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CAPÍTULO XI

TEST DE RASTREO

Jorge Alfredo Herrera Pino

Ralph M. Reitan, uno de los fundadores de la neuropsicología norteamericana, junto con


su mentor, Ward C. Halstead, aportaron a la exploración de la relación cerebro-conducta lo que se
ha llamado un enfoque actuarial. El interés primordial de estos investigadores no era la
elaboración de una teoría o el aspecto heurístico de la relación cerebro-conducta. En vez,
fundamentados sólidamente en los procedimientos de la psicometría y del laboratorio psicológico,
estos autores se dieron a la tarea de buscar o elaborar instrumentos que, en efecto, pudiesen
distinguir entre pacientes con daño o disfunción cerebral, así como que pudiesen aportar a la
localización de este daño o disfunción.

En su búsqueda, Halstead primero y Reitan después, utilizaron una amplia gama de


técnicas diversas, algunas de cuales se han mantenido vigentes y otras han poco menos que
desaparecido. Por ejemplo, a partir de un instrumento parecido al telégrafo surgió la idea que
después se vio plasmada en el TEST DE DESTREZA DÁCTILOMOTORA (FINGER TAPPING
TEST; FTT; Reitan y Wolfson, 1993a), el cual se mantiene vigente en la actualidad.

Se utilizó mucho de lo que había disponible en el armario psicométrico. Ejemplo de esto


fueron las MEDIDAS DE TALENTO MUSICAL DE SEASHORE. Este instrumento fue desarrollado
inicialmente para la identificación de aptitudes musicales. Halstead y Reitan incluyeron el TEST
DE RITMOS (Reitan y Wolfson, 1993a), uno de los componentes del instrumento desarrollado por
Seashore, dentro del conjunto de procedimientos que hoy se ha llegado a conocer como la
Batería Neuropsicológica de Halstead-Reitan (Reitan y Wolfson, 1993a) y ha sido mantenido
dentro de la versión extendida de esta de Heaton, Grant y Mathews (1999).

También se llegó a incluir dentro del conjunto de elementos disponibles al clínico de la


neuropsicología el TEST DE MEMORIA TONAL, también parte del TEST DE TALENTO MUSICAL
DE SEASHORE. La utilidad de este instrumento en el diagnóstico de los trastornos de la relación
cerebro-conducta y su capacidad para responder a trastornos del lóbulo temporal derecho ha sido
ampliamente validada.

Un ejemplo de procedimiento del laboratorio psicológico que prometía ser de gran valor en
la joven ciencia de la neuropsicología era la fusión crítica de la oscilación de la luz. Aunque fue
incluida como instrumento en investigaciones iniciales en este campo, este procedimiento nunca
demostró la capacidad diagnóstica de los mencionados con anterioridad.

De esta tradición actuarial surgió la inclusión del TEST DE RASTREO (TMT; Reitan, 1958;
Reitan y Wolfson, 1993a), cuyo nombre original en inglés es TRAIL MAKING TEST, dentro de los
procedimientos neuropsicológicos. Como parte de la Batería Neuropsicológica de Halstead
Reitan (Reitan y Wolfson, 1993a) ha sido incluido dentro de los instrumentos utilizados en cientos
de investigaciones. Dentro del enfoque flexible de valoración neuropsicológica, este instrumento
se ha convertido en la actualidad en uno de los más utilizados en la valoración de la relación
cerebro-conducta.
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Se han acumulado en relación al TMT una amplia gama de hallazgos diferenciales entre
poblaciones con lesiones o disfunción cerebral y controles saludables. Constituye, sin duda,
conjuntamente con el TEST DE ASOCIACIÓN CONTROLADA DE PALABRAS (Spreen y Strauss,
1998), uno de los instrumentos de mayor utilización clínica y de mayor representación en la
investigación neuropsicológica.

Posteriormente, este instrumento ha sido incorporado a modelos teóricos, tales como el


desarrollado por Mirsky et al. (1991) sobre los procesos de atención. La Parte A de este
instrumento ha sido descrita como una medida de procesos de atención, mientras que a la Parte B
se le ha descrito como representativa de las funciones ejecutivas. El proceso de secuenciación
inherente en esta última también ha dado pie a que se le haya descrito como característico del
funcionamiento del hemisferio cerebral izquierdo.

Administración y corrección

Este instrumento es parte de la Batería Neuropsicológica de Halstead-Reitan (Reitan y


Wolfson, 1993a). El mismo está compuesto por dos partes. La Parte A consta de 25 números en
la versión de adultos y 15 en la versión de niños, los cuales deben ser unidos con una línea de
forma consecutiva por el paciente. La Parte B consta de números y letras los cuales deben ser
conectados alternando un número y una letra, hasta llegar al número 13 en la versión de adultos y
el número 8 en la de niños. Es una buena medida de la capacidad para localizar elementos en el
espacio (Parte A) y para seguir secuencias (Parte B). A continuación se presentan las
instrucciones de administración del TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson,
1993a).

En la realización de la Parte A, se le da un lápiz al paciente y se le indica, señalando a la


muestra, que en esa página hay algunos números, los cuales deben ser unidos en orden con una
línea. Se le indica que debe comenzar con el número 1 y hacer una línea del 1 al 2 (señalando el
2), del 2 al 3 (señalando el 3), 3 a 4 (señalando el 4), y así en adelante, en orden, hasta que haya
llegado al final. Se le indica al paciente que debe trazar las líneas lo más rápido que pueda.

Una vez que el paciente ha terminado la muestra de tal forma que haya demostrado que
comprende lo que se le ha pedido, se le indica que se van a ensayar los reactivos al dorso, los
cuales constituyen el test en sí. Se le da vuelta al papel y se administra la Parte A del
procedimiento.

Si durante la realización de la muestra de la Parte A, el paciente comete algún error, se


hace que vuelva al último número correctamente conectado y que comience de nuevo desde ese
punto. Si no lo hace en orden, se insiste de nuevo que debe conectar los números en orden.

Se empieza a tomar el tiempo desde el momento que se le dice al paciente que comience
y no se detiene el cronómetro si comete algún error. Al igual que con la muestra, debe regresar al
último reactivo correcto y comenzar de nuevo desde ahí.

En la administración de la Parte B, se pone la muestra frente al paciente y se le indica que


dicha página hay algunos números y letras. Se le pide que comience en el 1 (señalando) y que
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haga una línea del 1 a la A (señalando la A), de la A al 2 (señalando el 2), del 2 a la B (señalando
la B), de la B al 3 (señalando el 3), del 3 a la C (señalando la C) y así en adelante, en orden, hasta
llegar al final.

Durante la ejecución de la página de muestra se le recuerda al paciente que primero tiene


que llegar a un número, después a una letra, después a un número, después a una letra, y así en
adelante. Se le dice que hay que hacer las líneas tan rápido como pueda.

Cuando complete correctamente la muestra de la Parte B, se le muestra la página


correspondiente a la Parte B y se le dice que en dicha página hay números y letras y que debe
hacerlo de la misma forma, comenzando en el número 1 (señalando el 1) y que debe hacer una
línea del 1 a la A (señalando la A), de la A al 2 (señalando el 2), del 2 a la B (señalando la B) y así
en adelante. Se le pide que no salte de una a otra, si no que vaya de un círculo al otro en el orden
adecuado, hasta que termine. Se le recuerda que debe hacer las líneas tan rápido como pueda.
Se empieza a tomar el tiempo desde el momento que se le dice al paciente que comience y no se
detiene el cronómetro si comete un error.

Si el paciente comete algún error, se hace que vuelva al último número o letra
correctamente conectado y que comience de nuevo desde ese punto. No se detiene el
cronómetro mientras se corrige al paciente. Se toma nota del tiempo que le tome completar la
tarea en segundos. Los errores contribuyen a la evaluación de la ejecución ya que aumentan el
tiempo que toma completar la tarea.

Las puntuaciones para la Parte A y la Parte B del TMT se derivan a partir del tiempo que
le toma al paciente completar cada una de ellas.

Antecedentes y desarrollo histórico

El origen del TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a) se
remonta a un instrumento que se denominó SERIES DE NÚMEROS DE TAYLOR, el cual requería
que los pacientes conectasen los números del 1 al 50 en orden. Posteriormente, Partington lo
revisó y lo denominó UN TEST DE ATENCIÓN DISTRIBUIDA. Pronto después se le llegó a
conocer como el TEST DE SENDAS DE PARTINGTON. Cerca del 1944, este procedimiento fue
incorporado al TEST DE CAPACIDAD GENERAL DEL EJÉRCITO en los Estados Unidos y se le
dio el nombre de TEST DE RASTREO (TRAIL MAKING TEST). Eventualmente fue incorporado a
la Batería Neuropsicológica de Halstead-Reitan (Reitan y Wolfson, 1993a).

Desde que Reitan (1955) hizo su observación sobre el TEST DE RASTREO (TRAIL
MAKING TEST) describiéndolo como un procedimiento corto, barato y fácil de administrar, capaz
de indicar con validez los efectos del daño cerebral, se ha acumulado una enorme cantidad de
literatura científica sobre el mismo, la cual no se pretende presentar de forma exhaustiva en este
capítulo. Basta solamente una cantidad suficiente como representativa de este gran acopio de
información.

El TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a) recibió quizás su
primer reto como instrumento capaz de detectar la presencia de disfunciones cerebrales en el
estudio llevado a cabo por Brown et al. (1958). Estos autores indicaron haber usado este
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instrumento con una amplia muestra de pacientes en uno de los hospitales de veteranos de los
Estados Unidos. De acuerdo a estos autores, el TMT no fue capaz de diferenciar entre pacientes
psicóticos y lesionados cerebrales.

Este hallazgo es sumamente interesante y meritorio de un comentario. La filosofía


fundamental de la exploración neuropsicológica está íntimamente ligada al uso de una batería de
instrumentos. Es decir, es el conjunto de instrumentos el que va a hacer posible una interpretación
adecuada y no necesariamente un instrumento en particular. En una de sus investigaciones
tempranas sobre el TMT, Reitan (1959) señaló el aumento de la capacidad discriminativa de este
instrumento cuando lo usó conjuntamente con la ESCALA DE INTELIGENCIA WECHSLER-
BELLEVUE (WB; Wechsler, 1939).

El uso de un solo instrumento en la búsqueda de organicidad pertenece a un modelo de


evaluación psicológica y no necesariamente a un enfoque neuropsicológico. A través de esta obra,
se ha intentado reflejar la visión de un enfoque neuropsicológico, basado en la administración y
debida interpretación de un conjunto de instrumentos dentro del concepto de una batería.

No obstante, en otra investigación publicada ese mismo año, Reitan (1958) reafirmó la
utilidad del TMT en la evaluación del daño cerebral. Reitan (1958) presentó los resultados
obtenidos en este instrumento por una muestra de 200 pacientes con indicios claros de disfunción
cerebral, cuya ejecución fue comparada con la de un grupo de 84 pacientes sin indicios de lesión
o disfunción cerebral. Ambas muestras eran similares en características demográficas. De
acuerdo a Reitan (1958), los pacientes con indicio de disfunción cerebral ejecutaron de forma
significativamente más pobre que los miembros del grupo de controles en la Parte A y la Parte B
de este instrumento.

Al año siguiente, Reitan y Tarshes (1959) exploraron el comportamiento del TMT desde el
punto de vista de la asimetría funcional del cerebro. A tal efecto, estos autores les administraron
este instrumento a 44 pacientes con lesiones en el hemisferio cerebral izquierdo y a 50 con
lesiones en el hemisferio derecho, así como a 46 con lesiones bilaterales o difusas. El grupo de
pacientes con lesiones en el hemisferio derecho mostraron una ejecución significativamente peor
en la Parte A de este instrumento.

El TMT tiene una larga trayectoria como instrumento que ha intentado diferenciar entre
pacientes lesionados cerebrales y pacientes psiquiátricos, aunque no siempre con éxito. Por
ejemplo, L’Abate (1962) intentó diferenciar una muestra de esquizofrénicos de otra de lesionados
cerebrales de similares características demográficas por medio de una batería de instrumentos
neuropsicológicos, dentro de la cual se encontraba el TMT. No hubo diferencias estadísticamente
significativas entre estos grupos.

En otra investigación publicada ese mismo año, Smith y Boyce (1962), encontraron que
no se podían distinguir una muestra de 52 pacientes esquizofrénicos de los controles saludables
de otra investigación en su ejecución en el TMT. Estos autores llegaron a expresar gran
preocupación sobre la utilidad de este instrumento en la detección y evaluación del daño cerebral
orgánico.
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Watson et al. (1969) examinaron una muestra de 50 esquizofrénicos y otra de 50


lesionados cerebrales crónicos con cuatro instrumentos neuropsicológicos. Entre estos estaban el
dinamómetro como medida de fuerza manual, una tarea de fusión crítica del parpadeo de la luz,
otra de apreciación de la intensidad de la misma y el TMT. Solamente la fuerza manual, medida
por el dinamómetro diferenció significativamente entre ambos grupos.

Tratar de separar lesionados cerebrales de esquizofrénicos continuó siendo un quehacer


frecuente, tal y como demuestran Gordon (1972) y Levin y Feirstein (1972) entre muchos. Dentro
de esta línea de pensamiento, Boll (1974) encontró que 80 pacientes con síntomas neurológicos
suficientemente severos como para requerir al menos evaluación, ejecutaron el TMT, entre otros,
significativamente peor que una muestra de 20 pacientes esquizofrénicos. Los pacientes
neurológicos con cuadros agudos mostraron, también, un mayor nivel de impedimento que una
muestra de 40 lesionados cerebrales, cuya condición no requería intervención médica inmediata.

En otro estudio dentro de esta misma línea, Shearn, Berry y Fitzgibbons (1976) les
administraron el TMT a tres muestras de pacientes con edad, nivel de educación y distribución por
sexo similares. Los grupos estaban constituidos por 23 pacientes hospitalizados en quienes sus
psiquiatras sospechaban daño orgánico, 31 pacientes psiquiátricos hospitalizados sin sospecha de
organicidad y 20 controles saludables. Aunque los instrumentos utilizados discriminaron entre los
controles y los dos grupos de pacientes, estos no difirieron significativamente entre sí.

Hasta aproximadamente 1980, cuando se publicó la tercera edición del Manual de


Diagnóstico y Estadística (DSM-III) de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana (APA, 1980), la
visión prevaleciente de la esquizofrenia estaba influida de forma determinante por un enfoque
dualista en el cual la psicosis y la disfunción cerebral eran concebidas como dos entidades
totalmente ajenas la una de la otra. Cuando el DSM-III abandona la etiología como base de la
clasificación de las enfermedades psiquiátricas, a favor de un enfoque más epidemiológico, se
abrieron horizontes conceptuales mucho más amplios.

En ese momento la esquizofrenia dejó de ser una psicosis funcional para convertirse en
un trastorno cuyas bases podían ser concebidas desde diferentes perspectivas, incluyendo la
orgánica. Como se verá en las páginas que siguen, no se plantea hoy en día si un instrumento
neuropsicológico es capaz de distinguir entre pacientes orgánicos y esquizofrénicos. Más bien, se
plantea la interrogante de cuales son las bases orgánicas de la esquizofrenia.

Las investigaciones iniciales sobre la eficacia de un instrumento como el TMT en


diferenciar esquizofrénicos de orgánicos no fracasaron. Si no que abrieron el camino para
entender mejor la esquizofrenia como un trastorno con bases orgánicas muy bien definidas.

Se añade a esto el hecho de que pacientes con otros tipos de trastornos psiquiátricos han
mostrado de inicio puntuaciones diferentes a las de los pacientes orgánicos en el TMT. Barnes y
Lucas (1974), por ejemplo, estudiaron 77 pacientes con disfunciones cerebrales con una edad
promedio de 48.4 años y 39 pacientes con trastornos de personalidad no psicóticos, con una edad
promedio de 36.4 años y encontraron diferencias significativas entre ambos grupos a favor de una
mejor ejecución por parte de los pacientes no psicóticos.
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El TMT demostró su capacidad como instrumento diagnóstico en un estudio llevado a


cabo por Smith (1963) con una muestra de pacientes retardados mentales. Se notó en esta
investigación una alta correlación entre los resultados de este instrumento y el coeficiente
intelectual, primordialmente en los niveles bajos del mismo. Además, el TMT sirvió para identificar
lesionados cerebrales y retardados funcionales en los niveles superiores de nivel intelectual de
esta muestra. Es decir, con coeficientes alrededor de 70 a 89.

Este hallazgo es importante, en tanto que los instrumentos neuropsicológicos sirven para
el diagnóstico de las lesiones cerebrales en los casos quizás más sutiles y menos evidentes. En
esta situación, la presencia de retardo leve funcional y lesión cerebral fue diferenciada
exitosamente por este instrumento.

Dentro de las condiciones que afectan el funcionamiento cerebral se encuentra, sin lugar
a dudas, la enfermedad de Parkinson. Reitan y Boll (1971) describieron el uso del TMT con una
muestra de 25 pacientes con esta condición y compararon su ejecución en este instrumento con la
de 25 controles saludables. Los resultados de esta investigación demostraron que los pacientes
con la enfermedad de Parkinson no sufren solamente de trastornos en sus capacidades motoras,
si no que también en sus funciones corticales superiores.

Otra condición que definitivamente afecta las funciones corticales superiores es la


esclerosis múltiple. Reitan, Reed y Dyken (1971) investigaron la ejecución de una muestra de 30
pacientes con esta condición, comparándola con la de un grupo de controles saludables de
similares características demográficas. Los resultados indicaron que los pacientes con esclerosis
múltiple tuvieron una ejecución mucho más pobre en instrumentos que requerían el uso de
funciones motrices, tales como el TMT, pero no tanto en aquellos que requerían el uso de
destrezas lingüísticas o de razonamiento.

Posteriormente, Beatty y Gange (1977) encontraron resultados similares con otra muestra
de pacientes con esclerosis múltiple. En esta investigación se pudo constatar que las funciones
verbales de estos pacientes no mostraban déficits, pero sí todos los instrumentos que requerían
destrezas motoras, excepto, paradójicamente, la medida de la fuerza manual por medio del
dinamómetro.

La sensitividad del TMT frente a una condición degenerativa hereditaria como es la corea
de Huntington fue demostrada por Boll, Heaton y Reitan (1974), quienes les administraron una
batería de instrumentos neuropsicológicos y psicológicos a una muestra de 11 pacientes con esta
condición, cuya edad promedio era 46.9 años. La comparación de los resultados obtenidos por
esta muestra en los instrumentos utilizados fue comparada con la de 11 controles saludables y 9
lesionados cerebrales con características demográficas similares. Los pacientes con enfermedad
de Huntington presentaron serias dificultades en tanto los aspectos psicomotores de los
instrumentos utilizados, como en funciones corticales superiores independientes de los aspectos
motores.

Otra condición que ha tradicionalmente sido foco de atención de la clínica


neuropsicológica es el alcoholismo, dadas sus secuelas neurocognitivas. Long y McLachlan
(1974) demostraron la eficacia del TMT en el diagnóstico de estas en pacientes alcohólicos. Estos
autores examinaron una muestra de 39 hombres alcohólicos de alto nivel social e intelectual (CI =
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125.9). Encontraron que este grupo mostraba impedimentos significativamente mayores en la


realización de esta tarea, conjuntamente con la de otras incluidos también en la batería utilizada.
Estos participantes fueron comparados con una muestra de controles sin antecedentes de
alcoholismo con características demográficas, sociales e intelectuales similares.

En otra investigación en la cual el TMT demostró su utilidad en la identificación de los


trastornos neurocognitivos que acompañan al consumo excesivo del alcohol, Bergman y Agren
(1974) estudiaron una muestra de 90 alcohólicos suecos hospitalizados, a quienes se les
administró una batería de instrumentos neuropsicológicos una vez que habían rebasado los
síntomas de retiro. Según estos autores, 42 de estos pacientes mostraron impedimento en la
realización de esta tarea, aunque no se pudo demostrar una relación entre la severidad del cuadro
de alcoholismo y los resultados en el TMT.

Más adelante, O’Leary et al. (1977) utilizaron el TMT en el seguimiento del curso de 24
pacientes alcohólicos hombres con una edad promedio de 51 años y compararon su ejecución en
este instrumento con la de una muestra de 20 controles saludables de igual composición
demográfica. Se les administró este instrumento dos veces a todos los participantes con un
intervalo de un año entre exploraciones. Los resultados indicaron que los controles saludables
ejecutaron esta tarea significativamente mejor en ambas ocasiones, aunque los pacientes
alcohólicos mostraron mejoría entre ambas ocasiones. Se compararon pacientes abstinentes con
pacientes relapsantes durante ese año y no se encontraron diferencias significativas entre ambos
grupos.

La contribución de factores cerebrales a las llamadas discapacidades en el aprendizaje


fue explorada por Rourke y Finlayson (1975) a través del TMT. Estos autores examinaron una
muestra de 45 niños entre las edades de 10 y 14 años con esta condición. A partir del examen de
los resultados obtenidos, se pudieron identificar tres grupos dentro de esta muestra.

Un grupo logró realizar tanto la Parte A como la Parte B adecuadamente. Un segundo


grupo pudo realizar la Parte A bien, pero tuvo problemas con la Parte B y un tercer grupo tuvo
dificultades con ambas partes. Rourke y Finlayson (1975) enmarcaron estos resultados dentro de
los obtenidos en una línea de investigaciones que llevaban a cabo en aquel momento y
concluyeron que las discapacidades en el aprendizaje tienen, por lo menos en parte, un substrato
cerebral.

Una pregunta que siempre hay que plantearse en relación a los instrumentos
neuropsicológicos es si los resultados de los mismos están sujetos a la influencia de la edad.
Lindsey y Coppinger (1969) llevaron a cabo un estudio con 101 participantes en el cual
determinaron que hay factores relacionados con la edad que inciden en el declive de la ejecución
en el TMT. Por otro lado, Boll y Reitan (1973) llevaron a cabo un estudio en el que investigaron la
relación entre el coeficiente intelectual y la edad con la ejecución en el TMT.

Estos investigadores informaron que en una muestra de 197 pacientes lesionados


cerebrales y otra de 244 controles saludables entre las edades de 15 y 64 años, las puntuaciones
obtenidas en este instrumento sí están relacionadas con el nivel intelectual, pero las puntuaciones
de corte de 41 segundos en la Parte A y 91 segundos en la Parte B, sugeridas por Reitan (1955),
eran válidas en todos los niveles de edad.
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El valor de añadir el TMT a una batería de instrumentos neuropsicológicos fue


demostrado por Sterne (1973). De acuerdo a este autor, añadir este instrumento a una batería
previamente utilizada en la detección de lesiones cerebrales incrementó la correlación múltiple de
un valor de 0.68 a 0.77. La Parte B de este instrumento produjo la mayor tasa de significación
estadística en la predicción de la presencia de daño cerebral.

Revisión del estado actual del conocimiento

Al igual que con la revisión del Desarrollo y antecedentes históricos del TEST DE
RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a), esta sección puede solamente reflejar
una parte relativamente modesta de la vasta literatura que se ha acumulado en relación a este
instrumento. Una revisión exhaustiva de la misma sería suficiente para llenar en sí misma un tomo
y no un capítulo. En este sentido, el autor ha intentado darle a los lectores un sabor del respaldo
empírico con que cuenta este tan utilizado instrumento de exploración neuropsicológica.

Composición, estructura factorial y muestras normativas

Abraham, Axelrod y Ricker (1996) llevaron a cabo una investigación en la cual se le aplicó
tanto la versión escrita de la Parte B del TMT, así como una versión oral del mismo instrumento, a una
muestra de pacientes con diversas patologías. Según estos autores, el TEST DE RASTREO (TMT;
Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a) es uno de los instrumentos de uso más frecuente en
exploraciones neuropsicológicas. Este instrumento, de acuerdo a estos autores, se puede utilizar
como un indicador de disfunción cerebral generalizada, así como una medida útil de recuperación de
funciones cognitivas, ya que la ejecución de la Parte B de este instrumento requiere la capacidad para
cambiar la atención adaptativamente, sostener el esfuerzo, rastreo visual, así como habilidades
motrices.

No obstante, según estos autores, el hecho de que la versión escrita de este instrumento
depende de que las funciones visuales y motoras estén intactas puede excluir su uso en pacientes
con limitaciones en estas dos áreas de funcionamiento.

A tal efecto Abraham, Axelrod y Ricker (1996) le administraron ambas versiones de este
procedimiento a un grupo de pacientes entre 20 y 60 o más años. En la versión escrita del
instrumento, el grupo de pacientes entre 20 y 39 años de edad con una media de 31.3 (dt = 5.6)
realizó la tarea en su versión escrita en un promedio de 90.3 segundos, con una desviación típica de
37.3. Por el contrario, este mismo grupo de pacientes realizó la tarea oral en un promedio de 41.5
segundos, con una desviación típica de 24.4.

El grupo de pacientes entre 40 y 59 años, con una media de 48.5 (dt = 5.2), realizó la tarea
escrita en un promedio de 112.6 segundos, con una desviación típica 51.5 segundos. La versión oral
del instrumento fue realizada por este grupo en un promedio de 52.0 segundos con una desviación
típica correspondiente a 40.9. Por último, el grupo de pacientes de 60 años o más, con una media de
68.0 (dt = 5.2), realizó la tarea escrita en un promedio de 161.6 segundos con una desviación típica
correspondiente a 69.0 segundos.
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La versión oral del instrumento fue realizada por este grupo en 79.0 segundos, con una
desviación típica de 55.7. Cabe notar que solamente la ejecución del tercer grupo, es decir, aquellos
que tienen 60 años o más, fue significativamente más lenta en ambas versiones del instrumento que
la de los otros dos grupos utilizados.

