busca situar críticamente el gesto aristotélico de anular la puesta en
escena respecto a la escena interna que el poeta mira. En las recomendacio-
nes que el griego hace a los poetas respecto a su escritura de fábulas (aquí ya
se hizo la inflexión, estamos dentro del modelo poético de Aristóteles) se
dice, en primer lugar que,
14
Pablo Oyarzún dice: “no podríamos olvidar que la Poética es, esen-
cialmente, una teoría de la tragedia griega sobre la cual se trata de decir –
descubrir y determinar- la verdad” (3).
15
Espectáculo, puesta en escena o performance. Pablo Oyarzún refiere cla-
ramente a este punto cuando dice “el espectáculo es externo, pero la escena
de la acción es interna” (3).
90 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
como sí, a un constructo elaborado cuidadosamente por parte del poeta. Este
como sí corresponde a la acción mimética esencial a través de la cual se
lleva a cabo la actividad del poeta en la estructuración de una tragedia.
La mimesis debería comprenderse como “el proceso de imitación, el
proceso de construcción de la fábula” (Oyarzún 3). Para Aristóteles la trage-
dia esta sujeta a una gran condición: ella (la imitación) debe ser fiel a lo que
está imitando, debe, como sostiene Sergio Rojas, “representar con fidelidad
a su objeto” (Rojas 109) 16 para lograr el efecto placentero y, de este modo,
conseguir el todo trágico, la catarsis. El poeta pasa a ser un productor que
crea una fábula independiente de los viejos contenidos mítico-históricos. En
la medida que el autor sea el constructor se asegura el orden de la tragedia y
se puede intelectualizar fácilmente. Recordemos aquí que Aristóteles había
establecido que la tragedia es la “imitación de una acción” que es “llevada a
cabo por individuos que actúan” (Poética 1450a).
Ahora bien, ¿Cómo puede darse que la imitación imite una acción y no a
las personas que están detrás de cada una de éstas acciones? El núcleo de
esta pregunta nos conduce lentamente a un nuevo argumento respecto de la
marginalización de la escena. Los argumentos que esgrime Aristóteles pue-
den pasar bastante desapercibidos y mantenerse sólo en la forma de la es-
tructura poética, sin embargo juegan un papel decisivo respecto al fondo del
problema que discutimos aquí.
La función de la imitación en el sistema aristotélico persigue generar un
efecto placentero que, sin embargo no remite a una contingencia externa,
sino, más bien, al “efecto placentero desde la propia imitación” (Rojas 109)
como narración. De este modo la acción dramática (mimética) es conducida
por la fábula entendida como un texto predeterminado que como acción
16
En su Poética (1451a), Aristóteles dice: “Así pues, al igual que en las
demás artes de la imitación la unidad de la imitación resulta de la unidad de
su objeto, así también es preciso que el argumento, puesto que es imitación
de una sola acción, lo sea de una sola y que ésta sea completa, y que las
partes de las acciones estén de tal modo ensambladas entre sí, que, si se
cambia de lugar o se suprime una de ellas, se altere y conmueva también el
conjunto. Pues aquello que por estar o no estar adjunto a algo no produce
efecto apreciable alguno, eso no es en absoluto una parte del todo.” Más
adelante remarca: “el poeta debe ser más bien creador de los argumentos
que de los versos, ya que poeta lo es en virtud de la imitación y lo que imita
son las acciones” (1451b, el subrayado es mío).
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 91
Para continuar nuestro recorrido del por qué Aristóteles subordina la es-
cena a la fábula y, de este modo, complementar los tres argumentos ante-
riormente expuestos (escenográfico, económico y de la mimesis) quisiéra-
mos reproducir las palabras de Sergio Rojas respecto al hecho de la subordi-
nación fundamental. Rojas nos recuerda que,
17
Platón aunque criticó la función de la poesía como una copia de tercer
grado respecto al Rey que gobierna la república, admitía, como medios de
elevación de las almas, emociones tales como la inspiración y la locura. Para
este tema ver sobre todo La República de Platón.
18
Lehmann argumenta que la dramaturgia de Aristóteles: “blanquea las
leyes detrás de lo que aparece” en escena y destruye, de este modo, la posi-
bilidad del teatro.
92 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
19
En su lectura de la Poética de Aristóteles revisada, en algunos puntos,
anteriormente, Pablo Oyarzún introduce una sugerente hipótesis del por qué
Aristóteles desprecia el espectáculo. Con un matiz sociológico basado en su
lectura de Gavalotti, recuerda que “en la época en que Aristóteles enseña su
poética la lectura era privilegio de pocos, de modo que la representación
teatral era el único modo de que el vasto público entrara en contacto con el
texto; tal es una de las razones que se alegaban para estipular la superioridad
de la épica sobre la tragedia (Poética 1462a), en tanto que Aristóteles arguye
precisamente que la aptitud de ésta para ser “visible” lo mismo en la lectura
que en la representación constituye una clara ventaja (Poética 1462a)”
(Oyarzún 3). Ventaja, por lo demás, debido al carácter fugitivo, único e
irrepetible, del espectáculo, puesta en escena o performance.
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 93
20
La noción de necesidad en griego se escribe ananké y en Aristóteles con-
tiene una polisemia que, por una parte, remite una necesidad natural (por
ejemplo, “necesario” es que el hombre se alimente para seguir viviendo) y,
por la otra, remite a una necesidad lógica (por ejemplo, la conclusión de un
silogismo fluye "necesariamente" de sus premisas, Anal. pr. I, 24b).
94 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
dia como por quien la lee. Esta inesencialidad de la puesta en escena remar-
cada por Aristóteles es tipificada por Rojas a través de esa necesidad, que
establece el propio Aristóteles en su Poética, necesidad de que la tragedia
pase de la dicha a la infelicidad y no, como se suele creer, de la infelicidad a
la dicha. Una buena fábula “debe ser de la dicha a la desdicha, no al revés”
(Rojas 110). De este modo desde Aristóteles en adelante debe comprenderse
la estructura de la fábula por el paso de una felicidad que deviene infelici-
dad. He allí el centro de lo que se denomina fábula y que remite al Epos
griego.
En otras palabras, y siguiendo el destino trágico de obras como Edipo
Rey, Electra o Agamenón, se debe comprender como la felicidad individual
deviene fatalidad en la acción dramática. 21 Esta fatalidad muchas veces se
materializa (a modo de fábula) con la muerte, no del héroe, quien debe sufrir
los embates de su destino, sino de alguno de los familiares del protagonista
de la tragedia. El héroe sufre por el conflicto que se le pone por delante
(¡ante los ojos: theatron!). Tanto las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides
obedecen a esta estructuración dramática. Recordemos brevemente que esta
estructuración dramatúrgica consta de tres partes (peripecia, reconocimiento
y lance patético) que deben sucederse de modo estrictamente ordenado y
necesario para el filósofo griego. Por último, la catarsis se produce cuando
la emoción se descargue, pero siempre a un nivel intelectual, a través del
lance patético que corresponde “a una acción destructora o dolorosa, por
ejemplo las muertes en escena, los tormentos, las heridas y demás cosas
semejantes” (Poética 1452b). 22
La fatalidad del destino trágico, su límite, puede comprenderse en térmi-
nos de una fatalidad inherente a la fábula en la medida que el texto dramáti-
21
La acción para Aristóteles “es una sola en la obra trágica, cruzada por una
necesidad que le concede esa unidad interna: “la tragedia es imitación de
una acción completa y entera, de cierta magnitud (…). Es entero lo que tiene
principio, medio y fin.” Citado por Rojas de Poética 1450b. Poética. Edi-
ción trilingüe por Valentín García Yebra. Madrid: Gredos, 1999.
22
El propio Aristóteles describe las acciones que deben imitarse para lograr
el efecto en los espectadores cuando dice, “cuando el lance se produce entre
personas amigas, por ejemplo si el hermano mata al hermano, o va a matarlo,
o le hace alguna otra cosa semejante, o el hijo al padre, o la madre al hijo, o
el hijo a la madre, éstas son las situaciones que deben buscarse” (1453b).
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 95
23
Del teatro dramático diría Lehmann. De modo paralelo nos volvemos a
topar con Antonin Artaud: “para mí el teatro se confunde con sus
posibilidades de realización, cuando de ellas se deducen consecuencias
poéticas extremas; y las posibilidades de realización del teatro pertenecen
por entero al dominio de la puesta en escena, considerada como lenguaje en
el espacio y en movimiento.” (Artaud 51). La cursiva es nuestra.
96 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
24
El traspaso llevado a cabo por la literatura al cual se hace alusión aquí nos
conduce a la música porque este arte, junto a la poesía, era asociado por los
griegos a la descarga de emociones que ambas provocaban para libremente
lograr la purgación. Recordemos que la composición musical es uno de los
componentes de la tragedia para Aristóteles. Sin embargo, la tragedia, según
Aristóteles, no puede lograr libremente este efecto, requiere de la correcta
ordenación de la fábula. Para este argumento ver Rodríguez Adrados, 1972
y Sánchez. José Antonio Sánchez dice en este punto que “Aristóteles inte-
lectualiza la catarsis y la aplica a una poesía independizada de la música,
con lo que altera drásticamente su sentido” (18).
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 97
25
El argumento de Aristóteles al respecto establece que “(…) la imitación
tiene por objetivo no sólo una acción completa, sino también situaciones que
inspiren temor y compasión, y éstas se producen sobre todo y con más in-
tensidad cuando se presentan contra lo esperado unas a causa de otras”
(Poética 1452a). Citado por Rojas.
