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CAPÍTULO I
DE LAS OBRAS PÚBLICAS EN GENERAL
Art. 1° -
Considérase obra pública nacional toda construcción o trabajo o servicio de industria que se
ejecute con fondos del tesoro de la Nación, a excepción de los efectuados con subsidios, que
se regirán por ley especial, y las construcciones militares, que se regirán por la ley 12.737 y
su reglamentación y supletoriamente por las disposiciones de la presente.
1.1 Concepto de obra pública
La definición normativa de obra pública alude a los conceptos que ésta involucra —
construcción, trabajo o servicio de industria — y a la fuente de los recursos afectados para su
ejecución.
Esta definición no menciona explícitamente al sujeto que la promueve, a la finalidad que ella
persigue ni al tipo de bienes sobre los que recae o da origen; sólo refiere al resultado de un
trabajo o actividad técnica ejecutada por el hombre, y al origen de los fondos con que se
afronta su costo.
La "obra pública" es una creación artificial o resultado físico producto de la actividad
humana, consistente en la construcción, fabricación, instalación, reparación, mantenimiento,
modificación, conservación, demolición, etc., de bienes inmuebles o muebles. Este es un
criterio general admitido por un sector importante de la doctrina. También se incluye dentro
del concepto a la realización de bienes inmateriales.
Respecto a que el opus esté o no necesariamente afectado directa o indirectamente al
interés público o a la satisfacción de una necesidad colectiva, existen posiciones antagónicas
en la doctrina, a saber: i) no es admisible disociar el "concepto de obra pública" del de
"utilidad común o uso común o general" o "interés público" y ii) el destino a "utilidad o uso
común" o "satisfacción de necesidades colectivas" no es un elemento definidor de la "obra
pública".
Resulta adecuado deslindar el concepto de "interés público" del de "utilidad común o uso
común general"; mientras que el primero inexorablemente estará presente en la ejecución
de toda obra pública, por cuanto a la función administrativa no se la concibe fuera de un
marco de actuación en el que se encuentre comprometido aquél interés de manera
inmediata o mediata, el segundo, puede estar presente o no, según el caso, en los distintos
emprendimientos que realiza la Administración.
1.2. Definición legal de obra pública
Dos son los elementos que según el texto del artículo definen al concepto de obra pública: i)
la realización de una construcción o desarrollo de un trabajo o servicio de industria y ii) que
las acciones descriptas se ejecuten con fondos del Tesoro de la Nación.
La doctrina, en términos generales, tiene una visión crítica respecto del concepto "fondos del
Tesoro de la Nación", como elemento definidor de la obra pública.
Así, se ha sostenido que "...ésta no es una definición propia de la obra pública en el concepto
del derecho administrativo, sino del fiscal o financiero, que no es el que debe regir esta
institución".
Sin embargo, el sentido que cabe darle a la expresión "fondos del Tesoro de la Nación", más
que una consideración de tipo fiscalista supone la actuación del Comitente -pertenezca éste
a la Administración Nacional centralizada o descentralizada u otros entes ajenos a ella-,
actuando por cuenta y orden del Estado Nacional.
En definitiva si el Estado, actuando por sí o por delegación, realiza inversión en
contrucciones, trabajos o servicios de industria que se costean con cargo a las rentas de la
Nación, estamos dentro del concepto de "obra pública" según la definición acuñada por la
LOP.
1.2.2.1. Supuestos incluidos
Más allá del alcance técnico desde el punto de vista de la administración financiera, el
concepto de "fondos del Tesoro de la Nación" ha sido interpretado con un criterio amplio,
con el fin de delimitar el alcance material de la definición legal de obra pública.
En efecto, se admite que se encuentran alcanzadas por el concepto "fondos del Tesoro de la
Nación", y por ende, dentro del concepto legal de "obra pública", a las ejecutadas por: i)
órganos de la Administración centralizada; ii) organismos descentralizados, salvo norma
expresa en contrario y aún cuando las obras fueran ejecutadas con fondos propios de tales
entes "...pues pese al hecho de que la ley les asigne un patrimonio especial no por ello dejan
aquéllos de ser fondos del Estado..."; iii) organismos creados ad-hoc; iv) entidades
intermedias, públicas o privadas (v.gr. cooperadoras escolares, consorcios camineros), a las
que el Estado Nacional les delegue cometidos públicos y suministre fondos propios para la
ejecución de obras; v) contrato de locación de obra formalizado entre particulares,
posteriormente transferido al Estado Nacional en carácter de Comitente, vi) fondos donados
al Estado Nacional por particulares u organismos internacionales y vii) las realizadas con
fondos especiales integrados por aportes de naturaleza tributaria o multas, con
independencia de la naturaleza pública o privada del sujeto Comitente, en supuestos en que
la ejecución y/o contratación de las obras no tenía por causa una vinculación contractual
preexistente con el Estado.
Art. 3° -
En caso de que el Estado resuelva realizar obras públicas por intermedio de personas o
entidad no oficial, procederá conforme con lo establecido en la presente ley.
3.1. Modalidades de Ejecución
Del texto de este artículo se infieren las dos modalidades de ejecución de obra pública
previstas en la LOP. Se apela a una figura no contractual —por administración— y a otra que
constituye el contrato de pago directo, esto es, el contrato de obra pública propiamente dicho
en donde aparece la figura del cocontratante particular o Contratista.
3.1.1. Ejecución de obras por administración
La posibilidad que el Estado pudiera ejecutar obras por administración o por economía, no
encontraba antecedentes expresos en la legislación específica anterior a la vigencia de la ley
13.064 -ley 775-.
Pero aún más, el propio texto del art. 3º de la derogada ley 775, que disponía "...las obras que
se ejecuten por cuenta de la Nación deberán contratarse previa licitación pública...", fue
interpretado por la Contaduría General de la Nación, en el sentido que consagraba el principio
de que toda obra pública debía llevarse a cabo por terceros y que el Estado sólo podía
ejecutarlas por economía en casos de excepción debidamente justificados.
A partir de un cambio de concepción legislativa acerca del rol que le cabe al Estado en materia
de ejecución de obras públicas, la norma autoriza su realización por administración, o sea,
mediante el empleo de medios estatales propios o provistos por terceros, consagrándose así la
figura del Estado constructor.
Se concreta esta modalidad de ejecución cuando el Estado "...valiéndose de elementos
materiales de su patrimonio o aportados por terceros, realiza construcciones o produce
bienes, utilizando mano de obra prestada por sus agentes o por personas sin relación de
dependencia, pero colocando los referidos elementos materiales y personales bajo la sola
dirección técnica de sus oficinas especializadas y el control administrativo de los órganos
competentes...".
Asume así la Administración responsabilidades que son propias del Contratista bajo la
modalidad contractual, organizando los factores de la producción necesarios para obtener
el opus y actuando como empresario de sí mismo.
Obsérvese que si bien en la casi generalidad de su texto la LOP regula la ejecución de obras por
terceros, refiriéndose a las obras por administración en contados artículos, no hace prevalecer
una modalidad de ejecución por sobre la otra.
Claro que la decisión de adoptar una u otra modalidad en base a una ponderación de
conveniencia, no debe prescindir del debido análisis objetivo sobre la disposición de recursos
humanos, materiales e idoneidad técnica necesaria para que la Administración pueda
sobrellevar la realización de las obras.
Este sistema de ejecución por administración se encuentra además previsto como alternativa
en los artículos 38 -modificación de opus- y 51 inc. a)- consecuencias de la rescisión por culpa
del Contratista.
En estos supuestos expresamente contemplados por la norma -artículos 38 y 51 inc. a) de la
LOP-, la decisión de ejecutar las obras por administración se encuentra íntimamente vinculada
a una razón de conveniencia, esto es, la necesidad de continuar con la realización de las obras
en marcha o rescindidas, atento el interés público comprometido en su finalización.
Sería plausible que, tal como se aprecia en regímenes comparados o en las normas de
contratación para obras financiadas total o parcialmente con créditos del BIRF o AIF, se
previeran reglamentariamente los parámetros objetivos habilitantes de la ejecución de obras
por administración (v.gr. urgencia, no concurrencia del sector privado por falta de interés,
imposibilidad de fijación previa de un precio cierto, etc.).
Aunque la LOP no lo exige, razones de buena administración obligan a contar con proyecto y
presupuesto, previo a la iniciación de las obras por gestión directa del Estado.
En el régimen de la LOP, el objeto del contrato de obra pública puede recaer sobre bienes
inmuebles, comprendidos también los por accesión, muebles (v.gr. esculturas, maquinarias
de especial construcción y características, embarcaciones, etc.) e incluso, objetos
inmateriales ajenos al concepto de obra física — ej. proyectos constructivos y planos,
supuesto este expresamente previsto por el artículo 4º de la LOP que involucra una locación
de obra intelectual de objeto incorporal.
3.3.1. Provisión de cosas muebles alcanzadas por el régimen legal del contrato de obra pública
La doctrina y la PTN brindan pautas orientativas en orden a determinar la calificación jurídica
de los contratos —obra pública o suministro— en los supuestos en que su objeto involucre la
provisión de bienes muebles.
De acuerdo a esta doctrina, son circunstancias relevantes que distinguen al contrato de obra
pública del de suministro, entre otras: i) si el bien debe construirse por encargo especial, con
independencia de su tamaño y grado de complejidad de su elaboración; ii) si por la naturaleza
de la obligación asumida por el cocontratante, se está en presencia de una obligación de
resultado, esto es, la obra emergente de la actividad del particular, siendo la presencia de la
obligación de hacer fundamental para la discriminación; iii) si el objeto del contrato celebrado
no ha sido el trabajo en sí mismo sino el resultado de ese trabajo y la encomienda resulta
accesoria de una obra pública costeada con fondos del tesoro nacional; iv) si el pago del precio
supone un previo control efectivo del proceso de fabricación; v) si el Comitente tiene un
especial interés en el proceso de fabricación; vi) si la Administración define en los pliegos el
proceso constructivo o las especificaciones detalladas que se verificarán y vii) si el objeto del
contrato recae sobre una cosa futura, inexistente al momento de celebrarse el contrato, cuya
realización depende de la actividad del cocontratante.
Art. 4°-
El segundo párrafo de este artículo regula la hipótesis en que resulta viable autorizar la
adjudicación sobre la base de anteproyectos y presupuestos globales, los que tendrán carácter
provisional por el tiempo necesario para que se preparen y aprueben los proyectos definitivos.
Esta alternativa se encuentra prevista para supuestos excepcionales y cuando las
circunstancias especiales lo requieran, las que naturalmente, deberán encontrarse
debidamente fundadas en informes técnicos objetivos.
Tal como señala el miembro informante de la Comisión de Obras Públicas de la Honorable
Cámara de Diputados, se prevé aquí la posibilidad de contemplar situaciones excepcionales en
las que la urgencia de la obra exige su inmediato comienzo sobre la base de una estimación de
conjunto, mientras se preparan los presupuestos y planos de detalle.
Podría además considerarse como circunstancia especial, la ejecución de obras que por su alta
complejidad técnica y constructiva, magnitud de la inversión o prolongado plazo requiera
necesariamente ajustes posteriores en el diseño durante la marcha de los trabajos.
4.3. Responsabilidad de la Administración frente al Contratista por la autoría del proyecto
El sistema de unidad de medida también denominado por "precio unitario" o por "series de
precios", es aquél en el que los precios se fijan por singularidades determinadas de la obra o
por cada unidad elemental de la misma.
Diez aclara que la unidad de medida es una modalidad de contratación por la que "...se fija el
precio para cada uno de los elementos de la obra...". A modo de ejemplo señala "(E)n estos
contratos se realiza un cómputo métrico de la obra que se va a efectuar; así, cuando se trata
de la construcción de un edificio se calcularán los metros cúbicos de mampostería, los metros
cuadrados de revoque, los metros cuadrados de parquet, etc. y se aplicarán precios unitarios
para cada uno de los ítems que integran la obra...".
Dentro de este sistema se admiten dos modalidades: unidad simple, y unidad en conjunto.
En la locación de obra civil se encuentra descripta esta modalidad en el artículo 1639 del
Código Civil. El Contratista se obliga a ejecutar unidades técnicas o piezas de la obra por el
precio unitario determinado en el contrato. No se establece a priori el número de unidades
técnicas o piezas que se realizarán, o la cantidad de obra a ejecutar en cada uno de los ítems.
En esta modalidad, cada pieza o unidad constituye una obra independiente o divisible. Por ello,
el Contratista cumple su obligación entregando cualquier cantidad de unidades cuyo precio
unitario se convino, no obstante lo cual, dentro de cada unidad, parte o pieza, debe entregar el
trabajo completo y no sólo una parte o porción del mismo.
Este sistema no es apto cuando se trata de la ejecución de una obra cuya realización involucra
la concreción de un proyecto integral que supone la existencia de un compromiso del
Contratista tendiente a la concreción de una obra indivisible, completa e idónea en punto a su
servicialidad, conforme las exigencias del pliego
5.1.1.2. Unidad en el conjunto
Según Spota se está ante este supuesto al que llama "sistema por unidad de medida", cuando
"...se determina el número de unidades que se deben hacer o se indica el total o parte de la
obra a ejecutar (...) (es decir, se establece el precio unitario pero también la medida total o, si
se quiere, toda la obra a ejecutar, y no solo una unidad de ella)...".
Cada unidad tiene un precio fijado ab initio, resultando el precio total de la obra de la suma de
la totalidad de las unidades ejecutadas. Consecuentemente, el empresario no se obliga a
entregar una o varias unidades independientes, sino una obra completa.
Al respecto, Barra considera que "...cada unidad elemental de la obra tiene asignada un precio
que es, en sí mismo, alzado...", por lo que "... deberá, cada ítem, ser considerado a efectos de
la valoración de su precio total de ejecución, manteniéndose siempre vigente la obligación de
las partes en cuanto a la realización de la totalidad del trabajo público comprometido".
La definición se corresponde con un sistema rígido tal como fuera concebido en su génesis por
el Código Civil francés. La doctrina, al definir el método siguiendo los criterios judiciales hace
hincapié en la existencia de un precio "fijo e invariable".
Adviértase que este sistema, salvo los casos de excepción —trabajos simples, de una misma
naturaleza, monto menor y plazo de ejecución exiguo-, no se adapta en su aplicación a las
modulaciones propias del contrato de obra pública, entre otras: la potestad unilateral de
modificación del contrato por razones de interés público o por error de proyecto y derecho del
Contratista a renegociar el precio de los ítem modificados más allá de los límites cuantitativos
previstos en la norma, previsiones en materia de redeterminación o ajuste del precio de la
locación de obra durante la marcha del contrato y reconocimiento de indemnizaciones a favor
del contratista con causa en los presupuestos fácticos contemplados por los artículos 34 y 39
de la LOP.
Según se señalara precedentemente, esta modalidad se presenta como una adaptación del
sistema "ajuste alzado" a las características propias del contrato administrativo de obra
pública, de modo que si bien se establece un precio alzado al momento de la celebración del
contrato, resulta factible proyectar al precio pactado en su inicio, las variaciones de cantidad
de obra que en mas o en menos se verifiquen durante la etapa de ejecución con relación al
proyecto y presupuesto inicial.
En esta adaptación, se sostiene además que el ajuste alzado relativo "...presenta un régimen
de variabilidad, bien determinado con reglas precisas sobre variaciones de los costos que
pueden sufrir los elementos que integran el proceso ejecutorio de la construcción, por eso se
distingue el ajuste flexible o relativo"; por lo que la calificación de esta modalidad como de
ajuste alzado "relativo" y no "absoluto", se presenta también cuando se ha pactado
expresamente la posibilidad de reajustes o redeterminación del precio básico para ciertos
insumos de obra.
Art. 7° -
No podrá llamarse a licitación ni adjudicarse obra alguna, ni efectuarse inversiones que no
tengan crédito legal.
Exceptúanse de este requisito las construcciones nuevas o reparaciones que fueron
declaradas de reconocida urgencia, con cargo de solicitar el otorgamiento del crédito
correspondiente al Honorable Congreso. En caso de que el mismo no se hubiera pronunciado
dentro del período ordinario correspondiente, se tendrá por acordado el crédito solicitado,
así como la autorización para financiarlo (ley de contabilidad, art. 19).
7.1. Requisito para el llamado a licitación o adjudicación de obras públicas. Existencia de
crédito legal
Sienta este artículo el principio general prohibitivo de llamar a licitación o adjudicar obras
públicas o realizar inversiones, sin el correspondiente crédito legal.
El crédito legal constituye una habilitación concedida por el Poder Legislativo a favor de la
Administración para contratar una obra determinada, de conformidad con la autorización del
Congreso para erogar fondos públicos que contiene la ley de presupuesto. En otras palabras,
es el título válido que autoriza el desplazamiento patrimonial.
Con la perspectiva de la administración financiera del Estado, el crédito legal representa un
crédito abierto al Poder Ejecutivo.
Dado que el contrato de obra pública es de pago directo, por cuanto el Comitente asume la
carga del financiamiento de la obra con recursos propios y se parte de la base que el
Contratista no dispone del capital necesario para afrontar las inversiones, resulta prioritario
contar ab initio con el crédito legal para hacer frente al pago de los certificados de obra.
El respaldo presupuestario de las inversiones es una condición ineludible sin la cual la
Administración, bajo pena de responsabilizar patrimonialmente a sus funcionarios, no puede
celebrar el contrato de obra pública.
Art. 9° -
Sólo podrán adjudicarse las obras públicas nacionales en licitación pública. Quedan
exceptuadas de la solemnidad de la licitación pública y podrán ser licitadas privadamente o
contratadas en forma directa, las obras comprendidas en los siguientes casos:
a) Cuando el costo de la obra no exceda del monto que establezca el Poder Ejecutivo
Nacional.
b) Cuando los trabajos que resulten indispensables en una obra en curso de ejecución, no
hubiesen sido previstos en el proyecto ni pudieran incluirse en el contrato respectivo. El
importe de los trabajos complementarios antedichos no excederá de los límites que fije el
Poder Ejecutivo Nacional.
c) Cuando los trabajos de urgencia reconocida o circunstancias imprevistas demandaren una
pronta ejecución que no dé lugar a los trámites de la licitación pública, o para la satisfacción
de servicios de orden social de carácter impostergable;
d) Cuando la seguridad del Estado exija garantía especial o gran reserva;
e) Cuando para la adjudicación resulte determinante la capacidad artística o técnico
científica, la destreza o habilidad o la experiencia particular del ejecutor del trabajo o cuando
éste se halle amparado por patente o privilegios o los conocimientos para la ejecución sean
poseídos por una sola persona o entidad;
f) Cuando realizada una licitación pública, no haya habido proponente o no se hubiera hecho
oferta admisible;
g) Los demás casos previstos en el Capítulo III del Título I del régimen de contrataciones de la
Administración Nacional, en tanto no se opongan a las disposiciones del presente.
9.2.1. Igualdad
La igualdad, catalogada por algunos como el principio más importante de la licitación, o
presupuesto fundamental de ella, y la base sobre la cual se asienta la moralidad de todo el
procedimiento licitatorio, rige en todas las etapas del proceso de selección, desde el llamado a
licitación, hasta la adjudicación y formalización del contrato. Mantiene su vigencia incluso
luego de celebrarse el acuerdo de voluntades.
Este principio encuentra fundamento positivo no sólo en el artículo 16 de la Constitución
Nacional sino además en la regulación específica de la contratación pública —Decreto Nº
1023/01, artículo 3 inc. f)- y en la ley 25.188, art. 2 inc. h) relacionada con la responsabilidad de
los funcionarios en materia de contrataciones públicas.
Supone la igualdad que el órgano licitante no puede establecer cláusulas o condiciones
discriminatorias y exige que todos los oferentes estén en idénticas condiciones de elegibilidad,
de modo que ninguno ostente ventajas sobre los demás. Ello es así toda vez que "...sólo es
posible una real competencia de precios cuando se coloca a los oferentes en pie de igualdad,
evitando discriminaciones o tolerancias que favorezcan a unos en detrimento de otros".
La PTN ratifica tal criterio al señalar que "...el procedimiento licitatorio está concebido de
modo tal de impedir que se otorguen facilidades o elasticidades a algunos de los concursantes,
ya que se corre el riesgo de lesionar los principios que rigen la licitación pública"; y que "(S)e
vulnera el principio de igualdad cuando en iguales circunstancias se admite para unos lo que se
prohíbe a otros".
La CSJN, en decisión de superintendencia, sostuvo que: "...el presupuesto fundamental de la
licitación pública, es la igualdad de posibilidades en la adjudicación de la obra de que se trate,
de ello se deriva que las condiciones deben ser las mismas para todos los competidores y debe
darse preferencia a quien hace la oferta más ventajosa. Este trato igualitario implica, a su vez,
el derecho de los oferentes a ser informados sobre todas las aclaraciones relativas al llamado
dispuestas por las autoridades y a que se indiquen las deficiencias formales subsanables,
fijándose un plazo prudencial para repararlas...".
El principio de igualdad trasciende el ámbito del proceso de selección del contratista para
trasladarse a las etapas posteriores de celebración y ejecución del contrato, exigiendo que en
ellas no se establezcan modificaciones a las condiciones contractuales que impliquen
beneficios para el adjudicatario, al margen de las condiciones generales de la licitación.
No cabe duda de que el principio de igualdad es de plena aplicación en la etapa de evaluación
y selección de la propuesta más conveniente. Ahora bien, dicho principio sufre una
readaptación cuando circunstancias objetivas de interés público hacen conveniente a juicio de
la Administración introducir modificaciones al contrato en marcha, siempre que tales
modificaciones no estén dirigidas a otorgar ventajas o privilegios a favor del Contratista, no
contemplados en las bases de la licitación.
En otras palabras resultaría admisible la introducción de modificaciones ante circunstancias
ocurridas tiempo después de producida la adjudicación, por lo que el tratamiento habría de ser
el mismo que se hubiese otorgado a otro oferente — de haber resultado cocontratante de la
Administración — en similar situación.
Si bien se sostuvo la intangibilidad de la documentación licitatoria, como natural derivación del
principio de igualdad que ha de observarse entre los oferentes, la PTN ha modulado la rigidez
con que se sostiene tal inmodificabilidad.
En efecto, el Órgano Asesor, a través de un cuidadoso análisis de las circunstancias fácticas,
admitió la viabilidad de determinadas modificaciones a los pliegos insertas en los contratos en
atención a las singularidades del caso en examen, advirtiendo que el principio de igualdad en
la licitación carece de carácter absoluto, pudiendo ser excepcionado por motivos justificados o
"excepciones racionales". Destacó además el equilibrio armónico que debe existir entre el
significado de dicho principio para los oferentes, y su connotación en función de las razones de
bien común e interés general que deben necesariamente animar el accionar de la
Administración.
Sobre esta cuestión, la PTN dejó a salvo que tal proceder no debe justificar la lesión de los
derechos de los particulares con la sola invocación de los intereses de la comunidad pero, de
igual modo, que los objetivos del Estado no pueden verse perturbados por un excesivo
rigorismo interpretativo en el alcance de las garantías individuales.
Finalmente la importancia del principio de igualdad se pone de manifiesto al analizarse las
consecuencias jurídicas que trae aparejada su vulneración, esto es: la nulidad absoluta del
contrato.
9.2.2. Concurrencia
9.2.3. Publicidad
El artículo en comentario en diversos incisos regula los supuestos de excepción en que resulta
procedente la licitación privada y la contratación directa, autorizando su utilización de manera
indistinta.
Interpreta Marienhoff que en materia de obras públicas, la contratación directa exige, más que
en otros supuestos, que se realice con gran cuidado; así, salvo en el caso de licitación desierta,
la procedencia de la contratación directa debe estar debidamente justificada y avalada por los
hechos, con el fin de evitar que ello derive en una práctica viciosa, corruptela o inmoralidad
administrativa.
Por otra parte, corresponde destacar que la existencia de excepciones a la regla general, no
implica que en dichos casos esté prohibido llamar a licitación pública, de lo que es posible
colegir que aquéllas son facultativas y que importan procedimientos renunciables para la
Administración.
Las excepciones al régimen de selección pública son de carácter taxativo y de interpretación
restrictiva, y la exclusión de la licitación pública debe ser dispuesta en acto administrativo
fundado.
De tal modo, no basta la mera invocación de la causal, sino que para acreditar los supuestos de
hecho que autorizan un procedimiento de excepción, deben producirse los informes fundados
de los organismos competentes que justifiquen su procedencia, previo a su autorización.
Al respecto la CSJN ha resuelto que "(S)ólo cuando se configura alguna de las excepciones a
esta regla general, precisadas taxativamente en los incs. a, b, c, d, e, f y g, art. 9 ley de
referencia queda el Estado autorizado a licitar privadamente o a contratar de manera directa.
La prescindencia del proceso previo de selección que tales excepciones comportan no puede,
obviamente, quedar librado al arbitrio del administrador ni extenderse a otros supuestos que
no sean los que aquellos incisos prevén".
La PTN consideró que "...si el requisito previo de la licitación en los contratos públicos está
fundado en razones elementales de conveniencia y ética administrativa, la interpretación de
las excepciones a dicho principio debe ser estricta y estar limitada por los fines perseguidos
por la ley al establecer aquella exigencia con carácter general", destacando asimismo que en
los supuestos de excepción domina la idea de la imposibilidad de cumplir con el requisito de la
licitación pública.
Se destaca que ley 775 sólo preveía cinco excepciones, las que fueron ampliadas por la ley N°
13.064, y la posterior modificación al artículo 9° establecida por el artículo 33 del Decreto N°
1023/01, con la expresa remisión a los supuestos de excepción previstos en este Régimen
Nacional de Contrataciones.
9.3.1. Causales de excepción
El artículo en análisis -con la modificación introducida por el artículo 33 del Decreto N°
1023/01- establece en sus siete incisos, causales de excepción al régimen de licitación pública,
entre la que se incluyen —inc. g)- las previstas en el artículo 25 inc. d) del Régimen de
Contrataciones de la Administración Nacional.
9.3.1.1. Obra de monto menor al que establezca el Poder Ejecutivo Nacional
9.3.1.2. Trabajos que resulten indispensables en una obra en curso de ejecución, que no
hubiesen sido previstos en el proyecto ni pudieran incluirse en el contrato respectivo. Límite
cuantitativo.
9.3.1.4. Seguridad del Estado que exija garantía especial o gran reserva
Este inciso resulta sólo aplicable a los casos vinculados con secretos militares o situaciones que
involucren la defensa nacional o seguridad del Estado.
Así como el caso de la urgencia, esta excepción es de interpretación restrictiva y debe estar
acreditada en informes técnicos objetivos.
La CSJN señaló que cuando la contratación directa se funda en la necesidad de mantener la
reserva sobre determinadas operaciones del gobierno, "...el secreto sólo rige respecto de
ciertos actos en la medida estrictamente indispensable para garantizar su finalidad, pero en
modo alguno significa instituir un ámbito de actividad administrativa al margen de la legalidad
y del correlativo deber de dar cuenta de los antecedentes de hecho y de derecho en virtud de
los cuales se decide y de observar exclusivamente los fines para los que fueron conferidas las
competencias respectivas, ente ellas, la de contratar...".
9.3.1.5. Capacidad artística, técnico científica, destreza, habilidad o experiencia particular del
ejecutor del trabajo o amparado por patente o privilegios
Este supuesto encuentra su fundamento en la inutilidad de licitar públicamente una obra
cuando la concurrencia se encuentra imposibilitada por la naturaleza misma de la locación o
frente a la tutela de la propiedad intelectual del oferente.
La primera parte del artículo alude a obligaciones personalísimas por cuanto la ejecución de la
obra requiere de cualidades artísticas, técnicas, científicas, etc. especiales del locador y éstas
son determinantes a juicio del Comitente para disponer la contratación exclusivamente a su
favor y no en beneficio de eventuales terceros que no reúnan las cualidades exigidas.
En diversos pronunciamientos de la PTN se recordaron los presupuestos requeridos por la
doctrina para la procedencia de esta excepción, entre los que se mencionó: i) existencia de un
ejecutor especializado; ii) fundamentación documentada de la necesidad de la especialización
para la prestación del servicio o ejecución de la obra; iii) demostración de la capacidad especial
o la acreditación de la profesionalización del cocontratante para la prestación concreta que se
solicita y iv) la responsabilidad propia y exclusiva del contratado.
Se observa además que la norma habilita la contratación directa cuando se requiere una
especial capacidad del cocontatante con un criterio amplio para las obras y servicios a
diferencia de otras legislaciones que la limitan sólo a los supuestos de compra de obras
científicas o de arte.
9.3.1.7. Demás casos previstos en el Capítulo III del Título I del régimen de contrataciones de la
Administración Nacional
El inciso en comentario remite a los casos de excepción previstos en el Régimen de
Contrataciones de la Administración Nacional, en cuanto no contradigan las disposiciones de
este artículo.
El Capítulo III del Título I del Decreto N° 1023/01, se refiere a la Organización del Sistema de
Selección del Cocontratante, y regula en forma separada la licitación o concurso abreviados de
los supuestos de contratación directa (incisos c) y d), del artículo 25, respectivamente).
