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Clifford Geertz - Conocimiento Local

El presente documento tiene como objetivo central presentar de manera breve y sistemática los
argumentos presentes en las secciones del libro Conocimiento Local de Clifford Geertz
seleccionadas. La estructura narrativa del libro es la recopilación de un conjunto de ensayos
provenientes de diferentes momentos y elaborados con distintos objetivos. La elección de optar por
el modelo ensayista en Geertz se debe a que es conveniente para “dar rodeos por calles paralelas
(1994: 15) y se adapta fácilmente a distintas necesidades. El trabajo presenta dos dificultades
principales: por un lado, el objetivo de sistematizar los ejes centrales de los ensayos seleccionados
implica necesariamente explicitar el argumento central de cada ensayo con el riesgo de quedarnos
en calles paralelas, y en apariencia inconexas; y por otro lado, la variedad de temas abordados
significara que retomemos solo uno de ellos para elaborar algún intento de comentario critico. En
este sentido, a continuación se presentara los argumentos principales de cada ensayo(1).
El autor empieza reconociendo la continuidad que existe entre este libro y los argumentos
desarrollados en un libro anterior donde se encuentra los principales ejes de su propuesta (Geertz,
2001)(2). En este sentido, adoptaremos como punto de partida la propuesta que se encuentra en el
libro anterior, antes de presentar los argumentos de los capítulos seleccionados del libro
Conocimiento Local. La propuesta de Geertz es a partir de la noción de “descripción densa” lo cual
consiste en “desentrañar las estructuras de significación (…) y desentrañar su campo social y su
alcance” (2001: 24). En esto consiste en análisis “cultural”. La etnografía es descripción densa, y
hacer etnografía es intentar leer las estructuras de significación (superpuesta, yuxtapuesta y
compleja) que se presentan ante el “extranjero” o no “nativo”. La cultura se presente como un
documento activo posible de “ser leído”, y posible al mismo tiempo, de contener múltiples lecturas;
lo cual solo es posible si se asume y acepta que la conducta humana es acción simbólica. Es decir,
la cultura “consiste en estructuras de significación socialmente establecidas en virtud de las cuales
la gente hace cosas tales como señales de conspiración y se adhiere a estas, o percibe insultos y
contesta a ellos (…)” (2001: 26).
Así, la cultura es entendida como “sistemas de interacción de signos interpretables” (2001: 27).
Esto le permite al autor rechazar distintos modelos y advertir sobre los peligros que acarrean
ciertas posturas como aquellas que al ver la cultura como realidad súper orgánica terminar por
reificar la cultura; o aquellas que terminan reduciéndola; o las que plantean como supuesto que la
cultura se encuentra situada en el entendimiento y corazón de los hombres; u otras que terminar
por esquematizar la cultura. Asimismo, la finalidad de la antropología para el autor es ampliar el
universo del discurso humano. Entonces, el trabajo antropológico se presenta como la realización
de una lectura, la cual se toma como “buena” si nos permite adentrarnos a la misma medula de lo
que es la propia interpretación. Es decir, la interpretación antropológica consiste en “trazar la curva
de un discurso social y fijarlo en una forma susceptible de ser examinada” (2001: 31).

Para el autor, la etnografía (descripción densa) tiene como rasgos características el ser
interpretativa, en rescatar lo dicho, en fijarlo, y en que es microscópica. Además, Geertz señala que
todo análisis cultural por sus propias características es incompleto y que “considerar las
dimensiones simbólicas de la acción social (…) no es apartarse de los problemas existenciales de
la vida para ir a parar a algún ámbito empírico de formas desprovistas de emoción; por el contrario
es sumergirse en medio de tales problemas. La vocación esencial de la antropología interpretativa
no es dar respuestas a nuestras preguntas mas profundas, sino darnos acceso a respuestas dadas
por otros, que guardaban otras ovejas en otros valles, y así permitirnos incluirlas en el registro
consultable de lo que ha dicho el hombre” (2001: 40)(3).

