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El HS y AS son conductas de carácter sexual, indeseadas e indebidas, que ocurren en las relaciones
interpersonales sin el consentimiento de una de las partes. Ambas conductas se consideran expresiones
de violencia sexual, en tanto humillan, ofenden e intimidan a quienes la padecen.
En palabras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dichas conductas atentan contra la libertad, dignidad
e integridad física y psicológica de quienes las sufren, constituyendo actos de violencia sexual.
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia, en su artículo 6, define la violencia
sexual como cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que por tanto atenta
contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía
masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto. Forman parte de este tipo de violencia, la
violación, el abuso sexual, estupro entre otras y por supuesto, las conductas como el hostigamiento sexual y el
acoso sexual.
Como podemos ver, lo que subyace a esta violencia es el caracter unilateral y abusivo de poder.
Al ser conductas prohibidas y con efectos nocivos para las personas que las padecen, las mismas son
sancionadas por la ley. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, las define
como sigue:
Hostigamiento sexual
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en el artículo 13 define
el “hostigamiento sexual” como “el ejercicio del poder que se realiza en el marco de una relación de
subordinación laboral y/o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la
sexualidad y de connotación lasciva.
Acoso sexual
Establece que el “acoso sexual” es una forma de violencia con connotación lasciva en la que, si bien no
existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de
riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos.”
Veamos a continuación las diferencias y las semejanzas entre el HS y el AS:
DIFERENCIAS ENTRE HS y AS
Hostigamiento Sexual Acoso Sexual
Opera de manera horizontal entre personas
Se ejerce de parte de una persona con un
puesto superior jerárquico que utiliza su de jerarquías homólogas o de parte de
posición para obtener alguna satisfacción a alguien que ocupa una posición menor a la
través de ofrecimientos o amenazas de la persona acosada.
relacionadas con la situación laboral de la
Se ejerce en diferentes espacios, sea en
persona subalterna.
escuelas, las familias, en el transporte
Se presenta en una relación jerárquica y público o en el trabajo.
de subordinación.
Se suscita principalmente en relaciones o
espacios laborales.
Suele llevarse a cabo de hombres a mujeres, pero también puede suscitarse entre
personas del mismo sexo y de mujeres hacia hombres.
Se desprende de lo anterior, que ambos conceptos (HS y AS) pueden incluir conductas violentas tales como:
tocamientos y manoseos;
recibir piropos o frases de carácter sexual que le molesten u ofendan, entre otros.
En el Protocolo que nos ocupa en este curso, se reconocen como expresiones del HS y el AS las conductas
que se presentan en el siguiente video:
https://youtu.be/qEAKL8V80wQ
Estas conductas se señalan en el ACUERDO por el que se modifica el diverso que tiene por objeto emitir el
Código de Ética de los Servidores Públicos del Gobierno Federal, las Reglas de Integridad para el ejercicio de
la función pública, y los Lineamientos Generales para propiciar la integridad de los servidores públicos y para
implementar acciones permanentes que favorezcan su comportamiento ético, a traves de los Comités de Ética
y de Prevención de Conflictos de Interés.
El acoso laboral conocido con el término anglosajón mobbing es una práctica de abuso de autoridad y de
maltrato que se realiza en los espacios laborales. Su principal diferencia respecto al HS y AS es que éste no es
una conducta de tono sexual, aunque si de poder y maltrato. Por ello, podríamos afirmar que toda conducta de
HS y AS pueden ser parte del acoso laboral y no todo acoso laboral puede contener conductas de carácter
sexual.
El acoso laboral también es una forma de violencia y tiene efectos nocivos en el clima laboral. No obstante es
necesario tener claro que el Protocolo que estudiamos en este curso, no aplica para este tipo de acoso.
1.1.2 ¿Quiénes padecen Hostigamiento sexual y/o acoso sexual?
Según la Organización Internacional del Trabajo (Hoja Informativa No.4, Género, Salud y Seguridad en el
Trabajo) tanto hombres como mujeres son objeto de acoso sexual, si bien los estudios ponen de relieve que la
mayoría son mujeres. En México, según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de la Relaciones en
los Hogares (ENDIREH, 2011) 7.5% de las mujeres mexicanas de 15 años y más, han vivido actos de
hostigamiento sexual y acoso sexual a lo largo de su vida laboral.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que los escasos estudios realizados
en algunos países, coinciden en señalar que la mayoría de quienes sufren acoso sexual, son mujeres y que la
mayoría no denuncia. Un estudio del Ministerio del Trabajo de Colombia (2014) señala que un 13% de las
personas encuestadas ha sufrido acoso sexual en su lugar de trabajo, de las cuales un 63% eran mujeres. Sin
embargo, solamente un 10% de las víctimas levanta una queja o denuncia. Respecto del seguimiento de las
denuncias, en Chile, un estudio de la Dirección del Trabajo (2007) muestra que casi en su totalidad son
realizadas por mujeres (96.8%) y que éstas no logran ser constatadas debido a que los testimonios son
considerados insuficientes o porque las afectadas abandonan el empleo antes que termine la investigación.
