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Los haikus de KEROUAC

La práctica del budismo llevó a Jack Kerouac (1922-1969), uno de los gurús de la generación
beat, a salpicar su obra con enseñanzas de la sabiduría oriental. En su búsqueda de la
expresión literaria minimalista encontró el haiku, pieza breve que para el poeta japonés Basho
(siglo XVII) detiene “lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”. Reproducimos a
continuación 24 instantes atrapados por Kerouac.

Nota, selección y traducción de FERNANDO CANTÚ JAUCKENS

1
Su interés por el budismo llevó de la mano a Jack Kerouac, la figura más destacada
de la generación beat, hacia la forma poética del haiku. Y como desde temprano en
su carrera el escritor francoestadunidense fue impactado por esa religión,
centenares de “haikus americanos” aparecen incorporados en sus novelas,
correspondencia, libretas, diarios, dibujos y grabaciones.
A partir del catolicismo místico de su infancia, Kerouac saltó al budismo para lograr
un sincretismo improbable. Le decía a Carolyn Cassady en una carta de julio de
1954: “Recuerda que la piedad y la compasión yacen en el corazón de la verdad
dorada, así es que practícalas.... El mayor problema es enredarse con el Yo, con
una personalidad-ego. Yo no soy Jack, ahora yo soy Buda. Sólo soy Jack cuando
actúo como tal, o sea de manera cruel, tonta, estrecha o egoísta. El Buda me ha
reemplazado...”
Ese año le escribió a Malcolm Cowley, uno de sus primeros editores: “He empezado
a estudiar budismo y para mí es la palabra y el camino que estaba buscando. Todas
las cosas son imaginarias y se encuentran en un estado de sufrimiento debido a la
Ignorancia, todas las cosas son una manifestación de la Esencia de la Mente. Lea
las grandes Sutras Sánscritas Mahayana escritas en el amanecer de la humanidad,
500 años A. C.”
Al poeta y amigo Allen Ginsberg lo convencería también sobre el budismo. En 1955
le escribió: “La mente tiene su propia luz interior pero sólo se revela si dejas de
pensar y permites que el cuerpo se disuelva... Todos tus sentidos se purifican y tu
mente regresa a su estado original de Perfección. ¿No te acuerdas de antes de
nacer?”.
Pero es en su novela Los vagabundos del Drama (1953) en la que Kerouac describe
mejor su aproximación al budismo. En ella narra cómo conoció en San Franciso,
California, a un orientalista al que llama Japhy Ryder (en realidad Gary Snyder, otro
amigo poeta), experto en budismo Zen y traductor de poesía china y japonesa al
inglés. En uno de los capítulos iniciales Keoruac (Ray Smith) escribe sobre Japhy,
con quien tenía incesantes discusiones sobre budismo: “Conocía todos los detalles
del budismo tibetano, chino, mahayana, hinaya, japonés y hasta el de Burma, pero
cuanto antes le advertí que me importaba un comino la mitología y todos los
nombres y sabores nacionales del budismo, y que sólo me interesaba la primera de
las cuatro nobles verdades de Sakiamuni: Toda la vida es sufrimiento. Y que hasta
cierto punto me interesaba la tercera: Se puede obtener la cancelación del
sufrimiento, lo que entonces dudaba que pudiera lograrse”.

2
Los orígenes del haiku se remontan al Japón del siglo XV, pero alcanzan su máxima
expresión con los escritos por Basho y Buson en los siglos XVII y XVIII. Los haikus
clásicos son poemas de tres líneas y 17 sílabas. Algo así como:
Cayó la luna del cielo.
Peces de luz por todo el río
Kerouac, sin embargo, quiso experimentar, liberarse del conteo de sílabas para
llegar más a fondo en la esencia de la forma poética. Escribió: “Yo propongo que el
‘haiku occidental’ sencillamente diga mucho en tres líneas de cualquier lengua
occidental. Un haiku debe ser sobre todo muy sencillo y libre de cualquier truco
poético, pintar un cuadro pequeño y ser al mismo tiempo tan airoso y gracioso
como una Pastorella de Vivaldi”.
Varios poetas norteamericanos intentaron escribir haikus, inspirados en el clásico
libro de T.D. Susuki Ensayos de Budismo Zen (1927). Pero según Allen Ginsberg,
Kerouac fue “el único maestro del haiku. Él es el único en Estados Unidos que sabe
cómo escribir un haiku porque habla y piensa así”, declaró al Paris Review.
Entre 1956 y 1966 Kerouac escribió casi un millar de haikus. En 2003 Regina
Weinreich, experta en Kerouac y la generación beat, publicó (Penguin) una amplia
selección de esos haikus dispersos por toda su obra. Muchos son visiones agudas
de la naturaleza, al estilo de los clásicos japoneses. Otros revelan instantes de una
desolada belleza, como hacen las pinturas de Edward Hopper. Lo que sigue es la
selección personal y traducción de algunos de esos haikus.

Cantú Jauckends.Investigador y periodísta.

***

Instantes de desolada belleza


por JACK KEROUAC

1
Una flor
al lado del risco
Se inclina ante el cañón

2
Cruzando el campo de futbol
al regresar de su trabajo
el solitario hombre de negocios

3
Ningún telegrama hoy
—Sólo cayeron
Más hojas

4
Chicas preciosas corren
y suben los escalones de la biblioteca
Con sus shorts puestos

5
Un toro negro
y un pájaro blanco
Parados juntos en la playa

6
Los grillos —lloran
por la lluvia—
¿De nuevo?

7
La silla de verano
meciéndose sola
En la ventisca
8
Una rosa blanca
salpicada de rojo —¡O
la cereza de un helado de vainilla!

9
Descalzo junto al mar
me detengo para rascarme un tobillo
Con el dedo gordo del pie

10
Mañana de octubre fría y quebradiza
—los gatos peleándose
En las hierbas

11

Las estrellas corren


con rapidez
A través de las nubes

12
El sonido del silencio
es toda la instrucción
Que recibirás

13
Hombre muriéndose
Luces del puerto
Sobre agua quieta

14
Autobús Greyhound,
fluyendo toda la noche,
Virginia

15
Por siempre y por siempre
todo está bien—
bosques de medianoche

16
Bebiendo vino
—la Reina de Grecia
en una estampilla postal

17
Bach a través
de una ventana abierta
los pájaros guardan silencio

18
Mañana fresca y con brisa
—el gato retoza
Sobre su lomo
19
Solo, en ropas
viejas, bebiendo vino
Bajo la luna

20
Mirándose mutuamente,
Ardilla en la rama,
Gato sobre el césped

21
Invierno—ese
nido de golondrina
Aún vacío

22
Mucha bebida & fiestas
de piano—llegó
y se fue la Navidad

23
El hijo empaca
sin hacer ruido mientras la
Madre duerme

24
Cierra los ojos—
El rentero llama
A la puerta trasera

Kerouac. Su obra completa ha sido editada por Anagrama.

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