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EL AYUNO QUE QUITA EL HAMBRE

Min. Raymundo Ramos Dávalos

D esde hace mucho tiempo, las principales religiones del mundo han considerado el ayuno
como una parte cuasi fundamental de su fe, y por ende de su espiritualidad, incluso los
niños, aunque no lo entiendan del todo, aprenden que el ayuno tiene que ver con algún
tipo de privación alimentaria relacionada con lo sagrado.

El ayuno es una de las prácticas cristianas más antiguas y que conviene rescatar de las garras del
reduccionismo farisaico moderno que ha convertido el ayuno en un simple y hueco acto religioso
desprovisto de incidencia en la vida espiritual o a lo sumo en una práctica ascética que sirve para
desarrollar las “virtudes” cristianas y engordar el ego al sentirnos muy piadosos.

Hoy en nuestra iglesia el ayuno forma parte de nuestro horizonte religioso individual y también de
nuestros programas distritales y nacionales. Pero que nos dice la Biblia en estos tiempos de crisis
financiera mundial sobre el tema, es necesario revisar brevemente los principales textos bíblicos
que hablan de lo que muchos consideran una difícil pero necesaria “disciplina espiritual”, el ayuno.

Primero hay que decir que el ayuno tenía en Israel un triple significado, es decir, se hacía por
cualquiera de estas tres causas:

1. La fiesta de reconciliación – Yom Kippur (Día del perdón) – Requiere de un tiempo de


preparación, de ayuno obligatorio para buscar la expiación: lo que el hombre hace para pagar
sus pecados. Los fariseos ayunaban jueves y lunes porque creían que Moisés había subido al
monte Sinaí en jueves y bajado un lunes según la tradición.

El Talmud de Babilonia (600 – 300 a.C.) dice que no se puede ayunar en sábado por lo que debe
ayunarse los mas lejos posible del día sábado, o sea el lunes y el jueves. Ni los musulmanes ayunan
en día de fiesta.

Si se deja de comer se empieza a experimentar muerte para expresar la privación de la fuente de la


vida (el alimento), probar un poco de la muerte, de vestimentas sucias y cara sucia, de polvo que
denote el lloro por el ser querido, es como yo morir un poco por la muerte del otro.

2. Como señal de duelo o luto, que también expresa o asume la muerte en cierta forma por la
pérdida de alguien cercano.

3. Como práctica ascética, que manifiesta el dominio, el autocontrol, la supremacía sobre las
potencias instintivas del humano.

Ahora si, vayamos primero a Isaías 58: Nuestro texto se ubica dentro de los capítulos 56-66 de
Isaías, ellos forman el llamado Trito-Isaías o Tercer Isaías del período post-exilico, este capítulo
trata sobre cómo se vive en la tierra como comunidad, particularmente algunos de los problemas
que surgieron en dicha comunidad una vez que todo volvió a la normalidad. El texto se presenta
como un diálogo polémico entre Dios y el pueblo. Este último protesta que ayuna y no consigue de
Dios lo que desea (v. 3). Por su parte, Dios envía a su profeta a proclamar a gritos (voz en cuello -
v.1) que tiene una causa contra ellos, porque observan lo ritual pero se olvidan de lo ético, de lo
más importante, del amor y compasión al ser humano.
¿Qué tipo de acciones y de palabras le gustan a Yavé? Ya desde el Antiguo Testamento se aprecia
una diferente forma de ver el ayuno por parte de Dios en los versos 3-7: Ayunar realmente es ver
por el otro, es procurar y no oprimir a los trabajadores que estén a nuestro cargo (en nuestros
negocios o casa), albergar al pobre y alimentar al hambriento, compartir nuestro vestido con el
desnudo y no ser indiferente con el necesitado. En esto consiste el verdadero ayuno dice el Señor,
cómo hace falta recordarlo y para muestra un botón:

Según la FAO la cifra de víctimas del hambre mundial alcanza ya los 963 millones, 40 millones más
comparadas con los 923 millones de 2007.
La culpa es de la subida de precios de los alimentos, y la crisis económica puede agravar aún más la
situación. Los campesinos pobres y sin tierra, y los hogares encabezados por mujeres sufren más el
alza de precios alimentarios. "Para millones de personas en los países en desarrollo, contar a diario
con una cantidad mínima de alimentos para llevar una vida sana y activa es un sueño lejano. Las
causas estructurales del hambre, como la falta de acceso a la tierra, crédito o empleo, combinados
con los altos precios de los alimentos, continúan siendo una triste realidad", aseguró el Director
General Adjunto de la FAO Hafez Ghanem.

