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Brie, César. (2013). Teatro I.

La Ilíada, Las Abarcas del Tiempo, En un sol amarillo,


otra vez Marcelo. ATUEL. Por: Fernando González Verano y José Miguel Pinto
López
Teatro de Cesar Brie es una selección de las obras más importantes de este director, actor y
dramaturgo, fundador del Teatro de los Andes. El primer tomo de esta antología recoge las
obras: La Ilíada, Las Abarcas del Tiempo, En un sol amarillo y Otra vez Marcelo,
acompañadas de una presentación de Jorge Dubatti y un estudio crítico de Marita Fox.
Aunque el estudio da nuevas perspectivas para entender las obras de este dramaturgo
gracias a una cronología muy detallada de su trayectoria artística y un par de citas dónde él
define su poética y el trabajo del Teatro de los Andes; este estudio es una reseña de las
obras y no da una propuesta de interpretación de éstas. A diferencia de esto, la
presentación de Jorge Dubatti sí tiene una propuesta de interpretación de la obra de Cesar
Brie que consiste en que el trabajo de este dramaturgo obliga a redefinir la concepción del
teatro argentino como una unidad para entenderlo como una polifonía de teatros que no se
limitan al contexto geográfico, histórico y cultural de Argentina.

La Ilíada, primera obra de esta selección, fue estrenada en el año 2000. Esta obra de dos
actos, de doce y dieciséis escenas respectivamente, consiste en una relectura y una nueva
focalización de los elementos que más le interesaron a Cesar Brie del relato homérico.
Entre estos elementos los más importantes son: la mujer, la pérdida de los hijos y el
tratamiento del cuerpo. La nueva focalización propuesta por este dramaturgo permitirá que
estos elementos se mezclen con la historia latinoamericana a través de referencias a
sindicalistas, escritores y personas víctimas de la violencia de estado de las dictaduras del
cono sur.

La obra empieza con Hécuba lamentándose por la destrucción de Troya y la muerte de sus
hijos, a continuación se encontrará con Polidoro, su hijo menor que ha venido desde el
Hades para conocer la historia de la guerra. Este encuentro es el dispositivo dramatúrgico
usado por Brie para volver sobre el drama y dar cuenta del relato homérico de una forma
lineal desde la disputa entre Aquiles y Agamenón hasta los funerales de Héctor. A pesar del
gran contenido trágico, esta obra está cargada de elementos cómicos que se ven
principalmente en los problemas matrimoniales de Zeus y Hera, lo cual es una crítica al
poder por la banalidad con que este juega con las vidas de los hombres.
A lo largo de la obra los personajes de Polidoro y Héctor, a cuyos cuerpos no les han hecho
los ritos funerarios, y Hécuba y Príamo que han perdido a sus hijos, representan el
verdadero centro de la obra por encima de la caída de Troya. Esto se debe a que a través de
la reescritura del relato homérico se van filtrando las desapariciones y asesinatos de líderes
sociales a manos de las dictaduras militares que gobernaron Bolivia y Argentina,
representadas en las figuras de Gualberto Vega, Marcelo Quiroga y Carlos Flores. Además
de esto, también se filtra el relato del suicidio de la hija de Roberto Walsh al verse rodeada
por los militares argentinos. Como podemos ver esta obra a través del relato homérico es un
llamado por la memoria de las víctimas de las dictaduras militares que sufrió el continente
en la segunda mitad del siglo XX.

Las abarcas del tiempo, segunda obra de este volumen y la más antigua de Cesar Brie que
aparece en esta recopilación, fue estrenada en el año 1995. Compuesta por doce escenas,
esta obra gira entorno a la memoria y el olvido, la historia se centra en la muerte de un
minero, Jacinto, quien en vida le pide a su amigo Hilaco, que lo visite el Día de los Muertos
si llega a sucederle algo mientras trabaja en la mina. Una vez Jacinto muere, Hilaco asiste
al compromiso acordado. A partir del encuentro entre los dos se inicia un recorrido por el
mundo de los muertos que también es un viaje por la historia donde “Bolivia aparece en
jirones” (103). En este viaje se encontrarán con: un sacerdote secuestrado y asesinado por
paramilitares, el primer etnólogo boliviano que murió en medio de la miseria, un indígena
revolucionario que posee a Hilaco porque quiere volver a la vida y unas reinas de belleza
que sirven para darle un tono cómico a la obra.

En un sol amarillo, tercera obra de esta selección, fue estrenada en 2004 y consta de trece
escenas donde encontramos las voces de los habitantes de un pueblo que es devastado por
un terremoto. La obra fue construida a partir de los testimonios de campesinos de varios
pueblos bolivianos que fueron afectados por un sismo el 22 de mayo de 1998. En las
escenas se representan: los episodios del terremoto, la búsqueda y rescate de las personas
atrapadas bajo los escombros, el desplazamiento por la falta de atención del gobierno y los
actos de corrupción cometidos por los militares y políticos durante las ayudas a los
afectados. La obra termina con un alegato a los artistas para que cuenten la verdad a
diferencia de los otros que han cubierto la noticia. Esta obra, a diferencia de las otras, se
caracteriza por el tono auto-referencial del proceso de investigación y creación que realizó
el Teatro de los Andes.

Otra vez Marcelo, última obra de este volumen, fue estrenada en el 2005. Esta obra de 21
escenas es un homenaje que cuenta la vida y obra de Marcelo Quiroga Santa Cruz, ministro
de boliviano de minas en 1969 y líder social que luchó por la nacionalización de los
recursos petroleros, la soberanía de su país y contra los crímenes de estado y que fue
desaparecido y asesinado. Esta obra es muy interesante porque la historia se cuenta a través
del diálogo entre Marcelo y Cristina, su esposa que lo sueña para mantenerlo vivo y que no
se pierda en el olvido.

A modo de conclusión podemos decir que el teatro de Cesar Brie a diferencia de lo que
piensa Jorge Dubatti, no es otra parte del teatro argentino. Creemos que este autor logra dar
cuenta, en su condición de exiliado y a través de la historia Boliviana, de la necesidad de
hacer memoria de todo el continente. Y gracias a esto, logra consolidarse como un
dramaturgo latinoamericano. Esto se da por una estética propia, influenciada por Artaud,
Brook, Barba y la cultura Andina. Otro elemento importante que vale la pena destacar y
que está presente a lo largo de las cuatro obras de Brie en este volumen es la mezcla de
procedimientos narrativos, dramáticos y líricos, además de la construcción de las obras
como una denuncia personal y a la vez política de la situación del hombre latinoamericano
en este siglo. Asediado por la muerte y el olvido pero con la necesidad de recordar y
mantener un diálogo constante con su pasado.

Los muertos nos ayudan a encontrar una nueva relación con los vivos… Todos transcurrimos en un breve
tiempo. La memoria sirve a pesar de las horas y los destinos para vivir y trabajar con lucidez y alegría.
Además, aquellos muertos que sentimos nuestros, y son miles, nos habitan, golpean a nuestra puerta,
cotidianamente dialogamos con ellos. Y a pesar de despojarles de sus defectos, como si la inmaterialidad
fuera una pequeña forma de santificar a los que fueron, no podemos evitar de reírnos de y con nuestros
muertos. La muerte duele, no puede ser solemne. El recuerdo es carne, rabia, emoción y risa (103-104).

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