Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A esta carta responde el mínístro francés Ríbot con otra secreta q1fe trans-
mite igualmente al embajad01· rrtso:
Oriente o a Oceanía. Es cierto que esta creciente emigración no se di- 1 ·Estados europeos, fue uno de los grandes encuentros periódicos co-
1jge necesariamente hacia las colonias de las metrópolis europeas: el l nocidos como el Concierto ·Europeo, que permitió a lo largo del
Africa negra (excepción hecha del África austral) se mantiene relati- ·.siglo XIX, la elaboración de un consenso internacional ~asado ~n el
vamente libre de colonos. Alemani?, que sufre una continua emigra- acuerdo de las principaies potencias sobre las reglas del ¡uego diplo-
ción, llega muy tarde a la aventura colonial. Las razones son también mático tanto en lo concerniente a los medios corno a los fines.
económica?, np tanto por la búsqueda de las materias primas, pues La 'conferencia de Berlín estaba en la línea del Congreso de Viena.
Europa tiene en su suelo los minerales y materias primas esenciales El canciller alemán invitó a las potencias signatarias del acta final ele
(aunque esta p·rocupación no esté ausente de la ocupación del Congo Viena (cuya reglamentación de la navegación del Danubio, elaborada
Belga, del Tonkín y de Egipto), corno por la cempetición para abrir en 1815, inspiraría el régimen de los ríos N~~er y Con_go) así com~ a
nuevas salidas '(cuestión sensible principalmente en el último cuarto los nuevos estados interesados en la expans10n colonial es decir, Bel-
de! sigio XIX) ó por el desarrollo de nuevas reg!ones del mundo, des- -\ aica, Italia, Estados Unidos y Turquía (Doc.1 ). Un ·problema desco-
arrollo que promoverá la exportación de capitales e inversiones ren- ;"'-<. .~ocido que se planteará en ese siglo de diplomacia clásica, será el del
tables. Pero ante todo, el primer puesto en la motivación coioniza- lugar que corresponde a una organización no gubernamental, la Aso-
dora lo acaparan las razo""ñes es"i:i:afégicas; polftic-~~' -p~icológicas:" las ciación lntern;i,cional Africana, animada por el rey ele l()s belgas, lu-
~ - cuestiones de pr~stigio, de exaltación del seritiníiento nac~onal, la
\ gar que deberl ser negociado al margen de la conferenci~"J_
conciencia de la superioridad europea y el deseo de «exter:ider"ll:" civi~
lización». p ·--· --,
Hasta el gran giro de los años 1885-1890, el desarrollo de las am- El gran steeple-chase a través de África
_biciones coloniales no influye apenas en el tabiero central gue conti-
núa siendo europeo y algunas grandes potencias no participan en la El canciller Bismarck abrió la conferencia a las 14 horas del 15 de
competición colonial, viendo incluso a veces en la participación. de noviembre de 1884. Ante él estaba desplegado el gran mapa de África
sus rivales un d_erivativo útil, un «nacionalismo de sustitución», que de Kieper. Desde el comienzo de la sesión inaug.ural, el plení1;oten-
es la -p.osició~ de Bismarck c~~ repecto a las am~iciones de Ju!es cíario británico sir Edward Malet había constataáo que los africanos
1
no estaban presentes: ignorancia total de las estructuras políticas afr'.-
Perryi1 A partir .de 1890, la pol1t1ca europea se conviene en mundial,
las intci"iicciones se precisan entre lo que ocurre en la escena europea J canas, convicción inocente de que la única civilización era la de Occi-
·y la competición por la conquista de los últimos territorios «sin dente ... incluso cuando Leopoldo había iniciado seis aii.os antes su
dueño», una competición en la que todas las potencias han decidido 1 aventura africana. el Estado libre que pretendía forjar sería una crea-
participar, En 1885, la conferencia de Berlín conocida como ia del 1
!
ción puramente ;rtificial, una proyección del Comité de Estudios del
«reparto de África», hace de puente de transición entre los dos perío- 1 Alto Congo. . . .
dos: Bismarck continúa.Jpdavía en su puesto, pero Alemania se ejer- Al menos por vez pnmera,- Áfnca esta?a. de actualidad ~n. un.a
cita ya en la Weltpolitile:__J conferencia del Concierto europeo. El mov11111ento de las nac10nali-
dades (unidad alemana, italiana, cuestión de C?~·ie1:te) ya se había. in-
corporado al juego bien reglamentado del equ1libno europeo. Afma-
La conferencia .de Berlín les de siglo, el internacionalista belga Rolin-Jacquemyns comentaba:
«Imagínense a un matemático interrump_id~ ~n sus cálculos _por. un
¿Di.V-idió la conferencia de Berlín de 1885 el continente africano o espíritu burlón que borrase un factor y eScnb1es~ otro, que cambiase
no se trató nada más que de un mito, corno el del reparto del mundo el orden de las cifras y remplazase datos conocidos por otros hasta
en .Ya!ta en 1945? entonces ignorados. El mismo efecto le causaría a los seguidores ele la
'. L!l co!1ferencia que reunió del 15 de noviembre de 1884 al 26 de escuela de los Talleyrand y Metternich las sorpresas a las que nos ha-
febrero de 1885, en la capital alemana a los representantes de catorce bía acostumbrado la historia contemporánea». Pero .desde el tratado
-1 La Europa conquistadora: la época de los imperialismos
84 El advenimiento de la política mundiál
......-··:--_\
de ~~-~-1}]1_1.0J!J de 9 de marzo de t)JJ.4/ la tradición era excluir los \ nico como convicción de que la ciencia elimirr~rá todos los obstác -
asuntos de ultramar de las conferencias europeas pues sólo las pose- los al apro;echamiento de l~s nu.evos paísesJ'fl 17 de noviembre ,.L.
sion_es europeas de los c~atro signatarios, Austria, Inglaterra, Prusia y 1869, Ferdrnand de Lesseps rnagura el canal de-Suez con la presencti.
