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MONOGRAFÍAS DE EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA

INTERPRETACIÓN NEUROPSICOLÓGICA DEL


TEST DE TRAZADOS (RASTREO) DE HALSTEAD-REITAN

Jorge Alfredo Herrera Pino


Norella Jubiz Bassi
Gina Salcedo Samper

© 2008 Interamerican Academy of Applied Cognitive Neuroscience


PO Box 142064
Coral Gables FL 33114 USA
Todos los derechos reservados
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Introducción

Ralph M. Reitan, uno de los fundadores de la neuropsicología norteamericana,


junto con su mentor, Ward C. Halstead, aportaron a la exploración de la relación
cerebro-conducta lo que se ha llamado un enfoque actuarial. El interés primordial de
estos investigadores no era la elaboración de una teoría o el aspecto heurístico de la
relación cerebro-conducta. En vez, fundamentados sólidamente en los procedimientos
de la psicometría y del laboratorio psicológico, estos autores se dieron a la tarea de
buscar o elaborar instrumentos que, en efecto, pudiesen distinguir entre pacientes con
daño o disfunción cerebral, así como que pudiesen aportar a la localización de este daño
o disfunción. En su búsqueda, Halstead primero y Reitan después, utilizaron una amplia
gama de técnicas diversas, algunas de cuales se han mantenido vigentes y otras han
poco menos que desaparecido. Por ejemplo, a partir de un instrumento parecido al
telégrafo surgió la idea que después se vio plasmada en el TEST DE DESTREZA
DÁCTILOMOTORA (FINGER TAPPING TEST; FTT; Reitan y Wolfson, 1993a), el cual se
mantiene vigente en la actualidad.

Se utilizó mucho de lo que había disponible en el armario psicométrico. Ejemplo


de esto fueron las MEDIDAS DE TALENTO MUSICAL DE SEASHORE. Este
instrumento fue desarrollado inicialmente para la identificación de aptitudes musicales.
Halstead y Reitan incluyeron el TEST DE RITMOS (Reitan y Wolfson, 1993a), uno de los
componentes del instrumento desarrollado por Seashore, dentro del conjunto de
procedimientos que hoy se ha llegado a conocer como la Batería Neuropsicológica de
Halstead-Reitan (Reitan y Wolfson, 1993a) y ha sido mantenido dentro de la versión
extendida de esta de Heaton, Grant y Mathews (1999). También se llegó a incluir dentro
del conjunto de instrumentos disponibles al clínico de la neuropsicología el TEST DE
MEMORIA TONAL, también parte de las MEDIDAS DE TALENTO MUSICAL DE
SEASHORE. La utilidad de este instrumento en el diagnóstico de los trastornos de la
relación cerebro-conducta y su capacidad para responder a trastornos del lóbulo
temporal derecho ha sido ampliamente validada.

Un ejemplo de procedimiento del laboratorio psicológico que prometía ser de


gran valor en la joven ciencia de la neuropsicología era la fusión crítica de la oscilación
de la luz. Aunque fue incluida como instrumento en investigaciones iniciales en este
campo, este procedimiento nunca demostró la capacidad diagnóstica de los
mencionados con anterioridad.

De esta tradición actuarial surgió la inclusión del TEST DE RASTREO (TMT;


Reitan, 1958; Reitan y Wolfson, 1993a), cuyo nombre original en inglés es TRAIL
MAKING TEST, dentro de los procedimientos neuropsicológicos. Como parte de la
Batería Neuropsicológica de Halstead Reitan (Reitan y Wolfson, 1993a) ha sido incluido
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dentro de los instrumentos utilizados en cientos de investigaciones. Dentro del enfoque


flexible de valoración neuropsicológica, este instrumento se ha convertido en la
actualidad en uno de los más utilizados en la valoración de la relación cerebro-conducta.
Se han acumulado en relación al TMT una amplia gama de hallazgos diferenciales entre
poblaciones con lesiones o disfunción cerebral y controles saludables. Constituye, sin
duda, conjuntamente con el TEST DE ASOCIACIÓN CONTROLADA DE PALABRAS
(Spreen y Strauss, 1998), uno de los instrumentos de mayor utilización clínica y de
mayor representación en la investigación neuropsicológica.

Posteriormente, este instrumento ha sido incorporado a modelos teóricos, tales


como el desarrollado por Mirsky et al. (1991) sobre los procesos de atención. La Parte A
de este instrumento ha sido descrita como una medida de procesos de atención,
mientras que a la Parte B se le ha descrito como representativa de las funciones
ejecutivas. El proceso de secuenciación inherente en esta última también ha dado pie a
que se le haya descrito como característico del funcionamiento del hemisferio cerebral
izquierdo.

Administración y corrección

Este instrumento es parte de la Batería Neuropsicológica de Halstead-Reitan


(Reitan y Wolfson, 1993a). El mismo está compuesto por dos partes. La Parte A consta
de 25 números en la versión de adultos y 15 en la versión de niños, los cuales deben ser
unidos con una línea de forma consecutiva por el paciente. La Parte B consta de
números y letras los cuales deben ser conectados alternando un número y una letra,
hasta llegar al número 13 en la versión de adultos y el número 8 en la de niños. Es una
buena medida de la capacidad para localizar elementos en el espacio (Parte A) y para
seguir secuencias (Parte B). A continuación se presentan las instrucciones de
administración del TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a). En
la realización de la Parte A, se le da un lápiz al paciente y se le indica, señalando a la
muestra, que en esa página hay algunos números, los cuales deben ser unidos en orden
con una línea. Se le indica que debe comenzar con el número 1 y hacer una línea del 1 al
2 (señalando el 2), del 2 al 3 (señalando el 3), 3 a 4 (señalando el 4), y así en adelante, en
orden, hasta que haya llegado al final. Se le indica al paciente que debe trazar las líneas
lo más rápido que pueda.

Una vez que el paciente ha terminado la muestra de tal forma que haya
demostrado que comprende lo que se le ha pedido, se le indica que se van a ensayar los
reactivos al dorso, los cuales constituyen el test en sí. Se le da vuelta al papel y se
administra la Parte A del procedimiento. Si durante la realización de la muestra de la
Parte A, el paciente comete algún error, se hace que vuelva al último número
correctamente conectado y que comience de nuevo desde ese punto. Si no lo hace en
orden, se insiste de nuevo que debe conectar los números en orden. Se empieza a tomar
el tiempo desde el momento que se le dice al paciente que comience y no se detiene el
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cronómetro si comete algún error. Al igual que con la muestra, debe regresar al último
reactivo correcto y comenzar de nuevo desde ahí.

En la administración de la Parte B, se pone la muestra frente al paciente y se le


indica que dicha página hay algunos números y letras. Se le pide que comience en el 1
(señalando) y que haga una línea del 1 a la A (señalando la A), de la A al 2 (señalando el
2), del 2 a la B (señalando la B), de la B al 3 (señalando el 3), del 3 a la C (señalando la C)
y así en adelante, en orden, hasta llegar al final. Durante la ejecución de la página de
muestra se le recuerda al paciente que primero tiene que llegar a un número, después a
una letra, después a un número, después a una letra, y así en adelante. Se le dice que
hay que hacer las líneas tan rápido como pueda. Cuando complete correctamente la
muestra de la Parte B, se le muestra la página correspondiente a la Parte B y se le dice
que en dicha página hay números y letras y que debe hacerlo de la misma forma,
comenzando en el número 1 (señalando el 1) y que debe hacer una línea del 1 a la A
(señalando la A), de la A al 2 (señalando el 2), del 2 a la B (señalando la B) y así en
adelante. Se le pide que no salte de una a otra, si no que vaya de un círculo al otro en el
orden adecuado, hasta que termine. Se le recuerda que debe hacer las líneas tan rápido
como pueda. Se empieza a tomar el tiempo desde el momento que se le dice al paciente
que comience y no se detiene el cronómetro si comete un error.

Si el paciente comete algún error, se hace que vuelva al último número o letra
correctamente conectado y que comience de nuevo desde ese punto. No se detiene el
cronómetro mientras se corrige al paciente. Se toma nota del tiempo que le tome
completar la tarea en segundos. Los errores contribuyen a la evaluación de la ejecución
ya que aumentan el tiempo que toma completar la tarea. Las puntuaciones para la Parte
A y la Parte B del TMT se derivan a partir del tiempo que le toma al paciente completar
cada una de ellas.

Antecedentes y desarrollo histórico

El origen del TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a) se
remonta a un instrumento que se denominó SERIES DE NÚMEROS DE TAYLOR, el
cual requería que los pacientes conectasen los números del 1 al 50 en orden.
Posteriormente, Partington lo revisó y lo denominó UN TEST DE ATENCIÓN
DISTRIBUIDA. Pronto después se le llegó a conocer como el TEST DE SENDAS DE
PARTINGTON. Cerca del 1944, este procedimiento fue incorporado al TEST DE
CAPACIDAD GENERAL DEL EJÉRCITO en los Estados Unidos y se le dio el nombre de
TEST DE RASTREO (TRAIL MAKING TEST). Eventualmente fue incorporado a la
Batería Neuropsicológica de Halstead-Reitan (Reitan y Wolfson, 1993a). Desde que
Reitan (1955) hizo su observación sobre el TEST DE RASTREO (TRAIL MAKING TEST)
describiéndolo como un procedimiento corto, barato y fácil de administrar, capaz de
indicar con validez los efectos del daño cerebral, se ha acumulado una enorme cantidad
de literatura científica sobre el mismo, la cual no se pretende presentar de forma
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exhaustiva en esta monografía. Basta solamente una cantidad suficiente como


representativa de este gran acopio de información.

El TMT recibió quizás su primer reto como instrumento capaz de detectar la


presencia de disfunciones cerebrales en el estudio llevado a cabo por Brown et al. (1958).
Estos autores indicaron haber usado este instrumento con una amplia muestra de
pacientes en uno de los hospitales de veteranos de los Estados Unidos. De acuerdo a
estos autores, el TMT no fue capaz de diferenciar entre pacientes psicóticos y lesionados
cerebrales. Este hallazgo es sumamente interesante y meritorio de un comentario. La
filosofía fundamental de la exploración neuropsicológica está íntimamente ligada al uso
de una batería de instrumentos. Es decir, es el conjunto de instrumentos el que va a
hacer posible una interpretación adecuada y no necesariamente un instrumento en
particular. En una de sus investigaciones tempranas sobre el TMT, Reitan (1959) señaló
el aumento de la capacidad discriminativa de este instrumento cuando lo usó
conjuntamente con la ESCALA DE INTELIGENCIA WECHSLER-BELLEVUE (WB;
Wechsler, 1939).

El uso de un solo instrumento en la búsqueda de organicidad pertenece a un


modelo de evaluación psicológica y no necesariamente a un enfoque neuropsicológico. A
través de esta obra, se ha intentado reflejar la visión de un enfoque neuropsicológico,
basado en la administración y debida interpretación de un conjunto de instrumentos
dentro del concepto de una batería. No obstante, en otra investigación publicada ese
mismo año, Reitan (1958) reafirmó la utilidad del TMT en la evaluación del daño
cerebral. Reitan (1958) presentó los resultados obtenidos en este instrumento por una
muestra de 200 pacientes con indicios claros de disfunción cerebral, cuya ejecución fue
comparada con la de un grupo de 84 pacientes sin indicios de lesión o disfunción
cerebral. Ambas muestras eran similares en características demográficas. De acuerdo a
Reitan (1958), los pacientes con indicio de disfunción cerebral ejecutaron de forma
significativamente más pobre que los miembros del grupo de controles en la Parte A y la
Parte B de este instrumento.

Al año siguiente, Reitan y Tarshes (1959) exploraron el comportamiento del TMT


desde el punto de vista de la asimetría funcional del cerebro. A tal efecto, estos autores
les administraron este instrumento a 44 pacientes con lesiones en el hemisferio cerebral
izquierdo y a 50 con lesiones en el hemisferio derecho, así como a 46 con lesiones
bilaterales o difusas. El grupo de pacientes con lesiones en el hemisferio derecho
mostraron una ejecución significativamente peor en la Parte A de este instrumento.

El TMT tiene una larga trayectoria como instrumento que ha intentado


diferenciar entre pacientes lesionados cerebrales y pacientes psiquiátricos, aunque no
siempre con éxito. Por ejemplo, L’Abate (1962) intentó diferenciar una muestra de
esquizofrénicos de otra de lesionados cerebrales de similares características
demográficas por medio de una batería de instrumentos neuropsicológicos, dentro de la
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cual se encontraba el TMT. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre


estos grupos. En otra investigación publicada ese mismo año, Smith y Boyce (1962),
encontraron que no se podían distinguir una muestra de 52 pacientes esquizofrénicos de
los controles saludables de otra investigación en su ejecución en el TMT. Estos autores
llegaron a expresar gran preocupación sobre la utilidad de este instrumento en la
detección y evaluación del daño cerebral orgánico.

Watson et al. (1969) examinaron una muestra de 50 esquizofrénicos y otra de 50


lesionados cerebrales crónicos con cuatro instrumentos neuropsicológicos. Entre estos
estaban el dinamómetro como medida de fuerza manual, una tarea de fusión crítica del
parpadeo de la luz, otra de apreciación de la intensidad de la misma y el TMT.
Solamente la fuerza manual, medida por el dinamómetro diferenció significativamente
entre ambos grupos. Tratar de separar lesionados cerebrales de esquizofrénicos continuó
siendo un quehacer frecuente, tal y como demuestran Gordon (1972) y Levin y Feirstein
(1972) entre muchos. Dentro de esta línea de pensamiento, Boll (1974) encontró que 80
pacientes con síntomas neurológicos suficientemente severos como para requerir al
menos evaluación, ejecutaron el TMT, entre otros, significativamente peor que una
muestra de 20 pacientes esquizofrénicos. Los pacientes neurológicos con cuadros agudos
mostraron, también, un mayor nivel de impedimento que una muestra de 40 lesionados
cerebrales, cuya condición no requería intervención médica inmediata.

En otro estudio dentro de esta misma línea, Shearn, Berry y Fitzgibbons (1976)
les administraron el TMT a tres muestras de pacientes con edad, nivel de educación y
distribución por sexo similares. Los grupos estaban constituidos por 23 pacientes
hospitalizados en quienes sus psiquiatras sospechaban daño orgánico, 31 pacientes
psiquiátricos hospitalizados sin sospecha de organicidad y 20 controles saludables.
Aunque los instrumentos utilizados discriminaron entre los controles y los dos grupos
de pacientes, estos no difirieron significativamente entre sí.

Hasta aproximadamente 1980, cuando se publicó la tercera edición del Manual


de Diagnóstico y Estadística (DSM-III) de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana
(APA, 1980), la visión prevaleciente de la esquizofrenia estaba influida de forma
determinante por un enfoque dualista en el cual la psicosis y la disfunción cerebral eran
concebidas como dos entidades totalmente ajenas la una de la otra. Cuando el DSM-III
abandona la etiología como base de la clasificación de las enfermedades psiquiátricas, a
favor de un enfoque más epidemiológico, se abrieron horizontes conceptuales mucho
más amplios. En ese momento la esquizofrenia dejó de ser una psicosis funcional para
convertirse en un trastorno cuyas bases podían ser concebidas desde diferentes
perspectivas, incluyendo la orgánica. Como se verá en las páginas que siguen, no se
plantea hoy en día si un instrumento neuropsicológico es capaz de distinguir entre
pacientes orgánicos y esquizofrénicos. Más bien, se plantea la interrogante de cuales son
las bases orgánicas de la esquizofrenia.
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Las investigaciones iniciales sobre la eficacia de un instrumento como el TMT en


diferenciar esquizofrénicos de orgánicos no fracasaron. Si no que abrieron el camino para
entender mejor la esquizofrenia como un trastorno con bases orgánicas muy bien
definidas. Se añade a esto el hecho de que pacientes con otros tipos de trastornos
psiquiátricos han mostrado de inicio puntuaciones diferentes a las de los pacientes
orgánicos en el TMT. Barnes y Lucas (1974), por ejemplo, estudiaron 77 pacientes con
disfunciones cerebrales con una edad promedio de 48.4 años y 39 pacientes con
trastornos de personalidad no psicóticos, con una edad promedio de 36.4 años y
encontraron diferencias significativas entre ambos grupos a favor de una mejor
ejecución por parte de los pacientes no psicóticos.

El TMT demostró su capacidad como instrumento diagnóstico en un estudio


llevado a cabo por Smith (1963) con una muestra de pacientes retardados mentales. Se
notó en esta investigación una alta correlación entre los resultados de este instrumento y
el coeficiente intelectual, primordialmente en los niveles bajos del mismo. Además, el
TMT sirvió para identificar lesionados cerebrales y retardados funcionales en los niveles
superiores de nivel intelectual de esta muestra. Es decir, con coeficientes alrededor de 70
a 89. Este hallazgo es importante, en tanto que los instrumentos neuropsicológicos
sirven para el diagnóstico de las lesiones cerebrales en los casos quizás más sutiles y
menos evidentes. En esta situación, la presencia de retardo leve funcional y lesión
cerebral fue diferenciada exitosamente por este instrumento.

Dentro de las condiciones que afectan el funcionamiento cerebral se encuentra,


sin lugar a dudas, la enfermedad de Parkinson. Reitan y Boll (1971) describieron el uso
del TMT con una muestra de 25 pacientes con esta condición y compararon su ejecución
en este instrumento con la de 25 controles saludables. Los resultados de esta
investigación demostraron que los pacientes con la enfermedad de Parkinson no sufren
solamente de trastornos en sus capacidades motoras, si no que también en sus funciones
corticales superiores. Otra condición que definitivamente afecta las funciones corticales
superiores es la esclerosis múltiple. Reitan, Reed y Dyken (1971) investigaron la
ejecución de una muestra de 30 pacientes con esta condición, comparándola con la de un
grupo de controles saludables de similares características demográficas. Los resultados
indicaron que los pacientes con esclerosis múltiple tuvieron una ejecución mucho más
pobre en instrumentos que requerían el uso de funciones motrices, tales como el TMT,
pero no tanto en aquellos que requerían el uso de destrezas lingüísticas o de
razonamiento.

Posteriormente, Beatty y Gange (1977) encontraron resultados similares con otra


muestra de pacientes con esclerosis múltiple. En esta investigación se pudo constatar
que las funciones verbales de estos pacientes no mostraban déficits, pero sí todos los
instrumentos que requerían destrezas motoras, excepto, paradójicamente, la medida de
la fuerza manual por medio del dinamómetro.
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Otra condición que tradicionalmente ha sido foco de atención de la clínica


neuropsicológica es el alcoholismo, dadas sus secuelas neurocognitivas. Long y
McLachlan (1974) demostraron la eficacia del TMT en el diagnóstico de estas en
pacientes alcohólicos. Estos autores examinaron una muestra de 39 hombres alcohólicos
de alto nivel social e intelectual (CI = 125.9). Encontraron que este grupo mostraba
impedimentos significativamente mayores en la realización de esta tarea, conjuntamente
con la de otras incluidos también en la batería utilizada. Estos participantes fueron
comparados con una muestra de controles sin antecedentes de alcoholismo con
características demográficas, sociales e intelectuales similares. En otra investigación en la
cual el TMT demostró su utilidad en la identificación de los trastornos neurocognitivos
que acompañan al consumo excesivo del alcohol, Bergman y Agren (1974) estudiaron
una muestra de 90 alcohólicos suecos hospitalizados, a quienes se les administró una
batería de instrumentos neuropsicológicos una vez que habían rebasado los síntomas de
retiro. Según estos autores, 42 de estos pacientes mostraron impedimento en la
realización de esta tarea, aunque no se pudo demostrar una relación entre la severidad
del cuadro de alcoholismo y los resultados en el TMT.

Más adelante, O’Leary et al. (1977) utilizaron el TMT en el seguimiento del curso
de 24 pacientes alcohólicos hombres con una edad promedio de 51 años y compararon
su ejecución en este instrumento con la de una muestra de 20 controles saludables de
igual composición demográfica. Se les administró este instrumento dos veces a todos los
participantes con un intervalo de un año entre exploraciones. Los resultados indicaron
que los controles saludables ejecutaron esta tarea significativamente mejor en ambas
ocasiones, aunque los pacientes alcohólicos mostraron mejoría entre ambas ocasiones. Se
compararon pacientes abstinentes con pacientes relapsantes durante ese año y no se
encontraron diferencias significativas entre ambos grupos. La contribución de factores
cerebrales a las llamadas discapacidades en el aprendizaje fue explorada por Rourke y
Finlayson (1975) a través del TMT. Estos autores examinaron una muestra de 45 niños
entre las edades de 10 y 14 años con esta condición. A partir del examen de los
resultados obtenidos, se pudieron identificar tres grupos dentro de esta muestra. Un
grupo logró realizar tanto la Parte A como la Parte B adecuadamente. Un segundo grupo
pudo realizar la Parte A bien, pero tuvo problemas con la Parte B y un tercer grupo tuvo
dificultades con ambas partes. Rourke y Finlayson (1975) enmarcaron estos resultados
dentro de los obtenidos en una línea de investigaciones que llevaban a cabo en aquel
momento y concluyeron que las discapacidades en el aprendizaje tienen, por lo menos
en parte, un substrato cerebral.

