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La realidad es un

proceso histórico

Contexto Histórico
del Pensador Georg Hegel
Hegel fue el filósofo más celebre en Alemania durante la
primera mitad del siglo XIX. Su idea fundamental fue que
todos los fenómenos, desde la conciencia hasta las
instituciones políticas, eran aspectos de un único espíritu (que
significa tanto “mente” como “idea”. Con el paso del tiempo,
el espíritu reconoce esos fenómenos como aspectos de sí
mismo y los reintegra. Hegel denomina a este proceso de
reintegración dialéctica, y es lo que nosotros (que somos
aspectos del espíritu) conocemos como historia.

Así pues, Hegel es un monista, porque cree que todas las


cosas son aspectos de una única cosa, y un idealista, ya que
opina que, en último término, la realidad no es material (sino
espiritual). La idea de Hegel alteró radicalmente el paisaje
filosófico, y para entender completamente sus implicaciones
necesitamos remontarnos a las bases de su pensamiento.

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Historia y conciencia
Son pocos los filósofos que negarían que el ser humano es, en
gran medida, histórico: heredamos cosas del pasado, las
cambiamos y las transmitimos a las generaciones futuras. Por
ejemplo, el lenguaje es algo que aprendemos y cambiamos
según lo vamos usando, y lo mismo es cierto para la ciencia:
los científicos parten de una teoría y, después, la confirman o
refutan. También ocurre esto con las instituciones sociales,
como la familia, el Estado, los bancos, la Iglesia, etc., la
mayoría de las cuales son formas modificadas de prácticas o
instituciones anteriores.

Así pues, los seres humanos no empiezan su existencia a


partir de cero, sino en su contexto ya determinado y
cambiante; en ocasiones incluso radicalmente y en una sola
generación. Aún así, algunas cosas a primera vista no parecen
ser históricas o estar sujetas a cambios.
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Un ejemplo de este tipo de cosas es la conciencia. Pese a estar
convencidos de que aquello de lo que somos conscientes acabará
por cambiar, tendemos a creer que ser consciente-estar despierto,
darse cuenta de las cosas, ser capaz de pensar y tomar decisiones-
ha sido siempre lo mismo para todo el mundo de igual forma, nos
parece defendible que las estructuras del pensamiento no son
históricas: que el tipo de actividad al que llamamos pensar y las
facultades mentales que implica (memoria, percepción,
entendimiento) ha sido las mismas a lo largo de la historia para
todo el mundo. Sin duda esto es lo que opinaba el gran predecesor
idealista de Hegel, Immanuel Kant. Para comprender a Hegel,
debemos estudiar lo que este pensaba sobre la obra de Kant.

Las categorías Kantianas


Para Kant, tanto las formas básicas de funcionamiento del
pensamiento como las estructuras básicas de la conciencia son a
priori, es decir, no derivan de la experiencia.
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Esto significa que no sólo son independientes de aquello en lo que
pensamos o de lo que somos conscientes, sino también de
cualquier tipo de influencia o de desarrollo históricos.

Immanuel Kant denomina a estas estructuras del pensamiento


categorías, que incluyen los conceptos de causa, sustancia,
existencia y realidad. Por ejemplo, la experiencia puede
proporcionarnos un conocimiento acerca del mundo exterior, pero
ninguna parte de nuestra experiencia nos permite ver qué hay en
dicho mundo exterior, por ejemplo, como causas o efectos. Para
Kant, el conocimiento de la estructura básica del mundo exterior es
un conocimiento a priori que únicamente es posible porque todos
hemos nacido con categorías que nos proporcionan un marco para
nuestra experiencia, entre las cuales se incluyen la suposición de
que hay un mundo exterior. Sin embargo, este marco a priori
supone que el mundo tal como se nos aparece depende de la
naturaleza de la mente humana, y no representa el mundo tal y
como es; en otras palabras, el mundo en sí.

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Este mundo en sí, es el que Kant da en llamar mundo nouménico, y
afirma de él, que es incognoscible. Según Kant, lo que podemos
conocer no es más que el mundo tal como se nos aparece a través
del marco de las categorías: lo que Kant denomina “mundo
fenoménico” o un mundo de la experiencia cotidiana.