Casi dos tercios (583 millones en 2007) de los hambrientos del mundo viven en Asia, En África
subsahariana, una de cada tres personas (236 millones en 2007) sufre de desnutrición crónica, el
porcentaje más alto de personas desnutridas sobre el total de la población, según el informe.
Latinoamérica y el Caribe han incrementado el número de personas hambrientas en la región, que
se situó en 51 millones en 2007.

Este año se pidieron USD 22, 000 millones para promover la seguridad alimentaria mundial pero
que a la fecha sólo se ha materializado el 10% de esta cantidad – principalmente para dar ayuda
alimentaria urgente–, el Dr. Diouf Director General de la FAO declaró: "Lo que hace falta… es
voluntad política y el cumplimiento de los compromisos financieros para poder hacer las inversiones
necesarias a fin de promover el desarrollo agrícola sostenible y la seguridad alimentaria en los
países más pobres del mundo." Otras razones son la "corrupción en la vida pública o de nuevo el
aumento de la inversión en armas y tecnologías militares avanzadas en detrimento de las
necesidades básicas de la población…"

Este es el caso de los Estados Unidos que gasta unos US$183,000 dólares por minuto en la guerra
de Irak o lo que es lo mismo, US$11 millones por hora, lo que asciende a unos US$264 millones
diarios que salen de los bolsillos de los estadounidenses para financiar un conflicto que está por
cumplir cuatro años. Hasta el momento, el país ha gastado un total de US$378,000 millones por
concepto de gasto militar en Irak, según cifras el gobierno estadounidense, y todo parece indicar
que seguirá haciéndolo por un largo rato. Cifras que rebasan por mucho, y tan sólo en lo que
respecta a Irak, las necesidades básicas de alimentación del mundo solicitado por la FAO. ¿En qué
pone el hombre su atención y prioridad? ¿Qué hace con lo que le otorga el Señor en su
providencia? La misma iglesia no esta exenta de concentrarse también en otras cosas, cómo por
ejemplo, obtener bienes propios, y entonces ayuna, y lo que es peor, en sábado, día de fiesta, ¿no
estamos cometiendo el mismo error sólo que a nivel del interior? ¿Es acaso ese el ayuno que el
Señor quiere?

Veamos ahora el evangelio de Marcos que introduce el tema del hambre en 2, 18-22. Jesús no
acepta el ayuno típico (algo que en la Edad Media la iglesia Católica volvió a imponer como práctica
de virtud), más bien lo rechaza.

Había dos grupos ayunantes en la época de Cristo:

A) Había comunidades que hacían ayuno en la época de Marcos, como fue el caso de los
discípulos de Juan el Bautista, quienes hacían ayuno por las últimas dos razones ya
explicadas. Ascéticamente buscaban con él, adelantar el reino escatológico.
B) Los escribas aquí son del partido de los fariseos. Todos los maestros de aquel tiempo
enseñaban la ascesis como prueba discipular, y un modo de entrar en la escuela rabínica era
demostrar la capacidad ascética. Por eso, Jesús escandaliza en su tiempo, “Él se la pasa
comiendo y en fiesta”. Se le considera un “pervertidor de la juventud”, para muchos, hace
fiesta todo el tiempo, note el contexto previo del banquete con los pecadores, se sienta y
recuesta a la mesa con gente sin ley e indigna por la ley.

Por otro lado, nadie ayunaba en una boda, eso era una ofensa al novio. El ayuno expresa ausencia
del novio, pero Jesús es el esposo anunciado por Marcos desde la obertura del evangelio (Mc. 1,7).
En el Antiguo Testamento Yavé es presentado como el esposo. En las bodas hay tiempo de gozo no
de luto, los discípulos de Juan al perder a su maestro si están con ausencia y pérdida por eso
ayunan, quien vive con Jesús siempre esta de fiesta.

El novio le será quitado o arrebatado, es decir, violentado por la muerte, hasta entonces se ayunará
–solo los días de muerte, pero al llegar la resurrección lo desacralizará pues volverá la fiesta y su
presencia permanente.

El teólogo y místico italiano Carlo Maria Martini afirma al respecto: “La vida cristiana es una vida
paradójica, por un lado estamos llamados a empatizar y solidarizarnos con los más dolidos de la
historia, no podemos ser indiferentes ante la miseria de millones de seres humanos, esto es
inherente a la fe cristiana, y por tanto habremos de llorar con los que lloran, de luchar por los que
luchan, de sufrir con los que sufren; pero por otro lado, somos invitados a vivir el gozo, la alegría, y
de no permitir que ninguna circunstancia de la vida nos quite el gozo. El que va triste por la vida
como modo de vida, el pesimista y derrotista, afrenta su propia fe, atenta contra la vida cristiana”.