Como supuestos no contemplados la LOP que le resultarían aplicables, corresponde mencionar
a los apartados 7º, 8º y 9º del inc. d) del artículo 25 del Decreto Nº 1023/01, que preven la
contratación directa cuando se tratare, respectivamente, de: i) reparaciones de maquinarias,
vehículos, equipos o motores cuyo desarme, traslado o examen previo sea imprescindible para
determinar la reparación necesaria y resultare más oneroso en caso de adoptarse otro
procedimiento de contratación. Sin embargo, no podrá utilizarse la contratación directa para
las reparaciones comunes de mantenimientos de tales elementos; ii) contratos que se celebren
con las jurisdicciones y entidades del Estado Nacional entre sí o con organismos provinciales,
municipales o del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como también con las
empresas y sociedades en las que tenga participación mayoritaria el Estado, siempre que
tengan por objeto la prestación de servicios de seguridad, logística o de salud, hallándose
expresamente prohibida la subcontratación del objeto del contrato; y iii) contratos que
celebren las jurisdicciones y entidades del Estado Nacional con las Universidades Nacionales.
Se sostiene que para el encuadramiento de una contratación directa en el apartado 8º antes
mencionado sea válido, "...se requiere, necesariamente, que el objeto de aquélla corresponda
al fin existencial, a la especialidad del ente con el cual se contrata, pues de lo contrario la
excepción operaría como un medio de evadir la licitación".
Obsérvese que en esta causal de excepción, se prohíbe la subcontratación del objeto del
contrato. La finalidad de esta prohibición es eliminar la figura del Contratista interpuesto y por
ende la configuración de una contratación directa a favor de un particular en supuestos no
autorizados expresamente por la norma.
Sí es factible, por el contrario, la subcontratación de aspectos propios y singulares del
emprendimiento que no puedan ser absorbidos por la entidad pública Contratista y cuya
concreción no importe la sustitución del rol que asumiera dicha entidad.
9.4. Procedimientos y requisitos aplicables a los restantes modos de selección de contratistas:
licitación privada y contratación directa
Con anterioridad a la emisión del Decreto Nº 1023/01, la PTN y la doctrina entendieron que los
principios que informan el procedimiento licitatorio público no le son exclusivos a esta
modalidad de selección de oferta más conveniente sino que se aplican también, por vía
analógica, supletoria o interpretación extensiva, a los demás sistemas de selección, salvo en lo
relativo al llamado a licitación.
Actualmente, según lo prescripto por el artículo 3º del Decreto Nº 1023/01, los principios
generales a los que deben ajustarse la gestión de las contrataciones, teniendo en cuenta las
particularidades de cada una de ellas, son los mismos cualquiera fuese el sistema de selección.
9.4.1. Licitación privada.
CAPÍTULO II
DE LA LICITACIÓN Y ADJUDICACIÓN
Art. 10° -
La licitación pública se anunciará en el Boletín Oficial de la Nación y en el órgano análogo del
gobierno provincial o del territorio donde la obra haya de construirse, sin perjuicio de
anunciarla en órganos privados de publicidad o en cualquier otra forma, en el país o en el
extranjero, si así se estimare oportuno.
Los anuncios obligatorios deberán publicarse con la anticipación y durante el tiempo que se
señalan a continuación:
Cuando para el éxito de la licitación sea conveniente, se podrán ampliar los plazos
establecidos, así como reducirlos en casos de urgencia .
La difusión del llamado a licitación persigue distintas finalidades, a saber: i) que los eventuales
interesados en acceder a la contratación pública posean un adecuado conocimiento de la
existencia de la convocatoria; ii) asegurar la mayor concurrencia y competencia de los
operadores económicos, para lo cual el artículo en comentario prevé que el llamado a
licitación debe ser difundido principalmente en los ámbitos donde puede haber mayor número
de potenciales oferentes y con la anticipación razonable para que éstos puedan confeccionar
sus propuestas; iii) la obtención por parte del Comitente de la oferta mas ventajosa a los
intereses de la Administración; iv) viabilizar el cumplimiento del principio republicano de
publicidad de los actos de gobierno y de transparencia como medio para lograr la objetividad
en la selección del cocontratante particular y v) garantizar que los procedimientos licitatorios
aseguren el derecho a la igualdad de oportunidades.
Con el fin indicado, la norma prevé que la publicación obligatoria de la licitación "se anunciará"
en el Boletín Oficial de la Nación y en el órgano análogo del gobierno provincial o del
territorio donde la obra haya de construirse y autoriza a divulgarla en otros medios de
difusión, órganos privados de publicidad o en cualquier otra forma, en el país o en el
extranjero, como facultad discrecional de la Administración.
Para la PTN este requisito no sólo tienen por finalidad la difusión del llamado a licitación sino
que "...las publicaciones que la ley ordena llevar a cabo en los órganos oficiales y por los plazos
mínimos que fijan sus disposiciones, tienen, además, otro objeto: el de dar una absoluta
certeza jurídica sobre el cumplimiento exacto del requisito de la "publicidad", esencial para la
validez del acto de que se trata".
Claro está que la publicidad amplia no excluye la invitación particularizada ya que ésta, sumada
a la publicidad de los medios de difusión, no provoca desigualdades, ni implica tratamiento
discriminatorio.
El artículo establece los distintos plazos de permanencia en los medios de difusión de los
edictos, así como los plazos de antelación con que éstos deben ser publicados, respecto de la
fecha de apertura de las ofertas. Ello en función del monto del presupuesto oficial.
Se prevé una escala progresiva, de modo que cuanto mayor sea el monto presupuestado y, por
ende, la magnitud de la obra, la publicación habrá de hacerse con mayor anticipación y
duración.
Con relación al cómputo del plazo, al no especificarse en la norma si son hábiles o corridos,
corresponde que por aplicación del principio general establecido por el artículo 28 del Código
Civil, el cómputo se realice en días corridos, salvo disposición expresa en contrario.
Se atribuye potestades al licitante para disponer la ampliación de los plazos de publicación,
cuando para el éxito de la licitación fuese conveniente; o su reducción, en caso de urgencia,
tanto respecto de los anticipatorios al acto de apertura como los de permanencia de los
edictos.
Es natural, en convocatorias para la ejecución de emprendimientos de alta complejidad técnica
o que requieran inversiones de gran magnitud o de carácter internacional, que los eventuales
interesados en contratar necesiten disponer de plazos más amplios que posibiliten la
conformación del sujeto oferente y confección de la propuesta.
Art. 11° -
El aviso de licitación deberá expresar: la obra que se licita, el sitio de ejecución, el organismo
que realiza la licitación, el lugar donde pueden consultarse o retirarse las bases de la
licitación pública, las condiciones a que debe ajustarse la propuesta, el funcionario a quien
deben dirigirse o entregarse las propuestas, el lugar, día y hora en que haya que celebrarse
la licitación pública y el importe de la garantía que el proponente deberá constituir para
intervenir en ella.
El aviso al que refiere el artículo en comentario tiene por presupuesto el acto administrativo
por el que la Administración decide fundadamente la convocatoria.
Sin embargo, en algunos casos, se han identificado los conceptos de llamado a licitación y
aviso.
La PTN sostuvo que "...el llamado a licitación debe ser claro y preciso, indicando el organismo
de la administración ante el cual se debe concurrir, el objeto de la contratación, en sus detalles
generales y los demás puntos importantes que puedan influir para que cualquier persona
decida su concurrencia al llamado".
Desde ya, el llamado y ulterior aviso de licitación presuponen el cumplimiento de los requisitos
previstos en los artículos 4º y 7º de la LOP, esto es, por regla, la aprobación del proyecto,
pliegos, presupuesto oficial y la existencia de crédito legal.
Si bien la definición precisa de los requisitos de idoneidad que han de reunir los proponentes
es materia del pliego, el propio aviso del llamado podría anticipar definiciones claras sobre la
identificación global de los destinatarios de la convocatoria o, en ciertas ocasiones, es el objeto
mismo del llamado el que limita el universo de proponentes.
El respeto del principio de concurrencia obliga al licitante a que, de existir limitaciones a la
participación de proponentes, éstas deban ser las menos posibles, expresamente justificadas,
establecidas en forma previa al llamado y de interpretación restrictiva.
Además el llamado incluye datos que se relacionan con el procedimiento licitatorio —fecha y
lugar de apertura de sobres y adquisición o consulta de los pliegos-, así como información
vinculada con la identificación del objeto de la convocatoria y características distintivas de la
encomienda y el monto del presupuesto oficial.
En síntesis, como recaudos mínimos y específicos —y sin perjuicio de los propios del acto
administrativo por el que se dispone el llamado (artículo 11 inc. a) Decreto Nº 1023/01)-, la
convocatoria a licitación y, correlativamente, el aviso, deben contener en forma expresa los
requisitos exigidos por el artículo en comentario, de manera de no afectar los principios de
publicidad, igualdad y concurrencia, no existiendo inconvenientes para que se incorporen
otros elementos informativos adicionales en el anuncio.
11.2. Naturaleza jurídica del llamado a licitación.
13.5. Régimen del "compre trabajo argentino". Su impacto en el acceso a la contratación para
la ejecución de obras públicas
Ha de tenerse presente que además de los requisitos vinculados con el Registro, existen otras
restricciones legales para ser Contratista de obra pública derivadas del denominado régimen
del contrate nacional.
Cae destacar que por expresa disposición de la ley 25.551 se dio por vencida la suspensión
prevista por el artículo 23 de la ley 23.697 de la aplicación del decreto -ley 5340/63 y ley
18.875-, respecto de todas aquellas disposiciones incluídas en estas dos últimas normas, que
no se opongan a las prescripciones de la ley citada en primer lugar.
Debe tomarse en cuenta que la ley 25.551, al establecer las preferencias que habrán de
aplicarse en las adquisiciones y/o locaciones que se realicen, en materia de bienes de origen
nacional, y fijar las pautas para que éstas entren en juego, introduce innovaciones con relación
al Decreto-Ley N° 5340/63; en tanto, respecto a los criterios para otorgar preferencias en
materia de obras y/o servicios, no se introdujeron modificaciones con relación a lo estatuido
por la ley 18.875.
Con relación específica a la contratación de obras y servicios, la ley 25.551 reestableció la
vigencia de la ley 18.875 de "Contrate Nacional", que implementa un sistema de
direccionamiento del poder de contratación del Estado en beneficio de las empresas
constructoras locales.
Los aspectos centrales de este régimen que según la información oficial y la doctrina se lo
denomina de "reserva de mercado" a favor de las empresas industriales de construcción
locales y otras, posee las siguientes características: i) obliga a la Administración centralizada y
descentralizada a contratar exclusivamente con empresas constructoras locales, salvo casos
excepcionales autorizados previamente por resolución del Ministerio competente en los que
se demuestren razones valederas para la licitación o contratación internacional; ii) en
supuestos de licitación o contratación internacional, no podrán incluirse condiciones que
explícita o implícitamente pudieran discriminar en contra de las empresas constructoras
locales; iii) de concurrir empresas del exterior a licitaciones internacionales, deberán asociarse
con empresas constructoras locales y siempre que sea posible con empresas locales de capital
interno; iv) las comparaciones de ofertas de obras se harán siempre reducidas a valores de
contado; v) se califica como empresa constructora local a la que ha sido creada o autorizada a
operar de conformidad con las leyes argentinas, tiene su domicilio legal en el país y acredita
que el ochenta por ciento de sus directores, personal directivo y profesionales tienen también
domicilio real en el país. De no cumplirse con estos requisitos la empresa es considerada "del
exterior"; vi) se califica como "empresas locales de capital interno" a las que, además de
cumplir con todos los requisitos de empresas locales, tengan la dirección efectivamente
radicada en el país conforme al principio de la realidad económica sin que medien vínculos de
dependencia directa o indirecta respecto a entidades públicas o privadas del exterior; vii) se
faculta al Poder Ejecutivo, para los casos que estime justificado, a incluir en los pliegos
cláusulas de preferencia a favor de las empresas locales de capital interno suficiente para
compensar a éstas por el mayor costo de financiación derivado de su menor acceso a los
avales y a los créditos externos en comparación al que tienen las empresas del exterior y las
locales de capital externo.
Respecto de las licitaciones nacionales se le ha vedado a las empresas del exterior o no locales,
su participación integrando una UTE con empresas locales según la definición del artículo 7 de
la ley 18.875.
Desde la vigencia de la ley 18.875 se establecieron numerosas excepciones legales a su
régimen unas de tipo genéricas para los contratos vinculados a determinada materia u
organismo, otras con relación a emprendimientos particularizados o por el origen del
financiamiento.
Art. 14° -
Antes de presentar una propuesta, el que la hiciese, deberá depositar, en efectivo o en
títulos o en bonos nacionales, en el Banco de la Nación Argentina, a la orden de la autoridad
competente respectiva, una suma equivalente al 1 % del valor del presupuesto oficial de la
obra que se licita.
La cantidad depositada, no será devuelta al proponente a quien se hiciera la adjudicación
hasta después de celebrado el contrato.
Para las licitaciones o contrataciones directas que no excedan de $69.000 no será necesario
constituir previamente el depósito de garantía, pero el solo hecho de cotizar determina la
obligación de hacerlo efectivo a simple requerimiento del organismo licitante.
La falta de cumplimiento en el plazo que se fije para la constitución del depósito será causal
para desestimar la oferta.
14.1. Garantía de oferta. Oportunidad de su constitución
14.5. Excepciones
En la LOP se excluye del recaudo de la garantía de la oferta a las licitaciones o contrataciones
directas que no excedan del tope fijado legalmente.
No obstante, tal integración resulta obligatoria para el oferente en caso de serle exigida por la
Administración, so pena de desestimación de su propuesta.
14.6. Devolución
El carácter provisional de la garantía de oferta hace que su devolución sea procedente cuando
se verifican distintos supuestos: i) una vez dictado el acto de adjudicación le será devuelta a los
oferentes no adjudicatarios dentro del plazo que establezca el pliego a ese efecto; ii) celebrado
el contrato, se le devolverá al Contratista la garantía de la oferta, dentro del plazo que fije el
pliego y una vez constituída la garantía prevista por el art. 21 de la LOP; iii) en el caso que la
Administración resolviera dejar sin efecto el llamado y/o adjudicación, la garantía le será
restituída a todos los oferentes dentro del plazo que se fije en el pliego y iv) si vencido el plazo
de mantenimiento de ofertas fijado en las bases de la licitación el oferente resuelve no renovar
la vigencia de la oferta.
15.1.1. La propuesta
La oferta admisible es el acto jurídico por el que el oferente ajusta su consentimiento a las
exigencias impuestas en los documentos del llamado a licitación y manifiesta su voluntad firme
e incondicional de contratar con la Administración, fijando su posición frente al licitante.
No se verifica, como antes se vió, en el régimen de la licitación pública tal como está concebida
en la LOP, un proceso internegocial complejo de formación sucesiva del acuerdo de
voluntades, mediante el cual las partes van ajustando los aspectos esenciales de la
contratación, a través de actos preparatorios.
La PTN ha reiterado en numerosas oportunidades que el mero hecho de la presentación de la
oferta para intervenir en una licitación engendra un vínculo del oferente con el licitante y lo
supedita a la eventualidad de la adjudicación y formalización del contrato.
Si bien se admite el derecho de la Administración a dejar sin efecto el llamado, tal facultad no
puede ejercitarse a expensas del principio por el que se reconoce que quien participa en una
licitación o cualquier otro proceso de selección de oferentes en competencia tiene derecho a
que el procedimiento llevado a cabo por el Comitente se ajuste a los principios de legalidad y
razonabilidad.
De tal forma el oferente, aún cuando carezca de un derecho subjetivo a la adjudicación, es
titular de un derecho subjetivo a la regularidad del procedimiento.
Art. 16° -
En el lugar, día y hora señalados en los avisos, se dará comienzo al acto de la licitación.
Vencido el plazo para la admisión de las propuestas y antes de abrirse algunos de los pliegos
presentados, podrán los interesados pedir explicaciones o formular aclaraciones
relacionadas con el acto, pero iniciada la apertura de pliegos, no se admitirá observación o
explicación alguna.
Se abrirán las cubiertas de los pliegos conteniendo las propuestas y éstas se leerán por el
actuario ante los funcionarios y personas que presencien el acto; terminada la lectura se
extenderá acta que será firmada por los funcionarios autorizantes y los asistentes en el
momento de labrarse aquélla. Los proponentes podrán dejar constancia en dicha acta de las
observaciones que les merezca el acto o cualquiera de las propuestas presentadas.
16.1. Acto de apertura de sobres. Requisitos formales
El acto de apertura de las ofertas constituye la etapa del proceso de selección del
cocontratante particular, en la que el licitante, los oferentes y terceros que concurren a dicho
acto, adquieren conocimiento de las propuestas efectuadas y de su contenido.
A dicho acto concurren los funcionarios designados por el licitante que tienen a su cargo la
recepción y apertura de las ofertas y todos aquellos oferentes e interesados que deseen
presenciarlo.
Iniciado el acto y previo a la apertura de propuestas, los interesados podrán pedir
explicaciones o formular aclaraciones relacionadas con el acto, sin perjuicio de las que de
oficio que la Administración pudiera efectuar.
Las referidas aclaraciones son las estrictamente relacionadas con el acto de apertura y no
deben confundirse con aquéllas que la Administración efectúa en la etapa previa a la
presentación de propuestas.
El acto de apertura de propuestas es formal. Se deja constancia en el acta respectiva la que
deberá ser firmada por funcionario autorizado y los interesados presentes en el acto que
quisieran suscribirla.
El acta refleja lo acontecido durante el acto de apertura. En ella corresponderá dejar
constancia del número de orden de cada oferta, del nombre del proponente y del número de
inscripción en el registro, las cotizaciones (en letras y números) y la existencia de garantía y
modalidad de su constitución, así como de las observaciones que merezca la regularidad del
acto. La constancia de esto último resulta trascendental, ante la posibilidad de impugnaciones
posteriores.
Son cometidos a cargo de los funcionarios actuantes: i) constatar que estén reunidas todas las
ofertas recepcionadas en tiempo oportuno por el licitante; ii) verificar el correcto estado de los
lacres de los sobres exteriores; iii) controlar que cada una de las propuestas contenga la
garantía de oferta y todos los demás elementos cuya existencia, según el pliego, deba
verificarse en el acto de apertura y iv) asentar en el acta las disconformidades u observaciones
que, a juicio de los oferentes presentados, el propio acto merezca.
Toda oferta recepcionada por la Administración dentro del plazo respectivo debe ser recibida y
abierta por la mesa receptora, sin perjuicio de que con posterioridad al acto de apertura, sólo
sean consideradas las ofertas admisibles y rechazadas aquellas que no se ajusten a los
requerimientos del pliego; ello así toda vez que la decisión sobre el rechazo de las ofertas
corresponde a la etapa de evaluación.
O sea, de la mera presentación y recepción de una oferta, nace el derecho del licitador a la
evaluación de su proposición en un pie de igualdad con las demás, sin perjuicio de su rechazo
posterior.
De lo precedentemente expuesto surge que, en caso de que la Administración se negara a
recibir la oferta presentada dentro del término estipulado, o devolviera las que se hubieran
presentado en término, viciaría la licitación, y tal proceder sería susceptible de impugnación
administrativa y judicial.
Con relación a los vicios que pudieran producirse en esta etapa, Mairal señala que, amén de
aquellos propios del acto mismo, el procedimiento puede estar viciado por "... la admisión de
ofertas tardías o por la exclusión de ofertas presentadas en término...".
Desde ya, los eventuales vicios del acto de apertura, se proyectan sobre el acto de
adjudicación y pueden provocar la anulación cuando alteren el trato igualitario, la publicidad,
concurrencia o la transparencia del procedimiento; no así los vicios intrascendentes que
importen una mera violación formal de la mecánica del acto.
En otro orden, si el día señalado para la apertura de las propuestas no fuere hábil, "...el acto
tendrá lugar el día laborable siguiente, a la misma hora".
En el supuesto en que el acto de apertura tuviese que posponerse, tal hecho deberá ser
publicado y puesto en conocimiento de todos los participantes, con el fin de favorecer la
concurrencia y asegurar el principio de igualdad.
Resulta conveniente no identificar la finalización del plazo de recepción de las ofertas con el
momento de apertura de éstas.
Art. 17° -
Las ofertas complementarias o propuestas de modificaciones que fueran entregadas con
posterioridad al acto de la licitación pública deben ser desechadas. Sin embargo, podrán
considerarse aclaraciones que no alteren substancialmente la propuesta original, ni
modifiquen las bases de la licitación pública ni el principio de igualdad entre todas las
propuestas.
Art. 18° -
La circunstancia de no haberse presentado más de una propuesta no impide la adjudicación.
Esta caerá siempre sobre la más conveniente, siendo conforme con las condiciones
establecidas para la licitación.
La presentación de propuestas no da derecho alguno a los proponentes para la aceptación
de aquéllas.
18.1. Preadjudicación
Los oferentes deben mantener la vigencia de sus propuestas por el plazo que fije el pliego o el
de las prórrogas acordadas con el Comitente.
Dado que con la presentación de la oferta se genera un vínculo que supedita al oferente a la
eventualidad de la adjudicación, le interesa a la Administración que la proposición de contratar
permanezca válida durante un plazo razonable, fijado en los documentos de la licitación.
Ello ha de permitir a la Administración el análisis de las proposiciones, su comparación y
elección de la oferta más conveniente o el cumplimiento de las etapas de evaluación previstas
en las bases del llamado, de manera que el contrato se pueda adjudicar dentro del plazo de
validez de la propuesta.
Ahora bien, si el proponente desistiera de la oferta antes de vencido el plazo de
mantenimiento que se fijara en el pliego, o el adjudicatario adjudicatario no concurriera
dentro del plazo previsto a firmar el contrato, o a integrar la garantía de su cumplimiento por
causa imputable a él, perdería la garantía de oferta quedando habilitada la Administración a
retenerla o ejecutarla.
Salvo que así estuviera previsto en el pliego, no hay prórroga automática del plazo de
mantenimiento de la oferta, por lo que vencido dicho plazo o las prórrogas acordadas, sin que
la Administración se hubiese expedido sobre la adjudicación, el oferente se encuentra
facultado, sin aviso previo, a retirar su oferta y, consecuentemente, solicitar la devolución del
depósito de garantía.
Tratándose de licitaciones privadas, Marienhoff sostiene que el oferente debe ser eximido de
la obligación de constituir la garantía de oferta, ello así debido a que en este tipo de
procedimiento, la ratio juris de esta garantía -esto es, la obligación de mantener la propuesta
durante el lapso correspondiente-, se satisface con la elección voluntaria que realiza la
Administración de las personas que podrán presentar ofertas. En tal orden de ideas, el
presumible cumplimiento de la obligación de mantenimiento de oferta resulta del hecho de
que la Administración ha seleccionado e invitado a sus eventuales cocontratantes,
circunstancia que sería garantía de por sí, de la seriedad de los oferentes.
Un criterio que más se adapta a la finalidad de la exigencia de la garantía, lleva a concluir que
en el procedimiento de licitación privada resulta igualmente exigible el requisito de
constitución de la garantía de mantenimiento de oferta para evitar que del retiro de ésta,
pueda resultar el fracaso de la licitación con las consecuencias que ello implica, entre otras,
acudir a otro llamado o a otros mecanismos que pueden derivar en ofertas más onerosas o
gravosas que las obtenidas en la licitación.
Resulta entonces necesario para la Administración, aún en los procedimiento de licitaciones
privadas, que se comprometa un plazo garantizado de mantenimiento de oferta que permita la
comparación y evaluación de las presentadas, a los fines de extraer de dicha compulsa, la más
conveniente.
20.2. Pérdida de la garantía. Alcance de la reparación
La pérdida de la garantía por alguno de los supuestos que contempla el artículo en comentario,
habilita a la Administración a su incautación si se trata de depósito en efectivo o, en su caso, a
su ejecución bajo los procedimientos previstos en la legislación ordinaria.
Para que proceda la pérdida de la garantía no se requiere que la Administración acredite los
daños y perjuicios ocasionados por la retractación de la oferta, o la negativa a suscribir el
contrato, o a integrar la garantía contractual.
Al establecerse el porcentaje del 1% del presupuesto oficial en concepto de garantía de oferta
y la posibilidad de su pérdida en los supuestos aquí contemplados, el legislador ha
predeterminado el monto del resarcimiento, acudiendo a la figura de la cláusula penal.
La garantía prevista en este artículo importa una forma de indemnizar a la Administración a
tanto alzado y mediante una cuantificación objetiva y apriorística del daño derivado del
desistimiento.
Así, con la incautación o ejecución de la garantía de la oferta, quedan satisfechos los daños y
perjuicios precalculados por el Comitente en esta etapa precontractual, en un monto
equivalente al 1% del monto del presupuesto oficial.
CAPÍTULO III
DE LA FORMALIZACIÓN DEL CONTRATO
Art. 21° -
Entre la administración pública y el adjudicatario se firmará el contrato administrativo de
obra pública y éste afianzará el cumplimiento de su compromiso mediante un depósito en el
Banco de la Nación Argentina por un 5% del monto del convenio, en dinero o en títulos o en
bonos nacionales, al valor corriente en plaza, o bien mediante una fianza bancaria
equivalente, a satisfacción de la autoridad competente. Dicha fianza será afectada en la
proporción y forma que se establece en los arts. 26, 27 y 35.
Se podrá contratar la obra con el proponente que siga en orden de conveniencia, cuando los
primeros retiraran las propuestas o no concurriesen a firmar el contrato.
Formarán parte del contrato que se suscriba, las bases de licitación, el pliego de condiciones,
las especificaciones técnicas y demás documentos de la licitación.
Para las contrataciones que no excedan de $ 69.000 la garantía podrá ser constituida por
pagaré, el que deberá ser avalado o afianzado a satisfacción del organismo licitante, cuando
supere el monto de $ 100.000.
Este artículo prevé algunos de los medios que pueden utilizarse para la constitución de la
garantía de cumplimiento de contrato: depósitos en dinero o en títulos o en bonos nacionales,
al valor corriente en plaza, o la constitución de una fianza bancaria -"fianza bancaria
equivalente, a satisfacción de la autoridad competente"-.
Ulteriormente se previó la posibilidad de constituirla mediante títulos y bonos provinciales o
municipales —ley 14.000- o por medio de la contratación de seguros de caución -ley 17.804-.
Sobre las mencionadas modalidades de constitución de garantías ver comentario al artículo 14
de la LOP punto 14.3.
Específicamente y con relación a la garantía del contrato se previó por ley 14.143 la posibilidad
de integrarla mediante la constitución de derechos reales de hipoteca en primer grado o
prenda con registro de acuerdo con lo establecido por la ley 12.962.
Por su parte, la ley 16.798 modificó la redacción del artículo 21 de la LOP, incorporando la
posibilidad de constituir la garantía por medio de pagaré en las condiciones allí previstas.
21.6. Monto de la garantía
Definida la adjudicación se está en condiciones de determinar el monto de la garantía del
contrato, en correspondencia con el monto de la oferta adjudicada.
La garantía debe representar, en todo momento, el cinco por ciento del monto original del
contrato, salvo el supuesto de recepción parcial definitiva en el que corresponderá su
liberación parcial. Ver comentario al artículo 42 de la LOP.
Por lo tanto deberá efectuarse la ampliación o reposición de su valor, en su caso, en orden a
mantener dicha proporción tanto en los supuestos de modificaciones al opus de la que se
derive una alteración en más del precio del contrato, como ante supuestos de afectación de la
garantía ya constituida, por aplicación de multas o cargos, respectivamente, devengados
durante la marcha de las obras.
En caso de disminución del monto de obras contratadas, el Contratista tendrá derecho,
correlativamente, a la disminución proporcional de la garantía
Lo expuesto responde a la finalidad de que el Contratista mantenga "...idéntico el grado de
aseguramiento en el cumplimiento de sus obligaciones contractuales".
Tal nivel de aseguramiento debe exigírsele al Contratista, cuando los títulos o bonos de la
deuda pública utilizados para afianzar el fiel cumplimiento de sus obligaciones disminuyan su
valor de cotización, en cuyo caso aquél deberá reforzar la garantía de modo que la suma
realmente afianzada represente siempre el cinco por ciento del monto del contrato.
Otro supuesto de adecuación de la garantía se verifica cuando se redeterminan los precios del
contrato con fundamento en las disposiciones del Decreto Nº 1295/02 y normas
complementarias, específicamente, el artículo 14 de la Resolución SOP Nº 396/02.
En los casos en que por la modalidad de la contratación no exista precio determinado a priori,
la constitución de la garantía podrá hacerse efectiva por un monto equivalente al cinco por
ciento del monto del presupuesto oficial.
Art. 22° -
Después de firmado el contrato, se entregará al contratista, sin costo, una copia autorizada
de los planos y presupuestos, y se le facilitarán los demás documentos del proyecto para que
pueda examinarlos o copiarlos, si lo creyese necesario.