26
He aquí el matiz sociológico que mencionaba Pablo Oyarzún en su escena
olvidada. La poética tenía como finalidad educar en la correcta manera de
escribir y hacer leer aquello que era sólo un privilegio de unos pocos. Edu-
Grumann Sölter. La subordinación de la escena 99
Bibliografía
Papel blanco sobre el que dibuja su mandato la ley, y en el que queda re-
gistrado como síntoma el imperio de su fuerza. Es esto lo que yo llamaría
una concepción sintomática del cuerpo. Pensado como dispositivo cultural
se desvanece el carácter de resistencia que también define lo corpóreo, no
sólo en términos de su biologicidad, sino como lugar del extrañamiento y
dislocación de la subjetividad, que el propio Foucault reconoce, por ejemplo
en la 1ª parte de la Historia de la sexualidad. Concebir el cuerpo como resis-
tencia es otorgarle voz política, implica entenderlo como actividad (o ac-
1
Foucault. Citado por Amelia Jones (12).
Barría Jara. De la performance a la teatralidad 103
2
Es, lo que lo que plantea, por ejemplo, Judith Butler o Peggy Phelan, a
propósito de entender la identidad femenina como performatividad. Pero,
también, hay que recordar la Ética de Aristóteles, en la cual el ser humano
político no posee una esencia particular, lo que lo diferencia es su actuar
concreto, lo que explica la relevancia de la tragedia como mimesis de accio-
nes antes que de caracteres.
104 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
3
Dentro de lo cual Féral incluye los trabajos de Vito Acconci, Chris Burden,
Marina Abramovic/Ulay o Gina Pane. (Feral, nota 4, 199)
4
Me interesa entender la liminalidad en tanto trasgresión del estatuto de ley
de la comunidad como una suspensión de la diferencia cultural. Suspensión
que implica el develamiento de las representaciones sociales que constituyen
a los individuos. Si lo pensamos junto con Bataille la trasgresión es la con-
dición de la ley y viceversa, es decir, la liminalidad es la condición de la
legitimidad de toda identidad o conducta cultural (más aún sería el proceso
mismo de legitimación), legitimidad que en tanto acción y no texto ocurre
como alumbramiento de su propio límite. La liminalidad, en este sentido
contiene un rendimiento crítico que definiría a la teatralidad esencialmente.
106 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
5
Esta manera de caracterizar al cuerpo como falla desde donde se constitu-
ye la subjetividad, se relaciona más con el pathos aristotélico, tal cual es
definido en la Poética, que con una falla en un sentido lacaniana, como se
me ha sugerido..Sin embargo, sería interesante explorar también en esta
dirección. Sobre el concepto de pathos véase mi artículo “Cuerpo real y…”.
Barría Jara. De la performance a la teatralidad 107
Creo que en una línea similar hay que entender la tesis de Féral acerca de
la performance como teorización de la percepción:
6
Véase, La Ribot Distinguida, film de Luc Peter, Francia, Intermetzzo film,
2004.
108 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
7
Cabe mencionar que el conjunto de estas tres acciones giran en torno a la
relación filial y la memoria histórica. En Contrarestos perdidos, la más
reciente, se alude a los 30 años del golpe militar, y la memoria como deuda
filial: transfusión y sacrificio de los padres muertos a los hijos vivos. Cría
Cuervos y Maldecir la letra son de algún modo acciones de ajuste de cuen-
tas: en el primera de los hijos de Rabanal sobre él, en la segunda, del artista
respecto a su propio padre. Sobre esta última performance véase el catálogo
autoeditado.
110 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Hemos hablado del dolor. La puesta en escena del dolor como experien-
cia en el cuerpo es hoy un lugar reconocido en el arte corporal, a través de
ello los artistas han perseguido recuperar la misión crítica que los procesos
del mercado han dispersado. El dolor como recurso repre-sentacional no es
pues la mera exposición o relato de una vivencia síquica de malestar, ni
tampoco, el relato de una ontología del mismo, que venga a fundamentar la
condición humana. Más bien las estrategias impulsadas por estos artistas,
pretende indagar en los límites de la resistencia corporal, para producir, una
conmoción en contra de los mecanismos anestésicos de esta sociedad con-
sumo. El dolor aparece como la condición de la toma de conciencia a través
de una doble manera, o bien como registro (huella) del disciplinamiento
político del poder: el cuerpo como superficie de inscripción; o bien en la
figura de la disolución de la subjetividad: el cuerpo como falla o daño. En
los trabajos de Rabanal esta falla en la que sucede el cuerpo, se ejecuta sobre
todo respecto a los cuerpos aparentemente no expuestos: el de los hijos. La
duda y el estremecimiento al tener que dañar el cuerpo del propio padre,
provocan una situación de gran violencia. Ellos fallan, en tanto dudan de
hacer lo que han venido a hacer, la falla es entonces una suspensión de la
representación o su desajuste radical, que rompe con la unidad discursiva y
su eficacia. En Cría Cuervos, el hijo en un momento no resiste más azotar el
cuerpo inerme del padre. En Maldecir la letra, la hija tiembla cada vez que
punza el lápiz sobre la mesa o sobre el dedo. En este caso son los cuerpos de
los hijos los que suceden en la alteridad del cuerpo patriarcal. Son estos
cuerpos fragilizados los que acontecen por el mandato del propio padre que
ha convenido con ellos la realización de la acción. Interesante desplazamien-
Barría Jara. De la performance a la teatralidad 111
aquí es posible ingresar a otros espacios, tal como del arte a la vida,
donde el cuerpo no es ya una representación, sino más bien una trans-
formación. (Citado por Alfano Miglietti 28)
Por otra parte Hermann Nitsch en su teatro del misterio orgiástico, apela
a una cierta intensidad de los sentidos provocada por la contemplación si-
nestésica de la carne: lo húmedo y lo viscoso que compone la intimidad del
cuerpo y nos recuerda su fragilidad y muerte: “No se quiere tener nada que
ver con órganos del cuerpo puestos al descubierto: lo viscoso y húmedo del
vientre nos arrastra al ámbito de la muerte” (Nitsch 55). La fascinación por
este elemento tiene lugar sólo desde el accidente. En la cotidianidad lo que
hay es el organismo irrupto y ordenado, que olvida epidérmicamente su
fragilidad. Es precisamente este desborde del accidente el que acontecería en
el teatro de la crueldad como abertura, como rompimiento. El accidente
delata al cuerpo en su nervadura. La exhibición visceral producida intencio-
nalmente en la escena. En este caso la idea de Féral de la performance como
crítica de la percepción se cumple en cuanto hay una producción escénica de
la falla. La diferencia entre performance y teatro radicaría en la intensidad
de este coeficiente de falla, marcada por el aparecer del deseo –más allá de
la pura percepción:
8
Podríamos decir también la introducción de la emoción en la puesta en
escena. Quiero decir si la performance juega en el espacio de la percepción,
el teatro en cambio lo hace en el de la emoción. Emoción es algo por pensar,
es también efecto y capacidad crítica.
114 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
9
Esta hipótesis podría encontrar un sustento en los trabajos de George Ba-
taille sobre el sacrificio, pero principalmente en la investigación del sociólo-
go francés Jean Duvignaud, El sacrificio inútil o Espectáculo y sociedad.
Barría Jara. De la performance a la teatralidad 115
10
Ejemplos de esto los encontramos ampliamente en la dramaturgia con-
temporánea, baste nombrar paradigmáticamente al alemán Heiner Müller y
la inglesa Sarah Kane. En el caso de Chile, el texto de Juan Claudio Burgos
Pies sobre espalda de niño, obra estrenada en la XII Muestra de Dramatur-
gia Nacional, bajo la dirección de Ricardo Balic (2006); y en menor grado
Déjala Sangrar de Benjamín Galemiri, estrenada en el Teatro Nacional bajo
la dirección de Raúl Osorio (2003).
116 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Bibliografía
Alfano Miglietti, Francesca. Extreme Bodies. The Use and Abuse of the
Body in Art. Milano: Skira, 2003.
Artaud, Antonin. El teatro y su doble. Buenos Aires: Sudamericana, 1971.
Barría, Mauricio, “Cuerpo real y cuerpo ficticio en la tragedia antigua.”
Santiago de Chile: Revista Teatrae, nº 9, 2005.
Barthes, R. Placer de Texto y La lección Inaugural. Buenos Aires: Siglo
XXI, 2003.
Butler, Judith. “Performative Acts and Gender Constitution: An Essay in
Phenomenology and Feminist Theory”, Theatre Journal, vol 40, 1988:
519-31.
Derrida, J. “La palabra soplada.” La escritura y la diferencia. Barcelona:
Anthropos, 1989. 233-270
Duvignaud, Jean. Espectáculo y sociedad. Caracas: Editorial Tiempo Nue-
vo, 1970.
–. El sacrificio inútil. México: Fondo de Cultura Económica, 1997.
Engels, F. El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.
México: Fontamara, 1995.
Féral, Josette. “La performance y los ‘Media’: la utilización de la imagen”
en Estudios sobre performance, Gloria Picazo (ed). Andalucía: Junta de
Andalucía, 1993. 197-219.
Jones, Amelia, Body Art. Performing the Subject. Minneapolis: University
of Minessota Press, 1998.
Lloret, Javier, “Experiencias del cuerpo (más allá de la piel),” CUERPOS
sobre blanco. Madrid: Ediciones de la U. De Castilla la Mancha, 2003.
159-168.
Mac Luhan, M, Powers, B. La aldea global. Barcelona: Gedisa, 1991.
Marchant. P. Escritura y temblor. Santiago de Chile: Editorial Cuarto Pro-
pio, 2000.
Mauss, Marcel. “Técnicas y movimientos corporales.” Sociología y Antro-
pología. Madrid: Tecnos, 1979. 335-356.
Merlau-Ponty, M. La Fenomenología de la percepción. Barcelona: Edicio-
nes Península, 1985.
Nitsch, Hermann. “Todos los cinco sentidos.” Estudios sobre performance.
