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TOM WOLFE, EL CANALLA ELEGANTE CASA PROPIA PARA LA CULTURA MARUJA DAGNINO
El Cultural
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
MARIHUANA
EN MONTEVIDEO
R AMIRO SANCHIZ
TERCIA DE CRÓNICAS
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Género privilegiado por su capacidad de adoptar voces y visiones múltiples, de incluir a su paso el caudal
de acontecimientos, situaciones, perspectivas de las sociedades y sus individuos en acción, la crónica
narra los hechos y los filtra desde una mirada personal que acude a todos los recursos y a la vez disuelve
las fronteras entre literatura y periodismo. Tres ejemplos inician esta edición de El Cultural: testimonios
que evidencian tanto la diversidad como los contrastes de la sociedad humana en la segunda década del siglo XXI.
Marihuana en Montevideo
CU EN TOS DE V IE JOS
U RUGUAYOS
RAMIRO SANCHIZ
A
mediados de los años noventa el poeta horas, prohibió el trabajo de los menores de trece A HORA UN FLASHBACK. Corte a algún momento
y académico Hugo Achugar publicó un años e implementó un día de descanso obligatorio de mediados de 1997. Yo tenía dieciocho años y
ensayo titulado La balsa de la Medusa. a la semana (1911), la ley de divorcio que incluyó estudiaba filosofía en la Universidad de la Repúbli-
Más allá del título apocalíptico —tomado la posibilidad de disolver un matrimonio por la ca. Una noche, uno de mis grandes amigos de toda
del célebre cuadro de Géricault (y los infortunados sola voluntad de la mujer (1912) y la separación de la vida, Adrián, me invitó a ver la recién estrenada
marineros representados)—, el libro de Achugar la Iglesia y el Estado (1917). Trainspotting. Cuando salimos del cine, completa-
buscaba, en la tradición de Carlos Real de Azúa en Estos logros pusieron a Uruguay a la vanguardia mente enloquecidos con la película, manejamos
El impulso y su freno y de Mario Benedetti en El país de América Latina en cuanto a derechos civiles y, hasta la rambla (como llamamos los montevidea-
de la cola de paja, ofrecer algo así como una radio- para bien y para mal, forjaron el carácter esencial nos a la costanera o malecón de la ciudad) y nos
grafía de la manera en que los uruguayos venimos del estado uruguayo (democrático, republicano, pusimos a tomar unas cervezas y escuchar música.
construyendo nuestra identidad en los últimos dos tolerante, conservador y mesocrático) de manera Entonces, a la mitad de la segunda cerveza, apareció
siglos. Y junto a la idea del “país petiso” (como se todavía vigente hoy en día. un porro, como si Adrián hubiese hecho un pase de
refiere Achugar al país pequeño y al “paisito” de los Entonces, más o menos cien años después, los magia. No podía negarme. Claro que no. Salimos
lugares comunes uruguayos), permanentemente primeros gobiernos de la izquierda reunida bajo el del auto y bajamos a fumar entre las rocas, lejos de
acomplejado por su tamaño en comparación al de Frente Amplio (partido que en su creación en 1971 la gente que pasaba por la rambla; Adrián ya había
los vecinos Argentina y Brasil, aparece también ese reunió a no pocos políticos que sentían que el par- fumado un par de veces días atrás, pero para mí era
extraño orgullo uruguayo de creerse más civiliza- tido tradicional de Batlle y Ordóñez, el Colorado, ya algo nuevo y, quizá en la estela de la película que
do, más “europeo” (“la Suiza de América”, como se no respondía a los códigos progresistas de comien- habíamos visto, lo sentí como una provocación. Me
decía a mediados del siglo pasado) e incluso más zos del siglo XX y, por tanto, buscaron proseguir el tenía que animar. Así que fumamos y volvimos al
progresista. Mejor, en una palabra, que el resto de legado batllista en alianza con el socialismo y otras auto, donde nos quedamos más o menos encerra-
América Latina. fuerzas de izquierda) aportaron nuevos avances: la dos, fagocitados por la música, hasta que a Adrián
Delirios (y delirios racistas en muchos casos), despenalización y regulación del aborto (2012), se le pasó el efecto lo suficiente como para manejar
pero, a la vez, algo de cierto hay. la legalización del matrimonio homosexual (tam- más confiado.
