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MOMENTO I

EL PROBLEMA

A continuación se darán detalles de la situación que generó el

presente estudio sobre desarrollo del pensamiento crítico en estudiantes

universitarios. Inicialmente se describirá y se formulará el problema, luego se

darán las razones de por qué se debe desarrollar un proyecto de esta

naturaleza, y finalmente, se hará la respectiva delimitación.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Hoy en día es común encontrar en las aulas de clases de muchas

instituciones educativas y universidades jóvenes apáticos, desinteresados en

conocer el mundo que les rodea, que sin saberlo se convierten en presa fácil

de aquellos que quieren manipular, o por lo menos influir, su pensamiento.

Pero debemos tener presente que la escuela, independientemente de los

niveles educativos que ofrece, debe fomentar el desarrollo del pensamiento

crítico, para brindarle a la sociedad sujetos autónomos capaces de

transformar positivamente su entorno y el de su comunidad. Y es que la

sociedad actual requiere de individuos dinámicos que propongan soluciones

a los problemas existentes, no que se conviertan ellos mismos en problema.

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Además, el pensamiento crítico es un proceso mental complejo e

indispensable en esta sociedad del conocimiento llena de dificultades,

obstáculos, contradicciones y cambios que el ser humano tiene que afrontar,

a veces, sin herramientas adecuadas para ello. Precisamente por eso,

“desarrollar el pensamiento crítico en los estudiantes de hoy es prepararlos

para todas esas situaciones del presente y del futuro, colaborando a la

construcción de una sociedad justa y democrática” (Betancourt, 2010, p. 1).

El interés sobre el pensamiento crítico no es ni debería ser

preocupación solo de unos países, ya que el mundo entero pasa por un

proceso acelerado de cambios que la globalización ha traído consigo, esto

ha generado una doble problemática que puede ser estudiada desde el

ámbito global pero también desde lo local.

Las sociedades tienen problemas y necesidades estructurales que


tienen que ver con el sistema mundo (capitalismo globalizado),
pero también sufren problemas específicos derivados de ese
complejo mundializado y de las propias dinámicas históricas de los
diversos entornos. Esto supone entonces que los países requieren
enfrentar la doble dinámica desde una doble perspectiva, la global
y la local. Es decir, se necesitan soluciones universales pero a su
vez soluciones desde la región, desde la sociedad local, y es en
esta doble vía en la que se tienen que mover las instituciones
educativas (Ortiz, 2013, p. 4.)

La sociedad y el mundo entero en general, urgen tener personas con

pensamiento crítico, que sean capaces de evitar ser enajenados o, si ya lo

están, que puedan desenajenarse, lo que se puede interpretar como

“descolonizarse, dejar de ser instrumento, medio, de otros fines” (Zea, 2003,


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p. 25). Y esto cabe para nuestra sociedad latinoamericana, la cual tiene que

librar la dominación que el mercado ejerce sobre ella a través del sistema

global, pero también tiene que dejar de ser instrumento del poder político

local y de toda forma de instrumentalización.

La problemática relacionada con las pocas destrezas en el desarrollo

del pensamiento crítico en jóvenes universitarios es común a muchos países

latinoamericanos. En México, por ejemplo, según Guzmán y Sánchez (2008)

“Se ha sugerido que los estudiantes de licenciatura, en un gran porcentaje,

no son capaces de evidenciar este tipo de pensamiento” (p. 189) y que

además tampoco hay evidencia de estudios que den cuenta de lo que hacen

las universidades para incentivarlo en sus estudiantes.

En Colombia, país donde se desarrolla este proyecto se da una

situación que merece ser atendida con urgencia. Recientemente en los

resultados de las pruebas del Programa de Evaluación Internacional de

Estudiantes (Pisa) enfocada a medir la capacidad que tienen los jóvenes

estudiantes para atender conflictos y solucionar problemas de manera

creativa, no se obtuvieron buenos índices. De hecho, el país quedó en uno

de los últimos lugares al ser comparado con otras naciones que participaron

de dicha evaluación (El Tiempo, 2014, en línea).