Estos autores utilizaron 35 participantes del grupo entre 20 y 39 años, 46 participantes del
grupo entre 40 y 59 años, y 33 participantes del grupo mayor de 60 años. El nivel educativo promedio
de cada uno de los grupos se presenta a continuación. Los tres grupos obtuvieron promedios en años
de educación de 12.4, con una desviación típica de 1.3, 12.4, con una desviación típica de 2.3, y 12.0
con una desviación típica de 2.6, respectivamente, encontrándose que estas diferencias no fueron
estadísticamente significativas.

Los baremos ofrecidos a partir de esta investigación permiten el uso de la versión oral de la
Parte B del TMT como una alternativa viable para la exploración neuropsicológica de pacientes con
impedimentos visuales o motores.

Waldstein et al. (1997) estudiaron dos muestras de hombres saludables, a quienes les
aplicaron una batería de instrumentos neuropsicológicos, dentro de la cual se encontraba el TMT.
El primer grupo de hombres saludables estudiados por estos investigadores estuvo compuesto por
125 participantes y el segundo por 50 hombres saludables.

La edad promedio del primer grupo fue 20.4 años (dt = 1.6) y un nivel educativo promedio
de 14.4 años (dt = 1.5). Este grupo refirió consumir un promedio de 6.6 bebidas alcohólicas (dt =
8.0) por semana.

La segunda muestra estuvo compuesta por 50 hombres saludables, cuya edad promedio
fue 40.6 años (dt = 7.1) y su nivel educativo promedio fue 15.2 años (dt = 2.8). Estos participantes
admitieron consumir un promedio de 2.4 bebidas alcohólicas (dt = 3.9) por semana.

El primer grupo de participantes completó la Parte A del TMT en un promedio 20.13


segundos (dt = 6.35). Esta tarea fue completada en un promedio de 25.72 segundos (dt = 10.42)
por la segunda muestra estudiada de hombres saludables en esta investigación.

La Parte B del TMT fue completada en un promedio de 40.86 segundos (dt = 12.38) por
los participantes de la primera muestra. Los participantes de la segunda muestra completaron esta
tarea en un promedio de 59.44 segundos (dt = 26.63).

Las diferencias observadas entre ambos grupos incluidos en esta investigación pudiesen
ser atribuidas a la edad. Dado que el propósito de esta investigación era correlacionar la ejecución
de los participantes con medidas de ansiedad, no hubo una consideración por parte de los autores
sobre que podían significar las diferencias entre estos grupos en este instrumento en particular.

La Parte B del TMT fue utilizada como medida de flexibilidad cognitiva por Kehrer et al.
(2000), quienes se interesaron por los efectos de la presencia de alguien allegado a la persona siendo
examinada durante la administración de una batería de tests neuropsicológicos. Estos autores les
aplicaron este procedimiento a 30 estudiantes universitarios que habían sido referidos a exploración
neuropsicológica con el fin de determinar si eran candidatos adecuados para un programa de
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asistencia a estudiantes discapacitados. Dentro de la muestra se encontraron igual número de


estudiantes masculinos y femeninos, con un promedio de 25.27 años de edad y una desviación típica
de 6.15. El nivel educativo de este grupo fue de 14.6 años, con una desviación típica de 2.59.

Todos los estudiantes llevaron a cabo la Parte B del TMT dentro de un diseño balanceado de
administración, bajo dos condiciones, en presencia de alguien allegado y sin su presencia. Esto se
hizo con miras a determinar la influencia de la presencia de un observador sobre la ejecución de los
tests neuropsicológicos, dentro de un diseño en el cual todos los participantes realizaron las tareas
bajo ambas condiciones.

Los resultados obtenidos por Kehrer et al. (2000) en la Parte B del TMT se detallan a
continuación. El tiempo promedio de ejecución del grupo en presencia de un observador fue 57.32
segundos, con una desviación típica de 15.26, mientras que los valores correspondientes bajo la
administración en ausencia de un observador fueron 58.83 y 15.42 segundos, respectivamente.

La diferencia entre condiciones no fue significativa. Estos resultados demuestran, una vez
más, la capacidad de resistencia de los procedimientos neuropsicológicos a ser alterados o afectados
por variables medio-ambientales, como puede ser la presencia de alguien allegado al paciente
durante su administración. El TMT es de particular interés en este sentido, ya que es una medida de
ejecución en tiempo dentro de parámetros relativamente reducidos y sus resultados pudiesen ser
fácilmente alterados por variaciones en las condiciones bajo las cuales es administrado.

Baird et al. (2001) realizaron un investigación donde correlacionaron los resultados


obtenidos por una muestra de pacientes pertenecientes a la tercera edad en el TMT con los
obtenidos en una medida de conducta adaptativa, la ESCALA DE VIDA INDEPENDIENTE (Loeb,
1996).

La muestra de pacientes seleccionada por estos autores estuvo compuesta por 69


pacientes referidos a evaluación neuropsicológica por quejas de memoria. La media de edad de
esta muestra fue 74 años, con un nivel medio de educación de 12 años de escolaridad.

La Parte A del TMT correlacionó significativamente con 4 de las 5 sub-escalas que


componen la ESCALA DE VIDA INDEPENDIENTE (Loeb, 1996): memoria y orientación (-0.31),
manejo del dinero (-0.42), desempeño en el hogar (-0.41) y cuidado de la salud (-0.40). La Parte
B de este instrumento mostró correlaciones similares: memoria y orientación (-0.59), manejo del
dinero (-0.59), desempeño en el hogar (-0.55) y cuidado de la salud (-0.41). Al igual que con otras
medidas neuropsicológicas, ni la Parte A ni la Parte B del TMT correlacionaron significativamente
con la sub-escala de ajuste social.

A partir de estos resultados, se puede afirmar que el TMT es un instrumento adecuado


para estimar la capacidad de las personas en la tercera edad para adaptarse eficazmente a las
exigencias del diario quehacer. Cabe notar que la Parte B del instrumento mostró
consistentemente coeficientes de correlación más altos que la Parte A.

Estos resultados ayudan a determinar qué tipos de funciones corticales superiores se


encuentran involucradas en la adaptación de pacientes de la tercera edad a las demandas de la
vida cotidiana. Una aplicación sumamente importante de esta información tiene que ver con el uso
11

de la exploración neuropsicológica para la determinación del nivel de cuidado que pueda necesitar
una persona en la tercera edad, una vez que es dada de alta de un período de internación en un
hospital médico-quirúrgico o de rehabilitación, u otro tipo de centro asistencial.

En un estudio sobre la contribución de diferentes procesos cognitivos sobre las funciones


ejecutivas en ancianos saludables, Lamar, Zonderman y Resnick (2002) le administraron una batería
de instrumentos neuropsicológicos a una muestra de 417 participantes de los cuales 264 eran
hombres y 153 mujeres.

La edad promedio de este grupo fue de 71.1 años, con una desviación típica de 8.3 (mínimo
= 50 máximo = 92). En términos de escolaridad, esta muestra tenía un nivel medio de 16.3 años, con
una desviación típica de 2.8.

Tanto la Parte A (0.82) como la Parte B (0.73) del TMT cargaron sobre un factor identificado
por los autores como caracterizado por la atención sostenida. Conjuntamente con este instrumento,
cargó también sobre este factor el TEST DE RETENCION VISUAL DE BENTON (TRVB; Benton,
1974, 2002; Sivan, 1992), aunque de forma más modesta (0.55).

Swan y Carmelli (2002) le administraron la Parte B del TMT a una amplia muestra de
gemelos ancianos masculinos que participaron en un estudio sobre la contribución genética a las
funciones ejecutivas. A tal efecto, participaron en esta investigación 160 gemelos monozigotos
quienes presentaron una edad promedio de 71.5 años (dt = 2.6). Participaron también en esta
investigación 156 gemelos dizigotos. La edad promedio de este grupo fue 71.2 años (dt = 2.6) y su
nivel educativo promedio fue 13.5 años (dt = 2.9).

Se les administró a todos los participantes de esta investigación la Parte B del TMT, tal y
como se indicó con anterioridad. Los gemelos monozigotos completaron esta tarea en un
promedio de 98.1 segundos (dt = 37.0). Los gemelos dizigotos, por el contrario, completaron la
tarea en un promedio de 110.9 segundos (dt = 45.8).

El valor de este estudio está en aportar una base normativa al TMT. Esto le permitirá a los
clínicos tener una mejor apreciación de la respuesta de sus pacientes y un punto de referencia en
contra del cual compararla.

Barr (2003) investigó el funcionamiento neuropsicológico de atletas en el nivel de


secundaria y ha ofrecido en su estudio normas preliminares e índices de confiabilidad sobre una
batería de instrumentos neuropsicológicos. A tal efecto, 100 atletas en el nivel de educación
secundaria completaron una breve batería de instrumentos neuropsicológicos antes del comienzo
de sus actividades atléticas.

La muestra utilizada por Barr (2003) en esta investigación estuvo compuesta por 60
estudiantes hombres y 40 estudiantes mujeres. La edad promedio de este grupo fue 15.9 años (dt
= 0.98). De los cuatros años de estudios secundarios, 8 de los atletas pertenecían al primer año,
15 al segundo año, 46 al tercer año y 31 al cuarto año.

Dentro de los instrumentos seleccionados por Barr (2003) para el examen de estos
jóvenes atletas se encontró el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a).
12

El tiempo promedio que le tomó a la muestra global terminar la Parte A del instrumento fue 22.5
segundos (dt = 6.7), mientras que la Parte B de este instrumento fue completada en un promedio
de 52.5 segundos (dt = 17.1).

Barr (2003) también estudió específicamente las puntuaciones promedio obtenidas por los
hombres y las mujeres que constituyeron la muestra seleccionada. Los hombres obtuvieron un
valor promedio de 23.2 segundos (dt = 7.6) en la Parte A del instrumento, mientras que en la Parte
B del mismo, obtuvieron un valor promedio de 56.1 segundos (dt = 18.9). Las mujeres completaron
la Parte A en un promedio de 21.4 segundos (dt = 4.9), mientras que la Parte B, fue completada
en un promedio de 47.2 segundos (dt = 12.4).

No se encontró diferencia significativa entre las medias de los hombres y las mujeres en
relación a la Parte A del TMT. Sin embargo, se encontró una diferencia significativa en la Parte B
del mismo. Las mujeres completaron la tarea en un tiempo significativamente más rápido que los
varones. Estos resultados sugieren la posibilidad de que, dado que las mujeres, en general, tienen
un mejor desarrollo del lenguaje, y por ende, del hemisferio izquierdo, el contenido secuencial de
la Parte B de este instrumento, puede también reflejar dicha ventaja.

Traumatismos cráneo-encefálicos

Las investigaciones neuropsicológicas adolecen frecuentemente de incluir muestras


numerosas de participantes. En una investigación llevada a cabo por Vanderploeg, Schinka y Retzlaff
(1994) se presentan los valores promedio obtenidos por 115 pacientes con diferentes condiciones
neurológicas en el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a). La muestra
seleccionada por estos autores estuvo compuesta por 105 pacientes masculinos y 10 femeninos
referidos a exploración neuropsicológica por diversas patologías neurológicas, la más frecuente de la
cual (58 casos) fueron los traumatismos cráneo-encefálicos.

La edad promedio de estos pacientes fue 37.6 años, con una desviación típica de 13.4, así
como un nivel educativo promedio de 13.4 años, con una desviación típica de 2.3. En la Parte A del
TMT, el tiempo promedio utilizado en la realización de la tarea fue 49.17 segundos, con una
desviación típica de 33.99. El tiempo de realización osciló entre 17 y 219 segundos. Estos resultados
indican que en una muestra con trastornos neurológicos el valor promedio de realización está
notablemente por encima de la puntuación de corte de 41 segundos sugerida por Reitan (1955;
1986). Se notó también una amplia dispersión de los valores obtenidos.

El tiempo promedio para la realización de la Parte B de este instrumento fue 126.33


segundos, con una media de 95.29. Las puntuaciones oscilaron entre 30 y 468 segundos. De nuevo,
el valor promedio de esta muestra de pacientes neurológicos estuvo muy por encima de la puntuación
de corte de 91 segundos sugerida inicialmente por Reitan (1955; 1986) con este instrumento. No
obstante ambas medias estar claramente por encima de la puntuación de corte utilizada
frecuentemente con este instrumento, se observó una amplia variabilidad en los valores obtenidos, lo
cual hace que la interpretación clínica de este instrumento deba ser realizada con sumo cuidado.

El TMT fue incluido por Reimer et al. (1995) en su estudio de una muestra de 125
pacientes que habían sufrido un traumatismo cráneo-encefálico. La muestra estuvo compuesta por
75 hombres y 50 mujeres y presentaron un nivel promedio de edad de 32 años, con una
13

desviación típica 12.76. La edad de estos pacientes osciló entre los 16 y los 60 años. La
evaluación fue llevada a cabo en el momento de entrada de estos pacientes a un programa de
rehabilitación neurológica en la fase post-aguda de su lesión.

La puntuación promedio obtenida por estos pacientes en la Parte A de este instrumento


fue 38.48 segundos, con una desviación típica de 23.77. Los pacientes incluidos en esta muestra
tomaron un promedio de 58.01 segundos en completar la Parte B de este instrumento, siendo la
desviación típica asociada a este valor igual a 2.62.

Cabe notar que, si bien la puntuación promedio obtenida por estos pacientes en la Parte A
del TMT se acerca a la puntuación de corte establecida por Reitan y Wolfson (1993), la cual fue
fijada en 41 segundos, se observó una gran dispersión de las puntuaciones, siendo muy posible
que hubiese pacientes que hayan sufrido un traumatismo cráneo-encefálico cuyas puntuaciones
en esta parte de este instrumento estén muy por debajo del valor de corte de 41 segundos. El
promedio obtenido por estos pacientes en la Parte B de este instrumento está muy por debajo del
valor de 91 segundos establecido como puntuación de corte por Reitan y Wolfson (1993), con muy
poca dispersión en las puntuaciones.

Spikman, van Zomeren y Deelman (1996) se plantearon si los déficits de atención que
ocurren después de un traumatismo cráneo-encefálico (TCE) son producto solamente de la lentitud
en la respuesta. Estos autores utilizaron un aparato de tiempo de reacción con el propósito de
examinar una muestra de 60 pacientes con traumatismos cráneo-encefálicos, así como varios tests
neuropsicológicos de atención, entre los cuales se encontraba el TMT.

La muestra de pacientes con TCE presentó una edad promedio de 28.8 años con una
desviación típica de 11.9, fluctuando entre las edades de 15 a 58 años. Los autores describen
algunos de los indicadores de TCE relacionados con esta muestra. En primer lugar, la amnesia post-
traumática subjetiva experimentada por estos participantes tuvo un promedio de 8.8 días y una
desviación típica de 8.0, mientras que el promedio de amnesia post-traumática determinada por
medio de preguntas hechas a los pacientes todos los días, arrojó un promedio de 9.5 días, con una
desviación típica de 10.4. De acuerdo a los autores de este estudio estos valores son indicativos de
traumatismos clasificados como moderados a severos.

El promedio de tiempo transcurrido entre el TCE y el examen neuropsicológico fue de 32.7


días, con una desviación típica de 9.9. Todos los pacientes habían rebasado la amnesia post-
traumática cuando fueron evaluados.

Se examinó, también, una muestra de controles saludables, cuya edad promedio fue de 28.5
años, con una desviación típica de 12.1. En términos de nivel educativo, todos los participantes fueron
valorados en una escala ascendente de 1 a 7, en la cual el promedio en cada uno de los grupos fue
de 5.1 con una desviación típica de 1.1.

La Parte A del TMT fue realizada por los pacientes en un tiempo promedio de 37.1 segundos,
con una desviación típica de 17.0, mientras que en la Parte B, los valores correspondientes fueron
80.8 y 34.1 respectivamente. Los controles saludables completaron la Parte A en un promedio de
26.5 segundos con una desviación típica de 8.8 y la Parte B en un tiempo promedio de 56.6 con una
desviación típica de 20.3.
14

Los hallazgos de esta investigación resaltan la capacidad del TMT para reflejar los
impedimentos neurocognitivos asociados al traumatismo cráneo-encefálico. También demuestran que
estos pacientes no solamente sufren de problemas de un aumento en el tiempo de reacción, haciendo
su ejecución más lenta, si no también sus dificultades con otros procesos más complejos como son
las funciones ejecutivas, tal y como se reflejan en la ejecución de la Parte B de esta tarea.

En una investigación sobre el valor predictivo de las puntuaciones obtenidas por pacientes
que habían sufrido traumatismos cráneo-encefálicos en una batería de instrumentos
neuropsicológicos en relación a la capacidad para aprovechar la rehabilitación, Cicerone et al.
(1996), utilizaron el TMT como parte de los instrumentos administrados a la muestra seleccionada
para su estudio. Los pacientes incluidos en la muestra de esta investigación fueron referidos a la
clínica neuropsicológica de un programa de rehabilitación para traumatismos cráneo-encefálicos
con el fin de ser evaluados y sometidos a rehabilitación neurocognitiva.

Los 20 pacientes pertenecientes a esta muestra completaron n programa de neuro-


rehabilitación, administrándoseles una batería de instrumentos neuropsicológicos antes del
comienzo del programa y al final del mismo. El promedio de tiempo trascurrido entre el
traumatismo cráneo-encefálico y el comienzo del programa fue 7.8 meses, con valores que
oscilaron entre los 3 y 20 meses.

A su vez, los 20 pacientes que participaron en esta investigación fueron divididos en dos
grupos. Un grupo demostró una buena recuperación dentro del programa administrado, mientras
el segundo grupo demostró un pobre aprovechamiento del mismo. La edad promedio de los 10
pacientes pertenecientes al grupo con buenos resultados en su programa de neuro-rehabilitación
fue 34.8 años. Los pacientes que mostraron una pobre respuesta al programa de neuro-
rehabilitación presentaron un valor promedio de 38.8 años de edad.

Los 9 pacientes con quienes se utilizó el TMT pertenecientes al grupo con buenos
resultados del programa de neuro-rehabilitación realizaron la Parte A de este instrumento en un
promedio de 36.7 segundos, con una desviación típica de 10.7, en la valoración llevada a cabo
antes del comienzo del programa. El valor promedio de realización de esta tarea posterior a la
conclusión del programa de neuro-rehabilitación fue 30.9 segundos, con una desviación típica de
11.1. Esta diferencia no fue significativa, de acuerdo a los autores de está investigación.

En la Parte B de este instrumento, los 9 pacientes con buena respuesta al programa de


neuro-rehabilitación completaron la tarea en un promedio de 86.0 segundos, con una desviación
típica de 25.9, en la primera valoración. En la segunda evaluación neuropsicológica que se llevó a
cabo, estos pacientes concluyeron la Parte B de este instrumento en un tiempo promedio de 59.9
segundos, con una desviación típica de 19.1. La diferencia entre estas medias fue significativa al
nivel de p < 0.08.

Los 10 pacientes pertenecientes al grupo que respondieron pobremente al programa de


neuro-rehabilitación, y quienes tomaron el TMT como parte de la batería que se les administró,
completaron la tarea en la primera valoración en un promedio de 51.4 segundos, con una
desviación típica de 38.1. En la segunda exploración, el valor promedio fue 70.5 segundos, con
una desviación típica de 76.5. Esta diferencia fue no fue significativa.
15

Estos 10 pacientes completaron la Parte B de este instrumento en un promedio de 107.2


segundos, con una desviación típica de 58.1, en la primera exploración. En la segunda valoración
neuropsicológica, el valor promedio obtenido por este grupo fue 70.5 segundos, con una
desviación típica de 76.5. La diferencia entre estas medias tampoco fue significativa.

Es curioso notar que aquellos pacientes que presentan una mejor ejecución de la tanto de
la Parte A como la Parte B del TMT en la exploración inicial tienen una mejoría considerable en
sus puntuaciones posteriores al programa de neuro-rehabilitación. Aquellos pacientes que
presentaban una pobre respuesta al programa de neuro-rehabilitación tenían de inicio una peor
ejecución en esta prueba. Esto hace pensar que el TMT es una buena medida para predecir el
éxito de los pacientes que se someten a un programa de neuro-rehabilitación, y puede servir como
criterio de admisión a dicho programa.

El estar involucrado en un accidente automovilístico conlleva el riesgo de la aplicación de


fuerzas de aceleración, desaceleración y rotación sobre la masa encefálica, con probabilidad de
causar lesión difusa de los axones, haya o no habido traumatismo cráneo-encefálico. En este
sentido, el concepto de traumatismo cráneo-encefálico se puede extender a situaciones tales
como el efecto de latigazo, visto con frecuencia en este tipo de accidente. Di Stefano y Radanov
(1996) llevaron acabo un estudio sobre los aspectos cuantitativos y cualitativos del aprendizaje y la
memoria en pacientes que habían sufrido latigazos en accidentes automovilísticos. Estos autores
utilizaron el TMT, dentro de una batería de instrumentos neuropsicológicos que emplearon con una
muestra de pacientes que habían sufrido latigazos y quienes presentaban además síntomas
neurocognitivos.

La presencia de síntomas neurocognitivos fue evaluada en estos pacientes cerca del


momento del trauma, con un promedio de aproximadamente 7 días, y después a los 6 meses. Estos
autores dividieron a los participantes que habían sufrido latigazos en un grupo denominado
asintomático, compuesto por 58 participantes, y otro de pacientes sintomáticos, compuesto por 28
participantes. La ejecución de ambos grupos que habían sufrido latigazos fue comparada con la de 11
pacientes controles.

El grupo de pacientes asintomáticos demostró una ejecución promedio en la Parte A del


TMT de 23.6 segundos, con una desviación típica de 8.7 segundos. Durante la segunda
administración del instrumento, 6 meses después, el promedio obtenido por estos pacientes fue de
20.7 segundos, con una desviación típica de 7.3 segundos en la Parte A del instrumento.

Los pacientes de grupo de sintomáticos, obtuvieron un promedio de 26.6 segundos, con


una desviación típica de 8.0 segundos, en su ejecución de la Parte A de este procedimiento. Seis
meses más tarde, el promedio obtenido por el grupo de 28 pacientes sintomáticos fue de 22.8
segundos con una desviación típica de 9.3 segundos.

El grupo de controles obtuvo una media de 24.0 segundos, con una desviación típica de 6.6
segundos en la primera administración de la Parte A del instrumento, y un promedio de 18.5
segundos, con una desviación típica de 2.7 segundos, en la administración posterior, a los 6 meses.
Ninguna de las diferencias obtenidas entre estos grupos fue encontrada como significativa. Es decir,
no hubo diferencias en las habilidades de atención medidas por la Parte A del TMT entre grupos ni
entre tiempos de administración.
16

En la Parte B del TMT, los pacientes pertenecientes al grupo asintomático obtuvieron un


promedio de 71.1 segundos, con una desviación típica de 30.8 segundos, mientras que el promedio
obtenido en la segunda administración fue de 62.0 segundos, con una desviación típica de 23.7
segundos. El grupo de pacientes sintomáticos obtuvo un promedio de 71.0 segundos en la
administración inicial del instrumento, con una desviación típica correspondiente a 25.0, mientras que
el valor promedio correspondiente a la segunda administración fue 66.1 segundos con una desviación
típica de 24.6.

Por último, el grupo de controles realizó la parte B de este procedimiento en un promedio de


57.3 segundos, con una desviación típica de 15.2, mientras que a los 6 meses, su ejecución promedio
fue 49.8 segundos, con una desviación típica de 17.1 segundos. Nuevamente, ninguna de las
diferencias obtenidas entre administraciones en la Parte B del TMT fue significativa a nivel estadístico.
No obstante, dentro de parámetros clínicos, las diferencias denotan una mucha mejor ejecución del
grupo de control en comparación con los dos grupos de pacientes.

En términos de variables demográficas, los pacientes pertenecientes al grupo asintomático


tenían un promedio de edad de 29.6 años, con una desviación típica de 8.9, mientras que los
pacientes pertenecientes al grupo sintomático tenían un promedio de edad de 34.1 años, con una
desviación típica correspondiente a 10.2. Estas diferencias entre grupos no fueron significativas.

En términos de nivel educativo, el grupo asintomático presentó un promedio de 13.2 años


de educación formal, con una desviación típica correspondiente a 2.9. Por otro lado el grupo de
pacientes sintomáticos acusó un promedio de 11.8 años de educación formal, con una desviación
típica de 1.8. La diferencia obtenida entre ambos grupos en nivel educativo fue significativa. La
composición por sexo del grupo asintomático fue de 26 hombres y 32 mujeres, mientras que el
grupo sintomático estuvo compuesto por 9 hombres y 19 mujeres. Estas diferencias no fueron
significativas.