Y lo digo desde mi rechazo visceral al naciona- bién 2012) y, de manera quizá más espectacular en Esa noche fue un punto de inflexión en mi
lismo uruguayo o a todo nacionalismo. Es decir: un contexto ya global, la legalización y regulación vida. Es cierto que reescribimos nuestra historia
está claro que cada cultura y cada nación se repre- de la producción y venta de marihuana. personal todo el tiempo y que nos contamos el
senta a sí misma como puede y como quiere, y La ley se aprobó el 20 de diciembre de 2013 y pasado —una vez más, como los países, como las
que hasta cierto punto ahí se queda atrapada, pero tardó más o menos cuatro años en llevarse a la naciones— de la manera que más nos conviene,
sería una tontería pasar por alto algunos hechos práctica, de modo que fue en julio de 2017 que los pero aquellas sensaciones despertadas por la mú-
históricos: así, en el periodo conocido como la “era uruguayos vivimos ese momento acaso histórico sica y cierta revolución en la manera de percibir
batllista” (1903-1919) cristalizó en el territorio uru- en que fue posible por primera vez entrar a una far- el tiempo abrieron, qué duda cabe, una grieta en
guayo un estado de bienestar integrador y laico, macia y comprar (por aproximadamente seis dó- mi cráneo; tan es así que todo lo que vino después,
cercano al socialismo, entre cuyos hitos hay que lares) una bolsita con diez gramos de marihuana en los cuatro o cinco años siguientes en térmi-
recordar la ley que limitó la jornada laboral a ocho cultivada y vendida por el Estado. nos de descubrimiento de arte y de experiencias
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A partir de la teleserie Wild Wild Country, estas páginas despliegan una crónica familiar en retrospectiva
y un registro de la manera en que se encumbran algunos falsos líderes espirituales. Con ellos proliferan sectas
y seguidores no sólo engañados sino también estafados o explotados en función de su fe y consecuente
obediencia. Un fenómeno que dibuja con claridad una época de incertidumbre, bajo un estado de ánimo dispuesto
a la devoción en busca de soluciones milagrosas, o bien de respuestas que confieran sentido a la propia existencia.
R ELIGION ES
QU E DEST RU Y EN
ROGELIO GARZA
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ild Wild Country, la chocolates, con eso
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Bomba de tiempo en amenaza y estallido continuos, las condiciones de vida que caracterizan a tantas
unidades habitacionales de la Ciudad de México y su periferia ilustran, con relieves infernales,
un entorno de marginalidad extensa y compartida. Esta crónica registra con puntual actualidad
esa experiencia: el enorme compás de la desigualdad que aparta o recluye a una franja
multitudinaria de la sociedad capitalina en espacios explosivos, bajo el imperio y la ley de la jungla urbana.
T ER M INA L
PA N DEMON IO
EDUARDO H. G.
H
frente a mi puerta, por la madrugada. no tuvieran una pared o ésta fuera de
abito un departamento de 65 ¿Quién le roba a un poli frente a su pro- vidrio. El trajín en cada cama, sofá, salas
metros cuadrados en el edifi- pia casa? ¿El caco sabía a qué de dedi- de estar. Gran voyeur.