La propuesta de una antropología interpretativa se daría en un contexto de profundas


transformaciones en las ciencias sociales. Son estos cambios los que se presentan en el primer
ensayo “Géneros Confusos”, donde el autor presenta los cambios producidos en las ciencias
sociales en las ultimas décadas (en el objeto de análisis, lenguaje de análisis y posición del
analista), los cuales tendrían su origen en un giro cultural que ha alterado radicalmente la
“cartografía. Este giro cultura es la refiguración del pensamiento social. En este sentido, la
emergencia del enfoque interpretativo ha significado transformaciones en el estilo discursivo, como
se puede apreciar en las analogías que se plantean entre sociedad y juego, drama y texto.
Analogías que terminan superponiéndose, y que solo son ejemplos que plantea el autor dentro de
un gran numero de ellas. Además, pese a que no se hallan establecidas interiormente, este tipo de
analogías plantean una serie de desafíos que dejan en entredicho lo que mucho tiempo se
considero los “supuestos generales” de las ciencias sociales. Asimismo, como afirma el autor” [s]i
logra afianzarse, la refiguración de la teoría social representara un cambio radical en nuestra
concepción, no tanto de lo que es el conocimiento, sino de lo que queremos conocer” (1994: 48).

Así, la tarea de la antropología no se distancia radicalmente de las empresas de otras disciplinas


como la de críticos literarios, sino que pueden encontrarse ciertas semejanzas para lo cual Geerz
propone la noción de historia social de la imaginación moral, entendida como “la exposición de
nuestro sentido de nosotros mismos y de los otros (...) no solo queda afectado por el trafico con
nuestras propias formas culturales, sino en un grado notable por la descripción de formas que no
son inmediatamente nuestras realizadas por antropólogos, críticos, historiadores, etc., quienes las
hacen, una vez reelaboradas y redirigidas, derivativamente nuestras. (1994: 17-18)

Dicho esto, Geertz desarrolla la premisa central de todo su proyecto, es decir, afirmar que “el
estudio de la cultura empieza con la comprensión de cómo las personas se entiendes a si mismas”
(Rosaldo, 1997: 30), por que el tercer ensayo empieza presentando el debate que se origino en
torno a la publicaciones de los diarios de Malinowski. Debate que considera no debe abordarse
como un problema moral, sino epistemológico dado que la pregunta central es “como se alcanza el
conocimiento antropológico del modo en que piensan, sienten y perciben los nativos? (1994; 74).
Así, el autor retoma los conceptos de “experiencia próxima” y “experiencia distinta” de Kohut para
plantear el problema que busca discutir, es decir, la exigencia (necesaria para él) de ver las cosas
desde el punto de vista del nativo (4). Con estos conceptos a la mano, Geertz plantea utilizar el
concepto de persona como “vehiculo excelente para examinar la cuestión del modo en que
podemos introducirnos en el estado de animo de otro pueblo” (77), y lo ejemplifica a partir de sus
trabajos en Java, Bali y Marruecos. Estos ejemplos le van a permitir desarrollar su tesis central que
es reconocer la importancia de la estrategia intelectual que se plantea en los análisis
antropológicos entre en el todo y las partes para la interpretación etnográfica. Vale decir, para “la
penetración en los modos de pensamiento de otros pueblos” (1994: 89). Estrategia intelectual, que
como se vio en el primer capitulo, se encuentra mas cercana a los movimientos realizados dentro
de las ciencias humanas que los de las ciencias naturales.

A partir de estas premisas, el autor presenta una serie de “fenómenos sociales y culturales”
analizados bajo la óptica de su propuesta antropológica interpretativa. En este sentido, el primer
“objeto” es una dimensión de la cultura poco explorada por los antropólogos: el sentido común. En
análisis de esta debe empezar por reconstruir la distinción entre la aprehensión de la realidad y la
sabiduría coloquial. Así, es necesario desintegrar analíticamente la premisa de la cual el sentido
común extrae su autoridad. A partir de una breve revisión de las formas en que se ha planteado el
sentido común desde diversas disciplinas, el autor plantea que el “sentido común muestra de una
manera particularmente evidente el impulso sobre el que se construyen esos complejos: el deseo
de representar el mundo de forma distinta. Plantea utilizar los siguientes términos en referencia al
sentido común como propiedades del sentido común “de manera genérica, en tanto constituye una
forma cultural localizada por doquier” (1994: 107). Las características son: 1) la naturalidad como
propiedad modal que caracteriza al sentido común; 2) la practicidad como cualidad que las cosas
le otorgan al sentido común; 3) transparencia: 4) la asistematicidad que remite a “la vez esos
placeres de la inconsistencia que son tan reales para todos excepto para los mas escolásticos de
los hombres” (1994: 112); 5) accesibilidad que se desprende como consecuencia lógica del resto
de de cualidades. Geertz plantea que la forma de “demostrar” que el sentido común es un “sistema
cultural, que manifiesta un orden increado que podemos descubrir empíricamente y formular
conceptualmente [es] mediante el peculiar desvió que supone la evocación de sus tonos y
pensamientos generalmente reconocidos, el intransitado camino lateral que nos condice, a través
de predicados estructurados metafóricamente a recordar a la gente lo que ya sabe” (1994: 115).