Lo preocupante no es el lugar deshonroso en que nos ubica la

comparación, sino que los resultados muestran claramente que nuestros

estudiantes no tienen muy desarrollado su pensamiento crítico, o no lo

utilizan de manera creativa para resolver problemas de su entorno. Esto tal


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vez se debe a la apatía y conformismo que ellos mismos reflejan en sus

actos cotidianos.

Y es que en este país cafetero, según algunos investigadores, es

frecuente que los docentes, en especial los de básica secundaria, se quejen

acerca de sus estudiantes con expresiones tales como: “tragan entero”, “no

analizan”, “no cuestionan”…, entre otras apreciaciones que dan a entender la

dificultad generalizada en el desarrollo de un pensamiento crítico. En efecto,

dentro de todas las situaciones que afectan la educación en el país, una se

relaciona con la falta de pensamiento crítico en los estudiantes. Podemos

encontrar afirmaciones preocupantes como: “Aunque no existan estadísticas

que respalden la existencia del mencionado problema, una consulta con los

docentes en las diferentes asignaturas nos lleva a concluir que el alumno no

‘piensa’ ni sabe analizar; entiende pero no desarrolla” (Devia, 1994, p. 27).

Por otro lado, Acosta (2005), citado por Montoya (2007), afirma, a

partir de investigaciones consultadas al respecto, que el asunto no es

optimista. En general los estudios muestran que los alumnos carecen o

tienen importantes déficits en las destrezas básicas cognitivas para enfrentar

el mundo académico, del trabajo y de la vida. En este sentido las quejas de

los docentes con respecto alos estudiantes son permanentes.

En Barranquilla, ciudad donde se desarrolló este proyecto, en

investigaciones realizadas en la Universidad del Norte se muestra el

problema de la falta de destrezas cognitivas de los jóvenes; se encontró que

éstos no cumplían los intervalos de edad propuestos por Piaget para la


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presentación del pensamiento formal en adolescentes escolarizados de dicha

ciudad. Otros estudios evidenciaron que la gran mayoría de los jóvenes no

se desempeñaba adecuadamente desde el punto de vista del pensamiento

(Acosta, 2005); es decir, problemas para la organización del pensamiento,

dificultad en destrezas como observar, comparar, ordenar, agrupar y

clasificar; déficit en competencias lectoras, en términos del manejo de la

semántica, de identificar la temática global de un texto, de emitir juicios

sustentados y debilidades para establecer relaciones intertextuales.

Muchos de esos jóvenes ingresan a la universidad a continuar con su

formación profesional, aunque es evidente que carecen de algunas

herramientas de tipo cognitivo y metacognitivo, las cuales podrían hacerle

más sencilla y placentera esa nueva etapa de su vida, además de que los

acercarían al éxito académico y profesional.

Las deficiencias en las habilidades de lectura crítica, son fácilmente

apreciables en un gran número de estudiantes universitarios, puesto que no

saben expresarse oralmente, ni expresar ideas, no saben redactar, inferir,

reflexionar, sintetizar un tema con criterio formado, etc. Estos síntomas se

agudizan cada vez más, lo que preocupa a las autoridades educativas de

este nivel de educación. “Según un estudio realizado por Colciencias, los

estudiantes universitarios colombianos no leen bien, escriben mal y

comprenden, por supuesto, escasamente lo que leen” (Robles, 2013).


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Podrían enumerarse algunas posibles razones de por qué se da la

situación de estudiantes universitarios con poco nivel de desarrollo de su

pensamiento crítico. Y una de las que sobresale es la falta del hábito lector,

lo que acrecienta más el problema. Estudios realizados periódicamente

muestran que el colombiano común lee, en promedio, menos de dos libros al

año, lo cual es preocupante porque se está dejando de lado una oportunidad

infalible para el crecimiento personal. En este sentido, el Centro Regional

para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe divulgó un informe

nada alentador: el 67 % de los colombianos no lee y dos de cada 10

compran 1.6 libros por año (Robles, 2013).