cio 09 de una Unidad Habita- caba su víctima? ¿Ladrón que roba a La señora del pan chiquito se oye
cional que se compone de 38 ladrón? ¿Ojo por ojo? más cerca. Sus alaridos son imitados
edificios. Del 1 al 26 cada rectángulo de Abajo, por la calle que nos separa por algunos escuincles que esconden
tabique rojo y hierro negro tiene 72 de- del bloque de edificios número par, sus risotadas en los arbustos de la pri-
partamentos; del 27 al 38, 96. Son 3 mil una señora canosa y delgada que pa- mera planta. Bajo y le compro unas
24 departamentos en total. El conglo- rece un espanto escupido del infra- piezas. Me siento vivo, fresco, tengo
merado se extiende de una gran aveni- mundo pasa gritando “Paaaannnn hambre, casi subo corriendo las esca-
da a otra. Oriente a Poniente. Dos calles chiquitttooooooo”. Lo hace diario por leras. La tarde es de un azul oscuro. La
paralelas con un solo sentido. Seis pisos cada andador. Pan chiquito. Ahora se ha noche llega pronto. Con ella vuelven los
se elevan en cada bloque desde el suelo activado una bomba de agua dos o tres Otros: obreros, oficinistas, estudiantes,
infernal de chapopote hacia el aire des- pisos arriba. Se oyen cuetes (o disparos) deportistas, trajeados, maleantes, en-
compuesto. Vista desde un satélite, es no muy lejos. Suenan sirenas y un pe- fermeras, incluso pilotos de avión con
una fila de haches rojizas estampada en rro aúlla, otro ladra abajo. Alguien ríe, sus pulcros uniformes y sus maletillas
la tierra. otros miran la televisión con volumen rodantes. Quizá sólo el diez por ciento
Terminal Pandemonio: un fractal de alto, quizá una telenovela. En el último de la población de Terminal Pandemo-
violencia, corrupción, basura, drogas piso se alcanza a escuchar música nor- nio —incluidos los mismos pilotos— ha
y sexo al aire libre en el que pasamos teña. Pongo atención en el regaño de subido a un avión.
nuestras vidas un ejército periférico una abuela, una puerta se azota, risas Luego el silencio. Que sólo es inte-
de unos 12 mil obreros, policías, an- de niños, más ladridos. La sinfonía pan- rrumpido por la narcosis de la noche,
cianos, dealers, criminales, bomberos, tagruélica y permanente de Terminal los gritos, las peleas. Motocicletas, autos
junkies, madres solteras, locos, defor- Pandemonio. a más de sesenta kilómetros por hora
mes, jubilados y otros beneficiarios de Al segundo piso, donde vivo, lo in- en una zona de treinta presumiendo
Programas Asistenciales para contener vade un olor a ajo y cebolla reventando sus estrambóticos motores y equipos
el descontento y exprimir votos. Caos. en aceite. Me asomo por mi cocina. Al de sonido. Intuyo el cachondeo en an-
Delirios del concreto. Vivienda Social. frente veo a una mujer de rizos cocinar dadores de parejitas risueñas y púberes.
No hay futuro. de espaldas hacia mí. Viste un short ne- La madrugada se embarra en el asfalto,
La ciudad es lo mismo, pero más gro pequeño y una blusa rosa. Sobre un igual que nuestras pesadillas. Dios nos
grande. comal de su pequeña estufa da vuelta a mira y cambia de canal.
Contemplo el Tiempo desde Termi- unas tortillitas de masa de colores fos-
nal Pandemonio. La modernidad ha en- forescentes. Azul, verde, amarillo. ¿Son III
callado en estos rincones. En una urbe de nata? Me detengo en su figura: tiene
donde el hacinamiento es norma, este las nalgas firmes, espalda media, delga- Abro mi Archivo Digital del Crimen en
corral es una de sus sucursales más ex- da. Su piel es apiñonada. Parece nueva Terminal Pandemonio (ADCTP):
céntricas. La noche y el día se atropellan inquilina. Se menea con cadencia, qui- Marzo de 2010: Un hombre de dieci-
pesarosos en las rutinas de los barrios zá escuchando música, absorta en el nueve años camina frente al edificio 18
bajos. Las promesas de campaña han fuego y el comal. A su espalda, en su pe- cuando al menos dos sujetos lo inter-
quedado en las bardas cubiertas por queña azotehuela —exactamente igual ceptan y sin mediar palabra lo cosen a
grafiti. A nadie le importa nada más allá que la mía— ha tendido una toalla azul tiros. Fallece al instante. “Se desconoce
que pagar el alquiler, llenar el plato, no y un par de bragas blancas. La imagen el móvil del homicidio, sin embargo,
ser detenido y pasar inadvertido ante me excita, quiero masturbarme. Esta- la Policía capitalina lo relaciona con la
el crimen. Como el Saturno de Goya, la mos flotando. Me imagino a un gigante venta de narcóticos”.
metrópoli devora a sus hijos. La Unidad mirando desde fuera el movimiento al Diciembre de ese año, un reporte
es nuestra casa. Podríamos estar peor.