El cristiano no puede expresar la muerte, como el vestirse de negro por luto, la muerte no es la
última palabra, el ayuno es la expresión de la ausencia del novio. Es algo que atenta contra la fe, y
en este sentido fomenta el fariseísmo y la soberbia espiritual. ¿Entonces cómo ayunar ahora? “La
mayor ascesis que hay es al amor al prójimo”. La muerte no derrotó a Jesús, quieres hacer ayuno;
perdona a tu hermano, comparte tus bienes con el pobre, alimenta al necesitado, este tipo de
ayuno es el que quita el hambre porque se hace a favor del otro. El mejor ayuno que podría haber,
sería el de privarse de comer por dárselo al pobre. Jesús inauguró la era de la alegría del hombre no
su dolor, Jesús quitó muchas cosas. Dios piensa en el hombre que goza y disfruta de la creación que
Él hizo. “El sacrificio que no implica la caridad hacía el otro no es sacrificio cristiano”. Jesús rompió
con muchas costumbres humanas equivocadas, era un ser libre que liberó a otros de las cadenas
del egoísmo.

El banquete comunional que establece Jesús “iguala” a los hombres en el plano de la dignidad y
deroga toda pretensión de posesión egoísta de los bienes al ser el banquete manifestación exterior
de una comunión ilimitada del ser y del tener.
En esta perspectiva, es posible afirmar con veracidad que Jesús entendió el ayuno no como una
práctica ascética de purificación, sino como un acto concreto de renuncia a la posesión de aquello
más necesario para la vida del hombre (el alimento físico) para mirar más allá de lo meramente
material, el pan celestial que alimenta verdaderamente, lo cual viene confirmado al unir el ayuno
con la oración (espacio para la escucha del Dios que es Palabra). Este doble movimiento de
renuncia a lo inmanente y apertura a lo trascendente, desemboca necesariamente en una salida
hacia el hermano. Dicho de otra manera, el ayuno debe tener una incidencia concreta no solo en la
interioridad del ayunante, sino en el hermano necesitado del alimento material. Así, aquello que
dejé de comer (o el equivalente en moneda) tiene que ser donado a uno que no lo tenga (y no
importa la razón por la cual no lo tenga, al cristiano no le corresponde juzgarlo, solamente le
compete paliar el sufrimiento en ese justo instante y comprometerse a construir un mundo más
justo y equilibrado).

Profundicemos un poco más en la teología y espiritualidad del ayuno: La privación del alimento
físico por un tiempo suficientemente prolongado provoca una serie de efectos físicos en el
creyente, que interpretados desde la fe, se transforman en efectos espirituales. En primer lugar, la
sensación del hambre nos pone en contacto con el instinto más básico que nos recuerda la urgente
necesidad de comer para sobrevivir. En el fondo, todo conflicto inter- humano tiene su origen en la
percepción del otro como enemigo que amenaza mi supervivencia. En este sentido, el ayuno nos
permite distanciarnos del mero instinto para descubrir que “no solo de pan vive el hombre”, que
existen otras dimensiones del ser que claman por ser atendidas y satisfechas. Pero también, la
experiencia de la ausencia del pan material permite sensibilizarnos hacia el permanente
sufrimiento que por esta causa padecen muchos seres humanos y en el acto de la privación del pan
para compartirlo con los menos favorecidos se manifiesta la solidaridad para con ellos. Así, el ayuno
nos brinda la oportunidad de experimentar el dinamismo salvífico de la cruz, porque ¿Qué mayor
amor existe que dar la vida por los demás? ¿No es este precisamente el meollo de la vida cristiana?
El hambre, que anticipa la muerte, se ve así transformada en donación de la vida (simbolizada por
el alimento físico), es como anunciar que estamos dispuestos a morir por los hermanos
entregándoles no solo lo que nos sobra, sino y sobre todo, aquello más necesario para la vida.

Hagamos ayuno por la vida y no por la muerte, privándonos por amor al otro y al Totalmente Otro,
quitemos el hambre ayunando, no para nuestros limitados intereses, recordemos que el novio esta
con nosotros y hay que celebrarlo, no estamos de luto, el luto sólo se presenta cuando el novio no
esta presente en la vida de alguien, ¿esta presente en tu vida?

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