Según los datos presentados, el HS y el AS lo padecen proporcionalmente las mujeres, lo que se explica por
motivos de género, las cuales se revisarán más adelante. No obstante, también se reconoce que el HS y el AS
podría producirse entre personas del mismo sexo o bien de mujeres a hombres, sin embargo, la estadística en
ambos casos es todavía escasa, por lo que se desconocen aspectos de su dinámica y ocurrencia.
Sabías que…
Tanto hombres como mujeres pueden ser receptores de estos comportamientos relacionados con hostigamiento
sexual y acoso sexual, sin embargo, son las mujeres quienes con mayor frecuencia resultan víctimas, debido a
que su condición de género las coloca en posiciones de subordinación, con menor poder y mayor vulnerabilidad
e inseguridad.
En ese sentido, el HS y AS son actos de discriminación por sus efectos y consecuencias importantes
en el ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, como en:
En el caso de Ana con que iniciamos este curso, se puede apreciar claramente como el acoso sexual del que
fue víctima la estigmatizó como “problemática” con consecuencias importantes para sus derechos laborales, en
este caso incluso la permanencia en su trabajo.
Estas consecuencias discriminatorias explican en gran medida la dificultad que existe para denunciar las
conductas de HS y AS. Por ello, el Protocolo contempla la aplicación de medidas para proteger a las presuntas
víctimas de represalias durante la investigación de los hechos. Entre las medidas que se establecen en el
Protocolo están la reubicación física, el cambio de unidad administrativa, cambio de horario de trabajo y demás
que sean eficaces para procurar su integridad, dichas medidas deben contar con la anuencia de la presunta
víctima.
1.2 ¿Cuáles son los efectos del hostigamiento sexual y acoso sexual?
Para los propósitos de este curso podríamos decir que estas conductas se pueden explicar por los
siguientes factores:
o La tolerancia institucional
En síntesis, las relaciones entre mujeres y hombres no son naturales, es decir, no se derivan de las
diferencias biológicas sino de construcciones sociales. Y las mismas, producto de la valoración
diferenciada, se establecen como jerárquicas y desiguales.
Una expresión de la desigualdad entre mujeres y hombres es la división sexual del trabajo, la cual se
mide entre otros indicadores, a través del tiempo y la inserción laboral.
De acuerdo con la Encuesta Laboral y de Corresponsabilidad Social (ELCOS 2012), las mujeres
dedican 47.7% de su tiempo al trabajo doméstico y de cuidado, mientras que los hombres dedican
solamente 17.0%, lo que significa que mientras las mujeres destinan en promedio 37.1 horas
semanales a los quehaceres domésticos, cuidado de niños, niñas, personas de la tercera edad o con
discapacidad, los hombres dedican 10.2 horas semanales.
Esta diferencia implica una recarga importante de tareas domésticas que limita la inserción laboral de
unos y otras. Por ejemplo, se estima que, a mediados de 2017, 42.9% de las mujeres de 15 años y
más participaban en alguna actividad económica mientras 77.6 hombres del mismo grupo de edad, lo
hacían.
Ahora bien, la desigualdad también se expresa en el tipo de ocupaciones, las cules están segmentadas
por estereotipos de género, es decir, por aquellas consideraciones culturales sobre las “capacidades”
de mujeres y hombres para realizarlas. Volvamos a los datos para ejemplificar: los hombres se
emplean mayoritariamente en la industria manufacturera, de la construcción, de la electricidad,
transportes, actividades agropecuarias, así como en actividades de gobierno y de organismos
internacionales y extraterritoriales mientras las mujeres solo sobrepasan la empleabilidad masculina
en el comercio y los servicios personales, actividades cuya característica principal es la flexibilidad del
tiempo.
Estereotipos de género
Los estereotipos se definen como aquellas imágenes, ideas o modelos preconcebidos con los cuales
clasificamos y etiquetamos a ciertos grupos de personas o grupos sociales. Lo anterior significa que
los estereotipos median nuestra percepción afectando también nuestro comportamiento. Por eso se
afirma que los estereotipos contribuyen a la discriminación. Para que dimensiones cómo funciona la
percepción te invitamos a realizar el siguiente ejercicio e identificar qué estereotipos tienes:
Si volvemos a nuestro ejercicio inicial quizás te hayas percatado que eres una persona portadora de
un conjunto de estereotipos. No vamos a abundar sobre ellos, quédate con tu reflexión personal y te
anunciamos que la buena noticia es que ¡los estereotipos se pueden eliminar!