Somos una legión de zombis con un
soplo de vitalidad. “A NADIE LE IMPORTA NADA MÁS ALLÁ
II QUE PAGAR EL ALQUILER, LLENAR EL PLATO,
NO SER DETENIDO Y PASAR INADVERTIDO ANTE
Mi vecina fuma frente a su puerta su
cigarrillo número diez del día. Es diabé- EL CRIMEN. COMO EL SATURNO DE GOYA,
tica, hipocondriaca, rechoncha y sufre
permanentemente una tos flemática. LA METRÓPOLI DEVORA A SUS HIJOS. LA UNIDAD
Su esposo, un policía en bicicleta, tra- ES NUESTRA CASA. PODRÍAMOS ESTAR PEOR.”
baja en turnos de 48 horas. Durante su
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del día, con el único y firme propósito la piel. Es un hombre rudo con porte
de llevar y traer chismes. Es un perió- de albañil, pero al que cierto parecido
dico de nota amarilla andante. La he con Cantinflas le da un aspecto afable.
seguido de cerca desde hace un tiempo. Siempre está mugroso y despeinado.
Se detiene en algún ventanal que funge Vive con sus dos hijas que son unos
como pequeña tienda y se apertrecha pequeños monstruos: descuidadas, su-
ahí más de la cuenta, contando cosas cias, pero juguetonas. Al parecer su es-
de otros edificios. Luego se le puede posa o la madre los abandonó o murió.
ver en la fila de la tortillería haciendo lo Cantinflas va y viene por los andadores,
mismo. En algún puesto de fritangas. hace trabajos de plomería, albañile-
En el mercado, a unas calles. De regre- ría, pintura. Creo que nunca sale de la
so en un grupito de vecinas. Más tarde Unidad. Cuando el camión de la basura
incluso en alguna taquería cercana. La se estaciona en la entrada Oriente, él
Guayaba anda con dificultad debido a acude con sus dos hijas y un carrito de
su sobrepeso. Normalmente viste de metal con ruedas. Separan de la basura
pants gigantescos, una blusa y algún lo que les pueda servir: juguetes en des-
tipo de delantal floreado. Siempre lleva uso, pedazos de madera, muebles ve-
una coca-cola de medio litro y chicle en tustos. Sobras de unos, tesoro de otros.
la boca. Parece ser la mujer más feliz del Ahí va Cantinflas otra vez empujando
mundo. Su figura me deprime, a veces, su armatoste, de regreso a casa con los
o me saca una risa lejana. dos sonrientes engendros y la cosecha
Quasimodo: Tiene unos treinta años, del día. “Piense en el precio —me dijo—, a
un ojo desorbitado y una cicatriz que mucha gente le sale más barato esto,
le parte media cara en línea vertical. V pero no es de Dios”. No le contesté y me
Aunque he estado a punto, nunca me largué. “Pet Sematary.” La muerte huele
he atrevido a preguntarle cómo es que Cada mañana salgo a caminar con mis a naturaleza podrida. No quiero ser en-
quedó así. Me limito a comprarle perió- dos perros al camellón frente a la salida terrado en un cementerio de mascotas.
dicos el fin de semana. Quasimodo es Oriente. Una pequeña pero nutrida ar-
airoso, su tono de voz es suave, como boleda entre dos avenidas que surcan VI
de un niño en un cuerpo adulto. Ade- de norte a sur con el estrépito suficien-
más de su deformidad visible y que te para anunciarle cada alborada a la Por la noche el camellón se torna un
una de sus piernas es más corta que la ciudad que su siniestra carrera hacia bosque oscurísimo. El alumbrado es
otra, no parece que sufra alguna enfer- la perdición reanuda su marcha. No insuficiente y la mayoría del tiempo no
medad mental. Algunas tardes he ca- hay momento de mi desazón cotidiana sirve. El aire es frío, denso. En la direc-
minado detrás de él desde la esquina en que mi imaginación fluya sin prisa ción norte de la avenida, después de las
donde atiende su puesto de periódicos como cuando paseo. Caminar es perder diez de la noche, toman su esquina. En-
y revistas, a unos quinientos metros, el rumbo con la visión fija. tre dos y tres travestis. Esperan en una
hasta el interior de la Unidad. Trato de A veces me concentro en los ele- bocacalle frente a la arboleda. Morenas
que no note mi presencia y contemplo mentos más sórdidos a mi paso: galli- entalladas en mezclilla y cuero negro
su andar disparejo, hipnótico. Él sigue nas muertas, tiradas entre los arbustos; que, socarronas, torean autos y lanzan
después del 09, donde me quedo yo. perros recién enterrados, “ofrendas” su oferta. “Qué pasó papito, ¿vamos?
