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EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO.

UN SIGLO DE
POLÍTICAS ECONÓMICASARGENTINAS - Pablo Gerchunoff –
Lucas Llach (1998)

CAPITULO I – LA GENERACION DEL PROGRESO (1880-1914)

BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA EL PROGRESO ARGENTINO

Si bien la Argentina se constituyó como estado políticamente independiente en


1810, ratificándolo en 1816, una serie casi interminable de luchas civiles e
internacionales postergó cualquier intento de progreso económico sólido durante
varias décadas. Recién en 1853 se conseguiría una Constitución aceptada por las
provincias, aunque la incorporación de Buenos Aires sólo se consumó en la
década de 1860, prolongándose la organización nacional hasta 1880. La prioridad
era garantizar la existencia misma del estado argentino mientras se intentaban
sentar los cimientos de un país. De esa época datan los Códigos de Comercio,
Civil y Penal y el impulso a la educación que obsesionó a Sarmiento. Es recién a
partir de la presidencia de Roca (1880-1886) que puede hablarse de un estado
nacional cuyos gobernantes fueran administradores y no sólo funcionarios. La
fórmula “Paz y Administración” de Roca, estandarte de su gobierno, fue toda una
síntesis de las prioridades de un país. El último censo nacional (1869) mostraba
un territorio bastante desierto y con bajo nivel de instrucción, la tasa de
analfabetismo era otro síntoma de retraso, la llanura pampeana lejos de ser el
granero del mundo estaba dedicada a una ganadería de poca calidad, con
predominio del ganado ovino. La agricultura prácticamente no existía, salvo en los
alrededores de la ciudad y para consumo local. Un obstáculo evidente para el
desarrollo económico era la dificultad para transportar los productos del interior a
los puertos y sólo con el ferrocarril estas posibilidades comenzaron a abrirse en la
década de 1870. En cuestiones económicas también había desacuerdo y en los
debates de política comercial la discusión se centraba en la Ley de Aduanas,
régimen de propiedad de la tierra, el papel del estado. A partir de estas y otras
divergencias, se está dando de hablar de la “Generación del 80” con un sello
ideológico liberal, admiraban el pensamiento de Alberdi, aborrecían la anarquía y
el despotismo, creían en las virtudes de la educación, deseaban abrir el país a los
capitales, los hombres y las ideas del exterior. En el ámbito de la política
socioeconómica la noción de progreso más que cualquier otra dominaba el
debate, era necesario incorporar rápidamente la Argentina a la expansión mundial
liderada por Gran Bretaña y escoltada por Francia, Alemania y EE.UU. que se
sumaron a la Revolución Industrial. En ese contexto sus ideas eran optimistas y
habrían sido estériles en otro tiempo y lugar.

LA ECONOMIA MUNDIAL DE LA EPOCA

La economía mundial en la Argentina comenzó a insertarse después de su


pacificación interior, tenía como rasgos centrales la creciente integración de
mercados y el rápido crecimiento de la producción. Hasta la Primera Guerra
Mundial se prolongó esta tendencia de crecimiento sostenido de la economía que
sólo se retomaría alrededor de 1950. En ese contexto Inglaterra jugaba un rol
fundamental, su influencia sobre el resto del mundo no era sólo consecuencia de
su riqueza sino de la particular organización de su economía, con los principios de
libre comercio y la especialización inspirados en Adam Smith y David Ricardo. Los
recursos productivos ingleses se concentraban en las manufacturas y, por
consiguiente, en la necesidad de importar alimentos y materias primas. Argentina
cumplía entonces con las dos condiciones: producía materias primas requeridas
por Inglaterra y demandaba manufacturas por lo que el flujo de comercio era
atractivo. Londres era por esos tiempos el centro financiero mundial y por lo tanto
regulador del patrón oro que regía en el mundo, también efectuaba grandes
inversiones en el exterior y sobre éstas se asentaría el desarrollo económico de
Argentina antes de la Primera Guerra Mundial. Las colonias ya no eran solamente
una fuente de materias primas y minerales preciosos sino un mercado para
exportar su producción y su capital y no tanto el dominio político.

