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Versión española de
Eva Rodríguez Halfter
Alianza
Editorial
Título original: Coercion, Capital and European States. A. D. 990-1990. Esta obra ha s
publicada en inglés por Basil Blackwell, Inc.
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Prefacio...............................................................................................................
Prefacio a la edición española........................................................................
11
15. c
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C a p ítu l o 1. C iu d a d e s y E stados e n l a h i s t o r i a u n i v e r s a l ....... 19
(
Los Estados en la h isto ria ....................................................................... 19
Respuestas existentes................................................................................. 25 (
La lógica del capital y de la coerción................................................... 40 (
La guerra, m otor de la form ación y transform ación delE stado... 45 ^
Tendencias e interacciones a largo p laz o ............................................. 57
Perspectivas ......................................... .......................................... 63 (
La E uropa ausente...................................................................................... 70
Los Estados y la coerción.................................................................... 79
Las ciudades y el capital........................................................................... 82 ^
Interacción entre ciudades y E sta d o s................................................... 87
Fisiologías de los E stados......................................................................... 91 (
Liaisons dangereuses.................................................................................. 97
Form as alternativas del E stado................................. ............................. 102 ^
B ibliografía................................................................................................................ 327
Indice analítico......................................................................................................... 369
A la m em oria de S tein R o k k a n .
In telec tu a l entusiasta,
em presario, creador y am igo
Capítulo 3
DE CO M O LA GUERRA
FO RJO ESTADOS,
Y VICEVERSA
La bifurcación de la violencia
109
no Coerción, capital y los Estados europeos, 990-1990
a librar guerras particulares; los Usatges catalanes del siglo XII regis
traban específicamente dicho derecho (Torres i Sans, 1988:13). Los
bandidos (muchas veces secciones licenciadas de ejércitos privados o
públicos) florecieron en gran parte de Europa hasta el siglo XVn, En
Sicilia, esos empresarios de la violencia, protegidos y controlados,
que se han denominado mafiosi, han aterrorizado a la población
rural hasta nuestros días (Blok, 1974; Romano, 1963). Ha habido
gentes exteriores al Estado que se han beneficiado ampliamente de
^.su propiedad privada de medios violentos-
Desde el siglo XVII, no obstante, los gobernantes han logrado
inclinar la balanza de modó decisivo tanto frente a los ciudadanos
particulares como frente a los poderosos que rivalizaban con ellos
dentro de sus Estados. Han logrado que el recurso a las armas sea
.-^■delictivo, impopular y poco práctico para la mayoría de sus ciuda-
K.-danos, han proscrito los ejércitos privados y han hecho que nos
parezca normal que los agentes armados del Estado se enfrenten a
la población civil desarmada.'^Al haberse aferrado a la posesión pri
vada de armas de fuego, Estados Unidos se aparta de los restantes
países occidentales y paga el precio en tasas de muertes por armas
de fuego cientos de veces superiores a las de sus compañeros eu
ropeos; en la proliferación de armas privadas, Estados Unidos se
asemeja más al Líbano o Afganistán que a Gran Bretaña u Holanda.
El desarme de la población civil se produjo a lo largo de una
serie de pequeños pasos; la incautación general de armas al final de
las rebeliones, la prohibición del dtielo, los controles sobre la pro
ducción de armas, ja introducción de licencias para las armas priva
das, las restricciones sobre el despliegue público de fuerza armada.
En Inglaterra, los reyes Tudor suprimieron los ejércitos privados,
redujeron el poder soberano de los grandes nobles en toda la fron*-
.tera escocesa, contuvieron la violencia aristocrática y eliminaron las
fortalezas-castillo que antaño anunciaban el poder y, autonomía de
los grandes magnates ingleses (Stone, 1965:199*‘272). Luis XIII, el
monarca del siglo XVII que, con ayuda de Richelieu y Mazarino,
reconstruyó la fuerza armada del Estado francés, probablemente de
molió más fortalezas de las que construyó. Pero las levantó en las
fronteras y las destruyó en el interior. Para someter a los magnates
y a las ciudades que se resistían a su gobierno, lo habitual fue que
desmantelara sus fortificaciones, redujera sus derechos a portar ar
mas y con ello disminuyera las posibilidades de toda futura rebelión
seria.