Rusra, quedaban garantizadas por la alianza concluida allí. ¿Hizo In- 1 cj.e los príncipes europeos y del 'jedive Ismaíl, educado en Franc •. .,
glaterra una concesión de la que, en principio, habría sacado prove- prillante heredero de una línea dé1· pachás reformadores y que tiene '~
cho por la inclusión de sus colonias en los beneficios de la asistencia ~mbición de hacer de Egipto una continuación de Europa. Proyecto__s
mutua? Al contrario, Inglaterra, iniciadora del proyecto, fue la que se similares al de Lesseps se multipliean en los despachos de los minist..,
cuidó de fijar los límites pues lo que pretendía era disociar los pro- ríos parisinos: el capitán Roudair~ quiere crear un vasto mar Ínter.i. ·
blemas europeos de las cuestiones ultramarinas con el fin de desarro- 1 en el sur tunecino, desviando las\ aguas del golfo de Gabes; el ingr-.
niero de obras públicas Adolphe Duponchel propone construir ug
llar libremente su influencia mundial sin tener que someterse a las
exigencias de una acción colectiva, mientras que Rusia intentaba, l ferrocarril transahariano entre Aigelia y el meandro del Níger; otr
dando ese rodeo,_~ontrolar o inclusive dificultar el juego británico .planean perforar una canal en el corazón de Abisinia, o entre el Cal--'
fuera de Europa. '! y el Ubangui ... Surge una nueva ideología, la de la «colonización mo.:-
África en coi1é~eto aparecía como un teatro secundario. Excluida 1 derna» "."'/De~,arrollada a partir de 1874 por el economista Paul Lero 1
de la gran política extranjera, y abandonada a los ministerios de Ma- Beauli~· defiende que es preciso sustituir la proyección de la sobe1 -
rina 9, de las Colonias, ya que los tratados concluidos por los oficiales nía tradicional basada en la presencia del administrador y el soldado
de nfarina con los jefes negros no estaban, por lo menos en Francia, por la primacía de la iniciativa privada fundada en la acción del té':::
sometidos a la ratificación _de las Cámaras como era el caso para los nico, del directivo y de las sociedades concesionarias, dirigida
otros actos diplomáticos. Esta era la idea subyacente cuando Henri r aprovechamiento de los territorios descubiertos y a la asociación r1~
Bruschwig dijo que «no se escuchaba al África negra en el concierto los habitantes a la metrópolis por medio de sistemas de autonomIB
de las grandes potencias». interna. En vísperas de la conferencia de Berlín, la colonización trae_
¿Por qué los asuntos africanos entraron en la gran política extran- 1 cional continúa en África occidental, que sigue siendo patrimonio ·
jera en 1885? los militares, como fue el caso de la lenta conquista del Sudán occk-
La fiebre sudafricana, los descubrimientos espectaculares de dia-
mantes en las áridas regiones de Griqualand occidental, los explora- 1 dental a partir del Senegal. La colonización «moderna» parece, por ."1
contrario, poder prosperar en la cuenca del Congo, a través de las i1
ciativas, en ocasiones desordenadas, de exploradores y hombres ,t,
dores que aflu[an a la confluencia del Orange, Vaal y dci Hans para
buscar riquezas en los lechos de ios ríos, los tornados humanos susci- negocios.
tados por los yacimientos de Kimberley, todo ello hacía de África un 1
t La cita de Berlín tiene una razón i111w_~diata:.ia.. cw~ffü:_t.iy~- ~-itg,,.,
continente fabuloso, a la par de América y Australia. Cecil RhQ.9es, 1
ció1freí!J'~iire;ii:Il'::a·¿_s.en1bo~~d~I:a:d"~[C~QPg~··¡n;~~ Duran;e m-
·2J
un joven inglés que seis años antes había llegado a Natal pa'I-;(~~~:arsc l ·~1~·~··~-¡~m·~~ .el acceso a esta gran cuenca había parecido difícil y sól0
ele una enfermedad pulmonar, fundó en 1880 la Sociedad Minera De se había~ instalado algunas factorías en la orilla del Atlántico o en '::1
~-~~X~ 2 des~t_I~l,1-X.CDdP.. ~l-ºguilibrío eútré fas -~ep~hÜ~~-s-·bÓe~s ylas cÓ]Ó- estuario, pues, a partir de ahí los numerosos rápidos impedían la r.
nfo~_brj!_ánicas. Pese al ¿c;;;1p-rol11iso-pr-ov~~i~-~-~fz¿fi¿¡~~~iü. ~r;r~~ vegación y, además, las tribus costeras se oponían a la penetración ,J.~
dres, la con~;Cñción de 27 de febrero de 1884 que devolvía al Trans- los blancos hacia el interior. Pero en 1877, el periodista american_9
vaal su nombre de «República Sudafricana», Rhodes extendió la Stanley demostró que el África central era accesible por el este. S.
frontera oeste del Natal y amplió el estacionamiento de las fuerzas liendo de Zanzíbar en 1874, bordea el río Congo en un peripio q -
británicas, politizando a partir de entonces el conflicto entre el duró tres años. Entre 1875 y 1878, el alférez de navío Pierre Savor:-
1 Transvaal, símbolo del nacionalismo afrikáner, y Gran Bretaña, presa J gnan de Brazza descubre una vía de acceso relativamente fácil Pª·.-
1
tiendo del Atlántico, recorriendo la meseta bateke entre las fuenl
i de un imperialismo creciente. ·i del Ogüé y eJ Alima, afluente del Congo, río arriba de Staniey Por
1
Otra fiebre es el sansimonismo, tanto religión del progreso téc-
1
l i
86
El advenimienro de la polírica mundial
líneas de ferrocarril que pudieran trazarse con el fin de salvar ciertas Habiendo g_uecJ_a,c!Q_<;t~~gl1_1:il~!~~J~Ji.be.rtad .ele comercio y navegC!:-_
partes impracticables ele los ríos. Por lo demás, el acta general distin- ción ·e¡11;~··-~;:;~nc~s. ~~l_gqqg9 y)~jg~1-,Ja..?e.gvnda .q1estión .funda::
gue entre la «cuenca geográfica» y la «cuenca convencional» del ~iifrrffal··eit'eroi:de:ñ-dCI día e]] B.erl_ín,,_~Lr~ma.de.los ..asentamientos,
Congo, deb~enclo permitir esta última el acceso desde el océano Ín- y
-p~{.cfü~·ÍJ~ii}.{s:g;ª·i·.·ª~~-ii~~~f's~~9~t)~ los treinta ?cho artículos del
: ..1
dico y el Adántico a la cuenca geográfica. La cuenca convencional. en Acta, Clos se ocupaban de las formalidades que deb1:n ser observadas
1 la ~u~l :oda ;~erc~pción d: d:recho ele imJ;'ortación queda prohibida, para que los f\.~.!.~,Vº~-.ªsentamientos en las c~~t~:, ~.~ P.i-f~·i~a. fuesen con-
¡
esta l11111tacla, del iaclo Adant1co, a una pasillo entre Sette Cama, entre síclerados efectivos:· -·-·"·-··,--·---··~·-·--··- -.-···---·-- ·
~l C?güé y el Komilu, y la Logé, en el norte He Angola, del lacio del --r:¡.¡·¡;:¡-e-po~~;·~¿~ los grandes descubrimientos, la apropiación de
Incl1co, a la :.costa entre Mozambique y los dominios del sultán ele nuevas tierras basaba su validez en una «investidura» pontifical, en
Zanzíbar. Se; trataba de una delimitación difícil que opuso en un vivo una decisión del soberano pontífice con poder realmente supraestatal.
