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RESEÑA HISTORICA EXPERIMENTO DE LA CÁRCEL DE STANFORD

El experimento de la cárcel de Stanford es un conocido estudio psicológico acerca de la influencia de un


ambiente extremo, la vida en prisión, en las conductas desarrolladas por el hombre, dependiente de los
roles sociales que desarrollaban (cautivo, guardia). Fue llevado a cabo en 1971 por un equipo de
investigadores liderado por Philip Zimbardo de la Universidad de Stanford.

Zimbardo y su equipo intentaron probar la hipótesis de que los guardias de prisiones y los convictos se
autoseleccionaban, a partir de una cierta disposición que explicaría los abusos cometidos
frecuentemente en las cárceles. Los participantes fueron reclutados por medio de anuncios en los
diarios y la oferta de una paga de 15 dólares diarios (equivalente a 88,5 dólares diarios en 2015) por
participar en la «simulación de una prisión». De los 70 candidatos que respondieron al anuncio,
Zimbardo y su equipo seleccionaron a los 24 que estimaron más saludables y estables
psicológicamente. Los participantes eran predominantemente blancos, jóvenes y de clase media. Todos
eran estudiantes universitarios.

El grupo de 24 jóvenes fue dividido aleatoriamente en dos mitades: los «prisioneros» y los «guardias».
Más tarde los prisioneros dirían que los guardias habían sido elegidos por tener la complexión física
más robusta, aunque en realidad se les asignó el papel mediante el lanzamiento de una moneda y no
había diferencias objetivas de estatura o complexión entre los dos grupos.

La cárcel ficticia se instaló en el sótano del Departamento de psicología de la Universidad de Stanford.


Un investigador asistente sería el «alcalde» y Zimbardo el «superintendente». Zimbardo estableció
varias condiciones específicas que esperaba que provocaran la desorientación, la despersonalización y
la desindividualización.

Los «guardias» recibieron porras y uniforme caqui de inspiración militar, que habían escogido ellos
mismos en un almacén militar. También se les proporcionaron gafas de espejo para impedir el contacto
visual (Zimbardo dijo que tomó la idea de la película Cool hand Luke - La leyenda del indomable). A
diferencia de los prisioneros, los guardias trabajarían en turnos y volverían a casa durante las horas
libres, aunque durante el experimento muchos se prestaron voluntarios para hacer horas extra sin paga
adicional.

Los «prisioneros» debían vestir sólo batas de muselina (sin calzoncillos) y sandalias con tacones de
goma, que Zimbardo escogió para forzarles a adoptar «posturas corporales no familiares» y contribuir a
su incomodidad para provocar la desorientación. Se les designaría por números en lugar de por sus
nombres. Estos números estaban cosidos a sus uniformes. Además, debían llevar medias de nylon en
la cabeza para simular que tenían las cabezas rapadas, a semejanza de los reclutas en entrenamiento.
Además, llevarían una pequeña cadena alrededor de sus tobillos como «recordatorio constante» de su
encarcelamiento y opresión.
El día anterior al experimento, los guardias asistieron a una breve reunión de orientación, pero no se les
proporcionaron otras reglas explícitas aparte de la prohibición de ejercer la violencia física. Se les dijo
que era su responsabilidad dirigir la prisión, lo que podían hacer de la forma que creyesen más
conveniente.

Zimbardo transmitió las siguientes instrucciones a los «guardias»: Podéis producir en los prisioneros
que sientan aburrimiento, miedo hasta cierto punto, podéis crear una noción de arbitrariedad y de que
su vida está totalmente controlada por nosotros, por el sistema, vosotros, yo, y de que no tendrán
privacidad... Vamos a despojarlos de su individualidad de varias formas. En general, todo esto conduce
a un sentimiento de impotencia. Es decir, en esta situación tendremos todo el poder y ellos no tendrán
ninguno.

A los participantes que habían sido seleccionados para desempeñar el papel de prisioneros se les dijo
simplemente que esperasen en sus casas a que se los «visitase» el día que empezase el experimento.
Sin previo aviso fueron «imputados» por robo a mano armada y arrestados por policías reales del
departamento de Palo Alto, que cooperaron en esta parte del experimento.

Los prisioneros pasaron un procedimiento completo de detención por la policía, incluyendo la toma de
huellas dactilares, que se les tomara una fotografía para ser fichados y se les leyeran sus derechos
Miranda. Tras este proceso fueron trasladados a la prisión ficticia, donde fueron inspeccionados
desnudos, «despiojados» y se les dieron sus nuevas identidades.

El experimento se descontroló rápidamente. Los prisioneros sufrieron y aceptaron un tratamiento sádico


y humillante a manos de los guardias, y al final muchos mostraban graves trastornos emocionales.

Tras un primer día relativamente anodino, el segundo día se desató un motín. Los guardias se prestaron
como voluntarios para hacer horas extras y disolver la revuelta, atacando a los prisioneros con
extintores sin la supervisión directa del equipo investigador. A partir de ese momento, los guardias
trataron de dividir a los prisioneros y enfrentarlos situándolos en bloques de celdas «buenos» y
«malos», para hacerles creer que había «informantes» entre ellos. Esta treta fue muy efectiva, pues no
se volvieron a producir rebeliones a gran escala. De acuerdo con los consejeros de Zimbardo, esta
táctica había sido empleada con éxito también en prisiones reales estadounidenses.