Una pregunta que siempre hay que plantearse en relación a los instrumentos
neuropsicológicos es si los resultados de los mismos están sujetos a la influencia de la
edad. Lindsey y Coppinger (1969) llevaron a cabo un estudio con 101 participantes en el
cual determinaron que hay factores relacionados con la edad que inciden en el declive
de la ejecución en el TMT. Por otro lado, Boll y Reitan (1973) llevaron a cabo un estudio
en el que investigaron la relación entre el coeficiente intelectual y la edad con la
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ejecución en el TMT. Estos investigadores informaron que en una muestra de 197


pacientes lesionados cerebrales y otra de 244 controles saludables entre las edades de 15
y 64 años, las puntuaciones obtenidas en este instrumento sí están relacionadas con el
nivel intelectual, pero las puntuaciones de corte de 41 segundos en la Parte A y 91
segundos en la Parte B, sugeridas por Reitan (1955), eran válidas en todos los niveles de
edad.

El valor de añadir el TMT a una batería de instrumentos neuropsicológicos fue


demostrado por Sterne (1973). De acuerdo a este autor, añadir este instrumento a una
batería previamente utilizada en la detección de lesiones cerebrales incrementó la
correlación múltiple de un valor de 0.68 a 0.77. La Parte B de este instrumento produjo la
mayor tasa de significación estadística en la predicción de la presencia de daño cerebral.

Revisión del estado actual del conocimiento

Al igual que con la revisión del Desarrollo y antecedentes históricos del TEST
DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a), esta sección puede
solamente reflejar una parte relativamente modesta de la vasta literatura que se ha
acumulado en relación a este instrumento. Una revisión exhaustiva de la misma sería
suficiente para llenar en sí misma un tomo y no una monografía. En este sentido, los
autores han intentado darles a los lectores un sabor del respaldo empírico con que cuenta
este tan utilizado instrumento de exploración neuropsicológica.

Composición, estructura factorial y muestras normativas

La Parte B del TMT fue utilizada como medida de flexibilidad cognitiva por Kehrer et
al. (2000), quienes se interesaron por los efectos de la presencia de alguien allegado a la
persona siendo examinada durante la administración de una batería de tests
neuropsicológicos. Estos autores les aplicaron este procedimiento a 30 estudiantes
universitarios que habían sido referidos a exploración neuropsicológica con el fin de
determinar si eran candidatos adecuados para un programa de asistencia a estudiantes
discapacitados. Dentro de la muestra se encontraron igual número de estudiantes
masculinos y femeninos, con un promedio de 25.27 años de edad y una desviación típica de
6.15. El nivel educativo de este grupo fue de 14.6 años, con una desviación típica de 2.59.
Todos los estudiantes llevaron a cabo la Parte B del TMT dentro de un diseño balanceado
de administración, bajo dos condiciones, en presencia de alguien allegado y sin su
presencia. Esto se hizo con miras a determinar la influencia de la presencia de un
observador sobre la ejecución de los tests neuropsicológicos, dentro de un diseño en el cual
todos los participantes realizaron las tareas bajo ambas condiciones.

Los resultados obtenidos por Kehrer et al. (2000) en la Parte B del TMT se detallan a
continuación. El tiempo promedio de ejecución del grupo en presencia de un observador
fue 57.32 segundos, con una desviación típica de 15.26, mientras que los valores
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correspondientes bajo la administración en ausencia de un observador fueron 58.83 y 15.42


segundos, respectivamente. La diferencia entre condiciones no fue significativa. Estos
resultados demuestran, una vez más, la capacidad de resistencia de los procedimientos
neuropsicológicos a ser alterados o afectados por variables medio-ambientales, como
puede ser la presencia de alguien allegado al paciente durante su administración. El TMT
es de particular interés en este sentido, ya que es una medida de ejecución en tiempo
dentro de parámetros relativamente reducidos y sus resultados pudiesen ser fácilmente
alterados por variaciones en las condiciones bajo las cuales es administrado.

Baird et al. (2001) realizaron un investigación donde correlacionaron los


resultados obtenidos por una muestra de pacientes pertenecientes a la tercera edad en el
TMT con los obtenidos en una medida de conducta adaptativa, la ESCALA DE VIDA
INDEPENDIENTE (Loeb, 1996). La muestra de pacientes seleccionada por estos autores
estuvo compuesta por 69 pacientes referidos a evaluación neuropsicológica por quejas
de memoria. La media de edad de esta muestra fue 74 años, con un nivel medio de
educación de 12 años de escolaridad. La Parte A del TMT correlacionó
significativamente con 4 de las 5 sub-escalas que componen la ESCALA DE VIDA
INDEPENDIENTE (Loeb, 1996): memoria y orientación (-0.31), manejo del dinero (-0.42),
desempeño en el hogar (-0.41) y cuidado de la salud (-0.40). La Parte B de este instrumento
mostró correlaciones similares: memoria y orientación (-0.59), manejo del dinero (-0.59),
desempeño en el hogar (-0.55) y cuidado de la salud (-0.41). Al igual que con otras medidas
neuropsicológicas, ni la Parte A ni la Parte B del TMT correlacionaron significativamente
con la sub-escala de ajuste social.

A partir de estos resultados, se puede afirmar que el TMT es un instrumento


adecuado para estimar la capacidad de las personas en la tercera edad para adaptarse
eficazmente a las exigencias del diario quehacer. Cabe notar que la Parte B del
instrumento mostró consistentemente coeficientes de correlación más altos que la Parte
A. Estos resultados ayudan a determinar qué tipos de funciones corticales superiores se
encuentran involucradas en la adaptación de pacientes de la tercera edad a las
demandas de la vida cotidiana. Una aplicación sumamente importante de esta
información tiene que ver con el uso de la exploración neuropsicológica para la
determinación del nivel de cuidado que pueda necesitar una persona en la tercera edad,
una vez que es dada de alta de un período de internación en un hospital médico-
quirúrgico o de rehabilitación, u otro tipo de centro asistencial.

En un estudio sobre la contribución de diferentes procesos cognitivos sobre las


funciones ejecutivas en ancianos saludables, Lamar, Zonderman y Resnick (2002) le
administraron una batería de instrumentos neuropsicológicos a una muestra de 417
participantes de los cuales 264 eran hombres y 153 mujeres. La edad promedio de este
grupo fue de 71.1 años, con una desviación típica de 8.3 (mínimo = 50 máximo = 92). En
términos de escolaridad, esta muestra tenía un nivel medio de 16.3 años, con una
desviación típica de 2.8. Tanto la Parte A (0.82) como la Parte B (0.73) del TMT cargaron
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sobre un factor identificado por los autores como caracterizado por la atención sostenida.
Conjuntamente con este instrumento, cargó también sobre este factor el TEST DE
RETENCION VISUAL DE BENTON (TRVB; Benton, 1974, 2002; Sivan, 1992), aunque de
forma más modesta (0.55).

Swan y Carmelli (2002) le administraron la Parte B del TMT a una amplia


muestra de gemelos ancianos masculinos que participaron en un estudio sobre la
contribución genética a las funciones ejecutivas. A tal efecto, participaron en esta
investigación 160 gemelos monozigotos quienes presentaron una edad promedio de 71.5
años (dt = 2.6). Participaron también en esta investigación 156 gemelos dizigotos. La
edad promedio de este grupo fue 71.2 años (dt = 2.6) y su nivel educativo promedio fue
13.5 años (dt = 2.9). Se les administró a todos los participantes de esta investigación la
Parte B del TMT, tal y como se indicó con anterioridad. Los gemelos monozigotos
completaron esta tarea en un promedio de 98.1 segundos (dt = 37.0). Los gemelos
dizigotos, por el contrario, completaron la tarea en un promedio de 110.9 segundos (dt =
45.8). El valor de este estudio está en aportar una base normativa al TMT. Esto le
permitirá a los clínicos tener una mejor apreciación de la respuesta de sus pacientes y un
punto de referencia en contra del cual compararla.

Barr (2003) investigó el funcionamiento neuropsicológico de atletas en el nivel de


secundaria y ha ofrecido en su estudio normas preliminares e índices de confiabilidad
sobre una batería de instrumentos neuropsicológicos. A tal efecto, 100 atletas en el nivel
de educación secundaria completaron una breve batería de instrumentos
neuropsicológicos antes del comienzo de sus actividades atléticas. La muestra utilizada
por Barr (2003) en esta investigación estuvo compuesta por 60 estudiantes hombres y 40
estudiantes mujeres. La edad promedio de este grupo fue 15.9 años (dt = 0.98). De los
cuatros años de estudios secundarios, 8 de los atletas pertenecían al primer año, 15 al
segundo año, 46 al tercer año y 31 al cuarto año. Dentro de los instrumentos
seleccionados por Barr (2003) para el examen de estos jóvenes atletas se encontró el TEST
DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a). El tiempo promedio que le
tomó a la muestra global terminar la Parte A del instrumento fue 22.5 segundos (dt =
6.7), mientras que la Parte B de este instrumento fue completada en un promedio de 52.5
segundos (dt = 17.1).

Barr (2003) también estudió específicamente las puntuaciones promedio


obtenidas por los hombres y las mujeres que constituyeron la muestra seleccionada. Los
hombres obtuvieron un valor promedio de 23.2 segundos (dt = 7.6) en la Parte A del
instrumento, mientras que en la Parte B del mismo, obtuvieron un valor promedio de
56.1 segundos (dt = 18.9). Las mujeres completaron la Parte A en un promedio de 21.4
segundos (dt = 4.9), mientras que la Parte B, fue completada en un promedio de 47.2
segundos (dt = 12.4). No se encontró diferencia significativa entre las medias de los
hombres y las mujeres en relación a la Parte A del TMT. Sin embargo, se encontró una
diferencia significativa en la Parte B del mismo. Las mujeres completaron la tarea en un
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tiempo significativamente más rápido que los varones. Estos resultados sugieren la
posibilidad de que, dado que las mujeres, en general, tienen un mejor desarrollo del
lenguaje, y por ende, del hemisferio izquierdo, el contenido secuencial de la Parte B de
este instrumento, puede también reflejar dicha ventaja.

La ejecución de grupos normativos en los instrumentos neuropsicológicos


permite establecer una mejor línea base en contra de la cual comparar la ejecución de un
paciente en particular. En un estudio sobre las diferencias en el control del
procesamiento en adultos mayores, Velanova et al. (2007) estudiaron una muestra de 38
pacientes (13 mujeres) mayores saludables, con una edad promedio de 75.9 años (dt =
7.5) y un nivel educativo promedio de 14.5 años (dt = 2.9).

La puntuación promedio obtenida por esta muestra en el MMSE fue 28.7 (dt =
1.2). Se les administró a todos los participantes de esta investigación una batería de
instrumentos neuropsicológicos dentro de la cual se encontraba el TMT. Completar la
Parte A de este instrumentos le tomó un promedio de 34.7 segundos (dt = 12.7) a este
grupo, mientras que completaron la Parte B en un tiempo promedio de 93.9 segundos
(dt = 35.4).

En un segundo experimento llevado a cabo por estos autores, participaron 37


personas mayores (11 hombres), con una edad promedio de 74.3 años (dt = 5.2). El nivel
educativo de este grupo fue 15.3 años (dt = 2.5). Esta muestra completó la Parte A del
TMT en un promedio de 30.4 segundos (dt = 9.3), mientras que completaron la Parte B
en un promedio de 86.1 segundos (dt = 45.9).

Fernandes et al. (2008) exploraron el sesgo hacia lo positivo de las memorias de


adultos mayores. Participaron en esta investigación 49 adultos jóvenes y 48 adultos
mayores. La edad promedio del grupo de adultos jóvenes fue 19.00 años (dt = 2.14),
mientras que la de los adultos mayores fue 72.25 años (dt = 7.83). El CI Total promedio
del grupo de adultos jóvenes fue 104.45 (dt = 6.84) y el de los adultos mayores fue 114.30
(dt = 7.25). Los autores de este estudio no reseñaron los niveles educativos de las
muestras seleccionadas.

Se les administró a todos los participantes el TMT como parte de la


caracterización llevada a cabo antes de proceder con las tareas experimentales. En la
Parte A del TMT, la ejecución promedio del grupo de adultos jóvenes para terminar la
prueba fue 21.13 segundos (dt = 6.11), mientras que los adultos mayores la terminaron
en un tiempo promedio de 34.44 segundos (dt = 10.82). En relación a la Parte B del TMT,
los adultos jóvenes la completaron en un tiempo promedio de 40.98 segundos (15.56),
mientras que le tomó un tiempo promedio de 80.36 segundos (dt = 57.91). Estos
resultados afirman la noción de que el TMT es susceptible a empeorar con el paso del
tiempo.
13

Traumatismos cráneo-encefálicos

En un estudio sobre la relación entre la pérdida de conciencia en casos de


traumatismos cráneo-encefálicos breves y los resultados de los instrumentos
neuropsicológicos, Iverson, Lovell y Smith (2000) le administraron el TMT a una
muestra total de 195 pacientes evaluados por haber sufrido un traumatismo cráneo-
encefálico leve. La determinación del nivel del trauma fue hecha fundamentándose en
los criterios establecidos por el Congreso Americano de Medicina de la Rehabilitación
(American Congress of Rehabilitation Medicine) (1993). Esta muestra acusó un promedio de
31.0 años (dt = 11.0) de edad, así como una media de 12.1 años (dt = 2.2) de educación. La
mayoría de los pacientes incluidos (74 %) eran hombres y la mayoría (77 %) había sufrido el
traumatismo cráneo-encefálico en un accidente de vehículo de motor. Se formaron tres
grupos de 65 pacientes cada uno, de acuerdo al criterio de haber sufrido pérdida de
conciencia (PC), no haber sufrido pérdida de conciencia (NPC) o no estar claro si habían
sufrido pérdida de conciencia (NC). No se encontraron diferencias significativas entre las
medias de estos grupos en relación a la edad o el nivel educativo.

En la Parte A del TMT, el grupo con pérdida de conciencia (PC) completó la tarea
en un tiempo promedio de 31.3 segundos (dt = 13.5). El grupo sin pérdida de conciencia
(NPC) la completó en una media de 33.1 segundos (dt = 15.3), mientras que en el grupo en
el que no se estaba claro que había sufrido pérdida de conciencia (NC) el valor medio de
ejecución de la tarea fue 32.4 segundos (dt = 16.0). La ejecución de los tres grupos de
pacientes en la Parte B de este instrumento se presenta a continuación. El grupo PC la
realizó en un promedio de 75.9 segundos (dt = 38.5), el grupo NPC en un tiempo promedio
de 82.5 segundos (dt = 64.3), mientras que el grupo NC la terminó en una media de 87.3
segundos (dt = 48.8). Los autores compararon la ejecución de cada grupo con las normas
publicadas por Heaton et al. (1991) para este instrumento, tomando en cuenta la edad y el
nivel educativo. Según estos criterios, el 18.5 % de los miembros de grupo PC cayeron por
debajo del percentil 10 en la Parte A del instrumento y el 20 % del grupo por debajo del
percentil 10 en la Parte B. El 20 % del grupo NPC cayó por debajo del percentil 10 tanto en
la Parte A como en la Parte B. El 24 % del grupo NC cayó por debajo del percentil 10 en la
Parte A y el 38% en la Parte B. Curiosamente, no fue el grupo con pérdida de conciencia el
que acusó una mayor cantidad de participantes con ejecución por debajo del percentil 10.
En este sentido, los resultados de esta investigación señalan el efecto adverso del
traumatismo cráneo-encefálico sobre las funciones valoradas por este instrumento, pero no
se discierne un efecto notable de la pérdida de conciencia.

Sherman et al. (2000) estudiaron el efecto de la depresión sobre el


funcionamiento neuropsicológico en pacientes con traumatismos cráneo-encefálicos. En
el transcurso de esta investigación, los autores llegaron a la conclusión que tanto la Parte
A como la Parte B del TMT guardan una relación con el estado de ánimo del paciente. A
tal efecto, le administraron este instrumento a una muestra de pacientes con historial de
traumatismo cráneo-encefálico, conjuntamente con el INVENTARIO MULTIFÁSICO DE
14

PERSONALIDAD DE MINNESOTA-2 (MMPI-2; Butcher et al., 1998). La muestra


seleccionada por Sherman et al. (2000) estuvo compuesta por 84 hombres y 91 mujeres,
con un total de 175 participantes. Los traumatismos cráneo-encefálicos de estos
pacientes fueron 114 leves y 61 moderados. La muestra tenía una edad promedio de 32.8
años (dt = 12.7) y un nivel educativo promedio de 11.8 años (dt = 2.4). Alrededor del
95%, de los pacientes había sufrido el traumatismo cráneo-encefálico en un accidente en
la carretera. La muestra acusó un promedio de 2.52 años (dt = 2.02) entre el traumatismo
y la valoración neuropsicológica. Se utilizó la puntuación T de 65 en la escala D
(depresión) del MMPI-2, con el objetivo de determinar si los pacientes estaban
deprimidos o no.

El tiempo que le tomó a los pacientes completar la Parte A y la Parte B del TMT
se incluyó en un análisis factorial de los resultados obtenidos en los instrumentos
utilizados en la exploración neuropsicológica. Tanto la Parte A (0.82) como la Parte B
(0.68) cargaron sobre un factor que los autores denominaron atención visual y habilidad
psicomotriz. Cargó también sobre este factor el subtest de Clave de números (0.67) de la
ESCALA DE INTELIGENCIA WECHSLER PARA ADULTOS-REVISADA (WAIS-R;
Wechsler, 1981). Los autores indicaron que este factor estuvo relacionado de forma
significativa (p < 0.004) con el nivel de depresión de estos pacientes, según las
puntuaciones de la escala D (depresión) del MMPI-2. Concretamente, los pacientes con
traumatismos cráneo-encefálicos leves con un valor alto en la escala D (puntuación T >
65) tuvieron la tendencia de tener puntuaciones más bajas en los instrumentos que
componían el factor de atención visual y habilidad psicomotriz. Esto no ocurrió con los
pacientes con traumatismos cráneo-encefálicos moderados o severos.

En un estudio sobre los factores que pueden predecir la presencia de distrés en


lesionados cerebrales traumáticos, Skell et al. (2000) obtuvieron datos sobre la ejecución
de una muestra de 62 lesionados cerebrales en el TMT. De estos, el 55% (34) eran
hombres y el 45% (28) eran mujeres. La edad promedio de estos pacientes fue 34.5 años
(dt = 11.9), mientras que el nivel promedio de educación fue 12.2 años (dt = 2.4). Aunque
no se tenía información sobre la severidad del trauma sufrido por estos pacientes, se
incluyeron en la muestra solamente aquellos que fueron remitidos a evaluación
neuropsicológica como pacientes externos. El tiempo promedio transcurrido entre el
trauma y la exploración neuropsicológica fue 21.6 meses. En la Parte A del TMT, le tomó
a estos pacientes una media de 35.3 segundos (dt = 16.9) el concluir la tarea. En la Parte
B, les tomó un promedio de 86.4 segundos (dt = 38.8) completar la misma.

En un estudio sobre la utilidad clínica del TMT, Ruffolo, Guilmette y Willis (2000),
compararon la ejecución de dos grupos de pacientes con historial de traumatismos cráneo-
encefálicos con la de un grupo control. Los participantes de los dos grupos de pacientes con
traumatismos cráneo-encefálicos fueron divididos en aquellos que habían sufrido un
traumatismo leve y aquellos quienes habían sufrido un traumatismo moderado. Los 62
pacientes del grupo con traumatismos leves fueron seleccionados según los criterios
15

establecidos por el Grupo Interdisciplinario de Interés Especial del Congreso Norteamericano


de Medicina de la Rehabilitación (1993), según los criterios descritos a continuación: pérdida
de conciencia, de haberla, inferior a 20 minutos, amnesia post-traumática de menos de 24
horas, examen neurológico negativo y resultados neuro-radiológicos o neuro-fisiológicos
negativos. Los 46 pacientes del grupo con traumatismo moderado excedían estos
parámetros de alguna manera. Se comparó la ejecución de estos pacientes en el TMT con la
de un grupo control compuesto por 49 participantes voluntarios. El promedio de edad del
grupo control fue 29.1 años (dt = 12.1), así como un nivel educativo promedio de 14.3 años
(dt = 1.9).