debate en e!' seno de una comisión presidida por el diplomático fra 1;- Así, con la bula lnter Caetera ele 4 de mayo ele 1493, Alejandro VI
cés De Courtel, a ios poseedores (como Stanley, miembro de la dele- había atribuido América a España y Portugal un año después del des-
g-ac!ón america:1a). ele una vasta cuenca convencional que hubiera in- cubrimiento del nuevo continente. Después ele la Reforma, el poder
cluido tocia el Afnca central, y Francia y Portugal que invocaban sus del Papa fue impugnado, imponiéndose la teoría del·clescubrimiento
derechos de soqb·anía sobre las costas. El debate se volvió a plantear según la cual las competencias territoriale_s ele un Estado se.rían. váli-
¡ a propósito de la eventual neutralidad de la cuenca convencional damente delimitadas y ejercitables contra los demás por el mnple ]~e
neutralidad que Francia y Portugal rechazaban en virtud de su sobe~
¡.
ii cho del descubrimiento ele territorios nuevos por ios ciudadanos' ele
1. ranía, para las colonias incluidas en la cuenca. Al final la neutralidad ese Estado. A decir verdad, el descubrimiento en sentido estricto no
i
¡ ser~ P.r~se_ntacla como simplemente facultativa (art. 10) y Leopoldo era tanto un título ele soberanía como una prueba del «interés» del
l¡· sera el umco. en hacer uso ele ella cuando tenga lugar la creación del
Estado Independiente del Congo.
. Los artículos 25 y 33 del acta general reflejan el triunfo del libera-
Estado por una región determinada. Para establecer válidamente la
soberanía sobre un territorio desocupado, el Estado debía proceder a
una ocupación simbólica manifestada por ejemplo, por medio ele los
lismo por cuanto precisan que los regímenes de navegación del padraos: primeros símbolos de incursiones europeas en Africa aus-
f Congo y ?el Níger pennanece'.·án en vigor incluso en período ele gue-
Í, tral, que eran unas altas columnas calcáreas con un:.1 cruz en b parte
r'.·a y los 111tercamb10s comerciales continuarán siendo libres para los superior que los navegantes portugueses erigían sobre promontorios,
c1uclaclanos ele tocias las naciones «neutrales o beligerantes». Corres- como señales visibles en los lugares ele sus descubrimientos.
ponderá a los soberanos territoriales dejar a los comerciantes enemi- La delimitación ele esferas ele influencia, que reivindicaban los
gos circular pese al estado ele guerra. Sin d ucla, bajo estas normas poseedores ele la colonización moderna -un apropiación más flexi-
su~yace el cléseo ele proteger el comercio inocente pues queda ex- ble, menos costosa que las expediciones ele las conquistas clásicas-
cluido tocio embargo de mercancías enemigas, pero no la persecución poclía ser interpretada como una vuelta a la ocupación ficticia, como
del contrabarido ele guerra. Este espíritu liberal triunfante se exten- una «dispensa convencional de efcctiviclacl». La mayoría ele los nego-
derá seis aiios más tarde a otro gran río africano, el Zambeze, en vir- ciadores d.e. Berlín prefirió afirmar la necesielacl de una ocupación
tud del tratado anglo-portugués de 11 ele junio de 1891: las dos partes efectiva, pero limitada al litoral africano. Se trataba de una justifica-
1
contratantes llegarán hasta el extremo de concederse recíprocamente . ción funcional por medio de la cual los derechos de soberanía no eran
el _derecho a co:itr~ir carreteras, puentes, líneas telegráficas y fcrroca- conferidos nada más que a un Estado que cumpliese efectivamente las
rnles en el terntono de la otra. El retroceso de la libertad de comer- · obligaciones correlativas a esa soberanía. Era cierto que el grado de
cio no empezará hasta la decisión ele 12 de febrero de 1934 del Tribu- efectividad variaba según las circunstancias pues las condiciones his-
nal Internacional Permanente ele Justicia en el asunto «Osear Chim» tóricas, climáticas y técnicas debían ser tomadas en consi~eración
\
en la que se declaran válidas las medidas discriminatorias tomada; para apreciar la efectividad de una ocupación. En un terr~tono ge_ne-
l por Bélgica con respecto al transporte en el río Congo (Doc. J). ralmente habitado, la ocupación debía efectuarse por mecl10 del «eJer-
')2
El ~d1'cnimienrn de la políríca mundial La Europa conquistadora: la época de los imperialismos 93
ciciC: pacífico y no inquietado» de todas las funciones estatales (sen- h trata ele esclavos así como «las operaciones que, tanto por tierra
tencia de 1928, del ;uez Max Huber en el asunto de Ja «Isla de Pal- L:'6füO'~pllY-füaY;·rengan por finalidad suministrar esclavos para la
mas» (Doc. 4)), por medidas concretas y asentamientos suficientes trata» ... «los territorios que forman la cuenca convencional del
que permitan al Esta.do ocupante, por intermedio de sus agentes, lle- 1 Congo ... no podrán servir ni de mercado ni de vía de tránsito para la -
