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Revisitando hermenéuticas – transformando vidas:

El caos y la seca en el origen: poiesis


Pues... “Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si
tuviera dolores de parto. Y no solo ella, sino también nosotros mismos,
que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo.” (Rom 8:22-23)

Introducción

La creación gime, como si estuviera viviendo dolores de parto. Yo soy varón, y no tengo idea de lo
que significa esa metáfora en mi cuerpo. Solamente puedo imaginar lo que sienten mis hermanas
mujeres que pasan por esa experiencia. Esa lectura de Pablo sobre la vida es bien generosa y ayuda
a la gente a reconocer la conexión que tenemos con toda la creación (vínculo de amor y
responsabilidad) y entender que el gemido y el dolor son parte de un proceso que generará vida y
felicidad.

“... Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto.


Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias”
(Éxodo 3:7)

Aun siendo varón, escucho los gritos y gemidos de mi gente. Yo


también gimo y grito. Soy solidario con mis hermanas y hermanos
agricultores que ya no logran más prever/leer el tiempo para organizar
su trabajo con la tierra. Son sorprendidos por inundaciones o sequías.
El ciclo de la naturaleza no es más lo mismo, ha cambiado. Los
glaciares se están derritiendo, los océanos están subiendo de nivel y
la temperatura de está cambiando, la vida está en riesgo. Hay islas enteras que ya desaparecieron
del mapa, ciudades costeras que están amenazadas por el avance del mar. Los inviernos y los veranos
son más extremos. La contaminación aumenta día con día. Las selvas son arrinconadas y
amenazadas por la voracidad de las corporaciones nacionales e internacionales que buscan
solamente la acumulación de capital. Los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales están
perdiendo sus tierras y sus derechos por la minería y el agronegocio. Las desigualdades económicas
y sociales son abrumadoras y amenazan la propia existencia humana.
El creciente impacto del cambio climático, la incierta y polarizada situación política de muchos países,
con el poder en manos de las elites y compañías multinacionales en el mundo, hacen que los
cambios estructurales para reducir la desigualdad sean un reto. Aun así́, creemos que hay
oportunidades. La desigualdad está en la agenda sobre el desarrollo; la violencia contra las mujeres y
la desigualdad de género están más presentes en el debate público que durante las últimas décadas
y el cambio climático y la urgente necesidad de encontrar modelos alternativos de desarrollo bajo en
carbono tiene que seguir estando en el primer plano de la agenda política mundial,
independientemente de los giros geopolíticos.
El actual contexto regional y mundial presenta un camino cuesta arriba para tratar de reducir la
desigualdad. Los crecientes efectos del cambio climático, la mayor polarización e incertidumbre en la
situación política de muchos países, el poder en manos de elites y compañías multinacionales del
mundo entero, junto con un reducido espacio en América Latina y el Caribe donde la sociedad civil
pueda alzar su voz son factores que hacen que un cambio estructural sea un verdadero reto.
(ChristianAid, 2019)
1 Escuchen, israelitas, la palabra del Señor, porque el Señor va a entrar en juicio contra los habitantes
del país: «Ya no hay entre mi pueblo fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios.2 Cunden, más bien,
el perjurio y la mentira. Abundan el robo, el adulterio y el asesinato. ¡Un homicidio sigue a otro! 3 Por
tanto, se resecará la tierra, y desfallecerán todos sus habitantes. ¡Morirán las bestias del campo, las
aves del cielo y los peces del mar! Oseas 4:1-3

Esa crisis que ya se alarga por décadas nos llama a repensar nuestro
estilo de vida, nuestra manera e intención (agenda política – el bien
común) de interpretar las sagradas escrituras, de vivir nuestras
espiritualidades y nuestra identidad como discípulas/os de Jesucristo
en ese mundo, nuestra casa común.

Teología como ministerio/trabajo y lenguaje

La espiritualidad cristiana es marcada por la forma como expresamos nuestra fe en Jesucristo en la


vida cotidiana en el presente. Es bien sabido que la fe implica acción, siempre teniendo a
Jesucristo como modelo.