El grupo con traumatismos leves tenía una edad promedio de 35.9 años (dt = 13.4) y
un nivel educativo promedio equivalente a 12.6 años (dt = 2.2). Por último, el grupo de
pacientes con traumatismos moderados presentaron una edad promedio de 29.8 años (dt =
11.4 y un nivel educativo promedio de 11.9 años (dt = 1.7). En la Parte A del TMT, los
pacientes del grupo de control la realizaron en un promedio de 26.6 segundos (dt = 7.9). Por
el contrario, el promedio del grupo de pacientes con traumatismos leves fue de 39.5
segundos (dt = 17.7). El grupo de pacientes con traumatismos moderados la completó en un
promedio de 39.6 segundos (dt = 31.5). Los participantes del grupo control completaron la
Parte B en un promedio de 57.2 segundos (dt = 17.2), mientras que los pacientes del grupo
con traumatismos leves en un promedio de 84.6 segundos (dt = 42.1). Finalmente, el grupo
de pacientes con traumatismos moderados realizó la tarea en un promedio de 90.3 (dt =
41.0).

Los resultados obtenidos por Ruffolo, Guilmette y Willis (2000) resaltan la utilidad
del TMT en el proceso diagnóstico de pacientes con secuelas neurocognitivas producto de
traumatismos cráneo-encefálicos. En ambas partes del instrumento, las puntuaciones
promedio en términos de tiempo de ejecución del grupo de control estuvieron por debajo
de las de los dos grupos de pacientes, así como de la puntuaciones de corte de 41 y 91
segundos respectivamente sugeridas originalmente por Reitan (Reitan, 1955). Los
resultados de ambos grupos de pacientes en ambas partes del procedimiento se acercan a
las puntuaciones de corte señaladas con anterioridad. Es interesante notar que los criterios
de diferenciación entre traumatismos leves y moderados utilizados en esta investigación no
fueron capaces de predecir la ejecución de ambos tipos de pacientes en el TMT.

El TMT fue utilizado por Verger et al. (2001) para determinar la presencia de
secuelas neuropsicológicas asociadas con traumatismos cráneo-encefálicos sufridos en
edad temprana. A tal efecto, estos autores estudiaron una muestra de 17 niños y 2 niñas
con antecedentes de haber sufrido un traumatismo cráneo-encefálico. La edad promedio
en la cual estos pacientes sufrieron dicho traumatismo fue 8.58 años (dt = 3.72). La edad
promedio de este grupo fue 18.11 años (dt = 2.85). El tiempo promedio trascurrido entre
el traumatismo y la exploración neuropsicológica fue 9.42 años (dt = 1.98). El tiempo
promedio que les tomó a la muestra de pacientes con historial de traumatismo cráneo-
encefálico completar la Parte A del TMT fue 45.0 segundos (dt = 21.96). El grupo de
16

controles saludables pudo completar esta tarea en un promedio de 34. 05 segundos (dt =
9.6). De acuerdo a los autores de esta investigación, la diferencia entre estas medias fue
significativa al nivel de p = 0.027. La Parte B de este instrumento fue completada por los
pacientes con antecedentes de traumatismo cráneo-encefálico en un promedio de 100.57
segundos (dt = 73.0), mientras que los controles saludables la completaron en un
promedio de 77.89 segundos (dt = 32.0). Aunque los autores de esta investigación
indican que la diferencia entre estas medias no fue significativa a nivel estadístico,
ciertamente la magnitud de la diferencia sugiere que los pacientes con antecedentes de
traumatismos cráneo-encefálicos son mucho más lentos en completar la Parte B de este
instrumento.

En una investigación en la cual se exploró la presencia de déficits específicos en


la memoria en pacientes que habían sufrido un traumatismo cráneo-encefálico.
Vanderploeg et al. (2001) utilizaron, entre los instrumentos administrados a la muestra
seleccionada, el TMT. Estos autores exploraron una muestra de 269 veteranos o militares
norteamericanos que habían sufrido traumatismos cráneo-encefálicos. La mayoría de
estos participantes habían sufrido el traumatismo como resultado de un accidente
vehicular (71%) en un periodo de tiempo entre 1 y 6 meses (55%) antes de ser valorados
neuropsicológicamente. La media de edad de esta muestra fue 28.9 años (dt = 10.7). La
mayoría de los participantes de esta investigación habían cursado más de 12 años de
educación, incluyendo algunos cursos universitarios (80%). La mayoría eran hombres
(94%) y el tipo de trauma sufrido fue cerrado (99%). En la Parte A de este instrumento, el
tiempo promedio para completar la tarea fue 40.32 segundos (dt = 21.83). En la Parte B,
el tiempo promedio necesario para terminar dicha tarea fue 106.13 segundos (dt = 76.44).
Se hace notar que mientras que el promedio de tiempo utilizado por esta muestra para
completar la Parte A del instrumento se acerca a la puntuación de corte establecida por
Reitan (1958) para dicho procedimiento, la ejecución de la Parte B está muy por encima
de la puntuación de corte de 91 segundos establecida por dicho autor para este
instrumento. Es decir, mientras que la ejecución de la Parte A estaba de leve a
moderadamente por encima de lo esperado, la ejecución de la Parte B estaba
francamente comprometida.

En un esfuerzo por diferenciar la ejecución de pacientes y de sujetos que


conscientemente fingían déficit neurocognitivo, Haines y Norris (2001) le administraron
el TMT a una muestra de 20 controles saludables quienes habían sido reclutados como
voluntarios en un hospital de veteranos y 20 pacientes con historial de traumatismos
cráneo-encefálicos leves. Los 20 controles saludables reclutados como voluntarios tenían
una edad promedio de 41.65 años (dt = 7.62) y un nivel educativo promedio de 12.05
años (dt = 1.15). Los 20 pacientes pertenecientes al grupo con historial de traumatismos
cráneo-encefálicos leves presentaron una edad promedio de 37.85 años (dt = 8.48) y un
nivel de educación promedio de 11.40 años (dt = 1.31). En la Parte A de este instrumento,
los controles saludables realizaron la tarea en un promedio de 35.90 segundos (dt =
12.40). Los participantes pertenecientes al grupo de pacientes con historial de
17

traumatismo cráneo-encefálico realizaron esta tarea en un promedio de 36.15 segundos


(dt = 8.76). La diferencia entre estas medias no fue estadísticamente significativa.

La Parte B del TMT fue completada en un promedio de 59.40 segundos (dt =


22.88) por el grupo de controles saludables. Los pacientes con historial de traumatismos
cráneo-encefálicos leves completaron la tarea en un promedio de 70.05 segundos (dt =
25.32). De acuerdo a los autores la diferencia entre estas medias no fue significativa.
Según los resultados obtenidos en esta investigación, la velocidad de procesamiento de
información valorados por el TMT no se ven afectados de forma significativa por la
presencia de un traumatismo cráneo-encefálico leve cuando los controles saludables
fueron instruidos a que fingiesen impedimento neurocognitivo.

Johnstone et al. (2003) estudiaron la capacidad predictiva de una batería de


instrumentos neuropsicológicos administrada a un grupo de pacientes quienes habían
sufrido traumatismos cráneo-encefálicos en relación al éxito en un programa estatal de
rehabilitación vocacional. Dentro de los tests seleccionados en la batería administrada a
estos pacientes se encontraba el TMT. La muestra seleccionada tenía un promedio de
tiempo entre el trauma y el momento de la evaluación de 9.2 años. El grado de severidad
del trauma fue referido por los pacientes en términos de pérdida de conciencia y amnesia
post-traumática. Estos valores estaban muy dispersos, fluctuando entre 10 minutos y 144
horas y 2 minutos y 720 horas respectivamente. La muestra de participantes quienes fueron
examinados con el TMT fue de 78. La edad promedio de la muestra fue 36.7 años (dt =
10.8). El nivel educativo fue de una media de 11.8 años (dt = 2.2). En términos de la
composición por sexo, el 71% de los participantes eran hombres. Se utilizó el tiempo que
tomó completar la Parte A y la Parte B de este instrumento con el fin de derivar la
puntuación del mismo. El tiempo promedio utilizado para completar la Parte A fue de 46.8
segundos (dt = 28.1). En la Parte B, el promedio fue 121.8 segundos (dt = 71.8). Estos valores
están claramente sobre las puntuaciones de corte de 41 y 91 segundos utilizados
respectivamente en las dos partes de este instrumento.

Busch et al. (2005) investigaron el papel de las funciones ejecutivas en la memoria


verbal y visual de una muestra de pacientes con TCE. Estos autores parearon dos
muestras de pacientes de acuerdo a variables demográficas, así como el impacto del
trauma sobre sus disfunciones ejecutivas. La severidad del impacto sobre las funciones
ejecutivas fue establecida por medio de las puntuaciones obtenidas en medidas de
funciones ejecutivas. Se distinguieron dos grupos: disfunciones ejecutivas mínimas
(DEM) y serias (DES). Se les administró a cada participante una batería de instrumentos
neuropsicológicos, dentro de los cuales se encontraba el TMT. Los pacientes fueron
evaluados para obtener una línea base y posteriormente al año.

La edad promedio de los 50 pacientes con DEM en la valoración de línea base fue
27.67 años (dt = 7.57), mientras que el valor correspondiente a los 50 pacientes con DES
en el mismo momento fue 26.54 años (dt = 7.17). Los valores de escolaridad promedio de
18

estos grupos fueron 12.98 años (dt = 1.73) y 12.56 años (dt = 1.50), respectivamente. El
tiempo promedio que le tomó a los pacientes con DEM completar la Parte A del TMT en
la valoración de línea base fue 30.40 segundos (dt = 12.91) y a los pacientes del grupo
DES les tomó un promedio de 36.31 segundos (dt = 14.61) completar la tarea. La
diferencia entre estas medias fue significativa (p < 0.01).

La Parte B del TMT fue incluida por Busch et al. (2005) dentro de las medidas de
funciones ejecutivas exploradas en esta investigación. En la valoración de línea base, los
pacientes con DEM completaron esta tarea en un promedio de 65.93 segundos (dt =
32.86), mientras que los pacientes con DES la completaron en un promedio de 93.57
segundos (dt = 47.09). La diferencia entre estas dos medias fue también reportada como
significativa por los autores de este estudio (p < 0.001). Los resultados de esta
investigación denotan que hay diferencias en las funciones ejecutivas entre estos dos
grupos difieren en su nivel de funciones ejecutivas (Parte B) y esta diferencia se ve
también en otras funciones, tales como la atención (Parte A).

Wood y Rutterford (2006) estudiaron las consecuencias psicosociales del


traumatismo cráneo-encefálico (TCE) en función de variables demográficas y cognitivas.
Participaron en esta muestra 131 pacientes con historial de TCE (85 hombres y 46
mujeres. La mayoría de estos pacientes (101) había sufrido el TCE como resultado de un
accidente automovilístico. El tiempo promedio entre el trauma y la evaluación fue 1.31
años (dt = 4.87). La edad promedio en el momento de sufrir el TCE fue 32.83 años (dt =
13.08) y en momento de la evaluación era 47.66 años (dt = 12.69). El nivel promedio de
educación de esta muestra era 12.07 años (dt = 2.47).

Se les administró a todos los participantes de este estudio una batería de


instrumentos neuropsicológicos, dentro de la cual se encontraba el TMT. El tiempo
promedio que le tomó a esta muestra completar la Parte A del TMT fue 56.44 segundos
(dt = 28.52), mientras que completaron la Parte B en un promedio de 100.61 segundos (dt
= 66.83). Estos valores son relativamente altos e indican que las consecuencias
neurocognitivas del TCE pueden perdurar por muchos años, posteriormente a la
ocurrencia del trauma.

Periañez et al. (2007), en una investigación llevada a cabo en España, estudiaron


el TMT en una muestra de pacientes con traumatismo cráneo-encefálico (TCE),
esquizofrenia y la tercera edad normal con el propósito de hacer comparaciones entre las
mismas y derivar datos normativos. Participaron en esta investigación 223 controles
saludables (88 hombres y 135 mujeres) con una edad promedio de 38.9 años (dt = 18.7) y
un nivel educativo promedio de 13.3 años (dt = 3.6). Participaron también 127 pacientes
con diagnóstico de esquzofrenia u otras condiciones relacionadas (82 hombres y 45
mujeres), con una edad promedio de 26.2 años (dt = 7.2) y un nivel educativo promedio
de 10.4 años (dt = 3.2). La tercera muestra de este estudio estuvo compuesta por
19

pacientes con historial de TCE (72 hombres y 18 mujeres), con una edad promedio de
34.6 años (dt = 12.7) y un nivel educativo promedio de 12.9 años (dt = 3.7).

Los miembros del grupo de controles saludables completaron la Parte A del TMT
en un promedio de 31.3 segundos (dt = 13.7) y la Parte B en un promedio de 68.1
segundos (dt = 43.2). Los pacientes con diagnóstico de esquizofrenia completaron la
Parte A de este instrumento en un promedio de 40.9 segundos (dt = 16.6) y la Parte B en
un promedio de 97.5 segundos (dt = 49.6). Los pacientes con historial de TCE
completaron la Parte A en un promedio de 70.7 segundos (dt = 53.1) y la Parte B en un
tiempo promedio de 172.8 segundos (dt = 113.7). Es evidente, a partir de estos
resultados, que tanto la esquizofrenia, pero en especial el TCE, tienen un impacto sobre
la eficiencia de ejecución en ambas partes de este instrumento.

Trastornos neurológicos varios

En una investigación sobre la validez de constructo del TEST DE CATEGORIAS


DE HALSTEAD (HCT; Halstead, 1947; Reitan y Wolfson, 1993a), Johnstone, Holland y
Hewett (1997) incluyeron, además, el TMT dentro de la batería utilizada en la validación
de dicho instrumento. Participaron en esta investigación 308 pacientes quienes habían
sido referidos a evaluación neuropsicológica a través de un periodo de 4 años al
laboratorio neuropsicológico del departamento de medicina física y rehabilitación de
una universidad norteamericana. La edad promedio de este grupo fue 32.55 años (dt =
11.93). Su nivel educativo promedio fue 12.50 años (dt = 2.40). Ciento noventa y siete
participantes de este grupo fueron hombres y 111 fueron mujeres. Estos pacientes habían
sido referidos por presentar sospecha de disfunciones neurológicas. Dentro de los
diagnósticos incluidos en el referimiento de esta muestra se encontraban: traumatismos
cráneo-encefálicos (128), accidentes vasculares cerebrales (16), abuso de sustancias (14),
trastornos convulsivos (11), demencia progresiva del tipo Alzheimer (2), neoplasmas
cerebrales (2), traumatismos cráneo-encefálicos con abuso de sustancias (44),
traumatismos cráneo-encefálicos acompañados de convulsiones (21), traumatismos
cráneo-encefálicos con abuso de sustancias y presencia de convulsiones (1), abuso de
sustancias y convulsiones (1), accidentes cerebro-vasculares con abuso de sustancias (1),
accidentes cerebro-vasculares con abuso de sustancia y convulsiones (1), asًí como otros
diagnósticos varios (58).

El tiempo promedio que necesitó esta muestra para completar la Parte A del
TMT fue 37.57 segundos (dt = 19.81). En la Parte B, el tiempo necesario promedio para
completar la misma fue 93.13 segundos (dt = 46.61). La Parte A de este instrumento
estuvo altamente correlacionada con los subtests III, IV, V, VI y VII del HCT. La Parte B
del instrumento estuvo altamente correlacionada con todos los subtests del HCT. Es
evidente que una población en la que se sospechan disfunciones neurológicas y por ende
manifestaciones neurocognitivas de las mismas, se obtienen puntuaciones promedio en
este instrumento que se acercan, en el caso a la Parte A o rebasan, como es el caso de la
20

Parte B, las puntuaciones de corte de 41 segundos y 91 segundos ofrecidas por Reitan


para este instrumento (Reitan, 1958). También es importante notar que tanto la Parte A
como la Parte B de este instrumento están altamente correlacionadas con el HCT y que,
por lo tanto, es muy probable que exista una combinación de factores de atención y
funciones ejecutivas en ambas tareas, particularmente en la Parte B del TMT.

Síndrome del lóbulo frontal

La capacidad de los instrumentos neuropsicológicos para reflejar


diferencialmente el funcionamiento cortical en términos del parámetro de doble
disociación de funciones es sumamente importante en la aplicación clínica de los
resultados de los mismos. En un estudio llevado a cabo en Francia sobre funciones
complejas de los lóbulos frontales, Allain et al. (2001) estudiaron las diferencias de
ejecución del TMT en una muestra de pacientes con lesiones frontales, otras lesiones
posteriores y una muestra de controles saludables.

Estos autores examinaron 30 pacientes con lesiones frontales (PF), 9 de los cuales
las tenían localizadas en el hemisferio derecho y 19 en el izquierdo. Otros 11 pacientes
tenían lesiones bilaterales del lóbulo frontal. Las causas de las lesiones fueron vasculares
en 10 pacientes, neoplásicas en 8 pacientes, traumáticas en 11 pacientes, o infecciones en
1 paciente. Hubo un promedio de 13.8 semanas entre la lesión y la exploración
neuropsicológica. La muestra de pacientes con lesiones posteriores (CP) estuvo
compuesta por 14 participantes de los cuales 4 tenían lesiones vasculares que les
afectaban las regiones temporales y parietales izquierdas, 3 pacientes sufrieron
afectaciones de estas regiones en el hemisferio derecho, 5 pacientes tenían afectaciones
posteriores por trauma, uno por intervención quirúrgica y otro por anoxia. Se incluyeron
30 controles saludables (CS) sin historial de afectaciones neurológicas.

La media de edad del grupo PF fue 42.5 años (dt = 14.0), con un nivel educativo
promedio de 9.8 años (dt = 2.8). El grupo CP acusó una edad promedio de 41.5 años (dt =
14.0), mientras que el grupo CS tenía una media de 41.1 años (dt = 12.5). Su nivel medio
de educación fue 10.4 años (dt = 2.1). El grupo PF realizó la Parte A del TMT en un
tiempo promedio de 117.3 segundos (dt = 56.9), mientras que el grupo CP la realizó en
un tiempo promedio de 98.2 segundos (dt = 89.5).

En la Parte B de este instrumento, el valor medio del grupo PF fue 213.4


segundos (dt = 151.5) y en el grupo CP fue 160.4 (dt = 141.9). En primer lugar, cabe notar
que la ejecución de ambos grupos en ambas partes del instrumento es sumamente lenta
e indica que no importa donde se ubique la lesión, la ejecución del TMT va a ser
sensitiva a la misma. En segundo lugar, aunque los autores indicaron que las diferencias
entre medias de ambos grupos no eran estadísticamente significativas estadísticamente,
la magnitud de las diferencias es tal que es difícil no concluir que la patología frontal
afecta de forma selectiva la ejecución de ambas partes.
21

Enfermedad de Alzheimer y demencias relacionadas

Bondi et al. (1999) exploraron la posible presencia de disfunciones


neuropsicológicas relacionadas con el genotipo de la Apolipoproteína E para la
detección preclínica de la enfermedad de Alzheimer. Estos autores incluyeron una
muestra de 43 pacientes quienes habían sido encontrados ser positivos en relación a la
presencia del genotipo de la Apolipoproteína E. La edad promedio fue 68.4 años (dt =
8.9), con un promedio de 15.1 años de educación formal (dt = 3.2). La puntuación
promedio obtenida por estos pacientes en el MINI-EXAMEN DE ESTADO MENTAL
(MMSE; Folstein, Folstein y McHugh, 1975) fue 29.1 (dt = 1.0). Participaron, además, en
esta investigación 90 pacientes quienes habían sido identificados como negativos en
relación a la presencia del genotipo de la Apolipoproteína E. La edad promedio fue 70.0
años (dt = 8.7) y su nivel promedio educativo de 14.9 años (dt = 3.7). La puntuación
promedio de este grupo en el MMSE fue 29.2 (dt = 0.9). Se les administró a estos
participantes el TMT como parte de una batería más amplia de instrumentos
neuropsicológicos. El tiempo promedio que le tomó al grupo de pacientes positivos
(Apolipoproteína E) completar la Parte A de este instrumento fue 46.6 segundos (dt =
13.8). Los participantes sin el genotipo de la Apolipoproteína E completaron esta tarea
en un promedio de 43.4 segundos (dt = 16.8).

En la Parte B de este instrumento, los pacientes positivos completaron la tarea en


un promedio de 91.0 segundos (dt = 35.8), mientras que los participantes sin el genotipo
de la Apolipoproteína E completaron esta tarea en un promedio de 100.3 segundos (dt =
38.6). La diferencia entre las medias tampoco fue significativa, según los autores de esta
investigación. Es evidente, a partir de los resultados de esta investigación, que las
habilidades valoradas por medio del TMT no fueron capaces de detectar la presencia de
impedimentos en pacientes en riesgo de presentar la enfermedad de Alzheimer dentro
de un cuadro preclínico de la misma. Esto incluyó las funciones de atención y valoradas
por la Parte A de este instrumento, así como las funciones ejecutivas y de secuenciación
valoradas por la Parte B del mismo.