Los movimientos analíticos desarrollados para el caso del sentido común se vuelven a desplegar,
pero en este caso, respecto al arte como sistema cultural. A través de diversos ejemplos, como el
poeta en el Islam, Geertz termina concluyendo que la variedad de expresiones artísticas “proviene
de la variedad de concepciones que los hombres tienen del modo en que son las cosas, pues se
trata en efecto de una misma variedad” (1994: 146) y concebir los signos como modos de
pensamiento, como un lenguaje que puede ser interpretado. Luego le sigue el turno al poder y el
carisma presentado en el quinto capitulo, el cual parte de una crítica a la forma en que se ubica la
noción de carisma dentro del proyecto de Weber, y como siguientes lecturas han logrado
complejizar aun más el panorama. En este sentido, Geertz se propone investigar la sacralizad
inherente al poder soberano a partir de la revisión de tres casos específicos: Isabel de Tudor en
Inglaterra, Hayam Yuruk en Java y Hasán I en Marruecos. Pese a las diferencias de estos tres
casos, el autor encuentra la existencia de un elemento común: la autoridad política requiere de un
marco cultural en el cual definirse y desarrollarse, por lo que propone estudiarlo a partir del centro
(ideología y cultura) para entender el fenómeno de la figura carismática. Asimismo, la relación que
se establece entre el centro y la figura carismática es lo que explica el carácter de sacralidad que
se le otorga (5). Finalmente, el “método” se emplea al pensamiento moderno, o como lo plantea
Geertz hacia una etnografía del pensamiento moderno. La pregunta acerca del pensamiento ha
estado presente a lo largo del conjunto de discusión antropológica encontrándose respuestas que
van desde la mente primitiva pasando por el relativismo cognitivo hasta la inconmensurabilidad
conceptual. El argumento que desarrolla el autor es “explicar” presupuestos metodológicos y los
procedimientos de investigación. En este sentido, el principal presupuesto tiene que ver con que
las disciplinas son maneras de ver el mundo. Asimismo, el autor se va a detener a tres aspectos
del campo antropológicos: la utilización de datos convergentes; 2) la explicación de las
clasificaciones lingüísticas; 3) la investigación del ciclo de la vida.

A lo largo de estos ensayos, se enfatiza ciertos aspectos de la propuesta de Geertz: en primer


lugar, (como ya vimos) se hace referencia a la “obligación” de empezar por el punto de vista del
“nativo”; en segundo lugar, se afirma que todo objeto cultural debe ser entendido dentro del
contexto que le otorga su sentido, es decir, “en su contexto local las “cosas” se pueden volver
legibles” (Rosaldo, 1997: 31); en tercer lugar, a lo largo de los ensayos se proponen diferentes
ejemplos provenientes de realidades “distintas” con el fin de dar visibilizar el asunto a tratar, así
como transgredir los limites de la imaginación humana y un sinfín de normas culturales (como
sucede en el caso de saltar la diferencia entre “alta” y “baja” cultura en las artes al tomar ejemplos
diversos). (Rosaldo, 1997). En este sentido, el conjunto de ensayos seleccionados para realizar el
presente trabajo son “(…) un buen numero de verdaderas interpretaciones de algo, así como una
serie de formulaciones antropologizantes de algunas de las implicaciones de las interpretaciones
que considero mas interesantes, y asimismo, un ciclo recurrente de términos (…) diseñados para
sugerir que hay un sistema que persiste, que todas esas interrogaciones apuntadas con tanta
variedad, quedan resumidas en una sólida concepción del modo en que se podría emprender una
crónica del imaginario de la sociedad” (1994; 14)

En la propuesta de Geertz aplicada y desarrollada en este libro, la primera duda que se presenta
es: el continuo énfasis “relativista” del autor al afirmar que todo objeto cultural adquiere sentido en
relación a un contexto determinado implicada el reconocimiento de las diferencias culturales
ubicadas en un plano. Sin embargo, al ubicar todo objeto cultural en un entramado simbólico
significante, y conceptualizar estos elementos con la posibilidad de trasladar el modelo saltando de
un contexto a otro se presenta como una continuidad universalizante en su propuesta. Es decir, la
propuesta “interpretativa” del autor se sustenta en partir de una serie de supuestos universales, es
decir, trasladables a todo tipo de cultura, asumiendo así que el “funcionamiento” cambia en tanto
cambia el “contenido y forma” del entramado simbólico, pero finalmente es un entramado simbólico
con ciertos ejes a partir de los cuales es posible comprender el funcionamiento “cultural”.
Asimismo, frente a la metáfora del análisis cultural como lectura y de la cultura como texto
(documento activo) salta la pregunta sobre la “totalidad” del texto. Un texto esta escrito, es decir,
representa una suerte de totalidad la cual se enuncia como su propia incapacidad de constituirse
como tal, pero al mismo tiempo es esta “totalidad” lo que la define. Entonces, la cultura aparecería
como una “totalidad”, lo cual aparece como necesario para su conformación y propia lógica, pero
que al mismo tiempo es un imposible.