Cuando está en su pequeño negocio al extrañas de flores sobre la tierra; patas 150 el oral, 250 penetración, chulo”.
aire libre se la pasa abismado en la pan- de gatos, putrefactas; huesos, santería, Cuando no las levanta un auto cruzan
talla de su celular. ¿De dónde ha salido ropa, basura, cabello, condones... ritua- la calle y se pierden en el camellón con
Quasimodo? ¿Tiene familia? ¿Novia? les propios de mentes retorcidas en un sus fugaces clientes. Sus bizarras silue-
¿Fornica? manicomio: nosotros. Otras me siento tas habitan el frío del cementerio.
La pequeña Annie: Es una solterona en una escenografía. Mientras cruzo la Es madrugada. Algunas sombras sa-
que vive con sus tres perros en el 27. calle veo movimiento, parejas, niños, len desde una combi, una jauría que
Sobrepasa los cuarenta y cinco años, perros, pero cuando ya camino entre reclama sangre, unas siete travestis
es flaca como una varita de espagueti y los pinos, granados y eucaliptos, todos que por un momento han perdido el
desde que la conozco está en espera de se han ido, cediendo a mi presencia. porte de divas y caminan por el came-
que le programen una operación de her- El camellón es un “Pet Sematary”. llón como una pandilla. Se escurren
nia, para poder volver a trabajar. Es des- Como en la canción de Los Ramones, hasta la esquina donde esperan dos
empleada. Pasa la vida riendo, paseando duendes viejos y señores de la guerra más, que en un segundo están en el
a sus perros, a los perros de otros, por lo salen del suelo sin hacer ruido. Algunas suelo. Sobre ellas los tacones, bolsas y
cual cobra, y además funge como niñera tardes, alrededor de un pequeño arbus- garras de las otras. Parece una disputa
de cachorros. Vive de los perros, los to que no rebasa el metro de altura, un de territorio. Truenan los golpes, las
ama y procura. Su departamento carece hombre de unos cuarenta años y la que advertencias. Las atacadas se hacen
de muebles, excepto por un pequeño parece ser su hija, de unos quince, se concha en el pavimento. Dos minutos
comedor, algunas rejas de metal donde yerguen ensimismados, como si reza- son suficientes para molerlas. Mientras
alguna vez tuvo unas ratas que salvó de ran en voz baja. Sobre la tierra, siempre corren de regreso, las siete magníficas
un laboratorio y murieron de cáncer. Ja- alrededor del arbusto, colocan algunas sueltan risotadas y se agolpan entre
más he visto que la visite algún familiar, flores de colores, semienterradas. Lo ellas. El trabajo está hecho. La justicia
ni que ella se ausente. hacen cada mes. Un señor viejo que me travesti ruge con motor de combi de
Cantinflas, el conserje: Es un cuaren- vio observar el extraño rito me escupió madrugada. Las otras dos siguen en
tón que vive en unos pequeños cuartos su teoría de que además de perros, ga- el suelo.