En otro estudio con pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA), Bondi et al.
(2002) describieron las inter-correlaciones entre diferentes instrumentos neuropsicológicos.
El grupo de 59 pacientes con enfermedad de Alzheimer fue dividido en tres, según la
severidad de presentación de los síntomas de demencia: EA muy leve, EA leve y EA
moderada. A continuación se ofrecen los promedios de edad de cada uno de los grupos en
años: EA muy leve (Media = 73.50; dt = 6.97), EA leve (Media = 73.50; dt = 5.76) y EA
moderada (Media = 72.10; dt = 8.41). Se incluyó un grupo de 51 controles saludables cuya
media de edad fue de 73.40 años (dt = 7.43). Los niveles medios de escolaridad de todos los
participantes fluctuaron alrededor de los 12 a 13 años. Aunque en este estudio, Bondi et al.
(2002) presentaron solamente las estadísticas descriptivas y las diferencias entre medias en
el TEST DE COLORES Y PALABRAS DE STROOP (SCWT; Golden, 2002; Golden y
22

Freshwater, 2001), indicaron también que la Parte A cargó, conjuntamente con las
diferentes condiciones de administración del SCWT y los subtests de Clave de números y
Cubos del WAIS-R, sobre un factor caracterizado por un alto componente de habilidades
relacionadas con la velocidad en el procesamiento visual y la secuenciación viso-motriz en los
pacientes con enfermedad de Alzheimer. En los controles saludables se encontraron
relaciones similares, excepto que, tanto la Parte A, como la Parte B del TMT cargaron sobre
este factor. En los pacientes con EA, por el contrario, la Parte B de este instrumento cargó,
aunque con un valor algo más modesto, sobre otro factor que los autores denominaron
funciones ejecutivas, conjuntamente con el número de categorías alcanzadas y el número de
errores de perseveración del TEST DE CLASIFICACION DE TARJETAS DE WISCONSIN
(WCST; Berg, 1948; Grant y Berg, 1948; Heaton et al., 1993, 2001).

Como parte de un estudio sobre factores incidentales en la memoria semántica de


pacientes con demencia producida por la enfermedad de Alzheimer, Johnson, Storandt y
Ballota (2003) le administraron la Parte A del TMT a una muestra de 47 controles sin
demencia (13 hombres y 34 mujeres), cuya edad promedio fue de 73.45 años (dt = 11.13). Se
le aplicó también este instrumento a un grupo de 31 pacientes diagnosticados con demencia
muy leve. La edad promedio de este grupo fue de 73.63 años (dt = 8.26). Por último, se
valoró un tercer grupo de 39 pacientes diagnosticados con demencia leve. Este grupo tenía
una edad promedio de 71.60 años (dt = 7.89). Los diagnósticos de ausencia de demencia,
demencia muy leve y demencia leve fueron hechos sobre las bases de los resultados obtenidos
en el instrumento diseñado por Morris (1993). Según Johnson, Storandt y Ballota (2003),
este instrumento valora las siguientes áreas: memoria, orientación, juicio y resolución de
problemas, comunidad, hogar y pasatiempos y cuidado personal. Se obtiene una
puntuación global, la cual se utilizó en la clasificación de los participantes.

En términos de nivel educativo, los participantes no demenciados tenían en general


un año más de educación que los demenciados, aunque los dos grupos de pacientes tenían
niveles educativos similares. Los participantes no demenciados oscilaban entre 12 y 13 años
de educación, mientras que los demenciados oscilaron entre 11 y 12 años. Los resultados
obtenidos por los participantes sin demencia en la Parte A del TMT fueron una media de
51.47 segundos, con una desviación típica de 29.27. Los resultados obtenidos por los
pacientes con demencia muy leve fueron una media de 73.23 y una desviación típica de
38.30, mientras que en los pacientes con demencia leve, los valores correspondientes fueron
120.41 y 50.61, respectivamente. Los hallazgos de la presente investigación validan, una vez
más, la utilidad del TMT en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. Este
instrumento no solo fue sensitivo a la presencia de la condición, si no también al grado de
déficit en diversas áreas de conducta adaptativa que caracteriza a la misma.

Balota et al. (2006) investigaron el efecto de presentar el material para ser


recordado espaciadamente con una muestra de 43 pacientes con diagnóstico de
enfermedad de Alzheimer (EA). Todos los pacientes incluidos en este estudio fueron
diagnosticados siguiendo los criterios establecidos por el Instituto Nacional de
23

Trastornos Neurológicos y de la Comunicación y Derrames (NINCS) y la Asociación


para la Enfermedad de Alzheimer y Trastornos Relacionados (ver Herrera y Vargas,
2007). Los diagnósticos utilizados para estos pacientes fueron enfermedad de Alzheimer
muy leve o leve. Participaron, además, en este estudio 31 controles saludables (CS). La
edad promedio del grupo EA fue 75.9 años (dt = 8.49) y su nivel educativo promedio era
14.6 años (dt = 2.63). El grupo CS tenía una edad promedio de 75.8 años (dt = 8.78) y su
nivel educativo promedio fue 14.0 años (dt = 3.18).

Los autores de esta investigación incluyeron el TMT dentro de la batería de


instrumentos neuropsicológicos administrados a ambos grupos. Se utilizó el número de
láminas reproducidas correctamente como puntuación en este instrumento. El tiempo
promedio que le tomó al grupo EA para completar la Parte A de este instrumento fue
61.05 segundos (dt = 32.90), mientras que el grupo CS la completó en un promedio de
34.07 segundos (dt = 9.58). La Parte B del TMT fue completada por el grupo EA en un
promedio de 133.80 segundos (dt = 47.90), mientras que el grupo CS la completó en un
promedio de 91.43 segundos (dt = 40.50). Las diferencias entre las medias del grupo EA
y CS en ambas partes fue significativa a nivel de p < 0.01.

Enfermedad de Parkinson y demencias relacionadas

El uso de la neurocirugía para tratar los problemas motores asociados con la


enfermedad de Parkinson ha tenido un aumento en los últimos años. Saint-Cyr et al.
(2000), sin embargo, han señalado que el uso de este tipo de procedimiento tiene un
efecto adverso sobre las funciones corticales superiores de los pacientes intervenidos.
Concretamente, estos autores llevaron a cabo un estudio en relación al efecto del
procedimiento de estimulación profunda cerebral del núcleo sub-talámico sobre
diferentes funciones cognitivas. En esta investigación, los autores seleccionaron el TEST
DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a) dentro de la batería de
instrumentos seleccionados en la exploración de un grupo de 11 pacientes con
enfermedad de Parkinson menores de 69 años, a quienes se les practicó el procedimiento
de estimulación profunda cerebral del núcleo sub-talámico (NST). La edad promedio de
este grupo fue 66.5 años, con una desviación típica de 7.9. El nivel educativo promedio
de esta muestra fue 14.5, con una desviación típica de 4.5. El promedio de duración de la
enfermedad fue 14.7 años, con una desviación típica de 3.3.

En la fase pre-operativa, este grupo (9) realizó la Parte A del TMT en un


promedio de 56.0 segundos, con una desviación típica de 21.4. En la exploración post-
operativa, el tiempo promedio en la Parte A fue 92.1 segundos, con una desviación típica
de 94.3. En la Parte B, el tiempo pre-operativo promedio fue de 101.2 segundos, con una
desviación típica de 39.3. El promedio de tiempo post-operativo fue 136.0 segundos, con
una desviación típica de 35.1. Saint-Cyr et al. (2000) estudiaron también una muestra de
6 pacientes mayores de 69 años. La edad promedio de este grupo fue 72.5 años, con una
desviación típica de 2.3. Su promedio de educación fue 16.3 años, con una desviación
24

típica de 2.6 y habían padecido la enfermedad por un promedio de 16.2 años, con una
desviación típica de 3.5. Antes de la operación, este grupo fue capaz de realizar la Parte
A de este instrumento en un promedio de 62.2 segundos, con una desviación típica de
26.0. Posterior a la operación, el promedio aumentó a 115.3, con una desviación típica de
119. La Parte B fue completada por 5 de estos pacientes en un promedio de 102.2
segundos, con una desviación típica de 38.6, antes de la operación. Posterior a la misma,
el tiempo promedio fue 139.8, con una desviación típica de 34.0.

Tanto los procesos de atención mediados por la Parte A del TMT, como los de
funciones ejecutivas mediados por la Parte B del mismo, parecen estar afectados por la
intervención por medio de estimulación profunda cerebral del núcleo sub-talámico en
pacientes con enfermedad de Parkinson. Cabe notar que, en ambos grupos de pacientes,
las medidas de procesos motrices incluidas en la batería de instrumentos
neuropsicológicos usada en esta exploración mostraron mejoría, aunque no
necesariamente significativa a nivel estadístico.

La capacidad de los tests neuropsicológicos para reflejar el estado general del


cerebro y responder a diferentes condiciones de funcionamiento cerebral fue investigada
por Jahanshahi et al. (2000) cuando sometieron a una muestra de pacientes con enfermedad
de Parkinson a estimulación profunda de las estructuras cerebrales. A tal efecto, estos
autores le administraron el TMT a 13 pacientes (10 hombres y 3 mujeres) con un
diagnóstico clínico de enfermedad de Parkinson. El criterio para la determinación del
diagnóstico de enfermedad de Parkinson se basó en la presencia de dos o tres de los
síntomas cardinales de la enfermedad de Parkinson: temblores, bradicinesia y rigidez. Se
utilizó, además, como criterio la respuesta a la levadopa. La edad promedio de esta
muestra fue 52.8 años (dt = 4.9), con una duración promedio de la enfermedad de 15.1 años
(dt = 4.8). A siete de estos pacientes se les implantaron electrodos bilaterales en el núcleo
sub-talámico (NST) y a seis se les implantaron electrodos bilaterales en el globo pálido
(GPi). Ambos grupos de pacientes fueron sometidos a una valoración neuropsicológica
bajo estimulación eléctrica y sin estimulación eléctrica.

Los siete pacientes que recibieron estimulación bilateral del NST ejecutaron la Parte
A del TMT en un tiempo promedio de 64.8 segundos (dt = 25.6) y la Parte B en 158.5
segundos (dt = 64.5) en ausencia de la misma. Sin embargo, en presencia de la estimulación
eléctrica del NST estos mismos pacientes realizaron la Parte A de este instrumento en un
promedio de 40.5 segundos (dt = 19.6) y la Parte B en 80.5 segundos (dt = 5.8). Los
seis pacientes que recibieron estimulación bilateral en el GPi realizaron la Parte A de este
procedimiento en 54.1 segundos (dt = 15.8) y la Parte B en 125.1 segundos (dt = 49.6) en
ausencia de la estimulación, mientras que en presencia de la misma realizaron la Parte A
en 45.1 segundos (dt = 15.8) y la Parte B en 107.7 segundos (dt = 55.0). Los resultados
obtenidos por ambos grupos en ausencia de la estimulación eléctrica están muy por encima
de los valores de corte de 41 y 91 segundos respectivamente utilizados en el TMT, mientras
que en presencia de la estimulación eléctrica bilateral, los resultados obtenidos por estos
25

pacientes se acercaron consistentemente a estos valores. En este sentido, se confirma la


sensitividad del TMT al estado general de funcionamiento cerebral y su valor como
indicador de organicidad.

En una investigación sobre el funcionamiento neurocognitivo de pacientes con


enfermedad de Alzheimer y pacientes con enfermedad de Parkinson, Demakis et al.
(2001) compararon la ejecución de dos grupos de pacientes cada uno de los cuales
representaba una de las condiciones mencionadas anteriormente en una batería de
instrumentos neuropsicológicos. Aunque el propósito inicial de esta investigación fue el
de determinar la capacidad del aprendizaje incidental en el subtest de Clave de
números del WAIS-R para discriminar entre estos dos grupos de pacientes, se utilizó,
además, una batería de instrumentos neuropsicológicos, la cual incluyó el TMT. Los 37
pacientes con enfermedad de Alzheimer incluidos en esta investigación presentaron una
edad promedio de 71.8 años (dt = 8.7) y su nivel educativo promedio fue 13.6 años (dt =
3.2). Los 21 pacientes diagnosticados con la enfermedad de Parkinson que participaron
en este estudio presentaron una edad promedio de 68.7 años (dt = 9.7) y un nivel
educativo promedio de 14.5 años (dt = 3.5). Le tomó a la muestra de pacientes con
enfermedad de Alzheimer un promedio de 84.0 segundos (dt = 51.0) completar la Parte
A de este instrumento. Los pacientes con enfermedad de Parkinson la completaron en
un promedio de 87.4 segundos (dt = 48.9). En la Parte B de este instrumento, los
pacientes con enfermedad de Alzheimer necesitaron un promedio de 203.9 segundos (dt
= 88.0) para completar la misma. Los pacientes con enfermedad de Parkinson
completaron la Parte A del TMT en un promedio de 176.9 segundos (dt = 90.9).

De acuerdo a los autores de esta investigación, las diferencias obtenidas entre


ambos grupos en ambas partes de este instrumento no fueron significativas
estadísticamente. Es interesante notar que, aunque los pacientes con enfermedad de
Parkinson debiesen tener una ejecución peor en este instrumento debido a la
involucración motora que habitualmente presentan, no fue necesariamente así. Parece
que la disfunción cognitiva que acarrean ambas enfermedades es similar y prevaleció en
la ejecución de esta tarea.

Huang et al. (2008) investigaron las anomalías metabólicas y la presencia de


deterioro cognitivo en pacientes con la enfermedad de Parkinson. De acuerdo a estos
autores:

El desliz cognitivo en la enfermedad de Parkinson (EP) constituye un síndrome


conductual bien definido caracterizado por dificultades en las funciones
ejecutivas y viso-espaciales, así como déficits en la memoria y la fluidez verbal.
Estos cambios en funciones cognitivas pueden ser identificadas temprano en el
curso de la enfermedad (p. 1470).
26

Participaron en esta investigación 18 pacientes con la EP sin deterioro cognitivo


leve. La edad promedio de este grupo fue 59.0 años (dt = 9.3) y su nivel educativo
promedio fue 15.1 años (dt = 2.3). Estos pacientes habían sufrido la EP por los últimos 9.5
años (dt = 1.0), como promedio. Participaron también 15 pacientes con la EP con
deterioro en una sola función cognitiva, cuya edad promedio era 62.1 años (dt = 5.2) y
con un nivel educativo promedio de 14.7 años (dt = 2.6). Estos pacientes habían sufrido
la EP por un promedio de 8.5 años (dt = 1.0). Otro grupo de 18 pacientes con la EP
mostraban deterioro en múltiples funciones cognitivas. Su edad promedio fue 62.4 años
(dt = 8.4 y su nivel educativo promedio era 14.2 años (dt = 3.1). Este último grupo había
sufrido la EP por un promedio de 9.2 años (dt = 1.4).

Se les administró a todos los participantes de esta investigación una batería de


instrumentos neuropsicológicos, dentro de la cual se incluyó el TMT. En la Parte A de
este instrumento, los pacientes sin deterioro cognitivo completaron la misma en un
promedio de 37.6 segundos (dt = 11.9) y completaron la Parte B en un promedio de 91.0
segundos (dt = 41.1). Los pacientes con deterioro de una sola función cognitiva
completaron la Parte A en un promedio de 42.1 segundos (dt = 14.1) y la Parte B en un
promedio de 134.0 segundos (dt = 63.2). Los pacientes con deterioro cognitivo en
múltiples funciones completaron la Parte A en un promedio de 65.6 segundos (dt = 35.8).
Estos mismos pacientes completaron la Parte B del TMT en un promedio de 155.5
segundos (dt = 62.8).

Es evidente, a partir de estos resultados, que a medida que se involucra mayor


deterioro cognitivo en diferentes funciones, la ejecución tanto en la Parte A como en la
Parte B del TMT adquiere mayor lentitud.

Accidentes vasculares cerebrales y demencias vasculares

En un estudio sobre la validación clínica de la versión oral del TMT, Ricker,


Axelrod y Houtler (1996) le administraron este procedimiento a un grupo de pacientes con
historial de accidentes cerebro-vasculares. El grupo total de 85 pacientes fue divido en 4
grupos, según la localización del accidente cerebro-vascular. Una clasificación se hizo de
acuerdo a lesiones anteriores o posteriores. Se consideró una lesión como anterior si
involucraba las porciones rostrales al surco central, los ganglios basales o la materia blanca
anterior. Las lesiones fueron consideradas como posteriores si involucraban las porciones
caudales al surco central, la materia blanca posterior o el tálamo posterior. El nivel
promedio de edad de todos los pacientes clasificados en el eje anterior-posterior fue 68.8
años (dt = 2.7) y el nivel promedio de educación fue 10.8 años (dt = 0.9). Los autores
indicaron que no hubo diferencias significativas en edad y nivel de educación según la
clasificación en este eje. El tiempo promedio que les tomó a los 56 pacientes con lesiones
anteriores completar la Parte B del TMT de forma oral fue de 65.64 segundos, con una
desviación típica de 8.41. A los 29 pacientes con lesiones posteriores les tomó un promedio
de 49.14 segundos realizar esta tarea, con una desviación típica de 9.86 segundos.
27

Se dividieron los pacientes también según un eje izquierdo-derecho de focalización de


los accidentes cerebro-vasculares. Tampoco hubo diferencias en la edad y nivel educativo
entre los pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo o el derecho. La media de tiempo
de realización de la versión oral del TMT de los pacientes con lesiones en el hemisferio
izquierdo fue 58.59 segundos, con una desviación típica de 11.54, mientras que los valores
correspondientes a los pacientes con lesiones en el hemisferio derecho fueron 61.22 y 1.90
segundos, respectivamente. La interpretación de estos resultados es clara. Si bien la versión
oral del TMT involucra procesos verbales, con mayor representación en los lóbulos
frontales, no parece haber un componente importante relacionado con las zonas frontales
izquierdas responsables por el leguaje hablado, si no, más bien un compromiso de las
regiones frontales de ambos hemisferios en contraposición a las regiones no-frontales.

El TMT fue utilizado por Hochstenbach et al. (1998) para explorar el l deterioro
de funciones corticales superiores que resultan de un accidente vascular-cerebral (ACV)
o derrame cerebral. Estos autores revisaron los resultados obtenidos por una amplia
muestra de 229 pacientes remitidos a evaluación neuropsicológica después de haber
sufrido un derrame cerebral. Aunque Hochstenbach et al. (1998) no indicaron la edad
promedio de esta muestra, sí indicaron que las edades oscilaron entre 18 y 70 años. La
causa más frecuente del ACV en estos pacientes fue el infarto cerebral (199). Una ligera
mayoría de los pacientes (114) sufrieron un ACV del hemisferio izquierdo y 103 de los
mismos un ACV del hemisferio derecho. De estos pacientes, 137 habían sufrido un ACV
con afectación cortical y 82 con afectación sub-cortical. Participaron en esta
investigación, también, 33 controles saludables con una edad promedio de 52.4 años con
una edad mínima de 25 años y una máxima de 73 años.

Los pacientes (222) con historial de ACV completaron la Parte A de este


instrumento en un promedio de segundos 86.34 (dt = 55.84), mientras que los controles
saludables la completaron en un promedio de 39.03 segundos (dt = 14.82).
Hochstenbach et al. (1998) utilizaron como puntuación adicional de este instrumento el
número de números conectados correctamente. La muestra de pacientes conectó 23.59
(dt = 2.02) números, mientras que los controles saludables conectaron un promedio de
23.97 (dt = 0.17). En la Parte B del instrumento, los 184 pacientes terminaron la misma en
un tiempo promedio de 203.28 segundos (dt = 133.09), mientras que el valor
correspondiente a los controles saludables fue 84.21 segundos (dt = 31.96). El grupo de
pacientes conectó correctamente un promedio de 17.28 (dt = 7.93) letras y números en
este procedimiento, mientras que los controles saludables conectaron un promedio de
22.06 (dt = 6.06) letras y números. Una inspección más detallada de estos hallazgos
indica que en la Parte A, la diferencia notable entre pacientes y controles no es la calidad
de la ejecución, reflejada en la cantidad de números conectados correctamente, si no en
la lentitud en la ejecución de los pacientes. En la Parte B, sin embargo, hay diferencias
notables, no solamente en la rapidez o lentitud de la ejecución si no también en la
28

calidad de la misma, reflejada en la cantidad promedio de números y letras conectados


correctamente.

