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Jesús, ayúdanos a ser generosos con los demás. Ayúdanos a seguir tú camino, tu luz y tus enseñanzas.

Ayúdanos a ser obedientes y estudiosos. Ayúdanos a portarnos bien con los demás

Y para agradecértelo te envío mis oraciones y te doy mi fe, con la esperanza de que mi corazón siempre
esté a tu lado.

Ley del Talión


Si no indemniza a la víctima, la Justicia lo dejará paralítico.
Un tribunal de Arabia Saudita condenó a un joven de 24 años que apuñaló a otro a ser paralizado de la
cintura para abajo si no paga la indemnización de 270 mil dólares.
Ali Al Khawahir, cuando tenía 14 años, apuñaló a otro de diez y le generó una hemiplejia.
Hoy, diez años más tarde, el tribunal de Arabia Saudita declaró que si el atacante no puede indemnizar a
la víctima será paralizado de la cintura para abajo.
El joven está en la cárcel desde el momento del ataque y ahora tendrá que pagarle a la víctima 270 mil
dólares.
La madre del condenado intentó recaudar el dinero, pero no lo consiguió, según informa el diario Al
Hayat.
Desde Amnistía Internacional pidieron que no siguieran adelante con la sentencia y, que de hacerlo,
estarían violando la Convención contra la Tortura de la ONU, que fue firmada por el país árabe.
Todavía Al Khawahir tiene tiempo para recaudar el dinero, pero se estima que no lo logre.
No se sabe si el tribunal continuará con la sentencia.

NE: Que es la Ley del Talión


El término ley del talión (latín: lex talionis) se refiere a un principio jurídico de justicia retributiva en el
que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido.

El término "talión" deriva de la palabra latina "talis" o "tale" que significa idéntica o semejante, de modo
que no se refiere a una pena equivalente sino a una pena idéntica. La expresión más conocida de la ley
del talión es "ojo por ojo, diente por diente" aparecida en el Éxodo veterotestamentario.

Históricamente, constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre daño recibido en
un crimen y daño producido en el castigo, siendo así el primer límite a la venganza.

Manifestaciones
Multitud de ordenamientos jurídicos se han inspirado en la ley del talión, especialmente en la Edad
Antigua y en la Edad Media. Aunque pudiera parecer una ley primitiva de esta era proporcionar la pena
en cuanto al delito, y con ello evitar una respuesta desproporcionada por la venganza. La aplicación de la
pena, con barbarie, a lo largo de los siglos, no implica un defecto de la ley, sino un defecto de los
aplicadores. Comentar si es igual al castigo maya

En el famoso Código de Hammurabi (1760 a. C.), el principio de reciprocidad exacta se utiliza con gran
claridad. Por ejemplo:
- La Ley 229 establecía que si un arquitecto diseñaba una casa y dicha casa se había derrumbado
matando al hijo del propietario de la casa, se mataría al hijo del arquitecto.
- Un siguiente nivel de penas consistía en la mutilación de una parte del cuerpo en proporción al daño
causado. Por ejemplo la Ley 195 establecía que si un hijo había golpeado al padre, se le cortarían las
manos; la 196 sostenía que si un hombre libre vaciaba el ojo de un hijo de otro hombre libre, se vaciaría
su ojo en retorno; la Ley 197 ratificaba que si quebraba un hueso de un hombre, se quebraría el hueso
del agresor.
- Las penas menores consistían en la reparación del daño devolviendo materias primas tales como plata,
trigo, vino, etc. En los casos en que no existía daño físico, se buscaba una forma de compensación física,
de modo tal, por ejemplo, que al autor de un robo se le cortaba la mano.

En el Antiguo Testamento, más concretamente en la ley mosaica, la ley del talión aparece en Éxodo
21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21.
Este principio seguirá vigente para el judaísmo hasta la época talmúdica, donde los rabinos del momento
determinaron que la pena se transformaría en un resarcimiento económico. También el cristianismo lo
deja sin efecto a raíz del Sermón del monte de Jesús de Nazaret (Mateo 5:38-39).

La Ley de las XII Tablas de Roma muestra en la tabla VIII una curiosa combinación entre normas
inspiradas en la ley del talión, y normas correspondientes a sistemas jurídicos menos primitivistas. Esta
mezcla suele ser atribuida al momento de transición jurídica en que surge el primer cuerpo legal de
Roma.