En una investigación en la cual se exploró la relación entre las puntuaciones obtenidas por
un grupo de pacientes quienes habían sufrido traumatismos cráneo-encefálicos en una batería
neuropsicológica y las puntuaciones obtenidas en una escala de productividad dentro del hogar, la
escuela y el trabajo, Girard et al. (1996) utilizaron el TMT como uno de los instrumentos incluidos
en la misma. Todos los pacientes seleccionados por estos investigadores habían sufrido un
traumatismo cráneo-encefálico y habían pasado por un programa interdisciplinario ubicado dentro
de un hospital. La muestra fue predominantemente masculina, siendo el 66% de los pacientes
hombres.

La edad promedio de los pacientes incluidos en esta investigación fue 31 años, con
valores que oscilaban entre los 13 y los 70 años. En el momento de la exploración, el tiempo
promedio post-lesión de este grupo fue 3 años, con valores que oscilaron entre los 6 meses y los
12 años. El nivel promedio pre-mórbido de educación de este grupo fue 12 años, con valores que
oscilaron entre los 8 años y el nivel de doctorado.

Todos los pacientes fueron sometidos a 3 evaluaciones neuropsicológicas que oscilaron


entre 6 y 12 meses a partir del momento de la lesión. Los 152 pacientes que participaron en la
evaluación inicial completaron la Parte A del TMT en un promedio de 52 segundos. En la segunda
17

evaluación, los 114 pacientes que participaron en la misma completaron esta tarea en un
promedio de 43 segundos. Finalmente, los 69 pacientes que fueron evaluados en la tercera
exploración realizaron la tarea en un promedio de 36 segundos.

En la Parte B de este instrumento, los 152 pacientes que fueron valorados inicialmente la
realizaron en un promedio de 113 segundos. En la segunda evaluación, los 114 pacientes que
participaron en la misma completaron la Parte B del TMT en un promedio de 100 segundos. Los
69 pacientes que fueron evaluados la tercera vez completaron esta tarea en un promedio de 85
segundos.

Es evidente que se nota una mejoría en el estado neurocognitivo, tal y como se refleja en
sus puntuaciones en el TMT, a medida que pasa el tiempo. Aunque bien es posible que exista un
efecto de práctica, la naturaleza de la tarea reflejada en este instrumento no es necesariamente
susceptible al aprendizaje, por lo cual se puede concluir, en efecto, que el mismo refleja una
mejoría en los pacientes a través de tiempo.

En otra investigación sobre el efecto de latigazo sufrido durante un accidente


automovilístico sobre los procesos neurocognitivos, Gimse et al. (1997) le administraron una
batería de instrumentos neuropsicológicos a dos grupos de participantes.

El primer grupo de 42 participantes había estado involucrado en un accidente


automovilístico en el cual se había descrito la presencia del efecto de latigazo. Estos pacientes
habían sido referidos a evaluación neuropsicológica durante un periodo de aproximadamente 1 a 7
años, con un promedio de 4.0 años, posterior a haber sufrido el accidente. La edad promedio de
estos pacientes fue 38 años, con valores que oscilaron entre los 24 y los 62 años.

Se incluyó, además, en esta investigación un grupo de controles saludables cuya edad


promedio fue 39 años, y cuyos valores en esta dimensión oscilaron entre los 24 y los 62 años.

Se les administró a ambos grupos el TMT. La Parte A de este instrumento fue completada
por los pacientes referidos a evaluación neuropsicológica en un promedio de 31.91 segundos, con
una desviación típica de 12.78. Los controles saludables completaron esta tarea en un promedio
de 29.55 segundos, con una desviación típica de 6.95. La diferencia entre estas dos medias no fue
significativa.

La parte B del instrumento fue completada por los pacientes que habían sufrido el efecto
de latigazo en un promedio de 79.09 segundos, una desviación típica de 40.74. Los participantes
pertenecientes al grupo de controles saludables completaron la misma tarea en un promedio de
66.36 segundos, con una desviación típica de 21.63. Tampoco la diferencia entre estas medias fue
significativa, según los autores de esta investigación.

Es curioso que una de las quejas más importantes presentadas por los pacientes que
fueron sujetos del efecto de latigazo fuera la presencia de dificultades en los movimientos
oculares, así como la presencia de mareos. Si bien otros instrumentos que no incluyen procesos
visuales discriminaron adecuadamente entre estos dos grupos, el TMT, el cual se esperaría
arrojase una diferencia significativa entre grupos, no lo hizo.
18

Cicerone (1997) estudió la sensitividad clínica de varias medidas de atención en pacientes


con traumatismos cráneo-encefálicos (TCE) leves. En esta investigación se incluyeron 50
pacientes con historial de TCE leve, cuya edad promedio fue 34.36 años (dt = 9.7) y un nivel
medio de educación de 14.8 años (dt = 2.3). Se incluyó, además, un grupo de 40 controles
saludables (CS), con una edad promedio de 33.3 años (dt = 12.4) y una media de 14.9 años (dt =
2.2) de escolaridad.

Dentro de los instrumentos utilizados en la valoración de los procesos de atención en


estos pacientes, Cicerone (1997) incluyó el TMT. Los pacientes con antecedentes de TCE leve
realizaron la Parte A de este instrumento en un promedio de 34.4 segundos (dt = 16.1), mientras
que los CS la completaron en un promedio de 29.0 segundos (dt = 12.5). La diferencia entre estas
medias no fue significativa, de acuerdo a este autor.

La Parte B del TMT fue completada en un tiempo medio de 76.3 segundos (dt = 28.8) por
el grupo con historial de TCE. Los CS la completaron en un promedio de 75.21 segundos (dt =
42.8). La diferencia entre estas medias tampoco fue significativa estadísticamente.

Hasta qué punto los traumatismos cráneo-encefálicos causan un mayor nivel de


impedimento neuropsicológico en los pacientes que los han sufrido, cuando se comparan estos
con pacientes que tienen otras condiciones tales como migrañas y dolor crónico, fue explorado por
Bell et al. (1999) en una investigación en la cual incluyeron 20 pacientes representativos de cada
uno de las tres condiciones mencionadas con anterioridad.

Los 20 pacientes pertenecientes al grupo de cefaleas presentaron una edad promedio de


40.2 años (dt = 10.4), los 20 pacientes dentro del grupo de dolor crónico presentaron una edad
promedio de 37.8 años (dt = 9.7), mientras que los 20 pacientes pertenecientes al grupo con
antecedentes de traumatismo cráneo-encefálico leve presentaron una edad promedio de 38.7
años (dt = 11.3). El nivel educativo de todos los pacientes incluidos en las tres muestras fluctuó
alrededor de 14 años de educación formal. Hubo una ligera mayoría de representación femenina
en los tres grupos de pacientes incluidos en esta investigación.

Se les administró el TMT a todos los participantes de esta investigación, como parte de
una batería de instrumentos neuropsicológicos. La ejecución del grupo de pacientes con cefaleas
en la Parte A de este instrumento arrojó un valor promedio de 26.5 segundos (dt = 6.8) necesarios
para completarla. Los pacientes con dolores crónicos completaron dicha tarea en un promedio de
28.5 segundos (dt = 9.5). Los pacientes con antecedentes de traumatismos cráneo-encefálico la
completaron en un promedio de 32.2 segundos (dt = 15.9). Las diferencias entre estas medias no
fueron estadísticamente significativas.

En la Parte B del instrumento los pacientes con cefaleas tomaron 68.8 segundos (dt =
31.3) como promedio para completarla. Los pacientes con dolor crónico completaron esta tarea en
un promedio de 68.9 segundos (dt = 23.7). Por otro lado, los pacientes con antecedentes de
traumatismo cráneo-encefálicos leves completaron la tarea en un promedio de 70.1 segundos (dt
= 20.8). Las diferencias entre estas medias tampoco fueron estadísticamente significativas.

En un estudio sobre la relación entre la pérdida de conciencia en casos de traumatismos


cráneo-encefálicos breves y los resultados de los instrumentos neuropsicológicos, Iverson, Lovell
19

y Smith (2000) le administraron el TMT a una muestra total de 195 pacientes evaluados por haber
sufrido un traumatismo cráneo-encefálico leve. La determinación del nivel del trauma fue hecha
fundamentándose en los criterios establecidos por el Congreso Americano de Medicina de la
Rehabilitación (American Congress of Rehabilitation Medicine) (1993).

Esta muestra acusó un promedio de 31.0 años (dt = 11.0) de edad, así como una media de
12.1 años (dt = 2.2) de educación. La mayoría de los pacientes incluidos (74%) eran hombres y la
mayoría (77%) había sufrido el traumatismo cráneo-encefálico en un accidente de vehículo de motor.
Se formaron tres grupos de 65 pacientes cada uno de acuerdo al criterio de haber sufrido pérdida de
conciencia (PC), no haber sufrido pérdida de conciencia (NPC) o no estar claro si habían sufrido
pérdida de conciencia (NC). No se encontraron diferencias significativas entre las medias de estos
grupos en relación a la edad o el nivel educativo.

En la Parte A del TMT, el grupo con pérdida de conciencia (PC) completó la tarea en un
tiempo promedio de 31.3 segundos (dt = 13.5). El grupo sin pérdida de conciencia (NPC) la completó
en una media de 33.1 segundos (dt = 15.3), mientras que en el grupo en el que no se estaba claro
que había sufrido pérdida de conciencia (NC) el valor medio de ejecución de la tarea fue 32.4
segundos (dt = 16.0).

La ejecución de los tres grupos de pacientes en la Parte B de este instrumento se presenta a


continuación. El grupo PC la realizó en un promedio de 75.9 segundos (dt = 38.5), el grupo NPC en
un tiempo promedio de 82.5 segundos (dt = 64.3), mientras que el grupo NC la terminó en una media
de 87.3 segundos (dt = 48.8).

Los autores compararon la ejecución de cada grupo con las normas publicadas por Heaton et
al. (1991) para este instrumento, tomando en cuenta la edad y el nivel educativo. Según estos
criterios, el 18.5% de los miembros de grupo PC cayeron por debajo del percentil 10 en la Parte A del
instrumento y el 20% del grupo por debajo del percentil 10 en la Parte B. El 20% del grupo NPC cayó
por debajo del percentil 10 tanto en la Parte A como en la Parte B. El 24% del grupo NC cayó por
debajo del percentil 10 en la Parte A y el 38% en la Parte B.

Curiosamente, no fue el grupo con pérdida de conciencia el que acusó una mayor cantidad
de participantes con ejecución por debajo del percentil 10. En este sentido, los resultados de esta
investigación señalan el efecto adverso del traumatismo cráneo-encefálico sobre las funciones
valoradas por este instrumento, pero no se discierne un efecto notable de la pérdida de conciencia.

Sherman et al. (2000) estudiaron el efecto de la depresión sobre el funcionamiento


neuropsicológico en pacientes con traumatismos cráneo-encefálicos. En el transcurso de esta
investigación, los autores llegaron a la conclusión que tanto la Parte A como la Parte B del TMT
guardan una relación con el estado de ánimo del paciente. A tal efecto, le administraron este
instrumento a una muestra de pacientes con historial de traumatismo cráneo-encefálico,
conjuntamente con el INVENTARIO MULTIFÁSICO DE PERSONALIDAD DE MINNESOTA-2
(MMPI-2; Butcher et al., 1998).

La muestra seleccionada por Sherman et al. (2000) estuvo compuesta por 84 hombres y
91 mujeres, con un total de 175 participantes. Los traumatismos cráneo-encefálicos de estos
pacientes fueron 114 leves y 61 moderados. La muestra tenía una edad promedio de 32.8 años (dt
20

= 12.7) y un nivel educativo promedio de 11.8 años (dt = 2.4). Alrededor del 95%, de los pacientes
había sufrido el traumatismo cráneo-encefálico en un accidente en la carretera. La muestra acusó
un promedio de 2.52 años (dt = 2.02) entre el traumatismo y la valoración neuropsicológica. Se
utilizó la puntuación T de 65 en la escala D (depresión) del MMPI-2, con el objetivo de determinar
si los pacientes estaban deprimidos o no.

El tiempo que le tomó a los pacientes completar la Parte A y la Parte B del TMT se
incluyó en un análisis factorial de los resultados obtenidos en los instrumentos utilizados en la
exploración neuropsicológica. Tanto la Parte A (0.82) como la Parte B (0.68) cargaron sobre un
factor que los autores denominaron atención visual y habilidad psicomotriz. Cargó también sobre
este factor el subtest de Clave de números (0.67) de la ESCALA DE INTELIGENCIA
WECHSLER PARA ADULTOS-REVISADA (WAIS-R; Wechsler, 1981).

Los autores indicaron que este factor estuvo relacionado de forma significativa (p < 0.004)
con el nivel de depresión de estos pacientes, según las puntuaciones de la escala D (depresión)
del MMPI-2. Concretamente, los pacientes con traumatismos cráneo-encefálicos leves con un
valor alto en la escala D (puntuación T > 65) tuvieron la tendencia de tener puntuaciones más
bajas en los instrumentos que componían el factor de atención visual y habilidad psicomotriz. Esto
no ocurrió con los pacientes con traumatismos cráneo-encefálicos moderados o severos.

En un estudio sobre los factores que pueden predecir la presencia de distrés en


lesionados cerebrales traumáticos, Skell et al. (2000) obtuvieron datos sobre la ejecución de una
muestra de 62 lesionados cerebrales en el TMT. De estos, el 55% (34) eran hombres y el 45%
(28) eran mujeres. La edad promedio de estos pacientes fue 34.5 años (dt = 11.9), mientras que el
nivel promedio de educación fue 12.2 años (dt = 2.4).

Aunque no se tenía información sobre la severidad del trauma sufrido por estos pacientes,
se incluyeron en la muestra solamente aquellos que fueron remitidos a evaluación
neuropsicológica como pacientes externos. El tiempo promedio transcurrido entre el trauma y la
exploración neuropsicológica fue 21.6 meses.

En la Parte A del TMT le tomó a estos pacientes una media de 35.3 segundos (dt = 16.9)
el concluir la tarea. En la Parte B, le tomó un promedio de 86.4 segundos (dt = 38.8) completar la
misma.

En un estudio sobre la utilidad clínica del TMT, Ruffolo, Guilmette y Willis (2000), compararon
la ejecución de dos grupos de pacientes con historial de traumatismos cráneo-encefálicos con la de
un grupo control. Los participantes de los dos grupos de pacientes con traumatismos cráneo-
encefálicos fueron divididos en aquellos que habían sufrido un traumatismo leve y aquellos quienes
habían sufrido un traumatismo moderado.

Los 62 pacientes del grupo con traumatismos leves fueron seleccionados según los criterios
establecidos por el Grupo Interdisciplinario de Interés Especial del Congreso Norteamericano de
Medicina de la Rehabilitación (1993), según los criterios descritos a continuación: pérdida de
conciencia, de haberla, inferior a 20 minutos, amnesia post-traumática de menos de 24 horas,
examen neurológico negativo y resultados neuro-radiológicos o neuro-fisiológicos negativos. Los 46
pacientes del grupo con traumatismo moderado excedían estos parámetros de alguna manera.
21

Se comparó la ejecución de estos pacientes en el TMT con la de un grupo control compuesto


por 49 participantes voluntarios. El promedio de edad del grupo control fue 29.1 años, con una
desviación típica de 12.1, así como un nivel educativo promedio de 14.3 años, con una desviación
típica de 1.9.

El grupo con traumatismos leves tenía una edad promedio de 35.9 años, con una desviación
típica de 13.4 y un nivel educativo promedio equivalente a 12.6 años, con una desviación típica de
2.2. Por último, el grupo de pacientes con traumatismos moderados presentaron una edad promedio
de 29.8 años, con una desviación típica de 11.4 y un nivel educativo promedio de 11.9 años, con una
desviación típica de 1.7.

Se utilizaron dos medidas del TMT, el número de errores y el tiempo para realizar la tarea. Se
describen a continuación los resultados obtenidos en la medida de tiempo en segundos para realizar
la tarea. En la Parte A del TMT, los pacientes del grupo de control obtuvieron un promedio de 26.6
segundos, con una desviación típica de 7.9. Por el contrario, el promedio del grupo de pacientes con
traumatismos leves fue de 39.5 segundos, con una desviación típica de 17.7. El grupo de pacientes
con traumatismos moderados obtuvo un promedio de 39.6 segundos, con una desviación típica de
31.5.

En la Parte B de este instrumento, los participantes del grupo control obtuvieron un promedio
de 57.2 segundos, con una desviación típica de 17.2, mientras que los pacientes del grupo con
traumatismos leves obtuvieron un promedio de 84.6 segundos, con una desviación típica de 42.1.
Finalmente, el grupo de pacientes con traumatismos moderados obtuvo realizó la tarea en un
promedio de 90.3 segundos, con una desviación típica de 41.0.

Los resultados obtenidos por Ruffolo, Guilmette y Willis (2000) resaltan la utilidad del TMT en
el proceso diagnóstico de pacientes con secuelas neurocognitivas producto de traumatismos cráneo-
encefálicos. En ambas partes del instrumento, las puntuaciones promedio en términos de tiempo de
ejecución del grupo de control estuvieron por debajo de las de los dos grupos de pacientes, así como
de la puntuaciones de corte de 41 y 91 segundos respectivamente sugeridas originalmente por Reitan
(Reitan, 1955).

Los resultados de ambos grupos de pacientes en ambas partes del procedimiento se acercan
a las puntuaciones de corte señaladas con anterioridad. Es interesante notar que los criterios de
diferenciación entre traumatismos leves y moderados utilizados en esta investigación no fueron
capaces de predecir la ejecución de ambos tipos de pacientes en el TMT.

El TMT fue utilizado por Verger et al. (2001) para determinar la presencia de secuelas
neuropsicológicas asociadas con traumatismos cráneo-encefálicos sufridos en edad temprana. A
tal efecto, estos autores estudiaron una muestra de 17 niños y 2 niñas con antecedentes de haber
sufrido un traumatismo cráneo-encefálico. La edad promedio en la cual estos pacientes sufrieron
dicho traumatismo fue 8.58 años (dt = 3.72). La edad promedio de este grupo fue 18.11 años (dt =
2.85). El tiempo promedio trascurrido entre el traumatismo y la exploración neuropsicológica fue
9.42 años (dt = 1.98).
22

El tiempo promedio que les tomó a la muestra de pacientes con historial de traumatismo
cráneo-encefálico completar la Parte A del TMT fue 45.0 segundos (dt = 21.96). El grupo de
controles saludables pudo completar esta tarea en un promedio de 34. 05 segundos (dt = 9.6). De
acuerdo a los autores de esta investigación, la diferencia entre estas medias fue significativa al
nivel de p = 0.027.

La Parte B de este instrumento fue completada por los pacientes con antecedentes de
traumatismo cráneo-encefálico en un promedio de 100.57 segundos (dt = 73.0), mientras que los
controles saludables la completaron en un promedio de 77.89 segundos (dt = 32.0). Aunque los
autores de esta investigación indican que la diferencia entre estas medias no fue significativa a
nivel estadístico, ciertamente la magnitud de la diferencia sugiere que los pacientes con
antecedentes de traumatismos cráneo-encefálicos son mucho más lentos en completar la Parte B
de este instrumento.

Johnstone et al. (2003) estudiaron la capacidad predictiva de una batería de instrumentos


neuropsicológicos administrada a un grupo de pacientes quienes habían sufrido traumatismos cráneo-
encefálicos en relación al éxito en un programa estatal de rehabilitación vocacional. Dentro de los
tests seleccionados en la batería administrada a estos pacientes se encontraba el TMT. La muestra
seleccionada tenía un promedio de tiempo entre el trauma y el momento de la evaluación de 9.2
años. El grado de severidad del trauma fue referido por los pacientes en términos de pérdida de
conciencia y amnesia post-traumática. Estos valores estaban muy dispersos, fluctuando entre 10
minutos y 144 horas y 2 minutos y 720 horas respectivamente.

La muestra de participantes quienes fueron examinados con el TMT fue de 78. La edad
promedio de la muestra fue 36.7 años, con una desviación típica de 10.8 años. El nivel educativo fue
de una media de 11.8 años y una desviación típica de 2.2 años. En términos de la composición por
sexo, el 71% de los participantes eran hombres y el 29% mujeres.

Se utilizó el tiempo que tomó completar la Parte A y la Parte B de este instrumento con el fin
de derivar la puntuación del mismo. El tiempo promedio utilizado en completar la Parte A fue de 46.8
segundos, con una desviación típica de 28.1 segundos. En la Parte B, el promedio fue de 121.8
segundos, con una desviación típica de 71.8 segundos. Estos valores están claramente sobre las
puntuaciones de corte de 41 y 91 segundos utilizados respectivamente en las dos partes de este
instrumento.

Hasta qué punto la involucración en un litigio en relación a las condiciones que han
llevado a un paciente a sufrir un traumatismo cráneo-encefálico, constituyen una motivación de
ganancia secundaria para exagerar los problemas neuropsicológicos, fue explorada por Reitan y
Wolfson (1996). Estos autores estudiaron dos muestras de 20 pacientes cada una, quienes habían
sufrido un traumatismo cráneo-encefálico.

La primera muestra de 20 pacientes, no involucrados en un litigio, tenían una edad


promedio de 29.65 años (dt = 14.91), con un nivel educativo promedio de 12.30 años (dt = 2.23).
Por el contrario, el grupo de 20 pacientes envueltos en litigio tenían una edad promedio de 41.85
años (dt = 10.19) y un nivel promedio de escolaridad de13.95 (dt = 2.84). Estos autores indicaron
que la diferencia entre la variable de edad entre estos dos grupos fue significativa al nivel de p <
0.01.
23

Se les administró la Parte B del TMT a estos pacientes en dos ocasiones diferentes. El
grupo involucrado en litigio tuvo un intervalo promedio de 12.00 meses entre las administraciones
de este instrumento, mientras que el valor correspondiente en el grupo no involucrado en litigio fue
14.45 meses. La diferencia entre estos valores no fue significativa.

Los pacientes no involucrados en un proceso de litigio realizaron la Parte B del TMT en


un tiempo promedio de 109.00 segundos (dt = 63.91). En la segunda ocasión, realizaron la tarea
en un promedio de 89.40 segundos (dt = 53.76). De acuerdo a los autores, la diferencia entre
estas medias no fue significativa.

Por el contrario, los pacientes involucrados en litigio realizaron la Parte B del TMT en un
tiempo promedio 118.25 segundos (dt = 64.55). En la segunda administración del instrumento,
este fue completado en un promedio de 153.50 segundos (dt = 79.94). Aunque la diferencia entre
estas dos medias fue amplia, los autores no indicaron si fue significativa o no a nivel estadístico.

Es interesante notar que los valores obtenidos por ambos grupos en la exploración inicial
no difieren notablemente. Sin embargo, al pasar de un año, aproximadamente, los pacientes
involucrados en litigio realizan la tarea en un tiempo notablemente más lento. No se puede
determinar, a partir de los hallazgos, si en efecto existe una motivación para ejecutar más
pobremente la tarea, vinculada a la presencia del litigio, dado que estos grupos difieren
significativamente en edad.

Pudiese ser, que una mayor edad ponga en mayor riesgo al paciente a sufrir alguna forma
de deterioro en su funciones corticales superiores con el pasar del tiempo, a partir de haber sufrido
un traumatismo cráneo-encefálico.

En una investigación en la cual se exploró la presencia de déficits específicos en la


memoria en pacientes que habían sufrido un traumatismo cráneo-encefálico. Vanderploeg et al.
(2001) utilizaron, entre los instrumentos administrados a la muestra seleccionada, el TMT. Estos
autores exploraron una muestra de 269 veteranos o militares norteamericanos que habían sufrido
traumatismos cráneo-encefálicos. La mayoría de estos participantes habían sufrido el traumatismo
como resultado de un accidente vehicular (71%) en un periodo de tiempo entre 1 y 6 meses (55%)
antes de ser valorados neuropsicológicamente.

La media de edad de esta muestra fue 28.9 años, con una desviación típica de 10.7. La
mayoría de los participantes de esta investigación habían cursado más de 12 años de educación,
incluyendo algunos cursos universitarios (80%). La mayoría eran hombres (94%) y el tipo de
trauma sufrido fue cerrado (99%).

En la Parte A de este instrumento, el tiempo promedio para completar la tarea fue 40.32
segundos, con una desviación típica de 21.83. En la Parte B, el tiempo promedio necesario para
terminar dicha tarea fue 106.13 segundos, con una desviación típica de 76.44. Se hace notar que
mientras que el promedio de tiempo utilizado por esta muestra para completar la Parte A del
instrumento se acerca a la puntuación de corte establecida por Reitan (1958) para dicho
procedimiento, la ejecución de la Parte B está muy por encima de la puntuación de corte de 91
segundos establecida por dicho autor para este instrumento. Es decir, mientras que la ejecución
24

de la Parte A estaba de leve a moderadamente por encima de lo esperado, la ejecución de la


Parte B estaba francamente comprometida.

En un esfuerzo por diferenciar la ejecución de pacientes y de sujetos que


conscientemente fingían déficit neurocognitivo, Haines y Norris (2001) le administraron el TMT a
una muestra de 20 controles saludables quienes habían sido reclutados como voluntarios en un
hospital de veteranos y 20 pacientes con historial de traumatismos cráneo-encefálicos leves.