Aneurismas cerebrales

Koivisto et al. (2000) exploraron el efecto de dos tipos de tratamiento de las


rupturas de los aneurismas cerebrales sobre el estado neurocognitivo del paciente. A tal
efecto, estos investigadores le administraron el TMT a una muestra de 25 pacientes
quienes habían sido intervenidos de forma endovascular por medio de una
embolización para la corrección de la ruptura de un aneurisma cerebral. La edad
promedio de esta muestra fue 45.4 años (dt = 13.7) y su nivel educativo promedio de 10.3
años (dt = 3.2). En la Parte A del TMT el promedio de tiempo necesario para completar
esta tarea por esta muestra fue 69.8 segundos (dt = 51.9). En la Parte B, el tiempo
promedio necesario fue 170.4 segundos (dt = 99.7). Una muestra de 20 pacientes quienes
habían sido sometidos a intervención neuroquirúrgica como tratamiento de la ruptura
de un aneurisma cerebral presentó una edad promedio de 45.5 años (dt = 14.2) y un nivel
educativo promedio de 9.4 años (dt = 2.7). Les tomó a estos 20 pacientes un promedio de
63.1 segundos (dt = 38.2) completar la Parte A del TMT. Esta muestra completó la Parte B
de este instrumento en un promedio de 162.3 segundos (dt = 93.5). De acuerdo a los
autores de esta investigación, ninguna de las diferencias entre medias obtenidas en este
instrumento fue significativa estadísticamente.

Treinta y tres pacientes que fueron sometidos a un tratamiento endovascular por


embolización para la corrección de la ruptura de un aneurisma cerebral fueron
valorados a los 3 meses posteriores al procedimiento. La edad promedio de este grupo
fue 45.1 años (dt = 14.2) y su nivel educativo promedio fue 10.2 años (dt = 2.9). Este
grupo completó la Parte A del TMT en un promedio de 45.8 segundos (dt = 27.7). La
Parte B del mismo instrumento fue completada por este grupo en un promedio de 121.2
segundos (dt = 76.7). Una muestra de 30 pacientes fue sometida a neurocirugía para la
corrección de la ruptura de un aneurisma cerebral y fueron valorados a los 3 meses
posteriormente al tratamiento. La edad promedio de este grupo fue 48.1 años (dt = 14.1)
y su nivel educativo promedio fue 9.7 años (dt = 3.2). Este grupo completó la Parte A del
TMT en un promedio de 48.4 segundos (dt = 29.7). La Parte B del instrumento fue
completada en un promedio de 122.3 segundos (dt = 68.4). Aunque no hubo diferencias
entre los grupos por tratamiento, ni en el momento del alta, ni a los 3 meses del
procedimiento, sí hubo diferencias marcadas por el tiempo, es decir, la ejecución de los
dos grupos en la exploración llevada a cabo a los 3 meses fue significativamente
diferente a la llevada a cabo en el momento del alta.

Se llevó a cabo una tercera exploración con el TMT con una muestra de 38
pacientes quienes habían sido sometidos a un tratamiento endovascular por
embolización para la corrección de la ruptura de una aneurisma cerebral y fueron
valorados a los 12 meses posteriores al procedimiento. Este grupo presento una edad
29

promedio de 46.8 años (dt = 14.3) y su nivel educativo promedio fue 9.6 años (dt = 3.2).
Esta muestra completó la Parte A del TMT en un promedio de 46.8 segundos (dt = 34.7).
Le tomó a este grupo un promedio de 132.6 segundos (dt = 83.8) en completar la Parte B
de este instrumento. Una muestra de 37 pacientes intervenidos neuroquirúrgicamente
para la corrección de un aneurisma cerebral fue valorada a los 12 meses después del
procedimiento, por medio del TMT. La edad promedio de este grupo fue 49.2 años (dt =
13.2) y su nivel educativo promedio fue 9.6 años (dt = 3.0). Esta muestra de pacientes
intervenidos quirúrgicamente completó la Parte A del instrumento en un promedio de
45.8 segundos (dt = 24.9) y la Parte B en un promedio de 128.5 segundos (dt = 73.6).
Aunque no hubo diferencias significativas por tratamiento, los pacientes valorados a los
12 meses quienes habían sido sometidos a un procedimiento quirúrgico para la
corrección de un aneurisma cerebral, ejecutaron la Parte A del instrumento de forma
significativamente más eficientemente que el grupo que había sido explorado a los 3
meses.

Epilepsia y trastornos convulsivos

Bell et al. (2001) estudiaron el funcionamiento cognitivo de una muestra de 21


pacientes diagnosticados con epilepsia del lóbulo temporal de origen temprano. Estos
pacientes presentaron su enfermedad aproximadamente a la edad promedio de 5.4 años
(dt = 3.2). Su edad promedio en el momento de la investigación fue 32.5 años (dt = 12.2) y
su nivel promedio de educación fue 11.9 años (dt = 1.5). El CI Total promedio obtenidos
por estos pacientes fue 89.9 (dt = 15.4) en la ESCALA DE INTELIGENCIA WECHSLER
PARA ADULTOS-III (WAIS-III; Wechsler, 1997, 1999). La ejecución de estos pacientes en
el TMT, el cual fue incluido en la batería de instrumentos neuropsicológicos utilizada en
esta investigación, fue comparada con la de 29 controles saludables cuya edad
promedio fue 34.4 años (dt = 12.5) y cuyo nivel promedio de educación fue 13.0 años (dt
= 1.7). El CI Total promedio obtenido por estos participantes fue 97.7 (dt = 6.4). De
acuerdo a los investigadores, hubo diferencias significativas entre las variables en el
nivel educativo y el nivel intelectual a favor del grupo de controles saludables.

Se les administró a todos los participantes de esta investigación el TMT. El grupo


de pacientes con epilepsia de lóbulo temporal completó la Parte A de este instrumento
en un promedio de 28.7 segundos (dt = 9.8), mientras que el grupo de los controles
saludables lo hicieron en un promedio de 24.3 segundos (dt = 6.3). Aunque la diferencia
entre estas dos medias señala que los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal la
ejecutaron ligeramente más lentamente que los controles saludables, esta diferencia no
fue significativa, de acuerdo a los autores de esta investigación. En la Parte B del TMT,
los pacientes con epilepsia de lóbulo temporal completaron la tarea en un promedio de
75.1 segundos (dt = 40.4), mientras que el grupo de controles saludables la completaron
en un promedio de 57.9 segundos (dt = 18.7). De nuevo, aunque la diferencia entre estas
dos medias señala que los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal fueron más lentos
que los controles saludables en su ejecución, la diferencia no fue significativa.
30

El TMT ha sido utilizado ampliamente como instrumento para detectar la


presencia de organicidad. Sin embargo, también se ha sugerido que este instrumento
puede ser útil en la interpretación de los hallazgos neuropsicológicos por medio del
concepto de asimetría funcional del cerebro. Ogden-Epker y Cullum (2001) llevaron a cabo
una investigación con pacientes epilépticos, candidatos para intervención
neuroquirúrgica en la cual utilizaron este instrumento con pacientes que tenían el foco
epiléptico localizado en el hemisferio izquierdo, así como otros cuyo foco epiléptico
estaba localizado en el hemisferio derecho. Los participantes de esta investigación
fueron 56 pacientes con epilepsia del lóbulo temporal, 27 de los cuales tenían localizado
el foco epiléptico en el hemisferio izquierdo, y 29 de los cuales lo tenían localizado en el
hemisferio derecho. La localización del foco epiléptico fue llevada a cabo por
procedimientos de neurodiagnóstico. La determinación de someter a estos pacientes a
procedimientos quirúrgicos que incluían una lobectomía del lóbulo temporal fue
determinada por un equipo interdisciplinario compuesto por representantes de las
disciplinas de neurología, epileptología, radiología, medicina nuclear y neuropsicología.

Los 27 pacientes que presentaron el foco epiléptico en lóbulo temporal izquierdo


acusaron una edad promedio de 36.9 años (dt = 12.0) y su nivel promedio de educación
formal fue 12.3 años (dt = 2.5). Los pacientes cuyo foco epiléptico estaba radicado en el
lóbulo temporal derecho presentaron una edad promedio de 33.1 años (dt = 10.2) y su
nivel de educación promedio fue de 12.0 años (dt = 2.3). En la Parte A del TMT, la
ejecución promedio del grupo de pacientes con focalización temporal izquierda fue 44.07
segundos (dt = 26.61). Aquellos pacientes que presentaban el foco epiléptico radicado en
el temporal derecho realizaron esta tarea en un promedio de 43.86 segundos (dt = 19.00).
Según los autores, esta diferencia entre medias no fue significativa. Los pacientes con
localización temporal izquierda del foco epiléptico realizaron la Parte B del TMT en un
promedio de 98.93 segundos (dt = 59.44). Los pacientes cuyo foco epiléptico estuvo
radicado en el temporal derecho realizaron la tarea en un promedio de 107.70 segundos
(dt = 67.20). Tampoco fue significativa la diferencia entre estas medias. Los resultados
obtenidos en esta investigación no apoyan el uso del concepto de asimetría funcional del
cerebro en relación a la interpretación de los hallazgos recabados por medio del TMT. En
este sentido, no hubo una diferencia significativa que apoyase una preferencia de uno u
otro hemisferio en referencia a esta tarea, aunque realmente se limitó la patología de
estos pacientes al lóbulo temporal, el cual no se esperaría se encontrase involucrado
necesariamente en la ejecución de esta tarea, dada su naturaleza viso-perceptiva.

La epilepsia temporal no solo parece estar asociada con alteraciones del lóbulo
temporal, si no que hay también hallazgos fuera del mismo (extra-temporales), así como
una reducción de la masa cerebral, especialmente la materia blanca. A tal efecto, Hermann
et al. (2003) realizaron una investigación sobre los hallazgos volumétricos en la resonancia
magnética y el estado de los procesos cognitivos en una muestra de 58 pacientes
epilépticos, utilizando el TMT como parte de una batería neuropsicológica más amplia. La
31

media de edad de los pacientes epilépticos fue 34.1 años y la desviación típica de 11.3. Estos
pacientes habían cursado una media de 12.9 años de educación formal y la desviación
típica de esta variable fue 2.1. Hermann et al. (2003) compararon la ejecución de estos
pacientes con la de un grupo de 62 controles saludables. Este grupo tenía una media de
edad de 33.4 años y una desviación típica de 2.4. Su nivel educativo medio fue 13.6 años y
la desviación típica correspondiente a esta variable fue 2.4 años.

Los resultados obtenidos por el grupo de pacientes epilépticos en la Parte A del


TMT acusaron un valor medio de 31.9 segundos (dt = 14.2), mientras que en el grupo de
controles los resultados fueron 27.7 y 9.8 respectivamente. En la Parte B del instrumento,
los pacientes epilépticos realizaron la tarea en un promedio de 76.1 segundos (dt = 44.2).
Por el contrario, los controles realizaron esta tarea en una media de 57.4 segundos (dt =
15.8). Hermann et al. (2003) compararon los resultados obtenidos por los pacientes con
epilepsia temporal con los análisis volumétricos de las resonancias magnéticas. Las
correlaciones entre los valores obtenidos en el TMT y los hallazgos volumétricos fueron
modestas y no fueron estadísticamente significativas. Los resultados de esta investigación
confirman la utilidad de este instrumento en la valoración de pacientes epilépticos. En
ambas partes de este procedimiento, los pacientes con epilepsia temporal ejecutaron
significativamente más lentamente la tarea que los controles saludables estudiados.

Esclerosis múltiple

Clemmons et al. (2004) propusieron una batería abreviada para ser utilizada con
pacientes con esclerosis múltiple. Dentro de los instrumentos seleccionados por Clemmons
et al. (2004) se encontraba el TMT. Participaron en este estudio 37 pacientes con diagnóstico
de esclerosis múltiples remitidos para exploración neuropsicológica. La edad promedio de
este grupo fue 43.2 años (dt = 8.3), con promedio de educación de 15.5 años (dt = 1.9). El
62% de esta muestra fueron mujeres. El 46% de la muestra tenía o tuvo en algún momento
un diagnóstico psiquiátrico, en su mayoría depresión. El tiempo promedio que le tomó a
este muestra completar la Parte A del TMT fue 38.43 segundos (dt = 16.16). La Parte B fue
completada en un tiempo promedio de 96.71 segundos (dt = 53.28). Es notable que la
dispersión de estas puntuaciones es amplia, tanto en la Parte A como en la Parte B. Esto
significa que, a pesar de que los tiempos promedio están cerca (Parte A) y por encima
(Parte B) de las 41 y 91 segundos, respectivamente, sugeridos por Reitan (Reitan y Wolfson,
1993), hay un número importante de pacientes con esclerosis múltiple que tienen tiempos
muy por debajo de las puntuaciones de corte y, por lo tanto, no muestran un impedimento
evidente en las funciones valoradas por este instrumento.

Amato et al. (2008) exploraron las características cognitivas y psicosociales de


una muestra de jóvenes con esclerosis múltiple. Participaron en esta investigación 63
pacientes (30 hombres y 33 mujeres) con diagnóstico de esclerosis múltiple. La edad
promedio de este grupo era 15.3 años (dt = 2.5) y su nivel educativo promedio era 9.2
años (dt = 2.6). La edad promedio de comienzo de la enfermedad era 12.3 años (dt = 3.7).
32

Participaron también en la investigación 57 controles saludables (25 hombres y 32


mujeres), con una edad promedio de 14.8 años (dt = 3.5) y un nivel educativo promedio
de 8.3 años (dt = 3.5).

Se incluyó el TMT dentro de la batería de instrumentos utilizados por Amato et


al. (2008) para explorar el estado cognitivo de los pacientes jóvenes con esclerosis
múltiple. Los autores de este instrumento indicaron utilizar el TMT como medida de la
capacidad de sostener la atención. Los pacientes completaron la Parte A del TMT en un
tiempo promedio de 46.4 segundos (dt = 20.2) y los controles saludables la completaron
en un tiempo promedio de 39.8 segundos (dt = 13.4). La mediana del tiempo en que los
pacientes completaron la Parte B del TMT fue 89 segundos, con valores que oscilaron
entre 28 y 350 segundos. Los controles la completaron en un tiempo cuya mediana fue
68 segundos, con valores que oscilaron entre 28 y 188 segundos. La diferencia entre los
valores correspondientes a los pacientes y los controles en la Parte B del TMT fue
significativa (p < 0.001). Si bien la Parte A del TMT no parece ser sensitiva a los
trastornos de la atención que pueden padecer los jóvenes con esclerosis múltiple, la
Parte B sí lo es.

Efectos tóxicos

La enfermedad de la guerra del golfo surgió a partir de la participación del ejército


norteamericano en Irak en el año 1991. Ha habido diferentes hipótesis sobre la causa de
esta condición en relación a la gama de contaminantes a los cuales pudieron ser
expuestos estos pacientes, pero el interés de los investigadores en el campo de la
neuropsicológica se ha centrado sobre si esta afecta o no de forma adversa el
funcionamiento neurocognitivo. Para investigar esto, Hom, Haley y Kurt (1997)
estudiaron un grupo de 26 veteranos quienes presentaban esta condición. La edad
promedio de este grupo fue 47.81 años (dt = 8.52), y su nivel educativo promedio fue
11.92 años (dt = 2.00). Participaron, además, en esta investigación 20 controles
saludables, quienes presentaron una edad promedio de 47.95 años (dt = 6.13). El nivel
educativo promedio de este grupo fue 12.50 años (dt = 2.09). Se utilizó la Parte A del
TMT como medida de los procesos de atención. El grupo de veteranos con el síndrome
de la guerra del golfo completó esta tarea en un promedio de 32.8 segundos (dt = 15.1).
Los controles saludables completaron esta tarea en 31.2 segundos (dt = 14.4).
Evidentemente, la diferencia entre estos dos grupos no fue significativa.

Los participantes de esta investigación fueron también explorados por medio de


la Parte B del TMT. Los veteranos quienes padecían de la enfermedad de la guerra del golfo
realizaron esta tarea en 100.0 segundos (dt = 47.0). Los controles saludables la
completaron en un promedio de 73.8 segundos (dt = 20.6). Según los autores de esta
investigación, la diferencia entre estas dos medias fue altamente significativa (p < 0.008).
Los resultados de esta investigación indicaron que la enfermedad de la guerra del golfo
puede tener un efecto adverso sobre las funciones ejecutivas que requieren alternar una
33

secuencia y formular una nueva secuencia, tal como se evidencian en la Parte B del TMT.
Los procesos de atención valorados por la Parte A de este instrumento no fueron
adversamente afectados por esta condición, según los resultados obtenidos.

Powell (2000) exploró los efectos neuropsicológicos de los agentes tóxicos del
mercurio en pacientes que estuvieron expuestos a la intoxicación por este metal al haber
sido trabajadores de una planta de acetato de mercurio en África del Sur. Para hacer
efectivo este estudio, el investigador administró una batería de instrumentos
neuropsicológicos entre los cuales se encontró el TMT. El grupo de participantes que
hicieron posible esta investigación no presentaron diferencias significativas en términos
de edad, raza, nivel educativo y sexo. La muestra se encontró dividida en: un grupo de
controles saludables y un grupo de obreros del sexo masculino expuestos a la toxicidad
del mercurio reflejada en niveles elevados de este metal encontrados en la orina, pero
que en el momento de la exploración neuropsicológica tenían un promedio de 5.03 años
(dt = 1.08) de no trabajar en la planta de la que fueron trabajadores por un tiempo
promedio de 2.53 años (dt = 2.3). Las medias de edad y nivel educativo de los pacientes
fueron 37.1 años (dt = 10.3) y 8.0 (dt = 2.0), respectivamente, mientras que el grupo
control presentó una media de edad de 35.3 años (dt = 12.1) y un nivel promedio de
escolaridad de 7.5 años (dt = 2.8).

La ejecución de estos dos grupos en el TMT fue comparada, y se obtuvo que el


grupo de pacientes al tener resultados promedios de 78.2 segundos (dt = 41.2) en la Parte
A y 160.8 segundos (dt = 96.3) en la Parte B, no presentaba diferencias significativas en
las funciones ejecutivas con el grupo de controles saludables, quienes realizaron la Parte
A en 53.4 segundos (dt = 25.5) y la Parte B en un promedio 138.3 segundos (dt = 73.5). Es
interesante notar, una vez más, que la significación estadística no siempre corresponde a
un sentido clínico de interpretación. Aunque las diferencias entre estas medias no
alcanzaron un nivel estadístico de significación, sí tiene sentido explorar más a fondo las
funciones ejecutivas y de atención valoradas por este instrumento frente a un cuadro de
toxicidad como el que presentaron estos obreros.

White et al. (2001) estudiaron el funcionamiento neurocognitivo de un grupo de


veteranos de la guerra del Golfo Pérsico de 1991. Estos participantes refirieron haber
estado expuestos a una serie de contaminantes que pudieran haber sido neurotóxicos,
los cuales pudiesen resultar en lo que se ha llamado el síndrome de la guerra del Golfo.
Participaron en esta investigación 193 veteranos que habían participado en la guerra del
Golfo y quienes presentaron una edad promedio de 53.8 años (dt = 0.9) y su nivel
educativo promedio fue 13.7 años (dt = 0.2). El 13.1% de este grupo fueron mujeres.
Participaron en esta investigación, además, 47 veteranos quienes no fueron destinados a
la guerra del Golfo y quienes habían hecho su servicio militar en Alemania. La edad
promedio de este grupo fue 41.0 años (dt = 1.3) y su nivel promedio de educación fue
13.7 años (dt = 0.2). El 12.8% de este grupo fueron mujeres. Se les administró a todos los
participantes el TMT. Los veteranos que participaron en la guerra del Golfo y quienes
34

reclamaron haber estado expuestos a contaminantes neurotóxicos, completaron la Parte


A de este instrumento en un promedio de 28.4 segundos (dt = 0.65), mientras que los
veteranos quienes no participaron en la guerra del Golfo y no reclamaron haber sido
expuestos a contaminantes potencialmente neurotóxicos, completaron la tarea en un
promedio de 26.5 segundos (dt = 1.0). Esta diferencia no fue significativa.

En la Parte B de este instrumento, los veteranos que participaron en la guerra del


Golfo completaron la tarea en un promedio de 69.0 segundos (dt = 2.7), mientras que los
veteranos quienes no participaron en la guerra del Golfo y no reclamaron haber sido
expuestos a contaminantes potencialmente neurotóxicos completaron la tarea en un
promedio de 64.3 segundos (dt = 3.9). La diferencia entre estas dos medias tampoco fue
significativa a nivel estadístico. Es evidente, que a partir de los resultados obtenidos en
este estudio que la exposición que han reclamado los veteranos que participaron en la
guerra del Golfo a agentes que pudiesen ser potencialmente neurotóxicos no se refleja en
las funciones de atención y que valora la Parte A del TMT o en las funciones ejecutivas y
secuenciales que valoran la Parte B de dicho instrumento, dentro del marco de este
estudio.