Existen diversos elementos presentes en el texto que deben discutirse (6). Sin embargo, la
limitación de espacio obliga a centrarnos en un último aspecto: las ausencias. 1) Un elemento que
se menciona continuamente a lo largo del texto, pero siempre se presenta como una “calle aledaña
a la paralela” por la cual transita Geertz, es respecto a la noción de traducción (7). 2) la propuesta
de entender el arte como sistema cultural no toma en cuenta los diferentes sujetos que participan y
posibilitan la producción de una obra de arte. 3) Consideramos que la propuesta de plantear una
serie de características y/o semi-cualidades del sentido común no termina por permitirnos
comprender la forma en que tal sentido común se “construye”.

Bibliografía.

Foucault, Michel. (2000) Defender la Sociedad. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

Geertz, Clifford (2001). La interpretación de las culturas. Gedisa Editorial. Barcelona.

Geertz, Clifford. (1996). Los usos de la diversidad. Ed. Paidos. Barcelona. pp. 66-92

Geertz, Clifford. (1994). Conocimiento Local. Ed. Paidos. Buenos Aires. Introducción, Primera y
Segunda Parte. pp. 11-192.

Rosaldo, Renato. (2000). Cultura y verdad. La reconstrucción del análisis social. Ed. Abya-Yala.
Quito.
Rosaldo, Renato. (1997). “A note on Geertz as a Cultural Essayist”. Representations. No. 59. pp.
30-34.

Roseberry, William. (1989). Anthropologies and Histories: Essays in Culture, History and Political
Economy. Rutgers University Press.

1. En la introducción del libro (1994: 11-27) ya el autor presenta los argumentos centrales del libro
y de los diferentes capítulos, enuncia la estructura del mismo al decir “[l]a naturaleza figurativa de
la teoría social, la interacción moral de mentalidades opuestas, las dificultades practicas para
observar las cosas tal como otros las observan, el estatuto epistemológico del sentido común, el
poder clarificador del arte, la construcción simbólica de la autoridad, la ruidosa diversidad de la vida
intelectual moderna y lo que considera justo (…)” (1994: 13).
2. De ahora en adelante, todas las referencias que solo contengan el año y/o el numero de pagina
se refieren a los textos de Geertz puestos en la bibliografía.
3. Para una critica a la propuesta de Geertz y su “utilización” en el análisis de las peleas de gallos
ver Roseberry (1989), quien plantea que finalmente Geertz no logra aplicar los criterios expuestos
en el primer capitulo de su libro (Geertz, 2001: 19-40) al analizar la pelea de gallos ya que
representa una cultura como “ya escrita”, en la que la cultura termina convirtiéndose en un
producto en lugar de una constante producción.
4. Para un desarrollo posterior de estos conceptos como lenguaje técnico y lenguaje cotidiano ver
(Rosaldo, 2000)
5. Seria interesante contraponer la concepción de “poder” presente en el texto de Geertz, con
aquellas desarrolladas por Bourdieu y Foucault. En el caso de este ultimo, salta a la mente las
precauciones respecto al método para analizar el poder (Foucault, 2000: 33-47) y nos obliga a
pensar en la posibilidad o no de intersecciones entre ambas propuestas. Sin embargo, todas estas
inquietudes desbordan los límites del presente texto, tanto en extensión, como en tiempo.
6. Puede resultar una “perogrullada” intentar argumentar la importancia que este texto tiene a las
problemáticas que se busca desarrollar en el curso “Teorías Antropológicas”, por lo que dejamos
de lado tal requisito. Resultaría mas interesante, por ejemplo, continuar el debate planteado por
Rosaldo (2000: 199) respecto a el papel que cumplen los sentimientos en el trabajo de campo
refiriéndose a la propuesta de Geertz.
7. Noción que ocupa un lugar central en debates contemporáneos y que encuentra su versión más
“provocativa” en los textos de Spivak. Vale señalar, que por diferentes razones, preferimos la
noción de equivalencia a la de traducción.

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