Los 20 controles saludables reclutados como voluntarios tenían una edad promedio de
41.65 años (dt = 7.62) y un nivel educativo promedio equivalente a 12.05 años de instrucción
formal (dt = 1.15). Los 20 pacientes pertenecientes al grupo con historial de traumatismos cráneo-
encefálicos leves presentaron una edad promedio de 37.85 años (dt = 8.48) y un nivel de
educación formal promedio equivalente a 11.40 años (dt = 1.31).

En la Parte A de este instrumento, los controles saludables realizaron la tarea en un


promedio de 35.90 segundos (dt = 12.40). Los participantes pertenecientes al grupo de pacientes
con historial de traumatismo cráneo-encefálico realizaron esta tarea en un promedio de 36.15
segundos (dt = 8.76). La diferencia entre estas medias no fue estadísticamente significativa.

La Parte B del TMT fue completada en un promedio de 59.40 segundos (dt = 22.88) por el
grupo de controles saludables. Los pacientes con historial de traumatismos cráneo-encefálicos
leves completaron la tarea en un promedio de 70.05 segundos (dt = 25.32). De acuerdo a los
autores la diferencia entre estas medias no fue significativa.

Según los resultados obtenidos en esta investigación, la velocidad de procesamiento de


información valorados por el TMT no se ven afectados de forma significativa por la presencia de
un traumatismo cráneo-encefálico leve cuando los controles saludables fueron instruidos a que
fingiesen impedimento neurocognitivo.

Trastornos neurológicos varios

En una investigación sobre la validez de constructo del TEST DE CATEGORIAS DE


HALSTEAD (HCT; Halstead, 1947; Reitan y Wolfson, 1993a), Johnstone, Holland y Hewett (1997)
incluyeron, además, el TMT dentro de la batería utilizada en la validación de dicho instrumento.
Fueron incluidos en esta investigación 308 pacientes quienes habían sido referidos a evaluación
neuropsicológica a través de un periodo de 4 años al laboratorio neuropsicológico del
departamento de medicina física y rehabilitación de una universidad norteamericana. La edad
promedio de este grupo fue 32.55 años (dt = 11.93). Su nivel educativo promedio fue 12.50 años
(dt = 2.40). Ciento noventa y siete participantes de este grupo fueron hombres y 111 fueron
mujeres.

Estos pacientes habían sido referidos por presentar sospecha de disfunciones


neurológicas. Dentro de los diagnósticos incluidos en el referimiento de esta muestra se
encontraban: traumatismos cráneo encefálicos (128), accidentes vasculares cerebrales (16),
abuso de sustancias (14), trastornos convulsivos (11), demencia progresiva del tipo Alzheimer (2),
neoplasmas cerebrales (2), traumatismos cráneo encefálicos con abuso de sustancias (44),
traumatismos cráneo encefálicos acompañados de convulsiones (21), traumatismos cráneo
25

encefálicos con abuso de sustancias y presencia de convulsiones (1), abuso de sustancias y


convulsiones (1), accidentes cerebrales vasculares con abuso de sustancias (1), accidentes
cerebro vasculares con abuso de sustancia y convulsiones (1), asًí como otros diagnósticos varios
(58).

El tiempo promedio que necesitó esta muestra para completar la Parte A del TMT fue
37.57 segundos (dt = 19.81). En la Parte B, el tiempo necesario promedio para completar la misma
fue 93.13 segundos (dt = 46.61). La Parte A de este instrumento estuvo altamente correlacionada
con los subtests III, IV, V, VI y VII del HCT. La Parte B del instrumento estuvo altamente
correlacionada con todos los subtests del HCT.

Es evidente que una población en la que se sospechan disfunciones neurológicas y por


ende manifestaciones neurocognitivas de las mismas, se obtienen puntuaciones promedio en este
instrumento que se acercan, en el caso a la Parte A o rebasan, como es el caso de la Parte B, las
puntuaciones de corte de 41 segundos y 91 segundos ofrecidas por Reitan para este instrumento
(Reitan, 1958). También es importante notar que tanto la Parte A como la Parte B de este
instrumento están altamente correlacionadas con el HCT y que, por lo tanto, es muy probable que
exista una combinación de factores de atención y funciones ejecutivas en ambas tareas,
particularmente en la Parte B del TMT.

Hidrocéfalo y espina bífida

Los cambios neurocognitivos que pueden ocurrir después que se implanta un drenaje de
liquido cefalorraquídeo en pacientes jóvenes que sufren de espina bífida fue investigado por
Mataró et al. (2000) en un estudio llevado a cabo en España. Estos investigadores examinaron 23
pacientes a quienes se les insertó un drenaje para aliviar la presión dentro del cuadro de
hidrocefalia. El grupo de 23 pacientes estuvo compuesto por 12 hombres y 11 mujeres, y su edad
promedio fue 22.52 años (dt = 6.52). El nivel educativo promedio de este grupo fue 10.87 años (dt
= 3.5).

La ejecución de estos pacientes en el TMT fue comparada con la de un grupo de 23


controles saludables, de los cuales 12 eran hombres y 11 eran mujeres. La edad promedio de este
grupo fue 21.61 años (dt = 6.15) y su nivel educativo promedio fue 11.70 años (dt = 2.12).

El tiempo necesitado por el grupo de pacientes para completar la Parte A del TMT antes
de la inserción del drenaje fue 81.39 segundos (dt = 36.68). El valor correspondiente a la misma
medida tomada en la fase post operativa fue 79.43 segundos (dt = 43.59). Los controles
saludables realizaron esta tarea en un tiempo promedio de 39.35 segundos (dt = 10.90). Según los
autores de esta investigación, la diferencia entre la ejecución del grupo control y la del grupo de
pacientes, tanto antes y después de la operación fue altamente significativa (p < 0.001).

La Parte B del instrumento fue completada en un promedio de 169.70 segundos (dt =


76.29) por los pacientes en la fase pre-operativa. En la fase post-operativa la tarea fue completada
en un promedio de 144.96 segundos (dt = 73.29). Los controles saludables completaron esta tarea
en un promedio de 75.61 segundos (dt = 17.31). Los autores indicaron que la ejecución del grupo
de controles estuvo significativamente por debajo del grupo de pacientes en ambas instancias. Sin
26

embargo, entre la fase pre-operativa y post-operativa los pacientes mostraron un cambio


significativo a nivel estadístico, reduciendo drásticamente el tiempo de ejecución de esta tarea.

Es interesante notar que los procesos de atención y de funciones ejecutivas valorados pro
el TMT se ven afectados por la presencia del hidrocéfalo, aunque solo se vea una diferencia en
términos de la inserción del drenaje en las funciones ejecutivas mediadas por la Parte B del
mismo.

Síndrome del lóbulo frontal

La capacidad de los instrumentos neuropsicológicos para reflejar diferencialmente el


funcionamiento cortical en términos del parámetro de doble disociación de funciones es
sumamente importante en la aplicación clínica de los resultados de los mismos. En un estudio
llevado a cabo en Francia sobre funciones complejas de los lóbulos frontales, Allain et al. (2001)
estudiaron las diferencias de ejecución del TMT en una muestra de pacientes con lesiones
frontales, otras lesiones posteriores y una muestra de controles saludables.

Estos autores examinaron 30 pacientes con lesiones frontales (PF), 9 de los cuales las
tenían localizadas en el hemisferio derecho y 19 en el izquierdo. Otros 11 pacientes tenían
lesiones bilaterales del lóbulo frontal. Las causas de las lesiones fueron vasculares en 10
pacientes, neoplásicas en 8 pacientes, traumáticas en 11 pacientes, o infecciones en 1 paciente.
Hubo un promedio de 13.8 semanas entre la lesión y la exploración neuropsicológica.

La muestra de pacientes con lesiones posteriores (CP) estuvo compuesta por 14


participantes de los cuales 4 tenían lesiones vasculares que les afectaban las regiones temporales
y parietales izquierdas, 3 pacientes sufrieron afectaciones de estas regiones en el hemisferio
derecho, 5 pacientes tenían afectaciones posteriores por trauma, uno por intervención quirúrgica
y otro por anoxia. Se incluyeron 30 controles saludables (CS) sin historial de afectaciones
neurológicas.

La media de edad del grupo PF fue 42.5 años (dt = 14.0), con un nivel educativo promedio
de 9.8 años (dt = 2.8). El grupo CP acusó una edad promedio de 41.5 años (dt = 14.0), mientras
que el grupo CS tenía una media de 41.1 años (dt = 12.5). Su nivel medio de educación fue 10.4
años (dt = 2.1).

El grupo PF realizó la Parte A del TMT en un tiempo promedio de 117.3 segundos (dt =
56.9), mientras que el grupo CP la realizó en un tiempo promedio de 98.2 segundos (dt = 89.5). En
la Parte B de este instrumento, el valor medio del grupo PF fue 213.4 segundos (dt = 151.5) y en
el grupo CP fue 160.4 (dt = 141.9).

En primer lugar, cabe notar que la ejecución de ambos grupos en ambas partes del
instrumento es sumamente lenta e indica que no importa donde se ubique la lesión, la ejecución
del TMT va a ser sensitiva a la misma. En segundo lugar, aunque los autores indicaron que las
diferencias entre medias de ambos grupos no eran estadísticamente significativas
estadísticamente, la magnitud de las diferencias es tal que es difícil no concluir que la patología
frontal afecta de forma selectiva la ejecución de ambas partes.
27

Enfermedad de Alzheimer y demencias relacionadas

Furey-Kurkjian et al. (1996) estudiaron dos grupos de pacientes con la enfermedad de


Alzheimer quienes diferían por uno de ellos presentar trastornos visuales, conjuntamente con el
resto de la sintomatología asociada con dicha condición. Participaron también esta investigación
25 controles saludables quienes presentaron una edad promedio de 65 años (dt = 8), con un nivel
promedio de 16 años (dt = 3) de educación formal. Fueron incluidos 22 pacientes diagnosticados
con la enfermedad de Alzheimer a nivel probable quienes presentaron una edad promedio de 67
años (dt = 9). Su nivel educativo promedio fue 16 años (dt = 3) y habían padecido la enfermedad
desde la edad promedio de 60 años (dt = 7).

Se incluyó, además, un grupo de 10 pacientes quienes presentaban también un


diagnóstico de enfermedad de Alzheimer, conjuntamente con la presencia de diversos tipos de
trastornos visuales. La edad promedio de este grupo fue 64 años (dt = 5), y su nivel educativo
promedio fue también 16 años (dt = 3). La edad promedio en que estos pacientes empezaron a
sufrir de esta enfermedad fue desde los 59 años (dt = 5).

Se les administró a todos los participantes de esta investigación el TMT. Los controles
saludables fueron capaces de completar la Parte A de este instrumento en un promedio de 35.2
segundos (dt = 12.3), mientras que los pacientes con enfermedad de Alzheimer sin trastornos
visuales fueron capaces de completarla en un promedio de 164.1 segundos (dt = 115.3). Los
pacientes con la variante visual de la enfermedad de Alzheimer completaron la tarea en un
promedio de 235.3 segundos (dt = 110.3).

En la Parte B de este instrumento, la tarea fue completada en un promedio de 71.0


segundos (dt = 24.2) por los controles saludables, en un promedio de 345.3 segundos (dt = 143.9)
por los pacientes con enfermedad de Alzheimer sin trastornos visuales y en un promedio de 494.0
segundos (dt = 12.1) en los pacientes con la variante visual de la enfermedad de Alzheimer.

Es evidente que ambos grupos de pacientes con la enfermedad de Alzheimer difirieron


significativamente de los controles saludables en la ejecución de ambas partes de este
instrumento. Aunque las diferencias entre los dos grupos de pacientes con la enfermedad no
fueron descritas como significativas, la magnitud de la diferencia en la ejecución entre ambos
grupos es tal que, clínicamente, puede ser interpretada como que los pacientes con la variante
visual de la enfermedad de Alzheimer tienen mucha mayor dificultad en completar las dos tareas
incluidas en el TMT, que los que no presentan los mismos tipos de trastornos visuales.

Bondi et al. (1999) exploraron la posible presencia de disfunciones neuropsicológicas


relacionadas con el genotipo de la Apolipoproteína E para la detección preclínica de la
enfermedad de Alzheimer. Estos autores incluyeron una muestra de 43 pacientes quienes habían
sido encontrados ser positivos en relación a la presencia del genotipo de la Apolipoproteína E. La
edad promedio fue 68.4 años (dt = 8.9), con un promedio de 15.1 años de educación formal (dt =
3.2). La puntuación promedio obtenida por estos pacientes en el MINI-EXAMEN DE ESTADO
MENTAL (MMSE; Folstein, Folstein y McHugh, 1975) fue 29.1 (dt = 1.0).

Participaron en esta investigación 90 pacientes quienes habían sido identificados como


negativos en relación a la presencia del genotipo de la Apolipoproteína E. La edad promedio fue
28

70.0 años (dt = 8.7) y su nivel promedio educativo de 14.9 años (dt = 3.7). La puntuación promedio
de este grupo en el MMSE fue 29.2 (dt = 0.9).

Se les administró a estos participantes el TMT como parte de una batería más amplia de
instrumentos neuropsicológicos. El tiempo promedio que le tomó al grupo de pacientes positivos
en relación a la presencia de Apolipoproteína E completar la Parte A de este instrumento fue 46.6
segundos (dt = 13.8). Los participantes sin el genotipo de la Apolipoproteína E completaron esta
tarea en un promedio de 43.4 segundos (dt = 16.8).

En la Parte B de este instrumento, los pacientes positivos en relación a la presencia de


Apolipoproteína E completaron la tarea en un promedio de 91.0 segundos (dt = 35.8), mientras
que los participantes sin el genotipo de la Apolipoproteína E completaron esta tarea en un
promedio de 100.3 segundos (dt = 38.6). La diferencia entre las medias tampoco fue significativa,
según los autores de esta investigación.

Es evidente, a partir de los resultados de esta investigación, que las habilidades valoradas
por medio del TMT no fueron capaces de detectar la presencia de impedimentos en pacientes en
riesgo de presentar la enfermedad de Alzheimer dentro de un cuadro preclínico de la misma. Esto
incluyó las funciones de atención y valoradas por la Parte A de este instrumento, así como las
funciones ejecutivas y de secuenciación valoradas por la Parte B del mismo.

En otro estudio con pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA), Bondi et al. (2002)
describieron las inter-correlaciones entre diferentes instrumentos neuropsicológicos. El grupo de 59
pacientes con enfermedad de Alzheimer fue dividido en tres, según la severidad de presentación de
los síntomas de demencia: EA muy leve, EA leve y EA moderada. A continuación se ofrecen los
promedios de edad de cada uno de los grupos en años: EA muy leve (Media = 73.50; dt = 6.97), EA
leve (Media = 73.50; dt = 5.76) y EA moderada (Media = 72.10; dt = 8.41). Se incluyó un grupo de 51
controles saludables cuya media de edad fue de 73.40 años (dt = 7.43). Los niveles medios de
escolaridad de todos los participantes fluctuaron alrededor de los 12 a 13 años.

Aunque en este estudio, Bondi et al. (2002) presentaron solamente las estadísticas
descriptivas y las diferencias entre medias en el TEST DE COLORES Y PALABRAS DE STROOP
(SCWT; Golden, 2002; Golden y Freshwater, 2001), indicaron también que la Parte A cargó,
conjuntamente con las diferentes condiciones de administración del SCWT y los subtests de Clave de
números y Cubos del WAIS-R, sobre un factor caracterizado por un alto componente de habilidades
relacionadas con la velocidad en el procesamiento visual y la secuenciación viso-motriz en los
pacientes con enfermedad de Alzheimer.

En los controles saludables, se encontraron fundamentalmente las mismas relaciones,


excepto que, tanto la Parte A, como la Parte B del TMT cargaron sobre este factor. En los pacientes
con EA, por el contrario, la Parte B de este instrumento cargó, aunque con un valor algo más
modesto, sobre otro factor que los autores denominaron funciones ejecutivas, conjuntamente con el
número de categorías alcanzadas y el número de errores de perseveración del TEST DE
CLASIFICACION DE TARJETAS DE WISCONSIN (WCST; Berg, 1948; Grant y Berg, 1948; Heaton
et al., 1993, 2001).
29

Como parte de un estudio sobre factores incidentales en la memoria semántica de pacientes


con demencia producida por la enfermedad de Alzheimer, Johnson, Storandt y Ballota (2003) le
administraron la Parte A del TMT a una muestra de 47 controles sin demencia (13 hombres y 34
mujeres), cuya edad promedio fue de 73.45 años con una desviación típica de 11.13.

Se le aplicó también este instrumento a un grupo de 31 pacientes diagnosticados con


demencia muy leve. La edad promedio de este grupo fue de 73.63 años, con una desviación típica de
8.26. Por último, se valoró un tercer grupo de 39 pacientes diagnosticados con demencia leve. Este
grupo tenía una edad promedio de 71.60 años, con una desviación típica de 7.89.

Los diagnósticos de ausencia de demencia, demencia muy leve y demencia leve fueron
hechos sobre las bases de los resultados obtenidos en el instrumento diseñado por Morris (1993).
Según Johnson, Storandt y Ballota (2003), este instrumento valora las siguientes áreas: memoria,
orientación, juicio y resolución de problemas, comunidad, hogar y pasatiempos y cuidado personal. Se
obtiene una puntuación global, la cual se utilizó en la clasificación de los participantes.

En términos de nivel educativo, los participantes no demenciados tenían en general un año


más de educación que los demenciados, aunque los dos grupos de pacientes tenían niveles
educativos similares. Los participantes no demenciados oscilaban entre 12 y 13 años de educación,
mientras que los demenciados oscilaron entre 11 y 12 años.

Los resultados obtenidos por los participantes sin demencia en la Parte A del TMT fueron una
media de 51.47 segundos, con una desviación típica de 29.27. Los resultados obtenidos por los
pacientes con demencia muy leve fueron una media de 73.23 y una desviación típica de 38.30,
mientras que en los pacientes con demencia leve, los valores correspondientes fueron 120.41 y
50.61, respectivamente.

Los hallazgos de la presente investigación validan, una vez más, la utilidad del TMT en el
diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. Este instrumento no solo fue sensitivo a la presencia de
la condición, si no también al grado de déficit en diversas áreas de conducta adaptativa que
caracteriza a la misma.

Enfermedad de Parkinson y demencias relacionadas

El uso de la neurocirugía para tratar los problemas motores asociados con la enfermedad
de Parkinson ha tenido un aumento en los últimos años. Saint-Cyr et al. (2000), sin embargo, han
señalado que el uso de este tipo de procedimiento tiene un efecto adverso sobre las funciones
corticales superiores de los pacientes intervenidos. Concretamente, estos autores llevaron a cabo
un estudio en relación al efecto del procedimiento de estimulación profunda cerebral del núcleo
sub-talámico sobre diferentes funciones cognitivas.

En esta investigación, los autores seleccionaron el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan


1958; Reitan y Wolfson, 1993a) dentro de la batería de instrumentos seleccionados en la
exploración de un grupo de 11 pacientes con enfermedad de Parkinson menores de 69 años, a
quienes se les practicó el procedimiento de estimulación profunda cerebral del núcleo sub-
talámico.
30

La edad promedio de este grupo fue 66.5 años, con una desviación típica de 7.9. El nivel
educativo promedio de esta muestra fue 14.5, con una desviación típica de 4.5. El promedio de
duración de la enfermedad fue 14.7 años, con una desviación típica de 3.3.

En la fase pre-operativa, este grupo (9) realizó la Parte A del TMT en un promedio de 56.0
segundos, con una desviación típica de 21.4. En la exploración post-operativa, el tiempo
promedio en la Parte A fue 92.1 segundos, con una desviación típica de 94.3. En la Parte B, el
tiempo pre-operativo promedio fue de 101.2 segundos, con una desviación típica de 39.3. El
promedio de tiempo post-operativo fue 136.0 segundos, con una desviación típica de 35.1.

Saint-Cyr et al. (2000) estudiaron también una muestra de 6 pacientes mayores de 69


años. La edad promedio de este grupo fue 72.5 años, con una desviación típica de 2.3. Su
promedio de educación fue 16.3 años, con una desviación típica de 2.6 y habían padecido la
enfermedad por un promedio de 16.2 años, con una desviación típica de 3.5.

Antes de la operación, este grupo fue capaz de realizar la Parte A de este instrumento en
un promedio de 62.2 segundos, con una desviación típica de 26.0. Posterior a la operación, el
promedio aumentó a 115.3, con una desviación típica de 119. La Parte B fue completada por 5 de
estos pacientes en un promedio de 102.2 segundos, con una desviación típica de 38.6, antes de la
operación. Posterior a la misma, el tiempo promedio fue 139.8, con una desviación típica de 34.0.

Tanto los procesos de atención mediados por la Parte A del TMT, como los de funciones
ejecutivas mediados por la Parte B del mismo, parecen estar afectados por la intervención por
medio de estimulación profunda cerebral del núcleo sub-talámico en pacientes con enfermedad de
Parkinson. Cabe notar que, en ambos grupos de pacientes, las medidas de procesos motrices
incluidas en la batería de instrumentos neuropsicológicos usada en esta exploración mostraron
mejoría, aunque no necesariamente significativa a nivel estadístico.

La capacidad de los tests neuropsicológicos para reflejar el estado general del cerebro y
responder a diferentes condiciones de funcionamiento cerebral fue investigada por Jahanshahi et al.
(2000) cuando sometieron a una muestra de pacientes con enfermedad de Parkinson a estimulación
profunda de las estructuras cerebrales. A tal efecto, estos autores le administraron el TMT a 13
pacientes (10 hombres y 3 mujeres) con un diagnóstico clínico de enfermedad de Parkinson. El
criterio para la determinación del diagnóstico de enfermedad de Parkinson se basó en la presencia de
dos o tres de los síntomas cardinales de la enfermedad de Parkinson: temblores, bradicinesia y
rigidez. Se utilizó, además, como criterio la respuesta a la levadopa.

La edad promedio de esta muestra fue 52.8 años (dt = 4.9), con una duración promedio de la
enfermedad de 15.1 años (dt = 4.8). A siete de estos pacientes se les implantaron electrodos
bilaterales en el núcleo sub-talámico (NST) y a seis se les implantaron electrodos bilaterales en el
globo pálido (GPi). Ambos grupos de pacientes fueron sometidos a una valoración neuropsicológica
bajo estimulación eléctrica y sin estimulación eléctrica.

Los siete pacientes que recibieron estimulación bilateral del NST ejecutaron la Parte A del
TMT en un tiempo promedio de 64.8 segundos (dt = 25.6) y la Parte B en 158.5 segundos (dt = 64.5)
en ausencia de la misma. Sin embargo, en presencia de la estimulación eléctrica del NST estos
31

mismos pacientes realizaron la Parte A de este instrumento en un promedio de 40.5 segundos (dt =
19.6) y la Parte B en 80.5 segundos (dt = 5.8).

Los seis pacientes que recibieron estimulación bilateral en el GPi realizaron la Parte A de
este procedimiento en 54.1 segundos (dt = 15.8) y la Parte B en 125.1 segundos (dt = 49.6) en
ausencia de la estimulación, mientras que en presencia de la misma realizaron la Parte A en 45.1
segundos (dt = 15.8) y la Parte B en 107.7 segundos (dt = 55.0).

Los resultados obtenidos por ambos grupos en ausencia de la estimulación eléctrica están
muy por encima de los valores de corte de 41 y 91 segundos respectivamente utilizados en el TMT,
mientras que en presencia de la estimulación eléctrica bilateral, los resultados obtenidos por estos
pacientes se acercaron consistentemente a estos valores. En este sentido, se confirma la sensitividad
del TMT al estado general de funcionamiento cerebral y su valor como indicador de organicidad.

En una investigación sobre el funcionamiento neurocognitivo de pacientes con


enfermedad de Alzheimer y pacientes con enfermedad de Parkinson, Demakis et al. (2001)
compararon la ejecución de dos grupos de pacientes cada uno de los cuales representaba una de
las condiciones mencionadas anteriormente en una batería de instrumentos neuropsicológicos.
Aunque el propósito inicial de esta investigación fue el de determinar la capacidad del aprendizaje
incidental en el subtest de Clave de números del WAIS-R para discriminar entre estos dos grupos
de pacientes, se utilizó, además, una batería de instrumentos neuropsicológicos, la cual incluyó el
TMT.

Los 37 pacientes con enfermedad de Alzheimer incluidos en esta investigación


presentaron una edad promedio de 71.8 años (dt = 8.7) y su nivel educativo promedio fue 13.6
años (dt = 3.2). Los 21 pacientes diagnosticados con la enfermedad de Parkinson que
participaron en este estudio presentaron una edad promedio de 68.7 años (dt = 9.7) y un nivel
educativo promedio de 14.5 años (dt = 3.5). Le tomó a la muestra de pacientes con enfermedad de
Alzheimer un promedio de 84.0 segundos (dt = 51.0) completar la Parte A de este instrumento.
Los pacientes con enfermedad de Parkinson la completaron en un promedio de 87.4 segundos (dt
= 48.9).

En la Parte B de este instrumento, los pacientes con enfermedad de Alzheimer


necesitaron un promedio de 203.9 segundos (dt = 88.0) para completar la misma. Los pacientes
con enfermedad de Parkinson completaron la Parte A del TMT en un promedio de 176.9 segundos
(dt = 90.9).