Gloria Picazo (ed). Andalucía: Junta de Andalucía, 1993. 49-65.
Perniola, Mario. El arte y su sombra. Madrid: Cátedra, 2002.
Phelan, Peggy. Unmarked. The Politics of Performance. London:
Routledge, 1993.
Turner, Víctor. From Ritual to Theatre. New York: PAJ Publication, 1982.
Investigaciones en torno a la Poética del Post-teatro
de Abel Carrizo Muñoz (2000 - 2010)
Pablo Cabrera P.
Universidad de Chile
Introducción
En noviembre del año 2000 se presenta la obra Opera Prima: Arte a Es-
cena del Director Teatral Abel Carrizo Muñoz en la sala de Teatro Agustín
Siré de la Universidad de Chile. Es una obra que desde su inicio anuncia un
modo de trabajar el espacio escénico en disyunción radical de las obras
teatrales en la cual se enmarca la tradición teatral chilena; al menos, aquella
que podemos agrupar en el intervalo desde la creación de los Teatros Uni-
versitarios en la década de los años 40 hasta su proliferación en diversas
estéticas teatrales contemporáneas en nuestros días.
Opera Prima: Arte a Escena, obra con la cual se inicia esta investigación
–creación en y desde la puesta en escena– abrirá una ruta metodológica,
estética y epistemológica que seguirá su curso durante 10 años, culminando
en una Poética Teatral: el Post-teatro. La metodología del director considera
aspectos contextuales del teatro chileno y su relación con la cultura, el des-
fase entre los dispositivos teatrales y los cambios culturales y subjetivos
desde los cuales se articulan la recepción y significación de la obra por parte
del público. En esa consideración crítica, no sólo intenta realizar un diagnós-
tico coyuntural desde el lugar del director, sino también en ese gesto se
distancia y toma conciencia de su propio recorrido como director teatral en
tanto se reconoce parte de esa misma tradición.
Abel Carrizo Muñoz ingresa como director en la escena teatral chilena a
fines de los ’70, destacándose desde su primera puesta en escena Esperando
a Godot (1978) con la Cía. Teatro Universitario Independiente, una conmo-
vedora relectura de la obra de S. Beckett con el telón de fondo de la utopía
118
Cabrera P. Poética del Post-teatro 119
socialista abortada por el golpe de 1973, y que la crítica destacó como uno
de los mejores espectáculos de esa temporada. A partir de este hito se man-
tendrá por cerca de 3 décadas en el campo profesional, espacio donde estre-
na un número significativo de espectáculos profesionales, tanto en Chile
como en el extranjero (Argentina, Brasil, Venezuela, España, Bélgica, Ita-
lia). De este período se pueden mencionar algunos hitos como Lautaro (tex-
to de Isidora Aguirre sobre la epopeya mapuche), Manu Militari (sobre el
militarismo) y La muerte y la doncella (texto de Ariel Dorfman sobre la
tortura política).
A partir del análisis de su obra escénica se puede tipificar sus espectácu-
los en 3 grandes áreas:
Recreaciones: a partir de textos dramatúrgicos y literarios, en donde el
tratamiento del texto dramatúrgico implica una reelaboración escénica de
corte radical respecto a la propuesta de signos visuales, estructurales y esté-
ticos del texto dramatúrgico original. Encontramos en este sentido obras
como La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca (Teatro Nacional
Chileno, 1979), Turandot de Bertold Brecht, La muerte y la doncella de
Ariel Dorfman (1999).
Obras escénicas: creadas a partir o inspiradas en textos dramatúrgicos.
En esta segunda modalidad el director interviene no sólo en las zonas de
indeterminación estética, sino incluso llega a suplantar y/o eliminar parte de
las características expresadas a través del lenguaje verbal y acotacional
explicitado por el dramaturgo, lo que lo lleva a re definir el título mismo de
los espectáculos. Dentro de esta modalidad encontramos obras como Bodas
de sangre, la otra (texto de Federico García Lorca), El Ideal de un calavera
(Teatro Nacional Chileno), Fuenteovejuna experimental (Conservatorio
Real de Lieja,1994).
Autoría escénica propia o personal: Fair Play (Teatro Nacional Chile-
no), Estación terminal (Cía. de Teatro Universidad de Antofagasta), Neruda
al Bivio (Academmia Nacional Arte Drammatico. Roma, Italia).
De lo anteriormente expuesto, podemos inferir que la radicalidad del
Post-teatro se sustenta en el decurso experimental de Abel Carrizo Muñoz y
que encuentra sus fundamentos en su permanente actuar y puesta en tensión
con el campo teatral chileno. En esta práctica opera el supuesto que el hecho
escénico es un acto creativo de primer orden y, por consecuencia, concibe al
director como autor escénico y responsable primero y último del hecho
teatral, con derechos creativos irrenunciables. Este proceso en el caso de
120 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
1
Ejemplos significativos sobre este modo lo podemos encontrar en las his-
torias del teatro chileno escritos en el último tiempo. Véase Zegers.
122 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
2
Véase Hormigón, y Ubersfeld.
124 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Sin embargo ya ahí aparecen las primeras fisuras. Juan Villegas nos aler-
ta sobre el período de los 90 en torno a las nuevas búsquedas del teatro liga-
do a la experimentación y búsquedas de nuevos lenguajes, en donde cambia-
ría la función del teatro en relación con lo social y con la historia como
ámbito explicativo de los problemas sociales. Esta tendencia, si bien la ob-
serva a nivel latinoamericano (Villegas, Historia multicultural) tendría su
propia idiosincrasia chilena, y comenzaría a mediados de la década de los
80. Juan Andrés Piña, señala en este sentido que hasta 1983 parte de la crea-
ción teatral, su método de trabajo y su voluntad apuntaba a “...explorar más
allá de las verdades oficiales... revelar, nos dice, algo de la nocturnidad en
que se vivía... hablar del mundo que le rodeaba” (Piña, 20 años de teatro
chileno…218).
En las creaciones como Pedro, Juan y Diego de Ictus, El último tren de
Gustavo Meza, Testimonio sobre la muerte de Sabina de Radrigán, Los
payasos de la esperanza del TIT, se propone:
...sin alejarse de esa intención de revelar el mundo... optan por una forma
distinta al realismo. Se buscan entonces las distintas posibilidades del
teatro como escenario, como lugar de acción. Allí, la iluminación, los
espacios físicos, la imaginería visual, la música, la yuxtaposición de
elementos escenográficos, los diversos estilos de actuación y el maquilla-
je, se convierten en recursos tan válidos como la palabra. (Piña 217)
Cabrera P. Poética del Post-teatro 125
Por tanto, frente a las razones por las cuales el teatro se ubica en un lugar
pormenorizado y en detrimento frente a la industria del espectáculo en la
sociedad contemporánea, la impresión de Carrizo Muñoz es nítida, desa-
fiando además, a los sujetos de teatro, y en especial a los directores, a en-
128 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Aproximaciones al Post-teatro
Al dejar afuera las ideas y las palabras, se abre otra dimensión…. La pa-
labra está siempre llena de significado, de conexiones con la realidad.
Es el pasaporte a lo ideológico. Por eso una de las primeras cosas que
hicimos fue no trabajar con la palabra… ¿Por qué si el teatro es arte,
tiene que competir con la política y la filosofía? (Cabrera, “Conversa-
ciones V”)
Sin embargo, en otro sentido, también hace una defensa acérrima del au-
tor como sujeto productor de un mundo a través de la obra de arte. El direc-
tor es autor-creador. En este caso hay defensa del sujeto y la posibilidad de
la creación, en tanto necesario y definitorio del campo del arte teatral.
El paradigma del Director como Autor, que está en el centro del proyecto
teatral de Abel Carrizo Muñoz y el Post-teatro, al realizar una operación de
exclusión del habla y el texto, pone en escena un orden real cuyo marco de
existencia es sólo la escena en cuanto tal. No encontramos como eje articu-
lador la aparición de un referente externo a ese espacio, el cual se representa.
Adviene más bien la presentación de un mundo otro.
En efecto, si bien toda puesta en escena tiene un nivel presentacional, en
la medida en que los actores si bien representan un personaje que no son, lo
hacen con un cuerpo en movimiento, con la voz, presentándolos. En el Post-
teatro se evidencia y radicaliza aquello de la presentación supeditado por la
representación de aquello que está en otro lugar (mundo-texto). Más aún, se
realiza una segunda operación en relación a lo real. La tesis que señala es
que el teatro muestra la realidad, pero la realidad misma se ha hecho multí-
voca efecto de los cambios culturales, y el teatro puede y debe dar cuenta de
ella. El Post-teatro asume así, el deber y la necesidad de hacer del ejercicio
teatral algo vital, en el sentido de manifestar algo vivo, acorde a los tiempos,
y a su vez, abriendo una dimensión real otra.
catorios sobre lo que queda y sobre las omisiones y recortes, lo que inscribe
este trabajo en los principios estéticos modernos bajo la diferencia de la
dimensión estética, de la teorética y práctica, cuyo horizonte sería la amplia-
ción de la experiencia humana.
Así, el Post-teatro aspira a una experiencia inédita creada por el indivi-
duo a propósito de un proyecto porvenir manifestado en la obra. Se encon-
traría más cercano a las rupturas modernas dentro del arte contemporáneo
que al posmoderno como se lo ha interpretado en algunas ocasiones, en
tanto lo que aspira dentro de esa singularidad es una experiencia estética
universal cuya clave y posibilidad se ubicaría más allá de los cambios epo-
cales o las competencias culturales del espectador, en sus efectos, a su vez
que asume y trabaja con los materiales que aporta su época.
Conclusión
Bibliografía
Brenda Werth 1
American University
1
I would like to express my gratitude to the anonymous reader who provided
insightful comments and valuable suggestions on a draft of this article.