Como ya se indicó, las relaciones entre mujeres y hombres son construcciones sociales en muchos
casos alimentadas por estereotipos. Es decir, se estructuran con base a preconcepciones sobre cómo
las mujeres y los hombres son y deben comportarse. Veamos:
Estereotipos masculinos: de acuerdo con la división sexual del trabajo, los estereotipos de los
hombres se construyen sobre su rol como proveedores de la familia y constructores del espacio
público. Por ello, pensamos que los hombres son fuertes, racionales que controlan sus emociones,
independientes, competitivos, físicamente hábiles, capaces para tomar decisiones e incidir en la vida
pública y en la política, para los negocios, con disposición de tiempo para el trabajo remunerado,
responsables de sí mismos y conquistadores de metas.
Estereotipos femeninos “complementan” los roles que la división sexual del trabajo define para las
mujeres. De ahí que a las mujeres las consideremos: sensibles, con habilidades “naturales” para la
maternidad, emocionales, altruistas, con disposición de tiempo para la familia y el trabajo no
remunerado, el cuidado de personas con discapacidad o adultas.
En torno a la sexualidad, los estereotipos corresponden a lo visto anteriormente. Por ello, de forma
general los hombres y las mujeres son considerados “mitades de una misma naranja”, exaltando la
heterosexualidad y el propósito de la unión de las personas en la reproducción de hijos e hijas.
De los hombres se espera la “solvencia económica”, “la capacidad” y “la iniciativa” para los encuentros de la relación
y sobre todo que estén atentos a las señales que emiten las mujeres para avanzar en su “conquista”. En el trasfondo
de este estereotipo se ha sobredimensionado la parte biológica de la naturaleza sexual masculina que los presenta
como seres centrados en su satisfacción viril por encima de sus necesidades amorosas o sexo-afectivas. Un ejemplo
de esto es la promoción farmacéutica de medicamentos que ayudan a los hombres a “cumplir con su desempeño
sexual”.
El ser “masculino” implica la competitividad, la responsabilidad, la fuerza física y se justifica la poca capacidad
emocional para expresar afectos y hacerse responsables por el cuidado de otras personas, de los y las hijas e hijos
pequeñas, las personas adultas mayores, enfermas, y hasta de sí mismos.
Estereotipos femeninos
Por ello, se les atribuye el “reinado de la seducción” y de ellas se espera que protagonicen mensajes o insinuaciones
sugestivas, la exhibición del cuerpo y de sus “potencialidades sexuales” o a través del uso estereotipado de las
“habilidades femeninas” al mostrarse frágiles, delicadas y necesitadas de la protección masculina, o las que deciden
“hasta dónde llegan los hombres”, entre otras conductas que forma parte del aprendizaje de “ser mujer” “educada
para conseguir al esposo ideal” y de la demostración de la atracción sexual.
En correspondencia a las mujeres se les atribuye una supuesta condición de “coquetas” cuyo comportamiento incita
el deseo y despliegue de la sexualidad masculina. Se les considera románticas, con la tarea de contener
emocionalmente a los hombres y a las familias. Sin embargo, es paradójico porque al mismo tiempo se espera que
el despliegue sexual de las mujeres “no sea exagerado” ni ralle en lo vulgar pues de lo contrario, serán responsable
de la incitación del deseo masculino. Por ello, la decencia es una virtud que se espera de las mujeres y ella, está
intrínsecamente articulada con la sexualidad y la moral sexual.
Como se observa, los estereotipos sobre la sexualidad son dicotómicos y establecen un modelo de
complementariedad heterosexual en el que se establecen reglas y códigos mutuamente comprendidos que
permiten tanto la demostración de la atracción sexual como el abuso de poder especialmente de los hombres
hacia las mujeres. Estas últimas condiciones son las que dan pie al HS y AS en tanto naturalizan la conquista
masculina y objetualizan a las mujeres, reforzando su rol pasivo.
Pero como ya fue expuesto, este modelo encierra una trampa para las mujeres porque son ellas quienes están
inducidas a ser coquetas y, sin embargo, sobre ellas recae el peso de la autocensura por el “uso” de sus “dotes
femeninas”, las cuales incitan el comportamiento imparable de los hombres. De esta forma, frases como las
siguientes justifican cotidianamente el HS y el AS en el trabajo, en los espacios públicos y privados.
El efecto negativo de los estereotipos es que naturalizan la violencia sexual que conllevan los actos
de HS y AS, “trivializando” la responsabilidad de quien acosa u hostiga y culpando a las víctimas por
los incidentes violentos de carácter sexual.
Te invitamos a revisar el siguiente video en el que dos especialistas en el tema, nos explican la relación
del género con el HS y AS: https://youtu.be/MG-6_Mb31hM
o ¿Qué pasaría si los hombres decidieran construir y vivir de otra manera su masculinidad?
o ¿De qué manera los hombres “naturalizan” el hostigamiento sexual y el acoso sexual?