En el Derecho de los pueblos germanos, el espíritu de la ley del talión se manifestaba en la llamada
Blutrache o venganza de sangre.

Aún en la actualidad existen ordenamientos jurídicos que se basan en la ley del talión, especialmente en
los países musulmanes.

Sermón del monte de Jesús de Nazaret (Mateo 5:38-39).

Jesús no solo condena que alguien desobedezca la Ley, sino las actitudes que lo pueden llevar a hacerlo.
Por ejemplo, tras recordarles que la Ley prohíbe el asesinato, les dice: “Tendrá que responder ante el
tribunal de justicia todo el que siga furioso con su hermano” (Mateo 5:21, 22). Seguir enojado con otra
persona es algo grave y puede conducir al asesinato. Por eso, Jesús explica cuánto hay que esforzarse
por hacer las paces: “Si estás llevando tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete. Primero haz las paces con tu hermano, y luego
vuelve y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23, 24).

Un hombre mirando a una mujer bella


La Ley también prohíbe el adulterio. Al respecto, Jesús comenta lo siguiente: “Oyeron que se dijo: ‘No
cometas adulterio’. Pero yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer hasta el punto de sentir
pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5:27, 28). Él no está hablando de
un pensamiento inmoral que pudiera pasarle a alguien por la cabeza. Más bien, está destacando que
seguir “mirando” es un asunto muy grave, pues a menudo despierta deseos sexuales inmorales. La
persona podría acabar cometiendo adulterio si surgiera la oportunidad. ¿Cómo puede alguien evitar que
le ocurra eso? Tal vez tenga que tomar medidas drásticas. Jesús dice: “Si tu ojo derecho te está haciendo
tropezar, arráncatelo y échalo lejos. [...] Igualmente, si tu mano derecha te está haciendo tropezar,
córtatela y échala lejos” (Mateo 5:29, 30).

Algunas personas han permitido que les corten una pierna o un brazo gravemente infectado con tal de
salvar su vida. Pues bien, Jesús dice que es mejor perder cualquier cosa, incluso algo tan valioso como un
ojo o una mano, que dejarse llevar por los pensamientos inmorales y acabar pecando. Él declara: “Es
preferible que pierdas uno de tus miembros a que todo tu cuerpo vaya a parar a la Gehena”, un
vertedero donde se quemaba la basura fuera de las murallas de Jerusalén y que representa la
destrucción eterna.

Un hombre le da una bofetada a otro hombre


Jesús también nos da este consejo sobre cómo actuar cuando alguien nos hace daño o nos ofende: “No
le hagan frente a alguien malo. Más bien, al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele
también la otra mejilla” (Mateo 5:39). Esto no significa que no podamos defendernos si nos atacan a
nosotros o a nuestra familia. Cuando alguien le da una bofetada a otra persona, no es para herirla de
gravedad o matarla, sino para insultarla. De modo que lo que Jesús quiere decir es que, si una persona
intenta provocar una pelea o una discusión con nosotros, tal vez con una bofetada o un insulto, no
debemos pagarle con la misma moneda.

Este consejo está de acuerdo con el mandato divino de amar al prójimo. Por eso Jesús les pide a sus
oyentes: “Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen”. Y les da esta poderosa razón para
hacerlo: “Así demostrarán que son hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol
sobre buenos y malos, y envía la lluvia sobre justos e injustos” (Mateo 5:44, 45).

Entonces, resume esta parte de su discurso diciendo: “Sean perfectos, tal como su Padre celestial es
perfecto” (Mateo 5:48). Es evidente que Jesús no espera que seamos perfectos en el sentido estricto de
la palabra. Pero, si imitamos a Dios, podremos amar hasta a nuestros enemigos. En otras palabras, lo que
dice es: “Sean misericordiosos, así como su Padre es misericordioso” (Lucas 6:36).

LA ORACIÓN Y LA CONFIANZA EN DIOS


Jesús continúa su sermón diciendo: “Cuidado con hacer lo que es correcto delante de la gente para que
ellos los vean”. Y luego condena el que alguien haga cosas buenas solo para dar la apariencia de ser muy
devoto: “Cuando le des ayuda a un necesitado —explica—, no vayas tocando la trompeta como hacen
los hipócritas” (Mateo 6:1, 2). Al ayudar a alguien necesitado, es mejor que nadie nos vea.