2
Fuld writes that the Ley de Avellaneda (1876) –a law promoting European
immigration to Argentina– would pave the way for the arrival of over four
million immigrants to Argentina. In “Los inmigrantes limítrofes. ¿Culpables
de la desocupación en la Argentina?”
141
142 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
theater weeklies and literature (Seibel 339). In her study of the popular
sainete criollo genre, theater scholar Silvia Pellarolo remarks that in light of
the repressive Saenz Peña Law (1912) –whose call for “universal” suffrage
nonetheless prohibited women and foreigners from voting– cultural con-
sumption offered marginalized audience members a form of empowerment,
if not as voters, at least as consumers (Pellarollo 41, 53). In this way, cul-
tural consumption in the form of theatrical spectatorship created an alterna-
tive form of identity consolidation for these members, who eventually con-
tributed to Argentina’s expanding middle class.
The early twentieth-century sainetes are commonly set in the patio of the
conventillos, the makeshift multi-family dwellings found on the outskirts of
Buenos Aires in the marginalized port neighborhoods of La Boca or Cami-
nito, where immigrants first arrived and temporarily made their homes. The
conventillo –an urban, marginalized space– nonetheless provided the stan-
dard theatrical backdrop for the interaction of the criollos and the immi-
grants and their tense negotiation for status and self worth within the chang-
ing urban imaginary of Buenos Aires. As Pellarolo indicates, the dramatiza-
tion of this marginalized, public space played an important role in forging
the emerging identities of the communities grouped in the conventillos and
their assimilation into the greater urban sphere (48). The grotesco criollo,
successor genre to the sainete criollo, exacerbates the psychological dimen-
sion of individual disillusionment and isolation, provoking a shift from
dramatization of the open, public space of the conventillo to the private,
enclosed space of the family home (Viñas 13). Both Kaiser-Lenoir and
Viñas view the grotesco criollo as the culmination of the failed project to
“hacer l’América” [make it in America]. In a sense, the sainete and the
grotesco criollo represent separate stages in the immigration project: the
sainete criollo documents the building of community and fosters integration
of immigrants while the grotesco criollo offers a disillusioned, psychologi-
cal assessment of the project’s outcome. David Viñas calls the grotesco
criollo the “sofocada elegía del ‘progreso’ liberal” (59).
Werth. Embodying the Middle Class in Argentine Theater 143
El Saludador
Cossa has consistently written about and for Argentina’s middle class
and is hailed as a dramatist who engages the problems of contemporary
Argentina (Pellettieri 28). Staged at the Sala Casacuberta in the Teatro San
Martín complex in June 1999, Roberto Cossa’s El Saludador revolves
around the repeated return of the main character, the Saludador, to his fam-
ily and home in a humble neighborhood of Buenos Aires. Husband to Ma-
rucha and father of Vicente, the Saludador is an absent-minded idealist who
travels the world, embarking upon adventures, collaborating on projects, and
promoting activism for a wide range of causes. Highlights include meeting
Fidel Castro and Yasser Arafat and traveling through Indonesia, Cuba, Ec-
uador, Angola, Germany, and so on. As a result of his ingenuous enthusiasm
Werth. Embodying the Middle Class in Argentine Theater 145
the Saludador finds himself in some very precarious situations, which lead
to cultural misunderstandings and mishaps with violent consequences that
end in bodily injury and eventually amputation. Each time the Saludador
returns home (four times in all), he is missing another limb. At the end of
the play when he returns home for the last time, he has lost all of his arms,
legs, and an eye, and he is wheeled onstage in a cart.
Marucha, El Saludador’s implacable wife, has been left alone to care for
their son under economic hardship and the pressures of being a single par-
ent. She is less than thrilled when the Saludador reappears after years of
being away and out of touch. She reproaches him for not calling or sending
a telegram and is quick to expel him from their home by tossing him over
the wall repeatedly throughout the play. In spite of the anger and resentment
Marucha feels toward the Saludador, she still loves him and confesses that
he is the only one who can arouse her physically. The play ends somewhat
awkwardly when Marucha finally gives in and allows him to stay, but by
this point the Saludador has lost all his limbs and an eye. The last scene
exhibitss the Saludador perched on the wall near their home, “de espaldas al
público. Su cabeza, curiosa, gira hacia uno y otro lado. Está feliz y se le
escucha decir: Buenas tardes ...Adiós ...Buenas tardes ...¿Cómo le va a us-
ted, vecino?” (Cossa 116).
At the end of the play the main character is present onstage and re-
integrated into the family unit, but audiences are left feeling a bit unsettled.
It is the hidden act of violence behind the transformed body and the main
character’s lack of acknowledgement of this violence, heightened by his
façade of contentment that generates laughter that is perhaps closer to a
nervous reflex than an act of catharsis (Bulman 5). 3
In theater, onstage bodies rescucitate specific historical and cultural con-
texts belonging to the past. In their study on non-verbal languages in Argen-
tine theater, Beatriz Trastoy and Perla Zayas de Lima trace bodily transfor-
mations in contemporary Argentine theater to the dramaturgy of Roberto
Arlt and the tradition of the grotesco criollo in the theater of Armando
Discépolo in the early twentieth century (80). Cossa establishes a relation-
ship between embodied memory and disembodied forgetting: the main char-
acter in El Saludador losing parts of his body, and concurrently, parts of his
3
Gail Bulman identifies Cossa’s adeptness at creating uneasy laughter in
audiences in her fine study of humor and catharsis in El Saludador (5).
146 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
acter’s unfeasible utopian ideals and grandiose projects, his identity crisis
and disrupted sense of being. Osvaldo Pellettieri explains that most modern
configurations of the sainete genre produce a sentimental, if caricaturesque,
depiction of the hero, and in turn inspire an empathetic response from spec-
tators when the hero recognizes his flaw or error (Pellettieri, “Roberto
Cossa” 32). The Saludador, however, never recognizes what might be con-
sidered his major flaws, such as missing out on his son’s childhood or aban-
doning his family while he pursues his idealistic but fruitless adventures.
In many ways the main character of El Saludador resembles one of
Cossa’s earlier characters, Miguel, from the play De pies y manos (1984).
Like the Saludador, Miguel is intellectually curious and well versed in leftist
ideologies but suffers amnesia when it comes to his personal life and na-
tional history. Jean Graham-Jones notes that Miguel’s major flaw is the
cowardice that impedes him from putting his theory into practice and, like
the Saludador, Miguel does not undergo anagnorisis at the end of the play,
leaving Argentine audiences without a sense of resolution (144). Another
notable parallel between the two plays is the character of the young man
(Hernán in De pies y manos and Vicente in El Saludador) who seems very
ill-equipped to inherit the complex and unresolved reality his selectively
amnesiac parents’ generation will leave him. As María de los Ángeles Sanz
notes, “El futuro, parece decirnos el autor [Cossa], es ese joven desvalido,
tragicómico, casi caricaturesco, en quien va a caer el poder de la violencia
de una sociedad sorda” (51).
Although Cossa does provide glimpses of the youth of the future, the
playwright still centers more attention on the perspective of the parents and
their generation’s inability to communicate and transmit knowledge and
experience to the younger generation. Vicente is unreflective, conformist,
and unable to establish his own identity under the overbearing influence of
his mother. He follows her advice and secures the mediocre factory position.
His final words in the play –“tengo que ir a trabajar”– seal his fate as a cog
in the machine, resigned to a mundane, uninspired existence (Cossa 116).
The trope of the self-made man evolved in tandem with a nation that was
largely shaped by a community of mostly male immigrants who voluntarily
arrived at the country’s ports. In Argentine drama, the crisis of the self-made
man is a constant theme whose representations can be traced to turn-of-the-
century realist tragedies, the early-century grotesco criollo dramas, and the
realism of the sixties and onward. Classic works belonging to these respec-
Werth. Embodying the Middle Class in Argentine Theater 149
tive periods and genres are Barranca abajo (1905) by Florencio Sánchez
(Uruguay), Mateo and Stéfano (1923, 1928) by Armando Discépolo, and
Nuestro fin de semana (1964) by Roberto Cossa. 4 The main characters in
these plays are heads of households who must work to support their families
in fast-changing economic and social environments. They establish a gene-
alogy of self-made men in Argentine theater, whose dreams, fears, and ulti-
mate disillusionment continue to be recycled and reframed throughout the
twentieth and early twenty-first century.
Arthur Miller’s Death of a Salesman was particularly important for
Cossa because of the play’s emphasis on the relationship between one’s
profession and sense of self worth, a relationship that has been explored
amply in River Plate theater, already in Sánchez’s M’hijo el dotor (1903)
and later in works such as Osvaldo Dragún’s Historias para ser contadas
(1957) and Ricardo Talesnik’s La fiaca (1967). In the canon of Argentine
plays that address the plight of the self-made man and the ailing middle
class, Cossa’s El Saludador is innovative for several reasons. Though the
father figure figures prominently, the Saludador is noticeably absent from
the stage in at least half of the play. When absent, his wife Marucha takes
center stage and delivers long, wry monologues in which she describes the
difficulties of being a single mother and justifies her decision to oust the
Saludador from their home, her attempts to reclaim the deed on the house,
and take control regarding Vicente’s future. The Saludador’s radical vacilla-
tions between positions of power and impotence, and insertion into and
extraction from the home, disclose a destabilization of traditional family
roles, social relationships, and the identity and place of the middle class in
Argentina. Although the Saludador remains the owner of the house to the
end, he is rendered powerless and is reduced to decorative status, and Ma-
rucha and Vicente are seen as the real pillars of the family, or the coopera-
tivo, in Marucha’s words. The Saludador represents a fusion of many of the
traits and features of the anti-heroes and self-made men who have been the
lead characters in Argentina’s theater tradition over the last century, but the
portrayal of his fall is more cataclysmic in the almost total fragmentation of
his body and way of being in the world. Although his ideas remain intact,
this steadfastness, instead of providing stability and security, is revealed to
4
Luis Ordaz refers to the genealogy of antiheroes in Argentine theater and
includes Roberto Arlt’s Saverio el cruel in this list (1936) (151-52).