Nuestra fe es “práxica”. Entonces, aprendimos de la tradición esa manera de hacer culto a Dios
(liturgia): “¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el
huérfano y defiendan a la viuda!” (Isa 1:17); “Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y
de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es
lo que a mí me agrada — afirma el Señor.” (Jer 9:24)

El culto a Dios, que eligió revelarse en la lucha por justicia (cf. Éxodo, toda la tradición profética y
Jesús) y como misericordia incondicional (Oseas), es la lucha por los derechos fundamentales de las
personas y por el planeta. Es ese el culto que agrada a Dios. Por eso, el tema de la justicia (tsedeq -
qyDIc) es recurrente en toda la experiencia bíblica y estructurante de la fe de los cristianos y cristianas.
“La justicia solamente sucede cuando todo está donde Dios desea; cuando todo es como ‘debe ser’.
Los profetas luchan para que la vida del pueblo y de la tierra (Jubileo) sean organizadas nuevamente
de acuerdo con el proyecto de la Alianza…” (CRB, 1994, pp. 21-22). El culto a Dios exige de nosotras/os
contemplación y acción (la labor teológica/misionario):
“A Dios, en primer lugar, se le contempla al mismo tiempo que se pone en práctica su voluntad, su
Reino; solamente después se le piensa. En categorías que nos son conocidas, contemplar y practicar
es en conjunto lo que llamamos acto primero; hacer teología es acto segundo. Es necesario situarse
en un primer momento en el terreno de la mística y de la práctica, sólo posteriormente puede haber
un discurso auténtico y respetuoso acerca de Dios. Hacer teología sin la mediación de la
contemplación y de la práctica seria estar fuera de las exigencias del Dios de la Biblia. El misterio de
Dios vive en la contemplación y vive en la práctica de su designio sobre la historia humana,
únicamente en segunda instancia esa vida podrá animar un razonamiento apropiado, un hablar
pertinente. En efecto, la teología es – tomando el doble significado del término griego Λόγος: razón y
palabra ‫ – דבר‬palabra razonada, razonamiento hecho palabra. Podemos decir por todo eso que el
momento inicial es el silencio; la etapa siguiente es hablar.
Contemplación y práctica se alimentan mutuamente, ambas constituyen el momento del silencio ante
Dios. En la oración se permanece mudo, simplemente nos situamos ante el Señor. Y en la práctica,
en cierto sentido, también se calla; porque en el compromiso, en el trabajo diario, no estamos
hablando de Dios todo el tiempo; cierto es que vivimos de él, pero no discurriendo sobre él. Como se
dice en el Eclesiastés, hay ‘un tiempo de callar y un tiempo de hablar’ (Eclo 2:6). El silencio, tiempo
de callar, es el acto primero y la mediación necesaria para el tiempo de hablar sobre el Señor, para
hacer teo-logia, acto segundo. (Gutierrez, 1986, pp. 17-18)

La religión y los discursos religiosos (teo-logías) son instrumentos poderosos que inciden en la vida
privada y pública, especialmente en las relaciones de poder en el ámbito de la vida
cotidiana generando comportamientos, valores y, a veces, definiendo el orden jurídico y cultural en un
espacio de convivencia determinado. La divinidad, independientemente de la que sea, es siempre un
aspecto que se impone en la convivencia social porque ella, de cierto modo, determina qué valores
vamos a aplicar y desarrollar, qué comportamientos son justificados y, lo más importante, cuáles no
son permitidos porque es “contra la naturaleza y contra Dios”. En los últimos años, hemos visto un
crecimiento y desarrollo exacerbado de discursos fundamentalistas religiosos y políticos que son
extremadamente peligrosos para el “bien público”, pues privilegia a determinados grupos en
detrimento de otros.

