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Callois plantea que Homo Ludens, obra escrita por J. Huizinga, no es un estudio
completo de los juegos ya que carece de una clasificación y descripción de estos.
En realidad, es una investigación sobre la fecundidad del espíritu del juego en el
terreno de la cultura (particularmente de los juegos de competencia
reglamentada), gracias a su análisis de las características del juego y la
demostración de la importancia de su función en el desarrollo mismo de la
civilización.
También encuentra que la definición del juego hecha por Huizinga es demasiado
amplia: Para Huizinga el juego es una acción libre ejecutada “como si” y sentida
como situada fuera de la vida corriente, realizada en cierto espacio y durante un
tiempo definido, que puede absorber al jugador sin que obtenga ningún provecho
o ganancia. En cambio, Caillois la delimita en dos puntos:
Existe cierta afinidad entre el juego y el secreto, misterios y máscaras, pero
cuando estos desempeñan una actividad sacramental entonces ya no se trata de
juego sino de una institución.
Considerar al juego como una acción desprovista de todo interés material
excluye sólo a las apuestas y juegos de azar. Aunque el juego no sea propiamente
lucrativo debido a que no existe una producción de bienes, durante este se da un
desplazamiento de propiedad que afecta solamente a los jugadores. Los
profesionales del juego, que reciben un salario como los futbolistas, no son
jugadores sino hombres de oficio, así que no rompen con esta característica.
A partir de estas limitaciones podemos definir al juego como es una
actividad caracterizada por ser libre, separada de la vida corriente, incierta,
improductiva, reglamentada y ficticia, con la particularidad de que estas dos
últimas características se excluyen entre sí como se explicará más adelante.
a) Categorías fundamentales
Agon (competencia): Son los juegos que aparecen como una lucha en donde se
crea una igualdad artificial para que los antagonistas se enfrenten en condiciones
ideales (aunque no es del todo posible), con posibilidad de dar un valor preciso e
indiscutible al triunfo del vencedor. Se trata de una rivalidad en torno a una sola
cualidad (rapidez, resistencia, vigor, memoria, ingenio, etc.). Tenemos estos
juegos al margen del mecanismo social como deportes. Ejemplos: fútbol, tenis,
ajedrez. La motivación de los competidores será el deseo de que se reconozca su
excelencia en un terreno determinado. Este tipo de juegos requiere entrenamiento,
disciplina y perseverancia, puesto que deja solo al jugador con sus recursos para
aprovecharlos lo mejor posible.
Alea (suerte): En estos los participantes tratan de salir favorecidos por el destino,
tienen la función de abolir las cualidades naturales o adquiridas de los individuos
dejándolos en igualdad absoluta de condiciones frente a la suerte. La rivalidad
consiste en que el vencedor ha sido más favorecido por la suerte que el vencido.
Ejemplos: Los dados, cara o cruz, etc. Lo arbitrario mismo es el resorte del juego.
b) De la turbulencia a la regla
Cuando el juego adquiere una existencia institucional las reglas se vuelven parte
de su naturaleza, convirtiéndose en un instrumento de cultura fecundo y decisivo.
Los juegos ejemplifican los valores morales e intelectuales de una cultura, además
de contribuir a precisarlos y desarrollarlos.
Los juegos son menos individuales de lo que se cree, puesto que todos se juegan
en compañía (aunque sea un conjunto de espectadores desconocidos como en el
caso del alea) y porque permite a los jugadores medir su habilidad con otros
(como es el caso del agon).
La corrupción de los juegos sucede cuando existe una relación o mezcla entre la
vida corriente y estos, porque esto viola la característica del juego de encontrarse
excluido o separado de las actividades cotidianas. La corrupción ocurre también
cuando se mezclan las reglas del juego con las leyes de la “realidad”, por una
delimitación poco clara. En esta circunstancia, los juegos adoptarán formas
distintas e inesperadas.
Una vez corrompidos los juegos lo único que queda es la actitud psicológica que
impulsa a preferir un juego por encima de otro. Estas actitudes distintivas son:
La corrupción del mimicry ocurre cuando el simulacro es visto por parte el jugador
o actor como algo real y cree la realidad del papel, disfraz o máscara. Se
convence de que es el otro perdiendo su identidad. Los aplausos marcan el fin del
juego o ilusión, la precisión de los límites impide la enajenación, esta se produce
cuando no hay división franca entre la realidad y la ilusión, llegando a adoptar una
segunda personalidad.
http://timocratico.blogspot.mx/2012/04/resumen-caillois-los-juegos-y-los.html