de la entrada Poniente, arriba de la cis- tos y gallinas, sobre esta franja de tierra El camellón es testigo silencioso. Y
terna que abastece a la Unidad. Tiene arbolada algunos vecinos han enterra- yo con él, además de un taxista renuen-
un aspecto cadavérico, pero rechoncho. do a fetos, producto de abortos caseros, te que me ha traído a casa y mira atóni-
Es moreno, con cierto tinte rojizo en clandestinos y negados. to. El semáforo se pone en verde. Más
adelante salgo del taxi y camino ebrio y
presuroso a mi andador. Abro la puerta
“UNA PEQUEÑA PERO NUTRIDA ARBOLEDA del refrigerador y mientras busco agua
fría o una cerveza, veo al otro lado: la luz
ENTRE DOS AVENIDAS QUE SURCAN DE NORTE está encendida pero no se ve a la veci-
A SUR CON EL ESTRÉPITO SUFICIENTE na caminar por ahí. Sobre el tendedero
siguen sus bragas. Me acuesto, intento
PARA ANUNCIARLE CADA ALBORADA hacerme una paja, pero me quedo dor-
mido. Habito un departamento en Ter-
A LA CIUDAD QUE SU SINIESTRA CARRERA minal Pandemonio. Estamos flotando,
HACIA LA PERDICIÓN REANUDA SU MARCHA.” locos y enfermos... La ciudad es lo mis-
mo, pero más grande. C
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EL CORRIDO Por
TOM WOLFE: EL CANALL A ELEGANTE DEL ETERNO CARLOS
RETORNO VELÁZQUEZ
@charfornication
E
n 1965, a los 34 años, Tom Wolfe Su primer gran obra fue Ponche de Ácido de cristalizar a Wolfe en amarillo. Elegante
se convertiría en una celebri- Lisérgico, con ella demostró que no era un y canalla, Wolfe supo posicionarse como
dad gracias a la artillería pesada animal de revista, que podía entregar una un icono del siglo XX. Es la Coca-Cola del
que dirigió contra el New Yorker crónica de largo aliento. Y qué historia. La mundo periodístico. La popularidad que
desde el New York Herald Tribune. Cuen- huida de Ken Kesey, el autor de Alguien alcanzó dentro del género lo tornó en un
ta Marc Weingarten en The Gang That voló sobre el nido del cuco, abanderado de referente ineludible. Siempre que se habla
Wouldn’t Write Straight, su historia del los Merry Pranksters, el responsable de periodismo a partir de la década de los
Nuevo Periodismo, que las transforma- de que el mito de Neal Cassady se expan- sesentas su nombre surge como un anun-
ciones sociales y culturales de la época diera hacia el flower power, en resumen, cio de neón.
(Vietnam, las drogas, los jipis, Nixon) ya una cultura contenida en un solo hombre. Como todo autor tuvo asociaciones
no era posible narrarlas desde las viejas Si bien A sangre fría de Truman Capote delictuosas a considerar. Como su man-
y apolilladas instituciones periodísticas. era una recreación de los asesinatos co- cuerna con Jann S. Wanner, a quien dedi-
Eran los años del desmadre y Tom Wolfe metidos por dos psicópatas, el Ponche… ca Todo un hombre. El director de Rolling
fue el primer reportero en pensar como fue un road trip a lo On the road. Cuesta Stone también fue el editor de Hunter S.
novelista. A partir de entonces construi- creer que el hombre de inmaculado traje Thompson. Ambos reporteros hicieron
ría un personaje que jamás envejecería y se haya desplazado cientos de miles de escuela. No deja de resultar significativo
nos legaría varios libros (hoy convertidos WOLFE SE kilómetros para investigar las andanzas que las dos figuras más sobresalientes del
en clásicos) que junto a los títulos de Gay de Kesey en su huida por Estados Unidos periodismo de las últimas décadas hayan
Talese, Hunter S. Thompson, Joan Didion, ERIGIÓ COMO EL hacia México. Pero ocurrió, algo que jamás sido figuras incómodas. Prueba de que su
Norman Mailer y unos cuantos más cons- WARHOL DE LAS habría hecho el New Yorker, Wolfe se atre- labor era ante todo reivindicar el oficio.
tituyeron una era dorada del periodismo. vió a documentar con un rigor periodísti- “Quizá deberíamos volar por los aires el
Leonard Cohen manifestó en alguna REDACCIONES... co escalofriante. edificio del New Yorker”, propuso Jimmy
ocasión que nunca se sintió cómodo en Además de sus libros de periodismo, su Breslin. Y Wolfe encauzó la revolución.
