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Luego de Aristóteles
Esa norma es insatisfactoria para las nuevas sociedades de clase media, poco afecta al
enaltecimiento trágico y al enfoque solo cómico de las clases no aristocráticas.
Shakespeare como antecedente de ruptura del teatro aristotélico. Todavía hay división
de personajes y estilos, pero se empieza a modificar. Siglo XVIII: las clases medias
(Rev. Fra) pasan a ser el grupo dominante y se modifica el teatro, ya que la ideología de
una época es la de su clase dominante. Empieza a desaparecer la tragedia porque ya no
es vitalmente importante. Comienza a gestarse el realismo teatral. Diderot: “La
perfección de un espectáculo consiste en imitar una acción de manera tan exacta que el
espectador, persuadido sin interrupción, imagine asistir personalmente a la acción
misma”. Para Diderot, el teatro debía adoptar modalidades enteramente novedosas con
las revolucionarias características que tenía la sociedad burguesa de clase media.
Aparece el teatro histórico post R. F. Victor Hugo (1802-1885) “la libertad del arte
contra el despotismo de sistemas, códigos y reglas”, “la libertad en el arte, la libertad
social”. Romanticismo termina de matar el legado de Aristóteles de unidad de tiempo y
lugar, Hugo se quedo solo con la de acción.
Realismo y naturalismo
Zola, p. 126
La Sociedad del Bueno Gusto del Teatro se proponía “promover la mejora de nuestras
exhibiciones teatrales, procurando se den obras originales, se traduzcan las mejores
extranjeras y se reformen algunas antiguas, para que el teatro sea escuela de las
costumbres, vehículo de ilustración y órgano de la política” (El Censor, 31/7/1817).
La emancipación cultural
De 1884 a 1930 comenzó la etapa conocida como la “emancipación cultural”, época en
que se considera que nació la primera obra de teatro nacional: “Juan Moreira”, de
Eduardo Gutiérrez, creado junto al empresario teatral José Podestá, en 1879. Se
trata de un teatro criollista o gauchesco nativista. Es decir, un teatro que habla de la
identidad del pueblo.
La época de oro
Los comienzos del siglo XX inauguran la época de oro, con nombres propios
como Roberto J. Payró (“Marco Severi”), Florencio Sánchez (“Nuestros Hijos”)
y Gregorio de Laferrere (“¡Jettatore!”), quienes dieron gran impulso a la actividad
escénica, basados en una estética costumbrista de alto impacto en el público: el grotesco
y el sainete criollo.
El sainete criollo es un género que retrata la vida de los inmigrantes de fines del
siglo XIX en los conventillos en tono de comedia. Comenzó como parte del
intermedio de las obras teatrales pero terminó fusionándose con el circo. Alberto
Vacarezza inaugura el género con “El conventillo de la paloma” (1929). Uno de los
temores de los inquilinos de los conventillos era la persecución política y sobre todo
después del golpe a Yrigoyen, en 1930, ya que muchos de los recién llegados eran
anarquistas, comunistas y sindicalistas.
“El teatro es para educar”
Fundado por Leónidas Barletta, en 1930, nació el Teatro del Pueblo, un teatro por el
arte, vocacional, pedagógico y social. Había horizontalidad de roles que iban rotando en
cada función. Surgieron también grupos vinculados al Partido Comunista con una visión
militante sobre el teatro que debían hacer.
En 1932, Roberto Arlt estrenó allí su primera obra, “300 millones”. El período más
fructífero fue entre 1937 y 1943, con un repertorio universal que no descuidaba la
producción de autores nacionales como Roberto Arlt (“Saverio el Cruel”), Raúl
González Tuñón (“El Descosido”), Álvaro Yunque (“Los Cínicos”) y Nicolás
Olivari (“Un Auxilio en la 34”).
Pocos meses después se había estrenado en el Teatro del Pueblo (1936) Saverio el cruel con muy
buena acogida, aunque Horacio Rega Molina, el poeta, en su comentario teatral en la revista
Mundo Argentino ofrecía reparos a la actuación. "Algunos de los artistas evidenciaron falta de
comprensión y escaso dominio escénico -decía-, otros no saben hablar (...) Leónidas Barletta,
cuya labor es digna de los mayores elogios, les debe cada día más, al arte y al público,
interpretaciones cabales y puestas en escena inmejorables. Su teatro debe dejar de ser el esfuerzo
para aplomarse en lo definitivo".
Todo eso le hizo pensar a Arlt que había llegado el momento propicio. Pero el fracaso de El
Fabricante es el principio del fin. Ya no podrá aspirar a otro lugar que aquel en el que comenzó su
existencia: la escena independiente.
Sin embargo, más allá de los valores de la obra, Pedro, el protagonista de El Fabricante de
Fantasmas (un autor teatral), aporta algunos indicios que para Arlt pueden asimilarse a las
características del autor del teatro independiente por oposición al autor del teatro "comercial" y
sus mutuas estrategias.