var a cabo esas func10nes (sentencia del Tribunal Internacional Per- trata de esclavos de cualquier raza que sean». En realidad, todos los
m~nente de Justica en el asunto del estatuto jurídico de Groenlandia 1
Estados signatarios habían renunciado ya a la trata, y los verdaderos
oncntal, de 1933). En un territorio poco o nada habitado, se consi- combates pertenecían a los comienzos del siglo, como por ejemplo el
dera aceptable una efectividad simbólica, tanto si se trata de una sim- lib/ado por el capitán Perronet Thompson que había impuesto, en el
ple declaración hecha a bordo de un navío de guerra, acompañada de 1 tratado general de paz firmado entr~ el 8 de enero y el 15 de marzo
comprobaciones geográficas, seguidas más adelante por un acto de .1
1 de 1820 con los siete jeques de la costa de Omán, la primera condena
vigilancia (sentencia del rey de Italia en el asunto de la «isla de Clip- internacional de la trata de negros, aptes de terminar como diputado
perton», año 1931) o de actos de ocupación breve y episódica (asunto «liberal de izquierda» en la Cámara de los Comunes y militante infa-
.de. Groenlandia oriental). Esta relatividad e imprecisión son, según 1
tigable de la campaña contra la trata. Ahora le tocaba el turno a lar~
expone Jean Touscot en su ensayo El principio de efe.cfryidad, el «tri-. tórica fácil y exculpad ora. El artículo 6, en la declaración sobre la li-
buto pagad,o a.cambio de una adaptación más estrecha del derecho a bertad de comercio en la cuenca del Congo, mencionaba la libertad
la realidad» . i" religiosa y la protección de los «misioneros y viajeros» . Algunos en
El acta de Berlín prescribía una doble cond~.ción de fondo -ll' el siglo XIX veían en todo este articul¡tdo el inicio de una «internacio-
ef~_c:_r.i'ic!a_~-=-->~-~-~--f.9..~:~1T~J~:~~~tR~~~é[~1~:_: L; efec;ividad c¿n-~i;~ia nalización funcional» . a la manera, salvando las distancias, del actual
en asumir «una autor:idad suficiente pa1=a Tia'cer respetar los derechos .1 réaimen
b
internacional ,de la Antártid~.,
adquiridos y .. .la libertad de comercio y paso». Por su parte, la notifi-
cación significaba la notificación de la toma de posesión a las otras
polcncia: signatarias del. ~cta. -1-~-EC:?.1;[~c:lel . re.c;9pqci_rnientq ~OJ,Vpk:_ Enmiendas francesas y dudas rusas'
tab~_,1q~1.!..!'.1..dc)a oq1p_a_c1?.n efe~t¡ya, de forma que la notificación im-
puesta a todo Estado que ocupase por vez primera un territorio su- El reparto de África -ia definición exacta de las diferentes pose-
ponía de la parte ele un tercero un reconocimiento expreso o tácito siones europeas- fue excluido en Berlín. El embajador de Inglaterra
considerado como necesario para la validez de tal ocupación. Subra~ propuso concretizar los principios generales válidos para el conjunto
yemos que la condición de la notificación no se inscribirá durante del continente («Que las reglas que van a establecerse para las nuevas
largo tíempo en el derecho internacional general (en el asunto de la posesiones en África sean aplicables a todo el continente africano»),
«ish de Clipperton» , el árbitro se negará a extender su aplicación a encontrando únicamente apoyo en el delegado de los Estados Uni-
M éxíco)., ~-~ c?~1V~nció~_.?e. S~in~~q-~rn1.a!1:\c1.r:'. ...~~!.2_s_µpó!~1ió ~:~g0
!ª. dos, John A. Kasson. Los alemanes intentaron, por su parte, introdu-
~.le la not1f1cac10n, por medio de una mod1ficac1on del acta de Berlín cir la regla del hinterland (los ocupantes de la costa tendrían la voca-
atiÍlq uc es cici-to que dich·a 1üódificaC'ioi'Cfí.·ie-Jle\rada'a"cabO- eí1.coñ(l~~ ción de ocupar el interior), siendo también rechazada esta sugerencia.
cioncs de regularidad contestables. En consecuencia, la validez hoy Sólo IOs acuerdos fronterizos delimitando en el bajo Congo las
1 en día de la ocupación de un territorio sin dueño no depende del re- posesiones respectivas de Francia, dél Rey de los belgas y de Portu-
conocimiento de los otros Estados. gal, fueron concluidos pero al margen de la conferencia. Leopoldo
La tercera preocupación de los negociadores de Berlín e~a la pro- prosiguió sus negociaciones e incluso el ritmo de los trabajos de Ber-
1
n:i.ocióu -~kL~:l?,i_e.IJ._e_~t-~~!llºral y material de los indígenás» , rllañifesr~i=· lín disminuyó con el fin de permitirle concluirlas. El 16 de diciembre
ción. de esos «deperes 11ün1añitan?s»sefialadospor-strEdward Malet de 1884, Inglaterra dio su acuerdo de principio a la creación del E~
\ durante la sesión ]iú1gural;co·ritü'-contrapartida a la ausencia de repre- tado Libre del Congo sin entrar a discutir las fronteras. El 24 de di-
sentación de.los propios africanos. Una declaración especial ¡:ü;.ohibía. ciembre, Leopoldo dirigió una nueva carta a Bismarck, con la va-
1.
j¡
95
94 El advenimiento de la política mundial 1 La Europa rnnquístadora: la época ele los imperi;ilisrnos
·.