Los «recuentos» de prisioneros, que habían sido ideados inicialmente para ayudar a los prisioneros a
familiarizarse con sus números identificativos, evolucionaron hacia experiencias traumáticas en las que
los guardias atormentaban a los prisioneros y les imponían castigos físicos que incluían ejercicios
forzados.

Se abandonaron rápidamente la higiene y la hospitalidad. El derecho de ir al lavabo pasó a ser un


privilegio que podía, como frecuentemente ocurría, ser denegado. Se obligó a algunos prisioneros a
limpiar retretes con sus manos desnudas. Se retiraron los colchones de las celdas de los «malos» y
también se forzó a los prisioneros a dormir desnudos en el suelo de hormigón. La comida también era
negada frecuentemente como medida de castigo. También se los obligó a ir desnudos como
humillación.

El propio Zimbardo ha citado su propia implicación creciente en el experimento, que guio, y en el que
participó activamente. En el cuarto día, él y los guardias reaccionaron ante el rumor de un plan de huida
intentando trasladar el experimento a un bloque de celdas reales en el departamento local de policía
porque era más «seguro». La policía rechazó su petición, alegando preocupaciones por el seguro y
Zimbardo recuerda haberse enfadado y disgustado por la falta de cooperación de la policía.

A medida que el experimento evolucionó, muchos de los guardias incrementaron su sadismo,


particularmente por la noche, cuando pensaban que las cámaras estaban apagadas. Los investigadores
vieron a aproximadamente un tercio de los guardias mostrando tendencias sádicas «genuinas». Muchos
de los guardias se enfadaron cuando el experimento fue cancelado.

Un argumento que empleó Zimbardo para apoyar su tesis de que los participantes habían internalizado
sus papeles fue que, cuando se les ofreció la «libertad condicional» a cambio de toda su paga, la
mayoría de los prisioneros aceptó el trato. Pero cuando su libertad condicional fue «rechazada»,
ninguno abandonó el experimento. Zimbardo afirma que no tenían ninguna razón para seguir
participando si eran capaces de rechazar su compensación material para abandonar la prisión.

Los prisioneros empezaron a mostrar desórdenes emocionales agudos. Un prisionero desarrolló un


sarpullido psicosomático en todo su cuerpo al enterarse de que su «libertad condicional» había sido
rechazada (Zimbardo la rechazó porque pensaba que trataba de un ardid para que lo sacaran de la
prisión). Los llantos y el pensamiento desorganizado se volvieron comunes entre los prisioneros. Dos de
ellos sufrieron traumas tan severos que se los retiró del experimento y fueron reemplazados.

Uno de los prisioneros de reemplazo, el prisionero número 416, quedó horrorizado por el tratamiento de
los guardias y emprendió una huelga de hambre. Se lo recluyó en confinamiento solitario en un
pequeño compartimento durante tres horas en las que lo obligaron a sostener las salchichas que había
rechazado comer. El resto de los prisioneros lo vieron como un alborotador que buscaba causar
problemas. Para explotar este aspecto, los guardias les ofrecieron dos opciones: podían o bien entregar
sus mantas o dejar al prisionero número 416 en confinamiento solitario durante toda la noche. Los
prisioneros escogieron conservar sus mantas. Posteriormente Zimbardo intervino para hacer que 416
volviera a su celda.

Zimbardo decidió terminar el experimento prematuramente cuando Christina Maslach, una estudiante
de posgrado no familiarizada con el experimento, objetó que la «prisión» mostraba unas pésimas
condiciones, tras ser introducida para realizar entrevistas. Zimbardo se percató de que, de las más de
cincuenta personas externas al experimento que habían visto la prisión, ella fue la única que cuestionó
su moralidad. Tras apenas seis días, ocho antes de lo previsto, el experimento fue cancelado.

ANÁLISIS PELICULA EL EXPERIMENTO

 En la película se puede observar cómo surge el lado oscuro de las personas cuando estas se
encuentran en una situación ventajosa ante alguien desprotegido es en ese momento exacto
cuando el demonio interno que la mayoría de personas tenemos internamente surge, es visible
que durante el experimento hay algunos de los guardias que disfrutan el ejercer el control y
dominio sobre otros al grado que dejan ver algunas características sádicas y malicia pura pues
al darse el amotinamiento se pudo observar como un guardia lejos de estar preocupado o
asustado por la situación rocía a los reos con el contenido de unos extintores desde ese
momento el grupo de guardias al lograr controlar el motín refuerzan su sentido de dominio e
inician con el atormenta miento, castigos físicos y ejercicios forzados como mecanismo de
control.

Derivado del constante cambio sufrido por los guardias se da la exposición de los reos a la
mala higiene, puesto que hasta los mismos castigos lo exponían a eso como los casos donde
eran obligados a limpiar baños con las manos, a dormir en el suelo, aguantar hambre y
posteriormente a utilizar la desnudes como humillación, está claramente visto que el proyecto
por su magnitud se fue de las manos puesto que el administrador y participantes del evento con
el transcurso del tiempo desarrollaron problemas mentales, los que nos demuestra que no es la
calidad de la persona, nivel escolar o nivel económico lo que la hará buena persona sino sus
convicciones y con este experimento queda clara la delgada línea existente entre las
autoridades y su participación en delitos.

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