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Monitoreo, acompañamiento y evaluación docente

Monitoreo pedagógico
Llamamos monitoreo pedagógico al proceso sistemático de recojo y análisis de información que evidencia
la calidad de procesos pedagógicos que ocurren en el aula (Minedu, 2013). En otras palabras, el monitoreo
puede definirse como un proceso organizado para identificar logros y debilidades de la práctica a fin de
optimizarla, posibilitando una toma de decisiones más objetiva (Minedu, 2014, p. 50). De acuerdo con estas
definiciones podemos extraer las primeras características del monitoreo pedagógico:
• Que sea un proceso sistemático y planificado.
• Que implique el recojo y análisis de información.
• Que el punto de atención sean los procesos pedagógicos para mejorar los aprendizajes.
• Que desemboque en toma de decisiones.
Cuando el monitoreo que realiza el director tiene por finalidad registrar información relacionada con la
práctica docente de los procesos pedagógicos que el docente implementa en el aula, para facilitar los procesos
de aprendizaje en los estudiantes, es cuando realmente ayuda al equipo docente a tomar decisiones que
permitirán mejorar la enseñanza y la propia gestión.
El monitoreo pedagógico centra su atención en el saber actuar de los docentes. Por ello, la escuela necesita
construir otros dispositivos complementarios, apropiados a la realidad de la institución educativa y lo
planteado en su plan de mejora, que le permitan al director registrar la práctica pedagógica a detalle con
indicadores claros, conocidos por todos y fácilmente observables.
El monitoreo es importante porque proporciona a los profesores un espejo en el cual mirarse y saber si están
realmente progresando o no en la medida de lo que se espera. En ese sentido, mientras más espejos tenga un
docente que le devuelvan información sobre sus aciertos y errores, va a tener mayores posibilidades de saber
hacia dónde tiene que avanzar o qué debe corregir. Si no los tuviera, tendría una apreciación muy subjetiva
sobre sus avances o sobre sus dificultades.

La investigación y la experiencia nos han confirmado que el factor que más contribuye a una docencia de
calidad es la implicación y el compromiso de los docentes con los estudiantes, con la escuela y con la sociedad
(por ejemplo: Day et. al., 2007; Hargreaves y Fullan, 2014; Murillo, Martínez-Garrido y Hernández-Castilla,
2011). Parece evidente que si un docente demuestra escasa pasión por su tarea será difícil que sus estudiantes
se muestren apasionados por aprender. Y lo mismo si le pedimos un esfuerzo extra para realizar una
innovación o un plan de mejora personal.
Aplicación de estrategias de monitoreo
Como hemos mencionado en varias oportunidades, el monitoreo no es exclusivo del director, menos
cuando tiene aula a cargo. Existen otras estrategias que pueden utilizarse para hacerlo viable.
Tabla 01: Estrategias de monitoreo
Estrategia Ejecución
Visita al aula El director o un directivo visitan el aula del docente para realizar una observación de los
indicadores del plan de mejora del docente visitado. El propósito es identificar avances en los
compromisos sobre la base de los indicadores priorizados.
Observación Cada docente se constituye en experto de aquellas prácticas que mejor ejecutan. Por turnos, el
entre pares docente experto visita a otro que tiene dificultades, para registrar los avances. El propósito es la
construcción colegiada de los saberes pedagógicos a partir de situaciones auténticas de
aprendizaje y en una interacción basada en la confianza y el aporte mutuo.
Autogestión Cada docente conoce cuáles son las actividades que aún no domina y los indicadores que tiene
que satisfacer para darse por logrado, entonces va tomando nota de su propio avance.
En algunas experiencias internacionales como el programa Métricas de la Enseñanza Eficaz, los
docentes registran sus propias sesiones de clase en video, posteriormente las analizan,
toman notas de los puntos fuertes y débiles y comparten con el resto de colegas los videos de
aquellas sesiones que ellos mismos decidan.