Por lo tanto, es fundamental aprender de Jesús teniendo claro el público a quien él se dirige (quien es
el “sujeto” de la teología) y el lugar (locus theologicus) de la revelación y de la acción misionera que
transforma la vida. Yo pienso que es correcto decir que el sujeto de la revelación es nuestra casa
común y la humanidad. Y nuestra relación con Dios y con su proyecto es de colaboradoras/es de Él
y con Él. Esta colaboración siempre es mediada por nuestra materialidad, por nuestra
humanidad/corporeidad, por nuestra casa común. Dios es el origen del mundo (Gen 1-2) y decidió
encarnarse y lo asumió plenamente (Jo 1).

Lectura como acto político – transforma el bien común


Procuro desvestirme de lo que aprendí,
procuro olvidarme del modo de recordar que me enseñaron
y raspar la tinta con que me pintaron los sentidos,
desencajonar mis emociones verdaderas,
desempaquetarme y ser yo, no Alberto Caeiro,
sino un animal humano que la naturaleza produjo.
Más eso (¡triste para nosotros que traemos el alma vestida!)
Eso exige un estudio profundo,
Un aprendizaje de desaprender...
(Alberto Caieiro)

Ese poema de Alberto Caieiro, una de las tantas personas de Fernando Pessoa, explica el proceso
que llamamos leer. Leer no implica solamente un acto de decodificar signos, sino también un acto
relacional que cambia todo cuando es iniciado.

Eliana Yunes, una pensadora de la literatura afirma que:

“el acto de lectura no corresponde únicamente al entendimiento del mundo del texto, sea escrito o
no. La lectura carece de la movilización del universo de conocimiento del otro – del lector – para
actualizar el universo del texto y hacer sentido en la vida, que es el lugar donde el texto realmente
está. Aprender a leer es familiarizarse con diferentes textos producidos en diferentes esferas sociales
(periodística, artística, judicial, científica, didáctico-pedagógica, cotidiana, mediática, literaria,
publicitaria, entre otras) para desarrollar una actitud crítica, en otras palabras, de discernimiento, que
lleve a la persona a percibir las voces presentes en los textos y percibirse capaz de tomar la palabra
delante de ellos.” (Yunes, 2009, p. 9)

Cuando leemos nos relacionamos con un universo amplio y complejo y no simplemente con una única
realidad. Nunca vamos al texto o a la realidad siendo inocentes y neutrales. Esas cualidades no existen
entre nosotros cuando se trata de relacionarse con los tejidos de los cuales formamos parte (vida y
texto escrito). Y ese orden es importante: primero la vida, después la realidad (lo que entendemos de
la vida) y después el texto escrito. Pertenezco a un grupo de pensadores que afirma que la realidad
no es lo mismo que lo real. La realidad es lo que conseguimos entender de lo que supuestamente
sería real. Lo que conseguimos asimilar o percibir. Tener siempre nuestra perspectiva y comprensión
de lo que experimentamos, vemos o leemos (aquí llamo a eso lo “real”).

Por eso es importante darnos cuenta de que siempre estamos en procesos de interpretación, y toda
interpretación es mediada, nunca objetiva o neutra. Elizabeth Fiorenza nos recuerda que cualquier
teología (un lenguaje sobre Dios y su revelación) es “desde el comienzo implicada” en discursos
múltiples y luchas diversas. Un aspecto de esa implicación es que “lo que ves depende de donde se
posiciona”, o sea, teologías son hechas desde una perspectiva particular y no puede fingir ser de otra
manera. Teologías producen conocimiento que también es situado en contexto y perspectivas.
(Thomson, 2015, p. 36)

Por lo tanto, siempre nos preguntamos ¿Por qué hacemos teología? ¿Para quién hacemos teología
(ciertamente no es para Dios)? Y ¿Cuál es nuestra agenda política (de influencia y ordenamiento del
mundo)? ¿Cómo acercarse a las narrativas de la creación y sus interpretaciones de una manera que
produzca vida y justicia?