Trastornos inmunológicos y virus de inmunodeficiencia humana

Millikin et al. (2003) investigaron la relación entre la depresión y la ejecución en


los instrumentos neuropsicológicos en un grupo de 68 pacientes masculinos con
VIH/SIDA. Estos pacientes presentaron tres tipos de quejas subjetivas: depresión,
disfunciones neurocognitivas y fatiga. El grupo de 26 pacientes VIH positivos, sin
síntomas de SIDA, tenía una edad promedio de 39.9 años (dt = 8.9) y su nivel educativo
fue 13.6 años (dt = 3.2) promedio. La media de la puntuación obtenida por estos
pacientes en el INVENTARIO DE DEPRESIÓN DE BECK (BDI; Beck y Steer, 1993) fue
15.4 (dt = 10.2). Participaron también pacientes VIH positivos con síntomas de SIDA,
quienes tenían una media de edad de 40.3 años (dt = 7.9) y un nivel medio de educación
de 14.0 años (dt = 2.8). La puntuación media de este grupo en el BDI fue 17.7 (dt = 9.4).
Los autores indicaron que la diferencia entre las medias obtenidas por estos grupos en
este instrumento no fue significativa.

Dentro de la batería seleccionada para la valoración neuropsicológica de estos


pacientes se encontraba el TMT. La puntuación media de los pacientes VIH positivos, sin
síntomas de SIDA, en la Parte A de este instrumento fue 28.1 segundos (dt = 10.1). El
grupo de pacientes con síntomas de SIDA obtuvo una puntuación promedio de 30.4
segundos (dt = 13.3). En la Parte B, los pacientes sin síntomas de SIDA obtuvieron una
puntuación media de 66.4 segundos (dt = 31.8), mientras que los pacientes con síntomas
de SIDA la realizaron en un tiempo promedio de 75.9 segundos (dt = 36.9). No hubo
diferencias significativas por grupo en ninguna de las dos partes del instrumento. Se
dividieron los reactivos del BDI en dos tipos: cognitivos y somáticos. Ninguna de estas
dos puntuaciones obtenidas a partir de este instrumento mostró una correlación
35

estadística o clínicamente significativas con la Parte A o la Parte B del TMT. En este


sentido, es claro, una vez más que la influencia del estado de ánimo sobre la ejecución en
los instrumentos de valoración neuropsicológica no es de ninguna manera significativa.

Trastorno por déficit de atención e hiperactividad

Johnson et al. (2001) encontraron que el TMT, específicamente la Parte B del mismo,
podía ser de utilidad en la exploración neuropsicológica de adultos diagnosticados con el
síndrome de trastorno por déficit de atención e hiperactividad. A tal efecto, estos autores
utilizaron este instrumento dentro de una batería de procedimientos neuropsicológicos
diseñada para detectar impedimentos en funciones ejecutivas, memoria, fluidez verbal,
capacidad de abstracción, destrezas visuales, velocidad psicomotriz, atención sostenida e
inhibición en una muestra de 56 adultos diagnosticados con dicho síndrome a través de
procedimientos estandarizados de cuestionarios y entrevista clínica. La muestra de
participantes diagnosticados arrojó un nivel edad promedio de 33.3 años (dt = 8.42), así
como un nivel educativo promedio de 13.93 años (dt = 2.82). Este grupo fue comparado con
un grupo de participantes no diagnosticados, cuyo nivel promedio de edad fue de 40.8
años (dt = 10.24) y un nivel educativo promedio de 17.29 años (dt =3.29). La media del
grupo de participantes diagnosticados fue 27.91 segundos (dt = 8.64) en la Parte A del
TMT. El grupo de participantes no diagnosticados obtuvo un valor promedio
correspondiente a 26.66 segundos (dt = 6.28). Las diferencias entre ambos grupos no fueron
significativas. Por el contrario, la media del grupo de participantes diagnosticados fue
66.00 segundos (dt = 20.52) en la Parte B de este instrumento, mientras que los valores
correspondientes al grupo de participantes no diagnosticados fueron 58.03 y 14.89
segundos, respectivamente. Estas diferencias fueron significativas a nivel de p<0.01.
Aunque se pudiese pensar que hay un efecto contaminante en estos resultados en relación
a la diferencia significativa encontrada en el nivel de educación entre grupos, esta no se vio
reflejada en la ejecución de muchos de los otros instrumentos incluidos en la batería
empleada por estos autores. Parece ser que los participantes diagnosticados con el
síndrome de déficit de atención-hiperactividad no difieren de los no diagnosticados en las
funciones de rastreo visual involucradas en la Parte A de este instrumento. No obstante, la
capacidad más compleja de manejar dos series de elementos (letras y números) sí parece
estar comprometida como parte del déficit en procesos de atención que sufren los
participantes adultos diagnosticados con el síndrome de déficit de atención-hiperactividad.

Los instrumentos neuropsicológicos pueden contribuir de forma determinante al


diagnóstico diferencial de condiciones tales como los trastornos en la lectura (TL) y el
déficit de atención e hiperactividad. Dentro de este marco de referencia, Willcutt et al.
(2001) llevaron a cabo un estudio con cuatro muestras de niños: 121 controles saludables
(CS), 93 niños con trastornos de la lectura solamente (TL), 52 niños con déficit de
atención-hiperactividad solamente (DAH) y 48 niños con trastorno de la lectura y déficit
de atención-hiperactividad (TLDA), a quienes les aplicaron una batería de instrumentos
neuropsicológicos, la cual incluía el TMT.
36

El grupo CS tenía un promedio de edad de 10.7 años (dt = 2.2), el grupo TL de


10.4 años (dt = 2.1), el grupo DAH de 10.8 años (dt = 2.2) y, finalmente, el grupo TLDA
tenía un promedio de 10.6 años (dt = 2.1). Se utilizó solamente la Parte B del TMT en esa
investigación. El tiempo promedio que le tomó al grupo CS completar esta tarea fue 38.3
segundos (dt = 16.8). Al grupo TL le tomó una media de 46.9 segundos (dt = 25.3),
mientras que al grupo DAH le tomó 43.9 segundos (dt = 25.0). Por último, el grupo
TLDA terminó esta tarea en un tiempo promedio de 47.3 segundos (dt = 24.1). Los tres
grupos de niños con problemas realizaron la tarea notablemente más lentamente que el
grupo de controles saludables. Sin embargo, el grupo con trastornos de lectura
solamente fue el más lento en completarla. Esto puede ser producto de que los
trastornos de la lectura tienen un componente importante de habilidades mediadas por
el hemisferio izquierdo, al igual que la Parte B del TMT. Según el modelo de procesos de
atención de Mirsky et al. (1991), este instrumento es sensible a los trastornos de la
capacidad para enfocar la atención y ejecutar eficientemente. En este sentido, se explica
por qué los participantes del grupo con déficit de atención solamente realizaron la tarea
con cierta lentitud. Parecería ser, no obstante, que la combinación de habilidades de
secuenciación y la capacidad de enfocar y ejecutar eficientemente son ambas necesarias
para realizar esta tarea con rapidez.

Chhabildas, Pennington y Willcutt (2001) llevaron a cabo una investigación en la


cual exploraron las funciones neuropsicológicas de dos subtipos de niños con déficits de
atención e hiperactividad. En primer lugar, estos autores seleccionaron un grupo de 46
pacientes diagnosticados con déficit de atención e hiperactividad (TDAH) del tipo
combinado. Este grupo presentó una edad promedio de 115.1 meses (dt = 18.1). Estos
autores seleccionaron, además, una muestra de 18 pacientes diagnosticados con TDAH
del tipo inatento, estos pacientes presentaron una edad promedio de 123.7 meses (dt =
12.0). Finalmente, se incluyó en este estudio una muestra de 41 controles sin diagnóstico
de TDAH. La edad promedio de este grupo fue 121.4 meses (dt = 12.0). Se les administró
a todos los participantes de esta investigación el TMT. En la Parte A de este instrumento,
los pacientes del grupo con TDAH del tipo combinado ejecutaron la misma en un
promedio de 22.0 segundos (dt = 10.3). El grupo con TDAH del tipo predominantemente
inatento ejecutó esta tarea en un promedio 25.3 segundos (dt = 12.1). Los miembros del
grupo controles sin diagnóstico de TDAH realizaron la tarea en un promedio de 18.3
segundos (dt = 6.9).

En la Parte B de este instrumento, el tiempo promedio necesario para realizar


esta tarea por el grupo de pacientes con TDAH del tipo combinado fue 56.6 segundos (dt
= 36.8). El grupo de pacientes con diagnóstico de TDAH del tipo predominantemente
inatento realizó esta tarea en un promedio 49.6 segundos (dt = 21.4). Los controles sin
diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad, realizaron la tarea en un promedio
de 41.3 segundos, con una desviación típica de 19.0. Estos resultados indicaron que el
grupo de pacientes con TDAH del tipo combinado tuvo mayor dificultad en la
37

realización de la Parte B del TMT que, tanto el grupo de controles como el de con TDAH
del tipo predominantemente inatento. En ambas partes de este instrumento, se vio
claramente que ambos grupos con TDAH las realizaron con mayor lentitud. A tal efecto,
es posible decir que los subprocesos de focalizar y ejecutar eficientemente mediados por
este instrumento se llevan a cabo con menor eficacia por aquellos niños que presentan
TDAH de ambos subtipos.

La Parte B del TMT ha sido utilizada como una medida de funciones ejecutivas
por requerir atención casi simultánea a dos códigos de información, es decir, letras y
números. Riccio et al. (2005) utilizaron este instrumento en la evaluación
neuropsicológica de un grupo de 32 pacientes con diagnóstico de TDAH. De estos, 14
presentaron el tipo inatento del síndrome y 18 el tipo combinado del mismo.
Participaron en esta investigación, además, 38 pacientes con diagnósticos clínicos varios,
así como 30 controles sin diagnóstico. La edad cronológica promedio de los pacientes
con el tipo inatento del síndrome fue 21.06 años (dt = 3.02) y su nivel educativo
promedio fue 14.36 años (dt = 1.69). Los pacientes con el tipo combinado presentaron
una edad promedio de 23.52 años (dt = 4.92) y un nivel educativo promedio de 14.82
años (dt = 1.19). Los pacientes con diagnósticos clínicos varios acusaron una edad
promedio de 22.10 años (dt = 3.17) y su nivel educativo promedio fue 14.45 años (dt =
1.16). Finalmente, los 30 participantes sin diagnóstico tenían una edad promedio de
21.09 años (dt = 2.79), mientras que el promedio de años de escolaridad fue 14.38 (dt =
1.21).

Los 32 pacientes con diagnóstico de TDAH de uno u otro tipo realizaron la Parte
B del TMT en un tiempo promedio de 59.53 segundos (dt = 18.79), mientras que los
pacientes con diagnósticos clínicos varios realizaron dicha tarea en un promedio de
51.18 segundos (dt = 17.89). Los participantes sin diagnóstico completaron esta tarea en
un tiempo promedio de 52.37 segundos (dt = 20.00). Ni los pacientes con diagnóstico de
TDAH, ni los pacientes con diagnósticos clínicos varios tuvieron una ejecución cercana
al punto de corte de 91 segundos establecido tradicionalmente para esta tarea. Tampoco
fueron significativas las diferencias entre las medias obtenidas por los tres grupos. Estos
resultados ponen en duda la presencia de trastornos neuropsicológicos en pacientes
adultos con TDAH hecho sobre las bases de un diagnóstico psiquiátrico.

Trastornos del aprendizaje

Greiffenstein y Baker (2002) se plantearon si existía un patrón identificable de


déficits viso-espaciales en pacientes con discapacidades en la aritmética. Esta es una de las
llamadas discapacidades no-verbales del aprendizaje, cuya existencia ha sido ampliamente
validada en la literatura (ver Rourke, 1995). Estos autores se plantearon también si el
síndrome se manifestaba en adultos de igual manera que en niños. A tal efecto,
seleccionaron una muestra total de 135 participantes divididos en tres grupos de 45, según
presentaban discapacidad en la aritmética (DA), discapacidad en la aritmética y la lectura
38

(DAL), y discapacidad en la lectura (DL), a partir de una muestra mayor de 267 adultos,
quienes habían sido referidos para exploración neuropsicológica en un servicio de
rehabilitación vocacional. El grupo DA tenía una edad promedio de 28.57 años (dt = 8.94) y
un nivel educativo promedio de 12.50 años (dt = 1.65). La muestra DAL acusó un media de
edad de 26.60 años (dt = 7.70) y un nivel promedio de educación de 11.42 años (dt = 1.10)
Por último, el grupo DL tenía una media de edad de 29.56 años (dt = 10.21) y un promedio
de 11.89 años de educación formal (dt = 1.34). Dentro de la batería de instrumentos
neuropsicológicos administrada a todos los participantes se encontraba el TMT. El grupo
DA completó la Parte A de este procedimiento en un tiempo promedio de 39.32 segundos
(dt = 18.90). Los pacientes DAL realizaron la tarea en un promedio de 33.60 segundos (dt =
19.70), mientras que los pacientes DL en 29.71 segundos (dt = 10.97).

En la Parte B, los pacientes DA completaron la tarea en un promedio de 101.43


segundos (dt = 72.36), mientras que los pacientes DAL terminaron en un promedio de 89.76
segundos (dt = 48.56). Por último, los pacientes DL obtuvieron una media de 75.49
segundos (dt = 29.06). Los resultados de la presente investigación revelaron que los
pacientes con discapacidad en la aritmética tienen dificultades en la realización de tareas
con un alto componente viso-espacial, como es el TMT. Por el contrario, la presencia de una
discapacidad en la lectura no está acompañada de dificultades en procesos viso-espaciales,
al menos tal y como se reflejan en este instrumento.

Trastornos del estado de ánimo

Prohaska et al. (1996) exploraron la velocidad psicomotriz y las funciones ejecutivas


de un grupo de pacientes con trastornos del estado de ánimo en terapia de mantenimiento
con carbonato de litio por medio de la Parte A y la Parte B del TEST DE RASTREO (TMT;
Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a), respectivamente. Por haber cierto nivel de riesgo de
que estos pacientes desarrollen una forma de hipotiroidismo subclínico, se dividió el grupo
de pacientes entre aquellos (N = 8) cuyos niveles de tiroides estaban dentro de los límites
normativos o eutiroideos (EUT), y otro (N = 8) que presentaba una forma subclínica de
hipotiroidismo (HSC). La media de la edad de los pacientes del grupo EUT fue de 34.00
años (dt = 4.96), y su nivel medio de educación fue de 14.13 años (dt = 1.89). Este grupo
estuvo compuesto por seis pacientes bipolares, uno con depresión mayor y uno
esquizoafectivo. El nivel promedio de carbonato de litio en estos pacientes fue 0.81 mEq/L
(dt = 0.16). Los pacientes del grupo HSC tuvieron una media de 34.25 años (dt = 9.28) de
edad y 14.13 años (dt = 2.17) de educación formal. Se incluyeron en este grupo 5 pacientes
con trastorno bipolar y 3 pacientes esquizoafectivos. El nivel promedio de carbonato de
litio en este grupo fue 0.64 mEq/L (dt = 0.11). Los autores de este estudio indicaron que el
nivel de hormona estimulante de la tiroides fue significativamente mayor en el grupo HSC
que en el grupo EUT.

En la Parte A del TMT, el tiempo promedio requerido para completar la tarea fue
de 22.50 segundos (dt = 8.60) en los pacientes del grupo EUT y 37.00 segundos (dt = 15.510
39

en los participantes del grupo HSC. En la Parte B, los miembros del grupo EUT realizaron
la tarea en 86.38 segundos (dt = 26.26) y los del grupo HSC en un promedio de 90.88
segundos (dt = 27.63). Los autores de esta investigación señalaron que los pacientes con
hipotiroidismo subclínico (HSC) tienden a ser mucho más lentos en velocidad psicomotriz,
tal y como se valora esta función por la Parte A del TMT. El promedio de los pacientes con
buen funcionamiento de la tiroides (EUT) está notablemente por debajo de la puntuación
de corte de 41 segundos sugerida por Reitan (1955; 1986). La puntuación promedio de 37.00
segundos obtenida por el grupo hipotiroideo se acerca a este valor. Ambos grupos de
pacientes con trastornos del estado de ánimo siendo tratados con carbonato de litio
presentaron valores bordilíneos en las funciones ejecutivas valoradas por la Parte B del
TMT, tomando en cuenta la puntuación de corte de 91 segundos sugerida por Reitan (1955;
1986) en este procedimiento. Así que, mientras que solo los pacientes hipotiroideos
presentan lentitud psicomotora, ambos grupos presentan dificultades en las funciones
ejecutivas irrespectivamente de sus niveles de tiroides.

Algunos cuadros psicopatológicos, especialmente la esquizofrenia, están


asociados con impedimentos de las funciones corticales superiores. Esto puede ocurrir
también con los trastornos afectivos, tales como el trastorno bipolar. En un estudio
realizado por van Gorp et al. (1998), se investigó la relación entre el trastorno bipolar y
antecedentes de alcoholismo sobre la ejecución del TMT. Estos autores examinaron una
muestra de 13 pacientes con trastorno bipolar en fase eutímica, sin antecedentes de
alcoholismo y compararon los resultados obtenidos con los de 12 pacientes de similar
edad y nivel educativo con el mismo tipo de trastorno, pero con presencia de historial de
alcoholismo, así como con los obtenidos por un grupo de controles saludables. Los
pacientes sin antecedentes de alcoholismo tenían una edad promedio de 51.84 años, con
una desviación típica de 13.36. Su nivel promedio de educación fue de 15.85 años, con
una desviación típica de 2.67. Los pacientes con historial de alcoholismo tenían una
edad promedio de 52.87 años, con una desviación típica de 8.55. Su nivel promedio de
años de educación fue 15.17 y la desviación típica 2.33. Los controles saludables tenían
una edad promedio fue de 51.73 años y una desviación típica de12.60. El nivel educativo
de esta muestra fue de 14.98 años promedio y la desviación típica de 1.88.

En la Parte A del TMT, los pacientes sin antecedentes de alcoholismo realizaron


la tarea en un promedio de 39.00 segundos (dt = 15.53). Los pacientes con antecedentes
de alcoholismo la realizaron en un tiempo promedio de 43.00 segundos (dt = 17.67. Los
controles saludables realizaron la tarea en un tiempo promedio de 34.55 segundos (dt =
12.63. Ninguna de las diferencias entre estas medias fue significativa. En la Parte B del
instrumento, los resultados fueron los siguientes. Los pacientes sin antecedentes de
alcoholismo completaron la tarea en un tiempo promedio de 91.00 segundos (dt = 46.48).
Los pacientes con antecedentes de alcoholismo en un tiempo promedio de 99.75
segundos (dt = 51.27), y los controles saludables en 82.50 segundos promedio (dt = 25.87.
Estas diferencias tampoco fueron significativas estadísticamente. La interpretación de
estos resultados indica que la ejecución en el TMT de un grupo de controles saludables
40

no difiere significativamente de las de dos grupos de pacientes con trastornos afectivos y


antecedentes de alcoholismo. Los valores medios en ambos grupos de pacientes se
acercaron o fueron más allá de las puntuaciones de corte sugeridas por Reitan (1955).
Cabe resaltar que estas puntuaciones de corte no toman necesariamente en cuenta la
edad de los pacientes ni se comparan con un grupo de controles saludables. Es necesario
explorar las variables demográficas y los resultados obtenidos por controles saludables
antes de usar las puntuaciones de corte indiscriminadamente. Estos resultados muestran
también como los instrumentos neuropsicológicos no son necesariamente influidos por
la psicopatología y, en concreto, los trastornos afectivos.

En un estudio con pacientes bipolares, Ali et al. (2000) investigaron los procesos de
atención y secuenciación psicomotriz, al igual que la presencia de organicidad en estos por
medio del TMT. Estos autores le administraron una batería de instrumentos
neuropsicológicos a una muestra de 26 pacientes quienes llenaban los criterios diagnósticos
de esta condición, incluyendo entre los instrumentos seleccionados el TMT. Dentro de los
datos demográficos de los pacientes explorados se encuentra una edad media de 40.2 años
(dt = 10.9), así como un nivel educativo promedio de 15.9 años (dt = 2.04). El tiempo
promedio que le tomó a este grupo completar la Parte A del TMT fue 30.2 segundos, con
una desviación típica de 9.2. Este valor fue comparado con los datos normativos
encontrados en Fromm-Auch y Yeudall (1983) en una muestra de 193 controles, el cual fue
26.3 segundos (dt = 7.9). Esta diferencia no es significativa, pudiéndose asumir que los
pacientes bipolares no padecen de impedimentos en las funciones de atención, tales como
enfocar y ejecutar eficientemente. En la Parte B del TMT, el tiempo promedio en concluir la
tarea de la muestra de pacientes bipolares fue 65.1 segundos (dt = 23.6), mientras que la
muestra de Fromm-Auch y Yeudall (1983) completaron la tarea en 57.6 segundos (dt =
15.5). La diferencia entre ambas medias no fue significativa. Estos reculados indican que los
pacientes bipolares no padecen de las alteraciones en la capacidad de secuenciar y
flexibilidad asociadas con la ejecución en este instrumento.