22.1. Entrega de documentación técnica
La realización del replanteo u otros pasos necesarios para el inicio y ejecución de la obra de
que se trate exige contar con los documentos técnicos que la Administración hubiera
preparado: planos y presupuestos por un lado y toda otra documentación relacionada con ella.
Obsérvese que este artículo establece un tratamiento distinto para planos y presupuestos, de
los que prevé la entrega de "una copia autorizada", es decir, una copia de la que la
Administración da fe que se corresponde con los originales preparados por ella; y para los
demás documentos del proyecto respecto de los que el Comitente facilitará su examen o
reproducción, de estimarse necesario.
Desde ya, estas previsiones se vinculan con los deberes de colaboración a cargo del Comitente
y la necesidad de procederse a la correcta interpretación de todos los documentos que
conforman el diseño constructivo —artículo 26 de la LOP-.
Art. 23° -
Firmado el contrato, el contratista no podrá transferirlo ni cederlo, en todo o en parte, a otra
persona o entidad, ni asociarse para su cumplimiento, sin autorización y aprobación de
autoridad competente.
23.1. El principio de ejecución personal
Le concierne al Contratista la ejecución material o en su caso la organización de los medios de
producción necesarios para la realización de la obra, en pos de la obtención del resultado
comprometido y en su condición de único responsable frente al Comitente.
El principio de realización personal de la encomienda que consagra este artículo, aunque no
con alcance absoluto, posee reconocimiento en la doctrina que mayoritariamente coincide en
que el adjudicatario de la obra está obligado a asegurar personalmente la ejecución de la
misma.
De ello se derivan la inclusión de ordinario en los pliegos de sanciones pecuniarias al
Contratista o su representante técnico, por ausencia injustificada en el emplazamiento de las
obras, así como las consecuencias jurídicas atribuidas por el artículo 49 de la LOP que dispone,
en principio, la extinción del contrato por muerte del locador y del artículo 50 inc. e) de la LOP
que contempla la causal de rescisión culposa por abandono.
23.2. El carácter intuitu personae de la obligación del contratista
Se considera que resulta procedente la acción directa del Comitente contra el Contratista
principal e indistintamente contra el subcontratista, en los supuestos en que se verifique la
ruina total o parcial de una obra inmueble destinada a larga duración, dado el carácter de
orden público del artículo 1646 del Código Civil(53).
23.5. Asociación con terceros
La "asociación con terceros" presenta la particularidad de constituir en principio, un
mecanismo que puede acrecentar la capacidad de gestión del Contratista originario en los
aspectos técnicos y económicos financieros, por lo que la conformidad del Comitente sólo
tiene sentido para controlar si esa asociación representa realmente un valor agregado y si no
llega a desnaturalizar la figura del empresario con el cual éste celebró el contrato de obra
pública.
Art. 24° -
Los contratos quedarán perfeccionados con el cumplimiento de los preceptos enunciados en
los precedentes artículos, sin necesidad de otros trámites.
24.1. Perfeccionamiento del contrato. Remisión
Como se ha visto en este Capítulo el perfeccionamiento se produce con la firma del
instrumento respectivo, no siendo necesaria la formalidad de la escritura pública.
La innecesariedad de la escritura pública no sólo se infiere del texto en comentario, sino
además se encuentra expresamente prevista por el artículo 4º del Decreto Nº 19.324/49.
Se ha justificado esta norma en la "...inutilidad de la protocolización de estos contratos ante la
Escribanía General de Gobierno...", "...ya que estos documentos pasados ante la autoridad
competente reúnen las condiciones y formalidades requeridas para estar comprendidos en la
categoría de instrumentos públicos".
CAPÍTULO IV
DE LA EJECUCIÓN DE LAS OBRAS
Art. 25° -
Una vez firmado el contrato, la iniciación y realización del trabajo se sujetará a lo establecido
en los pliegos de condiciones generales y especiales que sirvieron de base para la licitación o
adjudicación directa de las obras.
25.1. Ejecución de las obras con sujeción a pliegos
Tanto el plazo final como los parciales conclusivos son fijados por la Administración quien,
apreciando el interés público en juego, las características, complejidad técnica del
emprendimiento y montos comprometidos en su realización, los establecerá en los pliegos de
condiciones.
No ocurre lo mismo respecto de los plazos secuenciales que marcan el ritmo de ejecución. Por
lo general los pliegos delegan su fijación al oferente o Contratista quien los propone a la
Administración en su plan o cronogama de trabajo, sujeto a la aprobación de ésta, ya sea en
oportunidad de ofertar -cronograma de obras provisional- o con posterioridad a la firma del
contrato -cronograma de obra contractual-.
Si se reconoce que el ritmo óptimo de ejecución es un aspecto que se encuentra íntimamente
ligado a la planificación de los trabajos y organización de los medios de producción propios del
constructor, es de toda lógica que los pliegos deleguen en el Contratista la fijación de dichos
plazos, en oportunidad de confeccionar el plan de obras o programa de trabajo.
Previo a la iniciación de las obras, el cronograma será sometido a la conformidad del
Comitente quien podrá observarlo y solicitar las aclaraciones y modificaciones que estime
procedentes, antes de su formal aprobación.
Si bien los plazos conclusivos de ejecución —parciales o final- se encuentran de ordinario
expresamente establecidos en los pliegos, la PTN admitió la posibilidad de la existencia de un
plazo tácito en la contratación pública.
La ordenación de los trabajos en el tiempo y su compatibilización con las exigencias del pliego
en materia de ejecución de la obra y plazos a cumplir, se ve reflejada en un documento que
integra el contrato que, como se vió, el Contratista debe confeccionar y presentar ante el
Comitente para su aprobación, antes de la iniciación del emprendimiento.
Es usual que los pliegos pongan a cargo del Contratista no sólo la petición de prórroga del
contrato sino además, la prueba de la existencia de las causales que la justificarían o sea la
acreditación de que la mora no le es imputable; petición ésta a la que se le atribuye un efecto
jurídico inmediato, consistente en suspender la aplicación de las consecuencias automáticas
del incumplimiento del plazo, en la medida en que el inspector de obra considere, en principio,
atendible la solicitud del contratista.
Cabe aclarar que tal suspensión de la aplicación de las consecuencias por incumplimiento de
plazo —no imposición de multas o rescisión (artículos 35 y 50 incs. b) y c) de la LOP)-, de
ningún modo autoriza a interpretar que la mera solicitud de prórroga posee virtualidad para
suspender el plazo de cumplimiento del contrato, ni releva al Contratista del cumplimiento
puntual de sus obligaciones.
25.12. Efectos del otorgamiento de la prórroga de plazo
25.12.1. Purga de la mora
Es conteste la doctrina de la PTN al señalar que la concesión de prórroga de plazos a favor del
Contratista, "...convalida las demoras o retardos de este último, liberándolo de sanciones por
el incumplimiento temporáneo de la obligación de ejecutar y concluir la obra" y que "...la
aceptación de los hechos vertidos por el contratista para justificar la ampliación del plazo
solicitada, impediría mantener una conducta dual por parte de la Administración, si por una
parte imputase negligencia y arbitraria suspensión de las obras a las contratistas, y por otra
parte se admitiese que el término de la ejecución de trabajos debe ampliarse por las causas
que reclamaron las empresas...".
De manera coincidente, la jurisprudencia ha resuelto que la existencia de un plazo de prórroga
"...constituye una estipulación que purga cualquier retardo o mora en que pudiera haber
incurrido aquella parte [el Contratista]...".
Si bien las prórrogas de plazos contractuales derivadas de la circunstancias aludidas por los
artículos 34 —suspensión- y 39 —fuerza mayor- de la LOP conllevan el derecho del Contratista
a percibir las pertinenentes compensaciones económicas, de ello no se deriva que la concesión
de prórroga del plazo contractual libre de penalidades importe automáticamente el
reconocimiento de aquellas compensaciones.
25.13. Procedimiento. Plazos de caducidad previstos en los pliegos para solicitar prórroga del
plazo de ejecución
De ordinario, los pliegos condicionan el otorgamiento de prórrogas y reconocimiento de gastos
improductivos por demoras no imputables al Contratista, a que éste denuncie ante el
Comitente y dentro del plazo establecido en los pliegos, el hecho o acto causante de la demora
o paralización de trabajos y fundamente, en el plazo previsto a tal fin, su petición de prórroga y
resarcimiento de los perjuicios que se le hubieran irrogado.
Tal condicionamiento, que la Administración en numerosas ocasiones lo hace jugar
indebidamente a modo de barrera de obstáculo a la concesión de prórrogas legítimas, ha sido
interpretado por la PTN con un criterio flexible que descarta la aplicación de formalismos
rigurosos, por estar éstos en pugna con el principio de la buena fe que debe imperar en la
contratación administrativa.
Sobre el carácter de estos supuestos plazos de caducidad, la PTN sostuvo reiteradamente que
los "... términos para solicitar prórrogas etc., deben interpretarse como una formalidad
tendiente a evitar por parte de los contratistas la interposición de solicitudes de prórroga
extemporánea y posibilitar a la repartición contratante la verificación y certificación de la
existencia de los hechos que se aduzcan, en miras a una cabal consideración de las
circunstancias justificativas de la demora...".
Así es que en un supuesto en que el atraso en la terminación de la obra no le era imputable al
Contratista, por cuanto obedeció al pago fuera de término de los certificados de obra, se
consideró que resultaba violatorio de la buena fe que el Comitente no concediera la
ampliación del plazo, invocando la caducidad de los términos fijados en los pliegos para que el
Contratista denunciara el hecho y fundamentara su petición de prórroga.
Va de suyo que en el caso comentado existió un cabal conocimiento del Comitente sobre las
circunstancias que originaron la demora —falta de pago— y la posibilidad de verificar su
incidencia, por lo que se entendió que se encontraba ampliamente cumplido el fin de la
cláusula contractual que exigía del contratista la denuncia del hecho o acto, dentro de un plazo
perentorio.
Similar criterio puede seguirse, cuando el evento generador del atraso lo constituyó un hecho
público y notorio -inundación, terremoto, huelga general, revolución etc.- que por sus
características, no pudo escapar al conocimiento del Comitente.
25.14. Concesión de prórroga de oficio
No necesariamente el otorgamiento de prórroga del plazo, su justificación y prueba de la
incidencia del evento sobre la normal ejecución de las obras debe resultar de la solicitud del
Contratista.
Se admite en doctrina la prórroga de oficio, no considerándose requisito ineludible para su
otorgamiento, la previa petición del Contratista.
En igual sentido, en supuestos en que la causa de la paralización o demora de los trabajos se
debe a la propia conducta del Comitente —v.gr. falta de pago de los certificados u omisión de
entrega de terrenos o de replanteo en tiempo oportuno— resulta procedente la concesión de
oficio de la prórroga de plazo, sin que obste a ello la ausencia de petición del Contratista.
Por la expresión "reglas del arte", que observamos de ordinario en los pliegos de condiciones,
se entiende una directiva o estándar técnico-jurídico definido por el Comitente que, a falta de
convención expresa sobre el modo de construir, indica que el locador se obliga a una
"...ejecución de calidad intermedia, es decir, de calidad corriente, de calidad normal o regular.
Es con este alcance que se obtiene una obra "perfecta" y concluida...".
En ciertos emprendimientos se exige al Contratista que en oportunidad de concluir cualquier
etapa de trabajos medible, declare por escrito que éstos se ajustan a todos los requerimientos
de calidad explícita o implícitamente exigidos en la documentación que integra el contrato,
interpretados según las reglas del arte y, en su caso, a las órdenes de servicio emanadas del
supervisor de obra; y que tal declaración se haga bajo la responsabilidad exclusiva y solidaria
del Contratista y de su Representante Técnico.
La calidad que se pretende garantizar con dicha declaración se refiere esencialmente a la
calidad de uso de la obra por sus usuarios, vale decir, al conjunto de propiedades y
características que dan a una obra la capacidad de cubrir de modo satisfactorio, tanto las
necesidades explícitas como las implícitas involucradas en la utilización del bien construido con
ajuste al proyecto.
Doctrina judicial no ha admitido la liberación de la responsabilidad del constructor en cuanto a
la obtención de la calidad requerida, bajo la excusa de que la inspección de la obra omitió
realizar los controles o dar las órdenes tendientes a que los trabajos mal ejecutados se
modifiquen, demuelan o reconstruyan, entendiendo que el Contratista "...queda obligado
hasta el momento de las recepciones provisional y definitiva por la buena calidad de la
prestación. Es por eso que el empresario no podrá pretender liberarse señalando que nunca
recibió observaciones por parte de la inspección incluso que ésta haya manifestado
conformidades expresas...", sobre los trabajos.
Ahora bien, que la obra ejecutada de acuerdo a las reglas del arte de construir y conforme a
pliegos sea apta para satisfacer o no el fin público que la Administración pretendió garantizar
con su realización, es una cuestión extraña al resultado comprometido en la encomienda.
Coincidentemente con lo señalado en el párrafo anterior,
Spota expresa que las directivas que han de aprehenderse en materia de asunción de
responsabilidades por parte del locador de obra es que éste "...no garantiza el resultado
mediato que esperaba el comitente, ya que la obligación del primero se reduce a ejecutar una
obra que cuente con la perfección exigida en las especificaciones pactadas. El locador de obra
cumple su cometido, aunque la obra no brinde ese resultado mediato que el dueño se había
propuesto".
Art. 26° -
El contratista es responsable de la correcta interpretación de los planos para la realización de
la obra y responderá de los defectos que puedan producirse durante la ejecución y
conservación de la misma hasta la recepción final. Cualquier deficiencia o error que
constatara en el proyecto o en los planos, deberá comunicarlo al funcionario competente
antes de iniciar el trabajo.
26.1. Interpretación del proyecto
El artículo 4º de la LOP asigna al organismo que realizó el proyecto la responsabilidad por lo
proyectado y por los estudios que le han servido de base para su confección.
Esta solución se justifica en tanto el dueño de la obra es un Comitente calificado que posee los
medios y conocimientos suficientes para elaborar, por sí o por terceros, un proyecto completo
comprensivo de todas las obras, tareas y procedimientos necesarios para lograr el resultado
propuesto, circunstancia ésta que, además, despierta confianza legítima sobre la corrección
del diseño oficial.
Sin embargo, la praxis indica que por más preciso y bien confeccionado que esté un diseño,
hay que plasmarlo definitivamente durante la ejecución de la obra mediante una tarea
interpretativa que se pone a cargo del Contratista.
Esta tarea hermenéutica se realiza sin perjuicio del control sobre la fiel interpretación del
proyecto que le compete al inspector de obra o en su caso al director de obra, cuando el
Comitente designa a éste último, diferenciándolo de la figura del Contratista.
Ahora bien, la tarea técnica de interpretación para la que se requiere versación profesional, no
debe circunscribirse a los planos, sino que comprende a la documentación que integra el
diseño en su totalidad -memoria descriptiva, planos de conjunto y de detalle, pliegos
generales, particulares y de especificaciones técnicas, presupuesto, ensayos sobre materiales,
etc.-.
Se traslada así al Contratista la responsabilidad por la correcta comprensión de cómo ha de
realizarse el opus y cómo ha de ser éste a su finalización, según la concepción del proyectista
"...de cara a la inmediata ejecución de la obra en un lugar y en un tiempo determinados y, por
tanto, sin una consideración puramente conceptual".
El deber legal de interpretación del proyecto que este artículo le impone al Contratista lleva
implícita la carga de verificar su corrección, bajo ciertos límites, uno de los cuales se
corresponde con el alcance u objeto de la locación de obra material y otro con la aplicación de
la doctrina de los vicios aparentes y ocultos.
Vale decir, la verificación de la corrección del proyecto puesta a cargo del Contratista no
importa que éste deba asumir la obligación de su revisión integral o el rol de co-proyectista.
Esta tarea de revisión integral de lo proyectado requiere, necesariamente, la reproducción de
todas y cada una de las operaciones, ensayos de suelos con intervención de geólogos, sondeos,
perforaciones, cateos, estudio de materiales mediante pruebas de laboratorio, verificaciones y
control de los cálculos efectuados en ocasión de confeccionarse el proyecto y la comprobación
de la exactitud y veracidad de todo cuanto presupuesto fáctico, técnico y jurídico se tuvo en
cuenta en oportunidad de proyectar.
Obsérvese que aquellos procedimientos de revisión integral conllevan no sólo a la detección
de los vicios aparentes del proyecto, sino además, a descifrar los ocultos.
En síntesis, la actuación diligente del Contratista en la interpretación y análisis del proyecto, en
su condición de experto en el arte de construir, no puede llevar a la detección de aquellos
vicios que sólo puedan ser advertidos a partir de una revisión integral de lo proyectado; tarea
que, en sí misma, no está de ordinario contemplada en el precio pactado por resultar extraña
al objeto de la locación de obra material y ser propia de la inmaterial.
26.3. Deber de advertencia acerca de las deficiencias o errores en el proyecto y planos
Una de las manifestaciones propias del compromiso mutuo de cooperación entre Comitente y
Contratista, ínsito en el contrato de obra pública, es el deber de advertencia que obliga a este
último a denunciar los vicios o imperfecciones del proyecto, antes de iniciar los trabajos.
El Contratista faltaría a su deber de lealtad y de actuar en consonancia con los principios de la
buena fe si, deliberadamente, ejecutara el emprendimiento sobre la base de una
documentación técnica errónea que obligara a su posterior demolición y nueva ejecución, con
el incremento de los costos y extensión de plazos que de ello se derivaría.
Se trata de evitar la incorrecta realización de la obra por vicios en el proyecto, con las gravosas
consecuencias patrimoniales que ello implica para el Comitente o, en su caso, para el
Contratista que faltó a su deber de advertencia y la adopción, en tiempo oportuno, de las
medidas correctivas que aseguren la obtención de un resultado: el opus adecuado a su fin,
exento de ruina parcial o total.
La finalidad que persigue la oportuna advertencia juega en beneficio de ambos contratantes,
por cuanto un aviso tempestivo deslinda la responsabilidad del Contratista y coadyuva al mejor
logro del interés público comprometido en la realización de la encomienda, evitando tardanzas
innecesarias y sobrecostos.
Repárese que interpretados armónicamente los artículos 4º y 26 de la LOP, y según las
circunstancias fácticas que rodeen al caso concreto, podría excluirse la asignación de
responsabilidad exclusivamente a uno u otro contratante y admitir la participación de ambos
en la causación del daño, reconociéndose correlativamente la atribución de responsabilidad en
proporción al grado de participación que cada uno ha tenido en el evento.
26.5. Deber de advertencia previa aún en supuestos en que no se verifica vicio en el proyecto
Comprende, también, el deber de advertencia previa, tan tempranamente como sea posible,
sobre futuros y específicos eventos o circunstancias que no hayan podido ser previstas en el
proyecto por su condición de sobrevivientes, o sea, que obedezcan a hechos posteriores a su
confección y que pudieren atentar contra la calidad de la obra, incidir en el precio pactado,
incrementándolo, o provocar demoras en la fecha de conclusión final del contrato.
26.6. Fuentes de aprovisionamiento del material de origen natural. Su sustitución.
Inducimiento a error
En no pocas ocasiones, los vicios del proyecto elaborado por la Administración podrían inducir
a error al oferente y luego cocontrante, generándose, en la etapa de ejecución de las obras,
sobrecostos -no previstos- cuya asunción por parte del Comitente, no siempre ha tenido
acogida uniforme en sede administrativa y judicial.
El Comitente, en determinadas ocasiones, suele identificar en los documentos del proyecto -
memoria descriptiva o planos-, las fuentes de aprovisionamiento del material de origen natural
—yacimientos de agregados pétreos o áridos o fuentes de agua— u otros elementos
necesarios para la ejecución de la obra, indicando la idoneidad de éstos en cuanto a la calidad
y rendimiento del material requeridos en las especificaciones técnicas y cantidad suficiente
para abastecer la obra.
Es en el acto de comprobación del replanteo, donde el Comitente hace entrega efectiva al
Contratista, de los yacimientos indicados en la documentación contractual.
Ahora bien, ante la sobreviviente sustitución de los yacimientos previstos en el proyecto, con
motivo de su inutilidad, falta de rendimiento o agotamiento, que se comprobara durante la
marcha de los trabajos denunciada oportunamente por el Contratista, se entendió que no
correspondía compensar a éste por los incrementos de costos por mayor distancia de
transporte del material pétreo, originado en dicha sustitución.
No es posible dejar de advertir en el análisis de esta cuestión que, para la confección del
presupuesto de la obra y determinación de los precios resultantes a pie de obra, el Comitente
tuvo que considerar necesariamente, con el fin de valorizar el emprendimiento, la distancia de
transporte existente entre la fuente de aprovisionamiento prevista en el proyecto y el
emplazamiento de la obra.
Si durante la marcha de los trabajos dichos yacimientos no son suficientes o idóneos para la
construcción de la obra, es claro que se verifica, en esta circunstancia, un error de proyecto o
de los estudios que le han servido de base.
Nótese que la incorrecta elección de los yacimientos o fuentes de aprovisionamiento
distorsiona los precios adoptados por la Administración para la confección del presupuesto
oficial, debiendo entonces recaer la responsabilidad "sobre el organismo que los realizó"
(artículo 4º, primer párrafo in fine).
Asimismo, si el Comitente ha pagado un precio por el yacimiento al adquirirlo, en función de la
utilidad de éste para la construcción de la obra, y lo indica en los documentos del proyecto
como apto para su explotación, aún a título ilustrativo, es razonable que el oferente, actuando
de buena fe e inspirado en la confianza legítima que provoca aquella conducta previa, dé por
cierta la existencia de materiales en cantidad y calidad suficientes, en oportunidad de
confeccionar su propuesta.
Si bien es cierto que el "carácter meramente ilustrativo" de la información obliga a extremar la
prudencia en la verificación de la existencia o inexistencia, en su caso, del material en calidad y
cantidad suficiente, no puede exigírsele, razonablemente, a quien no sabe con certeza si
resultará a la postre adjudicatario y contratista —por cuanto excede el deber de diligencia-,
que asuma gravosos costos de confirmación de la idoneidad y nivel de rendimiento de los
yacimientos identificados por la Administración, bajo la premisa de subestimar la propia
bondad o seriedad de la información oficial suministrada por el Comitente en el proyecto de su
autoría.
No puede dejar de merituarse que para presupuestar la obra y afectar partidas pertinentes
según lo dispuesto por los artículos 4º y 7º de la LOP, la Administración ha tenido en cuenta la
ubicación de los yacimientos identificados en el proyecto y su rendimiento.
Las circunstancias referidas precedentemente obligan, en ocasión de interpretar el contrato a
la luz del principio de la buena fe, a relativizar cualquier disposición del pliego por la que se
pretenda, sin más, trasladar al Contratista -que no ha obrado con negligencia - las
consecuencias de los errores de proyecto que, por el artículo 4º, debe asumir quien lo realizó.
En otro precedente jurisprudencial relacionado con el inducimiento a error por parte del
Comitente, se consideró que la ausencia de previsión en el proyecto acerca de la existencia de
un manto de arenisca -aparecido a mayor distancia de la superficie que la profundidad
alcanzada por los sondeos efectuados por aquél en oportunidad de confeccionarlo-, que obligó
a modificar la naturaleza de los trabajos, constituye un error del proyectista —en el caso la
Administración-.
El error consistió en presentar la obra como a realizarse en suelos arenosos en general, error
que ha inducido a su vez al Contratista a aceptar como suelo arenoso en general, lo que era en
parte.
26.8. La responsabilidad del Contratista por la conservación de las obras antes de operarse su
recepción provisional y definitiva
Con el acto de comprobación del replanteo se produce la entrega del emplazamiento de la
obra al Contratista y a partir de allí, éste queda obligado a efectuar la permanente
conservación de las obras en construcción o las construidas que no fueron objeto de recepción
definitiva parcial.
El deber de conservación, no sólo comprende las obras básicas, sino además, las
complementarias u obras de arte y cualquier otra instalación existente en la zona de su
emplazamiento, correspondiente a los trabajos en ejecución. Ello hasta que se efectivice la
recepción provisional de las obras.
Como bien lo señala Juristo Sanchez "(E)sta obligación de conservar es una mera consecuencia
de la obligación de entregar la obra perfectamente acabada. En cambio, cuando la obra ya ha
sido entregada al producirse la recepción provisional, la obligación de conservación es más
bien consecuencia de un deber de vigilancia o policía de la obra establecido para corregir
posibles defectos que se aprecien con la utilización de la obra".
Art. 27° -
El contratista es responsable de cualquier reclamo o demanda que pudiera originar la
provisión o el uso indebido de materiales, sistemas de construcción o implementos
patentados.
27.1. Responsabilidad del Contratista por provisión o uso de materiales, sistemas constructivos
o implementos patentados
ARTÍCULO 28°
El contratista no podrá recusar al técnico que la autoridad competente haya designado para
la dirección, inspección o tasación de las obras; pero si tuviese causas justificadas, las
expondrá para que dicha autoridad las resuelva, sin que esto sea motivo para que se
suspendan los trabajos.
28.1. Desplazamiento del director, inspector o tasador
Es de primordial interés de la Administración que las personas por ella seleccionadas por su
idoneidad técnica y moral para cumplir los distintos roles de Director, Inspector y Tasador,
cumplan efectivamente su cometido durante el desarrollo de los trabajos, sin que puedan ser
apartados o desplazados de su función, a requerimiento incausado del Contratista.
El sistema previsto por la LOP para solicitar el desplazamiento del Director, Inspector o
Tasador, no es el de la recusación —con o sin causa -, en el sentido técnico de este instituto.
Prueba de ello es que el artículo en comentario no contiene las causales que la harían
procedente, ni remite a plexo legal o reglamentario que la regule .
Consagra el legislador el principio general prohibitivo de la recusación. Ello es entendible,
toda vez que su articulación, al producir el efecto de "...suspender al agente en el
conocimiento del asunto hasta que recaiga decisión del órgano competente..." , no se
compatibiliza con el procedimiento específico del contrato de obra pública, en el que no es
admisible la prosecución de la obra, sin la contrapartida de su continua e ininterrumpida
supervisión por los representantes del Comitente.
La prohibición de recusar prevista en este artículo se extiende, además, a todos los
funcionarios o técnicos que forman parte del plantel de la inspección, vigilancia de los trabajos
y controles en fábrica, si es que los hubiera.
28.2. Derecho del Contratista a la sustitución del director, inspector o tasador
Cuando el Contratista se considere perjudicado injustamente por los procedimientos
empleados por quienes tienen a su cargo la dirección, inspección o tasación de los trabajos o
por su falta de idoneidad moral o técnica o cualquier otra causa de la que pueda derivarse la
pérdida de imparcialidad en el ejercicio de la función, podrá aquél solicitar fundadamente la
sustitución del director, inspector o tasador, aportando las pruebas que a su juicio fueran
conducentes en orden a la acreditación de las referidas circunstancias.
Previo traslado al director, inspector o tasador, el Comitente resolverá el pedido de
sustitución, mediante formal acto administrativo.
Como se ve, a diferencia del instituto de la recusación, el pedido fundado de sustitución de los
representantes del Comitente en obra no produce el efecto inmediato del desplazamiento de
éstos en las funciones que venían desempeñando, ni autoriza al Contratista a suspender el
cumplimiento de sus obligaciones.
Prima el principio de la continuidad en la ejecución del contrato, al estar comprometido el
interés público en la realización de las obras.
La decisión del Comitente sobre la procedencia o improcedencia, en su caso, de la solicitud de
remosión integra, de algún modo, el deber de vigilancia que le compete no sólo sobre el
cumplimiento y evolución del contrato en marcha sino, además, con relación a los procederes
de sus representantes en la obra que ejercen las funciones de fiscalización, dirección o
tasación.
Art. 29° -
El contratista se conformará con las modificaciones en los trabajos, que le fuesen ordenados
por funcionario autorizado, siempre que esas órdenes le sean dadas por escrito y no alteren
las bases del contrato.
29.1. Fundamentos de la potestad de dirección y control
Se ha justificado la potestad de dirección y control que ejerce el Comitente por intermedio del
inspector de obras, en la circunstancia de que la formalización del contrato de obra pública
"...no implica que la Administración renuncie a la tutela de los intereses generales que
demanda la obra adjudicada, sino que sólo impone una colaboración privada en su
cumplimiento, "pero sin desentenderse la Administración de la marcha de la obra y cuidando
ante todo del fin último del contrato...".
Otros fundamentos de aquella prerrogativa, se asientan en el carácter de la Administración de
dueña de la obra o emprendimiento en marcha y asimismo, en la potestad genérica de
dirección y control, ínsita en la contratación administrativa y con particular relevancia en el
contrato de obra pública, no requerida de norma expresa que en cada caso la autorice.
La "orden escrita" que exige este artículo constituye un requisito que resulta coherente con la
forma de exteriorización de los actos administrativos.