Este valerse del parlamento de su personaje como metatexto, como teatro acerca de su teatro
vuelve indispensable la lectura de esta obra para investigar el teatro de Arlt.
Lo cierto es que Arlt supo, entonces, que la única forma de trabajar con su propia poética era
llegar a conseguir su teatro propio y comenzó a correrle una carrera al tiempo y a dedicarse full
time a sus experimentos con la cobertura de latex en la malla de las medias. Estaba realmente
entusiasmado. Mientras tanto seguían los estrenos. A mediados de 1937 La isla desierta (la pieza
que tuvo más representaciones después de su muerte), a ella sigue Africa (1938). Por entonces el
Teatro del Pueblo ocupa la sala de la calle Corrientes ubicada exactamente en la cuadra donde
está hoy el Teatro Gral San Martín. Ahí se da, por último, La fiesta del hierro, estrenada el 18 de
julio de 1940. Cuando Arlt murió, trabajaba en El desierto entra a la ciudad (que estrenaría el
grupo independiente de El Duende, en 1952, en el actual Teatro Regina).
En esa obra aborda el problema del mal como algo congénito en el hombre, algo que, una vez más
en las palabras de Pedro (Fab.de Fant.) aflora siempre:
"El hombre mata...mata porque la obsesión del crimen permanece en los repliegues de su
conciencia semejante a la semilla en la sepultura de los faraones".
La fiesta del hierro es una obra muy hermosa que alterna el mundo de los negocios con el del
adulterio y el ángel de la guarda con el diablo: la lucha entre el bien y el mal por conquistar el
alma humana. Esta lucha entre el ángel y el demonio da a la pieza el regusto de parodia de la
moralidad medieval. La idea es que hasta el día del Juicio Final habrá un Jardín del Edén donde la
serpiente tentará a Eva y Adán será castigado por su estulticia.
El 16 de julio de 1940, dos días antes del estreno Arlt escribía en El Mundo:
"El mérito de mi nueva farsa dramática consiste en que aunque estuviera mejor o peor escrita, no
por ello dejaría de cumplir con la estricta obligación de la obra teatral: 1)Fijar con rapidez la
atención del espectador en una situación a venir provocada por los personajes. 2)Suscitar un
creciente movimiento de curiosidad en su intelecto ante las posibles derivaciones de la intriga.
3)Emocionarle por el destino que acecha a los protagonistas (...) Comienza en la mañana de un
día y termina en el anochecer del que le sigue. Entre este paréntesis de algunas horas, treinta
personajes hilan la trama de la red y se quiebran espantosamente la cabeza".
Se me ocurre que con la denominación de farsa dramática, Arlt se refiere intuitivamente al doble
plano de lo semiótico y lo semántico en que se juega siempre el teatro. En efecto, la trama se
desenvuelve entre lo festivo y lo caricaturesco, la carnavalización y la máscara, lo cual exige un
planteo de orquestación de sistemas de códigos de coherencia dentro de los sistemas mismos y de
estrategias de entrecruzamiento, donde los signos empleados tienen por referente el propio
código; mientras que lo dramático tiene que ver con el campo semántico, la comprensión del texto
y el desarrollo atiende a los significados. Es decir, que el referente del campo semántico es la
realidad social y el espectador ya que, en definitiva, la obra funciona como mundo analógico y
simbólico. Farsesca es la forma y dramática (en la acepción de patético) el contenido. La máxima
alegría y la máxima tristeza llegan juntas a la vida del fabricante de armamentos. En La Fiesta del
Hierro se festeja el aniversario de la fábrica y estalla la guerra, lo cual significa prósperos
negocios. A su vez el hijo del fabricante muere estúpidamente quemado dentro del totem ritual
para la celebración de la fiesta programada.
pocos meses antes de su muerte, mientras todo indicaba la culminación exitosa de su carrera de
dramaturgo y de inventor, Arlt escribía en el diario La Hora del 5/12/41 en un comentario titulado
"Los autores independientes en los teatros comerciales":
"Cuanto más fielmente trata el autor independiente de expresar su realidad teatral, más lejos se
sitúa del teatro comercial...Mientras que la obra del autor comercial mantiene su clima en absoluta
conexión con el público y el acto previamente clasificado, la obra del autor independiente es un
suceso personal, acaecido a él y para él".
La declaración habla de una actitud claramente individualista, tal como el escritor de la etapa
inical, el escritor que en su primera publicación Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos
Aires, dice a manera de autodefinicón: "Decían los bestiarios de la Edad Media que cuando una
serpiente devora a otra serpiente se convierte en dragón. Similar es el caso de un sensitivo, en
quien actúan fantásticas influencias exteriores". En su caso, no acbe duda, las influencias
exteriores fueron las del movimiento del teatro independiente al que hoy estamos rindiendo
homenaje.
Este trabajo fue leído (el 29 de mayo del corriente año) con motivo de la celebración de los 60
años del Teatro Independiente.