riante ~on r:specto a la del 8 de noviembre de que esta vez Katanga apenas hace cinco añ~s- y, año tras ~~o, se pí·ecipita ~orno en_1pujada
esta~a in~lu.1da en el futur~ ~stad~ libre. El canciller alemán no pre- por la velocidad adqumda». La nocwn de «esfera de rnfluenc~a» va a
sento ob1ec101,1es. Los serv1c10s dei Foreign Office lo ratificaron por triunfar invirtiendo la lógica de Berlín, ya que era lo contrano de la
error -creyendo que ei jefe de la diplomacia británica había sido in- «ocupación efectiva»; surgió, apenas terminad.a la Conferencia de Ber-
formado- po.r lo que Ka tanga entró subrepticiamente en el dominio
! lín con el tratado ancrlo-alemán de 29 de abnl de 1885 sobre el golfo
privado del Rey de los belgas. El 5 de febrero de 1885, Jules Ferry re- de' Biafra al cual otr;s tratados seguirán. Los ele 29 de octubre_ y de
conoció, a su vez, la bandera de ia Asociacion internacional del 1 de noviembre de 1886 fijaron dos zonas de influencia en Africa
Congo. Mientras, Leopoido renunciaba al Kuilu-Niari y el gobierno oriental para las compañías alemana y británica (para la Deutsche Ost
ele ~arí~ acusaba recibo del.i1~terés por el derecho de retr~to que le
1 Afrikanische Gesellschaft -DOAG- entre el Rovuma )'.'el Umba, Y
hab1a sido propuesto (el m1111stro de Asuntos Exteriores, Couve de p.ara la Imperial British Eas~ Afríca Com?a!iy, entre el U n~ba Y el
l\1urville, lo invocará en 1959, pero el gobierno de Bruselas conside- Tana). El acuerdo del 1 de julio de 1890 del11111ta las e_sfe1:as de rnfluen-
rará anacrónica la pretens!ón). Una vez los últimos acuerdos firma- cia británica y alemana en África oriental, Alemama aban.d?naba.el
dos por Leopoldo con Francia y Portugal, Bismarck anunció en su Vitu y renunciaba a toda pretensión sobre Uganda (adqumendo en
discurso de clatisura de la Conferencia el 26 de febrero de 1885, la ad- compensación, la isla Heligoland en la desembocac'.ura del canal. de
hesión de la Asociación internacional del Congo al Acta general de Kiel); en África occidental, aiernanes del Carn~rún e rngleses. de N 1ge-
Berlín y la creación del Estado independiente, el Estado del Congo, ria avanzaron hacia el Chad; en el sudoeste af ncano, Alemama obtuvo
2
que «estállamado a convertirse en úno de los principalesguardianes un acceso al Zambeze por el famoso «dedo de Caprivi» , que separa
,Q
d e la obra que t.enemos ante nosotros». · hoy Zambia de Botswana. Por el Ínterc.an~bi~ _de ca1:tas fran~o-britá
Por lo demás, toda codificación de la colonización del interior del nico de 5 de agosto de 1890 -nueva delu111tac1on de rnfluenc1as en re-
continente apareció en 1885 como prematura, pues demasiadas regio- giones aún inexploradas- Francia iogró obtener la u1~ión entre sus
nes permanecían aún desconocidas, muchos imperios locales eran to- posesiones del Aito Níger y del Congo por el Chad, al ne.mpo qu~ re-
davía fuertes y; las reacciones indígenas imprevisibles, según se de- conoció el protectorado inglés sobre Zanzíbar y ~ ,ca_mbw tendra la_s
mostró en 188.5 con la masacre de la segunda misión del coronel manos libres en Madagascar. El tratado franco-bntan1co_ de 8 de, a~nl
Flattcrs, y con la revuelta de los «mahdistas» que tomaron Janún en de 1904 unió, por el sístema de compensaciones, el destm~ de Afnca
\. con el de otros continentes -cuenca del J\1enam en Indoch111a, estatus
enero de 1885 1/Como sostuvo el representante francés De Courcel, el
estado de la exp.loración no ye~·mitía una delirnit~ción que. «condujese de Nuevas Hébridas, derechos de pesca en Tierra Nueva, rectificación
de hecho a un reparto de Afnca». La confcrenéla había recibido «la de fronteras entre el Senegal y Gambia y al norte de Dahomey. El
misión exclusiva de estatuir sobre el futuro, poi· lo que las situaciones 30 de agosto de 1898, ingleses y alemanes firmaron un acuerdo secreto
aclq uiridas escapan a sus decisiones». · sobre el futuro (eventual) de las colonias portuguesas. .
Sin embargó~ la confcrenc.ia de Berlín dará la señal de salida de ese Esferas de influencia abstractas fijadas con tiralíneas (latitud Y
gran steeple-chase del que hablaba Jules Ferry en 1890: «Un movi- longitud, curso posible de un río ... ), trazados fronterizos más preci-
mienro irresistible empuja a las grandes naciones europeas a la con- sos determinados porcomisioncs mixtas sobre cl.terren.o, acuerdos
quisLa de nuevas tierras. Es como un inmenso steeple~qhase sobre el múltiples, falsos tratados, ejercicios engañosos umendo Jefes nc_gros
camino de lo d~sconocido ... Esta carrera campo a través comenzó (a los que se ha mentido conscientemente) a explorador~s europeos
sin instrucciones Ili órdenes, todo ello nos lleva a conclmr que no se
consideraba al África negra como un interlocutor válido, como lo de-
1 Mahdista. También llamado Ansar o Al-ansar·(dcl árabe «el que ayuda»), segui-
dor ele al-M;ihdí (Muhammad Ahmed ibn al-Sayyid Abd Allah) o de sus sucesores 0
2 En inglés se conoce como «Caprívi strip" r en alcm:ín ."CaprÍ1'Í Zipfcl,.-,Esrrecha
dcsi;e'.1dicntcs. L;i~ ma~~is_tas alcanzaron pre~minencia durante bs guerras sudanesas y
el rcg1men tcocratrco. dmg1do por al-Mahdí de 1881 a 1885. Su sucesor Abd Allah tras extensión de terreno en Namibia de 450 km de brgo aprox1madamenre que iba desde
unas victorias inicíales fue finalmente vencido por las tropas anglo-egipcias (N. del T.). el cxrremo noreste del país hasta el río Zambcze (N. del T.).
/U
El advenimiento de la política mundial
La Europa conguistadora: la época de los imperialismos 97
< • • ·-.~.
, I~
La Europa conquistadora: la época de los Ímperíalísmos 99
98 El adveni]y,íento de la política mundial
•·
cimiento del' hecho consumado de las provincias perdidas, de las tie- contenciosos africanos. El ministro de las Colonias, Théophile Del-
rras arrancadas en 1871. cassé, decidido a poner a Inglaterra ante el l~ed~o consumado, dio la '
Hasta eL gran cambio de 1904 y la resolución de las diferencias orden al comisario francés en el alto Ubangu1, L10tard, de llegar hasta
coloniales entre Francia y Gran Bretaña, uno de los reproches hechos el Nilo superior; las pro~estas estall~ron en !a Cámar~?e los Comu-
a los partidarios de la expansión colonial era que desarrollaban un nes en donde el secretano del Fore1gn Office, lord K1111berley, y el
gran sentimiento anglófobo, hasta el punto de relegar a un segundo subsecretario sir Edward Grey, dejaron patente su indignación. Si lo-
plano los viejos rencores del antigermani~!no e impedir de esta manera gró evitarse la ruptura, fue debido a que Liotard no pudo terminar de
una eventual alianza con Gran Bretaña.1Lo cierto era que la política preparar su expedición.