La crítica de Hegel a Kant


Hegel piensa que Kant dio grandes pasos hacia la eliminación de la
ingenuidad en la filosofía, pero que sus concepciones del mundo en
sí, y de las categorías todavía dejan ver presupuestos acríticos.
Hegel sostiene que en el análisis kantiano fallan dos aspectos para
que resulte suficientemente adecuado. En primer lugar, Hegel
considera que la nación kantiana de mundo en sí, en una
abstracción vacía que no significa nada. En la filosofía de Hegel,
existe cualquier cosa que se manifieste en la conciencia: cualquier
cosa, por ejemplo, que se sienta o se piense.

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El segundo error de Kant, según Hegel, es que acepta
demasiados presupuestos acerca de la naturaleza y el orígen
de las categorías. El objetivo que Hegel se propone es
comprender las categorías sin aceptar ningún tipo de
presupuesto, y el más grave de los presupuestos que observa
en Kant tiene que ver con las categorías. Kant supone que las
categorías son originales, independientes y que están
totalmente separadas entre sí, mientras que, para Hegel, son
dialécticas, lo que significa que siempre están sujetas a
cambios. Ahí donde Kant sostiene que el marco de la
experiencia no cambia. Hegel, piensa que está sujeto a
cambios, al menos tanto como el mundo que
experimentamos. En consecuencia, la consecuencia, y no sólo
aquello de lo que somos conscientes, forma parte de un
proceso evolutivo dialéctico, concepto este último que tiene
un significado muy preciso dentro del pensamiento filosófico
de Hegel.
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La dialéctica hegeliana
La noción de dialéctica resulta imprescindible para la descripción
que Hegel denomina inmanente (interna) del desarrollo de las
cosas y que, afirma, garantiza cuatro puntos. Primero, que no se ha
admitido ningún presupuesto; segundo, que sólo se han usado las
nociones más genéricas, con lo que se evita afirmar algo sin que
esté justificado; tercero, que muestra cómo una noción genérica da
lugar a otras nociones más específicas; y cuatro, que dicho proceso
sucede desde dentro de la noción misma. Este cuarto requisito
revela el núcleo de la lógica de Hegel: que toda noción, o tesis,
contiene en sí misma su contradicción, o antítesis, que únicamente
se supera con el surgir de una nueva noción, más rica, llamada
síntesis, a partir de la noción original.

Una de las consecuencias de este proceso inmanente es que,


cuando nos hacemos conscientes de la síntesis, también nos
percatamos de que la contradicción que habíamos visto
previamente en la tesis no era más que aparente y no provenía más
que de alguna limitación en nuestra comprensión de la noción
original.

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Un ejemplo sobre esta progresión lógica lo encontramos al
comienzo de la Ciencia de la lógica, donde Hegel introduce el
concepto más general e indeterminado del ser puro, que
incluye cualquier cosa de la que se pueda decir en algún
sentido que es. Acto seguido muestra que este concepto
implica una contradicción, pues necesita el concepto opuesto
de nada o de no ser, para que se lo pueda entender
plenamente. Hegel, prosigue mostrando que dicha
contradicción no es más que un conflicto entre dos aspectos
de un único concepto, más alto, en el que ambos se superan.
En el caso del ser y el no ser, el concepto que los supera es el
de devenir: cuando decimos que algo deviene, queremos
manifestar que cambia de un estado de no ser a un estado de
ser, lo que muestra que el concepto ser del que partimos no
era realmente un concepto de devenir no se ha introducido
desde fuera a fin de resolver la contradicción entre ser y no
ser, sino que el análisis de Hegel muestra que devenir era
desde un comienzo el significado de ser y no ser, y que todo lo
que teníamos que hacer era analizar dichos conceptos para
captar la lógica que los subyace.
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Esta superación de una tesis (ser) y de su antítesis (no ser) en
una síntesis (devenir) es apenas el comienzo del proceso
dialéctico, que se sigue repitiendo en un nivel cada vez más
alto. Es decir, que cada nueva síntesis, cuando es analizada,
implica su propia contradicción, que, a su vez, se ve superada
mediante una noción más alta, más rica. Hegel cree que todas
las ideas se hallan conectadas entre sí de esta manera, y el
proceso que va revelando esas conexiones es lo que llama
método dialéctico.