De cómo la guerra forjó Estados, y viceversa 113
La guerra
Proporción de años
Niímero Duración media
. transcurrido«
Siglo de de las guerras
en guerra
guerrss (anos)
(%)
XVI 34 1,6 95
XVII 29 1,7 94
XVIII 17 1,0 78
XIX 20 0,4 40
XX ^ 15 0 ,4 . 53'
» Hww 1975.
Fu^nti: U vy, Í983, y U a rd , 19B7.
Transiciones
País 1500 1600 1700 1850 1980 1500 1600 1700 1850 1980
Puente: Compilado a parar de 1983; Brcwct, 1989; Corvísicr, 1976; Flora, 1983; Jones,
1988; Lyrrn, 1989; Mitchcll, 1975; Parker, 1976; Parker, 1988; Reinhard, Armctigaud y Dupa-
quicr, 1968; Sivard, 1983; De Vrics, 1984, y Wriglcy y Scbofícld, 1981.
Mientras en 1793, según el modo habitual de ver las cosas, todas las
esperanzas se depositaron en una fuerza militar muy reducida, hizo su apa
rición una fuerza como nadie la había concebido. La guerra volvió .a con
vertirse repentinamente en asunto del pueblo, y de un pueblo que sumaba
treinta millones, cada uno de los cuales se consideraba como un ciudadado
del Estado... Mediante esta participación del pueblo en. la Guerra, en lugar
de, hacerlo un Gabinete o un Ejército, toda una Nación con su peso natural
entró’en la balanza. Desde entonces, los medios disponibles —^los esfuerzos
que podían reunirse— no tuvieron ya límites definidos; la energía con que
la propia Guerra podía conducirse no contaba ya con contrapeso alguno, y
■ en consecuencia el peligro para el adversario se había elevado hasta el ex
tremo.
(Clausewitz, 1968[1832]:384-5)
Monetización
Aciividad capitalista Facilidad para la guerra
Crédito disponible
Baja Alta
Aiu
Renta
Bienes
Flujos
Arrendamientos
. Tributos
Baja
1-49
150 Coerción, capital y los Estados europeos» 990-1990
/
J
Extracción
Arbitraje
Protección
sivas del Estado estaban ya vinculadas por sólidos lazos sociales, (3)
la gente común contaba con aliados poderosos dentro o fuera del
Estado, y (4) las acciones recientes del Estado o sus interacciones
hacían patente que era vulnerable a un ataque. Bajo estas circuns
tancias, no sólo era probable que estallara la rebelión popular, sino
que además tenía algunas posibilidades de éxito.
En la década de 1640 todas estas circunstancias se unieron en una
serie de Estados europeos, y resultaron en uno de los decenios más
sediciosos de la historia europea. La cruenta maraña de luchas que
hoy recordamos con el nombre de Guerra de los Treina Años de
bilitó la capacidad de la mayoría de los Estados de Europa occiden
tal, dejando al descubierto su vulnerabilidad en el momento mismo
en que pedían sacrificios sin parangón a sus súbditos. Inglaterra pasó
por una guerra civil, Francia entró en los disturbios de la Fronda,
. Escocia estuvo a punto de lograr liberarse de Inglaterra, Cataluña y
Portugal se sacudieron (la primera transitoriamente, el segundo, de
finitivamente) el dominio de la Corona española, y en Nápoles, el
pescador Masaniello capitaneó una gran revuelta populan
En Cataluña, por ejemplo, las reales peticiones de mayores im
puestos de guerra llevaron al rey (o, mejor dicho, a su ministro
Olivares) a un enconado conflicto con las Cortes. En 1640, la Co
rona envió 9.000 soldados a esta provincia para hacer cumplir sus
exigencias de pago, reducir la posibilidad de una resistencia organi
zada y aplicar una especie de chantaje (dado que los catalanes ten-
. drían que mantener a los soldados y sufrir sus pillajes mientras sus
obligaciones quedaran impagadas). El estacionamiento de tropas sin
consenrimiento. de la provincia violaba los derechos reconocidos de
los catalanes. Se produjo una amplia sublevación popular. Al empe
zar a extenderse, la Diputación —hablando con pOca exactitud, el
comité ejecutivo de las Cortes— se puso a la cabeza de la revuelta,
y llegó incluso a pedir a Luis XIII de Francia que asumiera la so
beranía de Cataluña. Aprovechando que Francia estaba atenta a la
Fronda, un ejército francés reconquistó al fín Barcelona, y después
Cataluña, en 1652. Llegados a aquel punto, «Felipe VI otorgó una
aministía y juró respetar las libertades tradicionales de Cataluña»
(Zagorin, 1982:11, 3:^.