La constancia escrita de la orden se concreta con la confección de un libro de órdenes de
servicio foliado, sellado y rubricado por el Comitente, que debe llevarse desde la
comprobación del replanteo hasta la recepción definitiva de las obras.
El criterio rígido de la norma -en este aspecto- en numerosas ocasiones no se compadece con
las vicisitudes e imponderables que se presentan en la etapa de ejecución y que exigen
determinaciones oportunas, urgentes y soluciones instantáneas que no admiten demora
alguna.
Es por tales circunstancias que con carácter de excepción, se ha justificado la plena eficacia de
la orden verbal, al expresarse que dicha orden puede ser admisible "...cuando condiciones de
celeridad y urgencia no permitan la adopción de la forma escrita, que siempre significa una
demora...".
El fundamento legal autorizante de la orden verbal podría encontrárselo en las disposiciones
del artículo 8º, in fine, de la LNPA que, si bien sienta el principio general de la forma escrita
para exteriorización del acto administrativo, admite, por excepción, la utilización de una forma
distinta.
En el derecho comparado se acepta la existencia de la orden verbal, condicionando su eficacia
a la ratificación que a posteriori realice el inspector, por escrito.
Escola reconoce la procedencia de las órdenes verbales bajo circunstancias excepcionales. En
contra Fiorini y Lara.
Art. 30° -
Las alteraciones del proyecto que produzcan aumentos o reducciones de costos o trabajos
contratados, serán obligatorias para el contratista, abonándose, en el primer caso, el
importe del aumento, sin que tenga derecho en el segundo a reclamar ninguna
indemnización por los beneficios que hubiera dejado de percibir por la parte reducida,
suprimida o modificada. Si el contratista justificase haber acopiado o contratado materiales
o equipos para las obras reducidas o suprimidas, se hará un justiprecio del perjuicio que
haya sufrido por dicha causa, el que le será certificado y abonado.
La obligación por parte del contratista, de aceptar las modificaciones a que se refiere el
presente artículo, queda limitada de acuerdo con lo que establece el art. 53.
30.1. El ejercicio del ius variandi
Más allá de la discusión doctrinaria sobre la existencia, o no, de un régimen exorbitante
implícito que no requiere texto expreso que lo consagre; en el ámbito del contrato de obra
pública la potestad del Comitente para disponer de manera unilateral la modificación del
proyecto constructivo, cuya ejecución ya ha sido encomendada al Contratista, proviene de una
expresa disposición de la LOP.
El artículo en comentario presupone la existencia de la necesidad de introducir modificaciones
al diseño primitivo para mejorarlo, ampliarlo, o en su caso, reducirlo, con el fin de que lo
proyectado en su origen, se adapte a circuntancias que no fueron tenidas en cuenta por el
Comitente al proyectar.
La decisión de modificar el proyecto también puede responder a la satisfacción de necesidades
o exigencias sobrevinientes a la celebración del contrato o subsanación de defectos del diseño
en su concepción.
30.2. Justificación
Se ha justificado el ejercicio de la prerrogativa de modificación unilateral del contrato en
marcha, en las siguientes razones y circunstancias:
a) La satisfacción del interés público comprometido en la realización de la obra, justifica la
alteración del objeto del contrato en marcha, como un modo de preservación de la
inalterabilidad del fin público perseguido por el Comitente al encomendar los trabajos;
b) es consustancial con la propia naturaleza del contrato de obra pública cuya regulación
incluye especialmente la atribución de potestades a la Administración para disponer
unilateralmente la modificación de la norma de ejecución por excelencia, esto es, el diseño
constructivo.
Esta consustancialidad se acredita, asimismo, a partir de dos premisas: i) que el Comitente en
su carácter de dueño de la obra posee la decisión final sobre su configuración y servicialidad y
ii) que, difícilmente, pueda concebirse un proyecto constructivo tan perfecto cuya realización
sea factible de concretarse sin modificación alguna, tanto en su concepción arquitectónica
como funcional o de detalle, circunstancia ésta que se verifica con mayor intensidad, sobre
todo, en los casos de emprendimientos de alta complejidad técnica o de larga duración.
Obsérvese que la propia LOP en casos excepcionales o sea, ante situaciones que pueden
caracterizarse como de urgencia o frente a emprendimientos de alta complejidad o magnitud,
autoriza al Comitente a licitar la ejecución de la obra, a partir de la aprobación de un
anteproyecto y presupuesto global, cuyo ajuste y concreción final recién se materializará
durante la etapa de ejecución de las obras.
Finalmente, cabe destacar que el ejercicio de esta prerrogativa por la Administración tiene por
origen, en no pocas ocasiones, la propia iniciativa del Contratista.
Por su inmediatez con la obra es natural que el empresario sea quien detecte imperfecciones o
carencias en el diseño y, en cumplimiento de su deber de advertencia y colaboración, alerte al
Comitente sobre la necesidad de introducir modificaciones al opus.
30.6. Los derechos del Contratista frente al ejercicio del ius variandi
No forman parte del riesgo empresario las alteraciones del diseño que se originen en a actos
propios del Comitente y sus consecuencias sobre la economía del contrato, que han de ser
debidamente indemnizadas de modo que se mantenga el equilibrio de las prestaciones. Ello
con las limitaciones expresamente establecidas en el primer párrafo del artículo 30 y el artículo
38 de la LOP.
Así, frente al ejercicio del ius variandi el Contratista podrá invocar:
a) Derecho rescisorio.
La doctrina señala que el límite legal del veinte por ciento del valor total de las obras o la
supresión total de un ítem a partir del cual nace el derecho rescisorio a favor del Contratista,
opera como garantía de protección de sus derechos patrimoniales o contrapartida por el
ejercicio de una prerrogativa de poder público, como lo es el ius variandi .
Aunque la LOP no lo establece, el Contratista podría esgrimir el derecho de extinción
anticipada, ante la pretensión modificatoria del Comitente que, sin llegar a superar los límites
cuantitativos previstos por los artículos 30 y 38, importara la modificación de los fines y
características básicas del diseño inicial o la desnaturalización del objeto de la encomienda.
Sobre este particular ver comentario al artículo 53; punto 53.2.2.
De las alteraciones del proyecto obligatorias para el Contratista o de aquellas modificaciones
no obligatorias, respecto de las cuales el contratista no ejerció su derecho rescisorio, se
pueden derivar distintas alternativas en orden al pago de los trabajos involucrados en la
modificación:
1-Aumento o disminución en la cantidad de cualquier trabajo para el cual exista un precio
unitario del contrato:
1.1. El Contratista está obligado a aceptar sin derecho a compensación alguna, variaciones en
más o en menos de hasta el 20% del importe de cualquier ítem, liquidándose a los precios del
contrato la cantidad realmente ejecutada.
2- Ejecución de trabajos no previstos en el proyecto: en este caso las partes poseen el derecho
a establecer de común acuerdo el precio de los nuevos trabajos involucrados en la
modificación.
c) Prórroga de los plazos
La doctrina es conteste en que, de la modificación del opus en más o en menos pueda
derivarse una alteración de los plazos parciales de ejecución y del final, correspondiendo, en su
caso, que se adecue el plan de trabajos en la medida que se acredite la real incidencia de la
modificación de obra en el plazo de ejecución de los trabajos.
Esta solución tuvo expreso reconocimiento en el derecho positivo al establecer el artículo 12
inc. b) del Decreto Nº 1023/01, con la modificación introducida por el artículo 5º del Decreto
Nº 666/03, que la potestad de modificación unilateral de los contratos tiene por correlato la
adecuación de los plazos respectivos.
d) Percepción de la indemnización por todos los gastos y perjuicios que le ocasione la
suspensión de la ejecución de la obra.
Tal como lo prevé el artículo 34 de la LOP, la modificación del diseño lleva aneja, de ser
necesario, la orden de suspensión total o parcial de la realización de la obra según el diseño
inicial.
En este supuesto, conforme lo prevé el citado artículo, el Contratista tiene derecho a que se le
indemnice por todos los gastos y perjuicios que la suspensión le ocasione, en la medida de su
efectiva comprobación y verificación de la existencia de nexo de causalidad entre el daño y la
suspensión ordenada.
e) Pago de materiales o equipos contratados
Un rubro específicamente reconocido por el artículo en comentario es el reconocimiento de
los daños y perjuicios que pudiera haber sufrido el Contratista por el acopio, contratación de
materiales o equipos destinados a las obras reducidas o suprimidas.
No es necesario que los materiales o equipos, al momento de decidirse la modificación se
hallen en el lugar del emplazamiento de la obra, bastando que el Contratista acredite que ha
formalizado los contratos con su proveedores o que los elementos se encuentran en viaje y
que dichas contrataciones y elementos poseen vinculación con la obra suprimida o reducida.
Sobre los alcances del reconocimiento de la compensación se advirtió que "(E)l resarcimiento
no sólo ha de comprender los precios pagados, sino también aquellas erogaciones ocasionadas
por transporte y manipuleo de los materiales, su tratamiento, daños y perjuicios producidos
por incumplimientos contractuales celebrados con terceros, etc.".
Al prever el artículo que se hará un justiprecio del perjuicio, habilita un marco de negociación
entre Comitente y Contratista, acerca los alcances y montos de la indemnización que
definitivamente se acuerde.
Se mantiene subsistente el derecho del Contratista a utilizar las vías impugnatorias o
reclamatorias ordinarias en el supuesto caso que el monto de la indemnización que la
Administración esté dispuesta a reconocer no lo satisfasga o cuando reconocido por el
Comitente el derecho a percibir la indemnización y su monto, no se efectivice el crédito.
30.7. La exclusión del lucro cesante por las obras suprimidas, reducidas o modificadas
El artículo en comentario prevé expresamente que no se reconoce al contratista el derecho a
reclamar indemnización en concepto de beneficio dejado de percibir en virtud de la
modificación del contrato.
Parece ser ésta una solución que se compatibiliza con las disposiciones del artículo 53 incs. a) y
f) de la LOP que, frente al supuesto de rescisión del contrato a favor del Contratista por la
superación en el ejercicio de ius variandí del límite establecido por el artículo 37, prohíbe
liquidar a favor del constructor "...suma alguna por concepto de indemnización o beneficio que
hubiera podido obtener sobre las obras no ejecutadas".
Entra así dentro del riesgo empresario, la eventual pérdida del lucro cesante o reparación a
título de chance o frustración de una ganancia que, de no haber decidido el Comitente la
limitación o supresión de porciones de la obra, el Contratista tenía derecho a percibir en el
supuesto de ejecutarse la obra en base al diseño inicial.
Art. 31° -
No podrá el contratista por sí, bajo ningún pretexto, hacer trabajo alguno, sino con estricta
sujeción al contrato, y si lo hiciere no le será abonado, a menos de que presente orden escrita
que para ello le hubiere sido dada por funcionario autorizado, en cuyo caso el pago deberá
disponerse por autoridad competente.
31.1. Pautas legales de ejecución de los trabajos
A partir del reconocimiento que no cabe la interpretación literal, estricta o rigurosa del
artículo 31 de la LOP, la doctrina de la PTN admite, en supuestos de excepción, la
procedencia de la orden verbal de ejecución de trabajos adicionales, "...cuando condiciones
de celeridad y urgencia no permiten la adopción de forma escrita, que siempre significa
demora (...), pues ello supone una conducta de la contratista dirigida a obtener, luego de
superada la urgencia, el reconocimiento de la tarea desarrollada en tiempo próximo a ser
prestada".
Incluso, fue admitida la validez de la encomienda de obras adicionales aún cuando ésta fuera
dispuesta por funcionario incompetente.
Sobre la cuestión de las órdenes de servicio o instrucciones verbales, ver comentario al
artículo 29 de la LOP.
31.5. Procedencia de ratificación posterior habilitante del pago del adicional ejecutado sin
orden escrita ni verbal
Va de suyo que la solicitud de conformidad previa de la inspección sobre la realización de los
trabajos extracontractuales atempera el riesgo del Contratista de que la Administración
interprete, cuando las obras ya se encuentran concluidas, que éstas fueron innecesarias o
que, pese a ser indispensables, el costo pretendido no se compadece con los precios
ofertados para trabajos similares o con los de mercado, o que las mismas estaban
comprendidas dentro de la encomienda original y, por ende, su retribución comprendida
dentro del precio de lo pactado.
Ahora bien, puede acontecer que por situaciones excepcionales, sobrevivientes e
imprevisibles muchas veces vinculadas a fenómenos extraordinarios de la naturaleza -
crecientes, lluvias extraordinarias, tornados, etc.- resulte necesario adoptar medidas súbitas
que importen la inmediata ejecución de trabajos no contemplados en el diseño y que no
admitan la demora que implicaría el trámite de su comunicación fundada y autorización
formal de funcionario competente.
En estos casos nada obstaría a su pago, en el supuesto caso que la Administración, mediante
informes técnicos fundados y objetivos de la inspección, llegara a comprobar que los
trabajos ejecutados resultaron indispensables, que se considere razonable su monto y
debidamente acreditada la realización de las obras con los comprobantes respectivos.
Con referencia a obras adicionales ejecutadas sin orden expresa del Comitente, la CSJN
admitió su reconocimiento y pago al Contratista merituando que: a) el Comitente reconoció
que los trabajos adicionales "... fueron necesarios para que aquélla [la obra] pudiera
satisfacer adecuadamente la finalidad de interés público que se tuvo en cuenta al licitar la
ejecución" y b) que "(E)llo se concluye inequívocamente de su conducta, ya que aprobó el
presupuesto de los adicionales -incluso los realizados sin órdenes de servicio (...)-, emitió el
correspondiente certificado (...) y ordenó su pago...".
A mayor abundamiento obsérvese que del texto del artículo en comentario no surge la
necesidad inexcusable de requerir en forma previa autorización por escrito para acometer la
ejecución de las obras adicionales, sino que la existencia de orden escrita sólo resultaría un
requisito sine qua non para percibir el precio de éstas, por lo que la evaluación de su
necesidad y monto, podría ser ejercitada por la Administración con posterioridad a la
ejecución de los adicionales.
Art. 32° -
Cuando el contrato establezca que el contratista debe aportar los materiales, éstos deberán
ajustarse estrictamente a las especificaciones que de los mismos haga el pliego de
condiciones.
32.1. Provisión de materiales por parte del Contratista
Se ha discutido sobre la naturaleza del contrato —de obra pública o de compraventa- en el
supuesto en que el Contratista provea no sólo la mano de obra sino también los materiales.
En tal caso, se consideró que habrá siempre contrato de construcción de obra pública y no de
compraventa. Esta cuestión se encuentra regida para la locación de o bra privadapor el artículo
1629 del Código Civil, y asimismo, resulta del carácter de la provisión del material como
"...contrato de obra pública por "accesoriedad", ya que el supuesto planteado trasuntaría una
"convención compleja" donde el elemento de "obra pública" es fundamental y determinante
de la "esencia" misma de la convención...".
La CSJN señaló que "...el contrato de locación de obra con suministro de materiales (art. 1629)
no es un contrato mixto sino una locación (...) las operaciones que integran su realidad
económica incluyen el negocio consistente en el suministro de materiales pertenecientes al
locador, es decir, en la transferencia onerosa de ellos al locatario".
Las consecuencias de esta definición redundan en efectos prácticos, toda vez que existiendo
un contrato de construcción y no de compraventa, rige la garantía especial del artículo 1646;
en tanto si se tratara de una compraventa, regiría la garantía de evicción y de los vicios ocultos.
Todos aquellos bienes muebles, ya sea de origen natural, comercial o industrial, cuyo destino
sea su incorporación a la obra objeto del contrato, integra el concepto de materiales.
En punto a la calidad y como principio general, los pliegos de ordinario exigen que los
materiales a emplear deben ser de primer uso y mejor condición existente en plaza entre los
de su clase y reunir las condiciones o normas de calidad establecidas en los pliegos de
especificaciones técnicas.
Estos materiales deben estar perfectamente preparados y puestos en obra conforme las reglas
del arte.
Por vía de excepción, los pliegos pueden autorizar el empleo de materiales cuyas condiciones
no respondan estrictamente a las especificaciones técnicas establecidas en las bases, siempre
y cuando las pruebas o ensayos a los que fueran sometidos estos materiales, arrojen
resultados satisfactorios a juicio de la inspección. En este supuesto, si el precio del material a
incorporar fuere inferior al sustituido, podrá disponerse la aceptación del nuevo material,
siempre que se efectúe un ajuste de precios. Idéntico tratamiento y como hipótesis de
excepción corresponde aplicar si se tratara de la incorporación de materiales usados.
Art. 33° -
Cuando sin hallarse estipulado en las condiciones del contrato, fuese conveniente emplear
materiales pertenecientes al Estado, se descontará al contratista el importe que resulte del
estudio equitativo de valores, cuidando que la provisión no represente una carga
extracontractual para el contratista, y se reconocerá a éste el derecho de indemnización por
los materiales acopiados y los contratados, en viaje o en construcción, si probase
fehacientemente la existencia de los mismos.
33.1. Provisión de materiales por la Administración prevista en el pliego
Con el fin de lograr economías en el costo del emprendimiento o por cualquier otra razón de
interés público, la Administración puede decidir, con carácter previo al llamado a licitación,
que entregará la totalidad o parte de los materiales a incorporar a la obra. En este caso los
pliegos deberán establecerlo expresamente y detallar su tipo, calidad y cantidad, según los
cómputos métricos indicados en el diseño.
Los materiales a emplear por el Contratista provistos por la Administración, con anterioridad a
la efectiva entrega deben ser analizados o ensayados o sometidos a pruebas de laboratorio por
parte de ésta, con el fin de comprobar si responden a las exigencias del pliego de
especificaciones técnicas.
En la oportunidad de la entrega en el emplazamiento de la obra o en su lugar de fabricación, el
Contratista debe verificar si los materiales suministrados por la Administración son aptos y si
responden a la calidad y cantidad exigida en el pliego de especificaciones.
Se detallará en los pliegos si la entrega del material es sobre camión y/o vagón y/o playón y a
quién corresponde el costo de la carga y descarga y del transporte desde el punto de origen
hasta el lugar de emplazamiento de las obras.
Se impone un deber de advertencia al Comitente en cabeza del Contratista, sobre cualquier
desperfecto, imperfección o vicio aparente o mala calidad del material recibido, que no pueda
escapar al ojo del experto en el arte de construir mediante un atento examen de la cosa,
dejando expresa constancia en el acta de recepción del material de todas las observaciones y
reclamaciones que estime procedentes y dando cuenta de éstas a la inspección de obra.
La alternativa que se legisla en este artículo por la que el empresario provee su industria, esto
es, la mano de obra y organización de los factores de producción, y el Comitente los materiales
que se incorporan a la obra, no hace desaparecer la obligación en cabeza del Contratista de
obtener el resultado material comprometido ni las responsabilidades emergentes del artículo
1646 del Código Civil, en tanto se mantiene incólumne la figura de la locación de obra.
Art. 34° -
Si para llevar a cabo las modificaciones a que se refiere el art. 30, o por cualquier otra causa,
se juzgase necesario suspender el todo o parte de las obras contratadas, será requisito
indispensable para la validez de la resolución, comunicar al contratista la orden
correspondiente por escrito, procediéndose a la medición de la obra ejecutada, en la parte
que alcance la suspensión y a extender acta de resultado.
En dicha acta se fijará el detalle y el valor del plantel, del material acopiado y del contratado,
en viaje o en construcción, y se hará una nómina del personal que deberá quedar a cargo de
la obra. El contratista tendrá derecho, en ese caso, a que se le indemnice por todos los
gastos y perjuicios que la suspensión le ocasione, los que deberán serle certificados y
abonados.
34.1. Suspensión de las obras por decisión del Comitente
El principio de la continuidad en la ejecución impone que los trabajos a cargo del Contratista
no puedan suspenderse, a menos que la Administración ordene su interrupción.
La suspensión a la que se refiere este artículo, se origina por causas ajenas al ámbito de
responsabilidad del Contratista, por lo que, como se verá infra, las consecuencias económicas
derivadas del cumplimiento de la orden de suspensión debe soportarlas el Comitente.
Con relación a la prueba de los gastos improductivos, se ha dado plena fe a los informes
técnicos siempre que éstos sean "...serios, precisos y razonables, no adolezcan de
arbitrariedad aparente y no aparezcan elementos de juicio que destruyan su valor...".
Fueron consideradas obstativas del reconocimiento de gastos improductivos a las siguientes
circunstancias: la inexistencia de la orden o decisión de suspensión emanada del Comitente;
insuficiencia de la documentación agregada para establecer de manera precisa "los plazos de
corrimiento"; la falta de acompañamiento de las actas de medición de las obras alcanzadas por
la suspensión, ni en las que se fijase "el detalle y valor del plantel del material acopiado y del
contratado, en viaje o construcción", así como la ausencia de acreditación de la "real
afectación de personas y bienes, datos que surgen de los partes de obra".
La PTN recomendó la revocación por razones de ilegitimidad del acto que dispuso el
reconocimiento en sede administrativa de gastos improductivos que no habían sido
acreditados efectivamente por el Contratista.
La necesidad de que la multa u otra sanción pecuniaria por incumplimiento de los plazos, para
ser exigible, deba estar expresamente prevista en la documentación contractual, cuenta con
numeroso apoyo doctrinario.
Por lo general, los pliegos prevén un régimen de multas progresivas en función de la gravedad
de los incumplimientos, cuyo límite cuantitativo oscila entre el 10 y el 15 por ciento del monto
total del contrato, dejando a salvo el derecho del Comitente a imponer otro tipo de sanciones
o cargos por el retardo u otros incumplimientos de cláusulas contractuales.
35.5. Límites
Ha sido intención del legislador facultar al Comitente a que aplique la máxima sanción de
extinción del vínculo al Contratista infractor de las disposiciones de orden laboral que amparan
los derechos de los trabajadores, dejando al arbitrio de la Administración, en cada caso
concreto, la calificación de la conducta de aquél como "negligencia grave" a efectos de su
encuadramiento en la causal de rescisión prevista por el artículo 50 inc. a) de la LOP.
Al ser facultativo para el Comitente tal encuadramiento, previo a la decisión de rescisión,
deberá éste ponderar las circunstancias particulares del caso, especialmente los motivos por
los cuales el Contratista ha incumplido sus obligaciones laborales, si los derechos de los
trabajadores se encuentran debidamente garantizados y el impacto de la eventual rescisión en
consideración al interés público comprometido en la culminación de la obra.
Las consecuencias de la rescisión con causa en el incumplimiento del régimen del trabajo son
las previstas por el artículo 51 incs. a), b), c), d) y e) de la LOP.
CAPÍTULO V
DE LAS ALTERACIONES DE LAS CONDICIONES DEL CONTRATO
Art. 37° -
El contratista no podrá, bajo pretexto de error u omisión de su parte, reclamar aumento de
los precios fijados en el contrato.
Las equivocaciones del presupuesto, en cuanto a extensión o valor de las obras, se corregirán
en cualquier tiempo hasta la terminación del contrato.
En estos casos el contratista tendrá el derecho que le acuerdan los arts. 38 y 53.
37.1. Error u omisión del Contratista con relación al precio.
La norma sienta el principio general prohibitivo que impide al Contratista ejercer la pretensión
revocatoria o modificatoria del precio contractual, con fundamento en el error u omisión de su
parte.
El presupuesto fáctico al que se refiere este artículo está asociado a hechos o situaciones
preexistentes a la formulación de la propuesta -que el oferente, devenido Contratista, debió
contemplar en aquella oportunidad de haber actuado con la debida diligencia-, o a la mala
praxis del Contratista en la etapa de ejecución del contrato.
En otras palabras, encuadran dentro de este precepto todos los casos en que el Contratista ha
obrado con falta de diligencia al confeccionar su oferta y al ejecutar la obra.
Valga recordar que la presentación de la propuesta presupone que el oferente estudió
exhaustivamente el pliego de licitación y que, además, para la determinación del precio básico
del contrato tuvo en cuenta los condicionamientos de todo orden existentes y que debieron
conocerse de haber actuado diligentemente al momento de ofertar, por lo que "(E)l error en la
preparación de la oferta, no imputable a la Comitente, no puede sino ser soportado por la
contratista... ".
Nótese, asimismo, que la seriedad y relevancia del acto de presentación de la propuesta
justifica una diligencia que excede la ordinaria o común y que el error de hecho no es
excusable cuando la ignorancia del verdadero estado de las cosas proviene de una negligencia
culpable o cuando el error hubiera podido ser evitado empleando el oferente la prudencia
necesaria.
Incluso aún en supuestos de error material en la confección de la oferta, se ha considerado
improcedente su subsanación.
También alcanza a aquellos casos en que el Contratista, a sabiendas, y en su calidad de
oferente, cotizó por debajo de sus costos con el fin de resultar ganancioso en el proceso de
selección, y con la expectativa de acceder a ilegítimos reajustes del precio básico del contrato
durante la etapa de su ejecución.
37.2. Error del Comitente en la confección del presupuesto con relación a la extensión o valor
de las obras. Subsanación
A diferencia de la imposibilidad del Contratista de reclamar aumento de los precios fijados en
el contrato originados en su error u omisión, se prevé un amplio régimen de subsanación de
errores cometidos por la Administración del cual puede derivarse el ajuste o revisión de los
precios básicos de contrato.
El artículo autoriza expresamente al Comitente a corregir las equivocaciones o errores del
presupuesto en cuanto a la extensión o valor de las obras, en cualquier tiempo y hasta la
terminación del contrato.
Si bien se trata conceptualmente de un supuesto distinto al contemplado por el artículo 30 de
la LOP, la norma en comentario le asigna igual consecuencia jurídica por cuanto, en definitiva,
se inscribe en la misma lógica de que "...la determinación inicial del precio cede ante las
exigencias técnicas de la realización de la obra".
En efecto, la causa justificante de la corrección del presupuesto - elemento de juicio éste que
contiene la determinación de la extensión de la obra y su valoración en función de su tipo,
volumen, cantidad, calidad, etc.,- obedece a que la existencia de un error presupuestario no
puede afectar la propia viabilidad o funcionalidad del proyecto, o que dicho error haga
imposible o inconveniente al interés público la realización del diseño en su concepción original.
En cuanto a las consecuencias patrimoniales y su repercusión en la ecuación económico
financiera del contrato en marcha, el legislador ha brindado las mismas soluciones a los
supuestos contemplados por los artículos 30 y 37 de la LOP, disponiendo que para los casos de
equivocaciones ab initio sobre la extensión o valor de las obras, será de aplicación lo previsto
por los artículos 38 y 53 inc. a) de la LOP.
Art. 38° -
Si en el contrato de obras públicas celebrado, la administración hubiera fijado precios
unitarios y las modificaciones o errores a que se refieren los art.s 30 y 37 importasen en
algún ítem un aumento o disminución superiores a un 20 % del importe del mismo, la
administración o el contratista tendrá derecho a que se fije un nuevo precio unitario de
común acuerdo. En caso de disminución, el nuevo precio se aplicará a la totalidad del trabajo
a realizar en el ítem, pero si se trata de aumentos sólo se aplicará a la cantidad de trabajo
que exceda de la que para este ítem figura en el presupuesto oficial de la obra. Si no se
lograra acuerdo entre los contratantes la administración podrá disponer que los trabajos del
ítem disminuido o los excedentes del que se ha aumentado, se lleven a cabo directamente o
por nuevo contrato, sin derecho a reclamación alguna por parte del contratista.
La supresión total de un ítem, sólo dará al contratista el derecho que le confiere el art. 53.
38.1. Alteración o supresión de ítems. Hipótesis reguladas. Derechos de las partes
El artículo regula de manera explícita los supuestos de modificaciones de obra o errores del
presupuesto que importan aumento o disminución superiores a un 20 %, del importe de algún
ítem contractual para el cual exista un precio unitario acordado; y el caso de eliminación total
de un ítem.
Las distintas hipótesis que pueden presentarse a partir del ejercicio del ius variandi —artículo
30 de la LOP— o de la corrección de errores del Comitente en la confección del presupuesto —
artículo 37 de la LOP - en el supuesto de contratos pactados con precios unitarios, son las
siguientes:
a) modificación que no supone un aumento o disminución del ítem superior al 20 % del monto
de éste.
Interpretado el presente artículo a contrario sensu puede concluirse que en el caso en que las
modificaciones del diseño inicial no supongan un aumento o disminución del ítem superior al
20% del monto de este ni superen el porcentaje del 20% del monto del contrato —artículo 30
de la LOP-, el Contratista estará obligado a aceptarlas y a realizar los trabajos inherentes a la
modificación, correspondiendo solamente que se le abone el monto del aumento, sobre la
base de los precios y régimen de pago previstos en el contrato y sin derecho a percibir
compensación económica alguna en caso de disminución.
En el caso que la modificación del ítem tenga una incidencia inferior al 20% de su valor pero
suponga un incremento o disminución del valor total del contrato en más o en menos un 20%,
el Contratista tendrá los derechos que le confiere el artículo 30 de la LOP, exclusivamente -
pago del aumento a precio de contrato, o en su caso, derecho a solicitar la rescisión de
conformidad con lo previsto por el artículo 53 inc. a) de la LOP-.
b) modificación que supone aumento o disminución del ítem mayor al 20% del importe de
éste.