La relación entre la psicopatología y la ejecución en las pruebas neuropsicológicas


es un tema de interés para la debida interpretación de los datos recabados a partir de
dichos procedimientos. Dentro de esta línea de pensamiento, Landro, Stiles y Sletvold
(2001) estudiaron una muestra de pacientes con depresión mayor unipolar utilizando, entre
otros, el TMT. Le administraron este instrumento a un grupo de 22 pacientes que llenaban
los criterios diagnósticos de depresión mayor unipolar. Dichos pacientes tenían una edad
promedio de 40.6 años (dt = 10.7), así como un nivel educativo promedio de 12.2 años (dt =
3.7). El promedio, en términos de segundos, necesario para completar la Parte A de este
instrumento fue 40.6 (dt = 15.5). En la Parte B, el tiempo promedio fue 94.1 (dt = 40.7). La
ejecución de los pacientes diagnosticados con depresión fue comparada con la de un grupo
de controles saludables, cuyo nivel promedio de edad fue 40.2 años (dt = 10.0) y cuyo nivel
educativo fue 13.0 años (dt = 2.1). En la Parte A, el tiempo promedio para completar la tarea
fue 32.3 segundos (dt = 8.0), mientras que en la Parte B fue 70.4 segundos (dt = 22.0).
41

Es claro que ambos valores en el grupo de controles saludables están muy por
debajo de las puntuaciones de corte de 41 y 91 segundos, respectivamente, sugeridas por
Reitan (1955, 1986). Por el contrario, los valores obtenidos por el grupo de pacientes
deprimidos indican que sí hay una asociación entre los trastornos afectivos,
específicamente la depresión, y un nivel leve de disfunción cognitiva. Esto debe de tomarse
en cuenta cuando se evalúan pacientes que, además de tener condiciones neurológicas,
muestran depresión.

El efecto de la terapia electroconvulsiva sobre el cerebro de los pacientes que la


reciben ha ocupado la atención de los investigadores en el campo de la relación cerebro-
conducta desde hace ya muchos años. En una investigación llevada a cabo en Barcelona,
España, Rami-González et al. (2003) le administraron una batería de instrumentos
neuropsicológicos a 11 pacientes quienes habían recibido un curso de tratamiento por
terapia electroconvulsiva a través de un promedio de 27.2 meses (dt = 17.7). La edad
promedio de estos 11 pacientes fue 63.9 años (dt = 8.8) y su nivel educativo promedio fue
8.0 años (dt = 2.4). Se comparó la ejecución de estos 11 pacientes con la de otros 11
pacientes con diagnóstico de depresión, quienes no habían recibido terapia
electroconvulsiva. La edad promedio de este segundo grupo fue 63.8 años (dt = 9.1) y su
nivel educativo promedio fue 9.3 años (dt = 2.9).

Le tomó un promedio de 91.6 segundos (dt = 77.1) a los pacientes quienes habían
recibido terapia electroconvulsiva completar la Parte A del TMT. Los pacientes quienes
no habían recibido terapia electroconvulsiva completaron esta tarea un promedio de 67.4
segundos (dt = 42.7). Aunque esta diferencia fue notable, no alcanzó un nivel de
significación estadística. En la Parte B de este instrumento, los pacientes que habían
recibido terapia electroconvulsiva la completaron en un promedio de 219.0 segundos (dt
= 88.4), mientras que los pacientes que no la habían recibido la completaron en un
promedio de 152.7 segundos (dt = 66.8). La diferencia entre estas dos medias fue
significativa (p = 0.035). Fue interesante notar que la Parte A del TMT fue utilizada en
esta investigación como una medida de atención. Aunque hubo una diferencia
observada entre el tiempo tomado por ambos grupos en la realización de esta tarea, la
diferencia no fue significativa. Sin embargo, la Parte B de este instrumento fue incluida
en esta investigación como una medida de funcionamiento del lóbulo frontal. La
diferencia entre ambas medias fue significativa tanto al nivel de los valores observados,
como estadísticamente. Mientras que la terapia electroconvulsiva no parece afectar los
procesos de atención de los pacientes que la reciben, ciertamente sí se ven afectados los
procesos de funcionamiento frontal, también conocidos como funciones ejecutivas.

Trastorno obsesivo compulsivo

La contribución de la depresión a posibles déficits cognitivos evidenciados en


pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo fue estudiada por Basso et al. (2001). A tal
efecto, estos autores le administraron el TMT a una muestra de 20 pacientes referidos para
42

evaluación neuropsicológica con dicho diagnóstico. Se le administró a estos pacientes,


además, el MMPI y se utilizó la puntuación T de la escala de depresión (D). La muestra de
pacientes incluyó a 8 mujeres y 12 hombres con una media de edad de 29.70 años (dt =
10.74), así como un nivel educativo de 13.20 años (dt = 2.6). Los autores examinaron una
muestra de control de 21 mujeres y 11 hombres (N = 32), con una edad promedio fue 30.06
años (dt = 10.06) y un nivel educativo de 13.56 años (dt = 1.61).

La muestra de pacientes realizó la Parte A del TMT en un tiempo medio de 33.10


segundos (dt = 13.63), mientras que la muestra de controles la realizó en 22.12 segundos (dt
= 6.83). La Parte B fue completada por los pacientes en un tiempo medio de 76.20 segundos
(dt = 46.36) y en 53.54 segundos (dt = 24.63) por los participantes del grupo de control. Se
encontró una relación entre el tiempo necesario para completar la Parte B de este
instrumento con la escala de depresión del MMPI. Aún cuando la ejecución de los
pacientes diagnosticados con trastorno obsesivo-compulsivo en ambas partes del TMT es
menos eficiente que la de los participantes del grupo de control, los valores obtenidos están
notablemente por debajo de las puntuaciones de corte (41 y 92 segundos) sugeridas por
Reitan (1955; 1986). La depresión puede afectar la eficiencia de estos pacientes, pero los
resultados obtenidos no son comparables con los de pacientes con problemas neurológicos.

Moritz et al. (2001) llevaron a cabo un estudio en Alemania donde compararon la


ejecución de una muestra de 36 pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) con
una muestra de 36 controles saludables (CS) en el TMT. La razón del estudio, sin
embargo, fue determinar el impacto del estado depresivo de los pacientes sobre una
gama de instrumentos neuropsicológicos, incluyendo el arriba mencionado. La muestra
de 36 controles saludables (CS) tenía una edad promedio de 33.36 años (dt = 9.5). Su
nivel medio de educación fue 11.50 años (dt = 1.5). Los 36 pacientes con TOC tenían una
media de 33.22 años (dt = 10.3) de edad y su nivel educativo promedio fue 11.33 años (dt
= 1.7). La puntuación media del grupo CS en el BDI fue 3.32 (dt = 3.7). Por otro lado, la
media de los pacientes con TOC fue 21.84 (dt = 10.6). El grupo CS completó la Parte A
del TMT en un promedio de 26.56 segundos (dt = 9.6). El grupo TOC la completó en un
tiempo medio de 37.32 segundos (dt = 13.9). La Parte B fue completada por el grupo CS
en una media de 55.22 segundos (dt = 16.3), mientras que el grupo TOC la completó en
un promedio de 90.97 segundos (dt = 49.4).

Para determinar con mayor precisión el impacto de la depresión sobre el


funcionamiento cognitivo de los pacientes con TOC, se dividió el grupo según las
puntuaciones obtenidas en la ESCALA DE DEPRESIÓN DE HAMILTON (Hamilton,
1967). Una muestra de 17 pacientes con TOC obtuvieron una puntuación media de 7.06
(dt = 3.0) en este instrumento y fueron designados bajos en nivel de depresión. El resto de
los 19 pacientes obtuvo una puntuación promedio de 18.84 (dt = 4.8) y se les denominó
altos en nivel de depresión. La Parte A fue completada en una media de 34.74 segundos
(dt = 10.3) por el grupo de pacientes bajos en depresión. Los pacientes altos en nivel de
depresión completaron la Parte A en 39.65 segundos (dt = 16.4). Los pacientes bajos en
43

nivel de depresión tomaron una media de 75.91 segundos (dt = 24.4) en completar la
Parte B del instrumento y los del grupo de altos en depresión la completó en un
promedio de 104.43 segundos (dt = 61.7). Es difícil determinar, a partir de los resultados
de este estudio, la relación causal entre las funciones valoradas. No hay duda que los
pacientes con TOC más deprimidos no ejecutan tan eficientemente como los menos
deprimidos. No obstante, no se puede decir a priori que la depresión causa la baja en
ejecución, siendo viable también la explicación que la depresión puede ser el resultado
de una toma de conciencia por parte de los pacientes de sus fallas neurocognitivas.

Trastornos de la personalidad

Hasta qué punto los trastornos psiquiátricos que no están necesariamente dentro
del ámbito de los trastornos afectivos o las psicosis muestran una afectación de los
procesos neuropsicológicos fue estudiado por Sprock et al. (2000). Estos autores
utilizaron una batería de instrumentos neuropsicológicos dentro de la cual se incluyó la
Parte B del TMT. Las muestras seleccionadas para esta investigación incluyeron 18
mujeres con diagnóstico de trastorno bordilíneo de la personalidad (TBP). La edad
promedio de este grupo fue 37.6 años (dt = 5.3). Su nivel educativo promedio fue
equivalente a 13.8 años (dt = 2.3). Se incluyeron también en esta investigación 17 mujeres
con diagnóstico de trastorno depresivo, cuya edad promedio fue 32.7 años (dt = 15.8. La
ejecución de estos dos grupos de pacientes en el TMT fue comparada con el grupo de 16
controles saludables, sin diagnóstico psiquiátrico, cuya edad promedio fue 30.3 años (dt
= 5.9) y cuyo nivel educativo promedio fue 15.5 años (dt = 1.7).

Los autores de esta investigación indicaron que les tomó un promedio de 68.22
segundos completar la tarea a las pacientes pertenecientes al grupo con diagnóstico de
trastorno bordilíneo de la personalidad. Las pacientes con trastorno afectivo o depresivo
tomaron un promedio de 86.52 segundos en completar esta tarea. Las controles
saludables la completaron en un promedio de 62.37 segundos. Aunque los autores de
esta investigación informaron que la diferencia entre estas medias no fue significativa, es
evidente que las pacientes deprimidas tomaron un tiempo mucho más largo en
completar la misma.

Esquizofrenia

La relación entre los lóbulos frontales en la esquizofrenia ha sido estudiada por


Arango et al. (1999) en una investigación en la cual tenían como objetivo determinar si los
signos neurológicos eran predictivos del deterioro neurocognitivo en pacientes
esquizofrénicos y si la exploración neuropsicológica, conjuntamente con estos signos, era
capaz de distinguir entre pacientes esquizofrénicos y una muestra de comparación. Dentro
de la batería de instrumentos neuropsicológicos utilizados por estos autores se encontraba
el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a). Este instrumento le fue
administrado a una muestra de pacientes esquizofrénicos cuya enfermedad había cursado
44

por un promedio de 14.82 años (dt = 6.85) y cuyas edades de presentación de la enfermedad
promediaban 20.77 años (dt = 5.87). La edad promedio de esta muestra de 85 pacientes,
compuesta por 60 hombres y 25 mujeres, era de 35.89 años (dt = 7.70). La muestra de
comparación estuvo compuesta por 36 pacientes, de los cuales 24 eran hombres y 12
mujeres. La edad promedio de esta muestra fue 35.13 años (dt = 7.40). La única diferencia
significativa en las características demográficas de ambas muestra fue el nivel educativo, en
el cual la media de la muestra de comparación fue de 14.3 años (dt = 2.1) y la de la muestra
de pacientes fue de 12.3 años (dt = 2.3).

La muestra de comparación realizó la Parte A de este instrumento en 24.7 segundos


(dt = 8.8), mientras que la muestra de pacientes la completó en 44.4 segundos (dt = 18.8).
Los autores indicaron que la diferencia entre las medias era significativa a favor de la
muestra de comparación, quienes completaron la tarea en mucho menor tiempo. La
dispersión de las puntuaciones en la muestra de pacientes fue también mucho mayor. En
este estudio, el TMT resultó ser útil en diferenciar entre pacientes esquizofrénicos y una
muestra de comparación de sujetos saludables. En este sentido, el valor promedio de 44.4
segundos en completar esta tarea está ligeramente por encima de 41 segundos, la
puntuación de corte en pacientes con daño cerebral sugerida inicialmente por Reitan (1955).

La utilidad de los instrumentos neuropsicológicos como capaces de valorar la


relación cerebro-conducta va más allá de las afectaciones neurológicas e incluye
síndromes psiquiátricos. En este orden de ideas, Burdick et al. (2006) investigaron la
estabilidad de las funciones neurocognitivas en pacientes con diagnósticos de
esquizofrenia y trastorno bipolar. Participaron en este estudio 16 pacientes con
diagnóstico de esquizofrenia (ES) y 16 con diagnóstico de trastorno bipolar (TB). Todos
los pacientes fueron inicialmente diagnosticados entre 14 y 15 años antes de la primera
evaluación reportada en este estudio y entre 19 y 20 años de la segunda evaluación.

La edad promedio del grupo ES en el momento del diagnóstico inicial fue 24.1
años (dt = 4.2). Su edad promedio en el momento de la primera evaluación era 38.1 años
(dt = 5.7) y 44.1 años (dt = 6.3) en el momento de la segunda evaluación. El grupo TB
tenía una edad promedio de 22.2 años (dt = 4.0) en el momento del diagnóstico inicial,
37.6 años (dt = 4.9) en el momento de la primera evaluación y 43.3 años (dt = 5.4) en el
momento de la segunda evaluación. El nivel educativo promedio del grupo ES era 12.8
años (dt = 1.8) y el del grupo TB 14.5 años (dt = 2.3) en la primera evaluación. Los niveles
educativos promedio de la segunda evaluación fueron 13.1 años (dt = 2.2) y 14.6 años (dt
= 2.3), respectivamente.

Se utilizó la Parte A del TMT como una medida de atención. Al grupo ES le tomó
un promedio de 41.7 segundos (dt = 17.0) completar esta tarea en la primera evaluación
y 39.2 segundos (dt = 20.3) en la segunda. La diferencia entre estas dos medias no fue
significativa. El grupo TB completó la Parte A en un promedio de 45.8 segundos (dt =
45

16.7) en la primera evaluación y 40.7 (dt = 14.1) en la segunda. La diferencia entre estas
medias tampoco fue significativa.

Burdick et al. (2006) utilizaron la Parte B del TMT como medida de las funciones
ejecutivas. El tiempo promedio que les tomó a los miembros del grupo ES completar esta
tarea en la primera evaluación fue 102. 4 segundos (dt = 65.9), mientras que en la
segunda evaluación les tomó un promedio de 121.7 segundos (dt = 62.9). La diferencia
entre estas medias fue significativa (p = 0.016). El tiempo promedio utilizado por el
grupo TB para completar esta tarea en la primera evaluación fue 92.3 segundos (dt =
31.0), mientras que en la segunda evaluación, el tiempo promedio fue 98.4 (dt = 31.0). La
diferencia entre estas medias no fue reportada como significativa.

Los resultados de la presente investigación señalan que los procesos de atención


son estables en ambos grupos, EA y TB. Sin embargo, en cuanto a las funciones
ejecutivas se refiere, el grupo EA mostró deterioro neurocognitivo con el pasar de los
años.

Hasta qué punto los pacientes con esquizofrenia presentan déficits


neurocognitivos característicos fue estudiado por Dichter et al. (2006). Una de las
conceptualizaciones prevalecientes sobre la esquizofrenia en la actualidad es que es un
trastorno basado en el funcionamiento cerebral y no un fenómeno aislado de este. A tal
efecto, Dichter et al. (2006) estudiaron una muestra de 13 pacientes esquizofrénicos y
compararon su ejecución en una batería de instrumentos neuropsicológicos con la de 12
controles saludables. La edad promedio del grupo de pacientes fue 28.2 años (dt = 10.7)
y la del grupo de controles 29.7 (dt = 12.8).

Dentro de la batería de instrumentos neuropsicológicos utilizada en esta


investigación se encontraba el TMT. Los controles saludables completaron la Parte A del
TMT en un promedio de 22.0 segundos (dt = 6.6) y los pacientes la completaron en un
tiempo promedio de 27.4 segundos (dt = 7.3). La diferencia entre estas medias no fue
significativa. En relación a la Parte B del TMT, los controles saludables la completaron
en un promedio de 54.2 segundos (dt = 32.1), mientras que los pacientes la completaron
en un tiempo promedio de 94.5 segundos (dt = 50.4). La diferencia entre estas medias sí
fue significativa (p < 0.05). Los resultados de este estudio señalan los procesos de
atención, como tal, no están comprometidos en la esquizofrenia (Parte A), pero sí las
funciones ejecutivas (Parte B).

Bowie et al. (2006) estudiaron los determinantes de funcionamiento en el mundo real


en una muestra de 78 pacientes que describieron como esquizofrénicos mayores. La edad
promedio de esta muestra fue 58.4 años (dt = 7.3) y su nivel educativo promedio fue 12.5
años (dt = 2.4). Se les administró a todos los pacientes incluidos en esta investigación el
TMT como parte de una batería neuropsicológica. El tiempo promedio que le tomó a esta
muestra completar la Parte A del TMT fue 63.5 segundos (dt = 31.4). La Parte B de este
46

instrumento fue completada por esta muestra en 148.2 segundos (dt = 59.3). Estos
resultados están muy por encima de los puntos de corte de 41 segundos para completar la
Parte A y 91 segundos para completar la Parte B sugeridos inicialmente por Reitan (1958).
Es evidente, a partir de estos resultados, que estos pacientes presentaron lo que se pudiese
describir como un cuadro de organicidad, con un compromiso marcado de las funciones
habitualmente asociadas con el proceso de la atención.

Condiciones metabólicas y sistémicas

Hilsabeck et al. (2005) estudiaron el efecto del Interferón-α sobre el


funcionamiento neurocognitivo de una muestra de pacientes con hepatitis C crónica.
Estos autores seleccionaron para este estudio 30 pacientes (21 hombres) con hepatitis C
crónica, con una edad promedio de 47.8 años (dt = 8.4) y un nivel educativo promedio de
13.3 años (dt = 2.1). El CI promedio de este grupo fue 101.9 (dt = 13.2). En el momento de
la primera valoración, ninguno de los pacientes estaba recibiendo terapia con Interferón-
α. Los 11 pacientes que posteriormente fueron tratados con Interferón-α completaron la
Parte A del TMT en un promedio de 32.4 segundos (dt = 10.2) en la primera exploración.
En la segunda exploración, llevada a cabo entre 6 y 9 meses después, el tiempo
promedio para completar la Parte A del TMT del grupo tratado con Interferón-α fue 30.4
(dt = 8.1). En la Parte B, el grupo tratado con Interferón-α terminó la tarea en un tiempo
promedio de 84.5 segundos (dt = 50.5) en la valoración de línea base y posteriormente el
tiempo promedio para completar la Parte B fue 89.1 segundos (dt = 62.3).

Los pacientes no tratados con Interferón-α completaron la Parte A del TMT en un


promedio de 35.3 segundos (dt = 15.0) en la primera exploración y en 34.3 segundos en
la segunda exploración. Este grupo completó la Parte B en un tiempo promedio de 84.3
segundos (dt = 41.4) en la primera valoración y en 64.4 segundos (dt = 27.3) en la
segunda. Los resultados de la presente investigación señalan que el Interferón-α
produce una lentitud en las capacidades ejecutivas que se reflejan en la Parte B del TMT.

Jorde et al. (2006) estudiaron una muestra de 78 pacientes con hipotiroidismo


subclínico con niveles de hormona estimulante de tiroides (HET) entre 3.5 y 10 mlU/litro
y otra de 30 pacientes con niveles de HET entre 5.0 y 10 mlU/litro, así como una muestra
de 104 controles saludables. La edad promedio del grupo con niveles de HET entre 3.5 y
10 fue 62.4 años (dt = 11.9), mientras que el grupo con niveles entre 5.0 y 10 mlU/litro fue
62.5 años (dt = 11.7). El grupo de control presentó una edad promedio de 61.0 años (dt =
12.5). El tiempo promedio tomado en la Parte A del TMT por el primer grupo de
pacientes con hipotiroidismo subclínico (HET 3.5-10 mlU/litro) fue 48.7 segundos (dt =
20.0), mientras que la Parte B fue completada en un promedio de 105.0 segundos (dt =
51.0). Al grupo con HET entre 5.0 y 10 mlU/litro le tomó un promedio de 51.5 segundos
(dt = 21.2) completar la Parte A del TMT y un promedio de 99.0 segundos (dt = 46.0)
completar la Parte B. El grupo de controles saludables completó la Parte A en un
promedio de 44.0 segundos (dt = 15.7) y la Parte B en un promedio de 92.0 segundos (dt
47

= 44.0). Estas diferencias son de tal magnitud que no pueden ser interpretadas
clínicamente. Es decir, el TMT no resultó ser un instrumento de utilidad en diferenciar
entre pacientes con hipotiroidismo subclínico de diferentes niveles y controles
saludables de edad comparable.