LLENANDO EL DESIERTO: INMIGRACION, CAPITALES Y TIERRAS

A muy grandes rasgos la posición de Argentina en el mundo a partir del último


cuarto del siglo XIX puede describirse como la aceptación de un lugar bien
definido en el sistema de división internacional del trabajo cuyo centro era
Inglaterra: el del productor agropecuario e importador de productos
manufacturados. La impresionante expansión económica tiende entre la
consolidación de la organización nacional en 1880 y la Primera Guerra Mundial,
estuvo relacionada a un lugar geográfico (la pampa húmeda), a un par de
actividades productivas principales (la ganadería y la agricultura), y a la
incorporación de capitales y trabajo extranjeros, manifiesta en la instalación de
ferrocarriles en una gran inmigración. Era todo un desafío para los gobernantes de
las décadas finales del siglo XIX coordinar esa incorporación de recursos de modo
de cristalizar los ideales de progreso, las tierras ya estaban ahí con una gran
fertilidad. Pero nada podía lograrse si no se acortaban las distancias entre la vasta
llanura y el puerto. El ferrocarril sería el encargado de esa tarea, si hubiera faltado
sólo alguno de los factores (tierra, trabajo o capital) no se habría hecho posible
esa transformación. La estrategia fue que las sucesivas administraciones
fomentaran el importante papel que cumpliría el gobierno (1880) ya que la acción
privada todavía era muy débil.

ARGENTINA PARA LOS EUROPEOS: LA INMIGRACION

Una de las condiciones para crecer era por lo pronto poblar el desierto, según el
lema alberdiano “gobernar es poblar”, ya que el crecimiento surgido de las tasas
de natalidad y mortalidad siempre era insuficiente, era inevitable entonces recurrir
a la inmigración y para 1876 se crea el Departamento General de Inmigración, las
estadísticas indican que las ventajas económicas harían variar los flujos de
inmigración que crecía cuando se agrandaban las condiciones de empleo y de
salario entre el país de origen y la Argentina (aquí había más empleo y mejor
pagado). Las tareas rurales eran las que absorbían este aumento de población,
los años 80 vieron todo el esplendor de la “pampa gringa” gracias a una mayor
expansión ferroviaria y al final de las incursiones de indios y de langostas. Las
obras públicas fueron otra fuente de empleo para el inmigrante, por otro lado la
naciente industria en los grandes conglomerados cercanos a Buenos Aires tuvo
una gran participación de extranjeros, siendo especialmente de Italia y España.
Inglaterra en cambio contribuyó con pocos inmigrantes a pesar de los fuertes lazos
entre ambas economías.

EL DESEMBARCO LATINO

Distribución de los inmigrantes por país de origen (1871-1914):

La emigración italiana se debió en parte a la crisis agrícola de fines del siglo XIX,
que sumado a una creciente presión demográfica hizo que dejaran la península.
En cuanto a la emigración española también hubo un empuje por la misma causa,
el emigrante español ya no elegía Cuba porque la había perdido de su Imperio y
se dirigía a la próspera Argentina. Las provincias de nuestro litoral y de la zona
pampeana fueron las más favorecidas especialmente Santa Fe, La Pampa y Entre
Ríos por su proximidad con el puerto, otros polos de atracción fueron Mendoza
(actividades vitivinícolas) y Tucumán (actividades azucareras). El caudal
inmigratorio se detuvo con la Primera Guerra Mundial, pero la influencia de la
inmigración no fue puramente económica sino que se reflejó en las artes, ciencias,
política, ideologías, etc. El trabajo de los inmigrantes fue imprescindible para el
crecimiento y prosperidad económica que estas tierras nunca habían visto entre
1880-1914.

EL CAPITAL EXTRANJERO Y LOS FERROCARRILES

Los inmigrantes permitieron superar la falta de mano de obra rural y favorecer el


desarrollo agrícola, pero un papel no menos crucial fue el que cumplieron los
ferrocarriles ya que con ellos se disminuyó el costo del transporte del producto
exportable entre el campo y los puertos, acortando las distancias entre el
productor argentino y el consumidor europeo. También se perfeccionó con
tecnología el transporte por el Atlántico con técnicas de enfriamiento y
congelamiento de carnes.