Se reconoce a favor de las partes el derecho a la fijación de un nuevo precio, de común
acuerdo, que podría ser mayor o menor que el original.
Autoriza así el precepto legal a la apertura de una instancia negociadora entre Comitente y
Contratista, tendiente a concretar el acuerdo de voluntades sobre el nuevo precio unitario del
contrato respecto del ítem afectado por dicha variación porcentual.
No debe interpretarse que el Contratista tiene derecho a exigir de su Comitente la fijación del
nuevo precio. Su derecho sólo se limita a proponer y negociar con su contraparte el nivel de
precios que él considera justo, sin perjuicio de que la Administración no los acepte por
considerarlos excesivos o por otras fundadas razones que hagan a su conveniencia.
Resulta irrelevante, a efectos de habilitar la instancia negociadora del precio del ítem, que su
disminución o aumento en un porcentaje superior al 20% represente o no un aumento o
disminución del valor total de las obras en la misma proporción; sin perjuicio del derecho
resolutorio que le acuerda al Contratista el artículo 53 inc. a) de la LOP.
Dicho acuerdo de precios coadyuva a garantizar el mantenimiento dinámico del equilibrio de
las prestaciones, sobre la base del establecimiento de una remuneración adecuada, de modo
de no afectar el nivel de retribución pactado en su origen.
Por remuneración adecuada debe entenderse que los precios unitarios de los ítems que
aumentan o disminuyen más allá del 20 %, se incrementen o, en ciertos casos puntuales,
disminuyan, según la diferencia de costos que le hubiera ocasionado al Contratista tal
aumento o disminución, objetivamente justificados mediante informes técnicos.
Ello sin dejar de considerar la distinción que hace este artículo acerca de la aplicación del
nuevo precio ya sea para el caso de obra excedente o reducida. En efecto, se distinguen las
situaciones de aumento o disminución: en el primer caso la aplicación del nuevo precio
corresponderá sobre la cantidad de trabajo que exceda al ítem contractual, y en el segundo, a
la totalidad del ítem reducido.
La búsqueda del precio adecuado de los ítems que aumentan o disminuyen en más del 20 %
implica una actividad mutua de cooperación entre Comitente y Contratista, impuesta por el
deber de las partes de conducirse con lealtad y buena fe en la ejecución del contrato.
En caso de falta de acuerdo entre las partes, la Administración se encuentra facultada para
disponer que la ejecución de los ítems involucrados en la disminución o aumento de su
volumen se realice por administración o por contratación con terceros.
Si la Administración decidiera encomendar las obras a un tercero, deberá observar los
procedimientos previstos por el artículo 9º de la LOP.
De ser procedente el llamado a concurso de precios o licitación pública o privada debe
garantizarse al Contratista originario su participación en los procesos de selección de oferentes
en igualdad de condiciones con los demás.
Principios de buena administración o de correcta gestión administrativa, impiden que la
adjudicación de los trabajos relativos a la modificación sea discernida a favor de una oferta
económicamente más gravosa de la que hubiera resultado de encomendar la ejecución de los
trabajos al Contratista a cargo de la obra en marcha.
Ante la falta de acuerdo sobre los precios de la modificación, y en pos de mantener la
continuidad del Contratista originario, una solución alternativa que podría haberse
incorporado a la LOP sería la de admitir que la obra involucrada en la modificación pudiera ser
ejecutada por aquél bajo la modalidad de coste y costas.
c) supresión total de ítem.
La supresión total del ítem no habilita la instancia negociadora ni correlativamente el derecho
del Contratista a que se fije un nuevo precio unitario de común acuerdo respecto de los ítems
no suprimidos.
Mó interpreta razonablemente que el derecho rescisorio también podrá ser ejercido por el
Contratista en los supuestos de supresiones parciales de ítem, si la parte de obra suprimida
alcanzare al 20 % del valor total de las obras.
El juego armónico de los artículos 38, 53 inc. a) y 54 de la LOP permite concluir que el
legislador ha excluido cualquier tipo de reconocimiento a favor del Contratista en concepto de
indemnización, compensatoria del beneficio que este hubiera podido obtener de haber
ejecutado el ítem suprimido.
De no ejercer el Contratista su derecho rescisorio, los precios de los ítems no suprimidos
permanecen invariables y en punto a la obra suprimida el locador debe atenerse al principio
general sentado por el artículo 30 de la LOP; esto es, no tiene derecho a reclamar ninguna
indemnización por los beneficios que hubiera dejado de percibir por la parte suprimida.
Ello no obsta a que en el caso que justificase haber acopiado o contratado materiales o
equipos para la ejecución de dichas obras, se efectúe el justiprecio del perjuicio que hubiera
sufrido el Contratista por dicha causa, procediendo su certificación y pago.
Art. 39° -
El contratista no tendrá derecho a indemnización por causas de pérdidas, averías o perjuicios
ocasionados por su propia culpa, falta de medios o errores en las operaciones que le sean
imputables. Cuando esas pérdidas, averías o perjuicios provengan de culpa de los empleados
de la administración, o de fuerza mayor o caso fortuito, serán soportados por la
administración pública.
Para los efectos de la aplicación del párrafo anterior se considerarán casos fortuitos o de
fuerza mayor:
Para tener derecho a las indemnizaciones a que se refiere este artículo, el contratista deberá
hacer la reclamación correspondiente dentro de los plazos y en las condiciones que
determinen los pliegos especiales de cada obra.
En caso de que proceda la indemnización, se pagará el perjuicio de acuerdo, en cuanto ello
sea posible, con los precios de contrato.
39.1. Actuación negligente del Contratista. Consecuencias
La obligación del Contratista de obrar con pleno conocimiento de las cosas, dada su condición
de experto en el arte de construir, y su deber de actuar de modo de prever cualquier
eventualidad que pudiese incidir negativamente en el resultado económico del contrato,
determina que deba soportar cualquier perdida, avería o perjuicio que provenga de su
actuación negligente.
Se consagra así el deber del Contratista de asumir las consecuencias perjudiciales derivadas de
su actuación culpable o no diligente y, correlativamente, la prohibición dirigida a la
Administración de otorgar compensaciones que lo dejen indemne en esta hipótesis.
No sería razonable que el Comitente sufriera las consecuencias económicas del error o falta de
previsión o diligencia del Contratista, alterándose de este modo el criterio de asignación de
riesgos propio del contrato de obra pública, hipótesis ésta que no es jurídicamente admisible.
39.1.1. Supuestos que excluyen el derecho del Contratista a ser indemnizado
En la resolución de casos concretos, los precedentes administrativos y jurisprudenciales fueron
precisando el alcance de la actuación del Contratista catalogada como errónea, en lo que
respecta a sus decisiones u operaciones o carencia de medios atribuíble a su responsabilidad,
causante de pérdidas, averías o perjuicios no indemnizables por el Comitente; entre otras :
a) Mayores erogaciones originadas en la falta de previsión del Contratista en oportunidad de
confeccionar su propuesta.
Se siguió análoga línea de interpretación que los precedentes indicados en b) y c) —
descriptos infra- al considerarse aplicable lo previsto en la primera parte del artículo en
comentario, ante una solicitud del Contratista por la que se perseguía el reconocimiento de los
mayores gastos ocasionados por la prolongación del recorrido carretero para el trasporte de
materiales necesarios para la ejecución de la obra, a raíz del estado intransitable de una ruta
nacional. En este caso, la PTN rechazó la petición por las siguientes razones: i) el mal estado de
la ruta era anterior al momento de ofertar y por ende conocido por el Contratista; ii) no existió
intransitabilidad de orden general y absoluta; iii) la actuación diligente imponía la consulta
antes de ofertar sobre el estado de la ruta y iv) "no consta en la documentación acompañada -
correspondiente a la licitación (...)-, ninguna mención suya al tránsito (...) que pudiera merecer
"observaciones" por parte del ente licitante"(15).
b) Error de interpretación de la documentación contractual, en las operaciones o en las
decisiones.
El margen de libertad y autonomía del Contratista, en orden a la interpretación de los
documentos que integran el contrato y en la elección de los medios, operaciones y decisiones
que considere aptas para la ejecución de la obra, tiene como contrapartida, en caso de error,
su asunción de responsabilidad por los perjuicios o pérdidas que ocasione tal proceder
equivocado.
Así lo interpretó la CSJN al rechazar la pretensión de resarcimiento económico por las
erogaciones que debió afrontar el Contratista, consistentes en los mayores gastos de
transporte de equipo y mano de obra, con motivo del cambio de las fuentes de
aprovisionamieno del agua necesaria para la construcción de la obra, originadas en la adopción
de procedimentos erróneos para su obtención, al margen de las recomendaciones insertas en
los pliegos. A juicio del Tribunal es éste un supuesto de error del Contratista en la
interpretación de los documentos del contrato.
c) Pérdidas ocasionadas por atraso en la ejecución de las obras derivado de la actuación
negligente del contratista.
Cuando las pérdidas se originan en una conducta morosa del Contratista, al no cumplir con el
cronograma de obras previsto en el contrato sin causa que lo justifique, resulta improcedente
cualquier reconocimiento a cargo del Comitente.
A propósito de lo expuesto, la CSJN denegó el reclamo del Contratista por la vía del artículo 39
inc. b) de la LOP, por el que pretendía el cobro de los daños y perjuicios sufridos por el atraso
en la ejecución de los trabajos, originados en el desabastecimiento de cemento pórtland.
El rechazo se fundamentó en: i) el conocimiento que tenía el Contratista de la situación de
desabastecimiento, en oportunidad de ofertar y aún antes y ii) el carácter de la actora de
empresa especializada, "...lo cual le otorga un acceso indudable a toda la información referida
al rubro en el cual opera...", por lo que no podía desconocer la evolución del mercado y los
signos de alto riesgo que éste presentaba con anterioridad a la celebración del contrato.
Además de la casuística mencionada, existe también una exclusión legal expresa del derecho a
percibir indemnización con fundamento en el artículo 39 de la LOP, cuando los daños tuvieran
su causa en incumplimientos de las obligaciones laborales del Contratista -artículo 36, in fine,
de la LOP-.
39.2. Asunción del riesgo por la Administración: actos propios y acontecimientos de origen
natural extraordinarios
Sentado el principio de la irresponsabilidad del Comitente por las pérdidas averías o perjuicios
originados en la actuación negligente o impericia del Contratista, la última parte de este
artículo, pone a cargo de aquél las consecuencias perjudiciales derivadas del obrar culposo de
los empleados de la Administración o del acaecimiento de la fuerza mayor o caso fortuito.
Tal como afirma Marienhoff "(L)a generalidad de las legislaciones, con referencia al contrato
administrativo de construcción de obra pública, por razones de acertada política jurídica, pone
a cargo del Estado las consecuencias de los "daños" producidos en la obra por caso fortuito o
fuerza mayor".
La asunción de este riesgo a cargo del Comitente en virtud de un imperativo legal, fue
justificado por distintas razones: i) el carácter tuitivo de la legislación de obras públicas de la
capacidad productiva del Contratista; ii) la necesidad de preservar el capital de trabajo de las
empresas; iii) el mantenimiento del equilibrio financiero del contrato; iv) evitar el
encarecimiento de la contratación; v) la fisonomía propia del contrato de obra pública que
excluye el matiz de la aleatoriedad y vi) la promoción de la concurrencia de interesados a los
procesos licitarios.
Sin perjuicio de reconocerse que el Comitente asume el riesgo por las consecuencias derivadas
del acaecimiento de los supuestos contemplados en el artículo en comentario, la procedencia
del reconocimiento y pago de la pertinente indemnización, siempre estará supeditada a la
producción de la prueba relativa al daño y demostración concreta del perjuicio.
Tanto la doctrina de la CSJN como de la PTN coinciden en que la asunción del riesgo por parte
del Comitente por las consecuencias perjudiciales del caso fortuito y fuerza mayor, y la
extensión de este instituto a los supuestos mencionados en el inc. a) del artículo en análisis -
actos propios de la administración no previstos en el pliego-, constituye un régimen especial o
de excepción que, dado dicho carácter, merece una interpretación restrictiva.
Según la mencionada doctrina, se justifica la interpretación restrictiva por cuanto la pauta
indemnizatoria que impone el artículo 39 de la LOP, supone una relevante excepción a la regla
que rige en materia de locación de obra privada, toda vez que, de conformidad con los
principios establecidos por el Código Civil en materia de obligaciones, la fuerza mayor que
impide absolutamente el cumplimiento de la obligación sólo exonera de responsabilidad al
deudor, quedando exento el acreedor de cualquier indemnización.
Mas allá de ser este un criterio de interpretación reiterado por la doctrina y la jurisprudencia,
la apelación que se efectúa al carácter de norma de excepción de las disposiciones pertinentes
del Código Civil, prescinde de considerar que la regulación del contrato de obra pública no
supone un régimen de excepción al de la locación de obra privada, ni integra la disciplina a que
esta regulación pertenece, que es el derecho privado.
Como se verá infra -punto 39.5.3.- con base en otras pautas interpretativas, se admitió la
procedencia de la indemnización a favor del Contratista ante supuestos que no resultan
subsumibles en los mencionados incisos a) y b) de este artículo.
39.4. Concepto de pérdida, avería o perjuicio
El concepto de "pérdida o avería" no sólo se refiere a los daños causados a la obra física en sí,
sino además, a los materiales acopiados.
Con respecto al vocablo "perjuicio" empleado por el legislador, y dado que el artículo en
comentario no circunscribe el derecho indemnizatorio a los daños físicos causados únicamente
a la obra física, se podría interpretar, salvo pacto en contrario, que el término "perjuicio"
engloba a todos aquellos daños sufridos por el Contratista que puedan afectar los medios de
producción destinados directamente a la realización de las obras, emplazados en el lugar de
ejecución de los trabajos y directamente afectados a la obra en ejecución, entre los que se
encuentran los equipos, herramientas, instalaciones y obrador.
La precedente interpretación se compatibiliza con los fines que tuvo en cuenta el legislador
identificados en el numeral 39.2., para incluir dentro del riesgo del Comitente a los daños y
perjuicios que pudiera sufrir el Contratista derivados de la fuerza mayor o actos propios de la
Administración.
39.5. Distintos supuestos que hacen procedente el pago de indemnizaciones a favor del
Contratista
Durante la ejecución de los trabajos pueden observarse conductas negligentes ya sea por
acción u omisión del propio Comitente o del inspector que tiene a su cargo la supervisión de
las obras —v.gr. indefinición de la Administración sobre aspectos técnicos de la obra en
marcha; omisión del Comitente de ejecutar trabajos que permiten la concreción de las obras
contratadas; ausencias reiteradas del inspector que imposibiliten la medición de las obras en
tiempo oportuno; omisión de respuesta a las notas de pedido de la empresa e imposibilidad
consiguiente de dar solución inmediata a problemas de obra que requieren la conformidad del
inspector; omisión injustificada en suscribir fojas de medición de una porción de obra que será
cubierta en un etapa posterior, etc.- .
Las conductas descriptas más arriba, sólo imputables al Comitente, funcionario público o en su
caso al locador de obra intelectual delegado del Comitente en las obras —inspección y/o
dirección contratada-, además de implicar una vulneración al deber de cooperación del
Comitente hacia el Contratista, pueden provocarle a éste -según los casos- perjuicios
indemnizables al amparo del artículo 39 de la LOP.
39.5.2. Los supuestos indemnizables previstos por el artículo 39 de la LOP, en sus incisos a) y b)
Obsérvese que, de las hipótesis referidas por los incs. a) y b) como caso fortuito o fuerza
mayor, uno tiene su causa en la propia actuación de la Administración — hechos propios del
Comitente no previstos en los pliegos de la licitación o actos del Poder Público-, y el otro en
circunstancias o eventos exógenos a la voluntad de las partes contratantes y de la
Administración —acontecimientos de origen natural y extraordinario-.
Al apreciar esta particularidad, Marienhoff expresa que "...con relación al contrato de
construcción de obra pública, la ley nº 13.064, para ciertas situaciones le atribuye a la "fuerza
mayor" un concepto específico distinto al de la legislación general y al de la doctrina".
Ambos supuestos se presentan para el Contratista con los caracteres de irresistibilidad e
imprevisibilidad.
El alcance de esta disposición involucra tanto a hechos, actos o comportamientos directos del
Comitente, como a los hechos, conductas o actos de alcance particular o general normativos o
no normativos de órganos administrativos, que impongan al Contratista obligaciones o cargas
de naturaleza extracontractual.
En efecto, del contenido de dichos actos o conductas por lo general se deriva una alteración,
modificación total o parcial o supresión del marco obligacional acordado originariamente entre
las partes, que encarece los trabajos del Contratista distorsionando el equilibrio de las
prestaciones acordadas en su origen.
Los actos "de la Administración" a que se refiere este inciso pueden provenir del propio
Comitente —comportamiento directo- o de otro órgano perteneciente a la administración
nacional, provincial o municipal —comportamiento indirecto-, sin perjuicio que en todos los
casos debe acreditarse el nexo de causalidad directo entre el comportamiento señalado y los
daños que se reclaman.
39.5.3. Supuestos en los que la pérdida o perjuicio del Contratista no proviene del
acaecimiento de las conductas o hechos mencionados por los incs. a) y b) del artículo 39.
Se trata de acontecimientos no aprehendidos por los incs. a) y b) del artículo 39 y que, de
producirse, poseen efectos análogos a los originados en el caso fortuito o fuerza mayor según
la definición de la LOP.
Al configurarse un tipo no previsto expresamente en los incs. a) y b) de este artículo, cabe
preguntarse si nace igualmente un derecho a la reparación del perjuicio a favor del Contratista.
Ante las mencionadas hipótesis, la doctrina de la PTN entendió que correspondía el
resarcimiento al amparo de los principios generales del derecho común en la materia y normas
pertinentes del Código Civil, en lo atinente a la conceptualización del caso fortuito o fuerza
mayor.
Así se concluyó ante el reclamo interpuesto por el Contratista por los daños ocasionados a
obras en construcción con motivo de un hecho que se atribuyera a un atentado terrorista, por
el que se destruyó parte de la obra física en construcción.
Con la misma orientación se interpretó que las especificaciones del artículo 39 de la LOP, no
implican una limitación a los supuestos comprendidos en el concepto de fuerza mayor tanto
por la legislación general como por la doctrina, considerándose procedente el resarcimiento al
Contratista por perjuicios provocados por un incendio de un encofrado producido por terceros.
Sin necesidad de acudir a la aplicación de principios y normas del derecho común, el hecho
dañoso del tercero que no alcanza a configurar un supuesto estricto de fuerza mayor estaría
implícitamente incluído en la primera parte del párrafo primero del artículo 39, que
interpretado a contrario sensu, establece que el Contratista tiene derecho a ser indemnizado
por casos de pérdidas, averías o perjuicios ocasionados a la obra, cuando de su parte no medie
culpa, falta de medios o errores en las operaciones que les sean imputables.
Vale decir, en la hipótesis prevista en la primera parte del párrafo primero del artículo 39 no
entraría en juego el concepto de caso fortuito o fuerza mayor.
39.7. Prueba
La reparación que contempla este artículo posee carácter indemnizatorio de los perjuicios
efectivamente sufridos por el Contratista con causa en los supuestos contemplados en su
primer párrafo, última parte, e incisos a) y b).
En doctrina se reconoce que la reparación debe cubrir integralmente los perjuicios
ocasionados.
Al distinguir el alcance de la indemnización que puede percibir el Contratista, según el caso, la
PTN ha señalado la diferencia existente entre la "...reparación integral resultante de los
artículos 34 y 39 de la ley nº 13.064..." y la tasada, en base a porcentajes preestablecidos en la
reglamentación respectiva vigente en oportunidad de celebrarse el contrato, reconociendo
que el Contratista podía optar por una u otra.
No obstante, con posterioridad el Órgano Asesor, al pronunciarse en lo atinente al lucro
cesante, consideró improcedente su admisión, por aplicación analógica de los artículos 53 inc.
d) y 54 inc. f) de la LOP que, al contemplar la rescisión del contrato por fuerza mayor, excluyen
de los conceptos indemnizatorios al lucro cesante.
Adviértase que el supuesto de rescisión del artículo 53 inc. d) —rescisión por caso fortuito o
fuerza mayor-, no guarda similitud fáctica con los supuestos indemnizatorios que prevé el
artículo 39, en una cuestión trascendental para la Administración como lo es la continuidad de
la obra.
En efecto, en los casos del artículo 39 no hay ruptura del vínculo, por lo que el Contratista no
ha resignado unilateralmente el cumplimiento de sus obligaciones y es razonable que, en
beneficio del interés público comprometido en la concreción del resultado y de la
intangibilidad de la ecuación- económico financiera y obligacional del contrato en marcha,
perciba una reparación integral.
Por otra parte, el propio texto del artículo 54 inc. f) acredita que cuando el legislador ha
querido limitar la reparación, así lo ha establecido expresamente en la norma.
Tal limitación de la responsabilidad del Comitente por los perjuicios derivados por culpa de los
empleados de la administración o por casos fortuitos o fuerza mayor, no se encuentra prevista
en el artículo 39.
No debe perderse de vista que además de los supuestos de origen natural y extraordinario, el
artículo prevé otras causales que no son exógenas a la voluntad de la Administración. Por el
contrario, provienen de su propio actuar, a veces, en contradicción con sus propios actos
anteriores y deliberados, circunstancia ésta que justifica también la reparación integral.
La reparación íntegra significará, entonces, restituir al Contratista a las mismas condiciones en
que estaba previo al acaecimiento de los supuestos fácticos previstos en la norma.
CAPÍTULO VI
DE LA RECEPCIÓN DE LAS OBRAS
Art 40° -
Las obras podrán recibirse parcial o totalmente, conforme con lo establecido en el contrato;
pero la recepción parcial también podrá hacerse, cuando se considere conveniente, por
autoridad competente.
La recepción total o parcial tendrá carácter provisional hasta tanto se haya cumplido el plazo
de garantía que se hubiese fijado.
40.1. Recepción
Si la comprobación del replanteo es el acto inicial por el que las partes verifican in situ la
viabilidad del proyecto y condiciones fácticas de realización de la obra, su recepción importa el
acto final mediante el cual Comitente comprueba in situ que la obra fue realizada en un todo
de acuerdo con el diseño.
Con la recepción provisional de la obra se inicia el proceso de extinción del contrato que, por
no ser instantáneo, requiere el tránsito y preclusión de etapas sucesivas, posteriores a aquélla
recepción provisoria: a) período de garantía; b) recepción definitiva y c) liquidación final de
cierre de cuentas, pago del saldo del precio de la locación de obra y devolución de garantías,
de corresponder.
La recepción provisional sin reservas de ninguna naturaleza, a la vez que exime al Contratista
de seguir ejecutando obras, lo libera de los vicios aparentes que pudiera presentar el opus, no
pudiéndosele oponer a posteriori la disconformidad con los trabajos respecto de lo
contratado.
Se define a los vicios aparentes como aquellos "...de fácil comprobación de carácter visible
externamente que pueden apreciarse a simple vista o mediando la diligencia ordinaria o
razonable de un profano..." o los "... vicios visibles o externos que se descubren a simple vista
o mediante el empleo de una diligencia corriente...".
La recepción provisional no purga los vicios ocultos que pudieran manifestarse durante el
período de garantía, ya sean estos graves o no, o cualquier otro tipo de vicio —aún los
aparentes— que ulteriormente pudieran provocar la ruina total o parcial de la obra, según el
régimen de responsabilidad establecido por el artículo 1646 del Código Civil.
40.5.4. Multas por demora y premios por terminación anticipada
Art. 41° —
La recepción definitiva se llevará a efecto tan pronto expire el plazo de la garantía que se
hubiese fijado en el contrato, siendo durante este plazo, el contratista responsable de la
conservación y reparación de las obras, salvo los defectos resultantes del uso indebido de las
mismas.
41.1. Plazo de garantía
Durante el plazo de garantía el Comitente comprueba el comportamiento y funcionalidad de la
obra ya sometida al uso de la propia Administración o de la comunidad.
En el transcurso de este plazo se concreta la reparación de las fallas detectadas por el
Comitente en oportunidad de operarse la recepción provisional -vicios aparentes- o de las que
se manifiesten durante el período de garantía que permanecían ocultas al momento de la
recepción provisional —vicios ocultos-.
Fenecido dicho plazo, se persigue la recepción definitiva de una obra perfecta, vale decir,
carente de vicio o defecto.
41.2. Obligaciones del Contratista durante el período de garantía
A partir de la recepción provisional comienza el período de garantía de buena ejecución,
siendo el Contratista responsable, durante este período, de mantener y conservar las obras
construidas y reparar todos los daños, deterioros y averías que pudiera sufrir la obra, total o
parcialmente, sean éstos originados por la deficiente ejecución de las obras, por mala calidad
de los materiales, por cualquier otra causa imputable al Contratista o por el uso normal de
ellas.
La conservación de las obras durante el período de garantía debe ser continua y eficaz a juicio
del Comitente, de modo que éstas mantengan las condiciones, atributos y características que
tenían en el momento en que fueron recibidas provisionalmente.
Las obras de conservación durante este período deben considerarse como parte integral de la
encomienda, y es por ello que no corresponde reconocer compensaciones adicionales al
Contratista.
Obsérvese que los trabajos de reparación están mayormente vinculados a la existencia de
vicios constructivos que originan fallas o defectos —v.gr. rugosidades, ondulaciones, pérdidas
de compactación, etc.-, que en ciertos casos requieren incluso la ejecución de tareas de
modificación, corrección, remoción o demolición de lo construido y reconstrucción a cargo del
Contratista.
El transcurso del plazo de garantía, cuya extensión dependerá de la naturaleza, magnitud y
complejidad de la obra, quedará ampliado si una parte cualquiera de la obra tuviera que ser
reconstruida, modificada o sustituida, en razón de vicios de construcción u otras causas.
De advertirse fallas, vicios o imperfecciones, es razonable interpretar que el plazo de garantía
ha de ser interrumpido hasta tanto se subsanen las deficiencias. Caso contrario se reduciría el
lapso durante el cual el Comitente tiene derecho a verificar si las obras se encuentran en
condiciones de ser recibidas definitivamente.
Si las averías que se manifiestan durante el período de garantía provinieran del mal uso de la
obra por terceros —v.gr.: deterioro de banquinas por circulación de tránsito pesado sobre
ellas, deterioros en caminos por circulación de transporte de carga excedido de peso, etc.— el
Contratista no debe responder.
Igual solución corresponde si los deterioros se originan en la conducta irregular o no diligente
de la propia Administración -v.gr. autorizaciones irregulares de transportes excepcionales o
daños derivados de la falta de diligencia en la operación o gerenciamiento técnico de la obra
usufructuada por la Administración-.
Durante el plazo de garantía el Comitente conserva su poder sancionatorio, estando facultado
para aplicar las multas previstas en el contrato y ordenar la ejecución de las tareas de
conservación y/o reparación por sí o por terceros, con cargo al Contratista; e incluso rescindir
el contrato por culpa del empresario.
Fenecido el plazo de garantía y previa comprobación de que el Contratista ha cumplido con las
obligaciones que asumiera durante este plazo, el Comitente debe proceder a la recepción
definitiva de la obra.
Tal como lo expresara la PTN, la recepción definitiva sólo pone "...término a las obligaciones
técnicas del contratista relacionadas con el estado y calidad de la obra..." y constituye el
"...acto jurídico que extingue la obligación de resultado asumida por el contratista [ejecución
del opus], a excepción de la responsabilidad establecida por el art. 1646 del Código Civil...".
Sin embargo la relación jurídico sustancial formalizada entre Comitente y Contratista no se
extingue, con la concreción de la recepción definitiva. Dicha extinción queda sujeta a un
proceso concomitante o ulterior de liquidación final o cierre de cuentas, cancelación total del
precio de la locación de obra y liberación de garantías.
La recepción definitiva es un acto formal, positivo y de carácter instrumental que exterioriza la
conformidad del Comitente con las obras y que se concreta con la confección de la respectiva
acta suscripta entre el representante técnico del Contratista y el inspector de la obra.
Ahora bien, así como puede verificarse una recepción provisional tácita, la definitiva tiene el
mismo carácter cuando, transcurrido el plazo de garantía sin observaciones de ninguna
naturaleza, el Comitente o en su caso la comunidad, previa habilitación, permanecen en el uso
y goce de las obras.
Bajo la óptica del Comitente, la recepción expresa resulta indispensable si se pretende dar
mayor seguridad jurídica, en especial, sobre los aspectos que hacen a la eventual ejecución de
las garantías.
Por su parte, el Contratista se verá beneficiado con la certeza que da la recepción definitiva
expresa, especialmente en lo atinente a: i) la exoneración de su responsabilidad por los vicios
ocultos que no acarrean ruina parcial o total de la obra; ii) el inicio del plazo de prescripción de
diez años previsto por el artículo 1646 del Código Civil y iii) el derecho del Contratista a la
restitución de las garantías y fondo de reparos; así es que de esta manera se aventan
incertidumbres sobre la cancelación y procedencia de la devolución de las garantías, esto
último, según lo previsto por el artículo 44 de la LOP.
