Fragmento del diálogo iniciado por Pepa Vivanco (*) en el libro
"En música in dependencia", Educación y crisis social con
Violeta Hemsy de Gainza, Capítulo III; Ronda de pensamiento autónomo"
"En el ejercicio de la pedagogía se dan situaciones que, a veces, uno no sabe
cómo encuadrar o categorizar. Me acuerdo de una experiencia que me provocó una valoración de estos trabajos informales. En las villas o barrios muy pobres, hay mujeres a las que la gente que sale a trabajar les deja sus hijos pequeños y ellas los cuidan, tal vez junto a sus propios hijos. De pronto, empiezan a especializarse y llegan a ocuparse de un número mayor de chicos. Existen organismos (ya sea una asamblea barrial, una ONG o alguna repartición oficial) que les brindan ayuda. En una oportunidad fui contratada para dictarles un curso de música. Estas mujeres, a las que llaman 'cuidadoras', pasan así a tener una especie de profesión. En algunos casos, los vecinos les pagan de alguna manera, en otros, el dinero proviene de una ONG o de la municipalidad. A terminar aquel curso, se me acercó una de ellas para contarme que, cuando era chica, llegó una profesora al barrio donde vivía para darles 'una' clase de flauta dulce, a pesar de que casi no contaban con elementos ni instrumentos. Ella era una nena que no hablaba... En ese sector social ocurre a menudo que los chicos, aunque hablan en sus casas, en la escuela y en otros lugares permanecen mudos. Los maestros no saben cómo hacer para lograr que se expresen hablando o escribiendo. En todos los grupos escolares, hay chicos 'mudos', como les llaman los docentes, pero en algunos casos pueden llegar a estar hasta un año en estas condiciones. Cuando la maestra les pregunta: '¿Cómo te llamas?', los compañeros aclaran: No, no habla. ' Aquella madre cuidadora me dijo que ella era una de las mudas, de las chicas que no hablaban, hasta que llegó una jovencita al barrio (no sé si con un grupo político) para darles una clase de flauta dulce. Ella vio que podía tapar los agujeritos y que, cuando salía la música, la maestrita se ponía contenta. Después de eso, pudo conseguir en el barrio una flauta de plástico con la que aprendió a tocar canciones. A través de esa experiencia, sintió que ella podía ser alguien. Y me dijo que pensaba que pudo después trabajar como 'mujer cuidadora' porque había recibido esa clase de flauta, esa única clase de flauta!