EL ESQUEMA AGROEXPORTADOR

El primer tren (1857) fue el Ferrocarril Oeste (39 Km) financiado en parte por el
gobierno que asumió su propiedad en 1863, a partir de esos años la gran
extensión ferroviaria fue solventada y administrada por los ingleses. En 1870 el
Ferrocarril Central Argentino unía Córdoba y Rosario, incorporándose así otras
zonas a la producción para exportación, y también unía Tucumán y el Cuyo al
circuito económico nacional. Las tierras cercanas al ferrocarril se fueron
valorizando. La diferencia con EE.UU. era que ésta poseía río y lagos navegables
tan eficientes como el tren, en Argentina el ferrocarril fue un componente esencial
para el crecimiento durante la gran expansión. Las manufacturas inglesas que
llegaban al puerto eran así fácilmente transportables y a bajo costo hacia otros
centros de consumo fuera de Buenos Aires. La construcción del país requería
mejorar los puertos, rutas, instalar tranvías, sistemas de comunicación, redes de
agua y electricidad; los recursos eran insuficientes y se necesitaba capital de
inversión extranjero o empréstitos externos. También los capitales foráneos se
ligaron a la industria de exportación (frigoríficos), el comercio y los bancos. El
capital de inversión más importante fue el inglés, aunque también invirtieron
Alemania y Francia. Recién finalizada la Primera Guerra Mundial terminaría el
ciclo inglés y en su reemplazo entraría EE.UU. para proveer capital.

EL CAPITAL EXTRANJERO EN LA ARGENTINA

La presencia del capital externo se reflejó en el pago de los servicios de la deuda


externa y de dividendos al exterior llegando a representar un 40% de las
exportaciones, mientras crecieran las exportaciones y hubiera ingreso del capital
extranjero la balanza de pagos estaría a salvo. Sólo con la combinación de ambos
se podría lograr la expansión productiva que finalmente se consiguió, pero a un
cierto precio para el país pues los intereses y las remesas de los inmigrantes a sus
familiares en su tierra de origen se acrecentaban y el dinero salía del país. Sólo en
el largo plazo la capacidad exportadora y el ahorro nacional aumentarían.

LA TIERRA EN LAS PAMPAS: EXPANSION Y DISTRIBUCION

La siempre amenazadora presencia del indio y la ausencia del valor económico de


la tierra determinaron en fronteras en Buenos Aires hasta el río Salado, y parte de
las provincias de Santa Fe y Córdoba; en cambio una gran parte de Buenos Aires,
La Pampa y la Patagonia eran todavía desierto. Después de medio siglo se puede
hablar de consolidar la frontera ya que la Campaña del Desierto eliminó el peligro
del indio (1879). Esta expansión de la geografía política y económica está
relacionada con las necesidades de una ganadería en expansión, en la pampa
había escasa población y por ello el desarrollo de la agricultura estaba limitado por
la escasez de mano de obra. Al caer mundialmente la demanda de carne y cueros
bovinos (vacas) se extiende el ganado ovino (ovejas) a zonas nuevas al sur y al
oeste, en cambio las tierras del litoral, norte de Buenos Aires y Santa Fe eran más
aptas y fértiles para la agricultura, base de muchas fortunas a medida que la
rentabilidad agropecuaria mejoraba. Es necesario admitir que en el momento de
repartirse la mayor parte de las tierras que luego serían el “granero del mundo”,
éstas todavía no eran codiciadas ya que la llanura pampeana en la época colonial
era despreciada por carecer de minerales y no se la apreciaba por su potencial
agrícola-ganadero. En el siglo XIX fue muy frecuente la cesión de tierras públicas
a manos privadas por la Ley de Enfiteusis (en tiempos de Rivadavia) y otras leyes
bajo el gobierno de Rosas. Cuando no se regalaban las tierras eran vendidas a
precios ínfimos con el simple propósito de financiar desequilibrios fiscales. Durante
la Campaña del Desierto muchos militares se beneficiaron con estas compras
masivas. No había en general una justicia distributiva. La difusión del
arrendamiento agrícola (alquiler de tierras) practicado por los inmigrantes es otra
evidencia de la distribución poco equitativa de la propiedad con una eficiencia
productiva aceptable. Concentrada en pocas manos la tierra daba lugar a
oligopolios impidiendo el mercado competitivo, solo se valorizaban las tierras
cercanas al ferrocarril y la posibilidad de exportar carne enfriada de alta calidad.
Este régimen de tenencia de la tierra ocasionó una distribución del ingreso muy
desigual en las zonas rurales, así este sector rural con el tiempo sería identificado
con la oligarquía terrateniente y cualquier medida que favoreciera el campo sería
considerada contraria a los intereses de la población más pobre.

