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El gnosticismo aún contemporáneo.

María Sugeyht Ramos Tovar

R’hllor, ven a nosotros en


nuestra oscuridad (…) Señor de
luz, te ofrecemos en sacrificio a
estos falsos dioses, a estos siete
que son uno, uno mismo, el
enemigo. Llévatelos y arroja tu
luz sobre nosotros, pues la
noche es oscura y alberga
horrores.

George R. R. Martin, Choque


de reyes

Podría pensarse que, en la actualidad, los principios de la


antigua religión gnóstica han quedado en el olvido, que sólo
son ruinas, curiosidades que observar en un museo. Y es que
su sentido original se perdió; basta con ver el montón de
propaganda que se encuentra por las calles de supuestos
grupos que se hacen llamar “gnósticos”, pero no tienen
noción de su sentido original, ni conocen a Marción o Simón
el Mago, ni nada de las costumbres o ritos de tal religión.
Pero quizás el gnosticismo no se haya perdido del todo.
Ciorán, en cierto sentido, ha recuperado parte de estas
doctrinas, hablando de un origen perverso de la humanidad
al que se le ha arrojado un poco de luz. Al igual que ha
hecho, creo yo, un novelista contemporáneo, George R.R.
Martin, al describir una religión ficticia en la que se adora a
un “Señor de la luz”, que cuenta con la peculiaridad de ser el
único que puede salvar a un mundo consumido por el poder
de la oscuridad. Son estos dos autores desde los que creo
que se puede defender al gnosticismo como doctrina viva o,
al menos, de un fuerte interés para el mundo contemporáneo.
La concepción ontológica que tiene Ciorán sobre el ser
humano es negativa y pesimista. Los hombres somos una
manifestación viva de la corrupción, seres perversos y
malvados son los que habitan la tierra y la bondad es más un
accidente que un incidente. Tal es nuestra naturaleza, somos
hijos de un dios malo y, accionar movidos por el bien no es
más cosa que un crimen:
…la idea de un dios bueno, responsable de esta creación, es un error evidente. En su
opinión, basta observar la implacable presencia del mal dentro de ella para
comprobar que su hacedor tiene que ser necesariamente malo (…) En este sentido,
pareciera que los hombres son, tan solo, juguetes manejados por una voluntad
corrupta. Un genio maligno los trabaja, dirige sus pasos, vigila sus movimientos,
tanto que solamente les es posible prestarse a sus caprichos, ser sus bufones, sus
pequeñas marionetas. De nada sirve, en consecuencia, ejercitarse en el bien…1
Esta idea es compartida con la planteada por Ciorán en “El
aciago demiurgo”, primer ensayo del su libro que lleva el
mismo título, la violencia es necesaria para evitar el mal,
pues es lo contrario a lo que el creador desea, en cambio,
hacer el bien, es perpetuar el sufrimiento del mundo,

1 Villegas Mariscal, Leobardo. El pensamiento fragmentado y otros textos, Taberna libraría


editores, Zacatecas, 2017, p. 130.
proclamarse de la vida es un acto mucho más perverso que
hacerlo por la muerte2.
Un rescate de la doctrina general de los gnósticos,
aunque un tanto más maniquea, es observable en la serie de
novelas Canción de hielo y fuego, del escritor estadounidense
George R.R. Martin, en las que se menciona a un dios de la
luz y a otro de la oscuridad; el de la oscuridad es quien
impera en el mundo y, aquel a quien corresponde la salvación
de la humanidad ante los terrores del mundo es,
evidentemente, al Señor de la luz:
-Los septones hablan de siete dioses, solamente hay dos: un dios de la luz, el amor y
la felicidad y un dios de la oscuridad, el mal y el miedo; eternamente en guerra.
-¿No existen siete cielos, ni siete infiernos?
-Sólo hay un infierno, princesa, en el que vivimos ahora. 3
Saltan a la vista dos cosas peculiares: los dioses existentes,
luz y oscuridad, donde el de la luz mantiene los atributos
positivos y el de la oscuridad, los negativos. El otro aspecto
que hay que notar es la denominación que se le da a este
mundo, un infierno. Pareciera que aquí están contenidos los
principios creadores maniqueos, el bien y el mal, y que el mal
es el dueño de este mundo, un mundo oscuro y lleno de
horrores, que sólo pueden ser salvados por el principio de la
luz.

2 Cfr. Ciorán, E. M., “El aciago demiurgo” en El aciago demiurgo, Taurus, Madrid, 1990.
3 Diálogo sostenido entre Melissandre, que es una sacerdotisa del dios de la luz y la
princesa Shireen, creyente de la religión propia de su pueblo. Este diálogo se sostiene en el
episodio 2 de la temporada 4 de la serie televisiva Game of thrones, que está basada en las
novelas de Martin.
Otras cuestiones bajo las que se puede emparentar a
esta doctrina religiosa de la ficción con el gnosticismo es la
idea de un salvador, un príncipe prometido, enviado por el
principio de la luz, para salvar a la humanidad de la
oscuridad, además del uso de la magia; ambos principios, el
del salvador y el de la magia, son narrados por Irineo de
Lyon, en su Contra las herejías, pues describe que muchos de
los gnósticos se dedicaban a recitar hechizos y a la brujería.
En las novelas de Martin, se menciona en repetidas
ocasiones que luz y oscuridad libraran una batalla en la que
los horrores de la oscuridad destruirán gran parte del mundo
conocido, pero que renacerá un héroe mítico, amado por el
Señor de la luz, llamado Azor Ahai, el príncipe prometido que
derrotará a la oscuridad con una espada llameante, con la
que luchará contra la muerte4 .
Esto, sin duda, recuerda al salvador, a Cristo que se
sacrificó por órdenes de su padre, el Señor de la luz (quién
no es el mismo que el creador), para salvar a la humanidad,
para darles esperanza sobre su vida, que deben vivir de la
mejor manera con tal de alejarse de la oscuridad, de dejar de
perpetuar su juego y vivir una vida de ascetismo.
A pesar de la reciente tergiversación de las teorías
gnósticas para convertirlas en movimientos sectarios,
carentes de profundidad teológica o filosófoca, se puede
notar que aún hay un interés tanto filosófico como artístico y

4Cfr. George R. R. Martin, Choque de reyes y Tormenta de espadas, DeBolsillo, México,


2015, pp. 152-153 y pp. 719-734.
literario por rescatar una doctrina tan peculiar como lo fue la
religión gnóstica. Tanto en el siglo pasado como en este se
han manifestado al menos dos pensamientos creyentes de
una naturaleza humana de la maldad, el pensamiento
filosófico de Ciorán, fundamentado al humano como un ser
malvado, y el pensamiento creativo de George R. R. Martin,
que, si bien no ofrece una ontología, al menos transmite el
pensamiento maniqueo a las generaciones más recientes.
Bibliografía:
CIORÁN, E. M. El aciago demiurgo, Taurus, Madrid 1990
MARTIN, George R. R. Choque de reyes, DeBolsillo, México,
2015
MARTIN, George R. R. Tormenta de Espadas, DeBolsillo,
México, 2015
VILLEGAS MARISCAL, Leobardo. El pensamiento
fragmentado y otros textos, Taberna libraría editores,
Zacatecas, 2017.
VV. AA. Los gnósticos I, Gredos, Madrid, 1983
VV. AA. Los gnósticos I I, Gredos, Madrid, 1983

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