De acuerdo a los autores de esta investigación, las diferencias obtenidas entre ambos
grupos en ambas partes de este instrumento no fueron significativas estadísticamente. Es
interesante notar que, aunque los pacientes con enfermedad de Parkinson debiesen tener una
ejecución peor en este instrumento debido a la involucración motora que habitualmente presentan,
no fue necesariamente así. Parece que la disfunción cognitiva que acarrean ambas enfermedades
es similar y prevaleció en la ejecución de esta tarea.

Enfermedad de Huntington y demencias de origen genético


32

Hasta qué punto las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Huntington se asocian


con un deterioro neurocognitivo fue investigado por Arango-Lasprilla et al. (2003) en una muestra
de participantes de Antioquia, Colombia. Se escogieron 33 participantes quienes pertenecían a
familias en las que se había manifestado dicha enfermedad. De estos, 18 participantes (10
hombres y 8 mujeres), con una edad promedio de 51.72 años (dt = 10.57), habían sido
diagnosticados con la presencia de síntomas de la enfermedad en lo que se describió como un
estadio inicial de la misma.

Otro grupo de 15 participantes (7 hombres y 8 mujeres) sanos, con una edad promedio de
35.60 años (dt = 10.99), quienes se determinó estar en riesgo de sufrir la enfermedad por
pertenecer a familias que la habían manifestado, también fueron incluidos en esta investigación.

Se les administró a todos los participantes de este estudio la Parte A del TMT. El tiempo
promedio necesitado por el grupo de pacientes con la enfermedad de Huntington para completar
esta tarea fue 239.33 segundos (dt = 59.74). Por el contrario, los participantes, en riesgo de
padecer la enfermedad, pero sin síntomas de la misma la completaron en un tiempo promedio de
56.73 segundos (dt = 24.59).

La diferencia entre estas medias fue caracterizada por los autores como significativa, con
un valor asociado de p < 0.001. Es decir, las funciones viso-espaciales y de atención mediadas
por esta tarea se ven claramente afectadas por la presencia de la enfermedad, no siendo esto
igual en pacientes quienes tienen riesgo de padecer la misma, pero quienes no han presentado
todavía la sintomatología de la enfermedad.

Witjes-Ané et al. (2003) estudiaron una muestra de 124 personas quienes habían sido
identificados como estar en riesgo de padecer la enfermedad de Huntington. De esta muestra, 46
participantes fueron identificados como portadores del gen de dicha enfermedad, mientras que 88
fueron identificados como no portadores de dicho gen. La edad promedio de los portadores del
gen de la enfermedad de Huntington fue 39 años, y los valores obtenidos oscilaron entre los 21 y
los 66 años.

Los participantes en quienes no se había identificado la presencia de dicho gen acusaron


una edad promedio de 42 años, con valores que oscilaron entre18 y los 64 años. Finalmente, la
gran mayoría (91%) de los participantes portadores del gen había cursado más de 12 años de
educación formal, mientras que, de igual manera, el 94% de los no portadores también habían
cursado más de 12 años de educación formal.

El tiempo requerido por los portadores del gen de la enfermedad de Huntington para
completar la Parte A del TMT fue 42.0 segundos (dt = 18.0). Los no portadores de dicha
enfermedad completaron la tarea en 33.0 segundos (dt = 10.0). Los autores de esta investigación
indicaron que la diferencia entre estas medias era significativa al nivel de p = 0.002.

En la Parte B, los portadores del gen de la enfermedad de Huntington completaron la


tarea en un promedio de 69.0 segundos (dt = 34.0), mientras que los no portadores de dicho gen
la completaron en un promedio de 54.0 segundos (dt = 19.0). La diferencia entre estas medias fue
estadísticamente significativa al nivel de p = 0.008.
33

Los resultados de esta investigación demostraron de forma clara la sensibilidad del TMT
para identificar lo que parecería ser un patrón de desliz cognitivo sutil que se va evidenciando, aún
en el nivel preclínico de la enfermedad de Huntington, en aquellas personas en riesgo de
presentar la misma, quienes son portadores del gen de la enfermedad.

Accidentes vasculares cerebrales y demencias vasculares

En un estudio sobre la validación clínica de la versión oral del TMT, Ricker, Axelrod y Houtler
(1996) le administraron este procedimiento a un grupo de pacientes con historial de accidentes
cerebro-vasculares. El grupo total de 85 pacientes fue divido en 4 grupos, según la localización del
accidente cerebro-vascular.

Una clasificación se hizo de acuerdo a lesiones anteriores o posteriores. Se consideró una


lesión como anterior si involucraba las porciones rostrales al surco central, los ganglios basales o la
materia blanca anterior. Las lesiones fueron consideradas como posteriores si involucraban las
porciones caudales al surco central, la materia blanca posterior o el tálamo posterior.

El nivel promedio de edad de todos los pacientes clasificados en el eje anterior-posterior fue
68.8 años (dt = 2.7) y el nivel promedio de educación fue 10.8 años (dt = 0.9). Los autores indicaron
que no hubo diferencias significativas en edad y nivel de educación según la clasificación en este eje.

El tiempo promedio que les tomó a los 56 pacientes con lesiones anteriores completar la
Parte B del TMT de forma oral fue de 65.64 segundos, con una desviación típica de 8.41. A los 29
pacientes con lesiones posteriores les tomó un promedio de 49.14 segundos realizar esta tarea, con
una desviación típica de 9.86 segundos.

Se dividieron los pacientes también según un eje izquierdo-derecho de focalización de los


accidentes cerebro-vasculares. Tampoco hubo diferencias en la edad y nivel educativo entre los
pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo o el derecho. La media de tiempo de realización de
la versión oral del TMT de los pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo fue 58.59 segundos,
con una desviación típica de 11.54, mientras que los valores correspondientes a los pacientes con
lesiones en el hemisferio derecho fueron 61.22 y 1.90 segundos, respectivamente.

La interpretación de estos resultados es clara. Si bien la versión oral del TMT involucra
procesos verbales, con mayor representación en los lóbulos frontales, no parece haber un
componente importante relacionado con las zonas frontales izquierdas responsables por el leguaje
hablado, si no, más bien un compromiso de las regiones frontales de ambos hemisferios en
contraposición a las regiones no-frontales.

El TMT fue estudiado por Hochstenbach et al. (1998) en relación al deterioro de funciones
corticales superiores que resultan de un accidente vascular-cerebral (ACV) o derrame cerebral.
Estos autores revisaron los resultados obtenidos por una amplia muestra de 229 pacientes
remitidos a evaluación neuropsicológica después de haber sufrido un derrame cerebral.

Aunque Hochstenbach et al. (1998) no indicaron la edad promedio de esta muestra, sí


indicaron que las edades oscilaron entre 18 y 70 años. La causa más frecuente del ACV en estos
pacientes fue el infarto cerebral (199). La leve mayoría de los pacientes (114) sufrieron un ACV del
34

hemisferio izquierdo y 103 de los mismos un ACV del hemisferio derecho. De estos pacientes, 137
habían sufrido un ACV con afectación cortical y 82 con afectación sub-cortical.

Participaron en esta investigación, también, 33 controles saludables con una edad


promedio de 52.4 años con una edad mínima de 25 años y una máxima de 73 años.

Los pacientes (222) con historial de ACV completaron la Parte A de este instrumento en
un promedio de segundos 86.34 (dt = 55.84), mientras que los controles saludables la completaron
en un promedio de 39.03 segundos (dt = 14.82). Hochstenbach et al. (1998) utilizaron como
puntuación adicional de este instrumento el número de números conectados correctamente. La
muestra de pacientes conectó 23.59 (dt = 2.02) números, mientras que los controles saludables
conectaron un promedio de 23.97 (dt = 0.17).

En la Parte B del instrumento, los 184 pacientes terminaron la misma en un tiempo


promedio de 203.28 segundos (dt = 133.09), mientras que el valor correspondiente a los controles
saludables fue 84.21 segundos (dt = 31.96). El grupo de pacientes conectó correctamente un
promedio de 17.28 (dt = 7.93) letras y números en este procedimiento, mientras que los controles
saludables conectaron un promedio de 22.06 (dt = 6.06) letras y números.

Una inspección más detallada de estos hallazgos indica que en la Parte A, la diferencia
notable entre pacientes y controles no es la calidad de la ejecución, reflejada en la cantidad de
números conectados correctamente, si no en la lentitud en la ejecución de los pacientes. En la
Parte B, sin embargo, hay diferencias notables, no solamente en la rapidez o lentitud de la
ejecución si no también en la calidad de la misma, reflejada en la cantidad promedio de números y
letras conectados correctamente.

Aneurismas cerebrales

Koivisto et al. (2000) exploraron el efecto de dos tipos de tratamiento de las rupturas de
los aneurismas cerebrales sobre el estado neurocognitivo del paciente. A tal efecto, estos
investigadores le administraron el TMT a una muestra de 25 pacientes quienes habían sido
intervenidos de forma endovascular por medio de una embolización para la corrección de la
ruptura de un aneurisma cerebral. La edad promedio de esta muestra fue 45.4 años (dt = 13.7) y
su nivel educativo promedio de 10.3 años (dt = 3.2). En la Parte A del TMT el promedio de tiempo
necesario para completar esta tarea por esta muestra fue 69.8 segundos (dt = 51.9). En la Parte B,
el tiempo promedio necesario fue 170.4 segundos (dt = 99.7).

Una muestra de 20 pacientes quienes habían sido sometidos a intervención


neuroquirúrgica como tratamiento de la ruptura de un aneurisma cerebral presentó una edad
promedio de 45.5 años (dt = 14.2) y un nivel educativo promedio de 9.4 años (dt = 2.7). Les tomó
a estos 20 pacientes un promedio de 63.1 segundos (dt = 38.2) completar la Parte A del TMT.
Esta muestra completó la Parte B de este instrumento en un promedio de 162.3 segundos (dt =
93.5). De acuerdo a los autores de esta investigación, ninguna de las diferencias entre medias
obtenidas en este instrumento fue significativa estadísticamente.

Treinta y tres pacientes que fueron sometidos a un tratamiento endovascular por


embolización para la corrección de la ruptura de un aneurisma cerebral fueron valorados a los 3
35

meses posteriores al procedimiento. La edad promedio de este grupo fue 45.1 años (dt = 14.2) y
su nivel educativo promedio fue 10.2 años (dt = 2.9). Este grupo completó la Parte A del TMT en
un promedio de 45.8 segundos (dt = 27.7). La Parte B del mismo instrumento fue completada por
este grupo en un promedio de 121.2 segundos (dt = 76.7).

Una muestra de 30 pacientes fue sometida a neurocirugía para la corrección de la ruptura


de un aneurisma cerebral y fueron valorados a los 3 meses posteriormente al tratamiento. La edad
promedio de este grupo fue 48.1 años (dt = 14.1) y su nivel educativo promedio fue 9.7 años (dt =
3.2). Este grupo completó la Parte A del TMT en un promedio de 48.4 segundos (dt = 29.7). La
Parte B del instrumento fue completada en un promedio de 122.3 segundos (dt = 68.4). Aunque no
hubo diferencias entre los grupos por tratamiento, ni en el momento del alta, ni a los 3 meses del
procedimiento, sí hubo diferencias marcadas por el tiempo, es decir, la ejecución de los dos
grupos en la exploración llevada a cabo a los 3 meses fue significativamente diferente a la llevada
a cabo en el momento del alta.

Se llevó a cabo una tercera exploración con el TMT con una muestra de 38 pacientes
quienes habían sido sometidos a un tratamiento endovascular por embolización para la corrección
de la ruptura de una aneurisma cerebral y fueron valorados a los 12 meses posteriores al
procedimiento. Este grupo presento una edad promedio de 46.8 años (dt = 14.3) y su nivel
educativo promedio fue 9.6 años (dt = 3.2). Esta muestra completó la Parte A del TMT en un
promedio de 46.8 segundos (dt = 34.7). Le tomó a este grupo un promedio de 132.6 segundos (dt
= 83.8) en completar la Parte B de este instrumento.

Una muestra de 37 pacientes intervenidos neuroquirúrgicamente para la corrección de un


aneurisma cerebral fue valorada a los 12 meses después del procedimiento, por medio del TMT.
La edad promedio de este grupo fue 49.2 años (dt = 13.2) y su nivel educativo promedio fue 9.6
años (dt = 3.0). Esta muestra de pacientes intervenidos quirúrgicamente completó la Parte A del
instrumento en un promedio de 45.8 segundos (dt = 24.9) y la Parte B en un promedio de 128.5
segundos (dt = 73.6). Aunque no hubo diferencias significativas por tratamiento, los pacientes
valorados a los 12 meses quienes habían sido sometidos a un procedimiento quirúrgico para la
corrección de un aneurisma cerebral, ejecutaron la Parte A del instrumento de forma
significativamente más eficientemente que el grupo que había sido explorado a los 3 meses.

Epilepsia y trastornos convulsivos

Abraham, Axelrod y Ricker (1996) llevaron a cabo una investigación en la cual se le aplicó
tanto la versión escrita de la Parte B del TMT, así como una versión oral del mismo instrumento, a una
muestra de pacientes con diversas patologías. Según estos autores, el TMT es uno de los
instrumentos de uso más frecuente en exploraciones neuropsicológicas. Este instrumento, según
estos autores, se puede utilizar como un indicador de disfunción cerebral generalizada, así como una
medida útil de recuperación de funciones cognitivas, ya que la ejecución de la Parte B de este
instrumento requiere la capacidad para cambiar la atención adaptativamente, sostener el esfuerzo,
rastreo visual, así como habilidades motrices.

No obstante, según estos autores, el hecho de que la versión escrita de este instrumento
depende de que las funciones visuales y motoras estén intactas puede excluir su uso en pacientes
con limitaciones en estas dos áreas de funcionamiento.
36

A tal efecto Abraham, Axelrod y Ricker (1996) le administraron ambas versiones de este
procedimiento a un grupo de pacientes entre 20 y 60 o más años. En la versión escrita del
instrumento, el grupo de pacientes entre 20 y 39 años de edad (M = 31.3, dt = 5.6) realizó la tarea en
un promedio de 90.3 segundos, con una desviación típica de 37.3. Por el contrario, este mismo grupo
de pacientes realizó la tarea oral en un promedio de 41.5 segundos, con una desviación típica de
24.4.

El grupo de pacientes entre 40 y 59 años (M = 48.5; dt = 5.2) realizó la tarea escrita en un


promedio de 112.6 segundos, con una desviación típica 51.5 segundos. La versión oral del
instrumento fue realizada por este grupo en un promedio de 52.0 segundos, con una desviación típica
correspondiente a 40.9. Por último, el grupo de pacientes de 60 años o más (M = 68.0; dt = 5.2)
realizó la tarea escrita en un promedio de 161.6 segundos, con una desviación típica correspondiente
a 69.0 segundos.

La versión oral del instrumento fue realizada por este grupo en 79.0 segundos, con una
desviación típica de 55.7. Cabe notar que solamente la ejecución del tercer grupo, es decir aquellos
que tienen 60 años o más, fue significativamente más lenta en ambas versiones del instrumento que
la de los otros dos grupos utilizados.

Estos autores utilizaron 35 participantes en el grupo entre 20 y 39 años, 46 participantes en el


grupo entre 40 y 59 años, y 33 participantes en el grupo mayor de 60 años. El nivel educativo
promedio de cada uno de los grupos se presenta a continuación. Los tres grupos obtuvieron
promedios en años de educación de 12.4, con una desviación típica de 1.3, 12.4, con una desviación
típica de 2.3, y 12.0 con una desviación típica de 2.6, respectivamente, encontrándose que estas
diferencias no fueron estadísticamente significativas.

Los baremos ofrecidos a partir de esta investigación permiten el uso de la versión oral de la
Parte B del TMT como una alternativa viable para la exploración neuropsicológica de pacientes con
impedimentos visuales o motores.

Bell et al. (2001) estudiaron el funcionamiento cognitivo de una muestra de 21 pacientes


diagnosticados con epilepsia del lóbulo temporal de origen temprano. Estos pacientes comenzaron
su enfermedad aproximadamente a la edad promedio de 5.4 años (dt = 3.2). Su edad promedio al
momento de la investigación fue 32.5 años (dt = 12.2) y su nivel promedio de educación fue 11.9
años (dt = 1.5). El CI Total promedio obtenidos por estos pacientes fue 89.9 (dt = 15.4) en la
ESCALA DE INTELIGENCIA WECHSLER PARA ADULTOS-III (WAIS-III; Wechsler, 1997, 1999).

La ejecución de estos pacientes en el TMT, el cual fue incluido en la batería de


instrumentos neuropsicológicos utilizada en esta investigación, fue comparada con la de 29
controles saludables cuya edad promedio fue 34.4 años (dt = 12.5) y cuyo nivel promedio de
educación fue 13.0 años (dt = 1.7). El CI Total promedio obtenido por estos participantes fue 97.7
(dt = 6.4). De acuerdo a los investigadores, hubo diferencias significativas entre las variables en el
nivel educativo y el nivel intelectual a favor del grupo de controles saludables.

Se les administró a todos los participantes de esta investigación el TMT. El grupo de


pacientes con epilepsia de lóbulo temporal completó la Parte A de este instrumento en un
37

promedio de 28.7 segundos (dt = 9.8), mientras que el grupo de los controles saludables lo
hicieron en un promedio de 24.3 segundos (dt = 6.3). Aunque la diferencia entre estas dos medias
señala que los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal la ejecutaron ligeramente más
lentamente que los controles saludables, esta diferencia no fue significativa, de acuerdo a los
autores de esta investigación.

En la Parte B del TMT, los pacientes con epilepsia de lóbulo temporal completaron la
tarea en un promedio de 75.1 segundos (dt = 40.4), mientras que el grupo de controles saludables
la completaron en un promedio de 57.9 segundos (dt = 18.7). De nuevo, aunque la diferencia entre
estas dos medias señala que los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal fueron más lentos
que los controles saludables en su ejecución, la diferencia no fue significativa.

El TMT ha sido utilizado ampliamente como instrumento para detectar la presencia de


organicidad. Sin embargo, también se ha sugerido que este instrumento puede ser útil en la
interpretación de los hallazgos neuropsicológicos por medio del concepto de asimetría funcional
del cerebro. Ogden-Epker y Cullum (2001) llevaron a cabo una investigación con pacientes
epilépticos, candidatos para intervención neuroquirúrgica en la cual utilizaron este instrumento con
pacientes que tenían el foco epiléptico localizado en el hemisferio izquierdo, así como otros cuyo
foco epiléptico estaba localizado en el hemisferio derecho.

Los participantes de esta investigación fueron 56 pacientes con epilepsia del lóbulo
temporal, 27 de los cuales tenían localizado el foco epiléptico en el hemisferio izquierdo, y 29 de
los cuales lo tenían localizado en el hemisferio derecho.

La localización del foco epiléptico fue llevada a cabo por procedimientos de


neurodiagnóstico. La determinación de someter a estos pacientes a procedimientos quirúrgicos
que incluían una lobectomía del lóbulo temporal fue determinada por un equipo interdisciplinario
compuesto por representantes de las disciplinas de neurología, epileptología, radiología, medicina
nuclear y neuropsicología.

Los 27 pacientes que presentaron el foco epiléptico en lóbulo temporal izquierdo acusaron
una edad promedio de 36.9 años (dt = 12.0) y su nivel promedio de educación formal fue 12.3
años (dt = 2.5). Los pacientes cuyo foco epiléptico estaba radicado en el lóbulo temporal derecho
presentaron una edad promedio de 33.1 años (dt = 10.2) y su nivel de educación promedio fue de
12.0 años (dt = 2.3).

En la Parte A del TMT, la ejecución promedio del grupo de pacientes con focalización
temporal izquierda fue 44.07 segundos (dt = 26.61). Aquellos pacientes que presentaban el foco
epiléptico radicado en el temporal derecho realizaron esta tarea en un promedio de 43.86
segundos (dt = 19.00). Según los autores, esta diferencia entre medias no fue significativa.

Los pacientes con localización temporal izquierda del foco epiléptico realizaron la Parte B
del TMT en un promedio de 98.93 segundos (dt = 59.44). Los pacientes cuyo foco epiléptico
estuvo radicado en el temporal derecho realizaron la tarea en un promedio de 107.70 segundos (dt
= 67.20). Tampoco fue significativa la diferencia entre estas medias.
38

Esta investigación no apoya el uso del concepto de asimetría funcional del cerebro en
relación a la interpretación de los hallazgos recabados por medio del TMT. En este sentido, no
hubo una diferencia significativa que apoyase una preferencia de uno u otro hemisferio en
referencia a esta tarea, aunque realmente se limitó la patología de estos pacientes al lóbulo
temporal, el cual no se esperaría se encontrase involucrado necesariamente en la ejecución de
esta tarea.

La epilepsia temporal no solo parece estar asociada con alteraciones del lóbulo temporal, si
no que hay también hallazgos fuera del mismo (extra-temporales), así como una reducción de la
masa cerebral, especialmente la materia blanca. A tal efecto, Hermann et al. (2003) realizaron una
investigación sobre los hallazgos volumétricos en la resonancia magnética y el estado de los procesos
cognitivos en una muestra de 58 pacientes epilépticos, utilizando el TMT como parte de una batería
neuropsicológica más amplia.

La media de edad de los pacientes epilépticos fue 34.1 años y la desviación típica de 11.3.
Estos pacientes habían cursado una media de 12.9 años de educación formal y la desviación típica
de esta variable fue 2.1.

Hermann et al. (2003) compararon la ejecución de estos pacientes con la de un grupo de 62


controles saludables. Este grupo tenía una media de edad de 33.4 años y una desviación típica de
2.4. Su nivel educativo medio fue 13.6 años y la desviación típica correspondiente a esta variable fue
2.4 años.

Los resultados obtenidos por el grupo de pacientes epilépticos en la Parte A del TMT
acusaron un valor medio de 31.9 segundos con una desviación típica de 14.2, mientras que en el
grupo de controles los resultados fueron 27.7 y 9.8 respectivamente. En la Parte B del instrumento,
los pacientes epilépticos realizaron la tarea en un promedio de 76.1 segundos con una desviación
típica de 44.2. Por el contrario, los controles realizaron esta tarea en una media de 57.4 segundos y la
desviación típica correspondiente fue de 15.8.

Hermann et al. (2003) compararon los resultados obtenidos por los pacientes con epilepsia
temporal con los análisis volumétricos de las resonancias magnéticas. Las correlaciones entre los
valores obtenidos en el TMT y los hallazgos volumétricos fueron modestas y no fueron
estadísticamente significativas.

Los resultados de esta investigación confirman la utilidad de este instrumento en la valoración


de pacientes epilépticos. En ambas partes de este procedimiento, los pacientes con epilepsia
temporal ejecutaron significativamente más lentamente la tarea que los controles saludables
estudiados.

Esclerosis múltiple y miastenia gravis

En una investigación sobre el efecto de diferentes medicamentos sobre la esclerosis


múltiple, Geisler et al (1996) utilizaron una batería de instrumentos neuropsicológicos, dentro de la
cual se encontraba el TMT. Estos autores sometieron a 45 pacientes con diferentes tipos de
esclerosis múltiple a dos valoraciones neuropsicológicas, una llevada a cabo al inicio del
tratamiento, y otra llevada a cabo al final de seis semanas del mismo.
39

La edad promedio de los 16 pacientes tratados con placebo, en vez de medicamentos, fue
40 años, con una desviación típica de 5.6. Estos pacientes acusaron un nivel promedio educativo
de 14.1 años y una desviación típica correspondiente a 1.7. Se le administró Pemolina por seis
semanas a una muestra de 13 pacientes. El nivel promedio de edad de esta muestra fue de 41
años, con una desviación típica de 6.2, mientras que su nivel educativo promedio fue de 14.6
años, con una desviación típica de 2.3.
Otra muestra de 16 pacientes recibió tratamiento con Amantadina durante las seis
semanas que transcurrieron entre la primera valoración neuropsicológica y la segunda. Este grupo
tenía una edad promedio de 40 años, y una desviación típica de 6.4. Su nivel educativo promedio
fue 14.9 años, con una desviación típica de 2.6.

En la exploración inicial, le tomó un promedio de 36.8 segundos, con una desviación típica
de 15.2, completar la Parte A de este instrumento, al grupo tratado con placebo. Este mismo grupo
completó de nuevo la Parte A del instrumento en la segunda valoración en un promedio de 36.2
segundos, con una desviación típica de 14.2. Los pacientes tratados con Pemolina completaron la
Parte A del instrumento en la valoración inicial en un promedio de 44.9 segundos, con una
desviación típica de 17.6. A las seis semanas, la ejecución promedio de este grupo para completar
la Parte A del instrumento fue de 41.0 segundos, con una desviación típica de 18.5.

Los pacientes tratados con Amantadina completaron dicha tarea en un promedio de 37.6,
con una desviación típica de 10.9, mientras en la segunda valoración la completaron en un
promedio de 30.9 segundos, con una desviación típica de 9.4.

Los pacientes que recibieron placebo completaron la Parte B del TMT en un tiempo
promedio de 92.1 segundos, con una desviación típica de 30.1. Los valores correspondientes a la
segunda administración del instrumento fueron 83.1 segundos de promedios 29.2 de desviación
típica. Los pacientes tratados con Pemolina completaron esta tarea en un promedio 103.5
segundos, con una desviación típica de 33.6, mientras que, a las seis semanas de tratamiento, la
completaron en un promedio de 94.4 segundos, con una desviación típica de 60.6.