Anorexia nerviosa y bulimia

El impacto de condiciones sistémicas, no necesariamente originadas en el sistema


nervioso central, sobre el estado neurocognitivo fue investigado por Mathias y Kent
(1998) quienes examinaron una muestra de 34 pacientes anoréxicas, cuya edad promedio
fue de 22 años (dt = 7.4), con la idea de que esta condición puede debilitar a las personas
afectadas e impactar el estado de sus funciones corticales superiores. Estos autores
compararon la ejecución de esta muestra de pacientas en una batería de instrumentos
neuropsicológicos la cual incluyó el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y
Wolfson, 1993a), el BDI y el INVENTARIO DE ANSIEDAD ESTADO-RASGO
(Spielberger et al., 1983) con la de una muestra de 31 controles saludables, cuya edad
promedio fue 20.8 años (dt = 3.6). Mathias y Kent (1998) indicaron que las diferencias
entre las medias del grupo de pacientes y controles saludables en las medidas de
depresión y ansiedad utilizadas fueron altamente significativas, con un valor de p ≤
0.000 en todos los casos. De acuerdo a estos hallazgos, las pacientas anoréxicas
mostraban un alto nivel de depresión y ansiedad.

En la Parte A del TMT, las pacientas anoréxicas completaron la tarea en un


tiempo promedio de 28.4 segundos (dt = 11.1), mientras que las controles saludables la
completaron en un promedio de 25.0 segundos (dt = 7.9). Los resultados de la Parte B de
este instrumento fueron los siguientes. La muestra de pacientas completó la tarea en un
tiempo promedio de 62.6 segundos (dt = 30.3). Las controles saludables la completaron
en un promedio de 51.5 segundos (dt = 16.5). Ninguna de las diferencias entre las medias
de ambos grupos fue significativa, según estos autores, demostrando una vez más, la
ausencia de impedimentos neurocognitivos en la anorexia nervosa, pero, quizás más
importante, la disociación entre la presencia de la depresión y la ansiedad como factores
causativos de trastornos neurocognitivos.

Para determinar la influencia de condiciones tales como la anorexia y la bulimia


sobre el funcionamiento neurocognitivo de las pacientas que se ven afectadas por estas
condiciones, Murphy et al. (2002) le administraron una batería de instrumentos
neuropsicológicos a tres grupos de participantes, dos de los cuales eran de pacientes con
trastornos de la alimentación. Estos autores examinaron un grupo de 16 pacientes
anoréxicas, cuya edad promedio fue 22.3 años (dt = 4.04) y cuyo nivel intelectual
promedio fue 119 (dt = 9.8). Examinaron también un grupo de 16 bulímicas con una
edad promedio de 22.0 años (dt = 4.5) y un nivel intelectual promedio de 122 (dt = 4.3).
Estos autores también examinaron un grupo de controles saludables cuya edad
promedio fue 25.3 años (dt = 2.6) y cuyo nivel intelectual fue 117 (dt = 5.6). Estos autores
48

indicaron que las diferencias entre las medias relacionadas con la edad y el nivel
intelectual no fueron significativas. Dentro de la batería de procedimientos
neuropsicológicos utilizada por estos autores se encontraba el TMT. El tiempo promedio
del grupo de anoréxicas para llevar a cabo la tarea de la Parte A de este instrumento fue
27.0 segundos (dt = 7.3). Las pacientas bulímicas realizaron la tarea involucrada en la
Parte A en un promedio de 23.4 segundos (dt = 5.9). Las 16 participantes del grupo de
controles saludables realizaron la tarea en un promedio de 26.0 segundos (dt = 4.9).

En la Parte B de este instrumento, las pacientes pertenecientes al grupo de


anoréxicas realizaron la tarea en un promedio de 56.6 segundos (dt = 14.6). Las 16
pacientes pertenecientes al grupo de bulímicas realizaron esta tarea en un promedio de
49.3 segundos (dt = 12.4). Las participantes pertenecientes al grupo de controles
saludables realizaron esta tarea en un promedio de 56.4 segundos (dt = 12.2). De acuerdo
a estos autores, ninguna de las diferencias entre estas medias, tanto en la Parte A, como
en la Parte B del TMT, fueron significativas. Es decir, no hubo diferencias significativas
entre los grupos en las habilidades de búsqueda visual, atención, flexibilidad mental y
funcionamiento motor valoradas por este instrumento.

Enfermedades cardiovasculares

Uno de los propósitos del uso de los instrumentos neuropsicológicos es


determinar si hay deterioro de funciones posteriormente a un evento determinado. En la
investigación llevada a cabo por Kilminster et al. (1999), se exploró el posible deterioro
de funciones corticales superiores que puede evidenciarse en pacientes sometidos a
cirugía cardio-pulmonar para llevar a cabo el tipo de procedimiento denominado by-
pass. Dentro de los instrumentos empleados por los autores de esta investigación se
encontraba el TMT. Un aspecto clave de esta investigación fue el establecer una línea
base de resultados neuropsicológicos antes de llevar a cabo la operación. Kilminster et
al. (1999) estudiaron un total de 130 pacientes referidos a cirugía cardio-pulmonar
quienes estaban en capacidad de participar en la evaluación neuropsicológica, antes y
después de la operación. La media de edad de estos pacientes fue 63.5 años (dt = 8.8).
De los 130 pacientes evaluados, 107 fueron sometidos a una operación de by-pass de la
coronaria.

En la Parte A de este instrumento, esta muestra tomó un promedio de 42.94


segundos (dt = 14.88) para completarla en la exploración pre-operatoria y 39.95
segundos (dt = 15.44) en la post-operatoria. La Parte B fue completada en un tiempo
promedio de 97.79 segundos (dt = 39.86) en la evaluación pre-operatoria y 97.67 (dt =
48.21) en la post-operatoria. La diferencia entre las medias pre-operatoria y post-
operatoria en la Parte A fue significativa al nivel de p ≤ 0.05, pero favorable al estado de
los pacientes después de la operación. Según los resultados obtenidos en el TMT, no hay
una diferencia clínicamente significativa entre los resultados obtenidos por los pacientes
antes y después de una operación de by-pass de la coronaria.
49

Heyer et al. (1999) estudiaron una muestra de 112 pacientes quienes habían sido
sometidos a una endarteroctomía de la carótida de forma electiva. Estos investigadores
tuvieron la oportunidad de seguir a estos pacientes a través de una evaluación inicial, y
posteriormente en tres seguimientos. El primer seguimiento se llevó a cabo entre uno y 6
días después de la operación, siendo el promedio 2.6 días (dt = 3.4). La segunda
exploración se llevó a cabo aproximadamente al mes de la operación, con una media de
1.2 meses (dt = 0.7). El tercer, y último, seguimiento fue llevado a cabo aproximadamente
a los cinco meses después de la intervención, con un promedio de 5.6 meses (dt = 2.1). La
ejecución de los 112 pacientes que fueron valorados inicialmente en la Parte A del TMT
fue 48.8 segundos (dt = 23.7). En el primer seguimiento, es decir en la segunda
exploración, la tarea fue completada en un promedio de 44.7 segundos (dt = 19.8). En el
segundo seguimiento, la tarea fue completada en un promedio de 39.6 segundos (dt =
17.5), mientras que en el tercero, esta fue completada en un promedio de 36.2 segundos
(dt = 13.2). Los promedios obtenidos en el segundo seguimiento y tercer seguimiento
difirieron significativamente (p < 0.05) de la exploración llevada a cabo inicialmente
como línea base en conjunto con la operación. Hubo una disminución de la muestra en
cada exploración, de suerte que participaron 102 pacientes en la primera, 76 en la
segunda y 33 en la tercera.

En la Parte B de este instrumento, la tarea fue completada en un promedio de


99.1 segundos (dt = 41.5) en la exploración de línea base. En la primera exploración
posterior o seguimiento, la tarea fue completada en un promedio de 94.0 segundos (dt =
53.0). En el segundo seguimiento, es decir en la tercera exploración, la tarea fue
completada por este grupo en un promedio de 82.0 segundos (dt = 37.9), mientras que la
tarea fue completada en un promedio de 81.4 segundos (dt = 32.3) en el tercer
seguimiento. Al igual que con la Parte A del TMT, se notó una mejoría en la ejecución de
estos pacientes, especialmente en el segundo y tercer seguimientos, cuyas medias
difirieron significativamente de la línea base.

Nathan et al. (2001) exploraron el funcionamiento neurocognitivo de pacientes


que habían sido sometidos a hipotermia ligera posteriormente a una cirugía de las
arterias coronarias. Participaron en esta investigación 112 pacientes quienes fueron
devueltos a una temperatura normal inmediatamente después de su intervención
cardiovascular. La edad promedio de este grupo fue 68 años (dt = 6) y 95 de ellos eran
hombres. El nivel educativo estuvo distribuido de la siguiente forma: 33 tenían ocho
años o menos de escolaridad, 39 tenían entre 9 años y 12 años de escolaridad y 40 habían
cursado estudios universitarios. Participaron en esta investigación, además, una
muestra de 111 pacientes quienes fueron asignados al azar a ser sometidos a hipotermia
extensa posterior a su intervención cardiovascular. La edad promedio fue 68 años (dt =
5) y 94 participantes en la muestra eran hombres. En términos de educación, 40 habían
obtenido un nivel de ocho años o menos de escolaridad, 32 entre 9 y 12 y 39 habían
cursado estudios universitarios.
50

Se les administró a todos los pacientes que participaron en esta investigación el


TMT. La Parte A de este instrumento fue completada en un promedio de 39.4 segundos
(dt = 12.0) por los pacientes que no habían sido sometidos a hipotermia en una
exploración preoperativa. En la misma exploración, los pacientes que fueron sometidos a
hipotermia completaron la tarea en un promedio de 39.8 segundos (dt = 12.3). Se llevó a
cabo una exploración postoperatoria de ambos grupos. Los pacientes que habían sido
devueltos a una temperatura normal aumentaron su promedio para terminar su tarea en
3.3 segundos (dt =14.9). Los pacientes que habían sido sometidos a hipotermia
completaron la tarea en un promedio de 2.0 (dt = 13.7) segundos por debajo de la
primera exploración. En la Parte B de este instrumento, los pacientes que no habían sido
sometidos a hipotermia prolongada completaron la tarea en un promedio de 106
segundos (dt = 50.3) en la exploración pre-operatoria. En la misma exploración, los
pacientes que fueron sometidos a hipotermia completaron la tarea en un promedio de
109 segundos (dt = 47.7). En la exploración postoperatoria, los pacientes que habían sido
devueltos a una temperatura normal aumentaron su promedio en terminar la tarea en
15.3 segundos (dt = 43.3) y los pacientes que habían sido sometidos a hipotermia
completaron la tarea en un promedio de 12.3 segundos (dt = 40.8) adicionales. Los
resultados de esta investigación indicaron que la hipotermia no ejerce un factor
neuroprotector en estos casos.

En otro estudio dentro de esta línea general de investigación, Sendelbach et al.


(2005) exploraron el estado neurocognitivo de una muestra de 54 pacientes antes y
después de haber sido sometidos a una intervención quirúrgica de tipo bypass. Estos
autores se refirieron a hallazgos que sustentan el posible efecto iatrogénico del uso de la
llamada máquina de bypass cardiopulmonar, el cual puede estar asociado a la presencia de
microémbolos. Las fallas en funcionamiento neurocognitivo posteriores a esta
intervención quirúrgica puede afectar adversamente la adaptación del paciente, así
como su capacidad de participar de manera eficaz en el proceso educativo subsiguiente.
La edad promedio de esta muestra fue 64.5 años y fue predominantemente masculina
(79.6 %). En términos de su nivel educativo, solamente el 9.8 % no había completado 12
años de escolaridad. La cirugía de estos pacientes fue llevada a cabo sin el uso de la
máquina de bypass cardiopulmunar. Se seleccionó una batería de instrumentos
neuropsicológicos, dentro de la cual se encontraba TMT.

En la Parte A de este instrumento, la puntuación mediana antes de la operación


obtenida por este grupo fue 33.5 segundos (14-96), con una puntuación mediana de 32.0
segundos (15-240) en la administración posterior. En la Parte B del TMT, la puntuación
mediana 77.0 segundos (33-222) antes de la operación y 82.5 (42-441) segundos después
de esta. Las diferencias entre las medianas no fue significativa. En este sentido, no hubo
un deterioro neurocognitivo apreciable cuando la operación fue hecha sin el uso de la
máquina de bypass cardiopulmunar.
51

Enfermedades sistémicas y metabólicas

Hilsabeck et al. (2005) estudiaron el efecto del Interferón-α sobre el


funcionamiento neurocognitivo de una muestra de pacientes con hepatitis C crónica.
Estos autores seleccionaron para este estudio 30 pacientes (21 hombres) con hepatitis C
crónica, con una edad promedio de 47.8 años (dt = 8.4) y un nivel educativo promedio de
13.3 años (dt = 2.1). El CI promedio de este grupo fue 101.9 (dt = 13.2). En el momento de
la primera valoración, ninguno de los pacientes estaba recibiendo terapia con Interferón-
α. Los 11 pacientes que posteriormente fueron tratados con Interferón-α completaron la
Parte A del TMT en un promedio de 32.4 segundos (dt = 10.2) en la primera exploración.
En la segunda exploración, llevada a cabo entre 6 y 9 meses después, el tiempo
promedio para completar la Parte A del TMT del grupo tratado con Interferón-α fue 30.4
(dt = 8.1). En la Parte B, el grupo tratado con Interferón-α terminó la tarea en un tiempo
promedio de 84.5 segundos (dt = 50.5) en la valoración de línea base y posteriormente el
tiempo promedio para completar la Parte B fue 89.1 segundos (dt = 62.3).

Los pacientes no tratados con Interferón-α completaron la Parte A del TMT en un


promedio de 35.3 segundos (dt = 15.0) en la primera exploración y en 34.3 segundos en
la segunda exploración. Este grupo completó la Parte B en un tiempo promedio de 84.3
segundos (dt = 41.4) en la primera valoración y en 64.4 segundos (dt = 27.3) en la
segunda. Los resultados de la presente investigación señalan que el Interferón-α
produce una lentitud en las capacidades ejecutivas que se reflejan en la Parte B del TMT.

En una investigación llevada a cabo en Alemania, Brands et al. (2007)


investigaron el funcionamiento cognitivo y la estructura cerebral por medio de
resonancias magnéticas en dos muestras de pacientes diagnosticados con diabetes. Un
grupo, compuesto por pacientes tenía diagnóstico de Diabetes Mellitus Tipo 1 (DMT1) y
el otro con Diabetes Mellitus Tipo 2 (DMT2). Participaron en ambos grupos 40 pacientes
(23 hombres y 17 mujeres). La edad promedio del grupo DMT1 era 60.98 años (dt = 6.4) y
su nivel educativo medio era 5 años, con valores que oscilaron entre los 4 los 6 años. El
CI promedio estimado de estos pacientes fue 108.08 (dt = 11.7). La duración promedio de
la enfermedad en este grupo fue 34.0 años (dt = 12.8). Los pacientes con DTM2 tenían
una edad promedio de 61.58 años (dt = 4-1) y su nivel educativo medio era 5 años, con
valores que oscilaron entre 5 y 5 años. La duración promedio de la enfermedad en estos
pacientes era 7.2 años (dt = 4.6). El CI promedio estimado de esta muestra era 107.48 (dt
= 11.7),

Se les administró a todos los participantes de esta investigación el TMT. Le tomó


un promedio de 46.38 segundos (dt = 16.5) al grupo DMT1 completar la Parte A de este
instrumento. La Parte B fue completada por este grupo en 104.78 segundos (dt = 55.8). El
grupo DMT2 terminó la Parte A del TMT en un promedio de 43.48 segundos (dt = 11.1)
y la Parte B en un promedio de 97.18 segundos (dt = 30.5). No hubo una diferencia
significativa entre estos grupos tanto en la Parte A como en la Parte B del TMT. A tal
52

efecto, los procesos de velocidad de proceso valorados por la Parte A del TMT y los
procesos de atención dividida valorados por la Parte B no se ven afectados
diferencialmente en pacientes con Diabetes Mellitus Tipo 1 o Diabetes Mellitus Tipo 2.

Alcoholismo y abuso de sustancias

El diagnóstico diferencial de diferentes tipos de demencia ha ocupado la atención


de muchos autores en el campo de la neuropsicología. A tal efecto, Munro, Saxton y Butters
(2001) estudiaron la ejecución de tres grupos de pacientes con demencia o abuso de alcohol,
así como de un grupo de control en el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y
Wolfson, 1993a). En esta investigación, estos autores estudiaron 11 pacientes con
enfermedad de Alzheimer, 10 pacientes con demencia producida por el abuso de alcohol,
29 pacientes con historial de abuso de alcohol, pero sin síntomas de demencia, así como 20
pacientes controles saludables. Los pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA)
presentaron un promedio de 73.6 años (dt = 5.4) de edad, así como un nivel educativo de
11.9 años (dt = 2.3) de instrucción formal. Este grupo estuvo compuesto por 4 hombres y 7
mujeres. Los 10 pacientes con demencia producida por el abuso del alcohol (DA) acusaron
un promedio de edad de 69.8 años (dt = 9.3 años), mientras que su nivel educativo fue 12.1
años (dt = 3.5) de educación formal. La composición de este grupo fue de 9 hombres y 1
mujer.

Los pacientes con historial de abuso de alcohol, pero sin presencia de demencia
(AA), presentaron un promedio de edad 64.5 años (dt = 6.1), así como un nivel educativo de
12.2 años (dt = 2.2) de educación formal. La composición de este grupo fue de 26 hombres y
3 mujeres. El grupo de controles (CS) estuvo compuesto por 9 hombres y 11 mujeres, cuyo
promedio de edad fue 70.3 años (dt = 7.8), así como un nivel educativo de 13.7 años (dt =
2.6) de instrucción formal. Los resultados obtenidos en el TMT correspondientes a cada uno
de los grupos estudiados en esta investigación se detallan a continuación. En la Parte A de
este instrumento, el grupo EA realizó la tarea en un promedio de 74.9 segundos (dt = 32.09),
mientras que el grupo DA realizó este mismo procedimiento en 45.7 segundos, (dt = 9.70).
El grupo AA realizó la Parte A del TMT en un promedio de 44.38 segundos (dt = 24.05).
Finalmente, el grupo CS realizó la tarea en un promedio de 32.15 segundos (dt = 8.95. Los
resultados obtenidos por estos diferentes tipos de pacientes y participantes en la Parte A
del TMT indican que existe una marcada diferencia entre aquellos pacientes con
enfermedad de Alzheimer y los demás grupos. Además, según los autores de esta
investigación, la diferencia obtenida entre el grupo con demencia relacionada con el alcohol
y el grupo de los participantes controles es también significativa.

Se hace importante notar que la desviación típica del grupo de pacientes con
historia de abuso de alcohol sin presencia de demencia, es mucho mayor que la del grupo
de pacientes en los cuales la etiología de su demencia proviene del abuso del alcohol,
aunque los promedios no difieren grandemente. Los resultados de esta investigación
indican claramente que los pacientes con demencia tipo Alzheimer presentan un grado de
53

disfunción en las capacidades viso-perceptivas y de atención mediadas por la Parte A del


TMT, lo cual los hace marcadamente diferentes de aquellos pacientes que tienen otro tipo
de demencia o que han abusado seriamente de alcohol sin presencia de demencia.

En la Parte B del TMT, los resultados obtenidos por los diferentes grupos en esta
investigación se detallan a continuación. En primer lugar, el valor promedio para la
realización de esta tarea en el grupo EA 183.86 segundos (dt = 114.96). En los pacientes del
grupo DA, el promedio fue 158.00 segundos (dt = 88.34). Los pacientes del grupo AA
realizaron la Parte B en un promedio de 120.00 segundos (dt = 79.19). Los participantes del
CS realizaron la tarea en un promedio de 91.15 segundos (dt = 26.79). Aunque estos autores
señalaron que no existen diferencias significativas a nivel estadístico entre estos grupos, se
hace notar que los pacientes en ambos grupos con demencia realizaron la misma
ciertamente de forma mucho más lenta que los pacientes no demenciados. A tal efecto, es
evidente que las funciones de secuenciación y aprendizaje de nuevas series que requiere la
Parte B del TMT muestran mucha mayor disfunción en los pacientes demenciados, que en
aquellos en los cuales no se ha diagnosticado una demencia, aún cuando tengan un
historial de abuso de alcohol.

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