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"La Hija Del Aire" MGNájera PDF
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El Nacional del
do "Frú-Frú"; t
título de Cróni,
de abril de 1884
Todas w v•
~ta se diferenci
algunas particuJ:
D. R. e 1984, FoNoo DE CuLruRA EcoNóMICA la de 1884.
Av. de la Universidad, 975; 03100 México, D . F. Que sepamo:
• LeporclJo,
ISBN 968-16-1724-X Mourt.
Impreso en México
LA HIJA DEL AIRE1
PocAs VECES concurro al Circo.2 Todo espectáculo en que miro
la abyección humana, ya sea moral o física, me repugna grande•
mente. Algunas noches hace, sin embargo, entré a la tienda
alzada en la plazoleta del Seminario. Un saltimbanco se disl~
caba haciendo contorsiones grotescas, explotando su fealdad, su
desvergüenza y su idiotismo, como esos limosneros que, para
.e stimular la esperada largueza de los transeúntes, enseñan sus
llagas y explotan su podredumbre. Una mujer -casi desnuda-
se retorcía como una víbora en el aire. Tres o cuatro gimnastas
de hercúlea musculación se arrojaban grandes pesos, bolas de
bronce y barras de hierro. ¡Cuánta degradación! ¡<;uánta mise-
ria! Aquellos hombres habían renunciado a lo más noble que
nos ha otorgado Dios: al pensamiento. Con la sonrisa del cre-
tino ven al público que patalea, que aúlla y que los estimula
con sus voces. Son su bestia, su cosa. Alguna noche, en medio
de ese redondel enarenado, a la luz de las lámparas de gas y
entre los sones de una mala diurga, caerán desde el trapecio
vacilante, oirán el grito de terror supremo que lanzan los espec-
1
Lo esencial de este cuento se publicó tres veces en la prensa mexicana:
en El Nacional del 6 de abril de 1881, con el título de La hija del aire y
firmado "M. Gutiérrcz Nájcra"; en La Libertad del 10 de diciembre del
minno afio, Crónica color de Penw y "El Duque Job"; y en El Partido Li-
beral del 30 de diciembre de 1888, Por los niños y "El Duque Job".
La versión de abril de 1882 difiere de la que publicamos aquí casi única-
mente en que coloca el largo párrafo que empieza "Oigo decir con insil-
tcncia ••. " al principio en lugar de al final del cuento.
En La Libertad de diciembre de 1882 encontramos el cuento casi en la
vcnión exacta que damos aquí, pero como última mitad, poco más o menos,
de un largo arúculo cuya primera parte trata del reciente tránsito del
planeta Venus y de la tcmpor.tda teatral.
En El Partido Liberal lo esencial del cuento va incluido en un largo
articulo 10brc las nuevas leyes promulgadas en Italia contra la explotación
de los nidos, las cuales, al parecer del autor, debieran ser emuladas en
México. La parte incluida comprende d~e _1~ palabras ..Recordáis a la
pobrecita hija del aire .•• ", que van al pnnap10 de la aegunda página de
nuestra versión, basta el final de bta.
Aunque no fue la última publicada en vida del autor, publicamos la
•enión de diciembre de 1881, que aparece también en loa Cuentos frdgilu
de 1885, en las Obras de 1898 y en otras J.UOpiladoncs. El título es el de la
Venión primitiva, de abril de 1881.
• El ClrCQ Orrin, muy popular en aquella q,oca.
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tadores en el paroxismo del deleite, y morirán bañados en su
propia sangre, _sin lágrimas, sin piedad, sin oraciones!
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están flacos, pálidos, exangües. Es la hija del dolor y de la tris·
teza. Así, tan pálida y tan triste era la niña que miré agonizar,
y cuya imagen quedó grabada para siempre en mi memoria. La
infancia no tiene para ella tintes sonrosados, ni juegos, ni caricias,
ni alegrías. No: es el alma que viene: es el alma que se va.
¡Pobre hija del aire! Tal vez duerme ahora en la fosa común
del camposanto! La niña mártir de la temporad~ no trabaja en
el trapecio, sino a caballo. Todo es uno y lo mismo.
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Oigo decir con insistencia que es preciso ya organizar u
sociedad protectora de los animales. ¿Quién protegerá a ¡°ª
hombres? Yo admiro · esa pie
.dda suprema, que se extiende hastm
el mulo que va agobiado por el peso de su carga, y el ave cuy~
vuelo corta el plomo de los cazadores. Esa gran redención que
libra a todos los esclavos y emprende una cruzada contra la
barbarie, es digna de aprobación y de encarecimiento. Mas ¿quién
libertará a esos pobres seres que los padres corrompen y prosti-
tuyen, a esos niños mártires cuya existencia es un larguísimo
suplicio, a esos desventurados que recorren los tres grandes in-
fiernos de la vida -la Enfermedad y el ,Hambre y el Vicio?
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