Por último, los pacientes tratados con Amantadina completaron la Parte B en un promedio
de 73.3 segundos con una desviación típica de 32.0, mientras que la segunda administración, la
completaron, en un promedio de 68.9 segundos, con una desviación típica de 31.2.

La única interacción significativa que los autores indicaron tuvo que ver con el tiempo de
administración en la Parte A del instrumento. El valor de significación estadística asociado con
esta variable fue p = 0.03. No hubo, sin embargo, una diferencia significativa en relación al tipo de
medicamento al cual fue sometido cada grupo.

Paradis, Lazar y Kula (1994) estudiaron la presencia de compromiso del sistema nervioso
central en pacientes con trastornos neuromusculares. A tal efecto, estos autores le administraron la
Parte A del TMT a un grupo de 15 pacientes con miastenia gravis y a otro de 11 pacientes con
polimiositis o dermatomiositis. La diferencia entre estas dos últimas condiciones y la miastenia gravis,
según los investigadores, es que ambas producen miopatía inflamatoria, mientras que la miastenia
gravis afecta la coyuntura neuromuscular.
40

La media de edad en años de los pacientes con miastenia gravis fue 44.4, mientras que la de
los pacientes con polimiositis o dermatomiositis fue 41.9. El nivel educativo promedio de los pacientes
con miastenia gravis fue 11.8, con una desviación típica de 1.6 y el del grupo de pacientes con
polimiositis o dermatomiositis fue 12.3, con una desviación típica de 1.3.

Le tomó a los pacientes en el grupo con miastenia gravis un promedio de 54.3 segundos, con
una desviación típica de 24.6, terminar la tarea. El grupo con polimiositis o dermatomiositis tardó un
promedio de 88.0 segundos, con una desviación típica de 83.4, en realizarla.

Los autores de esta investigación parten del supuesto de que la polimiositis y la


dermatomiositis no afectan el funcionamiento del sistema nervioso central y describen la ejecución de
ambos grupos como dentro de los límites normales. Sin embargo, ambos promedios están
notablemente por encima de lo encontrado en grupos de control en distintas investigaciones, así
como de la puntuación de corte de 41 segundos establecida por Reitan (1955; 1986). Parece ser que
ambos grupos presentan un compromiso del sistema nervioso central, el cual se refleja en las
habilidades de enfoque y ejecución eficiente valoradas por este instrumento.

Efectos tóxicos

La enfermedad de la guerra del golfo surgió a partir de la participación del ejército


norteamericano en Irak en el año 1991. Ha habido diferentes hipótesis sobre la causa de esta
condición en relación a la gama de contaminantes a los cuales pudieron ser expuestos estos
pacientes, pero el interés de los investigadores en el campo de la neuropsicológica se ha centrado
sobre si esta afecta o no de forma adversa el funcionamiento neurocognitivo.

Para investigar esto, Hom, Haley y Kurt (1997) estudiaron un grupo de 26 veteranos
quienes presentaban esta condición. La edad promedio de este grupo fue 47.81 años (dt = 8.52), y
su nivel educativo promedio fue 11.92 años (dt = 2.00). Participaron, además, en esta
investigación 20 controles saludables, quienes presentaron una edad promedio de 47.95 años (dt
= 6.13). El nivel educativo promedio de este grupo fue 12.50 años (dt = 2.09).

Se utilizó la Parte A del TMT como medida de los procesos de atención. El grupo de
veteranos con el síndrome de la guerra del golfo completó esta tarea en un promedio de 32.8
segundos (dt = 15.1). Los controles saludables completaron esta tarea en 31.2 segundos (dt =
14.4). Evidentemente, la diferencia entre estos dos grupos no fue significativa.

Los participantes de esta investigación fueron también explorados por medio de la Parte B
del TMT. Los veteranos quienes padecían de la enfermedad de la guerra del golfo realizaron esta
tarea en 100.0 segundos (dt = 47.0). Los controles saludables la completaron en un promedio de
73.8 segundos (dt = 20.6). Según los autores de esta investigación, la diferencia entre estas dos
medias fue altamente significativa (p < 0.008).

Los resultados de esta investigación indicaron que la enfermedad de la guerra del golfo
puede tener un efecto adverso sobre las funciones ejecutivas que requieren alternar una
secuencia y formular una nueva secuencia, tal como se evidencian en la Parte B del TMT. Los
procesos de atención valorados por la Parte A de este instrumento no fueron adversamente
afectados por esta condición, según los resultados obtenidos.
41

Powell (2000) exploró los efectos neuropsicológicos de los agentes tóxicos del mercurio
en pacientes que estuvieron expuestos a la intoxicación por este metal al haber sido trabajadores
de una planta de acetato de mercurio en África del Sur. Para hacer efectivo este estudio, el
investigador administró una batería de instrumentos neuropsicológicos entre los cuales se
encontró el TMT.

El grupo de participantes que hicieron posible esta investigación no presentaron


diferencias significativas en términos de edad, raza, nivel educativo y sexo. La muestra se
encontró dividida en: un grupo de controles saludables y un grupo de obreros del sexo masculino
expuestos a la toxicidad del mercurio reflejada en niveles elevados de este metal encontrados en
la orina, pero que en el momento de la exploración neuropsicológica tenían un promedio de 5.03
años (dt = 1.08) de no trabajar en la planta de la que fueron trabajadores por un tiempo promedio
de 2.53 años (dt = 2.3).

Las medias de edad y nivel educativo de los pacientes fueron 37.1 años (dt = 10.3) y 8.0
(dt = 2.0), respectivamente, mientras que el grupo control presentó una media de edad de 35.3
años (dt = 12.1) y un nivel promedio de escolaridad de 7.5 años (dt = 2.8).

La ejecución de estos dos grupos en el TMT fue comparada, y se obtuvo que el grupo de
pacientes al tener resultados promedios de 78.2 segundos (dt = 41.2) en la Parte A y 160.8
segundos (dt = 96.3) en la Parte B, no presentaba diferencias significativas en las funciones
ejecutivas con el grupo de controles saludables, quienes realizaron la Parte A en 53.4 segundos
(dt = 25.5) y la Parte B en un promedio 138.3 segundos (dt = 73.5).

Es interesante notar, una vez más, que la significación estadística no siempre


corresponde a un sentido clínico de interpretación. Aunque las diferencias entre estas medias no
alcanzaron un nivel estadístico de significación, sí tiene sentido explorar más a fondo las funciones
ejecutivas y de atención valoradas por este instrumento frente a un cuadro de toxicidad como el
que presentaron estos obreros.

White et al. (2001) estudiaron el funcionamiento neurocognitivo de un grupo de veteranos


de la guerra del Golfo Pérsico de 1991. Estos participantes refirieron haber estado expuestos a
una serie de contaminantes que pudieran haber sido neurotóxicos, los cuales pudiesen resultar en
lo que se ha llamado el síndrome de la guerra del Golfo.

Participaron en esta investigación 193 veteranos que habían participado en la guerra del
Golfo y quienes presentaron una edad promedio de 53.8 años (dt = 0.9) y su nivel educativo
promedio fue 13.7 años (dt = 0.2). El 13.1% de este grupo fueron mujeres.

Participaron en esta investigación, además, 47 veteranos quienes no fueron destinados a


la guerra del Golfo y quienes habían hecho su servicio militar en Alemania. La edad promedio de
este grupo fue 41.0 años (dt = 1.3) y su nivel promedio de educación fue 13.7 años (dt = 0.2). El
12.8% de este grupo fueron mujeres.

Se les administró a todos los participantes el TMT. Los veteranos que participaron en la
guerra del Golfo y quienes reclamaron haber estado expuestos a contaminantes neurotóxicos,
42

completaron la Parte A de este instrumento en un promedio de 28.4 segundos (dt = 0.65),


mientras que los veteranos quienes no participaron en la guerra del Golfo y no reclamaron haber
sido expuestos a contaminantes potencialmente neurotóxicos, completaron la tarea en un
promedio de 26.5 segundos (dt = 1.0). Esta diferencia no fue significativa.

En la Parte B de este instrumento, los veteranos que participaron en la guerra del Golfo
completaron la tarea en un promedio de 69.0 segundos (dt = 2.7), mientras que los veteranos
quienes no participaron en la guerra del Golfo y no reclamaron haber sido expuestos a
contaminantes potencialmente neurotóxicos completaron la tarea en un promedio de 64.3
segundos (dt = 3.9). La diferencia entre estas dos medias tampoco fue significativa a nivel
estadístico.

Es evidente, que a partir de los resultados obtenidos en este estudio que la exposición
que han reclamado los veteranos que participaron en la guerra del Golfo a agentes que pudiesen
ser potencialmente neurotóxicos no se refleja en las funciones de atención y que valora la Parte A
del TMT o en las funciones ejecutivas y secuenciales que valoran la Parte B de dicho instrumento,
dentro del marco de este estudio.

Trastornos inmunológicos y virus de inmunodeficiencia humana

Damos y Parker (1994) estudiaron una muestra de 129 participantes todos masculinos, entre
las edades de 21 y 50 años, con una educación superior a los 12 años y quienes habían obtenido un
título equivalente al de bachiller, como parte de un estudio más amplio sobre los efectos del VIH sobre
las funciones corticales superiores. En este estudio, las autoras expresan la preocupación de que en
muestras normativas puedan caer personas que consumen drogas de forma recreativa, creando un
sesgo en los resultados obtenidos en valoraciones neuropsicológicas.

Estas autoras señalaron que se había detectado una tendencia en los participantes que
tenían una alta tasa de respuestas de falsa alarma en una tarea de vigilancia del tipo de ejecución
continuada y detección de señales, al consumo recreativo de drogas. Dividieron la muestra original en
tres subgrupos. En primer lugar estaban aquellos a quienes se les había detectado la presencia de
drogas, estaban también los que tenían una baja tasa de falsas alarmas y, por último, el grupo con
una alta tasa de falsas alarmas. La presencia de una alta tasa de falsas alarmas quiere decir que el
participante reaccionó a la señal, sin que esta apareciera, denotando, entre otras cosas, una
tendencia a la impulsividad.

Utilizaron el TMT como parte de la valoración neuropsicológica de estos participantes. El


primer grupo, a quienes se les había detectado el uso de drogas, tenía una edad promedio de 32.1
años con una desviación típica de 6.7. El 43.8% de estos participantes eran VIH positivos. En la Parte
A del instrumento, el promedio de tiempo utilizado en terminar la tarea fue 24.1 segundos, con una
desviación típica de 11.2. En la Parte B, el tiempo promedio fue de 66.8 segundos, con una
desviación típica de 31.9.

El grupo con alta tasa de falsas alarmas incluyó un 42.2% de pacientes VIH positivos y tenía
una edad promedio de 33.1 años, con una desviación típica de 6.4. La Parte A del TMT fue
completada por este grupo en un promedio de 26.1 segundos, con una desviación típica de 8.7,
43

mientras que la Parte B fue completada en un promedio de 64.6 segundos, con una desviación típica
de 21.3.

Finalmente, el grupo con una baja tasa de falsas alarmas en la tarea de vigilancia estuvo
compuesto por un 53.0% de pacientes VIH positivos. Este grupo tenía una edad promedio de 35.1
años, con una desviación típica de 5.7. El valor promedio de tiempo en concluir la Parte A de este
instrumento fue de 21.8 segundos, con una desviación típica de 7.1. La Parte B fue completada en un
promedio de 55.0 segundos con una desviación típica de 19.4.

Las autoras concluyeron que, tanto el grupo a quienes se les había detectado drogas, así
como el grupo con una alta tasa de falsas alarmas, no diferían estadísticamente entre sí. Ambos
grupos, sin embargo, diferían del grupo con una baja tasa de falsas alarmas. En este sentido, el TMT,
especialmente la Parte B del mismo, fue capaz de detectar las diferencias en la impulsividad y la
tendencia a la desinhibición que acompañan frecuentemente al uso de drogas, aún a nivel recreativo.
Se confirma, una vez, más la sensitividad de este procedimiento a cambios sutiles en el cerebro, los
cuales se reflejan en la conducta de los participantes.

Millikin et al. (2003) investigaron la relación entre la depresión y la ejecución en los


instrumentos neuropsicológicos en un grupo de 68 pacientes masculinos con VIH/SIDA. Estos
pacientes presentaron tres tipos de quejas subjetivas: depresión, disfunciones neurocognitivas y
fatiga.

El grupo de 26 pacientes VIH positivos, sin síntomas de SIDA, tenía una edad promedio
de 39.9 años (dt = 8.9) y su nivel educativo fue 13.6 años (dt = 3.2) promedio. La media de la
puntuación obtenida por estos pacientes en el INVENTARIO DE DEPRESIÓN DE BECK (BDI;
Beck y Steer, 1993) fue 15.4 (dt = 10.2).

Participaron también pacientes VIH positivos con síntomas de SIDA, quienes tenían una
media de edad de 40.3 años (dt = 7.9) y un nivel medio de educación de 14.0 años (dt = 2.8). La
puntuación media de este grupo en el BDI fue 17.7 (dt = 9.4). Los autores indicaron que la
diferencia entre las medias obtenidas por estos grupos en este instrumento no fue significativa.

Dentro de la batería seleccionada para la valoración neuropsicológica de estos pacientes


se encontraba el TMT. La puntuación media de los pacientes VIH positivos, sin síntomas de SIDA,
en la Parte A de este instrumento fue 28.1 segundos (dt = 10.1). El grupo de pacientes con
síntomas de SIDA obtuvo una puntuación promedio de 30.4 segundos (dt = 13.3).

En la Parte B, los pacientes sin síntomas de SIDA obtuvieron una puntuación media de
66.4 segundos (dt = 31.8), mientras que los pacientes con síntomas de SIDA la realizaron en un
tiempo promedio de 75.9 segundos (dt = 36.9).

No hubo diferencias significativas por grupo en ninguna de las dos partes del instrumento.
Se dividieron los reactivos del BDI en dos tipos: cognitivos y somáticos. Ninguna de estas dos
puntuaciones obtenidas a partir de este instrumento mostró una correlación estadística o
clínicamente significativas con la Parte A o la Parte B del TMT. En este sentido, es claro, una vez
más que la influencia del estado de ánimo sobre la ejecución en los instrumentos de valoración
neuropsicológica no es de ninguna manera significativa.
44

Déficit de atención e hiperactividad

Johnson et al. (2001) encontraron que el TMT, específicamente la Parte B del mismo, podía
ser de utilidad en la exploración neuropsicológica de adultos diagnosticados con el síndrome de déficit
de atención-hiperactividad. A tal efecto, estos autores utilizaron este instrumento dentro de una
batería de procedimientos neuropsicológicos diseñada para detectar impedimentos en funciones
ejecutivas, memoria, fluidez verbal, capacidad de abstracción, destrezas visuales, velocidad
psicomotriz, atención sostenida e inhibición en una muestra de 56 adultos diagnosticados con dicho
síndrome a través de procedimientos estandarizados de cuestionarios y entrevista clínica.

La muestra de participantes diagnosticados arrojó un nivel edad promedio de 33.3 años,


con una desviación típica de 8.42, así como un nivel educativo promedio de 13.93 años, con una
desviación típica de 2.82. Este grupo fue comparado con un grupo de participantes no
diagnosticados, cuyo nivel promedio de edad fue de 40.8 años, con una desviación típica de 10.24 y
un nivel educativo promedio de 17.29 años, con una desviación típica de 3.29.

La media del grupo de participantes diagnosticados fue de 27.91 segundos en la Parte A


del TMT, con una desviación típica de 8.64. El grupo de participantes no diagnosticados obtuvo un
valor promedio correspondiente a 26.66 segundos, con una desviación típica de 6.28. Las diferencias
entre ambos grupos no fueron significativas.

Por el contrario, la media del grupo de participantes diagnosticados fue de 66.00 segundos
en la Parte B de este instrumento, con una desviación típica de 20.52, mientras que los valores
correspondientes al grupo de participantes no diagnosticados fueron 58.03 y 14.89 segundos,
respectivamente. Estas diferencias fueron significativas a nivel de p<0.01.

Aunque se pudiese pensar que hay un efecto contaminante en estos resultados en relación a
la diferencia significativa encontrada en el nivel de educación entre grupos, esta no se vio reflejada en
la ejecución de muchos de los otros instrumentos incluidos en la batería empleada por estos autores.
Parece ser que los participantes diagnosticados con el síndrome de déficit de atención-
hiperactividad no difieren de los no diagnosticados en las funciones de rastreo visual involucradas
en la Parte A de este instrumento.

No obstante, la capacidad más compleja de manejar dos series de elementos (letras y


números) sí parece estar comprometida como parte del déficit en procesos de atención que sufren los
participantes adultos diagnosticados con el síndrome de déficit de atención-hiperactividad.

Los instrumentos neuropsicológicos pueden contribuir de forma determinante al


diagnóstico diferencial de condiciones tales como los trastornos en la lectura (TL) y el déficit de
atención-hiperactividad. Dentro de este marco de referencia, Willcutt et al. (2001) llevaron a cabo
un estudio con cuatro muestras de niños: 121 controles saludables (CS), 93 niños con trastornos
de la lectura solamente (TL), 52 niños con déficit de atención-hiperactividad solamente (DAH) y 48
niños con trastorno de la lectura y déficit de atención-hiperactividad (TLDA), a quienes les
aplicaron una batería de instrumentos neuropsicológicos, la cual incluía el TMT.
45

El grupo CS tenía un promedio de edad de 10.7 años (dt = 2.2), el grupo TL de 10.4 años
(dt = 2.1), el grupo DAH de 10.8 años (dt = 2.2) y, finalmente, el grupo TLDA tenía un promedio de
10.6 años (dt = 2.1).

Se utilizó solamente la Parte B del TMT en esa investigación. El tiempo promedio que le
tomó al grupo CS completar esta tarea fue 38.3 segundos (dt = 16.8). Al grupo TL le tomó una
media de 46.9 segundos (dt = 25.3), mientras que al grupo DAH le tomó 43.9 segundos (dt =
25.0). Por último, el grupo TLDA terminó esta tarea en un tiempo promedio de 47.3 segundos (dt =
24.1).

Los tres grupos de niños con problemas realizaron la tarea notablemente más lentamente
que el grupo de controles saludables. Sin embargo, el grupo con trastornos de lectura solamente
fue el más lento en completarla. Esto puede ser producto de que los trastornos de la lectura tienen
un componente importante de habilidades mediadas por el hemisferio izquierdo, al igual que la
Parte B del TMT.

Según el modelo de procesos de atención de Mirsky et al. (1991), este instrumento es


sensible a los trastornos de la capacidad para enfocar la atención y ejecutar eficientemente. En
este sentido, se explica por qué los participantes del grupo con déficit de atención solamente
realizaron la tarea con cierta lentitud. Parecería ser, no obstante, que la combinación de
habilidades de secuenciación y la capacidad de enfocar y ejecutar eficientemente son ambas
necesarias para realizar esta tarea con rapidez.

Christensen y Joschko (2001) examinaron una muestra de 47 niños (33 niños y 14 niñas),
cuyas edades oscilaron entre los 6 y los 11 años, como parte de la exploración neuropsicológica
por la cual fueron remitidos a un centro de salud infantil. Estos niños habían sido referidos a dicho
centro por presentar una variedad de problemas, los cuales incluyeron déficit de atención,
trastornos de la conducta, retardo en el desarrollo y discapacidades en el aprendizaje.

Se utilizó la Parte B del TMT con 22 niños cuyas edades oscilaron entre los 9 y los 11
años. A los niños cuyas edades oscilaron entre los 6 y los 8 años se les administró el TEST DE
FIGURAS PROGRESIVAS (PFT; Reitan y Wolfson, 1993b), una versión infantil, pictórica, del
TMT.

El tiempo promedio que le tomó a la muestra de 22 niños a quienes se les administró la


Parte B del TMT fue 70.83 segundos (dt = 55.60). Los 25 pacientes que fueron valorados por el
PFT completaron la tarea en un promedio de 48.65 segundos (dt = 35.83).

Estos hallazgos ayudan a enmarcar mejor los resultados obtenidos por la población
infantil en la Parte B del TMT. Presentan, también, datos relevantes a la ejecución de una
población aún más pequeña en esta versión infantil del instrumento denominada TEST DE
FIGURAS PROGRESIVAS (PFT; Reitan y Wolfson, 1993b).

Chhabildas, Pennington y Willcutt (2001) llevaron a cabo una investigación en la cual


exploraron las funciones neuropsicológicas de dos subtipos de niños con déficits de atención e
hiperactividad. En primer lugar, estos autores seleccionaron un grupo de 46 pacientes
46

diagnosticados con déficit de atención e hiperactividad del tipo combinado. Este grupo presentó
una edad promedio de 115.1 meses, con una desviación típica de 18.1.

Estos autores seleccionaron, además, una muestra de 18 pacientes diagnosticados con


déficit de atención e hiperactividad del tipo inatento, estos pacientes presentaron una edad
promedio de 123.7 meses, con una desviación típica de 12.0. Finalmente, se incluyó en este
estudio una muestra de 41 controles sin diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad. La
edad promedio de este grupo fue 121.4 meses, con una desviación típica de 12.0.

Se les administró a todos los participantes de esta investigación el TMT. En la Parte A de


este instrumento, los pacientes del grupo con déficit de atención e hiperactividad del tipo
combinado ejecutaron la misma en un promedio de 22.0 segundos, con una desviación típica de
10.3. El grupo con déficit de atención e hiperactividad del tipo predominantemente inatento ejecutó
esta tarea en un promedio 25.3 segundos, con una desviación típica de 12.1. Los miembros del
grupo controles sin diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad realizaron la tarea en un
promedio de 18.3 segundos, con una desviación típica de 6.9.

En la Parte B de este instrumento, el tiempo promedio necesario para realizar esta tarea
por el grupo de pacientes con déficit de atención e hiperactividad del tipo combinado fue 56.6
segundos, con una desviación típica de 36.8. El grupo de pacientes con diagnóstico de déficit de
atención e hiperactividad del tipo predominantemente inatento realizó esta tarea en un promedio
49.6 segundos, con una desviación típica de 21.4. Los controles sin diagnóstico de déficit de
atención e hiperactividad, realizaron la tarea en un promedio de 41.3 segundos, con una
desviación típica de 19.0.

Estos resultados indicaron que el grupo de pacientes con déficit de atención e


hiperactividad del tipo combinado tuvo mayor dificultad en la realización de la Parte B del TMT
que, tanto el grupo de controles como el de con déficit de atención e hiperactividad del tipo
predominantemente inatento. En ambas partes de este instrumento, se vio claramente que ambos
grupos con déficit de atención e hiperactividad la realizaron con mayor lentitud. A tal efecto, es
posible decir que los subprocesos de focalizar y ejecutar eficientemente mediados por este
instrumento se llevan a cabo con menor eficacia por aquellos niños que presentan déficit de
atención e hiperactividad de ambos subtipos.

La Parte B del TMT ha sido utilizada como una medida de funciones ejecutivas por
requerir atención casi simultánea a dos códigos de información, es decir, letras y números. Riccio
et al. (2005) utilizaron este instrumento en la evaluación neuropsicológica de un grupo de 32
pacientes con diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad. De estos, 14 presentaron el tipo
inatento del síndrome y 18 el tipo combinado del mismo. Participaron en esta investigación,
además, 38 pacientes con diagnósticos clínicos varios, así como 30 controles sin diagnóstico.

La edad cronológica promedio de los pacientes con el tipo inatento del síndrome fue 21.06
años (dt = 3.02) y su nivel educativo promedio fue 14.36 años (dt = 1.69). Los pacientes con el tipo
combinado presentaron una edad promedio de 23.52 años (dt = 4.92) y un nivel educativo
promedio de 14.82 años (dt = 1.19). Los pacientes con diagnósticos clínicos varios acusaron una
edad promedio de 22.10 años (dt = 3.17) y su nivel educativo promedio fue 14.45 años (dt = 1.16).
47

Finalmente, los 30 participantes sin diagnóstico tenían una edad promedio de 21.09 años (dt =
2.79), mientras que el promedio de años de escolaridad fue 14.38 (dt = 1.21).

Los 32 pacientes con diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad de uno u otro tipo
realizaron la Parte B del TMT en un tiempo promedio de 59.53 segundos (dt = 18.79), mientras
que los pacientes con diagnósticos clínicos varios realizaron dicha tarea en un promedio de 51.18
segundos (dt = 17.89). Los participantes sin diagnóstico completaron esta tarea en un tiempo
promedio de 52.37 segundos (dt = 20.00).

Ni los pacientes con diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad, ni los pacientes


con diagnósticos clínicos varios tuvieron una ejecución cercana al punto de corte de 91 segundos
establecido tradicionalmente para esta tarea. Tampoco fueron significativas las diferencias entre
las medias obtenidas por los tres grupos. Estos resultados ponen en duda la presencia de
trastornos neuropsicológicos en pacientes adultos con diagnóstico de déficit de atención e
hiperactividad hecho sobre las bases de un diagnóstico psiquiátrico.