colonial de Erancia chocaba en todos los \itios con las ambiciones del La segunda crisis tiene lugar entre los años 1896-1898. En marzo
imperialismo británico. En el último decenio del siglo, la rivalidad del -961~ndí·es-;~~;~~ció su intención de organizar una expedición, a
franco-inglesa se concentró en África, y más concretamente en la re- las órdenes de Kitchener, para poner fin a la rebelión mahdista. Al
gión del Níg\'!r, que fue objeto de un acuerdo en agosto de 1890, y en mismo tiempo, y con-pleno conocimiento de ~ausa, ~arís dio la ord_en
el valle del alto Nilo, en donde estallará la grave crisis de Fachada. El al capitán Marchancl de que llegase al aho ~ilo~ sali_endo de Gabon,
tratado de 5 agosto de 1890 se firmó después de la creación del pro- antes que _el ejército ele Kit~heney Tras el a1119~ilanuento el~ las ba~1-
tectorado francés sobre Madagascar, que disgustó profundamente en das mahd 1stas cerca de Jartun, K1tchener se d111ge al alto Nilo. El ~8
Londres, -pues la gran isla era una posición importantísima en ia ruta rg de septiembre tuvo lugar en Fachada el encuentro .de_ ambos: Kitche-
hacia las Indias por El Cabo; Gran Bretaña se resignó, no obstante, al ner alcanza a Marchand, que había llegado el 9 de ¡ul10 a la cabeza ele
reconocimiento del protectorado a cambio de que Francia aceptase un puñado ele soldados sen~galeses, tra~ ~?s años de una dura m:rcha
sus derechos sobre Zanzíbar. En otro orden de cosas. las zonas de in- a través de tierras desconocidas o de d1f1cil acceso. El enfrentanuento
fluencia de los dos países en la región del Níger esta,ban ya delimita- parecía inevitabic: el protectorado francés, nominalme1;~e constitui~o,
das, quedando para Gran Bretaña el territorio al norte de la línea Say- chocaba con la soberanía del jedive, en nombre del cual Londres exige
Barrúa. En el valle del alto Nilo, los británicos estaban decididos a la retirada francesa .. La posición de París es difícil: el gobierno ha~ía
voiver al Sudán egipcio de donde habían sido expulsados por la re- querido tomar una garantía que oblig~se a L_ondre~ a una rene~ocia
vuelta del Mahdí en 1885. El Sudán ofrecía un doble interés para In- ción ele su política egipcia, pero la rncons1stenc1a de la 1~1am~bra
glaterra: de un lado, era donde se controlaba el régimen de aguas del quedó al descubierto en el momento de la pr:ieba de fuerza. h·anc1a se
Nilo; por otro, era el lugar de paso para el ferrocarril ideado por Ce- había lanzado al conflicto sin tener los med10s de sostenerlo hasta el
cil Rhodes, que iría desde Ciudad del Cabo hasta El Cairo .. Gran final, llegando el ministro de Asuntos Exteriores Hanotaux hasta el pun-
Bretaña había logrado que las principales potencias aceptasen sus to de sondear al gobierno alemán sobre un eventual apoyo en caso
pretensiones en Sudán, excepción hecha de Francia que no había olvi- de conflicto '.franco-británico. En junio de 1898, fue sustituido por
dado las condiciones en que tuvo lugar la compra de las acciones del Delcassé que se inclina al principio por la fin;1eza y al ultim~tu~1; bri-
Canal de Suet. y su expulsión de Egipto. París quería volver a plan- tánico exigiendo la retirada inmediata y previa : tocl~ negoc1ac10n de
tear la cuestión de la legalidad de la presencia británica en Egipto. la expedición de Marchand, responde con la ex1genc1a ele la ap~rtura
Desde·una pe1:spectiva más general, dos formas de expansión colonia- de negociaciones antes de la retirada. Inglate~ra, que ha conclmdo el
les aparecían ~orno incompatibles: el eje Dakar-Yibuti, que estaba en 30 de agosto; de 1898 un tratado con Alemama sobre el .«eventual r~
el centro de l?s proyectos franceses, y que podía coronarse con una parto» de las; colonias portuguesas (Angola para Alemama, Mozamb:-
progresión hafia el este a partir del Ubangui, pero que se cruzaba cla- que para Inglaterra), ordenó una exhibición de fuerza naval a~1te Bi-
ramente con el eje El Cabo-El Cairo, que deseaban los británicos. zerta y Brest. Finalmente, Salisbury du~~ a~te la _perspectiva del
Una primera crisis estalló en 1894-1895, cuando el ministro fran- conflicto y renunció a reclamar la evacuac10n mmed1ata de Fachod~.
cés de Asuntos Exteriores no logró, en el otoño del primero de esos El gobierno francés salva l~s, apariencias y el -~e noviembre, el cap~
?
dos años, qu~ Londres aceptase una negociación global sobre los tán Baratier, uno de los of1c1ales ele la. exped1c10n Marchand, es rec1~
..
La Europa conquistadora: la época de los imperialismos 101
100 El advenimiento de la política mundial
1
ble tratado germano,-británico fuese rechazado por la Cámara de los l mas pacíficas de expansión. Uno de los heraldos del «partid o c~lo
Comunes, espoleada por una opinión pública hostil, exigió que In- nial», L. Prenazzi, rechazaba en J 881 los «laureles de Zululand1a o
glaterra se comprometiese no con Alemania sino con la Triple del Transvaal» ... «el nombre de Italia no debe sonar entre las tribus
Alianza. Ante esta perspecti\'a, Londres retrocedió pues no deseaba africanas como el eco de la guerra y la carnicería».
verse arrastrada a intervernir en los contenciosos balcánico y medite- - La importancia de la emigración italiana en territorio extran-
rráneo. El viejo sueño de Bismarck de una «alianza inglesa» , fue re- jero ensombrece la acción colonial: los cfrculos del armamento naval
chazado, a punto de lograrse, por la Alemania de Guillermo II, pri- prefieren América del Sur a África; un intenso d.e~ate_ opone la «colo-
sionera del gran proyecto de hegemonía naval, una Alemania que no 1úas formales» e «informales». ¿Por qué no pnv1leg1ar los lazos co-
creía en la posibilidad de una alianza franco-británica, como no había merciales y culturales con esos núcleos de población italiana «enquis-
creído antes .en la posibilidad de una alianza franco-rusa. 1 tados en territorio extranjero», pero conservando su cohesión nacional?