Acompañamiento pedagógico
De acuerdo con la Norma que establece disposiciones para el Acompañamiento Pedagógico en la Educación
Básica la atención de necesidades formativas en servicio de los profesores de aula puede darse a través de
dos modalidades:
a. El acompañamiento pedagógico promovido por el Minedu o instancias de gestión educativa
descentralizada como componente de una intervención o acción formativa.
b. El acompañamiento pedagógico interno, asumido por el director de la I. E. o quien haga sus veces. Esta
unidad se centra en la segunda modalidad, ya que ella es la que involucra directamente a los directivos.

Según la R.S.G. N.° 008-2017-MINEDU, el acompañamiento pedagógico es una estrategia de formación


docente en servicio centrada en la escuela, la misma que mediada por el acompañante promueve en los
docentes –de manera individual y colectiva– la mejora de su práctica pedagógica a partir del descubrimiento
de los supuestos que están detrás de ellla, la toma de conciencia e implementación de los cambios necesarios
para forjar de manera progresiva su autonomía profesional e institucional y la consecución de la mejora de
los aprendizajes de los estudiantes. En ese marco, el monitoreo en aula y las reuniones de interaprendizaje,
así como otras prácticas, se sitúan en una estrategia de acompañamiento pedagógico liderada por el director.
No es un proceso evaluativo ni punitivo, sino un proceso que busca la mejora continua a través del uso de
prácticas colaborativas entre los docentes y el director de una I. E. o una red educativa”.
Según la R.S.G. N.°008-2017-MINEDU, se ofrecen mayores precisiones a la definición de acompañamiento
pedagógico, siendo ahora denominada como acompañamiento pedagógico interno: “Modalidad en la cual
quien asume y conduce las acciones y estrategias del acompañamiento es el director de la I. E. o quien haga
sus veces, sea este el Sub Director o Coordinador Pedagógico.
El acompañamiento interno se implementa en las II. EE. que poseen mejores condiciones para asumir la
formación docente en servicio y forjar el desarrollo de la autonomía institucional en un marco de mejora
continua. Busca instituir en la I. E. prácticas permanentes de formación docente en servicio, mediante la
implementación de la estrategia de acompañamiento pedagógico, así como la conformación de comunidades
profesionales de aprendizaje, a través del trabajo colaborativo.

Definiciones básicas
La estrategia de acompañamiento pedagógico consiste en “brindar soporte técnico y afectivo (emocional-
ético y efectivo) para impulsar el proceso de cambio en las prácticas de los principales actores de la
comunidad educativa. El acompañamiento está centrado en el desarrollo de las capacidades de los docentes,
a partir de la asistencia técnica, el diálogo y la promoción de la reflexión del maestro sobre su práctica
pedagógica y de gestión de la escuela” (Rodríguez-Molina, 2011, p. 262).

El acompañamiento, por tanto, facilita que el docente pueda mejorar en su desempeño aprendiendo de su
propia experiencia. Esto implica cumplir con él una función de espejo, evidenciando in situ, a través de una
observación basada en criterios, sus aciertos y errores, sus fortalezas y debilidades, en el ejercicio de la
enseñanza misma, así como ayudar al docente a crecer profesionalmente, dándole confianza en sus
capacidades y fortaleciendo su autonomía. Esto lo ayuda a avanzar en la medida de sus posibilidades al nivel
inmediatamente superior de desempeño pedagógico normado por el Currículo Nacional y el Marco de Buen
Desempeño Docente.