jeans. En este mismo precepto está basa- DISPUESTO labor como novelista es inestimable. De su El pasado 15 de mayo, a los 88 años,
do el guardarropa de Wolfe, que siempre pluma surgió nada menos que La hoguera Wolfe abandonó esta tierra. Su influencia
A EXPRIMIRLE
lucía trajes, el blanco por excelencia. Lo de las vanidades, la educación sentimental es incalculable. No sólo en su país, en el
que lo convirtió en una fotografía vivien- TODO EL de los ochenta. Como explorador de la cha- nuestro, por ejemplo, la deuda con su es-
te. Pero detrás de la rigurosa etiqueta habi- tarra social Wolfe siempre fue un adelanta- tilo y su manera de arriesgarse son impa-
taba un hombre que pese a los mocasines SALVAJISMO do. La reputación obtenida con La hoguera gables. Su legado consiste en varios de los
fue capaz de infiltrarse en el movimiento de las vanidades le permitió relajarse en su reportajes mejor escritos del fin de siglo
de las Panteras Negras y profundizar en la AL POP. faceta de novelista. Sólo escribió cuatro pasado y un guardarropa de lo más extra-
oleada surfer. No sólo fue una figura del novelas. Se consagró en general a su labor vagante. De esa generación de titanes ya
Nuevo Periodismo, también su principal como cronista. Su penúltimo título, El pe- sólo queda Gay Talese. Quien fuera inspi-
teórico. Desde su ópera prima, El coqueto riodismo canalla, se publicó en 2001. ración y a la vez cómplice de ese resque-
aerodinámico rocanrol color caramelo de La posmodernidad ha decretado que la brajamiento que sufrió el periodismo por
ron, Wolfe se erigió como el Warhol de las inmortalidad se alcanza una vez que apa- parte de una pandilla de visionarios que se
redacciones. El revolucionario dispuesto a reces en Los Simpsons. Y por supuesto que amotinaron para cantarle a esa musa enve-
exprimirle todo el salvajismo al pop. Matt Groening no dejó pasar la oportunidad nenada que es el pop. C
Por ALEJANDRO
El sino del escorpión DE LA GARZA
@Aladelagarza
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MARUJA DAGNINO
LOS ALIMENTOS DEL DESEO
Maruja Dagnino (Venezuela, 1964) es perio- Los alimentos del deseo (Lumen / Artesano- comida. No faltan las palabras de Jorge Luis
dista y chef por el Instituto Culinario de Ca- Group, España, 2018) en el que, a través de Borges o las pinturas de Rubens, menos aún
racas. Ha ejercido el periodismo en revistas la comida y la cocina, Dagnino traza una his- las recetas de la mesa del deseo.
como Imagen y diarios como El Nacional o toria de nuestra cultura y literatura. Todo co- No hay forma en que el erotismo no esté
El Universal de Venezuela. Dirigió la revista mienza con una perdiz postrada en la tabla presente en cada uno de nuestros alimen-
Sexosentido y ha escrito sobre gastronomía de un cocinero, y termina con el curry, el sé- tos, según la chef Dagnino y de esto nos ha-
en diversas publicaciones. La comida, como samo, el merey, el coco, la manzana y los hé- bla en este libro, seleccionado como uno de
una puerta al mundo intelectual, cultural y roes de la comida de la Roma antigua, época los veinte mejores títulos de la Feria del Libro
sensorial, es el tema de su más reciente libro, en la cual el coito estaba relacionado con la de Bogotá 2018.
Por
ESGRIMA ALICIA
QUIÑÓNES
Un libro sobre el erotismo de la comida ¿Cómo elegiste los ingredientes? comensal y el cocinero. Para mí es un gran
que aparece en una Venezuela convul- Contienen elementos que me permi- símbolo.
sa. ¿Cómo surgió? ten contar una historia y establecer una
Yo era reportera de calle de un perió- relación erótica con la escritura, la cultu- El curry.