150 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
be useless in the face of the economic and social crisis that befalls the fam-
ily. In the context of Menemism, the Saludador’s family represents those
members of the middle class who do not benefit from Menem’s economic
policy and find themselves newly poor for the first time. What on one level
might appear to be a comical revision of the sainete, is on another a pro-
found exploration of the alienation this newfound categorization as “new
poor” entails for some middle-class Argentine families.
Eternity Class 5
5
Escofet’s Eternity Class has yet to be staged.
Werth. Embodying the Middle Class in Argentine Theater 151
to those who are undergoing the process. If the assistants perform their du-
ties properly, they are allowed a spot in the ecological reserve after complet-
ing their terms. If they are unable or unwilling to perform their duties, they
are ostracized, banished to the streets and forced to fend for themselves.
Lina recites poetry and captivates Gualberto and the youngest daughter,
Ayelén, with her realness. She reads poetry by César Vallejo and opposes
the Eternity Class mission, but she recognizes her dependency on the system
and constantly reminds Gualberto that she must keep her job (60). Gual-
berto’s mother (Mamie) is indignant because she has not been included in
the contract. He explains to her that it is simply too expensive to have her
converted into plastic because of all of her wrinkles and general deteriorated
physical state. Gualberto tells her candidly: “Fijate que sí y me vas a dar la
razón… Ninguno en este grupo familiar tiene arrugas profundas. Apenas un
rictus de la edad…Es un tratamiento muy caro…Cotiza por centímetro de
arruga” (82).
Escofet has declared that humor is her constant ally (“La diferencia,”
17). 6 As in El Saludador, Eternity Class’s grotesque bodily transformations
are meant to be funny but unnerving at the same time. In the beginning of
the play, Maricarmen’s oldest daughter, Pía María is terribly distraught
because under the two-for-one plan she and her mother have received an
identical body part. She asks her father, “¿No te das cuenta? ¿No te das
cuenta que me hicieron el mismo culo que a ella?” (Escofet, Eternity Class,
66) and she later adds, “Quiero que me hagan otros glúteos .” (67). Gual-
berto responds, “¿Y vos sabés lo que vale plastificar a todo el mundo en
planes diferenciales?” (67). As a result Pía María announces that she wants
to kill herself and she goes to look for a gun. Shortly thereafter Pía María
returns and utters what she hopes to be her last words, “¿Me querés decir,
para qué quiero ser Eternity si voy a tener que andar con el culo standard?. .
(Se apunta… se apaga la luz y se escucha una detonación) (68). However,
she quickly learns that suicide is not an option for plastic members of Eter-
nity Class, as she is simply reprogrammed and a new battery is placed into a
hole on the side of her head (69).
These outlandish scenes reach their climax at the end of the play when a
virus invades the Eternity Class program and causes their plastic bodies to
6
Lola Proaño-Gómez and Phyllis Zatlin stress the importance of humor in
Escofet’s dramaturgy.
152 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
malfunction. Pía María’s “culo standard” [standard ass] has fallen off and
she is left carrying it around the stage, asking, “¿Me quieren decir, por qué
se me cayó el culo…?” (102). Maricarmen’s right eyelid is closed shut, her
arms get stuck in the air and she has to ask Lina to help her put them down.
As Lina puts one arm down the other one falls off. Maricarmen tries desper-
ately to regain her composure in preparation for one of Mr. Evans’s sched-
uled monthly evaluations:
7
During the late nineties and after 2001 the cartoneros typically worked at
night and used enormous carts to haul their goods as they collected recycla-
154 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
phenomenon under Menem, which exploded after 2001, the cartoneros refer
to those who became marginalized and impoverished to the point that they
were forced to carve out a new profession, requiring them to take to the
streets of Buenos Aires and rifle through the garbage of those more fortu-
nate for recyclable cardboard (cartón), glass, and plastic.
In the following excerpt, Gualberto reviews the Eternity Class handbook
with Lina and describes the general “evolution” of the notion of class, from
Marxism through capitalism, and finally to Eternity Class:
ble items from garbage left on the streets of Argentina’s largest cities, espe-
cially Buenos Aires.
Werth. Embodying the Middle Class in Argentine Theater 155
Works Cited
EL ABRIGO-CHALECO
160 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Sobre el autor:
1
Para mayor información sobre el autor y su obra, ver José Moreno Arenas.
Dramatic Snippets/Pulgas dramáticas. Irvine: Ediciones de Gestos, 2010. Tam-
bién puede verse la edición digital del mismo libro:
www.hnet.uci.edu/gestos/obras.html
José Moreno Arenas. El abrigo-chaleco 161
PERSONAJES:
DOÑA SOCORRO
ASCENSIÓN
ACTO ÚNICO
de vuestra edad y, por tanto, la ilusión por coger las riendas…! (Escu-
piéndole las palabras a la cara:) ¡Os creéis que tenéis derecho a todo só-
lo por haber nacido…! ¡Menudo porvenir…!
ASCENSIÓN.– ¿Toca hoy sermón…? (Dándose una palmada en la frente,
con una explosiva carga irónica:) ¡Ah, no…! ¡Qué memoria la mía…!
¡La homilía, los domingos y fiestas de guardar a las nueve de la mañana,
acto previo a la apertura solemne del monedero y posterior reparto indis-
criminado de la calderilla entre la legión de asistentes anónimos a las ter-
tulias organizadas de forma espontánea por el pueblo mendicante en el
atrio del templo! (Que se le olvidaba, adelantándose a la posible inter-
vención de su madre:) No se necesita invitación ni don de palabra.
DOÑA SOCORRO.– ¡Bravo…!
ASCENSIÓN.– Eso sí: imprescindible, estómago agradecido con hambre
atrasada de días. Cuantos más, mejor…
DOÑA SOCORRO.– ¡Faltaría más…!
ASCENSIÓN.– Puntúa, preferentemente, imagen zarrapastrosa, con barba
de varios días y peinado grasiento y desaliñado. Lo de peinado es por de-
cir algo, porque el peine no pasa por esas cabezas… (Con mucho “tea-
tro”:) ¡Ah…! ¡Se me olvidaba…! ¡Un tufillo que tire para atrás!
DOÑA SOCORRO.– Que seas joven no quiere decir que no tengas ya una
edad como para…
ASCENSIÓN.– ¿Acaso la señora de la casa se ha levantado esta mañana
con ganas de disparar contra todo bicho viviente que ande merodeando
por sus posesiones, dispuesta a arremeter contra todo intruso que ose per-
turbar la paz de sus dominios…?
DOÑA SOCORRO.– Todo esfuerzo dirigido a erradicar la pobreza del
mundo va contra natura.
ASCENSIÓN.– ¡Bueno, bueno, bueno…! ¡Con pincelada cultural y todo!
(Con insultante lentitud, en el colmo de la ironía:) ¿De quién es la ci-
ta…?
DOÑA SOCORRO.– Sí; tú ríete… (Molesta:) Pero es una verdad como un
templo.
DOÑA SOCORRO.– ¡Ya estamos como siempre! ¡Qué poco dura la alegría
en la casa del pobre!
ASCENSIÓN.– ¡Has dicho en la casa del pobre, madre…!
DOÑA SOCORRO.– ¡Gajes del oficio! ¡Un lapsus!
ASCENSIÓN.– ¡Sí, sí…!
DOÑA SOCORRO.– ¿Qué estaba diciendo…? ¿Por dónde íbamos…?
ASCENSIÓN.– ¡El catálogo…!
DOÑA SOCORRO.– ¡Ah, sí…!
ASCENSIÓN.– ¡Una indecencia!
DOÑA SOCORRO.– ¡También los pobres tienen derecho…!
ASCENSIÓN.– ¿Derecho…? ¡Será el único que le otorguéis!
DOÑA SOCORRO.– Dirás lo que quieras, pero supone un paso importante
en el rescate de una dignidad injustamente perdida.
ASCENSIÓN.– Nada más que excusas…
DOÑA SOCORRO.– ¿Acaso tienes algo en contra de que una empresa del
prestigio, solvencia e importancia de “Encaje de Bolillos, Sociedad Anó-
nima” diseñe y distribuya un catálogo de superlujo de la “Colección de
Otoño-Invierno, Versión para Pobres”…?
ASCENSIÓN.– ¿Te hace feliz que diga que no?
DOÑA SOCORRO.– ¡Mira qué prenda de vestir…! (…Y señala en una hoja
del catálogo). ¡Es el no va más para pobres…! (En su salsa:) ¡Qué
164 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Pero… ¿me quieres decir qué porvenir tiene una ropa para pobres cuyo
precio se ha estimado en unos dos mil euros…?
DOÑA SOCORRO.– Necesitas mis años…
ASCENSIÓN.– ¿Cómo…?
DOÑA SOCORRO.– …Y mi experiencia.
ASCENSIÓN.– ¡Ya estamos otra vez con las adivinanzas…!
DOÑA SOCORRO.– Aunque quieres demostrarme constantemente que eres
un gallito de pelea preparado para intervenir en cualquier momento, en
realidad te desborda la ingenuidad. Estás aún muy verde.
¿Vas a ser tú, madre, quien facilite con esa actitud que los pobres sean,
una vez más, conejillos de indias de un experimento, de un juego en el
que participan los de siempre: los que detentan el poder?
DOÑA SOCORRO.– ¡Demasiado honor para un simple invento! ¡Una mag-
nífica creación, sin duda, pero ya está! No tienes que colgarme más me-
dallas. Te las puedes ahorrar.
ASCENSIÓN.– No quiero participar en esta indecencia.