El acompañamiento pedagógico implica articular y llevar adelante, de manera conjunta, cuatro procesos:
orientación de las actividades docentes; formación y profesionalización; asesoramiento en estrategias
curriculares y pedagógicas concretas; y apoyo a los docentes para implementar mecanismos de
transformación e innovación (Harf y Azzerboni, 2010). Para cumplir con dichos procesos, la tarea del mentor
se asienta en tres pilares básicos que se retroalimentan y enriquecen mutuamente:
1. La observación del colega y la recolección de información para conocer “el terreno”, diagnosticar
problemas, necesidades y aspectos a ser mejorados.
2. La formación y el desarrollo profesional a través de talleres, de materiales de lectura, de instancias de
discusión y producción conceptual, del análisis de la práctica, de la sistematización de experiencias.
3. El asesoramiento propiamente dicho, el acompañamiento en el aula para implementar las innovaciones y
mejoras que se hayan planificado y acordado con los docentes. (como se cita en Rodríguez-Molina, 2011, p.
262).
Autores como Vesub y Alliaud (2012) destacan la importancia de la reflexión sobre la práctica como central
durante el proceso de acompañamiento pedagógico apoyada en la revisión de la teoría acerca de lo que
funciona o no en pedagogía, la revisión de los propios esquemas mentales, los sistemas de creencias, las
rutinas, los hábitos y las actitudes que se visibilizan en el actuar.
En ese sentido, mencionan que “se trata de llevar a cabo un proceso de auto y co-análisis que oriente el
desarrollo en tres planos: personal, profesional e institucional. Para cambiar o mejora las prácticas los
docentes requieren de apoyo externo, de estructuras y dispositivos que actúen como mediadores y
facilitadores del cambio” (Vesub y Alliud, 2012, p. 41).

Evaluación de la práctica docente


Evaluar la práctica docente constituye hoy por hoy una actividad necesaria al interior de la escuela que
contribuirá de forma efectiva a la mejora de cada docente y, con ello, elevar la calidad de la institución en su
conjunto. Efectivamente, que cada docente conozca sus fortalezas y debilidades es un elemento fundamental
para optimizar su desempeño, a la vez que es un elemento de motivación que contribuye a plantearse metas
de superación profesional y evitar la autocomplacencia. La evaluación es el primer paso necesario para el
desarrollo de un necesario plan de mejora personal. El reto no solo está en convertir la evaluación de la
práctica docente en algo habitual y aceptado, sino en utilizar los resultados de dicha evaluación con el fin de
promover el desarrollo profesional, el acompañamiento y la asistencia técnica de los docentes.

Para que la evaluación docente forme parte de una práctica formativa se necesita que los docentes estén
plenamente involucrados en todo el proceso de evaluación. Ellos deben conocer y comprender el ideal de
docente que nuestro país demanda, en este caso reflejado en el Marco del Buen Desempeño Docente.
También es importante que la evaluación y la autoevaluación formen parte de la evaluación institucional, es
decir de una evaluación mayor, ya que solo así se podrá promover cambios en el sistema.

Desde una perspectiva formativa, la evaluación docente es un procedimiento de valoración de la práctica


pedagógica sobre la base de evidencias, que busca propiciar en los docentes “la reflexión sobre su propio
desempeño y su responsabilidad frente a la calidad de la educación, así como identificar sus necesidades de
aprendizaje y el desarrollo de competencias para la docencia”. (Ministerio de Educación Nacional, 2008, p.
10)

Desde este punto de vista, dado que debe impulsar el mejoramiento continuo de la práctica, la evaluación
necesita realizarse a lo largo del año escolar. Esto “solo es posible si hay reflexión permanente de parte de
quienes trabajan en las instituciones educativas y seguimiento al desempeño (propio y de otros) de acuerdo
con estándares de calidad y compromisos adquiridos” (Ministerio de Educación Nacional, 2008, p. 11). En
nuestro país esos estándares se encuentran en el Marco del Buen Desempeño Docente.

Para Valdés (2000), la evaluación de la práctica pedagógica del docente es más bien “una actividad de
análisis, compromiso y formación, que valora y enjuicia la concepción, práctica, proyección y desarrollo de
la actividad y de la profesionalización docente”.
La evaluación formativa de los docentes focaliza su atención en el proceso educativo, de inicio a fin. Permite
asegurar que el proceso educativo se realiza según lo planificado y cumple una importante función
motivadora. Los resultados de la evaluación formativa ayudarán a los docentes a conocer el nivel de
cumplimiento de los objetivos del Marco del Buen Desempeño Docente en el momento, de manera que les
impulsa a continuar trabajando hasta alcanzarlos.

Tomado de: Minedu(2017) Texto del módulo 5. Monitoreo, acompañamiento y evaluación de la práctica
docente. Lima.

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