“Por tanto, vayan y hagan discípulas/os de todas las naciones, bautizándolas/os en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a
ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”
(Mateo 28:19-20)
“... pues él quiere que todas sean salvas y lleguen a conocer la verdad.”
(1Timoteo 2:4)

Nuestro llamado a misión, que es de Dios y no nuestra o de ninguna iglesia/religión en particular, se


forma en la escucha atenta de la palabra de Dios y en la articulación ortodoxa de su deseo para el
mundo. En la Comunión Anglicana, y espero que eso pueda ser de ayuda para otras personas de
nuestra familia cristiana, organizamos nuestra misión y nuestra lectura e interpretación de las
escrituras para:

1. Proclamar las Buenas Nuevas del Reino de Dios


2. Enseñar, bautizar y formar a nuevos creyentes.
3. Responder a las necesidades humanas con amoroso servicio.
4. Procurar la transformación de las estructuras sociales injustas, buscar paz y
reconciliación
5. Luchar por salvaguardar la integridad de la creación y por el sostenimiento y la
renovación de la vida en la tierra.

Entendemos nuestra labor como una “palabracción”. Eso está muy enraizado en la tradición
benedictina de “ora et labora. El proceso de lectura e interpretación de las escrituras y nuestros
discursos sobre Dios son procesos de educación popular. Nuestro acercamiento a los textos bíblicos
es marcado por el deseo de Dios de que todas las personas sean salvas/curadas y el planeta redimido
de su sufrimiento, pues el “Reino de Dios está entre ustedes” (Marcos 1:15; Lucas 17:21). Nuestra
tarea fundamental es colaborar para que más gente pueda entender y experimentar acá y ahora la
revolución amorosa que es el Reino de Dios.

Sabemos que históricamente, la religión ha sido uno de los agentes más poderosos para facilitar el
cambio de la conducta y actitudes de las personas. Sabemos que los actores religiosos tienen un rol
estratégico en la influencia y en el establecimiento de valores, comportamientos y normas en cualquier
sociedad. Sabemos que el discurso religioso, las teologías, son instrumentos de creación de vida y
también de opresión y muerte.

¿Qué respuesta encontramos o producimos a partir de estas afirmaciones? Somos convocadas/os a


construir puentes y honrar nuestros orígenes desde la tierra y el agua, desde la palabra y el soplo que
viene de las entrañas de Dios mismo.

“En el principio, Dios... Las estrellas, los mares, los árboles, los animales, los humanos... todo
contiene el mismo misterioso soplo divino. Toda es “palabra creadora”, la misma y única palabra
expresada en formas diferenciadas. ¡Todas las cosas son al mismo tiempo Soplo Divino! (Gebara,
1995, p. 38)

Pero, para esa convers[a]cción es relevante revisar la interpretación (por supuesto una ‘elección
interpretativa) antropocéntrica y androcéntrica de los dos relatos de la creación. Pues,

No obstante, nuestro espíritu divisor y dominador empezó́ a separarnos del principio, empezó́ a hacer
de él un momento privilegiado, fruto de una acción privilegiada, de un ser en sí mismo privilegiado...
Ser que domina sobre todo y a su imagen, nosotros los humanos comenzamos a dominar todo lo que
parecía estar bajo el dominio de Dios. ¡Nosotros hicimos que Dios nos diera el poder de dominar!
Creímos que teníamos más soplo divino que cualquier otro ser creado, y por eso
nos “construimos” una escala jerárquica y mecánica de seres que predomina hasta hoy. Construimos
una visión jerárquica del mundo y de la humanidad que da sustento a nuestras injusticias y
desigualdades.” (Gebara, 1995, p. 38)

Rosemary Radford Ruether apunta que el problema con las “ideas cristianas sobre Dios” es su
“tendencia al androcentrismo, antropocentrismo, etnocentrismo, militarismo y el dualismo ascético”
(Ruether, 2009, pp. 11-12). Estas “tendencias” causaron y son responsables en gran parte, de la
violación de la tierra (deforestación, extracción insustentable, destrucción de ecosistemas completos)
y de la violencia sistémica contra la humanidad en situaciones de vulnerabilidad (genocidio de
poblaciones tradicionales, feminicidio, racismo, violencia contra la población LGBTQI+, hambre,
enfermedad de pueblos enteros, trata de personas, especialmente mujeres, niñas, esclavitud
moderna, migración forzada e insegura).

