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DOTADO DE INTELIGENCIA
El ser humano es capaz de pensar, de comunicarse, de inventar. Crea arte, levanta monumentos, fabrica sofisticados
instrumentos tecnológicos.
En el desarrollo de su capacidad mental el hombre ha domesticado parte de la naturaleza y ha multiplicado su potencia
creando nuevas fuentes de energía, viajando por el espacio, sondeándolas entrañas de la tierra.
Pero, además, el ser humano es capaz de reflexionar sobre si mismo, sobre su vida y sus actos. Busca las causas de lo que le
acontece y analiza sus consecuencias. Así ha logrado entender lo que sucede fuera y dentro de sí.
LA SANTIDAD
“¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacer la voluntad de Dios.
El hombre experimenta esta alegría por medio de una constante acción profunda sobre sí mismo, por medio de la fidelidad
a la ley divina, a los mandamientos del Evangelio. E incluso con renuncias”. (Juan Pablo II, Homilía, 18.1.1981).
La esencia de la santidad está en la caridad o amor de Dios y al prójimo por Dios. A estos dos amores redujo Jesús la ley y los
profetas, y los inculcó como máximos mandamientos. (cf Lc 10, 25-28)
DOTADO DE INTELIGENCIA
El ser humano es capaz de pensar, de comunicarse, de inventar. Crea arte, levanta monumentos, fabrica sofisticados
instrumentos tecnológicos.
En el desarrollo de su capacidad mental el hombre ha domesticado parte de la naturaleza y ha multiplicado su potencia
creando nuevas fuentes de energía, viajando por el espacio, sondeándolas entrañas de la tierra.
Pero, además, el ser humano es capaz de reflexionar sobre sí mismo, sobre su vida y sus actos. Busca las causas de lo que le
acontece y analiza sus consecuencias. Así ha logrado entender lo que sucede fuera y dentro de sí.
LA SANTIDAD
“¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacer la voluntad de Dios.
El hombre experimenta esta alegría por medio de una constante acción profunda sobre sí mismo, por medio de la fidelidad
a la ley divina, a los mandamientos del Evangelio. E incluso con renuncias”. (Juan Pablo II, Homilía, 18.1.1981).
La esencia de la santidad está en la caridad o amor de Dios y al prójimo por Dios. A estos dos amores redujo Jesús la ley y los
profetas, y los inculcó como máximos mandamientos. (cf Lc 10, 25-28)