DOÑA SOCORRO.– ¿Te crees…?
ASCENSIÓN.– Yo no me creo nada. Sólo digo que me parece una atrocidad
disfrazar de payasos a unos seres humanos indefensos con el pretexto de
quitarles el frío.
DOÑA SOCORRO.– No es un pretexto. Realmente, se les quita el frío.
ASCENSIÓN.– Entonces, si ésa es tu intención, ponle mangas al invento.
DOÑA SOCORRO.– ¿He oído bien…? ¿Estás diciendo a una creadora có-
mo ha de hacer sus obras…?
ASCENSIÓN.– Lo siento. Creía que estaba hablando con mi madre.
Silencio tenso.
Pues uno de los pilares en los que descansa la fuerza del pobre es preci-
samente el de su eterna subsistencia, avalada por la necesidad de su per-
manencia entre nosotros.
DOÑA SOCORRO.– El pobre no puede dejar este mundo. Por eso no en-
tiendo ese interés de algunas instituciones, empeñadas en acabar con…
¡Parece que les va la vida en ello!
176 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Ya lo sabes…
ASCENSIÓN.– ¿…Y se matricularon muchos mendigos al curso o los ele-
vados derechos de inscripción ayudaron a que –ya que se encontraban
junto a la puerta de entrada– aprovecharan para desarrollar su jornada la-
boral pedigüeña de tropecientas horas…?
DOÑA SOCORRO.– …Y esta conclusión viene a complementarse con la
otra –que también conoces–, que asegura que el pobre está en el sitio que
le ha sido asignado por la sociedad: las cloacas. ¡Un lugar que nadie
quiere como destino, pero que él, sin embargo, no le hace ascos!
ASCENSIÓN.– ¡En las cloacas…! (Que no puede reprimir unas náuseas:)
José Moreno Arenas. El abrigo-chaleco 177
Yo no te voy a asegurar que sean justas las leyes que nos hemos dado,
pero nunca oirás de mi boca que no sean necesarias…
ASCENSIÓN.– ¿Cómo puedes decir una cosa así…?
José Moreno Arenas. El abrigo-chaleco 179
1
Para una completa información, ver www.santiagoamil.cl/es/. Incluye des-
cripción de los espectáculos, fotos, referencias críticas, videos.
2
Indudablemente fue el espectáculo más divulgado, en cuya inauguración
oficial asistió la propia Presidenta, Michelle Bachelet. Ver video, por ejem-
plo, en www.youtube.com/watch?v=KdmASYtx5Vc
180
Villegas. El Bicentenario y el Teatro a Mil 181
El FITAM 2010 tendrá sin duda gran importancia en la historia del teatro
chileno, por cuanto implicó revisar la contribución del teatro en el proceso
histórico republicano. El festival se unió a una serie de otras actividades
culturales oficiales de celebraciones que se desarrollarán durante el 2010,
con motivo de los 200 años de la declaración de la independencia nacional.
En las ediciones anteriores del FITAM, la tendencia fue seleccionar algunos
espectáculos nacionales del año anterior como una muestra de la actividad
teatral del año recién terminado. Este año los organizadores propusieron tres
líneas de selección. La primera fue una muestra de hitos significativos de la
historia del teatro chileno; la segunda, la representación de obras del 2009, y,
finalmente, una selección de espectáculos chilenos que han triunfado en los
escenarios internacionales en los últimos años.
3
En el FITAM de este año los precios variaban: 3.500 pesos (US $ 7.00)
para estudiantes y tercera edad; 5.000 pesos (US $ 10.00) para las obras na-
cionales, y 7.000 pesos (US $ 14.00) para la selección internacional.
4
Para información sobre los espectáculos, los grupos, horarios, etc., ver
www.santiagoamil.cl/es/
182 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Desde una perspectiva histórica, son muchas las posibles reflexiones con
respecto a la selección y los fundamentos de la misma. Por cuanto su acep-
tación puede implicar que los elegidos son los “grandes textos” o los “clási-
cos” del teatro chileno en sus doscientos años de vida independiente. Es sa-
bido, sin embargo, que la inclusión o exclusión de textos y autores en las
historias están siempre en relación con la perspectiva cultural y el sistema de
valores estéticos o ideológicos de la comunidad interpretativa a la que perte-
necen los historiadores. En consecuencia, una discusión valiosa podría cen-
trarse en la significación de los textos elegidos, el por qué de su selección y
su relación con el sistema de valores y la ideología de los seleccionadores.
Parte importante de la discusión tendría que ser el considerar los excluidos. 5
Del periodo entre 1810 y 1950 se eligieron tres: Ernesto (1842) de Ra-
fael Minvielle (Manuela Infante), 6 Entre gallos y medianoche (1919) de
Carlos Cariola (Ramón Núñez); Amo y señor, 1926, de Germán Luco Cru-
chaga, con texto (Páramo) de Mauricio Barría y dirección de Luis Urieta.
A partir de 1950, la mayor parte se centró en títulos del período que se ha
calificado como la “renovación” o “modernización teatral” iniciada con los
teatros universitarios, cuya fecha de inicio se suele indicar como 1941: Mos-
cas sobre el mármol (1958), de Luis Alberto Heiremans (Alejandro Casti-
llo); Topografía de un desnudo (1967) de Jorge Díaz (Alexis Moreno); Los
que van quedando en el camino (1969) de Isidora Aguirre (Guillermo Cal-
derón); Lo crudo, lo cocido, lo podrido (1978), de Marco Antonio de la Pa-
rra (Gustavo Meza); Plaga, reescritura de la mantis religiosa (1971), de
Coca Duarte (Luis Ureta), basada en La mantis religiosa (1971) de Alejan-
dro Sieveking.
Un buen número fueron del período del gobierno militar, en los cuales se
enfatizó aquellos caracterizadores del período, pero no los abiertamente acu-
sadores de la dictadura: Los payasos de la esperanza (1977), cuya versión
5
Además, de las puestas históricas de este festival, la Comisión del
Bicentenario patrocina varios volúmenes antológicos del teatro chileno de
los dos siglos, empresa dirigida por María de la Luz Hurtado, quien ha
reunido a numerosos investigadores para colaborar en la selección y edición
de textos teatrales significativos.
6
Indico en paréntesis al director o directora y en paréntesis cuadrado la
fecha original de estreno o escritura.
Villegas. El Bicentenario y el Teatro a Mil 183
original fue escrita por el TIT (Mauricio Pesutic); Tres Marías y una Rosa
(1979) de David Benavente ( Raúl Osorio); Lindo país con vista al mar
(1979), del ICTUS (Nissim Sharif); Hechos consumados, (1981) de Juan
Radrigán (Alfredo Castro). Dos de los espectáculos de este período han lle-
gado a ser “clásicos” en el sentido que se continúan reponiendo: Cinema
Utoppia (1985) de Ramón Griffero (Ramón Griffero); y La Negra Ester
(1988), de Andrés Pérez sobre la base de las décimas de Roberto Parra.
Del período posdictadura se presentaron: Historia de la sangre (1992),
dramaturgia y dirección de Alfredo Castro; Malasangre o las mil y una no-
ches del poeta (1991) de la compañía Teatro del Silencio, con la dirección
de Mauricio Celedón; El Coordinador (1993), de Benjamín Galemiri (Ale-
jandro Goic).
De la selección del año 2009, se incluyó Pedro de Valdivia, la gesta in-
conclusa de Sebastián Vila; Ñi pu tremen, mis antepasados de Paula Gonzá-
lez, 7 Uñas sucias, de Luis Barrales (Raúl Donoso Garrido), y La carcelaria,
el sonido de la jaula (Francisca Keller).
A esta selección se agregó lo que la organización del FITAM denominó
“Invitados especiales,” sección en la cual se incluyó obras que han triunfado
tanto en el país como en el extranjero en los últimos años, entre las que se
destacaron: Neva, de Guillermo Calderón; Diciembre del mismo director;
Gulliver de Jaime Lorca. Además de los espectáculo con textos no escritos
por chilenos: Comida alemana de Thomas Bernhard (Cristián Plana); Cara
de fuego con dramaturgia de Marius von Mayenburg (Marcelo Alonso); El
Capote de Nikolai Gogol; Atascados en la sala (Nissim Sharim).
7
Para ver el programa completo, ver el portal mencionado en nota 2, y el
Catálogo del FITAM 2010, con el nombre Stgo. A Mil es volver a sentir.
184 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
8
Ver El Movimiento Literario de 1842. Volumen II. Textos. Santiago: Edi-
torial Universitaria, 1957.
Villegas. El Bicentenario y el Teatro a Mil 187
a Mil, 6). Por medio del lenguaje de los actores el espectador adquiere algu-
na idea del texto original.
Del todo diferente fue el proyecto de Mauricio Barría, a quien se le en-
cargó la re-escritura de Amo y señor, de Germán Luco Cruchaga. El texto de
1926 suele clasificarse como realista-naturalista, con rasgos muy propios de
la época Bel conflicto social, caracterización de los personajes con rasgos
naturalistas. Para el espectador que no sabe que Páramo es una versión de
Amor y Señor, el texto de Luco Cruchaga no existe. Barría no utiliza los
personajes, ni la caracterización, ni los códigos teatrales del texto original.
Hay, sin embargo, algunos elementos característicos de la representación de
la sociedad que predominó en el teatro chileno renovador de los años veinte
en el que se enfatizaba el conflicto social, la condición de la mujer, su de-
pendencia del hombre, la ausencia del padre como creadora de la “orfandad”
de la mujer y su quedar expuesta a la explotación. 9 La aspiración de Barría
parece haber sido el construir un imaginario con situaciones básicas seme-
jantes en el contexto del neoliberalismo contemporáneo, con una codifica-
ción dramática, teatral y cultural de la actualidad. Se puede decir que “utili-
za” la situación general del texto de Luco Cruchaga en cuanto a la antítesis
“Amo,” patrón y subordinado; pero el contexto y los personajes son actuales.