EL DESARROLLO “AGROPECUARIO”

Hasta la década de 1870 la ganadería extensiva especialmente ovina era la


actividad más importante de la zona pampeana, mientras que el descubrimiento
del potencial agrícola fue en realidad bastante tardío. Tanto la expansión del
ferrocarril como la inmigración fueron los dos acontecimientos para demostrar que
este potencial agrícola existía, con ello se superaba la escasez de mano de obra y
se integraba la región pampeana al comercio internacional, al facilitar el traslado
de hombres y productos, asumiendo la agricultura un carácter netamente
comercial y no sólo de consumo de los colonos como en otros países. El trigo fue
el símbolo de la revolución agrícola argentina y encontró en la llanura pampeana
un suelo fértil y un clima favorable, tierra blanda y pastos bajos para el arado
sumándose a ello una moneda despreciada lo que favorecía la exportación. El
costo de traslado hasta Europa era más bajo que el del trigo norteamericano
porque a su vez eran más bajos los fletes desde el campo hacia el puerto y ello
compensaba la mayor distancia transatlántica. Un rasgo singular de la producción
rural en la Argentina fue la interacción entre la ganadería y la agricultura
originándose una competencia espacial, la ganadería tuvo que desplazarse al sur
y al oeste dando lugar al establecimiento agropecuario con rotación entre ambas
actividades. Hasta la aparición de la cámara frigorífica, las posibilidades de
exportar se reducían sólo al tasajo (carne salada) y al ganado en pie o a la
exportación de lanas y queso que hizo muy importante y en menor medida la de
cueros. El panorama cambió radicalmente hacia 1877 donde comenzó el
transporte de carne congelada a Europa, en pocos años frigoríficos ingleses,
argentinos y norteamericanos se instalaron cerca de los puertos y en las zonas de
Avellaneda, Zarate y Campana. Como EE.UU. no podía abastecer su demanda
local de carne, Argentina tomó su lugar para abastecer a Inglaterra la carne
enfriada. La agricultura y la ganadería eran el sustento del modelo de crecimiento
económico basado en la explotación de recursos naturales y que parecía capaz de
prolongarse en el tiempo. El descubrimiento del petróleo en 1907 ofrecía nuevas
posibilidades y de esa expansión del sector rural daba sus primeros pasos la
industria argentina.

LA INDUSTRIA DURANTE LA EXPASION: ¿UN EXCESO DE LIBRECAMBIO?

Uno de los mayores cuestionamientos al modelo agroexportador ha sido la


concentración de la mayoría de los recursos productivos en las actividades
primarias impidiendo la instalación de industrias manufactureras con mayor
potencialidad de crecimiento a largo plazo. Las industrias que crecieron sólo
fueron consecuencia del desarrollo del sector agroexportador y ello se conoce
como eslabonamiento que puede ser “eslabonamiento hacia adelante” (se
expande una actividad gracias a la disponibilidad de un insumo: industria molinera,
de cerveza, frigoríficos, molinos azucareros) y “eslabonamiento hacia atrás”
(progresa una industria y genera una demanda de insumos: talleres de reparación
de material ferroviario). Al expandirse el mercado interno, la industria y el sector
rural fueron complementarios.