Discapacidades en el aprendizaje

Greiffenstein y Baker (2002) se plantearon si existía un patrón identificable de déficits viso-


espaciales en pacientes con discapacidades en la aritmética. Esta es una de las llamadas
discapacidades no-verbales del aprendizaje, cuya existencia ha sido ampliamente validada en la
literatura (ver Rourke, 1995). Estos autores se plantearon también si el síndrome se manifestaba en
adultos de igual manera que en niños.

A tal efecto, los autores seleccionaron una muestra total de 135 participantes divididos en tres
grupos de 45, según presentaban discapacidad en la aritmética, discapacidad en la aritmética y la
lectura, y discapacidad en la lectura, a partir de una muestra mayor de 267 adultos, quienes habían
sido referidos para exploración neuropsicológica en un servicio de rehabilitación vocacional.

El grupo con discapacidades en la aritmética tenía una edad promedio de 28.57 años (dt =
8.94) y un nivel educativo promedio de 12.50 años (dt = 1.65). La muestra de pacientes con
discapacidad combinada acusó un media de edad de 26.60 años (dt = 7.70) y un nivel promedio de
educación de 11.42 años (dt = 1.10) Por último, el grupo con discapacidad en la lectura tenía una
media de edad de 29.56 años (dt = 10.21) y un promedio de 11.89 años de educación formal (dt =
1.34).

Dentro de la batería de instrumentos neuropsicológicos administrada a todos los participantes


se encontraba el TMT. El grupo con discapacidades en la aritmética completó la Parte A de este
procedimiento en un tiempo promedio de 39.32 segundos (dt = 18.90). Los pacientes con déficits
combinados en aritmética y lectura realizaron la tarea en un promedio de 33.60 segundos (dt =
19.70), mientras que los pacientes con discapacidad en la lectura en 29.71 segundos (dt = 10.97).

En la Parte B, los pacientes con discapacidad en la aritmética completaron la tarea en un


promedio de 101.43 segundos (dt = 72.36), mientras que los pacientes con una discapacidad
combinada la terminaron en un promedio de 89.76 segundos (dt = 48.56). Por último, los pacientes
con discapacidad en la lectura obtuvieron una media de 75.49 segundos (dt = 29.06).
48

Los resultados de la presente investigación revelaron que los pacientes con discapacidad en
la aritmética tienen dificultades en la realización de tareas con un alto componente viso-espacial,
como es el TMT. Por el contrario, la presencia de una discapacidad en la lectura no está acompañada
de dificultades en procesos viso-espaciales, al menos tal y como se reflejan en este instrumento.

Trastornos afectivos

Prohaska et al. (1996) exploraron la velocidad psicomotriz y las funciones ejecutivas de un


grupo de pacientes con trastornos afectivos en terapia de mantenimiento con carbonato de litio por
medio de la Parte A y la Parte B del TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson,
1993a), respectivamente. Por haber cierto nivel de riesgo de que estos pacientes desarrollen una
forma de hipotiroidismo subclínico, se dividió el grupo de pacientes entre aquellos (N = 8) cuyos
niveles de tiroides estaban dentro de los límites normativos o eutiroideos (EUT), y otro (N = 8) que
presentaba una forma subclínica de hipotiroidismo (HSC).

La media de la edad de los pacientes del grupo EUT fue de 34.00 años (dt = 4.96), y su nivel
medio de educación fue de 14.13 años (dt = 1.89). Este grupo estuvo compuesto por seis pacientes
bipolares, uno con depresión mayor y uno esquizoafectivo. El nivel promedio de carbonato de litio en
estos pacientes fue 0.81 mEq/L (dt = 0.16).

Los pacientes del grupo HSC tuvieron una media de 34.25 años (dt = 9.28) de edad y 14.13
años (dt = 2.17) de educación formal. Se incluyeron en este grupo 5 pacientes con trastorno bipolar y
3 pacientes esquizoafectivos. El nivel promedio de carbonato de litio en este grupo fue 0.64 mEq/L (dt
= 0.11). Los autores de este estudio indicaron que el nivel de hormona estimulante de la tiroides fue
significativamente mayor en el grupo HSC que en el grupo EUT.

En la Parte A del TMT, el tiempo promedio requerido para completar la tarea fue de 22.50
segundos (dt = 8.60) en los pacientes del grupo EUT y 37.00 segundos (dt = 15.510 en los
participantes del grupo HSC. En la Parte B, los miembros del grupo EUT realizaron la tarea en 86.38
segundos (dt = 26.26) y los del grupo HSC en un promedio de 90.88 segundos (dt = 27.63).

Los autores de esta investigación señalaron que los pacientes con hipotiroidismo subclínico
(HSC) tienden a ser mucho más lentos en velocidad psicomotriz, tal y como se valora esta función por
la Parte A del TMT. El promedio de los pacientes con buen funcionamiento de la tiroides (EUT) está
notablemente por debajo de la puntuación de corte de 41 segundos sugerida por Reitan (1955; 1986).
La puntuación promedio de 37.00 segundos obtenida por el grupo hipotiroideo se acerca a este valor.

Ambos grupos de pacientes con trastornos afectivos siendo tratados con carbonato de litio
presentaron valores bordilíneos en las funciones ejecutivas valoradas por la Parte B del TMT,
tomando en cuenta la puntuación de corte de 91 segundos sugerida por Reitan (1955; 1986) en este
procedimiento. Así que, mientras que solo los pacientes hipotiroideos presentan lentitud psicomotora,
ambos grupos presentan dificultades en las funciones ejecutivas irrespectivamente de sus niveles de
tiroides.

Algunos cuadros psicopatológicos, especialmente la esquizofrenia, están asociados con


impedimentos de las funciones corticales superiores. Esto puede ocurrir también con los
trastornos afectivos, tales como el trastorno bipolar. En un estudio realizado por van Gorp et al.
49

(1998), se investigó la relación entre el trastorno bipolar y antecedentes de alcoholismo sobre la


ejecución del TMT. Estos autores examinaron una muestra de 13 pacientes con trastorno bipolar
en fase eutímica, sin antecedentes de alcoholismo y compararon los resultados obtenidos con los
de 12 pacientes de similar edad y nivel educativo con el mismo tipo de trastorno, pero con
presencia de historial de alcoholismo, así como con los obtenidos por un grupo de controles
saludables.

Los pacientes sin antecedentes de alcoholismo tenían una edad promedio de 51.84 años,
con una desviación típica de 13.36. Su nivel promedio de educación fue de 15.85 años, con una
desviación típica de 2.67. Los pacientes con historial de alcoholismo tenían una edad promedio
de 52.87 años, con una desviación típica de 8.55. Su nivel promedio de años de educación fue
15.17 y la desviación típica 2.33.

Los controles saludables tenían una edad promedio fue de 51.73 años y una desviación
típica de12.60. El nivel educativo de esta muestra fue de 14.98 años promedio y la desviación
típica de 1.88.

En la Parte A del TMT, los pacientes sin antecedentes de alcoholismo realizaron la tarea
en un promedio de 39.00 segundos, con una desviación típica de 15.53. Los pacientes con
antecedentes de alcoholismo la realizaron en un tiempo promedio de 43.00 segundos, con una
desviación típica de 17.67. Los controles saludables realizaron la tarea en un tiempo promedio de
34.55 segundos, con una desviación típica de 12.63. Ninguna de las diferencias entre estas
medias fue significativa.

En la Parte B del instrumento, los resultados fueron los siguientes. Los pacientes sin
antecedentes de alcoholismo completaron la tarea en un tiempo promedio de 91.00 segundos, con
una desviación típica de 46.48. Los pacientes con antecedentes de alcoholismo en un tiempo
promedio de 99.75 segundos, con una desviación típica de 51.27, y los controles saludables en
82.50 segundos promedio, con una desviación típica de 25.87. Estas diferencias tampoco fueron
significativas estadísticamente.

La interpretación de estos resultados indica que la ejecución en el TMT de un grupo de


controles saludables no difiere significativamente de las de dos grupos de pacientes con trastornos
afectivos y antecedentes de alcoholismo. Los valores medios en ambos grupos de pacientes se
acercaron o fueron más allá de las puntuaciones de corte sugeridas por el autor de este
instrumento. Cabe resaltar que estas puntuaciones de corte no toman necesariamente en cuenta
la edad de los pacientes ni se comparan con un grupo de controles saludables.

Es necesario explorar las variables demográficas y los resultados obtenidos por controles
saludables antes de usar las puntuaciones de corte indiscriminadamente. Estos resultados
muestran también como los instrumentos neuropsicológicos no son necesariamente influidos por
la psicopatología y, en concreto, los trastornos afectivos.

En un estudio con pacientes bipolares, Ali et al. (2000) investigaron los procesos de atención
y secuenciación psicomotriz, al igual que la presencia de organicidad en estos por medio del TMT.
Estos autores le administraron una batería de instrumentos neuropsicológicos a una muestra de 26
50

pacientes quienes llenaban los criterios diagnósticos de esta condición, incluyendo entre los
instrumentos seleccionados el TMT.

Dentro de los datos demográficos de los pacientes explorados se encuentra una edad media
de 40.2 años (dt = 10.9), así como un nivel educativo promedio de 15.9 años (dt = 2.04). Dentro de la
muestra, se encontraban 17 hombres y 9 mujeres. La exploración de la dominancia manual de estos
pacientes reveló que 22 eran diestros y 4 eran zurdos.

El tiempo promedio que le tomó a este grupo completar la Parte A del TMT fue 30.2
segundos, con una desviación típica de 9.2. Este valor fue comparado con los datos normativos
encontrados en Fromm-Auch y Yeudall (1983) en una muestra de 193 controles, el cual fue 26.3
segundos, con una desviación típica de 7.9. Esta diferencia no es significativa, pudiéndose asumir
que los pacientes bipolares no padecen de impedimentos en las funciones de atención, tales como
enfocar y ejecutar eficientemente.

En la Parte B del TMT, el tiempo promedio en concluir la tarea de la muestra de pacientes


bipolares fue 65.1 segundos, con una desviación típica de 23.6, mientras que la muestra de Fromm-
Auch y Yeudall (1983) completaron la tarea en 57.6 segundos, con una desviación típica de 15.5. La
diferencia entre ambas medias no fue significativa. Estos reculados indican que los pacientes
bipolares no padecen de las alteraciones en la capacidad de secuenciar y flexibilidad asociadas con la
ejecución en este instrumento.

La relación entre la psicopatología y la ejecución en las pruebas neuropsicológicas es un


tema de interés para la debida interpretación de los datos recabados a partir de dichos
procedimientos. Dentro de esta línea de pensamiento, Landro, Stiles y Sletvold (2001) estudiaron una
muestra de pacientes con depresión mayor unipolar utilizando, entre otros, el TMT. Le administraron
este instrumento a un grupo de 22 pacientes que llenaban los criterios diagnósticos de depresión
mayor unipolar.

Dichos pacientes tenían una edad promedio de 40.6 años (dt = 10.7), así como un nivel
educativo promedio de 12.2 años (dt = 3.7). El promedio, en términos de segundos, necesario en
completar la Parte A de este instrumento fue 40.6 (dt = 15.5). En la Parte B, el tiempo promedio fue
94.1 (dt = 40.7).

La ejecución de los pacientes diagnosticados con depresión fue comparada con la de un


grupo de controles saludables, cuyo nivel promedio de edad fue 40.2 años (dt = 10.0) y cuyo nivel
educativo fue 13.0 años (dt = 2.1). En la Parte A, el tiempo promedio para completar la tarea fue 32.3
segundos (dt = 8.0), mientras que en la Parte B fue 70.4 segundos (dt = 22.0).

Es claro que ambos valores en el grupo de controles saludables están muy por debajo de las
puntuaciones de corte de 41 y 91 segundos, respectivamente, sugeridas por Reitan (1955, 1986). Por
el contrario, los valores obtenidos por el grupo de pacientes deprimidos indican que sí hay una
asociación entre los trastornos afectivos, específicamente la depresión, y un nivel leve de disfunción
cognitiva. Esto debe de tomarse en cuenta cuando se evalúan pacientes que, además de tener
condiciones neurológicas, muestran depresión.
51

El efecto de la terapia electroconvulsiva sobre el cerebro de los pacientes que la reciben


ha ocupado la atención de los investigadores en el campo de la relación cerebro conducta desde
hace ya muchos años. En una investigación reciente llevada a cabo en Barcelona, España, Rami-
González et al. (2003) le administraron una batería de instrumentos neuropsicológicos a 11
pacientes quienes habían recibido un curso de tratamiento por terapia electroconvulsiva (dt = 11.1)
a través de un promedio de 27.2 meses (dt = 17.7). La edad promedio de estos 11 pacientes fue
63.9 años (dt = 8.8) y su nivel educativo promedio fue 8.0 años (dt = 2.4).

Se comparó la ejecución de estos 11 pacientes con la de otros 11 pacientes con


diagnóstico de depresión, quienes no habían recibido terapia electroconvulsiva. La edad promedio
de este segundo grupo fue 63.8 años (dt = 9.1) y su nivel educativo promedio fue 9.3 años (dt =
2.9).

Le tomó un promedio de 91.6 segundos (dt = 77.1) a los pacientes quienes habían
recibido terapia electroconvulsiva completar la Parte A del TMT. Los pacientes quienes no habían
recibido terapia electroconvulsiva completaron esta tarea un promedio de 67.4 segundos (dt =
42.7). Aunque esta diferencia fue notable, no alcanzó un nivel de significación estadística.

En la Parte B de este instrumento, los pacientes que habían recibido terapia


electroconvulsiva la completaron en un promedio de 219.0 segundos (dt = 88.4), mientras que los
pacientes que no la habían recibido la completaron en un promedio de 152.7 segundos (dt = 66.8).
La diferencia entre estas dos medias fue significativa (p = 0.035).

Fue interesante notar que la Parte A del TMT fue utilizada en esta investigación como una
medida de atención. Aunque hubo una diferencia observada entre el tiempo tomado por ambos
grupos en la realización de esta tarea, la diferencia no fue significativa. Sin embargo, la Parte B
de este instrumento fue incluida en esta investigación como una medida de funcionamiento del
lóbulo frontal. La diferencia entre ambas medias fue significativa tanto al nivel de los valores
observados, como estadísticamente.

Mientras que la terapia electroconvulsiva no parece afectar los procesos de atención de


los pacientes que la reciben, ciertamente sí se ven afectados los procesos de funcionamiento
frontal, también conocidos como funciones ejecutivas.

Trastorno obsesivo compulsivo

La contribución de la depresión a posibles déficits cognitivos evidenciados en pacientes con


trastorno obsesivo-compulsivo fue estudiada por Basso et al. (2001). A tal efecto, estos autores le
administraron el TMT a una muestra de 20 pacientes referidos para evaluación neuropsicológica con
dicho diagnóstico. Se le administró a estos pacientes, además, el MMPI y se utilizó la puntuación T de
la escala de depresión (D).

La muestra de pacientes incluyó a 8 mujeres y 12 hombres con una media de edad de 29.70
años (dt = 10.74), así como un nivel educativo de 13.20 años (dt = 2.6). Los autores examinaron una
muestra de control de 21 mujeres y 11 hombres (N = 32), con una edad promedio fue 30.06 años (dt
= 10.06) y un nivel educativo de 13.56 años (dt = 1.61).
52

La muestra de pacientes realizó la Parte A del TMT en un tiempo medio de 33.10 segundos
(dt = 13.63), mientras que la muestra de controles la realizó en 22.12 segundos (dt = 6.83). La Parte B
fue completada por los pacientes en un tiempo medio de 76.20 segundos (dt = 46.36) y en 53.54
segundos (dt = 24.63) por los participantes del grupo de control. Se encontró una relación entre el
tiempo necesario para completar la Parte B de este instrumento con la escala de depresión del MMPI.

Aún cuando la ejecución de los pacientes diagnosticados con trastorno obsesivo-compulsivo


en ambas partes del TMT es menos eficiente que la de los participantes del grupo de control, los
valores obtenidos están notablemente por debajo de las puntuaciones de corte (41 y 92 segundos)
sugeridas por Reitan (1955; 1986). La depresión puede afectar la eficiencia de estos pacientes, pero
los resultados obtenidos no son comparables con los de pacientes con problemas neurológicos.

Moritz et al. (2001) llevaron a cabo un estudio en Alemania donde compararon la


ejecución de una muestra de 36 pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) con una
muestra de 36 controles saludables (CS) en el TMT. La razón del estudio, sin embargo, fue
determinar el impacto del estado depresivo de los pacientes sobre una gama de instrumentos
neuropsicológicos, incluyendo el arriba mencionado.

La muestra 36 controles saludables (CS) tenía una edad promedio de 33.36 años (dt =
9.5). Su nivel medio de educación fue 11.50 años (dt = 1.5). Los 36 pacientes con trastorno
obsesivo compulsivo (TOC) tenían una media de 33.22 años (dt = 10.3) de edad y su nivel
educativo promedio fue 11.33 años (dt = 1.7). La puntuación media del grupo CS en el BDI fue
3.32 (dt = 3.7). Por otro lado, la media de los pacientes con TOC fue 21.84 (dt = 10.6).

El grupo CS completó la Parte A del TMT en un promedio de 26.56 segundos (dt = 9.6). El
grupo TOC la completó en un tiempo medio de 37.32 segundos (dt = 13.9). La Parte B fue
completada por el grupo CS en una media de 55.22 segundos (dt = 16.3), mientras que el grupo
TOC la completó en un promedio de 90.97 segundos (dt = 49.4).

Para determinar con mayor precisión el impacto de la depresión sobre el funcionamiento


cognitivo de los pacientes con TOC, se dividió el grupo según las puntuaciones obtenidas en la
ESCALA DE DEPRESIÓN DE HAMILTON (Hamilton, 1967). Una muestra de 17 pacientes con
TOC obtuvieron una puntuación media de 7.06 (dt = 3.0) en este instrumento y fueron designados
bajos en nivel de depresión. El resto de los 19 pacientes obtuvo una puntuación promedio de
18.84 (dt = 4.8) y se les denominó altos en nivel de depresión.

La Parte A fue completada en una media de 34.74 segundos (dt = 10.3) por el grupo de
pacientes bajos en depresión. Los pacientes altos en nivel de depresión completaron la Parte A en
39.65 segundos (dt = 16.4). Los pacientes bajos en nivel de depresión tomaron una media de
75.91 segundos (dt = 24.4) en completar la Parte B del instrumento y los del grupo de altos en
depresión la completó en un promedio de 104.43 segundos (dt = 61.7).

Es difícil determinar, a partir de los resultados de este estudio, la relación causal entre las
funciones valoradas. No hay duda que los pacientes con TOC más deprimidos no ejecutan tan
eficientemente como los menos deprimidos. No obstante, no se puede decir a priori que la
depresión causa la baja en ejecución, siendo viable también la explicación que la depresión puede
53

ser el resultado de una toma de conciencia por parte de los pacientes de sus fallas
neurocognitivas.

Estrés post-traumático

En un estudio sobre el efecto de la violación sexual y el estrés post-traumático sobre la


capacidad de atención, Jenkins et al. (2000) le administraron el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan
1958; Reitan y Wolfson, 1993a) a dos muestras de pacientes y a un grupo control. Los participantes
del primer grupo de pacientes sufrieron violación sexual y mostraban síntomas del síndrome de estrés
post-traumático, mientras que el segundo grupo habían sufrido también violación sexual, pero no
presentaban, sin embargo, síntomas del síndrome de estrés post-traumático. Los miembros del grupo
control no habían sufrido traumas.

Los 16 miembros del grupo control tenían una edad promedio de 27.0 años, con una
desviación típica de 8.6, los 15 del grupo con síntomas de estrés post-traumático 28.2 años, con una
desviación típica de 7.0 y los 16 del grupo sin síntomas 27.6 y 5.0, respectivamente.

Los resultados, en términos de segundos en completar la tarea, obtenidos por el grupo


control en la Parte A de este instrumento fueron: puntuación promedio de 20.9, desviación típica de
5.5. Los obtenidos por el grupo con síntomas fueron: puntuación promedio de 25.4, desviación típica
de 7.4, mientras que los valores correspondientes al grupo sin síntomas fueron 21.3 y 7.0,
respectivamente.

En la Parte B del instrumento, los participantes controles realizaron la tarea en un promedio


de 52.1 segundos, con una desviación típica de 14.7. Los pacientes con síntomas realizaron la tarea
con una media de 74.1 segundos, con una desviación típica de 25.2, mientras que los pacientes sin
síntomas del síndrome de estrés post-traumático la realizaron en un tiempo medio de 45.2 segundos,
con una desviación típica de 15.5.

La única diferencia significativa señalada por los autores fue entre los grupos con síntomas y
sin síntomas en la Parte B del TMT. Aún cuando se evidencia un mayor tiempo de realización de esta
tarea en pacientes con síntomas de estrés post-traumático, este valor cae todavía por debajo de la
puntuación de corte de 91 segundos sugerida por Reitan (1955; 1986). Esto reafirma la utilidad del
TMT como un instrumento capaz de distinguir pacientes con lesiones o disfunciones cerebrales de
aquellos que presentan condiciones con otra etiología.

Síndrome de fatiga crónica

Los instrumentos neuropsicológicos no son solamente sensitivos a la presencia de


trastornos asociados con disfunciones del sistema nervioso central. En este sentido Michiels et al.
(1996) estudiaron el funcionamiento cognitivo en pacientes con síndrome de fatiga crónica.
Participaron en esta investigación 35 pacientes que fueron referidos por presentar síntomas
relacionados con el síndrome de fatiga crónica. De acuerdo a los autores de esta investigación, la
cual fue llevada a cabo en Bélgica, estos pacientes llenaron los requisitos establecidos por el
CDC, así como el Grupo Internacional para el Estudio del Síndrome de la Fatiga Crónica (Fukuda
et al. 1994). Este grupo estuvo compuesto por 24 mujeres y 11 hombres con una edad promedio
de 34.02 años (dt = 7.9) y un nivel educativo promedio de 12.4 años (dt = 2.8).
54

Se incluyeron en esta investigación 33 controles saludables con una edad promedio de


32.33 años (dt = 9.2) y un nivel educativo promedio fue 13.3 (dt = 2.3).

Se les administró a todos los participantes de esta investigación el TMT. El tiempo


promedio que le tomó al grupo de pacientes con el síndrome de fatiga crónica completar la Parte A
de este instrumento fue 30.34 segundos (dt = 10.06). Los controles saludables completaron la
tarea en un promedio de 25.51 segundos (dt = 7.62). De acuerdo a los autores, la diferencia entre
estas medias fue significativa (p < 0.05).

La Parte B del TMT fue completada en un promedio de 81.97 segundos por los pacientes
con el síndrome de fatiga crónica. Los controles saludables completaron esta tarea en un
promedio de 59.93 segundos (dt = 20.58). Al igual que con la Parte A, la diferencia entre estas
medias fue significativa (p < 0.05).

Es evidente, a partir de los resultados obtenidos en esta investigación, que las habilidades
de atención, destreza óculo-motriz, planificación y funciones ejecutivas mediadas por este
instrumento difieren significativamente entre los pacientes con el síndrome de fatiga crónica y los
controles saludables estudiados en esta investigación.

Trastornos de la personalidad

Hasta qué punto los trastornos psiquiátricos que no están necesariamente dentro del
ámbito de los trastornos afectivos o las psicosis muestran una afectación de los procesos
neuropsicológicos fue estudiado por Sprock et al. (2000). Estos autores utilizaron una batería de
instrumentos neuropsicológicos dentro de la cual se incluyó el la Parte B del TMT.

Las muestras seleccionadas para esta investigación incluyeron 18 mujeres con


diagnóstico de trastorno bordilíneo de la personalidad. La edad promedio de este grupo fue 37.6
años, con una desviación típica de 5.3. Su nivel educativo promedio fue equivalente a 13.8 años,
con una desviación típica de 2.3. Se incluyeron también en esta investigación 17 mujeres con
diagnóstico de trastorno depresivo, cuya edad promedio fue 32.7 años, con una desviación típica
de 15.8.

La ejecución de estos dos grupos de pacientes en el TMT fue comparada con el grupo de
16 controles saludables, sin diagnóstico psiquiátrico, cuya edad promedio fue 30.3 años, con una
desviación típica de 5.9. El nivel educativo promedio de este grupo de controles saludables fue
15.5 años, con una desviación típica de 1.7.

Los autores de esta investigación indicaron que les tomó un promedio de 68.22 segundos
completar la tarea a las pacientes pertenecientes al grupo con diagnóstico de trastorno bordilíneo
de la personalidad. Las pacientes con trastorno afectivo o depresivo tomaron un promedio de
86.52 segundos en completar esta tarea. Las controles saludables la completaron en un promedio
de 62.37 segundos. Aunque los autores de esta investigación informaron que la diferencia entre
estas medias no fue significativa, es evidente que las pacientes deprimidas tomaron un tiempo
mucho más largo en completar la misma.
55

Esquizofrenia

La relación entre los lóbulos frontales en la esquizofrenia ha sido estudiada por Arango et al.
(1999) en una investigación en la cual tenían como objetivo determinar si los signos neurológicos eran
predictivos del deterioro neurocognitivo en pacientes esquizofrénicos y si la exploración
neuropsicológica, conjuntamente con estos signos, era capaz de distinguir entre pacientes
esquizofrénicos y una muestra de comparación. Dentro de la batería de instrumentos
neuropsicológicos utilizados por estos autores se encontraba el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan
1958; Reitan y Wolfson, 1993a).