La mujer joven es una empleada de un Mall de un sistema económico neoli-
beral, donde es explotada por los patrones. Aparecen varios temas acucian-
tes de la realidad actual, tales como el del inmigrante (peruano), el consumo
de drogas, el desempleo de los sectores medios. Técnicamente, utiliza rasgos
teatrales y dramáticos hoy considerados innovadores, ubicables dentro de la
vanguardia teatral de la nueva generación chilena de dramaturgos. 10 Hay
diálogos, pero éste no es el diálogo típicamente dramático, por cuanto la
mayor parte de las veces los personajes no hablan con los otros, sino que
9
He examinado las características del teatro chileno de la época y los temas
mencionados en "Teatro chileno: afianzamiento de los sectores medios."
Ideologies and Literature. 17, vol. IV (September–October): 1983. 306 -318.
10
Aunque Mauricio Barría no fue incluido en la antología Dramaturgia
chilena del 2000: nuevas escrituras (Santiago: Editorial Cuarto Propio,
2009, editada por María de la Luz Hurtado y Vivian Martínez Tabares)
corresponde a la misma generación y coincide en muchos de sus
planteamientos con este grupo.
188 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Otro grupo de obras del pasado fueron puestas muy próximas o idénticas
a las originales. Son obras que se han venido reponiendo con frecuencia y
que conservan fundamentalmente el sentido original, aunque el contexto
actual puede hacer que su lectura potencial pueda ser muy diferente a la de
la puesta original. Son espectáculos representativos de momentos claves del
teatro chileno. Es el caso de Cinema Utoppia, de Ramón Griffero, Tres Ma-
rías y una Rosa de David Benavente, Lo crudo, lo cocido y lo podrido de
Marco Antonio de la Parra. La versión de Tres Marías, dirigida por Raúl
Osorio, por ejemplo, perdió mucho de su denuncia original porque el, pri-
mero, el contexto chileno ha cambiado y el director, al parecer consciente de
una tendencia del teatro chileno, tendió a enfatizar los elementos cos-
tumbristas y folklóricos. El baile en el escenario anula el simbolismo de la
mujer que hace arpilleras para sobrevivir en un medio en que los hombres
han desaparecido y se comienza a experimentar los inicios del neoliberalis-
mo y la comercialización de lo popular.
2. Textos contemporáneos
1
Antología: un siglo de dramaturgia chilena: 1910-2010. Bicentenario Chile
2010. Santiago: Editorial: Publicaciones Comisión Bicentenario Chile, 2010.
Tomo I: 1910-1950 (532 pp.); Tomo II: 1950-1973 (676 pp.); Tomo III: 1973-
1990 (412 pp.); Tomo IV: 990-2009 (368 pp.).
2
El comité de especialistas estuvo compuesto por: Claudia Echenique, Marta
Contreras, Fernando González, Ramón Griffero, Andrea Jeftanovic, Soledad
Lagos, Ana Harcha, Ramón Núñez, Raúl Osorio, Carola Oyarzún, Juan Radri-
gán y Eduardo Thomas.
3
Además, de los miembros del comité de especialistas, escribieron los prólogos:
Haydeé Ahumada, Luis Barrales, Juan Claudio Burgos, León Cohen, Marco
Antonio de la Parra, Verónica Duarte, Marco Espinoza, Rolando Jara, María
Eugenia Góngora, Eduardo Guerrero, Patricia Henríquez, Rolando Jara, Agustín
Letelier, Roberto Matamala, Cristián Opazo, Sara Rojo, Alejandro Sieveking y
Luis Vaisman.
190
Oyarzún L. Antología: un siglo de dramaturgia chilena 191
ción del país en Gustavo Meza; la irrupción de Juan Radrigán como la voz
inconfundible del desamparo total; y, la renovada exploración de la palabra
en el espacio escénico de Ramón Griffero. Este conjunto dará el necesario
impulso para que el teatro –en el contexto crítico de la dictadura- se recupe-
re y evolucione en las nuevas generaciones de artistas teatrales.
La distancia necesaria para validar las últimas décadas de la dramaturgia
nacional hace de este Tomo IV el más controversial. De los cuatro volúme-
nes, es el más reducido y no por el número de obras, sino porque la posmo-
dernidad pone en jaque el estatuto de la palabra. Los textos son breves, la
palabra más sintetizada y sugerida para la escena, lo que explica el fenóme-
no generalizado en la confluencia autor/director. Estas escrituras han gene-
rado poéticas visuales que funden el teatro, el cine, el circo, el comic, el jue-
go, la música, las tecnologías digitales y la televisión. Son experimentacio-
nes que no solo han reeducado el ojo del lector/espectador, también han
permitido poner en escena sensibilidades hasta ahora, poco exploradas. Tal
es el caso del mundo desbordado por el poder, el consumo y el cine de Ben-
jamín Galemiri; la crisis de la representación y el simulacro, en Guillermo
Calderón; la superposición de juegos metateatrales en Manuela Infante; la
crueldad en la configuración de la marginalidad urbana en Luis Barrales; las
obsesiones juveniles del imaginario de Ana Harcha y el espacio mental abi-
garrado y consumido por la palabra en Juan Claudio Burgos, por citar a al-
gunos de los antologados.
En función de su envergadura, es preciso destacar el acucioso trabajo
de la editora Alejandra Schmidt: dar coherencia a la escritura dramática y
sus convenciones, analizar los casos de distintas versiones de una misma
obra, digitalizar un extenso material que en su mayor parte no lo estaba, to-
mar decisiones respecto a reglas ortográficas obsoletas de algunos textos y
revisar otros casi ilegibles (en especial del Tomo I), entre muchas otras ta-
reas demandadas por este gran proyecto.
María de la Luz Hurtado y Mauricio Barría han cumplido a cabalidad
con el encargo de la Comisión Bicentenario, en la coordinación general del
proyecto en toda su magnitud. La introducción general de María de la Luz
Hurtado a la edición y su estudio específico para cada período, hacen de esta
Antología una publicación enriquecida por la mirada crítica amplia y consis-
tente de lo que han sido los cien últimos años de historia del teatro chileno,
complementada con la lectura puntual y actualizada de cada obra hecha por
los colaboradores.
194 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Garcia was the founder of Teatro Toviah, a Chicano teatro based in his
home town of San Antonio, Texas. Larry, a self taught artist with no formal
schooling, acted, directed, and supervised all technical requirements, a veri-
table one man show motivated by his love for teatro and his political activ-
ism.
One of his most popular productions was Spray-O, a one act play he
wrote and starred in that dealt with the problem of spray paint abuse among
Chicano youth. Produced by the Guadalupe Cultural Arts Center in 1983, it
toured the barrios and housing projects of San Antonio where the problem
of spray paint abuse was most pronounced. He played the title character,
Spray-O, a six foot tall spray paint can he helped design.
I first encountered Larry at a regional TENAZ Teatro Festival in San An-
tonio in the late 1907’s and gave him the script of my play, The Many
Deaths of Danny Rosales, about police brutality in the small Texas town of
Castroville. He produced it at great personal cost because he felt the story
needed to be told. When he went to Castroville to take photos of locations
mentioned in the play, he was threatened by one of the actual characters
(Kiki Ventura). Another time he was playing the part of Sheriff Fred Hall,
handcuffed one of the actors, but couldn’t find the key. The police were
called and Larry had to explain that it was “only a rehearsal” before they
were able to get the actor free. In 1986 he got to play the part of Kiki Ven-
tura in a professional staged reading directed by Marvin Feliz Camillo at the
New York Shakespeare Festival Theater.
Other highlights of his career included playing the title role of Johnny
Tenorio in 1983 in the premier produced by the Aztlan Cultural Arts Center
of San Antonio. The following year he reprised the role and toured San An-
tonio and South Texas under the auspices of Teatro Toviah. He also played
Juan Diego in the Virgin of Tepyac at the Guadalupe Church and the charac-
ter of Dios in El Jardín.
Larry Garcia died of liver cancer surrounded by family and friends in
San Antonio a few days short of his 55th birthday.
Carlos Morton
UC Santa Barbara
195
Paola Marín
California State University, Los Angeles
1
NK 603: Acción para performer & e-maíz. Artista: Violeta Luna. Con la
colaboración del músico David Molina, el videoasta Mickey Tachibana y el
director teatral Roberto Gutiérrez Varea. VII Encuentro Hemisférico. Museo
de la Universidad Nacional. Bogotá, Colombia. 28 de agosto de 2009.
196
Marín. Performance e hibridez 197
2
Véase
www.calstatela.edu/misc/karpa//Karpa2.1/Site%20Folder/ileanadieguez.html
198 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
pesinos desprotegidos, (...) y por otra, que en respuesta a este tratado, hiciera
su aparición pública el Ejército Zapatista con su proclama por los derechos
de los indígenas y los más necesitados" (entrevista personal).
Me interesa particularmente con respecto a NK-603 la manera en que
Luna aborda la cuestión de la violencia contra una visión de mundo que si-
gue viva, contra seres humanos concretos y contra la ecología social que se
sustenta del mismo. Al preguntarle sobre las relaciones entre cuerpo y vio-
lencia, la artista indicó al respecto que no le interesa la agresión per se, "par-
ticularmente, no me interesa perpetuar la imagen de un cuerpo femenino
violentado. La agresión al cuerpo ocurre porque así abordo procesos políti-
cos y sociales que ya están cargados de una alta dosis de violencia" (entre-
vista personal). NK 603 está permeada por la hibridez no sólo temática de
los biocultivos, sino como estrategia simbólica, presentándose transida por
un sentido de dislocación.