LOS PRIMEROS PASOS DE LA INDUSTRIA ARGENTINA

El debate entre el proteccionismo y el librecambio fue discutido por los


economistas del siglo XIX y asumió en cada país características distintas. Es difícil
reconocer como estrategia de desarrollo la política comercial de la época. El
manejo de los aranceles no parece el resultado de un planeamiento a largo plazo,
ni preindustrial ni anti-industrial; eran los partidos opositores al gobierno los que
levantaban la bandera de la libertad comercial y de la reducción de aranceles,
especialmente los socialistas. La presencia de altos aranceles en algunas
actividades es explicable por la fuerte presión de grupos de interés u otras veces
guiadas para protección de la competencia exterior o por necesidades fiscales.
Esas deficiencias no eran producto de una deliberada acción contra la industria así
como la política aduanera, sino medidas parciales que respondían a las presiones
antes mencionadas.

LA PUERTA HACIA LA ESPECIALIZACION: EL COMERCIO EXTERIOR

El análisis del comercio exterior argentino evidencia que la economía seguía un


patrón de crecimiento basado en producir bienes primarios e intercambiarlos en el
exterior, representando las exportaciones agropecuarias el 95% del total de las
ventas externas. De un lejano sexto lugar como país exportador de granos en
1888, la Argentina pasó al tercer puesto en 1907 siendo sólo superada por EE.UU.
y Rusia. En cuanto a las importaciones, cumplía con los consumidores de
productos no fabricados en el país, habiendo una etapa de importaciones fuertes
de bienes de capital (por ejemplo maquinarias y herramientas) que coincidieron
con el auge del tendido del ferrocarril.

EL COMERCIO EXTERIOR DURANTE LA EXPANSION

En la década 1880 hubo precios de exportación en crecimiento y precios de


importación estables al tiempo que se producía una fuerte expansión de la
economía. En la década de 1890, la situación se revirtió cayendo los precios de
los productos del campo y también los de importación, con una economía en
recesión. La debilidad de la economía fue explicada por el efecto de la reducción
en la entrada de capitales que siguió a la crisis.

DESPEGUE, EUFORIA, CRISIS: EL MANEJO ECONOMICO HASTA 1890(X)

La política económica sostuvo entre 1880-1914 ciertas líneas básicas, ningún


gobierno redujo el fomento a la inmigración y el capital extranjero ni revolucionó la
política comercial, lo más inestable fue la “cuestión monetaria” ya que la
inestabilidad de la moneda argentina no es cosa nueva, las dificultades por
establecer un patrón monetario confiable fueron por largo tiempo insalvables.
Hasta que Roca llegó a la presidencia no existía el dinero nacional en el sentido
estricto de la palabra. En el interior convivían monedas de oro y plata de otros
países y algunos billetes provinciales inconvertibles. La presión del sector
agroexportador por una moneda depreciable sería la puja constante. La
administración de Avellaneda se distinguió por una política monetaria y fiscal de
corte conservador, buscando la unificación de una moneda definitiva. El “peso oro”
(1881) fue la primer unidad de dinero completamente nacional y serían acuñados
por la flamante Casa de la Moneda. La reforma monetaria no fue el único ni más
importante avance económico de la presidencia de Roca (1880-1886) ya que las
obras públicas, la vías férreas y el desarrollo veloz como el crecimiento de la
deuda crecían sin pausa, ocasionando déficit fiscal (la gente no pagada impuestos
por invertir en infraestructura, se ensanchaba el puerto del Riachuelo o estar
endeudados con préstamos). Había un exceso de importaciones sobre las
exportaciones lo que alteraba la balanza de pagos, todo se hacía pensando que la
prosperidad futura brindaría los recursos necesarios para pagar las deudas. El
sistema monetario en el que se habían puesto las esperanzas falló en su base y la
paridad del peso oro con el peso papel moneda nacional sólo se mantuvo 17
meses, además nunca creció tanto la deuda externa como el los finales de la
década del 80. A Roca le siguió Juárez Celman (1886-1890) con una política
imprudente y ultra expansiva del gasto público financiado con préstamos
exteriores, también apostando al futuro promisorio. A pesar de privatizar algunas
líneas de ferrocarril y obras de salubridad, se tuvo que recurrir a la emisión de
moneda y por consecuencia se cae en la inflación, el gobierno pagaba las deudas
en pesos papel y perdían así los acreedores creciendo la desconfianza en el
sistema. La responsabilidad de manejar la crisis recaería en Carlos Pellegrini.