Este instrumento le fue administrado a una muestra de pacientes esquizofrénicos cuya


enfermedad había cursado por un promedio de 14.82 años (dt = 6.85) y cuyas edades de
presentación de la enfermedad promediaban 20.77 años (dt = 5.87). La edad promedio de esta
muestra de 85 pacientes, compuesta por 60 hombres y 25 mujeres, era de 35.89 años (dt = 7.70). La
muestra de comparación estuvo compuesta por 36 pacientes, de los cuales 24 eran hombres y 12
mujeres. La edad promedio de esta muestra fue 35.13 años (dt = 7.40). La única diferencia
significativa en las características demográficas de ambas muestra fue el nivel educativo, en el cual la
media de la muestra de comparación fue de 14.3 años (dt = 2.1) y la de la muestra de pacientes fue
de 12.3 años (dt = 2.3).

La muestra de comparación realizó la Parte A de este instrumento en 24.7 segundos (dt =


8.8), mientras que la muestra de pacientes la completó en 44.4 segundos (dt = 18.8). Los autores
indicaron que la diferencia entre las medias era significativa a favor de la muestra de comparación,
quienes completaron la tarea en mucho menor tiempo. La dispersión de las puntuaciones en la
muestra de pacientes fue también mucho mayor.

En este estudio, el TMT resultó ser útil en diferenciar entre pacientes esquizofrénicos y una
muestra de comparación de sujetos saludables. En este sentido, el valor promedio de 44.4 segundos
en completar esta tarea está ligeramente por encima de 41 segundos, la puntuación de corte en
pacientes con daño cerebral sugerida inicialmente por Reitan (1955).

El efecto de tres medicamentos diferentes (Olanzapina, Risperidona y Haloperidol) sobre


las funciones corticales superiores fue evaluado Pardon et al. (2000). Dentro de una batería de
tests neuropsicológicos administrada a un grupo total de 65 pacientes con diagnóstico reciente
(cinco años o menos) de esquizofrenia se encontraba la Parte B del TMT. Esta es una medida de
capacidad para elaborar secuencias y enfocar y ejecutar eficientemente. Este procedimiento fue
administrado al comienzo del tratamiento con los diferentes medicamentos, al igual que al final del
mismo.

El tratamiento con Olanzapina fue administrado por un promedio de 275.50 días (dt
=148.13), el tratamiento con Haloperidol por 267.87 días (dt =134.48) y el de Risperidona por
256.65 días (dt = 119.01). Como es evidente a partir de estas cifras, el curso individual de
tratamiento con cada paciente fue muy variado.

Los 21 pacientes que recibieron tratamiento con Olanzapina tenían una media de edad de
26.01 años (dt = 5.76). El nivel educativo promedio de este grupo fue 12.76 años (dt = 2.62). La
muestra de 23 pacientes tratados con Haloperidol tenía una media de 28.83 años de edad (dt =
56

6.52), así como un nivel educativo promedio de 12.57 años (dt = 2.83). Los 21 pacientes tratados
con Risperidona tenían una media de edad de 31.77 años (dt = 11.24) y un nivel educativo
promedio de12.67 años (dt = 2.33).

Al primer grupo de pacientes (Olanzapina) le tomó un promedio de 79.95 segundos (dt =


30.83) para completar la Parte B del TMT en la primera administración. En la segunda
administración el valor promedio de este grupo fue 65.35 segundos (dt = 27.52). Los valores
correspondientes en la primera administración del grupo tratado con Haloperidol fueron 98.40
segundos (dt = 77.24), mientras que en la segunda 96.80 (dt = 77.24). El grupo tratado con
Risperidona obtuvo una media de 83.85 segundos (dt = 25.23) en el primer ensayo y 81.85 (dt =
44.37) en el segundo.

Evidentemente, la Olanzapina tuvo el mejor efecto sobre los procesos de secuenciación y


atención medidos por este procedimiento.

Condiciones metabólicas y sistémicas

Lan et al. (1994) le administraron una amplia batería de instrumentos neuropsicológicos a


una muestra de 208 diabéticos saludables con sus niveles de azúcar relativamente bien controlados.
Dentro de la batería utilizada con estos pacientes se encontraba la Parte B del TEST DE RASTREO
(TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a). Esta tarea fue completada en un promedio de 52.8
segundos, con una desviación típica de 18.4. Los participantes de este estudio tenían una edad
promedio de 26.8 años, con una desviación típica de 6.6.

Cabe notar, una vez más, que el valor promedio obtenido por esta muestra está muy por
debajo de la puntuación de corte de 91 segundos, sugerida por Reitan (1955; 1986). Es decir, este
instrumento no es influido por condiciones sistémicas, como es la diabetes, las cuales no parecen
afectar el funcionamiento cerebral.

La relación entre el funcionamiento neurocognitivo y la presencia de diabetes ha sido


investigada ampliamente. A tal efecto, Rosen et al. (2003) estudiaron una muestra de 79 pacientes
con diabetes tipo II, con una edad promedio de 65 años, con valores que oscilaron entre los 41 y
los 85 años. El nivel educativo promedio de este grupo fue 13 años. Según los autores de esta
investigación, la adhesión de estos pacientes a su régimen de antiglucemiantes estaba por debajo
del nivel óptimo deseado.

Se les administró a todos los pacientes que participaron en esta investigación el TMT. En
la Parte A de este instrumento estos pacientes utilizaron un tiempo promedio de 45.7 segundos (dt
= 19.5) para completar dicha tarea. En la Parte B, utilizaron un promedio de 125.7 segundos (dt =
59.2) para completar dicho procedimiento.

Anorexia nerviosa y bulimia

El impacto de condiciones sistémicas, no necesariamente originadas en el sistema


nervioso central, sobre el estado neurocognitivo fue investigado por Mathias y Kent (1998) quienes
examinaron una muestra de 34 pacientas anoréxicas, cuya edad promedio fue de 22 años (dt =
7.4), con la idea de que esta condición puede debilitar a las personas afectadas e impactar el
57

estado de sus funciones corticales superiores. Estos autores compararon la ejecución de esta
muestra de pacientas en una batería de instrumentos neuropsicológicos la cual incluyó el TEST
DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a), el BDI y el INVENTARIO DE
ANSIEDAD ESTADO-RASGO (Spielberger et al., 1983) con la de una muestra de 31 controles
saludables, cuya edad promedio fue 20.8 años (dt = 3.6).

Mathias y Kent (1998) indicaron que las diferencias entre las medias del grupo de
pacientes y controles saludables en las medidas de depresión y ansiedad utilizadas fueron
altamente significativas, con un valor de p ≤ 0.000 en todos los casos. De acuerdo a estos
hallazgos, las pacientas anoréxicas mostraban un alto nivel de depresión y ansiedad.

En la Parte A del TMT, las pacientas anoréxicas completaron la tarea en un tiempo


promedio de 28.4 segundos (dt = 11.1), mientras que las controles saludables la completaron en
un promedio de 25.0 segundos (dt = 7.9).

Los resultados de la Parte B de este instrumento fueron los siguientes. La muestra de


pacientas completó la tarea en un tiempo promedio de 62.6 segundos (dt = 30.3). Las controles
saludables la completaron en un promedio de 51.5 segundos (dt = 16.5). Ninguna de las
diferencias entre las medias de ambos grupos fue significativa, según estos autores, demostrando
una vez más, la ausencia impedimentos neurocognitivos en la anorexia nervosa, pero, quizás más
importante, la disociación entre la presencia de la depresión y la ansiedad como factor causativo
de trastornos neurocognitivos.

Para determinar la influencia de condiciones tales como la anorexia y la bulimia sobre el


funcionamiento neurocognitivo de las pacientas que se ven afectadas por estas condiciones,
Murphy et al. (2002) le administraron una batería de instrumentos neuropsicológicos a tres grupos
de participantes, dos de los cuales eran de pacientas con trastornos de la alimentación.

Estos autores examinaron un grupo de 16 pacientas anoréxicas, cuya edad promedio fue
22.3 años (dt = 4.04) y cuyo nivel intelectual promedio fue 119 (dt = 9.8). Examinaron también un
grupo de 16 bulímicas con una edad promedio de 22.0 años (dt = 4.5), con un nivel intelectual
promedio de 122 (dt = 4.3). Estos autores también examinaron un grupo de controles saludables
cuya edad promedio fue 25.3 años (dt = 2.6) y cuyo nivel intelectual fue 117 (dt = 5.6). Estos
autores indicaron que las diferencias entre las medias relacionadas con la edad y el nivel
intelectual no fueron significativas.

Dentro de la batería de procedimientos neuropsicológicos utilizada por estos autores se


encontraba el TMT. El tiempo promedio del grupo de anoréxicas para llevar a cabo la tarea de la
Parte A de este instrumento fue 27.0 segundos (dt = 7.3). Las pacientas bulímicas realizaron la
tarea involucrada en la Parte A en un promedio de 23.4 segundos (dt = 5.9). Las 16 participantes
del grupo de controles saludables realizaron la tarea en un promedio de 26.0 segundos (dt = 4.9).

En la Parte B de este instrumento, las pacientas pertenecientes al grupo de anoréxicas


realizaron la tarea en un promedio de 56.6 segundos (dt = 14.6). Las 16 pacientes pertenecientes
al grupo de bulímicas realizaron esta tarea en un promedio de 49.3 segundos (dt = 12.4). Las
participantes pertenecientes al grupo de controles saludables realizaron esta tarea en un promedio
de 56.4 segundos (dt = 12.2).
58

De acuerdo a estos autores, ninguna de las diferencias entre estas medias, tanto en la
Parte A, como en la Parte B del TMT, fueron significativas. Es decir, no hubo diferencias
significativas entre los grupos en las habilidades de búsqueda visual, atención, flexibilidad mental
y funcionamiento motor valoradas por este instrumento.

Enfermedades cardiovasculares

Las funciones cognitivas de los pacientes sometidos a cirugías cardiovasculares han sido
estudiadas ampliamente (Vingerhoets, Nooten y Jannes, 1997). Según estos autores, sin embargo,
las valoraciones neuropsicológicas realizadas con estos pacientes se han hecho tradicionalmente
después de la cirugía. Este tipo de valoración no da información sobre el estado cognitivo de los
pacientes cardiacos, ni sobre el efecto de la cardiopatía crónica sobre estas funciones cognitivas.

Para determinar el efecto de la cardiopatía crónica sobre el estado cognitivo, Vingerhoets,


Van Nooten y Jannes (1997) examinaron neuropsicológicamente a 77 candidatos a cirugía
cardiovascular electiva con un promedio de 5.8 años de curso de la enfermedad (dt = 8.4) antes de
proceder con la misma. Dentro de la batería de instrumentos neuropsicológicos seleccionada por los
autores se encontraba el TMT.

El nivel de edad de los pacientes fue de 59.3 años promedio (dt = 8.3) y su nivel medio de
educación formal fue 9.8 años (dt = 2.4). La ejecución de los pacientes fue comparada con la de una
muestra de controles saludables (37) con una edad promedio de 57.6 años (dt = 8.6) y un nivel
promedio de educación formal de 10.5 años (dt = 2.1).

En la Parte A del TMT, los resultados obtenidos por los pacientes arrojaron una media de
49.3 segundos para completar la tarea (dt = 19.2). La Parte B fue llevada a cabo por la muestra de
pacientes en un promedio de 106.5 segundos (dt = 44.5). Los participantes de la muestra de controles
saludables realizaron la Parte A en un tiempo promedio de 37.7 segundos (dt = 11.3) y la Parte B en
95.3 segundos (dt = 45.4). En ambos casos, las diferencias entre las medias fueron significativas.

Estos resultados confirman la sospecha de los autores que la cardiopatía crónica puede estar
asociada a un declive de las funciones corticales superiores. Validan, además, la utilidad de este
instrumento para reflejar un deterioro sutil, aunque notable, de las funciones corticales superiores.

En un estudio en el cual se utilizó el TMT, como parte de una batería neuropsicológica


administrada a un grupo de pacientes que habían sido sometidos a un trasplante de corazón,
Roman et al. (1997) encontraron que el tiempo promedio que les tomó a los pacientes antes del
trasplante y posterior al mismo en completar ambas partes del TMT no varió significativamente.

A tal efecto, estos autores les administraron una batería de instrumentos


neuropsicológicos, dentro de la cual se encontraba el TMT, a 17 pacientes con cardiopatías
severas quienes fueron sometidos a una operación de trasplante de corazón. Los criterios de
inclusión en este estudio fueron los siguientes: haber tenido un año de funcionamiento con éxito
posterior al trasplante, ausencia de un rechazo activo o del corazón implantado o de fallos
cardiacos, y ausencia de historial de enfermedades neurológicas o sistémicas que pudiesen
afectar de forma adversa el funcionamiento cerebral. La edad promedio de este grupo fue 50 años
59

(dt = 10.48) y estuvo compuesto por 12 hombres y 5 mujeres. El coeficiente intelectual promedio
de este grupo antes del trasplante fue 104 (dt = 10.7), al igual que 104 (dt = 10.45) posterior al
trasplante.

Los pacientes seleccionados para este estudio completaron la Parte A del TMT en un
promedio de 46 segundos (dt = 12.39) anterior al transplante. Posterior al trasplante, completaron
la misma tarea en un promedio de 49.0 segundos (dt = 19.94). Aunque hubo una dispersión mayor
en la segunda administración, es decir, posterior al trasplante, la diferencia entre los resultados no
fue significativa.

En la Parte B de este instrumento, los pacientes la completaron en un promedio de 79


segundos (dt = 26.68) en la administración anterior al trasplante. Posterior al trasplante, la media
fue también 79 segundos (dt = 27.61). La diferencia entre estas medias no fue significativa, de
acuerdo a los autores del estudio.

Estos autores indicaron que no se encontró el nivel de déficits generalizado en funciones


cognitivas que se ha identificado en otras muestras de pacientes con cardiopatías severas.
Tampoco se encontraron diferencias significativas entre la ejecución de estos pacientes previo al
trasplante de corazón y posterior al mismo.

Uno de los propósitos del uso de los instrumentos neuropsicológicos es determinar si hay
deterioro de funciones posteriormente a un evento determinado. En la investigación llevada a cabo
por Kilminster et al. (1999), se exploró el posible deterioro de funciones corticales superiores que
puede evidenciarse en pacientes sometidos a cirugía cardio-pulmonar para llevar a cabo el tipo de
procedimiento denominado by-pass. Dentro de los instrumentos empleados por los autores de
esta investigación se encontraba el TMT. Un aspecto clave de esta investigación fue el establecer
una línea base de resultados neuropsicológicos antes de llevar a cabo la operación.

Kilminster et al. (1999) estudiaron un total de 130 pacientes referidos a cirugía cardio-
pulmonar quienes estaban en capacidad de participar en la evaluación neuropsicológica, antes y
después de la operación. La media de edad de estos pacientes fue 63.5 años (dt = 8.8). De los
130 pacientes evaluados, 107 fueron sometidos a una operación de by-pass de la coronaria.

En la Parte A de este instrumento, esta muestra tomó un promedio de 42.94 segundos (dt
= 14.88) completarla en la exploración pre-operatoria y 39.95 segundos (dt = 15.44) en la post-
operatoria. La Parte B fue completada en un tiempo promedio de 97.79 segundos (dt = 39.86) en
la evaluación pre-operatoria y 97.67 (dt = 48.21) en la post-operatoria. La diferencia entre las
medias pre-operatoria y post-operatoria en la Parte A fue significativa al nivel de p ≤ 0.05, pero
favorable al estado de los pacientes después de la operación. Según los resultados obtenidos en
el TMT, no hay una diferencia clínicamente significativa entre los resultados obtenidos por los
pacientes antes y después de una operación de by-pass de la coronaria.

Heyer et al. (1999) estudiaron una muestra de 112 pacientes quienes habían sido
sometidos a una endarteroctomía de la carótida de forma electiva. Estos investigadores tuvieron la
oportunidad de seguir a estos pacientes a través de una evaluación inicial, y posteriormente en
tres seguimientos. El primer seguimiento se llevó a cabo entre uno y 6 días después de la
operación, siendo el promedio 2.6 días (dt = 3.4).
60

La segunda exploración se llevó a cabo aproximadamente al mes de la operación, con


una media de 1.2 meses (dt = 0.7). El tercer, y último, seguimiento fue llevado a cabo
aproximadamente a los cinco meses después de la intervención, con un promedio de 5.6 meses
(dt = 2.1).

La ejecución de los 112 pacientes que fueron valorados inicialmente en la Parte A del
TMT fue 48.8 segundos (dt = 23.7). En el primer seguimiento, es decir en la segunda exploración,
la tarea fue completada en un promedio de 44.7 segundos (dt = 19.8). En la segunda exploración,
la tarea fue completada en un promedio de 39.6 segundos (dt = 17.5), mientras que en la tercera
exploración, la tarea fue completada en un promedio de 36.2 segundos (dt = 13.2).

Los promedios obtenidos en el segundo seguimiento y tercer seguimiento difirieron


significativamente (p < 0.05) de la exploración llevada a cabo inicialmente como línea base en
conjunto con la operación. Hubo una disminución de la muestra en cada exploración, de suerte
que participaron 102 pacientes en la primera, 76 en la segunda y 33 en la tercera.

En la Parte B de este instrumento, la tarea fue completada en un promedio de 99.1


segundos (dt = 41.5) en la exploración de línea base. En la primera exploración posterior o
seguimiento, la tarea fue completada en un promedio de 94.0 segundos (dt = 53.0). En el segundo
seguimiento, es decir en la tercera exploración, la tarea fue completada por este grupo en un
promedio de 82.0 segundos (dt = 37.9), mientras que la tarea fue completada en un promedio de
81.4 segundos (dt = 32.3) en el tercer seguimiento.

Al igual que con la Parte A del TMT, se notó una mejoría en la ejecución de estos
pacientes, especialmente en el segundo y tercer seguimientos, cuyas medias difirieron
significativamente de la línea base.

Nathan et al. (2001) exploraron el funcionamiento neurocognitivo de pacientes que habían


sido sometidos a hipotermia ligera posteriormente a una cirugía de las arterias coronarias.
Participaron en esta investigación 112 pacientes quienes fueron devueltos a una temperatura
normal inmediatamente después de su intervención cardiovascular. La edad promedio de este
grupo fue 68 años (dt = 6) y 95 de ellos eran hombres. El nivel educativo estuvo distribuido de la
siguiente forma: 33 tenían ocho años o menos de escolaridad, 39 tenían entre 9 años y 12 años
de escolaridad y 40 habían cursado estudios universitarios.

Participaron en esta investigación, además, una muestra de 111 pacientes quienes fueron
asignados al azar a ser sometidos a hipotermia extensa posterior a su intervención cardiovascular.
La edad promedio fue 68 años (dt = 5) y 94 participantes en la muestra eran hombres. En términos
de educación, 40 habían obtenido un nivel de ocho años o menos de escolaridad, 32 entre 9 y 12
y 39 habían cursado estudios universitarios.

Se les administró a todos los pacientes que participaron en esta investigación el TMT. La
Parte A de este instrumento fue completada en un promedio de 39.4 segundos (dt = 12.0) por los
pacientes que no habían sido sometidos a hipotermia en una exploración preoperativa. En la
misma exploración, los pacientes que fueron sometidos a hipotermia completaron la tarea en un
promedio de 39.8 segundos (dt = 12.3).
61

Se llevó a cabo una exploración postoperatoria de ambos grupos. Los pacientes que
habían sido devueltos a una temperatura normal aumentaron su promedio para terminar su tarea
en 3.3 segundos (dt =14.9). Los pacientes que habían sido sometidos a hipotermia completaron la
tarea en un promedio de 2.0 (dt = 13.7) segundos por debajo de la primera exploración.

En la Parte B de este instrumento, los pacientes que no habían sido sometidos a


hipotermia prolongada completaron la tarea en un promedio de 106 segundos (dt = 50.3) en la
exploración preoperatoria. En la misma exploración, los pacientes que fueron sometidos a
hipotermia completaron la tarea en un promedio de 109 segundos (dt = 47.7).

En la exploración postoperatoria, los pacientes que habían sido devueltos a una


temperatura normal aumentaron su promedio en terminar la tarea en 15.3 segundos (dt = 43.3) y
los pacientes que habían sido sometidos a hipotermia completaron la tarea en un promedio de
12.3 segundos (dt = 40.8) adicionales.

Los resultados de esta investigación indicaron que la hipotermia no ejerce un factor


neuroprotector en estos casos.

Alcoholismo y abuso de sustancias

El diagnóstico diferencial de diferentes tipos de demencia ha ocupado la atención de muchos


autores en el campo de la neuropsicología. A tal efecto, Munro, Saxton y Butters (2001) estudiaron la
ejecución de tres grupos de pacientes con demencia o abuso de alcohol, así como de un grupo de
control en el TEST DE RASTREO (TMT; Reitan 1958; Reitan y Wolfson, 1993a). En esta
investigación, estos autores estudiaron 11 pacientes con enfermedad de Alzheimer, 10 pacientes con
demencia producida por el abuso de alcohol, 29 pacientes con historial de abuso de alcohol, pero sin
síntomas de demencia, así como 20 pacientes controles saludables.

Los pacientes con enfermedad de Alzheimer presentaron un promedio de 73.6 años de edad,
con una desviación típica de 5.4, así como un nivel educativo de 11.9 años de instrucción formal, con
una desviación típica de 2.3. Este grupo estuvo compuesto por 4 hombres y 7 mujeres. Los 10
pacientes con demencia producida por el abuso del alcohol acusaron un promedio de edad de 69.8
años, con una desviación típica de 9.3 años, mientras que su nivel educativo fue 12.1 años de
educación formal, con una desviación típica correspondiente a 3.5. La composición de este grupo fue
de 9 hombres y 1 mujer.

Los pacientes con historial de abuso de alcohol, pero sin presencia de demencia, presentaron
un promedio de edad 64.5 años, con una desviación típica de 6.1, así como un nivel educativo de
12.2 años de educación formal, con una desviación típica correspondiente a 2.2. La composición de
este grupo fue de 26 hombres y 3 mujeres. El grupo de controles estuvo compuesto por 9 hombres y
11 mujeres, cuyo promedio de edad fue 70.3 años, con una desviación típica correspondiente a 7.8,
así como un nivel educativo de 13.7 años de instrucción formal, con una desviación típica de 2.6.

Los resultados obtenidos en el TMT correspondientes a cada uno de los grupos estudiados
en esta investigación se detallan a continuación. En la Parte A de este instrumento, el grupo de
pacientes con enfermedad de Alzheimer realizó la tarea en un promedio de 74.9 segundos, con una
62

desviación típica de 32.09, mientras que el grupo con demencia relacionada con el alcohol realizó
este mismo procedimiento en 45.7 segundos, con una desviación típica correspondiente a 9.70. Los
pacientes con abuso de alcohol, pero sin presencia de demencia, realizaron la Parte A del TMT en un
promedio de 44.38 segundos, con una desviación típica correspondiente a 24.05 segundos.
Finalmente, el grupo de sujetos controles realizó la tarea en un promedio de 32.15 segundos, con una
desviación típica de 8.95.

Los resultados obtenidos por estos diferentes tipos de pacientes y participantes en la Parte A
del TMT indican que existe una marcada diferencia entre aquellos pacientes con enfermedad de
Alzheimer y los demás grupos. Además, según los autores de esta investigación, la diferencia
obtenida entre el grupo con demencia relacionada con el alcohol y el grupo de los participantes
controles es también significativa.

Se hace importante notar que la desviación típica del grupo de pacientes con historia de
abuso de alcohol sin presencia de demencia, es mucho mayor que la del grupo de pacientes en los
cuales la etiología de su demencia proviene del abuso del alcohol, aunque los promedios no difieren
grandemente. Los resultados de esta investigación indican claramente que los pacientes con
demencia tipo Alzheimer presentan un grado de disfunción en las capacidades viso-perceptivas y de
atención mediadas por la Parte A del TMT, lo cual los hace marcadamente diferentes de aquellos
pacientes que tienen otro tipo de demencia o que han abusado seriamente de alcohol sin presencia
de demencia.

En la Parte B del TMT, los resultados obtenidos por los diferentes grupos en esta
investigación se detallan a continuación. En primer lugar, el valor promedio para la realización de esta
tarea en los pacientes con enfermedad de Alzheimer fue de 183.86 segundos, con una desviación
típica de 114.96. En los pacientes con demencia relacionada con el alcohol, el promedio fue de
158.00 segundos, con una desviación típica de 88.34. Los pacientes con historial de abuso de
alcohol, pero sin presencia de demencia obtuvieron un promedio de 120.00 segundos en la
realización de esta tarea, con una desviación típica de 79.19. Los participantes en el grupo control
realizaron la tarea en un promedio de 91.15 segundos, con una desviación típica de 26.79.

Aunque estos autores señalaron que no existen diferencias significativas a nivel estadístico
entre estos grupos, se hace notar que los pacientes en ambos grupos con demencia realizaron la
misma ciertamente de forma mucho más lenta que los pacientes no demenciados. A tal efecto, se
hace evidente que las funciones de secuenciación y aprendizaje de nuevas series que requiere la
Parte B del TMT muestran mucha mayor disfunción en los pacientes demenciados, que en aquellos
en los cuales no se ha diagnosticado una demencia, aún cuando tengan un historial de abuso de
alcohol.

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