Así, cuando defiende que las estructuras del pensamiento son


dialécticas, Hegel está implicado que no son independientes
ni irreductibles entre sí, sino que surgen y vacías por medio de
este movimiento de contradicción y superación.

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La dialéctica y el mundo

La exposición precedente sobre la dialéctica en Hegel contiene


varios términos como 《surgir》,《desarrollo》o 《
movimiento》. Por un lado, dichos términos reflejan algo muy
importante acerca de su método filosófico: que no parte de
presupuestos , sino de los conceptos menos controvertidos, y
que permite que, mediante el proceso de desarrollo dialéctico,
se vayan revelando conceptos cada vez más ricos y
verdaderos.

Por otra parte, sin embargo, Hegel deja muy claro que estos
desarrollos no son únicamente hechos lógicos relevantes, sino
desarrollos reales que se pueden constatar en la historia. Por
ejemplo, es evidente que un hombre de la Grecia antigua y
uno que viva en el mundo moderno pensarán en cosas
diferentes, pero Georg Hegel define que su manera de razonar
también será diferente y que representan dos tipos de
conciencia distintos, o etapas diferentes dentro del desarrollo
histórico del pensamiento y la conciencia.
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Bajo el título La fenomenología del espíritu, la obra más
importante de Hegel da cuenta del desarrollo dialéctico de
estas formas de conciencia. Comienza por los tipos de
conciencia que puede poseer un individuo humano y las
amplía a formas colectivas de conciencia. Esto lo hace de tal
manera que demuestra cómo dichos tipos de conciencia se
van a encontrar exteriorizados en períodos o acontecimientos
históricos determinados, como por ejemplo durante la
Revolución Francesa o la independencia de EE UU.

De hecho, Hegel incluso llega a sostener que, en


determinados momentos de la historia, la siguiente
revolución del espíritu se puede manifestar en un individuo
(como es el caso de Napoleón Bonaparte) que, en cuanto
conciencia individual, es totalmente inconsciente de su papel
en la historia del mismo.

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El progreso que encarnan dichos individuos viene siempre
caracterizado por la liberación de aspectos del espíritu (en
forma humana) a partir de estados recurrentes de opresión;
por el derribo de tiranías que, a su vez , pueden haber sido el
resultado de derribar tiranías precedentes.

Esta extraordinaria idea -que la naturaleza de la conciencia se


ha ido transformando con el paso del tiempo siguiendo un
patrón que se puede rastrear en la historia de la humanidad-
significa que no existe nada en los seres humanos que no
posea un carácter histórico. Aún es más, este desarrollo
histórico de la conciencia no puede haber tenido lugar por
puro azar: dado que se trata de un proceso dialéctico, de
alguna forma tiene que tener algún sentido y alguna meta
determinados . Hegel da el nombre de 《espíritu absoluto》
a dicha meta, por lo que se refiere a una futura etapa de
conciencia que ya no pertenecerá a los individuos, sino a la
realidad como un todo.

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Llegados a este punto de su desarrollo, el conocimiento será
total; de acuerdo con la filosofía de Hegel, esto debe ser así ya
que, según la síntesis dialéctica, el espíritu incluye tanto al
conocedor como a lo conocido. Es más, el espíritu adquiere
este conocimiento nada más que como su propia y completa
esencia, mediante una asimilación de todas las formas de ser
otro, que siempre fueron parte de si mismo aunque no se
supiese. En otras palabras, el espíritu no sólo acaba por incluir
la realidad, sino también por ser consciente de sí mismo
únicamente como el movimiento hacia esa inclusión de la
realidad. Tal y como argumenta Georg Hegel en su tratado La
fenomenología del espíritu: 《La historia es un proceso
consciente, auto-mediador, [...es] el espíritu vaciándose en el
tiempo》.