CATARSIS, AUSTERIDAD Y CRECIMIENTO: LA POLITICA ECONOMICA EN


1890-1899(X)

La sensación de inseguridad monetaria se extendió al sistema bancario y los


retiros de depósitos provocaron la caída de los bancos Provincia, Nacional e
Hipotecario. Los salarios reales cayeron y aumentó la desocupación. El Ministro
de economía Vicente Fidel López (conservador) redujo los sueldos de los
empleados estatales pero también bajaron las pensiones y jubilaciones y el
presupuesto de los ministerios. Más tarde se crearon impuestos y se dispuso el
aumento de aranceles. La caída de las importaciones hizo que la aduana
recaudara menos, se crea el Banco de la Nación Argentina para ganar la
desconfianza al sistema financiero nacional, poniendo límite estricto al crédito para
obras del gobierno tratando éste de inclinarse al equilibrio fiscal, y a la prudencia
monetaria tratando devolver a la paridad al menos en un largo plazo. Argentina se
reintegraba al sistema mundial del patrón oro. El oro estaba en baja lo que
perjudicaba a los exportadores.

CON EL ESPLENDOR DEL CENTENARIO(X)

La nueva convertibilidad tuvo un comienzo difícil pues el país recién se estaba


recuperando de la recesión de origen interno, con el agravante de una cosecha
pobre y la posibilidad de un conflicto armado con Chile. El sistema monetario se
mantuvo inconmovible durante una década y media pero gracias a las coyunturas
históricas de la historia argentina y no por su solidez. El oro en manos de la Caja
de Conversión crecía sin pausa lo mismo que las exportaciones y la inmigración
volviendo la confianza en la Argentina.

ARGENTINA EN CRECIMIENTO, 1900- 1913(X)

El entusiasmo por el joven país de cien años que habían soñado Alberdi y
Sarmiento era contagioso, ni siquiera un presidente prudente como Roque Sáenz
Peña en 1913 podía sustraerse al optimismo de la época. Pero el sombrío
panorama internacional y una crisis de orden interno se combinaron para
interrumpir el más prolongado período de prosperidad que conoció este país.

¿PROGRESO PARA TODOS?

Los salarios altos explicaban las masivas migraciones desde Europa a estas
tierras, ello se debía a la alta productividad del trabajo agrícola donde la tierra de
calidad era abundante. Como país productor de materias primas los bienes rurales
eran baratos y los bienes industriales caros. La abundancia de alimentos hizo del
problema del hambre en la Argentina un problema menor y ello atraía a los
inmigrantes de las zonas pobres de Europa, que pronto lograron una mejor
posición económica, dominaron el comercio y la industria. La ganadería en tanto
seguía siendo una actividad reservada a los terratenientes. Mérito del gobierno fue
el progreso educativo así como la urbanización trajo mejoras en las viviendas, más
el problema habitacional recrudeció con el ininterrumpido arribo de inmigrantes
que vivían en conventillos por los que pagaban altos alquileres. Es probable que
las pobres condiciones de salubridad tuvieran bastante que ver con las
enfermedades contagiosas. A pesar del cuadro general de progreso se acentuaron
las condiciones de desigualdad, especialmente diferencias entre el litoral y Buenos
Aires y las provincias del noroeste. El poder económico ya no estaba en las minas
del Alto Perú como en los tiempos coloniales, sino en las fértiles llanuras cercanas
a los puertos, allí se instalaban casi todas las industrias por estar más cerca de los
centros de consumo. El ferrocarril fue para todos el símbolo del progreso y los
productos importados competían con los locales sobre todo las artesanías que en
muchos casos cesaron. Pronto aparecieron con las actividades industriales, los
sindicatos especialmente dominados por socialistas y extranjeros por lo que el
gobierno con la Ley de Residencia trató de echar a los extranjeros perturbadores
del orden social. No tuvieron una acogida favorable las mejoras laborales en
horario y regulación de los gremios perdiéndose una posibilidad de consolidación
del consenso en torno al modelo socioeconómico de la Generación del 80.

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