Por más ecoteologias y ecoespiritualidades intencionales

“Uno de los grandes desafíos en el momento actual, para nosotras biblistas, es ofrecer elementos
que posibiliten una lectura bíblica con enfoque en los cambios climáticos que amenazan el planeta.
Esa lectura debe ser capaz de nutrir una espiritualidad comprometida con la vida, el universo,
especialmente con la vida de las personas empobrecidas” (Lopes, 2019, pp. 16-17)

Como ya se mencionó antes, la crisis vivida y que victimiza la mayor parte de la población mundial y
el medio ambiente como un todo, nos convoca a hacer teologías, hermenéuticas y vivir una
espiritualidad holística y comprometida con la misión de Dios (Misio Dei).

En ese sentido, con los ojos de Dios, Jesucristo, inspirados por la “x;Wr ruah”, el espíritu/viento
perturbador que hace una propuesta de estudio, me gustaría acercarme a los dos relatos de la
creación en Génesis, para ofrecer un método y una agenda para que miremos los demás textos de la
Sagrada Escritura a través de los nueva todas las cosas.

Tenemos en nuestra Biblia dos relatos de la creación: Génesis 1:1-2:4ª y 2:4b – 3:25. Son dos
narrativas distintas, no complementarias y con trasfondo, origen y objetivos diferentes.

“Los textos de Génesis 1-3 no forman un todo unificado. Génesis 1 fue escrito por un autor/a
diferente, pertenece a otro período y muestra un gusto por problemas teológicos que es mas reciente
que aquellos antiguos relatados en Génesis 2-3. Eso es bien conocido y ampliamente aceptado en la
comunidad académica. Deberíamos, por lo tanto, tener siempre en mente que una interpretación
ingenua de la Biblia, aquella que toma los textos de forma literal y confunde el orden cronológico de
los eventos relatados con el orden histórico, permanece (sin embargo, escondida) hasta el día de
hoy.” (Straumann, 2000, p. 60)

En ese acercamiento no quiero, y no es la intención de esta reflexión, detenerme en todos los aspectos
narratológicos, histórico-críticos, semióticos y de recepción del texto. Voy simplemente a hacer un
ejercicio para reconocer algunas diferencias y sus consecuencias hermenéuticas, para al final ofrecer
la sugerencia de que “hay que elegir textos, agendas, vocabulario, lenguaje” para interpretar de
manera que influyamos para que haya justica, equidad y armonía.

En términos generales es bueno recordar que la recepción y uso de los relatos de la creación (los dos)
fueron leídos (interpretados) y utilizados por los imperios económicos y por los varones privilegiados
(por el sistema patriarcal) para violar la tierra, transformando la casa común de fuente de vida a simples
recurso de consumo y también violar a la gente, estableciendo una jerarquía de los sexos, haciendo
a las mujeres seres inferiores. Nuestro esfuerzo ahora es retomar los textos para intentar revisitar
esas interpretaciones que de manera alguna se alinean con Jesucristo, nuestro modelo de fe y misión.

Creo que los textos de la creación son textos de esperanza, resiliencia y también de crítica a los
sistemas de opresión y de muerte. En consecuencia, la fe es la adhesión al llamado para ser
colaboradoras/es en el cuidado de la creación, es un llamado a la acción transformadora. También es
un llamado a mirar nuevamente, con nuevas lentes, nuestro lugar, como personas, en medio de la
creación, sobre ella. Claro que para eso será necesario hacer una elección, tomar una decisión. “Hoy
pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte,
entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes” (Deut
30:19)

En los dos textos está claro que Dios es creador, no destructor ni tampoco dueño de algún club
especial (de privilegiados). Y la imagen de Dios que la narrativa expresa, es llena de significados.