Personas que no leen no desarrollan su pensamiento crítico. Y

personas que no han desarrollado su pensamiento crítico son incapaces de

analizar, inferir y tomar decisiones de manera responsable, entre otras

habilidades mentales. Tampoco estarán en condiciones de tomar decisiones

de manera autónoma ni de proponer soluciones a los problemas que le

afectan a sí mismo, a su entorno o a la sociedad en general. Y

lamentablemente, las características anteriores describen a muchos de los

jóvenes que hoy reciben clases en las instituciones educativas de nivel

medio y en los claustros universitarios.

FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

De lo anteriormente descrito se desprende el siguiente interrogante:

¿De qué manera el docente universitario puede contribuir a desarrollar en


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sus estudiantes el pensamiento crítico a través de algunas estrategias

mediadas por la lectura?

PREMISA

La aplicación de estrategias bien definidas y mediadas por la lectura

incentiva el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes.

OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN

OBJETIVO GENERAL

Diseñar estrategias andragógicas que faciliten el desarrollo del

pensamiento crítico de los estudiantes universitarios a través de actividades

mediadas por la lectura.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Caracterizar el nivel de desarrollo del pensamiento crítico en

estudiantes universitarios.

 Describir cuáles son las prácticas andragógicas de los docentes

universitarios en relación al desarrollo del pensamiento crítico de sus

estudiantes.

 Relacionar las prácticas andragógicas de los docentes con el nivel de

desarrollo de pensamiento crítico que evidencian sus estudiantes.


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 Diseñar la propuesta andragógica-metodológica para el desarrollo del

pensamiento crítico en estudiantes universitarios.

JUSTIFICACIÓN

El desarrollo de proyectos de investigación como el que aquí se

describe puede ser ampliamente sustentado desde diferentes perspectivas.

En las líneas siguientes le daremos una mirada desde sus implicaciones

sociales, prácticas, teóricas y metodológicas.

Llevar a cabo estudios que busquen el desarrollo del pensamiento

crítico en sujetos de diferentes edades y nivel de escolaridad, es una labor

loable ya que, a través de este noble propósito, se está contribuyendo en la

formación de una mejor sociedad. Como afirma Betancourt (2010),

“Precisamente por eso, desarrollar el pensamiento crítico en los estudiantes

de hoy es prepararlos para todas esas situaciones del presente y del futuro,

colaborando a la construcción de una sociedad justa y democrática” (p. 2).

En el caso de las instituciones de educación superior, éstas tienen la

misión de velar por la calidad de los aprendizajes que imparten los docentes,

y si nos damos cuenta que este aprendizaje debe ser significativo e integral,

el desarrollo del pensamiento crítico debe ser un imperativo. Esto obedece a

que quienes están hoy en los salones de clases de las universidades son los

profesionales que mañana estarán siendo protagonistas de la sociedad,


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ocupando lugares determinantes a la hora de tomar decisiones que puedan

afectar positiva o negativamente a los demás.

Desde lo práctico, podemos afirmar que esta propuesta contribuye a

solucionar un problema que se da no solo en Latinoamérica, sino en casi

todos los rincones del planeta: el alto número de personas que, por no tener

muy desarrollado su pensamiento crítico, son presa fácil de manipuladores

que los obligan a pensar y a actuar de la forma más conveniente atendiendo

intereses particulares que, no necesariamente son en pro de su beneficio.

Además, a nivel local, con la aplicación de la propuesta se estaría

respondiendo a las políticas y los esfuerzos que se hacen en Colombia con

el fin de desarrollar el pensamiento crítico de sus ciudadanos. En este país,

el Gobierno lo ha proyectado en las leyes que rigen la educación, como la

Ley 115 de 1994, Ley General de Educación, donde se le interpreta como el

espíritu o la actitud crítica que deben poseer los estudiantes. Sin embargo, la

tarea no es fácil para los docentes, quienes, al fin y al cabo, son los

responsables directos de esta tarea, pero no están preparados para lograrla.