Va de suyo que a partir de la recepción definitiva expresa se neutraliza, sin margen de duda
alguna, cualquier pretensión del Comitente dirigida a prolongar sine die la responsabilidad del
Contratista.
La recepción definitiva sin reservas de ninguna naturaleza, a la vez que exime al Contratista de
seguir conservando las obras, lo libera de los vicios ocultos que pudiera presentar el opus,
salvo los supuestos de responsabilidad por ruina total o parcial originada en la presencia de
vicios aparentes u ocultos, conforme la aplicación del artículo 1646 del Código Civil.
Se han definido los vicios ocultos como "...aquellos que no se evidencian a simple vista
aplicando una diligencia razonable, no pueden ser apreciados por una persona con
conocimientos "estándar". Por vicios ocultos se entienden aquellos que aún con una revisión
cuidadosa y atenta no son perceptibles. No es necesario que sean graves ni que hagan la cosa
impropia para su destino, como en el caso de los vicios redhibitorios de la compraventa".
41.4.4. Liberación de la fianza y restitución del fondo de reparos
Otra de las consecuencias derivadas de la recepción definitiva es la liberación o cancelación de
fianzas o garantías de fiel cumplimiento del contrato y devolución del fondo de reparos.
Sobre esta cuestión ver comentario al artículo 44.
41.5. Responsabilidad por ruina total o parcial de la obra. Régimen del artículo 1646 del Código
Civil
La LOP no regula expresamente la responsabilidad del Contratista, director de obra y autor del
proyecto por ruina total o parcial de la obra por vicios de proyecto, construcción, suelo o mala
calidad de los materiales.
No obstante esta falta de regulación, en los supuestos de ejecución de edificios u obras
destinados a larga duración, la doctrina, la PTN y la jurisprudencia, de manera mayoritaria, se
inclinan por la aplicación del artículo 1646 del Código Civil al contrato de obra pública, aún en
los supuestos en que este régimen de responsabilidad por ruina no estuviese previsto en el
pliego o pactado expresamente entre Comitente y Contratista.
Ello con las modulaciones propias que se derivan del régimen especial para la locación de obra
pública previsto por la LOP, que emergen sustancialmente de lo prescripto por sus artículos 4º,
26 y 39.
41.5.1 El concepto de ruina
Por ruina total o parcial se ha entendido "...la pérdida de solidez o estabilidad de la obra, tanto
que la alcance de una manera completa o bien a partes trascendentes de la misma" o "...la
hipótesis obvia de la destrucción parcial o total de la cosa ya producida..." o "...la hipótesis de
grave daño de la obra que si bien no signifique su destrucción actual, implique una
degradación que compromete su conservación o provoca su destrucción gradual, generando la
imposibilidad de un aprovechamiento racional de la cosa o que haga necesario realizar
trabajos costosos para reacondicionarla".
En algunos antecedentes jurisprudenciales se interpretó que la palabra "ruina" no está tomada
por el artículo 1646 en su significado absoluto de destrucción, sino que se la emplea
figuradamente también para significar grave daño de las cosas.
No son ajenas al concepto de ruina situaciones en las que se verifica una destrucción paulatina,
o el peligro inmediato que no deje lugar a dudas que el colapso, destrucción o caída
indefectiblemente se producirá, o la presencia de defectos que tornan a la obra construida no
apta para su fin, o de graves deficiencias que afectan su vida útil o solidez o conspiran contra
su aprovechamiento racional.
Art. 42° -
En los casos de recepciones parciales definitivas, el contratista tendrá derecho a que se le
devuelva o libere la parte proporcional de la fianza y de la garantía para reparo, con arreglo
a lo dispuesto en los arts. 20, 44 y 46.
42.1. Recepciones parciales definitivas: restitución proporcional de garantías
Se ha visto en el comentario al artículo 40 que la recepción provisional parcial se justifica ante
la necesidad de habilitar las obras al uso de la Administración o comunidad en general, o
cuando aquélla resulta una consecuencia natural del sistema de contratación empleado -
unidad de medida-, o por la propia autonomía o independencia funcional de las distintas
porciones de obra construidas.
Concluido el período de garantía, que comienza a correr con la recepción provisional parcial, el
Comitente deberá recibir parcial y definitivamente la porción de obra ejecutada, valiendo para
este supuesto similares consideraciones y consecuencias que las explicitadas al comentarse el
artículo 41.
En efecto, con la recepción parcial definitiva nace el derecho del Contratista a solicitar la
liberación proporcional de las garantías y del fondo de reparos.
El ejercicio de este derecho se halla plenamente justificado si se admite que, luego de la
recepción parcial definitiva, no queda obligación pendiente a cargo del Contratista relacionada
con la construcción de la porción de obra sujeta a esta recepción.
En cuanto a los requisitos para que se opere la liberación parcial de las garantías, que tal como
está concebida por el legislador no es automática, se mantienen los condicionamientos
previstos por el artículo 44 y los que surjan de los pliegos según lo prevé el artículo 46 de la
LOP.
Es razonable que el criterio de reducción o devolución proporcional esté vinculado al factor
inversión en obra y que las garantías disminuyan tomándose en cuenta el porcentaje del
monto contractual ejecutado. Este mismo criterio es el que utiliza el Comitente cuando retiene
un porcentaje del monto de cada certificado para reparos.
Art. 43° -
Si las obras no estuviesen ejecutadas con arreglo a las condiciones del contrato, se podrá
suspender la recepción provisional hasta que se halle en ese estado, sin perjuicio de la
aplicación de los arts. 35 y 50 si correspondiera.
43.1. Suspensión de la recepción provisional
Este artículo consagra la facultad del Comitente de suspender la recepción de las obras que no
estén en condición de recibo.
La cuestión relacionada con la suspensión de la recepción provisional de las obras nos lleva
necesariamente al análisis de las reglas de juego aplicables al proceso de aceptación de lo
construido.
43.2. Pautas para la procedencia de la recepción
Con particular referencia al acto de la recepción, Rafael Juristo Sanchez destaca el concepto de
"objetividad de la recepción", señalando que "(L)a Administración tiene prefijado un criterio
objetivo e inalterable para aceptar la obra, pues ésta debe ejecutarse "con estricta sujeción a
las cláusulas estipuladas en el contrato y al proyecto que sirve de base al mismo".
Por su parte, De Solas Rafecas hace referencia al concepto de "exactitud" -que no es
perfección- en el cumplimiento de la obligación de resultado, como único requisito objetivo de
la recepción, descomponiendo este concepto en dos subconceptos -identidad e integridad— e
incluso en tres — indivisibilidad-.
Si bajo dichas pautas que eliminan todo matiz subjetivo, a juicio exclusivo del Comitente, los
trabajos presentaran fallas importantes, o un número considerable de defectos menores que
puedan dificultar el uso normal de la obra o menoscabar su aptitud, ésta debe considerarse
como no terminada por lo que corresponde postergar la recepción provisional hasta que todas
las imperfecciones estén corregidas, fijándose un plazo al efecto vencido el cual se procederá a
una nueva verificación.
No obstante, la CSJN admitió la posibilidad de recibir obras provisionalmente pese a existir
trabajos de envergadura pendientes de ejecución, al interpretar que lo dispuesto por el
artículo 43 —suspensión de la recepción decidida por el Comitente- es una disposición de
carácter facultativo y no obligatorio, por lo que los trabajos podrían ser recibidos
provisionalmente pese a su imperfección, bajo el compromiso del Contratista de subsanar los
defectos en el período de garantía.
En cuanto a la oportunidad, la facultad de Comitente de no recibir las obras que el Contratista
pretende terminadas podrá ser ejercida antes de comenzar los procedimientos de recepción
de las obras, o bien durante las comprobaciones efectuadas con el propósito de recibirlas.
En el primer caso, el Comitente tendrá que comunicar al Contratista su decisión fundada de no
iniciar la recepción, y en el segundo, siendo la recepción un procedimiento bilateral o
contradictorio, se deberá levantar el acta respectiva suscripta por el inspector y el
representante técnico del Contratista, mediante la cual se acrediten las causas que impiden
llevar adelante la recepción.
El artículo en comentario, in fine, deja a salvo el derecho del Comitente a aplicar las multas que
correspondan, y en su caso, declarar rescindido el contrato cuando las obras no estén en
condición de recibo.
En ese marco pueden distinguirse las siguientes situaciones fácticas:
a) que se prorrogue la fecha de recepción provisional hasta que las obras estén en condición
de recibo, fijándose plazo al efecto, y se apliquen, de corresponder, las multas contractuales
conforme lo prevé el artículo 35 de la LOP;
b) que ante la gravedad de las imperfecciones, la Administración disponga directamente la
rescisión del contrato, según lo dispuesto por el artículo 50 inciso a) de la LOP;
c) que en el plazo que se le fijara al Contratista en oportunidad de suspenderse la recepción
provisional, éste no subsane los defectos de la obra. En este supuesto el Comitente estará
facultado para declarar la rescisión del contrato por culpa de aquél, en los términos del
artículo 50 incisos a) y e) de la LOP;
d) que el Contratista subsane parcialmente las imperfecciones de la obra, en cuyo caso la
Administración podrá recibir provisoria y parcialmente la porción de obra que está en
condición de recibo y disponer, por la obra faltante, la rescisión parcial del contrato por culpa
del Contratista conforme el artículo 50 incisos a) y e) de la LOP; y
Se ha interpretado que de la suspensión de la recepción provisional, no se deriva fatalmente la
caducidad del derecho del Contratista a la concesión de la prórroga del plazo contractual por
causas justificadas y consiguiente neutralización de las sanciones que se prevén en el artículo
35 de la LOP.
Por el deber de cooperación con su cocontratante, le incumbe al Comitente posibilitar en un
todo el cumplimiento de la obligación del Contratista de entregar las obras concluídas.
43.4. Negativa injustificada del Comitente a recibir las obras
Ante la negativa injustificada del Comitente a recibir las obras, el Contratista posee todos los
medios jurídicos-procesales a su alcance para obligar a la Administración a recepcionarlas bajo
reglas objetivas en cuanto a la apreciación de la bondad de la misma.
Art. 44° -
No se cancelará la fianza al contratista hasta que no se apruebe la recepción definitiva y
justifique haber satisfecho la indemnización de los daños y perjuicios que corran por su
cuenta.
44.1. Requisitos para la liberación de garantía de contrato
La fianza a la que se refiere este artículo abarca dos tipos de garantía, la de fiel cumplimiento
del contrato prevista por el artículo 21 de la LOP y el fondo de reparos constituido por una
retención generalmente de un porcentaje del 5% al 10% , aplicado sobre el monto de cada
certificado de obra.
Según el propio texto del artículo en comentario, la devolución de estas garantías debe
concretarse una vez que se apruebe la recepción definitiva y siempre que, de corresponder, el
Contratista haya satisfecho los daños y perjuicios que corran por su cuenta.
Ello, sin perjuicio de la regulación especial existente en la LOP para los casos de recepciones
parciales definitivas —artículo 42 de la LOP- o de liberación de garantías correspondientes a las
liquidaciones parciales de los trabajos, según lo previsto por el artículo 46 de la LOP.
Tal liberación se justifica en la medida en que, con la recepción definitiva sin observaciones y el
pago de los eventuales daños y perjuicios, no quedan obligaciones pendientes de
cumplimiento a cargo del Contratista.
En lo que respecta a la exigencia de aprobación de la recepción definitiva por instancias
superiores, podría interpretarse que la devolución de las garantías y fondo de reparos no se
concrete hasta que se apruebe la recepción definitiva por la autoridad competente, o que
dicha devolución se habilite con la misma recepción definitiva otorgada por la inspección, sin
necesidad de la existencia de actos posteriores de aprobación de aquella.
Esta última es la interpretación dada por la PTN al artículo en comentario, al expresar que
"...no resulta obstáculo para la indemnización reclamada el hecho de que la recepción
definitiva estuviera pendiente de aprobación". En efecto, el artículo 44 de la LOP "...se ha
referido a la necesidad de que las obras sean recibidas de conformidad, con aprobación de los
inspectores actuantes, y no a una aprobación ulterior por otra autoridad que no se determina
y que podría ser prestada con cualquier dilación".
En cuanto a las consecuencias de la mora del Comitente en la devolución de la garantía,
corresponde distinguir si se trata de la restitución del fondo de reparos o de la garantía de fiel
cumplimiento del contrato.
La restitución en mora del fondo de reparos es analizada en el comentario al artículo 46.
Si se configurara la mora del Comitente en la devolución de la garantía de fiel cumplimiento
del contrato, le corresponde al Contratista percibir una indemnización en los términos del
artículo 39 de la LOP, ya sea que esa garantía se hubiese constituido con un depósito en dinero
o con títulos o seguro de caución u otro tipo de fianza.
CAPÍTULO VII
DE LOS PAGOS DE LAS OBRAS
Art. 45° -
Las condiciones de pago se establecerán también en los pliegos de condiciones generales y
en los particulares para cada obra.
45.1. Precio del contrato
45.2. Régimen de estabilización del precio vigente con anterioridad a la vigencia de la ley de
convertibilidad. El sistema instituido por la ley 12.910 de variaciones de costos
Entre las principales características del régimen de redeterminación que se aprobara por
Decreto Nº 1312/93 pueden mencionarse las siguientes:
a) el concepto "redeterminación" alude a la reexpresión del precio del contrato en marcha a
una fecha determinada, respecto de la porción de obra pendiente de ejecución;
b) este régimen de redeterminación poseía carácter facultativo. Era el Contratista quien debía
solicitar su aplicación;
c) se tornaba operativo cuando el costo de los factores principales enumerados taxativamente
en el artículo 4º del Decreto —materiales, costo de mano de obra y amortización y reparación
de equipos-, reflejaran una variación promedio superior al 10%;
d) consagró el principio del precio fijo e inamovible para los contratos cuyo plazo de ejecución
no superara el año;
e) con relación a los supuestos en que los plazos de ejecución superaran el año, se mantuvo el
precio fijo e inamovible por dicho período. Los precios redeterminados se aplicaron sobre las
obras que debían ejecutarse con posterioridad al fin del período en que los precios fueran fijos
e inamovibles;
f) en caso de mora o atraso por causas exclusivamente imputables al contratista, no
correspondía la redeterminación del precio durante el período de mora; y
g) el reconocimiento era parcial puesto que se aplicaba sobre el 80% del precio cotizado,
quedando excluidos de redeterminación los rubros costo financiero, combustibles, lubricantes,
transporte, gastos generales directos e indirectos y beneficio. El eventual incremento de estos
insumos permanecía a exclusivo costo y riesgo del Contratista.
En síntesis, mediante el régimen instituido por el Decreto Nº 1312/93 la Administración se
reservó una proporción -20% del precio cotizado- y un lapso -un año-, respecto de los cuales
no se reconoció el derecho a la adecuación o reexpresión del precio del contrato.
Si durante la ejecución de la obra se verificaban incrementos ordinarios y previsibles en los
rubros excluidos o período exento de redeterminación, ello era parte del riesgo empresario y
su no revisión representó, en principio, una garantía de menor erogación para la
Administración.
El sistema así concebido trasladaba al empresario el riesgo económico derivado de las
oscilaciones ordinarias y previsibles de precios ocurridas durante el período exento de
rederminación o referidas a los ítems no redeterminables que, según la concepción del citado
decreto, debía absorberlas el Contratista.
Por último cabe consignar que el Decreto Nº 1312/93, transcurrida casi una década de su
vigencia, fue considerado por la PTN violatorio de la ley de emergencia 25.561, al interpretarse
que ésta mantuvo la prohibición indexatoria establecida por la ley de Convertibilidad en su
artículo 8º.
La medición constituye una actividad previa a la emisión del certificado que se realiza sobre
todas aquellas obras ejecutadas de conformidad con las exigencias del contrato y respecto de
los materiales acopiados que reciban pago.
Esta actividad de medición requiere la presencia del supervisor o inspector en representación
del Comitente y del representante técnico del Contratista que, mediante un procedimiento de
verificación o comprobación técnica in situ, mensuran y califican la porción de obra realizada -
medición parcial — o de la totalidad de ésta, suscribiéndose el acta de medición.
Respecto del alcance de las mediciones, éstas pueden calificárselas como parciales o finales,
provisorias o definitivas.
Las mediciones que se llevan a cabo mensualmente con referencia a trabajos ejecutados el
mes anterior al de la medición, son las denominadas mediciones parciales y provisorias,
sujetas a rectificación en oportunidad de la medición final y definitiva.
Debe preverse en los pliegos el derecho del Contratista a formular observaciones,
disconformidades o reservas que le merezca el procedimiento de medición y sus resultados, y
plazos dentro de los cuales deba efectuar las reclamaciones pertinentes.
Es de práctica que los pliegos establezcan que la inasistencia del Contratista al acto de
medición, o la ausencia de reserva o disconformidad con el acto, o la no presentación del
reclamo dentro de los plazos de caducidad previstos en el pliego, impiden reclamaciones
ulteriores, al tenérselo por conforme con la mensura.
Si bien las referidas exigencias no se compatibilizarían con el carácter no definitivo de las
mediciones parciales y provisionales, podría ser controvertido el derecho del Contratista a la
reapertura de la medición, si se ha pactado expresamente en el contrato que la ausencia de
reservas o disconformidades asentada en la foja de medición impide cualquier
cuestionamiento posterior.
Es claro que la preclusión del derecho del Contratista a disconformar u observar los resultados
de la medición, sólo se encuentra justificada respecto de obras cubiertas o trabajos cuyas
medidas, volúmenes, características, etc., puedan alterarse con el transcurso del tiempo por
uso o por otras causas y cuya medición resulte, por estos motivos, dificultosa o imposible de
verificar en oportunidad de la medición final y definitiva.
Aún en los supuestos de fijación de plazos de caducidad, ello no obsta a que, dado el carácter
provisorio de las mediciones, en oportunidad de practicarse la medición final y definitiva y de
resultar ello materialmente posible, el Comitente subsane de oficio las diferencias o errores
habidos en las mediciones parciales y provisorias, más allá de la existencia o no de
disconformidades u observaciones del Contratista.
45.5.3. El certificado de obra: concepto y naturaleza jurídica
Ni el concepto de certificado, ni los requisitos y modalidades de su emisión, son objeto de
regulación expresa en la LOP, que sólo refiere a que la cuestión relacionada con la modalidad
de pago se regule en los pliegos.
Coinciden Mó, Bezzi y Dromi en conceptualizar al certificado como un "...instrumento
fehaciente con el cual se acredita que el contratista ha realizado un determinado monto de
obra, cuya existencia la Administración ha verificado y mensurado" y en que dicho certificado,
además, acredita el monto del crédito del Contratista por la porción de obra realizada.
Barra define al certificado de obra expresando que "...es una declaración de la Administración
comitente, referida a una relación de derecho público —contrato de obra pública-, destinada a
reconocer un crédito a favor del contratista".
Por su parte, la PTN admite la calificación efectuada por la doctrina y la jurisprudencia de los
certificados de obra pública como "...documentos que, al hacer constar los trabajos realizados
durante un período de tiempo determinado, posibilitan el cobro de pagos parciales y a cuenta,
sujetos al ajuste que resulte de la liquidación final". También se lo ha definido como "...aquél
que permite dimensionar el cumplimiento del contratista respecto del plan de trabajos
oportunamente aprobado por la comitente...".
Puede señalarse que el certificado es el instrumento que expresa el resultado de la medición,
previamente practicada según contrato con intervención de las partes, y que refleja física y
económicamente la porción de obra ejecutada y medida.
La certificación importa el reconocimiento de la existencia de un crédito a favor del
Contratista, salvo puntuales supuestos en los que por aplicación de penalidades, cargos o
compensaciones con saldo favorable al Comitente, arrojara un valor negativo.
La doctrina coincide en afirmar que el certificado de obra no es un medio u orden de pago y,
consecuentemente, no importa un pago; es el antecedente inmediato de la orden de pago y,
por lo tanto, según distingue Barra, el antecedente mediato del pago efectivo que se ha
ordenado.
Igualmente, de manera mayoritaria, se sostiene que el certificado de obra participa de la
naturaleza de "acto administrativo", siendo de aplicación directa, en consecuencia, el régimen
de la LNPA.
El certificado de obra no se encuentra reconocido por la doctrina como un título ejecutivo. En
un supuesto en el que existía un reconocimiento de deuda por parte de la Administración, con
causa en la realización de una obra pública, se admitió el derecho del actor a exigir la
cancelación de la deuda por la vía ejecutiva.
Distingue la doctrina distintos tipos de certificados: parciales y final. Entre los certificados
parciales existen subespecies denominadas, básico, de acopio y de redeterminación.
Como lo señala reiteradamente la PTN, todos los certificados parciales de obra revisten la
característica de provisorios "...sujetos al ajuste que resulte de la liquidación final...", "...en la
medida que sus constancias pueden verse modificadas luego por los resultados de la medición
y liquidación final, donde, en definitiva, podrían resultar rectificados los errores materiales o
conceptuales que aquellos hubieran contenido...".
Sobre el carácter provisional y a cuenta de los certificados de obra, con exclusión del final,
también se ha pronunciado la jurisprudencia y doctrina, vinculando, en el caso concreto, la
interinidad del certificado con la responsabilidad del constructor por los defectos que pueden
producirse durante la ejecución y conservación de la obra hasta la recepción final, consagrada
por el artículo 26 de la LOP.
Ahora bien, respecto de las entonces vigentes certificaciones de variaciones de costos se
interpretó que sólo tenían carácter provisorio en la medida en que hubieran sido
confeccionadas con índices de tal índole o en caso de haber sido confeccionados en base a
índices definitivos, para posibilitar la rectificación de errores materiales de cálculo o de las
mediciones previas a la final. Ello en atención al plexo reglamentario vigente en su época que
establecía un plazo de impugnación del certificado de variación de costos.
El certificado final o definitivo es aquél que se emite luego de practicada la liquidación final o
cierre de cuentas.
Según la PTN, el certificado final "...no responde a la obra ejecutada durante un mes
determinado, sino que reajusta las diferencias en más o en menos que puedan haber surgido a
lo largo de toda la obra..." y sólo podría emitirse "...una vez que el contratista haya dado
cumplimiento al "opus", al objeto del contrato, por haber cumplido íntegramente las
prestaciones a su cargo...".
Con la percepción del importe correspondiente al certificado final sin reservas, se producen los
efectos cancelatorios del pago conforme lo dispuesto por los artículos 724 y 725 del Código
Civil.
El certificado de acopio acredita la incorporación en tiempo oportuno al emplazamiento de la
obra o su depósito, según pautas contractuales, fuera o dentro del emplazamiento, de los
materiales o elementos, en la calidad y cantidad requerida en el pliego, y verifica la efectiva
inversión y destino de los fondos que el Comitente pudiera haber anticipado con ese fin.
La certificación por acopio responde a la finalidad práctica de evitar que el Contratista
mantenga una sustancial porción de su patrimonio inmovilizado constituyéndose, en forma
indirecta, en agente financiero del Comitente.
Esta certificación se encuentra supeditada a que la inspección verifique que los materiales
respondan a las especificaciones técnicas y, en algún caso puntual, a la realización de ensayos
previos que permitan determinar que el material reúne condiciones satisfactorias a juicio del
Comitente.
Los pagos por acopio según la doctrina de la PTN revisten el carácter de definitivos. Las sumas
liquidadas corresponde que sean deducidas de los certificados que se extiendan a medida que
se ejecuten los trabajos que involucren al material acopiado.
Finalmente, en doctrina se identifica al certificado de anticipo, en supuestos en los que el
contrato prevea la entrega de fondos líquidos al Contratista previo a la ejecución de las obras,
aunque en la práctica la modalidad de su pago no requiere por lo general la emisión formal de
un certificado.
Corresponde diferenciar el certificado de obra del de anticipo, por cuanto este último no
acredita la ejecución de una porción de la obra, ni representa un crédito del Contratista con
causa en la realización de trabajos.
45.5.5. Liquidación final o de cierre de cuentas
Sobre el concepto de liquidación final se precisó que "....significa referirse a un hecho cierto
que no ofrezca dudas...", "...y la inferencia de ella, debe tener un contenido preciso y cierto",
"(P)or ello, la liquidación final siempre supone un resultado, o que ningún crédito tienen las
partes a su favor, o que alguna de ellas resulta acreedora de una suma de dinero".
Asimismo, se ha conceptualizado a la liquidación final consentida como "...todo aquello que
pudiera considerarse convenido, resuelto, contemplado y cuantificado entre las partes (...) y
que permite dar por cerrada la relación", en oposición a una relación "abierta, inconclusa,
"viva".".
Se ha advertido, además, que deben distinguirse los conceptos de "recepción" de la obra y
"liquidación"; "...son dos conceptos distintos que pueden o no coincidir en el tiempo. Mientras
la recepción de la obra alude a un acto del Comitente por el que provisoria o definitivamente
tiene por cumplidas las obligaciones por el contratista, la liquidación se vincula con la
obligación del Comitente porque, en definitiva, su objetivo es establecer si con lo pagado se
han cancelado sus obligaciones, o si existe alguna deuda pendiente a su cargo o un crédito a su
favor...".
La PTN observa la existencia de diferencias sustanciales entre el certificado final y la
liquidación final de los trabajos concluyendo que "...el certificado final de cierre de cuentas
debe, necesariamente, ser cronológicamente contemporáneo o posterior a la recepción
definitiva de la obra...".
Entre otras, pueden mencionarse las siguientes pautas interpretativas suministradas por la
PTN en orden a determinar la existencia de liquidación final o de cierre de cuentas: i) debido
análisis de las cláusulas del pliego referidas a la extinción del contrato; ii) no es necesaria una
declaración expresa de ambas partes contratantes que dé por finalizada toda diferencia; iii) ha
de merituarse la conducta de las partes con relación a la certificación emitida y sus conceptos
—multas aplicadas, compensaciones, devolución de garantías, certificación negativa
consentida-, de la que podría presumirse la existencia de la liquidación final de obra o el
consentimiento del Contratista con ésta y iv) el pago total del precio, con los ajustes pactados
y la entrega definitiva de la obra pone punto final al contrato.
Ello acredita que la recepción definitiva de la obra, de por sí, no constituye el acto conclusivo
del vínculo y que todos los pagos efectuados en oportunidad de la recepción definitiva y
anteriores a ésta, con o sin reserva, tienen carácter provisorio y se encuentran sujetos al
resultado de la liquidación final de cierre de cuentas, salvo que de la conducta de las partes
pueda claramente inferirse en base a pautas objetivas debidamente probadas, que de manera
concomitante a la recepción definitiva o con posterioridad a ella, se ha producido el pago total
del precio con efectos cancelatorios, o sea, que tuvo lugar el acto liquidatorio de los créditos y
débitos entre ambas partes, sin reservas.
Las precisiones que anteceden acerca de la naturaleza jurídica de los certificados, llevan a la
conclusión que éstos sólo son transmisibles por la vía de la cesión de créditos prevista en el
artículo 1434 y concordantes del Código Civil, figura jurídica a la que se le aplican las reglas de
la compraventa.
Sin perjuicio de ello, se ha destacado la íntima vinculación que posee la cesión del certificado
con la operación típicamente financiera y bancaria de "descuento", a la que se hace referencia
expresa en el artículo 48 de la LOP.
Los certificados son susceptibles de ser prendados de modo de garantizar una operación de
mutuo o de descuento de certificado o adelanto en cuenta corriente y, según expresa Romero,
al estar vinculada la prenda a la obtención de financiamiento, su formalización se encuentra
regida por la ley mercantil.
Art. 46° -
Los pliegos de condiciones graduarán la imposición y liberación de garantías
correspondientes a las liquidaciones parciales de los trabajos.
46.1. Fondo de reparos. Concepto
Los pliegos por lo general prevén la constitución de una reserva líquida denominada fondo de
reparos que tiene por objeto resarcir a la Administración por todas aquellas erogaciones con
causa en la ejecución defectuosa de las obras o no ajustada al contrato, así como un régimen
de desafectación de esta garantía, en correspondencia con la recepción definitiva parcial o
total de los trabajos y/o liquidación final o cierre de cuentas.
Esta garantía se acumula a la de cumplimiento de contrato constituida pretéritamente por el
Contratista, en oportunidad de formalizarse el vínculo.
El fondo de reparos, habitualmente, se integra con una deducción sobre el importe de todos
los certificados que se abonan al Contratista —incluido el de acopio- con la finalidad primaria
de afectarlo, eventualmente, a la reparación de las fallas, roturas o vicios que pudiera adolecer
la obra o parte de ella, por defectos de construcción, mala calidad de los materiales,
incumplimiento de las especificaciones o cualquier otra deficiencia de los trabajos imputable al
Contratista.
En principio, no media mora del Comitente en la devolución del fondo de reparos si la obra no
fue recibida definitivamente y si no ha transcurrido el plazo que se fijara en el pliego a favor
del Comitente para la devolución de dicho fondo.