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El espíritu y la naturaleza

Pero, ¿qué sucede con el mundo en que vivimos, que parece


seguir su camino independientemente de la historia humana?
¿Qué quiere decir que la realidad misma es histórica? Según
Hegel, lo que habitualmente denominados naturaleza o
mundo también es espíritu. 《Hay que ver la naturaleza como
un sistema de etapas》, escribe, 《en el que cada una surge
necesariamente de la anterior y es la verdad consiguiente a la
etapa de la que es resultado》. Continúa explicando Hegel
que una de las etapas de la naturaleza es el paso de aquello
que es 《sólo vida》(la naturaleza como un todo vivo) a
aquello que posee 《existencia como espíritu》(la naturaleza
como un todo que ahora, cuando se la entiende
correctamente, se revela que siempre fue espíritu).

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Es en esta etapa de la naturaleza donde comienza una dialéctica
diferente, la de la conciencia misma, la de la conciencia misma, la
de las formas que adopta el espíritu absoluto en su progresión
dialéctica hacia la autorrealización. La exposición que hace Hegel
sobre este progreso empieza por la conciencia que, en un principio,
se piensa a sí misma como algo individual entre otros individuos y
ocupando un espacio separado de la materia del mundo natural. Sin
embargo, las etapas posteriores de la conciencia ya no son las de
individuos, sino las de grupos sociales o políticos, de forma que la
dialéctica continúa refinándose a sí misma hasta que alcanza la
etapa del espíritu absoluto.

El espíritu y la mente
En la época en la que escribió Hegel, el punto de vista dominante
en filosofía era que en el mundo había dos tipos de entes: las cosas
que existen en el mundo físico y los pensamientos acerca de esas

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cosas, que se consideraban como representaciones o
imágenes de las mismas. Hegel sostiene que todas las
versiones de tal distinción son errores que implican el ridículo
supuesto de que dos cosas sean absolutamente diferentes
entre sí (cosas y pensamientos) y al mismo tiempo, de alguna
manera, similares (pues los pensamientos son imágenes de
las cosas).

Hegel argumenta que los objetos del pensamiento son


diferentes del pensamiento mismo únicamente en apariencia.
Para él, la ilusión de que estos dos 《mundos》aparentes son
diferentes y están separados, se desvela como la naturaleza se
revelan como aspectos del espíritu. Dicha ilusión se supera en
el espíritu absoluto, cuando vemos que sólo hay una realidad,
la del espíritu, que se conoce y reflexiona sobre sí mismo, y
que es a la vez pensamiento y aquello sobre lo que piensa.

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La 《totalidad del espíritu》 o 《espíritu absoluto》 es
la meta de la dialéctica hegeliana. Aun así, las etapas
precedentes no son desechadas, sino que se revelan
como aspectos insuficientemente analizados del
espíritu en su totalidad. De hecho, lo que pensamos en
tanto que individuos no es un elemento separado de la
realidad, sino un aspecto del desarrollo del espíritu, o
de cómo este 《se vacía ene el tiempo》. Por eso,
Hegel escribe: 《Lo verdadero es el todo, pero el todo
no es sino la esencia consumándose ella misma a
través de su desarrollo》.

La realidad es espíritu, tanto pensamiento como lo que


se conoce a través del pensamiento, y sufre un proceso
de desarrollo histórico.
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Biografía
Hegel nació en 1770 en Stuttgart (Alemania) y estudió
teología en Turbinga, donde se hizo amigo del poeta Friedrich
Schelling. Pasó varios años trabajando de tutor antes de que
una herencia le permitiese reunirse con Schelling en la
Universidad de Jena. Hegel se vio forzado a abandonar Jena
cuando las tropas de Napoleón ocuparon la ciudad, y apenas
pudo rescatar su obra principal, la fenomenología del espíritu
que lo catapultó a una posición dominante en la filosofía
alemana. Necesitado de fondos, fue editor de un periódico y
director de instituto antes de ser nombrado catedrático de
filosofía, primero en Heidelberg, y más tarde, en la prestigiosa
Universidad de Berlín. A los 41 años se casó con Marie von
Tucher, con quien tuvo tres hijos. Falleció e 1831 durante una
epidemia de cólera.
Referencias
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Copleston, Frederick. 2004. Historia de la Filosofía, Vol. 1. México: Newman.
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Xirau, Ramón.2007. Introducción a la historia de la filosofía. México: UNAM.
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Moreno, César. (2000). Fenomenología y filosofía existencial. Vol. I.
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