“Sus prácticas se basan en la memorización y no en el razonamiento y la

reflexión. Es por ello que se dispone de un camino abierto para la

implementación de estrategias que permitan el desarrollo del pensamiento

crítico en dicha población” (Betancourt, 2010, p. 2).

La mayoría de los críticos coincide en que es posible facilitar el

desarrollo de habilidades de pensamiento, desde muchos entornos,

principalmente el académico. Y como indican Villa y Poblete (2007), para


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mejorar el pensamiento crítico se hace necesario el desarrollo de otras

competencias como: el pensamiento reflexivo, el pensamiento lógico,

analítico, la toma de decisiones, o la innovación.

En términos de Ramos y Hoster (2010), si nos centramos en niveles

universitarios, cuyo objetivo es formar estudiantes que puedan pensar en un

mundo tan cambiante como el actual (Halpern, 1996), el pensamiento crítico

es una de las metas más importantes, porque implica la adquisición de

niveles de pensamiento superior, y porque es vital para llegar a ser una

persona plenamente desarrollada. Sin embargo, el reto no es nada sencillo.

Formar estudiantes capaces de pensar críticamente, no


solamente sobre contenidos académicos sino también sobre
problemas de la vida diaria, es un objetivo de principal
importancia, tanto para el sistema educativo como para la
sociedad en general. Promover experiencias que estimulen el
ejercicio del pensamiento crítico es fundamental en un mundo
complejo como el nuestro donde la información ya no es un
problema pero sí lo es la valoración crítica de la misma”.
(Marciales, 2003, p. 17).

El valor teórico de este estudio reposa en que la propuesta que aquí

se presenta permea todas las áreas del conocimiento y no sólo es propiedad

exclusiva de la psicología, la pedagogía o la comunicación. Esto se debe a

que en los contextos académicos a nivel de educación media y superior, se

puede trabajar en pro del desarrollo del pensamiento crítico de los

estudiantes desde cualquier disciplina, sin importar si son ciencias básicas,

positivistas o sociales y humanas.


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Las estrategias que generó este estudio podrán responder a

necesidades propias de diferentes áreas, aunque nacen en el seno de un

contexto propiamente educativo y visto en relación a las competencias

comunicativas de los estudiantes.

Por otro lado, en el campo metodológico de la investigación, vemos

cómo este estudio sigue validando la eficacia de técnicas de observación

como la introspección y la entrevista a profundidad, las cuales facilitaron el

logro de algunos de los objetivos trazados para llevar a cabo el proyecto.

Definitivamente, desde lo social, lo práctico, lo teórico y lo

metodológico, este estudio hace valiosos aportes a la comunidad académica

y científica en general, lo cual sustenta y justifica ampliamente que se haya

desarrollado.

DELIMITACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN

Esta investigación está delimitada de la siguiente manera:

En cuanto a la delimitación espacial, la investigación se llevará a cabo

específicamente al interior de la asignatura de competencias comunicativas

en lengua castellana I perteneciente al área de Competencias Comunicativas

adscrita al Departamento de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad

Simón Bolívar de Barranquilla, Colombia, durante el primer período

académico del 2014.


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En lo que respecta a la línea de investigación, este estudio se

enmarcará en las Ciencias de la Educación y más específicamente en la

línea matricial docencia y currículo centrado en el diseño y praxis curricular

del Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Rafael Belloso

Chacín de Maracaibo, Venezuela.

Para fundamentar este estudio, se han considerado autores como;

Ennis (1985, 1992), Norris y Ennis (1989); Dewey (1989); Lipman (1991);

Paul (2005); Paul y Elder (2003); y Santiuste (2001) en relación con el

pensamiento crítico. Para la categoría de estrategias andragógicas se basa

enKnowles y otros (1995 y 2005), Adams (1987), Díaz, R. (2001); Pozo y

Monereo (2010)y el Instituto Internacional de Andragogía [INSTIA] y en

relación a la lectura las fuentes son: Goodman (1982 y 1988); Cassany, D.

(2006) y Solé, I. (2002).

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