Bismarck quiso desviar las energías francesas hacia una aventura 1 Como fundamento de tal perspectiva se señala la prosperidad de las
colonial, la cµal se había realizado con el apoyo e incluso bajo el pa- repúblicas marítimas de la Edad Media.
trocinio de Berlín. La Alemania de Guillermo II va a opo1i.erse, en - Más que en otro países europeos, el interés por la coloniza-
nombre de l.a Weltpolitik, a las ambiciones coloniales de Francia, de 1 ción fue de orden político, intelectual y religibsó, y no fundamental-
~I
ahí la crisis ~narroquí de 1904. A la vez, la nueva rivalidad colonial ;:· 1 mente económico y financiero. Habiendo sido ella misma objeto del
franco-alemana sellará la reconciliación de los dos nacionalismos «imperialismo económico y financiero» de las grandes potenc)'as, Ita-
franceses queJ1asta ese momento se habían opuesto violentamente, el '· 1 lia no tenía la capacidad de desarrollar una estrategia autónoma de
de la «Francia más grande» de los mapamundis, y el de la línea azul expansión ultramarina: cabe señaiar únicamente el apoyo esporádico
de los Vosg9s. Barres, que despreciaba la idea colonial «a la Gam- de los círculos marítimos, con el papel desempeñado por el armador
1
betta» concebida para «distraer a nuestra elite de su interés por el Rugattino en las tentativas de éxpansión en el Mar Rojo y en Túnez,
ejército del ltin», une «Marruecos al destino de Francia», de manera y de ia industria algodonera.
que, como scfiala Raoul Girardet, la posesión de un vasto imperio co-
lonial no coústituía ya, en caso de conflicto en ,Europa, un «factor de Los resultados de la acción colonial italiana serán en definitiva
debilitamiento», sino un «elemento suplemeri'tario de fuerza», casi muy modestos: el desastre de Adua ante Etiopía, el 1 de marzo de
«una garantía de victoria»... ,/ 1896, pone punto final durante un tiempo a los intentos de conquista
Otras dos potencias europeas, si dejamos a un lado el caso par- por la fuerza. En 1897, la reconquista de Dassala por los ingleses en-
ticular del dqminio congoleño del rey de los belgas, habían entrado, cierra Eritrea en unos estrechos límites, y en diciembre de 1906, el
cada una a slÍ manera, en la arena colonial: Italia y Portugal. tratado tripartito que garantiza la integridad ele Etiopía, bloquea la
¿Fue la política colonial de Italia una simple vicisitud del movi- expansión italiana hacia el oeste, por lo que Roma se vuelve a partir
miento general de la colonización? Italia entró tarde en la pugna de los de entonces hacia Libia, «la cuarta orilla del país» , viéndose obligada
imperialismos puesto que su primera colonia, Eritrea, se proclamó el en 1911 a recurrir a las armas.
1 de junio de 1890. La acción italiana, en su «gran decenio africano» La verdad es que a Italia le faltaba un instrumento de conquista:
\
(i 885-1896), parece dictada en ocasiones por los ejemplos francés y los efectivos del ejército oscilaban entre 140.000 y 270.000, hasta
británico y por la conversión de Alemania a la colonización. 1911, mientras que las tropas coloniales, compuestas en sus tres cuar-
1 No obstahte, la política de este país posee ciertos rasgos origina- tas partes de indígenas, no sobrepasaban los 8.000 hombres. La polí-
' les: tica de emigración hacia las nuevas tierras bajo soberanía italiana fue
un fracaso total, pues en 1905, sólo 3 .000 italianos estaban instalados
La herencia del Risorgimento, de la unidad por el renaci- en Eritrea, no alcanzando los 800 en Somalía, mientras que en el
miento de la romanidad que empuja a extender en el continente afri- África del Norte francesa y en la nueva África del Sur británica llega-
cano los valores de esa Italia mística, al tiempo que privilegia las far- ban a 160.000. Igualmente, los intercambios comerciales se llevaban a
\
10{
El ad\•cnimiento de la políríca mundial 1¡ La Europa conquistadora: la época de los imperialismos
cabo preferentemente con los territorios coloniales extranjeros antes 1 a su suerte a burócratas y colonos sin dinero y tolera conductas c·-
que con las colonias italianas, una «política tan onerosa corno inútil» rapiña que van desde la corrupción hasta los abusos en el trabaic
según concluye J. L. Miege, especialista de la colonización italiana obligatorio. Sin embargo, esta co,lonización de pobres, sobre todo I_<_t
«qu:- es el ejemp~o perfecto del papel determinante que desempeña~ generación colonial de los años 1885 a 1918, va a lograr la asimilacic
los ±actores políticos y culturales cuando sirven de bandera a escasos de una capa social de «africanos de relevo» y dará muestras de ur-
)'débiles intereses económicos». sorprendente capacidad de penetración en las sociedades africanas y
~a colo1_1ización port~guesa -que en 1898 en Londres y Berlín de cohesión interétnica. Más allá del mito, el éxito de la síntesis lusL
se d1agnost1caba de monbunda- sobrevivirá con diversa fortuna tropical quedará probado por la constitución de una comunidad l· -
hasta el último cuarto del siglo XX. Su «arcaísmo» ,i su «inmovilismo» soafricana posterior a la descolon.ización.
l~an sido denunciados frecuentemente,:sobre todo por el desfase, par-
n_c,ularmente ?rancie, e.ntre la imagen que se hace Portugal de su ac-
cion ultramarina, que rnserta en las raí~es de ia histori;i nacional y en
la epopeya de los Descobrimentos, de lps grandes antepasados tan es-
trechamente asociados al descubrimiento del mündo, y la percepción,,, DOCUMENTOl
de los observadores extranjeros. · i
La presencia portuguesa en Ultramar se construye sobre tres mi- Los Estados invitados a la Conferencia. fueron: Alemania, Austri~
tos: .... '
Hungría, Bélgica, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Gran Brc:
1) El de los «cinco siglos de colonización» , cuando en realidad taña, Italia, Países Bajos, PorlT1gal, .Rusia, Suecia-Noruega e Imperio O,
una presencia portuguesa total e iriinterrumpida no puede ser demos- mano. Éste es el orden que aparece 'en el Acta final de la Conferencia, et!''º
trada nada más que en los casos de los archipiélagos de Cabo Verde y nombre exacto era «Acta general de) a Conferencia de Berlín para favoreü1
Santo Tomé y Príncipe, puesto que en otros lugares ia colonización el desarrollo del comercio y de la civilización en ciertas regiones de Áfric, -
portuguesa no es sino una supervivencia, reducida a escalas marítimas asegurar a todos los pueblos la libre navegación del Congo y el Níger"
)'. fuertes_ adormecidos. René Plissier apunta que en Mozambique, Consta de una introd11cción y 38 artírnlos divididos en 7 capítulos. A!em .. ·
nia de acuerdo con el artíc11lo 38, p··árrafo 4, quedaba como depositaria 1 ,_,
desde la epoca de Alfonso de Albuquerque, «los gobernadores gene- ' '
.lleta.