En el primer texto, había mucha agua y del interior de Dios, de su “nefesh/alma/garganta” sale el
mundo. “La ‘ruah’ de Dios es presentada como una madre-pájaro gigante, cuyas “alas se movían sobre
la superficie de las aguas”, como explicó Martin Buber a los cristianos de su época” (Schottrof, 2000,
pp. 25-26). El autor/a usa el verbo “crear” (en hebreo arB bara’). En Ugarit, por ejemplo, ese término
es utilizado para creación artística. Dios es un artista.

En el segundo relato, la tierra está desierta pues “aún no había ningún arbusto del campo sobre la
tierra, ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra ni
existía nadie (~d'a' adam – humanidad) para que la cultivara” (Gen 2:5). Y Dios “formó”, literalmente
“modeló”, el “adam /el ser-de-la-tierra”, como un alfarero (Isa 29:16; Jer 18:2-4; Job 33:6).

En los dos relatos parece cierto que la humanidad (~d'a' adam – el ser de la tierra fértil/hm'd'a] adamah)
viene de Dios, o de su palabra (rb'D' dabar) o del trabajo de sus manos que manejan polvo y agua,
como un alfarero, y es parte de la creación y no superior a ella. Sin embargo,
“los seres humanos son una parte del todo que nosotras/os llamamos Universo, una
pequeña región en el tiempo y espacio. Elles (los seres humanos) consideran a si mismos,
sus ideas y sus sentimientos como separados de todo el resto. Eso es una ilusión de óptica
en sus conciencias. Esa ilusión es una especie de prisión. Ella nos restringe a nuestras
aspiraciones personales y limita nuestra vida afectiva a unas pocas personas muy próximas
a nosotras/os. Nuestra tarea es librarnos de esa prisión, tornar accesible nuestro círculo de
compasión hasta abrazar a todas las criaturas y toda la naturaleza en su belleza” (Reimer,
2006, p. 35)

Ese reconocimiento de que la humanidad es parte integral y mantiene una relación de


interdependencia con la creación como un todo es fundamental para cambiar estructuralmente la
visión tradicional de que la naturaleza está para “servirnos". Aún más, hay que hacer una elección
(creo yo) con relación a lo que tomamos del texto y como lo utilizamos. Pues el lugar del ser humano
todavía está en debate. ¿Cuál es el “orden” de Dios para el ser humano?

Cuando miramos los dos textos tenemos dos respuestas diferentes. Gen 1:26.28 tenemos el uso de
dos verbos que son difíciles de oír sin alguna reacción negativa: “ejerza dominio” (hd'r' radah) y “someter”
(vb;K' kabash). Para algunas personas estudiosas, de alguna manera, eso suena positivo. Pero, el
problema es que para llegar a esa conclusión es necesaria mucha información externa, normalmente
no disponible para la gente común. Para la estudiosa Helen Straumann lo que

“el relato sacerdotal (P) hace de la situación y tarea de la humanidad tiene como trasfondo los
antiguos conceptos orientales del mundo y humanidad (en ellos, la humanidad es creada como un
objeto para facilitar aún más el trabajo de los dioses. En Génesis, sin embargo, la humanidad posee
valor propio). El propio texto explica lo que se desea decir con imagen de Dios: la última frase del
verso 26 habla de dominar, lo que es repetido en el verso 28. P depende de la antigua ideología
oriental de la monarquía, encontrada muy frecuentemente en Egipto, donde el rey o reina
representaban la divinidad. Hay recientes investigaciones que confirman eso. En el ambiente israelita,
solamente personas muy importantes tenían derecho a eso; sin embargo, P considera todos los seres
humanos como representantes de Dios. El dominio de la humanidad sobre la creación – como un
buen pastor que guía y protege su pueblo – significa aceptación de la responsabilidad. (Straumann,
2000, p. 84)

Creo que esta es una lectura generosa del texto. De cualquier manera, es relevante tener en cuenta
otra posibilidad donde se lee que:

“El verbo kadash tiene en sí el significado de ‘pisar en la tierra’, o de dominar, en el sentido de


someter, tomar pose, tornar la tierra algo aprovechable. La acción predominante del verbo es ‘colocar
los pies’, subyugar. También semejante es con el verbo radah. Desde su uso en los textos reales y
conatos, los verbos hebreos kadash y radah denotan acciones de dominio, que pueden ser (y
fueron) interpretadas en el sentido de uno dominium terraes irrestricto.”
(Reimer, 2006, p. 39)
El otro relato de la creación nos presenta una tarea bien diferente a los oídos y establece un diferente
comportamiento y relación con la creación. En Génesis 2:15 se utiliza los verbos “cultivar” (db;[' abad)
y “cuidar” (rm;v' shamar). Son imágenes y proposiciones bien diferentes del primer relato. Considerando
que tenemos dos textos de dos diferentes tiempos y geografías, hay que manejar los contextos
literarios, políticos, ideo-teológicos y sociales de los dos. El lenguaje expresa intención y lugar de
donde se habla.

“En el según relato de la creación, en Génesis 2-3, el binomio ‘sujetar y dominar’ es sustituido por
‘cultivar y guardar’ (Gen 2:15). El verbo hebreo abad (cultivar) tiene acá la dimensión del trabajo para
garantizar la subsistencia. El verbo shamar (guardar) designa la tarea fundamental de cuidar, manejar,
administrar. Así como un salmo afirma que el Dios Yahvé es el ‘guarda’ de Israel, lleno de misericordia
y cuidado, los humanos deben cuidar y guardar toda la creación”
(Reimer, 2006, p. 41)

Este relato, probablemente originado desde los campesinos que lucharan fuertemente contra la
monarquía (el “pecado original” – no oír a Dios y sustituir a El por un Rey humano), prefieren entender
su rol en la creación de Dios con relación a la imagen del agricultor/a y del pastor, evitando palabras
y, por supuesto, comportamientos de dominar SOBRE. El rechazo de la imagen de quien domina, de
quien es Rey y de quien somete es requerimiento para el Reino de Dios y para el discipulado de
Jesucristo:

“Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante. Jesús les dijo: —Los
reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí
mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el
menor, y el que manda como el que sirve. Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa
o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como
uno que sirve. Ahora bien, ustedes son los que han estado siempre a mi lado en mis
pruebas.” (Lucas 22:24-28)

¿Qué caminos seguir en la jornada interpretativa?

Toda lectura (la manera como nos acercamos al texto), toda proclamación (la manera como damos
voz al texto cuando lo leemos en voz alta) y toda interpretación (lo que decimos a partir del texto y
desde nuestro lugar de lectura) es un acto político, o sea, influencia y “moldea” pensamientos,
imágenes, comportamientos, valores.

Por eso deseo sugerir que tengamos en nuestra agenda hermenéutica:

- Comunidad – Conexión
O Leer los textos sagrados para conectar gente, para fortalecer la jornada y
profundizar lazos de sororidad y fraternidad. A la Iglesia fue dada el poder de unir,
no solamente desatar, excluir la gente. Vamos a leer en comunidad, crear círculos
hermenéuticos para que escuchemos mas claramente lo que Dios desea para el
mundo y cómo podemos co-laborar. Evitar los acercamientos dualistas y
positivistas. La comunidad es nuestro lugar de sanación, salvación, redención.

- Resiliencia – resistencia
o Leer los textos sagrados para desarrollar comunidades mas resilientes para
enfrentar las crisis ambientales que tienen un efecto devastador en la vida del
planeta. Hacer teologías CON (no PARA) las comunidades haciéndolas descubrir
sus propias capacidades, habilidades y sueños para seguir.

- Misión – marcada por el camino de profecía


O Leer los textos sagrados para actuar, asumir la Misión de Dios de manera
intencionalmente transformadora y amorosa, modelada por Jesucristo y su proyecto
de un mundo donde todas las personas y donde la vida en el planeta puedan ser
una nueva creación.