Ahora bien, si la obra es de recibo y el Comitente demora injustificadamente su recepción,
dejando vencer el plazo previsto en el contrato para efectuarla o guardando silencio frente al
formal requerimiento del Contratista a que se la reciba definitivamente, aquél responderá por
las consecuencias patrimoniales que tal situación de morosidad le ocasione al Contratista.
La compensación por aquella demora estará representada por los intereses por mora
reconocidos por el artículo 48 de la LOP en el caso de efectiva constitución del fondo de
reparos sobre retenciones sobre el importe de los certificados o, en su caso, por los
sobrecostos adicionales derivados de mantener las garantías constituidas bajo otra modalidad,
más allá de los plazos previstos en el contrato.
46.5. Indemnidad transitoria de las sumas retenidas en concepto de fondo de reparos, frente a
embargos
Atento a que las sumas líquidas retenidas por el Comitente de los certificados de obra en
concepto de fondo de reparos constituyen una porción del precio de la locación de obra, dicha
sumas de dinero gozan de la garantía transitoria de inembargabilidad prevista por el artículo
47 de la LOP, las que recién podrán quedar afectadas a embargo a resultas de la liquidación
definitiva de la obra.
46.6. Liberación parcial del fondo de reparos
De haberse previsto en el pliego o por decisión unilateral del Comitente, la recepción definitiva
de una porción de la obra en curso de ejecución —recepción definitiva parcial- , corresponde la
liberación proporcional del fondo de reparos y de la garantía de cumplimiento de contrato.
Art. 47° -
Las sumas que deban entregarse al contratista en pago de la obra, quedan exentas de
embargo judicial, salvo el caso en que los acreedores sean obreros empleados en la
construcción o personas a quienes se deban servicios, trabajos o materiales por ella.
Sólo se admitirá el embargo por los acreedores particulares del contratista, sobre la suma
liquidada que quedase a entregársele después de la recepción definitiva de la obra.
47.1. Inembargabilidad de sumas afectadas al pago del precio del contrato de obra pública.
Excepciones
El principio de inembargabilidad que consagra este artículo, impide que las sumas que deban
entregarse al Contratista en pago de las obras, constituyan prenda común de sus acreedores,
salvo los casos de excepción taxativamente enumerados en la norma, respecto de créditos que
poseen íntima vinculación con la ejecución de los trabajos, prestación de servicios y provisión
de materiales vinculados al opus.
No se trata de la preservación de fondos públicos, sino de tutelar el crédito del Contratista
emergente de la certificación, o sea, los importes de los libramientos o las sumas a percibir en
concepto de pago a cuenta que, respecto de terceros acreedores no mencionados en el
artículo en comentario, permanecerían en condición de ilíquidos, hasta la determinación de la
suma líquida que debiera entregarse al Contratista después de la recepción definitiva.
Se establece así la indemnidad de las sumas afectadas a la financiación de la obra durante el
período en que el Contratista percibe pagos provisorios y a cuenta, de modo tal que con
motivo de los embargos no se frustre el flujo financiero para su ejecución que, por lo general,
requiere necesariamente la entrega al constructor de remesas de dinero, a medida que
avanzan los trabajos.
La inembargabilidad no alcanza a los equipos o instalaciones de los que se vale el Contratista
para la ejecución de la obra, ni a las herramientas u otros bienes propiedad del Contratista que
pudieran estar afectados a ésta.
Dicho régimen de indemnidad no impide que el Comitente tome debida nota del embargo que
le fuera notificado, cuya eficacia, en lo que hace a indisponibilidad y eventual transferencia de
los fondos líquidos, recién podrá concretarse luego que se practique entre Comitente y
Contratista la liquidación final de créditos y débitos recíprocos.
Según Marienhoff y Escola el fundamento de este privilegio responde a: "...impedir que el
cocontratante, a raíz del embargo, quede en una situación económica que le impida o dificulte
llevar a feliz término la obra pública pendiente: trátese de una razón de "interés público".";
"...la situación económica del contratista no puede verse afectada por terceros, ya que si así
ocurriera, los embargos trabados en contra del cocontratante podrían llegar a perjudicar o aún
impedir la realización de la obra pública, y existiendo una razón de interés público en su
ejecución, sería en definitiva ese interés público el que se vería afectado, lo que no es
admisible".
Por las razones apuntadas, la inembargabilidad no alcanza a los importes que deba percibir el
Contratista con motivo de la liquidación final o cierre de cuentas, cuando la obra ya está
concluída.
Incluso se ha resuelto que, en caso de quiebra del Contratista, el síndico y la masa de
acreedores que éste representa "...debe atenerse a lo dispuesto por el art. 47, ley 13.064, en
su 2da. parte: sólo puede ejercer sus acciones tendientes a que ingrese a la masa únicamente
la suma líquida que quedase a entregársele al contratista después de la recepción definitiva de
la obra...".
La LOP protege el crédito de una categoría especial de acreedores, cuya prestación —provisión
de materiales, mano de obra, servicios- se halla estrechamente vinculada a la continuidad del
emprendimiento, autorizando en estos casos la posibilidad del embargo de los créditos del
Contratista.
Art. 48° -
Si los pagos al contratista se retardasen de la fecha en que, según contrato, deban hacerse,
éste tendrá derecho a reclamar intereses a la tasa fijada por el Banco de la Nación Argentina,
para los descuentos sobre certificados de obra.
Si el retraso fuere causado por el contratista, debido a reclamaciones sobre mediciones u
otras causas con motivo de la ejecución de la obra, y ellas resultasen infundadas, o se
interrumpiese la emisión o el trámite de los certificados u otros documentos por actos del
mismo, no tendrá derecho al pago de intereses.
Los intereses corren ipso iure desde la fecha en que deban hacerse los pagos según contrato.
Se trata de una mora legal automática que no requiere interpelación previa.
La obligación de pago de los intereses por mora, queda predeterminada legalmente a partir de
un criterio de responsabilidad objetiva que no requiere la culpabilidad del deudor -aunque en
la realidad de los hechos este supuesto se verifica con frecuencia-, ni la demostración del
perjuicio que ocasiona al Contratista el pago fuera de término.
Deben distinguirse dos tipos de plazos: i) los procedimentales incluidos en el pliego, que
funcionan como una suerte de plazo de tolerancia para la Administración y permiten a ésta
realizar todos los pasos y verificaciones técnicas y administrativas necesarias para estar en
condiciones de expedir el certificado y ii) el plazo de pago propiamente dicho previsto
expresamente en el contrato que se computa, según las previsiones más usuales, a partir de la
suscripción del certificado y de su presentación al Comitente, o de la aprobación del mismo
por autoridad competente, o de su entrega al Contratista.
Ambos plazos -el procedimental y el de pago-, se encuentran a disposición del Comitente en
orden a concretar todas las etapas tendientes a la emisión y aprobación de la certificación y
posterior cancelación del monto que arroja el certificado.
En la medida en que aquellos plazos se cumplan, no se verifica la mora, y por ende el
Contratista deberá computarlos en su oferta como plazos exentos de cualquier
reconocimiento de intereses o costo financiero.
Sin embargo, el incumplimiento de los plazos procedimentales que ocasione la emisión tardía
de los certificados conlleva, como se verá infra, consecuencias jurídicas distintas de las
previstas para el caso de incumplimiento del plazo de pago.
Pese a que la anterior redacción del artículo 48 establecía que el Contratista en caso de mora
"tendrá derecho únicamente a reclamar intereses", la doctrina científica relativizó los alcances
restrictivos del concepto "únicamente", admitiendo el derecho del locador a plantear otro tipo
de compensaciones de índole patrimonial.
Bajo la vigencia del régimen de actualización de deudas consagrado por la ley 21.392 y la
nueva redacción del artículo 48 que excluyó el vocablo "únicamente", Barra señalaba que "...la
mora hace comenzar, a favor del contratista afectado, el curso de los intereses moratorios y de
la actualización por la eventual depreciación monetaria, sin perjuicio del derecho a reclamar
otros daños y perjuicios que la situación de mora pudo haberle acarreado".
De manera coincidente se expresó en doctrina que con la supresión del término "únicamente",
"...nadie podrá afirmar que el derecho que acuerda la norma es limitativo de otro que la
demora en el pago pueda acordar al contratista", quitándole así al artículo en análisis, todo
cariz restrictivo del derecho del cocontratante a solicitar otras compensaciones, más allá de los
intereses legales.
La cuestión no adquiere relevancia en situaciones ocasionales de mora o meros atrasos en los
pagos,no significativos en su monto, en los que la aplicación de la tasa prevista por el artículo
en comentario cumple realmente su propósito resarcitorio de la privación del capital.
Es este el atraso tolerable que razonablemente pudo ser tenido en cuenta por las partes en
oportunidad de formalizarse el contrato.
La PTN ha identificado la mora en el pago del precio de la locación de obra con el supuesto
previsto por el artículo 39 inc. a); vale decir, como acto propio del Comitente no previsto en los
pliegos de la licitación, cuyas consecuencias patrimoniales no reparadas con la percepción de
la tasa de interés, deben ser resarcidas conforme al régimen instituido por el citado artículo.
48.9. Indemnizaciones al Contratista por transcurso excesivo de tiempo hasta la realización del
pago o por falta de pago. Insuficiencia de los intereses para compensar el sobrecosto
financiero
48.10. Disminución del ritmo de ejecución o suspensión del cumplimiento de las obligaciones
del Contratista por demora o falta de pago. Prórroga de plazo
Tal como ha puesto de manifiesto la doctrina española "...el impago de las certificaciones (o su
no expedición misma) o su pago demorado, coloca en multitud de ocasiones en una difícil
situación a las empresas contratistas, derivada de la combinación de las dos circunstancias
siguientes: por un lado, la inviabilidad de que se tomen la justicia por su mano, paralizando las
obras como medida de presión ante el impago de las certificaciones de obra (...); por otro, el
carácter de inembargable de los bienes de la Administración y la lentitud de la justicia".
Ahora bien, sin perjuicio de la obligación del Contratista de continuar con la ejecución del
contrato, no obstante el impago de las certificaciones, la morosidad del Comitente justifica —
bajo condiciones extremas— que el Contratista disminuya el ritmo de ejecución de los trabajos
o en su caso, suspenda la realización de las obras.
El reconocimiento relativizado del derecho del Contratista a la suspensión del cumplimiento de
sus obligaciones en la contratación administrativa, con causa en la falta de pago, proviene de
una construcción jurisprudencial que condiciona severamente el ejercicio de la excepción de
incumplimiento prevista por el artículo 1201 del Código Civil, sujetándolo a la verificación de la
existencia de presupuestos fácticos en materia de morosidad en el pago, de tal gravedad, que
sitúen al Contratista en una razonable imposibilidad de cumplir con sus prestaciones.
Las principales pautas suministradas por la jurisprudencia en esta materia, pueden sintetizarse
en las siguientes: i) en principio el artículo 1201 del Código Civil no es directamente aplicable,
sino con diferentes matices, en aras del principio cardinal de la continuidad en la ejecución de
los contratos administrativos; ii) la primacía del interés público y el principio de continuidad en
la ejecución, excluyen la aplicación analógica lisa y llana de la excepción de incumplimiento
prevista en el Código Civil, salvo que el atraso en los pagos sea de tal gravedad que origine al
Contratista una razonable imposibilidad de cumplir; iii) la simple demora no da derecho a la
suspensión del cumplimiento de la obligación de ejecutar. Debe verificarse un atraso grosero
del que se derive la razonable imposibilidad de cumplir, ponderada ésta con base en la
situación patrimonial y financiera del acreedor y iv) la procedencia de la excepción torna
necesario la verificación de un incumplimiento acreditado de las obligaciones de la parte
contraria, y no "...la existencia de una situación originada en criterios interpretativos de las
normas específicas y de los acuerdos celebrados".
La doctrina científica también admite, bajo ciertas condiciones, el ejercicio de esta excepción
en la contratación pública.
A todo evento, la excepción de incumplimiento ante el retraso en los pagos de la
Administración u otras razones, tiene un reconocimiento implícito en el régimen de la obra
pública, a partir del dictado del Decreto Nº 1186/84.
Por el mencionado decreto se justificaron los atrasos en que pudieran incurrir los Contratistas
en el cumplimiento del plan de trabajos o plazos contractuales, cuando el monto impago de los
certificados, o en su caso, el de los no emitidos en término, superara el quince por ciento del
valor contractual actualizado o el retardo excediera de tres meses al plazo contractualmente
estipulado para el pago.
El porcentaje o lapso previsto en el citado decreto, importa una pauta objetiva para calificar a
la morosidad del Comitente como generadora de la "razonable imposibilidad de cumplir"
exigida por la doctrina judicial en orden a justificar la inejecución de las obras o de la
"imposibilidad de cumplir" a que hace referencia el Decreto Nº 1023/01 en su artículo 13 inc.
c). Esta última norma, según los principios que informan al contrato de obra pública, nunca
podría constituirse en un obstáculo para evitar la ruina o quiebra del Contratista impago,
devenido en prestamista forzoso de la Administración.
La falta de la reserva del derecho a la percepción de los intereses prevista por el artículo 624
del Código Civil en la liquidación final o cierre de cuentas entre Comitente y Contratista o en la
oportunidad de percibir el certificado final de cierre de cuentas obsta a la percepción de los
intereses.
Acerca del concepto de liquidación final ver numeral 45.8.
Sobre la necesidad de efectuar reserva de intereses en cada uno de los certificados de acopio
en supuestos de mora en su cancelación, dado su carácter de definitivos, se ha expedido
reiteradamente la PTN.
La doctrina y jurisprudencia de manera mayoritaria coinciden en que la acción tendiente a la
percepción de los intereses por retardo en los pagos prescribe a los cinco años, según lo
dispuesto en el artículo 4027 inc. 3º del Código Civil.
Si bien la incapacidad sobreviniente del Contratista no esta incluida como causal resolutoria
del contrato, es lógico que la pérdida de la capacidad de obrar del locador provoque la
extinción del vínculo, siendo aplicable analógicamente, en cuanto a las consecuencias
patrimoniales de la extinción, el remedio quela LOP brinda en este artículo para la hipótesis de
muerte del Contratista. Ello así, toda vez que los efectos que la muerte o incapacidad de éste
producen sobre la continuidad del contrato, son similares.
Art. 50°. —
La administración nacional tendrá derecho a la rescisión del contrato, en los casos siguientes.
a) Cuando el contratista se haga culpable de fraude o grave negligencia o contravenga las
obligaciones y condiciones estipuladas en el contrato;
b) Cuando el contratista proceda a la ejecución de las obras con lentitud, de modo que la
parte ejecutada no corresponda al tiempo previsto en los planes de trabajo y a juicio de la
administración no puedan terminarse en los plazos estipulados;
c) Cuando el contratista se exceda del plazo fijado en las bases de licitación para la iniciación
de las obras;
d) Si el contratista transfiere en todo o en parte su contrato, se asocia con otros para la
construcción o subcontrata, sin previa autorización de la administración;
e) Cuando el contratista abandone las obras o interrumpa los trabajos por plazo mayor de
ocho días en tres ocasiones, o cuando el abandono o interrupción sean continuados por el
término de un mes.
En el caso del inc. b), deberá exigirse al contratista que ponga los medios necesarios para
acelerar los trabajos hasta alcanzar el nivel contractual de ejecución en el plazo que se le fije
y procederá a la rescisión del contrato si éste no adopta las medidas exigidas con ese objeto.
En el caso del inc. c), se podrá prorrogar el plazo si el contratista demostrase que la demora
en la iniciación de las obras se ha producido por causas inevitables y ofrezca cumplir su
compromiso. En caso de que no proceda el otorgamiento de esa prórroga, o que concedida
ésta, el contratista tampoco diera comienzo a los trabajos en el nuevo plazo fijado, el
contrato quedará rescindido con pérdida de la fianza.
50.1. Derecho del Comitente a rescindir el contrato. Su ejercicio
Por este artículo se atribuye a la Administración potestad para extinguir unilateralmente el
contrato cuando se verifiquen las causales de rescisión previstas en susdistintos incisos.
El poder de declarar la rescisión por las causales mencionadas en el artículo 50 puede
caracterizarse como una manifestación más, aunque la más importante y severa, del poder
genérico de la Administración de imponer sanciones al Contratista que tengan por causa el
incumplimiento de obligaciones contractuales.
Importa el ejercicio de una potestad sancionatoria o, si se quiere, correctiva, frente al
Contratista, con causa en su conducta reprochable, y que deriva del poder de dirección y
control del que goza la Administración en el curso de la ejecución del contrato.
Distintos autores destacan la gravedad que reviste, tanto para la Administración como para el
Contratista afectado, la rescisión declarada por estas causales.
La Administración se encuentra facultada para rescindir por sí y ante sí el contrato de obra
pública, sin necesidad de recurrir a la vía judicial, exigiendo el ordenamiento jurídico que la
decisión al respecto deba realizarse mediante la emisión de formal acto administrativo de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 7 y 12 de la LNPA.
La "grave negligencia" mencionada por el inciso a) como causal que habilita a la rescisión
culpable del contrato de obra pública, es toda conducta del Contratista que, vinculada de
modo directo o indirecto con las obligaciones asumidas en el contrato, cause un daño a la
Administración o muestre el riesgo cierto de su producción futura.
Se trata en este caso también de un supuesto de pérdida de confianza en el Contratista por
parte de la Administración comitente.
Según el criterio de la PTN, la "grave negligencia" se patentiza ante supuestos de grave error o
vicio en la construcción imputable al Contratista o cuando aquélla alcanza a revestir una
entidad tal que pueda ser equiparable al dolo, para que conlleve idénticas consecuencias que
la actitud fraudulenta.
Dentro del plexo de la LOP se ha calificado expresamente un supuesto de configuración de
"negligencia grave": los incumplimientos en los que incurra el Contratista en cuanto al pago del
personal empleado en la obra y en materia de legislación laboral —artículo 36 de la LOP-.
Con particular referencia a esta cuestión, la PTN destaca que el encuadramientode la conducta
del Contratista incumplidor respecto de las obligaciones con sus dependientes, dentro de las
previsiones del artículo 50 inciso a) de la LOP, es facultativo para la Administración y
dependerá, en definitiva, de la gravedad de la conducta observada por el empleador, y que si
la Administración subsanó tal incumplimiento afectando el importe de los certificados al pago
de jornales -conforme lo autoriza el artículo 40 de la LOP-, no puede ex post facto rescindir el
contrato con causa en la falta de pago.
Asimismo y mediante una interpretación restrictiva de este inciso, la PTN sostuvo que no
constituyen causal de grave negligencia, circunstancias tales como la "falta de capacidad
financiera" del Contratista o su "falta de adecuada organización administrativa" respecto de las
exigencias planteadas para la consecución del contrato de que se trate.
El mencionado criterio se funda en el hecho de que la concurrencia o ausencia de las calidades
imputadas al Contratista tendría que haberlas constatado la Administración, previo a la
adjudicación del contrato.
50.2.1.3. Contravención de las obligaciones y condiciones estipuladas en el contrato
El incumplimiento por parte del Contratista de las obligaciones específicas impuestas por el
contrato puede dar lugar a la rescisión culpable.
Las transgresiones que autorizan la extinción del vínculo por esta causal deben ser graves, y tal
gravedad ha de sopesarse en función de los perjuicios que el incumplimiento irrogue
efectivamente o pueda irrogar a la Administración.
A su vez, sólo procedería razonablemente la declaración de rescisión en la medida en que los
medios empleados por el Comitente destinados a compeler al Contratista al exacto
cumplimiento de las obligaciones a su cargo, hubiesen fracasado.
Sobre la configuración de esta causal, la PTN exige que "...el incumplimiento de las
estipulaciones de que se trate no haya sido particular y específicamente contemplado en los
restantes incisos del artículo 50, ya que respecto a éstos no juega la sanción de pérdida de la
fianza dispuesta por el inciso e) del artículo 51; de no encontrarse tal "contravención" prevista
en dichos incisos, debe también (...) revestir tal gravedad que su comisión implique una actitud
que pueda ser considerada en un pié de igualdad con el dolo o fraude...".
Resulta adecuado excluir a la contravención de las obligaciones estipuladas en el contrato de
aquellas hipótesis en las que el incumplimiento del Contratista se corresponde con algunos de
los otros tipos específicos previstosen el resto de los incisos.
Una interpretación distinta conduciría a admitir la existencia de un amplio margen de
discrecionalidad, por parte de la Administración, en la calificación de la conducta del
Contratista y correlativamente de las consecuencias patrimoniales derivadas de tal calificación;
lo cual no se compadece con una interpretación razonable de la LOP y de los principios que
informan al ejercicio de la potestad sancionatoria de la Administración.
Finalmente, la PTN ha precisado el alcance de estas causales, negando la posibilidad de
invocarlas en situaciones en las que el Contratista incurra en meros atrasos en el cumplimiento
de sus obligaciones. Ello con fundamento en que "...el "fraude" o "grave negligencia" en que
haya incurrido el adjudicatario debe ser equiparable a una verdadera "acción dolosa" de su
parte, en tanto que los supuestos de "contravenciones contractuales" allí también
contemplados han de referirse a otras situaciones que si bien entrañan violaciones de
estipulaciones pactadas, no se encuentran particular y específicamente previstas en los demás
incisos del art. 50".
Corresponde aclarar preliminarmente que esta causal sólo podríaconfigurarse si las obras han
sido iniciadas y cuando la lentitud no obedece a causales exógenas a la voluntad del
Contratista.
La causal de rescisión del epígrafe requiere la ineludible comparación entre el ritmo real de
ejecución y el comprometido en el plan de trabajos,y exigela verificación simultánea de dos
condiciones: i) que la parte ejecutada no haya sido construída en el tiempo previsto en los
planes de trabajo y ii) que a juicio de la Administración, los trabajos no puedan terminarse en
los plazos estipulados.
Acreditados esos extremos deberá corroborarseprevio a la extinción del vínculo, la concreción
de las conductas del Comitente y del Contratista, descriptas por el penúltimo párrafo del
artículo 50 de la LOP, esto es: iii) que se exija al Contratista el despliegue de los medios
necesarios para acelerar los trabajos con el fin de alcanzar el nivel de ejecución previsto en el
contrato, en el plazo que determine la Administración y iv) que el Contratista no adopte las
medidas mencionadas en iii).
Como se explicara al comentar el artículo 25 de la LOP, el cumplimiento de las obligaciones del
Contratista dentro los plazos establecidos en los pliegos reviste una importancia decisiva que
justifica la aplicación de sanciones pecuniarias por demoras, destinadas a incentivar la
observancia de los tiempos de ejecución establecidos en los planes de trabajo, aún en el caso
de plazos parciales -secuenciales o conclusivos-, atento al impacto que la demora produce en
el desarrollo general de la obra.
En el caso de que las sanciones conminatorias —multas por retraso- no resultaran eficaces
para restituir el ritmo normal de ejecución, el Comitente deberá evaluar el impacto que la
demora ocasionada posea sobre la factibilidad de concluir el diseño constructivo dentro de los
plazos estipulados.
Sólo en el supuesto que se estime fundadamente que la situación de morosidad impida la
terminación del proyecto en el tiempo previsto, procederá considerar la alternativa de
rescindir el contrato.
Como ya se expresara, la Administración, con carácter previo, debe intimar al Contratista a
remediar la demora incurrida, fijando un plazo suplementario razonable al efecto.
No se trata, como afirma Mó, de intimar al Contratista con el fin de constituirlo en mora, pues
la norma misma supone que la mora ya se ha producido.
En efecto, el inciso b) del artículo 50 de la LOP menciona al "tiempo previsto en los planes de
trabajo"; es decir, se prevé la existencia de un plazo determinado para el cumplimiento de las
obligaciones contractuales, vencido el cual se produce la mora.
La jurisprudencia tuvo oportunidad de examinar las características de la intimación requerida
por la norma, descartando que un acuerdo entre las partes pueda revestir carácter intimatorio.
Así ha resuelto que la causal de rescisión prevista en este inciso exige para su configuración,la
emisión de una intimación "autoritaria y obviamente unilateral", destacándose además que
este acto debe ser "expreso", "categórico", "inequívoco" e "incuestionable".
En cuanto a las características de la intimación, la PTN exige que al notificarse el Contratista de
su contenido, debe quedar con la certeza de que ha sido intimado en los términos del artículo
50, in fine, de la LOP y que, según sea su conducta, está ante el riesgo cierto de que se rescinda
el contrato por su culpa.
De todos modos, de acuerdo con las circunstancias del caso, y en particular si ha existido más
de una intimación, basta para tener por cumplido el requisito del artículo 50, inciso b) de la
LOP que éstas se formulen en términos tales que exijan al co-contratante cumplir "a la
brevedad" o en forma "urgente".
El otorgamiento de un plazo suplementario a los efectos rescisorios impuesto por la LOP, a
pesar de la mora en que ha incurrido el Contratista, se explica no tanto por cumplir con un
requisito "ad solemnitatem", "...sino más bien el evitar que por un atraso circunstancial se
pueda proceder intempestivamente a la rescisión del contrato (...) se trata, en suma, de que el
contratista tenga una oportunidad razonable de retomar el ritmo debido".
A ello se añade un motivo de conveniencia de la propia Administración, considerando los
perjuicios que podrían derivarse de la rescisión del contrato, mientras exista alguna
perspectiva de que pueda cumplirse aproximadamente en el tiempo previsto o en un plazo
razonable.
El plazo otorgado debe resultar razonable, aunque no para exigir la realización de la totalidad
de la obra faltante, sino para regularizar las tareas, vale decir "...trabajar con ritmo normal a fin
de poder terminar las obras en término. El sentido de tales intimaciones es pues que la
empresa retome un ritmo adecuado de trabajo para finiquitar las obras...".
Finalmente, si con la intimación no se lograra el objetivo buscado —al omitir el Contratista
poner los medios necesarios para acelerar los trabajos, recuperar el nivel contractual de
ejecución y permitir la conclusión en un lapso razonable— la rescisión del contrato con
fundamento en la causal en análisis resulta procedente.
50.2.3. Exceso en el plazo fijado para la iniciación de las obras
El inciso c) de este artículo prescribe que el exceso en el plazo fijado para el inicio de las obras
puede dar lugar a la rescisión culpable del contrato.
Salvo que en la documentación contractual no se hubiera estipulado plazo de iniciación de las
obras, no resulta necesaria la constitución en mora del Contratista para la configuración de
esta causal.
La misma LOP prevé, en la primera parte del último párrafo del artículo 50, la posibilidad de
que la Administración prorrogue el plazo de iniciación aludido en tanto se cumplan las
siguientes condiciones: i) que el Contratista pruebe que la demora se ha producido por causas
inevitables y ii) que ofrezca cumplir su compromiso -es decir, sus obligaciones-.
El otorgamiento de la prórroga es facultativo para la Administración. Resulta esto lógico
porque podría ocurrir que el tiempo transcurrido desde la fecha en que debían iniciarse los
trabajos tornase inoportuna o inconveniente su ejecución posterior.
Compete al Contratista demostrar que las causas de la demora revisten el carácter de
inevitables para él, o que no son imputables a su exclusivo proceder, o que se originan en
actos propios del Comitente.
Se trata de la aplicación de las reglas generales en materia de obligaciones, que ponen en
cabeza del deudor incumplidor la carga de acreditar los extremos que justifican el
incumplimiento materialde lo pactado.
Se halla, además, a cargo del Contratista demostrar no sólo su voluntad de cumplir con el
contrato sino también la posibilidad material de hacerlo, extremos cuya apreciación competen
a la Administración contratante dentro de un marco de razonabilidad.
Destaca Mó que la imposibilidad de cumplimiento contemplada en este artículo debe ser
sobreviniente a la celebración del contrato.
Cabe señalar que el último párrafo del artículo 50 de la LOP impone la rescisión del contrato
con la pérdida de la fianza si no procediese el otorgamiento de prórroga del plazo de iniciación
o, concedida ésta, no se iniciarse la ejecución en el nuevo plazo fijado.
Basta recordar aquí que es doctrina de la PTN quesi la prórroga fuere solicitada, el pedido
deberá resolverse expresamente, debiendo realizarse "un pronunciamiento concreto" acerca
de las causas invocadas para su concesión.
El otorgamiento de la ampliación del plazo previsto en el contrato para el inicio de los trabajos
no importa la concesión automática de la prórroga del plazo que se hubiera estipulado para la
finalización de aquéllos, salvo resolución expresa al respecto.
En cuanto a la procedencia de la configuración de la causal de rescisión establecida en este
inciso y de la aplicación de la sanción de pérdida de la garantía, la PTN ha considerado
desmesurada su aplicación cuando la Contratista "...instó reiteradamente —aunque en forma
extemporánea— a la comitente a labrar el Acta de Iniciación y formalizar la entrega del
terreno, a lo que aquélla nada respondió..." y el Comitente se "...abstuvo de realizar actos que
podrían haber contribuído a la iniciación de los trabajos, y dejó transcurrir casi cinco meses
para rescindir el contrato".