rales contemplan desde sus ventanas un continente hostil en el que ni
El Preámbulo del Acta final dice. lo siguiente:
¡ una sola persona se ha adentrado a más de 30 o 40 kilómetros desde
1
la capital insular». «Deseando concertar de común acuerdo las condiciones más favora:-
2) . El mito ~e_ la identificación e11:tre la colonización portuguesa bles al desarrollo del comercio y ele la civilización en ciertas regíones
en Áfnca y Amenca, cuando en realidad la fuerza de atracción de África y asegurar a wdos los pueblos la ventaja ele la libre navegación -,
Angola o Mozambique (por no mencionar Goa en Asia o Tin~or en los dos principales ríos africanos que desembocan en el Océano Adárnic9;
Oceanía) no tiene punto de comparación con el «modelo brasi- deseando también evitar las desavenencÍás y cuestiones que más adela. ~
leño». · , pudieran suscitarse por las nuevas posesíones en las costas de Áfric?--'
3) El mito del «luso-tropicalismo» , según el cual el hombre atendiendo, además, a ia manera de. aumentar el bienestar moral y matenal
portug_ués poseería cu~lidades providenciales permitiéndole adaptarse de las poblaciones indígenas, han resuelw, en vista de la invitación que .
ha dirigido el Gobierno Imperial de Alemania, de acuerdo con el G~ -
armon10samente a la vida en el seno de las sociedades tropicales, mito
l:iierno ele la República Francesa, reunir con este objeto una Conferenc_:a
destruido por la crítica anglosajona, particularmente por Basil David-
~n Berlín ... ».
son.
. Queda la realidad de ~na colonización de pobres: Portugal en el a. c. Pereira Castañares y P. A. Martínez-Lillo, Documentos bástcvS
siglo XIX es una país arrumado, sin crédito internacional, carente. de sobre Historia delas Relaciones Internacionales 1815-19
hombres, de capitales y técnica; una metrópoli indiferente abandona Edito.¡-ial Complutense. Madrid, 1995, pág. 97-)
:¡
107
106 El advenimiento de la política rnundiai La Europa conquístadorn: la época de los imperialismos
DOCU.MENT02 \ DOCUMENT03
Los Estados Unidos litigaron contra ios Países Bajos a propósito de wál Lord Grey comenta de ple modo el amnto de Fachada:
d.e.m:ibos países ten~a la soberanía sobre la isla de Palmas, en el archipiélago
fzlzpmo. Estados Unidos defendía qlfe la soberanía era suya por haber sido ce- «Avanzando más Nilo arriba, Lord Kitchener se encontró con una expe-
dida la úla por Espaiia en el tratado de París de 1898, mientras que los Países dición francesa que había atravesado África desde el oest; y tn1s un difícil y
Bajos defendían;rn derecho preferente dado que ejercían la sobera¡¡Ía desde aventurado viaje habían alcanzado Fachada donde se hab1a~1 instalado con la
hacía largo tiempo. bandera francesa. Repentinamente la situación se volvió delicada. El ¡efe de la
El j11ez s11izo M ax Huber dictó sentencia en la que entre otros pm1tos, expedición francesa, tenie:ne M:i_rcl:and, ... no cst.aba en modo alguno en po-
afirmaba lo sigui~nte: sición de ofrecer resistencia al e¡erclto de Lord Knchene1 ... De hecho, pucsw
Lord Kitchener había abierto el camino hacia Sudán con su annce, era
qtle l 1 d' . , d
«Si b controversia se basa en el hecho de que la otra Parte ha ejercido su dudoso si el gobierno francés sabía lo que había pasac o con a cxpe 1c10.n e
soberanía, no ba~ta con determinar el título por el que la soberanía territorial Marchand 0 dónde estaba ésta. Pero, al estar ahí c.on la b~1.1dera, el te.n.1eme
fue válidamente adqHirida en un momento determinado; también se ha de Marchand no podía inclinarse sino ante la fuerza. S1 Lord h.itchener u'.1hzaba
demostrar que dicha soberanía territorial ha continuado existiendo y que la fuerza, supondría un acto de guerra entre Gran 13ret~ña y Fran;1a... L.a
• c~istió en el momento que deba S!fl considerado como crucial para la deci- contienda diplomática comenzó y la prensa. ~e ambo~ paises emp~'.°º a exci-
sión de la controversia. Esta demo!'itración consiste en el despliegue de activi- tarse. Para Gran Bretaña era imposible aclm1t1r cualquier rcclamac1011 extran-
dades tales q\)..e sean propia únicamente del soberano territorial... jera sobre el Valle del Nilo,'! el gobierno podía decir sólo una cosa: que la
»La sobc'ranía territorial no puede li111ita1·se a su aspecto negativo, v. gr. a expedición francesa debía retirarse».
la exclusión de las actividades de otros Estados ...
(Vizconde Grey of Fallodon, Twenty-Jive years. Fredcri;k A. Stokes
. ''.La soberanía aunque en principio (es) continua, ele hecho no puede
Company. Nuev;i York, 1925, vol. I, pags. 38 )' 39.)
c¡ercnarsc en todo momento sobre tocios los puntos de un territorio. La in-
termitencia y discontinuidad compatibles con el mantenimiento del derecho
difieren necesariamente según se trate de regiones habitadas o deshabitadas,
o regiones situadas entre territorios en los que b soberanía es ejercida in-
cuestionablcmcnte, o regiones accesibles, por ejemplo, desde el alta mar. .. el
solo descubrimiento, sin ningún acto subsiguiente, no puede bastar en el
momento presente para probar la soberanía sobre la isla de Palmas o Mian-
gas ...
»Respecto a los contratos entre un Estado o una Compañía ... y reyezue-
los indígenas o jefes de pueblos no reconocidos como miembros de la comu-
nidad internacional, (éstos) no son, según el Derecho Internacional, tratados
o convcni.os capa.~es de crear derechos y obligaciones semejantes a los que, en
Derecho mtcrnac10nal, nacen de los tratados. Sin embargo, los contratos de
. 1
t
esta naturaieza n? están enteramente desprovistos de efectos indirectos en si-
l tuaciones rcgidas':por el Derecho internacional; si bien no constituyen títulos
en Derecho internacional, ai menos constituyen hechos que el Derecho debe
tener en cuenta en ciertas circunstacias ...
... el Arbitro decide lo siguiente: ia isla de Palmas o Miangas forma en su
.I totalidad parre del territorio de los Países Bajos».
:¡
~ (Oriol C~sanovas y La Rosa, Casos y textos de Derecho Internacional
· Público. Tccnos. Madrid, 1984, págs. 210 y ss.)
.:1 ·I
l\