- Integración – con nosotras/os mismos = con Dios


O Leer los textos sagrados para enfrentar la fragmentación y las dicotomías
engañosas que nos han ensenado en el pasado, a fin de que busquemos la unidad,
ser UNO como Dios es UNO, ser interdependientes como la Trinidad lo es.

- influenciar para cambiar las normas sociales que dañan y las estructuras que
dominan
O Leer los textos sagrados para despertar a la gente para su conexión con la madre
tierra, sacramento de Dios también, violada y gritando por socorro. Volver a nuestro
primer llamado a ser como Jesús que enfrentó, en comunidad, los sistemas políticos
y legales, las normas sociales de exclusión y privilegios y la religión meritocrática e
imperialista que corrompió el proyecto de Dios.

Desafíos para nuestra labor teológica – ora et labora (orar y trabajar)

• . Revisitar los textos bíblicos con nuevas miradas que expresen vida y relación de igualdad
y armonía.
• intencionalmente acercarse a la naturaleza violada y a los pueblos todavía colonizados,
explotados y forzados a sostener a menos del 10% de la población del mundo y su estilo
de vida – esas voces ayudan a acercarse a los textos bíblicos y sacar teologías
liberadoras.
• Tener el entendimiento de Jesús sobre las sagradas escrituras (su historia pasada
también): saber elegir, saber cuestionar las “letras” que matan pues hay cosas en las
sagradas escrituras que están para que no se haga nuevamente. No reproducir
contenidos o teologías violentas, colonizadoras, eugenistas e imperialistas.
• . Organizar comunidades y trabajar para que haya más gente para la misión
• Tener la mirada del Evangelio (Jesús) para hacer teologías
• . Capacitar los oídos para escuchar y atender los clamores de la gente más sufrida y de
la tierra violada sistemática y estructuralmente
• Desarrollar en nuestra vida personal y comunitaria una espiritualidad de la creación – orar
y trabajar por la justicia climática – cambiar las estructuras, hacer advocacy y desafiar los
estilos de vida con los cuales estamos acostumbrados, que dañan el planeta y las
hermanas/os.

Es muy importante que seamos humildes para dejarnos iluminar por las teorías de red, de
interconexión ontológica (desde la esencia del ser) del ser humano con la naturaleza, de nuestra
interdependencia. Es también importante leer gente como Fritjof Kapra, Eduardo Mooran, Ivone
Gebara, Elza Tamez, Marcelo Barros, Gustavo Gutierrez, Nancy Cardoso, Maria Soave Buscemi,
Karolina Moro, Paulo Freire, Teillard de Chardin. Ciertamente mis colegas van a poner otra gente en
el círculo para compartir.

“Que bellos e infinitos son Tus nombres, oh Señor Dios.


Tú eres llamado por el nombre
De nuestros deseos más profundos.
Las plantas, si pudieran orar, invocarían en las imágenes de sus flores más bellas
y dirían que tienes el más suave perfume.
Para las mariposas, Tú serías una mariposa,
La más bella de todas, los colores más brillantes,
Y tu universo sería un jardín…
Los que están con frío te llaman Sol…
Aquellos que viven en desiertos
Dicen que tu nombre es Fuente de Aguas.
Los huérfanos dicen que tienes el rostro de Mamá…
Los pobres te invocan como Pan y Esperanza
Dios, nombre de nuestros deseos…
Tantos nombres cuantas son nuestras esperanzas y deseos…
Poema. Sueño: Misterio
(Rubem Alves (org), 1999, p. 17)
Paulo Ueti
Paulo.ueti@anglicancommunion.org
Teólogo, Biblista, de la Diocese Anglicana de Brasilia, Brasil y Asesor Teológico & Director para América Latina
de la Alianza Anglicana / Anglican Communion Office.

Bibliografia
ChristianAid. (21 de Marzo de 2019). Conic. Fonte: Conic: https://conic.org.br/portal/files/Spanish-
The_Scandal_of_Inequality_.pdf
CRB, C. d. (1994). A Leitura Profética da História. Coleção Tua Palavra é Vida. (Vol. 3). São Paulo, SP, Brasil:
Edições Loyola.
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