50.2.4. Transferencia total o parcial del contrato y asociación con tercero. Subcontratación
Esta causal de rescisión responde a las prohibiciones contenidas en el artículo 23 de la LOP y,
asimismo, agrega igual consecuencia jurídica a los supuestos de subcontratación no
autorizada.
En consecuencia, en los supuestos de cesiones del contrato, asociaciones del Contratista con
terceros o subcontrataciones no autorizadas, el Comitente se encontrará facultado para
disponer la rescisión por esta causal.
Al respecto, ver comentario al artículo 23.
50.2.5. Abandono o interrupción por un plazo mayor de ocho días en tres ocasiones o
continuados por un mes
50.2.5.1. Abandono por un plazo mayor de ocho días en tres ocasiones o continuo por un mes
La interrupción injustificada, tal como está concebida por el inciso en comentario, implica
detener o paralizar los trabajos contratados sin que esta actitud patentice prima facie la
voluntad del Contratista de abandonarlos o dejarlos.
Cuando esta paralización reúne los requisitos temporales fijados por la norma, constituye una
causal autónoma de rescisión del contrato. También esta causal, como la de abandono, está
esencialmente vinculada a la pérdida de confianza y no al desarrollo temporal de los trabajos.
Respecto de la rescisión del contrato en el caso de interrupciones que abarquen lapsos de
tiempo cortos, el inciso en comentario exige la reiteración de la falta.
Finalmente, la LOP equipara en sus consecuencias a los supuestos de "interrupción" y
"abandono" cuando éstos se producen por el témino de un mes.
Es interesante destacar que en un caso en el que se había dispuesto la rescisión de un contrato
por interrupción de los trabajos, la PTN recomendó hacer lugar a la impugnación del
Contratista contra el acto que dispuso la extinción del vínculo por esta causal, y declarar la
rescisión sin culpa o por mutuo acuerdo, al haberse verificado que el Comitente adeudaba un
40% del monto del contrato y no se le había contestado al empresario un pedido previo de
definición en cuanto al ritmo de los trabajos.
La procedencia del resarcimiento por esta modalidad de extinción es admitida por la doctrina,
sin discusión, con fundamento último en las disposiciones de la Constitución Nacional que
garantizan los derechos fundamentales de igualdad y propiedad y que se concreta mediante el
reconocimiento del derecho a la indemnización de los perjuicios causados, que consagra el
artículo 18, segundo párrafo in fine de la LNPA.
Sobre los alcances del resarcimiento que corresponde reconocer al locador de obra cuando el
contrato se extingue por razones de oportunidad, existen dos posiciones que, en apretada
síntesis, pueden resumirse de la siguiente manera:
Tal posición se la fundamentaen las siguientes razones: i) "...sería absolutamente injustificado
que las consecuencias legales del incumplimiento de un contrato por un acto voluntario de la
Administración como es su decisión de rescindir el contrato, fuesen distintas a las derivadas de
actos también directamente vinculados a la voluntad de la Administración, como son los
previstos en los incisos b) y e) del art. 53 de la ley nº 13.064, cuyas consecuencias se
establecen en el art. 54 de la misma ley..."; ii) es procedente la identificación de la revocación
del contrato por razones de oportunidad, mérito o conveniencia con la "...expropiación
referida específicamente a la extinción de un derecho de origen y naturaleza administrativo...";
iii) el supuesto de revocación por razones de oportunidad, mérito o conveniencia no importa
una conducta ilícita ya que "...el Estado, en cumplimiento de su fin público, tiene el poder, si el
interés general así lo requiere, de desistir de la realización de una obra pública fundándose..."
en aquellas razones; que "...la reparación a efectuarse al damnificado debe atender, ante la
falta de normas expresas sobre el punto al modo establecido en instituciones análogas..."; que
la LOP "...es el instrumento jurídico básico para el análisis de las consecuencias derivadas de
las relaciones entre particulares y el Estado en la materia"; que si bien no existe norma
específica en la LOP que regule la cuestión, existen en esta ley normas análogas como la
supresión total de un item (art. 38 "in fine") o la alteración sustancial del proyecto cuando la
Administración decide variar las obras por razones de oportunidad (art. 30). "En tales
supuestos, el art. 53 autoriza al contratista a rescindir, fijándose las consecuencias en el art.
54, cuyo inc. f) prevé que "no se liquidará a favor del contratista suma alguna por concepto de
indemnización o de beneficio que hubiera podido obtener sobre las obras no ejecutadas"...";
iv) ante la ausencia de norma expresa en la LOP, cabe acudir a lo prescripto por el artículo 10
de la ley de expropiaciones 21.499; la exclusión del lucro cesante tiene recepción en
numerosas normas y reglamentaciones que integran el derecho público (Ley 12.910, art. 5º,
Ley 13.064 arts. 30, 38 y 54 inc. f), decretos 436/00 y 1023/01, entre otros); no corresponde
diferenciar los supuestos en que la restricción constitucional del derecho de propiedad deriva
de la función administrativa o se origina en la ley, puesto que los dos constituyen actividad
lícita del Estado; deben aplicarse los criterios de la justicia disitributiva y no los que imperan en
el derecho privado de justicia conmutativa.
A este criterio se lo fundamenta, en lo esencial, en las siguientes razones: i) resulta aplicable el
artículo 1638 del Código Civil, en tanto la rescisión del contrato por razones de oportunidad es
asimilable al supuesto de desistimiento del dueño de la obra contemplado por dicho artículo;
en materia de responsabilidad del Estado no resulta incompatible la indemnización integral
con actividad lícita; no existe en la LOP disposición alguna que limite la responsabilidad de la
Administración al daño emergente, en el supuesto de revocación del contrato de obra pública
por oportunidad, mérito o conveniencia; al no distinguirse en el artículo 18 de la LNPA los
rubros indemnizables, el reconocimiento del lucro cesante junto al daño emergente es
compatible con el principio jurídico que exige la integridad de la indemnización; deben
indemnizarse las ventajas económicas esperadas de acuerdo a las probabilidades objetivas
debida y estrictamente comprobadas; resulta adecuado establecer el monto de la
indemnización en concepto de lucro cesante, bajo la regla de la equidad, por aplicación
analógica del artículo 1638 del Código Civil; ii) "...la indemnización que el Estado debe pagar en
los casos que sacrifique los derechos del particular por motivos de interés público debe ser
"justa", lo cual implica que no debe acarrear el despojo del derecho de propiedad del afectado.
De ello se deriva que, en principio, la extinción del vínculo contractual sin compensar el lucro
cesante ocasionará una expoliación del patrimonio del contratista...".
La admisión del rubro lucro cesante o utilidad esperadasegún lo autoriza el artículo 1638 del
Código Civil para el supuesto de desistimiento del dueño de la obra, parece ser un criterio
razonable que concilia los intereses públicos y privados y aventa hipótesis de enriquecimiento
sin causa o el reconocimiento de beneficios extraordinarios del Contratista o despojo del
deudor.
Claro está que el daño por utilidad esperada debe servalorado bajo las circunstancias
particulares de cadacaso, aplicando la estricta regla de la prudencia en la determinación
del quantum indemnizatorio, a cuyo fin las pautas morigeradoras del perjuicio contenidas en el
artículo 1638 del Código Civil son absolutamente válidas, salvo que su defectuosa aplicación
condujera a reconocimientos meramente simbólicos o ficticios del rubro lucro cesante.
51.2. Responsabilidad por los perjuicios sufridos por la Administración a causa de un nuevo
contrato o de la ejecución de las obras restantes por administración
En términos generales, resulta razonable que el Contratista cuya conducta originó la rescisión
de un contrato de obra pública, deba cargar con las consecuencias dañosas que esa
circunstancia le ha provocado a la Administración.
Obsérvese que la normasólo refierea las consecuencias dañosas que para la Administración
puede tener la celebración de un nuevo contrato o la ejecución por administración de las obras
faltantes, pero no contiene pautas objetivas sobre rubros indemnizables.
Pareciera que la finalidad del precepto apunta a dejar indemne a la Administración por las
mayores erogaciones que resulten necesarias realizar para la concreta ejecución y terminación
de la obra faltante y que puedan derivarsedel nuevo contrato o su ejecución por
administración.
Para la determinación del perjuicio deberá tomarse en cuenta el monto que arroja la
diferencia entre el costo de la obra pendiente de realización según el contrato original y el que
resulte de su posterior ejecución por administración o por el nuevo Contratista, y cualquier
otro perjuicio sufrido por la Administración con causa en la rescisión y continuidad de la
ejecución de la obra faltante.
La aplicación de la norma comentada —en su amplitud- encuentra ciertos límites impuestos
por las circunstancias particulares de cada caso concreto.
Así, la PTN estimó improcedente el cargo a ex contratistas por el mayor costo de la ejecución
del contrato incumplido respecto de la nueva contratación por terceros o por administración,
cuando han mediado circunstancias que tornarían excesivamente oneroso o injusto dicho
cargo, ya sea por: i) el tiempo transcurrido entre la rescisión y la nueva contratación; ii) la
demora incurrida por el Comitente en adoptar la decisión rescisoria cuando ya estaban dadas
las circunstancias que la hacían procedente o iii) la existencia de causales que si bien no
configuraban un eximente legal de la responsabilidad del Contratista por los incumplimientos
habidos en la marcha regular de los trabajos, la atenuaban.
51.5. Beneficio por la continuación de las obras por terceros o por administración
El artículo 51 inciso d) aclara que el Contratista incumplidor no tiene derecho a reclamar una
participación en las ventajas económicas que la Administración eventualmente obtenga de la
celebración de un nuevo contrato.
Se trata de una aclaración superflua, pues mal podría un sujeto cuya inconducta contractual,
objetivamente contraria a derecho, ha motivado la rescisión de un contrato, prevalerse de su
propia torpeza para intentar participar de un beneficio sólo remotamente vinculado con su
actuación previa.
51.6. Pérdida de fianza en caso de fraude o grave negligencia
El artículo 51 inciso e)de la LOP prevé que en los casos en que la rescisión haya obedecido al
"fraude" o a la "grave negligencia" del Contratista, además de otras consecuencias previstas en
el mismo artículo 51, se perderá la fianza que hubiera constituido de conformidad con lo
previsto en el artículo 21 de la LOP.
Se trata de un agravamiento específico de los efectos normales de la rescisión, en tanto la
pérdida de la fianza, a diferencia del resto de las derivaciones patrimoniales que se encuentran
enderezadas a neutralizar los perjuicios sufridos por la Administración, tiene una naturaleza
estrictamente sancionatoria e independiente de la existencia o magnitud del perjuicio
causado.
La PTN limitó el alcance de esta consecuencia, sosteniendo que la pérdida de la fianza debe ser
proporcional a la parte incumplida del contrato rescindido.
51.7. Pérdida de fianza en caso de exceso en el plazo fijado para la iniciación de las obras
Así como en el caso del artículo 51 inciso e) de la LOP, la pérdida de la fianza es una
consecuencia que se añade a las otras previstas para los casos de rescisión por culpa del
Contratista, cabe tratar aquí un supuesto inverso: el de un incumplimiento cuya única secuela,
además de la rescisión, es la pérdida de la fianza.
Se trata del caso de la rescisión declarada cuando el Contratista se excede del plazo fijado para
la iniciación de las obras.
Comprobadas las circunstancias que hacen procedente la medida rescisoria por esta causal —
ver punto 50.2.3.- el juego armónico del último párrafo del artículo 50 con el primer párrafo
del artículo 51 de la LOP determina como única consecuencia la perdida de la fianza, con
exclusión de las demás indicadas en los incisos de este último artículo. Es éstaladoctrina de la
PTN.
Art. 52° —
En caso de que rescindido el contrato por culpa del contratista, la administración resolviera
variar el proyecto que sirvió de base a la contratación, la rescisión sólo determinará la
pérdida de la fianza, debiendo liquidarse los trabajos efectuados hasta la fecha de la
cesación de los mismos.
52.1. Limitación de la responsabilidad del Contratista por variación de proyecto
Cabe tratar aquí el segundo supuesto previsto en la LOP en el cual la rescisión por culpa del
Contratista sólo apareja como consecuencia la pérdida de la fianza.
El presupuesto fáctico aprehendido por la norma que libera al Contratista incumplidor de
cualquier otra compensación económica —salvo las derivadas de la responsabilidad por
ruina— se verifica si la Administración decide la modificación del proyecto original inconcluso.
Si bien el artículo en comentario carece de pauta objetiva acerca del alcance de la variación del
proyecto original, la modificación del diseño en aspectos de detalle o del que se deriven
diferencias insignificantes en los montos de inversión, no conllevan la liberación del
Contratista de las consecuencias previstas por el artículo 51 inciso a) de la LOP.
La variación del diseño a que aludela norma puede, según el caso, representar un verdadero
cambio de objeto del contrato original, de la naturaleza de la obra, del concepto que la inspira,
o simplemente referirse a la supresión o creación de ítems, modificación del paquete
estructural de la obra, cambio de los procedimientos constructivos, sustitución o incorporación
de materiales, etc.
Ello guarda armonía con lo previsto en el artículo 51 inciso a) de la LOP , por cuanto la
responsabilidad del Contratista allí prevista requiere, para hacerse efectiva, la condición de
"continuación de las obras" o sea, la prosecución del diseño según su concepción original.
En este caso, al igual que, en el supuesto de rescisión por fraude o grave negligencia, la
pérdida de la fianza deberá resultar proporcionada con la parte no cumplida del proyecto
original.
Por último, corresponde la liquidación de los trabajos efectuados en favor del Contratista, sin
que proceda en esta hipótesis la retención de créditos prevista en el artículo 51, inciso c).
Art. 53°. —
E1 contratista tendrá derecho a rescindir el contrato, en los siguientes casos:
a) Cuando las modificaciones mencionadas en el art. 30 o los errores a que se refiere el art.
37 alteren el valor total de las obras contratadas en un 20 % en más o en menos;
b) Cuando la administración pública suspenda por más de tres meses la ejecución de las
obras;
c) Cuando el contratista se vea obligado a suspender las obras por más de tres meses, o a
reducir el ritmo previsto en más de un 50 % durante el mismo período, como consecuencia
de la falta de cumplimiento en término, por parte de la administración de la entrega de
elementos o materiales a que se hubiere comprometido;
d) Por caso fortuito y/o fuerza mayor que imposibilite el cumplimiento de las obligaciones
emergentes del contrato;
e) Cuando la administración no efectúe la entrega de los terrenos ni realice el replanteo de la
obra, dentro del plazo fijado en los pliegos especiales más una tolerancia de treinta días.
53.1. Derecho del Contratista a solicitar la rescisión del contrato. Su ejercicio
En los comentarios a los artículos 30, 37 y 38 de la LOP se ha visto que al Comitente le asiste la
potestad de modificar el opus contractual originario y los límites a su ejercicio.
Se observan en la LOP límites cuantitativos —artículo 30 de la LOP— y cualitativos —artículos
37 y 38 último párrafode la LOP— al ejercicio de aquella potestad, posibilitando que el
Contratista opte por la extinción del vínculo.
La doctrina encuentra el fundamento o justificaciónde la facultad rescisoria establecida a favor
del Contratista en la afectación de la ecuación económico-financiera del contrato sobrevenida
con motivo de la modificación y el decaimiento del interés del Contratista en la ejecución de la
obra.
El derecho a rescindir importa, asimismo, la concesión de una garantía al Contratista que opera
como contrapeso a la potestad de modificación unilateral.
El derecho rescisorio en cabeza del Contratista por modificación unilateral de los términos
convenidos se verifica en dos supuestos, uno de los cuales no está contemplado
específicamente en el inciso en comentario.
En efecto, el artículo 38 de la LOP, segundo párrafo, prevé que la "...supresión total de un
ítem..." dá al Contratista el derecho a rescindir el contrato conforme el artículo 53 de la LOP.
Ambas causales de extinción -la prevista en el 38 y la del 53 inc. a) de la LOP-, son de utilización
facultativa para el Contratista quien, frente a la decisión del Comitente de suprimir un ítem o
alterar el valor total de las obras contratadas en un 20% o más, podría no ejercer su derecho
rescisorio.
Ahora bien, ante variaciones o modificaciones de las características de las obras que impongan
prestaciones fuera del alcance de las posibilidades técnicas del Contratista, y que no conlleven
la modificación cuantitativa prevista por el artículo 30 ni la supresión de ítem -artículo 38 de la
LOP—, podría interpretarse razonablemente que le asiste a aquél el derecho rescisorio, en
tanto el propio artículo 38 está fijando límites de orden cualitativo, con independencia de su
repercusión cuantitativa.
En el aspecto cuantitativo, la base a tomar en cuenta para determinar si se llega o no al límite
del 20 % es el precio básico del contrato o, en su caso, el precio redeterminado, sin que sea
procedente con el fin de calcular dicho porcentaje, acumular o detraer los montos de contrato
derivados de modificaciones, en más o en menos, pretéritas.
Asimismo en los casos de modificaciones sucesivas que individualmente no alcanzaran per
se el porcentaje del 20%, el derecho rescisorio del Contratista nace a partir de la obtención de
dicho porcentaje por la sumatoria de todas ellas. Caso contrario se tornaría ilusorio su ejercicio
por esta causal.
53.2.2. Suspensión de las obras por la Administración durante más de tres meses
Dentro de las prerrogativas que integran el ius variandi, se encuentra la prevista por el artículo
34 de la LOP que autoriza al Comitente a suspender el todo o parte de las obras contratadas si
lo juzgase necesario.
El ejercicio de esta prerrogativa encuentra también sus límites en las previsiones del inciso b)
en comentario, toda vez que si se mantuvieran por más de tres meses la suspensión de las
obras, el Contratista estaría facultado a plantear la rescisión del contrato.
Razones similares a las que fundan la posibilidad de rescindir el contrato en el caso de
variaciones en más o en menos el 20% de los valores del contrato o supresión de un ítem,
concurren para justificar la rescisión en caso de que la Administración suspenda directamente
los trabajos por más de tres meses.
Adviértase que la suspensión impuesta, más allá del límite temporal fijado por la norma, altera
el plan de obras, de certificación e inversión, elementos éstos que son esenciales en la relación
jurídica sustancial y que el Contratista tuvo en cuenta para la determinación del precio
ofertado.
El plazo fijado por este inciso debe considerarse un plazo máximo de suspensión sin
consecuencias extintivas a favor del Comitente; transcurrido el cual el Contratista no tiene
obligación de invocar -a su término- la rescisión con causa en la suspensión de los trabajos.
Esta causal podría ser esgrimida en cualquier momento, más allá de los tres meses, en tanto se
mantenga la situación de suspensión, sin perjuicio de los derechos indemnizatorios que le
correspondan al Contratista según lo previsto por el artículo 34.
El presupuesto fáctico aquí previsto requiere: i) orden de suspensión dada por autoridad
administrativa competente, ii) que la suspensión no tenga causa en el acaecimiento de caso
fortuito o fuerza mayor, decisión de la autoridad judicial o en la conducta culpable del
Contratista y iii) que supere el límite temporal previsto en la norma.
Al no distinguir el artículo en comentario entre suspensión total o parcial de las obras, esta
última, de disponerse por la Administración, en principio también facultaría al Contratista a
requerir la rescisión del contrato.
En caso de controvertirse la procedencia de la rescisión con causa en la suspensión parcial,
deberá apreciar el juez si el ejercicio de la facultad rescisoria por parte del Contratista no
implicó un abuso del derecho en los términos del art. 1071 del Código Civil, teniendo en cuenta
para ello, la verdadera incidencia de la suspensión dispuesta en el desarrollo de las obras y
economía del contrato.
Si la suspensión afectara una porción de obra divisible de la encomienda respecto de su
conjunto y autónoma en su ejecución, nada obstaría a que el Contratista planteara la rescisión
parcial del contrato.
Finalmente, si levantada la suspensión el Contratista reiniciara la ejecución de las obras sin
haber ejercido su derecho rescisorio, no podría ulteriormente invocar la causal rescisoria de
suspensión, al haber consentido ésta. Ello, sin perjuicio de la indemnización que le
corresponda según lo dispuesto por el artículo 34 de la LOP.
53.2.3. Suspensión de las obras por más de tres meses o reducción de su ritmo en más de un
50% durante el mismo período por falta de entrega en término de materiales y elementos por
parte de la Administración
A diferencia del supuesto contemplado por el inc. b), en esta hipótesis se prevé una conducta
omisiva o de falta de cumplimiento de las obligaciones que asumiera el Comitente según
contrato.
No se requiere la emisión de un acto administrativo, sino la mera acción por omisión, hecho o
conducta por la que se concreta, en parte o en todo, la falta de entrega de materiales y
elementos comprometidos.
Desde ya, si la imposibilidad de entregar materiales se originara en el acaecimiento de caso
fortuito o fuerza mayor, la Administración podría declarar la rescisión del contrato con
fundamento en el artículo 53 inc. d) de la LOP, rechazando la eventual pretensión del
Contratista de resolver el contratoen base a lo dispuesto por el inciso c) del artículo en
comentario.
53.2.4. Caso fortuito o fuerza mayor
La noción decaso fortuito o fuerza mayor, así como sus caracteres en materia de rescisión del
contrato de obra pública, no difiere de las conceptualizaciones recogidas por el derecho civil.
De ello puede concluirse que, si el acontecimiento no reúne los requisitos de "imprevisible",
"exterior", "irresistible", "extraordinario" e "inevitable", no será procedente la invocación de la
causal en análisis.
Para que proceda esta causal de rescisión, la norma exige además que el acontecimiento
imposibilite el cumplimiento de las obligaciones emergentes del contrato.
El acaecimiento de hechos calificables como caso fortuito o fuerza mayor puede aparejar una
imposibilidad sólo temporal, o en su caso definitiva, del cumplimiento de las obligaciones que
las afecte.
En el primero de los casos, ordinariamente, el cumplimiento de la obligación sólo se posterga
en el tiempo, salvo que el hiato impuesto por las circunstancias reseñadas haya hecho perder
todo interés en la prestación al acreedor, asimilándolo a un incumplimiento definitivo. Tal el
caso de las obligaciones de plazo esencial.
Si el efecto de caso fortuito o fuerza mayor impide definitivamente al Contratista cumplir con
sus prestaciones o ejecutar el proyecto tal como fue concebido en su origen, la invocación de
la causal rescisoria en análisis será procedente.
Respecto de la procedencia de invocar por parte de la Administración el caso fortuito o fuerza
mayor como causa de extinción del vínculo, tanto la PTN como la doctrina se han pronunciado
favorablemente.
Art. 54°. —
Producida la rescisión del contrato en virtud de las causales previstas en el artículo anterior,
ella tendrá las siguientes consecuencias:
a) Liquidación a favor del contratista previa valuación practicada de común acuerdo con él
sobre la base de los precios, costos y valores contractuales, del importe de los equipos,
herramientas, instalaciones, útiles y demás enseres necesarios para las obras que éste no
quiera retener;
b) Liquidación a favor del contratista del importe, de los materiales acopiados y los
contratados, en viaje o en elaboración, que sean de recibo;
c) Transferencia, sin pérdida para el contratista, de los contratos celebrados por el mismo
para la ejecución de las obras;
d) Si hubiera trabajos ejecutados, el contratista deberá requerir la inmediata recepción
provisional de los mismos, debiendo realizarse su recepción definitiva una vez vencido el
plazo de garantía;
e) Liquidación a favor del contratista de los gastos improductivos que probare haber tenido
como consecuencia de la rescisión del contrato;
f) No se liquidará a favor del contratista suma alguna por concepto de indemnización o de
beneficio que hubiera podido obtener sobre las obras no ejecutadas.
En el caso del inc. d) del art. 53, no será de aplicación el inc. e) del presente artículo.
54.1. Consecuencias patrimoniales de la rescisión sin culpa del Contratista y por fuerza mayor.
El artículo en comentario regula las consecuencias de orden patrimonial que acarrea cada uno
de los supuestos de rescisión previstos por el artículo 53 de LOP, preestableciendo los rubros
que integran la indemnización que le corresponde al Contratista en concepto exclusivamente
de daño emergente.
54.2. Liquidación del importe de los equipos, herramientas, instalaciones, útiles y demás
enseres necesarios para las obras que el Contratista no quiera retener
Se prevé en este inciso que, verificada la rescisión del contrato por alguna de las causales
previstas en el artículo 53 de la LOP, el Contratista tendrá derecho a que se le paguen los
importes que resultende la valuación de losequipos, herramientas, instalaciones, útiles y
demás enseres afectados a la ejecución de la obra, que aquél no quiera retener en su poder.
A diferencia de los supuestos de rescisión por culpa del locador, en el caso contemplado por el
inciso en comentario la decisión de que los equipos, herramientas, etc., queden afectados a la
ejecución de la obra o simplemente en poder de la Administración le corresponde
exclusivamente al Contratista, quienpodrá optar entre conservarlos y retirarlos del
emplazamiento o transferirlos a la Administración.
En el supuesto de transferencia, y a efectos de la liquidación y pago de los bienes objeto de la
misma, se exigen los siguientes requisitos: i) la valuación previa y convencional de los
elementos a transferir y ii) que la valoración se realice adoptándose, como base de la
negociación, los precios y valores de contrato.
De no llegarse a un acuerdo sobre la valoración de los bienes sujetos a transferencia, la
cuestión deberá dirimirse recurriendo a las alternativas que se prevén en el artículo 55 de la
LOP — sometimiento a árbitros o decisión judicial -.
Tanto desde el punto de vista de la Administración como del Contratista, la ley fija un límite
respecto de los bienes susceptibles de ser transferidos.
En efecto, prevé que los bienes sujetos a transferencia deben ser necesarios o útiles para la
obras, razón por la que resultaría inadmisible cualquier pretensión que tenga como fin la
transferencia de bienes que, aún ubicados en el emplazamiento, resulten innecesarios para la
obra.
54.3. Liquidación del importe de los materiales acopiados, contratados o en viaje o
elaboración, que sean de recibo
El inciso b) prescribe, además, que se liquide a favor del contratista el importe de otros bienes
allí detallados. Ellos son: i) los materiales acopiados, ii) los materiales contratados en viaje y iii)
los materiales contratados en elaboración.
Se entiende que los materiales acopiados aludidos son los que a la fecha de la rescisión se
encontraban aún pendientes de certificación y pago.
Como característica común a todos y con el fin de que la liquidación proceda, los materiales
deben ser "de recibo", es decir, aptos y necesarios para la ejecución de los trabajos objeto del
contrato rescindido, según pautas objetivas.
Para la fijación del valor de los materiales corresponde acudir a los precios de contrato y, de no
estar explicitados los precios en los respectivos análisis que formaron parte de la oferta,
resulta razonable aplicar supletoriamente el mismo criterio que para la valoración de los
equipos, herramientas y demás enseres; elementos éstos que al igual que los materiales, están
afectados a la ejecución de las obras.
Art. 56°
Exceptúase de la substanciación dispuesta por el art. 49 de la ley de contabilidad la
contratación de cualquier provisión destinada a las obras públicas nacionales.
56.1. Pagos de provisiones e insumos con destino a una obra pública
Por este artículo se exime de la intervención del Poder Ejecutivo para efectuar pagos a favor de
terceros respecto de las provisiones de insumos con destino a la ejecución de una obra
pública, con independencia de que el monto de los pagos exceda o no el límite establecido por
el entonces vigente artículo 49 de la derogada ley de contabilidad, que hoy se corresponde con
el artículo 35 de la ley 24.165 -reglamentado por el Decreto Nº 2662/92 y la decisión
administrativa Nº 215/99-.
Cabe aclarar que el Decreto Nº 19.324/49, reglamentario del artículo 1º de la LOP, determinó
la extensión de la expresión "provisión" utilizada por la norma en comentario, haciéndola
comprensiva de: "1) los materiales y elementos que se incorporan definitivamente a la
construcción, trabajo, reparación y conservación, etc., de una obra pública; 2) los elementos y
mobiliario estables y necesarios para la primera habilitación de la obra; 3) los transportes para
las obras públicas; 4) los elementos necesarios para organizar e instalar servicios de industria y
que queden fijos (máquinas, etc.) en el taller o fábrica. No se consideran comprendidos en la
excepción contenida en el referido art. 56 los elementos necesarios o propios del posterior
funcionamiento de los servicios ya instalados en las obras públicas" (artículo 5º).
En síntesis, el sentido de la norma en comentario es atribuir facultades al funcionario que
posee la competencia para contratar la ejecución de obras públicas, de tal forma que no esté
limitado en razón del monto para realizar adquisiciones de insumos con destino a la obra. Ello,
sin perjuicio de los propios condicionamientos presupuestarios.
Art. 57°
Derógase la ley 775 y toda otra disposición legal que se oponga a la presente ley, con
excepción de la ley 12.737 para construcciones militares.
57.1. Derogación expresa del régimen preexistente. Alcance
Esta disposición se encuentra en consonancia con lo dispuesto por el artículo 1º de la LOP.
Art. 58°-
Comuníquese, etc.