Con la puerta cerrada, un hombre ora de rodillas en un cuarto


Después, Jesús añade: “Cuando oren, no hagan como los hipócritas. A ellos les gusta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las calles principales para que los demás los vean. [...] En cambio tú,
cuando vayas a orar, entra en tu cuarto y, después de cerrar la puerta, órale a tu Padre, que está en lo
secreto” (Mateo 6:5, 6). A Jesús no le parece mal que se hagan oraciones en público, pues él mismo las
ha hecho. Lo que desaprueba es que alguien las haga para impresionar a los demás y recibir elogios.

A continuación, aconseja: “Cuando ores, no repitas lo mismo una y otra vez como hace la gente de las
naciones” (Mateo 6:7). Con estas palabras, no da a entender que esté mal orar muchas veces sobre lo
mismo. Más bien, indica que no se debe orar recitando de memoria las mismas frases “una y otra vez”.
Luego, da un modelo de oración con siete peticiones que podemos hacerle a Dios. Las tres primeras
están relacionadas con el derecho que Dios tiene a gobernarnos y con su propósito: que su nombre sea
santificado, que venga su Reino y que se cumpla su voluntad. Debemos orarle a Jehová sobre estos
asuntos antes de pedirle cosas personales como el alimento para cada día, que nos perdone los pecados,
que no permita que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar y que nos libre de Satanás.

Monedas de oro, jarrones de plata y oro y un joyero repleto de joyas


¿Y cuánta importancia debemos darles a nuestras posesiones? Jesús le dice a la multitud que lo escucha:
“Dejen de acumular para ustedes tesoros en la tierra, donde las polillas y el óxido los echan a perder y
donde los ladrones entran a robar”. ¡Qué consejo tan sensato! Las cosas materiales no son permanentes
y no nos hacen más valiosos a los ojos de Jehová. Por eso, Jesús añade: “Acumulen para ustedes tesoros
en el cielo”. ¿Cómo podemos hacerlo? Poniendo siempre el servicio a Dios en primer lugar. Así, nadie
podrá impedir que contemos con la aprobación de Jehová y que, por tanto, obtengamos la vida eterna.
Sin duda, estas palabras de Jesús son muy ciertas: “Donde esté tu tesoro, ahí también estará tu corazón”
(Mateo 6:19-21).
El ojo de una persona
A fin de destacar esta idea, Jesús les pone el siguiente ejemplo: “Los ojos son la lámpara del cuerpo. Si
tus ojos están bien enfocados, todo tu cuerpo brillará. Pero, si tus ojos son envidiosos, todo tu cuerpo
estará oscuro” (Mateo 6:22, 23). Cuando los ojos simbólicos funcionan bien, son como una lámpara para
nosotros. Pero, para que eso sea así, los ojos no pueden estar enfocados en varias cosas a la vez. En el
caso de que lo estuvieran, podríamos empezar a tener un punto de vista equivocado sobre lo que es
realmente importante en la vida. Si nos centráramos en conseguir cosas materiales y no en servir a Dios,
todo nuestro cuerpo estaría oscuro, es decir, podríamos llegar a hacer cosas poco honradas o
envolvernos en actividades cuestionables.

Seguidamente, Jesús les dice algo importante: “Nadie puede ser esclavo de dos amos, porque odiará a
uno y amará al otro, o le será leal a uno y despreciará al otro. No pueden ser esclavos de Dios y a la vez
de las Riquezas” (Mateo 6:24).

Al oír esto, es posible que algunos se pregunten cómo deben ver sus necesidades materiales. Así que
Jesús les asegura que, si le dan prioridad al servicio a Dios, no tendrán que preocuparse demasiado por
esas cosas. “Observen con atención las aves del cielo —les dice—. No siembran ni cosechan ni
almacenan en graneros, pero su Padre celestial las alimenta” (Mateo 6:26).

¿Y qué pueden aprender de los lirios que ven allí mismo en la montaña? Jesús les dice que “ni siquiera
Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos”. Luego añade: “Si Dios viste así a la vegetación del
campo, que hoy está aquí y mañana se echa al horno, ¿no los vestirá a ustedes con mucha más razón
[...]?” (Mateo 6:29, 30). Por eso, les da este sabio consejo: “Nunca se angustien ni digan: ‘¿Qué vamos a
comer?’, o ‘¿Qué vamos a beber?’, o ‘¿Qué vamos a ponernos?’. [...] Su Padre celestial sabe que ustedes
necesitan todas estas cosas. Por lo tanto, sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y
entonces recibirán también todas esas cosas” (Mateo 6:31-33).

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