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El folletín

Juan Moreira fue una persona que nació y murió en la Argentina, acusado de bandido y asesino
serial. La primera aparición del personaje de Juan Moreira en la literatura rioplatense es a través de
la novela de folletín escrita por Eduardo Guitérrez desde noviembre de 1879 hasta enero de 1880 en
el periódico La Patria Argentina. 1879 es el mismo año en que se publica La vuelta del Martín
Fierro, en donde el payador retorna viejo y domesticado. Siguiendo a Ludmer, Juan Moreira es la
otra cara del personaje de la modernización. A diferencia del héroe nacional retratado en la obra de
Hernández, Juan Moreira es un héroe trágico, que no se reconvierte ni "civiliza" de manera
funcional al modelo de nación propuesto en el período. Es un gaucho bueno, de carácter noble, viril,
orgulloso, que rinde culto al coraje criollo, y que por una serie de conspiraciones de poder policial-
político y económicos (en un pacto entre el juez de paz y el comerciante extranjero) culmina
excediéndose de los márgenes de la ley para caer por la pendiente del crimen, viéndose obligado al
delito por autodefensa y para el cumplimiento de su promesa de venganza. El impacto y la
repercusión de Juan Moreira es un hecho sin precedentes en la literatura local. La novela de
Gutiérrez es de un éxito de best-seller, convirtiéndose en el primer escritor profesional de la
Argentina. Sus obras de temas gauchescos son prolíferas y exitosas, escribe más de treinta en menos
de nueve años. La popularidad que adquiere el personaje narrativo de Juan Moreira, convirtiendo en
mito al hombre real homónimo el cual Gutiérrez ennoblece hasta alcanzar la altura de héroe mítico
de la campaña, lleva a su pronta traslación del papel al escenario.

Circo criollo
Para ello, la Compañía de los Hermanos Carlo y la familia Podestá se asocian para poner en escena
junto a otros atracciones circenses la pantomima elaborada por Gutiérrez. El estreno de la
pantomima se realiza en el Teatro Politeama Argentino en 1884. La pieza es un éxito, y lleva a la
familia a realizar un tour hasta Río de Janeiro, siguiendo la popular ruta de viaje de los artistas
hemisféricos. Buenos Aires y Montevideo, a lo largo del siglo XIX, fueron una popular ruta de viaje
para artistas cultos y populares. Comenzando desde 1820 hasta 1880, los viajeros hemisféricos,
como los denomina William Acree, llegan a estas ciudades portuarias por la cercanía y
navegabilidad de los ríos, que permitían cubrir una buena cantidad de pueblos y ciudades en poco
tiempo. Muchos artistas extranjeros se asentaron en estas con propuestas muy diversas de
espectáculos. Sin embargo, cuando aparecen las Familias de Circo locales, la primera de ellas, los
Podestá, y los dramas de temática criollo, la creación de entretenimiento popular y nacional
desplaza a los creadores extranjeros. “Their trajectory exemplified not only the popularity of the
Creole drama phenomenon but also how the “popular” came to be legitimately representative of the
“national.” (teniendo en cuenta lo de Gramsci)
Particularidades del drama gauchesco
La estructura de la obra es un cañamazo sobre el cual se aceptaban incorporaciones e
improvisaciones de parte de los actores, estimuladas por las reacciones del público (Rama). Las
didascalias de la obra cumplen una función netamente referencial precisamente por este motivo.

Podemos destacar el lenguaje y el uso del lunfardo como una cuestión diferencial en la obra teatral
de Juan Moreira. Esta apropiación del habla gauschesca ya tenía una tradición, los poemas de
Bartolomé Hidalgo, e incluso la transcripción del habla de los inmigrantes, en los poemas de Acuña
de Figueroa. En obras teatrales podemos rastrear estas flexibilizaciones del español, Teodoro Klein
afirma que el primer sainete porteño es una adaptación de un "fin de fiesta" realizada por Ambrosio
Morante que se titula Al que le venga el sayo que se lo ponga, en el que se ven retratados los tipos
populares urbanos con sus tropiezos idiomáticos, por el cual se filtra la burla al extranjero.

En Juan Moreira se encuentra una justificación a la xenofobia, ya que no existe la conciliación o


negociación de las partes. Al igual que no existe negociación con las partidas provinciales, que lo
perseguirán hasta la muerte. En los casos de comunión entre hombres, son frente al patrón y al
amigo, pero no se llega a aceptar la ayuda. La integración de los extranjeros a la escena moreirista
aparece con el personaje napolitano del Cocoliche, que no se encuentra en la edición del Instituto de
Literatura Argentina en 1935.

Ludmer: “La representación del justiciero en el circo es una fiesta popular que contiene fiestas
populares en su interior, con cantos y bailes criollo”. Juan Moreira incorpora una serie de novedades
que responden a los gustos y necesidades del público, no sólo cambia el gato por el pericón (a
pedido de Elías Regules), e incorpora por primera vez un baile de milonga en la escena, sino que
inaugura un género específico y un tipo de héroe nacional que será reiterado a lo largo de toda la
década. Posteriormente, la imagen del gaucho criminal dejará paso a otros dramas criollos en donde
el protagonista es asimilado dentro de la legalidad. Para la última década del siglo, Juan Moreira ya
había pasado de las arenas de los circos, a los grandes teatros de las capitales.

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