La acción comienza con la proyección de un video. La performera entra
al espacio (una sala del Museo de la Universidad Nacional) y se ubica de
espaldas frente a la tela blanca que sirve de pantalla, su expresión corporal
lenta y armónica pero también enérgica, en movimientos alusivos a la vida
campesina y a la defensa de la misma. Por un rato su rostro aparece cubierto,
quizá en alusión al zapatismo. En la performance hay un manejo muy logra-
do del ritmo del lenguaje corporal en relación con los textos visuales y sono-
ros, y con el silencio en un momento dado, de modo que la expectativa de la
audiencia se mantiene constante.
Con respecto a imágenes de violencia, la performera bebe un líquido
contenido en un tubo de ensayo. Luego le escurre sangre de la boca. En un
momento posterior es inyectada por una enfermera. Después su torso desnu-
do se ve sometido a las restricciones de un corsé de metal con púas y se po-
ne un aparato a modo de bozal metálico en la boca. De modo repetido, trata
de comer sin lograrlo tortillas de plastilina azul. Su lenguaje corporal se va
transformando simultáneamente en el de una autómata. La acción concluye
con una voz en off a modo de grabación que se va volviendo discordante y
más lenta a modo de disco rayado que repite, en inglés, "Monsanto.” En esta
limitada descripción, que no le hace justicia a la riqueza plástica de la acción,
la narrativa que acontece (no en sentido literario o programático sino de una
"realidad alternativa,” como dice la misma artista) se crea en el cruce de los
diversos lenguajes (imagen proyectada, texto sonoro, textos visuales, mane-
jo del espacio) con el del cuerpo de la performera.
200 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
Jorge Huerta: You’ve known the members of the Latino Theatre Com-
pany since and even before their inception in the mid-1980s. You also re-
viewed their 2008 production of La Virgen de Guadalupe Inantzin. What
expectations did you have about this new production? 1
Carlos Morton: I expected to see a high-quality performance by first-rate
actors and I was not disappointed. It was a superb production by a dream
team of professional artists. What did you think?
JH: Yes, these Chicana and Chicano actors have been working in Holly-
wood for almost three decades, playing all the stereotypes you can imagine
and this production allowed them to demonstrate their versatility as actors.
CM: They played multi-faceted characters with depth and a wide range
of tones. For me, the characters were well-written and incredibly human.
JH: As a playwright, why don’t you encapsulate the play?
CM: It’s the story of a man, Gabriel (Geoffrey Rivas), who forsakes his
past in order to achieve material wealth. He is married to Sonia (Lucy Rod-
riguez), a white-washed Hispanic like himself. The play begins at the fu-
neral of Gabriel’s mother, whom he hadn’t seen in twenty years. His boy-
hood friends, Johnny (Sal Lopez) and Ramona (Evelina Fernandez) who
stayed in the barrio, show up to honor his mother’s memory and invite
themselves to an improvised post-funeral party. A mysterious limo driver,
who refers to himself as “The Man” (Robert Beltran), transports everyone to
Gabriel and Sonia’s penthouse presumably high above the city of Los Ange-
les. Later we discover that in their youth Gabriel may have fathered
Ramona’s son named Angel (Fidel Gomez).
JH: For me the question of whether or not Angel is Gabriel’s son is left
unresolved, especially at the end of the first act.
1
Jorge Huerta and Carlos Morton attended the world premiere of Evelina
Fernandez’s Solitude September 9, 2009 at the LATC in Los Angeles, CA.
201
202 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
CM: A clever device to get the audience to return for the second act.
JH: And thus begins the unraveling of the plot, a series of monologues
and dialogues between different characters, interspersed by elegantly cho-
reographed transitions in which everyone dances to a variety of Latino mu-
sical standards.
CM: The musical interludes added some nostalgia that contrasted with
the verbal exchanges.
JH: Yes, and this was complemented by the onstage presence of a classi-
cal cellist, Semyon Kobialka, who’s resonant instrument underscored the
emotional thrust of the play. While early Teatros Chicanos employed musi-
cians and singers onstage, following in the footsteps of the Teatro Cam-
pesino, we never saw a classical instrument like a cello on or off-stage. This
effect added to the uniqueness and elegance of this production and play,
don’t you think?
CM: Of course. Also, in another theatrical flourish, “The Man” turns out
to be a manifestation of Octavio Paz, noted author of El laberinto de la
soledad, which inspired the title of the play. “The Man” is the guide whose
comments on life are often direct quotes from Paz.
JH: Whom, of course, the playwright credits every time “The Man” re-
cites something from Paz’s book.
CM: Do you think these quotes were an effective way of communicating
what it is to be Mexican –because that’s what Paz’s book is about.
JH: The play is about two universal themes, love and death. I also think the
play tells us what it is to be Mexican-American or Chicano.
CM: As has been noted by scholars and critics since he first published Laby-
rinth of Solitude, Paz uses the pachuco of the 1950s because the author lived
in L.A. after WWII and employed the pachuco as an example of “el extremo
a que puede llegar el mexicano.” He recognizes pachucos were a part of the
Mexican nation and saw them as clowns– ridiculed and disowned by their
own people. However, this play doesn’t even talk about this seminal figure.
JH: Why should it, especially when Paz’s example is from two generations
ago? I think Paz inspired the idea of life versus death in the Mexican psyche.
Recall the quote in the play when “The Man” says “Mexicans drink to con-
fess; Americans drink to forget.”
CM: Fernandez develops her own riff on Labyrinth of Solitude and creates a
Chicana/o spin on another universal theme –identity.
Huerta and Morton. A Conversational Review of Solitude 203
JH: I have always said that all of our Chicana/o and Latina/o plays, in-
cluding yours, are in one way or another, a search for identity. What I
thought was so unique was the setting and the central character being a
wealthy Chicano who was not written nor portrayed as a villain.
CM: The conflict was between the materialistic Mexican-American and
the people he “left behind.” He didn’t see his mother for 20 years, aban-
doned the barrio and suddenly realized, after her death, what he had lost.
JH: Is this the major question at the end of the first act: whether or not
Gabriel is Angel’s father?
CM: It seems to be but the second act reveals more of Gabriel’s charac-
ter when he finally tells them he did not abandon his own mother. His father
abandoned them and the mother never let go of the fantasy that the father
would return. When the father returned, his mother accepted him into her
bed, only to see him leave again. This caused Gabriel to lose all respect for
his mother.
JH: The bottom line is we’ve been led to believe that Gabriel abandoned
his mother when in reality the reverse was true. This reminded me of Teatro
de la Esperanza’s landmark docudrama, La víctima, in which the main char-
acter, Sammy, lives his life thinking his mother left him on the streets of Los
Angeles.
CM: Yes, but La víctima is a docudrama while this play is selective real-
ism –real people in a setting without walls. Furthermore, most of this play
takes place in real time in the penthouse. The production ran a total of two
and a half hours. Did you think the play was too long, especially the first
act?
JH: I didn’t think it was too long, but the choreographed transitions,
beautiful to watch, ultimately added too much time.
CM: They did seem redundant. Also the character played by Robert
Beltran stopped the action with his monologues.
JH: What is unique is that Beltran is a well known T.V. actor, a very
handsome charismatic man, something new in Chicano theater: the star sys-
tem.
CM: Did you find all of the characters compelling, for instance, the wife
Sonia?
JH: Sadly, Sonia is the weakest character in the play and we have no idea
why she stayed with Gabriel in this childless, lonely marriage.
204 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
CM: Obviously, she lived in luxury in a high rise penthouse with a maid,
Juana, whom we never see, but who like the dead mother, is always present.
What is ironic is that all the characters in the penthouse, except for Juana,
are completely oblivious to the demonstration on the street below.
JH: Again, this is another gesture to early Chicano theatre, when we
were literally marching in the streets to protest. However, the protesters in
this scenario are off-stage.
CM: And when Juana finally leaves the penthouse and the characters see
her down below, they think she is waving to them but instead, she is giving
them “the finger,” as they say.
JH: And giving the finger to anyone who continues to be oblivious of the
plight of the immigrant, doing nothing while people suffer indignities at
every turn in this country. Thus, Solitude is a very exciting proposition for
the Latino Theater Company, a groundbreaking work about the travails of
the rising Chicana/o upper-middle class and a triumph for playwright Eveli-
na Fernandez.
CM: And also for the director, José Luis Valenzuela, a major force in
American theatre today.
Reseñas informativas
Santiago a Mil. Carmen Romero, editora. Santiago. 2010
***
Edición cubana del nuevo teatro chileno, con un extenso ensayo inicial de
María de la Luz Hurtado (“Teatro chileno del siglo XXI: de cuerpos mutilados a
la representación ficcional/textual de la muerte o su enigma,” pp. 7-48) incluye
autores de la nueva generación de dramaturgos chilenos entre los cuales varias
afinidades distintivas: “Todos ellos fueron formados en escuelas de teatro
universitarias en Santiago de Chile…”, son “una generación postdictadura
militar chilena y partícipes de una creciente globalización y mercantilización de
las estructuras económicas y sociales” también tienen “un amplio conocimientos
de las tendencias teatrales contemporáneas, poseen un fuerte impulso a la
impugnación incluso radical de los lenguajes teatrales dominantes en la escena
chilena.” Los dramaturgos incluidos son: Luis Barrales Guzmán, Guillermo
Calderón, Juan Claudio Burgos, Manuela Infante, Ana López Montaner, Andrés
Kalawski. También se incluye un texto de Benjamín Galemiri, quien no
corresponde a esta generación. Ellos representan una parte de nuevos autores
que poseen características semejantes, entre otros Mauricio Barría, que buscan
renovar radicalmente la dramaturgia nacional, en algunos casos, alterando la
tradicional “esencialidad” de lo dramático.
205
206 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)
***
207
208 × Volver al índice Gestos 50 (Noviembre, 2010)