Cuando se enfrentaban a algún ripo de resistencia, disperso o
general, ¿qué hacían los gobernantes? Negociaban. Cabe la posibi
lidad de que se objete al término «negociar» para hablar del envío
de tropas para aplastar una revuelta antitributaria o capturar a un
El Estado y sus ciudadanos 157
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El Estado y sus ciudadanos 161
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162 Coerción, capital y Io5 Atados europeos, 990-1990
ios jenízaros y la$ unidades militares irregulares [de Serbia] quedaron sin
empleo. Por ello, se dedicaron al pillaje entre la población. Bandas de estos
hombres se apoderaron de aldeas y de sus tierras y convirtieron sus pro
piedades en posesiones propias. Otros se unieron a los avans rebeldes, u
organizaciones de bandidos, y despojaron a pacíficos musulmanes y cristia
nos por igual.
Qelavich y Jelavich, 1977:27)
i
El Estado y sus ciudadanos 173
Cargas impremeditadas
Los esfuerzos para hacerse con los recursos para la guerra crea
ron estructuras de Estado que nadie había pensado formar- Debido
a que ningún gobernante o coalición dominante poseía un poder
absoluto, y debido a que las clases que quedaban fuera de aquella
coalición siempre contaban con el control irmiediato de una parte
considerable de los recursos que los gobernantes empleaban para la
. guerra» ningún Estado pudo escapar a la creación de ciertas cargas
organizativas que sus autoridades habrían preferido evitar. Otro pro
ceso paralelo generó también cargas involuntarias para el Estado: los
gobernantes crearon organizaciones, bien para hacer la guerra o bien
para extraer lo indispensable para la guerra, entre la población —^no
sólo ejércitos y armadas, sino también oficinas fiscales, servicios de
aduanas, tesorerías, administraciones regionales y fuerzas armadas
para facilitar su labor entre la población civil— y descubrieron que
las organizaciones mismas desarrollaban intereses, derechos, emolu
mentos, necesidades y demandas que requerían atención por sí mis
mas* Hablando de Brandenburgo-Prusia, Hans Rosenberg dice qué
lá burocracia
CUADRO 4.1. Gastos del Estado como porcentaje del PIB en Noruega,
1B73-1975
1 900 0 ,7 1,0
19 2 0 2 ,0 2 ,8 4,1 3 ,2 2 ,7 7 ,5
1940 2 ,3 54 5 ,3 4 ,4 4,8 11,1
1960 7,3 8,9 9 ,6 8 ,7 7,6 1 4 ,9
1975 1 0,8 9 ,2 1 5,0 17,2 2 4,6 2 0 ,8
Militarización/civilidad
El proceso transformador del Estado que hemos estado analizan
do produjo un resultado sorprendente: la civilidad del gobierno* Es
un resultado sorprendente porque fue la expansión de la fuerza mi
litar lo que impulsó los procesos de formación del Estado* En es
quema, la transformación se produjo en las ya conocidas cuatro eta
pas de patrimonialismo, mediación, nacionalización y especializa
ción: primero, un período en que los grandes poderosos mismos
eran activos hombres de armas, que reclutaban y capitaneaban sus
propios ejércitos y armadas; después vino el auge de los empresarios
mihtares.y las tropas mercenarias contratadas por los poderosos ci
viles; seguido por la incorporación de la estructura militar al Estado
con la creación de los ejércitos permanentes; y, finalmente, el paso
a las levas masivas, las reservas organizadas y los ejércitos volunta
rios bien remunerados, reclutados esencialmente entre los propios
ciudadanos del Estado, lo cual produjo a su vez sistemas de presta
.
* Las fronteras e identidades de estos Estados variaron considerablemente con la suerte de las
guerras.
Fuente: Flora, 1983:1* 251-253.
1850 27,4 *