dico en Caracas, y de pronto se desató la ra, para abordarlos desde lo simbólico y Por nuestra cercanía con la Isla Tri-
violencia. Debía salir a hacer cobertura lo arquetípico; desde un acercamiento EROTISMO Y nidad, que a su vez tiene una enorme
de las marchas con chaleco antibalas, que tiene que ver con la literatura, la influencia de la India, el curry es un ele-
casco y máscara antigás. Eso desenca- historia de las culturas, el cine, las mi- GASTRONOMÍA mento popular y se usa mucho en casas y
denó una gran batalla, por llamarlo de tologías, incluso con religiones como la TIENEN EN COMÚN restaurantes venezolanos, forma parte de
alguna manera, desigual, y los perió- cristiana, mitologías judías o musulma- la dieta diaria. Lo que nosotros entende-
dicos se vinieron a menos porque la nas. Acercamientos muy diversos que QUE FORMAN mos por curry es una mezcla de especias, y
industria y el comercio se fueron tam- me permiten describir la relación de los PARTE DE UNA hay muchas. Las especias continúan sien-
bién a menos; bajó la cantidad de anun- ingredientes con el erotismo. do un elemento perfecto para enamorar la
ciantes y a partir de ahí los medios se
ELABORACIÓN nariz: si uno quisiera entrar al corazón del
vieron obligados a reducir sus páginas. Revisemos algunos casos. El vino. ESPIRITUAL E gusto de una persona, los aromas de las
Yo estaba cansada y el periódico ofreció En el apartado del vino uno consigue INTELECTUAL.” especias pueden llegar a ser tan atractivas
condiciones especiales a los que se qui- ver, sobre todo en el texto que se relacio- como un buen perfume.
sieran ir. No me quería ir, yo amaba mi na con Borges, un poco de metalenguaje,
periódico, fui privilegiada: escribía lo es decir: cómo a través del vino y la litera- El clavo.
que quería y pude desarrollar la cróni- tura encontramos metáforas, o cómo se El clavo es el ingrediente que sintetiza
ca, el género que más me gustó. A partir reflexiona sobre el mito de que el vino todo en Los alimentos del deseo.
de ahí decidí estudiar cocina y empecé más viejo es mejor.
a escribir sobre gastronomía en revistas
o secciones especializadas. Luego una El pez globo.
editorial me pidió que hiciera un libro Es el ingrediente más fuerte. A tra-
de gastronomía desde una perspectiva vés del pez globo abordo con fuerza
erótica o afrodisiaca, a partir de un texto la relación entre Eros y Tanatos, entre
que yo había publicado. Escribí el libro, vida y muerte. Cada relación sexual es
pero la editorial cerró por la crisis. Diez un ciclo vital, un ciclo que muere con
años después lo retomé y ahora se pu- el orgasmo. La vida y el tiempo son eso.
blicó. Es un libro escrito con absoluta Cronos está ahí recordándonos la infi-
libertad. Son textos sobre ingredientes, nitud y la muerte. El pez globo es singu-
y cada uno tiene una historia maravillo- lar porque tiene una toxina que puede
sa, historias que trascienden la realidad. ocasionar la muerte del comensal si no
se prepara con maestría; un cocinero ja-
¿La comida es el gran símbolo de nues- ponés tarda años aprendiendo a tratar
tra cultura? el pez globo antes de tener una licen-
Este libro aborda el arte culinario como cia para cocinarlo: un comensal puede
una aproximación cultural a ciertos morir envenenado o asfixiado. Este es un
alimentos desde una escritura y un punto pez que llega al plato con vida, incluso la Arte digital
de vista eróticos. Un acento es que dife- carne aún tiembla cuando se sirve. Algu- > Staff > La Razón
rencia el hecho gastronómico de la co- nos cocineros japoneses dejan un poco
cina, es decir: no es lo mismo cocinar de esa toxina para que se produzca un
para satisfacer el hambre que cocinar y cosquilleo en los labios al probarlo, y que
comer para satisfacer el espíritu. Enton- el comensal sienta esa proximidad con
ces, erotismo y gastronomía tienen en la muerte. El comensal puede coquetear
común que forman parte de una elabo- con esa sensación y creo que es un prin-
ración espiritual e intelectual; hablamos cipio erótico muy importante: tiene que
de una elaboración de los sentidos, una ver con la entrega total del comensal a su
sensibilidad, es decir, de los sentidos cocinero. Hay prácticas eróticas como el
educados, refinados, preparados para bondage, en las que uno de los amantes
enfrentarse con el mundo mediante es amarrado o se recurre a la asfixia en
el intelecto y la belleza, por el hecho el momento del orgasmo, y esto tiene
estético. que ver con esa entrega absoluta entre el
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