La tolerancia institucional
La tolerancia institucional también puede considerarse un factor importante que propicia la ocurrencia
del HS y AS.
A continuación, veamos cómo dicha tolerancia institucional puede manifestarse a través de:
Algunas instituciones públicas o privadas suponen que, al omitir mencionar, reconocer o incluso al ocultar un
problema, éste de manera automática desaparece o deja de existir. Sin embargo, el efecto es su persistencia o
agravamiento. Si no hay prevención, menos aún acciones y capacidad alguna para responder o incluso dar atención
a presuntas víctimas de HS o AS. Ambas carencias son una clara manifestación de tolerancia institucional y por tanto
un factor que, al permitirlos perpetua el hostigamiento sexual y acoso sexual.
En un ambiente laboral sin advertencias preventivas o acciones contundentes para la atención de casos de HS o AS,
resultará imposible desarrollar una cultura de denuncia y sanción ante estas conductas. Una cultura de denuncia
puede ser débil o inconsistente incluso en espacios laborales, aunque en éstos existan instancias, procedimientos y
sanciones previstas a nivel normativo, y suele serlo por la posición vulnerable y subordinada de la víctima y la posición
ventajosa del agresor, que desalientan su aplicación y la viabilidad de una cultura confiable y sólida para quienes
deciden denunciar.
Al no presentarse denuncias o inclusive en algunas ocasiones si al presentarse las sanciones no se aplican, en poco
tiempo va ganando terreno el reinado de la impunidad. Como se mencionó, la falta de denuncias es muy frecuente
por miedo a convertirse en blanco de hostilidades en un ambiente que protege al agresor, vulnera una serie de
derechos y pone en riesgo el trabajo, afectando, en algunos casos, además la vida y armonía de la familia de la
víctima. La impunidad no sólo se alimenta de la falta de sanciones, sino por estilos de liderazgo y ambientes laborales
verticales y masculinizados.
A pesar de que en México y en el mundo se han impulsado iniciativas renovadoras de los ambientes y las culturas
laborales desde un enfoque respetuoso de los derechos humanos y de liderazgos democráticos que propician el
trabajo colaborativo, la nuestra aún se caracteriza por conductas de sumisión, complacencia y obediencia acrítica a
las jerarquías, concibiendo el acceso y permanencia al trabajo como un privilegio y no un derecho; el abuso de poder
disponiendo de los horarios laborales o del personal en tareas para las que no están contratados, entre otras,
ahondan la impermeabilidad de la organización ante los derechos, como el de trabajar libres de coacción o violencia.
La prevalencia de estereotipos de género en los ambientes laborales y la complacencia ante el sexismo imperante
en el clima organizacional, que se manifiesta en chistes, bromas, complicidades masculinas respecto al prestigio, el
cuerpo y la sexualidad de mujeres o de personas homosexuales, transexuales, transgéneros, que se salen de los
estereotipos binarios de la feminidad y la masculinidad. Recordemos el caso de Ana que vimos al inicio de esta
unidad, y cómo las complicidades masculinas propician el acoso sexual de Joaquín. Estas complicidades se basan
en los estereotipos de género que funcionan como un abono para la impunidad, ya que propician el pensamiento de
que los hombres tienen "luz verde" para satisfacer sus deseos sexuales en donde sea y con quien quieran - "porque
es su naturaleza y no la pueden controlar" - y más aún cuando son hombres con poder, y se lo han "ganado".
La prevención, atención, sanción y eliminación de la impunidad, y la construcción de una cultura libre de estereotipos
y proactiva hacia la denuncia se puede forjar y articular a través de mecanismos normados e institucionales como el
Protocolo de actuación que establece criterios y medidas claras para la prevención, atención, sanción y registro de
casos de HS y AS y por ser materia central de este curso, abordaremos con detalle más adelante.
Finalmente, es importante destacar la responsabilidad que todas y todos tenemos para lograr cambiar y
erradicar de nuestros espacios de trabajo estas conductas tan dañinas. La tolerancia institucional adquiere su
máxima expresión en la prevalencia de prejuicios y actitudes de todos las y los integrantes de la organización,
desde el o la titular, o las personas de áreas jurídicas, sustantivas, de recursos humanos o de los órganos
auditores o internos de control, que son quienes deben asumir los principios, las responsabilidades, el
compromiso y las actitudes propias de quienes construyen un ambiente laboral sano y libre de acoso y
hostigamiento.
Por ello, una de las primeras medidas es la declaración o el pronunciamiento en pro de los ambientes libres de
violencia es fundamental para romper con la ceguera institucional que propicia el desarrollo de estas conductas.
Por ello, como también lo veremos más adelante, una de las medidas preventivas que establece el Protocolo
es la emisión por parte de las autoridades de un ambiente ¡Cero tolerancia al HS y AS!